Erik Carter
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El mapa era complejo y grande, pero memorizar solo un par de salas antes y después de la posición actual no parecía tan complicado. A ello estaba cuando una sombra del tamaño de un perro se deslizó por el límite de la vista del joven deportista. Alzó la vista al tiempo que otro marine que, al igual que él, también tenía la cara enterrada en el mapa.
Pirómanos, fanáticos del orden, borrachos y cerrajeros, todos parecían enormemente ocupados, o al menos entretenidos, como para percatarse de la sombra. Y, siendo sinceros, era poco probable que una cosita de ese tamaño supusiera un problema para semejantes monstruos, por lo que no tenía demasiado sentido que se preocupasen por ello. Para eso había novatos.
Erik no necesitaba escuchar a sus dos camaradas marines para decidir lo que hacer, pero aun así lo hizo, por educación y porque ya sentía amistad por Bizvan.
-Yo también lo he visto. Nadie más parece haberse percatado, y no queda demasiado que hacer aquí, así que vayamos a investigar, esta misión es demasiado importante como para dejar pasar ningún detalle. Adelante.
Pirómanos, fanáticos del orden, borrachos y cerrajeros, todos parecían enormemente ocupados, o al menos entretenidos, como para percatarse de la sombra. Y, siendo sinceros, era poco probable que una cosita de ese tamaño supusiera un problema para semejantes monstruos, por lo que no tenía demasiado sentido que se preocupasen por ello. Para eso había novatos.
Erik no necesitaba escuchar a sus dos camaradas marines para decidir lo que hacer, pero aun así lo hizo, por educación y porque ya sentía amistad por Bizvan.
-Yo también lo he visto. Nadie más parece haberse percatado, y no queda demasiado que hacer aquí, así que vayamos a investigar, esta misión es demasiado importante como para dejar pasar ningún detalle. Adelante.
- Resumen:
- Rezar por haber conseguido memorizar algo del mapa, atender a la conversación y unirme a la caza de la sombra.
-Después de emborrachar a nuestro estratega no tienes derecho a reclamarme nada -le espetó, cogiendo el mojito con violencia. Era en cierta manera cierto que no estaba asumiendo el liderazgo del escuadrón, ¿pero qué podía hacer? Estaban en un laberinto, jugando a la búsqueda del tesoro sin ningún plan estructural que seguir ni un objetivo claro. Se estaban riendo de ellos, y él no podía hacer nada para evitarlo: El chico listo, el que debía resolver los acertijos, había sido emborrachado por la misma persona que ahora le reclamaba responsabilidades.
Se apartó del vicealmirante mientras examinaba cuidadosamente la sala, paseando y reflexionando brevemente sobre la situación en la que se encontraban. Al borde de la debacle, sin apenas esperanza, encerrados en un simple laberinto...
-No, tú no sabes cuándo ser serio -recriminó, clavando la mirada por un instante en Jack. ¿Cómo podía su amigo estropearle el apocalipsis? Ni siquiera era capaz ya de disfrutar el mojito, a pesar de que estaba de muerte.
Arrojó el vaso contra el suelo con todas sus fuerzas, viendo cómo el alcohol se desparramaba y el vaso estallaba en mil pedazos. No podía beber en ese momento, necesitaba sus sentidos al cien por cien como mínimo. ¿Qué haría Arthur? Obvio la respuesta obvia de "ordenar atriles" y se concentró en examinar el lugar: Restos de cortinas, humo, tuberías, atriles, una puerta con muchas cerraduras, llaves por... ¿Llaves? ¿Estaban debajo de los atriles? Como mínimo habían aparecido justo donde antes se encontraban estos... ¿Por qué?
Fue cogiéndolas una a una y guardándolas en el bolsillo mientras contaba hasta treinta pequeñas piezas de distintos metales. Por desgracia, como comprobó segundos más tarde, faltaba una última. Para más inri, Jack estaba haciendo el equivalente Marine a meter el pene por una cerradura. Qué bien.
-Si eso falla, prueba con esto -dijo, enseñando las llaves al oficial-. Novato, busca por el suelo. Leiren, da la vuelta a cada atril. Arthur, busca por las tuberías una llave. Y tú... -Miró al comodoro, que ya se había alejado levemente, pero con suerte aún podría escuchar sus palabras-: Cualquiera de estos acertijos de abuela podría apagar la aguja. A lo mejor incluso se apaga solo si resolvemos todos. Por lo que sabemos, una vez en su juego no seguirlo solo puede traernos problemas.
Una vez dicho aquello se acercó a examinar cada atril que Leiren dejase dado la vuelta, buscando una pista: Podía ser una llave, podía ser una oquedad... Contó los atriles una vez más antes de empezar, no fuesen a ser treinta y estuviese perdiendo el tiempo.
Se apartó del vicealmirante mientras examinaba cuidadosamente la sala, paseando y reflexionando brevemente sobre la situación en la que se encontraban. Al borde de la debacle, sin apenas esperanza, encerrados en un simple laberinto...
-No, tú no sabes cuándo ser serio -recriminó, clavando la mirada por un instante en Jack. ¿Cómo podía su amigo estropearle el apocalipsis? Ni siquiera era capaz ya de disfrutar el mojito, a pesar de que estaba de muerte.
Arrojó el vaso contra el suelo con todas sus fuerzas, viendo cómo el alcohol se desparramaba y el vaso estallaba en mil pedazos. No podía beber en ese momento, necesitaba sus sentidos al cien por cien como mínimo. ¿Qué haría Arthur? Obvio la respuesta obvia de "ordenar atriles" y se concentró en examinar el lugar: Restos de cortinas, humo, tuberías, atriles, una puerta con muchas cerraduras, llaves por... ¿Llaves? ¿Estaban debajo de los atriles? Como mínimo habían aparecido justo donde antes se encontraban estos... ¿Por qué?
Fue cogiéndolas una a una y guardándolas en el bolsillo mientras contaba hasta treinta pequeñas piezas de distintos metales. Por desgracia, como comprobó segundos más tarde, faltaba una última. Para más inri, Jack estaba haciendo el equivalente Marine a meter el pene por una cerradura. Qué bien.
-Si eso falla, prueba con esto -dijo, enseñando las llaves al oficial-. Novato, busca por el suelo. Leiren, da la vuelta a cada atril. Arthur, busca por las tuberías una llave. Y tú... -Miró al comodoro, que ya se había alejado levemente, pero con suerte aún podría escuchar sus palabras-: Cualquiera de estos acertijos de abuela podría apagar la aguja. A lo mejor incluso se apaga solo si resolvemos todos. Por lo que sabemos, una vez en su juego no seguirlo solo puede traernos problemas.
Una vez dicho aquello se acercó a examinar cada atril que Leiren dejase dado la vuelta, buscando una pista: Podía ser una llave, podía ser una oquedad... Contó los atriles una vez más antes de empezar, no fuesen a ser treinta y estuviese perdiendo el tiempo.
- Resumen:
- Cabrearse con Jack, buscar la última llave.
Ichizake
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A Gerald le importaba entre poco y nada la extraña ciencia numerística que tan entretenidos tenía a White y Black. Esas artes le eran totalmente ajenas, por lo que ni se molestó en intentar entender a qué se refería su socio cuando hablaba de números primos y otra sarta de sandeces. Le preocupaba bastante más el amago de lucha entre los dos piratas que se encaraban a tan solo un metro de ellos. En realidad, tan solo uno de ellos parecía tener intenciones bélicas, pero no pensaba confiarse. Sondeó a ambos con el haki y, aunque descubrió que el viejo de la toga era más fuerte, la presencia del hombre parcheado le resultó aterradora. Era como si estuviese mirando a los ojos a un monstruo, a un demonio. Tuvo que hacer un verdadero acopio de fuerza de voluntad para no desenvainar como acto de defensa.
Entró en la siguiente sala antes de que esas dos bestias posasen sus ojos sobre él o sus acompañantes, aprovechando que estaban hablando entre ellos. Curioso, sin duda. Los piratas eran una gentuza desconcertante.
La estancia estaba completamente fuera de lugar. Colorida y limpia, rebosante de dulces aromas y pastas de exquisita confitería. La mesa de té era lo último que Gerald había esperado encontrarse en el fin del mundo, lo que le indicaba que la mente maestra que estuviese detrás de todo quizás no se mantenía muy cuerdo. No era de extrañar, de todos modos. Intentar destruir el mundo entero era irracional incluso para un ególatra y poderoso villano. También cabía la posibilidad de que hubiesen dado con una sala dispuesta para el, por el momento, inexistente personal de la torre, pero sería de necios fiarse. Tanto como lo sería quedarse con la duda.
"Come", ordenó mentalmente al mismo tiempo que un flujo de ideas sobre lo agradable que sería relajarse y probar aquellas viandas manaba en dirección al cerebro de la bestia que era Black. Si alguien tenía que morir envenenado, mejor que fuese él. Por otro lado, esa cosa comía lenguas humanas; posiblemente un veneno normal no bastase para acabar con él. En fin, si vomitaba sangre también obtendría la respuesta que buscaba.
-No me parece prudente... -Empezó a decir al ver como su manipulación surtía efecto. Tenía que disimular un poco, ¿no? -Como gustes. Bien, White, vos diréis.
Entró en la siguiente sala antes de que esas dos bestias posasen sus ojos sobre él o sus acompañantes, aprovechando que estaban hablando entre ellos. Curioso, sin duda. Los piratas eran una gentuza desconcertante.
La estancia estaba completamente fuera de lugar. Colorida y limpia, rebosante de dulces aromas y pastas de exquisita confitería. La mesa de té era lo último que Gerald había esperado encontrarse en el fin del mundo, lo que le indicaba que la mente maestra que estuviese detrás de todo quizás no se mantenía muy cuerdo. No era de extrañar, de todos modos. Intentar destruir el mundo entero era irracional incluso para un ególatra y poderoso villano. También cabía la posibilidad de que hubiesen dado con una sala dispuesta para el, por el momento, inexistente personal de la torre, pero sería de necios fiarse. Tanto como lo sería quedarse con la duda.
"Come", ordenó mentalmente al mismo tiempo que un flujo de ideas sobre lo agradable que sería relajarse y probar aquellas viandas manaba en dirección al cerebro de la bestia que era Black. Si alguien tenía que morir envenenado, mejor que fuese él. Por otro lado, esa cosa comía lenguas humanas; posiblemente un veneno normal no bastase para acabar con él. En fin, si vomitaba sangre también obtendría la respuesta que buscaba.
-No me parece prudente... -Empezó a decir al ver como su manipulación surtía efecto. Tenía que disimular un poco, ¿no? -Como gustes. Bien, White, vos diréis.
Steve
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La puerta no fue un problema, dejando a ver una habitación amplia. Olía a cerrado, pero estaba bien iluminado. En general era una habitación bastante sosa, presentando solo una mesa en el medio de la zona. A su alrededor, un montón de baldosas de diferentes colores. Me acerqué hasta la zona central, sin pisar los azulejos. Miré la mesa, vacía, parca, como si exigiera un tributo que poner sobre ella, un jarrón de flores o un tapete. Era una madera demasiado marrón para esa habitación, una forma circular para nada eficiente con la habitación cerrada y cuadricular, dejando entrever la dicotomía de la habitación. Encima, estaba en un lugar que ni si quiera era sencillo de acceder, a diferencia de lo simple que era, con lo complejo del pensamiento de quien lo creo y el sentimiento que quería dar. Sin duda alguna, el dueño no deseaba esa estancia y debía deshacerse de ella. Decidí ignorar la mesa, pues me ponía de los nervios lo poco bien decorada y posicionada que estaba en esa habitación.
Volví a vagar con la mirada por la habitación, buscando algo que hacer, o algo que me llamara la atención. Y ahí estaba, como un cartel luminoso del mejor burdel, uno de los azulejos brillaba. No era el tipo más brillante, ni el más colorido, por lo que no se veía debido a que la habitación ya estaba iluminada si no te fijabas un poco. Me acerqué, como si estuviera temeroso de ellas, al igual que una polilla acercándose a una linterna, sin saber si me quemaría.
Alargué la pierna, presionando levemente una de las baldosas de colores vivos, pasando todo mi peso lentamente hacia esta. Tras la izquierda, levanté la derecha rápidamente para acabar por completo sobre la baldosa de color naranja. Era una sensación magnífica, el poder sentir como presionaba con mi propio peso la baldosa, y cual danza, empecé a moverme entre las baldosas, disfrutando más de lo que debería, cambiando la cadencia de mis movimientos, pasando por varias rápidamente, mientras que en otras me tomaba mi tiempo. El método era variado, tanto arrastrando los pies, como saltando cual canguro.
Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien haciendo ejercicio, si no me acordaba mal, menos de un día. Pero sin duda, no había sido con azulejos de colores que brillaran, eso seguro. Había oído a la chica decir que le avisáramos si veíamos algo activarse, a lo cual me giré, intentando ocultar futilmente la sonrisa que se me había dibujado al hacer el tonto con las baldosas.
- Si, claro. - solté rápidamente mientras me daba la vuelta y saltaba sobre otro azulejo -
Volví a vagar con la mirada por la habitación, buscando algo que hacer, o algo que me llamara la atención. Y ahí estaba, como un cartel luminoso del mejor burdel, uno de los azulejos brillaba. No era el tipo más brillante, ni el más colorido, por lo que no se veía debido a que la habitación ya estaba iluminada si no te fijabas un poco. Me acerqué, como si estuviera temeroso de ellas, al igual que una polilla acercándose a una linterna, sin saber si me quemaría.
Alargué la pierna, presionando levemente una de las baldosas de colores vivos, pasando todo mi peso lentamente hacia esta. Tras la izquierda, levanté la derecha rápidamente para acabar por completo sobre la baldosa de color naranja. Era una sensación magnífica, el poder sentir como presionaba con mi propio peso la baldosa, y cual danza, empecé a moverme entre las baldosas, disfrutando más de lo que debería, cambiando la cadencia de mis movimientos, pasando por varias rápidamente, mientras que en otras me tomaba mi tiempo. El método era variado, tanto arrastrando los pies, como saltando cual canguro.
Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien haciendo ejercicio, si no me acordaba mal, menos de un día. Pero sin duda, no había sido con azulejos de colores que brillaran, eso seguro. Había oído a la chica decir que le avisáramos si veíamos algo activarse, a lo cual me giré, intentando ocultar futilmente la sonrisa que se me había dibujado al hacer el tonto con las baldosas.
- Si, claro. - solté rápidamente mientras me daba la vuelta y saltaba sobre otro azulejo -
Roland von Klauswitz
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-Igual hay que darle un pequeño empujoncito -sugirió Kodama al ver el fiasco en que había resultado el intento de abrirse paso a través de la estructura de la torre-. Un toquecito con... Oh, ya está.
En cierto modo, pensar que Black no era capaz de tumbar un muro le había tranquilizado. Tal vez no fuese tan fuerte después de todo. Claro que, al final, la pared cayó, como era de esperar. El destino habría tenido muy mala baba al no permitir que un pirata tan reputado como aquél hiciese un agujero en un trozo de hormigón. "En fin. Allá vamos".
La selva recibió a Kodama con los brazos abiertos. Hierba creciendo entre la multitud de charcos diseminados por doquier, un ambiente cargado de una humedad casi palpable, hiedra trepando por entre las tuberías... El Roble se sentía casi como en casa. Cierto que él era un árbol de bosque, no de jungla, pero era como estar en su propia casa, solo que con otra decoración. En cualquier caso era refrescante encontrarse en un hábitat de su agrado por una vez. Esas guerras tenían la tendencia de librarse en zonas arrasadas y repletas de cemento y polución. Un poco de verde no les haría daño. Vale, eso no era del todo cierto; él tenía una parte de verde y había hecho daño a más de uno.
Su buen humor se vio arruinado cuando vio que un grupo de marines entraba a esa selva como si fuesen escolares en plena excursión.¿Es que no habían aprendido nada en la instrucción? Kodama les dio el alto con una potente orden cuyo eco fue devorado por las plantas que reinaban en la sala.
-No somos una panda de descontrolados tejones, ¿está claro? -les dijo a los que aún no habían cruzado la estancia del todo y a los que hubiese a sus espaldas-. Avanzaréis con cuidado, alertas y sin pisar ninguna planta. No nos dejéis mal delante de nuestros enemigos, haced el favor -Luego se dirigió hacia su extraño, criminal y draconiano aliado temporal-. Si no te importa, yo iré delante en esta zona. Te dejaré dirigir a ti cuando lleguemos a la sala de los reptiles.
Y dicho esto, se aventuró al interior de la curiosa jungla de vegetación y tuberías en dirección a las puertas del fondo, atento a los posibles peligros, pero también confiado de que sus congéneres no le harían daño alguno.
En cierto modo, pensar que Black no era capaz de tumbar un muro le había tranquilizado. Tal vez no fuese tan fuerte después de todo. Claro que, al final, la pared cayó, como era de esperar. El destino habría tenido muy mala baba al no permitir que un pirata tan reputado como aquél hiciese un agujero en un trozo de hormigón. "En fin. Allá vamos".
La selva recibió a Kodama con los brazos abiertos. Hierba creciendo entre la multitud de charcos diseminados por doquier, un ambiente cargado de una humedad casi palpable, hiedra trepando por entre las tuberías... El Roble se sentía casi como en casa. Cierto que él era un árbol de bosque, no de jungla, pero era como estar en su propia casa, solo que con otra decoración. En cualquier caso era refrescante encontrarse en un hábitat de su agrado por una vez. Esas guerras tenían la tendencia de librarse en zonas arrasadas y repletas de cemento y polución. Un poco de verde no les haría daño. Vale, eso no era del todo cierto; él tenía una parte de verde y había hecho daño a más de uno.
Su buen humor se vio arruinado cuando vio que un grupo de marines entraba a esa selva como si fuesen escolares en plena excursión.¿Es que no habían aprendido nada en la instrucción? Kodama les dio el alto con una potente orden cuyo eco fue devorado por las plantas que reinaban en la sala.
-No somos una panda de descontrolados tejones, ¿está claro? -les dijo a los que aún no habían cruzado la estancia del todo y a los que hubiese a sus espaldas-. Avanzaréis con cuidado, alertas y sin pisar ninguna planta. No nos dejéis mal delante de nuestros enemigos, haced el favor -Luego se dirigió hacia su extraño, criminal y draconiano aliado temporal-. Si no te importa, yo iré delante en esta zona. Te dejaré dirigir a ti cuando lleguemos a la sala de los reptiles.
Y dicho esto, se aventuró al interior de la curiosa jungla de vegetación y tuberías en dirección a las puertas del fondo, atento a los posibles peligros, pero también confiado de que sus congéneres no le harían daño alguno.
- Resumen:
- Entrar el primero en Selvalandia, que para eso tiene sabe él de plantas.
Ellie
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La mink no entendía nada. La escalera de caracol emitía sonidos, y pronto se dió cuenta de que eran notas musicales. Hubiera tocado sin cesar con sus piernas -algo nuevo para ella-, pero Giotto se le adelantó. Ellie se empezó a lamerse la pata de manera ininterrumpida a la par que observaba al marine, tarareando una canción al son de la música de Giotto en su mente.
Aquello era algo que le solía pasar. Se quedaba embobada con la música, y se imaginaba a ella misma tocándola. Desgraciadamente, Giotto no tenía otra cosa que hacer que fastidiarle el momento de solista, y su mente seguía embobada. Hasta que llegó el do. Ahí despertó y se acercó al marine.
- Yo también soy músico, ¿sabes? Pero Giotto llegó antes, así que está tocando él ese instrumento raro. ¿Cómo debería llamarse? ¿Escapiano? ¿Pianlera? Podíamos ponerle nombre. Piano caracol es el que más me gusta.
La mink, tras su enésima conversación, dejó de lamerse la pata y, esperando a que Giotto terminase, volvería a hablarle al marine, aunque ahora más tranquila.
- ¿Hay algo que se te de bien? Algo con lo que la gente flipe contigo. Que te digan dios, que bueno eres. Pero los papás no valen, porque ellos siempre te dicen que lo haces todo bien. Menos la cama… La cama nunca está bien hecha para una madre. ¿Y bien?
Aquello era algo que le solía pasar. Se quedaba embobada con la música, y se imaginaba a ella misma tocándola. Desgraciadamente, Giotto no tenía otra cosa que hacer que fastidiarle el momento de solista, y su mente seguía embobada. Hasta que llegó el do. Ahí despertó y se acercó al marine.
- Yo también soy músico, ¿sabes? Pero Giotto llegó antes, así que está tocando él ese instrumento raro. ¿Cómo debería llamarse? ¿Escapiano? ¿Pianlera? Podíamos ponerle nombre. Piano caracol es el que más me gusta.
La mink, tras su enésima conversación, dejó de lamerse la pata y, esperando a que Giotto terminase, volvería a hablarle al marine, aunque ahora más tranquila.
- ¿Hay algo que se te de bien? Algo con lo que la gente flipe contigo. Que te digan dios, que bueno eres. Pero los papás no valen, porque ellos siempre te dicen que lo haces todo bien. Menos la cama… La cama nunca está bien hecha para una madre. ¿Y bien?
- Resumen:
Nada.
Brynn
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El negro escuchó las palabras de sus compañeros. Primero el semigigante, quien quería abrirse paso a la fuerza, y después el hombre raro, que a su vez ejerció de líder. Por lo visto tenía algún tipo de poder que les permitiría cruzar el muro. Brynn asintió y se puso a la fila, agarrando la mano de Nailah. Justo en ese momento le diría algo a Spanner.
- Cuenta conmigo en esa sala, lo que tus ojos no vean, tu mente lo sentirá.
Y sin más, se marchó hacia atrás. Notó nerviosa a la ladrona, e intentó tranquilizarla acariciándole suavemente la mano, aunque a juzgar por la fuerza que la morena empleaba, no se encontraba demasiado bien.
- No te preocupes si no me ves al otro lado -le diría a su amiga-, estaré a tu lado, todo va a salir bien.
El viaje en sí fue raro. Transcurrió con tranquilidad, pero Brynn notó cómo le faltaba el aire, algo que jamás había experimentado y, sin duda, algo que no le gustaría volver a sentir. Durante el viaje, el pirata agarraría su daga con la mano libre, llegando a su destino siendo invisible. Quién sabe qué depararía la nueva sala, pero lo que sí que sabía sin rostro, era que el factor sorpresa era fundamental.
Aunque puede que la sorpresa se la llevase él.
- Cuenta conmigo en esa sala, lo que tus ojos no vean, tu mente lo sentirá.
Y sin más, se marchó hacia atrás. Notó nerviosa a la ladrona, e intentó tranquilizarla acariciándole suavemente la mano, aunque a juzgar por la fuerza que la morena empleaba, no se encontraba demasiado bien.
- No te preocupes si no me ves al otro lado -le diría a su amiga-, estaré a tu lado, todo va a salir bien.
El viaje en sí fue raro. Transcurrió con tranquilidad, pero Brynn notó cómo le faltaba el aire, algo que jamás había experimentado y, sin duda, algo que no le gustaría volver a sentir. Durante el viaje, el pirata agarraría su daga con la mano libre, llegando a su destino siendo invisible. Quién sabe qué depararía la nueva sala, pero lo que sí que sabía sin rostro, era que el factor sorpresa era fundamental.
Aunque puede que la sorpresa se la llevase él.
- Resumen:
Intentar tranquilizar a Nailah.
Hablar con Spanner.
Llegar a la nueva sala invisible.
Eric Zor-El
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—A expensas de resultar monoto…, monoti… —el salvaje cerró los ojos durante un segundo y respiró hondo, intentando recordar el significado de la palabra que quería usar—. ¿monotemático? —dijo al fin, con ligero tono de pregunta, esperando que Dretch le diera señal alguna de que era la respuesta correcta—. En mi tribu hay una gran cantidad de dichos y refranes, como ya sabes —continuó—. Y solemos decir que mejor fracasar y morir de la mano de un hermano, que triunfar de la mano de un felón. No soy conocedor de las circunstancias que ha llevado a la rigidez de la situación. Pero usando tu símil, si fuera mi isla la que estuviera en juego, me juntaría con el primer pelele tuerto del mar azul que me callera bien, e intentaría que no perdiera un brazo; otra vez me refiero —dicho aquello, esbozó una fuerte carcajada, mientras golpeaba de forma poco sutil a su amigo en la espalda.
El salvaje estaba descontento por tener que seguir a un hombrecillo amorfo, cuya perpleja cara al observar el mapa no daba ninguna confianza a sus labores como orientador. Las ganas de arrebatarle el plano y autoproclamarse como único guía de aquel improvisado grupo durante la expedición, dentro de aquel esperpento metálico, cada vez eran más grandes.
«¿Quién en su sano juicio osaría dejarle un plano a un sujeto tan inepto como éste?», se preguntó Eric, gruñendo al ver que daban con un callejón sin salida, poco antes de continuar hasta la siguiente sala.
Por respeto a la autoridad que impartía su compañero Dretch para con sus semejantes, se mantuvo callado, echando miradas de complicidad a Kenzo para hacerle saber cuál era su estado anímico y emocional. El shandiano era una persona a la que no le gustaba recibir órdenes, algo que le había llevado a tener algún pequeño conflicto verbal con Zuko, su comodoro, aunque nada que no hubieran arreglado minutos después.
Se toparon de frente contra una puerta de metal, en cuyo arco tenía inscrito cuatro palabras. Al lado, unas teclas que, seguramente, funcionaban con algún tipo de electricidad. Entonces, uno pequeño insecto robótico comenzó a emitir una conversación. Una de las voces era la del peliverde, pero la otra no la conocía. Su tono denotaba familiaridad, y el agente inhabilitó y se lo devolvió al agente de las armas de fuego. A Eric no le gustaban los tiradores, los consideraba gente deplorable, y su aspecto tampoco le agradaba.
—Kenzo —llamó a su sargento, y se susurró al oído algo para que solo lo entendiera él. Era una orden para que vigilara al agente, cuyo nombre desconocía. Había algo que no le gustaba, ¿el qué? A saber, pero no le daban buenas vibraciones—. ¿Entendido?
Dicho aquello, miró al suelo. Estaba completamente cubierto de peces poco apetitosos, y cuyos dientes ensangrentados dejaban claro que habían probado la delicatesen que era la carne humana; o eso era lo que había escuchado, que era sabrosa. Aunque él seguía prefiriendo el cordero, el jabalí o la carne de rey marino. Tras eso, adelantó su pierna izquierda, mientras flexionaba su brazo derecho y lo hacía retroceder, para después enviarlo con fuerza hacia adelante y lanzar una potente onda de choque, cuya fuerza sería tan grande que parecería un gran ataque sólido. Eso, unido a su fuerza, sería suficiente para acabar con ellas y que no los molestasen más.
—Malditos peces —dijo, pensando la última vez que atacó a uno, aunque aquella vez se trataba de un alto cargo de la marina.
El salvaje estaba descontento por tener que seguir a un hombrecillo amorfo, cuya perpleja cara al observar el mapa no daba ninguna confianza a sus labores como orientador. Las ganas de arrebatarle el plano y autoproclamarse como único guía de aquel improvisado grupo durante la expedición, dentro de aquel esperpento metálico, cada vez eran más grandes.
«¿Quién en su sano juicio osaría dejarle un plano a un sujeto tan inepto como éste?», se preguntó Eric, gruñendo al ver que daban con un callejón sin salida, poco antes de continuar hasta la siguiente sala.
Por respeto a la autoridad que impartía su compañero Dretch para con sus semejantes, se mantuvo callado, echando miradas de complicidad a Kenzo para hacerle saber cuál era su estado anímico y emocional. El shandiano era una persona a la que no le gustaba recibir órdenes, algo que le había llevado a tener algún pequeño conflicto verbal con Zuko, su comodoro, aunque nada que no hubieran arreglado minutos después.
Se toparon de frente contra una puerta de metal, en cuyo arco tenía inscrito cuatro palabras. Al lado, unas teclas que, seguramente, funcionaban con algún tipo de electricidad. Entonces, uno pequeño insecto robótico comenzó a emitir una conversación. Una de las voces era la del peliverde, pero la otra no la conocía. Su tono denotaba familiaridad, y el agente inhabilitó y se lo devolvió al agente de las armas de fuego. A Eric no le gustaban los tiradores, los consideraba gente deplorable, y su aspecto tampoco le agradaba.
—Kenzo —llamó a su sargento, y se susurró al oído algo para que solo lo entendiera él. Era una orden para que vigilara al agente, cuyo nombre desconocía. Había algo que no le gustaba, ¿el qué? A saber, pero no le daban buenas vibraciones—. ¿Entendido?
Dicho aquello, miró al suelo. Estaba completamente cubierto de peces poco apetitosos, y cuyos dientes ensangrentados dejaban claro que habían probado la delicatesen que era la carne humana; o eso era lo que había escuchado, que era sabrosa. Aunque él seguía prefiriendo el cordero, el jabalí o la carne de rey marino. Tras eso, adelantó su pierna izquierda, mientras flexionaba su brazo derecho y lo hacía retroceder, para después enviarlo con fuerza hacia adelante y lanzar una potente onda de choque, cuya fuerza sería tan grande que parecería un gran ataque sólido. Eso, unido a su fuerza, sería suficiente para acabar con ellas y que no los molestasen más.
—Malditos peces —dijo, pensando la última vez que atacó a uno, aunque aquella vez se trataba de un alto cargo de la marina.
Rainbow662
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Qué satisfactorio fue oír como el rostro de aquel viejales medio calvo saboreaba el muro. Y el tío ni se había quejado, lo que quería decir que, o bien estaba muerto, o era alguien fuerte. Como su cráneo no había estallado en pedazos como un melón bajo la pata de un caballo, era lógico suponer que seguía vivo. Bien, porque sino, ¿cómo iba a contraatacar? Habría sido muy difícil soltar estrés con alguien incapaz de defenderse y darle un rato de combate intenso. Lo que no se esperaba era que aquel tipo fuese tan estúpidamente calmado.
Arribor notó como la ira cedía paso a la confusión. Le resultaba tan antinatural que el cara-pared le hablase como el idioma en que lo hacía. ¿Estaba loco? ¿Y si lo había dejado tonto con el golpe? Eso habría estado mal; matar o herir era una cosa, pero nunca había causado problemas mentales a nadie. Si ese tipo iba a ir por ahí babeando y sin acordarse de su nombre tal vez hubiese sido mejor lo del melón y el caballo.
Gracias al cielo por la traductora.
-¿Que por qué le he atacado? ¿En serio? -Arribor no se lo podía creer. ¿Qué clase de pregunta estúpida era ésa? Que por qué le había atacado. Indignante-. ¿Cómo que por qué? Pues porque... Porque... -Estuvo balbuceando un rato más, sin saber muy bien cómo responder-. Pero qué... ¿Cómo...? Oh, a la mierda.
Esa irritante pareja le había fastidiado el combate. Tras unos segundos soportando la mirada de bobo del vejestorio con cara de caballo se le había pasado hasta el enfado. Ya solo quedaba una vaga sensación de frustración, pero ni rastro de las ganas de pelear. Vaya noche de mierda...
Para colmo, la morsa apareció otra vez. El maldito animal saltó de su abrigo repentinamente, lo que solo podía deberse a una cosa: había olido comida. Franklin solo interrumpía su siesta cuando se ponía a comer. Arribor vio cómo avanzaba a saltos hacia unas escaleras y empezaba a subirlas aupando con sus aletas su grasiento cuerpo. Ni siquiera le apetecía perseguirla. Además, no era lo único que se le había escapado.
Se giró hacia Zack y le pidió un favor:
-¿Te ocupas tú del bicho? Que no coma demasiado o luego vomitará por ahí. Y no dejes que te arrastre muy lejos. Yo mientras voy a secuestrar otra vez a la princesita. Esta torre empieza a ser un coñazo...
Arribor se elevó y rehizo su camino hacia donde había dejado al resto del grupo. Si el guaperas de cabellos de oro creía que iba a librarse de él, lo llevaba claro. Era su baza para llegar al final del edificio, a la azotea o a donde cuernos hubiese que llegar. Y, qué coño, también olía muy bien.
Arribor notó como la ira cedía paso a la confusión. Le resultaba tan antinatural que el cara-pared le hablase como el idioma en que lo hacía. ¿Estaba loco? ¿Y si lo había dejado tonto con el golpe? Eso habría estado mal; matar o herir era una cosa, pero nunca había causado problemas mentales a nadie. Si ese tipo iba a ir por ahí babeando y sin acordarse de su nombre tal vez hubiese sido mejor lo del melón y el caballo.
Gracias al cielo por la traductora.
-¿Que por qué le he atacado? ¿En serio? -Arribor no se lo podía creer. ¿Qué clase de pregunta estúpida era ésa? Que por qué le había atacado. Indignante-. ¿Cómo que por qué? Pues porque... Porque... -Estuvo balbuceando un rato más, sin saber muy bien cómo responder-. Pero qué... ¿Cómo...? Oh, a la mierda.
Esa irritante pareja le había fastidiado el combate. Tras unos segundos soportando la mirada de bobo del vejestorio con cara de caballo se le había pasado hasta el enfado. Ya solo quedaba una vaga sensación de frustración, pero ni rastro de las ganas de pelear. Vaya noche de mierda...
Para colmo, la morsa apareció otra vez. El maldito animal saltó de su abrigo repentinamente, lo que solo podía deberse a una cosa: había olido comida. Franklin solo interrumpía su siesta cuando se ponía a comer. Arribor vio cómo avanzaba a saltos hacia unas escaleras y empezaba a subirlas aupando con sus aletas su grasiento cuerpo. Ni siquiera le apetecía perseguirla. Además, no era lo único que se le había escapado.
Se giró hacia Zack y le pidió un favor:
-¿Te ocupas tú del bicho? Que no coma demasiado o luego vomitará por ahí. Y no dejes que te arrastre muy lejos. Yo mientras voy a secuestrar otra vez a la princesita. Esta torre empieza a ser un coñazo...
Arribor se elevó y rehizo su camino hacia donde había dejado al resto del grupo. Si el guaperas de cabellos de oro creía que iba a librarse de él, lo llevaba claro. Era su baza para llegar al final del edificio, a la azotea o a donde cuernos hubiese que llegar. Y, qué coño, también olía muy bien.
- Resumen. Lys y Nameless, yo me lo leería:
- Pasar del aburrido de Julio César - Ver como Franklin sigue el rastro del té y las pastas - Pedirle a Zack que la recoja - Volver atrás para raptar otra vez a Yarmin
Gareth Silverwing
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La cosa no iba bien, a pesar de lo bien que había ordenado los atriles lo único de lo que había servido era para encontrar unas llaves para las cerraduras de la puerta. Pero si mi sentido de contar estaba en orden nos faltaba una, eso eran buenas noticias, un número impar significaba que todavía no veía doble.
De todas formas nuestra familia se desmoronaba cuando vi que Al se había enfadado con Jack. Él no había hecho nada malo, sólo se había preocupado por nosotros, era su forma de ser, sonreía para que las situaciones serias no nos superasen, era la luz que nos mantenía juntos. Pero Al no no veía así, puede que en este caso la responsabilidad le hubiese superado y ahora estaba descargando su frustración sobre Jack. Yo no quería que esto sucediese, éramos una familia unida, y ninguna puerta ni aguja ni el fin del mundo podría con nosotros.
- S-Si encuentro la llave ¿Dejarás de estar enfadado con Jack? - Pregunté a Al con la mirada baja y lágrimas en los ojos. Como un niño que no puede soportar ver pelear a sus padres. - No quiero que hagáis esto, no delante de Leiren, por eso voy a encontrar la llave y vamos a salir todos de aquí. - Dije medio sollozando.
Miré el mojito derramado en el suelo, la parte que quedaba expuesta a las tuberías calientes se estaba evaporando con más rapidez. Esto me dio una idea. Puse la mano en el suelo y empecé a absorber la temperatura lentamente, lo suficiente como para generar una diferencia de dos o tres grados en toda la zona. Si había en algún sitio algún elemento con más conductividad de la cuenta, dentro de un material que no correspondía, significaba que podría ser la llave, o un equivalente. Sea en las tuberías, el suelo o en cualquier otra parte, si detectaba algo iría a agarrarlo lo más rápido posible, rompiendo lo que sea que quedase de por medio. Si era una llave la introduciría en la cerradura que faltaba. Todo esto si el plan de Jack fallaba.
De todas formas nuestra familia se desmoronaba cuando vi que Al se había enfadado con Jack. Él no había hecho nada malo, sólo se había preocupado por nosotros, era su forma de ser, sonreía para que las situaciones serias no nos superasen, era la luz que nos mantenía juntos. Pero Al no no veía así, puede que en este caso la responsabilidad le hubiese superado y ahora estaba descargando su frustración sobre Jack. Yo no quería que esto sucediese, éramos una familia unida, y ninguna puerta ni aguja ni el fin del mundo podría con nosotros.
- S-Si encuentro la llave ¿Dejarás de estar enfadado con Jack? - Pregunté a Al con la mirada baja y lágrimas en los ojos. Como un niño que no puede soportar ver pelear a sus padres. - No quiero que hagáis esto, no delante de Leiren, por eso voy a encontrar la llave y vamos a salir todos de aquí. - Dije medio sollozando.
Miré el mojito derramado en el suelo, la parte que quedaba expuesta a las tuberías calientes se estaba evaporando con más rapidez. Esto me dio una idea. Puse la mano en el suelo y empecé a absorber la temperatura lentamente, lo suficiente como para generar una diferencia de dos o tres grados en toda la zona. Si había en algún sitio algún elemento con más conductividad de la cuenta, dentro de un material que no correspondía, significaba que podría ser la llave, o un equivalente. Sea en las tuberías, el suelo o en cualquier otra parte, si detectaba algo iría a agarrarlo lo más rápido posible, rompiendo lo que sea que quedase de por medio. Si era una llave la introduciría en la cerradura que faltaba. Todo esto si el plan de Jack fallaba.
- Resumen:
- Absorber la temperatura de la sala para detectar si hay algo con una conductividad diferente al material en el que está, ya sea en el suelo o paredes, cortinas o tuberías.
Midorima Shintaro
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El camino era más bien lento. Por un pequeño fallo en la lectura del mapa, había llevado al grupo a un callejón sin salida, pero nada que no supiera un problema al devolverse y seguir caminando por donde era correcto hacerlo. Mientras el grupo avanzaba, no hubo mucha conversación y, por ahora, estaba bien. Tampoco pensaba hablar mucho más de la cuenta, casi parecía que cada cosa que salía de su boca era para peor. El tema de robarle las papasfritas al capitán quedaba chico al hablar con Dexter. Negó con la cabeza mientras se concentraba en liderar bien el grupo. ¿Qué tipo de sorpresas esperaban? Tenía ciertas ganas de averiguarlo pronto, pero también quería tratar de hacer que su actuación en esta misión fuera lo suficiente como para que su, supuesto pasado criminal que debían tener en la mente sus compañeros, no pesara tanto como su presente.
Suspiró. Llegaron a una sala y al final de esta, una puerta. La vio y tenía un teclado numérico, en las partes laterales de la puerta, cuatro palabras. ”Oh, genial, un código” —pensó mientras caía en cuenta que había agua cerca de ellos, aunque lo realmente peligroso eran las pirañas. Iba a intentar descifrar el código, pero fue Taylor la que se le adelantó y, de hecho, al escuchar como deducía la solución se quedó tranquilo. Seguramente, no habría llegado a una conclusión muy diferente. No tenía ninguna intención de encargarse de las pirañas y Dretch ya había sacado su revolver para encargarse de ellas, pero fue Eric el que dio el primer paso y de una onda hizo que la gran mayoría saliera volando. ”Menudo poder de destrucción…” —se dijo a sí mismo mientras veía las cosas.
Finalmente, Taylor ingresó la solución. 5655. ¿Era la correcta? No lo sabía, pero teniendo en cuenta el poder de destrucción que tenía Eric, la idea de tirarla abajo no se veía tan imposible. Aunque claro, seguramente, fuera la respuesta correcta, ¿no? No era un acertijo tan complicado por lo que había visto. Se quedó en silencio, sin opinar y solo esperando que fuera la correcta. Si la puerta se abría, solo tendrían que seguir avanzando y superar las siguientes pruebas.
—Si todo son acertijos, podríamos estar aquí todo un año… —susurró.
Según el mapa, solo tenían que seguir derecho. Así si la puerta se abría, solo tenían que avanzar en línea recta y deberían llegar a las siguientes salas.
Suspiró. Llegaron a una sala y al final de esta, una puerta. La vio y tenía un teclado numérico, en las partes laterales de la puerta, cuatro palabras. ”Oh, genial, un código” —pensó mientras caía en cuenta que había agua cerca de ellos, aunque lo realmente peligroso eran las pirañas. Iba a intentar descifrar el código, pero fue Taylor la que se le adelantó y, de hecho, al escuchar como deducía la solución se quedó tranquilo. Seguramente, no habría llegado a una conclusión muy diferente. No tenía ninguna intención de encargarse de las pirañas y Dretch ya había sacado su revolver para encargarse de ellas, pero fue Eric el que dio el primer paso y de una onda hizo que la gran mayoría saliera volando. ”Menudo poder de destrucción…” —se dijo a sí mismo mientras veía las cosas.
Finalmente, Taylor ingresó la solución. 5655. ¿Era la correcta? No lo sabía, pero teniendo en cuenta el poder de destrucción que tenía Eric, la idea de tirarla abajo no se veía tan imposible. Aunque claro, seguramente, fuera la respuesta correcta, ¿no? No era un acertijo tan complicado por lo que había visto. Se quedó en silencio, sin opinar y solo esperando que fuera la correcta. Si la puerta se abría, solo tendrían que seguir avanzando y superar las siguientes pruebas.
—Si todo son acertijos, podríamos estar aquí todo un año… —susurró.
Según el mapa, solo tenían que seguir derecho. Así si la puerta se abría, solo tenían que avanzar en línea recta y deberían llegar a las siguientes salas.
- Resumen:
- Avanzar. Ver a Taylor poner la solución del acertijo (esperemos (?)), si la puerta se abre, empezar a avanzar. Pasar de la sala 6 donde estamos y llegar a la 12 (son dos salas porque tenemos mapa)
Ryuichi Ichiban
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El gigante dejó escapar un sonoro "jojojo" cuando el marine utilizó un extraño movimiento para librarse de las pirañas. Se rascó una nalga desnuda mientras pensaba en que, tal vez, algún día debería pedirle a aquella persona echar un combate. ¿Quién sabe? Lo mismo el resultado era divertido. Caminó hasta la puerta, donde había un extraño teclado con números que el cazador, en su analfabetismo, no reconocía. La chica enana del pelo rosa tocó alguna de las teclas mientras murmuraba cosas que el ogro no entendía ni le interesaban, pues ya había echado la cabeza hacia atrás mientras se hurgaba la nariz.
–¿Importa tanto poner un número? Seguro que puedo echar la puerta abajo de una hostia.
Y lo haría, en el caso de que el código no fuese correcto. Sin embargo, había decidido confiar en que los que allí se encontraban tenían algo de lo que el gigante carecía en gran medida: intelecto. Aunque en aquel momento el gigante tenía algo en gran medida que los otros carecían, ¿eeeeeeeh?
Se sacó el dedo de la nariz y tiró el moco dirección al peliverde, sin darse cuenta de que estaba allí. Después bostezaría, aburrido. No quería puzzles, no quería acertijos. Quería un bicho grande al cual dar de hostias hasta reventar. ¿Era mucho pedir? No sé, un oso, o un gorila... O puede que otro hombre grande, como él. Lo cierto es que tenía ganas de pelear y toda aquella situación le estaba dejando las bolas azules. No literalmente, claro.
–¿Importa tanto poner un número? Seguro que puedo echar la puerta abajo de una hostia.
Y lo haría, en el caso de que el código no fuese correcto. Sin embargo, había decidido confiar en que los que allí se encontraban tenían algo de lo que el gigante carecía en gran medida: intelecto. Aunque en aquel momento el gigante tenía algo en gran medida que los otros carecían, ¿eeeeeeeh?
Se sacó el dedo de la nariz y tiró el moco dirección al peliverde, sin darse cuenta de que estaba allí. Después bostezaría, aburrido. No quería puzzles, no quería acertijos. Quería un bicho grande al cual dar de hostias hasta reventar. ¿Era mucho pedir? No sé, un oso, o un gorila... O puede que otro hombre grande, como él. Lo cierto es que tenía ganas de pelear y toda aquella situación le estaba dejando las bolas azules. No literalmente, claro.
- Resumen:
- Esperar que se abra la puerta
Dexter Black
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-Digamos que se la debía -contestó al árbol- por romperle una espada... Y la columna. Ya te contaré.
Tras el golpe el muro se derrumbó, para gozo y algarabía de todos los presentes. De hecho, Dexter estuvo a punto de proferir un emotivo "weee" mientras la delgada línea se transformaba en una fisura y sus ramificaciones, finalmente, terminaban por hundir la pared para dar lugar a una jungla. ¿Por qué un ecosistema sobrevivía ahí? ¿Por qué habían puesto un ecosistema ahí? Había preguntas que, sin más, peleaban contra la lógica de cualquier ser con raciocinio.
-Lo cierto es que no sé nada de animales -respondió. Era más o menos cierto, ya que aunque conocía los principios fundamentales de la química orgánica y el funcionamiento de los organismos en general no tenía ni idea de zoología. Mucho menos de una rama tan compleja del árbol evolutivo. "Je, árbol"-. Lo ideal será que dirijas tú incluso ahí.
Tenía la impresión de que para la Marina -y para el árbol, más humano de lo que se creía en ocasiones- aquello era una batalla de egos: Salvar el mundo debía ser un mérito exclusivo del Gobierno Mundial, y como tal las figuras que pudiesen ayudar debían estar altamente controladas. Zane con el rubito, él con Kodama... No sabía si alguien más se había colado para ayudar, pero tenía la firme convicción de que todos allí buscaban su pedacito de gloria en lugar del bien del mundo; y eso podía convertirse en la perdición de la humanidad.
-Según el mapa, si es correcto -comentó, observando la pantalla de la muñequera- deberíamos evitar girar a la derecha e ir lo más recto posible hasta la segunda sala a la izquierda. Si ese triángulo significa "subida" probablemente podamos alcanzar rápidamente los pisos superiores... Y llegar al fondo del asunto. Aunque tus pimpollos -señaló a los marines que atropelladamente habían tratado de entrar- deberían explorar el primer piso. Y avisarme si hay algo que sea como un complejo e incomprensible mecanismo. Probablemente yo lo entienda. Y si no, Deathstroke lo hará.
Tras aquellas indicaciones siguió caminando tras el árbol, esperando que le hiciese caso y fuesen a la sala marcada con un parco "10" en el mapa.
Tras el golpe el muro se derrumbó, para gozo y algarabía de todos los presentes. De hecho, Dexter estuvo a punto de proferir un emotivo "weee" mientras la delgada línea se transformaba en una fisura y sus ramificaciones, finalmente, terminaban por hundir la pared para dar lugar a una jungla. ¿Por qué un ecosistema sobrevivía ahí? ¿Por qué habían puesto un ecosistema ahí? Había preguntas que, sin más, peleaban contra la lógica de cualquier ser con raciocinio.
-Lo cierto es que no sé nada de animales -respondió. Era más o menos cierto, ya que aunque conocía los principios fundamentales de la química orgánica y el funcionamiento de los organismos en general no tenía ni idea de zoología. Mucho menos de una rama tan compleja del árbol evolutivo. "Je, árbol"-. Lo ideal será que dirijas tú incluso ahí.
Tenía la impresión de que para la Marina -y para el árbol, más humano de lo que se creía en ocasiones- aquello era una batalla de egos: Salvar el mundo debía ser un mérito exclusivo del Gobierno Mundial, y como tal las figuras que pudiesen ayudar debían estar altamente controladas. Zane con el rubito, él con Kodama... No sabía si alguien más se había colado para ayudar, pero tenía la firme convicción de que todos allí buscaban su pedacito de gloria en lugar del bien del mundo; y eso podía convertirse en la perdición de la humanidad.
-Según el mapa, si es correcto -comentó, observando la pantalla de la muñequera- deberíamos evitar girar a la derecha e ir lo más recto posible hasta la segunda sala a la izquierda. Si ese triángulo significa "subida" probablemente podamos alcanzar rápidamente los pisos superiores... Y llegar al fondo del asunto. Aunque tus pimpollos -señaló a los marines que atropelladamente habían tratado de entrar- deberían explorar el primer piso. Y avisarme si hay algo que sea como un complejo e incomprensible mecanismo. Probablemente yo lo entienda. Y si no, Deathstroke lo hará.
Tras aquellas indicaciones siguió caminando tras el árbol, esperando que le hiciese caso y fuesen a la sala marcada con un parco "10" en el mapa.
- Resumen:
- Intentar ir hasta la sala 10.
Simo Baker
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No me hizo nada de gracia ver como el agente al mando Buerganor le entregaba el mapa al traidor peliverde. ¿Qué cojones estaba haciendo? ¿De verdad lo iba a dejar pasar sin más? ¿De verdad quería que nosotros lo dejásemos pasar? Vale que tuviéramos una misión más importante entre manos, pero no podíamos confiar en que ese individuo no intentara sabotearla. Hasta su mano derecha le había insistido y le habíamos mostrado pruebas... Además, ¿se la iba a jugar a que los marines que se nos habían unido, ya descontentos con la presencia del yonkou, supieran que un traidor les guiaba? No, aunque la forma de evitarlo me hizo rechinar los dientes.
Segundos después de que Seis me adelantara airada, Dretch golpeó mi pequeño robot en dirección al estanque que estábamos pasando. -¡No!-, dije preocupado mientras me lanzaba a toda velocidad con el soru para agarrarlo. La distancia era corta y mis reflejos buenos, pero no fue suficiente para evitar que tocara el agua. Por suerte no fue mucho, poco más de las pequeñas patitas que salían del clip, aunque el miedo hizo que King se quedara completamente petrificado. El propio Dretch lo cogió de la corona y lo terminó de sacar del agua para dármelo y decirme que lo metiera en arroz. –Capto el mensaje-, respondí con furia en mis ojos. Si no quería que se hablase del tema así sería, pero había tomado la decisión errónea. Él solito se había cargado la confianza y estabilidad del grupo de Cipher Pol.
Agité un poco a King y lo sequé lo mejor que pude con mi camiseta antes de guardarlo de nuevo en mi bolsillo, momento para el cual el mata-clips ya estaba dando órdenes de abrir la puerta y crear un perímetro en torno a ella. “¿Para los peces?”, pensé. Hasta ese momento me habían parecido, aunque algo intimidantes, inofensivos; sin embargo ahora se estaban comenzando a mostrar más alterados. En la zona donde había metido la mano incluso estaban comenzando a dar pequeños saltos. Si hubieran estado así unos segundos antes…
Los miré detenidamente antes de cambiar de arma. Eran muchos, no iba a necesitar la precisión de la piumpiummuellemuelladora. En su lugar tomé mi querida pistola escopeta, con la cual esperaba reventar de una el pelotón que estaban formando. –Suena bien Seis, date prisa-, contesté al escuchar el razonamiento de la pelirrosa. Las pirañas parecían estar listas para saltar en cualquier momento, y no quería ver como de peligrosas eran. El marine de aspecto salvaje fue el primero en decidir que ya habíamos esperado bastante y lanzó un potente ataque sobre parte del estanque. “¿Para qué esperar a contraatacar cuando puedes reventar a tu enemigo antes de que se te lance?”, pensé al verlo. Al instante decidí seguir su ejemplo disparando hacia el otro lado del camino por el que habíamos atravesado el estanque. Las pirañas estaban bastante juntas como para no tener que apuntar mucho, pero aun así decidí utilizar el tekkai como había hecho con la araña para poder evitar perder precisión por el retroceso.
Segundos después de que Seis me adelantara airada, Dretch golpeó mi pequeño robot en dirección al estanque que estábamos pasando. -¡No!-, dije preocupado mientras me lanzaba a toda velocidad con el soru para agarrarlo. La distancia era corta y mis reflejos buenos, pero no fue suficiente para evitar que tocara el agua. Por suerte no fue mucho, poco más de las pequeñas patitas que salían del clip, aunque el miedo hizo que King se quedara completamente petrificado. El propio Dretch lo cogió de la corona y lo terminó de sacar del agua para dármelo y decirme que lo metiera en arroz. –Capto el mensaje-, respondí con furia en mis ojos. Si no quería que se hablase del tema así sería, pero había tomado la decisión errónea. Él solito se había cargado la confianza y estabilidad del grupo de Cipher Pol.
Agité un poco a King y lo sequé lo mejor que pude con mi camiseta antes de guardarlo de nuevo en mi bolsillo, momento para el cual el mata-clips ya estaba dando órdenes de abrir la puerta y crear un perímetro en torno a ella. “¿Para los peces?”, pensé. Hasta ese momento me habían parecido, aunque algo intimidantes, inofensivos; sin embargo ahora se estaban comenzando a mostrar más alterados. En la zona donde había metido la mano incluso estaban comenzando a dar pequeños saltos. Si hubieran estado así unos segundos antes…
Los miré detenidamente antes de cambiar de arma. Eran muchos, no iba a necesitar la precisión de la piumpiummuellemuelladora. En su lugar tomé mi querida pistola escopeta, con la cual esperaba reventar de una el pelotón que estaban formando. –Suena bien Seis, date prisa-, contesté al escuchar el razonamiento de la pelirrosa. Las pirañas parecían estar listas para saltar en cualquier momento, y no quería ver como de peligrosas eran. El marine de aspecto salvaje fue el primero en decidir que ya habíamos esperado bastante y lanzó un potente ataque sobre parte del estanque. “¿Para qué esperar a contraatacar cuando puedes reventar a tu enemigo antes de que se te lance?”, pensé al verlo. Al instante decidí seguir su ejemplo disparando hacia el otro lado del camino por el que habíamos atravesado el estanque. Las pirañas estaban bastante juntas como para no tener que apuntar mucho, pero aun así decidí utilizar el tekkai como había hecho con la araña para poder evitar perder precisión por el retroceso.
- Resumen:
- Intentar que King no muera por culpa de Dretch.
-Taylor date prisa que estas cosas muerden.
-Pium pium con escopeta y balas antitanque a los peces.
¿De dónde demonios había salido ese muchacho? Era un verdadero salvaje, no había otra manera de describir sus gruñidos ininteligibles y su actitud animal. Therax inclinó un poco la cabeza, observando el resultado de su corte de pelo con satisfacción e ignorando la sarta de improperios que, con toda seguridad, el salvaje le estaría lanzando en la que fuese su lengua nativa.
Una sombra atrajo la atención del espadachín antes de que se le ocurriera algo que decir. Dos inmensos pies acababan de posicionarse tras su secuestrador, diciéndole algo y causando que se sobresaltase cuando se dio la vuelta para encararlos. Therax también miró hacia arriba, observando las facciones del inmenso ser antes de que un ruido llamase su atención. Al cada vez menos rapado —¿cómo podía crecerle tan rápido el pelo?— se le acababa de caer un papel, el cual había conocido tiempos mejores.
Se agachó para recogerlo, y cuando atinó a reconocer lo que representaba, una sonrisa iluminó su cara durante un instante.
—¡Eh! —exclamó, volviéndose hacia los suyos para indicarles que se había topado con un mapa. No obstante, allí no quedaba ni rastro de los Arashi. Ni siquiera se podían escuchar sus voces, lo que, dado que era raro el momento en que no había alguien gritando a los demás, confirmaba que se había quedado completamente solo.
Bueno, no solo del todo. Estaba junto a un tipo que necesitaba ser desparasitado urgentemente y otro capaz de hinchar un velamen a base de ventosidades. Maldiciendo por lo bajo, se volvió hacia ellos. Estaba enfadado y, para colmo, el pelo le había vuelto a crecer al primero de ellos. Las espadas volvieron a moverse en torno a su cabeza, quedando como resultado algo similar a una cresta mohicana.
Dirigió un nuevo vistazo a la sala. Uno de los posibles caminos llamó su atención, pues era lo suficientemente amplio para que Marc cupiese en él —lo que a menudo suponía una limitación para el resto—. La decisión estaba clara. Guardó sus espadas antes de dar unos pasos hacia la fiera peluda.
—Tú te vienes conmigo, por gracioso. Por cierto, ¿cómo te llamas? Yo soy Therax — dijo, agarrando por la ropa al chico y tirando de él; lo justo era que pagase las consecuencias. Cuando apenas había dado unos pasos, se volvió hacia el grandullón—. ¿Quién eres? No tiene pinta de que haya muchos caminos por los que puedas ir —comentaría, no mostrándose reticente a que les acompañara en caso de que así lo quisiese. A decir verdad, en caso de tener intenciones hostiles, probablemente se hubiera limitado a intentar pisar al de los pelos.
Un penetrante olor a quemado profanó sus fosas nasales cuando encaró el camino en cuestión. Se encontraban ante un gran pasillo plagado de tuberías, de las cuales nacía periódicamente el vapor responsable del olor. Era molesto, pero no parecía irritar la mucosa de su nariz, así que decidió darle un voto de confianza y asumir que no era tóxico —al menos no demasiado—.
—Pues vamos allá —diría antes de ponerse en marcha e intentar atravesarlo.
Una sombra atrajo la atención del espadachín antes de que se le ocurriera algo que decir. Dos inmensos pies acababan de posicionarse tras su secuestrador, diciéndole algo y causando que se sobresaltase cuando se dio la vuelta para encararlos. Therax también miró hacia arriba, observando las facciones del inmenso ser antes de que un ruido llamase su atención. Al cada vez menos rapado —¿cómo podía crecerle tan rápido el pelo?— se le acababa de caer un papel, el cual había conocido tiempos mejores.
Se agachó para recogerlo, y cuando atinó a reconocer lo que representaba, una sonrisa iluminó su cara durante un instante.
—¡Eh! —exclamó, volviéndose hacia los suyos para indicarles que se había topado con un mapa. No obstante, allí no quedaba ni rastro de los Arashi. Ni siquiera se podían escuchar sus voces, lo que, dado que era raro el momento en que no había alguien gritando a los demás, confirmaba que se había quedado completamente solo.
Bueno, no solo del todo. Estaba junto a un tipo que necesitaba ser desparasitado urgentemente y otro capaz de hinchar un velamen a base de ventosidades. Maldiciendo por lo bajo, se volvió hacia ellos. Estaba enfadado y, para colmo, el pelo le había vuelto a crecer al primero de ellos. Las espadas volvieron a moverse en torno a su cabeza, quedando como resultado algo similar a una cresta mohicana.
Dirigió un nuevo vistazo a la sala. Uno de los posibles caminos llamó su atención, pues era lo suficientemente amplio para que Marc cupiese en él —lo que a menudo suponía una limitación para el resto—. La decisión estaba clara. Guardó sus espadas antes de dar unos pasos hacia la fiera peluda.
—Tú te vienes conmigo, por gracioso. Por cierto, ¿cómo te llamas? Yo soy Therax — dijo, agarrando por la ropa al chico y tirando de él; lo justo era que pagase las consecuencias. Cuando apenas había dado unos pasos, se volvió hacia el grandullón—. ¿Quién eres? No tiene pinta de que haya muchos caminos por los que puedas ir —comentaría, no mostrándose reticente a que les acompañara en caso de que así lo quisiese. A decir verdad, en caso de tener intenciones hostiles, probablemente se hubiera limitado a intentar pisar al de los pelos.
Un penetrante olor a quemado profanó sus fosas nasales cuando encaró el camino en cuestión. Se encontraban ante un gran pasillo plagado de tuberías, de las cuales nacía periódicamente el vapor responsable del olor. Era molesto, pero no parecía irritar la mucosa de su nariz, así que decidió darle un voto de confianza y asumir que no era tóxico —al menos no demasiado—.
—Pues vamos allá —diría antes de ponerse en marcha e intentar atravesarlo.
- Resumen - Ummak y Blishard:
- Interaccionar con ambos, darme cuenta de que me he quedado solo, recoger el mapa que se le ha caído a Ummak y poner rumbo a la sala que se indica en la moderación, que, si no me equivoco, es la número 2. Si Ummak no se opone, me lo llevo a rastras un ratito :3
- Cosillas:
- Wirapuru: tercer turno de carga.
Yuki-onna: segundo turno de carga.
Hamlet
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Pese a haber intentado abrir la puerta con todas sus fuerzas, el comodoro Kasai no logró moverla ni un centímetro. Bajé la guardia, relajado, e indiqué a la chica que podía hacer lo mismo. Estábamos fuera de peligro. No pude evitar darme cuenta de las cerraduras que había en lo alto del portón. Me sorprendí fantaseando con algún tipo de premio o algo por el estilo que se hallaría tras la puerta y solo podría obtenerse tras haber conseguido todas las llaves, que se hallarían repartidas por la colosal torre. No obstante, sacudí la cabeza, tratando de concentrarme, y olvidé aquellas infantiles fantasías. Lo más probable es que fuera algún tipo de almacén con lo que quiera que los habitantes de la torre considerasen valioso. O, por otra parte, podía ser el mecanismo que suplía de energía a todo el constructo.
-Vamos, chicos -me llamó el comodoro, sacándome de mis meditaciones.
Reaccioné a la convocatoria acudiendo raudamente a su lado, con aquel enigma fuera de mi cabeza. De todos modos, no estaría en mi mano hallar la solución. Solo podía imaginar como otros lo conseguirían.
-¡No te quedes atrás, chica! -advertí a la recluta, que parecía haberse quedado muy callada durante la expedición.
Blackthorn se hallaba al otro lado del líder de la flota, callado. Bueno, lo normal. Los tres cruzamos un umbral que, a diferencia del anterior, nos daba la bienvenida con sus puertas abiertas. Sin embargo, notaba que el jefe de la brigada se hallaba algo perdido, y quizás podría deberse al hecho de que no llevaba ningún tipo de mapa consigo. Me preocupaba seriamente el no hallar la salida a la vuelta. Aunque primero tocaría asegurarse de que habría siquiera una vuelta.
-Vamos, chicos -me llamó el comodoro, sacándome de mis meditaciones.
Reaccioné a la convocatoria acudiendo raudamente a su lado, con aquel enigma fuera de mi cabeza. De todos modos, no estaría en mi mano hallar la solución. Solo podía imaginar como otros lo conseguirían.
-¡No te quedes atrás, chica! -advertí a la recluta, que parecía haberse quedado muy callada durante la expedición.
Blackthorn se hallaba al otro lado del líder de la flota, callado. Bueno, lo normal. Los tres cruzamos un umbral que, a diferencia del anterior, nos daba la bienvenida con sus puertas abiertas. Sin embargo, notaba que el jefe de la brigada se hallaba algo perdido, y quizás podría deberse al hecho de que no llevaba ningún tipo de mapa consigo. Me preocupaba seriamente el no hallar la salida a la vuelta. Aunque primero tocaría asegurarse de que habría siquiera una vuelta.
- Resumen:
- Seguir a Zuko
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Una gota de sudor cayo por su frente mientras observada detenidamente como su capitán y el hombre pez que casi la había lado, echaban abajo un muro demasiado resistente como para haber caído por un puñetazo combinado. Lo que sobresaliese de fuerza y técnica al pelirrojo, Luka lo igualaba con brutalidad y mala hostia. Solía tener a un amigo en el pasado así, un gyojin pulpo que era como un armario empotrado, pero con menos estupefacientes en el cuerpo. Se preguntaba que había sido de él y como reunirse con él. Entonces recordó que le juro que la próxima vez le daría un puñetazo en la cara cuando lo viese. Después de todo, lo último que le hizo era cortarle uno de sus brazos, sin malicia, pero era un brazo después de todo.
Tras atravesar la “puerta”, se encontraron con una maquina cilíndrica, que no era ni un uno por ciento tan amenazadora como había sido la maquina arácnida aterrorizadora. Lejos de suponerles una prueba física, sino una de intelecto. Para una vez que Spanner no estaba, va y les ponen una prueba de inteligencia. Perfecto.
Luka propuso la primera respuesta, pero era demasiada remota para ser correcta, decir que el limpiador era un logia era como decir que era como si tuviera alas y echara a volar.
- ¿Acabas de decir “El-Emmental“? –por un momento se llevó la mano a la frente, pues quizá ese queso tenía el “toque de Luka”, pero prefirió seguirle la corriente-. Una deducción muy acertada Kenshin Holmes, la única respuesta es un accidente gracioso, pero con la seguridad del interior del edificio.
Tras atravesar la “puerta”, se encontraron con una maquina cilíndrica, que no era ni un uno por ciento tan amenazadora como había sido la maquina arácnida aterrorizadora. Lejos de suponerles una prueba física, sino una de intelecto. Para una vez que Spanner no estaba, va y les ponen una prueba de inteligencia. Perfecto.
Luka propuso la primera respuesta, pero era demasiada remota para ser correcta, decir que el limpiador era un logia era como decir que era como si tuviera alas y echara a volar.
- ¿Acabas de decir “El-Emmental“? –por un momento se llevó la mano a la frente, pues quizá ese queso tenía el “toque de Luka”, pero prefirió seguirle la corriente-. Una deducción muy acertada Kenshin Holmes, la única respuesta es un accidente gracioso, pero con la seguridad del interior del edificio.
Zack Suky
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Akuma no mi
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Mi intento de escabullirme no salió para nada como había esperado. No había ningún lugar que investigar que no estuviese atestado de gente, por lo que me adentré en la sala en la que estaría mi capitán, si es que no se había pirado tras el imponente tío del caballo alado... Ah, pues no, ahí estaba machacándole la cabeza de forma brutal contra la pared.
-Este Arri es todo modales - pensé mientras me acercaba un poco para oir parte de la conversación y así comprobar si el tuerto se había tranquilizado. Normalmente el llenarse de su elemento solía ayudar, pero parecía que una vez más
El muy torpe no solo no supo responder a la imponente mujer que acompañaba a cara-pared, el cual parecía que en vez de golpearlo le habían hecho caricias, sino que se marchó a buscar al rubio que me había reñido antes, aunque no sin antes dejarme a cargo de la puta morsa que acababa de hacer su entrada estelar en el momento menos propicio.
La muy estúpida corrió, si es que a eso se le podía llamar correr, por la entrada recién abierta, así que no me quedó otra que seguirla para no aguantar a Arribor. Bueno, también podía pasar completamente de su petición y seguir a mi rollo, pero es que daba la casualidad que por una vez las dos cosas podían compaginarse. Llevaba un rato con ganas de explorar algo nuevo, por lo que tras irse el tuerto yo hice lo mismo, aunque antes hice un alto frente a la preciosa pirata.
-Perdonad el comportamiento de mi capitán, mi señora... Pero tiene el intelecto de un guisante y solo sabe hacerse entender a golpes - comencé a modo de disculpa cuando pasé por su lado. -No le toméis muy en serio, por favor.
Tampoco es que me importase mucho que se enemistasen. Al fin y al cabo yo solía sudar poyas de lo que no me interesaba. Se me da bastante bien escurrir los bultos que no me interesan, pero quise aprovechar la oportunidad para deleitarme con la figura de la pirata. Qué pivón.
-Ahora si me disculpan... Voy a por ese bicho antes de que la líe.
Al subir las escaleras me topé con una sala que parecía la sala de recreo de una niña de cinco años, chocando con la estética que había seguido la torre hasta ahora, donde me encontré con varios personajes de lo más variopintos. Un ser raro estaba comiéndose una de las pastas que por allí había, mientras un tipo elegante le decía con poco entusiasmo que no lo hiciese.
-Perdón por la intromisión - dije de forma apresurada mientras me acercaba a Franklin para golpearle en las aletas. -Suelta eso ahora mismo, ¿acaso quieres morirte con esa mierda y que tenga que aguantar yo al tuerto? - espeté a forma de riña sin hacer caso a los pucheros que Franklyn me hacía para que lo dejase comer. -No, no, no. A la concha ahora mismo.
Por suerte el bicho me hizo caso y se resguardó en su dial, pudiendo así guardarlo en uno de mis bolsillos. Esperaba no perderlo... O sí. Quizás el parraque que se llevase Arri fuese épico, pero ya habría tiempo de comprobarlo. Ahora tocaba investigar, por lo que usando todos mis sentidos busqué una forma de avanzar a la siguiente sala. No me gustaba el rosa ni el olor dulzón que inundaba la sala, comenzaba a empacharme de tanta cursilería, por lo que sino podía avanzar en busca de una sala nueva volvería por donde habíamos venido e iría en busca de Arribor para darle su maldito bicho.
-Este Arri es todo modales - pensé mientras me acercaba un poco para oir parte de la conversación y así comprobar si el tuerto se había tranquilizado. Normalmente el llenarse de su elemento solía ayudar, pero parecía que una vez más
El muy torpe no solo no supo responder a la imponente mujer que acompañaba a cara-pared, el cual parecía que en vez de golpearlo le habían hecho caricias, sino que se marchó a buscar al rubio que me había reñido antes, aunque no sin antes dejarme a cargo de la puta morsa que acababa de hacer su entrada estelar en el momento menos propicio.
La muy estúpida corrió, si es que a eso se le podía llamar correr, por la entrada recién abierta, así que no me quedó otra que seguirla para no aguantar a Arribor. Bueno, también podía pasar completamente de su petición y seguir a mi rollo, pero es que daba la casualidad que por una vez las dos cosas podían compaginarse. Llevaba un rato con ganas de explorar algo nuevo, por lo que tras irse el tuerto yo hice lo mismo, aunque antes hice un alto frente a la preciosa pirata.
-Perdonad el comportamiento de mi capitán, mi señora... Pero tiene el intelecto de un guisante y solo sabe hacerse entender a golpes - comencé a modo de disculpa cuando pasé por su lado. -No le toméis muy en serio, por favor.
Tampoco es que me importase mucho que se enemistasen. Al fin y al cabo yo solía sudar poyas de lo que no me interesaba. Se me da bastante bien escurrir los bultos que no me interesan, pero quise aprovechar la oportunidad para deleitarme con la figura de la pirata. Qué pivón.
-Ahora si me disculpan... Voy a por ese bicho antes de que la líe.
Al subir las escaleras me topé con una sala que parecía la sala de recreo de una niña de cinco años, chocando con la estética que había seguido la torre hasta ahora, donde me encontré con varios personajes de lo más variopintos. Un ser raro estaba comiéndose una de las pastas que por allí había, mientras un tipo elegante le decía con poco entusiasmo que no lo hiciese.
-Perdón por la intromisión - dije de forma apresurada mientras me acercaba a Franklin para golpearle en las aletas. -Suelta eso ahora mismo, ¿acaso quieres morirte con esa mierda y que tenga que aguantar yo al tuerto? - espeté a forma de riña sin hacer caso a los pucheros que Franklyn me hacía para que lo dejase comer. -No, no, no. A la concha ahora mismo.
Por suerte el bicho me hizo caso y se resguardó en su dial, pudiendo así guardarlo en uno de mis bolsillos. Esperaba no perderlo... O sí. Quizás el parraque que se llevase Arri fuese épico, pero ya habría tiempo de comprobarlo. Ahora tocaba investigar, por lo que usando todos mis sentidos busqué una forma de avanzar a la siguiente sala. No me gustaba el rosa ni el olor dulzón que inundaba la sala, comenzaba a empacharme de tanta cursilería, por lo que sino podía avanzar en busca de una sala nueva volvería por donde habíamos venido e iría en busca de Arribor para darle su maldito bicho.
- Resumen:
- Intentar avanzar de la sala rosa a la siguiente, moviéndome solo una sala al no tener mapa, y sino es posible volver con Arri para devolverle su mascota.
Leiren Evans
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Akuma no mi
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Pos al final aquello había acabado siendo interesante. Me había estado fijando bastante bien en los atriles mientras los iba colocando del suelo -ya fuera porque ahí estaban o porque Arthur los estuviera tirando por el pedo- pero empecé a hacerlo con más ímpetu desde el principio desde que Al me diera aquella orden. Es decir, me iba a cagar un poco en la puta, que ya estaban bien ordenaditos y ahora tenía que darles la vuelta. Pero bueh. Nada más verle recoger las llaves y mirar la puerta había entendido el plan. Le pregunté de pasada que qué buscábamos y me respondió, también de pasada, que una sola llave. Una llave que lo más probable es que estuviera o en los atriles o cerca de ellos.
De vez en cuando le dedicaba mirabas furtivas a mi maestro para cerciorarme de que no se caía de lado o se reventaba la boca contra el suelo. Gracias a dios el pedo no era lo suficientemente grande y solo se tambaleaba un poco. Un poco significaba mucho miedo para mí, porque significaba que podía actuar de formas muy turbias, pero aún así intenté controlar mi miedo y transformarlo en reverente servidumbre.
Además de en los atriles una vez les había dado la vuelta y colocado de nuevo en su perfecto lugar, había empezado a buscar en otros sitios que estuvieran cerca mía o al que pudiera echarle algún vistazo. ¿Había huecos en el suelo? ¿Grietas por las que se pudiera colar una llave? ¿Alfombras horteras de los setenta que pudieran ocultar una llave justo debajo? La cosa era buscar la dichosa llave mientras... ¡¿Pero qué cojones hacía ardiendo la puta cortina?! ¡Y EL NUEVO HABÍA HECHO ARDER UN PUTO ATRIL!
Logré capturar dentro de mí mis ansias asesinas -posiblemente que había adquirido de mi Arthur- y no tirarme al cuello del nuevo por tocarme mis cosas. Cosas que ahora no estaban perfectamente colocadas, pero ya me ocuparía de aquello una vez encontrara la dichosa llave.
De vez en cuando le dedicaba mirabas furtivas a mi maestro para cerciorarme de que no se caía de lado o se reventaba la boca contra el suelo. Gracias a dios el pedo no era lo suficientemente grande y solo se tambaleaba un poco. Un poco significaba mucho miedo para mí, porque significaba que podía actuar de formas muy turbias, pero aún así intenté controlar mi miedo y transformarlo en reverente servidumbre.
Además de en los atriles una vez les había dado la vuelta y colocado de nuevo en su perfecto lugar, había empezado a buscar en otros sitios que estuvieran cerca mía o al que pudiera echarle algún vistazo. ¿Había huecos en el suelo? ¿Grietas por las que se pudiera colar una llave? ¿Alfombras horteras de los setenta que pudieran ocultar una llave justo debajo? La cosa era buscar la dichosa llave mientras... ¡¿Pero qué cojones hacía ardiendo la puta cortina?! ¡Y EL NUEVO HABÍA HECHO ARDER UN PUTO ATRIL!
Logré capturar dentro de mí mis ansias asesinas -posiblemente que había adquirido de mi Arthur- y no tirarme al cuello del nuevo por tocarme mis cosas. Cosas que ahora no estaban perfectamente colocadas, pero ya me ocuparía de aquello una vez encontrara la dichosa llave.
- Spoiler:
- Buscar muy bien por los atriles si hay alguna llave pegá o cualquier cosa -inclusive la que prende Galhard- o si puede estar por algún otro lado de la sala a mi alcance.
Asegurarme de que Arthur no se caiga debido al pedo.
Valar Morghul
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Fuese a donde fuese parecía que el espectáculo estaba garantizado y, pese a perder de vista a la recompensa más jugosa que había visto, un nuevo entretenimiento estaba a punto de iniciar y las decenas de personas que habían llegado a aquella sala daban indicios de ello.
Mi cuchillo voló por la festiva sala e impacto a escasos centímetros del botón y de la mano que lo había presionado, dando lugar a una simple sonrisa a modo de disculpa por mi torpeza, aunque bien pudo ser ignorada por el suceso que se dio tras la activación del botón.
-Molaba más la música de antes- me queje en voz alta mientras me acercaba a recuperar mi cuchillo y veía como un escenario emergía del suelo, con un extraño sujeto siendo el que cantaba aquella canción.
Cuando acabo de cantar yo ya había recuperado mi cuchillo hacia varias estrofas y me encontraba sentado en mi cofre, haciéndome minicortes en el dorso de mi mano izquierda mientras imaginaba como gritaría ese cantante si le torturaba con usando el tormento de la rata. Mientras tanto, la bajita joven y su grupo de pistoleros, no parecía tener una estima muy superior hacia el cantante, el cual había estado apuntado por decenas de pistolas desde el inicio de su espectáculo.
-¡Bravo!- una vez hubo acabado la actuación, yo aplaudí al cantante, no porque me gustase su música, sino por haber finalizado ya aquella "tortura" auditiva.
Por su parte, el atractivo rubio y acompañante de la joven, parecía haber captado la atención de el cantante, siendo recibida esta atención por una lección de vital importancia. La comida de una señorita no se toca.
Mientras veía como ese variopinto grupo amenazaba la vida del cantante de una forma mucho más activa y encabezada por la joven, yo simplemente desenfunde a mi querida Blackstorm y a mi 9mm, quedándome con mi cuchillo en la mano derecha y mi pistola en la izquierda. Pero, pese a todo lo que estaba sucediendo, mi sonrisa continuaba estando presente en mi rostro y continuaba teniendo mis posaderas encima de mi cofre, atento a cualquier movimiento que pudiese hacerme reaccionar.
Mi cuchillo voló por la festiva sala e impacto a escasos centímetros del botón y de la mano que lo había presionado, dando lugar a una simple sonrisa a modo de disculpa por mi torpeza, aunque bien pudo ser ignorada por el suceso que se dio tras la activación del botón.
-Molaba más la música de antes- me queje en voz alta mientras me acercaba a recuperar mi cuchillo y veía como un escenario emergía del suelo, con un extraño sujeto siendo el que cantaba aquella canción.
Cuando acabo de cantar yo ya había recuperado mi cuchillo hacia varias estrofas y me encontraba sentado en mi cofre, haciéndome minicortes en el dorso de mi mano izquierda mientras imaginaba como gritaría ese cantante si le torturaba con usando el tormento de la rata. Mientras tanto, la bajita joven y su grupo de pistoleros, no parecía tener una estima muy superior hacia el cantante, el cual había estado apuntado por decenas de pistolas desde el inicio de su espectáculo.
-¡Bravo!- una vez hubo acabado la actuación, yo aplaudí al cantante, no porque me gustase su música, sino por haber finalizado ya aquella "tortura" auditiva.
Por su parte, el atractivo rubio y acompañante de la joven, parecía haber captado la atención de el cantante, siendo recibida esta atención por una lección de vital importancia. La comida de una señorita no se toca.
Mientras veía como ese variopinto grupo amenazaba la vida del cantante de una forma mucho más activa y encabezada por la joven, yo simplemente desenfunde a mi querida Blackstorm y a mi 9mm, quedándome con mi cuchillo en la mano derecha y mi pistola en la izquierda. Pero, pese a todo lo que estaba sucediendo, mi sonrisa continuaba estando presente en mi rostro y continuaba teniendo mis posaderas encima de mi cofre, atento a cualquier movimiento que pudiese hacerme reaccionar.
- Resumencillo:
- Recuperar mi cuchillo y ver pacientemente como se desarrolla todo.
Yarmin Prince
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¡Oh, no! No me llegaba con los piratas idiotas, la niñata, el tipo turbio, los pulpos, el mono, la pirata zorrón y el apocalipsis. Tenía que aparecer ÉL. El único músico de todo el mundo que llegaba a hastiarme, el único cuya música me hacía sentir ganas de matar, el único e inimitable... Falafel. No habría hecho falta que apareciese en medio de un escenario pensado para impresionar a octogenarios, y tan solo su voz era tan característica que me daban ganas de sacar la pistola y volarle los sesos antes de que siquiera apareciese... ¡Y encima me ruge! ¿Qué coño se cree ese?
-Ni lo penséis -dije, viendo que los agentes inmobiliarios se acercaban desenfundando las pistolas y la chiquilla trataba de desenvainar para... Bueno, lo cierto es que no sé ni por que intentaba pararlos, pero era la primera persona que realmente podía servirnos de utilidad para llegar a lo más alto-, es el grandioso Falafel. El único e inimitable, el ídolo y grandioso... Y esta es nuestra gran noche. ¿Verdad?
De haber sido un musical, seguramente habría caído un micrófono a mi mano y yo estaría ya cantando, pero lo cierto es que se trata del mundo real y, por mucho que nos guste fantasear, solo somos personas anodinas con problemas anodinos. Por ejemplo, el apocalipsis era mi anodino problema. Si el mundo era destruido hoy, ¿qué quedaría para el bueno de Yars? Exacto: Nada. Y yo no podía permitir eso. El mundo lo iba a destruir yo.
-Tenemos muchas cosas de las que hablar, mi buen amigo -le respondí-. Enséñame la buena música, y dame un concierto que nadie pueda olvidar. Pero primero tengo que saber cómo se llega al escenario principal. -No había que ser un lince para darse cuenta de que tras tantas canciones un músico estaba detrás de todo esto- Una vez allí enséñamelo todo, monstruo de la alameda.
Por si acaso la niñata me miraba, le guiñé un ojo. Era importante que mi pequeña y nueva putilla no me odiase de momento. Podía ser útil en algún momento.
-Ni lo penséis -dije, viendo que los agentes inmobiliarios se acercaban desenfundando las pistolas y la chiquilla trataba de desenvainar para... Bueno, lo cierto es que no sé ni por que intentaba pararlos, pero era la primera persona que realmente podía servirnos de utilidad para llegar a lo más alto-, es el grandioso Falafel. El único e inimitable, el ídolo y grandioso... Y esta es nuestra gran noche. ¿Verdad?
De haber sido un musical, seguramente habría caído un micrófono a mi mano y yo estaría ya cantando, pero lo cierto es que se trata del mundo real y, por mucho que nos guste fantasear, solo somos personas anodinas con problemas anodinos. Por ejemplo, el apocalipsis era mi anodino problema. Si el mundo era destruido hoy, ¿qué quedaría para el bueno de Yars? Exacto: Nada. Y yo no podía permitir eso. El mundo lo iba a destruir yo.
-Tenemos muchas cosas de las que hablar, mi buen amigo -le respondí-. Enséñame la buena música, y dame un concierto que nadie pueda olvidar. Pero primero tengo que saber cómo se llega al escenario principal. -No había que ser un lince para darse cuenta de que tras tantas canciones un músico estaba detrás de todo esto- Una vez allí enséñamelo todo, monstruo de la alameda.
Por si acaso la niñata me miraba, le guiñé un ojo. Era importante que mi pequeña y nueva putilla no me odiase de momento. Podía ser útil en algún momento.
- Resumen:
- Ligar con Falafel para que me lleve al escenario tocho
Vile Spectre
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El agujero provocado por los ataques de Kenshin y su gyojin les permitió el paso a una nueva estancia de la torre. Sin duda, era igualmente tenebrosa y daba algo de repelús. Vile sujetó bien su arma. No iba a ser tan útil, pero resultaría, cuanto menos, disuasoria. Aunque para eso ya tenía al casi Emperador y al gigantesco hombre tiburón.
En la sala ya les esperaba un enemigo. Antes de que Vile pudiera lanzarse a rebanarlo para probar su valía ante el pelirrojo, este comenzó a hablar. El joven pirata frenó, pensando que podría soltar alguna pista interesante. Cerró su ojo malo para distinguir mejor a la figura. Se trataba de un temible autómata que les encaró nada más entrar en la habitación. Vile esperó que diese alguna indicación sobre el lugar en el que se encontraban, o que les confundiera con sus jefes, mas lo único que soltó fue un acertijo que parecía no venir a cuento. O tal vez sí, a juzgar por el reloj de arena que poco a poco se iba vaciando. Quizás aquello se trataba de una prueba para abrir
algún tipo de pasadizo, una que, por supuesto, tendría una respuesta conocida por los que se hallaban tras la enorme aguja.
El hombre pez trató de razonar, llegando únicamente a la conclusión de que se trataría del usuario de una Fruta del Diablo, lo que decía más bien poco de él. El rubio de las manos incontinentes trató de dar su propia aportación al asunto, que tampoco pareció sorprender al autómata. Vile tenía dos opciones: parecer valioso tratando de resolver el acertijo, lo que le resultaría algo complicado; o hacer como que no entendía la pregunta para así ser subestimado y poder jugársela en el momento adecuado.
Kenshin tomó la decisión antes que él, puesto que apareció a su espalda y comenzó a razonar el problema. Aquello era extraño, puesto que no se parecía en nada al pirata que había conocido esa noche. Eventualmente, tras un alarde de inteligencia que lo hizo resultar de lo más repelente, resolvió el caso con simpleza. Mostraba un aura orgullosa que le daba arcadas. Pero aquel era el precio a pagar para avanzar.
-Bueno, creo que nuestro amigo lo ha dejado claro -dijo al robot-. ¿Ahora podemos irnos? Nos corre algo de prisa.
En la sala ya les esperaba un enemigo. Antes de que Vile pudiera lanzarse a rebanarlo para probar su valía ante el pelirrojo, este comenzó a hablar. El joven pirata frenó, pensando que podría soltar alguna pista interesante. Cerró su ojo malo para distinguir mejor a la figura. Se trataba de un temible autómata que les encaró nada más entrar en la habitación. Vile esperó que diese alguna indicación sobre el lugar en el que se encontraban, o que les confundiera con sus jefes, mas lo único que soltó fue un acertijo que parecía no venir a cuento. O tal vez sí, a juzgar por el reloj de arena que poco a poco se iba vaciando. Quizás aquello se trataba de una prueba para abrir
algún tipo de pasadizo, una que, por supuesto, tendría una respuesta conocida por los que se hallaban tras la enorme aguja.
El hombre pez trató de razonar, llegando únicamente a la conclusión de que se trataría del usuario de una Fruta del Diablo, lo que decía más bien poco de él. El rubio de las manos incontinentes trató de dar su propia aportación al asunto, que tampoco pareció sorprender al autómata. Vile tenía dos opciones: parecer valioso tratando de resolver el acertijo, lo que le resultaría algo complicado; o hacer como que no entendía la pregunta para así ser subestimado y poder jugársela en el momento adecuado.
Kenshin tomó la decisión antes que él, puesto que apareció a su espalda y comenzó a razonar el problema. Aquello era extraño, puesto que no se parecía en nada al pirata que había conocido esa noche. Eventualmente, tras un alarde de inteligencia que lo hizo resultar de lo más repelente, resolvió el caso con simpleza. Mostraba un aura orgullosa que le daba arcadas. Pero aquel era el precio a pagar para avanzar.
-Bueno, creo que nuestro amigo lo ha dejado claro -dijo al robot-. ¿Ahora podemos irnos? Nos corre algo de prisa.
- Resumen:
- Observar como Zane resuelve el misterio.
Cuando dan las once menos veinte los últimos valientes van entrando, y bajo la luz de la luna la torre se alza solitaria, rodeada por un sinfín de barcos que, hormiguitas desde su cima, bombardean al otro en silencio. La noche se va cerrando poco a poco un poco más mientras todos avanzan, y un acorde corta el aire con tanta violencia que hace daño en los oídos. Se propaga con violencia, rebotando y reverberando hasta que su apagado eco forma una estruendosa risa maligna. Parece que alguien se está riendo de todos.
- 1-Giotto, Ellie, Hulio, Bleud:
- Cuando Giotto baila como un señorito en la pianalera, esta se detiene y una trampilla se abre en la parte superior, permitiendo que esta extraña comitiva pueda abrirse camino al siguiente piso.
A primera vista, el segundo piso parece algo más… menos… Es distinto al anterior. Si bien el piso del que venís y este comparten una gran cantidad de tuberías, cables y un sinfín de útiles musicales aquí y allá, la atmósfera es menos cargante. De hecho, cuando llegáis os encontráis parados ante una sala de tonos celestes, donde un gigantesco árbol acoge bajo su seno la sombra de una lápida. Sobre ella, un hombre calvo os observa. Si os gusta la música, sabéis que es Pau John Jiménez.
-No esperaba que llegaseis tan pronto… En cierto modo me siento sorprendido. Pero no puedo dejar que avancéis más.
Se levanta y da un paso adelante, quitándose la pereza de encima. Lleva dos baquetas en las manos y sonríe mientras se pone unas gafas de ver.
-Let’s rock.
- 2-Arashi 2, Steve, Jiren, Scarlett:
- Uff Steve, tras tanto ejercicio te sientes algo cansado y todo. Hasta es como si el paquete te pesara, igual deberías reposarlo un instante. Scarlett, cuando posas la pistola la puerta se sube levemente, pero apenas deja entrever uno o dos centímetros bajo ella. El juego de baldosas no ha servido para mucho y, para mejorar la situación, a vuestra espalda surgen de la nada cuatro peligrosos criminales. Deberíais deshaceros de ellos, supongo.
Por vuestra parte, Arashi B, os topáis con tres personas que parecen estar ahí. Os miran y esas cosas de gente que está, pero no parece haber salida al otro lado y eso puede representar un problema. ¿Tal vez es hora de sacar bandera blanca?
- 3-Los Blue Oak y los hackerman de puertas anti-piraña :
- Mientras Taylor introduce la contraseña y los demás esperan Simo y Eric se esfuerzan por mantener a los peces alejados. Eric las dispersa y Simo se encarga de los rezagados, apuntando y reventando a balazos a los que quedan, aunque tienes que detenerte en una en concreto, no crees que sea buena idea disparar a esa piraña.
Braud, algo ha mordido el “cebo” de tu “caña de pescar” y no lo suelta, a pesar de que Simo tenga al pez encañonado.
Tras introducir las cifras la consola empieza a procesar la respuesta mientras produce el molesto sonido de un módem antiguo, a la vez que se agita violentamente y empieza a humear. Cuando parece a punto de estropearse suena un “Tin” y la puerta se abre suavemente. Al otro lado hay una sala tan descuidada que parece que ha sido tomada por la naturaleza, con charcas, y amplia vegetación.
Kodama y los Blue Rose, una puerta se abre a vuestro lado y veis a la panda. Avanzáis hasta llegar a un gran pasillo con varias puertas y giros serpenteantes, estas tienen accesos abiertos en los que pone 8, 9, 10 y 11. Los marines avanzan y se dispersan en estas explorando y asegurando las zonas. Todo parece ir bien hasta que…
Algo lanza a un montón de marines fuera de la sala 9. Los que siguen de una pieza se repliegan y comienzan a disparar mientras retroceden. De la entrada sale una mole de tentáculos cartilaginosos, unidas a una amalgama de terminaciones, carnosas con placas óseas. Una serie de bocas llenas de colmillos, así como ojos de diferentes tamaños recorren la superficie del horrendo ser que parece ocupar toda la entrada de la sala de la que emerge. Su aspecto no parece tener sentido ni orden, como una definición perfecta de un ser caótico o que alguien pulsara el botón de “que le jodan, lo que salga” en la máquina de crear animales de Dios. Más atrás en el pasillo aparece una figura humanoide de cerca de 3 metros de altura, saliendo de la sala 10. Parece tener la piel metalizada, aunque no se sabe si es maquillaje, así como ropa ceñida de tono azul metálico y adornos que recuerdan a cremalleras exageradamente grandes. En la cabeza lleva un casco de tono azul adornado con pinchos dorados, el cual le tapa el rostro hasta la nariz.
- 4-Kiritsu, Zane, Luka, Noximiliano, Alwiss, Vile:
- Tras la actuación de Galhard el resto de cortinas prender religiosamente y la sala comienza a llenarse de humo. Este se va esparciendo por las puertas abiertas, pero sigue siendo un incordio y encima con todas las llamas empezáis a tener verdadero calor.
Jack, tu idea no parece haber funcionado. El azúcar se cuela por todos los recovecos, incluyendo unos diminutos agujeros colocados en el interior del mecanismo para frenar intentos parecidos. Una pena, aunque por lo menos no te has quedado atascado.
Al, uno de los atriles que coges tiene algo grabado. Es una pequeña llave. Parece estar unida al resto del atril como si fuera un recortable y con un gentil empuje sale sola. Es de latón y encaja a la perfección en la cerradura que falta. El portón se abre ante vosotros sin más problemas.
Arthur, encuentras un cuerpo extraño en una de las tuberías. Cuando la partes para agarrarlo un saludable chorro de agua fría te da en la cara antes de empezar a dejar perdido el suelo. Sin embargo, encuentras el objeto. ¿Una perla? ¿Cómo habrá llegado hasta ahí? Tiene un pequeño agujerito, hm…
Leiren, para cuando la puerta se abre has logrado organizar a la perfección todos los atriles. Enhorabuena.
Zane y company, entráis a una nueva habitación en un deplorable estado. Un montón de atriles religiosamente ordenados en un extremo contrastan con las cortinas en llamas, el suelo encharcado y una copa rota en el medio y medio de la estancia. El humo del lugar no os impide ver a los obvios causantes y eh, os parecen familiares. La parte buena es que llegáis a tiempo de ver cómo el otro portón al que da la sala se abre. ¡Camino despejado!
Vais a dar a una sala enorme y vacía, con escarcha en las paredes y una hermosa escalera de caracol en el centro. Bajo vuestros pies yacen en el agua un montón de pirañas que parecen bastante atontadas, aunque no por mucho tiempo…
- 5-Bizvan, Tobias, Erik, Zuko, Kayn y el flautista de Idem.:
No os cuesta mucho ‘cazar’ a la sombra. Llegáis a una sala enorme y vacía salvo por algunas cajas algo magulladas en una esquina y lo que parecen escombros en la pared a vuestra derecha. La sombra está sentada en una de las piedras más grandes y al acercaros podéis ver que es una pequeña tontatta de color verde. Está de brazos cruzados y refunfuñando, a cada palabra alza más el tono.
Zuko y amigos, llegáis a tiempo de oír lo que dice. No es que se esté cortando mucho.
- Claro que si, ahora tendrá razón. Que lleva ella los pantalones dice, será creída. Si soy yo quien le indica UNA Y OTRA PUTA VEZ CUANDO SE PIERDE, QUE PARA CAMINAR TANTO NO SABE LEER UN PUTO MAPA. Y encima va el otro y le da la razón, se creerá que no he sabido interpretar esa carita y esa mirada. QUE SEAS UN BICHO NO TE HACE INOCENTE Y… Uy, ¿De dónde habéis salido vosotros? Si queréis pasar por aquí estáis fastidiados, alguien se ha cargado el camino. Y luego dice que yo tengo mal genio, hmpf.
- 6-Therax, Ummak y Blishard:
- De frente está el pasillo de tuberías, pero os chocáis con una especie de muro invisible. Aunque si lo tocáis parece ser cristal, pero si intentáis darle un golpe no lo romperéis. No parece un material fácil de destruir aunque si os acercáis la suficiente podéis ver ligeramente vuestro reflejo. Si os fijáis, al lado de la puerta, hay una pantalla táctil introducida en la pared. En la pantalla pone: “Veo veo, ¿qué ves? Una oportunidad tenéis” La ranura para introducir la palabra tiene ocho huecos.
- 1-Gorillaz of liberty + Acompañantes:
- Edward, tus relámpagos cruzan el espacio que os separa e impactan en el pecho del gorila sin que esta intente hacer un ademán de defenderse. Se hunden en su pecho y desaparecen dejando sólo un poco de electricidad estática en el aire, ni siquiera la fuerza ha atravesado sus defensas. Osu, la garra se acerca a la pierna y tu ataque lo alcanza sin notar resistencia alguna. Cuando miras tu mano sólo ves unos cuantos pedazos de metal con un corte limpio y tu mano al aire a escasos centímetros de ese corte. Ni rastro de las partes que han entrado en contacto con la pierna, pero jurarías que has visto como desaparecían como los rayos de Edward.
El Gorila os mira y levanta uno de sus gigantescos brazos para descargar un potente golpe sobre Ed, así como seguir avanzando amenazando con atropellar a Osu. De pronto una bola de aire pasa al lado de Osu y desaparece en la pierna como con el primer ataque. La segunda bola, en cambio, acaba bajo la planta de su pie, el cual estaba dando un paso y estalla, empujando este hacia arriba y desequilibrando la mole mecánica.
El puño se para en el aire a pocos centímetros de la cara de Ed pala echarse hacia atrás y girarse junto con el otro brazo en un intento casi cómico de recuperar el equilibrio. El gorila acaba con una pose extraña cuando se estabiliza, con los brazos estirados en forma de V, como si saludase al sol. Tras eso os mira y empieza a avanzar arrastrando los pies.
- 2-Liv:
- Pasas de largo del pequeño pasillo y regresas hasta una zona en donde hay varias varias puertas de nuevo y, la sala en la que se están adentrando dos revolucionarios es la 36. La puerta no consta de nada manillar a simple vista ni de ningún aparato para poder abrirla, pero en lo alto tiene dos escotillas. Podríais intentar tirarla abajo o encontrar una manera de abrirla, quizás haya alguna ranura secreta.
- 3-Zuzu:
- ¿Recuerdas qué te habías desmayado en el submarino? Pues es hora de despertarse, cuando sales del submarino ves que casi todo el mundo se ha ido. Te has pegado una buena siesta. Cuando llegas a la entrada, ves dos salidas; sin embargo, de la más cercana a ti provienen gritos y golpes y un revolucionario que custodia la puerta, armado, te para.
-Eh, muchacho, será mejor que continúes por aquella – señala -. Aquí están ocupados y es peligroso.
- 1-Zay:
- Mientras está absorto en tus pensamientos, te percatas de una cosa muy importante, la cual has estado obviando desde que llegaste a la aguja, que es que hay un gran nubarrón sobre la isla y no se ve la luna. ¿Cuánto tiempo estará así el clima? A saber, pero apuesto a que en algún momento cambiará; o no, quien sabe. Sin embargo, eso es lo menos importante, mientras hablabas Paul Vazo ha estado derrotando marines, quedando solo tres de ellos que te miran con desprecio.
—Vas a morir, Zay el mink —te dice uno de ellos, alzando su brazo y canalizando una extraña energía. Sin embargo, antes de darte cuenta, tu nuevo aliado se abalanzado sobre los tres y los ha derrotado en segundos. Parece ser que es un tío fuerte.
—Zay-sama, ya hemos conseguido derrotar a estos marines. Ahora, me encargaré del timón y pondremos rumbo a la isla.
Paul Vazo es un hombre ágil para su tamaño, y eso es asombroso, por que ver a alguien tan musculoso moverse con tanta presteza es algo poco común; y también es fuerte, quizá demasiado. Antes de darte cuentas llegas a la entrada de la aguja. Hay un gran bloque de hielo, el cual se dirige directamente hacia la entrada de la aguja (E1). En el camino no hay nadie, por lo que llegáis perfectamente, pero en la entrada te encuentras con un pequeño grupo de marines (no más de cinco), que agarran sus rifles y os apunta.
—¡No deis ni un paso más! ¡Las manos arriba! —dicen, disparando simultáneamente sus armas. Del mismo modo, veis como en la sala también están entrando otros criminales, y algunos son famosos, quizás demasiado.
- 2-AEG, Lance y Katharina:
- Avanzáis a paso lento, pero segu…, poco seguro. Lance, yo que tu miraba bajo tus pantalones, porque han desaparecido tus calzoncillos. Llegáis a la parte trasera del escenario, allí no hay nadie, solo los del equipo de sonido que os miran extrañados.
—Será mejor que la miréis, si no se va a enfadar y lo va a pagar con nosotros —lográis oír, pero pasáis de largo.
Os topáis con una puerta que no se abre. Si os fijáis bien, podéis ver como hay escrito sobre el pomo una serie de números, concretamente 17-1-18-22-9-19-19-9-14, y en la parte derecha de la puerta, tras una puertecita metálica un teclado con las letras del abecedario, incluida la letra Ñ.
- 3-Yarmin, Valar, Elaonora:
- Falafel mira con ligero asco a Ellaonora y Valar, y luego os guiña un ojo mostrando su amplia sonrisa, mientras pasa suavemente su mano por la espalda de Yarmin, acariciándole lenta y sensualmente, se acerca a su oído y le susurra la letra de una canción.
—Que pasará, que misterio habrá —hace una pausa—. Puede ser tu gran noche. Pero para eso tendríamos que irnos solo —te dice, señalando a Valar y Ellaonora.
Mientras tanto, el resto podéis ver como la sala donde estabais antes se está llenando de criminales. Algunos entran hacia donde estáis vosotros, y avanzan hacia la siguiente sala que… ¡vaya! Hay otra sala, ¿sería conveniente continuar, no creéis?
- 4-Rainbow:
- Te mueves muy rápido hasta llegar la entrada del agujero que hizo tu amigo el de la toga, aunque si te giras podrás ver cómo estás descontento porque no has querido ser su amigo. En fin. Ahora le caes mal, eres mala persona.
Continuas tu camino, pero ves como el lugar se ha llenado de criminales de todo tipo. Si te fijas en sus caras, algunas han salido en los carteles de criminales más peligrosos, otros no son tan conocidos, pero tienen pinta de ser fuertes. No obstante, si te fijas en la sala donde está tu amigo el rubio ves que esta con un anciano que le mete mano, mientras los otros dos observan. ¿Qué rarito todo, verdad?
- 5-Ichizake, Lysbeth, William, Kaito y Zack:
- Un mordisco, solo un simple mordisco hace que empieces a comer como un poseso todos los pasteles que hay sobre la mesa. Tus ojos dorados comienzan a tornarse de rojo, y mirando a tus compañeros con frialdad comienzas a verter tinta sobre ellos con toda la fuerza e ímpetu que puedes soltarlo. El resto, apenas tenéis oportunidad de esquivarlo, por lo que vuestras ropas han sido manchadas por completo. En cambio, Franklin ha sido inteligente y se ha escondido detrás de Zack, manchándose únicamente la cola (Esta bien enseñado el bicho).
Tinta aparte, y dolores gastrointestinales de Kaito también, que lentamente comienza a recuperarse, pero con un estado de hiperactividad y agresividad que va en contra de sí, sintiendo unas ganas inmensas de pelear veis que al otro lado de la sala hay una puerta. Si os acercáis veréis la imagen holográfica cara de un hombre narizudo y de ojos azules.- img aproximada:
—¡Hola, soy yo, el cabezón! Y tengo un acertijo para vosotros. Si acertáis se abrirá la puerta, en caso de no hacerlo uno de vosotros tendrá que comer uno de los pasteles que hay en la mesa. ¿Estáis preparados? —hace una pausa, mientras un foco alumbra lo que antes era una mesa repleta de pasteles y ahora es, bueno, restos de comida manchadas de tinta y gérmenes de pulpo—. En un granero vacío, sin nada en él, hay un hombre ahocado en el centro. La soga mide cuatro metros y los pies están a cincuenta centímetros del suelo. No hay escalera, ni forma plausible de llegar a la cuerda. No obstante, podéis notar que hay un charco de agua que se está secando.
¿Cómo se ahorca el hombre?
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Siguió a sus improvisados compañeros a la siguiente sala, meneando la cabeza por el comportamiento de los dos extraños que se habían encontrado. Sin duda eran gente fuerte, pero no les irían mal un par de neuronas de reserva. Menuda hostia se había pegado el tío contra la pared y aún así parecía intacto. Casi que lo mejor era no saber mucho de ellos.
El lugar al que dieron la confundió por un instante. ¿Seguían dentro de la aguja? Miró atrás para cerciorarse, porque no entendía el cambio de ambiente. Por todo el lugar, pintado de rosa, había dispersas una serie de pequeñas mesitas de té , exquisitamente equipadas con todo tipo de dulces y manjares. ¿Para ellos? Sospechaba que la respuesta era sí. ¿Sería una trampa? Tenía toda la pinta. Paseó alrededor, rozando una de las mesas con los dedos. Quizá querían retenerlos con el festín, pero eso era absurdo. Estaban allí para salvar el mundo, no iban a entretenerse con un tentempié. Agarró una de las magdalenas y la olió. El aroma era intoxicante, divino, pero no olía a magdalena. No era capaz de definirlo.
Se giró hacia el resto para hablar antes de proceder, pero no tuvo tiempo de abrir la boca. Como quien no quiere la cosa, el pulpo fue directo a probar los manjares. Y entonces, el desastre sucedió.
Ante sus ojos, el pulpo no paraba de comer. Pasaron un par de segundos hasta que se dio cuenta de que esa gula no era normal. Podría ser cosa de su especie o incluso de su personalidad, pero lo dudaba. La forma en la que agarraba los pasteles y se los llevaba a la boca, con ansia y desesperación, era demasiado artificial. Sus ojos se volvieron rojos y de un momento a otro una apestosa masa negra volaba hacia ella. En lugar de esquivarlo, movió la mano para conjurar ante si un muro de energía. No fue lo bastante rápida como para librarse del todo y sus botas se echaron a perder, aunque por lo menos su ropa y su cara quedaron a salvo. Ugh. Estaba claro que no era comida normal.
- Al próximo que se le ocurra dar un bocado lo corto en pedacitos.- Comentó con muy mala leche.
Se preguntó si sería ese el motivo del exagerado buen olor de la sala. Quizá no eran los primeros en pasar por ahí y... desterró el pensamiento de su mente. No le hacía ningún bien. Al otro lado de la sala había una puerta e ignorando al pulpo se dirigió con presteza hacia allí. Quería dejar el lugar cuanto antes. La recibió una especie de cabeza flotante holográfica que muy alegre le comentó un acertijo.
Lys se sentía asqueada. Todos estos... puzles, todos estos quebraderos de cabeza, no hacían más que retrasarlos. Era como estar encerrada en una ratonera gigante y tener que esperar a que los diferentes muros se abrieran para poder conseguir el queso. Respiró hondo y le pidió a la cabeza que repitiera el acertijo. ¿Agua...? Esbozó una media sonrisa. Tratando de no pensar en lo que ocurriría si se equivocaba, respondió:
- El hombre llevó un bloque de hielo y se subió al mismo para ahorcarse. Cuando el bloque se derritió, el hombre murió y la evidencia desapareció... salvo por el charco de agua.
No es que se considerase especialmente sagaz, pero por lo menos en su cabeza tenía sentido. Mirando de reojo a la mesita con aprensión, aguardó el veredicto del cabezón.
El lugar al que dieron la confundió por un instante. ¿Seguían dentro de la aguja? Miró atrás para cerciorarse, porque no entendía el cambio de ambiente. Por todo el lugar, pintado de rosa, había dispersas una serie de pequeñas mesitas de té , exquisitamente equipadas con todo tipo de dulces y manjares. ¿Para ellos? Sospechaba que la respuesta era sí. ¿Sería una trampa? Tenía toda la pinta. Paseó alrededor, rozando una de las mesas con los dedos. Quizá querían retenerlos con el festín, pero eso era absurdo. Estaban allí para salvar el mundo, no iban a entretenerse con un tentempié. Agarró una de las magdalenas y la olió. El aroma era intoxicante, divino, pero no olía a magdalena. No era capaz de definirlo.
Se giró hacia el resto para hablar antes de proceder, pero no tuvo tiempo de abrir la boca. Como quien no quiere la cosa, el pulpo fue directo a probar los manjares. Y entonces, el desastre sucedió.
Ante sus ojos, el pulpo no paraba de comer. Pasaron un par de segundos hasta que se dio cuenta de que esa gula no era normal. Podría ser cosa de su especie o incluso de su personalidad, pero lo dudaba. La forma en la que agarraba los pasteles y se los llevaba a la boca, con ansia y desesperación, era demasiado artificial. Sus ojos se volvieron rojos y de un momento a otro una apestosa masa negra volaba hacia ella. En lugar de esquivarlo, movió la mano para conjurar ante si un muro de energía. No fue lo bastante rápida como para librarse del todo y sus botas se echaron a perder, aunque por lo menos su ropa y su cara quedaron a salvo. Ugh. Estaba claro que no era comida normal.
- Al próximo que se le ocurra dar un bocado lo corto en pedacitos.- Comentó con muy mala leche.
Se preguntó si sería ese el motivo del exagerado buen olor de la sala. Quizá no eran los primeros en pasar por ahí y... desterró el pensamiento de su mente. No le hacía ningún bien. Al otro lado de la sala había una puerta e ignorando al pulpo se dirigió con presteza hacia allí. Quería dejar el lugar cuanto antes. La recibió una especie de cabeza flotante holográfica que muy alegre le comentó un acertijo.
Lys se sentía asqueada. Todos estos... puzles, todos estos quebraderos de cabeza, no hacían más que retrasarlos. Era como estar encerrada en una ratonera gigante y tener que esperar a que los diferentes muros se abrieran para poder conseguir el queso. Respiró hondo y le pidió a la cabeza que repitiera el acertijo. ¿Agua...? Esbozó una media sonrisa. Tratando de no pensar en lo que ocurriría si se equivocaba, respondió:
- El hombre llevó un bloque de hielo y se subió al mismo para ahorcarse. Cuando el bloque se derritió, el hombre murió y la evidencia desapareció... salvo por el charco de agua.
No es que se considerase especialmente sagaz, pero por lo menos en su cabeza tenía sentido. Mirando de reojo a la mesita con aprensión, aguardó el veredicto del cabezón.
- Resumen:
- Subir, asquearme y responder al acertijo del cabezón.
Usado para repeler la tinta:
- Night Shadow: Lys utiliza energía su demoníaca para formar un muro (Igual de alto que ella y un poco más ancho) entre ella y el enemigo. Dura 2 turnos.
Kaito Takumi
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Para cuando Kaito apreció la presencia de la hermosa criatura palmeada, ya era demasiado tarde para detenerse a saludarla. Su cuerpo, empujado por los peligrosos aditivos los pasteles, había entrado en una decadente espiral de gula que le hizo engullir todos los pasteles de la mesa. Y si el lector cree que aquel espectáculo digno más bien de un ansioso cerdo era algo ya bastante desagradable, le aconsejamos que deje de leer.
Con el estómago lleno de los manjares ofrecidos por Viktor, el exceso de alimento, así como parte de los ingredientes secretos de los postres, desencadenaron una serie de espasmos poco naturales para llamar a la naturaleza. Perdiendo el control del líquido elemento conjunto al de sus múltiples esfínteres, el pobre pulpo comenzó a soltar todo cuanto tenía dentro de sí con una violencia tan profunda como la que empezaba a inundar su cerebro. Los trozos de comida a medio digerir se entremezclaron con la espesa y oleoginosa tinta del ningyo, propulsándose a través del aire como una fuente decorativa llena de tropezones. Bajo sus dos mantos, el propio y el vestido, el espectáculo fue escatológicamente similar.
Cuando se sintió reconfortantemente vacío, el pelirrojo intentó recobrar el aliento tomando rápidas y profundas bocanadas de aire amargo que apestaban al ácido que acababa de soltar. Notó sus dientes rechinar y quejarse del vil baño cuando apretó las mandíbulas. Se sentía estúpido, atacado, harto y sumamente furioso. Y por si fuera poco aquel acorde que recorrió la torre parecía reírse de él y su desgracia.
—El que haya cocinado esto lo va a pagar —farfulló entre dientes expeliendo pegajosos hilos negros de entre sus huecos.
Intentando recobrar la postura que la comida que no había podido paladear le había arrebatado al doblarle al menos tres veces sobre sí, el hombre pulpo extendió sus dos tentáculos delanteros sobre la ponzoñosa masa de la mesa. Aunque aquello no era agua, no del todo, el peligroso estado mental en el que estaba atrapado le forzó a intentar construirse un par de asquerosos y peligrosos guanteletes con los que pretendía labrarse su venganza. Sujetando el bichero con una mano y sacando la daga de la riñonera con la otra, el ningyo avanzó arrastrándose por los charcos de inmundicia haciéndolos subir bajo su capa gracias a su control del líquido elemento.
Bajo la sombría capucha de aquel monstruo brillaron dos rubíes llenos de odio y rabia, unos sentimientos tan grandes que no podían, ni querían, ser mitigados por la fría mente tras ellos. Pero eso no implicaba que no estuviesen fuera de control, pues como a perros deseando cazar, se les podía azuzar en la dirección correcta.
Pobre de cuantos enemigos, o desconocidos, encontrara detrás de aquella puerta que debía abrirse poco después de la respuesta.
—Cómo no —escupió el ningyo acercándose a la mujer que le había quitado la satisfacción de resolverlo y se había apropiado ilógicamente de su deseo—. Si tanto te gusta responder preguntas, tengo una para ti —La bestia se inclinó sobre la bella para poder oler sus emociones de primera mano. Bajo el rostro ennegrecido tenía pegados los restos que habían estado hace poco dentro de sí, y como innaturales verrugas y tumores ondeaban por su rostro y caían de este como pegotes de baba. —¿Por qué quiero explorar el relieve de cada uno de tus huecos? ¿Por qué quiero oír los gemidos ahogados de tu garganta llena? ¿Por qué quiero lamer, chupar, succionar y morder sin llegar comer ni tu carne ni tu alma? ¿Por qué… siendo, como es, tan imposible e ilógico?
Su curiosidad se había transformado en una agresiva obsesión de secretos. Una que ya venía reforzada por la frustración de los tristes resultados de la materia de los Victor muertos. Pobre de él si la mujer o el resto de monstruos se le echaban encima, y pobre de ellos si trataban de echar un vistazo al alma cuyas intenciones poco tenían que ver con su espeluznante forma.
Con el estómago lleno de los manjares ofrecidos por Viktor, el exceso de alimento, así como parte de los ingredientes secretos de los postres, desencadenaron una serie de espasmos poco naturales para llamar a la naturaleza. Perdiendo el control del líquido elemento conjunto al de sus múltiples esfínteres, el pobre pulpo comenzó a soltar todo cuanto tenía dentro de sí con una violencia tan profunda como la que empezaba a inundar su cerebro. Los trozos de comida a medio digerir se entremezclaron con la espesa y oleoginosa tinta del ningyo, propulsándose a través del aire como una fuente decorativa llena de tropezones. Bajo sus dos mantos, el propio y el vestido, el espectáculo fue escatológicamente similar.
Cuando se sintió reconfortantemente vacío, el pelirrojo intentó recobrar el aliento tomando rápidas y profundas bocanadas de aire amargo que apestaban al ácido que acababa de soltar. Notó sus dientes rechinar y quejarse del vil baño cuando apretó las mandíbulas. Se sentía estúpido, atacado, harto y sumamente furioso. Y por si fuera poco aquel acorde que recorrió la torre parecía reírse de él y su desgracia.
—El que haya cocinado esto lo va a pagar —farfulló entre dientes expeliendo pegajosos hilos negros de entre sus huecos.
Intentando recobrar la postura que la comida que no había podido paladear le había arrebatado al doblarle al menos tres veces sobre sí, el hombre pulpo extendió sus dos tentáculos delanteros sobre la ponzoñosa masa de la mesa. Aunque aquello no era agua, no del todo, el peligroso estado mental en el que estaba atrapado le forzó a intentar construirse un par de asquerosos y peligrosos guanteletes con los que pretendía labrarse su venganza. Sujetando el bichero con una mano y sacando la daga de la riñonera con la otra, el ningyo avanzó arrastrándose por los charcos de inmundicia haciéndolos subir bajo su capa gracias a su control del líquido elemento.
Bajo la sombría capucha de aquel monstruo brillaron dos rubíes llenos de odio y rabia, unos sentimientos tan grandes que no podían, ni querían, ser mitigados por la fría mente tras ellos. Pero eso no implicaba que no estuviesen fuera de control, pues como a perros deseando cazar, se les podía azuzar en la dirección correcta.
Pobre de cuantos enemigos, o desconocidos, encontrara detrás de aquella puerta que debía abrirse poco después de la respuesta.
—Cómo no —escupió el ningyo acercándose a la mujer que le había quitado la satisfacción de resolverlo y se había apropiado ilógicamente de su deseo—. Si tanto te gusta responder preguntas, tengo una para ti —La bestia se inclinó sobre la bella para poder oler sus emociones de primera mano. Bajo el rostro ennegrecido tenía pegados los restos que habían estado hace poco dentro de sí, y como innaturales verrugas y tumores ondeaban por su rostro y caían de este como pegotes de baba. —¿Por qué quiero explorar el relieve de cada uno de tus huecos? ¿Por qué quiero oír los gemidos ahogados de tu garganta llena? ¿Por qué quiero lamer, chupar, succionar y morder sin llegar comer ni tu carne ni tu alma? ¿Por qué… siendo, como es, tan imposible e ilógico?
Su curiosidad se había transformado en una agresiva obsesión de secretos. Una que ya venía reforzada por la frustración de los tristes resultados de la materia de los Victor muertos. Pobre de él si la mujer o el resto de monstruos se le echaban encima, y pobre de ellos si trataban de echar un vistazo al alma cuyas intenciones poco tenían que ver con su espeluznante forma.
- “Resumen. Leed los de la sala Rosita, Lysbeth importante”:
Seguir el chungo de vomitar y cagar perdiendo el control del agua y de mi tranquila forma de actuar. Coger los restos inmundos pegándolos a mis tentáculos y a mi cuerpo bajo la capa para tener “armas de agua” en futuros y belicosos encuentros. Empuñar mis armas. Orientar mi rabia hacia los responsables de esto (Mitigando, o más bien orientando, el estado con mi “Mente sobre corazón” expuesto anteriormente), y avanzar hacia la puerta frustrado por no haber podido contestar, lanzándole preguntas a Lys sobre la innatural atracción, y enfocando mi haki de observación (empatía) sobre ella, con su PU de olor, en un vano intento con llevarme una respuesta satisfactoria en este mar de mierda (literal) en el que estoy metido.
Uso de Haki Obs : 1 Turno. (Ya supongo que descansé del turno usado en el combate) Con su PU- El olor de las cosas:
Nombre de la técnica: El olor de las cosas
Naturaleza de la técnica: Mejora Pasiva Haki observación.
Descripción de la técnica:
Aunque el Haki de observación suele relaccionarse con la visión, como cocinero, Kaito puede decidir focalizar este sentimiento como olores más que una sensación visual. Esto es mayormente escénico, pero podría resultar útil para gente que cambia la forma de su aura (porque su "olor" debería ser el mismo).
Tiempo de canalización: Pasiva.
Dejo por aquí las cosas usadas.- Mente sobre cor:
Nombre de la técnica: Mente sobre corazón… casi.
Naturaleza de la técnica: Mejora pasiva
Descripción de la técnica: Mente sobre corazón: Kaito ha ido un paso más allá en controlar sus emociones. Como un asceta, es capaz de aceptarlas verdaderamente, y a pesar de todo, actuar en su contra sin perder la perspectiva de una fría lógica. Así, Kaito puede sobreponerse a toda emoción usando su mente. Aunque esto está realizado para emociones propias, también puede aplicarse a controles emocionales (o anti-racionales) ajenos, aunque esto no hace que sea consciente de ellos (deberá razonar su procedencia si son muy obvios).
EXCEPTO: Cuando haya animales de por medio
Tiempo de canalización: Pasiva.
- Control de Liq:
- Nombre de la técnica: Robar humedad. Control de Líquidos I
Naturaleza de la técnica: Elemental Agua.
Descripción de la técnica:
Agarrando el aire húmedo sobre un líquido basado en agua, el usuario es capaz de atraerlo hasta él, normalmente luego sosteniéndolo pegado a él. (O no, a lo mejor se usa para remover caldos). A este nivel, el usuario es capaz de controlar hasta 2 metros cúbicos de líquido, cantidad que disminuirá dependiendo de la velocidad de la misma o el esfuerzo que tenga que realizar.
También es capaz de usarse para crear caminos preferentes de los líquidos, impidiendo una corriente pequeña reacondicionándola a tu alrededor por ejemplo para permitirte trepar por una superficie humedecida en un día de lluvia.
También podría hacerse una especie de paraguas de agua, haciendo una capa que recibiera las gotas y que discurriera hacia abajo dejando un espacio seco. O bien aguantar una herida abierta para no desangrarse. O extraer el torrente de una herida para utilizar luego "Estropajo de mar", quien sabe. (Es la técnica predecesora a las otras aquí expuestas "Lengua de mar y Estropajo de mar))
Tiempo de canalización: Variable según la manipulación. 1.5 segundo por metro cúbico de agua, (menos cantidad a más lejos esté el líquido de ser agua)
Como estoy cubierto de “agua”- Esencia Acuática:
- Nombre de la técnica: Esencia Acuática
Naturaleza de la técnica: Mejora Pasiva (Ninjutsu)
Descripción de la técnica: Mientras se encuentra rodeado de agua o envuelto por ella, como por ejemplo bajo una lluvia fuerte, el usuario es capaz de mezclar su presencia con la del líquido elemento, reduciendo efectivamente en 1 el nivel de detección del bokushou haki (ambas vertientes, tanto Visión como Empatía). También obtiene un x2 a Sigilo mientras se encuentre dentro del mismo /empapado.
Tiempo de canalización: ---
Si alguien me lanza H. Observación:- Terror Prof (Tb en firma):
Nombre de la técnica: Terror de las Profundidades
Naturaleza de la técnica: Mejora P. Epica
Descripción de la técnica:
Se trata de una habilidad pasiva que tiene Kaito, la cual consiste en que cualquier ser use el mantra por primera vez (durante rol, combate, etc.) sentirá su mayor miedo en el cuerpo, haciendo que no pueda atacarle durante ese turno.
Tiempo de canalización: Pasiva
Tiempo de reutilización: 1 Vez por rol por afectado.
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