Lykanrock94
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Los marines fueron derrotados fácilmente por los ataques del Mink. A los segundos de acabar con los marines, el aliado de Zay, Paul Vazo se alegró mucho por como se había desenvuelto su ídolo en la pelea y por como había acabado con aquellos soldados de la marina. Fue a darle un abrazo al felino, pero esto no le hacia mucha gracia al peludo, pues éste no lo consideraba su amigo. Para él simplemente era una herramientas que usar más, una persona que era su aliado pero que le importaba una mierda lo que le pasara.
El mink se enfadó mucho cuando vio que su autoproclamado fan fue a darle un abrazo.
- Vamos a dejar las cosas claras. Esas confianzas te las ahorras, ¿de acuerdo? No somos amigos, simplemente estamos colaborando juntos y después de que todo acabe, cada uno por su lado, ¿me entiendes? Así que ni te atrevas a tocarme para darme un abrazo ni nada que tenga que ver con dar cariño, ¿de acuerdo? Ahora sigamos... - Dijo el peludo enfadado por ver como su aliado intentaba sobarle dándole un abrazo.
El felino siguió andando un poco mas hacia delante y en el suelo vio un papel, lo que parecía ser un mapa del sitio en el que se encontraba el Mink. Tras cogerlo y guardarlo, prosiguió un poco más adelante y llegó a una sala gigantesca y vacía, bueno no, vacía no, pues solo había el cuerpo inerte de una araña gigante que parecía haber sido golpeada infinidad de veces.
- Me cago en la... Esto si que hubiera sido un verdadero reto y no aquellos cinco marines de pacotilla. - El mink alucinó con el tamaño de aquella araña.
Al fondo había lo que parecía ser una puerta normal y corriente y un boquete en la pared...
- Habrá que ir hacia allí. -Dijo el mink mientras iba andando despacio para que le diera tiempo a su aliado de reunirse con él, pues se había quedado rezagado.
El mink se enfadó mucho cuando vio que su autoproclamado fan fue a darle un abrazo.
- Vamos a dejar las cosas claras. Esas confianzas te las ahorras, ¿de acuerdo? No somos amigos, simplemente estamos colaborando juntos y después de que todo acabe, cada uno por su lado, ¿me entiendes? Así que ni te atrevas a tocarme para darme un abrazo ni nada que tenga que ver con dar cariño, ¿de acuerdo? Ahora sigamos... - Dijo el peludo enfadado por ver como su aliado intentaba sobarle dándole un abrazo.
El felino siguió andando un poco mas hacia delante y en el suelo vio un papel, lo que parecía ser un mapa del sitio en el que se encontraba el Mink. Tras cogerlo y guardarlo, prosiguió un poco más adelante y llegó a una sala gigantesca y vacía, bueno no, vacía no, pues solo había el cuerpo inerte de una araña gigante que parecía haber sido golpeada infinidad de veces.
- Me cago en la... Esto si que hubiera sido un verdadero reto y no aquellos cinco marines de pacotilla. - El mink alucinó con el tamaño de aquella araña.
Al fondo había lo que parecía ser una puerta normal y corriente y un boquete en la pared...
- Habrá que ir hacia allí. -Dijo el mink mientras iba andando despacio para que le diera tiempo a su aliado de reunirse con él, pues se había quedado rezagado.
- Resumen:
- Enfadarme por las confianzas que se daba el okama en abrazarme, coger un mapa del suelo, alucinar con el tamaño de la araña y seguir mi camino hacia la puerta del fondo
Erik Carter
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Era innegable que aquel hombre-dragón (primer usuario de zoan mitológica que el deportista veía en acción) tenía que ser poderoso y sagaz, pues fue capaz de averiguar el rango de Erik con un simple vistazo, y eso que iba vestido con el uniforme de su equipo y no con el de la marina. Sorprendente. En cualquier caso, le devolvió la dinamita para, acto seguido, realizar una asombrosa demostración de poder. Erik comprendió en ese instante que estaba fuera de su liga, pero los desafíos siempre le habían hecho crecerse.
Al tiempo que Bizvan le daba unas palabras de ánimo y una palmada en el hombro, gesto que agradó a Erik, que siempre había sido de tomarse muchas confianzas muy rápido, tuvo que contenerse para que su mandíbula no alcanzase el suelo por las palabras de otro de los marines que, mientras la inocente tontatta se "montaba" en el marine de mayor rango presente, se dedicó a amenazarla e insultarla. Erik estaba algo más alejado que su otro acompañante que intervino para condenar sus palabras pero no sus actos, salvando sin saberlo la mejilla del marine de recibir una amorosa caricia del deportista.
Reciba o no la bofetada, Erik se acercaría a su lado, le dedicaría una mirada de desprecio sin ningún tipo de disimulo y aceleraría el paso para alcanzar al tándem dragón-tontatta pronunciando una sola frase, tan cargada de desprecio como la anterior mirada, mientras volvía a sacar su cadena con bola de pinchos de la mochila. Si su superior estaba en guardia, era también su deber estarlo.
-Un marine que se comporta como un criminal es una vergüenza para la verdadera justicia.
Al tiempo que Bizvan le daba unas palabras de ánimo y una palmada en el hombro, gesto que agradó a Erik, que siempre había sido de tomarse muchas confianzas muy rápido, tuvo que contenerse para que su mandíbula no alcanzase el suelo por las palabras de otro de los marines que, mientras la inocente tontatta se "montaba" en el marine de mayor rango presente, se dedicó a amenazarla e insultarla. Erik estaba algo más alejado que su otro acompañante que intervino para condenar sus palabras pero no sus actos, salvando sin saberlo la mejilla del marine de recibir una amorosa caricia del deportista.
Reciba o no la bofetada, Erik se acercaría a su lado, le dedicaría una mirada de desprecio sin ningún tipo de disimulo y aceleraría el paso para alcanzar al tándem dragón-tontatta pronunciando una sola frase, tan cargada de desprecio como la anterior mirada, mientras volvía a sacar su cadena con bola de pinchos de la mochila. Si su superior estaba en guardia, era también su deber estarlo.
-Un marine que se comporta como un criminal es una vergüenza para la verdadera justicia.
- Resumen (xd Zuko):
- Sorprenderse por los poderes de adivinación de Zuko (No llevo el uniforme xd), encariñarse con Bizvan aun más, despreciar abiertamente la actitud de Hamlet y seguir a Zuko armado y en guardia.
Giotto Leblanc
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Sus ataques no habían surgido efecto alguno, al igual que los del resto de sus compañeros. Por desgracia. Y la actitud de aquel sujeto ante su ofensiva no era la esperada. Parecía estar divirtiéndose, como si para él todo lo que estaba ocurriendo en aquella azulina estancia fuera un simple juego de niños. Había neutralizado su fuego, el ataque de sus compañeros y el del criminal que los acompañaba, el cual estaba observando a su corcel en miniatura. «Es lo que tiene traer a tu mascota al fin del mundo; supongo.», se dijo para sus adentros, mientras escuchaba la presuntuosa respuesta de Pau John Jiménez.
—No, amigo, esto sólo era el ensayo preliminar antes del gran día —le respondió Giotto, mostrando una sonrisa en su rostro, mientras otro contador luminoso surgía en sus guantes —«Así será suficiente»—. El agente apenas había podido analizar el estilo de combate de su oponente, pero algo estaba claro: le encantaba lanzar ondas.
El cuerpo del agente poseedor de la logia de fuego parecía que se estaba envolviendo de candentes y cálidas llamas, pero eso no era lo que estaba ocurriendo, sino que, por primera vez en mucho tiempo, estaba mostrando su verdadera forma; una masa de fuego concentrada que adoptaba la apariencia de un ser humano normal y corriente. La llama de su cabeza aumento de tamaño, ardiendo con mucha más intensidad, a una temperatura más elevada que luego adoptó el resto de llamas de su cuerpo. La temperatura era tan alta que, posiblemente, cualquiera que le viera desde una distancia prudencial, vería como el aire estaba algo distorsionado; aunque eso sería una simple ilusión óptica. No obstante, eso último no importaba lo más mínimo, sino que era un mero detalle sin importancia, pues lo que verdaderamente importaba era que el ambiente a varios metros a su alrededor era incómodo para cualquiera incapaz de soportar las temperaturas extremas.
—Scualo di fuoco…
Giotto se desplazó a una velocidad casi imperceptible para el ojo corriente, dejando una estela de fuego en el lugar donde estuvo situado, colocándose detrás de Pau en unas décimas de segundo. Una vez a su espalda, continuó aumentando la temperatura de su cuerpo hasta alcanzar los quinientos grados, intentando realizarle quemaduras por radiación, aprovechando la cercanía. Seguidamente, intentaría usar su colpo di vulcano con su mano izquierda, juntando sus dos dedos envueltos en llamas, apuntando a la articulación del su hombro derecho, intentando inutilizarle dicha extremidad. Seguidamente, acertara su primer ataque o no, usando su mantra para prever sus movimientos, intentaría prever el lugar hacia donde se movería —si es que lo hace—, para usar su guante derecho para descargarlo en contra del cantante, creando una gigantesca llamarada de fuego concentrado que se desplazaba a una velocidad ingente, a una temperatura muy superior a la que estaba desprendiendo el agente (Alrededor de 1500 grados, por el factor potenciador de los guantes).
Tras eso, retrocedería unos pasos, a esperas de que el resto de sus compañeros comenzaran su ofensiva.
—No, amigo, esto sólo era el ensayo preliminar antes del gran día —le respondió Giotto, mostrando una sonrisa en su rostro, mientras otro contador luminoso surgía en sus guantes —«Así será suficiente»—. El agente apenas había podido analizar el estilo de combate de su oponente, pero algo estaba claro: le encantaba lanzar ondas.
El cuerpo del agente poseedor de la logia de fuego parecía que se estaba envolviendo de candentes y cálidas llamas, pero eso no era lo que estaba ocurriendo, sino que, por primera vez en mucho tiempo, estaba mostrando su verdadera forma; una masa de fuego concentrada que adoptaba la apariencia de un ser humano normal y corriente. La llama de su cabeza aumento de tamaño, ardiendo con mucha más intensidad, a una temperatura más elevada que luego adoptó el resto de llamas de su cuerpo. La temperatura era tan alta que, posiblemente, cualquiera que le viera desde una distancia prudencial, vería como el aire estaba algo distorsionado; aunque eso sería una simple ilusión óptica. No obstante, eso último no importaba lo más mínimo, sino que era un mero detalle sin importancia, pues lo que verdaderamente importaba era que el ambiente a varios metros a su alrededor era incómodo para cualquiera incapaz de soportar las temperaturas extremas.
—Scualo di fuoco…
Giotto se desplazó a una velocidad casi imperceptible para el ojo corriente, dejando una estela de fuego en el lugar donde estuvo situado, colocándose detrás de Pau en unas décimas de segundo. Una vez a su espalda, continuó aumentando la temperatura de su cuerpo hasta alcanzar los quinientos grados, intentando realizarle quemaduras por radiación, aprovechando la cercanía. Seguidamente, intentaría usar su colpo di vulcano con su mano izquierda, juntando sus dos dedos envueltos en llamas, apuntando a la articulación del su hombro derecho, intentando inutilizarle dicha extremidad. Seguidamente, acertara su primer ataque o no, usando su mantra para prever sus movimientos, intentaría prever el lugar hacia donde se movería —si es que lo hace—, para usar su guante derecho para descargarlo en contra del cantante, creando una gigantesca llamarada de fuego concentrado que se desplazaba a una velocidad ingente, a una temperatura muy superior a la que estaba desprendiendo el agente (Alrededor de 1500 grados, por el factor potenciador de los guantes).
Tras eso, retrocedería unos pasos, a esperas de que el resto de sus compañeros comenzaran su ofensiva.
- Cosas usadas:
- Stats de clase: Actuales Sigilo: 5 | Reflejos: 3 | Fuerza: 5 | Agilidad: 1| Puntería: 3 | Resto: 0
Slancio di Fuoco: Debido a un intento de combinar su rokushiki con su fruta del diablo, Giotto ha creado un kempo que solo puede usar él, el cual consiste en aumentar la velocidad de sus soru, propulsándose con fuego a una velocidad de hasta 60 m/s. Debido a ello, antes de desaparecer se queda como una silueta ígnea donde estaba su cuerpo, el cual en situaciones propicias podría confundir a su contrincante.
Colpo di Vulcano: Gracias a los poderes que le otorga su fruta del diablo, es capaz de ejecutar el shigan con una variable que consiste en usar sus dos dedos, aumentado así su fuerza en un +100%, lanzando una llamarada de fuego, equivalente a un proyectil de fuego.
Mantra: Turno 1.- Mantra(Predilecto):
- Visión:
- Tier 1: Podría prever los golpes de su oponente con hasta medio segundo de antelación, a una distancia de hasta diez metros.
Tier 2: Podría prever los golpes de su oponente con hasta un segundo de antelación. Puede llegar a prever a un segundo enemigo, pero pierde la concentración al doble de velocidad.
Tier 3: Podría prever los golpes de su oponente a hasta veinte metros de distancia. Podría evaluar torpemente el nivel de combate de un oponente (diferenciar entre fuerte y débil).
- Empatía:
- Tier 1: Mientras se concentre activamente en ello (incapacidad para realizar acciones complejas) puede detectar a todas las personas en un área de diez metros, pero no discierne con exactitud su posición. Es capaz de mantener la concentración durante siete asaltos.
Tier 2: Es capaz, centrándose en una persona, de conocer sus sentimientos más superficiales (miedo, vergüenza, ira). Mientras realiza esta acción no puede prever sus acciones, pero tampoco pierde la concentración ni le impide actuar con normalidad.
Tier 3: Concentrándose activamente en ello puede detectar todas las personas en un radio de treinta metros. Sus habilidades van mejorando hasta el punto de que detecta presencias de animales, aunque no las localiza. Puede mantener la concentración durante hasta diez asaltos. Empieza a distinguir unas presencias de otras, reconociendo la parte fundamental de las auras.
Guanti di fiamma (Guante derecho): Fase 5: El quinto contador se enciende y el mecanismo brilla con más brío. Las llamaradas que es capaz de lanzar pueden alcanzar hasta una velocidad de 100 m/s, siendo tres veces más potentes que las del usuario. Además de ello, puede desplazarse de manera indefinida, siempre y cuando no supere los 40 m/s.
¿Acaso no es ese su nombre? —le preguntó a Alviss, que parecía descontento por ello—. Si le he ofendido, le pido disculpas, Alviss.
El pelirrojo no era capaz de comprender porque su chocolatado amigo se había cabreado de forma tan desmesurada por haberle llamado por su nombre, más bien por sus apellidos. Algo le tendría que haber pasado con su padre para menospreciar su legado de esa forma, ¿pero el qué? El padre de Zane y el de Alviss eran amigos, pero tampoco mucho. Lo conocía como tío Rosita, pero hacía más de tres lustros que no sabía de él. Una vez pasase todo el contratiempo del fin del mundo conocido, además de haber destruido a Krauser y a cualquier persona que haya ayudado a construir el apocalíptico artilugio que era la aguja, tendría que hablar con su tripulante sobre aquello.
No obstante, dejando ese tema de lado, a Luka tampoco parecía gustarle la versión más intelectual de su capitán.
—No debe quedar mucho para que trascurran los efectos de la dichosa droga de Marc —comentó Zane, mientras subía las escaleras que llevaban al piso superior—. Así que no se preocupe, señor Rooney.
Una vez en el piso superior, el pelirrojo pudo escuchar con suma claridad el reconocible sonido procedente del seno de una ardua batalla. Usó su vista de pájaro para contemplar que ocurría desde su posición. Había dos humanos y un mink luchando contra un hombre con baquetas, y un pony rosa contemplando todo expectante. «¿Esa no es la mascota de Bleyd Master, el enemigo número uno del gobierno mundial?», se preguntó el pirata, asintiendo con la cabeza. Luego, giró hacia un lado y se aproximó a una compuerta. Allí había un nuevo acertijo, ésta vez se trataba de un simple, pero al mismo tiempo complejo y entretenido, juego numérico.
—Esto es simple —dijo en voz alta, con un atisbo de arrogancia y sabelotodismo en su tono de voz—. Si me dais treinta segundos, es probable que…
Y entonces, tal y como le había advertido, el gyojin le propinó una colleja a su capitán. Aquel gesto no le hizo gracia al pirata, que clavó una fría mirada sobre su oficial de cubierta. No le dijo nada, pues quien avisa no es traidor, además de que había tenido que aguantar mucho desde que entraron en aquel lugar e hicieron una alianza con la marina. Simplemente, se cruzó de brazos y reculó unos pasos hacia atrás.
—Hacedlo vosotros —dijo—. Pero si no lo conseguís no vengáis pidiendo mi ayuda.
Su mirada, entonces, se fue para Vile, y se puso a su lado.
—Y dime, Vile, ¿qué te ha traído a la aguja? —le preguntó.
El pelirrojo no era capaz de comprender porque su chocolatado amigo se había cabreado de forma tan desmesurada por haberle llamado por su nombre, más bien por sus apellidos. Algo le tendría que haber pasado con su padre para menospreciar su legado de esa forma, ¿pero el qué? El padre de Zane y el de Alviss eran amigos, pero tampoco mucho. Lo conocía como tío Rosita, pero hacía más de tres lustros que no sabía de él. Una vez pasase todo el contratiempo del fin del mundo conocido, además de haber destruido a Krauser y a cualquier persona que haya ayudado a construir el apocalíptico artilugio que era la aguja, tendría que hablar con su tripulante sobre aquello.
No obstante, dejando ese tema de lado, a Luka tampoco parecía gustarle la versión más intelectual de su capitán.
—No debe quedar mucho para que trascurran los efectos de la dichosa droga de Marc —comentó Zane, mientras subía las escaleras que llevaban al piso superior—. Así que no se preocupe, señor Rooney.
Una vez en el piso superior, el pelirrojo pudo escuchar con suma claridad el reconocible sonido procedente del seno de una ardua batalla. Usó su vista de pájaro para contemplar que ocurría desde su posición. Había dos humanos y un mink luchando contra un hombre con baquetas, y un pony rosa contemplando todo expectante. «¿Esa no es la mascota de Bleyd Master, el enemigo número uno del gobierno mundial?», se preguntó el pirata, asintiendo con la cabeza. Luego, giró hacia un lado y se aproximó a una compuerta. Allí había un nuevo acertijo, ésta vez se trataba de un simple, pero al mismo tiempo complejo y entretenido, juego numérico.
—Esto es simple —dijo en voz alta, con un atisbo de arrogancia y sabelotodismo en su tono de voz—. Si me dais treinta segundos, es probable que…
Y entonces, tal y como le había advertido, el gyojin le propinó una colleja a su capitán. Aquel gesto no le hizo gracia al pirata, que clavó una fría mirada sobre su oficial de cubierta. No le dijo nada, pues quien avisa no es traidor, además de que había tenido que aguantar mucho desde que entraron en aquel lugar e hicieron una alianza con la marina. Simplemente, se cruzó de brazos y reculó unos pasos hacia atrás.
—Hacedlo vosotros —dijo—. Pero si no lo conseguís no vengáis pidiendo mi ayuda.
Su mirada, entonces, se fue para Vile, y se puso a su lado.
—Y dime, Vile, ¿qué te ha traído a la aguja? —le preguntó.
Mist D. Spanner
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Una voz hizo que el espadachín se detuviese en seco y se girase. Un hombre con el pelo negro y un peinado imposible les estaba gritando órdenes. O eso creía, pues el espadachín solo veía su boca abrirse y cerrarse y escuchaba su voz, aunque no prestaba atención a lo que decía. Los ojos azules del pirata seguían clavados en los del hombre, aunque su mente estaba lejana.
«¿Qué estará haciendo Zane? Si se ha encontrado con acertijos así... ¿Podrá siquiera avanzar? Lo dudo, es decir... Es alguien fuerte y un buen líder, sin duda, pero no es muy listo. Aún recuerdo aquella vez que le propuse yo mismo un acertijo. Consistía en llevar un zorro, una gallina y una lechuga al otro lado de un río en una barca con normas específicas, como el hecho de que solo podía llevar a dos en la barca y tenía que volver con una de ellas si o si, y que si el zorro se quedaba solo con la gallina se la comería y esta se comería la lechuga. La solución de Zane fue "paso a híbrida y me los llevo volando". No es de pensar mucho, no. Pero en fin... Uff... Pollo... Cuando todo esto acabe le pediré a Marc que haga pollo, la verdad es que me apetece. La última vez hizo uno empanado que estaba...»
Todo estaba en silencio. Parecía que el tipo había dejado ya de hablar y Spanner seguía mirándole a los ojos. Se rascó la nariz y entonces miró a otro lado, absorto en sus pensamientos. La puerta se había abierto y allí se encontraba un hombre... Bueno, parecía más bien un adolescente. Peludo y con dos codos en cada brazo. Llevaba un micrófono y una guitarra. Sus acciones se mostraron enseguida hostiles cuando saltó hacia el paquete. Spanner se movió a una velocidad increíble, poniéndose al otro lado del extraño cantante en un abrir y cerrar de ojos, casi como si se teleportara. Tenía la mano en el mango de su espada y esta estaba unos centímetros desenvainada. La envainó del todo en un sonoro "clack", terminando así su técnica.
«¿Qué estará haciendo Zane? Si se ha encontrado con acertijos así... ¿Podrá siquiera avanzar? Lo dudo, es decir... Es alguien fuerte y un buen líder, sin duda, pero no es muy listo. Aún recuerdo aquella vez que le propuse yo mismo un acertijo. Consistía en llevar un zorro, una gallina y una lechuga al otro lado de un río en una barca con normas específicas, como el hecho de que solo podía llevar a dos en la barca y tenía que volver con una de ellas si o si, y que si el zorro se quedaba solo con la gallina se la comería y esta se comería la lechuga. La solución de Zane fue "paso a híbrida y me los llevo volando". No es de pensar mucho, no. Pero en fin... Uff... Pollo... Cuando todo esto acabe le pediré a Marc que haga pollo, la verdad es que me apetece. La última vez hizo uno empanado que estaba...»
Todo estaba en silencio. Parecía que el tipo había dejado ya de hablar y Spanner seguía mirándole a los ojos. Se rascó la nariz y entonces miró a otro lado, absorto en sus pensamientos. La puerta se había abierto y allí se encontraba un hombre... Bueno, parecía más bien un adolescente. Peludo y con dos codos en cada brazo. Llevaba un micrófono y una guitarra. Sus acciones se mostraron enseguida hostiles cuando saltó hacia el paquete. Spanner se movió a una velocidad increíble, poniéndose al otro lado del extraño cantante en un abrir y cerrar de ojos, casi como si se teleportara. Tenía la mano en el mango de su espada y esta estaba unos centímetros desenvainada. La envainó del todo en un sonoro "clack", terminando así su técnica.
- Resumen y cosas:
- Ignorar a Jiren (lo siento xD) y atacar al señorito Justino a la par que este salta hacia el paquete:Ficha escribió:Yokai Aruku [Paso del Fantasma]
Spanner se ve rodeado por un aura morada intensa, similar a unas llamas translúcidas, y camina por el campo de batalla con la mano sujetando el mango de su katana sin desenvainar y atravesando con el poder de su fruta cualquier obstáculo. Durante el paso, Spanner ha ido cortando con su katana a una velocidad tan alta que es imperceptible al ojo humano y los efectos del corte solo se ven vigentes cuando el espadachín termina de envainar su espada tras su caminar. Cuantos más son los objetivos, más fácil son de percibir sus cortes, pero es capaz de cambiar su paso lento a una carrera instantánea de 50 m/s, apareciendo de golpe a la espalda de su enemigo nada más cortar.
Poder de Destrucción Tier 6
DATO IMPORTANTE: Mi katana es de categoría épica y congela al cortarEspada escribió:Habilidades especiales o destacables: Su hoja desprende al ser desenvainada un aura de frío, quedando visible en un ligero vaho. La hoja, al tacto, tiene la temperatura de -10ºC. Por lo general, es una espada bastante resistente y de una calidad excepcional, capaz de cortar casi cualquier cosa (de calidad menor). Sin embargo, lo verdaderamente destacable de esta espada, es que es incapaz de provocar sangrado, puesto que cada corte que hace queda totalmente congelado en segundos, provocando daños mayores por congelación. Además es capaz de crear formas de hielo cuando su hoja hiende el aire, pudiendo crear gruesas barreras heladas y picudas al congelar el aire frente al espadachín. Conforme avanza el combate, la hoja de la espada baja en temperatura, agravando los daños por congelación (10º menos cada dos posts desde que desenvaina la espada hasta alcanzar el tope de -100ºC)
Deathstroke
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Lo siguiente que pudimos ver una vez la pared se derrumbó fue una especie de selva. No me gustaban, aunque en ocasiones no podían evitarse. Solían ser sitios húmedos y muy calurosos que no eran agradables para estar en ellos dado que su humedad estropeaba las páginas de los libros. Con un leve suspiro avancé junto al capitán a través de la sala de vegetación, la cual fue reduciéndose hasta que quedaron unas paredes llenas de tuberías.
En ese momento, un sonido muy agudo se escuchó por la instalación. Algo que hizo que tuviese que taparme los oídos para reducir la molestia de este, aunque pude ver como el capitán hincaba la rodilla dado que él era mucho más susceptible al sonido. Cuando volviésemos al Ojo ya idearía algo para solucionar aquel problema, pero por ahora me centraría en detener aquella locura.
Esperé a que el capitán se recompusiese y pudiese seguir al resto, a quienes no tardamos en alcanzar. Al poco de alcanzarlos, se unieron al grupo los agentes que iban con Midorima, como si nos siguiesen, aunque no les culpaba.
Además, también apareció una extraña criatura, de muchos tentáculos, ojos y bocas. Nunca había visto una criatura de tales características, y tampoco leído sobre ella. Por lo que lo primero que se me pasó por la cabeza fue que era una especie de robot. Rápidamente observé con mi ojo cyborg a la criatura, buscando desde donde se enviaban los impulsos eléctricos. Si destruíamos su fuente la desactivaríamos.
-Si, capitán, soy médico, pero no se que mierda de cosa es esta, aunque se parece a mi pequeño craken – le respondí a Dexter tras su comentario – Aunque, sí, le estoy buscando uno.
No me mantuve en la posición en la que me encontraba y levitando comencé a girar en torno a la criatura observándola con detalle, tanto sus movimientos como su forma en busca de algo que nos ayudase a derrotarla. Sin embargo, de su cuerpo se fueron abriendo cremalleras, algo extraño sin duda alguna. Mejorando lo extraño del ser cuando los ataques que le hicieron se introdujeron por las cremalleras abiertas y aparecieron por otro lado.
-Parece que puede crear un sistema de portales – le informé al capitán por el auricular – lo único que no consigo ver es su parte inferior, quizás ahí tenga un punto débil. Voy a atacar con mi haki, vigila por donde puede salir el ataque, es posible que las cremalleras estén relacionadas a pares y no se comuniquen con las otras. Lo que habría que buscar una que no conduzca a otra – volví a informar al capitán justo cuando se me ocurrió aquella posibilidad.
Me coloqué encima de aquella cosa mientras volaba e imbuí el brazo hasta el codo en haki de armadura. Cuando estuve en posición realicé una línea vertical con el brazo con haki cortando el aire y cuando terminé esta salió disparada a una gran velocidad hacia la criatura. “Veamos que pasa” pensé mientras me movía a otra posición para no quedar tan desprotegido.
En ese momento, un sonido muy agudo se escuchó por la instalación. Algo que hizo que tuviese que taparme los oídos para reducir la molestia de este, aunque pude ver como el capitán hincaba la rodilla dado que él era mucho más susceptible al sonido. Cuando volviésemos al Ojo ya idearía algo para solucionar aquel problema, pero por ahora me centraría en detener aquella locura.
Esperé a que el capitán se recompusiese y pudiese seguir al resto, a quienes no tardamos en alcanzar. Al poco de alcanzarlos, se unieron al grupo los agentes que iban con Midorima, como si nos siguiesen, aunque no les culpaba.
Además, también apareció una extraña criatura, de muchos tentáculos, ojos y bocas. Nunca había visto una criatura de tales características, y tampoco leído sobre ella. Por lo que lo primero que se me pasó por la cabeza fue que era una especie de robot. Rápidamente observé con mi ojo cyborg a la criatura, buscando desde donde se enviaban los impulsos eléctricos. Si destruíamos su fuente la desactivaríamos.
-Si, capitán, soy médico, pero no se que mierda de cosa es esta, aunque se parece a mi pequeño craken – le respondí a Dexter tras su comentario – Aunque, sí, le estoy buscando uno.
No me mantuve en la posición en la que me encontraba y levitando comencé a girar en torno a la criatura observándola con detalle, tanto sus movimientos como su forma en busca de algo que nos ayudase a derrotarla. Sin embargo, de su cuerpo se fueron abriendo cremalleras, algo extraño sin duda alguna. Mejorando lo extraño del ser cuando los ataques que le hicieron se introdujeron por las cremalleras abiertas y aparecieron por otro lado.
-Parece que puede crear un sistema de portales – le informé al capitán por el auricular – lo único que no consigo ver es su parte inferior, quizás ahí tenga un punto débil. Voy a atacar con mi haki, vigila por donde puede salir el ataque, es posible que las cremalleras estén relacionadas a pares y no se comuniquen con las otras. Lo que habría que buscar una que no conduzca a otra – volví a informar al capitán justo cuando se me ocurrió aquella posibilidad.
Me coloqué encima de aquella cosa mientras volaba e imbuí el brazo hasta el codo en haki de armadura. Cuando estuve en posición realicé una línea vertical con el brazo con haki cortando el aire y cuando terminé esta salió disparada a una gran velocidad hacia la criatura. “Veamos que pasa” pensé mientras me movía a otra posición para no quedar tan desprotegido.
- resumen:
- Seguir a Dexter, ver la criatura rara, buscar con el ojo cyborg desde donde se envían impulsos eléctricos, informar a Dexter de mi teoría del poder del bicho, atacar a ver que pasa.
- cosas usadas:
- Supēsu bureiku III: De forma pasiva Deahstroke realiza corta el aire con el haki de armadura en línea recta con su mano extendida (no puede moverse de la posición en la que esté y el movimiento de la mano ha de ser lento). De forma activa este corte sale disparado al doble de la velocidad a la que Deathstroke puede generar corrientes de aire (en este caso serían 200km/h) hasta una distancia de 450 metros, el poder de corte de esto será un 50% más potente al haki de armamento de Deathstroke (gasta un asalto) y puede aplicar en este la habilidad de bastión al nivel que corresponda, pero le consume 2 asalto más
El individuo que acompañaba al desaliñado muchacho se acercó a la pantalla. ¿Cuál había dicho que era su nombre, Skión? Creía haber escuchado algo así, aunque tampoco le importaba mucho. En cambio, lo que sucediese a continuación sí que tenía gran trascendencia. Tenían una única oportunidad si querían pasar por allí, sólo una, y si la idea del tipo animal no surtía efecto, tendrían que buscar un camino alternativo. Eso implicaría invertir un tiempo del que estaba seguro no disponía.¿En qué momento había visto bien darle a aquel sujeto la potestad de decidir qué palabra escogerían?
Por fortuna, tras emitir una serie de pitidos que parecieron sincronizarse con los latidos de su corazón, la casi invisible pantalla que les había estado impidiendo el paso descendió, abriéndoles al fin el paso. Therax no se lo pensó y se introdujo en el pasillo en cuyo acceso tanto empeño había puesto.
El camino les condujo hasta una estancia bastante amplia, pero el espadachín se detuvo un instante antes de dar el primer paso dentro. En el centro de la misma se podía apreciar un cuadrilátero conformado por baldosas de diferentes colores. Sobre la misma destacaba una mesa redonda que acaparaba toda la atención de los que se encontraban allí. Había siete personas en el lugar, tres de las cuales le eran completamente desconocidas y no le inspiraban demasiada confianza —para variar—. Llamó su atención la pistola que se encontraba sobre la mesa, pues podía indicar que el ambiente allí era cuanto menos tenso. «No te precipites», se dijo.
Aun así, no pudo evitar reparar en que Nailah llevaba desenfundada su espada, la Reina Roja. No aparentaba hostilidad, pero cualquiera sabía. Uno de los desconocidos se encontraba junto a un paquete, el cual también se encontraba depositado sobre la mesa que debía ser el núcleo de lo que hubiera que hacer allí. Por otro lado, la figura de Marc resaltaba entre las de los demás, con su gran envergadura y su perenne sonrisa. Spanner, en silencio, observaba todo con el disimulo que le caracterizaba. Además de los dos desconocidos, el individuo que había estado junto a ellos al adentrarse en la Aguja también se encontraba allí.
Experimentó una mezcla de alivio y tensión, pues desconocía la naturaleza del momento en que había aparecido. Fuera como fuere, la única forma de hacerse una idea acerca de la situación era manifestar su presencia. Alzó la mano a lo lejos para que sus compañeros pudieran verle.
—Creía que me había perdido —comentó con fingida indiferencia, acercándose con paso lento pero firme al grupo. Apenas había dado unos pasos cuando Spanner comenzó a moverse. Una puerta se había abierto unos instantes antes, y un tipo cuya apariencia se encontraba a caballo entre la de una persona y la de un castor había aparecido para lanzarse sobre la mesa.
Un escalofrío recorrió la espalda del domador al escuchar el 'clack' que anunciaba el fin de la técnica del segundo al mando de los Arashi. El gusto que podía llegar a producir rozaba lo sobrecogedor, pero no era momento ni lugar para tener una erección. Se desplazó a toda velocidad hasta colocarse junto a los suyos, con sus manos colocadas sobre la empuñadura de Yuki-onna y Wirapuru.
Aguardaría un instante para ver qué sucedía con la ofensiva del subcapitán y actuaría en consecuencia, aunque, a decir verdad, estaba deseando liberar toda la tensión que había estado acumulando desde que pusiera un pie en el Jinete. ¿Sería todo responsabilidad del molesto ruido que asolaba los cimientos de la estructura una y otra vez? No lo sabía, pero era indudable que le molestaba sobremanera.
Por fortuna, tras emitir una serie de pitidos que parecieron sincronizarse con los latidos de su corazón, la casi invisible pantalla que les había estado impidiendo el paso descendió, abriéndoles al fin el paso. Therax no se lo pensó y se introdujo en el pasillo en cuyo acceso tanto empeño había puesto.
El camino les condujo hasta una estancia bastante amplia, pero el espadachín se detuvo un instante antes de dar el primer paso dentro. En el centro de la misma se podía apreciar un cuadrilátero conformado por baldosas de diferentes colores. Sobre la misma destacaba una mesa redonda que acaparaba toda la atención de los que se encontraban allí. Había siete personas en el lugar, tres de las cuales le eran completamente desconocidas y no le inspiraban demasiada confianza —para variar—. Llamó su atención la pistola que se encontraba sobre la mesa, pues podía indicar que el ambiente allí era cuanto menos tenso. «No te precipites», se dijo.
Aun así, no pudo evitar reparar en que Nailah llevaba desenfundada su espada, la Reina Roja. No aparentaba hostilidad, pero cualquiera sabía. Uno de los desconocidos se encontraba junto a un paquete, el cual también se encontraba depositado sobre la mesa que debía ser el núcleo de lo que hubiera que hacer allí. Por otro lado, la figura de Marc resaltaba entre las de los demás, con su gran envergadura y su perenne sonrisa. Spanner, en silencio, observaba todo con el disimulo que le caracterizaba. Además de los dos desconocidos, el individuo que había estado junto a ellos al adentrarse en la Aguja también se encontraba allí.
Experimentó una mezcla de alivio y tensión, pues desconocía la naturaleza del momento en que había aparecido. Fuera como fuere, la única forma de hacerse una idea acerca de la situación era manifestar su presencia. Alzó la mano a lo lejos para que sus compañeros pudieran verle.
—Creía que me había perdido —comentó con fingida indiferencia, acercándose con paso lento pero firme al grupo. Apenas había dado unos pasos cuando Spanner comenzó a moverse. Una puerta se había abierto unos instantes antes, y un tipo cuya apariencia se encontraba a caballo entre la de una persona y la de un castor había aparecido para lanzarse sobre la mesa.
Un escalofrío recorrió la espalda del domador al escuchar el 'clack' que anunciaba el fin de la técnica del segundo al mando de los Arashi. El gusto que podía llegar a producir rozaba lo sobrecogedor, pero no era momento ni lugar para tener una erección. Se desplazó a toda velocidad hasta colocarse junto a los suyos, con sus manos colocadas sobre la empuñadura de Yuki-onna y Wirapuru.
Aguardaría un instante para ver qué sucedía con la ofensiva del subcapitán y actuaría en consecuencia, aunque, a decir verdad, estaba deseando liberar toda la tensión que había estado acumulando desde que pusiera un pie en el Jinete. ¿Sería todo responsabilidad del molesto ruido que asolaba los cimientos de la estructura una y otra vez? No lo sabía, pero era indudable que le molestaba sobremanera.
- Resumen - Los de la sala con las baldosas multicolores:
- Entrar en la sala y dirigirme al centro tras saludar con la mano a los que conozco.
La onda de choque lanzada por el tipo incidió directamente sobre mí, lanzándome hacia atrás y estrellándome contra el suelo con no demasiada gentileza. Pese a ello, me erguí de nuevo con toda la celeridad que fui capaz y me coloqué en guardia, esperando un nuevo ataque. Nada más lejos de la realidad. El guardián de la lápida se comportaba como si estuviese dando un paseo por el campo, hecho que me molestó profundamente.
Un ascenso en la temperatura de la sala expulsó de mi mente cualquier consideración sobre nuestro oponente. Creía haber distinguido anteriormente cómo Giotto trataba de golpear al de las baquetas usando fuego, pero no se me había ocurrido achacarlo a nada en especial. Las armas y dispositivos que hacían uso del mismo como elemento ofensivo eran muy numerosos. Sin embargo, lo que mis ojos veían en esos momentos no dejaba lugar a dudas. «Tal vez tengamos en común más de lo que pensaba», me dije, asumiendo mi forma elemental e inundando la estancia con mi luz.
No tuve que concentrarme demasiado para manipularla y dar forma a tres imágenes idénticas a mí. Éstas aparecieron sobre el percusionista unos instantes antes de que el rubio finalizase su ofensiva, momento que aprovecharon para lanzarse sobre el objetivo con el puño en alto. Tratarían de golpearle al tiempo que yo, desde mi posición, alzaba ambas manos en dirección a él.
Desconocía si preferiría detener los golpes, ignorarlos o esquivarlos. Incluso existía la posibilidad de que optase por dejar de defenderse y tomar la iniciativa. Pero esos detalles poco me importaban en ese momento, pues me aseguraría de estar preparado si aquello sucedía. Los canalizadores de luz estaban orientados hacia mi objetivo, preparados para disparar y sedientos de sangre. Iba a pasar por allí sin importar cómo, y un tío con unas gafas tan ridículas no sería quien me lo impidiese.
Aguardaría el momento oportuno, ése en el que quedase claro cuál sería su actitud frente a las imágenes que había lanzado sobe él —con los puños perfectamente tangibles—, para disparar dos proyectiles lumínicos de grueso calibre con intenciones poco o nada amistosas.
Un ascenso en la temperatura de la sala expulsó de mi mente cualquier consideración sobre nuestro oponente. Creía haber distinguido anteriormente cómo Giotto trataba de golpear al de las baquetas usando fuego, pero no se me había ocurrido achacarlo a nada en especial. Las armas y dispositivos que hacían uso del mismo como elemento ofensivo eran muy numerosos. Sin embargo, lo que mis ojos veían en esos momentos no dejaba lugar a dudas. «Tal vez tengamos en común más de lo que pensaba», me dije, asumiendo mi forma elemental e inundando la estancia con mi luz.
No tuve que concentrarme demasiado para manipularla y dar forma a tres imágenes idénticas a mí. Éstas aparecieron sobre el percusionista unos instantes antes de que el rubio finalizase su ofensiva, momento que aprovecharon para lanzarse sobre el objetivo con el puño en alto. Tratarían de golpearle al tiempo que yo, desde mi posición, alzaba ambas manos en dirección a él.
Desconocía si preferiría detener los golpes, ignorarlos o esquivarlos. Incluso existía la posibilidad de que optase por dejar de defenderse y tomar la iniciativa. Pero esos detalles poco me importaban en ese momento, pues me aseguraría de estar preparado si aquello sucedía. Los canalizadores de luz estaban orientados hacia mi objetivo, preparados para disparar y sedientos de sangre. Iba a pasar por allí sin importar cómo, y un tío con unas gafas tan ridículas no sería quien me lo impidiese.
Aguardaría el momento oportuno, ése en el que quedase claro cuál sería su actitud frente a las imágenes que había lanzado sobe él —con los puños perfectamente tangibles—, para disparar dos proyectiles lumínicos de grueso calibre con intenciones poco o nada amistosas.
- Resumen:
- Brillar muy fuerte, intentar golpearle con "ilusiones tangibles" —mirar "Cosillas"— y, buscando el momento más oportuno, tratar de darle con los proyectiles de los Canalizadores de luz.
- Cosillas:
- Akuma - Nivel 50: la luz que el usuario produce puede alcanzar los 10 000 lux. Además, transformado en su forma elemental es capaz de desplazarse a una velocidad de hasta 500 m/s en línea recta. Los láseres que es capaz de generar alcanzan una distancia de 50 metros, y son capaces de producir quemaduras de segundo grado al entrar en contacto con la piel. La gravedad de las mismas se irá incrementando si el haz de luz incide durante varios turnos.
Light it up!: la intensidad de la luz que produce Iulio aumenta, llegando a duplicar los valores de la tabla.
Mirage: Iulio es capaz de controlar, moldear y, en definitiva, manipular la luz que produce. En consecuencia, puede dotarla de la forma que estime oportuna y otorgarle una apariencia indistinguible a simple vista del elemento al que pretende dar forma.
Luz tangible: el usuario aprende a solidificar la luz que produce en diferentes formas sencillas, como armas. En este caso, solidifico los puños de los 'yo' creados con Mirage.
Canalizadores de luz - Cualidad excepcional: en lugar de lanzar múltiples proyectiles, puedes reservar la luz durante tres turnos para lanzar dos grandes proyectiles de luz de dos metros de largo y diez centímetros de diámetro.
Zuzu
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Sky bajó ambos brazos que sujetaban la espada de una manera muy peligrosa para el guardia, pero la situación cambió de repente. Una carcajada rompió el silencio y el guarda quedó con una mueca de sonrisa arrogante en su cara mientras se movía con lentitud hacia un lado dejando la puerta a merced del espadachín. Éste entendió enseguida que se había ganado el acceso a lo que sea que se encontrara detrás. No dudó en dar el primer paso y avanzar. A pesar de no girar la cabeza el muchacho siguió la sombra del guardia con la vista periférica lo más que pudo. Nunca estaba de más ser precavido ante desconocidos.
Su condición física iba recuperándose hasta la normalidad tras el desmayo de antes. Pero no todo mantenía aquella línea de perfección... sus ojos tardaron un momento en acostumbrarse a la ligera oscuridad que parecía haber detrás de la puerta. Se frotó los ojos pero no sirvió de nada. Una pequeña exclamación se le escapó cuando se dio cuenta que no es que estuviese oscuro, sino que no había nada. No había paredes, no había suelo, no había techo. Levantó el pie y golpeó con la suela del zapato un par de veces para asegurarse de que estaba pisando sobre sólido y así era. Cuando lo hizo se percató de que en el suelo había como pequeñas bolitas separadas por cortas distancias unas de otras y formaban una especie de línea discontinua.
Se agachó y recogió lo que había en el suelo. Examinándolo mas de cerca se percató de que tenía una pequeña lenteja en su mano. La acercó a los ojos y no parecía cocinada, sino que estaba dura. La guardó en el bolsillo y empezó a caminar lentamente hacia la siguiente y así sucesivamente. Los gritos y ruidos extraños aumentaban en intensidad directamente proporcional a la distancia que estaba recorriendo siguiendo las lentejas. ¿Se trataba de una trampa? ¿Por qué alguien dejaría un rastro tan extraño, en un lugar tan especial hacia lo desconocido? Una sonrisa se escapó en la mueca de concentración que tenía en ese momento al pensar que más loco estaba él por seguir aquel rastro. Era literalmente como caminar hacia un acantilado y tener claro que la tierra era muy resbaladiza.
Después de un largo rato de caminar empezó a distinguirse entre la nada, cosa que era fácil de ver el marco de una puerta negra. Sky quedó parado enfrente de esta mientras apartaba con el pie las últimas lentejas que habían en el suelo. Los ruidos ahora eran muy fuertes y sin un ritmo marcado. Estaba claro que al otro lado había un caos desorganizado orquestado por más de un sujeto. Inspiró hondo y abrió la puerta de golpe entrando. Sus ojos se abrieron ligeramente por la sorpresa de encontrarse con la silueta de un gorila que se acercaba mucho a uno de verdad pero le impactó el hecho de que estaba compuesto por materiales mecánicos.
Sus ojos saltaron hacia dos sujetos que al parecer estaban ¿bailando? Miró entrecerrando los ojos y pudo distinguir fugazmente a una cara familiar. Estaba claro que no era el día de los humanos ya que el superior de la Revolución se encontraba allí y no estaba solo. Era Maki, aquel gyojin que había conocido en el submarino y que había perdido de vista casi con tanta rapidez con la que lo había encontrado. La otra persona era una muchacha de pelo que se acercaba con crueldad al color de la ceniza. A pesar de eso tenía buena forma y una belleza natural.
Sky tuvo que saltar ya que estaba cerca del gorila que parecía bobo y a su alrededor el hormigón estaba rompiéndose con furia. A pesar de aquello el gorila ni se inmutaba. ¿Quién era responsable de aquellos ataques? Miró incluso más allá y vio que no eran los únicos allí presentes. ¿Acaso alguien se habia percatado de la nueva intrusión? Sky podría encontrarse en una nueva sala que lo colocaba en una situación peligrosa. A pesar de saber eso, su mirada seguía calmada y con unos ojos dulzones miró la escena mientras respiraba muy hondo con intención de desacelerar su corazón. Por sus venas corría emoción y adrenalina. Estaba preparado, pero no sabía exactamente para qué.
– ¡Hola! – Dijo al gorila. No esperaba una respuesta y tras hablar levantó la mano y volvió a repetir el saludo, esta vez con intención de hacerle saber al ocupado bailarín de Maki.
Su condición física iba recuperándose hasta la normalidad tras el desmayo de antes. Pero no todo mantenía aquella línea de perfección... sus ojos tardaron un momento en acostumbrarse a la ligera oscuridad que parecía haber detrás de la puerta. Se frotó los ojos pero no sirvió de nada. Una pequeña exclamación se le escapó cuando se dio cuenta que no es que estuviese oscuro, sino que no había nada. No había paredes, no había suelo, no había techo. Levantó el pie y golpeó con la suela del zapato un par de veces para asegurarse de que estaba pisando sobre sólido y así era. Cuando lo hizo se percató de que en el suelo había como pequeñas bolitas separadas por cortas distancias unas de otras y formaban una especie de línea discontinua.
Se agachó y recogió lo que había en el suelo. Examinándolo mas de cerca se percató de que tenía una pequeña lenteja en su mano. La acercó a los ojos y no parecía cocinada, sino que estaba dura. La guardó en el bolsillo y empezó a caminar lentamente hacia la siguiente y así sucesivamente. Los gritos y ruidos extraños aumentaban en intensidad directamente proporcional a la distancia que estaba recorriendo siguiendo las lentejas. ¿Se trataba de una trampa? ¿Por qué alguien dejaría un rastro tan extraño, en un lugar tan especial hacia lo desconocido? Una sonrisa se escapó en la mueca de concentración que tenía en ese momento al pensar que más loco estaba él por seguir aquel rastro. Era literalmente como caminar hacia un acantilado y tener claro que la tierra era muy resbaladiza.
Después de un largo rato de caminar empezó a distinguirse entre la nada, cosa que era fácil de ver el marco de una puerta negra. Sky quedó parado enfrente de esta mientras apartaba con el pie las últimas lentejas que habían en el suelo. Los ruidos ahora eran muy fuertes y sin un ritmo marcado. Estaba claro que al otro lado había un caos desorganizado orquestado por más de un sujeto. Inspiró hondo y abrió la puerta de golpe entrando. Sus ojos se abrieron ligeramente por la sorpresa de encontrarse con la silueta de un gorila que se acercaba mucho a uno de verdad pero le impactó el hecho de que estaba compuesto por materiales mecánicos.
Sus ojos saltaron hacia dos sujetos que al parecer estaban ¿bailando? Miró entrecerrando los ojos y pudo distinguir fugazmente a una cara familiar. Estaba claro que no era el día de los humanos ya que el superior de la Revolución se encontraba allí y no estaba solo. Era Maki, aquel gyojin que había conocido en el submarino y que había perdido de vista casi con tanta rapidez con la que lo había encontrado. La otra persona era una muchacha de pelo que se acercaba con crueldad al color de la ceniza. A pesar de eso tenía buena forma y una belleza natural.
Sky tuvo que saltar ya que estaba cerca del gorila que parecía bobo y a su alrededor el hormigón estaba rompiéndose con furia. A pesar de aquello el gorila ni se inmutaba. ¿Quién era responsable de aquellos ataques? Miró incluso más allá y vio que no eran los únicos allí presentes. ¿Acaso alguien se habia percatado de la nueva intrusión? Sky podría encontrarse en una nueva sala que lo colocaba en una situación peligrosa. A pesar de saber eso, su mirada seguía calmada y con unos ojos dulzones miró la escena mientras respiraba muy hondo con intención de desacelerar su corazón. Por sus venas corría emoción y adrenalina. Estaba preparado, pero no sabía exactamente para qué.
– ¡Hola! – Dijo al gorila. No esperaba una respuesta y tras hablar levantó la mano y volvió a repetir el saludo, esta vez con intención de hacerle saber al ocupado bailarín de Maki.
- Resumen:
Llega a la sala donde se encuentra Maki y los demás y saludo de una manera estúpida y nada precavida
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Annie chasqueó la lengua al ver que sus ataques no afectaban en absoluto al gorila, salvo los que lo desestabilizaban al chocar contra el suelo. No podía estar enviando bolas de viento comprimido continuamente, a pesar de que su energía era bastante, no era algo que tuviera el gusto de seguir intentando todo el rato. La mujer serpiente se giró para ver como iban sus compañeros y, Julianna parecía gritar que no había salida, pero sí que la había y la revolucionaria se había dado cuenta de ello. Sin embargo, Maki había evitado su viento para llevarlo hasta un lugar más seguro.
¿Por qué retrocedía? Annie descendió y fue hacia él rápidamente, para llevárselo, pero no pudo. Maki la agarró de la cintura con fuerza y la muchacha de cabellos cenicientos le miró a los ojos, parpadeando varias veces seguidas. ¿Desde cuándo se comportaba así? Annie le acompañó en todos sus movimientos. Era una experta bailarina y, aunque al principio estaba muy confusa sobre lo qué estaba pasando enseguida le pilló el truco a lo que tramaba el gyojin.
No hacía falta música para el baile que estaban realizando, solo con verlo resultaba mágico. Cada giro y cada paso era perfecto y la musicalidad de cada movimiento parecía extenderse por toda la sala hasta atraer la atención del gorila. Durante unos segundos, la muchacha de cabellos cenicientos cerró los ojos y se dejó llevar por el ritmo del gyojin, quien llevaba el ritmo.
Más giros, adelante y atrás, una vuelta y de nuevo su cabello rozando el suelo debido a que Maki la dejaba caer mientras la agarraba con firmeza por la cintura. Se irguió y, cuando el baile terminó se fijó en el estado del gorila. Parecía entusiasmado y la muchacha no pudo evitar sonreír al gyojin sin soltar su mano.
-¡Funciona!
El baile a ojos del mundo había sido sublime, lástima que solo unas pocas personas hubieran podido apreciarlo si no, todo el mundo, quedaría embelesado de la danza más hermosa, de la última que vería el fin del mundo. Therax vino a la cabeza de Annie. Mejor así, pensó, mejor que haya sido en secreto. Ella sabía que si el rubio se enteraba haría un montón de preguntas y montaría una de sus típicas escenitas.
Se fijó también en que un muchacho, desde la sala que habían venido, apareció allí saludando felizmente. ¿Pero qué hacía? ¿No se suponía que estaban guardando la puerta? Annie suspiró y le alzó la mano, en señal de que esperase allí. Entrometerse con el gorila mientras este estaba contento podía ser peligroso y en un descuido podían llamar la atención y echar abajo todo el plan de contención.
¿Por qué retrocedía? Annie descendió y fue hacia él rápidamente, para llevárselo, pero no pudo. Maki la agarró de la cintura con fuerza y la muchacha de cabellos cenicientos le miró a los ojos, parpadeando varias veces seguidas. ¿Desde cuándo se comportaba así? Annie le acompañó en todos sus movimientos. Era una experta bailarina y, aunque al principio estaba muy confusa sobre lo qué estaba pasando enseguida le pilló el truco a lo que tramaba el gyojin.
No hacía falta música para el baile que estaban realizando, solo con verlo resultaba mágico. Cada giro y cada paso era perfecto y la musicalidad de cada movimiento parecía extenderse por toda la sala hasta atraer la atención del gorila. Durante unos segundos, la muchacha de cabellos cenicientos cerró los ojos y se dejó llevar por el ritmo del gyojin, quien llevaba el ritmo.
Más giros, adelante y atrás, una vuelta y de nuevo su cabello rozando el suelo debido a que Maki la dejaba caer mientras la agarraba con firmeza por la cintura. Se irguió y, cuando el baile terminó se fijó en el estado del gorila. Parecía entusiasmado y la muchacha no pudo evitar sonreír al gyojin sin soltar su mano.
-¡Funciona!
El baile a ojos del mundo había sido sublime, lástima que solo unas pocas personas hubieran podido apreciarlo si no, todo el mundo, quedaría embelesado de la danza más hermosa, de la última que vería el fin del mundo. Therax vino a la cabeza de Annie. Mejor así, pensó, mejor que haya sido en secreto. Ella sabía que si el rubio se enteraba haría un montón de preguntas y montaría una de sus típicas escenitas.
Se fijó también en que un muchacho, desde la sala que habían venido, apareció allí saludando felizmente. ¿Pero qué hacía? ¿No se suponía que estaban guardando la puerta? Annie suspiró y le alzó la mano, en señal de que esperase allí. Entrometerse con el gorila mientras este estaba contento podía ser peligroso y en un descuido podían llamar la atención y echar abajo todo el plan de contención.
Nailah
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Nailah no dejó pasar por alto el comentario del hombre que les había amenazado. Se giró, sonriendo y con la espada apoyada sobre el hombro. Lo miró de arriba abajo y suspiró. Por su aspecto no parecía nadie importante y esos aires de subidito que llevaba le pedían a la morena que se los bajara rápidamente, pero ¿para qué perder el tiempo con él cuando había enemigos peores?
-No nos iremos, maestro de técnicas asesinas - Se encogió de hombros -. Tienes suerte de que mis compañeros y yo no te hagamos nada, pero no nos gustan las amenazas así que procura no molestar, ¿entendido? Y tras este momento incómodo y para que veáis que somos de fiar, soy Nailah Evezyan, y junto con estos chicos formamos parte de la tripulación Arashi No Kyoudai.
Tras eso, decidió ignorar Jiren y a su compañera, ya que un sonido llamó su atención. Se giró y vio un largo pasillo abrirse con tres personas más. ¿Therax? ¿Por qué no estaba con Zane? ¿Y por qué iba acompañado de un niño raro y un gigante? Fuere lo que fuere, se alegraba de ver que estaba bien y estaba junto a ellos, pero ahora tenían preocupaciones más importantes.
Miró al repartidor y este accedió a poner su paquete sobre la pequeña mesita. Se oyó un "clack" y el mueble se bajó lo suficiente como para activar la puerta. Sonrió de manera jactanciosa, ya que había tenido razón a la hora de poner el paquete en la mesa. Le hubiera gustado presumir de qué tenía razón, pero Spanner era un prisas y, en cuanto la puerta se abrió hubo un invitado no deseado.
Su apariencia era extraña, parecía un castor de brazos largos al que le encantaba la música. Cuando Nailah vio como miraba al paquete del repartidor se puso en guardia. El filo de la reina roja se envolvió en fuego y, corriendo hacia el castor, le lanzó una onda cortante.
-No nos iremos, maestro de técnicas asesinas - Se encogió de hombros -. Tienes suerte de que mis compañeros y yo no te hagamos nada, pero no nos gustan las amenazas así que procura no molestar, ¿entendido? Y tras este momento incómodo y para que veáis que somos de fiar, soy Nailah Evezyan, y junto con estos chicos formamos parte de la tripulación Arashi No Kyoudai.
Tras eso, decidió ignorar Jiren y a su compañera, ya que un sonido llamó su atención. Se giró y vio un largo pasillo abrirse con tres personas más. ¿Therax? ¿Por qué no estaba con Zane? ¿Y por qué iba acompañado de un niño raro y un gigante? Fuere lo que fuere, se alegraba de ver que estaba bien y estaba junto a ellos, pero ahora tenían preocupaciones más importantes.
Miró al repartidor y este accedió a poner su paquete sobre la pequeña mesita. Se oyó un "clack" y el mueble se bajó lo suficiente como para activar la puerta. Sonrió de manera jactanciosa, ya que había tenido razón a la hora de poner el paquete en la mesa. Le hubiera gustado presumir de qué tenía razón, pero Spanner era un prisas y, en cuanto la puerta se abrió hubo un invitado no deseado.
Su apariencia era extraña, parecía un castor de brazos largos al que le encantaba la música. Cuando Nailah vio como miraba al paquete del repartidor se puso en guardia. El filo de la reina roja se envolvió en fuego y, corriendo hacia el castor, le lanzó una onda cortante.
Hayden Ashworth
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Cuando la tontatta le pidió a Zuko con un gesto que se agachara, prefirió no hacerlo, pues se veía venir lo que ocurriría si lo hiciese y no quería que se causasen más problemas con Wyrm. Sin embargo, la respuesta del cadete le hizo fruncir el ceño. El comodoro lo miró fijamente a los ojos, clavando sus orbes ambarinos en él, mientras una fría rabia crecía en su interior.
–Cadete –pronunció con seriedad—. Esa no es forma de hablarle a un sargento. Independientemente de lo que haya hecho, sigue siendo tu superior y le debes respeto. Pero ya hablaremos de esto cuando todo haya terminado, cadete. Y puede que añadamos también a la ofensa el hecho de que no llevas el uniforme en una misión oficial. Mantente en silencio a partir de ahora y obedece las órdenes que se te den, ¿está claro?
«Wyrm —le dijo mentalmente al sargento cuando empezaba a avanzar según las indicaciones de la tontatta—. Calma. Estamos en una situación de vida o muerte y la presión nos puede a todos, es comprensible. Pero por eso mismo debes mantener la cabeza fría. Si esta mujer no es de fiar y nos lleva a una trampa, nos encargaremos de ello. Sé que podremos, confío en nuestras capacidades. Sin embargo, ahora es nuestra única forma de avanzar. Debemos poner todos nuestros esfuerzos en evitar que mueran más inocentes, ¿de acuerdo? Avancemos.»
El dragón empezó a correr siguiendo las indicaciones de la pequeña mujer, que de vez en cuando le daba tirones del pelo para indicarle giros bruscos. Los obstáculos que se encontraban, el dragón los echaba abajo de un golpe y no llegaban ni a ralentizarlos. Sin embargo, en cuanto entró a la última sala se paró en seco. El agua le cubría los pies y un horrible olor entró en su sensible nariz de reptil, la cual tapó enseguida con una de sus manos. El dragón se aguantó las náuseas.
—Vamos —dijo el dragón después de que la pequeña insistiese en continuar todo recto—. Esto se está llenando.
Y continuaría todo recto hasta la siguiente sala.
–Cadete –pronunció con seriedad—. Esa no es forma de hablarle a un sargento. Independientemente de lo que haya hecho, sigue siendo tu superior y le debes respeto. Pero ya hablaremos de esto cuando todo haya terminado, cadete. Y puede que añadamos también a la ofensa el hecho de que no llevas el uniforme en una misión oficial. Mantente en silencio a partir de ahora y obedece las órdenes que se te den, ¿está claro?
«Wyrm —le dijo mentalmente al sargento cuando empezaba a avanzar según las indicaciones de la tontatta—. Calma. Estamos en una situación de vida o muerte y la presión nos puede a todos, es comprensible. Pero por eso mismo debes mantener la cabeza fría. Si esta mujer no es de fiar y nos lleva a una trampa, nos encargaremos de ello. Sé que podremos, confío en nuestras capacidades. Sin embargo, ahora es nuestra única forma de avanzar. Debemos poner todos nuestros esfuerzos en evitar que mueran más inocentes, ¿de acuerdo? Avancemos.»
El dragón empezó a correr siguiendo las indicaciones de la pequeña mujer, que de vez en cuando le daba tirones del pelo para indicarle giros bruscos. Los obstáculos que se encontraban, el dragón los echaba abajo de un golpe y no llegaban ni a ralentizarlos. Sin embargo, en cuanto entró a la última sala se paró en seco. El agua le cubría los pies y un horrible olor entró en su sensible nariz de reptil, la cual tapó enseguida con una de sus manos. El dragón se aguantó las náuseas.
—Vamos —dijo el dragón después de que la pequeña insistiese en continuar todo recto—. Esto se está llenando.
Y continuaría todo recto hasta la siguiente sala.
- resumen - Hamlet, Erik, Kayn, Bizvan, Tobias si seguís ahí:
- echar las broncas correspondientes y continuar por las indicaciones de la amable señorita hasta la sala 10
Scarlett F. Jones
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Pese a intentar poner mi arma en la mesa el peso no era suficiente como para activar la puerta, ya que esta se elevó solo un par de centímetros. Necesitábamos poner algo más pesado y estaba a punto de poner mi rifle, arriesgándome a poder dejarlo atrás hasta que entraron más personas en la sala. Por sus apariencias parecían ser piratas pero como ningún superior me había ordenado apresarlos ni atacarlos no me molesté en entrar en modo hostil. Además, necesitábamos ayuda para proseguir y llegar a la siguiente zona. Una mujer nos amenazó con su arma, preguntando quienes éramos para después acercarse a donde estaba yo y decirme que mi arma no pesaba lo suficiente. Y tuvo la idea de que el joven que nos acompañaba a mí y a Jiren pusiera su caja encima de la mesa.
- Sí, podría funcionar - Dije apoyando a la muchacha.
El joven así puso la caja, con dudas y con miedo de que alguien la tomara o algo. Debía ser bastante importante el contenido para mostrarse así de reacio. Mi compañero del Cipher Pol se puso a la defensiva dispuesto a luchar contra aquellas personas. Pero le mostré mi negativa a enfrentarme a ellos. Pues parecían no ser hostiles además de que habían abandonado la sala donde estaba el almirante Kodama, lo que significaba de que cabría la posibilidad de que hubiera una especie de tregua.
- Atrás, Jiren. Si fueran enemigos ya estaríamos muertos, además de que no tenemos órdenes de apresarles ni nada. ¿La Marina ha organizado una tregua para acabar con el loco de este sitio, verdad? - Pregunté mirando a los desconocidos - Si es el caso la respetaré siempre y cuando hagáis lo mismo -
Un hombre que era enorme y cuyo nombre era Marc nos preguntó por nuestros nombres, parecía ser alguien amable.
- Agente Scarlett F. Jones, encantada de conocerte - Respondí con educación
Al abrir la puerta, un cuatro brazos con la apariencia de un castor salió de entre las sombras. Tenía un micrófono y una guitarra además de estar cantando una canción tan horrible que hacían que mis oídos me dolieran. Tiró el micrófono y se abalanzó contra la caja. Teníamos una nueva pelea entre manos y esta vez al menos teníamos aliados que parecían fuertes. Un hombre enseguida se puso detrás del enemigo y parecía que lo iba a cortar. Y justo entonces llegaba otro miembro de aquella banda. ¿En verdad eran de fiar? No sabía la respuesta pero tampoco me importaba. Mis órdenes se limitaban a encontrar al ex revolucionario y acabar con él.
Tomé la pistola y me preparé para dar apoyo de fuego en caso de que aquellas personas lo necesitaran. Aunque lo dudaba mucho.
- Sí, podría funcionar - Dije apoyando a la muchacha.
El joven así puso la caja, con dudas y con miedo de que alguien la tomara o algo. Debía ser bastante importante el contenido para mostrarse así de reacio. Mi compañero del Cipher Pol se puso a la defensiva dispuesto a luchar contra aquellas personas. Pero le mostré mi negativa a enfrentarme a ellos. Pues parecían no ser hostiles además de que habían abandonado la sala donde estaba el almirante Kodama, lo que significaba de que cabría la posibilidad de que hubiera una especie de tregua.
- Atrás, Jiren. Si fueran enemigos ya estaríamos muertos, además de que no tenemos órdenes de apresarles ni nada. ¿La Marina ha organizado una tregua para acabar con el loco de este sitio, verdad? - Pregunté mirando a los desconocidos - Si es el caso la respetaré siempre y cuando hagáis lo mismo -
Un hombre que era enorme y cuyo nombre era Marc nos preguntó por nuestros nombres, parecía ser alguien amable.
- Agente Scarlett F. Jones, encantada de conocerte - Respondí con educación
Al abrir la puerta, un cuatro brazos con la apariencia de un castor salió de entre las sombras. Tenía un micrófono y una guitarra además de estar cantando una canción tan horrible que hacían que mis oídos me dolieran. Tiró el micrófono y se abalanzó contra la caja. Teníamos una nueva pelea entre manos y esta vez al menos teníamos aliados que parecían fuertes. Un hombre enseguida se puso detrás del enemigo y parecía que lo iba a cortar. Y justo entonces llegaba otro miembro de aquella banda. ¿En verdad eran de fiar? No sabía la respuesta pero tampoco me importaba. Mis órdenes se limitaban a encontrar al ex revolucionario y acabar con él.
Tomé la pistola y me preparé para dar apoyo de fuego en caso de que aquellas personas lo necesitaran. Aunque lo dudaba mucho.
Rose D. Alviss
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- Prefiero que me llames por mi nombre, Alviss, o incluso por un mote que por mis apellidos. No pasa nada, simplemente no estoy acostumbrado. - Acepto la disculpa por parte del pelirrojo.
A decir verdad, mi reacción fue desmesurada y más teniendo en cuenta que nadie de la banda sabe a ciencia cierta la relación que tengo con mi padre. Es más, creo que sólo el capitán sabe que me embarcado con él para encontrar a mi progenitor, aunque hace mucho que dejo de ser mi única razón...
- Veo que por aquí se lo están pasando pipa, una pena de no tener palomitas. - Comentó al ver el percal tras subir las escaleras.
Tampoco era de nuestra incumbencia y teníamos otras prioridades. Llegamos a una nueva sala, tocaba una pequeña; pintada de un verde que no lograba saber cual en concreto, no era precisamente un experto en colores. Lo único que había era una verja en una esquina, que poseía una pantalla táctil, se ve que estos zumbados apocalípticos no escatiman en gastos; nos impedía avanzar, donde parecía haber alguien, juraría haber escuchado algo tras la valla. Dicha pantalla estaba llena de recuadros, números y un mensaje. Con todos estos datos caí en la cuenta que era: un sudoku.
- Vaya, vaya, ahora pasamos a los pasatiempos. - Decía mientras pulsaba la pantalla táctil para probarla.
De pequeño, cuando no podía escapar de casa, mi único entretenimiento eran este tipo de pasatiempos que solía traer mi madre, sopas de letras, crucigramas, nunca fui capaz de hacer uno entero sin ayuda; autodefinidos... y los propios sudokus. Hacía años que no veía uno, pero confiaba que fuera capaz de resolverlo.
Zane, haciendo gala de arrogancia en su modo de sabelotodo, aseguraba que en treinta minutos lo podía resolver. A nadie de nosotros nos hizo demasiada gracia y Luka lo manifestó con una colleja al capitán, que le había advertido antes sobre esto. Pero la gota que colmo el vaso fue que nos lo dejó a nosotros con desprecio y que no pidiéramos su ayuda, como si no fuéramos capaces nosotros mismos.
- ¿¡Perdona!? De pequeño resolví bastantes sudokus, no necesito tu ayuda, capitán impostor sabelotodo. - Espeté ante la soberbia de gañan.
Me puse manos a la obra, mientras lo iba resolviendo, comentaba la jugada.
- Veamos... vale... empiezo mejor con los doses. Uno por aquí, el siguiente es este... ya está, todos los doses colocados en el tablero, ahora sigamos con los... ochos, parecen factibles.
Poco a poco parecía que iba viento en popa, a priori no me parecía muy difícil, ya había acabado con los ochos y empecé con los sietes, pero todo era demasiado bonito.
- ¡Mierda! La he cagado con los sietes. Marcha atrás... fuera los últimos números... menos mal, sólo ha sido un pequeño contratiempo, pero no puedo seguir con el siete. Pasemos a los treses.
Con el paso de los segundos, iba rellenando más el sudoku, en algún momento tuve que estrujar la cabeza para seguir, pero mi experiencia en pasatiempos me fue de gran ayuda.
- ¡Ahora el último! - Comenté entusiasmado. - Pero antes mejor comprobar que esta todo correcto.
Repasé número hasta cerciorarme que estaba todo bien y coloque el número final, el tres.
A decir verdad, mi reacción fue desmesurada y más teniendo en cuenta que nadie de la banda sabe a ciencia cierta la relación que tengo con mi padre. Es más, creo que sólo el capitán sabe que me embarcado con él para encontrar a mi progenitor, aunque hace mucho que dejo de ser mi única razón...
- Veo que por aquí se lo están pasando pipa, una pena de no tener palomitas. - Comentó al ver el percal tras subir las escaleras.
Tampoco era de nuestra incumbencia y teníamos otras prioridades. Llegamos a una nueva sala, tocaba una pequeña; pintada de un verde que no lograba saber cual en concreto, no era precisamente un experto en colores. Lo único que había era una verja en una esquina, que poseía una pantalla táctil, se ve que estos zumbados apocalípticos no escatiman en gastos; nos impedía avanzar, donde parecía haber alguien, juraría haber escuchado algo tras la valla. Dicha pantalla estaba llena de recuadros, números y un mensaje. Con todos estos datos caí en la cuenta que era: un sudoku.
- Vaya, vaya, ahora pasamos a los pasatiempos. - Decía mientras pulsaba la pantalla táctil para probarla.
De pequeño, cuando no podía escapar de casa, mi único entretenimiento eran este tipo de pasatiempos que solía traer mi madre, sopas de letras, crucigramas, nunca fui capaz de hacer uno entero sin ayuda; autodefinidos... y los propios sudokus. Hacía años que no veía uno, pero confiaba que fuera capaz de resolverlo.
Zane, haciendo gala de arrogancia en su modo de sabelotodo, aseguraba que en treinta minutos lo podía resolver. A nadie de nosotros nos hizo demasiada gracia y Luka lo manifestó con una colleja al capitán, que le había advertido antes sobre esto. Pero la gota que colmo el vaso fue que nos lo dejó a nosotros con desprecio y que no pidiéramos su ayuda, como si no fuéramos capaces nosotros mismos.
- ¿¡Perdona!? De pequeño resolví bastantes sudokus, no necesito tu ayuda, capitán impostor sabelotodo. - Espeté ante la soberbia de gañan.
Me puse manos a la obra, mientras lo iba resolviendo, comentaba la jugada.
- Veamos... vale... empiezo mejor con los doses. Uno por aquí, el siguiente es este... ya está, todos los doses colocados en el tablero, ahora sigamos con los... ochos, parecen factibles.
Poco a poco parecía que iba viento en popa, a priori no me parecía muy difícil, ya había acabado con los ochos y empecé con los sietes, pero todo era demasiado bonito.
- ¡Mierda! La he cagado con los sietes. Marcha atrás... fuera los últimos números... menos mal, sólo ha sido un pequeño contratiempo, pero no puedo seguir con el siete. Pasemos a los treses.
Con el paso de los segundos, iba rellenando más el sudoku, en algún momento tuve que estrujar la cabeza para seguir, pero mi experiencia en pasatiempos me fue de gran ayuda.
- ¡Ahora el último! - Comenté entusiasmado. - Pero antes mejor comprobar que esta todo correcto.
Repasé número hasta cerciorarme que estaba todo bien y coloque el número final, el tres.
- Solución con mis superdotes del Paint:
- Resumen:
- Entrar en una nueva sala y ver el sudoku.
- Tirar de orgullo ante la soberbia de Zane y resolver el sudoku comentándolo como si fuera un
pésimoYoutuber.
- Entrar en una nueva sala y ver el sudoku.
Eric Zor-El
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Todo estaba ocurriendo demasiado deprisa. Había tenido combates rápidos, a la par que extravagantes y complicados, pero aquello superaba con creces a lo que estaba acostumbrado. Recordaba batallas contra seres tan colosales como un edificio. Recordaba la ardua contienda contra el hombre-pez dentro de una piscina… Era, incluso, capaz de traer a su mente los sucesos finales de la gran guerra del mar azul, conocida popularmente como la batalla de Gray Rock. Antes de que pudiera, tan siquiera, detener su ofensiva, aquel monstruoso ser de aspecto metálico había hecho algo extraño con su propio cuerpo, creando una especie de cierre dentado que desvió por completo sus ataques. ¿Cómo? Solo la madre loba sabría en qué podría consistir semejante brujería, aunque ese tipo de magia era propia del clan de la serpiente.
Y de pronto, casi sin poder evitarlo, un gran puño se aproximó hacia su gesto. Eric odiaba que le golpearan en la cara, era algo que no podía soportar desde su niñez, pues su maestro en batalla siempre buscaba golpearle ahí cuando bajaba la defensa, para enseñarle que siempre debía estar alerta y jamás bajar la guardia. Debido a eso, elevó su brazo derecho, cerrando el puño para endurecer todas y cada una de las fibras musculares de su antebrazo para bloquear el golpe. En cuando el puño tocó su extremidad, notó como ésta cedía durante un ápice, haciéndole temblar, pero fue capaz de aguantar el golpe y echarse hacia atrás.
Eric gruñó, y clavó una mirada colérica sobre el esperpento que tenía frente a él.
—¡Tú, costurera de un solo ojo! —alzó la voz, esperando que su amigo agente le escuchara—. Creo que es hora que saques maldita la tola y hagas lo tuyo, para que yo pueda seguir haciendo lo mío.
Para Eric, entre el agente y él mismo siempre había habido un entendimiento y una compatibilidad muy buena desde el día en el que se conocieron, más que con las personas que había estado años entrenando en su isla natal. No era necesario tener que hablar de sobremanera, ni tampoco tener que planear por adelantado. Se miraban y, en mayor o menor medida, ya sabía que tenía que hacer cada uno. No obstante, esta vez había algunos añadidos imprevisibles, como podía ser el sujeto de las pistolas que llevaba todo el tiempo actuando por su cuenta. En grupo, pero no mucho.
—¡Hasta que Dretch no lo diga, ni se os ocurra atacarle! ¿Entendido?
El sargento Nakajima acababa de envolver en su formidable tela de araña al hombre de aspecto metalizado, y no dudó en mostrar una sonrisa. «Bien hecho arañita». Entonces, el salvaje no dudó ni un momento en abalanzarse contra su oponente, haciendo el amago de golpear con su zurda, para luego intentar atrapar con su diestra alguna parte de su enemigo. Una vez lo hiciera, mientras que con la mano que sea ferraba a él generaba un terremoto de escala cinco para volver los huesos de su cuerpo puro polvo, le daría un rodillazo seguido de un cabezazo.
De hacerlo, o no, recularía algo menos de dos metros y volvería a analizar la situación.
Y de pronto, casi sin poder evitarlo, un gran puño se aproximó hacia su gesto. Eric odiaba que le golpearan en la cara, era algo que no podía soportar desde su niñez, pues su maestro en batalla siempre buscaba golpearle ahí cuando bajaba la defensa, para enseñarle que siempre debía estar alerta y jamás bajar la guardia. Debido a eso, elevó su brazo derecho, cerrando el puño para endurecer todas y cada una de las fibras musculares de su antebrazo para bloquear el golpe. En cuando el puño tocó su extremidad, notó como ésta cedía durante un ápice, haciéndole temblar, pero fue capaz de aguantar el golpe y echarse hacia atrás.
Eric gruñó, y clavó una mirada colérica sobre el esperpento que tenía frente a él.
—¡Tú, costurera de un solo ojo! —alzó la voz, esperando que su amigo agente le escuchara—. Creo que es hora que saques maldita la tola y hagas lo tuyo, para que yo pueda seguir haciendo lo mío.
Para Eric, entre el agente y él mismo siempre había habido un entendimiento y una compatibilidad muy buena desde el día en el que se conocieron, más que con las personas que había estado años entrenando en su isla natal. No era necesario tener que hablar de sobremanera, ni tampoco tener que planear por adelantado. Se miraban y, en mayor o menor medida, ya sabía que tenía que hacer cada uno. No obstante, esta vez había algunos añadidos imprevisibles, como podía ser el sujeto de las pistolas que llevaba todo el tiempo actuando por su cuenta. En grupo, pero no mucho.
—¡Hasta que Dretch no lo diga, ni se os ocurra atacarle! ¿Entendido?
El sargento Nakajima acababa de envolver en su formidable tela de araña al hombre de aspecto metalizado, y no dudó en mostrar una sonrisa. «Bien hecho arañita». Entonces, el salvaje no dudó ni un momento en abalanzarse contra su oponente, haciendo el amago de golpear con su zurda, para luego intentar atrapar con su diestra alguna parte de su enemigo. Una vez lo hiciera, mientras que con la mano que sea ferraba a él generaba un terremoto de escala cinco para volver los huesos de su cuerpo puro polvo, le daría un rodillazo seguido de un cabezazo.
De hacerlo, o no, recularía algo menos de dos metros y volvería a analizar la situación.
- Cosas Usadas:
- Stats, Nivel 50: Resistencia 6, Fuerza 5, Agilidad 3, Reflejos 3, Velocidad 1
- Fruta del diablo:
- Nivel 40: Tanto en sólidos como en líquidos el poder destructivo de sus seísmos/vibraciones se igualan alcanzando el grado cinco en la escala Richter, aumentando su radio de acción a los quinientos metros de radio.
William White
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El holograma respondió a los presentes, afirmando que habíamos acertado el acertijo. La puerta se abrió inmediatamente desapareciendo este con cara de asco, efectivamente hasta el caricaturesco holograma se había asqueado con el espectáculo de Black. El cual salió disparado hacia la siguiente sala, para alivio de todos los presentes.
En la siguiente sala, siguiente acertijo. En esta ocasión se trataba del clásico de un hombre y una barca, acertijo que si bien tenía cierta complicación al tratarse de una sola persona carecía de emoción al haber varias personas de las que cuidarán los animales. Kaito, el cual no se callaba ni debajo del agua -Cosas de ser un gyojin, imaginaba- denotó lo estúpido del reto, los cuales eran de por sí bastante estúpidos teniendo en cuenta lo que estaba en juego. Pero bueno, todos los genios malévolos eran unos fetichistas.
Independientemente en vistas de que la respuesta de Kaito era correcta, por lo que se limito a supervisar que la solución se planteaba correctamente, dejar a un animal allí e ir llevando al resto de personas de en uno en uno, ya que estábamos obligados por la norma de llevar siempre un animal en la barca. Procuraría que Kaito hiciera de barquero en todos los viajes, ya que era consciente de que no era usuario, al contrario de lo que respectaba a Elliot y a mí. Respecto a la chica no sabría asegurarlo, pero probablemente tuviera algún tipo de poder, al igual que la mayoría de los pesos pesados de la carpa.
-Lamento lo ocurrido- diría a la mujer aprovechando el primer viaje del pulpo, mientras brevemente se dirigía a su compañero -Creo que vos vais la siguiente- diría invitando amablemente a la mujer a que fuera la siguiente en cruzar el estanque. En caso de que la mujer accediera, aprovecharía el momento para dirigirse a su compañero. Sino cedería el asiento a su compañero, tomándolo él después. A fin de cuentas lo importante era el momento, no la orilla.
-No creas que me va a temblar el pulso si le debo aplicar el código- musitó a su compañero, haciendo una clara referencia a las normas de la banda -Respecto a ella ¿Qué opinas? Nos va a ser complicado obtener eso sin que ella se inmiscuya- farfulló en tono bajo, referenciando el objetivo que tenían en mente aparte de desactivar el artefacto.
Después de cruzar vería las opciones que tenían para continuar.
En la siguiente sala, siguiente acertijo. En esta ocasión se trataba del clásico de un hombre y una barca, acertijo que si bien tenía cierta complicación al tratarse de una sola persona carecía de emoción al haber varias personas de las que cuidarán los animales. Kaito, el cual no se callaba ni debajo del agua -Cosas de ser un gyojin, imaginaba- denotó lo estúpido del reto, los cuales eran de por sí bastante estúpidos teniendo en cuenta lo que estaba en juego. Pero bueno, todos los genios malévolos eran unos fetichistas.
Independientemente en vistas de que la respuesta de Kaito era correcta, por lo que se limito a supervisar que la solución se planteaba correctamente, dejar a un animal allí e ir llevando al resto de personas de en uno en uno, ya que estábamos obligados por la norma de llevar siempre un animal en la barca. Procuraría que Kaito hiciera de barquero en todos los viajes, ya que era consciente de que no era usuario, al contrario de lo que respectaba a Elliot y a mí. Respecto a la chica no sabría asegurarlo, pero probablemente tuviera algún tipo de poder, al igual que la mayoría de los pesos pesados de la carpa.
-Lamento lo ocurrido- diría a la mujer aprovechando el primer viaje del pulpo, mientras brevemente se dirigía a su compañero -Creo que vos vais la siguiente- diría invitando amablemente a la mujer a que fuera la siguiente en cruzar el estanque. En caso de que la mujer accediera, aprovecharía el momento para dirigirse a su compañero. Sino cedería el asiento a su compañero, tomándolo él después. A fin de cuentas lo importante era el momento, no la orilla.
-No creas que me va a temblar el pulso si le debo aplicar el código- musitó a su compañero, haciendo una clara referencia a las normas de la banda -Respecto a ella ¿Qué opinas? Nos va a ser complicado obtener eso sin que ella se inmiscuya- farfulló en tono bajo, referenciando el objetivo que tenían en mente aparte de desactivar el artefacto.
Después de cruzar vería las opciones que tenían para continuar.
- resumen:
Invitar a Lys a subir primero, meter mierda cuando no está.
Liv L Astrid
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La cosa no parecía haber funcionado del todo. Las escotillas se habían abierto, pero la puerta permanecía cerrada como al principio. Quizás era el momento de usar el plan que me quedaba, sin embargo, llegó un tipo en armadura de cuero y una gran espada a su espalda. No me sonaba de haberlo visto por ningún lado dentro de la revolución. Este hombre se presentó como Martin.
No parecía querer combatir, por lo que me mantuve como si no estuviese preparada para combatir. Tras la presentación y después de haber mirado varias veces a una de las escotillas y luego a mí, se le ocurrió que me introdujese por una y de esa forma entrase a la sala para abrir la puerta.
-Es extraño – mencionó mi recuerdo – Aparece de la nada y parece saber como funciona el mecanismo de esta puerta a la que acaba de llegar, no me gusta.
Pensaba igual que mi recuerdo, pero en ese momento, por probar si lo que decía era cierto lo que decía de como abrir la puerta no creía que me fuese a pasar nada. Además, me confirmaría si aquel hombre sabía más que el resto sobre aquel lugar.
Poniendo mala cara al hombre di un potente salto a la vez que sacaba las alas y las batía un par de veces para intentar impulsarme más y llegar a la escotilla. Luego entré por ella y acabé llegando a una sala amplia, imaginaba que sería la de la puerta cerrada por la dirección que había tomado en la escotilla y el escaso recorrido que había hecho.
La luz era muy tenue en la sala, siendo casi imposible ver nada, como pude me acerqué hasta la puerta y la intenté abrir para que entrase la luz del exterior y pudiese ver lo que había en la sala mejor. Además, activé el haki de observación por si al abrir la puerta me esperaba algún tipo de sorpresa desagradable, una que me ayudara a entretenerme.
No parecía querer combatir, por lo que me mantuve como si no estuviese preparada para combatir. Tras la presentación y después de haber mirado varias veces a una de las escotillas y luego a mí, se le ocurrió que me introdujese por una y de esa forma entrase a la sala para abrir la puerta.
-Es extraño – mencionó mi recuerdo – Aparece de la nada y parece saber como funciona el mecanismo de esta puerta a la que acaba de llegar, no me gusta.
Pensaba igual que mi recuerdo, pero en ese momento, por probar si lo que decía era cierto lo que decía de como abrir la puerta no creía que me fuese a pasar nada. Además, me confirmaría si aquel hombre sabía más que el resto sobre aquel lugar.
Poniendo mala cara al hombre di un potente salto a la vez que sacaba las alas y las batía un par de veces para intentar impulsarme más y llegar a la escotilla. Luego entré por ella y acabé llegando a una sala amplia, imaginaba que sería la de la puerta cerrada por la dirección que había tomado en la escotilla y el escaso recorrido que había hecho.
La luz era muy tenue en la sala, siendo casi imposible ver nada, como pude me acerqué hasta la puerta y la intenté abrir para que entrase la luz del exterior y pudiese ver lo que había en la sala mejor. Además, activé el haki de observación por si al abrir la puerta me esperaba algún tipo de sorpresa desagradable, una que me ayudara a entretenerme.
- resumen:
- Entrar en la sala por la escotilla, activar el haki de observación (tier 6) por si las moscas y abrir la puerta para que pase Martin.
Gareth Silverwing
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- Expreso a dela formación de batalla de la brigada rumbo segunda planta, destino alcanzado. - Dije alegremente a los pasajeros que llevaba encima cuando por fin terminamos de subir las escaleras. Tras eso lancé hacia arriba a Galhard y a Leiren para flexionar el brazo y se pudieran sentar mas cómodamente en este.
la verdad es que había una montada arriba de la leche, era algo casi tan preocupante que nosotros no destacábamos en absoluto. Y mira que estábamos siendo raros. Parecía que la gente estaba ocupada delante de una puerta y el señor Samurai estaba a su bola con los suyos. Juraría que Al estaba mirando de forma extraña su grupo. Ahora que lo recuerdo Al estuvo hablando de forma bastante amistosa con Zane, incluso le devolvió la espada que le había quitado al pirata. Esas miradas, esas palabras, esos favores... Puede que Al tuviese preferencias que nunca me había comentado ¿Acaso era posible? Una relación prohibida siempre era mucho más tentadora. A lo mejor se habían estado viendo en secreto, a mis espaldas. Eso al Arthur sobrio no le iba a gustar nada, y no envidiaba a ese tío. Ahora mismo lo único que me preocupaba de esta situación era tener la entrepierna del Almirante tras mi nuca, no me gustaba la idea de que se alegrase demasiado. Pero era un servicio de transporte profesional y tenía que cumplir hasta que los pasajeros bajasen o se llegase a fin de trayecto.
Mientras estaba perdido en mis pensamientos una cosa rosa y peluda se puso a revolotear a nuestro alrededor, parecía bastante amistosa. Me encantaría poder acariciarla, pero tenía las manos ocupadas.
- Oh, eres una monada, si le hubiera quitado otra galleta a Jack te la daría. - Ups, ¿acababa de decir en alto que le quitaba comida a Jack? Bueno, sólo está a mi espalda, seguramente ni pueda escucharme.
Miré las opciones que teníamos, si nadie se bajaba o decía lo contrario iría derecho al pasillo que estaba abierto. Ya sabía que las puertas cerradas eran malas, solo traían desgracias y amenazaban con romper nuestra familia y arrebatarnos la felicidad. Por ahora intentaría evitar que Al y Jack peleasen, aunque creo que el hecho de que uno tuviera la cara en el culo del otro no aportaba mucho.
la verdad es que había una montada arriba de la leche, era algo casi tan preocupante que nosotros no destacábamos en absoluto. Y mira que estábamos siendo raros. Parecía que la gente estaba ocupada delante de una puerta y el señor Samurai estaba a su bola con los suyos. Juraría que Al estaba mirando de forma extraña su grupo. Ahora que lo recuerdo Al estuvo hablando de forma bastante amistosa con Zane, incluso le devolvió la espada que le había quitado al pirata. Esas miradas, esas palabras, esos favores... Puede que Al tuviese preferencias que nunca me había comentado ¿Acaso era posible? Una relación prohibida siempre era mucho más tentadora. A lo mejor se habían estado viendo en secreto, a mis espaldas. Eso al Arthur sobrio no le iba a gustar nada, y no envidiaba a ese tío. Ahora mismo lo único que me preocupaba de esta situación era tener la entrepierna del Almirante tras mi nuca, no me gustaba la idea de que se alegrase demasiado. Pero era un servicio de transporte profesional y tenía que cumplir hasta que los pasajeros bajasen o se llegase a fin de trayecto.
Mientras estaba perdido en mis pensamientos una cosa rosa y peluda se puso a revolotear a nuestro alrededor, parecía bastante amistosa. Me encantaría poder acariciarla, pero tenía las manos ocupadas.
- Oh, eres una monada, si le hubiera quitado otra galleta a Jack te la daría. - Ups, ¿acababa de decir en alto que le quitaba comida a Jack? Bueno, sólo está a mi espalda, seguramente ni pueda escucharme.
Miré las opciones que teníamos, si nadie se bajaba o decía lo contrario iría derecho al pasillo que estaba abierto. Ya sabía que las puertas cerradas eran malas, solo traían desgracias y amenazaban con romper nuestra familia y arrebatarnos la felicidad. Por ahora intentaría evitar que Al y Jack peleasen, aunque creo que el hecho de que uno tuviera la cara en el culo del otro no aportaba mucho.
- Resumen:
- Diálogos mentales varios y optar por poner rumbo al pasillo.
Katharina von Steinhell
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¿Por qué había que resolver esos putos acertijos para seguir avanzando? Por suerte, el anterior había sido bastante sencillo y cualquiera con un mínimo de esfuerzo podía darse cuenta de ello, sin embargo, ¿qué le depararía a continuación? Había muchas cosas que hacer y el tiempo escaseaba. No solo debía reunirse con sus compañeros y hacerse con los planos, si es que existían, también había que detener toda esa estúpida locura. Definitivamente no permitiría que el mar donde nació y creció fuese destruido por un lunático. Aún guardaba valiosos recuerdos que le trasportaban a una época mejor, y los protegería con su vida.
Tras pasar la puerta el grupo terminó llegando a una enorme plaza de arena protagonizada por un hombre dueño de un acento bastante extraño, similar al de uno de los compañeros de Zane. ¿Manué era que se llamaba el susodicho? Sí, seguramente ese era su nombre. Sea como sea, había una pregunta que responder y una decisión que tomar. Katharina no era de las personas que dejaba que los demás tomaran las decisiones por ella, y mucho menos que respondieran en su nombre. Efectivamente había aceptado acompañar al alcalde, pero no tenía pensado pasar a ser una simple subordinada. Había solo una persona en todo el mundo que respetaba lo suficiente como para dejar que le diese órdenes.
—He llegado aquí luego de resolver un estúpido acertijo —respondió la bruja con el ceño fruncido—. Soy Katharina. Katharina von Steinhell —se presentó y enseguida se cruzó de brazos—. Tienes ahí dos criaturas muy interesantes, debes cuidarlas mucho, ¿verdad? Me gustaría quedarme a ver el espectáculo, pero temo que debo continuar mi camino.
Había que seguir avanzando, tal vez ese hombre no era más peligroso que la artista de la sala anterior. Sin embargo, no había que confiarse. Esperaría la respuesta de sus compañeros y, cómo no, la del ¿torero? Luego tomaría una decisión.
Tras pasar la puerta el grupo terminó llegando a una enorme plaza de arena protagonizada por un hombre dueño de un acento bastante extraño, similar al de uno de los compañeros de Zane. ¿Manué era que se llamaba el susodicho? Sí, seguramente ese era su nombre. Sea como sea, había una pregunta que responder y una decisión que tomar. Katharina no era de las personas que dejaba que los demás tomaran las decisiones por ella, y mucho menos que respondieran en su nombre. Efectivamente había aceptado acompañar al alcalde, pero no tenía pensado pasar a ser una simple subordinada. Había solo una persona en todo el mundo que respetaba lo suficiente como para dejar que le diese órdenes.
—He llegado aquí luego de resolver un estúpido acertijo —respondió la bruja con el ceño fruncido—. Soy Katharina. Katharina von Steinhell —se presentó y enseguida se cruzó de brazos—. Tienes ahí dos criaturas muy interesantes, debes cuidarlas mucho, ¿verdad? Me gustaría quedarme a ver el espectáculo, pero temo que debo continuar mi camino.
Había que seguir avanzando, tal vez ese hombre no era más peligroso que la artista de la sala anterior. Sin embargo, no había que confiarse. Esperaría la respuesta de sus compañeros y, cómo no, la del ¿torero? Luego tomaría una decisión.
- Resumen:
- Presentarse ante el torero.
Bizvan
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Nada, no hubo resultado positivo en el uso del mantra, y de igual forma no encontré nada en las cajas.
Me encogí de hombros y mientras dejaba de canalizar mi haki, escuché como Wyrm y Tobías expresaban su descontento ante la idea de seguir a la pequeña.
Sabía que el CP era desconfiado por naturaleza y más en situaciones como esta, por lo que no estaba sorprendido por el comentario de mi nakama. Con respecto a Wyrm… Bueno había actuado un poco extraño en el barco, pero no creo que eso estuviese influyendo en su comportamiento ahora mismo. El peliblanco era un marine serio pero con una brújula moral bastante recta que no fingía será algo más.
Justo cuando pensaba que la cosa no pasaría a mayores, Erik decidió soltar otra bomba, esta vez no de manera literal, pero el comentario que realizó estaba tan cargado de desprecio que involuntariamente dejé escapar un poco de electricidad al apretar mi puño, claro que la ligera sonrisa en mi rostro no sufrió ningún cambio.
- La verdadera justicia… -no pude evitar susurrar aquello último. ¿Que era la verdadera justicia? ¿Acaso Erik estaba al tanto de la filosofía de justicia que impartía la marina? La bondad ni el altruismo sostienen a los países, es la fuerza lo que otorga el poder y la gloria, y el uso de la misma no debía estar supeditado a ningún principio ético. Era por esto que a los piratas con renombre se les ejecutaba a la vista del mundo para demostrar poder.
Tristemente eh visto a buenos marines que mostraban misericordia o buenas intenciones, ser los más propensos a terminar como el trofeo de algún degenerado.
¿Entonces si uno quiere florecer en el poder tiene que estar preparado a actuar como villano? No lo sé, ni yo mismo puedo decir con certeza que es la justicia… Quizás para mí lo más cercano a ello fue Kimura.
Pensar en mi capitán me ayudó a tranquilizarme. Dejé escapar un pequeño suspiro y coloqué mi mano sobre el hombro de Wyrm.
- Sé que no estarás nada contento, pero déjalo por ahora. Tal y como dice tu capitán ya habrá un tiempo y lugar para temas disciplinarios. Por ahora sigamos su ejemplo y continuemos, por cierto, aquí entre nosotros, traté de indagar un poco en su carácter pero no obtuve resultados… haces bien en sospechar. En fin, no hay que quedarnos atrás.
Después decir eso siguió a los dos marines que se habían adelantado, con rumbo hacia la siguiente sala que la pequeña debía de estar indicando al dragón.
Los enmascarados esperarían a ser los últimos seguir al grupo.
Me encogí de hombros y mientras dejaba de canalizar mi haki, escuché como Wyrm y Tobías expresaban su descontento ante la idea de seguir a la pequeña.
Sabía que el CP era desconfiado por naturaleza y más en situaciones como esta, por lo que no estaba sorprendido por el comentario de mi nakama. Con respecto a Wyrm… Bueno había actuado un poco extraño en el barco, pero no creo que eso estuviese influyendo en su comportamiento ahora mismo. El peliblanco era un marine serio pero con una brújula moral bastante recta que no fingía será algo más.
Justo cuando pensaba que la cosa no pasaría a mayores, Erik decidió soltar otra bomba, esta vez no de manera literal, pero el comentario que realizó estaba tan cargado de desprecio que involuntariamente dejé escapar un poco de electricidad al apretar mi puño, claro que la ligera sonrisa en mi rostro no sufrió ningún cambio.
- La verdadera justicia… -no pude evitar susurrar aquello último. ¿Que era la verdadera justicia? ¿Acaso Erik estaba al tanto de la filosofía de justicia que impartía la marina? La bondad ni el altruismo sostienen a los países, es la fuerza lo que otorga el poder y la gloria, y el uso de la misma no debía estar supeditado a ningún principio ético. Era por esto que a los piratas con renombre se les ejecutaba a la vista del mundo para demostrar poder.
Tristemente eh visto a buenos marines que mostraban misericordia o buenas intenciones, ser los más propensos a terminar como el trofeo de algún degenerado.
¿Entonces si uno quiere florecer en el poder tiene que estar preparado a actuar como villano? No lo sé, ni yo mismo puedo decir con certeza que es la justicia… Quizás para mí lo más cercano a ello fue Kimura.
Pensar en mi capitán me ayudó a tranquilizarme. Dejé escapar un pequeño suspiro y coloqué mi mano sobre el hombro de Wyrm.
- Sé que no estarás nada contento, pero déjalo por ahora. Tal y como dice tu capitán ya habrá un tiempo y lugar para temas disciplinarios. Por ahora sigamos su ejemplo y continuemos, por cierto, aquí entre nosotros, traté de indagar un poco en su carácter pero no obtuve resultados… haces bien en sospechar. En fin, no hay que quedarnos atrás.
Después decir eso siguió a los dos marines que se habían adelantado, con rumbo hacia la siguiente sala que la pequeña debía de estar indicando al dragón.
Los enmascarados esperarían a ser los últimos seguir al grupo.
- Resumen:
- Pensar en chorradas
Decirle a Wyrm que trate no prestastarle mucha atención a la falta de respeto… por ahora.
Seguir a Zuko y Erik.
Noximilien
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Nox le dio unas palmaditas en la espalda a Alviss. Le veía demasiado tenso con aquel aparatejo de las adivinanzas y la actitud del pelirrojo por los efectos de la queso drogui del conocimiento no ayudaba. Menos mal que Zane no era un listillo, porque no aguantaria a su versión snob mucho más tiempo.
- “Mejor que se desfogue con eso que con los electrodomésticos del barco” -pensó mientras recordó como una vez vio como Alviss le amenazaba con una espada a la tostadora al grito de “última vez que me quemas mis rebanadas de pan, demonio con dos ranuras”-.
Por lo menos, la respuesta fue correcta y le abrió paso a una sala que no estaba en sus mejores momentos. Tenía dos direcciones; abajo, repleta de pirañas, o mejor dicho de sushi de piraña marca de la casa Kenshin. Y arriba, por donde subieron ellos.
La sala era más humilde y más de casa normal que de rascacielos del fin del mundo. Al fondo de esta, había otra prueba de ingenio, una especie de sudoku. ¿Primero un acertijo y luego un sudoku? Ni que fueramos unos jubilados con mucho tiempo. Que si, que Nox era viejo, pero no tanto. El rubio empezó a descifrar el puzzle, en los que parecía sufrir en algún momento. No se podía negar que no le metia passion a aquello.
- Tomate tu tiempo, canijo -Nox preparó la espada, esperando que no hubiese sido el único que escuchó aquella risa siniestra que se escuchaba en la oscuridad al otro lado de la verja-. Pero no me fió ya de ninguna rampa.
- “Mejor que se desfogue con eso que con los electrodomésticos del barco” -pensó mientras recordó como una vez vio como Alviss le amenazaba con una espada a la tostadora al grito de “última vez que me quemas mis rebanadas de pan, demonio con dos ranuras”-.
Por lo menos, la respuesta fue correcta y le abrió paso a una sala que no estaba en sus mejores momentos. Tenía dos direcciones; abajo, repleta de pirañas, o mejor dicho de sushi de piraña marca de la casa Kenshin. Y arriba, por donde subieron ellos.
La sala era más humilde y más de casa normal que de rascacielos del fin del mundo. Al fondo de esta, había otra prueba de ingenio, una especie de sudoku. ¿Primero un acertijo y luego un sudoku? Ni que fueramos unos jubilados con mucho tiempo. Que si, que Nox era viejo, pero no tanto. El rubio empezó a descifrar el puzzle, en los que parecía sufrir en algún momento. No se podía negar que no le metia passion a aquello.
- Tomate tu tiempo, canijo -Nox preparó la espada, esperando que no hubiese sido el único que escuchó aquella risa siniestra que se escuchaba en la oscuridad al otro lado de la verja-. Pero no me fió ya de ninguna rampa.
Julianna M. Shelley
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La pequeña se quedó embelesada. Nunca había visto a nadie bailar con tanta pasión, alevosía, energía. No entendía del todo por qué habían escogido precisamente ese momento para ponerse a danzar, pero eran ambos estupendos bailarines. Estaban perfectamente compenetrados y solo presenciarlos le daba ganas de intentarlo ella también.
Y al parecer, no era la única entusiasmada. Todos en la sala se les habían quedado mirando, incluso el gorila. Parecía feliz y entusiasmado. Ahora que se paraba a pensarlo, en realidad no sabían si era hostil. Había absorbido gran parte de los ataques dirigidos hacia él y es cierto que se había movido en su dirección, pero no había dicho ni mu ni intentado pegarles. Al menos todavía. No estaba segura de que fuera muy buena idea bajar la guardia, pero seguro que podía aprovechar para escabullirse por detrás del gorila.
Jul se dirigió, sin soltar la espada, hasta la estación de carga que había visto. Si era eso lo que le daba energía quizá pudiera sabotearlo para detenerle. Por más que no pretendiera matarlos a todos, sabía que tenían que avanzar. Intentaría hacerlo primero a mano y si nada pasaba, cortaría cualquier cable que viera con la espada. Como no estaba segura de que eso fuera a hacer efecto, se dirigió también hacia la pantalla que había divisado. Quizá en el teclado o en los alrededores hubiera un botón para encenderla, seguramente en su interior habría alguna pista que les indicara cómo debían proceder.
Y al parecer, no era la única entusiasmada. Todos en la sala se les habían quedado mirando, incluso el gorila. Parecía feliz y entusiasmado. Ahora que se paraba a pensarlo, en realidad no sabían si era hostil. Había absorbido gran parte de los ataques dirigidos hacia él y es cierto que se había movido en su dirección, pero no había dicho ni mu ni intentado pegarles. Al menos todavía. No estaba segura de que fuera muy buena idea bajar la guardia, pero seguro que podía aprovechar para escabullirse por detrás del gorila.
Jul se dirigió, sin soltar la espada, hasta la estación de carga que había visto. Si era eso lo que le daba energía quizá pudiera sabotearlo para detenerle. Por más que no pretendiera matarlos a todos, sabía que tenían que avanzar. Intentaría hacerlo primero a mano y si nada pasaba, cortaría cualquier cable que viera con la espada. Como no estaba segura de que eso fuera a hacer efecto, se dirigió también hacia la pantalla que había divisado. Quizá en el teclado o en los alrededores hubiera un botón para encenderla, seguramente en su interior habría alguna pista que les indicara cómo debían proceder.
- Resumen:
- Flipar con el tango, trastear en la estación de carga (intentando cargársela) y en la terminal (intentando encenderla).
Aki D. Arlia
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Sonrió satisfecha cuando la puerta se abrió, por supuesto que era correcto. Sin embargo, poco duró su emoción. El estúpido gyojin no sabía respetar el espacio personal y estaba en su cara babeando casi literalmente, bastante cabreado por ello al parecer. Ugh. Lys no dudó en ponerle la mano en el pecho y apartarle con fuerza, escupiéndole en el proceso.
- No es mi culpa que seas débil. Aparta, no quieres ver lo que ocurre si me cansas.
Sin esperar a ver su reacción, avanzó con el resto hasta la siguiente sala. Parpadeó varias veces, confusa, y entonces escuchó la voz que explicaba el siguiente acertijo... seguida de un saludable balido de oveja. O no tanto, el lobo la estaba mirando con mucho amor. Fue a decir algo, pero el gyojin se le adelantó y comenzó a gritar y quejarse. La voz intentó responder y matizar el ejercicio, pero no valió de nada. Lys puso los ojos en blanco, estaba harta de jueguecitos.
- Se ve que esperaban a otra clase de público... tanto espacio y lo gastan con estas gilipolleces, es absurdo. Pudiendo haber puesto un bar, una mazmorra sexual... qué se yo, incluso un parque de atracciones nos retrasaría más. Pf.
Dejó hacer al pelirrojo y sonrió brevemente a William al escucharle:
- Descuida, estoy más que acostumbrada.
A continuación montaría en la barca, vigilando que el gyojin no se propasase ni un milímetro. Estaba lista para soltarle una bofetada en cuanto lo intentara, y entonces tendría que llevar la palma de la vergüenza retratada en su cara lo que restaba de camino. Pero en fin, más pronto que tarde todos estuvieron en la otra orilla y avanzaron. ¿Qué clase de locura enfrentarían ahora?
- No es mi culpa que seas débil. Aparta, no quieres ver lo que ocurre si me cansas.
Sin esperar a ver su reacción, avanzó con el resto hasta la siguiente sala. Parpadeó varias veces, confusa, y entonces escuchó la voz que explicaba el siguiente acertijo... seguida de un saludable balido de oveja. O no tanto, el lobo la estaba mirando con mucho amor. Fue a decir algo, pero el gyojin se le adelantó y comenzó a gritar y quejarse. La voz intentó responder y matizar el ejercicio, pero no valió de nada. Lys puso los ojos en blanco, estaba harta de jueguecitos.
- Se ve que esperaban a otra clase de público... tanto espacio y lo gastan con estas gilipolleces, es absurdo. Pudiendo haber puesto un bar, una mazmorra sexual... qué se yo, incluso un parque de atracciones nos retrasaría más. Pf.
Dejó hacer al pelirrojo y sonrió brevemente a William al escucharle:
- Descuida, estoy más que acostumbrada.
A continuación montaría en la barca, vigilando que el gyojin no se propasase ni un milímetro. Estaba lista para soltarle una bofetada en cuanto lo intentara, y entonces tendría que llevar la palma de la vergüenza retratada en su cara lo que restaba de camino. Pero en fin, más pronto que tarde todos estuvieron en la otra orilla y avanzaron. ¿Qué clase de locura enfrentarían ahora?
Dexter Black
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"Vale a ver, ¿qué coño está pasando?", pensó Dexter mientras veía cómo la avanzadilla del Cipher Pol se lanzaba de cara contra el potencial enemigo que, sin embargo, no había dicho nada. Tan solo se limitó a abrir ¿cremalleras? y devolver los ataques de cada enemigo con casi excesiva facilidad. El hecho de que devolviese los golpes, por otro lado, significaba que por el bien de todos, él no debía participar.
-Blue Rose fuera -dijo, activando el transmisor de su oído-. Esta gente puede arreglárselas sola. Nosotros vamos a la diez.
Un tipo cremallera y un engendro tentacular, dos enemigos que habían surgido como de la nada y ante los que poco tenían que hacer si Kodama y sus pimpollos podían hacerse cargo. Slade era capaz de ocuparse fácilmente de aquel monstruo, o por lo menos dejarlo malherido para que el almirante se hiciese cargo de lo que restaba, si es que algo quedaba. No era asunto suyo lo que pasara después.
-Nosotros abriremos camino, almirante. -Miró a su espalda. Kodama había liberado una energía extrañamente tranquilizadora, pero no parecía dar resultado- Nos veremos más adelante o cuando todo esto termine, lo que pase antes.
Aprovechando su posición y las telarañas que recubrían al gigante de cremalleras intentó esquivarlo, caminando a paso raudo para llegar hasta la puerta de la sala diez. Qué se encontraría en su interior, qué habría allí y sobre todo qué representaría el triángulo en el mapa eran preguntas que se hacía, pero que no tardaría mucho en responder.
-Blue Rose fuera -dijo, activando el transmisor de su oído-. Esta gente puede arreglárselas sola. Nosotros vamos a la diez.
Un tipo cremallera y un engendro tentacular, dos enemigos que habían surgido como de la nada y ante los que poco tenían que hacer si Kodama y sus pimpollos podían hacerse cargo. Slade era capaz de ocuparse fácilmente de aquel monstruo, o por lo menos dejarlo malherido para que el almirante se hiciese cargo de lo que restaba, si es que algo quedaba. No era asunto suyo lo que pasara después.
-Nosotros abriremos camino, almirante. -Miró a su espalda. Kodama había liberado una energía extrañamente tranquilizadora, pero no parecía dar resultado- Nos veremos más adelante o cuando todo esto termine, lo que pase antes.
Aprovechando su posición y las telarañas que recubrían al gigante de cremalleras intentó esquivarlo, caminando a paso raudo para llegar hasta la puerta de la sala diez. Qué se encontraría en su interior, qué habría allí y sobre todo qué representaría el triángulo en el mapa eran preguntas que se hacía, pero que no tardaría mucho en responder.
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