Por una vez, aunque sólo fuese una, parecía que las cosas no se iban a torcer. Sus pies iban de baldosa en baldosa sin que ningún cachivache diseñado para triturar o atravesar carne humana apareciese. Pero, de repente, la luz se fue. La oscuridad pasó a hacerse dueña y señora del lugar, obligando a Therax a detenerse para comprobar qué sucedía. Iba a alzar la voz para preguntar a los demás si se encontraban bien, pero nunca llegó a hacerlo.
Cuando quiso darse cuenta, un murmullo se había ido extendiendo por la zona hasta hacerse ensordecedor. La luz regresó para que el espadachín pudiese ser testigo de qué demonios estaba sucediendo. ¿Acaso era una broma? ¿Qué demonios hacía tanta gente en el interior de uno de los pilares creados para destruir el mundo? ¿¡De dónde demonios habían salido!?
Gritaban cosas que no tenían demasiado sentido para el rubio. ¿AB/CD? ¿Beaver? Tal vez se hubiesen equivocado de lugar, aunque era poco probable. También cabía la posibilidad de que todo lo que sucedía allí dentro no tuviese ni pies ni cabeza, de que Krauser o la mente malévola que había esbozado el fin del mundo hubiese perdido los papeles.
Fuera como fuere, eso poco importaba. Lo realmente relevante era cómo terminaría aquello. La oleada de histéricas le empujó hasta volver a situarle en el comienzo de la rampa, logrando que se cuestionase si la presencia de quienes se encontraban allí era realmente necesaria. La legión de chicas podría tirar el Jinete abajo con el estímulo apropiado, de eso no había duda.
Resopló, exasperado, antes de comenzar de nuevo su ascenso. Una vez más, avanzó en diagonal del mismo modo que lo haría un alfil sobre un tablero de ajedrez. En su primer momento no había encontrado impedimentos haciéndolo de ese modo, a menos que la horda de mujeres guardase relación con algún movimiento que hubiese realizado inconscientemente. Esperaba que no fuera así, pero se aseguró de caminar con extremada cautela.
Cuando quiso darse cuenta, un murmullo se había ido extendiendo por la zona hasta hacerse ensordecedor. La luz regresó para que el espadachín pudiese ser testigo de qué demonios estaba sucediendo. ¿Acaso era una broma? ¿Qué demonios hacía tanta gente en el interior de uno de los pilares creados para destruir el mundo? ¿¡De dónde demonios habían salido!?
Gritaban cosas que no tenían demasiado sentido para el rubio. ¿AB/CD? ¿Beaver? Tal vez se hubiesen equivocado de lugar, aunque era poco probable. También cabía la posibilidad de que todo lo que sucedía allí dentro no tuviese ni pies ni cabeza, de que Krauser o la mente malévola que había esbozado el fin del mundo hubiese perdido los papeles.
Fuera como fuere, eso poco importaba. Lo realmente relevante era cómo terminaría aquello. La oleada de histéricas le empujó hasta volver a situarle en el comienzo de la rampa, logrando que se cuestionase si la presencia de quienes se encontraban allí era realmente necesaria. La legión de chicas podría tirar el Jinete abajo con el estímulo apropiado, de eso no había duda.
Resopló, exasperado, antes de comenzar de nuevo su ascenso. Una vez más, avanzó en diagonal del mismo modo que lo haría un alfil sobre un tablero de ajedrez. En su primer momento no había encontrado impedimentos haciéndolo de ese modo, a menos que la horda de mujeres guardase relación con algún movimiento que hubiese realizado inconscientemente. Esperaba que no fuera así, pero se aseguró de caminar con extremada cautela.
- Resumen:
- Subir otra vez.
Esperaba que algo cambiase por completo lo que observaban mis ojos, pero no fue así. De hecho, nada sucedió en un primer momento y, por qué no decirlo, percibí que cierta desilusión nacía desde lo más hondo de mi ser. Tal vez, que las expectativas fuesen destruidas sin piedad resultaba molesto incluso en un contexto como aquél, incluso cuando éstas versaban sobre la propia muerte.
Una pared se vino abajo, mostrando una especie de mampara o superficie transparente que, para mi mala suerte, permitía observar cada uno de los muchos pliegues de... una señora mayor. Maldije mi mala suerte, procurando reprimir un chasqueo de lengua, pues aquél no era el momento adecuado para ese tipo de actitud.
-¿Os suena? -pregunté a los agentes, dando unos tímidos pasos hacia la cristalera. Aún me encontraba a una distancia considerable de la misma cuando me detuve, dirigiendo un vistazo a mis compañeros antes de encogerme de hombros y carraspear-. ¡Hola! -exclamé, buscando llamar la atención de la señora que se estaba bañando-. ¿Sabe cómo podemos subir al siguiente piso?
Haciendo honor a la verdad, no me gustaba en absoluto que hubiese tanta agua cerca de nosotros. No era descabellado pensar que todas las personas que nos fuésemos a encontrar guardasen algún tipo de relación con el oficial revolucionario que lo había orquestado todo. Eso implicaba, por desgracia, que todos eran potenciales enemigos... y un enemigo con agua no nos venía demasiado bien, más aún cuando Giotto combatía empleando el fuego que él mismo producía. En cuanto a Ellie, no tenía demasiado claro cómo se comportaba la lava al entrar en contacto con el fuego. Estuve tentado de preguntarle, pero opté por mantener la boca cerrada y aguardar a que la mujer me diese alguna respuesta.
Una vez más,mis manos volvieron a brillar durante un instante. Nada perceptible, pues la luz era almacenada por los canalizadores de luz conforme nacía. Anteriormente no habían dado los resultados esperados, pero nunca estaba de más tener algo a lo que aferrarme en situaciones desesperadas, sobre todo en un contexto como el que me atañía.
Una pared se vino abajo, mostrando una especie de mampara o superficie transparente que, para mi mala suerte, permitía observar cada uno de los muchos pliegues de... una señora mayor. Maldije mi mala suerte, procurando reprimir un chasqueo de lengua, pues aquél no era el momento adecuado para ese tipo de actitud.
-¿Os suena? -pregunté a los agentes, dando unos tímidos pasos hacia la cristalera. Aún me encontraba a una distancia considerable de la misma cuando me detuve, dirigiendo un vistazo a mis compañeros antes de encogerme de hombros y carraspear-. ¡Hola! -exclamé, buscando llamar la atención de la señora que se estaba bañando-. ¿Sabe cómo podemos subir al siguiente piso?
Haciendo honor a la verdad, no me gustaba en absoluto que hubiese tanta agua cerca de nosotros. No era descabellado pensar que todas las personas que nos fuésemos a encontrar guardasen algún tipo de relación con el oficial revolucionario que lo había orquestado todo. Eso implicaba, por desgracia, que todos eran potenciales enemigos... y un enemigo con agua no nos venía demasiado bien, más aún cuando Giotto combatía empleando el fuego que él mismo producía. En cuanto a Ellie, no tenía demasiado claro cómo se comportaba la lava al entrar en contacto con el fuego. Estuve tentado de preguntarle, pero opté por mantener la boca cerrada y aguardar a que la mujer me diese alguna respuesta.
Una vez más,mis manos volvieron a brillar durante un instante. Nada perceptible, pues la luz era almacenada por los canalizadores de luz conforme nacía. Anteriormente no habían dado los resultados esperados, pero nunca estaba de más tener algo a lo que aferrarme en situaciones desesperadas, sobre todo en un contexto como el que me atañía.
- Resumen:
- Preguntarle a Carmena si sabe cómo se sube.
Julianna M. Shelley
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De alguna manera, no tenía muy claro como, habían logrado derrotar al gorila. Todo lo que sabía era que sus compañeros estaban libres y caminaban por sus propios pies. Estaba alegre, pero también preocupada. No llevaban mucho tiempo dentro de la aguja y todavía faltaba mucho para que pudieran marcharse. Ese era solo un esbirro, pero les había paseado por el interior de la construcción como le había dado la gana. Intuía que no sería el único guardando el lugar y le asustaba pensar que no fueran capaces de enfrentarse al siguiente. Ella no había contribuido mucho, al fin y al cabo. No le había atacado, todo lo que había hecho había sido correr de aquí para allá en poco menos que pánico, sin lograr hacer nada útil. Apretó con fuerza su arma mientras subían las escaleras, haciéndose la promesa de no vacilar si la ocasión se presentaba.
Arriba, otro gorila nos aguardaba. Un enorme cuadro que se burlaba de nuestra presencia allí. Intentando no mirarlo, Jul avanzó con el resto y parpadeó confusa ante la visión que se le desveló. La sala ante ellos era todo lo contrario a lo que uno esperaría del interior de un arma del Juicio Final. Las paredes eran de un rosa pastel atroz y el lugar estaba lleno de gigantescas casas de juguetes. Jul estaba convencida de que cabía por la puerta y algo dentro de ella le dio ganas de comprobarlo, pero retuvo el impulso. Oyó detrás de si a Osu hablando acerca de unas escaleras. Se giró para contestarle, pero su siguiente frase le hizo quedarse congelada en el sitio. ¿Sentía presencias? ¿Cómo? ¿Había alguien observándoles? Miró a su alrededor por el rabillo del ojo, incapaz de moverse. No veía a nadie y empezaba a asustarse un poco.
Los segundos pasaron y nada ocurría. Sus ojos se movieron hasta la puerta con el número 25. Tenían que atravesarla, ¿no? Dio un par de pasos tambaleantes en esa dirección y al ver que nada le atacaba se decidió a caminar hasta allí. Examinó la cerradura y miró por la sala, preguntándose dónde podía estar guardada... si es que estaba allí. Al ver el baúl de los juguetes una tímida sonrisa asomó a su cara. Teniendo en cuenta el aspecto de la cerradura parecía un lugar factible. Caminó hasta allí todavía algo en guardia y no dudó en asomarse al baúl. Estaba medio abierto, así que escudriñó dentro tratando de no tocarlo. Era mejor no cambiar nada de sitio, pero si veía algo que se pareciese a la llave la cogería sin dudarlo.
Arriba, otro gorila nos aguardaba. Un enorme cuadro que se burlaba de nuestra presencia allí. Intentando no mirarlo, Jul avanzó con el resto y parpadeó confusa ante la visión que se le desveló. La sala ante ellos era todo lo contrario a lo que uno esperaría del interior de un arma del Juicio Final. Las paredes eran de un rosa pastel atroz y el lugar estaba lleno de gigantescas casas de juguetes. Jul estaba convencida de que cabía por la puerta y algo dentro de ella le dio ganas de comprobarlo, pero retuvo el impulso. Oyó detrás de si a Osu hablando acerca de unas escaleras. Se giró para contestarle, pero su siguiente frase le hizo quedarse congelada en el sitio. ¿Sentía presencias? ¿Cómo? ¿Había alguien observándoles? Miró a su alrededor por el rabillo del ojo, incapaz de moverse. No veía a nadie y empezaba a asustarse un poco.
Los segundos pasaron y nada ocurría. Sus ojos se movieron hasta la puerta con el número 25. Tenían que atravesarla, ¿no? Dio un par de pasos tambaleantes en esa dirección y al ver que nada le atacaba se decidió a caminar hasta allí. Examinó la cerradura y miró por la sala, preguntándose dónde podía estar guardada... si es que estaba allí. Al ver el baúl de los juguetes una tímida sonrisa asomó a su cara. Teniendo en cuenta el aspecto de la cerradura parecía un lugar factible. Caminó hasta allí todavía algo en guardia y no dudó en asomarse al baúl. Estaba medio abierto, así que escudriñó dentro tratando de no tocarlo. Era mejor no cambiar nada de sitio, pero si veía algo que se pareciese a la llave la cogería sin dudarlo.
- resumen:
- Bla bla bla buscar la llave en el baúl de los juguetes para entrar a la sala 25
Dretch
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Poco a poco, peldaño a peldaño, el norteño era literalmente arrastrado por el brazo hacia los pisos superiores de la sala número diez. Aquello no tenía ningún interés como historia, como mucho sería capaz de lograr que los parroquianos de alguna taberna alzasen una ceja con gesto burlón y tomasen otro trago de cerveza con total normalidad. Sin embargo, si Dretch comentase que quien le arrastraba era una mujer de apariencia delicada y que esta caminaba totalmente a oscuras mientras cargaba sobre su espalda con una ametralladora que, evidentemente pesaba más que ella; bueno, quizás ese pequeño detalle lograría que más de uno escupiese su trago de cerveza. A fin de cuentas, ni el mismo estaba comprendiendo realmente lo que estaba pasando. Simplemente se dejó arrastrar, fingiendo que la aparente fuerza e impulsividad de Taylor tenían una explicación muy lógica de la cual él no tenía ni la más remota idea.
Sus pasos le llevaron mucho más arriba de lo que había previsto. Debido al tiempo invertido para frenar a Bucharatti y al Moco-viviente, Dretch tenía la impresión de que se habían retrasado terriblemente en su misión. Literalmente, el tiempo era su recurso más valioso y, cualquier segundo malgastado en algo que no les hiciese avanzar, suponía un obstáculo tan insalvable como las propias pruebas de la aguja. Tras comprobar en uno de los mapas su nuevo emplazamiento, se sintió aliviado por un momento. Habían sorteado por completo el segundo piso y compensado el tiempo perdido.
Aunque, pese a todo lo que ya habían pasado, los problemas y las tomas de decisiones no cejaban en su empeño por pisarle los talones. Aun lado, por un pasillo corto, el cual emanaba un penetrante olor dulzón, así como ligeras volutas de vapor rosado. Si aguzaba el oído lo suficiente, podía escuchar un tenue tarareo y, por si aquello no fuese lo suficientemente sospechoso, algunos muertos vivientes se encontraban al otro lado del pasillo. Al otro lado no había un futuro más prometedor. Una gran puerta se alzaba frente a ellos con todo el paquete estándar de medidas defensivas: pinchos en el marco de la puerta, sensores laser, torretas automáticas… Gracias a dios que no arrojaron chinchetas por el suelo, pensó el agente. Pese al despliegue defensivo, que a primera instancia haría dudar a más de uno de que ese era un camino a evitar, el cartel luminoso que rezaba “On Air” sobre el umbral de la puerta era reclamo suficiente para tratar de cruzar al otro lado.
- Bien, puesto que aun nadie ha decido correr como pollo sin cabeza para tratar de matar a la primera cosa que se mueva o haga ruido, hecho que os agradezco de corazón – agregó, mirando de reojo a Zor-El y el resto de soldados rasos – Ahora estamos en una posición segura y aún no hemos hecho nada de lo que podamos arrepentirnos, intentemos seguir así durante un tiempo.
El agente forzó su vista, entrecerrando su ojo sano para tratar que discernir más detalles sobre el sistema defensivo de la puerta. Sin duda el mayor problema eran las torretas, por la forma de sus boquillas y la ausencia de cargadores, casi parecían ser idénticas a las que Taylor había desmontado del dinosaurio hacia algunos minutos.
- Vale, a lo mejor no podemos acércanos a esas torretas, pero si a esa – dijo, señalando con su dedo índice de forma espectacular hacia la nueva arma de la iniciada, mientras dejaba que su bufanda ondease al viento tras su brusco movimiento – Esas armas tienen que tener algún punto débil. Si hay algún ingeniero mecánico o militar que se ponga manos a la obra. No digo que literalmente la desmontéis, pero si lográis descubrir cómo demonios funcionan, supongo que podréis saber cómo hacer que deje de funcionar. Tienen que tener algún punto débil que podamos explotar desde esta distancia.
El agente esperó a que una parte de los marines, si es que había alguno capacitado para comprender aquella tecnología, se pusiese manos a la obra. Aún quedaba el asunto de los láseres y los pichos. Los láseres se entrelazaban entre si formando una figura similar a la de una malla de rejilla frente a la puerta. Y los pinchos de por sí, no suponían una gran amenaza pues, nadie iba a ser tan imbécil como para avanzar hasta ellos y dejarse apuñalar. Por lo que, sumando uno más uno, dedujo que ambos sistemas defensivos debían de estar conectados entre sí de alguna forma.
- En fin, creo que no podemos hacer que los láseres dejen de funcionar, pero con las torretas fuera de juego podemos acércanos lo suficiente a esos pinchos como para volverlos inofensivos. Kenzo, tu eres algo así como un hombre araña ¿Cierto? – preguntó por cortesía, pues estaba claro que había contemplado sus habilidades frente a Bucharatti – Creo que tú y yo podemos hacer algo para sabotear esos pinchos – comentó mientras se llevaba una vez la mano a su neceser de costura – El resto montad guardia, que nadie suba o entre en esta sala hasta que la puerta se haya abierto.
A Eric no le dio ninguna orden, ni tan siquiera le dirigió la palabra. Pues, en ninguna parte de su plan especificó como abrirían la puerta. Tan solo basto una mirada severa al shandiano para indicarle que estaba vez necesitaba que usara su akuma no mi de una forma controlada. Tan solo disponían de una oportunidad y, si todos cumplían con su parte, la puerta debería salir despedida hacia la habitación contigua.
Sus pasos le llevaron mucho más arriba de lo que había previsto. Debido al tiempo invertido para frenar a Bucharatti y al Moco-viviente, Dretch tenía la impresión de que se habían retrasado terriblemente en su misión. Literalmente, el tiempo era su recurso más valioso y, cualquier segundo malgastado en algo que no les hiciese avanzar, suponía un obstáculo tan insalvable como las propias pruebas de la aguja. Tras comprobar en uno de los mapas su nuevo emplazamiento, se sintió aliviado por un momento. Habían sorteado por completo el segundo piso y compensado el tiempo perdido.
Aunque, pese a todo lo que ya habían pasado, los problemas y las tomas de decisiones no cejaban en su empeño por pisarle los talones. Aun lado, por un pasillo corto, el cual emanaba un penetrante olor dulzón, así como ligeras volutas de vapor rosado. Si aguzaba el oído lo suficiente, podía escuchar un tenue tarareo y, por si aquello no fuese lo suficientemente sospechoso, algunos muertos vivientes se encontraban al otro lado del pasillo. Al otro lado no había un futuro más prometedor. Una gran puerta se alzaba frente a ellos con todo el paquete estándar de medidas defensivas: pinchos en el marco de la puerta, sensores laser, torretas automáticas… Gracias a dios que no arrojaron chinchetas por el suelo, pensó el agente. Pese al despliegue defensivo, que a primera instancia haría dudar a más de uno de que ese era un camino a evitar, el cartel luminoso que rezaba “On Air” sobre el umbral de la puerta era reclamo suficiente para tratar de cruzar al otro lado.
- Bien, puesto que aun nadie ha decido correr como pollo sin cabeza para tratar de matar a la primera cosa que se mueva o haga ruido, hecho que os agradezco de corazón – agregó, mirando de reojo a Zor-El y el resto de soldados rasos – Ahora estamos en una posición segura y aún no hemos hecho nada de lo que podamos arrepentirnos, intentemos seguir así durante un tiempo.
El agente forzó su vista, entrecerrando su ojo sano para tratar que discernir más detalles sobre el sistema defensivo de la puerta. Sin duda el mayor problema eran las torretas, por la forma de sus boquillas y la ausencia de cargadores, casi parecían ser idénticas a las que Taylor había desmontado del dinosaurio hacia algunos minutos.
- Vale, a lo mejor no podemos acércanos a esas torretas, pero si a esa – dijo, señalando con su dedo índice de forma espectacular hacia la nueva arma de la iniciada, mientras dejaba que su bufanda ondease al viento tras su brusco movimiento – Esas armas tienen que tener algún punto débil. Si hay algún ingeniero mecánico o militar que se ponga manos a la obra. No digo que literalmente la desmontéis, pero si lográis descubrir cómo demonios funcionan, supongo que podréis saber cómo hacer que deje de funcionar. Tienen que tener algún punto débil que podamos explotar desde esta distancia.
El agente esperó a que una parte de los marines, si es que había alguno capacitado para comprender aquella tecnología, se pusiese manos a la obra. Aún quedaba el asunto de los láseres y los pichos. Los láseres se entrelazaban entre si formando una figura similar a la de una malla de rejilla frente a la puerta. Y los pinchos de por sí, no suponían una gran amenaza pues, nadie iba a ser tan imbécil como para avanzar hasta ellos y dejarse apuñalar. Por lo que, sumando uno más uno, dedujo que ambos sistemas defensivos debían de estar conectados entre sí de alguna forma.
- En fin, creo que no podemos hacer que los láseres dejen de funcionar, pero con las torretas fuera de juego podemos acércanos lo suficiente a esos pinchos como para volverlos inofensivos. Kenzo, tu eres algo así como un hombre araña ¿Cierto? – preguntó por cortesía, pues estaba claro que había contemplado sus habilidades frente a Bucharatti – Creo que tú y yo podemos hacer algo para sabotear esos pinchos – comentó mientras se llevaba una vez la mano a su neceser de costura – El resto montad guardia, que nadie suba o entre en esta sala hasta que la puerta se haya abierto.
A Eric no le dio ninguna orden, ni tan siquiera le dirigió la palabra. Pues, en ninguna parte de su plan especificó como abrirían la puerta. Tan solo basto una mirada severa al shandiano para indicarle que estaba vez necesitaba que usara su akuma no mi de una forma controlada. Tan solo disponían de una oportunidad y, si todos cumplían con su parte, la puerta debería salir despedida hacia la habitación contigua.
William White
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La cúpula resultó funcionar lo suficientemente bien, a su espalda Elliot hacía silbar su espada, acabando con algunas de las arañitas que había conseguido traspasar antes de su improvisada defensa. Más no tardamos demasiado en volver a encarar a la araña en la más absorta de las oscuridades, produciendo una serie de tajos. Entre los odios de dolor del monstruo oímos un simple y sonoro crack. La presencia de la criatura se fue lentamente diluyendo, ampliando el mantra hacia arriba comprobó como la presencia de las arañas retrocedía, ocultándose en lo más profundo de la torre.
Luego, de un rápido flash, la luz volvió a iluminar la estancia, no pudo evitar verse cegado unos instantes por el cambio de iluminación. Cuando miró hacia arriba se percató de que un hombre sostenía lo que parecía ser una telaraña, la cual rodeaba el cuello de monstruo al que habían estado enfrentando, el hombre parecía no solo tener la suficiente fuerza como para romper el cuello de aquella cosa… sino que era capaz de haberlo elevado y ahorcado de una forma cuanto menos bruta.
Tras el discurso del enmascarado comencé a recordar a un travesti, también enmascarado, que lo había acompañado en otra torre antes de los eventos de Grey rock. Un escalofrió recorrió mi cuerpo, aunque naturalmente, no deje que se notará. El enmascarado no dejaba de hacer gestos como el otro, aunque al menos este se comunicaba, era un comienzo.
-Gracias, héroe enmasc…- comencé a decir antes de que el hombre comenzará a gritar dispuesto a rescatar a Zack, imaginé.
Entre tanto comencé a remodelar el chicle generado creando una cuerda elástica a una de las vigas, tal como podía apreciar Kaito, ninguna de las arañas había caído en a la cúpula por lo que supuse que el hecho se respondía solo. Tras lo cual pareció obsesionarse con el cadáver de la araña, probablemente con alguno de esas truculentas carnicerías en mente.
Luego el hombre se nos ofreció a ayudar, ante lo cual comencé a pedir una serie de explicaciones:
-Bueno SUPAIDAMAN, que hace un héroe como tú en un lugar como este ¿También vienes a salvar al mundo? - comencé preguntando tratando de seguir un poco el juego al pirado -Nosotros vamos a la cuarta planta, por mi parte creo que subiré solo, gracias por el ofrecimiento, acompañándonos ¿Si quieres? - dije dedicando una sonrisa al enmascarado antes de salir disparado hacia arriba, posarme sobre la viga a la que había disparado la Bungee Gum.
Y así repetiría el proceso hasta llegar a la cuarta planta o encontrar algún impedimento.
Si los que podíamos subir usábamos nuestros propios métodos, tal vez agilizáramos la escalada o ahorrásemos algunos viajes al enmascarado, que con suerte se mostraría más colaborativo que aquel ladrón de bragas.
Luego, de un rápido flash, la luz volvió a iluminar la estancia, no pudo evitar verse cegado unos instantes por el cambio de iluminación. Cuando miró hacia arriba se percató de que un hombre sostenía lo que parecía ser una telaraña, la cual rodeaba el cuello de monstruo al que habían estado enfrentando, el hombre parecía no solo tener la suficiente fuerza como para romper el cuello de aquella cosa… sino que era capaz de haberlo elevado y ahorcado de una forma cuanto menos bruta.
Tras el discurso del enmascarado comencé a recordar a un travesti, también enmascarado, que lo había acompañado en otra torre antes de los eventos de Grey rock. Un escalofrió recorrió mi cuerpo, aunque naturalmente, no deje que se notará. El enmascarado no dejaba de hacer gestos como el otro, aunque al menos este se comunicaba, era un comienzo.
-Gracias, héroe enmasc…- comencé a decir antes de que el hombre comenzará a gritar dispuesto a rescatar a Zack, imaginé.
Entre tanto comencé a remodelar el chicle generado creando una cuerda elástica a una de las vigas, tal como podía apreciar Kaito, ninguna de las arañas había caído en a la cúpula por lo que supuse que el hecho se respondía solo. Tras lo cual pareció obsesionarse con el cadáver de la araña, probablemente con alguno de esas truculentas carnicerías en mente.
Luego el hombre se nos ofreció a ayudar, ante lo cual comencé a pedir una serie de explicaciones:
-Bueno SUPAIDAMAN, que hace un héroe como tú en un lugar como este ¿También vienes a salvar al mundo? - comencé preguntando tratando de seguir un poco el juego al pirado -Nosotros vamos a la cuarta planta, por mi parte creo que subiré solo, gracias por el ofrecimiento, acompañándonos ¿Si quieres? - dije dedicando una sonrisa al enmascarado antes de salir disparado hacia arriba, posarme sobre la viga a la que había disparado la Bungee Gum.
Y así repetiría el proceso hasta llegar a la cuarta planta o encontrar algún impedimento.
Si los que podíamos subir usábamos nuestros propios métodos, tal vez agilizáramos la escalada o ahorrásemos algunos viajes al enmascarado, que con suerte se mostraría más colaborativo que aquel ladrón de bragas.
Midorima Shintaro
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Estaban avanzando sin muchas complicaciones, pero se sentía tenso y la situación no era de su total agrado. No podía bajar la guardia y, de hecho, había ignorado por completo el hecho de que Simo apuntara al cartel. ”Es un idiota, no puedes manejarlo del todo” —pensó mientras suspiraba para intentar relajarse, pero era imposible. Había notado que un seto que estaba cerca del agente, gruñía. ¿Acaso estaban vivos? ¿Podrían moverse? ¿Qué significaba exactamente el cartel? Parecían dormir, ignorándolos por completo. Quizás era lo mejor, el espacio era reducido y mientras más se adentraban en el laberinto, más rodeados estaban de esas cosas. Escuchó las palabras que intercambiaban Braud y Bucharrati. Al parecer, esos dos se iban a llevar mejor de lo que pensaba.
Siguieron avanzando con calma. ¿Qué tan grande sería el laberinto? ¿Habría enemigos ocultos en alguna esquina? ¿Algún acertijo como el de antes? Tenía que estar tranquilo y enfocado, todo indicaba que, sin contar al robot, era el que más capacidades tenía de liderar un grupo tan… Raro como el que se había formado. Por unos instantes, se preguntó que estarían haciendo Dretch y Taylor, si estaban bien y si había elegido bien al dejarlos solos. ¿Seguirían con vida? No quería que ellos murieran, además, quería ver que tanto podía revelarse Taylor ante sus creadores, podía ser algo interesante y divertido de ver. Además, todavía tenía algunos asuntos pendientes con el líder, un poco obligado, de la Karasu.
—No jodas…
Había pisado una baldosa. Una maldita baldosa. Casi por instinto, retrocedió y se preparó para esquivar lo que sea que hubiera activado, pero… No vino nada. Las luces se apagaron y una pantalla apareció. No hubiera significado nada, sino fuera porque se estaban mostrando sus momentos en la participación en la gran guerra de Mariejoa. ¿Quién había grabado eso? ¿Por qué? No eran mucha cosa, cuando perdió su pierna luchando contra Perlita y la amputación por parte de Dexter. Aunque la música que sonaba a todo volumen hizo que los setos que estaban ahí, empezaran a reaccionar. ”¿Por qué? ¿Por qué reaccionan ahora? ¿Acaso…?” —por unos instantes se quedó quieto y sin hacer nada. No tenía con que probarlo, pero tenía que ver con el sonido, el sonido era el que los hacía reaccionar, es decir, tenían que destruir esa cosa.
—Simo… No dispares —dijo —. Si estoy en lo correcto, es el sonido el que hace reaccionar a estas cosas. Yo me encargo —mencionó mientras empezaba a volar usando el Geppou. No tardó nada en llegar a la pantalla y, solo en caso de que fuera más resistente de lo normal, imbuyó su puño derecho en su haki armadura y le dio un poderoso puñetazo a esta. Esperaba que eso fuera suficiente y que el sonido cesara. No tardó mucho en bajar, desactivando su haki en su brazo, y volver con su grupo —. Hay que ir con cuidado, ahora fue una pantalla, después puede ser cualquier cosa. Vamos.
Desplegó su mantra. No iba a dejar que nada lo pillara por sorpresa y fue entonces que empezó a avanzar con cautela, casi midiendo sus pasos para no activar de nuevo ninguna baldosa de esas raras. Esperaba tener razón, si era así, sería sencillo avanzar, solo tendrían que ir destruyendo cada pantalla o cosa que emitiera algún ruido muy elevado. En ese caso, las habilidades de tirador de Simo… Serían inútiles. No había nada que hiciera más ruido que un disparo y más si veía el tipo de armas que él había demostrado tener a su poder.
Siguieron avanzando con calma. ¿Qué tan grande sería el laberinto? ¿Habría enemigos ocultos en alguna esquina? ¿Algún acertijo como el de antes? Tenía que estar tranquilo y enfocado, todo indicaba que, sin contar al robot, era el que más capacidades tenía de liderar un grupo tan… Raro como el que se había formado. Por unos instantes, se preguntó que estarían haciendo Dretch y Taylor, si estaban bien y si había elegido bien al dejarlos solos. ¿Seguirían con vida? No quería que ellos murieran, además, quería ver que tanto podía revelarse Taylor ante sus creadores, podía ser algo interesante y divertido de ver. Además, todavía tenía algunos asuntos pendientes con el líder, un poco obligado, de la Karasu.
—No jodas…
Había pisado una baldosa. Una maldita baldosa. Casi por instinto, retrocedió y se preparó para esquivar lo que sea que hubiera activado, pero… No vino nada. Las luces se apagaron y una pantalla apareció. No hubiera significado nada, sino fuera porque se estaban mostrando sus momentos en la participación en la gran guerra de Mariejoa. ¿Quién había grabado eso? ¿Por qué? No eran mucha cosa, cuando perdió su pierna luchando contra Perlita y la amputación por parte de Dexter. Aunque la música que sonaba a todo volumen hizo que los setos que estaban ahí, empezaran a reaccionar. ”¿Por qué? ¿Por qué reaccionan ahora? ¿Acaso…?” —por unos instantes se quedó quieto y sin hacer nada. No tenía con que probarlo, pero tenía que ver con el sonido, el sonido era el que los hacía reaccionar, es decir, tenían que destruir esa cosa.
—Simo… No dispares —dijo —. Si estoy en lo correcto, es el sonido el que hace reaccionar a estas cosas. Yo me encargo —mencionó mientras empezaba a volar usando el Geppou. No tardó nada en llegar a la pantalla y, solo en caso de que fuera más resistente de lo normal, imbuyó su puño derecho en su haki armadura y le dio un poderoso puñetazo a esta. Esperaba que eso fuera suficiente y que el sonido cesara. No tardó mucho en bajar, desactivando su haki en su brazo, y volver con su grupo —. Hay que ir con cuidado, ahora fue una pantalla, después puede ser cualquier cosa. Vamos.
Desplegó su mantra. No iba a dejar que nada lo pillara por sorpresa y fue entonces que empezó a avanzar con cautela, casi midiendo sus pasos para no activar de nuevo ninguna baldosa de esas raras. Esperaba tener razón, si era así, sería sencillo avanzar, solo tendrían que ir destruyendo cada pantalla o cosa que emitiera algún ruido muy elevado. En ese caso, las habilidades de tirador de Simo… Serían inútiles. No había nada que hiciera más ruido que un disparo y más si veía el tipo de armas que él había demostrado tener a su poder.
- Resumen/Cosas Usadas:
- Avanzar, reaccionar a la baldosa, ver la pantalla, teorizar de que es el sonido el que hacer cosas raras en los setos, decidir destruir la patalla con un puñetazo. Bajar, darselas de lider, dar órdenes y activar su mantra.
Haki Armadura Tier 6 (1/20)
Haki Observación Tier 6 (1/15)
Bizvan
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No parecía que el vapor se fuese a disipar con ayuda del dial, al menos me ayudó para poder ubicar a Tobías con mayor facilidad y al parecer no se encontraba solo. Mi nakama hablaba con alguien dentro del lugar, era como si ambos disfrutaran del ambiente, aunque Tobi hablaba y actuaba como un ebrio, sin embargo conocía al CP, y el alcohol no era algo que él bebería por voluntad propia, ¿acaso eso era lo que había en el ambiente, alcohol vaporizado? Sería poco probable, pero de ser así tendría una resistencia mucho mayor a la normal.
Todo indicaba que aguantar la respiración no era útil, pues poco a poco comencé a sentirme un tanto extraño, no, era relajación, me sentía a gusto en este lugar.
* No, no, esto no es bueno. Tobi no actúa de esta forma, es obvio que este sitio tiene algo extraño. Es como aquella leyenda que hay sobre la planta de Loto. *ya era preocupante el de hecho comenzar a sentirme relajado, como si nada fuera de este baño fuese importante, probablemente dentro de poco dejaría de importarme algo y terminaría dentro del agua como ese hombre. ¿Cómo sabía que aún tenía noción sobre mi ambiente? Por el sonido de personas en la sala de afuera, de ser demasiado tarde no habría prestado atención a eso.
Si eran mis esqueletos podrían ayudarme con esta situación.
- ¿Son ustedes chicos? Porque me vendría bien su ayuda aquí dentro. –exclamé sin la necesidad de gritar, no sentía la urgencia de hacerlo y podía notar como mi voz sonaba en calma, pero sin llegar a ser como la de mi compañero, al menos no aún.- Tobi, no es momento de baños, hay que salir de aquí. -comenté mientras me acercaba para tomar a mi compañero de su muñeca, era poco probable que se opusiera, parecía relajado al punto de llegar a ser sumiso, aunque solo era una suposición.
Intentar sacar al otro hombre sería lo mejor, era obvio que él también se encontraba aquí a causa del vapor, sin embargo mi prioridad era mi compañero, si conseguía hacerlo salir podría pensar otra forma de sacar a ese hombre de este sitio.
- Regresaré por usted. –dije antes de accionar el mecanismo de mi gancho para que comenzara a jalarme hacia la salida.
Originalmente había pensado en otras dos formas de salir en caso de encontrarme con veneno, pero ahora mismo no tenía ganas de utilizar los diales en mis botas para impulsarme rápidamente hacia la salida o arrojar mi espada para llamar a Madre, era raro pero una parte de mi quería cardarse más tiempo en este lugar.
Me movía de una manera mecánica, como si tuviera flojera de hacer algo y solo movía los pies por impulso. Trataba de no soltar la muñeca de Tobi y esperaba no soltarla por alguna razón.
* Ah, por favor que los que estén afuera sean mis esqueletos. *puede haber utilizado mi mantra para asegurarme, pero por alguna razón tampoco sentía la necesidad de hacerlo, me sentía en paz y calma, como si no hubiese posibilidad de peligro afuera.
Solo quedaba esperar que el gancho fuese capaz de sacarnos o que mis esqueletos se encontrar a las afueras del baño
Todo indicaba que aguantar la respiración no era útil, pues poco a poco comencé a sentirme un tanto extraño, no, era relajación, me sentía a gusto en este lugar.
* No, no, esto no es bueno. Tobi no actúa de esta forma, es obvio que este sitio tiene algo extraño. Es como aquella leyenda que hay sobre la planta de Loto. *ya era preocupante el de hecho comenzar a sentirme relajado, como si nada fuera de este baño fuese importante, probablemente dentro de poco dejaría de importarme algo y terminaría dentro del agua como ese hombre. ¿Cómo sabía que aún tenía noción sobre mi ambiente? Por el sonido de personas en la sala de afuera, de ser demasiado tarde no habría prestado atención a eso.
Si eran mis esqueletos podrían ayudarme con esta situación.
- ¿Son ustedes chicos? Porque me vendría bien su ayuda aquí dentro. –exclamé sin la necesidad de gritar, no sentía la urgencia de hacerlo y podía notar como mi voz sonaba en calma, pero sin llegar a ser como la de mi compañero, al menos no aún.- Tobi, no es momento de baños, hay que salir de aquí. -comenté mientras me acercaba para tomar a mi compañero de su muñeca, era poco probable que se opusiera, parecía relajado al punto de llegar a ser sumiso, aunque solo era una suposición.
Intentar sacar al otro hombre sería lo mejor, era obvio que él también se encontraba aquí a causa del vapor, sin embargo mi prioridad era mi compañero, si conseguía hacerlo salir podría pensar otra forma de sacar a ese hombre de este sitio.
- Regresaré por usted. –dije antes de accionar el mecanismo de mi gancho para que comenzara a jalarme hacia la salida.
Originalmente había pensado en otras dos formas de salir en caso de encontrarme con veneno, pero ahora mismo no tenía ganas de utilizar los diales en mis botas para impulsarme rápidamente hacia la salida o arrojar mi espada para llamar a Madre, era raro pero una parte de mi quería cardarse más tiempo en este lugar.
Me movía de una manera mecánica, como si tuviera flojera de hacer algo y solo movía los pies por impulso. Trataba de no soltar la muñeca de Tobi y esperaba no soltarla por alguna razón.
* Ah, por favor que los que estén afuera sean mis esqueletos. *puede haber utilizado mi mantra para asegurarme, pero por alguna razón tampoco sentía la necesidad de hacerlo, me sentía en paz y calma, como si no hubiese posibilidad de peligro afuera.
Solo quedaba esperar que el gancho fuese capaz de sacarnos o que mis esqueletos se encontrar a las afueras del baño
- Resumen:
- Decirle a las personas de afuera que entren para ayudarme (pensado que son mis esqueletos).
Sujetar a Tobías de la muñeca.
Accionar mi gancho EFISH y esperar que este pueda sacarnos.
Ryuichi Ichiban
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—¡¡Ppppfffft!! ¡¡JAJAJAJAJAJA!!
Braud señalaba la pantalla y se reía en una carcajada alta y sonora, haciendo justicia a su atronadora voz de gigante. Se golpeaba las rodillas sin dejar de reír como si le hubiesen contado el chiste más gracioso del mundo, y su risa se amplificaba cuando en el vídeo el peliverde perdía una pierna por golpear a un bicho. Su risa no tardó en sonar como graznidos y de sus ojos empezaron a brotar lágrimas de tanto reír. Y cuando parecía que paraba de reír, el peliverde volvía a perder la pierna en el vídeo y el gigante volvía otra vez a parecer que se ahogaba.
—Ay... Ay... Ya está, todo bien —dijo justo antes de darle un amigable puñetazo en el hombro al agente cuando regresó de hacer su ataque—. Que gracioso eres, jodío.
Se puso las manos tras la cabeza en una postura relajada mientras veía como los setos se movían. Entonces volvió a reírse, aunque no de forma tan sonora como antes, y les dio la espalda continuando hacia delante.
—No peleo con plantas, laberinto. Traeme un minotauro como te pedí y ya hablamos, ¿vale? Ay...
Y continuó caminando mientras tarareaba la música que acompañaba el hilarante vídeo.
Braud señalaba la pantalla y se reía en una carcajada alta y sonora, haciendo justicia a su atronadora voz de gigante. Se golpeaba las rodillas sin dejar de reír como si le hubiesen contado el chiste más gracioso del mundo, y su risa se amplificaba cuando en el vídeo el peliverde perdía una pierna por golpear a un bicho. Su risa no tardó en sonar como graznidos y de sus ojos empezaron a brotar lágrimas de tanto reír. Y cuando parecía que paraba de reír, el peliverde volvía a perder la pierna en el vídeo y el gigante volvía otra vez a parecer que se ahogaba.
—Ay... Ay... Ya está, todo bien —dijo justo antes de darle un amigable puñetazo en el hombro al agente cuando regresó de hacer su ataque—. Que gracioso eres, jodío.
Se puso las manos tras la cabeza en una postura relajada mientras veía como los setos se movían. Entonces volvió a reírse, aunque no de forma tan sonora como antes, y les dio la espalda continuando hacia delante.
—No peleo con plantas, laberinto. Traeme un minotauro como te pedí y ya hablamos, ¿vale? Ay...
Y continuó caminando mientras tarareaba la música que acompañaba el hilarante vídeo.
Luka Rooney
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El tiburón fulminó con la mirada a Nox, que había decidido joder el factor sorpresa con su sal. Quizá si hubiera empleado menos, aquello que el enmascarado estuviera pensando podría haber surtido efecto. Pero no, empleó tal cantidad de sal que terminó por secar su agua.
Quién quiere enemigos teniendo a estos compañeros Pensó a la par que sonreía.
Al haberse levantado pudo observar con más detenimiento el escenario. Un mink se había sumado a la pelea, y parecía estar haciendo buenas migas con Zane.
Cabreado por cómo se estaba desarrollando todo, el tiburón chasqueó sus nudillos y enfiló su mirada hacia cada uno de los músicos. Parecía que había caído uno, pero aún quedaba el resto de la banda. Aquél día, sin duda, el habitante del mar estaba perdiendo la poca paciencia que tenía, que sumado a la pérdida de honor de pelear contra unas viejas glorias y no avanzar… Terminarían por ser un problema en la salud del pirata.
Ágilmente, el oficial de cubierta de los Arashi se plantaría lo más cerca posible del cantante, y una vez estuviese a su altura, posicionaría la palma de la mano a treinta centímetros de su cara. El gyojin giró el cuerpo producto de la aguda onda que el rival despidió, pero aunando esfuerzos, continuó con su plan. De su palma de la mano empezó a salir una gran esfera de agua, manteniendo siempre el contacto con su palma, y ésta aprisionaría al cantante, que obviamente, de surtir efecto, dejaría de cantar al momento.
En caso de lograr cubrir la cabeza del cantante, el gyojin agarraría su pecho con el brazo libre, evitando así que escapase, y pondría a todos en sobreaviso de lo que sería capaz de hacer si no les dejaban avanzar. Ya no había paciencia en el tiburón.
- ¡Músicos! -gritaría, con semblante serio- O nos decís cómo coño salir de aquí, o vuestro amigo morirá ahogado en… Unos diez segundos.
En caso de recibir una negativa, el gyojin llevaría su mano izquierda al cuello del cantante y apretaría, acelerando el proceso de ahogamiento.
Quién quiere enemigos teniendo a estos compañeros Pensó a la par que sonreía.
Al haberse levantado pudo observar con más detenimiento el escenario. Un mink se había sumado a la pelea, y parecía estar haciendo buenas migas con Zane.
Cabreado por cómo se estaba desarrollando todo, el tiburón chasqueó sus nudillos y enfiló su mirada hacia cada uno de los músicos. Parecía que había caído uno, pero aún quedaba el resto de la banda. Aquél día, sin duda, el habitante del mar estaba perdiendo la poca paciencia que tenía, que sumado a la pérdida de honor de pelear contra unas viejas glorias y no avanzar… Terminarían por ser un problema en la salud del pirata.
Ágilmente, el oficial de cubierta de los Arashi se plantaría lo más cerca posible del cantante, y una vez estuviese a su altura, posicionaría la palma de la mano a treinta centímetros de su cara. El gyojin giró el cuerpo producto de la aguda onda que el rival despidió, pero aunando esfuerzos, continuó con su plan. De su palma de la mano empezó a salir una gran esfera de agua, manteniendo siempre el contacto con su palma, y ésta aprisionaría al cantante, que obviamente, de surtir efecto, dejaría de cantar al momento.
En caso de lograr cubrir la cabeza del cantante, el gyojin agarraría su pecho con el brazo libre, evitando así que escapase, y pondría a todos en sobreaviso de lo que sería capaz de hacer si no les dejaban avanzar. Ya no había paciencia en el tiburón.
- ¡Músicos! -gritaría, con semblante serio- O nos decís cómo coño salir de aquí, o vuestro amigo morirá ahogado en… Unos diez segundos.
En caso de recibir una negativa, el gyojin llevaría su mano izquierda al cuello del cantante y apretaría, acelerando el proceso de ahogamiento.
- Resumen:
Intentar aprisionar con una esfera de agua al cantante.
Proponer una salida rápida, y si recibe una negativa, ahogar al cantante.
- Cosas 1:
- stats:
Actuales: Fuerza 11 (9+2 gyojin) | Resistencia 9 | Agilidad 6 | Velocidad 6 | Reflejos 3
Pasivos: Fuerza x10 | Resistencia x4
- Ámbito:
Golpes con vibración: Ayudándose del Gyojin Kárate y el control de sus fluidos, Luka es capaz de generar vibraciones de distintas potencias que son capaces de crear daños internos en el enemigo cuando un golpe impacta en éste.
- Técnicas usadas:
- Chinokawaki: La fiereza de Luka se ve incrementada cuando éste ve sangre, ya sea suya o de su rival, logrando así un 500% de fuerza extra durante dos turnos.
- Tiempo de canalización: 0.5 segundo.
- Duración: 2 posts. Post 2/2
- Tiempo de reutilización: Una vez por batalla.
- Chinokawaki: La fiereza de Luka se ve incrementada cuando éste ve sangre, ya sea suya o de su rival, logrando así un 500% de fuerza extra durante dos turnos.
- Cosas 2:
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
- Carga Espiritu de Poseidón: 3 turnos de 3 max. (Usados 200 de los 1000 litros)
- Parmigiano: de fuerte sabor y tremendamente nutritivo, este queso otorgará a quien lo consuma un x3 activo (acumulable con activas del consumidor) a la Fuerza durante 3 posts.
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
Ellie
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La loba observó el gesto de sus compañeros cuando apretó el botón y no dudó en taparse los ojos durante un par de segundos. ¿Había hecho bien? Podría ser, pero en cualquier caso, ya no había vuelta atrás.
- ¿Es seguro mirar ya? -preguntó con una tímida voz.
Aunque no obtuvo respuesta, se quitó las zarpas de la cara y observó el panorama. Sí, panorama. Si una palabra definía lo que el botón había dejado ver, era el panorama. Una pared se desplazó y dejó ver un gran cristal. Los oídos de la loba le hacían llegar una peculiar canción que había escuchado en alguna ocasión, pero no era capaz de recordar su letra, sí su ritmo.
Cuando la ansiosa agente se acercó a la mampara y observó a través de cada rincón de ella, consiguió dar con una parte del cristal sin empañar, viendo a una mujer de avanzada edad duchándose. Aquella imagen perduraría mucho tiempo en su mente, pese a que la quisiera borrar ya.
- Yo no la conozco, pero… ¿No deberíamos ayudarla?
Cuando Iulio lanzó su pregunta, la loba dió un par de golpes en el cristal, de forma bastante suave, pero creyó que sería suficiente como para que la mujer del otro lado se diese cuenta de su presencia.
- ¡Hola señora! ¿Necesita ayuda? Soy la única chica de nuestro grupo, seguro que le da menos apuro que yo la ayude. En mi tierra no usamos esas duchas, las carga el diablo. Además, ese suelo es muy resbaladizo, no se vaya usted a caer. Por cierto, ¿qué canción canta? Ah, y… ¿Cómo se llama?
Quizá había empleado mucho tiempo en hacer dos simples preguntas, pero Ellie era así. Ojeó a sus compañeros, guiñando un ojo, e intentando ganarse a aquella mujer. Si por algún casual, la agradable señora mayor entablaba contacto visual directo con la mink, ésta usaría su famosa técnica de poner ojitos para ablandar su corazón. Aunque algo le decía a la loba que una mujer de su edad ya tendría el corazón ablandado.
- ¿Es seguro mirar ya? -preguntó con una tímida voz.
Aunque no obtuvo respuesta, se quitó las zarpas de la cara y observó el panorama. Sí, panorama. Si una palabra definía lo que el botón había dejado ver, era el panorama. Una pared se desplazó y dejó ver un gran cristal. Los oídos de la loba le hacían llegar una peculiar canción que había escuchado en alguna ocasión, pero no era capaz de recordar su letra, sí su ritmo.
Cuando la ansiosa agente se acercó a la mampara y observó a través de cada rincón de ella, consiguió dar con una parte del cristal sin empañar, viendo a una mujer de avanzada edad duchándose. Aquella imagen perduraría mucho tiempo en su mente, pese a que la quisiera borrar ya.
- Yo no la conozco, pero… ¿No deberíamos ayudarla?
Cuando Iulio lanzó su pregunta, la loba dió un par de golpes en el cristal, de forma bastante suave, pero creyó que sería suficiente como para que la mujer del otro lado se diese cuenta de su presencia.
- ¡Hola señora! ¿Necesita ayuda? Soy la única chica de nuestro grupo, seguro que le da menos apuro que yo la ayude. En mi tierra no usamos esas duchas, las carga el diablo. Además, ese suelo es muy resbaladizo, no se vaya usted a caer. Por cierto, ¿qué canción canta? Ah, y… ¿Cómo se llama?
Quizá había empleado mucho tiempo en hacer dos simples preguntas, pero Ellie era así. Ojeó a sus compañeros, guiñando un ojo, e intentando ganarse a aquella mujer. Si por algún casual, la agradable señora mayor entablaba contacto visual directo con la mink, ésta usaría su famosa técnica de poner ojitos para ablandar su corazón. Aunque algo le decía a la loba que una mujer de su edad ya tendría el corazón ablandado.
- Resumen:
Preguntar a la mujer que cómo se llama e intentar ayudarla, no se nos vaya a lesionar. Poner ojitos para ganarme su corazón :)
Tenebrex
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El joven Edward respondió a su recién libertada compañera encendiendo un par de faros en sus manos. —Lo siento, pero no puedo darte ninguna de estas linternas, preferiría no amputarme un brazo. —bromeaba mientras se reía. En cuanto Osu comentó haber notado presencias mediante su Haki, el Tigre Dorado usó el suyo para estar pendiente de las mismas, pero estas resultaron desaparecer al poco tiempo, aunque el chico no bajó la guardia y mantuvo activo el Haki, por lo que pudiera pasar.
—Qué... susto. Y qué cosa más extraña ¿no? Espero que simplemente sean más personas que han entrado en... —se detuvo por un momento. No lo había considerado hasta ahora, pero quizás Krauser no fuera el mayor peligro en el edificio (¿se puede llamar a esto edificio?). Habían tenido suerte de, quizás por haber entrado con los submarinos, no haberse encontrado con miembros del gobierno, pero no hubieran podido resistir las acometidas de los marines o del CP mientras luchaban contra el primate metálico.
Se acercó a Osu mientras miraba a la chiquilla dirigirse al baúl de juguetes. —La puerta parece resistente, podríamos tratar de tirarla abajo o ponernos a buscar como ella... No creo que haya una llave gigante de juguete en ninguna otra sala, debe estar por aquí... —le comentó en voz baja. La verdad es que Edward no quería gastar más recursos ni cansarse más contra una mera puerta. Quizás estaba siendo, como de costumbre, un poco paranóico, pero quería estar seguro de reservarse bastantes cosas como para poder plantar cara a cualquier cosa que pudieran encontrarse, y el simio morado había acrecentado esa sensación de que cualquier cosa podía pasar.
Tras unos segundos mirando la enorme cerradura, se dio cuenta de algo. —Oye... Si no encontramos la llave... Yo podría entrar por la cerradura si me transformo en algo lo suficientemente chico... Luego habría que ver cómo la abro, pero seguro que puedo cargarme la cerradura desde dentro. ¿Qué decís? —les preguntó a Annie y Osuka.
—Qué... susto. Y qué cosa más extraña ¿no? Espero que simplemente sean más personas que han entrado en... —se detuvo por un momento. No lo había considerado hasta ahora, pero quizás Krauser no fuera el mayor peligro en el edificio (¿se puede llamar a esto edificio?). Habían tenido suerte de, quizás por haber entrado con los submarinos, no haberse encontrado con miembros del gobierno, pero no hubieran podido resistir las acometidas de los marines o del CP mientras luchaban contra el primate metálico.
Se acercó a Osu mientras miraba a la chiquilla dirigirse al baúl de juguetes. —La puerta parece resistente, podríamos tratar de tirarla abajo o ponernos a buscar como ella... No creo que haya una llave gigante de juguete en ninguna otra sala, debe estar por aquí... —le comentó en voz baja. La verdad es que Edward no quería gastar más recursos ni cansarse más contra una mera puerta. Quizás estaba siendo, como de costumbre, un poco paranóico, pero quería estar seguro de reservarse bastantes cosas como para poder plantar cara a cualquier cosa que pudieran encontrarse, y el simio morado había acrecentado esa sensación de que cualquier cosa podía pasar.
Tras unos segundos mirando la enorme cerradura, se dio cuenta de algo. —Oye... Si no encontramos la llave... Yo podría entrar por la cerradura si me transformo en algo lo suficientemente chico... Luego habría que ver cómo la abro, pero seguro que puedo cargarme la cerradura desde dentro. ¿Qué decís? —les preguntó a Annie y Osuka.
Ellanora Volkihar
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Toda aquella situación le enfadaba de sobremanera. Tenía ganas de coger al primero de sus seguidores y darle de hostias para intentar desahogarse, aunque se contuvo. Había desconectado de su exterior por completo, ignorando a todo el mundo, hasta que un asqueroso viejo vino a hablarle personalmente. Señaló al rubio y le preguntó a Nora si le había hecho algo, con expresión de desprecio y asco en el rostro. La vampiresa simplemente clavó sus ojos en los del cantante, casi sin reaccionar, durante unos segundos. Entonces se acercó al rubio trajeado e intentó cogerlo de la corbata.
De conseguirlo, enrollaría la mano en esta para mayor sujeción y tiraría de ella para obligar al rubio a agacharse y juntar los labios con los suyos. La vampiresa cerraría los ojos mientras pondría la mano libre en la nuca del rubio, acariciando sus sedosos cabellos, jugando con su lengua en el interior de su boca. Al terminar, que lo haría dándole un suave mordisco en el labio, volvería a clavar su mirada en el cantante, para después empezar a caminar hacia donde estaba la escalera que llevaba al siguiente piso. Tirando de la corbata del trajeado, a ser posible.
De conseguirlo, enrollaría la mano en esta para mayor sujeción y tiraría de ella para obligar al rubio a agacharse y juntar los labios con los suyos. La vampiresa cerraría los ojos mientras pondría la mano libre en la nuca del rubio, acariciando sus sedosos cabellos, jugando con su lengua en el interior de su boca. Al terminar, que lo haría dándole un suave mordisco en el labio, volvería a clavar su mirada en el cantante, para después empezar a caminar hacia donde estaba la escalera que llevaba al siguiente piso. Tirando de la corbata del trajeado, a ser posible.
Aki D. Arlia
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Se quedó helada por un segundo. Todo había pasado muy rápido. La araña se le había abalanzado, pero su contraataque había fallado. De la nada un millar de pequeñas arañitas salieron dispuestas a acabar con ellos y no tuvo los reflejos necesarios para hacer nada contra ellas. Vio a sus improvisados compañeros de viaje lidiar con los diminutos arácnidos, cubriéndola para que pudiera rematar a la grande. Alzó la mano dispuesta a conjurar una bola de fuego infernal en su mano, pero antes de que pudiera hacerlo las luces se apagaron. El sonido que siguió a continuación le puso los pelos de la nuca como escarpias, pero por suerte pronto la luz regresó.
El espectáculo a lo lejos era dantesco en cierta manera. Con el cuello roto, la araña colgaba como una muñeca desmadejada, patética y sin vida. De las pequeñas no había ni rastro, pero tampoco tuvieron tiempo de reflexionar mucho sobre ello. Un grito, un flash azul y rojo y el responsable de nuestra salvación apareció frente a nosotros. Supaidaman, el emisario del infierno. Con introducción y resumen de su vida y obra incluidos. Interesante, pero lo más útil era que venía de arriba. Se acercó a Zack para sacarlo del ascensor y nos ofreció ayuda a todos.
- No es necesario, gran héroe. - Le comenté con una sonrisa.- Pero si vienes de otro piso... es que ahí arriba hay una salida.
William se le adelantó y subió por sus propios medios. Un segundo más tarde, Lys había vuelto a su forma parcial y con una sacudida de alas siguió al usuario con elegancia. Pretendían ir hasta el piso cuatro, pero si el hueco seguía, avanzaría hasta encontrar la puerta del quinto. No iba a desdeñar ningún atajo que pudiera tomar.
El espectáculo a lo lejos era dantesco en cierta manera. Con el cuello roto, la araña colgaba como una muñeca desmadejada, patética y sin vida. De las pequeñas no había ni rastro, pero tampoco tuvieron tiempo de reflexionar mucho sobre ello. Un grito, un flash azul y rojo y el responsable de nuestra salvación apareció frente a nosotros. Supaidaman, el emisario del infierno. Con introducción y resumen de su vida y obra incluidos. Interesante, pero lo más útil era que venía de arriba. Se acercó a Zack para sacarlo del ascensor y nos ofreció ayuda a todos.
- No es necesario, gran héroe. - Le comenté con una sonrisa.- Pero si vienes de otro piso... es que ahí arriba hay una salida.
William se le adelantó y subió por sus propios medios. Un segundo más tarde, Lys había vuelto a su forma parcial y con una sacudida de alas siguió al usuario con elegancia. Pretendían ir hasta el piso cuatro, pero si el hueco seguía, avanzaría hasta encontrar la puerta del quinto. No iba a desdeñar ningún atajo que pudiera tomar.
El pelirrojo no podía evitar sentir admiración por la agilidad que había demostrado el dichoso músico que ahora era su contrincante. La forma en la que se había apoyado de un salto en el dorso de la hoja de su katana, la pirueta que había dado sobre él, y la forma de zafar todos sus ataques era digno de admirar. Quizá lo estuviera viendo todo desde el punto de vista de un fan, pero no podía evitar percibirlo así. Desde que los había visto y había entrado en esa habitación tenía frente a él todo lo que siempre había deseado: alcohol a espuertas, drogas, ese indistinguible hedor a sexo sin protección pre-apocalíptico; y algún que otro vómito en una esquina de la sala. Todo lo que un hombre de bien podía desear. No obstante, ahora ese hombre era su enemigo, al menos hasta que todo eso acabara, y no podía seguir mostrando condescendencia.
Cuando se giró para intentar realizar una nueva ofensiva, se encontró que el mink amarillo le había dado un puñetazo en el ojo a Magnus, y éste había caído al suelo. Además, al levantarse comenzó de nuevo su ofensiva, mientras a Zane se le inflamaba la vena del cuello por el mosqueo. Todos miraban al mink con enfado, y era algo muy normal, incluso él lo estaba haciendo. No solo se había metido en una pelea digna de convertirse en una buena historia para una noche de borrachera en una taberna de mala muerte, sino que había golpeado a traición a un miembro de uno de sus grupos favoritos. No había honor alguno en una acción como esa, y los Arashi eran gente honorable; al menos casi todos, aunque pensándolo bien quizá un setenta por ciento, tal vez menos.
Sin embargo, no podía seguir perdiendo el tiempo pensando en la rata, sino que tenía que vencer al bajista cuyo nombre no recordaba y continuar su camino hacia la cima de aquella instalación. Desenfundó una segunda katana, concretamente la que Dexter le había improvisado hacía poco tiempo, y recubrió sus espadas de energía espiritual. «Musondo», dijo para sí. Tras eso, se abalanzó convertido en su forma hibrida sobre el guitarrista de cuatro cuerdas y comenzó a realizar un ataque tras otro con sus katanas, intentando derrotarle de un único ataque. Cualquiera que no tuviera un buen ojo como para seguirle los movimientos, únicamente vería que le ataca sin más envuelto en una extraña aura y fuego. Sin embargo, los ataques que intentaría realizar sería los siguientes: primero probaría a realizar una diagonal con su zurda, que iría desde su hombro izquierdo hasta la parte baja del abdomen, seguida de una estocada ígnea en el costado y una patada para alejarlo de él un poco. Aprovecharía la distancia creada para impulsarse con las espadas en cruz y realizar un doble tajo en su pecho, creando una doble onda cortante envuelta en fuego a más de mil grafdos con la firme intención de enviarlo a la otra punta de la sala, acabando con él.
Cuando se giró para intentar realizar una nueva ofensiva, se encontró que el mink amarillo le había dado un puñetazo en el ojo a Magnus, y éste había caído al suelo. Además, al levantarse comenzó de nuevo su ofensiva, mientras a Zane se le inflamaba la vena del cuello por el mosqueo. Todos miraban al mink con enfado, y era algo muy normal, incluso él lo estaba haciendo. No solo se había metido en una pelea digna de convertirse en una buena historia para una noche de borrachera en una taberna de mala muerte, sino que había golpeado a traición a un miembro de uno de sus grupos favoritos. No había honor alguno en una acción como esa, y los Arashi eran gente honorable; al menos casi todos, aunque pensándolo bien quizá un setenta por ciento, tal vez menos.
Sin embargo, no podía seguir perdiendo el tiempo pensando en la rata, sino que tenía que vencer al bajista cuyo nombre no recordaba y continuar su camino hacia la cima de aquella instalación. Desenfundó una segunda katana, concretamente la que Dexter le había improvisado hacía poco tiempo, y recubrió sus espadas de energía espiritual. «Musondo», dijo para sí. Tras eso, se abalanzó convertido en su forma hibrida sobre el guitarrista de cuatro cuerdas y comenzó a realizar un ataque tras otro con sus katanas, intentando derrotarle de un único ataque. Cualquiera que no tuviera un buen ojo como para seguirle los movimientos, únicamente vería que le ataca sin más envuelto en una extraña aura y fuego. Sin embargo, los ataques que intentaría realizar sería los siguientes: primero probaría a realizar una diagonal con su zurda, que iría desde su hombro izquierdo hasta la parte baja del abdomen, seguida de una estocada ígnea en el costado y una patada para alejarlo de él un poco. Aprovecharía la distancia creada para impulsarse con las espadas en cruz y realizar un doble tajo en su pecho, creando una doble onda cortante envuelta en fuego a más de mil grafdos con la firme intención de enviarlo a la otra punta de la sala, acabando con él.
- Cosas Usadas:
- Clase: Actuales (+5 por raza): Reflejos: 12 | | Poder de destrucción: 12 | Agilidad: 8 | Resistencia: 12 | El resto: 3
- Maestría, Nivel 120: Sus ondas cortantes mellan los materiales más duros, y cortan todo lo demás. Estas ondas son tan veloces como balas.
- Nombre de la técnica: Musondo
Naturaleza de la técnica: Canalización espiritual
Descripción de la técnica: Zane transmite espiritual a sus espadas, las cuales se recubren y empiezan a emitir un color blanquecino, aumentando el poder de destrucción al atacar y la resistencia a la hora de bloquear golpes en un 200%.
Tiempo de canalización: 1 Segundo - Afinidad Completa: Después de asimilar todo lo posible los conocimientos y el poder proporcionado por el suzaku, Zane es capaz de tener las mismas habilidades tanto en forma híbrida como en completa, de tal forma que apenas hay diferencias entre una u otra en cuestión de poder, no de stats.
- Clase: Actuales (+5 por raza): Reflejos: 12 | | Poder de destrucción: 12 | Agilidad: 8 | Resistencia: 12 | El resto: 3
Nailah
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Akuma no mi
Varios
Tras haber salvado al chico castor, Nailah continuó hacia delante para ponerse aquel calzado que funcionaba como piezas del ajedrez. Aquello le resultaba extraño cuanto menos, aun estaban cerca del principio y se habían topado con una trampa que le llevaba demasiado tiempo. En el fondo le hubiera gustado irse con Zane y alguno más, podría ser más interesante que ir solamente con Marc, Spanner y Therax, incluso Brynn, el cual parecía estar más frío y distante de lo normal.
Y por si fuera poco, tenía que llevar a miembros del gobierno con ella y un repartidor. Esperó a que todos avanzaran con sus fichas, los cuales llevaban peones, caballos y alfiles. Nailah vio como sus compañeros avanzaban y, de repente, la luz desapareció. Un ruido la alarmó, mirando hacia todos los lados para saber de donde venía el peligro, pero eran gritos. Gritos de mujeres que gritaban lo que parecían ser grupos de música e incluso al chico castor. Nailah recibió varios empujones y se mantuvo firme, sin dejarse arrastrar por aquella muchedumbre enloquecida por la fama.
Cuando todo había pasado, sus compañeros de la banda estaban de nuevo a su lado, aquella gente los había arrastrado hasta el principio, ¿por qué se habían dejado mover? Nailah estaba harta de esperar, e incluso vio a la chica llamada Scarlet avanzar sin problema. La pirata frunció el ceño y chasqueó la lengua, mirando hacia Therax y señalando hacia la rampa.
-Estoy harta, deberíamos irnos volando de esta zona, la chica esa se nos está adelantando. Paso de este ajedrez, ¡no es más que una pérdida de tiempo!
Tras eso, Nailah se quitó aquel calzado extraño y empezó a avanzar de primera, sin esperar a sus compañeros. Sabía que la seguirían.
Y por si fuera poco, tenía que llevar a miembros del gobierno con ella y un repartidor. Esperó a que todos avanzaran con sus fichas, los cuales llevaban peones, caballos y alfiles. Nailah vio como sus compañeros avanzaban y, de repente, la luz desapareció. Un ruido la alarmó, mirando hacia todos los lados para saber de donde venía el peligro, pero eran gritos. Gritos de mujeres que gritaban lo que parecían ser grupos de música e incluso al chico castor. Nailah recibió varios empujones y se mantuvo firme, sin dejarse arrastrar por aquella muchedumbre enloquecida por la fama.
Cuando todo había pasado, sus compañeros de la banda estaban de nuevo a su lado, aquella gente los había arrastrado hasta el principio, ¿por qué se habían dejado mover? Nailah estaba harta de esperar, e incluso vio a la chica llamada Scarlet avanzar sin problema. La pirata frunció el ceño y chasqueó la lengua, mirando hacia Therax y señalando hacia la rampa.
-Estoy harta, deberíamos irnos volando de esta zona, la chica esa se nos está adelantando. Paso de este ajedrez, ¡no es más que una pérdida de tiempo!
Tras eso, Nailah se quitó aquel calzado extraño y empezó a avanzar de primera, sin esperar a sus compañeros. Sabía que la seguirían.
Ummak Zor-El
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Ummak comenzó a contemplar como los demonios del mar azul daban ridículos pasos y saltitos. Casi parecía que una legión de hormigas se les hubiesen introducido en su ropa interior y se les hubiese olvidado caminar con un mínimo de solvencia. El guerrillero esbozó una mueca de desprecio y volvió a centrar su atención en lo que verdaderamente era importante, el rastreo de su hermano. Ahora, con un aliado más entre sus filas, el particular escuadrón de rastreo del shandian se disponía a enfrentarse a una nueva decisión. Necesitaban acceder a los pisos superiores de la torre, es lo que su hermano habría hecho. Sin embargo, avanzar no sería tan sencillo sin un plano. El mapa. No, su mapa, había sido robado por el Driv-mahrazh en la primera sala y ahora estaba relegado a valerse de su instinto para avanzar. Eso, o destruir de una vez por todas a aquel matasano y recuperar el plano de su inerte cadáver.
El salvaje se relamió los labios ante la expectativa de luchar contra el rubio, pues recordemos que este había agraviado gravemente al shandian al esquilarlo como si se tratase de simple ganado. Pero, por desgracia, antes de que este se encaminase hacia la zona en la que los demonios se habían encontrado hacía apenas unos segundos, se encontró con que se había quedado completamente solo en la sala. Para más inri, mientras trataba de acercarse hasta el extremo opuesto del tablero, las luces se apagaron y el caos se hizo total.
Del techo, probablemente desde uno de los pisos superiores, comenzó a escucharse todo un barullo de gritos y pasos que enseguida pusieron de los nervios al hijo de Shandora. Sin apenas tener tiempo de reaccionar, de lo alto de la sala, casi como si hubiesn sido regurgitados de la misma, los demonios del mar azul fueron repelidos de vuelta hacia el primer piso. El susto pilló totalmente por sorpresa a Ummak y apenas tuvo el tiempo suficiente para apartarse y esquivar los pisotones. Estaba visiblemente cabreado y sabía que entre todos los que allí se encontraban, seguro que su enemigo juramentado de ojos dispares se encontraba allí.
Una vez más, Ummak alzó su lanza dejando de que filo incandescente de esta iluminara la rampa por la que habían descendido los demonios. El aire se ondulaba en el extremo ardiente de su arma, casi como si esta reflejara de alguna forma el carácter iracundo de su portador. Justo cuando creyó distinguir entre la multitud a su enemigo y estuvo preparado para sellar su destino, una palabra llego hasta sus odios desde los pisos superiores.
“Beaver”
Aquella marabunta de gente deseaba ver a la rata chillona que ahora se había convertido en su aliado. Casi guiado por una señal divina, el shandian abandonó su actitud amenazante y cogiendo al hombre-castor de un pliegue de grasa de su lomo, empleando la totalidad de sus cabellos, comenzaría a subir la rampa hacia el piso superior. Una vez arriba, usando a Beaver a modo de ariete, trataría de abrirse paso entre una turba de gente confusa hasta un lugar seguro.
El salvaje se relamió los labios ante la expectativa de luchar contra el rubio, pues recordemos que este había agraviado gravemente al shandian al esquilarlo como si se tratase de simple ganado. Pero, por desgracia, antes de que este se encaminase hacia la zona en la que los demonios se habían encontrado hacía apenas unos segundos, se encontró con que se había quedado completamente solo en la sala. Para más inri, mientras trataba de acercarse hasta el extremo opuesto del tablero, las luces se apagaron y el caos se hizo total.
Del techo, probablemente desde uno de los pisos superiores, comenzó a escucharse todo un barullo de gritos y pasos que enseguida pusieron de los nervios al hijo de Shandora. Sin apenas tener tiempo de reaccionar, de lo alto de la sala, casi como si hubiesn sido regurgitados de la misma, los demonios del mar azul fueron repelidos de vuelta hacia el primer piso. El susto pilló totalmente por sorpresa a Ummak y apenas tuvo el tiempo suficiente para apartarse y esquivar los pisotones. Estaba visiblemente cabreado y sabía que entre todos los que allí se encontraban, seguro que su enemigo juramentado de ojos dispares se encontraba allí.
Una vez más, Ummak alzó su lanza dejando de que filo incandescente de esta iluminara la rampa por la que habían descendido los demonios. El aire se ondulaba en el extremo ardiente de su arma, casi como si esta reflejara de alguna forma el carácter iracundo de su portador. Justo cuando creyó distinguir entre la multitud a su enemigo y estuvo preparado para sellar su destino, una palabra llego hasta sus odios desde los pisos superiores.
“Beaver”
Aquella marabunta de gente deseaba ver a la rata chillona que ahora se había convertido en su aliado. Casi guiado por una señal divina, el shandian abandonó su actitud amenazante y cogiendo al hombre-castor de un pliegue de grasa de su lomo, empleando la totalidad de sus cabellos, comenzaría a subir la rampa hacia el piso superior. Una vez arriba, usando a Beaver a modo de ariete, trataría de abrirse paso entre una turba de gente confusa hasta un lugar seguro.
Eric Zor-El
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El sosiego del camino hizo que Eric bostezara un par de veces. Ya era tarde, pues él solía irse a dormir temprano, para así poder despertar con la primera luz del alba. El salvaje, como de costumbre, saco del bolsillo interno de su poncho su preciada pipa de madera, preparándola con una mezcla de tabaco e hierbas naturales de su propia cosecha y la prendió. Se quedó mirando a la mujer de cabello raro, pues sujetaba una monstruosa arma más grande que ella. «Es fuerte», se dijo, dando una calada.
Fue el último de todos en subir la escalera, yendo peldaño a peldaño sin decir nada. Al llegar al piso siguiente, se topó de frente con dos caminos, y no se decidían a tirar por ninguno. A un lado había un pasillo del cual provenía un delicioso aroma a flores y fresas, resguardado por unos esqueletos. Esa opción quedaba descartada, pues el shandiano era de esas personas que tenían como costumbres respetar a los muertos. Al otro había una gigantesca puerta de metal, rodeada por esas extrañas armas que poblaban el mar azul. Algunas eran idénticas a la gigantesca que se había apropiado Taylor en el piso inferior, mientras que otras eran raras, sin embargo, lo que más llamó su atención fue el cartel con una palabra que no comprendía: onair, ¿qué demonios era un onair? ¿Algún tipo de acertijo? ¿Alguna palabra mágica? A saber. En su idioma natal un O’mair era un hombre que había nacido con tres pezones, pero dudaba que fuera una errata, y mucho menos que hubiera alguien en ese lugar que entendiera el dialecto de tu tribu.
Con la pipa en la boca, expulsando humo como el tren marítimo, se quedó mirando las armas de la puerta. No parecían muy resistente, pero las apariencias siempre engañaban. Dretch empezó a hablar con la agente y Kenso, así como con algunos marines. Algo tenía entre manos, pero los métodos de su compañero solían ser muy lentos. Es por eso que, sin más dilación, quizá llevado por el gozo que le estaba dando fumar, con su mano libre, es decir, la derecha, lanzó una primera solida onda de choque a la torreta de la derecha, seguida de una segunda hacia la de la izquierda. Ambas ondas apuntarían directamente al sitema de giro de las torretas centinelas, intentando destruirlas o, simplemente, que no puedan girar. De esa forma, acabaría inutilizándolas de una forma o de otra.
Fue el último de todos en subir la escalera, yendo peldaño a peldaño sin decir nada. Al llegar al piso siguiente, se topó de frente con dos caminos, y no se decidían a tirar por ninguno. A un lado había un pasillo del cual provenía un delicioso aroma a flores y fresas, resguardado por unos esqueletos. Esa opción quedaba descartada, pues el shandiano era de esas personas que tenían como costumbres respetar a los muertos. Al otro había una gigantesca puerta de metal, rodeada por esas extrañas armas que poblaban el mar azul. Algunas eran idénticas a la gigantesca que se había apropiado Taylor en el piso inferior, mientras que otras eran raras, sin embargo, lo que más llamó su atención fue el cartel con una palabra que no comprendía: onair, ¿qué demonios era un onair? ¿Algún tipo de acertijo? ¿Alguna palabra mágica? A saber. En su idioma natal un O’mair era un hombre que había nacido con tres pezones, pero dudaba que fuera una errata, y mucho menos que hubiera alguien en ese lugar que entendiera el dialecto de tu tribu.
Con la pipa en la boca, expulsando humo como el tren marítimo, se quedó mirando las armas de la puerta. No parecían muy resistente, pero las apariencias siempre engañaban. Dretch empezó a hablar con la agente y Kenso, así como con algunos marines. Algo tenía entre manos, pero los métodos de su compañero solían ser muy lentos. Es por eso que, sin más dilación, quizá llevado por el gozo que le estaba dando fumar, con su mano libre, es decir, la derecha, lanzó una primera solida onda de choque a la torreta de la derecha, seguida de una segunda hacia la de la izquierda. Ambas ondas apuntarían directamente al sitema de giro de las torretas centinelas, intentando destruirlas o, simplemente, que no puedan girar. De esa forma, acabaría inutilizándolas de una forma o de otra.
- Resumen:
- Andar, fumar, divagar e intentar romper las torretas con dos ondas de choque sólidas.
- Datos necesarios para calibrar la fuerza de la onda de choque:
- Clase, Nivel 50: Resistencia 6, Fuerza 5, Agilidad 3, Reflejos 3, Velocidad 1.
- Maestría en ondas de choque:
- Nivel 15: Aprende a lanzar sus primeras ondas de choque. Éstas se mueven a una velocidad de veinte metros por segundo, y se disipan a los veinte metros desde su lanzamiento.
Nivel 30: Sus ondas de choque son más poderosas, alcanzando una velocidad de treinta metros por segundo y disipándose a los cincuenta metros.
Nivel 45: Sus puñetazos se propagan con tanta fuerza que la onda es “sólida”. Podría hacer a alguien retroceder utilizando estas ondas.
- Power Up’s Pasivos:
- Fuerza x5
Resistencia x4
Agilidad x3
Reflejos x3
- Clase, Nivel 50: Resistencia 6, Fuerza 5, Agilidad 3, Reflejos 3, Velocidad 1.
Ichizake
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Gerald empezaba a plantearse seriamente la posibilidad de que todo aquello fuese una broma. El asesino de arañas llevaba lo que sin duda era el peor disfraz que jamás hubiese tenido la desgracia de ver, y el escandaloso hombre que lo vestía era tan ridículo como sus colores. La idea de que alguien así tuviese la osadía de hacerse llamar su salvador le hizo pensar que estaban cayendo muy bajo tan solo por entrar en esa torre. El fin del mundo empezaba a antojársele cada vez más atractivo.
"Al menos podrá llevarnos al piso superior", se consoló, aunque habría deseado tener un poder útil para las ascensiones. White tenía su goma pegajosa y Ardian sus alas. Incluso Black podía contar con sus tentáculos, lo que a él le colocaba dentro del exiguo grupo que aceptaría la ayuda del mamarracho enmascarado. Solo esperaba que la morsa no volviese a aparecer.
Aceptó a regañadientes que el excéntrico chalado de las telarañas le subiese lo más alto que pudiera, tratando de que no se le notara lo mucho que lo detestaba. Lo bueno es que ahí estaba Black, mutilando otro cadáver, para distraerle y conseguir que el tal Supaidaman le resultase hasta aceptable. Realmente se estaba rodeando de gente de lo más estrafalaria.
-Espero que nos encontremos con alguien aterrador -murmuró para sí. Prefería mil veces al más temible guerrero del mundo que otro patético espantajo-. No soportaría otro rarito.
"Al menos podrá llevarnos al piso superior", se consoló, aunque habría deseado tener un poder útil para las ascensiones. White tenía su goma pegajosa y Ardian sus alas. Incluso Black podía contar con sus tentáculos, lo que a él le colocaba dentro del exiguo grupo que aceptaría la ayuda del mamarracho enmascarado. Solo esperaba que la morsa no volviese a aparecer.
Aceptó a regañadientes que el excéntrico chalado de las telarañas le subiese lo más alto que pudiera, tratando de que no se le notara lo mucho que lo detestaba. Lo bueno es que ahí estaba Black, mutilando otro cadáver, para distraerle y conseguir que el tal Supaidaman le resultase hasta aceptable. Realmente se estaba rodeando de gente de lo más estrafalaria.
-Espero que nos encontremos con alguien aterrador -murmuró para sí. Prefería mil veces al más temible guerrero del mundo que otro patético espantajo-. No soportaría otro rarito.
Simo Baker
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“Buena canción”, pensé al escuchar la rítmica musiquilla que salía de la pantalla que había aparecido por culpa de Shintaro. Tampoco perdí detalle de las imágenes, las cuales eran más que reveladoras. Al parecer Pelomoco había estado en Mariejoa y había sufrido las consecuencias de aquella devastadora guerra, aunque había una cosa que no veía claramente, de qué lado estaba. Las escenas eran bastante cortas y cambiaban bastante rápido, pero llegué a observar como una de las amputaciones había sido por culpa de Dexter Black. Curioso, muy curioso. Era un hilo del que tendría que tirar más adelante para entender la forma de proceder de nuestro supuesto traidor; aunque por el momento había que centrarse en arreglar el desastre que se había montado. En una situación normal un par de imágenes con una canción pegadiza no serían un problema; no obstante, estábamos rodeados de arbustos devora hombres, no nos convenía para nada que se despertaran.
-Ten amigos para esto-, dije sonriente en voz baja mientras agarraba mi pistola para acabar con la pantalla. El peliverde me dijo que no disparara y se me adelantó abalanzándose contra la pantalla y destrozándola de un puñetazo. Aterrizó pidiendo cuidado, lo cual me resultó algo gracioso teniendo en cuenta que había sido él el que había activado la trampa. –Puedo poner el modo silenciador, es más limpio y hace menos ruido que un puñetazo; aunque supongo que pierde bastante emoción-, le dije con una sonrisa. –Además, espera un segundo. Sin saber cuántas placas de presión hay es mejor asegurar-, dije a Shintaro en voz algo más apagada para no molestar aún más a los matojos. Entonces me agaché y con ayuda de mi hoja de cazador levanté los restos de la baldosa rota que había pisado. Era el momento de demostrar las capacidades de un agente del Cipher Pol.
Quizá no era un experto en tecnología, pero sin duda sabía lo suficiente como para manipular y desactivar sistemas de seguridad; más aún cuando se trataba de uno de los tipos en los que me había especializado. Fuera cual fuese el sensor, si se aprovechaba de una alimentación eléctrica, podía desactivarlo, y viendo la forma en la que había influido en las luces y las pantallas este era uno de esos casos. Con cuidado y palpando bien para identificar cada vía, cortaría los cables necesarios y los empalmaría de forma que la luz volviera a nosotros. Una vez hecho esto identificaría si hubiera alguno que correspondiera con una red de seguridad y lo anularía para poder seguir nuestro camino sin problemas.
-Listo, os sigo-, diría una vez hubiera acabado mi trabajo. Tenía confianza en mis habilidades, pero aún podía haber otras trampas que no estuvieran ligadas de ninguna forma a esta. Era mejor llevar cuidado y dejar que los más preparados para recibir golpes fuera delante. –Y por favor grandullón deja de hacer ruido, si despiertas a las plantas vamos a tardar mucho más tiempo en encontrar un rival de verdad-, dije a Braudbrüthgael intentando que dejase de tararear con la promesa de encontrarse alguien a quien pegarle más adelante.
-Ten amigos para esto-, dije sonriente en voz baja mientras agarraba mi pistola para acabar con la pantalla. El peliverde me dijo que no disparara y se me adelantó abalanzándose contra la pantalla y destrozándola de un puñetazo. Aterrizó pidiendo cuidado, lo cual me resultó algo gracioso teniendo en cuenta que había sido él el que había activado la trampa. –Puedo poner el modo silenciador, es más limpio y hace menos ruido que un puñetazo; aunque supongo que pierde bastante emoción-, le dije con una sonrisa. –Además, espera un segundo. Sin saber cuántas placas de presión hay es mejor asegurar-, dije a Shintaro en voz algo más apagada para no molestar aún más a los matojos. Entonces me agaché y con ayuda de mi hoja de cazador levanté los restos de la baldosa rota que había pisado. Era el momento de demostrar las capacidades de un agente del Cipher Pol.
Quizá no era un experto en tecnología, pero sin duda sabía lo suficiente como para manipular y desactivar sistemas de seguridad; más aún cuando se trataba de uno de los tipos en los que me había especializado. Fuera cual fuese el sensor, si se aprovechaba de una alimentación eléctrica, podía desactivarlo, y viendo la forma en la que había influido en las luces y las pantallas este era uno de esos casos. Con cuidado y palpando bien para identificar cada vía, cortaría los cables necesarios y los empalmaría de forma que la luz volviera a nosotros. Una vez hecho esto identificaría si hubiera alguno que correspondiera con una red de seguridad y lo anularía para poder seguir nuestro camino sin problemas.
-Listo, os sigo-, diría una vez hubiera acabado mi trabajo. Tenía confianza en mis habilidades, pero aún podía haber otras trampas que no estuvieran ligadas de ninguna forma a esta. Era mejor llevar cuidado y dejar que los más preparados para recibir golpes fuera delante. –Y por favor grandullón deja de hacer ruido, si despiertas a las plantas vamos a tardar mucho más tiempo en encontrar un rival de verdad-, dije a Braudbrüthgael intentando que dejase de tararear con la promesa de encontrarse alguien a quien pegarle más adelante.
- Cosas:
- Saqueador 5, el bonus para burlar sistemas de seguridad obtenido al nivel 4 es el descrito en el post.
Giotto Leblanc
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Giotto tragó saliva y cerró los ojos durante un instante, un momento en el que creyó que se lo que le iba a acontecer era una explosión que, con suerte, solo dispersaría su etéreo cuerpo por distintos lugares de la aguja antes de volver a unirse. Cuando volvió a abrirlos no había ocurrido nada, y ahí estaba él, junto a Ellie e Iulio, mientras una de las paredes comenzaba a desprenderse dejando ver una gran cristalera cubierta de efluvios de vapor que apenas dejaban ver nada.
—Menos mal… —musitó en voz baja, llevando fuego de nuevo a sus guanteletes.
Una horrible voz sonaba desde la cristalera de vapor, la cual comenzaba a disiparse dejando ver las partes íntimas de una mujer arrugada, y no necesariamente por llevar mucho tiempo en el agua. La mujer cantaba y cantaba, incluso se hubiera atrevido a decir que los estaba mirando. Giotto, como el caballero que era, apartó la mirada, y alzó la voz por encima del resto.
—¡Pero tápese, señora! —dijo, sin atreverse a mirarla—. Y tú ten un poco de decoro, señor Iulio, por favor —le recriminó al marine, que le estaba dando igual que estuviese desnuda—. Y no, Ellie, puede ser una enemiga. Pero dado que eres la única del sexo femenino aquí…, intenta que se vista, por lo que más quieras.
Giotto posó su mirada en el suelo, fijándose en su propio reflejo. Su gesto estaba algo sonrojado, pues la incomodidad que sentía en ese momento era algo que jamás había sentido
—Menos mal… —musitó en voz baja, llevando fuego de nuevo a sus guanteletes.
Una horrible voz sonaba desde la cristalera de vapor, la cual comenzaba a disiparse dejando ver las partes íntimas de una mujer arrugada, y no necesariamente por llevar mucho tiempo en el agua. La mujer cantaba y cantaba, incluso se hubiera atrevido a decir que los estaba mirando. Giotto, como el caballero que era, apartó la mirada, y alzó la voz por encima del resto.
—¡Pero tápese, señora! —dijo, sin atreverse a mirarla—. Y tú ten un poco de decoro, señor Iulio, por favor —le recriminó al marine, que le estaba dando igual que estuviese desnuda—. Y no, Ellie, puede ser una enemiga. Pero dado que eres la única del sexo femenino aquí…, intenta que se vista, por lo que más quieras.
Giotto posó su mirada en el suelo, fijándose en su propio reflejo. Su gesto estaba algo sonrojado, pues la incomodidad que sentía en ese momento era algo que jamás había sentido
Maki
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El ojo de Maki se contrajo involuntariamente, el rostro se le crispó, los dedos se le agarrotaron y el estómago le subió hasta la nuez. Se quedó helado, completamente congelado. El corazón casi que empezó a latirle al revés por culpa del susto. Y es que el miedo le atenazaba los miembros y tocaba una música siniestra usando sus nervios como cuerdas de guitarra. ¿Por qué? ¿Por qué había ido a parar allí, de entre todos los lugares posibles? ¿Acaso había algo más aterrador? Apenas podía creerse lo que veía, e intentó negarlo en su cabeza con todas sus fuerzas.
Una maldita habitación rosa.
Maki se quitó el bigote de la herida y se secó el sudor con él. Le habría gustado tener algo de agua para humedecerse la garganta, que la tenía como el fondo de un macetero viejo. Tiró el bigote y trató de que no se le notase el pavor que le invadía. Era el Oficial Makintosh. Y un oficial no temía a nada. Sí que temían cosas, claro, pero, según afirmaba el Manual de introducción al puesto de oficial. Edición Deluxe, no debía notarlo nadie.
Así que allí estaba. Plantado muy recto y muy tieso, con los puños cerrados y los ojos muy abiertos enfocados en la enorme cerradura. Era una de las pocas cosas no rosas de por allí, así que era seguro mirarla. No prestó atención a nada de lo que pasaba ni a nadie de los que pululaba a su alrededor. ¿Qué le importaba a él quién y cómo podía abrir la puerta? ¡Ya lo haría alguien, diablos! Se limitó a respirar hondo y pensar en cosas bonitas, como aquella vez que les pusieron una fuente de cola en la base de los Centellas o la vez en que encontró un pajarito en su cama. Fue una lástima cuando el animalito se metió en la fuente y se ahogó, pero eso prefería no pensarlo.
"Daos prisa, maldita sea".
Una maldita habitación rosa.
Maki se quitó el bigote de la herida y se secó el sudor con él. Le habría gustado tener algo de agua para humedecerse la garganta, que la tenía como el fondo de un macetero viejo. Tiró el bigote y trató de que no se le notase el pavor que le invadía. Era el Oficial Makintosh. Y un oficial no temía a nada. Sí que temían cosas, claro, pero, según afirmaba el Manual de introducción al puesto de oficial. Edición Deluxe, no debía notarlo nadie.
Así que allí estaba. Plantado muy recto y muy tieso, con los puños cerrados y los ojos muy abiertos enfocados en la enorme cerradura. Era una de las pocas cosas no rosas de por allí, así que era seguro mirarla. No prestó atención a nada de lo que pasaba ni a nadie de los que pululaba a su alrededor. ¿Qué le importaba a él quién y cómo podía abrir la puerta? ¡Ya lo haría alguien, diablos! Se limitó a respirar hondo y pensar en cosas bonitas, como aquella vez que les pusieron una fuente de cola en la base de los Centellas o la vez en que encontró un pajarito en su cama. Fue una lástima cuando el animalito se metió en la fuente y se ahogó, pero eso prefería no pensarlo.
"Daos prisa, maldita sea".
Yarmin Prince
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No me dio tiempo a reaccionar, pero lo cierto es que tampoco lo habría hecho. ¿Para qué? Un beso es un beso, y si bien la chiquilla no era mucho más guapa que una adolescente ordinaria el tener público era, ciertamente, excitante. Como es lógico me dejé llevar, ignorando el hecho de que había tirado mi gorra al suelo, dejando a la vista mi cabello.
Era agradable. No era el mejor beso que me habían dado, pero tampoco se trataba de la puta más experimentada con la que me había topado y, la verdad, era de las más proactivas. Sentí su mano recorrer mi nuca y hundirse en mi cabello, una sensación lejana que me hacía estremecer en un escalofrío pretérito; el contrapunto perfecto a la lengua que ahora se movía en mi boca... Incluso juraría que, por un momento, encontré paz. ¿De verdad era tan simple en realidad? ¿De verdad se me podía calmar como a cualquier simple humano? No, aquí las cosas se hacen a mi manera.
Tomé la iniciativa y me incliné sobre ella, tomando con las manos sus caderas y, cómo no, bajando una de ellas algo más y apretando lo justo para que se diese cuenta de en qué situación nos encontrábamos: Yo mandaba, y si podía darme un mordisco era exclusivamente porque yo quería... Aunque tal vez, como todo el mundo parecía estar haciendo ese día, malinterpretase mis acciones y creyese que me desbordaba la pasión. De hecho, así sucedió.
-Espera un momento -dije, apartando su mano de mi corbata, una vez el beso se rompió, mientras trataba de utilizar mi ropa por correa-, antes tengo que hacer una cosa.
Me acerqué al traicionado Falafel, con una sonrisa en el rostro y una mirada que no prometía nada bueno. Acerqué mis labios a su rostro, casi hasta el punto de rozarlo, mientras intentaba con mis manos acercarme lo más que pudiese a su cara. Canalicé mi odio por un momento, dejé que la magia fluyese y, con un brillo verde, de mis dedos hacia su frente la energía fluyó. Esperaba haberlo matado con eso.
Era agradable. No era el mejor beso que me habían dado, pero tampoco se trataba de la puta más experimentada con la que me había topado y, la verdad, era de las más proactivas. Sentí su mano recorrer mi nuca y hundirse en mi cabello, una sensación lejana que me hacía estremecer en un escalofrío pretérito; el contrapunto perfecto a la lengua que ahora se movía en mi boca... Incluso juraría que, por un momento, encontré paz. ¿De verdad era tan simple en realidad? ¿De verdad se me podía calmar como a cualquier simple humano? No, aquí las cosas se hacen a mi manera.
Tomé la iniciativa y me incliné sobre ella, tomando con las manos sus caderas y, cómo no, bajando una de ellas algo más y apretando lo justo para que se diese cuenta de en qué situación nos encontrábamos: Yo mandaba, y si podía darme un mordisco era exclusivamente porque yo quería... Aunque tal vez, como todo el mundo parecía estar haciendo ese día, malinterpretase mis acciones y creyese que me desbordaba la pasión. De hecho, así sucedió.
-Espera un momento -dije, apartando su mano de mi corbata, una vez el beso se rompió, mientras trataba de utilizar mi ropa por correa-, antes tengo que hacer una cosa.
Me acerqué al traicionado Falafel, con una sonrisa en el rostro y una mirada que no prometía nada bueno. Acerqué mis labios a su rostro, casi hasta el punto de rozarlo, mientras intentaba con mis manos acercarme lo más que pudiese a su cara. Canalicé mi odio por un momento, dejé que la magia fluyese y, con un brillo verde, de mis dedos hacia su frente la energía fluyó. Esperaba haberlo matado con eso.
- Mort:
- Un rayo verde que actúa como una bala. Éste toca el verdadero cuerpo de las personas, ignorando defensas físicas como Haki, Tekkai o formas "intangibles", pero no puede atravesar armaduras. Del mismo modo, atraviesa ropa y piel, causando sólo las heridas internas que dejaría una bala.
Tiempo de canalización: Dos segundos.
Disparado desde la mano: 200 metros por segundo.
Disparado desde un foco: 600 metros por segundo.
Rainbow662
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La paciencia de Arribor se colmó. Casi pudo notar físicamente como algo hacía click dentro de su coco y la decisión de avanzar en solitario surgía en su cabeza. Es decir, la otra opción era esperar al grupo del viejo, el rubio y la otra chusma, lo cual se le hacía insoportable. Su tolerancia hacia los raritos no era muy grande, y menos aún cuando tenía cosas que hacer. Cuando el saco de boxeo reventó la puerta que conectaba con otra sala, se adelantó él solo, dejando al resto atrás. No tenía interés en aguantar los lujuriosos meneos del anciano, ni tampoco quería que nadie le viese por ahí con esa broma de vampira. En cuanto a Princesa...
"Hazte el interesante", se dijo. "Ya vendrá". Estaba seguro. No es que quisiera que fuese con él, pero si lo quisiera hipotéticamente, así lo conseguiría sin duda.
Pasó por encima de la puerta derribada y apenas prestó atención a la habitación donde había acabado. ¿Estaba allí el dueño de la torre? No lo parecía, así que continuó. ¿Qué le importaba a él las estupideces que pudiese haber por ahí? Adelante, siempre hacia adelante. No quería pararse con más chorradas, al menos no hasta que encontrase otra vez a Zack. A él podría encasquetarle cualquier marrón que él no quisiese hacer. Y hablando del tejón, ¿dónde cuernos se habría metido? Bah, ya aparecería.
Decidió ir a la derecha después de echar un breve vistazo a ambos lados de la encrucijada y estudiar detenidamente las posibilidades. Si iba a la izquierda, tendría que torcer a la izquierda. Y si iba a la derecha, pues no. Totalmente al azar, se encaminó hacia las escaleras que subían, confiando en encontrar el final de ese molesto edificio.
Y si el rubio decidía ir tras él se encontraría con que ya había limpiado ese lugar. Seguro que se quedaba impresionado. Aunque no es como si a Arribor le importase eso. Aiss... aún podía notar el olor a jabón y látex que desprendía. Vaya tío...
"Hazte el interesante", se dijo. "Ya vendrá". Estaba seguro. No es que quisiera que fuese con él, pero si lo quisiera hipotéticamente, así lo conseguiría sin duda.
Pasó por encima de la puerta derribada y apenas prestó atención a la habitación donde había acabado. ¿Estaba allí el dueño de la torre? No lo parecía, así que continuó. ¿Qué le importaba a él las estupideces que pudiese haber por ahí? Adelante, siempre hacia adelante. No quería pararse con más chorradas, al menos no hasta que encontrase otra vez a Zack. A él podría encasquetarle cualquier marrón que él no quisiese hacer. Y hablando del tejón, ¿dónde cuernos se habría metido? Bah, ya aparecería.
Decidió ir a la derecha después de echar un breve vistazo a ambos lados de la encrucijada y estudiar detenidamente las posibilidades. Si iba a la izquierda, tendría que torcer a la izquierda. Y si iba a la derecha, pues no. Totalmente al azar, se encaminó hacia las escaleras que subían, confiando en encontrar el final de ese molesto edificio.
Y si el rubio decidía ir tras él se encontraría con que ya había limpiado ese lugar. Seguro que se quedaba impresionado. Aunque no es como si a Arribor le importase eso. Aiss... aún podía notar el olor a jabón y látex que desprendía. Vaya tío...
- Resumen:
- Ir a la sala 10 para subir por las escaleras
Scarlett F. Jones
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Gracias a Dios logré alcanzar la siguiente habitación sin ningún tipo de contratiempo. Pero... aquel lugar en el que me encontraba era realmente perturbador. Muchos labios se hallaban por las paredes, haciendo muecas y sonriendo. Todo aquello parecía sacado de un cuadro del surrealismo. Tuve cuidado con que las bocas no fueran hostiles pero aquello era lo más suave de mis problemas. En medio de la sala había una cama hecha con materiales de fina calidad con una mujer hermosa, de cabellos como el sol y con una pieza de ropa que daba la sensación de que estaba desnuda. Más allá de ella estaban unas escaleras que me podrían conducir al otro nivel. El problema ahora era que hacer con la dama. Podría hablar con ella e intentar arreglar las cosas civilizadamente o intentar una maniobra desesperada por correr hacia la salida. Sin embargo, esto último podría ser muy arriesgado. Pues cabía la posibilidad, que era bastante posible, de que fuera más rápida que yo y me cortara el paso. Al quedarme sopesando las oportunidades que tenía en mano, elegí intentar una maniobra social que por la fuerza. Pues aún era una mera iniciada y aquel lugar estaba lleno de monstruos que escapaban a mi nivel.
Me acerqué poco a poco, muy despacio y siempre con la mano preparada para agarrar mi arma en caso de que la situación se saliera de control. Si aquella aparente mujer iba a mostrar los colmillos yo no iba a dejarme atacar.
- Os saludo. Mi nombre es Scarlett y vengo del exterior. No me gustaría tener que usar la fuerza, ¿cabría la posibilidad de que vos me permitiera continuar mi camino por las escaleras de una forma amistosa? - Dije con marcada educación como me había enseñado mi padre tiempo atrás. La mejor manera de caerle bien a la gente era a través de las formas.
Me acerqué poco a poco, muy despacio y siempre con la mano preparada para agarrar mi arma en caso de que la situación se saliera de control. Si aquella aparente mujer iba a mostrar los colmillos yo no iba a dejarme atacar.
- Os saludo. Mi nombre es Scarlett y vengo del exterior. No me gustaría tener que usar la fuerza, ¿cabría la posibilidad de que vos me permitiera continuar mi camino por las escaleras de una forma amistosa? - Dije con marcada educación como me había enseñado mi padre tiempo atrás. La mejor manera de caerle bien a la gente era a través de las formas.
- Resumen:
- Intentar abrirme paso sin usar la fuerza y ser educada
Marc Kiedis
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fuerza
Fortaleza
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Intelecto
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Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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Un griterío ensordecedor llenó el ambiente, y el semigigante comenzó a notar cómo recibía múltiples empujones. En ese momento se hizo nuevamente la luz, y tanto el cocinero como sus compañeros se vieron envueltos en una muchedumbre de gente corriendo, poseídos por tal emoción que casi convertían su marcha en una auténtica estampida.
Sin poder evitarlo, se vieron arrastrados de nuevo hacia abajo hasta el inicio del tablero de ajedrez. Allí les esperaba Nailah, que parecía haberse quedado pensando en algo. Rápidamente tanto Therax como ella se pusieron en marcha con intención de volver a subir, con una sutil diferencia. El rubio volvió a hacer el recorrido siguiendo la trayectoria que la pieza que había escogido le marcaba, mientras que la ladronzuela ignoró por completo las normas del juego, avanzando por donde le vino en gana. Alarmado ante la posibilidad de que las consecuencias fuesen catastróficas, Marc advirtió a su amiga:
- ¡Nailah, ten cuidado! ¡Debemos avanzar siguiendo el camino adecuado, o si no quién sabe lo que esta torre podría hacernos!
Sabiendo que él tan solo podía avanzar en línea recta, lo hizo lo más deprisa que pudo, intentando ponerse a la altura de la morena. Una vez estuviese a su lado le diría:
- ¡Salta, yo te llevo a hombros! Mejor eso que pasar de las reglas, que no quiero que te ocurra nada.
No estaba en absoluto seguro de que hubiese consecuencias si se desobedecían las normas de aquel juego, pero en aquel lugar que amenazaba con destruir el mundo siempre debían esperar lo peor, y el grandullón no quería que nada malo le pasase a ninguno de sus amigos.
Una vez llegasen arriba (si llegaban) cuando el rubio le advirtiese sobre los peligros de ser excesivamente confiado, Marc le respondería con su más grande sonrisa:
- Es simple, el hombre-castor no parecía estar atacándonos a propósito ni daba la sensación de querer hacernos ningún daño. Gracias por preocuparte, Therax. Sé que a veces puedo tender a confiar demasiado en la bondad de la gente, y a pecar en ocasiones de ser algo crédulo o ingenuo, pero también soy consciente de que con amigos como vosotros estaré bien. Los Hermanos de la Tormenta siempre cuidamos unos de otros.
Sin poder evitarlo, se vieron arrastrados de nuevo hacia abajo hasta el inicio del tablero de ajedrez. Allí les esperaba Nailah, que parecía haberse quedado pensando en algo. Rápidamente tanto Therax como ella se pusieron en marcha con intención de volver a subir, con una sutil diferencia. El rubio volvió a hacer el recorrido siguiendo la trayectoria que la pieza que había escogido le marcaba, mientras que la ladronzuela ignoró por completo las normas del juego, avanzando por donde le vino en gana. Alarmado ante la posibilidad de que las consecuencias fuesen catastróficas, Marc advirtió a su amiga:
- ¡Nailah, ten cuidado! ¡Debemos avanzar siguiendo el camino adecuado, o si no quién sabe lo que esta torre podría hacernos!
Sabiendo que él tan solo podía avanzar en línea recta, lo hizo lo más deprisa que pudo, intentando ponerse a la altura de la morena. Una vez estuviese a su lado le diría:
- ¡Salta, yo te llevo a hombros! Mejor eso que pasar de las reglas, que no quiero que te ocurra nada.
No estaba en absoluto seguro de que hubiese consecuencias si se desobedecían las normas de aquel juego, pero en aquel lugar que amenazaba con destruir el mundo siempre debían esperar lo peor, y el grandullón no quería que nada malo le pasase a ninguno de sus amigos.
Una vez llegasen arriba (si llegaban) cuando el rubio le advirtiese sobre los peligros de ser excesivamente confiado, Marc le respondería con su más grande sonrisa:
- Es simple, el hombre-castor no parecía estar atacándonos a propósito ni daba la sensación de querer hacernos ningún daño. Gracias por preocuparte, Therax. Sé que a veces puedo tender a confiar demasiado en la bondad de la gente, y a pecar en ocasiones de ser algo crédulo o ingenuo, pero también soy consciente de que con amigos como vosotros estaré bien. Los Hermanos de la Tormenta siempre cuidamos unos de otros.
- Resumen:
- - Caer por culpa de la estampida.
- Relleno.
- Volver a subir.
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