La gran noche [Capítulo]

- Barrera de dispersión material...

Se encontraba concentrada leyendo lo más rápidamente que podía toda la información sobre el robot cuando una voz inesperada la sobresaltó. Miró a su alrededor, pero no fue capaz de ubicar de dónde procedía. Era escalofriante, pero ahora poco importaba. Un vistazo a la conmoción a su espalda le hizo ver que el enorme gorila se llevaba a los dos bailarines en sendas manos. Le habían gustado demasiado.

Jul se apartó de la máquina enseguida, preocupada. Dio un paso en la dirección del bicho, pero otra voz le hizo parar en seco. Al volverse vio... una moto. Qué le hablaba. Le costó un par de segundos atar cabos y deducir que era el revolucionario que antes estaba a su lado. ¿Sería él también un robot? Explicaría esas extrañas habilidades. Algo dubitativa, asintió con la cabeza y se subió. Cerró los ojos y se echó hacia delante aguardando a que todo pasara. Mientras atravesaban el lugar en busca del gorila, una música comenzó a sonar. El ritmo era embriagador y consiguió que la pequeña se relajase un poco. No tenía tiempo de tener miedo, había que salvar a los dos revolucionarios.

Bajó de la moto con relativa agilidad teniendo en cuenta la situación y se quedó nuevamente en guardia, acercándose todo lo posible al bicho sin entrometerse en los ataques de sus compañeros. Confiaba en que ellos fueran capaces de tumbarlo.

Parece que el comentario de antes del felino cabreó a Paul Vazo. Al mink le daba exactamente igual, solo lo estaba utilizando para avanzar y poder salir de allí cuanto antes. Uno de los marines moribundo advirtió al peludo que tuviese cuidado con lo que le decía al okama. El habitante de Zou, simplemente escupió al marine antes de que Paul lo rematara.

Después de eso, al andar un poco más haica delante, el okama y el mink se encontraron dos caminos. En uno de ellos se veía gente luchando al final del pasillo y el otro era un boquete que daba a una estancia donde un robot miraba una puerta abierta. Paul Vazo sugirió que los dos fueran por el boquete de la pared, pues era mejor no toparse con criminales, almenos por ahora.

- Vamos. -Espetó el tigre yendo hacia el boquete de la pared. Hizo caso a Paul, por una vez. Necesitan salir de aquel sitio. - Ojalá este camino de hacia la salida, estoy harto de tanto laberinto. Necesito luchar al aire libre contra alguien fuerte, lo antes posible.

A pesar de que su aliado parecía muy poderoso, no se terminaba de fiar del todo de él. Un desconocido, auto-proclamado fan del felino y que sugiere que vaya por donde no hay nadie... ¿Estaría tramando algo o, era cierto que admiraba al mink? Zay debería de tener las zarpas al acecho por si acaso, aunque viendo a Paul, éste parecía ser un oponente que estaba a años luz del felino. Y luego estuvo la advertencia de ese sucio marines... Era todo muy raro, Zay debería de estar alerta y no fiarse de nadie en momentos así.

Masticaba lentamente el taco que me había sido otorgado por el poderoso poni peludo rosa mientras observaba atentamente el cuadro que teníamos delante, con el rostro a escasos 3cm de la superficie de este, mirando de forma inquisitiva como el pecho de la dama se elevaba y hundía lenta y rítmicamente al son de una respiración.

Estaba borracho, si, pero juraba que todo lo que estaba experimentando en ese momento no era ningún tipo de alucinación. Me preguntaba si ese cuadro era una especie de pantalla y miraba de cerca para ver si podía encontrar la diferencia o, en su defecto, alguna pista a parte del título. Aunque la verdad es que la escena era bastante bonita, tanto que me terminaba ensimismando. Todo es como 300 veces más alucinante cuando estas bebido. Es más, todas las ideas parecían buenas ideas cuando uno se encontraba en ese estado.

El caso es que debía ser el único que se daba cuenta de eso, pues me encontraba literalmente encaramado al marco del cuadro mirando a esa mujer dormir. A lo mejor no hacía falta conmoverla. Había escuchado que las mujeres tenían un sexto sentido que notaba cuando alguien las miraba. A lo mejor si la miraba fijamente de cerca se sentía incomodada y acababa despertándose. Lo que no sabía era si el hecho de que despertase ayudaría en algo. Pero el caso es que no era el momento de dormir, menos de dormir tan plácidamente. Algo en mi interior se revolvía de furia al ver a alguien durmiendo en esta situación, pero su voz era lejana, ahogada por la distancia.

Me sonaba haber visto un instrumento detrás de mí, aunque eso no era asunto mío, sabía que la música era cosa de Al, y el tocar instrumentos cosa de Jack. Así que dejaría esto a los expertos mientras intentaba resolver esto de la forma más sub-óptima posible.

Resumen:

—Dexter, ¿podemos buscar a ese que está gritando y hacer que se calle la puta boca? ¿Por favor?

En cuanto llegaron a aquella sala bajó al suelo de un salto, mirando a todas partes. Era una sala gigantesca, cuyas paredes estaban marcadas por el fragor del combate, e incluso había aún llamas bailando en ciertos puntos del lugar. En el suelo descansaba lo que parecía ser el cadáver de una gigantesca bestia que tenía...

—¡Partes!

El mapache empezó a correr hasta llegar al cadáver, por encima de este, hasta llegar a sus brazos cyborg. Empezó a trastear con estos e incluso a intentar separar partes con su enorme llave inglesa, con el propósito de ver más sobre el interior y funcionamento de aquellas cosas. Había también ametralladoras, lanzamisiles, lanzallamas... ¡Y láseres! Levantó el brazo derecho en una enorme bola de arena en la que iba metiendo cada arma que encontraba, las cuales sobresalían como pinchos de la bola.

—Dexter, coge tú también cosas, anda.

Después de haber cogido todo lo que pudiese coger, estaría dispuesto a seguir a su capitán hacia delante... o hacia arriba.

Resumen:

¿Quién demonios estaba gritando? Y lo que era peor, ¿Quién demonios estaba haciendo que sus veinte subordinados cayesen inconscientes? El único que quedaba en pie era Adam, que observaba a sus compañeros con confusión en el rostro. La joven se acercó a Leonardo, que era la segunda vez aquella noche que caía, y empezó a darle bofetadas hasta que despertó. Con la cara totalmente hinchada y roja hizo caso a su jefa y empezó a despertar a todo el mundo, no de forma más delicada.

Se quedó extrañada viendo como el que olía a sangre intentaba abrir la puerta llamando a una princesa. ¿Con quién hablaba? No podía ser con ella, pues no podía saber que era una princesa. ¿Y el rubio? No, imposible, el rubio era suyo. Era su futuro sirviente al cual le haría traerle copas de vino sin nada más que una pajarita al cuello. Se encogió de hombros y se acercó a la puerta.

—¿Me permites? —le dijo al hombre que olía a sangre para después girarse—. Adam, puerta.

El monstruo pálido de cuatro metros asintió en silencio y se acercó a la puerta. Ellanora dio un par de pasos hacia atrás mientras indicaba al otro hombre que hiciese lo mismo. Entonces el gigante intentaría echar la puerta abajo a puñetazos.

Resumen:

Al poner el paquete, la puerta se abrió, desvelando a un chiquillo con pinta de tirillas. Portaba una guitarra que... Bueno, digamos que no duro mucho tras varias bestias, de las que habían entrado sin hacer ruido, le atacaran violentamente y que acabaran reduciendo a su dueño, que tenía las pintas de un chico prepuber que parecía sobrarle la vanidad usualmente, y si le faltaba algo no eran dientes.

Sin embargo todo eso para mi había pasado un poco más a segundo plano, pues uno de los individuos que entraron últimos, ambos rubios, se acercó haciendo gestos extraños al paquete. Entre el ruido del señor cantando, y el señor que parecía estar extasiado con el paquete, mi mente estaba hecha un caos para reaccionar apropiadamente. Cuando este ultimo hubo investigado el paquete hasta quedar satisfecho, sin decir nada al respecto, se alejó haciendo que el otro rubio, que conocía al grupo de cuatro que habían entrado en sigilo, me despedí con la mano, satisfecho de haber encontrado alguien que admiraba la paquetería.

Tras eso volví a pillar la conversación para ver como la señora de tez oscura clamaba la protección del paquete. Me sentí aliviado, pues veía que eran capaces de defenderse con gran habilidad, y me acerqué con el paquete en las manos de nuevo, seguro.

- En la caja hay un instrumento. - dije apareciendo por uno de los lados de la chica – No lo he abierto, claro, yo nunca abro lo que llevo, soy un buen mensajero. Pero al llegar tuve que pasar por un control y vi el contenido. - dado que tenían intención de protegerme, quería ser lo más claro posible, para evitar malentendidos - ¿Supongo que lo querrán para lo que sea que estén montando aquí?

La verdad es que cada vez tenía menos ganas de entregar el paquete, aunque mi propia ética de trabajo me impedía retirarme. Pero quizás si retrasara a alguien lo suficiente, si el cliente fuera alguien importante para el plan que trataban de desempeñar, podría ganarnos tiempos a todos los allí presentes, para hacer que el plan de los locos musicales estos no estuviera afinado.

Y cuando todo parecía estar bajo control el maldito tipo de las cremalleras se abrió un hueco en el suelo y desapareció. “Tendría que haber disparado”, pensé algo molesto por el hecho de que me hubiera dejado con la palabra en la boca. Al menos al reaparecer hizo un gesto, lo cual quería decir que había acertado al pensar que podíamos comunicarnos con él. Señaló con el dedo a mis espaldas, lo cual me hizo dudar un segundo de sus intenciones; sin embargo, caí rápidamente en la cuenta de lo que quería decir. Dexter y su banda había abandonado el grupo, lo cual quería decir que habíamos dejado solo al almirante contra la masa de carne asesina. No dudaba de que pudiera derrotarla él solo, pero la última vez que me fijé no parecía estar actuando, así que… Al girarme la sospecha se confirmó, el famoso almirante no estaba haciendo nada y la bestia se había vuelto contra nosotros.

-¿Cuántos enemigos nos van a salvar hoy?-, dije con tono irónico mientras con un rápido movimiento me apartaba de la trayectoria del pincho que venía directo a atravesarme. Tanto si el brazos largos no los cortaba, como si lo lograba y el pincho seguía su camino separado del tentáculo, no me alcanzaría. “Valiente, aunque quizá algo estúpido”, pensé al ver como el peliblanco que acababa de recuperar su brazo se lanzaba hacia delante. El salvaje tenía buenas ideas de combate y se hacía respetar, pero se la estaba jugando demasiado sin saber todavía como derrotar a ese engendro; y lo peor es que el gigantón de los gritos no tardaría en unírsele.

La tensión por el peligro de la pelea comenzaba a aumentar, por lo que cuando una canción bastante buena comenzó a sonar de la nada, casi pareció que fuera para animarnos. Como era de esperar en la torre de lo extraño, no surgió ese efecto. Me gustaba, pero desde que había comenzado a sonar… No sabría cómo explicarlo, había algo que no andaba bien.

Desde mi posición, algo más alejada que la de nuestra primera línea comencé a disparar mi pistola de precisión con la combinación de técnicas que tanto me estaba funcionando hasta entonces. Mi objetivo era, como había decidido la primera vez que la había visto antes de que el maldito yonkou se entrometiera, los ojos. Si los marines se iban a lanzar de boca contra esa cosa al menos que no los viera. Mis compañeros del cipher pol, entre tanto retrocedieron aún más, hasta el lugar en el que se encontraba el coloso. En el momento en el que miré me pareció que Buerganor estaba intentando dialogar con él. “Bien, a ver si logramos que ese pedazo de hojalata nos cuente algo interesante”, pensé acercándome a ellos para cubrirles. Pensaba anular todos los ojos de la bestia que dieran a ese lado para que no pudiera atacar a mis compañeros mientras hablaban con el coloso, pero además me mantendría atento para poder reaccionar y ayudarlos de salir mal el interrogatorio.

No pude evitar sentirme ignorado por todos los presentes. Ninguno se molestó en mirarme o dirigirme la palabra, ni siquiera el tipo de la gabardina que antes me había hablado se dignó a contestarme, como si mi presencia no fuese merecedora de mención siquiera... Vamos, una tocada de pelotas. En otra situación me iría a buscar a Arri, con él al menos no me aburriría, pero sabía de sobra que mi pésimo sentido de la orientación me haría perderme del grupo y no quería verme solo en este lugar del demonio.

-Pues que los jodan - pensé de malhumor mientras me adentraba en la siguiente sala. Ya tendría mi momento para vengarme y por el momento era mejor ir en grupo.

El nuevo reto resultó ser igual de sencillo que el anterior, puede que incluso más, por lo que en apenas unos segundos el pulpo loco reseñó lo sencillo de la prueba al ser tantas personas y nos preparamos para cruzar el agua en la maltrecha barca por turnos. Por unos momentos pensé que quizás hasta me dejaban atrás, pero entonces los dos tipos que se habían quedado más atrás se molestaron en hablarme.

-Ya era hora - pensé al escuchar las palabras del grupo. Todavía no era momento de enemistarnos, por lo que en vez de mostrar mi enfado lucí una de mis mejores sonrisas antes de contestar. -Encantado William, os acompañaré con gusto - contesté mientras me subía a la barcaza que tambaleó peligrosamente ante mi peso. Por un momento había creído que no lo haría y que tendría que volver a sacar a la morsa para subirme encima de ella para cruzar, pero por suerte no fue necesario que montase un espectáculo innecesario.

Nada más llegar al otro lado y cruzar el umbral una nueva melodía recorrió la estancia, haciendo que me estremeciese una vez más. Los acertijos podrían ser una mierda, pero la música y demás efectos de sonido que inundaban la torre hacían que te vibrase cada célula de tu ser. Vaya mal rollo de sitio.

La nueva estancia era igual de peculiar que el tipo que se encontraba en ella. No entendía de arquitectura como para criticar la funcionalidad del lugar, pero a simple vista parecía igual de absurda que la forma en la que se dirigió el tipo a nuestra compañera fémina. Quizás se formaba algún altercado y así podría comprobar las habilidades bélicas de mis acompañantes, aunque no tardé en darme cuenta de que no iba a ser así, ya que la joven se adelantó con paso confiado y sensual hacia él tras decir que ella se ocupaba.

-Qué perra, como juegan con nuestra mente... - pensé al darme cuenta de sus intenciones. Había pasado demasiado tiempo rodeado de fulanas y embaucadoras como para no saber lo fácil que uno podía perder sus bienes si la sangre se centraba en la poya durante demasiado rato... Pero tras un pequeño lapso de tiempo no tardé en percatarme de lo equivocado que estaba, puesto que la preciosa mujer se transformó de golpe en un poderoso y sensual ser, para dejar paso durante un instante a una figura pelirroja que a veces me perseguía en sueños y volver con la misma velocidad a su imponente forma de ser del infierno.

Tuve que hacer un sobre esfuerzo para no caer en la tentación de golpear al burdo mecánico al que hablaba. Hubiese apuñalado a la mitad de los asistentes si con eso hubiese conseguido la misma atención que él, pero dado que era la única que no había mostrado ni un solo interés en mi persona tuve que reprimirme. Bastante había hecho el ridículo al ser el único en pringarse con la tinta del pulpo y no quería rematarlo con que la chica me avergonzase delante de sus amigos, si es que en realidad lo era.

Tras despejar mi obscenos pensamientos me centré en el aparato que el tipo estaba resguardando y que decía que no funcionaba. No estaba seguro de poder hacer algo al respecto puesto que mis estudios se centraban principalmente en crear cosas que explotaban, pero quizás si la chica no convencía al garrulo para que nos ayudase yo podía echarle un vistazo y ver si podía hacerlo funcionar.

-No dudo de las capacidades de vuestra amiga... Quién podría, pero si falla ella, dejadme echarle un vistazo. Tengo algunos conocimientos de mecánica y electrónica que podría ayudarnos... Y sino podemos reventarla y seguir a nuestro rollo - dije a William y al otro tipo que no se había presentado.

Resumen, William e Ichi, su os hablo:

Volvió a limpiarse los morros con el puño después de que el tío de las cremalleras se librase de él. Estaba empezando a hartarse de toda aquella situación. Miraba fijamente a la monstruosidad que el tío de las cremalleras había señalado. Si todo el mundo a su alrededor quería ir a por aquella cosa, entonces iría. Sin embargo, no había apartado aún sus pensamientos del tío que tanto le estaba cabreando. Escuchó entonces las órdenes de Eric. No tenía porque seguirlas, así que mientras lo escuchaba simplemente se limitó a hurgarse la nariz. Sin embargo no pudo evitar sonreír cuando su parte del plan era "aplastar".

Movió el cuello haciendo que sus vertebras crujieran. Después chocó los puños y empezó a correr hacia el monstruo de los tentáculos después de que todo el mundo haya hecho sus ataques. Su idea principal era lanzarse de cara al entresijo de tentáculos y golpear con todas sus fuerzas en aquel instante, que no era su máximo poder pues no podía utilizar su aura en aquel momento. Los golpes irían dirigidos a los ojos y los puntos ya heridos por sus compañeros, con el propósito de hacerlo caer antes.

Después de golpear intentaría juntar ambas manos en la zona más amplia de lo que debía ser la cabeza de aquel ser, clavar las uñas de sus pulgares en uno de sus ojos heridos y separar ambas manos con fuerza mientras gritaba para maximizar su esfuerzo. Su propósito, por supuesto, era separarlo en dos.

Resumen:

Después de diversos ataques al hombre castor, este sorprendentemente seguía en pie como si nada hubiera pasado. Únicamente su guitarra había sido muy dañada. Por un momento perdí el conocimiento al escuchar por los megáfonos del lugar una voz majestuosa y llena de poder. ¿Que clase de hombre habría detrás de ella? No lo sabía pero quería conocerle al menos una vez en la vida. Al recuperar el sentido, me centré en el monstruo que teníamos delante pero... parecía ser no hostil. Sujetaba a uno de los piratas con los incisivos amenazando con hacerle daño en el brazo. El grandullón de nombre Mark había intentado solucionar el asunto a base de la conversación pero no estaba segura si se podría dar todo por arreglado así como así. La tensión se palpaba en el aire.

Justo entonces uno de los criminales se despidió de sus amigos y se marchó por la puerta, en verdad era algo inteligente ya que unos cuantos se podrían arreglar perfectamente con el brazos largos. La cuestión era si podría colarme yo también sin que aquel engendro me partiera en dos. Escuché decir al mensajero que quizás se podría usar el contenido de la caja para acabar con el hombre castor.

- Esa es una posibilidad... - Dije observando al enemigo buscando una forma de evitarle - Jiren, voy a intentar colarme, ¿te vienes? Sobramos aquí -

Iba a intentar una maniobra muy arriesgada. En cuanto el brazos largos bajara la guardia intentaría ir a la siguiente zona. En caso de que me intentara hacer algo, usaría mi último recurso para probar suerte y que no me matara.

Resumen:

Ámbito usado en caso de ataque:

El cúmulo de sin sentidos por parte de los marines no tardó en quedarme absorto, como si me encontrase en una especie de duermevela donde los sucesos pasaban delante mía y con los que no podía interactuar... O más bien que no quería. Actos temerarios como los de Zuko u Erik me ponían de los nervios, era como si Gusi estuviese a mi lado de nuevo, pero con la diferencia de que estos me importaban algo menos. No habia nada que me atase a ellos... Y si seguían actuando como niños mi opinión no cambiaría en absoluto.

No fue que espabilé hasta que una nueva melodía atravesó la estancia de forma abrupta con un potente "Eo", haciendo que prestase atención justo en el momento en el que la adivinanza era mencionada. No tuve que pensar mucho en ella para saber cual podía ser la respuesta, ya que hacía unos instantes había observado cada matiz que se mencionaba en esta. Estaba seguro que tanto Wyrm como el cadete se habían envenenado y dañado, al igual que las disculpas escondían falsas disculpas. Era una pena que la tensión entre nosotros fuese mayor que con la completa desconocida, pero poco podía hacer yo. Las únicas palabras que había pronunciado antes habían caído en saco roto, así que me negaba a volver a quedar en evidencia porque todos fuesen unos desconsiderados, por lo que me acerqué al único que sabía que no me fallaría.

-La cosa se está poniendo demasiada tensa, compañero - dije en voz baja tras ponerme al lado de Bizvan.

El lodazal en el que estábamos era sumamente asqueroso y no ayudaba a mi mal estar, así que confiaba en que avanzásemos rápidamente hacia un lugar mejor acondicionado. El agua no era muy profunda, pero lo suficiente para sentir el cosquilleo de la debilidad como para esconder alguna alimaña traicionera.

-Cuidado donde pisas, podría haber algo oculto - avisé a mi nakama tras recuperar mi tono de voz normal.

Resumen, Biz te hablo:

Galhard sintió curiosidad por aquel animal de color llamativo, aunque no tanto como eso mostró por el grupo de marines, de golpe les ofreció un taco. De pequeño a Galhard le habían enseñado no aceptar comida de extraños pero es una lección que nunca acabó de aprender. Con rapidez tomó el taco, el cual engulló como si antes no se hubiese tragado las pirañas del lugar. Desviando su atención del gracioso animal, ante ellos, pudo ver que había un cuadro de una mujer durmiente, Arthur, entusiasmado se pegó al cuadro como si de un cristal se tratase haciendo que Galhard cayese al suelo.

-Agh... Cualquiera diría que nunca has visto a una mujer con escote comandante Arthur, creo que debería dejar de beber tanto en horas de trabajo...- Mientras el joven recluta iba a sermonear a su superior el sonido de la melodía que Al estaba interpretando invadió la sala, haciendo que Galhard se callase de golpe. Sin duda el ALmirante era una caja de sorpresas "No solo el violín si no que toca de fabula el xilófono ¡Y con cuatro baquetas! Ni el músico de la corte era tan portentoso, si eso no conmovía a la enamorada de Arthur no creo que pueda yo hacer nada, me sentaré a escuchar la música y esperar reacción.

Ahora que me fijo mejor en el cuadro... El pintor hizo un trabajo prístino en esta obra, me sabe mal por el oficial Arthur, le iba a echar un rapapolvo, pero el cuadro realmente quita el habla...Un momento, juraría que ese cuadro se mueve ¿Era cosa de las pirañas o el taco? Es imposible que algo así ocurra... A no ser que se trate de una proyección de un Den Den Mushi del tipo Proko ¿Quien demonios se tomaría tanta molestia en hacer algo así¿ ¿A caso está jugando con todos nosotros?" Galhard se levantó súbitamente y comenzó a buscar algún Den Den Mushi de vigilancia o en su defecto alguno que pudiese crear esa proyección, de tratarse de uno.

-Así que alguien se está divirtiendo a nuestra costa... Supongo que ya lo debían saber e imaginar los demás. -Galhard lanzó su vista de nuevo sobre Al para nuevamente seguir buscando por los alrededores de la sala algún indicio de audio vigilancia, aun así sabía que no podía hacer mucho más que esperar a que la música del almirante diese efecto y que al estar rodeado de gente mucho más fuerte que él poco podría hacer por ayudar.

Resumen:

El pirata suspiró. Se llevó la mano a la nuca y empezó a caminar hacia la puerta mientras veía como el castor colgaba del que debía ser el brazo de su compañero el invisible. Spanner se mantuvo en silencio mientras tanto Marc como Nailah le hablaban al recién llegado y Therax... ¿Therax? ¿Cuándo había llegado Therax? ¿De verdad tan absorto quedaba siempre Spanner en sus pensamientos que ni se enteraba cuando uno de sus amigos entraba en la habitación? Agitó la cabeza.

—Escucha, si no quieres que te ataquen no vayas por ahí saltando a coger algo que no es tuyo. Mi amiga aquí quiere proteger ese paquete, así que lo siento pero vas a tener que buscar otra cosa. Así que, si nos disculpas... —Se dirigió a Therax que iba con impaciencia a la puerta de la salida—. Tranquilo, el mapa está aquí —dijo señalándose la cabeza—. Estamos en la sala dos. En principio si salimos por aquí y vamos por la derecha llegaremos a la sala cuarenta y ocho. Según el mapa, en esa sala hay un símbolo negro, como un triangulo. No sabemos lo que significa, pero bien podría ser una flecha de dirección hacia arriba. ¿Y a dónde queremos ir? Arriba. Así que vamos. Brynn, Therax, Nailah y Marc, adelante. Y... tú —dijo señalando al del paquete—. Mi amiga quiere proteger lo que sea que lleves ahí, así que vente también.

REsumen - Marc, Nailah, Therax, Brynn, Ummak, Steve eeeetc:

Había estado siguiendo al resto del grupo, es decir, a Katharina, a Kirtash y al grupo de ya proclamados fanáticos sobre la aguja, sin dudar mucho de la dirección que estaban tomando. Es decir, estaba claro que ellos dos eran mucho más capaces que yo en una inmensa mayoría de campos, entre los que destacaba la lucha y, seguramente, la estrategia. No me consideraba alguien tonto, burdo o simple, pero sí que sabía aceptar mi poca prudencia a la hora de llevar a cabo planes realizados en cinco segundos, sin llegar a visualizar ni comparar las ventajas y problemas de estos. Una vez dentro de la sala, era difícil ubicarse dentro de ‘’La Aguja’’. Es decir, era consciente de que aquello estaba todavía dentro de la gigantesca construcción por razones más que obvias, pero el ambiente que allí se llevaba era muy distinto del que nos acompañaba. Aunque, a decir verdad, desde que entramos a la sala de conciertos, la atmósfera pesada y tenebrosa se había desvanecido gradualmente.
 
Entonces, unos gritos se comenzaron a escuchar de fondo, unos gritos que me recordaban en cierta parte al archipiélago donde había pasado tanto tiempo de mi vida. Eran parecidos a los que se daban en los conciertos tan recurrentes, y que hacían eco por una gran cantidad de manglares algunos días festivos. Pero este era algo distinto, ya que mis rodillas perdieron un poco de fuerza y mi mente se nubló unos instantes. Algo no iba bien con este ‘’concierto’’ que nos estaba ofreciendo La Aguja. Volvió el silencio segundos después, aunque no total, ya que una serie de caídas resonaron detrás nuestra: el trío de sectarios que nos había estado acompañando y que había jurado ayudarnos estaba en el suelo, desplomados, sin muchas más pretensiones que dormir. Se habían desmayado repentinamente, seguramente por la misma razón por la que yo casi me caía al suelo momentos atrás. De un vistazo, volví a mirar hacia el frente, dándome cuenta de que el resto del grupo estaba perfectamente. Katharina y el enmascarado estaban impasibles hacia aquella especie de perturbación, y Marles y Grimm tampoco parecían muy afectados en comparación a mí. Quizás tenía razón en decir que yo era el más débil del grupo en ese momento.
 
Antes siquiera de poder organizar mis pensamientos, la voz de mi ‘’jefe’’ comenzó a sonar en mi cabeza, y me dejaba claro que me alejase del punto en el que estábamos. Haciendo caso a aquella persona que me había estado ayudando desde mi entrada a la construcción, suspiré y me transformé en forma intangible, moviéndome a toda la velocidad posible fuera del rango de acción que me habían dado a entender. De un momento para otro, había comenzado a caer una especie de espuma, que tenía una textura muy extraña para su aspecto, pero de la que no me debía preocupar ya que estaba alejado. Con otras pocas palabras me asignaron, junto a Katharina y a Grimm, la tarea de hacernos responsables sobre los toros. Fijando mis ojos en uno de los dos, aquel que tenía unas pequeñas alas, traté de pensar cuál sería la forma más rápida pero efectiva de matarlo o desmayarlo, ya que el principal problema residía en su peso. Era un animal grueso  y fornido, y la electricidad no tendía a hacer tanto daño cuando se aplica en cuerpos tan grandes como aquel, se repartía demasiado. Quizás la mejor idea era empezar acorralándolo y esperando por más refuerzos.
 
Evitando la zona contaminada por la espuma, me transformé nuevamente en una forma etérea y acorté distancias con el toro, hasta estar a alrededor de 15 metros de este. Lo suficiente para poder esquivar con facilidad sus ataques y llevar a cabo los míos. Levantando ambas manos, con los dedos índice y pulgar en forma de L, lancé una serie de rayos hacia el toro, que pararon instantes antes de impactar con él y parecieron disiparse en el aire. Con un gesto de la mano, una apertura palmas, la electricidad volvió a hacerse presente, esta vez en forma de una pequeña pared que cubría algo menos de un metro de distancia. No era una valla propiamente dicha, ni lo iba a parar, pero podía retrasar su avance. Creo. Si no, el ruido que las chispas generaban quizás disuadiría al mamífero de avanzar.

Resumen [AEG, KATH]:

COSAS USÁS:

Vale, está bien. No hay que ser un genio para darse cuenta de que algo no va del todo bien. Y no era solo porque Falafel estaba acosándome sexualmente de forma tan clara que hasta Maki lo habría visto, sino porque mi putita y Arribor no me habían seguido, lo que convertía mi aventura en una estúpidamente arriesgada contienda. Sin alguien que luchase por mí, yo poco más que mi dominio del Rokushiki podía aportar. Y para lo que demostraba la situación que se requería fuerza bruta.

-Falafel, compañero -dije. No quería hacer saltar aquella habilidad que en cualquier momento podía poner mi culo en peligro de incendio, pero necesitaba comprobar cuanto antes el estado de su mente y hasta qué punto vivía por mí-: Da una voltereta lateral. Es imprescindible.

No soy estúpido. Sin Arribor, sin putilla, y sobre todo sin los veintiún patanes que me servirían de escudo humano en caso de problemas, necesitaba saber si el bueno del cantante era mi siervo o tan solo un sátiro con más libido que años... Y eso ya era decir mucho. Además, entrar en lo que parecía el set de rodaje de una película porno no me hacía sentir precisamente seguro. En cualquier caso, esperé pacientemente a su reacción y, de paso, con suerte llegarían los pitufos.

Y ahí estábamos, en una nueva sala, y como las anteriores cerrada al paso. Me estaba cansando de tanta tontería que había preparado quien quisiese destruir el mundo. Quizás era hora de hacer las cosas por la fuerza. Sin embargo, algo me detuvo cuando me iba a preparar para ir hacia la puerta e intentar derribarla de alguna forma.

Un cuadro colgado me llamó la atención, en él una joven muy bella parecía estar durmiendo dentro del cuadro. Aquello por alguna razón me hizo cesar en mis intenciones de querer pasar a la fuerza. De todos modos, no me sucedió lo mismo que a Arthur, quien se quedó ensimismado pegado al cuadro mirando a la chica como un pervertido violador espía de mujeres. En mi mente no había cabida para otra.

Después de que el pony rosa peludo me diera un taco y luego me lamiese, nos señaló hacia lo que parecía un instrumento, en ese momento me fijé en el título del cuadro, Conmovedme y pasareis. Parecía obvio lo que pretendía aquella mujer del cuadro que parecía respirar. Música. Aquella prueba era para un músico y no conocía ninguno mejor que Al, quien también entendió lo que había que hacer.

Me senté apartado para no interrumpir al capitán de la brigada y creé con una mano una pelota de caramelo de unos diez centímetros de diámetro, mientras con la otra comía el taco que el pony me había dado.

-Ten Blyed, dáselo poco a poco, se lo ha ganado – dije simplemente mientras le pasaba aquella pelota.

La música del capitán del capitán comenzó a sonar. Cerré los ojos y dejé de pensar en aquella situación y mis pensamientos se fueron hacia una única persona y de lo que haría una vez saliese de aquella situación.

"Ritmo de batalla", logró escuchar Vile, a pesar del ruido que se había acentuado por los consecutivos 'eos' que parecían estar surgiendo de toda la estructura. Notó como llevaba todavía su 'Rosa de los Vientos' en el bolsillo y sonrió. La palpó mientras Kenshin trataba de aleccionarle, todavía bajo los efectos de aquel producto que le causaba ser tan repelente.

-Pues espero que seas tú quien me enseñe todo eso que tengo que aprender, Kenshin -respondió Vile, aún mirando al monitor-. ¿Qué mejor tutor que un aspirante a Emperador de los Mares?

Guardó silencio por un momento y, todavía observando a aquel encapuchado, masculló:

-Y no solo hay que cuidarse de los enmascarados. A veces uno no conoce a la persona a la que mira a los ojos a diario.

Esta última reflexión le hizo pensar en los Locke y lo que habían hecho a su familia. Tratando de apartar esos pensamientos lastrantes del interior de su cabeza, Vile se sentó delante de la pantalla y cruzó sus piernas, ajeno a que el rubiales y el hombre pez se disponían a destruir toda la sala. Con bastante parsimonia, extrajo su armónica del bolsillo de aquella ajada gabardina negra. La frotó con sus palmas y se la llevó a los labios.

"A veces basta con sentarse y complacer a tu enemigo" pensó. "Así jamás se percatará de que no hay diferencia entre tú y el resto de sus rivales".

Comenzó a soplar con calma, comenzando con una melodía tranquila y prácticamente ambiental. Tan pronto como parecía haber marcado un ritmo fijo, movió sus dedos con enorme destreza por todo el instrumento y expulsó el aire con un mayor ímpetu, tocando una rápida y constante marcha marcial, que podría haber parecido una parodia de algún ejército. Prosiguió, bajando la velocidad pero marcando cada nota con fuerza, como el desfile de un ejército. Seguiría así, con su ojo bueno entreabierto, con esperanzas de que eso fuera suficiente para aquel particular examinador.

Resumen:

Cosas Usadas:

Nada más entrar en los vestuarios vi que acababa de entrar en la boca del lobo. Decenas de mujeres y hombres se interponían entre los lavabos y yo, muchos de ellos uniformados y preparados para el combate. Afortunadamente, otros tantos se encontraban todavía sin cambiar, esperando a entrar en sus respectivos vestuarios mientras conversaban con sus compañeros o aprovechaban para aliviarse, lo que me permitió entrar ahí sin llamar la atención de aquellos soldados.  

Por otro lado, el encontrarme en esa situación había conseguido despejar mi mente por completo. Muchos otros se habrían ido por donde habían venido, pero yo no era como los demás y entre en el vestuario masculino con una naturalidad y tranquilidad que me mimetizaban con los demás.

Lo primero que hice al entrar el vestuario fue buscar algún uniforme que estuviese sin dueño. Tras un rápido vistazo pude apreciar como 2 uniformes se encontraban "abandonados" encima de uno de los bancos que servían como asiento frente a las taquillas. Seguramente los dueños de aquellos uniformes se estuviesen duchando antes de la batalla, pero eso a mi no me importaba en absoluto y, continuando con mi actitud tranquila, agarré el uniforme que me parecía más pequeño con un fugaz movimiento de manos y continué caminando hasta llegar al extremo opuesto del vestuario.

-Buenas- saludé amablemente al tipo que tenía al lado y que ya había empezado a cambiarse y que no parecía tener más de 25 años.

Tras ese breve saludo, abrí la taquilla que tenía enfrente, usando la llave que ya estaba puesta y que tenía que guardar si quería recuperar mis cosas más adelante. No creía que fuese a volver y no me apetecía desprenderme de mi cómoda ropa, pero no me quedaba otra si quería pasar desapercibido y procedí a cambiarme, conservando únicamente mi camisa, ya que ahí tenia todos mis cuchillos. 

-No entiendo la manía que tienen con hacer estos uniformes tan incómodos- me quejé al compañero que tenía al lado mientras me ajustaba el uniforme, el cual me quedaba un poco grande, al mismo tiempo que cerraba la taquilla y me quedaba con la llave- Nos vemos luego, compañero. No quiero ensuciar estos pantalones cuando empiece la batalla- bromeé mientras agarraba mi cofre y me dirigía a los servicios, apreciando que había algunos soldados esperando su turno.

Mientras esperaba no dude en poner la oreja en las conversaciones de aquellos soldados. Quizá pudiese escuchar algo interesante y, si por algún casual me miraban, sólo verían a un soldado mirando a las musarañas mientras esperaba su entrada al servicio.

Una vez dentro y tras cerrar la puerta con pestillo, actué con rapidez. Me senté en la cerrada tapa del retrete y puse mi cofre sobre mis rodillas, agarrando instantes después dos de mis horquillas y procediendo a intentar forzar de nuevo ese misterioso cofre. Simulando que iba a hacer aguas mayores tendría como máximo 5 minutos, tiempo que esperaba que fuese suficiente para poder terminar el trabajo.

resumen resumenoso:

Por alguna extraña razón el baile le interesó al mono más de lo que esperaban. Que gran idea había tenido el pez gota, tan buena idea que ambos se encontraban en sus manos, a merced de lo que la bestia quisiera hacer con ellos. Annie no tenía buenos recuerdos de estar sujetada por algo gigante, la última vez que estuvo en una situación así un pulpo la tenía enrollada con sus tentáculos, de los cuales no tenía escapatoria hasta que se transformó en el demonio de la fruta que llevaba dentro.

Esta vez era diferente, no era un cuerpo sin más del cual poder deshacerse mediante la fuerza, esta vez se encontraba rodeada por metal y transformarse no cedería dicho metal, al contrario, el gorila podría asfixiarla por intentar moverse. Annie solamente tenía un brazo y, miró a Maki con el ceño fruncido, ¿pero qué estaba diciendo? ¿Por qué estaba tan obsesionado con que Annie le deseaba cuando no era así? La revolucionaria suspiró y decidió seguirle la corriente, a lo mejor así lograba quitarle esa idea de la cabeza al pez gota.

-¿Crees que este es el momento adecuado para decirme eso? Pero está bien, tienes razón, lo nuestro nunca llegará lejos. Siempre nos quedará ese baile...

Habiendo terminado aquel ficticio flirteo, Annie se giró para ver a Edward, el cual venía como una moto y con Julianna, ¿pretendía tirar al gorila? ¡Caería sobre ellos!

-¡Nos aplastará!

Entre Maki pidiéndole educadamente al gorila que les dejase marchar y sus dos compañeros echándose sobre este último con sus poderes aquello no podía salir bien y, lo peor, es que el muchacho que allí había aparecido de repente los quería guiar por donde habían venido. En caso de que el gorila cayese hacia delante, Annie crearía una cúpula de viento que rodearía ambas manos de la bestia, para proteger a la arquera y al pez gota de que no fueran aplastados.