Luka Rooney
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El gyojin caminó siguiendo al resto mientras comprobaba lo bien que le había ido el agua que le había dado Zane segundos atrás. Igual, tener a un intelectual en el grupo no era tan malo.
Pasaron por una habitación demasiado cálida, en la que tres personas parecían combatir contra otra. Ninguno de sus compañeros paró, por lo que él, pese a haber querido meterse allí, decidió que, por una vez en aquél viaje, pasaría de meterse en problemas.
- Qué aburridos sois. Si Therax estuviese aquí me metería contra esos cuatro -le comentó a Alviss-. Luego vendría con alguna herida y me curaría.
Y, finalmente, el grupo acabó llegando a la sala, donde esperaba otra prueba. Una, de nuevo, lejos del alcance del tiburón, que apretó el puño y tuvo ganas de reventar aquél cacharro táctil. Pero entonces, tuvo que abrir la mano y, escupiéndose en la palma, dar una colleja pre-avisada a Zane.
- Vengamos a salvar el mundo -comentó con sorna-, será divertido. Habrá pelea,bichos raros, monstruos y demás. No me hablaste de estupideces como estas, capitán.
Pero el suzaku, herido en su orgullo, instó a que el resto resolvieran el puzle. Podía esperar lustros a que Luka resolviese uno de los cuadraditos, pero claro, el modus operandi del gyojin no era ese.
Cuando se disponía a golpear cada componente electrónico de la pantalla, escuchó una risa, y después Alviss se ofreció voluntario para solucionarlo.
- Zane, ven -comentó acercándose hacia la verja, viendo una oscura rampa-. He oído una risa, intentaré ver algo más mientras Alviss soluciona eso.
Pasaron por una habitación demasiado cálida, en la que tres personas parecían combatir contra otra. Ninguno de sus compañeros paró, por lo que él, pese a haber querido meterse allí, decidió que, por una vez en aquél viaje, pasaría de meterse en problemas.
- Qué aburridos sois. Si Therax estuviese aquí me metería contra esos cuatro -le comentó a Alviss-. Luego vendría con alguna herida y me curaría.
Y, finalmente, el grupo acabó llegando a la sala, donde esperaba otra prueba. Una, de nuevo, lejos del alcance del tiburón, que apretó el puño y tuvo ganas de reventar aquél cacharro táctil. Pero entonces, tuvo que abrir la mano y, escupiéndose en la palma, dar una colleja pre-avisada a Zane.
- Vengamos a salvar el mundo -comentó con sorna-, será divertido. Habrá pelea,bichos raros, monstruos y demás. No me hablaste de estupideces como estas, capitán.
Pero el suzaku, herido en su orgullo, instó a que el resto resolvieran el puzle. Podía esperar lustros a que Luka resolviese uno de los cuadraditos, pero claro, el modus operandi del gyojin no era ese.
Cuando se disponía a golpear cada componente electrónico de la pantalla, escuchó una risa, y después Alviss se ofreció voluntario para solucionarlo.
- Zane, ven -comentó acercándose hacia la verja, viendo una oscura rampa-. He oído una risa, intentaré ver algo más mientras Alviss soluciona eso.
- Resumen:
- Collejear a Zane.
- Darse cuenta de la risa e intentar detectar la presencia con mantra.
- Collejear a Zane.
- Cosas usadas:
Haki de observación: Opuesto. Tier 6. (Empatía 6
Tier 6: Centrándose en un solo objetivo puede leer rasgos profundos de su personalidad (infantil, amargado, pervertido), y leer los rasgos superficiales de la gente a hasta diez metros alrededor. Mientras lee los sentimientos de la gente, cosa que puede hacer a hasta veinte metros de distancia, puede prever sus movimientos también pero su concentración se agota el doble de rápido.
- Cosas:
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
- Carga Espiritu de Poseidón: 3 turnos de 3 max.
- Parmigiano: de fuerte sabor y tremendamente nutritivo, este queso otorgará a quien lo consuma un x3 activo (acumulable con activas del consumidor) a la Fuerza durante 3 posts.
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
Ellie
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No, aquello no era un juego, sino una misión. Pero Giotto se encargó de hablar mientras Ellie pensaba. El tiempo de ser una loba mona, agradable y extremadamente parlanchina había terminado. Ahora tocaba hablar en serio, y para ello, había que dar el 100% con su nuevo grupo de amigos.
La ofensiva de los cuatro seres había sido un juego para su rival, que había esquivado absolutamente cada golpe o intento con una pasmosa facilidad. Aquello hizo pensar a la loba qué poder tenía aquella música que ella estaba empezando a descubrir.
El peor parado claramente fue Iulio, que salió disparado tras una onda. Su rival estaba en el aire y era el turno de Giotto. Ellie sonrió, y vertió litros y litros de lava por el suelo. Si su rival caía -que deberia caer de no poder volar-, tendría un escollo más.
Seguidamente, aprovechando el posible humo o vapor que la lava produjese al entrar en contacto con el cemento del suelo, la mink daría un potente salto en dirección a su rival, intentando realizar un combo de cuatro golpes sobre sus piernas, alternando ambos puños y centrando el electro en su zurda y la lava en su diestra.
La ofensiva de los cuatro seres había sido un juego para su rival, que había esquivado absolutamente cada golpe o intento con una pasmosa facilidad. Aquello hizo pensar a la loba qué poder tenía aquella música que ella estaba empezando a descubrir.
El peor parado claramente fue Iulio, que salió disparado tras una onda. Su rival estaba en el aire y era el turno de Giotto. Ellie sonrió, y vertió litros y litros de lava por el suelo. Si su rival caía -que deberia caer de no poder volar-, tendría un escollo más.
Seguidamente, aprovechando el posible humo o vapor que la lava produjese al entrar en contacto con el cemento del suelo, la mink daría un potente salto en dirección a su rival, intentando realizar un combo de cuatro golpes sobre sus piernas, alternando ambos puños y centrando el electro en su zurda y la lava en su diestra.
- Cosas:
Electro(raza): Este ámbito permite a los Minks desarrollar técnicas en base a la electricidad. Pasivamente, el cuerpo del Mink se cargará de electricidad, dándole un aspecto brillante y aumentando ligeramente sus reflejos. Activamente, podrá utilizar esta electricidad en alguna de sus extremidades para aumentar el poder de sus golpes.- Akuma:
Nivel 20: Su control se eleva hasta ser capaz de controlar cien litros de magma, alcanzando éste una temperatura de seiscientos grados centígrados.
Brynn
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La verdad es que cuando sin rostro estaba invisible, hacía gala a su sobrenombre. Caminó y siguió a los Arashi, hasta que llegaron a una sala. La sala donde todo se empezó a torcer.
Primero las amenazas de un tipo, que los Arashi decidieron ignorar -a excepción de Nailah, que le dedicó un cálido mensaje de bienvenida-, pero que él no dudó en tener en cuenta. Aunque su aura no desprendía mucho poder, no hacía falta ser un bravo guerrero para acabar con cualquiera de los allí presentes. Ese tipo podía tener información que ellos no, atacar por la espalda, jugar con alguna trampa de la sala… Había tantas opciones, que Brynn mantendría la mirada fija en el marine.
Unos segundos más tarde, una puerta se abrió, dejando ver a un castor. Un puto castor. Llevaba una guitarra y un micrófono, pero aquello no parecía ser suficiente. A juzgar por su reacción, aquél extraño ser, se dirigía hacia la mesa.
Con un ágil movimiento, Brynn se dispuso a alcanzarlo, adoptando su fight form, en la cual le crecían unas amarillentas alas de la espalda y su cuerpo recibía un anaranjado plumaje. Mientras alcanzaba la posición de su rival, su machete tomó una temperatura de mil grados, pero justo antes de realizar su movimiento se vió obligado a esquivar lo que parecía un misil, pero acabó siendo Spanner, el segundo al mando de los Arashi. Instintivamente y un segundo después, Brynn realizó dos cortes, uno horizontal y otro vertical en aquél ser.
Esperaba que uno de los dos ataques tuviese éxito, y que sumado al de Spanner, fuesen suficiente para… Espera. Nailah estaba lanzando unas ondas cortantes hacia su dirección. ¿Pero qué?
Ah, sí. La invisibilidad.
El negro guardaría su daga, volviendo a ser visible, y se desplazaría lo más rápido que pudiese hacia uno de los laterales de la sala, ayudándose de sus alas, intentando que los ataques de Nailah no impactasen en él. La morena no se libraría de una mirada asesina de Brynn, aunque para ser sinceros, poco de culpa tenía la ladrona.
Primero las amenazas de un tipo, que los Arashi decidieron ignorar -a excepción de Nailah, que le dedicó un cálido mensaje de bienvenida-, pero que él no dudó en tener en cuenta. Aunque su aura no desprendía mucho poder, no hacía falta ser un bravo guerrero para acabar con cualquiera de los allí presentes. Ese tipo podía tener información que ellos no, atacar por la espalda, jugar con alguna trampa de la sala… Había tantas opciones, que Brynn mantendría la mirada fija en el marine.
Unos segundos más tarde, una puerta se abrió, dejando ver a un castor. Un puto castor. Llevaba una guitarra y un micrófono, pero aquello no parecía ser suficiente. A juzgar por su reacción, aquél extraño ser, se dirigía hacia la mesa.
Con un ágil movimiento, Brynn se dispuso a alcanzarlo, adoptando su fight form, en la cual le crecían unas amarillentas alas de la espalda y su cuerpo recibía un anaranjado plumaje. Mientras alcanzaba la posición de su rival, su machete tomó una temperatura de mil grados, pero justo antes de realizar su movimiento se vió obligado a esquivar lo que parecía un misil, pero acabó siendo Spanner, el segundo al mando de los Arashi. Instintivamente y un segundo después, Brynn realizó dos cortes, uno horizontal y otro vertical en aquél ser.
Esperaba que uno de los dos ataques tuviese éxito, y que sumado al de Spanner, fuesen suficiente para… Espera. Nailah estaba lanzando unas ondas cortantes hacia su dirección. ¿Pero qué?
Ah, sí. La invisibilidad.
El negro guardaría su daga, volviendo a ser visible, y se desplazaría lo más rápido que pudiese hacia uno de los laterales de la sala, ayudándose de sus alas, intentando que los ataques de Nailah no impactasen en él. La morena no se libraría de una mirada asesina de Brynn, aunque para ser sinceros, poco de culpa tenía la ladrona.
- Resumen:
Atacar al castor tras el misil Spanner.
Sufrir muy mucho por las ondas de Nailah. Creía que era tu crush, tía.
- Cosas:
Fight form: A diferencia de en el resto de sus formas, el usuario conserva los brazos, y las alas surgen de su espalda. Su estatura habitual se incrementa, alcanzando los tres metros de altura y su musculatura, recubierta parcialmente por plumas oscuras, se ve ligeramente incrementada; en esta forma su fuerza se incrementa en un 200%
Sus alas tornan de un color amarillento, mientras que el resto del cuerpo coge uno anaranjado.
Ummak Zor-El
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La pared pintarrajeada comenzó a emitir una serie de pitidos bastante molestos, que a punto estuvieron de hacer que el shandian estampara el filo de su lanza sobre ella y, lo cierto es que lo hubiera hecho de no ser por las constantes negaciones que Skión hacía con su cabeza. Entonces, al cabo de unos segundos y sin que Ummak fuese realmente consciente de ello, la pared invisible que bloqueaba su camino desapareció. De hecho, de no haber sido por el Driv-mahrazh, el cual tomó de nuevo la iniciativa, probablemente el hijo de Shandora hubiese permanecido en aquel pasillo durante unos minutos más en espera de que la nueva ruta se hiciese mas evidente.
Molesto una vez mas por seguir la estela de su enemigo, Ummak comenzó a seguir los pasos del rubio, temeroso de quedarse atrás y perderse. Aunque de esto último jamás confesaría nada. Lo cierto fue que no avanzaron mucho por aquel pasillo. Enseguida este se abrió para dar lugar a una gran sala, no tan grande como en la que había aparecido aquella conveniente araña, pero si lo suficiente como para poder correr y moverse con libertad.
Una vez más, su guía se detuvo esta vez en el umbral de la puerta. Ummak se acercó a él y trató de hacerlo a un lado para observar que nueva protección mágica tenían que desarticular. Sin embargo, no se trataba de un embrujo lo que tenía ante sus ojos. Al parecer, un par de grupos se habían encontrado fortuitamente en aquella sala y poco importaban sus palabras. Literalmente, ya que Ummak no sentía gran interés por las conversaciones ajenas y mucho menos si estas no eran en su lengua natal. Pero si había algo que era capaz de ver sin necesidad de escuchar sus tediosas voces. Su lenguaje corporal. Le daba igual que estuviera ocurriendo en aquella sala, pero allí la tensión era evidente. Tan solo hacía falta que un idiota estornudase para avivar las incontrolables ascuas de la violencia.
Fijándose mejor, observó a los integrantes de aquella sala. Por un lado, estaban los que supuso que serían los guerreros del Clan de la Gaviota; un hombre de cabello azabache que vestía una extraña armadura, una mujer de pelo castaño cuya ropa tenía un extraño estampado que le daba la apariencia de haber salido de un barrizal y, por último, un tipo normal y corriente que desentonaba totalmente con la tensión del lugar, por lo que supuso que debía de tratarse de algún tipo de siervo. Al otro lado, con una actitud visiblemente altanera y arrogante, se encontraban tres sujetos a cada cual más extraños. La mayoría de ellos parecía mirar con ojos golosones el paquete que se encontraba sobre una mesa cercana. El primero en el que Ummak se fijó fue en un hombre de exóticos cabellos morados, el cual llevaba puesto lo que parecía ser un viejo vestido de su abuela; a continuación, se fijó en la mujer que parecía estar llevando las riendas en aquella discusión, no tenía ni idea de lo que decía, pero si se fijó en su arma y al hacerlo su cabeza se ladeó confuso. Por ultimó y el más reseñable de todos, un coloso de cerca de cinco metros de altura que, aun desde aquella distancia, despedía un extraño olor que no era capaz de identificar.
A Ummak todo aquello le traía sin cuidado y, mientras veía como el Driv-mahrazh avanzaba hasta el último grupo, saludándolos con naturalidad. El guerrillero permaneció quieto, reacio a unirse a ninguno de aquellos demonios. De hecho, tuvo que sujetar del brazo a Skión cuando este, inconscientemente, se dirigía hacia el grupo del Hombre-Muerto. Salvo que alguno de ellos tuviese alguna pista sobre el paradero actual de su hermano, por él como si se mataban los unos a los otros en aquella sala.
Sin embargo, antes de que su cabeza comenzase a oler a quemado con tanta maquinación, una puerta se abrió más adelante. Ummak observó atento como las miradas de todos confluían alternativamente entre el paquete depositado en la mesita y la puerta que acababa de abrirse. Aquello no había ocurrido por casualidad y, mientras que todos se abalanzaban como pollos sin cabeza hacia la extraña rata peluda y chillona que acababa de salir por aquella nueva ruta, el shandian comenzó a acercarse poco a poco hasta la mesita. Se llevó su mano izquierda tapándose la nariz y, casi como si estuviera conteniendo un estornudo, el joven shandian tosió haciendo que su pelo saliese desde su cráneo nuevamente, adoptando su forma y longitud habitual. Mientras que el aire de la sala oscilaba irregularmente entre caliente y gélido, sobretodo en la zona cercana a la puerta, Ummak comenzó a acercarse lenta pero inexorablemente hacia el paquete que descansaba sobre la mesita.
Molesto una vez mas por seguir la estela de su enemigo, Ummak comenzó a seguir los pasos del rubio, temeroso de quedarse atrás y perderse. Aunque de esto último jamás confesaría nada. Lo cierto fue que no avanzaron mucho por aquel pasillo. Enseguida este se abrió para dar lugar a una gran sala, no tan grande como en la que había aparecido aquella conveniente araña, pero si lo suficiente como para poder correr y moverse con libertad.
Una vez más, su guía se detuvo esta vez en el umbral de la puerta. Ummak se acercó a él y trató de hacerlo a un lado para observar que nueva protección mágica tenían que desarticular. Sin embargo, no se trataba de un embrujo lo que tenía ante sus ojos. Al parecer, un par de grupos se habían encontrado fortuitamente en aquella sala y poco importaban sus palabras. Literalmente, ya que Ummak no sentía gran interés por las conversaciones ajenas y mucho menos si estas no eran en su lengua natal. Pero si había algo que era capaz de ver sin necesidad de escuchar sus tediosas voces. Su lenguaje corporal. Le daba igual que estuviera ocurriendo en aquella sala, pero allí la tensión era evidente. Tan solo hacía falta que un idiota estornudase para avivar las incontrolables ascuas de la violencia.
Fijándose mejor, observó a los integrantes de aquella sala. Por un lado, estaban los que supuso que serían los guerreros del Clan de la Gaviota; un hombre de cabello azabache que vestía una extraña armadura, una mujer de pelo castaño cuya ropa tenía un extraño estampado que le daba la apariencia de haber salido de un barrizal y, por último, un tipo normal y corriente que desentonaba totalmente con la tensión del lugar, por lo que supuso que debía de tratarse de algún tipo de siervo. Al otro lado, con una actitud visiblemente altanera y arrogante, se encontraban tres sujetos a cada cual más extraños. La mayoría de ellos parecía mirar con ojos golosones el paquete que se encontraba sobre una mesa cercana. El primero en el que Ummak se fijó fue en un hombre de exóticos cabellos morados, el cual llevaba puesto lo que parecía ser un viejo vestido de su abuela; a continuación, se fijó en la mujer que parecía estar llevando las riendas en aquella discusión, no tenía ni idea de lo que decía, pero si se fijó en su arma y al hacerlo su cabeza se ladeó confuso. Por ultimó y el más reseñable de todos, un coloso de cerca de cinco metros de altura que, aun desde aquella distancia, despedía un extraño olor que no era capaz de identificar.
A Ummak todo aquello le traía sin cuidado y, mientras veía como el Driv-mahrazh avanzaba hasta el último grupo, saludándolos con naturalidad. El guerrillero permaneció quieto, reacio a unirse a ninguno de aquellos demonios. De hecho, tuvo que sujetar del brazo a Skión cuando este, inconscientemente, se dirigía hacia el grupo del Hombre-Muerto. Salvo que alguno de ellos tuviese alguna pista sobre el paradero actual de su hermano, por él como si se mataban los unos a los otros en aquella sala.
Sin embargo, antes de que su cabeza comenzase a oler a quemado con tanta maquinación, una puerta se abrió más adelante. Ummak observó atento como las miradas de todos confluían alternativamente entre el paquete depositado en la mesita y la puerta que acababa de abrirse. Aquello no había ocurrido por casualidad y, mientras que todos se abalanzaban como pollos sin cabeza hacia la extraña rata peluda y chillona que acababa de salir por aquella nueva ruta, el shandian comenzó a acercarse poco a poco hasta la mesita. Se llevó su mano izquierda tapándose la nariz y, casi como si estuviera conteniendo un estornudo, el joven shandian tosió haciendo que su pelo saliese desde su cráneo nuevamente, adoptando su forma y longitud habitual. Mientras que el aire de la sala oscilaba irregularmente entre caliente y gélido, sobretodo en la zona cercana a la puerta, Ummak comenzó a acercarse lenta pero inexorablemente hacia el paquete que descansaba sobre la mesita.
Tenebrex
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Edward, tras ver que sus ataques fueron completamente inútiles y notar que Annie pretendía alejarlo del enemigo mediante su característico control del viento, empezó a reducir su tamaño y volver a la normalidad para hacerle la labor más fácil.
La Serpiente Esmeralda se estaba luciendo, sin duda alguna, en el "rescate", pero más aún cuando, con Maki actuando raro (como de costumbre), ambos bailaron con extraordinaria compenetración y habilidad. El chico de ojos dorados no podía apartar la vista. Él no era una persona muy interesada en el baile en general, ni le gustaba practicarlo, pero aquella exhibición de maestría atrapó todas las miradas, incluyendo la suya y la del gigante morado. Por un momento Maki incluso parecía un atractivo galán... La magia del baile.
Una vez volvió en sí, el chico se dio cuenta de que la niña de las lentejas estaba dirigiéndose a la sala de la que el monstruo había salido. —Muy aguda—. Edward se convirtió en un pequeño dron volador y trató de pasar desapercibido hasta llegar a aquella sala. Una vez allí, volvería a su forma humana y trataría de identificar cualquier cosa que pudiera desactivar al robot y/o ser de ayuda a la chiquilla. —Hey, ¿has visto algo? ¿Necesitas ayuda, Juliana?
La Serpiente Esmeralda se estaba luciendo, sin duda alguna, en el "rescate", pero más aún cuando, con Maki actuando raro (como de costumbre), ambos bailaron con extraordinaria compenetración y habilidad. El chico de ojos dorados no podía apartar la vista. Él no era una persona muy interesada en el baile en general, ni le gustaba practicarlo, pero aquella exhibición de maestría atrapó todas las miradas, incluyendo la suya y la del gigante morado. Por un momento Maki incluso parecía un atractivo galán... La magia del baile.
Una vez volvió en sí, el chico se dio cuenta de que la niña de las lentejas estaba dirigiéndose a la sala de la que el monstruo había salido. —Muy aguda—. Edward se convirtió en un pequeño dron volador y trató de pasar desapercibido hasta llegar a aquella sala. Una vez allí, volvería a su forma humana y trataría de identificar cualquier cosa que pudiera desactivar al robot y/o ser de ayuda a la chiquilla. —Hey, ¿has visto algo? ¿Necesitas ayuda, Juliana?
- Resumen - JULIANA:
- Reacciono a todo lo que ha pasado y trato de pasar desapercibido mientras acompaño a Juliana a donde la terminal, los cables y tal. Me ofrezco para ayudarle y cuatro ojos ven más que dos, a ver si encontramos algo.
"Esto no era lo que me esperaba", dijo para sí mientras cabalgaba a lomos de Arthur, que avanzaba incansable como si llevase poco más que un saco de patatas sobre sí. Era un verdadero monstruo que, aun encima, borracho se volvía un peligro para él mismo, los demás y para la integridad moral de quien lo escuchaba. ¿Cómo podía decir aquella sarta de tonterías?
-Sabes que puedo oírte, ¿verdad? -Le dijo, bajándose de él bastante molesto.
-Perdona, es una conversación privada.
Y no respondió. Simplemente, cómo responder a aquello. Iba tan borracho que pensaba en voz alta, aunque resultaba terriblemente extraño que el Arthur borracho pensase en tercera persona... Y en pasado. Debía ir muy hasta arriba si hasta su mente se encontraba en un estado tan disfuncional. En cualquier caso, tenía cosas más importantes que hacer que discutir con él: Agentes del Cipher Pol y el supervisor Cornelius D. Iulio luchaban contra un hombre calvo mientras los hombres de Kenshin avanzaban ignorándolos y el criminal Bleyd Master, al que brevemente había conocido durante el transcurso de una misión en Drum, en la sala sin hacer esencialmente nada. Se quitó la bufanda de inmediato, tratando de evitar que lo relacionase con su identidad secreta.
-¡¿Todo bien, chicos?! -Preguntó, gritando, a los combatientes- Todo bien -concluyó. No necesitaban su ayuda, o habrían contestado de inmediato-. Bueno, no nos necesitan aquí, sigamos adelante.
Ojalá haber tenido un mapa en aquel momento para saber si la mejor opción era seguir al pollo o cubrir algo más de terreno, pero hasta donde sabía era más importante llegar al final cuanto antes, y de no tomar caminos distintos perderían la oportunidad de llegar cuanto antes o... ¿Y si era eso lo que pretendía el enemigo? Estaban haciéndolos llegar a cuentagotas para acabar con ellos. Y, sabiendo eso, debían caer de lleno en la trampa para acabar con la aguja. El enemigo no sabía de eso. Salió corriendo hacia la puerta, seguro de que eso era, como casi todo allí, una referencia musical. ¿Pero cuál?
-¡Bleyd Master! -gritó, mientras se aproximaba a la siguiente puerta sin dar vuelta atrás- ¿Te vienes? Necesitamos cuanto más loco mejor.
-Sabes que puedo oírte, ¿verdad? -Le dijo, bajándose de él bastante molesto.
-Perdona, es una conversación privada.
Y no respondió. Simplemente, cómo responder a aquello. Iba tan borracho que pensaba en voz alta, aunque resultaba terriblemente extraño que el Arthur borracho pensase en tercera persona... Y en pasado. Debía ir muy hasta arriba si hasta su mente se encontraba en un estado tan disfuncional. En cualquier caso, tenía cosas más importantes que hacer que discutir con él: Agentes del Cipher Pol y el supervisor Cornelius D. Iulio luchaban contra un hombre calvo mientras los hombres de Kenshin avanzaban ignorándolos y el criminal Bleyd Master, al que brevemente había conocido durante el transcurso de una misión en Drum, en la sala sin hacer esencialmente nada. Se quitó la bufanda de inmediato, tratando de evitar que lo relacionase con su identidad secreta.
-¡¿Todo bien, chicos?! -Preguntó, gritando, a los combatientes- Todo bien -concluyó. No necesitaban su ayuda, o habrían contestado de inmediato-. Bueno, no nos necesitan aquí, sigamos adelante.
Ojalá haber tenido un mapa en aquel momento para saber si la mejor opción era seguir al pollo o cubrir algo más de terreno, pero hasta donde sabía era más importante llegar al final cuanto antes, y de no tomar caminos distintos perderían la oportunidad de llegar cuanto antes o... ¿Y si era eso lo que pretendía el enemigo? Estaban haciéndolos llegar a cuentagotas para acabar con ellos. Y, sabiendo eso, debían caer de lleno en la trampa para acabar con la aguja. El enemigo no sabía de eso. Salió corriendo hacia la puerta, seguro de que eso era, como casi todo allí, una referencia musical. ¿Pero cuál?
-¡Bleyd Master! -gritó, mientras se aproximaba a la siguiente puerta sin dar vuelta atrás- ¿Te vienes? Necesitamos cuanto más loco mejor.
- Resumen:
- Desmontar de Arthur, ir hacia la puerta, ser amable con Bleyd.
Yarmin Prince
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La conversación con Arribor fue interrumpida por la insidiosa presencia de Falafel. Una vez más. De nuevo. ¡¿Por qué no puede dejarme en paz?! Bueno, la verdad es que soy insultantemente atractivo, guapo y sensual, además de que, previsiblemente, acababa de hechizarlo. Aunque, dado cómo hablaba, no podía saber si era mi esclavo o solamente intentaba darme lo más duro... Si es que aún le quedaba algo duro.
-Bien, me lo tomo como un sí -dije finalmente ante la pasividad del pirata, y seguí a Falafel mientras me guiaba a través del entramado de gigantescos corredores.
Lo cierto es que el edificio era colosal, casi más meritorio que la base secreta Oasis, pero tenía tanto espacio desperdiciado que mi pequeña pirámide en medio del desierto parecía un verdadero país a su lado... Y de hecho, era la capital de lo que algún día se convertiría en mi imperio. Sin embargo, seguir banalizando la habilidad de esta gente estando dentro de su arma mortal sería un error terrible... En fin.
-Vale, ¿qué nos espera aquí dentro? Porque ya sabes: primero salvar el mundo, luego todos los conciertos que quieras.
-Bien, me lo tomo como un sí -dije finalmente ante la pasividad del pirata, y seguí a Falafel mientras me guiaba a través del entramado de gigantescos corredores.
Lo cierto es que el edificio era colosal, casi más meritorio que la base secreta Oasis, pero tenía tanto espacio desperdiciado que mi pequeña pirámide en medio del desierto parecía un verdadero país a su lado... Y de hecho, era la capital de lo que algún día se convertiría en mi imperio. Sin embargo, seguir banalizando la habilidad de esta gente estando dentro de su arma mortal sería un error terrible... En fin.
-Vale, ¿qué nos espera aquí dentro? Porque ya sabes: primero salvar el mundo, luego todos los conciertos que quieras.
Ryuichi Ichiban
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Un extraño agujero se abrió frente a él y de este salió un puño. Era un puño pequeño, sin embargo cuando lo recibió tenía mucha más fuerza de la que esperaba. El gigante fue lanzado hacia atrás cayendo al suelo de espaldas, provocando un gran temblor debido a su peso. El cazador se volvió a levantar, dándose cuenta de que le sangraba la nariz por el golpe. Sabía que ese puño no era el de su enemigo. El desgraciado había...
Había usado el ataque de su nuevo amigo. Menuda desgracia de ser humano, incapaz de utilizar su propia fuerza para combatir, que tiene que usar la de otros, como una sanguijuela incapaz de defenderse por si misma. Se limpió la sangre de la nariz con el puño y escupió sangre al suelo. Entonces vio como su contrincante estaba ahora aprisionado por una extraña tela blanca.
—Lo siento, enano peliblanco —le dijo a Eric mientras empezaba a caminar—. Yo no obedezco órdenes.
Tras el ataque de Eric se lanzaría de nuevo contra el gigante, buscando golpearle en el estómago para después colocarse a su espalda y rodear su cuello con un brazo mientras ponía el otro codo en su hombro para sujetar el brazo con el cual lo estaba estrangulando. De conseguirlo, en el caso de que su fuerza fuese suficiente para sujetar al ser, diría con su vozarrón de semigigante:
—Sucia escoria, incapaz de utilizar tu propia fuerza. Cuando todo esto acabe no te recordaré, y espero que nadie más lo haga... ¡¿Es que nadie aquí puede darme lo que busco?!
Y entonces gritaría justo al oído del hombre con armadura con todas sus fuerzas.
Había usado el ataque de su nuevo amigo. Menuda desgracia de ser humano, incapaz de utilizar su propia fuerza para combatir, que tiene que usar la de otros, como una sanguijuela incapaz de defenderse por si misma. Se limpió la sangre de la nariz con el puño y escupió sangre al suelo. Entonces vio como su contrincante estaba ahora aprisionado por una extraña tela blanca.
—Lo siento, enano peliblanco —le dijo a Eric mientras empezaba a caminar—. Yo no obedezco órdenes.
Tras el ataque de Eric se lanzaría de nuevo contra el gigante, buscando golpearle en el estómago para después colocarse a su espalda y rodear su cuello con un brazo mientras ponía el otro codo en su hombro para sujetar el brazo con el cual lo estaba estrangulando. De conseguirlo, en el caso de que su fuerza fuese suficiente para sujetar al ser, diría con su vozarrón de semigigante:
—Sucia escoria, incapaz de utilizar tu propia fuerza. Cuando todo esto acabe no te recordaré, y espero que nadie más lo haga... ¡¿Es que nadie aquí puede darme lo que busco?!
Y entonces gritaría justo al oído del hombre con armadura con todas sus fuerzas.
- Resumensito:
- Golpear al tipo e intentar estrangularlo
Fuerza Tier 4 x2 por el aura, que se me acaba justo este turno, así que el x2 solo se aplica al puñetazo y no al estrangulamiento en si, ya que para entonces ya se acabó. Y, además, le grito al oído:Talentos escribió:- Capacidad pulmonar: Incluso para su tamaño tiene una capacidad pulmonar por encima de lo normal. Puede aguantar la respiración durante dos minutos enteros y gritar excepcionalmente alto, pudiendo incluso dañar tímpanos si grita justo al lado de la oreja de alguien normal. Sin embargo, para poder hacer un grito de tal magnitud, no solo debe estar lo suficientemente cerca de su víctima, sino que tiene que coger mucho aire, por lo que es fácil ver lo que va a hacer y hay tiempo de evitarse de tener la posibilidad.
Ellanora Volkihar
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Ahora que lo pensaba... La vampiresa no conocía el nombre del rubio. Ni el rubio conocía el suyo. Pero no, no iba a presentarse. Debía presentarse él, por supuesto. En ese tipo de relaciones el primero que se presentaba era el perdedor, y no podía permitirse perder. El rubio debía ser suyo y de nadie más. Se limitó a seguirlo, con sus hombres detrás, incluido Adam, que el pobre casi no cabía en ningún sitio y tenía que hacer más esfuerzos todavía para seguir continuando.
Mientras tanto la vampiresa pensaba en modos de librarse de aquel horrible cantante. Cuando el rubio hubiese dejado de jugar con él bien podría apuñalarle por la espalda o pedirle a Adam que lo aplaste a puñetazos contra el suelo. Podría incluso pedirle a todo el mundo que lo fusile con pistolas. Es decir, seguro que veinte balas son suficientes para matar a ese engendro del mundo musical.
Encima se había unido otro tío a ellos. ¿Es que todo el mundo quería al rubio o que? ¿Cuanta competencia ten...?
Un olor llegó a su fino olfato. Sangre. Pero... Nunca había olido tanta sangre junta en su vida, ni siquiera durante la masacre que hubo el día que conoció a Adam. ¿De dónde dem...? Todo aquel olor venía del recién llegado. ¿Quién demonios era y porque olía tanto a sangre? Ellanora hizo una mueca. El olor era delicioso y le daban ganas de hincarle el diente, pero algo le decía que no debía hacerlo si no quería acabar mal. ¿Quién demonios era ese tipo?
Mientras tanto la vampiresa pensaba en modos de librarse de aquel horrible cantante. Cuando el rubio hubiese dejado de jugar con él bien podría apuñalarle por la espalda o pedirle a Adam que lo aplaste a puñetazos contra el suelo. Podría incluso pedirle a todo el mundo que lo fusile con pistolas. Es decir, seguro que veinte balas son suficientes para matar a ese engendro del mundo musical.
Encima se había unido otro tío a ellos. ¿Es que todo el mundo quería al rubio o que? ¿Cuanta competencia ten...?
Un olor llegó a su fino olfato. Sangre. Pero... Nunca había olido tanta sangre junta en su vida, ni siquiera durante la masacre que hubo el día que conoció a Adam. ¿De dónde dem...? Todo aquel olor venía del recién llegado. ¿Quién demonios era y porque olía tanto a sangre? Ellanora hizo una mueca. El olor era delicioso y le daban ganas de hincarle el diente, pero algo le decía que no debía hacerlo si no quería acabar mal. ¿Quién demonios era ese tipo?
- Resumen:
- Divagar sobre mi rubio, seguir a mi rubio y preguntarse porque coño Arribor huele tanto a sangre
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—Joooooooooder, Dexter, yo quería pulpo asado para cenar —se quejó el mapache en su hombro—. Isti ginti piidi irriglirsilis sili, nis vimis i li diiz —se burló después.
Lo cierto era que el mapache se aburría. Se puso de pie en el hombro del dragón y trepó hasta lo alto de su cabeza, sujetándose a su pelo con una mano mientras que con la otra señalaba al frente y gritaba: "¡Adelante, fiel y bravo corcel!". Lo cierto es que hacía un buen rato de su última pelea y echaba de menos simplemente volverse loco en el campo de batalla y disparar a todas partes. Se preguntaba cuándo podría volver a hacerlo.
—Oye, Dexter —dijo mientras avanzaban—. Cuando salves el mundo bien podemos llevarnos esto a casa, como hiciste con Impel Down. Estoy seguro de que puedo remodelarlo y convertirlo en un almacén para el arsenal. ¡Podría incluso construir el avión! Ya sabes las ganas que tengo de tener un avión. Con misiles, metralletas... y turbo, por supuesto. Pero hasta entonces mi avión eres tú, lo siento. Bueno, y Basil. Pero ultimamente no sale mucho de la isla...
Lo cierto era que el mapache se aburría. Se puso de pie en el hombro del dragón y trepó hasta lo alto de su cabeza, sujetándose a su pelo con una mano mientras que con la otra señalaba al frente y gritaba: "¡Adelante, fiel y bravo corcel!". Lo cierto es que hacía un buen rato de su última pelea y echaba de menos simplemente volverse loco en el campo de batalla y disparar a todas partes. Se preguntaba cuándo podría volver a hacerlo.
—Oye, Dexter —dijo mientras avanzaban—. Cuando salves el mundo bien podemos llevarnos esto a casa, como hiciste con Impel Down. Estoy seguro de que puedo remodelarlo y convertirlo en un almacén para el arsenal. ¡Podría incluso construir el avión! Ya sabes las ganas que tengo de tener un avión. Con misiles, metralletas... y turbo, por supuesto. Pero hasta entonces mi avión eres tú, lo siento. Bueno, y Basil. Pero ultimamente no sale mucho de la isla...
- resumen:
- Divagar en la cabeza de Dexter
Galhard
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Akuma no mi
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Si la situación de estar agarrado por el cuello de la chaqueta por Arthur ya era extraña para el recluta, que súbitamente fuese impulsado, con una sola mano y gran facilidad, por los aires para caer en la mano del bajito oficial hizo la situación mas estrambótica. Aunque ahora, gracias a ello, gozaba de una posición mas cómoda y no era arrastrado como si de un trozo de ropa se tratase. estaba ahora mismo a la altura de Al, el cual pareció sentirse molesto por los pensamientos de Arthur y abandonó la montura.
"Mmm... Creo que Arthur no vio a la muchacha morena, si no entendería perfectamente el porque del actuar de Al, la verdad era bastante exótica pero un hombre ha de saber comportarse y no perder los modales" Pensaba el recluta mientras devoraba cual puerco los trozos de pescado que había recogido, irónicamente sin ningún tipo de educación o modosidad. "Aunque quizás hay cosas que el almirante no ha contado, después de todo Arthur debe llevar mucho tiempo conociendo a Al y si piensa eso...Puede que en el pasado haya ocurrido alguna cosa más. Tras ello y quizás por lo extraño de la situación su último pensamiento se escapó de sus labios en voz baja.
-Bueno, a quien le gusta la carne y el pescado nunca pasa hambre - Dicho esto tragó el ultimo trozo de pescado y cogió la antorcha con las dos manos.
-Mi padre solía decirme: Divide y vencerás... Con tantos caminos y salas ¿No será ese el objetivo del dueño de la aguja? Supongo que mientras estemos en contacto, los batallones de marines, los unos con los otros todo estará bien y peinaremos mejor la zona, pero... ¿Que hay de los piratas que se han ofrecido a ayudar?-
Galhard se fijó en la extraña pelea de los demás marines contra un pelado, la cual quedó atrás por la velocidad de Arthur. Parecía que la marina estaba dotada de gente mucho más fuerte de lo que había visto nunca.
-¡Oh! Un nuevo aliado ¿A que batallón pertenece Bleyd? No parece ser Marine ni de la Cipher Pol... ¿Es de la brigada también? Dijo el recluta a sus superiores con los ojos entrecerrados, pues como Al había mencionado loco y visto como eran todos en la brigada era un factor a tener en cuenta.
"Mmm... Creo que Arthur no vio a la muchacha morena, si no entendería perfectamente el porque del actuar de Al, la verdad era bastante exótica pero un hombre ha de saber comportarse y no perder los modales" Pensaba el recluta mientras devoraba cual puerco los trozos de pescado que había recogido, irónicamente sin ningún tipo de educación o modosidad. "Aunque quizás hay cosas que el almirante no ha contado, después de todo Arthur debe llevar mucho tiempo conociendo a Al y si piensa eso...Puede que en el pasado haya ocurrido alguna cosa más. Tras ello y quizás por lo extraño de la situación su último pensamiento se escapó de sus labios en voz baja.
-Bueno, a quien le gusta la carne y el pescado nunca pasa hambre - Dicho esto tragó el ultimo trozo de pescado y cogió la antorcha con las dos manos.
-Mi padre solía decirme: Divide y vencerás... Con tantos caminos y salas ¿No será ese el objetivo del dueño de la aguja? Supongo que mientras estemos en contacto, los batallones de marines, los unos con los otros todo estará bien y peinaremos mejor la zona, pero... ¿Que hay de los piratas que se han ofrecido a ayudar?-
Galhard se fijó en la extraña pelea de los demás marines contra un pelado, la cual quedó atrás por la velocidad de Arthur. Parecía que la marina estaba dotada de gente mucho más fuerte de lo que había visto nunca.
-¡Oh! Un nuevo aliado ¿A que batallón pertenece Bleyd? No parece ser Marine ni de la Cipher Pol... ¿Es de la brigada también? Dijo el recluta a sus superiores con los ojos entrecerrados, pues como Al había mencionado loco y visto como eran todos en la brigada era un factor a tener en cuenta.
- Resumen:
- Ser un marujo preguntón y cansino
Dretch
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Akuma no mi
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¿Por qué demonios Krauser no podían tener esbirros patanes como todos los villanos que él solía conocer? El coloso cromado guardaba un as en la manga, uno que ninguno de todos los que se encontraban en aquella sala habían sido capaces de prever. El muy cabrón era un usuario de akuma no mi. Estaba tan acostumbrado a lidiar con enemigos con capacidades ordinarias que ni tan siquiera se le paso por la cabeza que alguien en aquella infame torre pudiese haber ingerido uno de los frutos malditos.
Casi hipnotizado, observó cómo, por diversos lugares del cuerpo de aquel individuo se abrían algunas aperturas de forma similar a como lo hacía una cremallera. El hecho en sí de que cada uno de los ataques dirigidos hasta el individuo fueran absorbidos por estas cremalleras y redirigidos hasta ellos, dejó casi sin palabras al agente. Quien más y quien menos, se vio sorprendido por esta habilidad. De hecho, Shintaro, que se encontraba apenas a un par de metros de distancia de él, fue derribado con la misma técnica que el mismo había realizado. Sabía que nadie podía haber predicho lo que iba a suceder y, sin embargo, una mirada de reproche seguida de un chasqueo de su lengua indicaron fueron dirigidas hacia el peliverde.
Pero aquello solo había sido el primer asalto. Mientras que el resto trataba de recomponerse de la sorpresa inicial, Dretch se llevó la mano izquierda hacia su espalda. Hacia su cinturón. Con cierta parsimonia, sacó de su pequeño neceser de costura unas tijeras y una larga aguja. Desde que se hizo con ellas apenas les había dado uso por miedo a desgastarlas. Las herramientas eran livianas y frías al tacto, tan afiladas como recordaba y con una exquisita elegancia. Tanto la aguja como las hojas de las tijeras habían sido forjadas en acero laminado y el oro y piedras preciosas de sus empuñaduras casi refulgían con luz propia.
Antes de que pudiera darse cuenta de que el reloj corría y que él era de los pocos individuos que estaban malgastando su tiempo, se percató de que Zor-El y el resto de sus compañeros estaban de nuevo preparados para volver a la ofensiva. Haciendo caso al críptico mensaje del shandian que, aunque no entendía su jerga de trepa arboles, de alguna forma Dretch podía intuir a que se refería, el agente prestó toda su atención en la telaraña que Kenzo había generado. No hacia tanto tiempo que había tratado de capturar unas exóticas arañas en Little Garden para hacerse con su seda y aquel pseudo-hombre, ahora armado hasta los dientes de brazos y espadas, le acababa de brindar la oportunidad de poner en práctica sus conocimientos.
Aprovechando que tanto Zor-El, como Braud e incluso uno de los rufianes de Dexter Black, comenzaban a avasallar de nuevo al coloso con ataques de todo tipo, Dretch comenzó su plan. Haciendo gala nuevamente del soru comenzaría a mover de forma lenta pero segura. Haciendo trayectos muy cortos, pero a una alta velocidad, aprovechando cada vez que aquel hombre no miraba en su dirección para acercarse poco a poco hasta sus piernas. Una vez allí, aquello seria como coser y cantar, literalmente. Cortar, coser, volver a cortar, zurcir y remendar. El brazo del agente se movería como si fuese una autentica máquina de coser, haciendo que cada vez las telarañas que rodeaban sus tobillos y rodillas comenzasen a ceñirse más y más hasta tal punto que no le quedase más remedio que caer cuan largo era, sobre el deteriorado suelo de la sala.
Casi hipnotizado, observó cómo, por diversos lugares del cuerpo de aquel individuo se abrían algunas aperturas de forma similar a como lo hacía una cremallera. El hecho en sí de que cada uno de los ataques dirigidos hasta el individuo fueran absorbidos por estas cremalleras y redirigidos hasta ellos, dejó casi sin palabras al agente. Quien más y quien menos, se vio sorprendido por esta habilidad. De hecho, Shintaro, que se encontraba apenas a un par de metros de distancia de él, fue derribado con la misma técnica que el mismo había realizado. Sabía que nadie podía haber predicho lo que iba a suceder y, sin embargo, una mirada de reproche seguida de un chasqueo de su lengua indicaron fueron dirigidas hacia el peliverde.
Pero aquello solo había sido el primer asalto. Mientras que el resto trataba de recomponerse de la sorpresa inicial, Dretch se llevó la mano izquierda hacia su espalda. Hacia su cinturón. Con cierta parsimonia, sacó de su pequeño neceser de costura unas tijeras y una larga aguja. Desde que se hizo con ellas apenas les había dado uso por miedo a desgastarlas. Las herramientas eran livianas y frías al tacto, tan afiladas como recordaba y con una exquisita elegancia. Tanto la aguja como las hojas de las tijeras habían sido forjadas en acero laminado y el oro y piedras preciosas de sus empuñaduras casi refulgían con luz propia.
Antes de que pudiera darse cuenta de que el reloj corría y que él era de los pocos individuos que estaban malgastando su tiempo, se percató de que Zor-El y el resto de sus compañeros estaban de nuevo preparados para volver a la ofensiva. Haciendo caso al críptico mensaje del shandian que, aunque no entendía su jerga de trepa arboles, de alguna forma Dretch podía intuir a que se refería, el agente prestó toda su atención en la telaraña que Kenzo había generado. No hacia tanto tiempo que había tratado de capturar unas exóticas arañas en Little Garden para hacerse con su seda y aquel pseudo-hombre, ahora armado hasta los dientes de brazos y espadas, le acababa de brindar la oportunidad de poner en práctica sus conocimientos.
Aprovechando que tanto Zor-El, como Braud e incluso uno de los rufianes de Dexter Black, comenzaban a avasallar de nuevo al coloso con ataques de todo tipo, Dretch comenzó su plan. Haciendo gala nuevamente del soru comenzaría a mover de forma lenta pero segura. Haciendo trayectos muy cortos, pero a una alta velocidad, aprovechando cada vez que aquel hombre no miraba en su dirección para acercarse poco a poco hasta sus piernas. Una vez allí, aquello seria como coser y cantar, literalmente. Cortar, coser, volver a cortar, zurcir y remendar. El brazo del agente se movería como si fuese una autentica máquina de coser, haciendo que cada vez las telarañas que rodeaban sus tobillos y rodillas comenzasen a ceñirse más y más hasta tal punto que no le quedase más remedio que caer cuan largo era, sobre el deteriorado suelo de la sala.
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Akuma no mi
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Como era obvio, la respuesta introducida resultó ser la correcta, y en escasos segundos las puertas se abrieron. Lo que había tras ellas podía calificarse cuanto menos como bizarro, aunque teniendo en cuenta la gran cantidad de cosas extrañas presentes en aquel macabro edificio no fue especialmente sorprendente, al menos para Thawne.
Un hombre de aspecto rechoncho ataviado con un llamativo y excesivamente apretado uniforme atraía para después esquivar sucesivamente a dos animales que recordaban a toros. No obstante, cada uno de ellos poseía algún rasgo distintivo que el alcalde no había visto nunca en un animal de dicha especie. Uno de ellos tenía las patas cubiertas por lo que parecían escamas, mientras que del lomo del otro nacían dos alas cuyo tamaño hacía pensar que difícilmente permitirían volar al animal. El hombre, mirando a los recién llegados con escasa curiosidad, preguntó por el motivo de su presencia allí. Katharina, adelantándose, comenzó a responder. El enmascarado decidió dejar que hablase para, en cuanto hubo terminado, añadir:
- Mi nombre es "Dakuhebi no" Kirtash, y dirijo este grupo. Buscamos al constructor de la Gran Aguja, la persona que ha propiciado el alzamiento de este edificio. Nos gustaría hablar con él. ¿Puedes ayudarnos?
Mientras hablaba, el político rompería temporalmente su conexión telepática con uno de los acólitos de Marles para unir su mente a la del hombre del traje de luces. La diferencia es que no usaría dicha conexión para comunicarse con él, pues ya había dicho en voz alta todo lo que pretendía. El motivo de crear dicho enlace era muy diferente, pues intentaría indagar entre los pensamientos y recuerdos del hombre, buscando averiguar cualquier posible detalle sobre la torre, la identidad o el paradero de su creador o la ubicación de los planos si es que existían. Era posible que no supiese nada, pero no perdía nada por intentarlo.
Un hombre de aspecto rechoncho ataviado con un llamativo y excesivamente apretado uniforme atraía para después esquivar sucesivamente a dos animales que recordaban a toros. No obstante, cada uno de ellos poseía algún rasgo distintivo que el alcalde no había visto nunca en un animal de dicha especie. Uno de ellos tenía las patas cubiertas por lo que parecían escamas, mientras que del lomo del otro nacían dos alas cuyo tamaño hacía pensar que difícilmente permitirían volar al animal. El hombre, mirando a los recién llegados con escasa curiosidad, preguntó por el motivo de su presencia allí. Katharina, adelantándose, comenzó a responder. El enmascarado decidió dejar que hablase para, en cuanto hubo terminado, añadir:
- Mi nombre es "Dakuhebi no" Kirtash, y dirijo este grupo. Buscamos al constructor de la Gran Aguja, la persona que ha propiciado el alzamiento de este edificio. Nos gustaría hablar con él. ¿Puedes ayudarnos?
Mientras hablaba, el político rompería temporalmente su conexión telepática con uno de los acólitos de Marles para unir su mente a la del hombre del traje de luces. La diferencia es que no usaría dicha conexión para comunicarse con él, pues ya había dicho en voz alta todo lo que pretendía. El motivo de crear dicho enlace era muy diferente, pues intentaría indagar entre los pensamientos y recuerdos del hombre, buscando averiguar cualquier posible detalle sobre la torre, la identidad o el paradero de su creador o la ubicación de los planos si es que existían. Era posible que no supiese nada, pero no perdía nada por intentarlo.
- Resumen:
- - Describir la nueva sala.
- Dejar claro que quien manda en ese grupo essu pollaél.
- Preguntar acerca del constructor de la Gran Aguja e intentar leer la mente del torero para encontrar las respuestas que busca.
Simo Baker
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Akuma no mi
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“Me cago en tu puta madre”, pensé girándome hacia el yonkou al recibir el golpe de la ligera pelota de metal que me había lanzado la cabeza. A pesar de haber estado intentando ser lógico y no cagarla enfrentándome a él, eso junto con su comentario podría haberme hecho cambiar de opinión. Podría, pero en lugar de esto simplemente me reí. Sí, había frustrado mi ataque y me había faltado al respeto, pero ver las llagas que la explosión le había producido en la mano fue más que reconfortante. ¿Cuánta gente en el mundo podía decir que le había hecho una herida como esa a alguien con tanto poder? Era un logro para alguien como yo, y además también una certeza. “No es invencible”, me dije a mi mismo. A pesar de que no hubiera utilizado su haki y se estuviera regenerando tan rápido, si una granada era capaz de hacerle eso, ¿qué no podrían hacerle los ataques de las armas más sofisticadas del gobierno? Lo veríamos, sin duda lo veríamos; aunque primero había que salvar el mundo.
Viendo como el arrogante pirata marchaba a la siguiente de las salas volví a centrarme al enemigo que teníamos entre manos. El coloso metálico había mostrado ser algo más preocupante de lo que había parecido. No solo había logrado evitar todos los ataques del grupo, si no que nos los había devuelto. Sin desplazarse del sitio había logrado hacer retroceder al salvaje, anular al traidor pelomoco y dejar al gigante tumbado en el suelo; y eso por no hablar de que había desviado una bala antitanque lanzada con la potencia de un francotirador. “¿Será un usuario de akuma no mi o está usando una especie de tecnología avanzada?”, me pregunté observando las cremalleras que había usado como portales. La verdad es que no habría sabido responder a ciencia cierta, pero lo que estaba claro es que debía llevar mucho cuidado; mis balas eran demasiado potentes como para permitir que las redirigiera para acertar alguno de mis compañeros.
Analizando la situación decidí que lo mejor era esperar a que la pelea se desarrollara algo más. Entre tanto caos el último de los marines con los que habíamos llegado a la sala estaba haciendo uso de sus habilidades. Había demasiados usuarios para una zona tan pequeña en mi opinión, pero al menos este sabía usar la cabeza y no solo usar su poder de forma absurda. Rápidamente generó una tela de araña en torno al coloso para reducir lo más posible su movilidad. El equipo reaccionó rápido, comenzando la ofensiva el peliblanco, el cual dio indicaciones de un plan que no llegué a entender profundamente. Le siguió el comepirañas, el cual había sido el más ofendido por la forma en la que nos había humillado anteriormente. Tomando ventaja de la situación se valió de su tamaño y fuerza para intentar reducir a nuestro enemigo. Y para gritarle, no nos olvidemos de ese tremendo grito que hizo que hasta yo, que estaba algo apartado, me estremeciera por un segundo. Por último fue el propio agente Buerganor el que se lanzó a culminar la estrategia, haciendo gala de unas habilidades que me resultaron inesperadas. Conocer a tus compañeros era importante a la hora de hacer planes así, de haberlos conocido previamente habría podido reaccionar antes para colaborar mejor. Pensé en el momento en que la perrita nos había preguntado qué se nos daba bien. Quizá desconfiar no siempre fuera lo mejor.
Saqué la pistola escopeta una vez más y usé el soru para acercarme de nuevo a mis compañeros. ¿Sería suficiente eso para conseguir la rendición del hombre de las cremalleras? Apuntándole y controlando cada uno de sus movimientos me acerqué a él. Habría sido estúpido interrogar al amasijo monstruoso que nos quedaba algunos metros atrás, pero la forma humana de este… No podíamos ignorar tal oportunidad. -¡¿Cómo has llegado aquí?! ¡¿Qué sabes de la torre?! Si hay alguna forma de detener su mecanismo es mejor que comiences a hablar ahora. Ya has visto que mis compañeros no son fans del diálogo, solo vas a tener esta oportunidad-, le pregunté con la voz más intimidante que pude sin dejar de apuntarle con mis dos armas. Quedé expectante a su respuesta, listo para retroceder si lograba deshacerse de sus trabas, aunque también listo para disparar de ser necesario al recibir una negativa de colaboración a mis preguntas. Me estaba fijando muy bien en las posiciones de sus cremalleras. Si apretaba el gatillo sería a quemarropa, en un punto alejado de ellas de forma que no tuviera tiempo de generar una y abrirla antes de recibir el ataque.
Viendo como el arrogante pirata marchaba a la siguiente de las salas volví a centrarme al enemigo que teníamos entre manos. El coloso metálico había mostrado ser algo más preocupante de lo que había parecido. No solo había logrado evitar todos los ataques del grupo, si no que nos los había devuelto. Sin desplazarse del sitio había logrado hacer retroceder al salvaje, anular al traidor pelomoco y dejar al gigante tumbado en el suelo; y eso por no hablar de que había desviado una bala antitanque lanzada con la potencia de un francotirador. “¿Será un usuario de akuma no mi o está usando una especie de tecnología avanzada?”, me pregunté observando las cremalleras que había usado como portales. La verdad es que no habría sabido responder a ciencia cierta, pero lo que estaba claro es que debía llevar mucho cuidado; mis balas eran demasiado potentes como para permitir que las redirigiera para acertar alguno de mis compañeros.
Analizando la situación decidí que lo mejor era esperar a que la pelea se desarrollara algo más. Entre tanto caos el último de los marines con los que habíamos llegado a la sala estaba haciendo uso de sus habilidades. Había demasiados usuarios para una zona tan pequeña en mi opinión, pero al menos este sabía usar la cabeza y no solo usar su poder de forma absurda. Rápidamente generó una tela de araña en torno al coloso para reducir lo más posible su movilidad. El equipo reaccionó rápido, comenzando la ofensiva el peliblanco, el cual dio indicaciones de un plan que no llegué a entender profundamente. Le siguió el comepirañas, el cual había sido el más ofendido por la forma en la que nos había humillado anteriormente. Tomando ventaja de la situación se valió de su tamaño y fuerza para intentar reducir a nuestro enemigo. Y para gritarle, no nos olvidemos de ese tremendo grito que hizo que hasta yo, que estaba algo apartado, me estremeciera por un segundo. Por último fue el propio agente Buerganor el que se lanzó a culminar la estrategia, haciendo gala de unas habilidades que me resultaron inesperadas. Conocer a tus compañeros era importante a la hora de hacer planes así, de haberlos conocido previamente habría podido reaccionar antes para colaborar mejor. Pensé en el momento en que la perrita nos había preguntado qué se nos daba bien. Quizá desconfiar no siempre fuera lo mejor.
Saqué la pistola escopeta una vez más y usé el soru para acercarme de nuevo a mis compañeros. ¿Sería suficiente eso para conseguir la rendición del hombre de las cremalleras? Apuntándole y controlando cada uno de sus movimientos me acerqué a él. Habría sido estúpido interrogar al amasijo monstruoso que nos quedaba algunos metros atrás, pero la forma humana de este… No podíamos ignorar tal oportunidad. -¡¿Cómo has llegado aquí?! ¡¿Qué sabes de la torre?! Si hay alguna forma de detener su mecanismo es mejor que comiences a hablar ahora. Ya has visto que mis compañeros no son fans del diálogo, solo vas a tener esta oportunidad-, le pregunté con la voz más intimidante que pude sin dejar de apuntarle con mis dos armas. Quedé expectante a su respuesta, listo para retroceder si lograba deshacerse de sus trabas, aunque también listo para disparar de ser necesario al recibir una negativa de colaboración a mis preguntas. Me estaba fijando muy bien en las posiciones de sus cremalleras. Si apretaba el gatillo sería a quemarropa, en un punto alejado de ellas de forma que no tuviera tiempo de generar una y abrirla antes de recibir el ataque.
- Resumen:
- -Ja, le he hecho pum a Dexter.
-Ver lo guay que es mi equipo con sus planes.
-Interrogar al coloso (?).
Marc Kiedis
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La amenaza del tipo que iba con el hombre del paquete y la pistolera pilló bastante por sorpresa a Marc. Habían sido amables con ellos, les habían indicado lo que debían hacer para abrir la puerta y se habían presentado educadamente. ¿Por qué quería atacarles? El grandullón no lograba comprenderlo. Por suerte, parecía ciertamente inofensivo. Todo lo contrario que el pintoresco personaje que entró en la sala al abrirse la puerta. Por sus características, a medio camino entre alguna clase de mamífero salvaje y uno de esos humanos de dos codos de los que había oído hablar alguna vez, debía de ser un usuario de akuma no mi. Concretamente del tipo que te permite convertirte en un animal, como las de Zane o Therax pero en más débil.
Precisamente el rubio apareció en la sala acompañado de dos personas más, un chico con pinta de poco civilizado y un gigante. El grandullón, contento de ver a su amigo, y también de encontrarse con un orgulloso miembro de la raza de Elbaf, saludó efusivamente a los recién llegados:
- ¡Therax! ¡Me alegro de verte! ¿Quiénes son tus amigos? Qué bien ver a un gigante por aquí, ¿cómo te llamas?
Casi en el mismo momento Spanner atacó al agresivo recién llegado con su movimiento más característico. El cocinero, expectante, mantuvo a Kotai-Hi desenvainada mientras con la otra mano se preparó para, en caso necesario, crear un arpón de queso y lanzárselo al hombre-castor, apuntando a su hombro derecho.
Precisamente el rubio apareció en la sala acompañado de dos personas más, un chico con pinta de poco civilizado y un gigante. El grandullón, contento de ver a su amigo, y también de encontrarse con un orgulloso miembro de la raza de Elbaf, saludó efusivamente a los recién llegados:
- ¡Therax! ¡Me alegro de verte! ¿Quiénes son tus amigos? Qué bien ver a un gigante por aquí, ¿cómo te llamas?
Casi en el mismo momento Spanner atacó al agresivo recién llegado con su movimiento más característico. El cocinero, expectante, mantuvo a Kotai-Hi desenvainada mientras con la otra mano se preparó para, en caso necesario, crear un arpón de queso y lanzárselo al hombre-castor, apuntando a su hombro derecho.
- Resumen:
- - Sorprenderse de que Jiren les amenace tras haber sido amables.
- Flipar con Justino Castor.
- Saludar alegremente a Therax, Ummak y Blishard.
- En caso de que Spanner no derrote a Beaver, usar contra él esto.- Técnica:
- - Cheespear: Marc puede crear y lanzar arpones de queso sólido a 30 m/s con un alcance de 20 metros. Estos proyectiles pueden atravesar o no cosas en función de su dureza (actualmente el queso de Marc tiene dureza y tenacidad equiparables a las de un equipo de categoría Especial).
Kenzo Nakajima
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Para sorpresa de Kenzo, su extraño enemigo devolvió uno tras otro todos los ataques dirigidos contra él. Ni siquiera los poderosos golpes sísmicos de Eric hicieron mella en su cuerpo, pues las peculiares cremalleras que llevaba las absorbieron y redirigieron exactamente igual que las técnicas del resto de miembros de su equipo. La única excepción fueron las telarañas del propio espadachín.
Estas, al no ser propiamente un ataque ni golpear directamente al monstruo sortearon sus defensas y lograron rodearle. Inmovilizada, la critatura parecía completamente a merced de los ataques que sus compañeros comenzaron a dirigirle nuevamente. Viendo la cantidad de personas que atacaban casi al tiempo, el marine decidió esperar unos segundos y no hacer nada más hasta ver el resultado de la ofensiva. Sabía que no todo pasaba por asestar tantos golpes como fuese posible, y de todas formas seguramente el ataque de Eric sería suficiente para destrozar el organismo del monstruo. Su compañero peliblanco, pese a carecer por completo de orden y disciplina, tenía una capacidad destructiva que muy pocas personas eran capaces de igualar.
Así que mientras él y el semigigante golpeaban con todas sus fuerzas y el peculiar agente del brazo falso se movía a gran velocidad alrededor de la criatura el arácnido aguardó, espadas en las manos, hasta observar el resultado de aquel envite conjunto.
Estas, al no ser propiamente un ataque ni golpear directamente al monstruo sortearon sus defensas y lograron rodearle. Inmovilizada, la critatura parecía completamente a merced de los ataques que sus compañeros comenzaron a dirigirle nuevamente. Viendo la cantidad de personas que atacaban casi al tiempo, el marine decidió esperar unos segundos y no hacer nada más hasta ver el resultado de la ofensiva. Sabía que no todo pasaba por asestar tantos golpes como fuese posible, y de todas formas seguramente el ataque de Eric sería suficiente para destrozar el organismo del monstruo. Su compañero peliblanco, pese a carecer por completo de orden y disciplina, tenía una capacidad destructiva que muy pocas personas eran capaces de igualar.
Así que mientras él y el semigigante golpeaban con todas sus fuerzas y el peculiar agente del brazo falso se movía a gran velocidad alrededor de la criatura el arácnido aguardó, espadas en las manos, hasta observar el resultado de aquel envite conjunto.
- Resumen:
- - Relleno, narración y esperar a ver qué consiguen los demás atacando al bicho raro de las cremalleras.
Hamlet
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Al escuchar la frase de la tontatta, me di cuenta de lo que había hecho. ¿En qué momento había dejado de lado mis modales? Sabía que no estaba lo suficientemente calmado como para atender únicamente a la fría lógica, pero aquel torpe intento de intimidación me habría dejado en evidencia. Noté la sangre subir a mi rostro, consiguiendo ruborizarme. Por un momento quise echarme a llorar allí mismo, pero no era procedente.
Fue entonces cuando escuché las palabras del tipo al que el comodoro Kasai se había referido como "cadete". Y, de este modo, la rabia volvió a apoderarse de mi cuerpo, notando como la sangre subía más, hasta hinchar las venas de mi frente y sienes. ¿Cómo diantres se atrevía a hablar de ese modo a un superior, infringiendo además la normativa reglamentaria sobre uniformes de los suboficiales de la marina? ¿No tenía vergüenza? ¿No tenía respeto?
Mi boca se dispuso a abrirse para comenzar a proferir, a voz en grito, una reprimenda contra aquel bravucón que había osado tratarme de criminal. Recordé la garganta rajada de Madre y como, en consecuencia, cometí mi primer asesinato al acabar con la vida de aquel pirata. Estaba dispuesto a comenzar a recitar los artículos del código disciplinario referentes a la conducta del subalterno, mas una voz suave y tranquilizadora se alojó en mi mente. Una voz que reconocí como la del comodoro, que antes se había lanzado a defenderme de las palabras de ese indeseable que era tan estúpido como para no entender la gravedad del asunto. A estas alturas, no me sorprendía que fuera capaz de usar tal poder.
Trató amablemente de entender mi situación, y, por supuesto, supo qué pretendía hacer con la tontatta. Me instó a mantener la calma y seguir adelante. Si se había metido en mi mente, supuse que habría podido echar un vistazo a mis sentimientos: la falta de confianza por no poder hacer mucho para ayudarles, la ira que me causaba el haber sido insultado por aquel cadete pese a tener la mejor de las intenciones, la tristeza por ver mi hogar a punto de ser destruido... Asumiendo esto, decidí pensar en una respuesta que solo él podría escuchar:
"Muy bien, comodoro" pensé. "Tiene usted razón: me he dejado llevar por esta situación tan tensa. Pero entiéndame cuando le digo, quiero decir, cuando pienso que no estamos a salvo y que no podemos fiarnos ni de nuestra propia sombra. Al igual que usted, comodoro, yo solo deseo lo mejor para la Justicia, pero yo no tengo tanto que aportar para la causa. No tengo poderes especiales de ningún tipo, ni habilidades precognitivas. Solo soy uno más del montón. Por eso prefiero mantenerme alerta. No obstante, creo plenamente en usted y voy a seguirle hasta donde sea necesario, incluso si es detrás de esta curiosa guía. Si hay una oportunidad de salvar este mar, lucharé junto a usted por ella."
Procuré pensar en otra cosa, de modo que el líder de la flota se diera cuenta de que daba por terminado mi soliloquio, si así podía llamarse el establecer unos pensamientos en la mente propia para que otro los lea. Miré a la tontatta, que reposaba en la cabeza del comodoro y susurré:
-Lamento lo sucedido.
Cambié mi foco de atención al cadete, que ahora iba armado. Yo más que nadie quería amenazarle con las sanciones administrativas correspondientes, mas decidí que las palabras del comodoro habían sido más que suficientes. En su lugar, preferí recorrer aquella vomitiva sala, que ya empezaba a darme arcadas, junto a mi amigo Bizvan, al que notaba algo enfadado, aunque este trató de disimularlo con un suspiro y palmeando mi hombro, volviendo a señalar que había hecho lo correcto.
-Bizvan -respondí con la voz pugnando por no quebrarse y mirando a otro lado-. Siento lo de antes. No merecías que te pusiera en semejante situación. Confío en ti para sujetarme si caigo. Puedes contar conmigo para exactamente lo mismo.
Seguí adelante en aquella encharcada habitación. Esta vez no olvidaría que mis compañeros estarían ahí por mí. Aun así, mi guardia seguiría alta. Deseaba salir de aquella pútrida habitación, pero no ansiaba conocer lo que le esperaba en la siguiente
Fue entonces cuando escuché las palabras del tipo al que el comodoro Kasai se había referido como "cadete". Y, de este modo, la rabia volvió a apoderarse de mi cuerpo, notando como la sangre subía más, hasta hinchar las venas de mi frente y sienes. ¿Cómo diantres se atrevía a hablar de ese modo a un superior, infringiendo además la normativa reglamentaria sobre uniformes de los suboficiales de la marina? ¿No tenía vergüenza? ¿No tenía respeto?
Mi boca se dispuso a abrirse para comenzar a proferir, a voz en grito, una reprimenda contra aquel bravucón que había osado tratarme de criminal. Recordé la garganta rajada de Madre y como, en consecuencia, cometí mi primer asesinato al acabar con la vida de aquel pirata. Estaba dispuesto a comenzar a recitar los artículos del código disciplinario referentes a la conducta del subalterno, mas una voz suave y tranquilizadora se alojó en mi mente. Una voz que reconocí como la del comodoro, que antes se había lanzado a defenderme de las palabras de ese indeseable que era tan estúpido como para no entender la gravedad del asunto. A estas alturas, no me sorprendía que fuera capaz de usar tal poder.
Trató amablemente de entender mi situación, y, por supuesto, supo qué pretendía hacer con la tontatta. Me instó a mantener la calma y seguir adelante. Si se había metido en mi mente, supuse que habría podido echar un vistazo a mis sentimientos: la falta de confianza por no poder hacer mucho para ayudarles, la ira que me causaba el haber sido insultado por aquel cadete pese a tener la mejor de las intenciones, la tristeza por ver mi hogar a punto de ser destruido... Asumiendo esto, decidí pensar en una respuesta que solo él podría escuchar:
"Muy bien, comodoro" pensé. "Tiene usted razón: me he dejado llevar por esta situación tan tensa. Pero entiéndame cuando le digo, quiero decir, cuando pienso que no estamos a salvo y que no podemos fiarnos ni de nuestra propia sombra. Al igual que usted, comodoro, yo solo deseo lo mejor para la Justicia, pero yo no tengo tanto que aportar para la causa. No tengo poderes especiales de ningún tipo, ni habilidades precognitivas. Solo soy uno más del montón. Por eso prefiero mantenerme alerta. No obstante, creo plenamente en usted y voy a seguirle hasta donde sea necesario, incluso si es detrás de esta curiosa guía. Si hay una oportunidad de salvar este mar, lucharé junto a usted por ella."
Procuré pensar en otra cosa, de modo que el líder de la flota se diera cuenta de que daba por terminado mi soliloquio, si así podía llamarse el establecer unos pensamientos en la mente propia para que otro los lea. Miré a la tontatta, que reposaba en la cabeza del comodoro y susurré:
-Lamento lo sucedido.
Cambié mi foco de atención al cadete, que ahora iba armado. Yo más que nadie quería amenazarle con las sanciones administrativas correspondientes, mas decidí que las palabras del comodoro habían sido más que suficientes. En su lugar, preferí recorrer aquella vomitiva sala, que ya empezaba a darme arcadas, junto a mi amigo Bizvan, al que notaba algo enfadado, aunque este trató de disimularlo con un suspiro y palmeando mi hombro, volviendo a señalar que había hecho lo correcto.
-Bizvan -respondí con la voz pugnando por no quebrarse y mirando a otro lado-. Siento lo de antes. No merecías que te pusiera en semejante situación. Confío en ti para sujetarme si caigo. Puedes contar conmigo para exactamente lo mismo.
Seguí adelante en aquella encharcada habitación. Esta vez no olvidaría que mis compañeros estarían ahí por mí. Aun así, mi guardia seguiría alta. Deseaba salir de aquella pútrida habitación, pero no ansiaba conocer lo que le esperaba en la siguiente
- Resumen:
- Resolver la polémica Wyrm VS Tontattas. Hablar con Zuko y Biz.
Osuka Sumisu
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Los proyectiles de magma desaparecen como quien tira agua contra un muro de hormigón. Aquello le molestó bastante, pero por lo menos el mono morado mecanizado estaba centrado en nosotros. Tanto Ed como Juliana se escabulleron y fueron por donde había salido aquel bicharraco mecánico. Muy ingenioso de su parte, pues quizá el gorila estuviera controlado por una persona o inteligencia artificial externa.
Caso aparte, la locura y la absurdez llego a su súbito extremo. El extraño, pero atractivo, Oficial Makintosh había vuelto del reino de la locura, o de la amnesia, quien sabe, y se puso frente a frente al gorila. Cogió a Annie de la cintura y empezó a hacer el tango más satisfactorio y temerario que el oficial había visto en su vida. ¿Quizá esa fuese el legendario “Tango de la muerte” del oficial gyojin? Las palabras que decían de aquello no hacía justicia a aquella armonía de movimiento.
Cuando el baile acabo, el gorila estaba atónito, Osuka estaba con la boca abierta y por alguna razón, Ishi estaba descojonándose de la risa. Una risa de la que, de ser un ser vivo, se hubiese ahogado hace rato.
Se aclaró las ideas, pues era imposible que aquel enemigo estuviese protegido al cien por cien. De repente, un recuerdo cercano se apodero de él; el único ataque que le hizo algo fue cuando el gorila piso la esfera de aire de Annie. Entonces abrió los ojos como platos y comprendió donde estaba al menos uno de sus puntos débiles.
- Ah, yo tampoco me protegería algo que casi nunca esta al aire… –de un toque en el suelo de metal, hizo deformara hasta que una aguja de metal atacase la planta de ambos pies-. Es hora de aprender que no se va con los pies descalzos…
Caso aparte, la locura y la absurdez llego a su súbito extremo. El extraño, pero atractivo, Oficial Makintosh había vuelto del reino de la locura, o de la amnesia, quien sabe, y se puso frente a frente al gorila. Cogió a Annie de la cintura y empezó a hacer el tango más satisfactorio y temerario que el oficial había visto en su vida. ¿Quizá esa fuese el legendario “Tango de la muerte” del oficial gyojin? Las palabras que decían de aquello no hacía justicia a aquella armonía de movimiento.
Cuando el baile acabo, el gorila estaba atónito, Osuka estaba con la boca abierta y por alguna razón, Ishi estaba descojonándose de la risa. Una risa de la que, de ser un ser vivo, se hubiese ahogado hace rato.
Se aclaró las ideas, pues era imposible que aquel enemigo estuviese protegido al cien por cien. De repente, un recuerdo cercano se apodero de él; el único ataque que le hizo algo fue cuando el gorila piso la esfera de aire de Annie. Entonces abrió los ojos como platos y comprendió donde estaba al menos uno de sus puntos débiles.
- Ah, yo tampoco me protegería algo que casi nunca esta al aire… –de un toque en el suelo de metal, hizo deformara hasta que una aguja de metal atacase la planta de ambos pies-. Es hora de aprender que no se va con los pies descalzos…
Valar Morghul
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No se que me sucedió, pero algo extraño paso cuando me fije en una de las luces de aquella festiva sala en la que nos encontrábamos y, sin poder hacer nada para evitarlo, me quede embobado mirando como parpadeaba con un extraño ritmo, casi como si siguiese un patrón que hacia que mi mente únicamente pudiese centrarse en eso y todo lo demás a mi alrededor dejase de tener importancia y desapareciese.
No se cuanto tiempo pasó desde que "perdí" mis sentidos, pero, cuando pude recuperarme, aprecié que la situación había cambiado bastante y provoco que me pusiese en alerta, todavía con el cerebro abotargado y pensando que coño acababa de pasarme.
El zumbado de Arribor había llegado a la sala y estaba hablando con el rubiales rompecorazones y, por su lado, la joven chica no parecía quitar ojo al atractivo rubio, al igual que el gran cantante, el cual había empezado a sugerir al rubio que se fuesen a una zona más privada de una forma que haría erizar los pelos de la nuca a los más aprensivos.
Aunque todo eso dejo de tener importancia para mi cuando ese mismo tipo nos indicó, tras hacer que le siguiésemos, haciendo que guardase mi 9mm para poder trasladar mi cofre de forma cómoda, donde estaba el servicio. Aquella revelación logró que mi mente se activase un poco más al pensar en lavarme la cara con agua para terminar de despejarme.
-Gracias por las indicaciones- respondí al extraño cantante mientras me despedía de él, haciéndole una burda reverencia inclinando mi cabeza-. Luego nos vemos, compañeros- me despedí, abandonando al grupo para dirigirme al servicio al mismo tiempo que veía como el rubio acompañaba al cantante para "calentar micrófonos".
No se cuanto tiempo pasó desde que "perdí" mis sentidos, pero, cuando pude recuperarme, aprecié que la situación había cambiado bastante y provoco que me pusiese en alerta, todavía con el cerebro abotargado y pensando que coño acababa de pasarme.
El zumbado de Arribor había llegado a la sala y estaba hablando con el rubiales rompecorazones y, por su lado, la joven chica no parecía quitar ojo al atractivo rubio, al igual que el gran cantante, el cual había empezado a sugerir al rubio que se fuesen a una zona más privada de una forma que haría erizar los pelos de la nuca a los más aprensivos.
Aunque todo eso dejo de tener importancia para mi cuando ese mismo tipo nos indicó, tras hacer que le siguiésemos, haciendo que guardase mi 9mm para poder trasladar mi cofre de forma cómoda, donde estaba el servicio. Aquella revelación logró que mi mente se activase un poco más al pensar en lavarme la cara con agua para terminar de despejarme.
-Gracias por las indicaciones- respondí al extraño cantante mientras me despedía de él, haciéndole una burda reverencia inclinando mi cabeza-. Luego nos vemos, compañeros- me despedí, abandonando al grupo para dirigirme al servicio al mismo tiempo que veía como el rubio acompañaba al cantante para "calentar micrófonos".
- resumencillo para la chupasangres, el rubiales atractivo y el pegaparedes:
- Despertar de un trance e irme al servicio tras agradecer las indicaciones a Falafel, viendo como se va con Yarmin a hacer cosicas.
- Cambio de sala:
- Me dirijo a la sala 21
Sasaki
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Había fracasado en mi intento de abrir la puerta con azúcar endurecida. Saqué el azúcar del mecanismo y coloqué las llaves que me dio Al en su cerradura correspondiente, luego llegó el como la que faltaba por colocar. El mecanismo esta vez si cedió y se abrió la puerta.
A partir de aquí, todo sucedió muy deprisa y me encontré encima de Arthur quien cargaba con todos a su espalda. Cuando llegamos a la siguiente sala había un gran espectáculo formado, mientras, al que reconocí como Bleyd, se encontraba dándole algo a un pony, otros se encargaban de darle una paliza a alguien. Quizás se lo hubiese buscado, pero me parecía un poco abusivo.
No me acerqué a los que combatían, no por falta de ganas, pero como no me había hecho nada ninguno de los bandos y era posible que me llevase algún golpe decidí mantenerme apartado y simplemente seguí al Almirante.
A partir de aquí, todo sucedió muy deprisa y me encontré encima de Arthur quien cargaba con todos a su espalda. Cuando llegamos a la siguiente sala había un gran espectáculo formado, mientras, al que reconocí como Bleyd, se encontraba dándole algo a un pony, otros se encargaban de darle una paliza a alguien. Quizás se lo hubiese buscado, pero me parecía un poco abusivo.
No me acerqué a los que combatían, no por falta de ganas, pero como no me había hecho nada ninguno de los bandos y era posible que me llevase algún golpe decidí mantenerme apartado y simplemente seguí al Almirante.
- resumen:
- Perdón por la brevedad del post, pero no he tenido tiempo para más.
Vile Spectre
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Entre el ruido que generaba la aguja, su refinado oído logró escuchar la risa que provenía de la rampa que bajaba hacia una nueva y oscura sala. Aquello sorprendió a Vile, despertando su curiosidad. ¿Amigo o enemigo? Valoró sus opciones. Darse cuenta de que era un enemigo supondría que los Arashi no Kyoudai valorarían que hubiese encontrado una posible amenaza que podía jugarles una mala pasada. De ser un amigo... ¿Era necesario explicar por qué aquello podía ser bueno? "De muerte", pensó.
Intrigado, se alejó de la pantalla táctil, en la que se encontraba el rubito. Solo esperaba que no la dejase pringada como el navío de aquellos piratas. Por su parte, Vile no hizo más que pensar en qué podría hallar al otro lado.
-Ehhhhhh... Encargaos vosotros -comunicó a sus compañeros-. En Arabasta no tenemos seppukus de esos. ¿Eso es más de Wano, no? ¡Suerte con eso! -rio.
A su lado se colocó el tipo de la máscara, y el gyojin no hizo más que proferir quejas, ya que su carácter belicoso le pedía una batalla que, aparentemente, la aguja se empeñaba en no darle. Hablando de agujas, Kenshin se acercó a preguntarle el por qué había acudido a esa localización.
-¿Que por qué? -preguntó, levantando una ceja-. Porque me vosotros me trajisteis. ¿Tenéis mala memoria? -al finalizar la cuestión, emitió una sonora carcajada antes de proseguir-. Bueno, digamos que me resultó bastante atractiva la oportunidad de reunirme con cualquier hijo de mala madre que hubiera convocado ese tal Elrik y así poder lamerle el culo un poco hasta que finalmente acabase bajo su ala. ¡Mira lo bien que me ha salido! -señaló al pelirrojo.
Entonces el gyojin se acercó al aspirante a Emperador, mencionándole aquella risita, con aire alarmado.
-Iré con vosotros -propuso Vile-. Ahí seré más útil.
Intrigado, se alejó de la pantalla táctil, en la que se encontraba el rubito. Solo esperaba que no la dejase pringada como el navío de aquellos piratas. Por su parte, Vile no hizo más que pensar en qué podría hallar al otro lado.
-Ehhhhhh... Encargaos vosotros -comunicó a sus compañeros-. En Arabasta no tenemos seppukus de esos. ¿Eso es más de Wano, no? ¡Suerte con eso! -rio.
A su lado se colocó el tipo de la máscara, y el gyojin no hizo más que proferir quejas, ya que su carácter belicoso le pedía una batalla que, aparentemente, la aguja se empeñaba en no darle. Hablando de agujas, Kenshin se acercó a preguntarle el por qué había acudido a esa localización.
-¿Que por qué? -preguntó, levantando una ceja-. Porque me vosotros me trajisteis. ¿Tenéis mala memoria? -al finalizar la cuestión, emitió una sonora carcajada antes de proseguir-. Bueno, digamos que me resultó bastante atractiva la oportunidad de reunirme con cualquier hijo de mala madre que hubiera convocado ese tal Elrik y así poder lamerle el culo un poco hasta que finalmente acabase bajo su ala. ¡Mira lo bien que me ha salido! -señaló al pelirrojo.
Entonces el gyojin se acercó al aspirante a Emperador, mencionándole aquella risita, con aire alarmado.
-Iré con vosotros -propuso Vile-. Ahí seré más útil.
- Resumen:
- Ignorar el sudoku, pensar en la risa y apuntarse al plan de Luka tras responder a Zane.
-¡EEEEEEEEOOOOO! ¡EEEEEEEEEEEEEEEOOOOOOOO! ¡EO! ¡EO!
¿Qué acaba de ser eso? Resuena por todas partes, una melódica voz que recorre los pasillos y resuena en cada sala. Tiene un ligero acento, pero la armonía impregna cada una de las dos letras que entona por el momento, y entonces el silencio se hace por casi dos minutos. Hasta que la música empieza a sonar.
Las luces se apagan con la canción del legendario Alfredito Mercurio, y cuando vuelven a encenderse tras casi un minuto cada persona débil de voluntad cae rendida al suelo, desmayada por el poder de su legendaria voz. Algo tiene, algo hay ahí, pero todavía mientras la canción suena por entre cada recoveco la sensación de incomodidad se incremente segundo a segundo... Y minuto a minuto la hora va llegando.
¿Qué acaba de ser eso? Resuena por todas partes, una melódica voz que recorre los pasillos y resuena en cada sala. Tiene un ligero acento, pero la armonía impregna cada una de las dos letras que entona por el momento, y entonces el silencio se hace por casi dos minutos. Hasta que la música empieza a sonar.
Las luces se apagan con la canción del legendario Alfredito Mercurio, y cuando vuelven a encenderse tras casi un minuto cada persona débil de voluntad cae rendida al suelo, desmayada por el poder de su legendaria voz. Algo tiene, algo hay ahí, pero todavía mientras la canción suena por entre cada recoveco la sensación de incomodidad se incremente segundo a segundo... Y minuto a minuto la hora va llegando.
- Zane y company:
- Cuando Rose coloca el ultimo número, toda la pantalla se pone verde y con un chasquido la verja se abre. Luka, no detectas nada con el mantra. Sin embargo, en una de las paredes a los lados de la rampa ves un diminuto altavoz y una aún más diminuta cámara. Os están espiando, claramente. Saben que vais.
Avanzáis por la rampa en la oscuridad y una vez llegáis al piso siguiente las luces se encienden a vuestro alrededor. A vuestro alrededor hay lo que parece un enorme almacén. Por las paredes se alzan pilas de tambores de diferentes formas y tamaños, hasta un techo altísimo. Por el suelo, rodeándoos amenazantes, hay más ejemplares del mismo instrumento. Madera, metal, cuero, plástico, un sinfín de diversos materiales. Podéis ver a lo lejos una puerta abierta a la derecha. A la izquierda, el almacén se curva y pierde en la distancia. A vuestra espalda… una puerta cerrada y sobre ella un monitor que se enciende en silencio. Una figura encapuchada os comenta:
-Si queréis avanzar, mostradme vuestro más poderoso ritmo de batalla. Solo abriré la puerta para aquellos que sean dignos.
- Zuko y la chupipandi de la tontatta:
- Tiny Boiler te saca la lengua mientras se tapa la nariz, Hamlet. Tu disculpa no parece impresionarla, pero desde luego sabes que no eres tú el que apestas, si no la habitación. Cuanto más avanzáis más perdidos os ponéis. Para cuando llegáis a la puerta estáis cubiertos de fango y agua putrefacta casi hasta las rodillas y para colmo está cerrada. Hay un pequeño cartel con una abertura debajo, como si fuera un buzón. También os han provisto de una libretita y un boli, que atentos.
‘’Dañamos sin movernos. Envenenamos sin tocar. Cargamos con las verdades y las mentiras. No somos juzgadas por nuestro tamaño. ¿Qué somos?’’
- Kiritsu:
- Dejando diversos gritos y sonidos a vuestra espalda, avanzáis pero no mucho. Una puerta os impide el paso. En ella, el cuadro de una hermosa joven dormida sobre un árbol os roba el aliento. Frente a la puerta, un enorme xilófono de metal parece aguardaros. También veis lo que parece ser el nombre del cuadro:
-‘Conmovedme y pasaréis’.
Esa chica dormida… ¿Se mueve? Casi podéis seguir el ritmo de su respiración, qué pintura tan realista…
- La tríada de los poderes vulcanolumínicos:
- Vuestros ataques no parecen hacer mella en el gran Pau John, que suda ante el calor provocado por litros de magma y el fuego de Giotto, pero no pierde la sonrisa mientras, a pesar de los intentos, se desentiende de los ataques con un hábil puente de baquetas: Golpea el brazo de Giotto con la punta, que arde justo antes de que esta gire entre sus dedos y frene los puños izquierdos de Ellie mientras aparta su antebrazo con la otra cuando ve la lava venir y, cuando las balas están a punto de golpearle, golpea la primera de ellas enarcando su brazo contra el suelo, generando una onda de choque tan fuerte que hace temblar todo el suelo.
-Qué estimulante -dice, mientras se truena el cuello-. Seguro que podéis darme más.
Lanza un grito agudo sorprendentemente estable, delicado y hermoso incluso antes de empezar a dañar los oídos y, tras un instante de esto, lanza con indescriptible fuerza sus baquetas contra Iulio y Giotto.
-Uff, que calor, ¿no? -comenta, apartándose de vosotros. Se le ve rojillo.
- Los amigos de los castores:
- -¡Eba mi bitaba favobita! -Grita, desde el brazo de Brynn.
Os describo la situación: La guitarra de Beaver está completamente destrozada. Tiroteada y cortada a la mitad, casi reventada por la contracción del frío, yace en el suelo mientras el chico castor se mantiene enganchado con los incisivos en el brazo de Brynn, que ha intentado darle un desafortunado machetazo. La parte buena es que no parece haberte hecho ningún daño. La parte mala es que, por lo visto, sigue con vida. Y dado que sois unos desalmados asesinos hijos de puta eso debe resultar molesto.
- La escuadra de Kodama, sorprendentemente violenta y parte de los Blue Rose:
- Deathstroke, por lo que puedes ver el exterior no es lo único que parece ser un desastre en esa cosa, su sistema nervioso no tiene sentido, ves conexiones y terminaciones que van de un lado a otro sin llegar nunca a algo parecido a un cerebro. Tiene lo que parecen ser un montón de núcleos pero, para su tamaño parece que cumplen una función muy primaria. Tampoco identificas un patrón dentro de este ser, es como si fuera una amalgama de carne y órganos. Pero una cosa tienes clara, tu golpe le ha hecho daño, reventando una gran cantidad de carne en tu trayecto antes de parar en el suelo. Sangre y vísceras caen por todas partes a tu alrededor. Por lo que ves por dentro tiene una serie de huesos y órganos sin sentido, dudas que algunos tengan alguna función siquiera. Tras eso ves como los jirones que carne que siguen unidos al cuerpo tratan de entrar en contacto con las partes perdidas para unirlas a la estructura principal. Hueso y tendón se empiezan a soldar a tu alrededor y varias terminaciones carnosas salen disparadas hacia ti con la intención de apresarte.
Vais a la vez a por el sujeto metálico, menos Kenzo, chico listo, respeta su propio espacio vital. Parece que está inmovilizado debido a las telarañas que lo rodean. Eric, logras agarrar la muñeca de su brazo derecho, la cual sobresale. Haces el terremoto, pero te das cuenta de que es bastante más resistente que una mano normal. De todas formas tu rodillazo parece tocar solo aire antes de retroceder. Oh, cierto el brazo con el que agarraste al ser metálico… está en el suelo. Está cortado a la altura del codo, aunque no sangra ni te duele, es más lo sientes y puedes moverlo. En el corte, en ambas partes hay dos mitades de una cremallera.
Braud, lo golpeas en el estómago pero el cabrón es duro como una roca, aunque no escuchas el típico sonido de golpear metal ¿estará hecho de carne entonces? De todas formas logras apresarlo lo suficiente como para que Dretch empiece a coserle. A pesar de esto Braud, notas como el cuello es… demasiado blando de pronto, se lo habrás roto, o no. Ves cómo una cremallera recorre su cabeza en espiral y se abre “deshilachando” su cabeza y haciendo que esta se pueda deslizar por tu agarre. Una cremallera se abre en el suelo y el ser se hunde en este, para aparecer en una a unos metros detrás de vosotros.
Simo, cuando quieres hacer las preguntas el ser ha desaparecido y ahora estás encañonando a Braud.
El ser abre una cremallera en la tela de araña y libera uno de sus brazos para señalaros con este a vuestras espaldas.
¿No era ese el horror lovecraftiano abiertamente hostil que habéis ignorado durante todo este tiempo? No parece muy contento. Ruge desde cada una de sus gargantas y lanza dos tentáculos de carne acabados en púas óseas a cada uno con intención de apresaros.
- Decter:
- Llegas sin mucho problema a la sala 10, dado que a los enemigos que hay los tienen bien entretenidos. Ves una sala enorme que parece más utilitaria que otra cosa. Con unos 20… dirías que 30 metros de altura, dividida en varias plataformas metálicas conectadas con escaleras, las cuales acaban en un piso a una altura superior. La sala apenas tiene decoración dejando a la vista las instalaciones. Si hay algo que destaque en esta es el enorme cadáver descuartizado de lo que parece ser un tiranosaurio. Un estudio más detallado revela que tenía unos brazos mecánicos plenamente funcionales con los cuales agarraba dos ametralladoras de gran calibre y un arnés con diversas armas de fuego de gran calibre a su espalda, tales como lanzamisiles, lanzallamas, cañones, incluso láseres.
Sea lo que sea lo que lo mató hizo una serie de cortes perfectamente limpios que casi no encontraron resistencia. A parte de que parece que hubo una lucha en la sala debido a las marcas de balas y… bueno a que algunos puntos todavía están en llamas.
- Liv:
- Cuando tocas el suelo con tus pies parece haber un pequeño resplandor en el suelo, de hecho, si pisas alguna vez más parece que tus pasos se iluminan y desaparecen al cabo de un rato. Abres sin problema la puerta a Martin y este entra rápidamente, cerrándola de nuevo de un empujón y observa la sala en su esplendor. Oscuridad y más oscuridad. El avanza delante de ti, llevando en todo momento la mano cerca de su espada y puedes ver sus pisadas. Durante un momento le pierdes la vista, entre tanta oscuridad solo ves sus pisadas desvanecerse cada vez más rápido hasta que a lo lejos dos ojos se iluminan, acompañados de una música muy triste proveniente de un piano. Sus pasos se escuchan acercarse hasta que ves a un hombre metálico con un piano portátil colgando de su cuello. Mueve la cabeza sensualmente y te señala. Y lo más importante, ¿dónde está Martin?
-¡Es la hora de bailar!
- Zuzu, han secuestrado a Maki:
- Annie, Maki ¡Funciona! Aunque más de lo que os gustaría. Al gorila le gusta tanto que se golpea el pecho con gran entusiasmo y emoción mientras salta de un lado a otro, cuando termina sale vapor de debajo de sus brazos y la barrera se retira de estos. Agarra a uno con cada mano. El agarre es bastante firme como para dejaros bien quietecitos, con los brazos apresados, Annie tu tienes el derecho libre. A pesar de su tamaño no agarra tan fuerte como para haceros daño a ninguno de los dos, aunque tiene cuidado de no dejar que Maki se escurra.
Osu, ves como el gorila agarra a Annie y a Maki, las púas salen del suelo y suena un “clang” cuando chocan con sus suelas, están protegidas, pero han sido dañadas, la barrera no funciona en la planta de los pies. El Gorila parece sentirlo, trastabilla y cae de espaldas. Su culo y parte de la espalda se hunde en el suelo, dejando una marca perfecta con su forma. Aunque aprovecha que no tiene la barrera en los brazos para apoyarse en estos y evitar caer del todo. Se incorpora de un salto y te fulmina con la mirada, antes de mirar a Annie y Maki y salir corriendo por la sala por la que vinisteis.
Juliana y Ed. Trasteando con la terminal encontráis un botón de encendido. Por lo que veis en la pantalla esta sala es una estación de mantenimiento con una estación de carga y piezas de recambio varias para el gorila. Por lo que podéis leer en las especificaciones es una unidad altamente acorazada con un prototipo de “barrera de dispersión material” Pensada para disipar toda materia y energía no luminosa que entre en contacto con ella. Por desgracia el gran punto débil de esta barrera es su eficacia, si estuviera en la planta de los pies no podría caminar y si, de algún modo el “gorila” llega a caer al suelo este se hundiría sin encontrar resistencia alguna hasta que desactivase la barrera. Los análisis de eficacia indican cierta inestabilidad esperable de la psicología de un primate, así como ser un sistema bastante limitado en cuanto a movilidad y versatilidad. Aunque con una resistencia increíblemente alta. En caso de que el sujeto salga de control habrá que dirigirlo a las salas con trampas de suelo, al mar o, en su defecto detonar el suelo bajo sus pies para causar una caída inevitable.
Por cierto ¿Dónde está Annie?
Zuzu, El gorila te ignora, parece demasiado ensimismado con sus nuevos juguetes y sale corriendo, será mejor que te apartes si no quieres ser arrollado. Cuando llega a la sala transparente parece saber perfectamente donde poner el pie para pasar, antes de que os déis cuenta casi ha llegado a la sala de los submarinos.
- La corrida de AEG, Katharina y Lance:
- En cuanto Katharina habla todo se jode. El hombre suelta el capote, se acerca rápidamente a una mesa de DJ y comienza a pinchar una canción.
—¡VAMO’ CANOZA… QUITATE ER TOH!
En cuanto la música comienza a sonar en aquella extraña estancia, todo se oscurece, surgen luces de distintos colores y todo se cubre con espuma. Esa espuma es muy pegajosa, y notáis como se va solidificando a medida que os cae, reduciendo vuestra movilidad. Solo cae en el lugar donde estáis vosotros, abarcando un radio de diez metros de la sala. Cae con rapidez, y los animales que acompañaban al hombre gordo parecen cada vez más fieros
- Zay:
- Ante tu comentario, Paul Vazo te mira con irascibilidad, con la vena de su frente inflada tanto como sus músculos, y un escalofrío te recorre la espalda hasta hacerte agachar las orejas.
—Será mejor que cuides tus modales con ese hombre —comenta un marine moribundo que está a tus pies, para ser golpeado por Paul Vazo.
Dicho aquello, comenzáis a caminar a paso raudo, siguiendo el mapa, y encontráis dos caminos distintos. Uno que sigue un pasillo, en cuyo final podéis ver un gran grupo de individuos luchando entre sí, entre los que hay piratas de cierto renombre. Y otro que es un boquete en mitad de una pared, que va a una estancia con un robot que mira a una puerta abierta, donde hay hielo.
—Yo iría por el agujero de la pared —te dice Paul Vazo, que es un okama sabio—. Es mejor alejarse del reto de criminales, al menos por el momento. ¿No crees?
- Pince, Nuevos, Morgue y Volar:
- Aprovechando que Ellanora está distraída con Arribor y Valar ha ido al servicio, Falafel toma su oportunidad de dirigir a Yarmin a un encuentro más privado. Acceden por la puerta de la sala 20 con total naturalidad y esta se cierra.
- Oh, no te preocupes, pronto podremos disfrutar de asientos de primera fila para la salvación del mundo y… nuestro concierto. – Dice Falafel mientras pasáis por una sala oscura que… huele raro, como a húmedo.
Tras eso llegáis a otra sala contigua, adornada con diversas cortinas y telas de múltiples colores que forman un pasillo hasta llegar a una escalera cuyo final se pierde tras el techo.
Valar, llegas a los aseos y ves que están hasta arriba, hay tres opciones, hombres, mujeres y mantenimiento. En los de hombres y mujeres verás que están repletos de gente uniformada y, lo más intrigante, armada, parecen estar preparándose a la vez que aliviándose antes de … algo. Algunos parecen estarse cambiando en las respectivas zonas de vestuario, por lo que nadie repara en que vistas diferente.
- Lysbeth, Kaito, Ichizake, William:
- Enhorabuena, habéis resuelto el puzzle. Eso si, en cuanto os volvéis a dar la vuelta podréis ver como la oveja se ha comido a la lechuga y el lobo se está comiendo a la oveja. Pero no pasa nada, la puerta se ha abierto y podéis pasar.
En cuanto paséis veréis que es una sala alargada de manera horizontal, es decir que la distancia más corta es la que hay entre vosotros la pared que tenéis en frente. Justo enfrente tenéis otra puerta, sin embargo os llama la atención lo que hay al lado de esta:
Un hombre algo rechoncho vestido con unos tejanos y una camisa azul oscuro está sentado encima de una caja de herramientas comiendose un bocadillo de pavo. El bocadillo parece que está pobremente hecho y os parece que las lonchas se van a caer en cualquier momento.
—No se pueh pasa'— dice con la boca llena—. Loh asensore están en reparasión. O sea, yo ettoy reparandolo, aunque ahora ettoy en mi de'canso. —De golpe posa sus ojos en Lysbeth y abre la boca con sorpresa, lo cual hace que el alimento que estaba masticando se caiga—. ¡¡Moooza!! ¿Qué rica está', no? ¿Has venio a subi' el asensor?
- Mapas:
Erik Carter
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Erik conocía bien el significado de la palabra disciplina, llevaba años en una organización disciplinada y seria... pero desde el otro lado. Aunque su opinión sobre el sargento no iba a cambiar por una reprimenda, conocía bien la decepción de un subordinado indisciplinado, y sabía cómo debía responder a aquello. Del mismo modo que le gustaba que le respondieran a él.
-Mis mas sinceras disculpas, sargento y comodoro. Tiene toda la razón, me he dejado llevar, esa no es forma de hablar a un superior, ni este el lugar. -Acompañó todo con una inclinación de cabeza, el mayor gesto que podía hacer sin reducir la marcha, para luego añadir. -Mi infracción con respecto a la indumentaria se debe a una cuestión práctica, esta ropa está reforzada y ofrece mayor protección que el uniforme, pero si lo encuentra intolerable, me cambiaré en cuanto hagamos una parada.
No quería cambiarse, pero si ese lodo encharcado llegaba hasta su uniforme, a medio muslo, seguramente cambiaría de idea.
¿Acertijos? Que elegante. Y la música. Serían criminales, pero no se podía negar que tenían estilo. Erik ya había metido bastante la pata como para pasarse de listo de nuevo, pero no era su especialidad comedirse ni pensar demasiado en las consecuencias de sus actos. Aun así, aguardó unos segundos, los suficientes como para que todos pudieran leer el mensaje, para hablar, con voz firme pero respetuosa.
-¿Tal vez "Palabras", comodoro? -Erik no se lo habría pensado dos veces y habría introducido su respuesta, pero esa era responsabilidad y deber del comodoro como oficial al mando. El suyo, como subordinado, no era otro que dar apoyo de la mejor forma posible.
-Mis mas sinceras disculpas, sargento y comodoro. Tiene toda la razón, me he dejado llevar, esa no es forma de hablar a un superior, ni este el lugar. -Acompañó todo con una inclinación de cabeza, el mayor gesto que podía hacer sin reducir la marcha, para luego añadir. -Mi infracción con respecto a la indumentaria se debe a una cuestión práctica, esta ropa está reforzada y ofrece mayor protección que el uniforme, pero si lo encuentra intolerable, me cambiaré en cuanto hagamos una parada.
No quería cambiarse, pero si ese lodo encharcado llegaba hasta su uniforme, a medio muslo, seguramente cambiaría de idea.
¿Acertijos? Que elegante. Y la música. Serían criminales, pero no se podía negar que tenían estilo. Erik ya había metido bastante la pata como para pasarse de listo de nuevo, pero no era su especialidad comedirse ni pensar demasiado en las consecuencias de sus actos. Aun así, aguardó unos segundos, los suficientes como para que todos pudieran leer el mensaje, para hablar, con voz firme pero respetuosa.
-¿Tal vez "Palabras", comodoro? -Erik no se lo habría pensado dos veces y habría introducido su respuesta, pero esa era responsabilidad y deber del comodoro como oficial al mando. El suyo, como subordinado, no era otro que dar apoyo de la mejor forma posible.
Kaito Takumi
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Apretando los dientes, Kaito se relegó a simplemente cumplir su función: la de barquero. Empapado de rabia reprimida y de su oscura inmundicia, pensó largo y tendido sobre las palabras que primero le habían escupido y que luego le habían reprochado. Estaba harto, extenuado de la compañía non-grata que, encima de todo, llevaban la razón.
—¡Débil…! —se dijo dejando a los animales atrás momentos antes de que las puertas se abrieran. La apertura de las compuertas y el tronar de la música le impidió continuar la frase que había comenzado a deslizarse entre sus colmillos, dándole un muy necesario momento para que tumbase la rabia que le impulsaba.
Tienen razón, se repitió dejando que la melancolía distrajese al furioso pecado capital lo suficiente para que la lógica cortase su cuello. Pero incluso matando aquella emoción, sus pútridos restos tardarían bastante en descomponerse.
—La comida tenía algo que, obviamente, no termino de controlar —farfulló—. Intentaré sobreponerme… Os pido que no lo tengáis muy en cuenta y… disculpas.
Girándose de nuevo para los animales, encontró las terribles consecuencias de haber perdido el control. La oveja estaba muerta y el lobo yacía incosciente enganchado a su tierno y ensangrentado cuello. Bajando la cabeza con gesto sombrío y apretando sus armas con impotencia, Kaito se acercó a los cuerpos. El depredador aún respiraba.
Había muchas cosas en las que tenía que pensar, quizás demasiadas, aunque contaba con jugosas pistas que, poco a poco, le ayudarían a rellenar los misteriosos huecos de su entramado mental. Aquello, sin duda, era mucho más divertido que los acertijos.
Se quedó a la espalda del grupo, simplemente esperando que otros más duchos tomasen la iniciativa diplomática para contentar al hombre y que este les permitiese pasar. De hecho aprovechó el momento y la leve cobertura de sus compañeros para guardar sus tentáculos bajo la capa y recoger la húmeda inmundicia de su cuerpo para que esta no fuese goteando por ahí. Al fin y al cabo al conserje de mantenimiento, aparte de arreglar el ascensor, tendría que limpiarlo, y no le haría mucha gracia que un engendro sucio se montase.
—¡Débil…! —se dijo dejando a los animales atrás momentos antes de que las puertas se abrieran. La apertura de las compuertas y el tronar de la música le impidió continuar la frase que había comenzado a deslizarse entre sus colmillos, dándole un muy necesario momento para que tumbase la rabia que le impulsaba.
Tienen razón, se repitió dejando que la melancolía distrajese al furioso pecado capital lo suficiente para que la lógica cortase su cuello. Pero incluso matando aquella emoción, sus pútridos restos tardarían bastante en descomponerse.
—La comida tenía algo que, obviamente, no termino de controlar —farfulló—. Intentaré sobreponerme… Os pido que no lo tengáis muy en cuenta y… disculpas.
Girándose de nuevo para los animales, encontró las terribles consecuencias de haber perdido el control. La oveja estaba muerta y el lobo yacía incosciente enganchado a su tierno y ensangrentado cuello. Bajando la cabeza con gesto sombrío y apretando sus armas con impotencia, Kaito se acercó a los cuerpos. El depredador aún respiraba.
Había muchas cosas en las que tenía que pensar, quizás demasiadas, aunque contaba con jugosas pistas que, poco a poco, le ayudarían a rellenar los misteriosos huecos de su entramado mental. Aquello, sin duda, era mucho más divertido que los acertijos.
Se quedó a la espalda del grupo, simplemente esperando que otros más duchos tomasen la iniciativa diplomática para contentar al hombre y que este les permitiese pasar. De hecho aprovechó el momento y la leve cobertura de sus compañeros para guardar sus tentáculos bajo la capa y recoger la húmeda inmundicia de su cuerpo para que esta no fuese goteando por ahí. Al fin y al cabo al conserje de mantenimiento, aparte de arreglar el ascensor, tendría que limpiarlo, y no le haría mucha gracia que un engendro sucio se montase.
- Resumen:
"Traquilizarme" como buenamente puedo.
Pedir unas breves disculpas por mi actitud así en general a todos.
Describir, pensar y sentir, y por último recoger mis tentáculos bajo la capa y replegar la capa húmeda de mierda para que no vaya por ahí manchando según avance ni gotee.
Eric Zor-El
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Durante un instante, todo parecía estar saliendo a pedir del shandiano. Su improvisado plan de batalla iba en camino de ser la clave para derrotar al extraño ser creador de aberturas, pero no fue así. Su brazo, su preciado brazo derecho había sido cortado por la mitad. Al ver aquello, una mueca de dolor se dibujó en su rostro, sin embargo, no le dolía. Podía sentir cada músculo de él, hubiera jurado que, incluso, podía moverlo como si continuara unido de alguna forma a su cuerpo.
—Atalii o mulase —maldijo en voz baja, cuando un imbécil comenzó a canturrear por los altavoces, haciendo que estuviera molesto.
Agarró su brazo del suelo, y lo cogió para usar como una porra para combatir al hombre que le había hecho eso, pero había desaparecido. Giró la cabeza a un lado, luego al otro y, finalmente, se giró para ver que estaba a sus espaldas. Se aproximó a paso firme hacia él, contemplando su brazo y vio que tenía una cremallera. «¿Podría ser?», se dijo, yendo directamente hacia Kenzo.
—Sargento —alzó la voz—. Hágame el favor de ponerme esto en su sitio.
Mientras estaba siendo reparado como una muñeca de trapo, pudo ver como el sujeto de la cremallera sacaba un brazo y señalaba tras nosotros. Había un ser amorfo, con muchos tentáculos y aspecto extraño. ¿Sería un gyojin pulpo? Podría ser. Esos seres, aunque no se comían, tenían un sabor extraño. Solo los había probado crudos, y en tiempo pasado, pero bien aliñado con un poco de aceite con ajo y tomillo debía estar de lujo. De esa forma preparaba su madre los lagartos, y estaban bien sabrosos.
Una vez su brazo estuvo colocado, pudo contemplar como dos tentáculos de aspecto poco apetecible se abalanzaban sobre él.
—Mejor no intentar comer eso —pensó en voz alta, con repugnancia. Observó como Dretch se acercaba al hombre de las cremalleras, y eso le hizo pensar que quizá, solo tal vez, su amigo el costurero tuviera algo en mente. Y para eso necesitaba mantener a raya a lo que se le venía encima.
A sabiendas de que necesitaba algo de velocidad, y confiando en que su brazo no volviera a desprenderse activó sus patines weaver haciendo un pequeño movimiento con cada pulgar, y los diales de aire comprimido que aguardaban lo elevaron algunos centímetros del suelo.
—Kenzo, yo me encargo de ser el cebo de ese bicho tú, mientras tanto, encárgate de que los tentáculos no lleguen al resto, ¿vale? —le dijo, buscando luego a Shintaro—. ¡Tú, peloverde! —le dirigió una mirada gélida, incluso intimidante y llena de desconfianza—. Según he podido intuir, eres el que más tiene que demostrar aquí. Así que usa esa velocidad de la que has hecho gala antes, e intenta que el resto de tus compañeros no sean cogidos por los tentáculos. ¿Entendido? Me da igual que no seas marine. Como nadie toma la iniciativa es una jodida orden. Y si no te gusta, luego podemos hablar con el Almirante Kodama, que seguro que a él si le muestras un poco de respeto. ¡Y lo mismo va por ti pistolitas! Y tú, Braud… ¡Aplasta!
Dicho aquello, aprovechó el impulso extra que le daban los patines para dar un salto y comenzar a deslizarse sobre uno de los tentáculos que se aproximaban directamente hacia él. Desde que había conseguido aquellas botas con tecnología skypieana había estado entrenando muchas horas con ellas puestas. Primero para acostumbrarse a llevar calzado cerrado, bueno, en realidad, a llevar calzado. Luego para luego había aprovechado las instalaciones de entrenamiento del gobierno para aprender a usarlos en distintos terrenos: arena, nieva, hierba, rocas… Y luego, lo había hecho en islas invernales sobre icebergs; incluso una vez lo intento sobre agua, aunque eso es otra historia digna de contar. Todo eso había hecho que su agilidad mejorase, así como volverse alguien más expedito a la hora de realizar movimientos.
Los tentáculos se movían sin seguir patrón alguno, menándose de forma oscilante y violenta de un lado a otro, de arriba hacia abajo, pero eso no importaba. Eric avanzaba sobre ellos hasta esperar el momento oportuno, en el cual aprovecharía uno de esos movimientos para flexionar las rodillas y saltar hacia arriba, consiguiendo un impulso extra por el aire de las botas. Una vez logró eso comenzó a canalizar toda la energía que pudo en sus brazos, lanzando una continua ráfaga de ondas de choque que irían directamente hacia aquel ser tan bizarro que tenía frente a él, intentando derrotarlo o, al menos, hacerlo recular lo suficiente como para ganar algo de tiempo para su compañero. Un aura azulona estaba envolviendo al salvaje, haciendo que los tatuajes tribales que tenía en su cuerpo brillasen con mucha intensidad. Cada una de las ondas de choque que enviaban adoptaba la forma de un lobo, y su fuerza parecía aún mayor.
—Atalii o mulase —maldijo en voz baja, cuando un imbécil comenzó a canturrear por los altavoces, haciendo que estuviera molesto.
Agarró su brazo del suelo, y lo cogió para usar como una porra para combatir al hombre que le había hecho eso, pero había desaparecido. Giró la cabeza a un lado, luego al otro y, finalmente, se giró para ver que estaba a sus espaldas. Se aproximó a paso firme hacia él, contemplando su brazo y vio que tenía una cremallera. «¿Podría ser?», se dijo, yendo directamente hacia Kenzo.
—Sargento —alzó la voz—. Hágame el favor de ponerme esto en su sitio.
Mientras estaba siendo reparado como una muñeca de trapo, pudo ver como el sujeto de la cremallera sacaba un brazo y señalaba tras nosotros. Había un ser amorfo, con muchos tentáculos y aspecto extraño. ¿Sería un gyojin pulpo? Podría ser. Esos seres, aunque no se comían, tenían un sabor extraño. Solo los había probado crudos, y en tiempo pasado, pero bien aliñado con un poco de aceite con ajo y tomillo debía estar de lujo. De esa forma preparaba su madre los lagartos, y estaban bien sabrosos.
Una vez su brazo estuvo colocado, pudo contemplar como dos tentáculos de aspecto poco apetecible se abalanzaban sobre él.
—Mejor no intentar comer eso —pensó en voz alta, con repugnancia. Observó como Dretch se acercaba al hombre de las cremalleras, y eso le hizo pensar que quizá, solo tal vez, su amigo el costurero tuviera algo en mente. Y para eso necesitaba mantener a raya a lo que se le venía encima.
A sabiendas de que necesitaba algo de velocidad, y confiando en que su brazo no volviera a desprenderse activó sus patines weaver haciendo un pequeño movimiento con cada pulgar, y los diales de aire comprimido que aguardaban lo elevaron algunos centímetros del suelo.
—Kenzo, yo me encargo de ser el cebo de ese bicho tú, mientras tanto, encárgate de que los tentáculos no lleguen al resto, ¿vale? —le dijo, buscando luego a Shintaro—. ¡Tú, peloverde! —le dirigió una mirada gélida, incluso intimidante y llena de desconfianza—. Según he podido intuir, eres el que más tiene que demostrar aquí. Así que usa esa velocidad de la que has hecho gala antes, e intenta que el resto de tus compañeros no sean cogidos por los tentáculos. ¿Entendido? Me da igual que no seas marine. Como nadie toma la iniciativa es una jodida orden. Y si no te gusta, luego podemos hablar con el Almirante Kodama, que seguro que a él si le muestras un poco de respeto. ¡Y lo mismo va por ti pistolitas! Y tú, Braud… ¡Aplasta!
Dicho aquello, aprovechó el impulso extra que le daban los patines para dar un salto y comenzar a deslizarse sobre uno de los tentáculos que se aproximaban directamente hacia él. Desde que había conseguido aquellas botas con tecnología skypieana había estado entrenando muchas horas con ellas puestas. Primero para acostumbrarse a llevar calzado cerrado, bueno, en realidad, a llevar calzado. Luego para luego había aprovechado las instalaciones de entrenamiento del gobierno para aprender a usarlos en distintos terrenos: arena, nieva, hierba, rocas… Y luego, lo había hecho en islas invernales sobre icebergs; incluso una vez lo intento sobre agua, aunque eso es otra historia digna de contar. Todo eso había hecho que su agilidad mejorase, así como volverse alguien más expedito a la hora de realizar movimientos.
Los tentáculos se movían sin seguir patrón alguno, menándose de forma oscilante y violenta de un lado a otro, de arriba hacia abajo, pero eso no importaba. Eric avanzaba sobre ellos hasta esperar el momento oportuno, en el cual aprovecharía uno de esos movimientos para flexionar las rodillas y saltar hacia arriba, consiguiendo un impulso extra por el aire de las botas. Una vez logró eso comenzó a canalizar toda la energía que pudo en sus brazos, lanzando una continua ráfaga de ondas de choque que irían directamente hacia aquel ser tan bizarro que tenía frente a él, intentando derrotarlo o, al menos, hacerlo recular lo suficiente como para ganar algo de tiempo para su compañero. Un aura azulona estaba envolviendo al salvaje, haciendo que los tatuajes tribales que tenía en su cuerpo brillasen con mucha intensidad. Cada una de las ondas de choque que enviaban adoptaba la forma de un lobo, y su fuerza parecía aún mayor.
- Kenzo, Taylor, Mido, Dretch, Simo… Y supongo que Kodama y Deathstroke también:
- Le digo a Kenzo que me ponga el brazo, uso los patines y aprovecho mi agilidad y reflejos para hacer un poquito de patinaje sobre los tentáculos durante un ratejo para acercarme saltar y atacar.
- Cosas usadas:
- STATS: Nivel 50: Resistencia 6, Fuerza 5, Agilidad 3, Reflejos 3, Velocidad 1
- Maestría:
- Nivel 15: Aprende a lanzar sus primeras ondas de choque. Éstas se mueven a una velocidad de veinte metros por segundo, y se disipan a los veinte metros desde su lanzamiento.
Nivel 30: Sus ondas de choque son más poderosas, alcanzando una velocidad de treinta metros por segundo y disipándose a los cincuenta metros.
Nivel 45: Sus puñetazos se propagan con tanta fuerza que la onda es “sólida”. Podría hacer a alguien retroceder utilizando estas ondas.
- Pasivas de Eric:
- Fuerza x5
Resistencia x4
Agilidad x3
Reflejos x3
- Técnica empleada:
- Nombre de la técnica: Twin Wolves
Naturaleza de la técnica:Canalización
Descripción de la técnica: Los tatuajes que recorren el cuerpo de Eric comienzan a brillar y a emanar un aura azulada que envuelve su cuerpo. Cuando esto sucede, su aura es como la de un lobo depredador en busca de su presa. Sin embargo, el poder de dicha técnica reside en que durante tres turnos todos los golpes que propine el shandiano producen una onda de choque que tiene el aspecto de un lobo, cuya potencia será 50% más poderosa que la estipulada en su maestría.
Tiempo de canalización: 2 Segundos
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