—¿Kenshin Holmes? No conozco a ese individuo. Quizá sea algún hermano espurio de mi progenitor —le dijo a Noximilien, para luego mirar a Alviss—. Pues nunca he sentido tanta dicha en mi interior, querido D. Rose.
Un sonoro pitido procedente del cilíndrico androide resalto lo que era más que evidente para, en ese momento, el inteligentísimo pelirrojo, que estaba de espaldas al gran portón, con la cabeza erguida de orgullo, para que sus compañeros vieran lo que había en su interior. Una vez escucho el sutil crujido metálico que hacía la puerta al abrirse de forma automática, se giró y se quedó ensimismado con lo que encontró. Todo estaba recubierto de escarcha, algo que le desagradaba como ser de fuego que era, mientras que en su interior pudo vislumbrar a los miembros de la marina con los que había pactado el contrato de paz que, posiblemente, salvaría al mundo.
—Puedo contemplar que los niveles de hidratación de tu escamada piel están descendiendo a niveles, aunque no alarmantes, más rápido de lo que esperaba —puntualizó, sujetando el brazo de su amigo—. Sin embargo, vamos a aprovechar esta escacha y el calor que soy capaz de emanar de mi cuerpo para que se hidrate.
Fue el primero en poner un pie en aquella sala, usando su fuego para derretir parcialmente el agua que había a su alrededor, pero sin calentarla demasiado, para no convertir a su compañero en una cena de lujo no apta para personas que no quieran conseguir una indigestión. Dejando eso de lado, continuó el camino, pasando al lado de los marines.
—¡Oh! —exclamó Zane—. ¡Hola de nuevo, Al-Iados! —dijo, continuando la broma del almirante Naion, y continuando hacia la siguiente sala—. Veo que todos los caminos nos llevan a Mock Town.
Ojeó el mapa, y la mejor opción era adentrarse en la sala situada a la izquierda de la que procedían. Desde fuera pudo contemplar que era una sala grande con una escalera de caracol que daba a un piso superior, muy encharcada y con pirañas por el suelo. Sin dudarlo caminó hacia ella, e inmediatamente, sin tan siquiera pensarlo, desenvainó su espada y lanzó pequeños tajos cortantes dirigidos a las piratas para acabar con ellas en el acto. Ver a aquellos peces le hizo evocar doloridos recuerdos de su infancia, de cómo su padre el día que trató de enseñarle a nadar lo tiró de cabeza a un río y casi es devorado por esas inmundas bestias del averno. Cuando lo hizo, envainó su espada e hizo un ademán a sus compañeros para que se acercaran.
—Subamos.
Esperó en la parte baja de la escalera, escorado a un lado, esperando a que sus compañeros subieran al siguiente piso. Luego, lo hizo él. Mientras ascendía al siguiente piso, en su mente únicamente estaba Vile, el amigo de Nailah. Era un sujeto extraño y, para su gusto, demasiado silencioso. Lo había metido en su grupo sin saber por qué. No obstante, tenía un plan, y ese plan era saber de qué pie cojeaba.
Una vez estuvieron arriba torció a la izquierda, su idea era entrar en la sala que había allí. Entretanto, se dirigió al amigo de su suboficial.
—¿Y cómo conociste a Nailah? —le preguntó a Vile.
Un sonoro pitido procedente del cilíndrico androide resalto lo que era más que evidente para, en ese momento, el inteligentísimo pelirrojo, que estaba de espaldas al gran portón, con la cabeza erguida de orgullo, para que sus compañeros vieran lo que había en su interior. Una vez escucho el sutil crujido metálico que hacía la puerta al abrirse de forma automática, se giró y se quedó ensimismado con lo que encontró. Todo estaba recubierto de escarcha, algo que le desagradaba como ser de fuego que era, mientras que en su interior pudo vislumbrar a los miembros de la marina con los que había pactado el contrato de paz que, posiblemente, salvaría al mundo.
—Puedo contemplar que los niveles de hidratación de tu escamada piel están descendiendo a niveles, aunque no alarmantes, más rápido de lo que esperaba —puntualizó, sujetando el brazo de su amigo—. Sin embargo, vamos a aprovechar esta escacha y el calor que soy capaz de emanar de mi cuerpo para que se hidrate.
Fue el primero en poner un pie en aquella sala, usando su fuego para derretir parcialmente el agua que había a su alrededor, pero sin calentarla demasiado, para no convertir a su compañero en una cena de lujo no apta para personas que no quieran conseguir una indigestión. Dejando eso de lado, continuó el camino, pasando al lado de los marines.
—¡Oh! —exclamó Zane—. ¡Hola de nuevo, Al-Iados! —dijo, continuando la broma del almirante Naion, y continuando hacia la siguiente sala—. Veo que todos los caminos nos llevan a Mock Town.
Ojeó el mapa, y la mejor opción era adentrarse en la sala situada a la izquierda de la que procedían. Desde fuera pudo contemplar que era una sala grande con una escalera de caracol que daba a un piso superior, muy encharcada y con pirañas por el suelo. Sin dudarlo caminó hacia ella, e inmediatamente, sin tan siquiera pensarlo, desenvainó su espada y lanzó pequeños tajos cortantes dirigidos a las piratas para acabar con ellas en el acto. Ver a aquellos peces le hizo evocar doloridos recuerdos de su infancia, de cómo su padre el día que trató de enseñarle a nadar lo tiró de cabeza a un río y casi es devorado por esas inmundas bestias del averno. Cuando lo hizo, envainó su espada e hizo un ademán a sus compañeros para que se acercaran.
—Subamos.
Esperó en la parte baja de la escalera, escorado a un lado, esperando a que sus compañeros subieran al siguiente piso. Luego, lo hizo él. Mientras ascendía al siguiente piso, en su mente únicamente estaba Vile, el amigo de Nailah. Era un sujeto extraño y, para su gusto, demasiado silencioso. Lo había metido en su grupo sin saber por qué. No obstante, tenía un plan, y ese plan era saber de qué pie cojeaba.
Una vez estuvieron arriba torció a la izquierda, su idea era entrar en la sala que había allí. Entretanto, se dirigió al amigo de su suboficial.
—¿Y cómo conociste a Nailah? —le preguntó a Vile.
- Luka, Vile, Nox, Alviss y Al-Iados:
- Entrar en la sala, ser repelente por culpa de la droga de Marc (turno 2) + saludar a los marines + subir al piso de arriba y dirigirse a la entrada de la sala 79
Simo Baker
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“¿Qué pollas?”, pensé encañonando a la última de las pirañas. Me reí ligeramente al darme cuenta de que era literal, la piraña estaba enganchada al miembro de nuestro enorme compañero. Por un instante intenté buscar el ángulo para quitársela, pero… No, era mejor no hacerlo. Seguro que el grandullón se enfadaba si me llevaba con ella un cacho de su pene; era mejor que se encargara él solito. Además el código que había introducido Seis provocó que la puerta comenzara a hacer ruidos raros, llegando a parecer por unos instantes que íbamos a volar por los aires. El “Tin” que sonó al final dio a entender lo contrario; el código era correcto y provocó que la puerta se abriera ante nosotros dando paso a la siguiente sala.
Una vez atravesada la puerta pude ver mejor cual iba a ser nuestro siguiente obstáculo. Habíamos llegado a un extenso pasillo que conectaba un notable número de salas. Hasta ahí habría sido algo normal, pero por lo visto nada lo iba a ser en el interior de aquella estructura. Ante nosotros, dejando en ridículo el pequeño estanque de pirañas que acabábamos de atravesar, el lugar estaba completamente tomado por una espesa vegetación, la cual era únicamente interrumpida por una serie de pequeñas charcas que a saber qué podían albergar. “Me cago en la puta”, pensé observando la escena. No me molestaban la abundante flora ni los peligros que podía ocultar; sin embargo tener que reencontrarme con el maldito yonkou de nuevo… Dirigí una mirada a Dretch por un segundo, aunque no dije nada. Ya había quedado claro que no era el momento ni el lugar. Además parecía que el grupo pirata no iba campando a sus anchas, estaban con el gran almirante Mikoto. Aunque Pelomoco se fuera a juntar con su amiguito, el hecho de tener al famoso Roble de la marina me calmaba un poco. Aunque intentaran algo raro, con la ayuda del almirante podríamos detenerlos.
-¿Ahora por dónde?-, pregunte al traidor con tono serio esperando que eligiera una de las salas. No llegué a escuchar la respuesta, pues al instante un grupo de marines salió expulsado de una de ellas. Los que habían quedado en pie comenzaron a retroceder y disparar mientras huían de una especie de… Jamás en mi vida había visto nada como eso, no sabía cómo llamarlo. Al menos había algo que estaba claro, los hombres del gobierno estaban en peligro. No había tiempo para esperar a trazar un plan, había que contener a esa cosa para permitir el repliegue de nuestros hombres. Mientras me acercaba con el soru a una distancia adecuada (unos 40 metros de la cosa) enfundé mi pistola-escopeta y tomé una de las granadas que guardaba al cinturón. Apunté durante un instante apoyandome en mi haki de observación, fijándome bien en la posición de las bocas de la bestia y en los movimientos de sus tentáculos. Finalmente arranqué la anilla y, utilizando toda mi precisión, lancé el explosivo hacia la boca abierta en la que era más difícil que uno de sus tentáculos la bloqueara.
La acción no acabó ahí, pues mientras me acercaba a atacar a aquella aberración había podido observar como de una de las salas del fondo del pasillo comenzaba a emerger una especie de coloso. Muchos y muy grandes enemigos, no me convenía estar tan avanzado, por lo que usando la velocidad del soru volví tras el grupo. Ahí estaría seguro, pues esos enemigos tendrían que enfrentar a nuestro propio grupo de titanes para alcanzarme. Desde esa nueva posición, saqué mi piumpiummuellemuelladora y como siempre, con cuidado de que la bala no hiriera a uno de mis compañeros en el trayecto, apunté en dirección al grandulón metálico. Sus ojos, los cuales quedaban descubiertos por ese casco azulado que portaba fueron mi objetivo. Pretendía bloquear mi brazo con el tekkai para evitar el retroceso, disparar y repetir con el otro ojo para terminar de cegarlo. Con eso debería brindar suficiente apoyo para que nuestro grupo lo acabara fácilmente. Tras esto cambiaría de objetivo y haría lo mismo con la amalgama monstruosa; aunque con la cantidad de globos oculares que tenía seguramente iba a ser menos efectivo.
Una vez atravesada la puerta pude ver mejor cual iba a ser nuestro siguiente obstáculo. Habíamos llegado a un extenso pasillo que conectaba un notable número de salas. Hasta ahí habría sido algo normal, pero por lo visto nada lo iba a ser en el interior de aquella estructura. Ante nosotros, dejando en ridículo el pequeño estanque de pirañas que acabábamos de atravesar, el lugar estaba completamente tomado por una espesa vegetación, la cual era únicamente interrumpida por una serie de pequeñas charcas que a saber qué podían albergar. “Me cago en la puta”, pensé observando la escena. No me molestaban la abundante flora ni los peligros que podía ocultar; sin embargo tener que reencontrarme con el maldito yonkou de nuevo… Dirigí una mirada a Dretch por un segundo, aunque no dije nada. Ya había quedado claro que no era el momento ni el lugar. Además parecía que el grupo pirata no iba campando a sus anchas, estaban con el gran almirante Mikoto. Aunque Pelomoco se fuera a juntar con su amiguito, el hecho de tener al famoso Roble de la marina me calmaba un poco. Aunque intentaran algo raro, con la ayuda del almirante podríamos detenerlos.
-¿Ahora por dónde?-, pregunte al traidor con tono serio esperando que eligiera una de las salas. No llegué a escuchar la respuesta, pues al instante un grupo de marines salió expulsado de una de ellas. Los que habían quedado en pie comenzaron a retroceder y disparar mientras huían de una especie de… Jamás en mi vida había visto nada como eso, no sabía cómo llamarlo. Al menos había algo que estaba claro, los hombres del gobierno estaban en peligro. No había tiempo para esperar a trazar un plan, había que contener a esa cosa para permitir el repliegue de nuestros hombres. Mientras me acercaba con el soru a una distancia adecuada (unos 40 metros de la cosa) enfundé mi pistola-escopeta y tomé una de las granadas que guardaba al cinturón. Apunté durante un instante apoyandome en mi haki de observación, fijándome bien en la posición de las bocas de la bestia y en los movimientos de sus tentáculos. Finalmente arranqué la anilla y, utilizando toda mi precisión, lancé el explosivo hacia la boca abierta en la que era más difícil que uno de sus tentáculos la bloqueara.
La acción no acabó ahí, pues mientras me acercaba a atacar a aquella aberración había podido observar como de una de las salas del fondo del pasillo comenzaba a emerger una especie de coloso. Muchos y muy grandes enemigos, no me convenía estar tan avanzado, por lo que usando la velocidad del soru volví tras el grupo. Ahí estaría seguro, pues esos enemigos tendrían que enfrentar a nuestro propio grupo de titanes para alcanzarme. Desde esa nueva posición, saqué mi piumpiummuellemuelladora y como siempre, con cuidado de que la bala no hiriera a uno de mis compañeros en el trayecto, apunté en dirección al grandulón metálico. Sus ojos, los cuales quedaban descubiertos por ese casco azulado que portaba fueron mi objetivo. Pretendía bloquear mi brazo con el tekkai para evitar el retroceso, disparar y repetir con el otro ojo para terminar de cegarlo. Con eso debería brindar suficiente apoyo para que nuestro grupo lo acabara fácilmente. Tras esto cambiaría de objetivo y haría lo mismo con la amalgama monstruosa; aunque con la cantidad de globos oculares que tenía seguramente iba a ser menos efectivo.
- Resumen (gente del grupo marine 3 mirad):
- -Preguntar a Mido por donde ir.
-Granada a la boca del bicho feo.
-Disparar a los ojos del grandullón de metal para cegarlo.
- Cosas:
- Rush (importante porque con esto no toco suelo al correr y no me cuelo en las charcas).
El usuario ha logado combinar la agilidad del kami-e, las potentes patadas del geppo y los veloces movimientos del soru para conseguir aumentar su velocidad y versatilidad a la hora de transladarse. Gracias a esto puede alcanzar una velocidad de 35m/s y tiene libertad de movimiento, pudiendo ir a esa velocidad por el aire y cambiar de sentido o esquivar a gran velocidad sin ningún problema.
Punteria 5.
Piumpiummuellemuelladora con balas antitanque.
Haki de observación prediclecto lvl3. 1 turno usado.
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Parece ser que el nuevo aliado del felino era muy fuerte. Se cargó varios marines en segundos, y después agarró el timón y se dirigieron a la entrada. Tras atracar, había un bloque de hielo y en este una entrada. En el bloque de hielo no había nadie, pero en la entrada, había un grupo de unos cinco marines armados y preparados para disparar.
—¡No deis ni un paso más! ¡Las manos arriba! —Querían detener a Paul Vazo y al Mink, pero estos no estaba muy por la labor de ser arrestados.
En un cuarto de segundo antes de disparar sus armas, para sorpresa de Zay (que aún no sabía que había despertado el Haki de Observación) previó que estos lo harían y por donde seguirían la trayectoria los proyectiles, así que echo a correr hacia ellos y cuando estuvo a escasos centímetros de ellos, pareció como si el tiempo se detuviera por un breve lapso de tiempo, se echó a un lado y esquivo todas las balas que dispararon los marines. Tras ello, en cuanto estuvo a su altura, comenzó a atacarles de manera simultánea con su Electro.
El felino no decía nada mientras atacaba, solo se centraba en eso, en atacar y por alguna misteriosa razón que aún desconocía, podía prever los movimientos de aquellos marines, lo cual era una gran ventaja para el tigre.
No tendría compasión con nadie, como no la tuvieron ellos cuando masacraron parte de su tribu, incluyendo acabar con la vida de la madre de Zay. Buscaba venganza y hoy, en parte, cobraría una parte de ella, una pequeña parte pues su Sed de Venganza no cesará hasta ver a la Marina completamente acabada.
—¡No deis ni un paso más! ¡Las manos arriba! —Querían detener a Paul Vazo y al Mink, pero estos no estaba muy por la labor de ser arrestados.
En un cuarto de segundo antes de disparar sus armas, para sorpresa de Zay (que aún no sabía que había despertado el Haki de Observación) previó que estos lo harían y por donde seguirían la trayectoria los proyectiles, así que echo a correr hacia ellos y cuando estuvo a escasos centímetros de ellos, pareció como si el tiempo se detuviera por un breve lapso de tiempo, se echó a un lado y esquivo todas las balas que dispararon los marines. Tras ello, en cuanto estuvo a su altura, comenzó a atacarles de manera simultánea con su Electro.
El felino no decía nada mientras atacaba, solo se centraba en eso, en atacar y por alguna misteriosa razón que aún desconocía, podía prever los movimientos de aquellos marines, lo cual era una gran ventaja para el tigre.
No tendría compasión con nadie, como no la tuvieron ellos cuando masacraron parte de su tribu, incluyendo acabar con la vida de la madre de Zay. Buscaba venganza y hoy, en parte, cobraría una parte de ella, una pequeña parte pues su Sed de Venganza no cesará hasta ver a la Marina completamente acabada.
- Resumen:
- Prever los disparos de los marines un cuarto de segundo antes de que lo hicieran, esquivar con mucho estilo y repartir hostias a diestro y siniestro usando el Electro a aquellos cinco marines de pacotilla.
Ichizake
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Tal vez se había pasado. ¿Podía ser su mente tan débil como para descontrolarse hasta ese punto por culpa de su influencia? ¿O es que Black era así de impulsivo? Resultaba difícil saber si el repugnante espectáculo que era ver comer a esa cosa se debía al empujoncito que Gerald le había dado con sus poderes o al propio carácter repulsivo de la criatura. Estaba convencido de que la mayor parte de la culpa no era suya; tal vez de los pasteles. Por desgracia, el cerebro era un órgano delicado y de difícil comprensión.
El desprecio por el ser era mucho más simple.
Cuando el desbocado hombre-pulpo empezó a expulsar baba negra a raudales, como el más fétido y maligno surtidor de la creación, Gerald sintió unos deseos de matarlo casi palpables. Sabía que, casi con seguridad, no sería culpa suya, pero eso no impedía que el odio cristalizase en su interior como una ponzoñosa estalactita. De haber quedado cubierto por esa especie de... ¿tinta? tal vez hubiese aplicado un severo correctivo, pero fue ágil. Aunque no logró evitar quedar manchado, alcanzó a cubrirse rápidamente con su capa para impedir que su rostro entrase en contacto con tan fétido líquido. La prenda se echó a perder, e igual suerte corrieron sus botines, pero el menos la cosa no fue a mayores. Unas cuantas manchas en la chaqueta y los pantalones, pero al menos no tendría que apartarse esa porquería de los ojos. Se deshizo de la capa, por supuesto. La dejó caer al suelo, asqueado, y fulminó a Black con la mirada.
-Te dije que no comieses -apuntó Gerald, pero una voz le interrumpió.
La voz en cuestión pertenecía a una cabeza flotante que, en el colmo del absurdo, les planteó un acertijo de lo más absurdo. ¿De qué iba todo aquello? ¿Es que así pensaban defender su torre? Si acertaban, pasarían a la siguiente sala. Ridículo. Era el sistema defensivo más estúpido jamás concebido, lo que le llevaba a plantearse ideas ciertamente confusas. No podía evitar pensar que, de esa forma, el creador del edificio quería que alguien tuviese la oportunidad de llegar hasta él.
No le interesaban las adivinanzas, ni tampoco los desvaríos siniestros y eróticos de Black. Su perversa confesión hacia Lysbeth le había pillado por sorpresa, pero tras un breve momento de desconcierto decidió ignorarlo.
-¿Debo entender que tú y tu animal tenéis intención de avanzar también? -preguntó al extraño de piel grisácea que se hacía acompañar de una estrafalaria mascota. Lo hizo más que nada para centrar la atención sobre ellos mientras se ponía en marcha.
Discretamente, se aproximó a una de las mesas tratando de no pisar las manchas del suelo y, cuando pensaba que nadie lo veía, sacó un pañuelo y envolvió en él un par de esas pastas para luego guardarlas con un ágil gesto en un bolsillo. Nunca sabía uno cuándo podía irle bien algo así.
El desprecio por el ser era mucho más simple.
Cuando el desbocado hombre-pulpo empezó a expulsar baba negra a raudales, como el más fétido y maligno surtidor de la creación, Gerald sintió unos deseos de matarlo casi palpables. Sabía que, casi con seguridad, no sería culpa suya, pero eso no impedía que el odio cristalizase en su interior como una ponzoñosa estalactita. De haber quedado cubierto por esa especie de... ¿tinta? tal vez hubiese aplicado un severo correctivo, pero fue ágil. Aunque no logró evitar quedar manchado, alcanzó a cubrirse rápidamente con su capa para impedir que su rostro entrase en contacto con tan fétido líquido. La prenda se echó a perder, e igual suerte corrieron sus botines, pero el menos la cosa no fue a mayores. Unas cuantas manchas en la chaqueta y los pantalones, pero al menos no tendría que apartarse esa porquería de los ojos. Se deshizo de la capa, por supuesto. La dejó caer al suelo, asqueado, y fulminó a Black con la mirada.
-Te dije que no comieses -apuntó Gerald, pero una voz le interrumpió.
La voz en cuestión pertenecía a una cabeza flotante que, en el colmo del absurdo, les planteó un acertijo de lo más absurdo. ¿De qué iba todo aquello? ¿Es que así pensaban defender su torre? Si acertaban, pasarían a la siguiente sala. Ridículo. Era el sistema defensivo más estúpido jamás concebido, lo que le llevaba a plantearse ideas ciertamente confusas. No podía evitar pensar que, de esa forma, el creador del edificio quería que alguien tuviese la oportunidad de llegar hasta él.
No le interesaban las adivinanzas, ni tampoco los desvaríos siniestros y eróticos de Black. Su perversa confesión hacia Lysbeth le había pillado por sorpresa, pero tras un breve momento de desconcierto decidió ignorarlo.
-¿Debo entender que tú y tu animal tenéis intención de avanzar también? -preguntó al extraño de piel grisácea que se hacía acompañar de una estrafalaria mascota. Lo hizo más que nada para centrar la atención sobre ellos mientras se ponía en marcha.
Discretamente, se aproximó a una de las mesas tratando de no pisar las manchas del suelo y, cuando pensaba que nadie lo veía, sacó un pañuelo y envolvió en él un par de esas pastas para luego guardarlas con un ágil gesto en un bolsillo. Nunca sabía uno cuándo podía irle bien algo así.
- Resumen:
- Puaj, qué asco - Preguntarle a Zack algo sin importancia para guardarse un par de pastitas en el bolsillo sin que nadie lo note
Rainbow662
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Encontró el agujero fácilmente, la prueba palpable de su humillación. Notó como la ira resucitaba en su interior, pero la idea de volver a tener en frente al muermo de nariz de tucán la apagó como un cazo de agua sobre las brasas de un campamento. Sería mejor ir directamente al grano, encontrar a su colega/rehén y... Bueno, no sabía en realidad qué tenía que hacer más allá de seguir hacia donde se pudiera, pero tampoco necesitaba saberlo. Para eso secuestraba a gente más lista que él, ¿no?
El espectáculo que le esperaba en la siguiente sala era... desconcertante. Salió y miró a ambos lados para asegurarse de que estaba realmente donde tenía que estar, y tras comprobar que lamentablemente era así, cruzó al otro lado de la pared rota y buscó con su ojo bueno al bello muñeco de cristal dorado.
-Veamos... Un viejo, un calvo, esos deben ser piratas, vaya orejas tiene aquélla. Un grandullón, un grupo de raritos, el pesado con cara de niño, a ése le debo dinero, ése me lo debe a mí... ¡Eh, cabrón! Dame mi... Joder, cómo corre. ¡Luego iré a por ti! Ah, ahí está.
Por alguna razón, el rubio estaba pegadito a un viejo que parecía hablarle al oído. Las manos del anciano se deslizaban por el cuerpo la princesita, como si estuviese moldeando una figura suya con arcilla. Era asqueroso. ¿Y si le estaba metiendo la lengua en el oído? Oh, venga ya... Esa imagen no le dejaría dormir.
De repente, el enfado volvió. Con las molestias que se había tomado en raptarlo, y el muy desagradecido se buscaba otro amiguete con el que tontear. Que no es que él quisiese tontear, para nada, pero no podía permitir que su involuntario compañero perdiese el tiempo seduciendo a octogenarios cascados y de culo mohoso. Así que se aproximó a paso vivo, apartando a empujones a la escoria que se interponía en su camino, dispuesto a separarlos a ambos de un brusco tirón y a echarse al rubio al hombro antes de salir a la siguiente sala. Así no volvería a escapársele.
-Aquí estabas, Princesa. ¿Has tirado ya por ahí a ese mono?
El espectáculo que le esperaba en la siguiente sala era... desconcertante. Salió y miró a ambos lados para asegurarse de que estaba realmente donde tenía que estar, y tras comprobar que lamentablemente era así, cruzó al otro lado de la pared rota y buscó con su ojo bueno al bello muñeco de cristal dorado.
-Veamos... Un viejo, un calvo, esos deben ser piratas, vaya orejas tiene aquélla. Un grandullón, un grupo de raritos, el pesado con cara de niño, a ése le debo dinero, ése me lo debe a mí... ¡Eh, cabrón! Dame mi... Joder, cómo corre. ¡Luego iré a por ti! Ah, ahí está.
Por alguna razón, el rubio estaba pegadito a un viejo que parecía hablarle al oído. Las manos del anciano se deslizaban por el cuerpo la princesita, como si estuviese moldeando una figura suya con arcilla. Era asqueroso. ¿Y si le estaba metiendo la lengua en el oído? Oh, venga ya... Esa imagen no le dejaría dormir.
De repente, el enfado volvió. Con las molestias que se había tomado en raptarlo, y el muy desagradecido se buscaba otro amiguete con el que tontear. Que no es que él quisiese tontear, para nada, pero no podía permitir que su involuntario compañero perdiese el tiempo seduciendo a octogenarios cascados y de culo mohoso. Así que se aproximó a paso vivo, apartando a empujones a la escoria que se interponía en su camino, dispuesto a separarlos a ambos de un brusco tirón y a echarse al rubio al hombro antes de salir a la siguiente sala. Así no volvería a escapársele.
-Aquí estabas, Princesa. ¿Has tirado ya por ahí a ese mono?
- Resumen:
- Intentar raptar a Yarmin... otra vez - Cogerlo en volandas, si se deja, y tirar para la siguiente sala (ni idea de qué número es, pero es a esa a la que van todos los criminales xD)
Giotto Leblanc
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Usando su geppou por última vez, golpeó con su pie izquierdo la nota sol, culminando así una de las piezas musicales más alegres que conocía. Al terminar, la escalera se detuvo, y observó con orgullo como una compuerta se abría sobre su cabeza, enseñando la siguiente sala. Hizo un ademán a sus compañeros para que le siguieran, y reverenció de forma educada a Bleyd, inclinando la cabeza de forma elegante, justo antes de subir hacia la siguiente planta. Nada más poner un pie allí, se percató de que la sala era igual a la anterior, con la diferencia de que todo alrededor parecía estar mejor hecho. El aire no está enturbiado, y no estaba encharcado.
“Aquí mejora la cosa” —se dijo, esperando a que sus compañeros subieran.
Avanzó unos metros más hasta llegar a otra sala completamente distinta. Ésta era hermosa en comparación a todo lo que había visto desde que se adentró en aquel infierno metálico. Las paredes estaban pintadas de un azul tan hermoso como el cielo matinal de una isla primaveral, y en su interior abría un gran y frondoso árbol que custodiaba una tumba. Al ver aquello se paró de sopetón, pensando cómo demonios habían metido allí un árbol tan grande, y donde demonios estaba enterrado. Aunque eso importaba poco, pues un hombre calvo aguardaba allí, y dejó clara sus intenciones de no dejarlo pasar.
—Señorita Ellie —dijo a su compañera, volviendo a hacer surgir una llama sobre su frente—. Conozco tus habilidades, y diría que deberíamos atacar de frente y hacerle daño. Pero tú, señor Iulio… ¿qué clase de habilidades tienes?
Giotto era un hombre analítico, cualquiera que lo conociese sabía eso, así que esperó a que el marine dijera o hiciera algo que demostrara cuales eran sus habilidades, antes de intentar improvisar un plan. Eran tres contra uno, no, eran cuatro contra uno. No había pensado en el criminal y enemigo número uno del gobierno, Bleyd Master. Echó un vistazo al hombre de las vaquetas. Parecía una persona segura de sí misma; o esa es la impresión que le dio al agente.
—¡Eh, Bleyd! —alzó la voz el agente para llamar la atención de Bleyd—. Dile a tu pony que se ponga en un lugar seguro y ataca de frente. Nosotros mientras… Bueno, nos encargaremos de cubrir el resto de flancos.
“Nunca está Dretch cuando se le necesita”
Esperando que el criminal le hiciese caso, aunque las probabilidades eran excesivamente bajas, le hizo una señal a Ellie para que le atacara por la derecha, mientras que él se encargaría de hacerlo por la izquierda. Comenzó a moverse, abriéndose camino por el lado izquierdo de la sala, mientras que en sus manos iba creando unas perfectas esferas de fuego que no dudó en lanzar al hombre de las baquetas, para inmediatamente después, usar su soru para acercarse sobre él, intentando dar una combinación de dos puñetazos candentes con su izquierda, metiendo uno con la derecha entre medias.
“Aquí mejora la cosa” —se dijo, esperando a que sus compañeros subieran.
Avanzó unos metros más hasta llegar a otra sala completamente distinta. Ésta era hermosa en comparación a todo lo que había visto desde que se adentró en aquel infierno metálico. Las paredes estaban pintadas de un azul tan hermoso como el cielo matinal de una isla primaveral, y en su interior abría un gran y frondoso árbol que custodiaba una tumba. Al ver aquello se paró de sopetón, pensando cómo demonios habían metido allí un árbol tan grande, y donde demonios estaba enterrado. Aunque eso importaba poco, pues un hombre calvo aguardaba allí, y dejó clara sus intenciones de no dejarlo pasar.
—Señorita Ellie —dijo a su compañera, volviendo a hacer surgir una llama sobre su frente—. Conozco tus habilidades, y diría que deberíamos atacar de frente y hacerle daño. Pero tú, señor Iulio… ¿qué clase de habilidades tienes?
Giotto era un hombre analítico, cualquiera que lo conociese sabía eso, así que esperó a que el marine dijera o hiciera algo que demostrara cuales eran sus habilidades, antes de intentar improvisar un plan. Eran tres contra uno, no, eran cuatro contra uno. No había pensado en el criminal y enemigo número uno del gobierno, Bleyd Master. Echó un vistazo al hombre de las vaquetas. Parecía una persona segura de sí misma; o esa es la impresión que le dio al agente.
—¡Eh, Bleyd! —alzó la voz el agente para llamar la atención de Bleyd—. Dile a tu pony que se ponga en un lugar seguro y ataca de frente. Nosotros mientras… Bueno, nos encargaremos de cubrir el resto de flancos.
“Nunca está Dretch cuando se le necesita”
Esperando que el criminal le hiciese caso, aunque las probabilidades eran excesivamente bajas, le hizo una señal a Ellie para que le atacara por la derecha, mientras que él se encargaría de hacerlo por la izquierda. Comenzó a moverse, abriéndose camino por el lado izquierdo de la sala, mientras que en sus manos iba creando unas perfectas esferas de fuego que no dudó en lanzar al hombre de las baquetas, para inmediatamente después, usar su soru para acercarse sobre él, intentando dar una combinación de dos puñetazos candentes con su izquierda, metiendo uno con la derecha entre medias.
- Bleyd, Ellie y Hulio:
- Cargar los guantes (turno 4) + Dar ordenes e intentar formar un plan de acción.
- Cosas usadas:
- Fruta del diablo, Nivel 40: La amplitud de su fuego es tan grande como para incendiar una estancia repleta de aire de hasta un metro cúbico (1000 litros). (500 grados)
Rokushiki: Soru
Katharina von Steinhell
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Detrás del escenario solo estaban los sonidistas muy preocupados porque el grupo había pasado de la cantante, y alegaban que ellos pagarán por eso. En fin, daba igual, es decir, había cosas más importantes por las que preocuparse, como, por ejemplo, descifrar el código que les impedía abrir la puerta. Solo había dos pistas: la serie de diez números que, bien podía estar dispuesta al azar, y un teclado con el abecedario completo, incluyendo la letra Ñ. Afortunadamente, la pelirrosa era muy buena advirtiendo patrones y resolviendo esta clase de infortunios. Solo debía prestarle atención, encontrar la relación y ya.
Primero intentó buscar una coherencia numérica en la serie, es decir, números primos, alguna sucesión o algo por el estilo. Sin embargo, simplemente no existía. Adoptando una pose pensativa decidió seguir otro camino. De pronto, se fijó en el teclado que yacía tras una puertecita metálica. ¿Y si los números en realidad eran letras disfrazadas? Tenía mucho más sentido que intentar encontrar una sucesión. Como si se tratase de un verdadero puzle, las piezas comenzaron a encajar en la cabeza de la bruja. Si hubiera tenido una hoja de papel, habría tardado mucho menos en descifrar el código. Lo primero era comprobar que no hubiera ningún número más grande que el número de letras del abecedario, y efectivamente era así. «El abecedario cuenta con veintisiete caracteres y no hay ningún número superior a este», se dijo a sí misma.
—Creo que lo tengo —susurró sin percatarse de que sus pensamientos salieron por su boca.
Visualizó el abecedario y le asignó un número en orden a cada letra, siendo el número 17 la letra P. Sin mucho esfuerzo, pues era una actividad bastante más sencilla que estudiar los tomos históricos escritos en lenguas perdidas, encontró la palabra que buscaba. No obstante, ¿tenía sentido?
—¿Paquirrin? ¿A alguien le hace sentido? Porque a mí no —comentó la bruja, dirigiéndose a sus nuevos compañeros, y no tardó en darse cuenta de que no había explicado nada—. Dudo de que alguno de ustedes no se haya percatado del patrón que sigue la serie numérica, pero de todas formas lo explicaré. Cada número representa una letra del abecedario y, afortunadamente, la serie sigue el orden lógico de este. Si tenemos el número 1, representa la primera letra del abecedario; el 9, la novena. —Hizo una pequeña pausa, miró a sus compañeros y volvió a hablar— Si alguien tiene otra idea o quiere probar el código, adelante.
Primero intentó buscar una coherencia numérica en la serie, es decir, números primos, alguna sucesión o algo por el estilo. Sin embargo, simplemente no existía. Adoptando una pose pensativa decidió seguir otro camino. De pronto, se fijó en el teclado que yacía tras una puertecita metálica. ¿Y si los números en realidad eran letras disfrazadas? Tenía mucho más sentido que intentar encontrar una sucesión. Como si se tratase de un verdadero puzle, las piezas comenzaron a encajar en la cabeza de la bruja. Si hubiera tenido una hoja de papel, habría tardado mucho menos en descifrar el código. Lo primero era comprobar que no hubiera ningún número más grande que el número de letras del abecedario, y efectivamente era así. «El abecedario cuenta con veintisiete caracteres y no hay ningún número superior a este», se dijo a sí misma.
—Creo que lo tengo —susurró sin percatarse de que sus pensamientos salieron por su boca.
Visualizó el abecedario y le asignó un número en orden a cada letra, siendo el número 17 la letra P. Sin mucho esfuerzo, pues era una actividad bastante más sencilla que estudiar los tomos históricos escritos en lenguas perdidas, encontró la palabra que buscaba. No obstante, ¿tenía sentido?
—¿Paquirrin? ¿A alguien le hace sentido? Porque a mí no —comentó la bruja, dirigiéndose a sus nuevos compañeros, y no tardó en darse cuenta de que no había explicado nada—. Dudo de que alguno de ustedes no se haya percatado del patrón que sigue la serie numérica, pero de todas formas lo explicaré. Cada número representa una letra del abecedario y, afortunadamente, la serie sigue el orden lógico de este. Si tenemos el número 1, representa la primera letra del abecedario; el 9, la novena. —Hizo una pequeña pausa, miró a sus compañeros y volvió a hablar— Si alguien tiene otra idea o quiere probar el código, adelante.
- Resumen:
- Descifrar el código, explicarles a sus compañeros cómo lo hizo y dejar que otro lo coloque.
Eric Zor-El
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Los peces ya no eran un problema, y la mujer de extraña apariencia había conseguido abrir el aparente callejón sin salida al que el inepto del tokik mahrazh, que en su dialecto era algo ofensivo, pero tampoco mucho. El shandiano se sorprendió al ver la habilidad de la mujer llamada Taylor para resolver el acertijo tan complejo. Aquella era la primera vez que veía que una mujer podía ser útil en el campo de batalla, pues en su tribu las mujeres jóvenes se dedicaban a la caza, mientras que las mujeres mayores se dedicaban a las tareas del hogar. No era la primera agente que conocía del mar azul, pero la primera, bueno, esa señora ya era historia.
—¡Mujer! —exclamó Eric, alzando la voz por encima del resto—. ¡Tu nombre era Talor, ¿verdad?! —espero a que ella afirmara si era así o no—. ¡Bien hecho!
El primogénito de los Zor-El no era muy dado a dar felicitaciones, es más, lo hacía porque le habían recomendado que debía ser más simpático con sus semejantes, y más ahora que tenía un cargo medianamente importante dentro de la marina. Una vez pudo pasar por el umbral de la puerta, se topó de frente con extraño ser de muchos brazos y otro de aspecto metálico. El hombre de las pistolas fue el primero en atacar, sin esperar a que su superior le diera orden táctica alguna.
—A ese hombre le hace falta algo de mano dura —comentó Eric, sin quitarle el ojo al grandullón de metal—. ¿Y podrías explicarme porque mel rakh cada vez que nos juntamos nos aparece un ser metálico de gran tamaño? Te recuerdo que la última vez no acabó bien, y por la madre loba que esta vez no quiero que acabe así. Kenzo —dijo—. Ataca cuando yo cese mi ofensiva, ¿entendido? No quiero que me des.
Una vez el agente de las infernales armas de fuego terminó su baile, el shandiano concentró en sus manos el poder de los terremotos que era capaz de crear, y no dudó en abalanzarse en contra del hombre de aspecto metalizado que tenía frente a sus narices. Corrió de frente, como solía hacerlo, de frente y soltando un grito de guerra que haría temblar a cualquiera que supiese lo que estaba diciendo. Podía sentir como su corazón latía con fuerza de la emoción del combate que le esperaba, y una vez estuvo frente a su enemigo dio un salto y e intentó propinarle un fuerte puñetazo en toda la testa con el poder de su fruta. Luego, aprovecharía para lanzar una onda de choque con su zurda que, estando a tan poca distancia, la probabilidad de huía se reduciría considerablemente. Tras ello, recularía y esperaría a ver que sucedía.
—¡Mujer! —exclamó Eric, alzando la voz por encima del resto—. ¡Tu nombre era Talor, ¿verdad?! —espero a que ella afirmara si era así o no—. ¡Bien hecho!
El primogénito de los Zor-El no era muy dado a dar felicitaciones, es más, lo hacía porque le habían recomendado que debía ser más simpático con sus semejantes, y más ahora que tenía un cargo medianamente importante dentro de la marina. Una vez pudo pasar por el umbral de la puerta, se topó de frente con extraño ser de muchos brazos y otro de aspecto metálico. El hombre de las pistolas fue el primero en atacar, sin esperar a que su superior le diera orden táctica alguna.
—A ese hombre le hace falta algo de mano dura —comentó Eric, sin quitarle el ojo al grandullón de metal—. ¿Y podrías explicarme porque mel rakh cada vez que nos juntamos nos aparece un ser metálico de gran tamaño? Te recuerdo que la última vez no acabó bien, y por la madre loba que esta vez no quiero que acabe así. Kenzo —dijo—. Ataca cuando yo cese mi ofensiva, ¿entendido? No quiero que me des.
Una vez el agente de las infernales armas de fuego terminó su baile, el shandiano concentró en sus manos el poder de los terremotos que era capaz de crear, y no dudó en abalanzarse en contra del hombre de aspecto metalizado que tenía frente a sus narices. Corrió de frente, como solía hacerlo, de frente y soltando un grito de guerra que haría temblar a cualquiera que supiese lo que estaba diciendo. Podía sentir como su corazón latía con fuerza de la emoción del combate que le esperaba, y una vez estuvo frente a su enemigo dio un salto y e intentó propinarle un fuerte puñetazo en toda la testa con el poder de su fruta. Luego, aprovecharía para lanzar una onda de choque con su zurda que, estando a tan poca distancia, la probabilidad de huía se reduciría considerablemente. Tras ello, recularía y esperaría a ver que sucedía.
- Riders 2.0, Karasu y Braudasfjklsklf:
- Hablar con Taylor y Dretch + hablar con kenzo + atacar al tío.
- Cosas usadas:
- Stats: Resistencia 6, Fuerza 5, Agilidad 3, Reflejos 3, Velocidad 1
Gura Gura no Mi, Nivel 40: Tanto en sólidos como en líquidos el poder destructivo de sus seísmos/vibraciones se igualan alcanzando el grado cinco en la escala Richter, aumentando su radio de acción a los quinientos metros de radio.
Pasivos:- Fuerza x5
- Resistencia x4
- Agilidad x3
- Reflejos x3
- Maestría Ondas de choque:
- Nivel 15: Aprende a lanzar sus primeras ondas de choque. Éstas se mueven a una velocidad de veinte metros por segundo, y se disipan a los veinte metros desde su lanzamiento.
Nivel 30: Sus ondas de choque son más poderosas, alcanzando una velocidad de treinta metros por segundo y disipándose a los cincuenta metros.
Nivel 45: Sus puñetazos se propagan con tanta fuerza que la onda es “sólida”. Podría hacer a alguien retroceder utilizando estas ondas.
- Fuerza x5
AEG93
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De camino a la puerta el panorama era ciertamente poco interesante. Unos hombres que parecían ser los encargados del sonido en aquel extraño y repentino concierto miraron a la comitiva y murmuraron atemorizados que la cantante iba a pagar con ellos la escasa afluencia de público. La verdad era que a Thawne no podía importarle menos lo que aquella mujer hiciese con sus ayudantes una vez ellos hubiesen abandonado la sala, así que no aminoró su marcha lo más mínimo.
No tardaron mucho en recorrer la estancia y salir de ella por la abertura situada tras el escenario. Esta daba a un pasillo que no aparentaba ser excesivamente largo. De hecho, pocos metros después hallaron una puerta que parecía cerrada. Escritos en el pomo podía verse una sucesión de nueve números que, en una primera lectura, parecían completamente aleatorios. No obstante bastó con ver el teclado con todas las letras del abecedario para que el enmascarado entendiese su significado. A decir verdad, para tratarse de uno de los lugares más peligrosos del mundo en aquel momento ese acertijo era de una sencillez casi insultante.
La respuesta era una palabra que nunca antes había oído, pero que sonaba al típico mote cariñoso pero ligeramente despreciativo que algunas personas suelen poner a otras para mostrar que no las toman en serio del todo pese a tenerles aprecio. Ignoraba a quién correspondería dicho apodo, pero eso tampoco era importante en aquel momento.
En lugar de responder inmediatamente, el alcalde decidió esperar unos segundos. Si alguno de sus acompañantes (aunque más bien le gustaba pensar en ellos como sus subordinados) era lo suficientemente ágil de pensamiento como para resolverlo antes de que pasase demasiado tiempo sería buena señal. Así, cuando Katharina anunció la respuesta correcta con gran celeridad, no pudo sino sonreír para sí. Al menos ahora sabía con certeza que no estaba rodeado de idiotas sin seso, o al menos no por completo. Aunque desde luego si de alguien no le sorprendía era de la pirata. Como agente de alto rango del Cipher Pol tenía acceso a toda la información que el Gobierno Mundial poseía sobre los más peligrosos criminales de los mares, y el de la muchacha era un caso muy particular. El hecho de que hubiese formado parte de la Marina antes de unirse al Descamisetado hacía que se conociesen más detalles sobre sus habilidades que sobre la mayoría de delincuentes. Sabía que contaba con los poderes de una extraña fruta del diablo, y que era una consagrada lingüista. Como tal, no le sorprendía en absoluto que hubiese podido resolver aquel sencillo acertijo tan rápidamente.
- Así es. - Respondió. - Esa es la respuesta correcta. En cuanto a su significado, diría que hace referencia a una persona, pero no sabría precisar más. Bien, dado que no hay ninguna duda sobre la palabra que debemos escribir procederé a ello. Estad atentos por si algo nos aguarda tras la puerta.
Y dicho esto, el enmascarado marcó una a una en el teclado las letras necesarias para desbloquear la cerradura: P-A-Q-U-I-R-R-I-N. ¿Qué les esperaría cuando la puerta se abriese? Tan solo avanzando podrían averiguarlo.
No tardaron mucho en recorrer la estancia y salir de ella por la abertura situada tras el escenario. Esta daba a un pasillo que no aparentaba ser excesivamente largo. De hecho, pocos metros después hallaron una puerta que parecía cerrada. Escritos en el pomo podía verse una sucesión de nueve números que, en una primera lectura, parecían completamente aleatorios. No obstante bastó con ver el teclado con todas las letras del abecedario para que el enmascarado entendiese su significado. A decir verdad, para tratarse de uno de los lugares más peligrosos del mundo en aquel momento ese acertijo era de una sencillez casi insultante.
La respuesta era una palabra que nunca antes había oído, pero que sonaba al típico mote cariñoso pero ligeramente despreciativo que algunas personas suelen poner a otras para mostrar que no las toman en serio del todo pese a tenerles aprecio. Ignoraba a quién correspondería dicho apodo, pero eso tampoco era importante en aquel momento.
En lugar de responder inmediatamente, el alcalde decidió esperar unos segundos. Si alguno de sus acompañantes (aunque más bien le gustaba pensar en ellos como sus subordinados) era lo suficientemente ágil de pensamiento como para resolverlo antes de que pasase demasiado tiempo sería buena señal. Así, cuando Katharina anunció la respuesta correcta con gran celeridad, no pudo sino sonreír para sí. Al menos ahora sabía con certeza que no estaba rodeado de idiotas sin seso, o al menos no por completo. Aunque desde luego si de alguien no le sorprendía era de la pirata. Como agente de alto rango del Cipher Pol tenía acceso a toda la información que el Gobierno Mundial poseía sobre los más peligrosos criminales de los mares, y el de la muchacha era un caso muy particular. El hecho de que hubiese formado parte de la Marina antes de unirse al Descamisetado hacía que se conociesen más detalles sobre sus habilidades que sobre la mayoría de delincuentes. Sabía que contaba con los poderes de una extraña fruta del diablo, y que era una consagrada lingüista. Como tal, no le sorprendía en absoluto que hubiese podido resolver aquel sencillo acertijo tan rápidamente.
- Así es. - Respondió. - Esa es la respuesta correcta. En cuanto a su significado, diría que hace referencia a una persona, pero no sabría precisar más. Bien, dado que no hay ninguna duda sobre la palabra que debemos escribir procederé a ello. Estad atentos por si algo nos aguarda tras la puerta.
Y dicho esto, el enmascarado marcó una a una en el teclado las letras necesarias para desbloquear la cerradura: P-A-Q-U-I-R-R-I-N. ¿Qué les esperaría cuando la puerta se abriese? Tan solo avanzando podrían averiguarlo.
- Resumen (Lance, Kath):
- - Averiguar fácilmente la respuesta y pensar que el acertijo es demasiado sencillo.
- Aguardar unos momentos para ver si alguien es capaz de resolverlo rápidamente también.
- Alegrarse al asegurarse de que al menos hay una persona que no es idiota junto a él.
- Marcar el código y avanzar (la idea es subir al segundo piso por las escaleras que hay tras la puerta).
Dexter Black
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Debía reconocer que la situación era, cuanto menos, relajante. Aunque no tenían tiempo que perder, el hecho de estar rodeados de vegetación por todas partes siempre había hecho a Dexter sentirse, en cierto modo, completo; era una sensación de plenitud que solo había igualado durante sus primeras incursiones al mar, cuando el Gobierno aún no lo había señalado como pirata y el mundo era un gran mapa en blanco. Ahora había estado casi en cada isla conocida y vivido aventuras desde Tequila Wolf hasta los límites conocidos del Nuevo Mundo, pero cada bosque o selva seguía teniendo un encanto único, un carácter especial que le recordaba a sus paseos de niño, cuando los problemas no habían alcanzado su isla, cuando todo era más fácil.
El silencio y la quietud se apoderaron de la comitiva hasta que poco a poco la jungla se tornó parches de vegetación y poco a poco los pasillos volvieron a alojar grandes tuberías, cables y un sinfín de cosas que brillaban y que, de tener oportunidad, examinaría tranquilamente cuando el mundo estuviera en ¡Joder! Un escalofrío recorrió todo su cuerpo cuando el acorde sonó, y casi necesitó arrodillarse cuando el irritante sonido penetró en él. Doloroso y recalcitrante, necesitó parar en seco para recuperar el aliento antes de continuar. Definitivamente aquellas salas no eran accidentales: Se trataba de una distracción.
Se tambaleó un par de pasos antes de coger el ritmo de nuevo, y le tomó casi un minuto recuperar el equilibrio por completo, pero pudo seguir a la comitiva mientras se internaba por los pasillos y... Cómo no, la disciplina marine fallaba de nuevo. Los héroes novatos se adelantaron al almirante, seguramente en un ejercicio de "él es más importante" cuando deberían haberse planteado el "podría vencer a cien de nosotros", y en medio de la gravedad de la situación apenas se percató del olor que reconocía de nuevo. Bueno, los olores y ausencia de ellos: Midorima, el tuerto, la muñequita y varios olores en los que no había reparado antes como los de un poncho de lana virgen con al menos trescientos veintisiete días de uso consecutivo sin lavar, el aroma de la pólvora y una fragancia que hacía mucho no olía: Piraña mordiendo pene. Aunque no recordaba haber olido nunca eso, así que lo achacó más a un deja vu olfativo o a su Haki de observación, lo que muchas veces terminaba siendo la misma cosa.
Observó bien a la criatura: Muchos tentáculos, muchos ojos, muchas bocas, muchas placas escamosas recorriendo un monstruo digno de la literatura de pesadilla del más infausto de los escritores: Se enfrentaban a una aberración. Y para mejorar la situación, un soldado aguardaba disciplinadamente su turno a lo lejos, tal vez como gesto de caballerosidad o quizá porque conocía el peligro que representaba aquella cosa. Aquella cosa que, por otro lado, ahora estaba frente al árbol y la pequeña comitiva de su banda que había entrado a la aguja.
Atrapó en el aire una granada que pasó por encima de su cabeza, apretándola con tanta fuerza que la explosión resonó, pero la metralla quedó compactada en una pequeña pelotita negra que lanzó a la cabeza del agente pólvora justo mientras disparaba la primera bala. Tal vez aquello le hiciese errar el tiro de ambas, o de la segunda al menos. Pero como mínimo estaba seguro de que le acertaría en la cabeza con un golpe suficientemente suave como para no hacerle herida, pero sí para hacerle daño.
-Pelomoco, controla a tu amiguito. -Dirigió una severa mirada al agente pólvora, enseñando su mano levemente quemada. La piel enrojecida iba cayendo y las ampollas estallando mientras piel nueva nacía- A mí me quema, imagínate qué le puede hacer al árbol.
Había gente de lo más irresponsable trabajando para el Gobierno Mundial, aunque viendo que habían aceptado a Midorima los estándares debían estar bastante bajos. En cualquier caso, que un agente de inteligencia atentase accidentalmente contra un almirante era algo que, si él diese las órdenes, jamás se permitiría. Pero por el momento tenía tareas más importantes que moralizar a un asesino. Tenía que ver cómo resolvía aquel juego.
-Deathstroke, tú eres médico -comentó-. ¿Puedes encontrarle un punto vital a esa... cosa?
Si así era trataría de esquivarla para encarar al guerrero azul.
El silencio y la quietud se apoderaron de la comitiva hasta que poco a poco la jungla se tornó parches de vegetación y poco a poco los pasillos volvieron a alojar grandes tuberías, cables y un sinfín de cosas que brillaban y que, de tener oportunidad, examinaría tranquilamente cuando el mundo estuviera en ¡Joder! Un escalofrío recorrió todo su cuerpo cuando el acorde sonó, y casi necesitó arrodillarse cuando el irritante sonido penetró en él. Doloroso y recalcitrante, necesitó parar en seco para recuperar el aliento antes de continuar. Definitivamente aquellas salas no eran accidentales: Se trataba de una distracción.
Se tambaleó un par de pasos antes de coger el ritmo de nuevo, y le tomó casi un minuto recuperar el equilibrio por completo, pero pudo seguir a la comitiva mientras se internaba por los pasillos y... Cómo no, la disciplina marine fallaba de nuevo. Los héroes novatos se adelantaron al almirante, seguramente en un ejercicio de "él es más importante" cuando deberían haberse planteado el "podría vencer a cien de nosotros", y en medio de la gravedad de la situación apenas se percató del olor que reconocía de nuevo. Bueno, los olores y ausencia de ellos: Midorima, el tuerto, la muñequita y varios olores en los que no había reparado antes como los de un poncho de lana virgen con al menos trescientos veintisiete días de uso consecutivo sin lavar, el aroma de la pólvora y una fragancia que hacía mucho no olía: Piraña mordiendo pene. Aunque no recordaba haber olido nunca eso, así que lo achacó más a un deja vu olfativo o a su Haki de observación, lo que muchas veces terminaba siendo la misma cosa.
Observó bien a la criatura: Muchos tentáculos, muchos ojos, muchas bocas, muchas placas escamosas recorriendo un monstruo digno de la literatura de pesadilla del más infausto de los escritores: Se enfrentaban a una aberración. Y para mejorar la situación, un soldado aguardaba disciplinadamente su turno a lo lejos, tal vez como gesto de caballerosidad o quizá porque conocía el peligro que representaba aquella cosa. Aquella cosa que, por otro lado, ahora estaba frente al árbol y la pequeña comitiva de su banda que había entrado a la aguja.
Atrapó en el aire una granada que pasó por encima de su cabeza, apretándola con tanta fuerza que la explosión resonó, pero la metralla quedó compactada en una pequeña pelotita negra que lanzó a la cabeza del agente pólvora justo mientras disparaba la primera bala. Tal vez aquello le hiciese errar el tiro de ambas, o de la segunda al menos. Pero como mínimo estaba seguro de que le acertaría en la cabeza con un golpe suficientemente suave como para no hacerle herida, pero sí para hacerle daño.
-Pelomoco, controla a tu amiguito. -Dirigió una severa mirada al agente pólvora, enseñando su mano levemente quemada. La piel enrojecida iba cayendo y las ampollas estallando mientras piel nueva nacía- A mí me quema, imagínate qué le puede hacer al árbol.
Había gente de lo más irresponsable trabajando para el Gobierno Mundial, aunque viendo que habían aceptado a Midorima los estándares debían estar bastante bajos. En cualquier caso, que un agente de inteligencia atentase accidentalmente contra un almirante era algo que, si él diese las órdenes, jamás se permitiría. Pero por el momento tenía tareas más importantes que moralizar a un asesino. Tenía que ver cómo resolvía aquel juego.
-Deathstroke, tú eres médico -comentó-. ¿Puedes encontrarle un punto vital a esa... cosa?
Si así era trataría de esquivarla para encarar al guerrero azul.
- Resumen:
- Joder a Simo.
- Cosas:
- Forma Humana: Los siguientes multiplicadores aplican a la forma humana, parcial, Argestes e Indra Dekrit.
Fuerza x14 (8 de Fruta, 6 de Power Up). Resistencia x9 (7 de Fruta, 2 por Power Up). Agilidad x4. Velocidad x4. Reflejos x4.
Nivel 135: Fuerza 13, Resistencia 13, Agilidad 9, Reflejos 9, Velocidad 4.
Nivel 70: Su capacidad regenerativa llega al punto de que las heridas superficiales sanan en segundos, pues su cuerpo muda casi constantemente.
Yarmin Prince
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Tengo que decir que, si bien en su día me acosté con una mujer de más de sesenta años, aquello fue una mera relación de poder en la que ella debía plegarse para mí: La gerontofilia es un fetiche asqueroso, y esta forma de vivir la sexualidad debe practicarse solo en momentos concretos con fines claros. Por ejemplo para enseñarle a tu jefa que es tu puta o, en este caso particular, salvar el mundo. Aunque nunca creí que fuese a seducir a Falafel, probablemente el cantante que más detesto, para cumplir esa meta. Mucho menos que me encontraría en la encrucijada que se me planteaba ahora. Llámalo observación, sexto sentido o como quieras pero tenía un Falafel duro, una putilla húmeda y a un tuerto obsesionado, y este círculo amoroso conmigo en el eje llegaba a resultar, cuando no incómodo, sí sumamente inoportuno.
-El mono está ahí. -Señalé a una esquina, donde el mono, de alguna forma, había logrado agenciarse una botella y estaba emborrachándose, por alguna razón- ¿Dónde está el tuyo?
Aparté su brazo de un manotazo mientras lo evitaba delicadamente. No había aguantado las caricias antieróticas de Falafel para que ahora me separasen de él. No cuando estaba a punto de conseguir que me llevase por el camino más seguro hasta el fondo de este peligroso asunto. Arribor no era consciente, pero necesitábamos a Falafel. Y dado que no podía explicarle nada al pirata debido a sus cortas entendederas, debía simplemente actuar:
-Caminaré abrazo a mi amor -recité, al ritmo de la canción. Por un momento y por primera vez en mi vida, me odié a mí mismo. Estaba cayendo muy bajo- por las calles sin rumbo. Descubriré que el amor es mejor cuando todo está oscuro... -acerqué mi boca a su oído cuidadosamente mientras intentaba tomar su mano con la mía. ¿Estaba tonto? Tenía opciones mejores que seducirle. Un rayo azul salió disparado de mi mano cada vez más cercana a él, y le susurré al oído-: Pero primero llévame hasta lo más alto.
Conociendo a la chiquilla, aunque no sabía demasiado de ella, y a juzgar por cómo me miraba y hablaba, intentaría matarlo, así que de nuevo giré la cabeza hacia ella mientras hacía muecas indicándole que, de hecho, no quería nada con el puto viejo. Tras eso, y antes de cerciorarme de que todo estaba en orden, decidí hablarle a Arribor:
-A partir de ahora hacemos esto a mi manera. Yo dirijo y tú me sigues. Yo soy el cerebro y tú el músculo. Yo no te digo cómo pelear y tú no me dices cómo pensar. ¿Entendido?
-El mono está ahí. -Señalé a una esquina, donde el mono, de alguna forma, había logrado agenciarse una botella y estaba emborrachándose, por alguna razón- ¿Dónde está el tuyo?
Aparté su brazo de un manotazo mientras lo evitaba delicadamente. No había aguantado las caricias antieróticas de Falafel para que ahora me separasen de él. No cuando estaba a punto de conseguir que me llevase por el camino más seguro hasta el fondo de este peligroso asunto. Arribor no era consciente, pero necesitábamos a Falafel. Y dado que no podía explicarle nada al pirata debido a sus cortas entendederas, debía simplemente actuar:
-Caminaré abrazo a mi amor -recité, al ritmo de la canción. Por un momento y por primera vez en mi vida, me odié a mí mismo. Estaba cayendo muy bajo- por las calles sin rumbo. Descubriré que el amor es mejor cuando todo está oscuro... -acerqué mi boca a su oído cuidadosamente mientras intentaba tomar su mano con la mía. ¿Estaba tonto? Tenía opciones mejores que seducirle. Un rayo azul salió disparado de mi mano cada vez más cercana a él, y le susurré al oído-: Pero primero llévame hasta lo más alto.
Conociendo a la chiquilla, aunque no sabía demasiado de ella, y a juzgar por cómo me miraba y hablaba, intentaría matarlo, así que de nuevo giré la cabeza hacia ella mientras hacía muecas indicándole que, de hecho, no quería nada con el puto viejo. Tras eso, y antes de cerciorarme de que todo estaba en orden, decidí hablarle a Arribor:
-A partir de ahora hacemos esto a mi manera. Yo dirijo y tú me sigues. Yo soy el cerebro y tú el músculo. Yo no te digo cómo pelear y tú no me dices cómo pensar. ¿Entendido?
- Resumen:
- Estresarme, seducir a Falafel y darme cuenta de que puedo probar algo más agresivo. Negociar el liderazgo con Arribor.
Serv: Yarmin ha mejorado su poder de dominación, llegando a descubrir cómo hacer de cualquiera su esclavo. Cuando activa esta habilidad un rayo azul saldrá disparado desde su mano o foco, y de impactar en el objetivo éste estará bajo su voluntad. Canalizar esta habilidad lleva un segundo.- Limitación:
- Cualquier persona que posea Haki a un nivel superior al del usuario es inmune a esta habilidad. Así mismo, cualquier persona con Haki del Rey (despertado o entrenado) también lo será.
Dretch
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Las pirañas no habían supuesto ningún problema para Zor-El y Baker, sin embargo, no eran aquellos estúpidos peces lo que preocupaba al agente. Una mueca de incredulidad se dibujó en su rostro en cuanto Taylor introdujo la contraseña, no estaba del todo seguro de si esta había logrado descifrarla, pero si estaba seguro de que el alboroto que había comenzado a emitir el mecanismo de apertura significaba algo. De repente, desde el aparato se comenzaron a escuchar un extenso recital de pitidos, un motón de ruidos intermitentes e ininteligibles, para acabar repentinamente en silencio ¿Significaba eso que habían fallado?
Por fortuna, la iniciada había acertado y la puerta comenzó a abrirse lentamente, dejando a su alcance una visión decadente. Ante su ojo se encontraba una larga e irregular estancia que parecía que llevara años abandonada. La vegetación salvaje parecía haberse adueñado del lugar y extendido sus raíces entre mecanismos y baldosas. Por no mencionar la humedad, había diversos charcos a lo largo y ancho de la sala en los que fácilmente podrían criarse renacuajos.
Simo y Eric cruzaron los primeros, Braud lo habría hecho el tercero, pero dado que tenía algunos problemas personales que atender, Dretch le tomó el relevo. Guardándose de nuevo el revólver en su funda, se encamino hacia la entrada. Al pasar junto a la Fitzgerald, el agente la observó. No dijo nada, pero una fugacísima sonrisa se dibujó sus labios antes de seguir adelante.
- Desde fuera la fachada parecía imponente, pero desde dentro… - murmuró mientras atravesaba el umbral de la puerta, mirando de reojo al panel con el que hacia algunos segundos había trasteado la iniciada y la sala contigua – Supongo que el presupuesto no daba para todo.
Al cruzar hacia el otro lado, como si de un dejabú se tratará allí se encontraba nuevamente él. Dexter Black y sus no menos desdeñables rufianes ¿Qué probabilidades había de que se volvieran a encontrar habiendo elegido caminos diferentes? Notó como Baker le dirigió una fugaz mirada, como si este esperase alguna frase elocuente que le ayudase a comprender lo que estaba ocurriendo. De haber habido algo que Dretch pudiese decir, lo habría hecho, pero no fue el caso. Sin embargo, no era por Baker por quien temía el joven búho. Era la segunda vez que Shintaro, se encontraba con aquellos tipos y temía que actuase como un… bueno, que actuase como Shintaro.
Antes de que decidiese su próximo movimiento, el caos se desató más adelante. Al parecer había varias habitaciones adicionales a lo largo de la estancia, cada una numerada del ocho al once, o eso fue lo que le pareció ver desde su posición. De una de ellas, concretamente de la numero nueve, creyó ver como una masa amorfa de tentáculos humillaba a una buena cantidad de marines. Además, cual señora de la limpieza advirtiendo que no le pisaran lo fregado, un enorme individuo de cerca de tres metros de altura y piel cromada surgió de otra de las salas.
Y, aunque le habría gustado disponer de algunos segundos para disponer una estrategia de batalla, un impulsivo Simo se lanzó como pollo sin cabeza convertido en un borrón gris, acercándose hasta una distancia prudencial del coloso. Al hacerlo, Dexter se percató de sus intenciones y decidió interceptar su granada, dejando que esta detonara en su propia mano. Justo cuando creía que las cosas no podían ir a peor, la casualidad que sí, sí que podían.
- Dime por favor que eso no ha sido un soru – le comentó a Shintaro en voz baja, buscando algo más parecido a un deseo que a una respuesta – ¿Por qué me hacéis esto? He debido de ser un cabrón en otra vida, cada vez estoy más convencido…
La expresión del agente se ensombreció un instante, aunque el tono despreocupado de su voz desmintió su expresión cuando Zor-El se acercó a él para echarle en cara que, siempre que se juntaban, acababan enfrentándose a robots gigantes.
- A mí también me gustaría saber el motivo, pero consuélate, este al menos es pequeñito – respondió, encogiéndose de hombros – Voy a salvar a Baker, porque como ese tío le golpeé no le encuentran ni en los mapas.
Podría haber elegido atacar, pero consciente de las capacidades del shandian, era mejor mantener la distancia mientras usaba sus poderes. Comenzó a correr y, al hacerlo, sus pies comenzaron a moverse a toda velocidad, difuminándose en un borrón negro. Daba la impresión de que casi flotara sobre la superficie, que se movía con una precisión milimétrica y a una velocidad endiablada, para dirigirse hacia el lugar en el que se encontraba su subordinado. Al hacerlo, se pasó algunos metros de frenada, pero se encontraba a unos diez metros de Simo y a unos treinta del “la aberración de múltiples tentáculos”.
Una vez en aquella posición, extendió las palmas de sus manos hacia sus flancos, calculando el área de acción de sus puñetazos, patadas, codazos, etc.. Incluyendo pequeños pasos cortos y fintas. Trazando en apenas unos instantes una imagen mental del radio de acción de todas sus técnicas. Al hacerlo, dirigió su ojo sano hacia el tipo que tenía delante, en espera de que este decidiese tomar algún tipo de represalia sobre el tirador.
Por fortuna, la iniciada había acertado y la puerta comenzó a abrirse lentamente, dejando a su alcance una visión decadente. Ante su ojo se encontraba una larga e irregular estancia que parecía que llevara años abandonada. La vegetación salvaje parecía haberse adueñado del lugar y extendido sus raíces entre mecanismos y baldosas. Por no mencionar la humedad, había diversos charcos a lo largo y ancho de la sala en los que fácilmente podrían criarse renacuajos.
Simo y Eric cruzaron los primeros, Braud lo habría hecho el tercero, pero dado que tenía algunos problemas personales que atender, Dretch le tomó el relevo. Guardándose de nuevo el revólver en su funda, se encamino hacia la entrada. Al pasar junto a la Fitzgerald, el agente la observó. No dijo nada, pero una fugacísima sonrisa se dibujó sus labios antes de seguir adelante.
- Desde fuera la fachada parecía imponente, pero desde dentro… - murmuró mientras atravesaba el umbral de la puerta, mirando de reojo al panel con el que hacia algunos segundos había trasteado la iniciada y la sala contigua – Supongo que el presupuesto no daba para todo.
Al cruzar hacia el otro lado, como si de un dejabú se tratará allí se encontraba nuevamente él. Dexter Black y sus no menos desdeñables rufianes ¿Qué probabilidades había de que se volvieran a encontrar habiendo elegido caminos diferentes? Notó como Baker le dirigió una fugaz mirada, como si este esperase alguna frase elocuente que le ayudase a comprender lo que estaba ocurriendo. De haber habido algo que Dretch pudiese decir, lo habría hecho, pero no fue el caso. Sin embargo, no era por Baker por quien temía el joven búho. Era la segunda vez que Shintaro, se encontraba con aquellos tipos y temía que actuase como un… bueno, que actuase como Shintaro.
Antes de que decidiese su próximo movimiento, el caos se desató más adelante. Al parecer había varias habitaciones adicionales a lo largo de la estancia, cada una numerada del ocho al once, o eso fue lo que le pareció ver desde su posición. De una de ellas, concretamente de la numero nueve, creyó ver como una masa amorfa de tentáculos humillaba a una buena cantidad de marines. Además, cual señora de la limpieza advirtiendo que no le pisaran lo fregado, un enorme individuo de cerca de tres metros de altura y piel cromada surgió de otra de las salas.
Y, aunque le habría gustado disponer de algunos segundos para disponer una estrategia de batalla, un impulsivo Simo se lanzó como pollo sin cabeza convertido en un borrón gris, acercándose hasta una distancia prudencial del coloso. Al hacerlo, Dexter se percató de sus intenciones y decidió interceptar su granada, dejando que esta detonara en su propia mano. Justo cuando creía que las cosas no podían ir a peor, la casualidad que sí, sí que podían.
- Dime por favor que eso no ha sido un soru – le comentó a Shintaro en voz baja, buscando algo más parecido a un deseo que a una respuesta – ¿Por qué me hacéis esto? He debido de ser un cabrón en otra vida, cada vez estoy más convencido…
La expresión del agente se ensombreció un instante, aunque el tono despreocupado de su voz desmintió su expresión cuando Zor-El se acercó a él para echarle en cara que, siempre que se juntaban, acababan enfrentándose a robots gigantes.
- A mí también me gustaría saber el motivo, pero consuélate, este al menos es pequeñito – respondió, encogiéndose de hombros – Voy a salvar a Baker, porque como ese tío le golpeé no le encuentran ni en los mapas.
Podría haber elegido atacar, pero consciente de las capacidades del shandian, era mejor mantener la distancia mientras usaba sus poderes. Comenzó a correr y, al hacerlo, sus pies comenzaron a moverse a toda velocidad, difuminándose en un borrón negro. Daba la impresión de que casi flotara sobre la superficie, que se movía con una precisión milimétrica y a una velocidad endiablada, para dirigirse hacia el lugar en el que se encontraba su subordinado. Al hacerlo, se pasó algunos metros de frenada, pero se encontraba a unos diez metros de Simo y a unos treinta del “la aberración de múltiples tentáculos”.
Una vez en aquella posición, extendió las palmas de sus manos hacia sus flancos, calculando el área de acción de sus puñetazos, patadas, codazos, etc.. Incluyendo pequeños pasos cortos y fintas. Trazando en apenas unos instantes una imagen mental del radio de acción de todas sus técnicas. Al hacerlo, dirigió su ojo sano hacia el tipo que tenía delante, en espera de que este decidiese tomar algún tipo de represalia sobre el tirador.
- cosas usadas:
Soru “Kutsu no Nai 1000-Mairu” (Afeitar “Mil Millas Sin Zapatos”):
Versión mejorada del Soru convencional. La constancia y la repetición han hecho que el usuario sea capaz de sobrepasar sus límites físicos, por lo que la barrera humana de los 25m/s queda obsoleta. Gracias a esta técnica es capaz de alcanzar los 50m/s.
Rei Arslan
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Las bolas de viento comprimido de Annie habían tenido un buen impacto sobre el gorila, logrando desestabilizarlo; sin embargo, eso no era suficiente. Osuka propuso una serie de órdenes a la hora de atacar a la bestia, pero no servían para detenerlo ni mucho menos. De hecho, por lo que había apreciado, cualquier cosa que tocara aquel campo de fuerza parecía desintegrarse. La arquera pensó que si recibía más energía de la debida podría llegar a explotar dicho campo, pero simplemente poseía su viento y dudaba que sus compañeros pudieran hacer frente igualmente con la energía.
Miró a Julianna, a Alistar y a Maki. Lo que tenía en mente no era muy seguro, pero no tenía otra opción pues derrotar al gorila no era una de ellas. Era lento, pero podían escapar a través de la siguiente sala si se daba la suficiente prisa. Mientras Edward y Osuka lo tenían entretenido movería a sus otros compañeros.
Estiró los brazos y generó una corriente de viento que levantaría primero a Julianna y Kodlak, y luego a Alistar y Maki y los alzaría para lanzarlos con la fuerza suficiente hacia el fondo de la sala, atenuando después su caída con suavidad. Seguramente eso los pillara desprevenidos, pero si seguían la corriente de viento que enviaba Annie como señal, continuarían hacia la siguiente sala. Solo quedaban Edward y Osuka.
-¡Es indestructible! ¡Hay que continuar! - Gritó para ambos.
Annie se detuvo y optó por transformarse en la forma híbrida de su fruto del demonio. Las alas brotaron de su espalda y sus piernas desaparecieron para dejar paso a una cola de serpiente, y su cuerpo se recubrió de plumas con colores muy vivos. Agitó sus alas, y aunque Edward era una mole, podría con él. Lo movería primero, generando una corriente de aire lo suficientemente fuerte para empujarlo y, después, hacia el final de la sala pararlo aunque quizás no con mucha suavidad. Solo quedaba Osuka, Annie se acercó a él, volando y le agarró de los brazos, elevándolo y esquivando el campo de fuerza para después tirarlo y empujarlo con el viento.
Los miró, a todos y levantó la cabeza levemente, para que continuasen hacia la otra sala. Annie, en cambio se giró de nuevo hacia la bestia, manteniéndose en el aire. Comenzó a agitar sus alas, creando ráfagas seguidas para ver que producían al chocar contra el campo de fuerza. Tras eso, estiraría sus manos para lanzar una serie de bolas de viento comprimidas que rodearían todo el escudo del gorila y al tocar el suelo explotarían. No quería derrotarlo, pensaba que ni siquiera funcionaría, solo quería ganar tiempo para escapar con sus amigos.
Miró a Julianna, a Alistar y a Maki. Lo que tenía en mente no era muy seguro, pero no tenía otra opción pues derrotar al gorila no era una de ellas. Era lento, pero podían escapar a través de la siguiente sala si se daba la suficiente prisa. Mientras Edward y Osuka lo tenían entretenido movería a sus otros compañeros.
Estiró los brazos y generó una corriente de viento que levantaría primero a Julianna y Kodlak, y luego a Alistar y Maki y los alzaría para lanzarlos con la fuerza suficiente hacia el fondo de la sala, atenuando después su caída con suavidad. Seguramente eso los pillara desprevenidos, pero si seguían la corriente de viento que enviaba Annie como señal, continuarían hacia la siguiente sala. Solo quedaban Edward y Osuka.
-¡Es indestructible! ¡Hay que continuar! - Gritó para ambos.
Annie se detuvo y optó por transformarse en la forma híbrida de su fruto del demonio. Las alas brotaron de su espalda y sus piernas desaparecieron para dejar paso a una cola de serpiente, y su cuerpo se recubrió de plumas con colores muy vivos. Agitó sus alas, y aunque Edward era una mole, podría con él. Lo movería primero, generando una corriente de aire lo suficientemente fuerte para empujarlo y, después, hacia el final de la sala pararlo aunque quizás no con mucha suavidad. Solo quedaba Osuka, Annie se acercó a él, volando y le agarró de los brazos, elevándolo y esquivando el campo de fuerza para después tirarlo y empujarlo con el viento.
Los miró, a todos y levantó la cabeza levemente, para que continuasen hacia la otra sala. Annie, en cambio se giró de nuevo hacia la bestia, manteniéndose en el aire. Comenzó a agitar sus alas, creando ráfagas seguidas para ver que producían al chocar contra el campo de fuerza. Tras eso, estiraría sus manos para lanzar una serie de bolas de viento comprimidas que rodearían todo el escudo del gorila y al tocar el suelo explotarían. No quería derrotarlo, pensaba que ni siquiera funcionaría, solo quería ganar tiempo para escapar con sus amigos.
Luka Rooney
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El tiburón se quedó pasmado al escuchar a Zane. Tanto la forma que tenía de hablar así como los gestos que le acompañaban hacía que el gyojin apretase con fuerza el puño. Aquello era lo más pedante que había oído en años, y que viniese de su capitán no le restaba impacto.
- ¿Es por el queso de Marc? ¿En serio? Madre mía… Que hostia tienes, Zane.
Pero no era plan de pelearse. No aún. Así que el habitante del mar se limitó a seguir a su pedante capitán. Caminaron y, entonces, le tocó a él aguantar en primera persona sus palabras. Aunque aquello que el pelirrojo decía era cierto, Luka no pudo más. Agarró a su capitán de la pechera y, tras haber éste calentado hielo para que el gyojin tuviese la suficiente agua como para recubrir su cuerpo, lo empujó contra la pared.
- No nos gusta este nuevo Zane, y deja de hablar mierdas y palabras raras que no conocemos. Como digas otra frase compleja o vuelvas a sentirte tan superior, te quito la tontería a hostias. Ah, y gracias por el agua.
El habitante del mar absorvó el agua con sus palmas, sintiendo un profundo alivio, y tras ello, seguiría de nuevo a sus nakamas, poniendo especial atención en las posibles reacciones de su capitán. Estaba acostumbrado a lidiar con un Zane más directo e impulsivo, y aquella sangre era tan caliente como la del gyojin.
En la sala del hielo estaban los marines, pero Luka no les prestó mucha atención, se limitó a subir la escalera e ir a la siguiente habitación. ¿Qué habría allí?
- ¿Es por el queso de Marc? ¿En serio? Madre mía… Que hostia tienes, Zane.
Pero no era plan de pelearse. No aún. Así que el habitante del mar se limitó a seguir a su pedante capitán. Caminaron y, entonces, le tocó a él aguantar en primera persona sus palabras. Aunque aquello que el pelirrojo decía era cierto, Luka no pudo más. Agarró a su capitán de la pechera y, tras haber éste calentado hielo para que el gyojin tuviese la suficiente agua como para recubrir su cuerpo, lo empujó contra la pared.
- No nos gusta este nuevo Zane, y deja de hablar mierdas y palabras raras que no conocemos. Como digas otra frase compleja o vuelvas a sentirte tan superior, te quito la tontería a hostias. Ah, y gracias por el agua.
El habitante del mar absorvó el agua con sus palmas, sintiendo un profundo alivio, y tras ello, seguiría de nuevo a sus nakamas, poniendo especial atención en las posibles reacciones de su capitán. Estaba acostumbrado a lidiar con un Zane más directo e impulsivo, y aquella sangre era tan caliente como la del gyojin.
En la sala del hielo estaban los marines, pero Luka no les prestó mucha atención, se limitó a subir la escalera e ir a la siguiente habitación. ¿Qué habría allí?
- Resumen:
Seguir a los demás.
- Cosas:
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
- Carga Espiritu de Poseidón: 3 turnos de 3 max.
- Parmigiano: de fuerte sabor y tremendamente nutritivo, este queso otorgará a quien lo consuma un x3 activo (acumulable con activas del consumidor) a la Fuerza durante 3 posts.
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
Ellie
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- Jaja, qué callado eres marine -le comentó a su nuevo compañero, que no había respondido a ninguna de sus preguntas-. Igual te estoy incomodando… me suele pasar con los nuevos. DIcen que hablo mucho pero yo no creo que sea cierto, creo que hablo lo justo para establecer un buen vínculo de comunicación entre dos personas que no se conocen, ¿no? Bueno da igual, te dejo solo un rato voy a ver qué tal está Giotto, que está a cuatro notas de acabar.
Y sí, cuatro pisadas más y Giotto acabó. Ellie se acercó hasta él, aunque casi se cae por las escaleras al abrirse la puerta y tambalearse estas mínimamente.
- Has tocado muy bien, Giotto. Enhorabuena. Si tenemos un rato libre cuando acabe esto podíamos tocar juntos. No en plan banda y eso, porque somos solo dos, pero podríamos aprender el uno del otro. Ah, perdona, no te lo he dicho, pero yo también soy músico, y me gusta tocar la guitarra y el saxofón. A veces toco la flauta y la batería también.
Cuando la mink se quiso dar cuenta, ya se encontraba arriba del todo, y una sala azul en la que un árbol presidía una tumba a sus pies les esperaba. Un hombre calvo les aguardaba allí también, y con intenciones no muy amigables. Entre tanto, el tal Bleyd estaba cerca de ellos, y por algún motivo, Ellie no le quitaba el ojo de encima. Quizá fuese porque era el enemigo número uno del gobierno, y hacer una alianza con el.. Espera. ¿Tenían una alianza o solo un pacto de no agresión? ¿Qué habían firmado?
En cualquier caso, el hombre llevaba dos vaquetas, y a juzgar por su frase también era amante de la música. Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos por la frase de Giotto. Las cosas se ponían serias, y entre los dos debían dar un merecido a aquél hombre.
Ellie emuló los movimientos de su compañero, solo que no lanzó ninguna bola de fuego. ¡Cómo molaban! Usó soru medio segundo antes que Giotto -tendrían que entrenar la sincronización más adelante-, y se posicionó en su flanco derecho, realizando un patada baja a la altura del tobillo y un combo de dos puñetazos de magma en el pecho.
Y sí, cuatro pisadas más y Giotto acabó. Ellie se acercó hasta él, aunque casi se cae por las escaleras al abrirse la puerta y tambalearse estas mínimamente.
- Has tocado muy bien, Giotto. Enhorabuena. Si tenemos un rato libre cuando acabe esto podíamos tocar juntos. No en plan banda y eso, porque somos solo dos, pero podríamos aprender el uno del otro. Ah, perdona, no te lo he dicho, pero yo también soy músico, y me gusta tocar la guitarra y el saxofón. A veces toco la flauta y la batería también.
Cuando la mink se quiso dar cuenta, ya se encontraba arriba del todo, y una sala azul en la que un árbol presidía una tumba a sus pies les esperaba. Un hombre calvo les aguardaba allí también, y con intenciones no muy amigables. Entre tanto, el tal Bleyd estaba cerca de ellos, y por algún motivo, Ellie no le quitaba el ojo de encima. Quizá fuese porque era el enemigo número uno del gobierno, y hacer una alianza con el.. Espera. ¿Tenían una alianza o solo un pacto de no agresión? ¿Qué habían firmado?
En cualquier caso, el hombre llevaba dos vaquetas, y a juzgar por su frase también era amante de la música. Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos por la frase de Giotto. Las cosas se ponían serias, y entre los dos debían dar un merecido a aquél hombre.
Ellie emuló los movimientos de su compañero, solo que no lanzó ninguna bola de fuego. ¡Cómo molaban! Usó soru medio segundo antes que Giotto -tendrían que entrenar la sincronización más adelante-, y se posicionó en su flanco derecho, realizando un patada baja a la altura del tobillo y un combo de dos puñetazos de magma en el pecho.
- Cosas usadas:
- Soru:
Esta técnica especial, propia del Rokushiki, permite al usuario realizar sprints tan veloces que resultan imposibles de detectar para el ojo humano. Esta técnica no permite girar, pero a cambio ofrece un avance recto a una velocidad de veinticinco metros por segundo.
- Akuma:
Nivel 20: Su control se eleva hasta ser capaz de controlar cien litros de magma, alcanzando éste una temperatura de seiscientos grados centígrados
Nailah
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Las palabras de Brynn tranquilizaron por un momento a la morena, esta esbozó una pequeña sonrisa al sentir como acariciaba suavemente su mano y, a pesar de la horrible sensación de ahogo y malestar al atravesar la pared todo terminó. Se separó de Spanner y Brynn, parpadeando varias veces seguidas ante lo que había en la nueva sala.
-¡Me niego a atravesar más paredes! - Exclamó masajeándose la cabeza y mirando a Spanner con el ceño fruncido.
Iba a continuar hablando hasta que vio que ante ellos había tres personas, una mujer y dos hombres. La sala era bastante peculiar con una mesa en el centro y baldosas de colorines por todo su alrededor que parecían brillar unas más que otras. Nailah desenvainó a la Reina Roja y los apuntó.
-¿Quiénes sois vosotros? - Inquirió y, tras eso, su expresión cambió a un tono más afable mientras bajaba la espada. - No os haremos nada, simplemente continuamos nuestro camino.
Ella no atacaría a no ser que los demás mostrasen algún símbolo de enemistad. Nailah recordaba que tenían una tregua y no la romperían o si no Zane se enfadaría mucho, y cuando se enfadaba, a parte de encantarle a la pirata, daba mucho miedo a la vez. Nadie quería eso.
No parecía haber ningún camino presente, de hecho estaban sobre las baldosas y Nailah se fijó en la pistola que estaba sobre la mesa. Intuyó que era de la chica ya que estaba al lado de esta. La pirata avanzó, pisándolas y viendo como no ocurría nada. Estas parecían estar echas para despistar, nada más, para que alguien se devanara los sesos tratando de llegar hasta la mesa.
-Tu arma no pesa lo suficiente como para bajar la mesa - tras eso miró al señor del paquete -. ¿Por qué viajas con eso en un lugar aquí? ¿Pesa mucho? Quizás podrías ponerlo.
-¡Me niego a atravesar más paredes! - Exclamó masajeándose la cabeza y mirando a Spanner con el ceño fruncido.
Iba a continuar hablando hasta que vio que ante ellos había tres personas, una mujer y dos hombres. La sala era bastante peculiar con una mesa en el centro y baldosas de colorines por todo su alrededor que parecían brillar unas más que otras. Nailah desenvainó a la Reina Roja y los apuntó.
-¿Quiénes sois vosotros? - Inquirió y, tras eso, su expresión cambió a un tono más afable mientras bajaba la espada. - No os haremos nada, simplemente continuamos nuestro camino.
Ella no atacaría a no ser que los demás mostrasen algún símbolo de enemistad. Nailah recordaba que tenían una tregua y no la romperían o si no Zane se enfadaría mucho, y cuando se enfadaba, a parte de encantarle a la pirata, daba mucho miedo a la vez. Nadie quería eso.
No parecía haber ningún camino presente, de hecho estaban sobre las baldosas y Nailah se fijó en la pistola que estaba sobre la mesa. Intuyó que era de la chica ya que estaba al lado de esta. La pirata avanzó, pisándolas y viendo como no ocurría nada. Estas parecían estar echas para despistar, nada más, para que alguien se devanara los sesos tratando de llegar hasta la mesa.
-Tu arma no pesa lo suficiente como para bajar la mesa - tras eso miró al señor del paquete -. ¿Por qué viajas con eso en un lugar aquí? ¿Pesa mucho? Quizás podrías ponerlo.
Erik Carter
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¿Una mujer con enanismo extremo? Seguramente sería una enfermedad rara, o una extraña raza de la que Erik no sabía nada, pues no estaba muy versado en el mundo más allá de su deporte. Lo que sabía era que estaba muy enfadada. Hasta un idiota podía ver eso.
-Muy buenas, señorita. ¿A qué se debe el enfado? ¿Es por esos escombros que bloquean la salida? No te preocupes, tengo la solución a tus problemas aquí mismo. -Sin esperar un instante, el deportista extrajo de su mochila, con menos cuidado del que debería, los 5 kilos de tnt que había robado de aquel submarino hacía tanto tiempo y los arrojó con vigor contra los escombros. Estos impactaron sin más y cayeron justo a los pies de los cascotes, pues la dinamita no explota por tonterías así. -¿Alguien puede encenderlos? No tengo mechero. -Dijo, dedicando una cálida y sincera sonrisa a la pequeña. No sabía quién era, pero esperaba poder ayudarla y, de paso, continuar su camino.
-Muy buenas, señorita. ¿A qué se debe el enfado? ¿Es por esos escombros que bloquean la salida? No te preocupes, tengo la solución a tus problemas aquí mismo. -Sin esperar un instante, el deportista extrajo de su mochila, con menos cuidado del que debería, los 5 kilos de tnt que había robado de aquel submarino hacía tanto tiempo y los arrojó con vigor contra los escombros. Estos impactaron sin más y cayeron justo a los pies de los cascotes, pues la dinamita no explota por tonterías así. -¿Alguien puede encenderlos? No tengo mechero. -Dijo, dedicando una cálida y sincera sonrisa a la pequeña. No sabía quién era, pero esperaba poder ayudarla y, de paso, continuar su camino.
- Resumen, need help:
- WHAT, una mujer enana?! Seguir siendo estúpidamente confiado, lanzar 5 kilos de dinamita contra los cascotes que bloquean el camino y pedir que alguien los encienda. OLVIDARSE DE PONERSE A CUBIERTO
Ryuichi Ichiban
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–¿Ah? –dijo Braud al notar un pinchazo en sus zonas bajas.
Bajó la mirada y pudo ver como uno de aquellos peces estaba sujeto con los dientes a su virilidad, agitando la cola de un lado a otro. El gigante llevó la mano al diminitu animal y colocó dos de sus gruesos dedos a cada lado de su pequeña cabecita. Apretó ligeramente para obligar al bicho a abrir la boca y separarlo para luego levantarlo cogiéndolo de la cola, acercándolo a su cara, mientras el animal intentaba liberarse.
–Eso no se hace, amiguito –dijo el cazarrecompensas sin alzar mucho la voz–. Pero bueno... lo cierto es que tengo hambre.
Dicho aquello metió al diminuto pez en su enorme bocaza. Masticó sin miedo, pues no querría que entrase vivo a su estómago y pudiese morder, no no no. Tragó y dejó escapar un sonoro eructo. ¿Qué estaba pasando a su alrededor? Ah sí. Habían abierto la puerta y habían conseguido cruzar. El aspecto de la sala era, sin duda, extraño. Sin embargo, aquello no fue lo que llamó la atención del gigante.
Un monstruo que, en comparación a sus compañeros, era enorme, aunque para él era algo más bajito. Iba embutido en metal de arriba abajo, con el rostro cubierto, como no. El gigante sonrió ampliamente y enseguida se puso delante de todos, aunque fue demasiado lento y un par corrieron ya a atacarle.
–¡Atrás! –El gigante chocó los puños con fuerza en una posición de combate con las piernas flexionadas. Al chocar sus nudillos surgió de estos un aura roja que se expandió como el fuego y el suelo tembló ligeramente. El aura lo había cubierto por completo y era como si su propia fuerza bailase como las llamas. Su aura potenciadora. El gigante colocó una mano en el suelo y se puso en posición–... Ese es mío.
Y saltó hacia delante. Casi como un animal, utilizando también sus manos para moverse, llegó hasta la posición de aquella cosa y descargó un puñetazo directo a su rostro, con la intención de dar un segundo golpe con la otra mano directamente a la boca del estómago.
Bajó la mirada y pudo ver como uno de aquellos peces estaba sujeto con los dientes a su virilidad, agitando la cola de un lado a otro. El gigante llevó la mano al diminitu animal y colocó dos de sus gruesos dedos a cada lado de su pequeña cabecita. Apretó ligeramente para obligar al bicho a abrir la boca y separarlo para luego levantarlo cogiéndolo de la cola, acercándolo a su cara, mientras el animal intentaba liberarse.
–Eso no se hace, amiguito –dijo el cazarrecompensas sin alzar mucho la voz–. Pero bueno... lo cierto es que tengo hambre.
Dicho aquello metió al diminuto pez en su enorme bocaza. Masticó sin miedo, pues no querría que entrase vivo a su estómago y pudiese morder, no no no. Tragó y dejó escapar un sonoro eructo. ¿Qué estaba pasando a su alrededor? Ah sí. Habían abierto la puerta y habían conseguido cruzar. El aspecto de la sala era, sin duda, extraño. Sin embargo, aquello no fue lo que llamó la atención del gigante.
Un monstruo que, en comparación a sus compañeros, era enorme, aunque para él era algo más bajito. Iba embutido en metal de arriba abajo, con el rostro cubierto, como no. El gigante sonrió ampliamente y enseguida se puso delante de todos, aunque fue demasiado lento y un par corrieron ya a atacarle.
–¡Atrás! –El gigante chocó los puños con fuerza en una posición de combate con las piernas flexionadas. Al chocar sus nudillos surgió de estos un aura roja que se expandió como el fuego y el suelo tembló ligeramente. El aura lo había cubierto por completo y era como si su propia fuerza bailase como las llamas. Su aura potenciadora. El gigante colocó una mano en el suelo y se puso en posición–... Ese es mío.
Y saltó hacia delante. Casi como un animal, utilizando también sus manos para moverse, llegó hasta la posición de aquella cosa y descargó un puñetazo directo a su rostro, con la intención de dar un segundo golpe con la otra mano directamente a la boca del estómago.
- resumen y cosas usadas:
Comerme la piraña y atacar al bicho grande que me pone ojitos <3
Cosas:
Fuerza - Tier 4 + El aura PotenciadoraFicha de Braud escribió:Potenciador:
Su amor por el combate le permite entrar, a voluntad, en un estado en el que potencia sus golpes (x2 en fuerza) durante dos posts (otros dos posts de recarga tras ellos). Como pasiva escénica, cuando utiliza esto se ve rodeado de un aura rojiza semi-transparente.
Hayden Ashworth
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El dragón suspiró, increíblemente frustrado. Sentía que daba palos de ciego y que cada paso que daban los alejaba aún más de su objetivo. Apretó uno de sus puños, haciendo que sus nudillos crujieran al hacerlo. Tras escuchar los lloros de aquella tontatta a la que, por lo visto, los antiguos compañeros de Wyrm habían seguido, el comodoro se acercó a los escombros donde un cadete, a juzgar por su uniforme, había colocado unos explosivos. Los cogió y lanzó de nuevo hacia este.
–Por el amor de dios, cadete, guárdate esto para cuando de verdad sea necesario.
Dicho aquello se colocó delante de los escombros y movió la cabeza a la par que extendía las alas como haciendo estiramientos. Sabía que aquella visión, la de un dragón humanoide, sería extraña para todo aquel que no le conociera. Sin embargo, aquella era la costumbre del comodoro: Ir preparado cuando las cosas parecían serías. Entonces cogió aire y se colocó en posición, para después imbuir su pierna en haki y fuego. Su pie chocó con fuerza contra los escombros, con el propósito de dispersarlos y abrir camino. En el caso de conseguirlo, empezaría a avanzar por el camino abierto, no sin antes hablar con aquella peculiar enana:
–Necesitamos llegar al centro de esta cosa. Si sabes el camino, te pido que nos guíes –y entonces le tendería la mano, con el propósito de que se subiese en ella para después colocarla en su cabeza, entre sus cuernos, para que pudiese continuar con ellos.
–Por el amor de dios, cadete, guárdate esto para cuando de verdad sea necesario.
Dicho aquello se colocó delante de los escombros y movió la cabeza a la par que extendía las alas como haciendo estiramientos. Sabía que aquella visión, la de un dragón humanoide, sería extraña para todo aquel que no le conociera. Sin embargo, aquella era la costumbre del comodoro: Ir preparado cuando las cosas parecían serías. Entonces cogió aire y se colocó en posición, para después imbuir su pierna en haki y fuego. Su pie chocó con fuerza contra los escombros, con el propósito de dispersarlos y abrir camino. En el caso de conseguirlo, empezaría a avanzar por el camino abierto, no sin antes hablar con aquella peculiar enana:
–Necesitamos llegar al centro de esta cosa. Si sabes el camino, te pido que nos guíes –y entonces le tendería la mano, con el propósito de que se subiese en ella para después colocarla en su cabeza, entre sus cuernos, para que pudiese continuar con ellos.
- Resumen - Kayn, Hamlet, Tobias, Bizvan, Erik Carter:
- Intentar quitar de en medio los escombros y pedirle a la enana que nos guíe, ya que no tenemos mapa
Cosejas:
Fuerza tier 8 x9 (pasivo) + x5'5 (Forma híbrida) + Haki de Armadura Magnífico (Tier 8) Predilecto
William White
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Tras traspasar el umbral de la puerta y apartarme ligeramente, el señor de la toga fue lanzado en volandas seguido de su alocado perseguidor, logrando este estampar el cráneo en la pared. Lo más impresionante de todo aquello era como el primero parecía balbucear algo, primero pensé que se debía a el terrible golpe que había sufrido, más mi sorpresa fue cuando la mujer que lo acompaña actuó de interprete. Preguntando a Neus por su repentino ataqué el cual tras numerosas divagaciones propias del demente que era se marchó, farfullando y maldiciendo mientras se iba tan rápido como se había marchado dejando a los que parecían su compañero y mascota atrás.
Luego un silencio se hizo en la estancia, no, en toda la torre. El pulso se había detenido, fuera lo que fuera, aquello no podía ser una buena señal.
Tras estos eventos, y en vista de lo infructuosos intentó que había tenido Lysbeth respecto a los dos individuos decidió vigilarlos, ya que su forma de actuar les resultaba harto impredecible. Para su sorpresa Kaito les había logrado alcanzar, lo cual significaba que la vampira había sido derrotada.
Continuaron avanzando por la sala hasta una sala rosa, una especie de salón del té, perfectamente acondicionado para una fiesta. Ciertamente le gustaba el té, pero en otras circunstancias y en otras compañías. Tras el breve alago de la morena, la retahíla de comentarios sin el menor tipo de freno de su “estimable” Black, y la duda de su compañero, me limité a dar un rodeo por la sala. Lo suficiente como para ver como Kaito comenzaba a comer compulsivamente, si bien era una criatura extraña, su comportamiento previo jamás había sido tan compulsivo, en especial sabiendo lo extrañamente prudente, y cobarde, que podía llegar a ser.
Vigilando de reojo al pulpo, apenas tuvo tiempo de reaccionar a la tinta del pulpo, con unos reflejos admirables, abrió el paraguas en cuyo interior ocultaba su espada, cubriéndose lo mejor que pudo de los torrentes de tinta, no pudiendo evitar mancharse la gabardina y el propio paraguas, el cual ahora chorreaba de tinta. Al parecer no había sido el único que había sido salpicado por el lodo negro del que creía su compañero, por lo que trató de mirar cómo se encontraban los dos anacrónicos personajes que les seguían. Miradas de odio fulminaron a Kaito por todos lados, anunciando un destino más oscuro que su apodo.
Fue en ese instante cuando me abstraje unos breves instantes para recordar como había llegado ese paraguas, y sacudiéndolo con mucho cuidado de no mancharme recordé el significado oculto que tenía. Estos pensamientos fueron interrumpidos por un holograma, el cual alegremente puso otro acertijo el cual fue respondido raudamente por la morena.
-Veo que sois igual de perspicaz- dijo refiriéndose a Lsy, la cual probablemente había dado la respuesta correcta al acertijo del granero.
Mientras el holograma respondiera o no el holograma, vería el lamentable espectáculo que estaba dando el pulpo, tanto que estaba demasiado ocupado como para advertir lo que decía Elliot.
Realmente no sabía por qué estaba tan frustrado. Por su incompetencia, su incesante cháchara, su inquietud, porque hubiera dejando en un estado deleznable sus pertenencias, por cómo lo dejaba en evidencia o por la situación que tanto estaba exponiéndolo no solo a él, sino a la organización. Su primer impulso fue desfundar “La susurradora de estrellas” y poner fin a la vida del pulpo, silenciando así la mínima posibilidad de que desvelará la existencia de la asociación o los planes de la operación actual. Más frenó sus instintos, por ahora, sin dejar apretar fuerte la empuñadura. Esperando ver como se desarrollaba todo en la sala.
Luego un silencio se hizo en la estancia, no, en toda la torre. El pulso se había detenido, fuera lo que fuera, aquello no podía ser una buena señal.
Tras estos eventos, y en vista de lo infructuosos intentó que había tenido Lysbeth respecto a los dos individuos decidió vigilarlos, ya que su forma de actuar les resultaba harto impredecible. Para su sorpresa Kaito les había logrado alcanzar, lo cual significaba que la vampira había sido derrotada.
Continuaron avanzando por la sala hasta una sala rosa, una especie de salón del té, perfectamente acondicionado para una fiesta. Ciertamente le gustaba el té, pero en otras circunstancias y en otras compañías. Tras el breve alago de la morena, la retahíla de comentarios sin el menor tipo de freno de su “estimable” Black, y la duda de su compañero, me limité a dar un rodeo por la sala. Lo suficiente como para ver como Kaito comenzaba a comer compulsivamente, si bien era una criatura extraña, su comportamiento previo jamás había sido tan compulsivo, en especial sabiendo lo extrañamente prudente, y cobarde, que podía llegar a ser.
Vigilando de reojo al pulpo, apenas tuvo tiempo de reaccionar a la tinta del pulpo, con unos reflejos admirables, abrió el paraguas en cuyo interior ocultaba su espada, cubriéndose lo mejor que pudo de los torrentes de tinta, no pudiendo evitar mancharse la gabardina y el propio paraguas, el cual ahora chorreaba de tinta. Al parecer no había sido el único que había sido salpicado por el lodo negro del que creía su compañero, por lo que trató de mirar cómo se encontraban los dos anacrónicos personajes que les seguían. Miradas de odio fulminaron a Kaito por todos lados, anunciando un destino más oscuro que su apodo.
Fue en ese instante cuando me abstraje unos breves instantes para recordar como había llegado ese paraguas, y sacudiéndolo con mucho cuidado de no mancharme recordé el significado oculto que tenía. Estos pensamientos fueron interrumpidos por un holograma, el cual alegremente puso otro acertijo el cual fue respondido raudamente por la morena.
-Veo que sois igual de perspicaz- dijo refiriéndose a Lsy, la cual probablemente había dado la respuesta correcta al acertijo del granero.
Mientras el holograma respondiera o no el holograma, vería el lamentable espectáculo que estaba dando el pulpo, tanto que estaba demasiado ocupado como para advertir lo que decía Elliot.
Realmente no sabía por qué estaba tan frustrado. Por su incompetencia, su incesante cháchara, su inquietud, porque hubiera dejando en un estado deleznable sus pertenencias, por cómo lo dejaba en evidencia o por la situación que tanto estaba exponiéndolo no solo a él, sino a la organización. Su primer impulso fue desfundar “La susurradora de estrellas” y poner fin a la vida del pulpo, silenciando así la mínima posibilidad de que desvelará la existencia de la asociación o los planes de la operación actual. Más frenó sus instintos, por ahora, sin dejar apretar fuerte la empuñadura. Esperando ver como se desarrollaba todo en la sala.
- resumen:
Narró un poco todo lo que pasa, trato de evitar mancharme "mucho" con el paraguas(reflejos 5) y bla bla bla, ganas de matar a kaito, bla bla bla.
Pd: Me gustaría saber si al ser lingüista de lv siete podría hablar al "hemperador" en su idioma natal con cierta soltura(no tengo ningún idioma seleccionado actualmente).
La mink no se había tomado mal mi falta de respuesta, cosa que me sorprendió. Es decir, las palabras se apelotonaban cuando salían de su boca, atropellándose y haciendo prácticamente imposible recordar cuáles eran las preguntas y en que orden debía responderlas. Además, eran tantas que me resultaba una verdadera molestia contestarlas todas. No, el rascado de oreja había sido algo mucho más fácil de hacer, con menos complicaciones.
Ellie se marchó junto a Giotto, que acababa de terminar de pisar las enormes teclas. Una compuerta se abrió sobre su cabeza, permitiendo el acceso a una nueva estancia. Subir implicaba, obviamente, más cercanía a la punta del Jinete. Eso sólo podía traerme problemas y, a decir verdad, los sentimientos que ese hecho provocaba en mí eran contradictorios. Por un lado, un hastío sin parangón atenazaba mi estómago. Por otro, el nerviosismo y una considerable dosis de responsabilidad me empujaban a seguir hacia delante y darlo todo.
Seguí el camino que recorrían mis nuevos compañeros. La sala a la que accedimos no era muy diferente de la que dejábamos atrás. Tuberías abarrotaban el lugar, así como instrumentos musicales que yacían desperdigados sin un orden aparente. Por lo que había podido escuchar y presenciar hasta el momento, el transcurso de los acontecimientos había favorecido bastante a los miembros del Cipher Pol, pues ambos eran músicos. ¿Por qué no aparecían por allí bonitas esculturas de cristal que yo pudiese admirar?
Nuestros pasos nos llevaron hasta una estancia celeste, con un árbol que daba sombra a una lápida y su custodio. Mis pies se arrastraban un poco por detrás de los de los agentes. Por eso, cuando estos se detuvieron, me quedé a espaldas de la cánida. Mi mano izquierda tanteaba a Blancanieves, aunque opté por dejar los espejos en su lugar por el momento.
Dirigí un rápido vistazo al rubio, que volvía a hacer gala de esa actitud demandante que tanto me estaba irritando. ¿Qué me ocurría ese día? ¿Era yo, que me comportaba como un cascarrabias, o el mundo, que se había puesto de acuerdo para tocarme las pelotas? Fuera como fuere, no podía permanecer quieto hasta el último momento. Me gustase o no, debía ser un activo útil en la medida de lo posible —y dentro de lo que mis escasas ganas de trabajar me permitieran—.
Mi mirada pasó rápidamente al tipo calvo que se había levantado. Sostenía dos baquetas y no se mostraba muy dispuesto a dejarnos pasar. Eso, unido a una actitud demasiado confiada, me hizo considerar dos posibles opciones: la primera, que fuese un debilucho con ínfulas; la segunda —y mucho más probable—, que se antojase un verdadero desafío para nosotros.
—¿Satisfecho? —inquirí, haciendo que mi cuerpo al completo brillase. Parte de la luz que emanaba de mis manos fue absorbida por los canalizadores de luz antes de que me diese cuenta.
Giotto y Ellie se pusieron en marcha. Cada uno de ellos atacó un costado del calvo, momento que aproveché para hacer mi propio movimiento. Me desplacé a toda velocidad, buscando aparecer súbitamente ante el rostro del tipo. Me encontraría en el aire, con la rodilla flexionada y ligeramente adelantada. Lanzaría un rodillazo a la nariz de nuestro anfitrión, pretendiendo dejarle claro que pensaba pasar por allí.
Ellie se marchó junto a Giotto, que acababa de terminar de pisar las enormes teclas. Una compuerta se abrió sobre su cabeza, permitiendo el acceso a una nueva estancia. Subir implicaba, obviamente, más cercanía a la punta del Jinete. Eso sólo podía traerme problemas y, a decir verdad, los sentimientos que ese hecho provocaba en mí eran contradictorios. Por un lado, un hastío sin parangón atenazaba mi estómago. Por otro, el nerviosismo y una considerable dosis de responsabilidad me empujaban a seguir hacia delante y darlo todo.
Seguí el camino que recorrían mis nuevos compañeros. La sala a la que accedimos no era muy diferente de la que dejábamos atrás. Tuberías abarrotaban el lugar, así como instrumentos musicales que yacían desperdigados sin un orden aparente. Por lo que había podido escuchar y presenciar hasta el momento, el transcurso de los acontecimientos había favorecido bastante a los miembros del Cipher Pol, pues ambos eran músicos. ¿Por qué no aparecían por allí bonitas esculturas de cristal que yo pudiese admirar?
Nuestros pasos nos llevaron hasta una estancia celeste, con un árbol que daba sombra a una lápida y su custodio. Mis pies se arrastraban un poco por detrás de los de los agentes. Por eso, cuando estos se detuvieron, me quedé a espaldas de la cánida. Mi mano izquierda tanteaba a Blancanieves, aunque opté por dejar los espejos en su lugar por el momento.
Dirigí un rápido vistazo al rubio, que volvía a hacer gala de esa actitud demandante que tanto me estaba irritando. ¿Qué me ocurría ese día? ¿Era yo, que me comportaba como un cascarrabias, o el mundo, que se había puesto de acuerdo para tocarme las pelotas? Fuera como fuere, no podía permanecer quieto hasta el último momento. Me gustase o no, debía ser un activo útil en la medida de lo posible —y dentro de lo que mis escasas ganas de trabajar me permitieran—.
Mi mirada pasó rápidamente al tipo calvo que se había levantado. Sostenía dos baquetas y no se mostraba muy dispuesto a dejarnos pasar. Eso, unido a una actitud demasiado confiada, me hizo considerar dos posibles opciones: la primera, que fuese un debilucho con ínfulas; la segunda —y mucho más probable—, que se antojase un verdadero desafío para nosotros.
—¿Satisfecho? —inquirí, haciendo que mi cuerpo al completo brillase. Parte de la luz que emanaba de mis manos fue absorbida por los canalizadores de luz antes de que me diese cuenta.
Giotto y Ellie se pusieron en marcha. Cada uno de ellos atacó un costado del calvo, momento que aproveché para hacer mi propio movimiento. Me desplacé a toda velocidad, buscando aparecer súbitamente ante el rostro del tipo. Me encontraría en el aire, con la rodilla flexionada y ligeramente adelantada. Lanzaría un rodillazo a la nariz de nuestro anfitrión, pretendiendo dejarle claro que pensaba pasar por allí.
- Resumen:
- Hablar con Ellie y Giotto, brillar y desplazarme el último, después de que ellos hayan hecho sus taques. Intentar pegarle un rodillazo en la napia a Pau John.
- Cosas:
- Canalizadores de luz: segundo turno de carga.
Akuma - Nivel 50: la luz que el usuario produce puede alcanzar los 10 000 lux. Además, transformado en su forma elemental es capaz de desplazarse a una velocidad de hasta 500 m/s en línea recta. Los láseres que es capaz de generar alcanzan una distancia de 50 metros, y son capaces de producir quemaduras de segundo grado al entrar en contacto con la piel. La gravedad de las mismas se irá incrementando si el haz de luz incide durante varios turnos.
Light it up: la intensidad de la luz que produce Iulio aumenta, llegando a duplicar los valores de la tabla.
Fuerza - Tier 4: puede levantar un coche con esfuerzo.
Maestría en combate callejero - Nivel 45: sus golpes poco honorables son más certeros. Además, sabe cuándo golpear para maximizar las consecuencias de estos. Empieza a aprovechar cosas del día a día para pelear, como mesas, escaleras o sillas (el TLC de toda la vida).
No pudo más que soltar su silvestre paquete cuando, contra todo pronóstico, su frente se topó violentamente con... ¿qué demonios era aquello? Extendió la mano hacia delante, encontrando una superficie lisa, fría e inerte. Apenas emitía un leve reflejo, pues no había identificado ningún destello conforme se acercaba a la misma. En vez de eso, la más profunda de las transparencias parecía ser la principal característica de la barrera que se había interpuesto en su camino. «Aunque tampoco puedo asegurar que eso sea lo que me encontraré al otro lado si consigo pasar», reflexionó, observando cómo el pasillo continuaba al otro lado de la barrera.
Dio un paso hacia atrás, colocándose junto al salvaje para tener una visión más global del obstáculo. No tardó en identificar un dispositivo colocado en un lateral, y menos aún en recorrer la distancia que le separaba del mismo mediante dos grandes zancadas. Los diferentes caracteres que conformaban el abecedario se encontraban bajo una serie de huecos que debían ser rellenados, ocho en concreto. Acompañando a los mismos, un acertijo. Ese maldito Krauser estaba intentando reírse de todo el mundo antes de acabar con él.
Se aseguró de recordar la pista que debía conducirle a la respuesta y giró la cabeza para observar el cristal en busca de la solución. Su propio rostro se mostró ante él. Aquella superficie no reflejaba demasiado. Del mismo modo, la calidad de la imagen no era la mejor. Aun así, eso no significaba nada. Luka era un gran luchador pese a que siempre acabase al borde de la muerte. ¿Quién era él para juzgar aquel cristal en base a cómo reflejase?
«Imágenes, reflejos, nosotros», meditó, pensando en posibles alternativas que cumpliesen las condiciones que imponía el mensaje de referencia. Se separó de nuevo del dispositivo. Sólo tenía un intento, y no quería perderlo por presionar involuntariamente alguna de las teclas.
Su mente recordó entonces a sus compañeros. Unos ojos que alternaban entre el verde y el azul se clavaron en ellos. No sabía cuántas luces tendrían, pero, por norma general, tres cerebros pensaban mejor que uno. Repitió en voz alta el acertijo para que el gigante pudiera escucharlo, pero no confiaba en que el salvaje entendiese del todo bien el mensaje.
—Ocho letras —explicó extendiendo ocho dedos y señalando al dispositivo en el que debían introducir la clave—.Veo, veo, ¿qué ves? —continuó, señalándose los ojos en un torpe intento por expresarse para, a continuación, levantar el dedo índice de su mano izquierda—. Sólo tenemos una oportunidad, un único intento.
Escrutando el semblante del recién pelado punk en busca de algo que indicase si lo había entendido o no, volvió a posar su mirada sobre el cristal. 'Acertijo' también era una opción, pues, al leerlo, la pista era lo que veían sus ojos. No obstante, cabía la posibilidad de que aquel razonamiento fuese demasiado rebuscado, un intento por otorgar a algo un grado de complejidad y retorcimiento que no tenía por qué existir.
Dio un paso hacia atrás, colocándose junto al salvaje para tener una visión más global del obstáculo. No tardó en identificar un dispositivo colocado en un lateral, y menos aún en recorrer la distancia que le separaba del mismo mediante dos grandes zancadas. Los diferentes caracteres que conformaban el abecedario se encontraban bajo una serie de huecos que debían ser rellenados, ocho en concreto. Acompañando a los mismos, un acertijo. Ese maldito Krauser estaba intentando reírse de todo el mundo antes de acabar con él.
Se aseguró de recordar la pista que debía conducirle a la respuesta y giró la cabeza para observar el cristal en busca de la solución. Su propio rostro se mostró ante él. Aquella superficie no reflejaba demasiado. Del mismo modo, la calidad de la imagen no era la mejor. Aun así, eso no significaba nada. Luka era un gran luchador pese a que siempre acabase al borde de la muerte. ¿Quién era él para juzgar aquel cristal en base a cómo reflejase?
«Imágenes, reflejos, nosotros», meditó, pensando en posibles alternativas que cumpliesen las condiciones que imponía el mensaje de referencia. Se separó de nuevo del dispositivo. Sólo tenía un intento, y no quería perderlo por presionar involuntariamente alguna de las teclas.
Su mente recordó entonces a sus compañeros. Unos ojos que alternaban entre el verde y el azul se clavaron en ellos. No sabía cuántas luces tendrían, pero, por norma general, tres cerebros pensaban mejor que uno. Repitió en voz alta el acertijo para que el gigante pudiera escucharlo, pero no confiaba en que el salvaje entendiese del todo bien el mensaje.
—Ocho letras —explicó extendiendo ocho dedos y señalando al dispositivo en el que debían introducir la clave—.Veo, veo, ¿qué ves? —continuó, señalándose los ojos en un torpe intento por expresarse para, a continuación, levantar el dedo índice de su mano izquierda—. Sólo tenemos una oportunidad, un único intento.
Escrutando el semblante del recién pelado punk en busca de algo que indicase si lo había entendido o no, volvió a posar su mirada sobre el cristal. 'Acertijo' también era una opción, pues, al leerlo, la pista era lo que veían sus ojos. No obstante, cabía la posibilidad de que aquel razonamiento fuese demasiado rebuscado, un intento por otorgar a algo un grado de complejidad y retorcimiento que no tenía por qué existir.
- Resumen:
- Darme una hostia con el cristal, leer en voz alta el acertijo para que Blishard lo oiga e intentar explicáselo a Ummak. Hacerme muchas pajas mentales con las posibles respuestas.
Bizvan
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Esto era algo completamente nuevo para mí. Una personita, no uno de aquellos que sufre de enanismo o alguien de baja estatura, esta era una auténtica personita, la cual podría estar de pie sobre la palma de mi mano.
Miré hacia el resto de los presentes para estar seguro que aquello que veía no era algo producto de mi imaginación.
Parecía que no, pues Erik fue el primero en saludar a la pequeña y solo segundos después arrojó dinamita hacia los escombros mencionados por la chica.
Suspiré aliviado al escuchar a Erik pedir algo de fuego para encender la mecha del explosivo. Francamente no conocía el fino arte de hacer estallar algo, pero estaba seguro que mínimamente era necesario colocar las cargas en diferentes puntos, claro que solo era especulación mía, sin embargo no consideraba prudente continuar abriéndose paso a causa de explosiones, alguien podía estar del otro lado…
Le di unas suaves palmadas en el hombro a Erik.- Ya encontraremos un mejor momento para esa cosa, quién sabe, con suerte y hasta es el objeto necesario para salvar el pellejo.
El comodoro se acercó a los escombros y tras arrojarle su dinamita a Erik, propinó una patada imbuida en fuego hacia el bloqueo.
Fue un movimiento muy de mi agrado. Lo más probable es que podría imitarlo, no obstante mi fuerza no podría compararse a la suya, sin mencionar el apoyo obtenido por la fuerza híbrida de lo que parecía ser un dragón.
* Bueno, solo espero nadie esté del otro lado y termine enterrado.
Ya que el comodoro parecía ser capaz de hacerse cargo de la pila de escombros, me dirigí hacia las cajas colocadas en una de las esquinas de la sala. Parecían maltratadas, pero sentía curiosidad por saber que podrían contener estas en su interior, bien podría ser nada, pero prefería cerciorarme y no dejarlo en un “hubiera”.
Mientras investigaba las cajas escuché al semidragón pedir a la pequeña ser su guía hacia el centro de la sala.
Probablemente el comodoro tenía un buen ojo para juzgar a las personas y hacer ese tipo de peticiones, no obstante yo sentía un poco de curiosidad por la pequeña. Hasta ahora sólo sabíamos que su genio parecía ser un poco volátil, pero no había más sobre ella.
Con esperanza de saber un poco sobre su carácter, activé mi mantra y me concentré sobre ella. Era probable que el comodoro ya hubiese hecho algo parecido, llegando a la conclusión de ser viable confiar en chica.
En todo caso, si no encontraba nada en las cajas, regresaría mi posición original, pues no parecías haber nada más en el lugar.
Miré hacia el resto de los presentes para estar seguro que aquello que veía no era algo producto de mi imaginación.
Parecía que no, pues Erik fue el primero en saludar a la pequeña y solo segundos después arrojó dinamita hacia los escombros mencionados por la chica.
Suspiré aliviado al escuchar a Erik pedir algo de fuego para encender la mecha del explosivo. Francamente no conocía el fino arte de hacer estallar algo, pero estaba seguro que mínimamente era necesario colocar las cargas en diferentes puntos, claro que solo era especulación mía, sin embargo no consideraba prudente continuar abriéndose paso a causa de explosiones, alguien podía estar del otro lado…
Le di unas suaves palmadas en el hombro a Erik.- Ya encontraremos un mejor momento para esa cosa, quién sabe, con suerte y hasta es el objeto necesario para salvar el pellejo.
El comodoro se acercó a los escombros y tras arrojarle su dinamita a Erik, propinó una patada imbuida en fuego hacia el bloqueo.
Fue un movimiento muy de mi agrado. Lo más probable es que podría imitarlo, no obstante mi fuerza no podría compararse a la suya, sin mencionar el apoyo obtenido por la fuerza híbrida de lo que parecía ser un dragón.
* Bueno, solo espero nadie esté del otro lado y termine enterrado.
Ya que el comodoro parecía ser capaz de hacerse cargo de la pila de escombros, me dirigí hacia las cajas colocadas en una de las esquinas de la sala. Parecían maltratadas, pero sentía curiosidad por saber que podrían contener estas en su interior, bien podría ser nada, pero prefería cerciorarme y no dejarlo en un “hubiera”.
Mientras investigaba las cajas escuché al semidragón pedir a la pequeña ser su guía hacia el centro de la sala.
Probablemente el comodoro tenía un buen ojo para juzgar a las personas y hacer ese tipo de peticiones, no obstante yo sentía un poco de curiosidad por la pequeña. Hasta ahora sólo sabíamos que su genio parecía ser un poco volátil, pero no había más sobre ella.
Con esperanza de saber un poco sobre su carácter, activé mi mantra y me concentré sobre ella. Era probable que el comodoro ya hubiese hecho algo parecido, llegando a la conclusión de ser viable confiar en chica.
En todo caso, si no encontraba nada en las cajas, regresaría mi posición original, pues no parecías haber nada más en el lugar.
- Resumen:
Palmear el hombro de Erik.
Revisar las cajas
Activar mi mantra (empatía tier 4) en un intento por conocer un poco el carácter de la tontatta.
Midorima Shintaro
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Y se abrió. La puerta se había abierto. Una pequeña mini victoria para su grupo. Suspiró un poco más aliviado y empezó a caminar, siguiendo al pie de la letra lo que iba viendo en el mapa. En teoría, no deberían tener más puertas que cruzar y pronto deberían llegar a una bifurcación que unía varias salas y, si su interpretación era correcta, en una de esas salas debería haber una escalera que uniera ambos pisos. Tenía todo bajo control… O en un porcentaje alto de control, no es que tuviera todo bajo sus manos, pero al menos estaba guiando bien al grupo. Estaba en silencio, de hecho, casi todo el grupo estaba callado.
La sala empezó a cambiar e iba notando más vegetación. ¿Cómo era posible todo eso? ¿Cómo se explicaría la forma en que un ecosistema lograra vivir en un espacio como este? Era extraño, pero no tanto como el sonido molesto que empezó a escuchar, como si alguien se estuviera riendo de ellos. ¿Krauser? ¿En serio había perdido la cabeza? Tenía recuerdos de él y le costaba creer que él fuera el causante tras esto. No tenía sentido, ¿por qué alguien con unos ideales como los suyos mataría gente inocente? Cierta parte suya, quería esas respuestas, las deseaba. Quería comprender qué tanto había cambiado el mundo en sus cinco años de ausencia. ”Debí leer más periódicos o algo” —pensó. Entonces, llegaron a donde debían llegar, varias salas con números en sus paredes, pero… Estaba reconociendo una presencia. Una que no iba a olvidar nunca. Dexter. Aunque no estaba solo, por lo que iba viendo también estaba uno de los almirantes con él y un grupo de marines.
No fue la única sorpresa que tenía la torre preparada para ellos. De dos puertas salieron dos monstruos diferentes. Uno era un coloso metálico de, al menos, tres metros de altura y el otro, el que estaba cerca de Dexter, no sabía si definirlo como un pulpo o… Cualquier cosa hecha con malos experimentos. Fuera como fuera el caso, Simo se había adelantado a todos haciendo gala del Soru del Cipher Pol.
—Pues… Sí, lo es, sí. Tranquilo, Dretch, a veces solo es mala suerte y no puedes controlar los impulsos de cada uno. Hay cosas que se te escaparan de control —respondió, en voz baja, a Dretch mientras miraba la ofensiva del impulsivo de su compañero. Atacó a ambas criaturas que impedían su avance, pero Dexter hizo un movimiento para frenar su avanzada y, de paso, le dirigió un par de palabras —. Tenemos asuntos más importantes que tratar que él, además, ya lo tienes controlado, ¿no? —dijo elevando la voz y dando una mirada fugaz al emperador del mar mientras enrollaba el mapa y lo guardaba dentro de su saco. No tenía ninguna intención de perderlo —Pues… Manos a la obra.
Abrió un poco sus piernas y las flectó. Colocó su mano derecha sobre su muslo y con la otra tocó el suelo. Miró atentamente al coloso de metal que estaba frente a ellos. Lo iba a usar para liberar tensiones, estrés y todas sus emociones que estaba sintiendo. Su cuerpo, lentamente, empezó a sufrir algunos cambios. Su musculatura empezó a crecer, su pelo pasó de verde a grisáceo, salía vapor de cada poro de su piel y, finalmente, de sus ojos salían unos relampagueantes rayos verdes. Solo iba a ser un único golpe, solo eso necesitaba. Se irguió nuevamente y ahora medía cerca de un metro noventa. Sonrió suavemente y, de un momento a otro, había desaparecido dejando solo una estela de humo detrás suya. Su velocidad era tanta que incluso sobrepasó a Eric, quien fue el primero en lanzarse a su ataque y a Braud. Estaba arriba del gigante de metal, con su puño listo ya estaba imbuido en su haki de armadura. Usando acopio de todas sus fuerzas, golpearía la cabeza de aquella cosa. Una vez acabó su ofensiva, igual que antes, en un momento estaría justo al lado de Dretch y Simo.
—Simo, por favor, solo enfócate en el robot gigante que tenemos en frente —dijo con calma mientras volvía a la normalidad, desactivando también su busoushoku de su puño. Observó como es que atacaban tanto Eric como Braud—. Con el Almirante y Dexter ahí, esa cosa es historia. Debemos enfocarnos en nuestro rival y solo eso. —comentó mientras activaba su mantra y se concentraba en cada cosa a su alrededor. Debía estar atento a cualquier movimiento de aquel robot.
La sala empezó a cambiar e iba notando más vegetación. ¿Cómo era posible todo eso? ¿Cómo se explicaría la forma en que un ecosistema lograra vivir en un espacio como este? Era extraño, pero no tanto como el sonido molesto que empezó a escuchar, como si alguien se estuviera riendo de ellos. ¿Krauser? ¿En serio había perdido la cabeza? Tenía recuerdos de él y le costaba creer que él fuera el causante tras esto. No tenía sentido, ¿por qué alguien con unos ideales como los suyos mataría gente inocente? Cierta parte suya, quería esas respuestas, las deseaba. Quería comprender qué tanto había cambiado el mundo en sus cinco años de ausencia. ”Debí leer más periódicos o algo” —pensó. Entonces, llegaron a donde debían llegar, varias salas con números en sus paredes, pero… Estaba reconociendo una presencia. Una que no iba a olvidar nunca. Dexter. Aunque no estaba solo, por lo que iba viendo también estaba uno de los almirantes con él y un grupo de marines.
No fue la única sorpresa que tenía la torre preparada para ellos. De dos puertas salieron dos monstruos diferentes. Uno era un coloso metálico de, al menos, tres metros de altura y el otro, el que estaba cerca de Dexter, no sabía si definirlo como un pulpo o… Cualquier cosa hecha con malos experimentos. Fuera como fuera el caso, Simo se había adelantado a todos haciendo gala del Soru del Cipher Pol.
—Pues… Sí, lo es, sí. Tranquilo, Dretch, a veces solo es mala suerte y no puedes controlar los impulsos de cada uno. Hay cosas que se te escaparan de control —respondió, en voz baja, a Dretch mientras miraba la ofensiva del impulsivo de su compañero. Atacó a ambas criaturas que impedían su avance, pero Dexter hizo un movimiento para frenar su avanzada y, de paso, le dirigió un par de palabras —. Tenemos asuntos más importantes que tratar que él, además, ya lo tienes controlado, ¿no? —dijo elevando la voz y dando una mirada fugaz al emperador del mar mientras enrollaba el mapa y lo guardaba dentro de su saco. No tenía ninguna intención de perderlo —Pues… Manos a la obra.
Abrió un poco sus piernas y las flectó. Colocó su mano derecha sobre su muslo y con la otra tocó el suelo. Miró atentamente al coloso de metal que estaba frente a ellos. Lo iba a usar para liberar tensiones, estrés y todas sus emociones que estaba sintiendo. Su cuerpo, lentamente, empezó a sufrir algunos cambios. Su musculatura empezó a crecer, su pelo pasó de verde a grisáceo, salía vapor de cada poro de su piel y, finalmente, de sus ojos salían unos relampagueantes rayos verdes. Solo iba a ser un único golpe, solo eso necesitaba. Se irguió nuevamente y ahora medía cerca de un metro noventa. Sonrió suavemente y, de un momento a otro, había desaparecido dejando solo una estela de humo detrás suya. Su velocidad era tanta que incluso sobrepasó a Eric, quien fue el primero en lanzarse a su ataque y a Braud. Estaba arriba del gigante de metal, con su puño listo ya estaba imbuido en su haki de armadura. Usando acopio de todas sus fuerzas, golpearía la cabeza de aquella cosa. Una vez acabó su ofensiva, igual que antes, en un momento estaría justo al lado de Dretch y Simo.
—Simo, por favor, solo enfócate en el robot gigante que tenemos en frente —dijo con calma mientras volvía a la normalidad, desactivando también su busoushoku de su puño. Observó como es que atacaban tanto Eric como Braud—. Con el Almirante y Dexter ahí, esa cosa es historia. Debemos enfocarnos en nuestro rival y solo eso. —comentó mientras activaba su mantra y se concentraba en cada cosa a su alrededor. Debía estar atento a cualquier movimiento de aquel robot.
- Resumen (Karasu, Simo y Dex leed) y cosas usadas:
- Avanzar con la peña. Llegar a la sala donde suceden cosas. Responderle a Dretch y a Dexter. Atacar al coloso de metal para liberar tensiones, estrés, emociones, etc. Gracias a su velocidad, adelantarse a Eric y Braud, aparecer justo arriba de la cabeza del robot y darle un golpe en ese lugar. Aparecer junto a Dretch y Simo una vez acaba su ataque.
- Cosas Usadas:
- Nombre de la técnica: The Zone Of God Explosion Of Power.
Naturaleza de la técnica: Física
Descripción de la técnica: Tercer nivel. Midorima adquiere la velocidad de 45 m/s. Por otro lado, su musculatura crece un poco más y crece, por tanto, un par de centímetros. Llegando a medir casi 1.90 cms. Otro cambio físico, es que su pelo cambia de color, de verde pasa a grisáceo. Por otro lado, tanto su cuerpo como sus ojos, adquieren resistencia a altas velocidad, permitiéndole hacer movimientos bruscos y resistir, por otra parte, la velocidad sin que él salga dañado.
Tiempo de canalización: 1 segundo.
Haki Armadura nivel 6. (1/20)
Haki Mantra nivel 6. (1/15)
Clase actual: Velocidad 8 || Agilidad 7 || Reflejos 6 || Fuerza 4 || Resistencia 4
Julianna M. Shelley
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Ante sus ojos, todo parecía perdido. Los ataques se sucedían, a cada cual más violento, pero al enorme gorila no parecían hacerle nada. Todo lo absorbía y lo más cerca que habían estado sus compañeros de acabar con él fue desestabilizarlo. De poco valió, porque haciendo un extraño gesto con las manos pronto volvió a estar sobre sus pies. Estaba nerviosa y comenzaba a sentir ganas de intervenir de alguna forma, pero se encontraba congelada en el sitio. No sería más que un estorbo, ¿verdad?
De repente, notó el viento en la cara y se encontró surcando los aires. No le costó deducir la razón; la chica, Annie, debía de haber utilizado sus extraños poderes para elevarla. Sin dejar de sostener la espada frente a ella, utilizó la otra mano para asegurarse de que su vestido no volaba durante la experiencia. Ante todo, Jul era una chica muy juiciosa. Sentía la sangre rugiendo en sus oídos y pronto se puso colorada. Era una sensación muy extraña y durante unos segundos hizo caso omiso del gorila. Pero todo acaba y pronto estuvo de nuevo sobre sus pies. En ese momento fue como si alguien le subiera el volumen al resto de sonidos de la sala. Se sobresaltó por un instante, solo para llevarse las manos a los oídos inmediatamente después.
No sabría explicar lo que acababa de oír. Era como ser apuñalada por un instrumento finamente afilado. Y la risa... una risa malvada, cruel. Se le retorcían las entrañas solo de pensarlo. Y entonces escuchó la voz de Annie y miró a su alrededor, algo confusa. Al entenderla, echó a trotar. No llegó muy lejos, por desgracia. Solo tuvo que avanzar un poco para darse cuenta de una terrible verdad. Inquieta, se dio la vuelta y gritó:
- ¡No hay salida por aquí! ¡¡Tenemos que volver y buscar otro camino!!
Algo desesperada, miró a su alrededor. Buscó en toda la sala, rezando que hubiera algo que le diera una pista de cómo tumbar al gorila. Había salido de ahí, ¿no? estaba parado en el centro del lugar cuando llegaron. Se fijó también en él. Era una máquina, aunque ya estaba desenchufada. Quizá tenía un botón en alguna parte o tal vez funcionaba a pilas. Si ese era el caso y ellos seguían pegándole... ¡qué manera de perder el tiempo! De acuerdo, de acuerdo. Respiró hondo y sintió como se relajaba. Estaba empezando a perder el control de sus pensamientos. Adahír le acarició brevemente el pelo, animándola. Volvió a examinar todo lo que había a su alrededor, esperando un milagro o una chispa de inspiración.
De repente, notó el viento en la cara y se encontró surcando los aires. No le costó deducir la razón; la chica, Annie, debía de haber utilizado sus extraños poderes para elevarla. Sin dejar de sostener la espada frente a ella, utilizó la otra mano para asegurarse de que su vestido no volaba durante la experiencia. Ante todo, Jul era una chica muy juiciosa. Sentía la sangre rugiendo en sus oídos y pronto se puso colorada. Era una sensación muy extraña y durante unos segundos hizo caso omiso del gorila. Pero todo acaba y pronto estuvo de nuevo sobre sus pies. En ese momento fue como si alguien le subiera el volumen al resto de sonidos de la sala. Se sobresaltó por un instante, solo para llevarse las manos a los oídos inmediatamente después.
No sabría explicar lo que acababa de oír. Era como ser apuñalada por un instrumento finamente afilado. Y la risa... una risa malvada, cruel. Se le retorcían las entrañas solo de pensarlo. Y entonces escuchó la voz de Annie y miró a su alrededor, algo confusa. Al entenderla, echó a trotar. No llegó muy lejos, por desgracia. Solo tuvo que avanzar un poco para darse cuenta de una terrible verdad. Inquieta, se dio la vuelta y gritó:
- ¡No hay salida por aquí! ¡¡Tenemos que volver y buscar otro camino!!
Algo desesperada, miró a su alrededor. Buscó en toda la sala, rezando que hubiera algo que le diera una pista de cómo tumbar al gorila. Había salido de ahí, ¿no? estaba parado en el centro del lugar cuando llegaron. Se fijó también en él. Era una máquina, aunque ya estaba desenchufada. Quizá tenía un botón en alguna parte o tal vez funcionaba a pilas. Si ese era el caso y ellos seguían pegándole... ¡qué manera de perder el tiempo! De acuerdo, de acuerdo. Respiró hondo y sintió como se relajaba. Estaba empezando a perder el control de sus pensamientos. Adahír le acarició brevemente el pelo, animándola. Volvió a examinar todo lo que había a su alrededor, esperando un milagro o una chispa de inspiración.
- resumen:
- Gritar que no hay salida y buscar por todas partes algo que le valga para parar al bicho, examinando al bicho tambien.
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