Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Al escuchar que más o menos quedaba una hora, la pelirroja se giró mirándole con una expresión normal. Milena ya sabía que Eichi había bebido claramente, pues era el tipo más curioso que existía en el planeta. Ella también, por lo que ahora todo lo que dijesen iría con verdades exageradas, y en el caso de la pelirroja, bastante pervertidas. El suero de la verdad era algo maravilloso a tener en cuenta para algunos casos. Sonrió de forma extraña y caminó hasta acercarse a su chico. Le miró y sin decir nada le dio un beso en la barbilla, después continuó mirándolo fijamente a los ojos. Escuchó lo que dijo y no pudo evitar mostrar una pequeña sonrisa que fue más lasciva que otra cosa.
- Cielo, estoy muy buena. Me veré echa una diosa, y estoy seguro que te pondrás más cachondo que una plancha. Seguro que deseas tomarme en el altar incluso con el cura allí ¿Verdad? – Preguntó de forma inocente.
La pelirroja entonces le mordió la nariz de forma cariñosa y fue hasta la nevera. Sacó de ella lo que parecía ser un poco de chorizo y se relamió. Lo cortó con el cuchillo en rodajas y después de eso abrió media barra de pan. Echó tomate por una cara, más bien lo restregó y añadió aceite de oliva y sal. Después de eso metió la carne y puso también un poco de pimienta, muy poca. Cocinar no, pero le salían unos bocadillos buenísimos. Le metió un mordisco y empezó a masticar con ganas. Estaba realmente delicioso y después de eso se acercó de nuevo a su chico. Tras guiñarle el ojo acercó un extremo a su boca y habló de forma cariñosa.
- Vamos, amor mío, abre la boca.
Si lo hacía le ofrecería para que mordiese. Esperaba que al ser todo un cocinero de primera clase no sintiera desprecio hacia su comida por ser un simple bocadillo con ingredientes simples. Entonces cayó en la cuenta de que seguramente habría probado el suero también y sería totalmente sincero. Tragó saliva un poco nerviosa y después de eso le miró.
- Me imagino que probaste el bote azul, suero de la verdad. No te preocupes, mi vida… Si el bocadillo no es de tu agrado no voy a ofenderme, bueno, un poco sí. – Dijo sinceramente conteniendo la risa y sacándole la lengua.
Ahora solo faltaba ver si él lo mordía o decía algo más. Esperaba que tampoco le hiciera una pregunta rara y que la hiciera avergonzar, pues se conocía muy bien y ella siempre diría algo que tratase de poner nervioso al pelirrojo. Aunque después de tantos polvos seguidos… No, otra vez no, los tacharían de conejos en el barco, pero poco le importaba. Milena lo miró de arriba abajo y no se contuvo.
- Tss ¿Por qué estás tan bueno? ¡Injusto!
- Cielo, estoy muy buena. Me veré echa una diosa, y estoy seguro que te pondrás más cachondo que una plancha. Seguro que deseas tomarme en el altar incluso con el cura allí ¿Verdad? – Preguntó de forma inocente.
La pelirroja entonces le mordió la nariz de forma cariñosa y fue hasta la nevera. Sacó de ella lo que parecía ser un poco de chorizo y se relamió. Lo cortó con el cuchillo en rodajas y después de eso abrió media barra de pan. Echó tomate por una cara, más bien lo restregó y añadió aceite de oliva y sal. Después de eso metió la carne y puso también un poco de pimienta, muy poca. Cocinar no, pero le salían unos bocadillos buenísimos. Le metió un mordisco y empezó a masticar con ganas. Estaba realmente delicioso y después de eso se acercó de nuevo a su chico. Tras guiñarle el ojo acercó un extremo a su boca y habló de forma cariñosa.
- Vamos, amor mío, abre la boca.
Si lo hacía le ofrecería para que mordiese. Esperaba que al ser todo un cocinero de primera clase no sintiera desprecio hacia su comida por ser un simple bocadillo con ingredientes simples. Entonces cayó en la cuenta de que seguramente habría probado el suero también y sería totalmente sincero. Tragó saliva un poco nerviosa y después de eso le miró.
- Me imagino que probaste el bote azul, suero de la verdad. No te preocupes, mi vida… Si el bocadillo no es de tu agrado no voy a ofenderme, bueno, un poco sí. – Dijo sinceramente conteniendo la risa y sacándole la lengua.
Ahora solo faltaba ver si él lo mordía o decía algo más. Esperaba que tampoco le hiciera una pregunta rara y que la hiciera avergonzar, pues se conocía muy bien y ella siempre diría algo que tratase de poner nervioso al pelirrojo. Aunque después de tantos polvos seguidos… No, otra vez no, los tacharían de conejos en el barco, pero poco le importaba. Milena lo miró de arriba abajo y no se contuvo.
- Tss ¿Por qué estás tan bueno? ¡Injusto!
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Pese a que le excitó lo que dijo y lo puso algo nervioso, no pudo evitar ponerse algo rígido. ¿Qué cojones había pasado? No pensaba responder de manera directa, pero algo hizo que abriera la boca de la peor forma posible... con palabras que casi nunca usaba debido a su personalidad.
– Desearía tomarte en un lugar como ese, pero me temo que tendría que quitarle las orejas y los ojos al cura. Eres mía, y no dejaré que nadie más que yo pueda verte en un estado así, aún si tengo que matar a cualquiera que lo intente – dijo posesivamente el joven con un tono algo sombrío.
El joven pelirrojo inmediatamente se llevó las manos a la boca y dio un paso hacia atrás. Todo lo que estaba pensando lo revelaba, por alguna razón... y en cierto modo activaba su modo "oscuro". Pese a que había dicho eso, no creía en verdad que pudiera cometer tal barbaridad contra el cura... ¿O si? No lo sabía, y eso lo llenaba de incertidumbre un poco. Aparte, sabía que aún no acababa. Pese a sus esfuerzos, estaba siendo en vano. Cerró sus ojos por algunos segundos, intentando relajarse un poco.
– ¿Solo por el vestido? Me pones cachondo solo con tu mera presencia. ¿Te has visto en un espejo? Ese bello rostro, ojos hipnotizantes, tu delgado cuerpo, enormes pechos, gran trasero y hermosa personalidad me vuelven loco las veinticuatro horas del día – dijo, sin poder contenerse.
Inmediatamente dio un paso hacia atrás, al tiempo que su rostro se tornaba más rojo que su cabello. Realmente, en ese momento parecía todo un tomate maduro. Esos pensamientos nunca iban a salir a la luz, pero ahora por alguna razón estaba dejando salir todo lo que tenía en mente de acuerdo al momento. En su caso, tan solo respondió con sinceridad a la pregunta de Milena. Escuchó sus palabras cuando le ofreció el bocadillo e inmediatamente su puso rígido. ¿Un suero de la verdad? Con razón le estaba pasando aquello. No pudo evitar tragar en seco, temiendo por su integridad física si dejaba salir todo lo que tenía guardado en su cabeza. No era como si le haya mentido alguna vez, más bien no había exagerado, pero ahora que eso no importaba... Diría con exactamente lo que pensaba de su pelirroja, puesto que sus inhibiciones habían sido destruidas.
– Esta bueno – murmuró por lo bajo, pero sin mentir, una vez que probó el bocadillo.
No quería decir nada, porque todo lo que saliera de su boca podría jugarle en contra. Escuchó su exclamación y tragó en seco, al tiempo que resistía el impulso de liberarse... de nuevo, pero fue en vano. No tenía idea lo que contenía ese suero, pero era muy poderoso y ni siquiera él podía evitarlo o contenerlo.
– ¡Eso debería decir yo! – exclamó. – Eres la mujer más hermosa del mundo, y si fuera por mi te tomaría a todas horas.
A estas alturas, todo podría llegar a otro encuentro caluroso, pero era inevitable con ellos dos. Tanto Eichi como Milena eran personas que tenían un líbido muy alto, y parecía como si no pudiera tener las manos alejadas por mas de unos minutos consecutivos...
– Desearía tomarte en un lugar como ese, pero me temo que tendría que quitarle las orejas y los ojos al cura. Eres mía, y no dejaré que nadie más que yo pueda verte en un estado así, aún si tengo que matar a cualquiera que lo intente – dijo posesivamente el joven con un tono algo sombrío.
El joven pelirrojo inmediatamente se llevó las manos a la boca y dio un paso hacia atrás. Todo lo que estaba pensando lo revelaba, por alguna razón... y en cierto modo activaba su modo "oscuro". Pese a que había dicho eso, no creía en verdad que pudiera cometer tal barbaridad contra el cura... ¿O si? No lo sabía, y eso lo llenaba de incertidumbre un poco. Aparte, sabía que aún no acababa. Pese a sus esfuerzos, estaba siendo en vano. Cerró sus ojos por algunos segundos, intentando relajarse un poco.
– ¿Solo por el vestido? Me pones cachondo solo con tu mera presencia. ¿Te has visto en un espejo? Ese bello rostro, ojos hipnotizantes, tu delgado cuerpo, enormes pechos, gran trasero y hermosa personalidad me vuelven loco las veinticuatro horas del día – dijo, sin poder contenerse.
Inmediatamente dio un paso hacia atrás, al tiempo que su rostro se tornaba más rojo que su cabello. Realmente, en ese momento parecía todo un tomate maduro. Esos pensamientos nunca iban a salir a la luz, pero ahora por alguna razón estaba dejando salir todo lo que tenía en mente de acuerdo al momento. En su caso, tan solo respondió con sinceridad a la pregunta de Milena. Escuchó sus palabras cuando le ofreció el bocadillo e inmediatamente su puso rígido. ¿Un suero de la verdad? Con razón le estaba pasando aquello. No pudo evitar tragar en seco, temiendo por su integridad física si dejaba salir todo lo que tenía guardado en su cabeza. No era como si le haya mentido alguna vez, más bien no había exagerado, pero ahora que eso no importaba... Diría con exactamente lo que pensaba de su pelirroja, puesto que sus inhibiciones habían sido destruidas.
– Esta bueno – murmuró por lo bajo, pero sin mentir, una vez que probó el bocadillo.
No quería decir nada, porque todo lo que saliera de su boca podría jugarle en contra. Escuchó su exclamación y tragó en seco, al tiempo que resistía el impulso de liberarse... de nuevo, pero fue en vano. No tenía idea lo que contenía ese suero, pero era muy poderoso y ni siquiera él podía evitarlo o contenerlo.
– ¡Eso debería decir yo! – exclamó. – Eres la mujer más hermosa del mundo, y si fuera por mi te tomaría a todas horas.
A estas alturas, todo podría llegar a otro encuentro caluroso, pero era inevitable con ellos dos. Tanto Eichi como Milena eran personas que tenían un líbido muy alto, y parecía como si no pudiera tener las manos alejadas por mas de unos minutos consecutivos...
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Los ojos de la científica estuvieron a punto de salir de sus cuencas. Retrocedió unos metros y quedó con la espalda pegada a la nevera. Agachó la cabeza rápidamente e hizo que el flequillo tapase sus ojos. Su rostro estaba rojo como un tomate o quizás más. Ya no solo por lo primero, por el hecho de que mencionase su trasero y sus pechos, además del resto de cosas y que encima le gustase el bocadillo. Para terminar, las últimas palabras la pusieron más nerviosa. No se consideraba la más hermosa del mundo y al ver que él sí la veía de esa forma no pudo evitar negar con la cabeza mientras echaba un poco de humo por la cabeza. Así una no podía concentrarse de ninguna forma. La pobre levantó la mirada y al encontrar la suya la bajó de nuevo.
Justo entonces se acercó a él despacio y le abrazó. Pegó su cabeza al pecho de él ocultándose se encogió de hombros sonrojada totalmente. Estaba ardiendo encima, era como si ella misma estuviese a punto de tomarlo a él allí mismo. Debía contenerse por todos los medios, pues en una hora habrían llegado hasta el sitio indicado. Abrazada a él no pudo evitar tragar saliva y hablar con él de nuevo.
- Ya me di cuenta de lo último cuando estaba durmiendo y jugabas conmigo… Pero lo de la más hermosa no me lo esperaba. Cierto es que soy preciosa, pero que hayas dicho eso me ha hecho muy feliz, cielo. – Dijo también abrazada a él mientras pegaba su frente a su hombro. – Quiero violarte ahora mismo y hacerte suplicar de placer, pero llegaremos en poco tiempo… Tengo una lucha interna increíble ahora mismo. – Mencionó la pelirroja temblando y abrazada por el momento.
Tras unos segundos se apartó un poco y después volvió a pegarse contra la pared. Respiró de forma agitada queriendo lanzarse sobre él, pero como dijo anteriormente, le costaba muchísimo pensar en que no debían. Tragó saliva y la pelirroja se colocó de rodillas. Dejó ambas manos en el suelo y con el pijama de gato puesto por el momento le miró de nuevo, pero desde abajo.
- Estoy luchando por no pedirte que me tomes de nuevo… ¡Si no te hubieses tomado el suero esto no habría pasado! ¡Pero me alegro con toda mi alma de que lo hayas hecho! – Decía la verdad de una forma increíble y así no podía picarle de ninguna forma. – ¡Ahora no deseo otra cosa que tu cuerpo sobre el mío! – Se quejó de nuevo mordiéndose el labio inferior y mirándole arrodillada. – Pffff maldito, como me estás poniendo.
Justo entonces se acercó a él despacio y le abrazó. Pegó su cabeza al pecho de él ocultándose se encogió de hombros sonrojada totalmente. Estaba ardiendo encima, era como si ella misma estuviese a punto de tomarlo a él allí mismo. Debía contenerse por todos los medios, pues en una hora habrían llegado hasta el sitio indicado. Abrazada a él no pudo evitar tragar saliva y hablar con él de nuevo.
- Ya me di cuenta de lo último cuando estaba durmiendo y jugabas conmigo… Pero lo de la más hermosa no me lo esperaba. Cierto es que soy preciosa, pero que hayas dicho eso me ha hecho muy feliz, cielo. – Dijo también abrazada a él mientras pegaba su frente a su hombro. – Quiero violarte ahora mismo y hacerte suplicar de placer, pero llegaremos en poco tiempo… Tengo una lucha interna increíble ahora mismo. – Mencionó la pelirroja temblando y abrazada por el momento.
Tras unos segundos se apartó un poco y después volvió a pegarse contra la pared. Respiró de forma agitada queriendo lanzarse sobre él, pero como dijo anteriormente, le costaba muchísimo pensar en que no debían. Tragó saliva y la pelirroja se colocó de rodillas. Dejó ambas manos en el suelo y con el pijama de gato puesto por el momento le miró de nuevo, pero desde abajo.
- Estoy luchando por no pedirte que me tomes de nuevo… ¡Si no te hubieses tomado el suero esto no habría pasado! ¡Pero me alegro con toda mi alma de que lo hayas hecho! – Decía la verdad de una forma increíble y así no podía picarle de ninguna forma. – ¡Ahora no deseo otra cosa que tu cuerpo sobre el mío! – Se quejó de nuevo mordiéndose el labio inferior y mirándole arrodillada. – Pffff maldito, como me estás poniendo.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Inmediatamente rodeó su cintura con sus brazos, al tiempo que la atraía más hacia su cuerpo. Como ansiaba su calor corporal... pese a que desearía que no hubiera ropa de por medio. Inmediatamente sus ojos se abrieron de forma exagerada y se dio un golpe mental. El suero era mucho más potente de lo que creía, pero era una suerte que Milena no dijo nada acerca del contacto. De lo contrario, no hubiera sido capaz de quedarse callado. Escuchó sus palabras y tragó en seco, al tiempo que hacía un esfuerzo sobrehumano para no tirarse encima de ella. Eso no era justo, ¿por qué el viaje no duró más? Recordó que fue él quien mencionó lo de Kyuuka, aunque no se arrepentía. El solo hecho de pensar en lo que pasaría en las próximas horas... Hacía que pudiera resistirse ante sus impulsos carnales. Si, en poco tiempo estarían legalmente casados, así que debía aguantarse. Cerró sus ojos y tomó una profunda bocanada de aire, al tiempo que acariciaba el rojizo cabello de su prometida.
– Imagina como estoy yo. Estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano para no quitarte la ropa y luego introducir mi cosa en tu... – Eichi apretó violentamente su boca, pero ya lo había dicho. No era necesario ser genio para completar la oración del pelirrojo, y Milena era muy inteligente para no haberse dado cuenta de lo que quiso decir. – Pero primero alimentarme con la boca, que extraño ese sabor...
Eichi nuevamente se forzó a si mismo a callarse, pero ya era tarde. Colocó su mano en una pared y cerró sus ojos, al tiempo que se relamía un poco. Ahora imágenes de lo que dijo se le venían a la mente, y eso provocaba que se sonrojara con violencia nuevamente. Aparte que mirarla provocaba que su reacción fuera mucho más notoria. Tener a su prometida arrodillada y con ese piyama... El joven tragó en seco, al tiempo que se tambaleaba un poco. Era demasiado injusto no poder hacer nada, pero el mismo se lo buscó al tomar ese suero.
Escuchó sus palabras y llegó a una decisión. Se acercó hacia donde estaba, se arrodilló junto a ella y la tomó en brazos; para luego atraerla hacia su pecho. Nuevamente empezó a acariciarla, dándole mimos para poder tranquilizarla un poco. Solo debían aguantar unas horas más para poder desatarse nuevamente... y esta vez de forma continua.
– Yo no deseo otra cosa que tenerte debajo mio mientras empujo sin parar por varias horas, pero... puedo resistirlo – reveló, al tiempo que una pequeña sonrisa se formaba en su rostro. – Te amo demasiado, y en pocas horas serás mi esposa legal y no puedo evitar estar feliz por ello. Quiero que sea perfecto, para que así nada pueda separarnos de nuevo – la besó intensamente en los labios durante algunos segundos. – Aparte... tomarte con el vestido puesto debe ser de lo más excitante – agregó, al tiempo que le guiñaba el ojo. A estas alturas le daba igual, por lo que ya no se resistía al maldito suero. Si bien ya le había dicho varias veces eso a su pelirroja (lo del matrimonio), esta vez estaba obligado a decir la verdad... Que siempre fue verdad, pero ahora debía hacer una diferencia, ¿no?
– Imagina como estoy yo. Estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano para no quitarte la ropa y luego introducir mi cosa en tu... – Eichi apretó violentamente su boca, pero ya lo había dicho. No era necesario ser genio para completar la oración del pelirrojo, y Milena era muy inteligente para no haberse dado cuenta de lo que quiso decir. – Pero primero alimentarme con la boca, que extraño ese sabor...
Eichi nuevamente se forzó a si mismo a callarse, pero ya era tarde. Colocó su mano en una pared y cerró sus ojos, al tiempo que se relamía un poco. Ahora imágenes de lo que dijo se le venían a la mente, y eso provocaba que se sonrojara con violencia nuevamente. Aparte que mirarla provocaba que su reacción fuera mucho más notoria. Tener a su prometida arrodillada y con ese piyama... El joven tragó en seco, al tiempo que se tambaleaba un poco. Era demasiado injusto no poder hacer nada, pero el mismo se lo buscó al tomar ese suero.
Escuchó sus palabras y llegó a una decisión. Se acercó hacia donde estaba, se arrodilló junto a ella y la tomó en brazos; para luego atraerla hacia su pecho. Nuevamente empezó a acariciarla, dándole mimos para poder tranquilizarla un poco. Solo debían aguantar unas horas más para poder desatarse nuevamente... y esta vez de forma continua.
– Yo no deseo otra cosa que tenerte debajo mio mientras empujo sin parar por varias horas, pero... puedo resistirlo – reveló, al tiempo que una pequeña sonrisa se formaba en su rostro. – Te amo demasiado, y en pocas horas serás mi esposa legal y no puedo evitar estar feliz por ello. Quiero que sea perfecto, para que así nada pueda separarnos de nuevo – la besó intensamente en los labios durante algunos segundos. – Aparte... tomarte con el vestido puesto debe ser de lo más excitante – agregó, al tiempo que le guiñaba el ojo. A estas alturas le daba igual, por lo que ya no se resistía al maldito suero. Si bien ya le había dicho varias veces eso a su pelirroja (lo del matrimonio), esta vez estaba obligado a decir la verdad... Que siempre fue verdad, pero ahora debía hacer una diferencia, ¿no?
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Pues parece que este pijama no ha cumplido su función. De todas formas, creo entonces que me daré una ducha helada para que se me pase esto, cielo. – Mencionó soltando un suspiro y devolviéndole el beso.
Milena tras darle un par de mimos más, en los que hubo besos, caricias y halagos, cogió la vaina de su espada y empezó a caminar hacia uno de los camarotes vacíos. Había dejado en uno sus cosas y al quedar algo de tiempo tal vez podía realizar una cosa. Una vez llegó a la habitación cerró la puerta, pero sin echar pestillo alguno. Se quitó el pijama con orejas y lo tiró a un lado como si de un trasto inservible fuese. La pelirroja se puso por encima una sudadera negra como habitualmente y se sentó en la mesa. Empezó a sacar algunos tubos de su mochila y los colocó encima junto a algunos papeles. Lo último que sacó fue un tubo de color rojo, pues el interior era sangre y de cierta persona…
Milena lo miró de forma seria y lo dejó a un lado. Cogió una libreta y un lápiz. Al abrir aquel cuaderno vio las sumas, cuentas y símbolos que había escrito. En una de las páginas podía verse un dibujo de un ser monstruoso, el cual carecía de ojos, pero sí tenía una boca llena de dientes afilados. Era cuadrúpedo y parecía ser muy agresivo. Ella lo miró sonriendo y después cogió un pequeño tubo amarillo, al cual añadió un poco de veneno. Tras hacerlo miró la reacción bastante segura de sí misma. Unas burbujas, un poco de humo y nada más. Guardó de nuevo sus cosas y tras apuntar unas cuantas cosas más rio por lo bajo. Guardó todo en su mochila con mucho cuidado y por último miró el bote de sangre. Frunció el ceño fulminándolo y después se relamió.
- En fin, iré a ver si entreno de una vez esa técnica…
Milena salió por la ventana con su espada y se tiró al mar, aunque en mitad del camino levitó gracias al poder de su fruta. Se puso en la cubierta y sacó su espada. Apuntó hacia el océano y comenzó a canalizar su energía en la hoja como anteriormente hizo. Su expresión era bastante seria y pese al despecho que tenía por no haberle dado su chico lo que pedía, estaba concentrada. El filo rojizo apareció de nuevo, esta vez siendo de un metro de largo y manando bastante calor de la hoja. El humo subió hacia los cielos y ella sonrió al mismo tiempo que continuaba canalizando sus poderes en la espada. Al ser una Saijo no la dañaría de ninguna forma y aunque no lo fuese, su energía se ocuparía del tema. Tras unos tres minutos anuló aquel poder y envainó su arma. Estaba costando hacerlo y por el momento solo lo podía ejecutar de vez en cuando. Negó con la cabeza y después de eso apretó los puños.
- Ya está casi dominado…
Milena tras darle un par de mimos más, en los que hubo besos, caricias y halagos, cogió la vaina de su espada y empezó a caminar hacia uno de los camarotes vacíos. Había dejado en uno sus cosas y al quedar algo de tiempo tal vez podía realizar una cosa. Una vez llegó a la habitación cerró la puerta, pero sin echar pestillo alguno. Se quitó el pijama con orejas y lo tiró a un lado como si de un trasto inservible fuese. La pelirroja se puso por encima una sudadera negra como habitualmente y se sentó en la mesa. Empezó a sacar algunos tubos de su mochila y los colocó encima junto a algunos papeles. Lo último que sacó fue un tubo de color rojo, pues el interior era sangre y de cierta persona…
Milena lo miró de forma seria y lo dejó a un lado. Cogió una libreta y un lápiz. Al abrir aquel cuaderno vio las sumas, cuentas y símbolos que había escrito. En una de las páginas podía verse un dibujo de un ser monstruoso, el cual carecía de ojos, pero sí tenía una boca llena de dientes afilados. Era cuadrúpedo y parecía ser muy agresivo. Ella lo miró sonriendo y después cogió un pequeño tubo amarillo, al cual añadió un poco de veneno. Tras hacerlo miró la reacción bastante segura de sí misma. Unas burbujas, un poco de humo y nada más. Guardó de nuevo sus cosas y tras apuntar unas cuantas cosas más rio por lo bajo. Guardó todo en su mochila con mucho cuidado y por último miró el bote de sangre. Frunció el ceño fulminándolo y después se relamió.
- En fin, iré a ver si entreno de una vez esa técnica…
Milena salió por la ventana con su espada y se tiró al mar, aunque en mitad del camino levitó gracias al poder de su fruta. Se puso en la cubierta y sacó su espada. Apuntó hacia el océano y comenzó a canalizar su energía en la hoja como anteriormente hizo. Su expresión era bastante seria y pese al despecho que tenía por no haberle dado su chico lo que pedía, estaba concentrada. El filo rojizo apareció de nuevo, esta vez siendo de un metro de largo y manando bastante calor de la hoja. El humo subió hacia los cielos y ella sonrió al mismo tiempo que continuaba canalizando sus poderes en la espada. Al ser una Saijo no la dañaría de ninguna forma y aunque no lo fuese, su energía se ocuparía del tema. Tras unos tres minutos anuló aquel poder y envainó su arma. Estaba costando hacerlo y por el momento solo lo podía ejecutar de vez en cuando. Negó con la cabeza y después de eso apretó los puños.
- Ya está casi dominado…
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Luego de ese encuentro, un pensativo Eichi se hallaba sentado en el comedor, con sus dos manos en la cabeza y la mirada baja. No había entendido sus palabras en un instante. Solo cuando se fue, el joven consiguió dirigir aquellas palabras. En verdad... ella quería que pasara, pero fue demasiado egoísta para dejarla pasar. Era una suerte que no se encontraba aquí, porque el suero le haría soltar algo que... prefería guardar para si mismo. Era demasiado doloroso, pese a que no tenía justificación alguna. No era que no confiara en ella, al contrario. Le daría su vida incluso para hacer lo que se le antojara. No, ese tema pasaba exclusivamente por y su severo problema de autoestima. A estas alturas ya sabía que nunca estaría cien por ciento recuperado de ese trauma, además que había aprendido a ignorarlo en su mayor parte, pero cuando se trataba de Milena... No importaba cuanto tratara, siempre estaba ese bicho de la duda. Porque la verdad era que... No se sentía merecedor de alguien como ella. Podía tener a cualquier persona a su lado, ¿entonces por qué él? Se había hecho esa pregunta en más de una ocasión, pero nunca encaró a la pelirroja por ello. ¿Razón? Por primera vez quería ser egoísta, así que no le importaba. Era feliz y ella también lo era, con eso le bastaba y sobraba.
– Y todo se resume a esto... – murmuró, aún con la cabeza gacha.
Por culpa de su memoria eidética, recordaba todas las inseguridades que Milena le había confiado cuando estaba con ese maldito. Uno de esos temas fue que el estúpido la ignoraba sexualmente... como el había hecho ahora. Si bien sabía que la pelirroja no se molestaría por algo como eso, aún así... Por culpa de esos idiotas nunca podría vivir tranquilo y sin preocupaciones tontas y sin justificación.
– Estúpido suero – murmuró.
Definitivamente, era una suerte que la pelirroja no se encontraba ahora. Suspiró un poco y se levantó, para luego al sector de la cubierta donde no se encontrara Milena. En su estado actual podía empeorar todo, aparte que necesitaba despejarse un poco. Al llegar allí, tomó una bocanada de aire y pasó a su forma híbrida. Se concentró por algunos instantes y una bola de fuego se formó en sus manos. La mantuvo así durante algunos segundos, para luego liberarla en el mar. Eichi chasqueó sus dedos, molesto con el resultado; podía hacerlo mucho mejor que eso. Volvió a formar fuego, pero esta vez lanzó en forma de lanzallamas hacia el mar. Una gota de sudor caía por su rostro, haciendo un esfuerzo para mantener la corriente de fuego estable y continua.
– Ahora, aumentar la temperatura...
Repitió eso mismo por varios minutos, adaptándose a la cantidad de fuego que podía crear. Era una suerte que su propio elemento no le quemaba, porque eso si sería una putada. Mientras seguía entrenando, mantenía su olfato y mantra activado en caso que Milena apareciera. Sabía lo que le provocaba el tema del fuego, así que debía estar atento por si venía...
– Solo treinta minutos más... – murmuró. Ese tiempo quedaba para llegar a la isla finalmente...
– Y todo se resume a esto... – murmuró, aún con la cabeza gacha.
Por culpa de su memoria eidética, recordaba todas las inseguridades que Milena le había confiado cuando estaba con ese maldito. Uno de esos temas fue que el estúpido la ignoraba sexualmente... como el había hecho ahora. Si bien sabía que la pelirroja no se molestaría por algo como eso, aún así... Por culpa de esos idiotas nunca podría vivir tranquilo y sin preocupaciones tontas y sin justificación.
– Estúpido suero – murmuró.
Definitivamente, era una suerte que la pelirroja no se encontraba ahora. Suspiró un poco y se levantó, para luego al sector de la cubierta donde no se encontrara Milena. En su estado actual podía empeorar todo, aparte que necesitaba despejarse un poco. Al llegar allí, tomó una bocanada de aire y pasó a su forma híbrida. Se concentró por algunos instantes y una bola de fuego se formó en sus manos. La mantuvo así durante algunos segundos, para luego liberarla en el mar. Eichi chasqueó sus dedos, molesto con el resultado; podía hacerlo mucho mejor que eso. Volvió a formar fuego, pero esta vez lanzó en forma de lanzallamas hacia el mar. Una gota de sudor caía por su rostro, haciendo un esfuerzo para mantener la corriente de fuego estable y continua.
– Ahora, aumentar la temperatura...
Repitió eso mismo por varios minutos, adaptándose a la cantidad de fuego que podía crear. Era una suerte que su propio elemento no le quemaba, porque eso si sería una putada. Mientras seguía entrenando, mantenía su olfato y mantra activado en caso que Milena apareciera. Sabía lo que le provocaba el tema del fuego, así que debía estar atento por si venía...
– Solo treinta minutos más... – murmuró. Ese tiempo quedaba para llegar a la isla finalmente...
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Milena no tardó en mostrar su cabezonería y de nuevo canalizó su energía en su espada, la cual sacó de la vaina lo más rápido posible. De nuevo aquel filo rojizo se formó, pero este era dos metros de largo ya y continuaba manando calor y humo. Con aquella habilidad ya podía quedarse satisfecha por el momento. Cerró los ojos despacio y después de unos momentos notó sus energías agotarse. Ese último intento la había dejado bastante mal. Cayó al suelo de rodillas y después de unos momentos jadeó con fuerza. Ya al menos podía ejecutar aquella habilidad cuando quisiera, solo debía acostumbrarse a que le saliese bien. Escupió a un lado y después pegó su espalda al suelo, quedando tumbada bocarriba. Notó un olor raro entonces, como a salchichas asadas con algún tipo de salsa. Alzó un poco la mirada y pudo ver una figura formarse entre sombras a un lado de la cubierta.
- ¿Qué diablos?
Se trataba de un encapuchado que vestía con una chaqueta negra totalmente. Poseía una cremallera plateada desde la zona del cuello hasta el abdomen. La pelirroja lo miró frunciendo el ceño totalmente y después de unos segundos llevó la mano a su katana. El tipo entonces se quitó la capucha, dejando de esa forma ver su aspecto. Un tipo de poco pelo rubio, rapado al dos, con algo de bigote, ojos azules y algunos aros en su oreja. Su piel era algo oscura y parecía medir unos dos metros más o menos.
- ¿La usuaria de la Gravi Gravi no mi? Me esperaba algo más bestia y feo, pero nunca algo tan hermoso. En fin… Solo venía a cumplir mi trabajo de avisarte y ahora que lo he hecho, pronto nos veremos de verdad. – Mencionó con un tono siniestro.
La pelirroja se las apañó para lanzar una onda cortante hacia aquel tipo, el cual fue traspasado como un fantasma. La científica frunció el ceño y al ver que su cuerpo estaba un poco distorsionado lo entendió “Holograma”. El rubio tras reír un poco por lo bajo desapareció en una sombra lo mismo que había aparecido. No podía imaginarse quién podía ser aquel hombre, pero que supiese sobre su fruta podía hacerle alguien peligroso de cara al futuro. El payaso osaba presentarse antes de su boda. La chica se colocó en pie jadeando debido al cansancio de la técnica anterior. Justo entonces donde había estado aquel hombre pudo ver una especie de carta de póker. Al cogerla vio en ella el dibujo de una estrella de ocho puntas, rodeada por una cadena de oro. Chasqueó la lengua y miró hacia el mar con el ceño fruncido.
- Más problemas…
- ¿Qué diablos?
Se trataba de un encapuchado que vestía con una chaqueta negra totalmente. Poseía una cremallera plateada desde la zona del cuello hasta el abdomen. La pelirroja lo miró frunciendo el ceño totalmente y después de unos segundos llevó la mano a su katana. El tipo entonces se quitó la capucha, dejando de esa forma ver su aspecto. Un tipo de poco pelo rubio, rapado al dos, con algo de bigote, ojos azules y algunos aros en su oreja. Su piel era algo oscura y parecía medir unos dos metros más o menos.
- Spoiler:
- ¿La usuaria de la Gravi Gravi no mi? Me esperaba algo más bestia y feo, pero nunca algo tan hermoso. En fin… Solo venía a cumplir mi trabajo de avisarte y ahora que lo he hecho, pronto nos veremos de verdad. – Mencionó con un tono siniestro.
La pelirroja se las apañó para lanzar una onda cortante hacia aquel tipo, el cual fue traspasado como un fantasma. La científica frunció el ceño y al ver que su cuerpo estaba un poco distorsionado lo entendió “Holograma”. El rubio tras reír un poco por lo bajo desapareció en una sombra lo mismo que había aparecido. No podía imaginarse quién podía ser aquel hombre, pero que supiese sobre su fruta podía hacerle alguien peligroso de cara al futuro. El payaso osaba presentarse antes de su boda. La chica se colocó en pie jadeando debido al cansancio de la técnica anterior. Justo entonces donde había estado aquel hombre pudo ver una especie de carta de póker. Al cogerla vio en ella el dibujo de una estrella de ocho puntas, rodeada por una cadena de oro. Chasqueó la lengua y miró hacia el mar con el ceño fruncido.
- Más problemas…
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Había dejado el tema del fuego de lado por algunos segundos, pero se sentía satisfecho con su progreso. Ahora se encontraba levitando sobre el mar, golpeando y pateando el aire. La mejor forma de acostumbrarse a su habilidad de volar, era pelear mientras hacía aquello. Seguía tambaleándose, pero no era tan severo como cuando comenzó. Aparte, si de dedicaba solo a flotar, estaba seguro que podría mantenerse estable. "Aumentar la dificultad", pensó mientras formaba fuego en sus manos. Llevó ambas manos hacia el mar y disparó una ráfaga continua del elemento. Ya no le fatigaba tanto como antes, pero igualmente le costaba formarlo y disparar, y eso no podía ser. Cualquier segundo de ventaja para el enemigo, podía ser perjudicial para él. Mientras hacía aquello, su mantra detectó algo. Como lo tenía concentrado en Milena, se dio cuenta de inmediato del cambio de su estado de ánimo. Alarmado, casi dispara una bola de fuego al barco, pero logró cambiar la trayectoria a tiempo y solo cayó en el mar, aunque eso no era lo importante ahora. Milena debía estar bien, o sino nunca se lo perdonaría.
Rápidamente el pelirrojo llegó a cubierta y fue corriendo hacia donde se encontraba su prometida. Al llegar, notó que estaba acostada boca arriba y un aparentemente rubio se esfumaba en el aire. Intentó lanzarle una bola de fuego, pero ya había desaparecido. Negó con la cabeza y rápidamente se acercó hacia donde estaba la pelirroja. Pese a que ya se había levantado, igual estaba preocupado. Antes que pudiera decir algo, Eichi la abrazó con delicadeza e inspeccionó cada rincón de su cuerpo, en caso que estuviera herida.
– ¿Estás bien? ¿No te hizo nada, verdad? Si lo hizo, dímelo y juro que lo persigo hasta encontrarlo y trozarlo, para luego alimentar a los reyes marinos con los pedazos – exclamó, para luego avergonzarse un poco. Tenía pensado solo preguntarle si estaba bien, pero por culpa del suero terminó diciendo todo al pie de la letra.
Al recordar el suero, se estremeció, pero negó con la cabeza. Mientras no saliera el tema anterior, entonces estaba a salvo. Se había dado cuenta que, si bien era un suero de la verdad, solo actuaba cuando le preguntaban directamente o si el joven decía algo acerca de una situación en concreta. Como no quería tocar el tema, Eichi no lo mencionaría... A menos claro que la pelirroja lo sacara. Se rascó la cabeza un poco y miró hacia el otro lado, avergonzado por su reacción tan exagerada.
– Lo siento, pero tenía el mantra fijado en ti y vine de inmediato cuando tu humor cambió... – se disculpó, pese a que no sabía porque lo hacía. Podía ser porque aún quedaban rastros de lo que pensó en la cocina luego que la científica se marchara, por lo que estaba actuando un poco más tímido de lo normal...
Rápidamente el pelirrojo llegó a cubierta y fue corriendo hacia donde se encontraba su prometida. Al llegar, notó que estaba acostada boca arriba y un aparentemente rubio se esfumaba en el aire. Intentó lanzarle una bola de fuego, pero ya había desaparecido. Negó con la cabeza y rápidamente se acercó hacia donde estaba la pelirroja. Pese a que ya se había levantado, igual estaba preocupado. Antes que pudiera decir algo, Eichi la abrazó con delicadeza e inspeccionó cada rincón de su cuerpo, en caso que estuviera herida.
– ¿Estás bien? ¿No te hizo nada, verdad? Si lo hizo, dímelo y juro que lo persigo hasta encontrarlo y trozarlo, para luego alimentar a los reyes marinos con los pedazos – exclamó, para luego avergonzarse un poco. Tenía pensado solo preguntarle si estaba bien, pero por culpa del suero terminó diciendo todo al pie de la letra.
Al recordar el suero, se estremeció, pero negó con la cabeza. Mientras no saliera el tema anterior, entonces estaba a salvo. Se había dado cuenta que, si bien era un suero de la verdad, solo actuaba cuando le preguntaban directamente o si el joven decía algo acerca de una situación en concreta. Como no quería tocar el tema, Eichi no lo mencionaría... A menos claro que la pelirroja lo sacara. Se rascó la cabeza un poco y miró hacia el otro lado, avergonzado por su reacción tan exagerada.
– Lo siento, pero tenía el mantra fijado en ti y vine de inmediato cuando tu humor cambió... – se disculpó, pese a que no sabía porque lo hacía. Podía ser porque aún quedaban rastros de lo que pensó en la cocina luego que la científica se marchara, por lo que estaba actuando un poco más tímido de lo normal...
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Milena abrazó a Eichi en cuanto le vio aparecer. Cerró los ojos y se dejó mimar. Le gustaba que se preocupase por ella, aunque verle así también la hacía sentir culpable. Le miró a los ojos con calma y sin decir nada. Verle inspeccionándola y amenazando a aquella persona de aquella forma la hizo colocar su mano en la mejilla de él. Le miró con calma y tras unos segundos sonrió. Cuando dijo que la tenía vigilada con su haki no pudo evitar contener un poco la risa. Le gustaba que fuese protector también, aunque ella tuviese su poder. Lo malo hubiese sido activarlo a tope allí y haberse cargado el barco. Cuando lo notó más calmado le dio un leve beso en los labios para tranquilizarlo y después le acarició el cabello despacio.
- Solo dijo que venía a avisarme de que vendría en otra ocasión a por mí. Busca mi fruta al parecer y no sé nada más. Para arrebatar una akuma hay que matar a su dueño, supongo que son problemas, como siempre.
Milena ató la vaina a su cintura y después de eso volvió a mirar al pelirrojo. Su rostro era de calma pese a lo que había ocurrido hacía unos momentos. Pudo quedarse bien con la cara de aquel tipo, el cual era siniestro cuanto menos. Tosió un poco y después de eso se ajustó bien el pantalón.
- Que vayan tras mi cabeza no es algo que me sorprenda, pues no sería ni la primera vez ni la última. Soy una científica de alto nivel y mi fruta es absurdamente poderosa. El día en que muera al menos lo haré sabiendo que he podido tenerte, así que no tengo miedo. – Declaró mirándole a los ojos. – Además, tú debes cuidar al pequeño en un futuro. – Mencionó cogiéndole la mano y llevándola a su estómago. No lo había comprobado, pero así dejaría claro que tendría un hijo suyo.
Milena tras darle otro beso sonrió y siguió abrazándole. Sacó la carta de su bolsillo y la mostró a Eichi. Aquella estrella de ocho puntas con la cadena debía de significar alguna cosa, pero ya la investigaría. Por el momento pensaba enviársela a Castor o a Taiga. Ellos con sus rangos en el Cipher Pol podrían hacerlo muchísimo mejor y llevarla a la solución rápidamente. Fue en ese momento cuando la pelirroja le mordió a su chico la mejilla de forma cariñosa.
- Bueno amor mío ¿Me das los detalles? Sitio, donde debo cambiarme, la hora a la que debo salir y todas esas cosas, que ando perdida.
- Solo dijo que venía a avisarme de que vendría en otra ocasión a por mí. Busca mi fruta al parecer y no sé nada más. Para arrebatar una akuma hay que matar a su dueño, supongo que son problemas, como siempre.
Milena ató la vaina a su cintura y después de eso volvió a mirar al pelirrojo. Su rostro era de calma pese a lo que había ocurrido hacía unos momentos. Pudo quedarse bien con la cara de aquel tipo, el cual era siniestro cuanto menos. Tosió un poco y después de eso se ajustó bien el pantalón.
- Que vayan tras mi cabeza no es algo que me sorprenda, pues no sería ni la primera vez ni la última. Soy una científica de alto nivel y mi fruta es absurdamente poderosa. El día en que muera al menos lo haré sabiendo que he podido tenerte, así que no tengo miedo. – Declaró mirándole a los ojos. – Además, tú debes cuidar al pequeño en un futuro. – Mencionó cogiéndole la mano y llevándola a su estómago. No lo había comprobado, pero así dejaría claro que tendría un hijo suyo.
Milena tras darle otro beso sonrió y siguió abrazándole. Sacó la carta de su bolsillo y la mostró a Eichi. Aquella estrella de ocho puntas con la cadena debía de significar alguna cosa, pero ya la investigaría. Por el momento pensaba enviársela a Castor o a Taiga. Ellos con sus rangos en el Cipher Pol podrían hacerlo muchísimo mejor y llevarla a la solución rápidamente. Fue en ese momento cuando la pelirroja le mordió a su chico la mejilla de forma cariñosa.
- Bueno amor mío ¿Me das los detalles? Sitio, donde debo cambiarme, la hora a la que debo salir y todas esas cosas, que ando perdida.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El beso consiguió tranquilizar al pelirrojo, pese a que aún se encontraba algo ofuscado por la situación. Le sentía mal no poder hacer nada, pero poco podía hacer en esta situación... ¿O no? Escuchó las palabras de Milena, lo que provocó que cerrara los ojos y mirara hacia el suelo, desviando intencionalmente la mirada hacia el suelo. Tenía que pensar en muchas cosas, y mirar a su prometida en este momento sería un poco... Bueno, no se podría concentrar. Sabía muy bien que si ese tío quería su fruta, entonces debería matarla. Esa era la única forma para que un usuario pierda la fruta, como le pasó a él hace un par de meses atrás. No, no dejaría que pasara algo como eso. Antes muerto que ver a la pelirroja morir delante de sus ojos. Tomó una bocanada de aire, intentando controlarse, pero se le hacía un poco complicado. Sus ojos se abrieron un poco al sentir como tomaba su mano y la llevaba hacia su estómago. Seguía sin mirar a Milena, por lo que ella no podía ver sus ojos y las emociones que estos reflejaban. Finalmente, tras varios segundos de silencio, el joven levantó la mirada y abrazó con fuerza a su prometida. Acarició lentamente su cabeza, al tiempo que sonreía un poco.
– No sé si te has dado cuenta, pero eres la única razón por la que sigo vivo – le susurró en su oído, al tiempo que se perdía en su delicioso aroma. – Si mueres, pese a que me dolería con toda mi alma dejar al pequeño, mi corazón no podría resistir... y lo digo en el sentido literal – sonrío amargamente, puesto que era muy posible que su corazón le fallara en ese mismo momento si llegaba el día. – Así que, en resumen.... No creas que te libraras de mi tan fácilmente, princesa – concluyó, para luego besar su frente.
Ya con eso fuera del camino, aún quedaba lo otro. Frunció un poco el ceño al notar el beso, y antes que pudiera hacer otra cosa, volvió a juntar sus labios con los de ella, aunque por más segundos que la dos veces anteriores. Realmente era un adicto a los labios de la pelirroja, pero no se quejaba. Era su droga personal, por lo que tenía que consumirla diariamente para que no le diera abstinencia. Eichi se separó y le sonrío amorosamente, para luego darle un toque en la frente con sus dos dedos.
– Sin embargo, no pienso dejártelo tan fácil. Aprovechando que vamos a Kyouka, creo que pagaré mi fianza y luego me uniré oficialmente a guardianes para cuidarte... y no, no pienso aceptar un no como respuesta. Felicidades, pocos pueden decir que tienen una segunda sombra siguiéndola a donde quiera que vayan – dijo alegremente. Podía sonar como acosador, pero era una decisión que había tomado. El joven, luego río nerviosamente y miró hacia otro lado. – En cuanto a lo otro... Bueno, fue una decisión espontanea, así que... Tenía pensado encontrar un cura que nos casara y luego celebrar en privado entre los dos, pero... Es una decisión en conjunto, así que igual te escucho... – Eichi miró tímidamente hacia el otro lado y se rascó la cabeza en señal de nerviosismo.
– No sé si te has dado cuenta, pero eres la única razón por la que sigo vivo – le susurró en su oído, al tiempo que se perdía en su delicioso aroma. – Si mueres, pese a que me dolería con toda mi alma dejar al pequeño, mi corazón no podría resistir... y lo digo en el sentido literal – sonrío amargamente, puesto que era muy posible que su corazón le fallara en ese mismo momento si llegaba el día. – Así que, en resumen.... No creas que te libraras de mi tan fácilmente, princesa – concluyó, para luego besar su frente.
Ya con eso fuera del camino, aún quedaba lo otro. Frunció un poco el ceño al notar el beso, y antes que pudiera hacer otra cosa, volvió a juntar sus labios con los de ella, aunque por más segundos que la dos veces anteriores. Realmente era un adicto a los labios de la pelirroja, pero no se quejaba. Era su droga personal, por lo que tenía que consumirla diariamente para que no le diera abstinencia. Eichi se separó y le sonrío amorosamente, para luego darle un toque en la frente con sus dos dedos.
– Sin embargo, no pienso dejártelo tan fácil. Aprovechando que vamos a Kyouka, creo que pagaré mi fianza y luego me uniré oficialmente a guardianes para cuidarte... y no, no pienso aceptar un no como respuesta. Felicidades, pocos pueden decir que tienen una segunda sombra siguiéndola a donde quiera que vayan – dijo alegremente. Podía sonar como acosador, pero era una decisión que había tomado. El joven, luego río nerviosamente y miró hacia otro lado. – En cuanto a lo otro... Bueno, fue una decisión espontanea, así que... Tenía pensado encontrar un cura que nos casara y luego celebrar en privado entre los dos, pero... Es una decisión en conjunto, así que igual te escucho... – Eichi miró tímidamente hacia el otro lado y se rascó la cabeza en señal de nerviosismo.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La pelirroja se abrazó a Eichi cuando le escuchó decir aquello. Ese tonto quería irse con ella al infierno también y eso no le gustó mucho, pero por otro lado se ruborizó un poco. Le dio mimos en su cabello durante unos segundos y después de eso le miró. Cuando le dijo lo de ser su acosador no pudo evitar soltar una pequeña carcajada. Tenía muchos, pero tener al que ella amaba debía ser un sueño. Asintió sonriéndole y le sacó la lengua a modo de juego. La científica estaba bastante feliz y bien cuidada con él. Le abrazó con más fuerza y le mordió de forma juguetona en la oreja. Entonces escuchó lo que dijo del cura y después se le ocurrió la idea que la hizo relamerse.
- Pues a la antigua usanza. En el bosque bajo un gran árbol, solos los tres y en cuanto termine nosotros nos vamos a esa casita que dices que has preparado. – Una vez dijo aquello le miró a los ojos de nuevo. – Mira lo que he desarrollado, cielo.
La joven canalizó su energía entonces y empezó a brillar en un tono rojizo. Tras mirarle de forma un poco sádica, la espadachín empezó a reírse. Nueve colas perfectamente tangibles surgieron de su espalda. Eran de un color rojo intenso y hechas de energía. Sin pensárselo enroscó la cintura de su amante con dos de ellas y lo pegó a ella. Unió su frente con el zorrito y después de eso lo fulminó con la mirada de forma macabra. Sus siniestros orbes estaban a milímetros de los de Eichi y una lamida rápido en sus labios lo terminó de arreglar todo.
- Creo que ahora el zorrito es mi presa. – Una vez dijo aquello trató de enroscar el resto en sus brazos y piernas. Si lo lograba intentaría elevarlo un poco y lo miraría esta vez de forma “adorable”. – Mira mi zorrito lindo…
Finalmente le abrazaría de forma juguetona y cerraría los ojos. Quería ver si le había sorprendido aquello, aunque por su bien esperaba que no le hubiese emocionado mucho… Con todas las colas de ambos podían hacerse muchas cosas y eso hizo a la pelirroja soltar una carcajada. Terminó de pegar su frente a su hombro derecho y se abrazó buscando mimos como solía hacer de costumbre con él. Era la mejor almohada del mundo y eso nadie se lo podría negar nunca.
- Pues a la antigua usanza. En el bosque bajo un gran árbol, solos los tres y en cuanto termine nosotros nos vamos a esa casita que dices que has preparado. – Una vez dijo aquello le miró a los ojos de nuevo. – Mira lo que he desarrollado, cielo.
La joven canalizó su energía entonces y empezó a brillar en un tono rojizo. Tras mirarle de forma un poco sádica, la espadachín empezó a reírse. Nueve colas perfectamente tangibles surgieron de su espalda. Eran de un color rojo intenso y hechas de energía. Sin pensárselo enroscó la cintura de su amante con dos de ellas y lo pegó a ella. Unió su frente con el zorrito y después de eso lo fulminó con la mirada de forma macabra. Sus siniestros orbes estaban a milímetros de los de Eichi y una lamida rápido en sus labios lo terminó de arreglar todo.
- Creo que ahora el zorrito es mi presa. – Una vez dijo aquello trató de enroscar el resto en sus brazos y piernas. Si lo lograba intentaría elevarlo un poco y lo miraría esta vez de forma “adorable”. – Mira mi zorrito lindo…
Finalmente le abrazaría de forma juguetona y cerraría los ojos. Quería ver si le había sorprendido aquello, aunque por su bien esperaba que no le hubiese emocionado mucho… Con todas las colas de ambos podían hacerse muchas cosas y eso hizo a la pelirroja soltar una carcajada. Terminó de pegar su frente a su hombro derecho y se abrazó buscando mimos como solía hacer de costumbre con él. Era la mejor almohada del mundo y eso nadie se lo podría negar nunca.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Escuchó sus palabras y asintió con una sonrisa; así estaba bien. No quería nada complicado, tan solo un sitio tranquilo para poder dar inicio con sus nuevas vidas. Luego vendría la celebración privada, donde prepararía un banquete y... El joven se sonrojó y miró hacia otro lado, rascándose la cabeza. Ya habría tiempo para pensar luego en eso, aparte que ya estaban próximos a llegar. Debía controlarse... pese a que estaba siendo una batalla muy complicada. ¿Por qué tenía estar tan buena? Ser así de hermosa debía ser un crimen. Un puchero se formó en su rostro por algunos segundos, para luego relajarse. Pese a todo, no la tendría de otro modo. No era una persona superficial, pero era imposible no darse cuenta de lo sensual que era... En todos los ámbitos posibles conocidos por el hombre. No, por su propio bien, debería pensar en otra cosa de momento. Al menos el suero ya se había pasado, puesto que sino hubiera dicho todo lo que había pensado. Gracias a todo por eso, puesto que ahí si no podría volver a contenerse como antes.
– Pues por mi esta bien. Algo privado entre los dos y luego celebrar como se debe – accedió el joven, sabiendo muy bien que luego estaba la noche de bodas. No era como si no lo hubieran hecho, de todas formas. No tenía porque ponerse nervioso por algo así... "A quien quiero engañar", pensó mientras sonreía en señal de derrota.
Sus ojos se abrieron de forma exagerada al ver aquellas colas de energía salir. Sin poder evitarlo, infló sus mejillas en falsa indignación. Veía como su última ventaja por sobre ella se iba a la basura... No, seguían siendo falsas, así que igual terminaría ganando. Quitando eso, no pudo evitar relamerse un poco. Su lado animal empezaba actuar debido a que, en ese estado, parecía una Megitsune de verdad, lo que hacía que su animal interior lo incitara para tomarla en este mismo momento.
– Debo admitir que... te vez mucho más apetitosa de ese modo – murmuró, para luego sacar sus colas también.
Cuando se vio elevado en el aire, Eichi hizo lo mismo con las suyas. ¿Resultado? Ambos se encontraban suspendidos en el aire un poco mientras se abrazaban. Suerte que el resto de los integrantes del barco estaban en un sitio aparte, puesto que lo que pasaba sería algo muy bizarro de ver. Acarició levemente su cabello, otra de sus adicciones. Rió un poco y la besó sin poder contenerse más, en el aire y todo.
– Luego pienso preparar una deliciosa cena para celebrar y... Bueno, de mi no te escapas esta noche – le susurró en el oído, para luego morder su oreja levemente. Un leve pitido le hizo separarse y se dio cuenta que eran los parlantes del barco. Al parecer, estaban a punto de llegar a Kyouka, por lo que... Quedaba poco para que ambos se casaran...
– Pues por mi esta bien. Algo privado entre los dos y luego celebrar como se debe – accedió el joven, sabiendo muy bien que luego estaba la noche de bodas. No era como si no lo hubieran hecho, de todas formas. No tenía porque ponerse nervioso por algo así... "A quien quiero engañar", pensó mientras sonreía en señal de derrota.
Sus ojos se abrieron de forma exagerada al ver aquellas colas de energía salir. Sin poder evitarlo, infló sus mejillas en falsa indignación. Veía como su última ventaja por sobre ella se iba a la basura... No, seguían siendo falsas, así que igual terminaría ganando. Quitando eso, no pudo evitar relamerse un poco. Su lado animal empezaba actuar debido a que, en ese estado, parecía una Megitsune de verdad, lo que hacía que su animal interior lo incitara para tomarla en este mismo momento.
– Debo admitir que... te vez mucho más apetitosa de ese modo – murmuró, para luego sacar sus colas también.
Cuando se vio elevado en el aire, Eichi hizo lo mismo con las suyas. ¿Resultado? Ambos se encontraban suspendidos en el aire un poco mientras se abrazaban. Suerte que el resto de los integrantes del barco estaban en un sitio aparte, puesto que lo que pasaba sería algo muy bizarro de ver. Acarició levemente su cabello, otra de sus adicciones. Rió un poco y la besó sin poder contenerse más, en el aire y todo.
– Luego pienso preparar una deliciosa cena para celebrar y... Bueno, de mi no te escapas esta noche – le susurró en el oído, para luego morder su oreja levemente. Un leve pitido le hizo separarse y se dio cuenta que eran los parlantes del barco. Al parecer, estaban a punto de llegar a Kyouka, por lo que... Quedaba poco para que ambos se casaran...
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Varias horas después…
Eichi debía de haber ido a pagar su fianza de una vez, por lo que ya sería un hombre libre. Su precio no llegaba ni al medio millón, por lo que sería perfectamente posible. La joven espadachín se hallaba en ese momento en la oscuridad del bosque, bajo un par de árboles con antorchas. Estaba bastante nerviosa y en sus ojos se notaba muchísimo. No se había imaginado nunca algo así. Se cruzó de brazos estando algo pensativa y después de unos momentos miró hacia el cielo. Apretó los puños y soltó un enorme suspiro. Era el momento de la verdad y ante todo, debía aguantar los nervios. Solo sería unos minutos y después estaría con Eichi para siempre sin más cosas raras que hacer. Se rascó la cabeza unos momentos y después terminó de vestirse como pudo.
- Está claro que esto no va conmigo…
Milena vestía un traje blanco de novia, el cual mostraba un poco de escote, tenía las mangas largas, una falda de tamaño mediano y zapatos blancos. Su pecho al ser de tamaño considerable se notaba bastante y en el pelo llevaba un velo que le tapaba el rostro un poco, o más bien se lo transparentaba. La joven entonces se retiró la parte del rostro y tras desenvainar su katana la alzó de forma amenazante. Debía de verse un poco rara, pero no debía olvidar quién era pese a todo.
- Espero que Eichi sea bestia y rompa el vestido sin querer. – Confesó sonriendo de forma traviesa ay ocultando después el arma en su correspondiente vaina.
Tras unos minutos la joven empezó a caminar despacio y con cuidado hacia el enorme árbol iluminado con antorchas. Tragó saliva viendo al hombre allí mirando sus libros y se mantuvo escondida. Hasta que el pelirrojo no estuviese allí ella no pensaba salir, pues al fin y al cabo la novia era la última en llegar. Soltó un pequeño suspiro y después de unos momentos tragó saliva. Los nervios la estaban invadiendo y un leve dolor de tripa se apoderó de ella. Deseaba quitarse todo con calma y ser feliz con su chico, pero aquello era necesario. Maldijo el día en que decidió recurrir a la iglesia en lugar de hacerlo por lo civil. Chasqueó la lengua y maldijo sus nervios.
- No tardes, Eichi-kun. – Mencionó suspirando al aire mientras tragaba saliva y seguía escondida tras el árbol a la espera de que su futuro marido apareciera de una vez.
Eichi debía de haber ido a pagar su fianza de una vez, por lo que ya sería un hombre libre. Su precio no llegaba ni al medio millón, por lo que sería perfectamente posible. La joven espadachín se hallaba en ese momento en la oscuridad del bosque, bajo un par de árboles con antorchas. Estaba bastante nerviosa y en sus ojos se notaba muchísimo. No se había imaginado nunca algo así. Se cruzó de brazos estando algo pensativa y después de unos momentos miró hacia el cielo. Apretó los puños y soltó un enorme suspiro. Era el momento de la verdad y ante todo, debía aguantar los nervios. Solo sería unos minutos y después estaría con Eichi para siempre sin más cosas raras que hacer. Se rascó la cabeza unos momentos y después terminó de vestirse como pudo.
- Está claro que esto no va conmigo…
Milena vestía un traje blanco de novia, el cual mostraba un poco de escote, tenía las mangas largas, una falda de tamaño mediano y zapatos blancos. Su pecho al ser de tamaño considerable se notaba bastante y en el pelo llevaba un velo que le tapaba el rostro un poco, o más bien se lo transparentaba. La joven entonces se retiró la parte del rostro y tras desenvainar su katana la alzó de forma amenazante. Debía de verse un poco rara, pero no debía olvidar quién era pese a todo.
- Aspecto:
- Espero que Eichi sea bestia y rompa el vestido sin querer. – Confesó sonriendo de forma traviesa ay ocultando después el arma en su correspondiente vaina.
Tras unos minutos la joven empezó a caminar despacio y con cuidado hacia el enorme árbol iluminado con antorchas. Tragó saliva viendo al hombre allí mirando sus libros y se mantuvo escondida. Hasta que el pelirrojo no estuviese allí ella no pensaba salir, pues al fin y al cabo la novia era la última en llegar. Soltó un pequeño suspiro y después de unos momentos tragó saliva. Los nervios la estaban invadiendo y un leve dolor de tripa se apoderó de ella. Deseaba quitarse todo con calma y ser feliz con su chico, pero aquello era necesario. Maldijo el día en que decidió recurrir a la iglesia en lugar de hacerlo por lo civil. Chasqueó la lengua y maldijo sus nervios.
- No tardes, Eichi-kun. – Mencionó suspirando al aire mientras tragaba saliva y seguía escondida tras el árbol a la espera de que su futuro marido apareciera de una vez.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Eichi se recostó en un banquillo, haciendo un poco de tiempo para pensar en cosas. Su vida iba a cambiar en algunos minutos, así que se podía dar el lujo de hacer algo así. Había pagado la fianza, por lo que era un hombre libre. No iba extrañar esos diez mil, puesto que no era nada. Tampoco le causaba muchos problemas, pero necesitaba no tener precio para poder unirse a guardianes. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro, para luego sacar algo de uno de sus bolsillos. Era el tubo de ensayo de antes que había tomado prestado de su pelirroja sin que se enterara, y el joven sabía muy bien lo que contenía ahora. El maldito suero de la verdad, pero pese a eso... Lo destapó y cerró su ojo, para luego darle un trago. Lo suficiente para que durara toda la ceremonia. Iba enserio con todo esto, y lo iba a demostrar. Guardó el tubo nuevamente y se levantó. Se dio unas palmadas en el rostro y un brillo de determinación se apoderó de su único ojo. Ya era hora, y no haría esperar a Milena por mucho más tiempo.
Caminó tranquilamente por las calles, tomándose su tiempo para llegar. Salió hacia el bosque, donde sabía que la pelirroja y el cura lo estaban esperando. Cuando estaba a punto de llegar se detuvo, y frunció un poco el ceño al ver que no estaba. Activó su mantra y se dio cuenta que estaba detrás de un árbol. Se acercó hacia donde estaba y al pobre casi le dio un infarto allí mismo. Estaba completamente hermosa, parecía un ángel. Conocía cual era su verdadera personalidad, pero no podía evitar pensar en eso. Tragó en seco nuevamente y se acercó a paso lento hacia donde se encontraba. Una vez allí, la abrazó por la espalda y le dio un beso en la mejilla, quedándose en esa posición por un minuto entero.
– Te ves absolutamente hermosa.... – Eichi se separó y le tendió el brazo. – ¿Vamos
Se acercó hacia donde estaba el cura, esperando que empezara con su discurso. El joven estaba ansioso, y tan solo quería que el hombre se diera prisa y llegara a la parte final y más importante. Se tragó casi media hora de palabrería, pero valió la pena cada segundo de espera. Había llegado el momento de la verdad, y no iba a retractarse ahora, aunque iba a responder con la verdad gracias al suero.
– Eichi Tsukasa, ¿aceptas a Milena Slicerin como esposa?
El príncipe tomó una bocanada de aire y cerró su ojo por unos segundos. Miró a su amada intensamente y luego sonrío amorosamente. Volvió a mirar al cura y asintió con decisión.
– Acepto – y ya no había nada más que decir. Solo esperaba que la pelirroja respondiera a la misma pregunta el hombre le hizo. Tragó en seco un poco y la miró, esperando pacientemente a su respuesta...
Caminó tranquilamente por las calles, tomándose su tiempo para llegar. Salió hacia el bosque, donde sabía que la pelirroja y el cura lo estaban esperando. Cuando estaba a punto de llegar se detuvo, y frunció un poco el ceño al ver que no estaba. Activó su mantra y se dio cuenta que estaba detrás de un árbol. Se acercó hacia donde estaba y al pobre casi le dio un infarto allí mismo. Estaba completamente hermosa, parecía un ángel. Conocía cual era su verdadera personalidad, pero no podía evitar pensar en eso. Tragó en seco nuevamente y se acercó a paso lento hacia donde se encontraba. Una vez allí, la abrazó por la espalda y le dio un beso en la mejilla, quedándose en esa posición por un minuto entero.
– Te ves absolutamente hermosa.... – Eichi se separó y le tendió el brazo. – ¿Vamos
Se acercó hacia donde estaba el cura, esperando que empezara con su discurso. El joven estaba ansioso, y tan solo quería que el hombre se diera prisa y llegara a la parte final y más importante. Se tragó casi media hora de palabrería, pero valió la pena cada segundo de espera. Había llegado el momento de la verdad, y no iba a retractarse ahora, aunque iba a responder con la verdad gracias al suero.
– Eichi Tsukasa, ¿aceptas a Milena Slicerin como esposa?
El príncipe tomó una bocanada de aire y cerró su ojo por unos segundos. Miró a su amada intensamente y luego sonrío amorosamente. Volvió a mirar al cura y asintió con decisión.
– Acepto – y ya no había nada más que decir. Solo esperaba que la pelirroja respondiera a la misma pregunta el hombre le hizo. Tragó en seco un poco y la miró, esperando pacientemente a su respuesta...
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Milena le extrañó ver allí a Eichi y se ruborizó muchísimo cuando lo notó a su espalda. Decían que traía mala suerte ver a la novia antes de la boda, pero allí estaba él. Cuando él le tendió el brazo lo cogió con cariño y asintió mirándole a los ojos. Durante el leve viaje estuvo acariciando su mano todo lo que pudo debido a los nervios. Cuando estuvieron en frente miró a otro lado en todo momento, en su mente hubo un mono con dos panderetas durante todo el discurso. Pensaba en piñas voladoras, en monos hablando de política y toda clase de idioteces para no mirar a aquel tipo a los ojos. Una vez hubo terminado totalmente escuchó a Eichi decir aquellas palabras y su corazón empezó a palpitar de forma exagerada. Cuando le hicieron la pregunta a ella miró a los ojos al zorro y le sacó la lengua.
- ¡Acepto!
- Podéis besaros…
- ¡Largo! – Milena desenfundó la espada desde debajo del vestido y fulminó al cura con la mirada, el cual tras haberlos casado asintió y tras una leve reverencia salió despedido hacia el reino.
Una vez se hubo ido la pelirroja soltó un suspiro de alivio y miró a su chico con una sonrisa por fin. Sin pensarlo más rodeó el cuello de su zorro con los brazos y unió sus labios a los de él. Milena no llevaba ni una pizca de maquillaje, pues odiaba aquellas cosas. Siempre iba al natural en todos los sentidos. Estuvo pegada a él por más de cinco minutos, donde jugó con su lengua de forma salvaje y acarició sus orejas con cariño. Justo entonces miró su traje con algo de desagrado y después se rio un poco.
- Oye, no me he casado con un agente del Cipher Pol. Vamos de una vez a la casita que te pueda quitar eso como es debido. – Le dijo alegremente mientras le abrazaba con fuerza. – Ahora eres mío para siempre…
Milena entonces notó sus ojos humedecerse un poco y se los limpió a toda prisa. Estaba demasiado feliz con él y lo demostró abrazándole de nuevo. Ahora que ese cura se había ido podía hablarle con calma y sin nervios de que nadie estuviese cotilleando. Lo mejor de todo ¿Dónde mantuvo la espada oculta? Atada al muslo. Le mordió en la nariz y después le miró a los ojos de forma animada.
- Te amo, Eichi. Estaré toda mi vida a tu lado y te voy a querer eternamente. Aunque lo pasases mal en tu pasado, yo me ocuparé de que cada día sonrías. – Dicho aquello le besó de nuevo con mucho cariño y lo abrazó mimosa.
- ¡Acepto!
- Podéis besaros…
- ¡Largo! – Milena desenfundó la espada desde debajo del vestido y fulminó al cura con la mirada, el cual tras haberlos casado asintió y tras una leve reverencia salió despedido hacia el reino.
Una vez se hubo ido la pelirroja soltó un suspiro de alivio y miró a su chico con una sonrisa por fin. Sin pensarlo más rodeó el cuello de su zorro con los brazos y unió sus labios a los de él. Milena no llevaba ni una pizca de maquillaje, pues odiaba aquellas cosas. Siempre iba al natural en todos los sentidos. Estuvo pegada a él por más de cinco minutos, donde jugó con su lengua de forma salvaje y acarició sus orejas con cariño. Justo entonces miró su traje con algo de desagrado y después se rio un poco.
- Oye, no me he casado con un agente del Cipher Pol. Vamos de una vez a la casita que te pueda quitar eso como es debido. – Le dijo alegremente mientras le abrazaba con fuerza. – Ahora eres mío para siempre…
Milena entonces notó sus ojos humedecerse un poco y se los limpió a toda prisa. Estaba demasiado feliz con él y lo demostró abrazándole de nuevo. Ahora que ese cura se había ido podía hablarle con calma y sin nervios de que nadie estuviese cotilleando. Lo mejor de todo ¿Dónde mantuvo la espada oculta? Atada al muslo. Le mordió en la nariz y después le miró a los ojos de forma animada.
- Te amo, Eichi. Estaré toda mi vida a tu lado y te voy a querer eternamente. Aunque lo pasases mal en tu pasado, yo me ocuparé de que cada día sonrías. – Dicho aquello le besó de nuevo con mucho cariño y lo abrazó mimosa.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No iba a decirle a nadie que el pelirrojo llegó a sobresaltarse cuando Milena le gritó aquello al cura. Casi se lleva una mano al corazón, pero logró controlar el impulso a tiempo. Debido a que no estaba prestando atención, aparte que estaba en su propio mundo feliz luego de escuchar el si de su ahora esposa, no respondió al enorme beso en un principio. Sin embargo, luego de reaccionar a los segundos, rodeó su cintura con sus brazos y lo devolvió con gusto. No quería separarse, aparte que estaba eufórico. Sin poder contenerse las ganas, levantó a Milena del suelo y profundizó más el beso de lo que ya era. Tras cinco eternos minutos, a regañadientes se separó, pero siguió abrazándola con suavidad. Contempló su rostro y no pudo evitar sonreír; problemas de confianza y todo, pero no podía negar que se sentía la persona más afortunada del mundo por tener a Milena como mujer. Sin maquillaje estaba, pero la pelirroja no lo necesitaba. Así al natural, le alcanzaba y sobraba. Si, realmente era una diosa... Su diosa. Escuchó sus palabras y no pudo evitar sonrojarse un poco, para luego besarle la frente con cariño.
– Espera un momento... Estoy saboreando el momento más feliz de mi vida – dijo mientras reía.
Sin poder contenerse, volvió a besarla con intensidad. Jugó con su lengua y la atrajo más hacia su cuerpo, saboreando cada rincón de su interior. Para su disgusto, sin embargo, sabía cuando debía parar. Quería tomarla allí mismo, pero no quería correr el riesgo que un idiota viniera y los pillara. Tras unos minutos de estar besándola, finalmente se separó.
– Yo cambien te amo, y me encargaré que rías hasta el final, amor. No pienso dejar que vuelvas a estar sola y ser tu antigua yo – respondió, haciendo referencia todo lo que sufrió con ese imbécil y al estado posterior en el que había quedado.
Antes que pudiera responder, Eichi aprovechó que la abrazaba y la tomó entre las piernas, para luego cargarla entre sus brazos. La miró y sonrío, para luego darle un beso corto. Se notaba que el zorro estaba feliz, y no era para menos. Lentamente se dirigió hacia la ciudad, tomándose su tiempo para volver. Quería disfrutar cada segundo que tenía junto a Milena, por muy pequeño que fuera. Tras unos minutos caminando, llegaron a un lujoso hotel de Kyouka. Había alquilado una habitación para su luna de miel, y allí residirían los próximos días.
Traspasó la puerta y se dirigió hacia uno de los ascensores, ignorando a la recepcionista. Tenía las llaves ya, así que daba igual si iba o no. Era un hombre con una misión, después de todo. La habitación era bastante lujosa. Tenía una vista increíble, una cocina equipada con todo, un jacuzzi que tenían el mismo tamaño de una piscina pequeña y una cama gigante. Eichi dejó a Milena en el colchón y se subió encima, mirándola fijamente su único ojo.
– Realmente eres hermosa, y te amo demasiado... – dijo amorosamente, para luego besarla con intensidad de nuevo. En eso recordó cierto objeto que tenía en su bolsillo y lo sacó. Le tendió el tubo de ensayo, al tiempo que se rascaba la cabeza con nerviosismo. – Lo tomé prestado, lo siento, pero quería que vieras que hablaba enserio... Y además fue una buena opción para calmar mis nervios del momento...
– Espera un momento... Estoy saboreando el momento más feliz de mi vida – dijo mientras reía.
Sin poder contenerse, volvió a besarla con intensidad. Jugó con su lengua y la atrajo más hacia su cuerpo, saboreando cada rincón de su interior. Para su disgusto, sin embargo, sabía cuando debía parar. Quería tomarla allí mismo, pero no quería correr el riesgo que un idiota viniera y los pillara. Tras unos minutos de estar besándola, finalmente se separó.
– Yo cambien te amo, y me encargaré que rías hasta el final, amor. No pienso dejar que vuelvas a estar sola y ser tu antigua yo – respondió, haciendo referencia todo lo que sufrió con ese imbécil y al estado posterior en el que había quedado.
Antes que pudiera responder, Eichi aprovechó que la abrazaba y la tomó entre las piernas, para luego cargarla entre sus brazos. La miró y sonrío, para luego darle un beso corto. Se notaba que el zorro estaba feliz, y no era para menos. Lentamente se dirigió hacia la ciudad, tomándose su tiempo para volver. Quería disfrutar cada segundo que tenía junto a Milena, por muy pequeño que fuera. Tras unos minutos caminando, llegaron a un lujoso hotel de Kyouka. Había alquilado una habitación para su luna de miel, y allí residirían los próximos días.
Traspasó la puerta y se dirigió hacia uno de los ascensores, ignorando a la recepcionista. Tenía las llaves ya, así que daba igual si iba o no. Era un hombre con una misión, después de todo. La habitación era bastante lujosa. Tenía una vista increíble, una cocina equipada con todo, un jacuzzi que tenían el mismo tamaño de una piscina pequeña y una cama gigante. Eichi dejó a Milena en el colchón y se subió encima, mirándola fijamente su único ojo.
– Realmente eres hermosa, y te amo demasiado... – dijo amorosamente, para luego besarla con intensidad de nuevo. En eso recordó cierto objeto que tenía en su bolsillo y lo sacó. Le tendió el tubo de ensayo, al tiempo que se rascaba la cabeza con nerviosismo. – Lo tomé prestado, lo siento, pero quería que vieras que hablaba enserio... Y además fue una buena opción para calmar mis nervios del momento...
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mientras era llevada como una bolsa de patatas hacia la cocina, la pelirroja miró el enorme sitio en el que se hallaban. No tardaron mucho en llegar a un hotel gigantesco. Durante el viaje hacia la habitación la novia cerró los ojos evitando mirar a la gente, maldito Eichi y su manía de ruborizarla en público. Subía tranquilamente en sus brazos y le miró con calma mientras avanzaba. Durante el camino le estuvo molestando dándole mordiscos en la mejilla o la nariz al tiempo que sonreía. Se lo pasaba muy bien con su pelirrojo y nadie podría evitarlo. Se moría de ganas por llevar a la habitación y quitarle ese maldito traje que llevaba puesto. No es que no le gustase, pero prefería verlo sin ropa si era posible. Dejó de pensar en esas cosas y esperó paciente a que llegase el momento.
Cuando se vio bajo él en aquella cama no pudo evitar relamerse y sonreírle. Siguió su beso con cariño y después al ver lo del suero alzó una ceja. Chasqueó la lengua y tras asentir feliz lo abrazó con cariño. Era perfecto en todos los sentidos. Milena entonces lanzó la vaina de su espada hacia un lado y giró dejándolo debajo. Ahora estaba sobre él y vestida de aquella forma. La pelirroja dejó su escote muy cerca del rostro de su chico y con la mano empezó a acariciar su cabeza despacio. Le miraba al mismo tiempo y sonreía de forma un poco maliciosa.
- ¿Estás juguetón? Yo creo que deberíamos irnos a dormir y mañana ir a comprar por la mañana. – En su tono se notaba que estaba jugando con él y que no hablaba en serio.
La científica unió sus labios a los del zorro y quedó echada sobre él. Con su mano libre acarició por encima de su entrepierna con todo el descaro del mundo y con la única intención de provocarle. Si lograba despertar a la bestia y con aquel apretado pantalón, Eichi estallaría de locura por desnudarse. Sonrió de forma pícara y de nuevo continuó besándole. La chica no se cortaba y metía su húmeda lengua lo más profundo posible en la boca de su marido. Trataba de enroscar ambas lenguas y luchar en una danza larga y duradera. Con su mano continuaba acariciando y con la otra libre le sostenía de la nuca para controlarlo. Vamos, estaba prácticamente en su modo dominante y no iba a dejarse vencer por unos momentos ya que estaba encima.
Cuando se vio bajo él en aquella cama no pudo evitar relamerse y sonreírle. Siguió su beso con cariño y después al ver lo del suero alzó una ceja. Chasqueó la lengua y tras asentir feliz lo abrazó con cariño. Era perfecto en todos los sentidos. Milena entonces lanzó la vaina de su espada hacia un lado y giró dejándolo debajo. Ahora estaba sobre él y vestida de aquella forma. La pelirroja dejó su escote muy cerca del rostro de su chico y con la mano empezó a acariciar su cabeza despacio. Le miraba al mismo tiempo y sonreía de forma un poco maliciosa.
- ¿Estás juguetón? Yo creo que deberíamos irnos a dormir y mañana ir a comprar por la mañana. – En su tono se notaba que estaba jugando con él y que no hablaba en serio.
La científica unió sus labios a los del zorro y quedó echada sobre él. Con su mano libre acarició por encima de su entrepierna con todo el descaro del mundo y con la única intención de provocarle. Si lograba despertar a la bestia y con aquel apretado pantalón, Eichi estallaría de locura por desnudarse. Sonrió de forma pícara y de nuevo continuó besándole. La chica no se cortaba y metía su húmeda lengua lo más profundo posible en la boca de su marido. Trataba de enroscar ambas lenguas y luchar en una danza larga y duradera. Con su mano continuaba acariciando y con la otra libre le sostenía de la nuca para controlarlo. Vamos, estaba prácticamente en su modo dominante y no iba a dejarse vencer por unos momentos ya que estaba encima.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una vez que se vio debajo, de nuevo, de la pelirroja, Eichi entrecerró sus ojos y se mordió el labio. Intentaba por todos los medios contener lo que iba a decir, pero debido a las circunstancias y a su propia voluntad de haber bebido un trago de ese suero... Se le hizo completamente imposible. El hecho que quería hacerlo no ayudaba en lo más mínimo. Abrió la boca para responder, pero se vio callado debido al beso de su esposa. Gimió mientras era asaltado, y casi se sobresaltó al sentir la mano de Milena en cierta parte de su anatomía. Con eso ya se había dado cuenta que lo dijo en plan de broma, pero... Igualmente. Cuando se separaron, un puchero se había formado en el rostro del pelirrojo. Negó un poco con la cabeza y una de sus colas de formó. Antes que pudiera hacer algo la espadachín, Eichi intentó enroscar la cola con su cintura, para luego intercambiar posiciones nuevamente. Sonrío victoriosamente, al tiempo que miraba con deseo a su esposa y hacía desaparecer la extremidad.
– No te dejaré escapar hasta que terminemos... Que podría variar de una hora a toda la noche, princesa. Te voy a tomar de nuevo, la cuarta vez en dos malditos días. Realmente parecemos conejos – dijo sinceramente, gracias al suero, mientras reía.
Antes que pudiera volver a responder, el pelirrojo volvió a juntar sus labios con los de Milena. Mientras mantenía ocupada su boca, con sus manos empezó a recorrer todo su cuerpo. Sintió sus deliciosas piernas y llegó a la espalda. Intentó desabrochar el vestido, pero se le estaba haciendo complicado. Un gruñido escapó de sus labios, aún aclamando los de Milena, y decidió hacer algo más práctico. Tomó la parte frontal del vestido, y lo desgarró con toda su fuerza. Era una pena, pero no había otra. Se iba a tirar todo el día si seguía así. Finalmente, tras cinco minutos devorando sus labios, Eichi se separó y contempló el cuerpo semi desnudo de su esposa. Muchas veces podía haberlo visto, pero seguía pareciéndole el ser más hermoso del universo.
– Creo que he cambiado de opinión. Al ver esto, puede que no te deje salir por un día entero, amor.
Y nuevamente el maldito suero hacía de las suyas, pero no se quejaba. Negó con la cabeza y tiró la parte superior de su traje al suelo, quedando solo con pantalones y a torso descubierto. Nuevamente juntó sus labios con los de ella y acarició su estómago, para luego devolverle el favor de antes. Frotaba su mano con la entrepierna de Milena, al tiempo que ahogaba sus gemidos con su boca. Sobraba decir que a estas alturas su amigo de allá abajo estaba completamente despierto, pero quería disfrutar antes del evento principal.
– No te dejaré escapar hasta que terminemos... Que podría variar de una hora a toda la noche, princesa. Te voy a tomar de nuevo, la cuarta vez en dos malditos días. Realmente parecemos conejos – dijo sinceramente, gracias al suero, mientras reía.
Antes que pudiera volver a responder, el pelirrojo volvió a juntar sus labios con los de Milena. Mientras mantenía ocupada su boca, con sus manos empezó a recorrer todo su cuerpo. Sintió sus deliciosas piernas y llegó a la espalda. Intentó desabrochar el vestido, pero se le estaba haciendo complicado. Un gruñido escapó de sus labios, aún aclamando los de Milena, y decidió hacer algo más práctico. Tomó la parte frontal del vestido, y lo desgarró con toda su fuerza. Era una pena, pero no había otra. Se iba a tirar todo el día si seguía así. Finalmente, tras cinco minutos devorando sus labios, Eichi se separó y contempló el cuerpo semi desnudo de su esposa. Muchas veces podía haberlo visto, pero seguía pareciéndole el ser más hermoso del universo.
– Creo que he cambiado de opinión. Al ver esto, puede que no te deje salir por un día entero, amor.
Y nuevamente el maldito suero hacía de las suyas, pero no se quejaba. Negó con la cabeza y tiró la parte superior de su traje al suelo, quedando solo con pantalones y a torso descubierto. Nuevamente juntó sus labios con los de ella y acarició su estómago, para luego devolverle el favor de antes. Frotaba su mano con la entrepierna de Milena, al tiempo que ahogaba sus gemidos con su boca. Sobraba decir que a estas alturas su amigo de allá abajo estaba completamente despierto, pero quería disfrutar antes del evento principal.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La cola la pilló por sorpresa, por lo que quedó tendida bajo él mientras tragaba saliva. Al notar el tirón quedó sin el vestido totalmente, por lo que rápidamente llevó sus manos a sus pechos y los tapó como pudo. Le importaba poco que se hubiese roto aquel trapo, pero el ansia del pelirrojo era increíble. No iba a permitirle dominar aquello tan fácil, esta vez le tocaba a ella y tenía medios para ser ella quién mandase. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro y lo miró fijamente a los ojos mientras reía por lo bajo. Tenía el plan perfecto, por lo que sería bastante fácil. Se relamió unos segundos y decidió esperar unos segundos en los que le haría pensar que tenía la victoria hecha. Lo de que aquello podía durar toda la noche tenía toda la pinta, pero ella estaba más que encantada de ello.
Notó el beso de su zorro y lo siguió al mismo tiempo que se estremecía al notar su mano en su zona intimida a través de su ropa interior. La joven soltó un quejido fuerte en su boca y después de aquello llegó el momento. Rodeó su cuello de forma suave y trató de aumentar el ritmo de su lengua para distraerle.
- Cielo… Eres demasiado adictivo…
Giró entonces dejando a su chico debajo de ella y activando la gravedad. Calculando la fuerza de su marido y teniendo en cuenta que podía transformarse, aplicó una cantidad de g* suficientes. Le costaría horrores moverse, pero no correría peligro en ningún momento. Al mismo tiempo hizo salir sus colas, las cuales se enroscaron en el torso de su chico como serpientes anillándolo. Si dejaba salir las suyas se verían atrapadas por el abrazo y la gravedad no las dejaría hacer gran cosa. Milena sonrió mirándole a los ojos y al estar arriba no podría hacer él nada. Su sonrisa era sádica y lo siguiente que hizo fue coger la mano de él, la que usaba para acariciar su zona y hacerla moverse más de prisa.
- Así, acaríciame más, mi vida…
La pelirroja llevó sus dientes al cuello de Eichi y empezó a morderlo despacio. Con su mano libre cogió la espada y cortó el pantalón del chico de forma lenta. Cuando estuvo listo le haría un leve corte en la pierna, apenas nada, pero lo justo para que Eros se activase. Llevó su mano a su zona prohibida, la cual ya estaba juguetona y acarició mirándole a los ojos.
- Ahora eres mi presa, pequeño. – Sonrió besándole de nuevo con intensidad y manteniendo la situación ahora a su antojo con sus poderes. – Mi zorrito…
Notó el beso de su zorro y lo siguió al mismo tiempo que se estremecía al notar su mano en su zona intimida a través de su ropa interior. La joven soltó un quejido fuerte en su boca y después de aquello llegó el momento. Rodeó su cuello de forma suave y trató de aumentar el ritmo de su lengua para distraerle.
- Cielo… Eres demasiado adictivo…
Giró entonces dejando a su chico debajo de ella y activando la gravedad. Calculando la fuerza de su marido y teniendo en cuenta que podía transformarse, aplicó una cantidad de g* suficientes. Le costaría horrores moverse, pero no correría peligro en ningún momento. Al mismo tiempo hizo salir sus colas, las cuales se enroscaron en el torso de su chico como serpientes anillándolo. Si dejaba salir las suyas se verían atrapadas por el abrazo y la gravedad no las dejaría hacer gran cosa. Milena sonrió mirándole a los ojos y al estar arriba no podría hacer él nada. Su sonrisa era sádica y lo siguiente que hizo fue coger la mano de él, la que usaba para acariciar su zona y hacerla moverse más de prisa.
- Así, acaríciame más, mi vida…
La pelirroja llevó sus dientes al cuello de Eichi y empezó a morderlo despacio. Con su mano libre cogió la espada y cortó el pantalón del chico de forma lenta. Cuando estuvo listo le haría un leve corte en la pierna, apenas nada, pero lo justo para que Eros se activase. Llevó su mano a su zona prohibida, la cual ya estaba juguetona y acarició mirándole a los ojos.
- Ahora eres mi presa, pequeño. – Sonrió besándole de nuevo con intensidad y manteniendo la situación ahora a su antojo con sus poderes. – Mi zorrito…
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
– ¿Debería sentirme ofendido porque incumpliste tu palabra y usaste la gravedad? – Eichi arqueó una ceja, y luego una sonrisa extraña se formó en su rostro. – Es broma, no me importa si lo usas o no – aclaró para no hacerle sentir mal, aparte que aún estaba bajo los efectos del suero.
Le había hecho la misma que la vez anterior cuando se reencontraron, y había caído nuevamente en el mismo truco. Todo por estar desconcentrado, ¿pero podían culparlo? Milena besaba como una diosa, así que era normal que se distrajera estando en una situación así. Entrecerró sus ojos al ver que vio aprisionado por las nuevas colas de Milena. En un principio se entretuvo con la idea de invocar las suyas propias, pero no cambiaría su situación actual. ¿Qué hacer? Aparentemente estaba completamente atrapado y a merced de su esposa, sin poder escapar a menos que ella tuviera clemencia y lo liberara. Bueno, al menos no estaba mal del todo. Seguía acariciando la entrepierna de la pelirroja, pese a que era ella quien movía los hilos (sus manos) en esta ocasión. Debía haber una forma para poder liberarse, pero de momento aguantaría como pudiera... Aparte no era como si no le gustara, más bien lo contrario, pero luego de lo sucedido en el primer paseo en la ducha... Eichi debía admitir que le había gustado dominar y ver como Milena se retorcía.
Se estremeció al sentir el corte de Eros en su pierna, e instantáneamente notó el efecto de la jodida espada haciendo estragos en su cuerpo. Su amigito se endureció más aún debido a la excitación, y empezó a jadear. Un notorio sonrojo se apoderó de sus mejillas, y Eichi infló sus mejillas debido a que no podía hacer nada. En una situación normal le costaría hablar, pero debido a que al suero todavía le quedaba algo de actividad... Pudo arreglárselas.
– Entonces... ¿Qué viene ahora? ¿Usarás tus pies? ¿Boca? Hagas lo que hagas, igual me volverás loco, así que no te contengas y libérate. Soy todo tuyo, tu presa, princesa – dijo, aún aprisionado. – Incluso el episodio de la vela me gustó desde cierto punto de vista – y ahí estaba el jodido suero haciendo de las suyas de nuevo.
Eichi suspiró y miró con más deseo a su esposa debido al efecto de la espada. Intentaba moverse, pero ningún músculo se le movía. Murmuró algo inaudible y miró directamente al hermoso rostro de Milena. Bueno, al menos no le habían quitado los besos, así que... Podría resistir a lo que Milena tendría planeado. Pese a eso, aún tenía una última carta para jugar. Bendito sea el suero, con eso se explicaba todo.
– Es una pena, pero de haber seguido, la primera vez en la ducha habría sido un juego de niños comparado con lo que habría hecho. pero bueno – suspiró con algo de dramatismo. – Mmm... ¿Seguro que no quieres volver a sentir un orgasmo de ese estilo? Porque puedo hacerlo mucho mejor, aparte que tu rostro no mentía. Disfrutabas de haber sido dominada de ese modo y sin oponer resistencia – intentó disuadirla, pese a que era un esfuerzo en vano. – Pero bueno, haz lo que tengas que hacer. Estoy a tu merced, princesa – concluyó mientras le guiñaba el ojo. El jodido suero le había hecho hablar más de la cuenta, pero a estas alturas no importaba demasiado...
Le había hecho la misma que la vez anterior cuando se reencontraron, y había caído nuevamente en el mismo truco. Todo por estar desconcentrado, ¿pero podían culparlo? Milena besaba como una diosa, así que era normal que se distrajera estando en una situación así. Entrecerró sus ojos al ver que vio aprisionado por las nuevas colas de Milena. En un principio se entretuvo con la idea de invocar las suyas propias, pero no cambiaría su situación actual. ¿Qué hacer? Aparentemente estaba completamente atrapado y a merced de su esposa, sin poder escapar a menos que ella tuviera clemencia y lo liberara. Bueno, al menos no estaba mal del todo. Seguía acariciando la entrepierna de la pelirroja, pese a que era ella quien movía los hilos (sus manos) en esta ocasión. Debía haber una forma para poder liberarse, pero de momento aguantaría como pudiera... Aparte no era como si no le gustara, más bien lo contrario, pero luego de lo sucedido en el primer paseo en la ducha... Eichi debía admitir que le había gustado dominar y ver como Milena se retorcía.
Se estremeció al sentir el corte de Eros en su pierna, e instantáneamente notó el efecto de la jodida espada haciendo estragos en su cuerpo. Su amigito se endureció más aún debido a la excitación, y empezó a jadear. Un notorio sonrojo se apoderó de sus mejillas, y Eichi infló sus mejillas debido a que no podía hacer nada. En una situación normal le costaría hablar, pero debido a que al suero todavía le quedaba algo de actividad... Pudo arreglárselas.
– Entonces... ¿Qué viene ahora? ¿Usarás tus pies? ¿Boca? Hagas lo que hagas, igual me volverás loco, así que no te contengas y libérate. Soy todo tuyo, tu presa, princesa – dijo, aún aprisionado. – Incluso el episodio de la vela me gustó desde cierto punto de vista – y ahí estaba el jodido suero haciendo de las suyas de nuevo.
Eichi suspiró y miró con más deseo a su esposa debido al efecto de la espada. Intentaba moverse, pero ningún músculo se le movía. Murmuró algo inaudible y miró directamente al hermoso rostro de Milena. Bueno, al menos no le habían quitado los besos, así que... Podría resistir a lo que Milena tendría planeado. Pese a eso, aún tenía una última carta para jugar. Bendito sea el suero, con eso se explicaba todo.
– Es una pena, pero de haber seguido, la primera vez en la ducha habría sido un juego de niños comparado con lo que habría hecho. pero bueno – suspiró con algo de dramatismo. – Mmm... ¿Seguro que no quieres volver a sentir un orgasmo de ese estilo? Porque puedo hacerlo mucho mejor, aparte que tu rostro no mentía. Disfrutabas de haber sido dominada de ese modo y sin oponer resistencia – intentó disuadirla, pese a que era un esfuerzo en vano. – Pero bueno, haz lo que tengas que hacer. Estoy a tu merced, princesa – concluyó mientras le guiñaba el ojo. El jodido suero le había hecho hablar más de la cuenta, pero a estas alturas no importaba demasiado...
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Milena disfrutaba escuchando las palabras de su príncipe. Sus confesiones eran magia para sus oídos. Exactamente, pensaba usar su boca nuevamente, pero dado su forma de saberlo todo tendría que emplear tácticas nuevas. La propuesta fue bastante deliciosa y estuvo a punto de ceder ante él, pero debía ser fuerte, pues le tocaba a ella. Lo miró entonces y le dio un leve mordisco en la barbilla mientras suspiraba.
- Has estado a nada de dominarme de nuevo, mi amor… Pero necesitarás más que palabras para poder escaparte de mí. Ahora tan solo siente el poder de la pelirroja más sexy del planeta sobre tu cuerpo.
Empezaba la tortura.
La pelirroja terminó de desnudar a su chico y no tardó además en taparse el pecho con un trozo de tela blanco que colgaba, por lo que ella no tenía ninguna zona al descubierto. Usó sus uñas para cortar la ropa interior de él y hecho aquello se quedó mirándole. Acercó sus casi desnudos senos a sus labios, pero ya llegando los apartó. Pegó su entrepierna a la de él con cuidado y la frotó muy levemente, mostrando lo húmeda que ya estaba contra su palanca. De nuevo la apartó dejándole con las ganas. Pasó su lengua desde el cuello hasta al abdomen de su chico, muy despacio y muy lentamente, pero cuando iba a rozar su zona prohibida apartó el rostro de nuevo sonriendo con malicia. Lo tenía allí dominado para ella.
- Sentirás el placer de la tortura durante un buen rato cielo, suplicarás cada vez más y yo me alimentaré de ese deseo tuyo. Es algo nuevo al fin y al cabo ¿No? – Le guiñó el ojo de forma un poco pícara y después de eso le besó de nuevo.
Milena disfrutaba mucho los besos y se esforzaba como una leona salvaje. Al mismo tiempo pasó sus uñas muy despacio por los abdominales de él, arañándole levemente y haciéndole desearla muchísimo más. El hecho de que no mostrase sus zonas debía ser más excitante para él, sobre todo cuando la inferior ya se transparentaba un poco. Pasó su entrepierna por el abdomen del chico, mojándolo un poco y besándole con ganas. Se separó unos momentos y volvió a repetir lo mismo, rozando sus abdominales y después en compensación un poco su herramienta, haciendo todo lo posible para que sufriese de placer. Cuando ella dominaba le gustaba aquel tipo de cosas, pues cuando el pelirrojo se liberase sería lo mejor del mundo, si es que le dejaba, claro.
- Cielo… ¿Cuánto podrás aguantar? – Preguntó con un tono bastante insinuante.
De nuevo la científica pasó su lengua por el cuello de él, bajando ahora a su pecho y dejando algunos besos. No tuvo piedad y agarró un poco allí abajo, presionando en la parte superior del chico con el dedo pulgar y después soltando al momento. Iba a disfrutar aquello. Lamió sus propios dedos despacio y después intentó meterlo en la boja del zorrito.
- Debes estar al límite…
- Has estado a nada de dominarme de nuevo, mi amor… Pero necesitarás más que palabras para poder escaparte de mí. Ahora tan solo siente el poder de la pelirroja más sexy del planeta sobre tu cuerpo.
Empezaba la tortura.
La pelirroja terminó de desnudar a su chico y no tardó además en taparse el pecho con un trozo de tela blanco que colgaba, por lo que ella no tenía ninguna zona al descubierto. Usó sus uñas para cortar la ropa interior de él y hecho aquello se quedó mirándole. Acercó sus casi desnudos senos a sus labios, pero ya llegando los apartó. Pegó su entrepierna a la de él con cuidado y la frotó muy levemente, mostrando lo húmeda que ya estaba contra su palanca. De nuevo la apartó dejándole con las ganas. Pasó su lengua desde el cuello hasta al abdomen de su chico, muy despacio y muy lentamente, pero cuando iba a rozar su zona prohibida apartó el rostro de nuevo sonriendo con malicia. Lo tenía allí dominado para ella.
- Sentirás el placer de la tortura durante un buen rato cielo, suplicarás cada vez más y yo me alimentaré de ese deseo tuyo. Es algo nuevo al fin y al cabo ¿No? – Le guiñó el ojo de forma un poco pícara y después de eso le besó de nuevo.
Milena disfrutaba mucho los besos y se esforzaba como una leona salvaje. Al mismo tiempo pasó sus uñas muy despacio por los abdominales de él, arañándole levemente y haciéndole desearla muchísimo más. El hecho de que no mostrase sus zonas debía ser más excitante para él, sobre todo cuando la inferior ya se transparentaba un poco. Pasó su entrepierna por el abdomen del chico, mojándolo un poco y besándole con ganas. Se separó unos momentos y volvió a repetir lo mismo, rozando sus abdominales y después en compensación un poco su herramienta, haciendo todo lo posible para que sufriese de placer. Cuando ella dominaba le gustaba aquel tipo de cosas, pues cuando el pelirrojo se liberase sería lo mejor del mundo, si es que le dejaba, claro.
- Cielo… ¿Cuánto podrás aguantar? – Preguntó con un tono bastante insinuante.
De nuevo la científica pasó su lengua por el cuello de él, bajando ahora a su pecho y dejando algunos besos. No tuvo piedad y agarró un poco allí abajo, presionando en la parte superior del chico con el dedo pulgar y después soltando al momento. Iba a disfrutar aquello. Lamió sus propios dedos despacio y después intentó meterlo en la boja del zorrito.
- Debes estar al límite…
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Eichi se encogió de hombros, o bueno lo intentó. Ni hasta eso podía hacer por culpa de la gravedad, pero bueno, él se lo busco. El efecto de la droga ya debió haber pasado, así que poco y nada podía hacer ahora. Solo esperar a que Milena tuviera clemencia y lo soltara luego de algunos minutos. Cerró sus ojos, tomando una bocanada de aire para mentalizarse para lo que sucedería ahora. La pelirroja era impredecible, después de todo. De ella podía esperarse cualquier cosa, y lo decía por experiencia.
Y así fue como empezó todo...
El pelirrojo, ahora completamente desnudo, tragó en seco al ver el estado en el que estaba la pelirroja. Lo único que quería era saltar encima de ella y tomarla en este mismo instante, pero la jodida gravedad se lo impedía. Observó como llevaba uno de sus pechos a su rostro, pero el pelirrojo no hizo nada... pese a que quería llevarse uno de sus botones y chupar. Si conocía bien a Milena entonces... Si, allí estaba. Los apartó antes que el príncipe pudiera usar su boca. Se estremeció cuando su entrepierna entró en contacto con la de su esposa, y gimió levemente debido a la sensación. Aquello era injusto, pero poco y nada podía hacer. Sintió su dulce lengua recorrer su cuerpo, y justo cuando iba a llegar a esa zona prohibida suya... Se apartó. Nuevamente infló sus mejillas y miró con algo de indignación falsa a su amante.
– Mmmm.
No pudo decir nada, sin embargo. Nuevamente sus labios se vieron aprisionados por los de la pelirroja, pero no se lo iba a dejar tan fácil. Movió su lengua con intensidad, chocando con la de su esposa e intentando dominarla, explorando cada rincón de su interior. Su lengua era lo único que podía usar, al fin y al cabo. No tenía otra opción mas que esa. Y no sabía porque, pero sentía como si estuviera pasándose un poco de la ralla. Un escalofrió recorrió su cuerpo cuando Milena frotó su entrepierna en sus abdominales, notando la humedad de aquella zona. Inconscientemente se relamió, pero recordó su estado actual e infló sus mejillas.
– Ya deberías saberlo... – aún con las mejillas infladas, recibió el dedo en su boca. No era como si pudiera resistirse, de todas formas. – Te deseo demasiado, y mi limite llegó hace rato. Aguanto solo porque la paciencia es una virtud, y al final me dejaras libre para darte placer también... Que es lo que más quiero – miró directamente al rostro de la pelirroja, al tiempo que sus orejas de zorro estaba aplastadas contra su cabeza, dándole un aspecto de perrito abandonado. ¿Hasta qué punto había llegado? La desesperación era poderosa, después de todo. – Por favor... – parpadeó lentamente, en un intento para que, al menos, no lo torturara tanto y atacara directamente de una vez por todas....
Y así fue como empezó todo...
El pelirrojo, ahora completamente desnudo, tragó en seco al ver el estado en el que estaba la pelirroja. Lo único que quería era saltar encima de ella y tomarla en este mismo instante, pero la jodida gravedad se lo impedía. Observó como llevaba uno de sus pechos a su rostro, pero el pelirrojo no hizo nada... pese a que quería llevarse uno de sus botones y chupar. Si conocía bien a Milena entonces... Si, allí estaba. Los apartó antes que el príncipe pudiera usar su boca. Se estremeció cuando su entrepierna entró en contacto con la de su esposa, y gimió levemente debido a la sensación. Aquello era injusto, pero poco y nada podía hacer. Sintió su dulce lengua recorrer su cuerpo, y justo cuando iba a llegar a esa zona prohibida suya... Se apartó. Nuevamente infló sus mejillas y miró con algo de indignación falsa a su amante.
– Mmmm.
No pudo decir nada, sin embargo. Nuevamente sus labios se vieron aprisionados por los de la pelirroja, pero no se lo iba a dejar tan fácil. Movió su lengua con intensidad, chocando con la de su esposa e intentando dominarla, explorando cada rincón de su interior. Su lengua era lo único que podía usar, al fin y al cabo. No tenía otra opción mas que esa. Y no sabía porque, pero sentía como si estuviera pasándose un poco de la ralla. Un escalofrió recorrió su cuerpo cuando Milena frotó su entrepierna en sus abdominales, notando la humedad de aquella zona. Inconscientemente se relamió, pero recordó su estado actual e infló sus mejillas.
– Ya deberías saberlo... – aún con las mejillas infladas, recibió el dedo en su boca. No era como si pudiera resistirse, de todas formas. – Te deseo demasiado, y mi limite llegó hace rato. Aguanto solo porque la paciencia es una virtud, y al final me dejaras libre para darte placer también... Que es lo que más quiero – miró directamente al rostro de la pelirroja, al tiempo que sus orejas de zorro estaba aplastadas contra su cabeza, dándole un aspecto de perrito abandonado. ¿Hasta qué punto había llegado? La desesperación era poderosa, después de todo. – Por favor... – parpadeó lentamente, en un intento para que, al menos, no lo torturara tanto y atacara directamente de una vez por todas....
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El zorro había tratado de violar su boca usando la lengua para ello, se notaba que tan solo eso podía usar en aquellos momentos. Trató de seguirle con dificultad mientras continuaba con sus torturas. Mordía, lamía y besaba, pero nunca en zonas que le dieran placer directo a su chico, lo justo para hacerle suplicar. Escuchó lo que dijo y se rio un poco por lo bajo mientras continuaba jugando con su ahora presa sexual. Entonces llegó ese “Por favor” que hizo a la científica mirar a otro lado ruborizada. Había sido demasiado mono y verle con las orejas de aquella forma fue demasiado. Soltó un pequeño suspiro y sus colas se desvanecieron al pasar el tiempo. Chasqueó los dedos anulando la gravedad y volviendo todo a la normalidad, pero eso sí, pensaba continuar dominándolo.
- Eres libre, mi pequeño…
Milena tras sonreírle le besó de nuevo, pero esta vez usó su mano allí abajo. Acarició a su marido en movimientos lentos de subida y bajada mientras se mantenía sobre él. Estaba segura de que él ya sentiría celos de lo que la cubría el pecho y de la ropa interior. Notaba lo excitado que estaba su zorro allí abajo, pero más presionaba y más aumentaba la velocidad de su mano. Usaba sus uñas despacio para rascar con cuidado y darle más placer. Sus labios fueron a la boca del pelirrojo, donde lo acariciaron una y otra vez con ayuda de su lengua. Bajó de nuevo mordiendo su cuello con algo de brusquedad esta vez, pero sin pasarse mucho. Olvidó que había usado la espada y él debía estar en un estado bastante caliente, por lo que sonrió para sí misma.
La pelirroja continuó lamiendo el cuello, bajando al pecho después y estando allí unos momentos. Bajó por la zona abdominal y paró allí un pequeño rato mientras continuaba trabajando con su mano en la zona íntima de ahora su marido. Mordió un poco de forma juguetona y después de unos momentos alzó la mirada para observar sus ojos.
- Kawaaaaaai….
La espadachín finalmente bajó hasta allí abajo y tras usar su lengua un poco de forma juguetona durante unos dos minutos, finalmente, usó su boca. Empezó a jugar con su chico lo más lento y satisfactoriamente posible, haciendo movimientos de subida y bajada y dejando a su lengua y saliva trabajar para volverle loco como a ella le gustaba.
- Eres libre, mi pequeño…
Milena tras sonreírle le besó de nuevo, pero esta vez usó su mano allí abajo. Acarició a su marido en movimientos lentos de subida y bajada mientras se mantenía sobre él. Estaba segura de que él ya sentiría celos de lo que la cubría el pecho y de la ropa interior. Notaba lo excitado que estaba su zorro allí abajo, pero más presionaba y más aumentaba la velocidad de su mano. Usaba sus uñas despacio para rascar con cuidado y darle más placer. Sus labios fueron a la boca del pelirrojo, donde lo acariciaron una y otra vez con ayuda de su lengua. Bajó de nuevo mordiendo su cuello con algo de brusquedad esta vez, pero sin pasarse mucho. Olvidó que había usado la espada y él debía estar en un estado bastante caliente, por lo que sonrió para sí misma.
La pelirroja continuó lamiendo el cuello, bajando al pecho después y estando allí unos momentos. Bajó por la zona abdominal y paró allí un pequeño rato mientras continuaba trabajando con su mano en la zona íntima de ahora su marido. Mordió un poco de forma juguetona y después de unos momentos alzó la mirada para observar sus ojos.
- Kawaaaaaai….
La espadachín finalmente bajó hasta allí abajo y tras usar su lengua un poco de forma juguetona durante unos dos minutos, finalmente, usó su boca. Empezó a jugar con su chico lo más lento y satisfactoriamente posible, haciendo movimientos de subida y bajada y dejando a su lengua y saliva trabajar para volverle loco como a ella le gustaba.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Casi se levanta y golpea a Milena con su cabeza debido a la sorpresa, pero pudo mantenerse acostado. Como de repente sintió que recuperaba la movilidad de su cuerpo, era algo esperable. Nuevamente sus orejas se levantaron, y Eichi miró curiosamente a Milena, sin saber porque había decido liberarlo de su prisión de gravedad. ¿A lo mejor sus súplicas ayudaron? El pelirrojo se rascó la cabeza, aún ruborizado, y miró atentamente a su mujer, esperando a ver lo que haría ahora. Contrario a lo que pensaba, no era que no le gustara estar dominado. Simplemente, también quería tocarla y abrazarla mientras ella hacía de las suyas. Estar tanto tiempo sin poder moverse, definitivamente era una tortura. Más teniendo una belleza como Milena encima suyo. Tras unos segundos, abrió su boca para decir algo, pero se vio silenciado debido al súbito beso de Milena. Gimió dentro de su boca al sentir sus caricias allí abajo, pero no hizo nada para detenerla. Aparte la jodida espada maximizaba el placer, por lo que... Era algo similar a estar en una especie de éxtasis.
– N-nunca dije que no quería que dominaras – dijo tímidamente, aún estremeciéndose debido a las caricias de su pelirroja. – Simplemente me gustaría acariciarte y abrazarte mientras lo haces – reveló, totalmente sonrojado y con las orejas completamente levantadas, moviéndose de un lado para otro debido al nerviosismo.
Gimió nuevamente al ver como la pelirroja bajaba por su cuerpo, al tiempo que inflaba sus mejillas. Era un poco injusto que ella conservara parte de su ropa interior y el estuviera desnudo. Iba a objetar, pero... No pudo por razones obvias. Apretó sus labios y cerró sus ojos, dejándose llevar por la boca de su esposa en ese sector de su cuerpo. Definitivamente lo volvía loco, pero no había nada de malo con eso. Invocó una de sus colas y presionó levemente la cabeza de Milena, haciendo que bajara con cuidado para no ahogarse por accidente. Casi se vino allí mismo, pero consiguió aguantar.
– I-injusticia – murmuró, inflando sus mejillas nuevamente.
Tenía que arreglar aquello de una vez. Usando la misma cola de antes, tomó delicadamente a su pelirroja de la cintura y la giró hacia el otro lado, dejando su retaguardia alineada con la cabeza del chico. Estaba bastante húmeda, y eso le hizo relamerse. De un movimiento despojó a Milena de su ropa interior de abajo e inmediatamente atacó con su lengua la zona íntima de su chica. Saboreaba con gran intensidad, trazando figuras imaginarias en la entrepierna de su mujer. Tras algunos minutos haciendo eso, levantó una mano e introdujo dos dedos dentro de ella. Entró y salió varias veces, aumentando la intensidad con el pasar de los minutos. El propio Eichi estaba llegando a su límite, pero no iba a parar.
– M-Mile, voy a... – no alcanzó a completar la frase, puesto que en ese mismo momento se vino. Un gemido de satisfacción escapó de sus labios, aún alimentándose de su pelirroja. Definitivamente se sentía mucho más liberado ahora que no tenía que temer...
– N-nunca dije que no quería que dominaras – dijo tímidamente, aún estremeciéndose debido a las caricias de su pelirroja. – Simplemente me gustaría acariciarte y abrazarte mientras lo haces – reveló, totalmente sonrojado y con las orejas completamente levantadas, moviéndose de un lado para otro debido al nerviosismo.
Gimió nuevamente al ver como la pelirroja bajaba por su cuerpo, al tiempo que inflaba sus mejillas. Era un poco injusto que ella conservara parte de su ropa interior y el estuviera desnudo. Iba a objetar, pero... No pudo por razones obvias. Apretó sus labios y cerró sus ojos, dejándose llevar por la boca de su esposa en ese sector de su cuerpo. Definitivamente lo volvía loco, pero no había nada de malo con eso. Invocó una de sus colas y presionó levemente la cabeza de Milena, haciendo que bajara con cuidado para no ahogarse por accidente. Casi se vino allí mismo, pero consiguió aguantar.
– I-injusticia – murmuró, inflando sus mejillas nuevamente.
Tenía que arreglar aquello de una vez. Usando la misma cola de antes, tomó delicadamente a su pelirroja de la cintura y la giró hacia el otro lado, dejando su retaguardia alineada con la cabeza del chico. Estaba bastante húmeda, y eso le hizo relamerse. De un movimiento despojó a Milena de su ropa interior de abajo e inmediatamente atacó con su lengua la zona íntima de su chica. Saboreaba con gran intensidad, trazando figuras imaginarias en la entrepierna de su mujer. Tras algunos minutos haciendo eso, levantó una mano e introdujo dos dedos dentro de ella. Entró y salió varias veces, aumentando la intensidad con el pasar de los minutos. El propio Eichi estaba llegando a su límite, pero no iba a parar.
– M-Mile, voy a... – no alcanzó a completar la frase, puesto que en ese mismo momento se vino. Un gemido de satisfacción escapó de sus labios, aún alimentándose de su pelirroja. Definitivamente se sentía mucho más liberado ahora que no tenía que temer...
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Las adorables palabras del zorrito hicieron a la chica sentir un poco de vergüenza. Más pasaban los segundos, más lo quería. Si tan solo quería acariciarla debía de haberlo dicho antes de empezar. Continuó a lo suyo con los ojos cerrados y notando la cola suave presionar su cabeza suavemente. Aquello hizo que se sonrojase un poco y después siguió. Notó su cuerpo ser girado y ya supo que estaba haciendo de las suyas. Antes lo liberaba, antes se ponía a hacer cosas. Contuvo una pequeña risa y notó que su prenda inferior era arrancada sin permiso alguno suyo. Miró un momento hacia atrás y le sonrió con cariño.
- ¿Con qué permiso, amor mío? – Se notaba que bromeaba.
Se volvió a girar riendo un poco y continuó con sus cosas. Tras unos momentos notó la palpitación y el intento de aviso que Eichi le hizo. Soltó un suspiro para que nada se manchase y cerró los ojos recibiendo. Tragó cuanto pudo y después de aquello soltó un gemido debido a los movimientos de la lengua del chico. Sacó aquello de su boca y respiró algo agitada mientras se limpiaba los restos con la lengua. Jadeó un poco más y se dejó hacer mientras ahora descansaba ella con el rostro colocado en la zona abdominal de su pelirrojo.
- ¿Esto qué es? ¿La salsa de la carne? – Bromeó de nuevo mientras ahora abría un poco más las piernas.
La joven científica estaba ya bastante húmeda y notar además los dedos del zorro dentro de ella la hizo soltar un gemido más grande. Estaba muy relajada y notaba bastante placer, por lo que se acomodó colocando más su entrepierna en el rostro de su amante. Empezó a frotar muy despacio su zona íntima contra su rostro con toda la intención de empaparle como él hizo con ella, que menos mal que pudo beber todo a tiempo. Se sonrojó al recordarlo y después de unos segundos gimió con algo de más fuerza.
- ¡Ahh! ¡Oe…! – Se quejó con una voz adorable similar a la de una cría.
Esperaba que eso no llegase a los oídos del zorro o se vería en una situación peor. Ya sabía que al liberarlo no se iba a estar quieto, pero no podía controlar a su matojo de nervios con orejas y pelo rojo. Soltó un suspiro de felicidad y continuó gimiendo durante un buen rato, hasta que no pudo aguantar más y terminó viniéndose. Claramente, no avisó, para que ambos estuviesen iguales en ese aspecto, aunque a su zorro eso parecía encantarle.
- ¿Con qué permiso, amor mío? – Se notaba que bromeaba.
Se volvió a girar riendo un poco y continuó con sus cosas. Tras unos momentos notó la palpitación y el intento de aviso que Eichi le hizo. Soltó un suspiro para que nada se manchase y cerró los ojos recibiendo. Tragó cuanto pudo y después de aquello soltó un gemido debido a los movimientos de la lengua del chico. Sacó aquello de su boca y respiró algo agitada mientras se limpiaba los restos con la lengua. Jadeó un poco más y se dejó hacer mientras ahora descansaba ella con el rostro colocado en la zona abdominal de su pelirrojo.
- ¿Esto qué es? ¿La salsa de la carne? – Bromeó de nuevo mientras ahora abría un poco más las piernas.
La joven científica estaba ya bastante húmeda y notar además los dedos del zorro dentro de ella la hizo soltar un gemido más grande. Estaba muy relajada y notaba bastante placer, por lo que se acomodó colocando más su entrepierna en el rostro de su amante. Empezó a frotar muy despacio su zona íntima contra su rostro con toda la intención de empaparle como él hizo con ella, que menos mal que pudo beber todo a tiempo. Se sonrojó al recordarlo y después de unos segundos gimió con algo de más fuerza.
- ¡Ahh! ¡Oe…! – Se quejó con una voz adorable similar a la de una cría.
Esperaba que eso no llegase a los oídos del zorro o se vería en una situación peor. Ya sabía que al liberarlo no se iba a estar quieto, pero no podía controlar a su matojo de nervios con orejas y pelo rojo. Soltó un suspiro de felicidad y continuó gimiendo durante un buen rato, hasta que no pudo aguantar más y terminó viniéndose. Claramente, no avisó, para que ambos estuviesen iguales en ese aspecto, aunque a su zorro eso parecía encantarle.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.