Eichi Tsukasa
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Akuma no mi
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En medio de su minuto de relajación, escuchó la aparente pregunta de su pelirroja. Eichi pausó sus dedos y lengua, para luego ladear la cabeza en señal de confusión. ¿Salsa de carne? ¿A que venía eso ahora? No entendía a que venía el tema, pero supuso que era un dicho o algo por el estilo. El pelirrojo miró hacia otro lado, sonrojándose debido a la vergüenza. Uno de estos días debería hacer un estudio de la actualidad y frases de ese estilo, para no quedar como idiota en alguna ocasión. Ahora no pasaría nada, puesto que aquello quedaría perdido en el momento de placer que ambos estaban viviendo. Sin embargo, no tendría la misma suerte luego. Sus orejas seguían moviéndose, pero luego suspiró y negó con la cabeza, al tiempo que volvía a sacar su lengua para continuar con lo que estaba.
– Luego me explicas, porque no entendí la pregunta – respondió inocentemente el príncipe.
Milena abrió más las piernas y Eichi siguió con lo suyo, intentando hacer que se viniera. Notó que estaba frotando su trasero contra su rostro, con la clara intención de mojarlo luego de lo sucedido con su orgasmo. El pelirrojo sonrío traviesamente y sujetó con firmeza su rataguardia, para luego empezar a masajear ambos cojines. Solo le quedaba la lengua y... su boca. Sin pensarlo dos veces, abrió lo más que pudo y empezó a succionar. Parecía como su estuviera comiendo, puesto que casi ni se veía la intimidad de su esposa. Exploró cada rincón de su interior, intentando darle todo el placer posible. En eso escuchó su quejido y sus ojos se abrieron un poco, sintiendo como su herramienta volvía a activarse. Demasiado injusto era aquello, la verdad...
Finalmente Milena terminó viniéndose, y Eichi hizo lo posible para tragarse todo ese delicioso néctar. Sin embargo, era demasiado, y restos cayeron por su cuello y torso. Tras unos segundos, el pelirrojo se separó y vio el estado actual en el que había quedado. Negó un poco con la cabeza y llevó su mano al torso, para luego chupar un poco de los restos.
– Delicioso – dijo seductoramente el pelirrojo, al tiempo que miraba a su amada con deseo.
Terminó de limpiarse lo que quedaba, e inmediatamente saltó encima de Milena. Juntó sus labios con los de ella, pero ahora había mucho más salvajismo en el gesto. Sus instintos animales se habían activado, y combinado con Eros... Tardaría unas buenas horas para que el joven pudiera saciarse por completo. Mientras besaba a Milena como si no hubiera mañana, Eichi levantó un brazo y despojó a su pelirroja de la última prenda, dejándola completamente desnuda. Tras tres minutos besándola, sin importarle que quedaran restos de su esencia, el pelirrojo se separó y miró con hambre el cuerpo de su esposa.
– Lo siento, ya no doy más. Con tu permiso, creo que te tomaré ahora mismo, princesa – exclamó el zorro, al tiempo que hacía desaparecer su cola. De todas formas, primero dejaría que la pelirroja se recupera y respondiera.
– Luego me explicas, porque no entendí la pregunta – respondió inocentemente el príncipe.
Milena abrió más las piernas y Eichi siguió con lo suyo, intentando hacer que se viniera. Notó que estaba frotando su trasero contra su rostro, con la clara intención de mojarlo luego de lo sucedido con su orgasmo. El pelirrojo sonrío traviesamente y sujetó con firmeza su rataguardia, para luego empezar a masajear ambos cojines. Solo le quedaba la lengua y... su boca. Sin pensarlo dos veces, abrió lo más que pudo y empezó a succionar. Parecía como su estuviera comiendo, puesto que casi ni se veía la intimidad de su esposa. Exploró cada rincón de su interior, intentando darle todo el placer posible. En eso escuchó su quejido y sus ojos se abrieron un poco, sintiendo como su herramienta volvía a activarse. Demasiado injusto era aquello, la verdad...
Finalmente Milena terminó viniéndose, y Eichi hizo lo posible para tragarse todo ese delicioso néctar. Sin embargo, era demasiado, y restos cayeron por su cuello y torso. Tras unos segundos, el pelirrojo se separó y vio el estado actual en el que había quedado. Negó un poco con la cabeza y llevó su mano al torso, para luego chupar un poco de los restos.
– Delicioso – dijo seductoramente el pelirrojo, al tiempo que miraba a su amada con deseo.
Terminó de limpiarse lo que quedaba, e inmediatamente saltó encima de Milena. Juntó sus labios con los de ella, pero ahora había mucho más salvajismo en el gesto. Sus instintos animales se habían activado, y combinado con Eros... Tardaría unas buenas horas para que el joven pudiera saciarse por completo. Mientras besaba a Milena como si no hubiera mañana, Eichi levantó un brazo y despojó a su pelirroja de la última prenda, dejándola completamente desnuda. Tras tres minutos besándola, sin importarle que quedaran restos de su esencia, el pelirrojo se separó y miró con hambre el cuerpo de su esposa.
– Lo siento, ya no doy más. Con tu permiso, creo que te tomaré ahora mismo, princesa – exclamó el zorro, al tiempo que hacía desaparecer su cola. De todas formas, primero dejaría que la pelirroja se recupera y respondiera.
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No solo no había entendido la frase, encima pedía que se la explicase, cosa que la pelirroja no pensaba hacer, demasiada vergüenza le estaba dando ya. Se quedó mirándole con una sonrisa y cuando quitó su última prenda se tapó con las manos de forma inconsciente y algo tímida. Era increíble que alguien como ella sintiese nervios, pero con su marido siempre pasaba. Estaba loca por él y así sería siempre. Le dedicó una sonrisa cariñosa y después de unos momentos pensó en lo que dijo. Dominaba ella, así que no pensaba dejarle llevar las riendas como la última vez. Lo miró fijamente a los ojos y se relamió de forma provocativa. Esta vez no había ningún estúpido robot ni un rubio loco. Pensó que seguramente estarían conectados, pero se olvidó de aquello por el momento.
- De eso nada, soy yo la que va a tomarte a ti, de modo que ven aquí.
Milena sonrió de forma siniestra y tras colocarse en pie saltó hacia él como si de una fiera fuese. De nuevo le besó devolviéndole esos tres minutos que él le dedico a sus labios. No iba a quedarse atrás en ese tema. Ella esperaba que la hubiese cogido en brazos, o se habrían dado un buen golpe. Lo llevó hasta la pared de la habitación y allí estando en brazos empezó a besarlo con fuerza. Movía su cintura contra la entrepierna de él para provocarlo y que la tomase allí mismo. Mordió un poco su lengua y después lamió sus orejas con cuidado, se lo estaba pasando demasiado bien.
- Como te quiero. – Le dijo de forma cariñosa rodeando su cuello con los brazos y abrazándose con las piernas a su cintura de forma que lo tuviese atrapado para ella.
Dio un fuerte movimiento para arrojarlos a ambos a la cama y quedar ella sobre él, abrazada con ambas entrepiernas en contacto y empezando a moverse mientras le besaba. En un movimiento bastante lento y sensual hizo que él entrase y gimió con muchísima fuerza en su boca, solo para empezar a moverse sobre él. Su cuerpo temblaba de gusto y de placer y su lengua lo mostraba haciendo movimientos muy lentos y simples. Era como si estuviese bailando sobre su chico, haciendo movimientos circulares con su cadera y aumentando la velocidad para volverlo loco como a ella le gustaba. Susurró entonces en sus labios con un tono dulce y suplicante.
- C-cielo… N-no puedo parar…
- De eso nada, soy yo la que va a tomarte a ti, de modo que ven aquí.
Milena sonrió de forma siniestra y tras colocarse en pie saltó hacia él como si de una fiera fuese. De nuevo le besó devolviéndole esos tres minutos que él le dedico a sus labios. No iba a quedarse atrás en ese tema. Ella esperaba que la hubiese cogido en brazos, o se habrían dado un buen golpe. Lo llevó hasta la pared de la habitación y allí estando en brazos empezó a besarlo con fuerza. Movía su cintura contra la entrepierna de él para provocarlo y que la tomase allí mismo. Mordió un poco su lengua y después lamió sus orejas con cuidado, se lo estaba pasando demasiado bien.
- Como te quiero. – Le dijo de forma cariñosa rodeando su cuello con los brazos y abrazándose con las piernas a su cintura de forma que lo tuviese atrapado para ella.
Dio un fuerte movimiento para arrojarlos a ambos a la cama y quedar ella sobre él, abrazada con ambas entrepiernas en contacto y empezando a moverse mientras le besaba. En un movimiento bastante lento y sensual hizo que él entrase y gimió con muchísima fuerza en su boca, solo para empezar a moverse sobre él. Su cuerpo temblaba de gusto y de placer y su lengua lo mostraba haciendo movimientos muy lentos y simples. Era como si estuviese bailando sobre su chico, haciendo movimientos circulares con su cadera y aumentando la velocidad para volverlo loco como a ella le gustaba. Susurró entonces en sus labios con un tono dulce y suplicante.
- C-cielo… N-no puedo parar…
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