Hamlet
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El sonido ahogó casi por completo el intento de disculpa que formuló aquel cadete. Entre eso y el lodo que ya nos llegaba a la altura de las rodillas estar en aquella sala se había vuelto de lo más incómodo. Me tuve que llevar una mano al rostro para mitigar el fétido hedor que provenía de aquellas putrefactas aguas, pues nunca antes había llegado a oler algo tan pestilente. Me preguntaba como algunos de nuestros compañeros, entre ellos, el comodoro Kasai, podían evitar sentirse tan enfermos.
Una puerta con un acertijo era la única barrera que nos impedía salir de aquel infierno. Yendo detrás de todo el pelotón y completamente ahogado por la peste de la habitación, no pude hacer mucho para ayudar, aunque sí que escuché la solución que propuso el cadete. Puede que fuera un imprudente y tan ignorante como para no actuar según la jerarquía de la marina o para darse cuenta de las que fueron mis intenciones con la tontatta, pero aquel zagal había dado con una solución muy lógica que podía ser la clave del acertijo.
Por su parte, el comodoro Kasai tuvo a bien ignorar las afrentas de aquel chaval e introdujo la solución bajo la puerta, declarando que de ser incorrecta, él mismo derribaría el portón sin miramientos. Aquella era toda una demostración de poder.
Reparé en que la chica que me acompañaba se había quedado atrás. Me di la vuelta y fui a por ella, consternado. Parecía haber caído víctima del mismo poder del que hicieron gala algunos piratas importantes en Gray Rock, pues había caído de espaldas contra una pared. Di un par de toques a la chica para ver si reaccionaba, mas sus ojos entornados me revelaron que se había quedado completamente inconsciente. Afortunadamente para ella, la pared evitó que su torso se manchase con aquella suciedad que inundaba la sala.
-¡Bizvan! -llamé a mi estimado camarada-. ¡Tenemos un problema! ¡Esta chica ha quedado inconsciente!
Una puerta con un acertijo era la única barrera que nos impedía salir de aquel infierno. Yendo detrás de todo el pelotón y completamente ahogado por la peste de la habitación, no pude hacer mucho para ayudar, aunque sí que escuché la solución que propuso el cadete. Puede que fuera un imprudente y tan ignorante como para no actuar según la jerarquía de la marina o para darse cuenta de las que fueron mis intenciones con la tontatta, pero aquel zagal había dado con una solución muy lógica que podía ser la clave del acertijo.
Por su parte, el comodoro Kasai tuvo a bien ignorar las afrentas de aquel chaval e introdujo la solución bajo la puerta, declarando que de ser incorrecta, él mismo derribaría el portón sin miramientos. Aquella era toda una demostración de poder.
Reparé en que la chica que me acompañaba se había quedado atrás. Me di la vuelta y fui a por ella, consternado. Parecía haber caído víctima del mismo poder del que hicieron gala algunos piratas importantes en Gray Rock, pues había caído de espaldas contra una pared. Di un par de toques a la chica para ver si reaccionaba, mas sus ojos entornados me revelaron que se había quedado completamente inconsciente. Afortunadamente para ella, la pared evitó que su torso se manchase con aquella suciedad que inundaba la sala.
-¡Bizvan! -llamé a mi estimado camarada-. ¡Tenemos un problema! ¡Esta chica ha quedado inconsciente!
- Resumen:
- Preocuparme por la chica que me acompañaba y pedirle ayuda a Bizvan.
Noximilien
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- Se supone que el hombre poderoso con mascara soy yo? –le pregunto sarcástico a Zane, pues ambos sabían la respuesta-.
El panel con el sudoku se ilumino con un relajante color verde, color de que habían superado ese puzle y que había evitado que esa sala se hubiese llenado de pinchos o quien sabe que para darles una muerte de todo menos bonita a los intrusos idiotas. Y el Zane listo pero gilipollas había sido por el Zane gañan pero gilipollas. Aquello solo podía mejorar.
Pasaron por la sala, pues pese no detectar nada Nox, el resto no les pareció que viesen algo importante, por lo que le dio la impresión que no habría nadie peligroso al otro lado. El hecho de que estuvieran a oscuras, no hizo más que su sentido del oído se incrementase y pudiera escuchar con gran afinidad como en lo alto de la torre apocalíptica se escuchaba otra canción. Podio ser un cabron que venía para matarnos a todos, joder a todos y traer el apocalipsis a todos… Pero no podía cuestionar que tenía buen sentido musical.
La sala estaba llena de un mismo instrumento creado de formas distintas, proponiendo una prueba rítmica.
- Lástima que no es un piano –dijo con cierta pena el enmascarado-. Siempre ha sido el único instrumento que se me ha dado bien.
Con el gañan y gilipollas Zane, volvieron las ideas brutas, que era mandar a Luka a hacer de cerrajero.
- Nunca me ha gustado como se las gasta siempre Luka, pero tengo que admitir que verlo tirar abajo todo es hipnotico.
El panel con el sudoku se ilumino con un relajante color verde, color de que habían superado ese puzle y que había evitado que esa sala se hubiese llenado de pinchos o quien sabe que para darles una muerte de todo menos bonita a los intrusos idiotas. Y el Zane listo pero gilipollas había sido por el Zane gañan pero gilipollas. Aquello solo podía mejorar.
Pasaron por la sala, pues pese no detectar nada Nox, el resto no les pareció que viesen algo importante, por lo que le dio la impresión que no habría nadie peligroso al otro lado. El hecho de que estuvieran a oscuras, no hizo más que su sentido del oído se incrementase y pudiera escuchar con gran afinidad como en lo alto de la torre apocalíptica se escuchaba otra canción. Podio ser un cabron que venía para matarnos a todos, joder a todos y traer el apocalipsis a todos… Pero no podía cuestionar que tenía buen sentido musical.
La sala estaba llena de un mismo instrumento creado de formas distintas, proponiendo una prueba rítmica.
- Lástima que no es un piano –dijo con cierta pena el enmascarado-. Siempre ha sido el único instrumento que se me ha dado bien.
Con el gañan y gilipollas Zane, volvieron las ideas brutas, que era mandar a Luka a hacer de cerrajero.
- Nunca me ha gustado como se las gasta siempre Luka, pero tengo que admitir que verlo tirar abajo todo es hipnotico.
- 1-Justin Beaver y sus amigos:
- Cuando Marc le habla, el castor se baja del brazo de Brynn, evitando por apenas unos escasos milímetros el filo de su hoja. No parece haberse dado ni cuenta.
-Yo… Yo soy Justin -dice entre sollozos, todavía mirando la guitarra-. Y esa era mi primera guitarra. Yo la quería. Igual que esa caja, que se puede morder. Necesito limarme los dientes, ¿ves? -Señala sus enormes incisivos- Pero cuando me habéis lanzado comida… No sé qué pasó, acabé colgado del aire. La típica historia.
No parece sincero del todo, pero se encoge de hombros hasta que Ummak pasa por su lado, y entonces se lanza a por él para intentar mordisquearle el pelo.
-¡Nooooo! -Grita, saltándole encima en una acrobacia memorable.
- 2-La brigada de los poderes volumínicos:
- El magma está a punto de chorrear sobre el calvo, que evade como puede alguna que otra gota cuando el huracán Bleyd se instala en su cara a una velocidad abusiva, llevándolo lejos y salvándolo de lo que, a todas luces, es una paliza gitana potencialmente homicida. Cuando consigue disiparse la polvareda que Bleyd levanta, podéis observar cómo el hombre se mantiene de pie frente a él, en una postura defensiva con las manos por delante y un rastro de goma quemada bajo sus pies: En ningún momento se ha levantado del suelo, pero alguien diría que se ha quedado sin zapatos.
-Chicos, chicos -dice, con fingida calma, mientras su cuerpo de un brillante ónice pierde el color poco a poco y da un par de pasos hacia atrás. En su hombro derecho una fea quemadura producto del magma se puede observar fácilmente-, aquí todos somos amigos. ¿No podemos simplemente disfrutar de esta velada?
Al tiempo que pronuncia esas palabras realiza un giro de manos con el que, aparentemente de ningún sitio, surgen dos nuevas baquetas que gira entre sus dedos índice y corazón hasta que son poco más que una mancha borrosa.
-De verdad, odio hacer estas cosas. Pero me obligáis. Didyeridú.
Su brazo izquierdo se transforma en un enorme cilindro de madera curvado en el extremo, y desde su herido hombro sopla con una inmensa fuerza. El sonido es grave, pero genera una onda tan potente que lentamente se desplaza hacia vosotros, arrasando el suelo según lo toca.
- 3-Shurmanos de la Tormenta:
- -Eso ha sido muy desconsiderado -comenta la figura de la pantalla una vez Luka la golpea infructuosamente-. Y deberías practicar más con ese chisme, pelirrojo.
Sin embargo, parece que reacciona ante la extraña canción de Alviss, que le deja embobado. No está muy contento, pero observa con solemnidad mientras la marcha concluye, y finalmente aplaude lentamente.
-Es un notable intento -dice-. Dudo que te vuelva a funcionar, pero a mí me encantan las composiciones amateur. Podéis pasar.
Ante vosotros la puerta se abre, y a través de ella podéis ver una estancia totalmente negra donde se escuchan unos rasgueos de guitarra. Si entráis veréis a cuatro personas, una de ellas un anciano vestido de escolar -la faldita a cuadros le queda divina- y un señor con boina. Parecen estar ensayando una performance brutal.
- 4-Kiritsu:
- Una lágrima cae por la mejilla de la mujer. Con una sonrisa asiente y se levanta, caminando hacia el horizonte del cuadro hasta desaparecer. Pasados unos segundos el cuadro se abre como si fuera una puerta, dejándoos pasar.
Cuando lleguéis al otro lado veréis una sala enorme. El suelo está hecho de cuadros rojos y azules intercalándose entre sí. En el techo cuelga una bola de luces que gira y proyecta luces de varios colores alumbrando la sala como una discoteca. Al fondo hay una mesa de mezclas con un chico detrás. Un hombre muy bajito y muy delgado. Tiene el pelo totalmente negro y largo, aunque uno de los lados de su cabeza está rapado. Tiene ocho pendientes en la misma oreja, un piercing en la nariz y otro en los labios. En cuanto os ve pulsa un botón de la mesa y una voz robótica inunda la habitación.
—Por fin llega alguien.
Y entonces empieza a tocar botones y girar ruedecitas sin parar. Una música estridente llena el lugar de forma que si habláis en voz alta no os vais a escuchar ni de coña.
Del suelo empiezan a emerger unos cuatro golems que parecen hechos con los azulejos rojos y azules del suelo. Algunos tienen armas parecidas a espadas, otros parecidas a hachas. Se acercan a vosotros al ritmo de la música.
- 5-ZUKO, ERIK, KAYN, HAMLET, BIZVAN Y TOBÍAS:
- Zuko, al introducir la respuesta del acertijo durante un momento la puerta se queda paralizada, como si la palabra estuviera mal; sin embargo, la puerta se abre con lentitud, lo habéis conseguido. Mientras Bizvan mantiene una conversación con la tontatta, esta desde la cabeza de Zuko te mira y se encoge de hombros.
-No lo sé, la habrán puesto los jefazos de arriba, yo no tengo ni idea de las pruebas que hay por aquí.
Hamlet, la muchacha cae inconsciente y logras cogerla a tiempo entre tus brazos. Unas suaves palmadas en su rostro hacen que se despierte y cuando te mira esboza una dulce sonrisa. No puedes evitar fijarte en que uno de los botones de su camisa se ha perdido, dejando a la vista un sensual escote.
-Oh, mi héroe, que haría yo sin ti – murmura aún un poco confusa.
La chica se repone al cabo de un rato y, cuando intentáis salir sentís como si el fango os retuviera, pero nada que no podáis vencer con un poco de fuerza. Continuáis hasta una sala que parece un cambio de nivel. La sala es muy amplia, con numerosas plataformas que parecen estar hechas para subir no solo personas, si no algo más grande. También podéis ver el cadáver de un tiranosaurio rex.
- 6-Los cuervos de Kodama:
- De una forma u otra todos evitáis los tentáculos con relativa facilidad, ya sea esquivándolos, cortándolos o destruyéndolos. Aunque era un ataque amenazador, tampoco era muy complicado y el ver que estos no han encontrado su objetivo se retraen. Lo siguiente que ocurre vuelve la sala… un desastre.
Bueno, una lluvia de balas acierta en todos los globos oculares que podéis ver, reventándolos en el proceso, así como una serie de ataques que llenan la masa carnosa de huecos, laceraciones y golpes que desgarran el tejido y muelen el hueso.
Braud, antes de hundir los pulgares en la carne ves que tus brazos están cubiertos de una mezcla apestosa y resbaladiza de lo que supones que es sangre, humor acuoso, y demás fluidos. Usas tu fuerza para empezar a abrir y desgarrar la carne y esta empieza a ceder. Dejando un boquete de tu tamaño. Corretones de sangre salpican tu cara y todo tu cuerpo mientras una serie de vísceras emergen del cuerpo de la bestia y se desparraman por el suelo. Quien sepa de medicina dudará que esos órganos tengan un orden o una utilidad. APrece que el daño ha sido bastante fatal de no ser por algo. Media docena de hileras de colmillos emergen de entre la carne separada y al fondo del boquete que Braud ha abierto se abre una garganta que ruge a su rostro. La gigantesca mandíbula comienza a cerrarse con una fuerza bastante considerable.
- Oh no no no. – Dice el hombre metálico, no trabajo para Krauser, es más ¿sigue vivo? Me debe un barco. Tanto usar niebla y al final no vimos el faro. Pero batallitas del pasado para otro momento. Me temo que esto es un gran malentendido. No trabajo para los que han hecho esta torre. No entraré en detalles pero os diré que soy uno de los interesados de que esto no se active. No quería haceros daño, simplemente me defendí al ver que todos me atacabais. – Comenta el hombre con una voz bastante suave y melódica, la cual contrasta bastante con su aspecto. – Podéis llamarme Bucharatti, por cierto. – Saca de dentro de una de sus cremalleras una barrita energética de pura Fobra y se la ofrece a Dretch. – Pareces tenso toma un poco de Fobra.- Barrita:
- 7-Blue Rose:
- Subís rápidamente de un salto e insultando a quien quiera que construyese las escaleras, porque, claro, están ahí para ser usadas, pero bueno, no todo el mundo tiene poderes sobre-humanos. Cuando llegáis arriba estáis en una plataforma de hormigón sustentada por acero reforzado y lo que parece otra plataforma metálica anclada a unos raíles verticales que llegan abajo, sea lo que sea que se podía subir por ahí, ya lo han movido hace tiempo. Ante vosotros hay una escalera de gran tamaño que sube a un piso superior, la cual se adentra en unas compuertas enormes en el techo. Aunque también podéis acceder a la sala 12 y a un pasillo que da a las salas 13 y 14. Por cierto, alguien ha entrado ahí abajo.
- 1-Liv:
- El hombre metálico te mira fijamente mientras te ve saltar con el geppou y niega con la cabeza. Con su mano izquierda se la lleva a la frente, apartando un mechón azabache del flequillo hacia atrás. Vuelve a llevar sus manos al piano, moviendo sensualmente la cadera hasta que comienza a tocar una música más animada. Del piano comienzan a salir unas ondas de sonido que en vez de alejarte, intentan atraerte hacia él. No parece atacarte, pero si retenerte.
-A los superiores no les va a gustar esto... - dice con una voz muy afeminada.
- 1-Need for Maki, Annie drift:
- Comienza la persecución del gorila, el cual pasa la sala trasparente y se adentra en la sala de los submarinos corriendo por las losas de hormigón que unían los diferentes embarcaderos en dirección a la otra salida de la sala.
Es en este momento que recibe los ataques de Ed y Osu, los cuales al estar en el hombro quedan peligrosamente cerca de la zona en la que la barrera está activa. La bestia trastabilla al notar la presión y los golpes levantan abollan y levantan un poco algunas placas metálicas que cubrían la zona. El brazo baja y comienza a arrastrarse por el suelo mientras revienta parte del hormigón, así como cajas de madera y demás cosas. Maki, mientras gritas un montón de piedras, polvo y madera astillada pasa por tu cara. De todas formas el gorila, no frena y el resto bueno, corréis tras él.
Pasa por la segunda puerta y accede a un largo pasillo antes de torcer en una de las salidas, una sala numerada con el 32, con una escalera metálica apta para los diversos tamaños del grupo, diríais que se dispone a subir.
- 1-Zay:
- —¡Muzasho! —grita una voz detrás de ti. Si te giras verás a un hombre de espeso bigote vestido con un mono azul y fregando el suelo—. ¿Que hace' aquí toavía, si to'l mundo está ya p'arriba? Tira to tieso por el bujero y luego to tieso a la isquierda, llegará' a una zala y va' pa la puerta del fondo. Ahí hay ejcalera' pa zubi.
—¡Gracias, señor! —dice Paul con una sonrisa.
—A manda'.
Y sigue barriendo. Paul basicamente te insta a seguir dichas indicaciones, y en cuanto lo hagas llegarás a una sala con unas escaleras. Lo mismo deberías subir.
- 2-AEG, Katharina y Lance:
- Cuando el puño impacta en la cara del DJ este sale disparado hacia atrás, rodando como una rocambolesca mole que le evita daños, pero no así puede evitar el ataque de Katharina, cuyas esquirlas se clavan hasta el tuétano en los animales, matándolos en el acto. Él tiene más suerte y, por suerte, apenas se le clavan levemente en el traje de luces.
-Tú… Qué rápido ere. No zerá un sepé infiltrao deso. ¡Y Tú case mih vaquillah! Mala muhé, mal raio te parta. Cohona ia.
Con una torpeza característica, vuelve a la mesa del DJ y pulsa un botón. AEG, puedes ver que pone “Auto” y tras eso sale corriendo a esconderse por una portezuela, mientras un extraño moco se extiende por el suelo desde ella y un chorreo de agua cae poco a poco desde el techo. Y, cada vez que el agua se acumula… Explota. Ups. ¿Qué será lo próximo?
- 3-Kaito, Lysbeth, William, Ichizake, Zack:
- El hombre traga saliva y deja caer su bocadillo al suelo en total sorpresa. Es decir, el gritarle "moza" a toda mujer que ve no es algo que le haya funcionado en la vida. El pobre hombre está viendo ahora cómo puede recoger los frutos de toda una vida de espera... O eso cree.
—V... vale... lo arreglo.
Se levanta y abre su caja de herramientas. Saca de esta un diminuto tornillo y un destornillador. Entra en el ascensor, pone el tornillo en el techo y sale.
—Ea, apañao. Moza, ¿te vienes a mi casa a cena' y hace' coza'?
En el ascensor hay sitio suficiente para todos. Si entráis veréis que hay cuatro botones numerados y el que tiene el número dos está encendido.
- 4-Yarmin, Arribor, Ellanora, Valar:
Valar, no levantas sospechas y, de hecho, por lo que ves recibes contestaciones amables de tus nuevos compañeros. Entre las conversaciones te parece escuchar a algunos preguntarse se dé verdad es necesaria una puesta en escena tan enrevesada o si es imprescindible el “concierto”. Por cierto, no logras hacer que la cerradura ceda ni un milímetro.
Yarmin, Falafel, te mira extrañado, preguntándose si de verdad era necesario eso. – No creo que sea necesario llegar a esos extremos, aunque no soy quien para meterme con las preferencias de mis fans.- Comenta mientras hace una perfecta voltereta lateral.
Entre tanto Arribor, no logras abrir la puerta por mucha fuerza que uses. Tras eso llega el semi-gigante de Ellanora, se para delante de la puerta y con toda la delicadeza que puede llama con una simple “toc toc toc”. Las hojas de la puerta se salen de los marcos y lentamente caen al suelo con un sonoro “PUM”. Yarmin y Flafel están en la sala siguiente, pasando esta sala completamente a oscuras. Por cierto a Falafel se le han caído los pantalones.
- Mapas:
—Eso si logras sobrevivir —respondió con ligera sorna en su tono de voz, aunque también aguardaba algo de advertencia en él su comentario.
Habían estado en una gran cantidad de distintas estancias, y únicamente se habían topado con organismos cibernéticos y acertijos informatizados. ¿Habría alguien de verdad en aquellas instalaciones supuestamente revolucionarias? ¿O sería todo un maléfico plan para reunir a la gente más poderosa del mundo y acabar con ellas de una única vez? Todo era posible, aunque no del todo probable. Entretanto, la puerta se abrió, dando paso a una sala nada iluminada. La oscuridad se cernía sobre el pelirrojo a cada paso que daba, y solo podía guiarse mediante el sonido de una guitarra. Elevó la palma de su mano, y alrededor de esta formó una cálida llama para iluminar el camino.
—Con vuestro permiso —dijo de forma educada—. Me pongo primero, que no se ve una mierda —concluyó.
Zane comenzaba a notar como los efectos del queso iban cesando, no en su inteligencia, sino en la forma en la que estaba empezando a actuar de nuevo. Los acordes de una guitarra fueron guiando su camino, tenía interés en saber quién estaba allí tocando, en la más absoluta oscuridad. Avanzó durante unos pocos metros, y se topó de frente con cuatro músicos.
—No puede ser… —comentó al escuchar el solo de guitarra—. ¡Compadres! ¡Son los putos AB/CD!
Sus ojos se iluminaron como de los de una adolescente cuando conoce a su cantante favorito y logra hacerse una foto con él. Zane era un amante de la música, sobre todo cuando estaba de fiesta, rodeado de jarras de cerveza, ron, narcóticos y bellas mujeres. De pronto, la chispa que surgió en la sala del acertijo se apagó, y la sonrisa de sinvergüenza que había perdido volvió a aparecer en su gesto.
—¡Iyo, Luka! —se dirigió hacia el gyojin, sacando una petaca de ron—. Si cojo el micro y canto…, ¿crees que se escuchará en el resto de la aguja esta? —dio un sorbo de su petaca, y se la lanzó su oficial de cubierta—. No la mates. Déjale algo a Alviss y el novato.
El capitán pirata no dudo en acercarse al grupo de música, y sin pedir permiso alguno cogió el micrófono.
Probando, probando. Uno, dos. Uno dos —carraspeó la garganta—. Aquí Zane D. Kenshin, capitán pirata, amante egoísta y cantante amateur—Se dirigió hacia el guitarrista, antes de ponerse a cantar—. ¡Dale caña!
—¡SÍGUELA LUKA! —le lanzó el micrófono al gyojin, esperando que una cancioncita le mejorara el estado de ánimo.
Habían estado en una gran cantidad de distintas estancias, y únicamente se habían topado con organismos cibernéticos y acertijos informatizados. ¿Habría alguien de verdad en aquellas instalaciones supuestamente revolucionarias? ¿O sería todo un maléfico plan para reunir a la gente más poderosa del mundo y acabar con ellas de una única vez? Todo era posible, aunque no del todo probable. Entretanto, la puerta se abrió, dando paso a una sala nada iluminada. La oscuridad se cernía sobre el pelirrojo a cada paso que daba, y solo podía guiarse mediante el sonido de una guitarra. Elevó la palma de su mano, y alrededor de esta formó una cálida llama para iluminar el camino.
—Con vuestro permiso —dijo de forma educada—. Me pongo primero, que no se ve una mierda —concluyó.
Zane comenzaba a notar como los efectos del queso iban cesando, no en su inteligencia, sino en la forma en la que estaba empezando a actuar de nuevo. Los acordes de una guitarra fueron guiando su camino, tenía interés en saber quién estaba allí tocando, en la más absoluta oscuridad. Avanzó durante unos pocos metros, y se topó de frente con cuatro músicos.
—No puede ser… —comentó al escuchar el solo de guitarra—. ¡Compadres! ¡Son los putos AB/CD!
Sus ojos se iluminaron como de los de una adolescente cuando conoce a su cantante favorito y logra hacerse una foto con él. Zane era un amante de la música, sobre todo cuando estaba de fiesta, rodeado de jarras de cerveza, ron, narcóticos y bellas mujeres. De pronto, la chispa que surgió en la sala del acertijo se apagó, y la sonrisa de sinvergüenza que había perdido volvió a aparecer en su gesto.
—¡Iyo, Luka! —se dirigió hacia el gyojin, sacando una petaca de ron—. Si cojo el micro y canto…, ¿crees que se escuchará en el resto de la aguja esta? —dio un sorbo de su petaca, y se la lanzó su oficial de cubierta—. No la mates. Déjale algo a Alviss y el novato.
El capitán pirata no dudo en acercarse al grupo de música, y sin pedir permiso alguno cogió el micrófono.
Probando, probando. Uno, dos. Uno dos —carraspeó la garganta—. Aquí Zane D. Kenshin, capitán pirata, amante egoísta y cantante amateur—Se dirigió hacia el guitarrista, antes de ponerse a cantar—. ¡Dale caña!
Confieso que a veces soy cuerdo y a veces loco
Y amo así la vida y tomo de todo un poco
Me gustan las mujeres, me gusta el vino.
Y cuando tengo que olvidar…. ¡BEBO Y OLVIDOO!
¡Y ES QUE YO!
AMO LA VIDA Y AMO EL AMOR
SOY UN GAÑÁN, SOY UN SEÑOR
Y CASI FIEL EN EL AMOOOOR.
Y amo así la vida y tomo de todo un poco
Me gustan las mujeres, me gusta el vino.
Y cuando tengo que olvidar…. ¡BEBO Y OLVIDOO!
¡Y ES QUE YO!
AMO LA VIDA Y AMO EL AMOR
SOY UN GAÑÁN, SOY UN SEÑOR
Y CASI FIEL EN EL AMOOOOR.
—¡SÍGUELA LUKA! —le lanzó el micrófono al gyojin, esperando que una cancioncita le mejorara el estado de ánimo.
Lykanrock94
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Mientras el felino y el okama se dirigían hacia su destino un grito les paró de lleno. Era un hombre con un mono azul de trabajo y una fregona. El felino se quedó mirándole y ladeó la cabeza a un lado tras hablar aquél individuo. No había entendido nada, pero parece que Paul si. Creo que quería decir que el Mink tirara todo recto y luego todo recto a la izquierda hasta encontrar una sala. El tigre se puso a ello. Empezó a correr como si no hubiera un mañana siguiendo las indicaciones de aquel hombre. Recorrió todo el pasillo hacia delante y luego giró a la izquierda para seguir todo recto. Al fondo se veía la sala y la puerta. El felino no se lo pensaría dos veces e iría sin pararse hacia la puerta, corriendo todo lo rápido que podía.
Mientras corría, miraba de reojo a su acompañante okama que no se quedara rezagado. ¿Acaso el Mink era más rápido que él?
Conociendo al felino entraría por la puerta echándola abajo de una patada. El tigre se estaba empezando a impacientar por no poder luchar contra alguien fuerte quería volverse más fuerte y ya de paso si podía encontrar una tripulación pirata a la que unirse, mejor. Le molaría encontrarse con los Arashi y agradecerles que no le matarán cuando "invadió" su navío. Aunque esta vez no sabía como iban a recibirle...
Mientras corría, miraba de reojo a su acompañante okama que no se quedara rezagado. ¿Acaso el Mink era más rápido que él?
Conociendo al felino entraría por la puerta echándola abajo de una patada. El tigre se estaba empezando a impacientar por no poder luchar contra alguien fuerte quería volverse más fuerte y ya de paso si podía encontrar una tripulación pirata a la que unirse, mejor. Le molaría encontrarse con los Arashi y agradecerles que no le matarán cuando "invadió" su navío. Aunque esta vez no sabía como iban a recibirle...
Kaito Takumi
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Observando y juzgando en silencio, Kaito fue testigo de nuevas alianzas, sutiles reproches y la maestra seducción de alguien que bien podría estar al nivel de un rey de la piratería. Entonces movido por aquella experiencia ultraterrenal que había asolado el corazón de todos, se congeló siendo consciente de la peligrosa verdad que escondían las frutas del diablo. Aquello, desde luego, no era un animal, sino una especie de demonio, lo que, razonó el pobre ningyo, conllevaba unas implicaciones tan terribles como reales. Henchido de la oscura emoción que Lysbeth había implantado con su poder, el pelirrojo recordó momentáneamente la forma de un amor cuya oportunidad le fue robada por el miedo, la juventud y su propia y perdida bondad. Sacudió la cabeza negando a aceptar como propias las emociones que asaltaban su alma.
¿Amor? No ¿Lujuría? Peor. Aquello era una impía devoción que le empujaba a protegerla y cumplir todos sus caprichos a cambio simplemente de la absurda idea de ser reconfortado por su embelesadora reina. Le extasiaba su andar, su caminar y su voz más que cualquier idea que no manara de ella. Y aquello, como toda fe, era algo falso que no solo nacía de la sinrazón, sino que apenas era razonable.
El pelirrojo sonrió. No lo hizo por bobo amor, ni por socarrona lujuria ni por la alegría de seguir avanzando, sino por un retorcido miedo. El mundo había pasado a ser un lugar mucho más peligroso de lo que ya era; uno en el que algo que la “magia” y los “mitos” se habían vuelto tan tangibles e inexplicables como la horrorosa física cuántica. Arrastrando su ser hasta el ascensor recién abierto para hacer de botones, Kaito supo que ahora el porqué de muchas cosas iban a tener una respuesta mucho más fácil y directa.
—Y yo que creía que la enana esa era una especie de mono… ahora va a haber hasta vampiros…—susurró presa de la locura temporal que le obligaba a reestructurar casi todo su mundo—. Qué… —Estaba a punto de romperse…—. Maravilloso.
Porque por terrorífica que fuese, seguía siendo una idea que estudiar. Ahora que era consciente de lo que le había sido escondido, podría prepararse para enfrentarlo. Empezando con aquella fatal atracción.
—Qué maravilloso día para salvar al mundo —diría con un feliz entusiasmo. Miraría entonces al punk de pelo azul y delicada piel de tono piedra—. Zack, ¿verdad? ¿Tú no llevabas una preciosa morsa albina contigo? No la he visto ni escuchado marcharse…
La idea de una morsa fantasma no era tan descabellada cuando existían diablesas y vampiros rondando por el mundo. De hecho, le era hasta reconfortante.
Desde su función como servicial encargado de ascensor, Kaito impediría que cualquiera toquetease los botones alejándoles con suaves toquecitos del mango de su bichero. Tenía una idea en la que sin duda creía, y no tardaría en verbalizar una vez todos estuviesen listos para afrontar la siguiente planta.
—Como ya habréis notado, nuestro anfitrión ha creado esta torre con una serie de juegos. Y seríamos muy malos jugadores si decidimos saltarnos una planta completa para ir a la cuarta. De hecho, creo que este propio ascensor está hecho para poner a prueba nuestro espíritu deportivo—Entonces el muchacho miraría a todos los presentes, que por suerte para su pánico escénico no eran ni un puñado—. La democracia es una gilipollez, pero yo voto por ir a la tercera…
Y si a alguien se le ocurría la maravillosa idea de re-utilizar al técnico para llegar al final de todo aquello, añadiría algo muy importante.
—No sabemos si él sabe que es un peón, ni si es un peón en esta partida. Tampoco sería justo hacer trampas… ¿no?
Cualquiera lo suficientemente inteligente o paranoico habría sospechado ya de que les estaban observando.
Una vez el pulpo recontara los "votos", pulsaría el botón hacia la planta de destino. Esperaba con todo su corazón de tres cámaras que la mayoría escogiese la tercera.
¿Amor? No ¿Lujuría? Peor. Aquello era una impía devoción que le empujaba a protegerla y cumplir todos sus caprichos a cambio simplemente de la absurda idea de ser reconfortado por su embelesadora reina. Le extasiaba su andar, su caminar y su voz más que cualquier idea que no manara de ella. Y aquello, como toda fe, era algo falso que no solo nacía de la sinrazón, sino que apenas era razonable.
El pelirrojo sonrió. No lo hizo por bobo amor, ni por socarrona lujuria ni por la alegría de seguir avanzando, sino por un retorcido miedo. El mundo había pasado a ser un lugar mucho más peligroso de lo que ya era; uno en el que algo que la “magia” y los “mitos” se habían vuelto tan tangibles e inexplicables como la horrorosa física cuántica. Arrastrando su ser hasta el ascensor recién abierto para hacer de botones, Kaito supo que ahora el porqué de muchas cosas iban a tener una respuesta mucho más fácil y directa.
—Y yo que creía que la enana esa era una especie de mono… ahora va a haber hasta vampiros…—susurró presa de la locura temporal que le obligaba a reestructurar casi todo su mundo—. Qué… —Estaba a punto de romperse…—. Maravilloso.
Porque por terrorífica que fuese, seguía siendo una idea que estudiar. Ahora que era consciente de lo que le había sido escondido, podría prepararse para enfrentarlo. Empezando con aquella fatal atracción.
—Qué maravilloso día para salvar al mundo —diría con un feliz entusiasmo. Miraría entonces al punk de pelo azul y delicada piel de tono piedra—. Zack, ¿verdad? ¿Tú no llevabas una preciosa morsa albina contigo? No la he visto ni escuchado marcharse…
La idea de una morsa fantasma no era tan descabellada cuando existían diablesas y vampiros rondando por el mundo. De hecho, le era hasta reconfortante.
Desde su función como servicial encargado de ascensor, Kaito impediría que cualquiera toquetease los botones alejándoles con suaves toquecitos del mango de su bichero. Tenía una idea en la que sin duda creía, y no tardaría en verbalizar una vez todos estuviesen listos para afrontar la siguiente planta.
—Como ya habréis notado, nuestro anfitrión ha creado esta torre con una serie de juegos. Y seríamos muy malos jugadores si decidimos saltarnos una planta completa para ir a la cuarta. De hecho, creo que este propio ascensor está hecho para poner a prueba nuestro espíritu deportivo—Entonces el muchacho miraría a todos los presentes, que por suerte para su pánico escénico no eran ni un puñado—. La democracia es una gilipollez, pero yo voto por ir a la tercera…
Y si a alguien se le ocurría la maravillosa idea de re-utilizar al técnico para llegar al final de todo aquello, añadiría algo muy importante.
—No sabemos si él sabe que es un peón, ni si es un peón en esta partida. Tampoco sería justo hacer trampas… ¿no?
Cualquiera lo suficientemente inteligente o paranoico habría sospechado ya de que les estaban observando.
Una vez el pulpo recontara los "votos", pulsaría el botón hacia la planta de destino. Esperaba con todo su corazón de tres cámaras que la mayoría escogiese la tercera.
- Resumen Zack Suky porfaplis... Gente del ascensor:
Sufrir una crisis "evitada" con el razonamiento interno. Darse cuenta de que las zoan mitlógicas, o frutas mitologicas, existen y razonar el poder de Ellaonora (AKA la loca del estoque), ya que su oferta, su aspecto físico y lo ampliamente conocido que es el "vampiro" como criatura, pues no da para otra. Purgar emociones (atracción de Lys), o comenzar con ello con "Mente sobre Corazón". Subir al ascensor y proponer ir a la 3 como buenos "jugadores" de la torre.
Tb pregunto a Zack por la morsa que hizo chás y se fue de nuestro lado.- Mente sobre corazón:
Nombre de la técnica: Mente sobre corazón… casi.
Naturaleza de la técnica: Mejora pasiva
Descripción de la técnica: Mente sobre corazón: Kaito ha ido un paso más allá en controlar sus emociones. Como un asceta, es capaz de aceptarlas verdaderamente, y a pesar de todo, actuar en su contra sin perder la perspectiva de una fría lógica. Así, Kaito puede sobreponerse a toda emoción usando su mente. Aunque esto está realizado para emociones propias, también puede aplicarse a controles emocionales (o anti-racionales) ajenos, aunque esto no hace que sea consciente de ellos (deberá razonar su procedencia si son muy obvios).
EXCEPTO: Cuando haya animales de por medio
Tiempo de canalización: Pasiva.
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Para sorpresa de Thawne, el gordinflón ni siquiera fue capaz de esquivar su puñetazo, así que no fue necesario ejecutar la patada imbuida en Haki que tenía planeada. El hombre salió despedido, rodando por la arena de la extraña plaza. Acto seguido Katharina, mostrando un excesivo deseo de ir por libre, atacó no solo a los toros sino también al cantante. Ambos animales perecieron al recibir las estacas de hielo que lanzó, pero el daño recibido por el hombre fue bastante escaso.
- Buen trabajo con los toros, Katharina. - Reconoció el alcalde mediante su conexión mental. - Pero por favor, la próxima vez cíñete al plan. No has estado lejos de acertarme a mí también.
En ese momento su orondo oponente se levantó y habló de nuevo. Resultaba difícil entenderle dado su peculiar acento, pero parecía insinuar que el enmascarado era un miembro del Cipher Pol infiltrado. Que sospechara aquello era ridículo dadas las evidentes diferencias entre el Soru normal y el suyo particular, que más parecían dos técnicas completamente diferentes que una misma. Así que decidió contestar de una forma en la que ninguno de los presentes pensaría que estaba mintiendo: tirando de ego. Así, soltó una sonora carcajada para después hablar con voz firme y sin el más mínimo atisbo de duda:
- CP... Ya les gustaría a esos inútiles ser la mitad de rápidos que yo. Dudo que haya uno solo entre ellos que pueda igualarme.
En ese momento, la percepción mixta de mi Mantra y la telepatía me advirtió de lo que el gordo se disponía a hacer. Por alguna razón iba a correr hacia la mesa, pulsar un botón y luego esconderse. Desconocía los motivos que podrían llevar a tal plan de actuación, pero tal vez en la mesa estuviese la clave de su poder. Al fin y al cabo, la espuma había comenzado a caer mágicamente cuando él la había encendido. Sí, tenía que ser eso. ¿Qué otro motivo podría llevarle a hacer tal cosa? Por tanto lo que debía hacer estaba claro. Tenía que impedirle llegar a la mesa. Y la forma más sencilla era destruyendo esta.
Así que, moviéndose de nuevo a una velocidad a la que otros no podían siquiera soñar con hacerlo buscaría llegar hasta la mesa de mezclas y romperla con una feroz patada que, ahora sí, iría imbuida en Haki. Mientras se desplazaba, transmitiría su plan a los demás mediante su conexión telepática:
- Su poder reside en la mesa. Va a intentar activarla de nuevo y luego esconderse. Yo me encargo de la mesa. Katharina, esta vez te toca encargarte del gordo. Lance, si no consigo romper la mesa quiero que uses esa electricidad que he visto que sabes usar para fundir todos los circuitos que pueda tener y que deje de funcionar. ¿Entendido?
Con ese plan esperaba evitar que aquel hombre de extravagante indumentaria siguiese interponiéndose en su camino. Esperaba también que, hiciera lo que hiciera, la bruja le dejara con vida. Era posible que supiese algo que les fuera de ayuda.
- Buen trabajo con los toros, Katharina. - Reconoció el alcalde mediante su conexión mental. - Pero por favor, la próxima vez cíñete al plan. No has estado lejos de acertarme a mí también.
En ese momento su orondo oponente se levantó y habló de nuevo. Resultaba difícil entenderle dado su peculiar acento, pero parecía insinuar que el enmascarado era un miembro del Cipher Pol infiltrado. Que sospechara aquello era ridículo dadas las evidentes diferencias entre el Soru normal y el suyo particular, que más parecían dos técnicas completamente diferentes que una misma. Así que decidió contestar de una forma en la que ninguno de los presentes pensaría que estaba mintiendo: tirando de ego. Así, soltó una sonora carcajada para después hablar con voz firme y sin el más mínimo atisbo de duda:
- CP... Ya les gustaría a esos inútiles ser la mitad de rápidos que yo. Dudo que haya uno solo entre ellos que pueda igualarme.
En ese momento, la percepción mixta de mi Mantra y la telepatía me advirtió de lo que el gordo se disponía a hacer. Por alguna razón iba a correr hacia la mesa, pulsar un botón y luego esconderse. Desconocía los motivos que podrían llevar a tal plan de actuación, pero tal vez en la mesa estuviese la clave de su poder. Al fin y al cabo, la espuma había comenzado a caer mágicamente cuando él la había encendido. Sí, tenía que ser eso. ¿Qué otro motivo podría llevarle a hacer tal cosa? Por tanto lo que debía hacer estaba claro. Tenía que impedirle llegar a la mesa. Y la forma más sencilla era destruyendo esta.
Así que, moviéndose de nuevo a una velocidad a la que otros no podían siquiera soñar con hacerlo buscaría llegar hasta la mesa de mezclas y romperla con una feroz patada que, ahora sí, iría imbuida en Haki. Mientras se desplazaba, transmitiría su plan a los demás mediante su conexión telepática:
- Su poder reside en la mesa. Va a intentar activarla de nuevo y luego esconderse. Yo me encargo de la mesa. Katharina, esta vez te toca encargarte del gordo. Lance, si no consigo romper la mesa quiero que uses esa electricidad que he visto que sabes usar para fundir todos los circuitos que pueda tener y que deje de funcionar. ¿Entendido?
Con ese plan esperaba evitar que aquel hombre de extravagante indumentaria siguiese interponiéndose en su camino. Esperaba también que, hiciera lo que hiciera, la bruja le dejara con vida. Era posible que supiese algo que les fuera de ayuda.
- Resumen (Kath, Lance):
- - Felicitar y regañar a Kath a partes iguales.
- Fanfarronear para desviar la atención.
- Prever lo que va a hacer el torero y deducir que seguramente la mesa sea lo que provocó la espuma antes.
- Adelantarse a él e intentar destruir la mesa mientras da instrucciones al resto.
- Cosas:
- - Stats: Agilidad 10 (x2 Pasiva), Fuerza 9 (x4 Pasiva), Reflejos 8 (x4 Pasiva), Velocidad 5, Resistencia 5
- Haki Observación Magnífico (Predilecto): ambas aptitudes a Tier 9. Asalto 2/25.
--- Modalidad (Mind's Eye III): Thawne ha alcanzado un nivel de maestría con el Mantra tal que podría considerarse que ve con su mente. Ahora, además de lo anterior, pasivamente es capaz de descubrir en apenas cinco segundos si alguien tiene intenciones hostiles hacia él, aunque trate de ocultarlo. Solo alguien con un Haki de Observación Magnífico o superior podría enganañarle. Activamente, puede predecir cualquier acción que no sea un ataque realizada por las personas con quienes mantenga un vínculo telepático con hasta el 75% de la antelación con la que puede predecir los ataques de un único objetivo (75% de 5 segundos = 3'75 segundos).
- Haki Armadura Magnífico (Opuesto): Tier 9 en Armadura. Usando endurecimiento (en la anterior ronda dado que el puñetazo inicial acertó no utilicé el Haki que iba a usar en la patada posterior).
--- Modalidad (Hard as Hell III): El riguroso entrenamiento al que Thawne se somete a diario hace que su cuerpo alcance una dureza tremenda. Por lo tanto, de forma pasiva el Endurecimiento de Thawne se desgasta un 60% más lento de lo que debería (cada 5 asaltos que lo use es como si lo hubiese usado 2). Activamente Thawne ha mejorado el uso de su Endurecimiento a la hora de atacar, consiguiendo que este aumente el poder de sus golpes en el mismo grado en que aumenta su resistencia (se suma al aumento de potencia que otorga la Aptitud Bastión). Por lo tanto el aumento de fuerza al ataque es x 5 (de la Modalidad) + 3 (de Bastión) = x8. Gasto de asaltos: 1 de los 30 disponibles x3 (uso de Endurecimiento). 3/30, pero de los próximos 4 asaltos que use endurecimiento solo 2 contarán.
- Soru (Mejora Épica): Thawne ha perfeccionado su dominio del Soru a lo largo de agotadores entrenamientos. Debido a esto ha logrado optimizar sus movimientos, consiguiendo que la velocidad instantánea otorgada por esta técnica pase a ser de 80 m/s. Y no solo esto, sino que ha conseguido un dominio tal sobre ella que es capaz de alterar su trayectoria, no teniendo por qué desplazarse únicamente en línea recta al utilizarla.
Y por si acaso dejo aquí esto:
- Aura Demoníaca: Los Rákshasa son demonios conocidos por atormentar a los humanos, y el Aura de Thawne así lo expresará. Por ello, cualquiera que use Haki de Observación contra él sentirá una poderosa presencia demoníaca. Del mismo modo, todo aquel esté 10 niveles por encima de Thawne o menos tendrá tanto miedo de esta presencia que quedará paralizado un turno la primera vez que centre el Mantra en él en cada rol. Cada 20 niveles hacia abajo se añadirá otro turno de parálisis (es decir, 2 turnos si 10 niveles por debajo, 3 si 30, 4 si 50…).
Hayden Ashworth
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—Bien hecho, Cadete —dijo el dragón con seriedad.
Superar el fango no le resultó ningún esfuerzo y pasó a la siguiente habitación. Era gigantesca y muy alta. Por las paredes tenía plataformas a distintos niveles. Lo primero que hizo el dragón al entrar, tras ver el cadáver del dinosaurio, fue rastrear aquella habitación con su mantra. Tal vez podría encontrar al ser que había derrotado a ese mon...
Una poderosa presencia lo envolvió. Se quedó quieto, con los ojos clavados en la nada y la boca semiabierta por la sorpresa durante dos segundos. Enseguida desactivó su mantra y miró hacia arriba, haciendo zoom con sus lentillas. Entonces apretó los dientes y maldijo para sí, tras haber identificado al dueño de aquel aura.
—Dexter Black... —murmuró—. ¿Cómo no?
No veía al Yonkou desde Sideros, y aunque no se cruzaron supo por informes posteriores que también estuvo allí en la ejecución de Legan Legim. ¿De qué lado estaría en ese momento? El comodoro, si bien se había hecho más fuerte desde que combatieron, aunque sería más correcto decir que el pirata barrió el suelo con él, no las tenía todas consigo que podría ganarle esa vez. Y además estaría poniendo en peligro las vidas de sus subordinados.
—Atacad solo si yo os digo que ataqueis, ¿de acuerdo? —ordenó, para después cerrar el puño delante de su pecho—. Subir a pie sería demasiado lento. Haced sitio. Sujetate bien, pequeña.
Esperaría a que los demás se alejaran de él. Entonces empezaría a cambiar de forma. El comodoro se transformó en un enorme dragón con brillantes escamas de color dorado oscuro, extendiendo las alas para luego plegarlas. Se agachó ligeramente, acercando el ala al suelo para que pudiesen trepar a su lomo con mayor facilidad. Cuando todos hubiesen subido a su espalda y se hubiesen agarrado bien, empezaría a saltar e impulsarse con las alas de plataforma en plataforma, con el propósito de llegar a la salida de aquella sala que estuviese más alta.
Superar el fango no le resultó ningún esfuerzo y pasó a la siguiente habitación. Era gigantesca y muy alta. Por las paredes tenía plataformas a distintos niveles. Lo primero que hizo el dragón al entrar, tras ver el cadáver del dinosaurio, fue rastrear aquella habitación con su mantra. Tal vez podría encontrar al ser que había derrotado a ese mon...
Una poderosa presencia lo envolvió. Se quedó quieto, con los ojos clavados en la nada y la boca semiabierta por la sorpresa durante dos segundos. Enseguida desactivó su mantra y miró hacia arriba, haciendo zoom con sus lentillas. Entonces apretó los dientes y maldijo para sí, tras haber identificado al dueño de aquel aura.
—Dexter Black... —murmuró—. ¿Cómo no?
No veía al Yonkou desde Sideros, y aunque no se cruzaron supo por informes posteriores que también estuvo allí en la ejecución de Legan Legim. ¿De qué lado estaría en ese momento? El comodoro, si bien se había hecho más fuerte desde que combatieron, aunque sería más correcto decir que el pirata barrió el suelo con él, no las tenía todas consigo que podría ganarle esa vez. Y además estaría poniendo en peligro las vidas de sus subordinados.
—Atacad solo si yo os digo que ataqueis, ¿de acuerdo? —ordenó, para después cerrar el puño delante de su pecho—. Subir a pie sería demasiado lento. Haced sitio. Sujetate bien, pequeña.
Esperaría a que los demás se alejaran de él. Entonces empezaría a cambiar de forma. El comodoro se transformó en un enorme dragón con brillantes escamas de color dorado oscuro, extendiendo las alas para luego plegarlas. Se agachó ligeramente, acercando el ala al suelo para que pudiesen trepar a su lomo con mayor facilidad. Cuando todos hubiesen subido a su espalda y se hubiesen agarrado bien, empezaría a saltar e impulsarse con las alas de plataforma en plataforma, con el propósito de llegar a la salida de aquella sala que estuviese más alta.
- Resumen - Kayn, Hamlet, Tobias, Bizvan, Erik:
- Detectar a Dexter, pasar a completa, esperar que todos se suban y empezar a subir.
Apenas había dado unos pasos hacia la puerta de la que había salido el... bueno... el... ¿qué demonios era aquello? ¿Un mink? ¿Un humano tan feo como desagradablemente peludo? ¿Un usuario de Akuma no Mi que había tenido la desgracia de ingerir la del animal más horroroso? No tenía ni idea y, a decir verdad, tampoco le importaba mucho. Que lo que fuese aquella cosa le trajese sin cuidado no impedía que reparase en lo descortés de su gesto. ¿Acaso no se estaba enfrentando a sus compañeros? Dejando a un lado que no fuese buena idea dar la espalda a un oponente, lo que había hecho estaba muy feo.
El castor surcaba el aire, con las fauces bien adelantadas y la mandíbula batiendo como si de un cocainómano en pleno éxtasis se tratase. Abría y cerraba a toda velocidad como si no hubiera un mañana, comportándose más como una piraña que como un mamífero. El animal con complejo de trituradora se dirigía hacia ellos, aunque no sabía identificar con claridad si su objetivo era el muchacho asalvajado o él mismo. Un movimiento tan tosco y, en cierto modo, gracioso y ridículo era difícil de interpretar.
Lo cierto era que tampoco tenía pensado quedarse quieto para averiguarlo. Lo único que faltaba a esas alturas era ser mordido por un injustificado exceso de confianza. Desenfundó a Wirapuru y a Yuki-onna en un abrir y cerrar de ojos. El impulso comenzó antes incluso de que éstas abandonaran del todo sus vainas, lanzándose hacia la trituradora viviente con intenciones poco o nada amistosas.
Lanzó un corte horizontal a la altura de su mandíbula, buscando frenar sus dientes y, con algo de suerte, separarle en dos como si de una loncha de jamón se tratase. Wirapuru, por el contrario, describió una trayectoria oblicua en dirección a lo que debía ser su pecho, peludo y casi con toda seguridad maloliente. ¿Tanto costaba prestar un poco de atención a la imagen que daba? Hasta el más infame criminal tenía una reputación que mantener, aunque fuese dudosa, y eso implicaba un mínimo cuidado personal.
—¿Se puede saber qué quieres? Tengo un poco de prisa —se quejó, apretando los dientes e intentando que sus heridas fuesen lo más letales posibles. En algún lugar del Jinete habia una sardina que con toda seguridad precisaba cuidados médicos. Y si no los necesitaba todavía, era cuestión de tiempo que se lanzase contra una bala de cañón con la boca abierta o algo por el estilo. Debía irse de allí sin importar cómo.
El castor surcaba el aire, con las fauces bien adelantadas y la mandíbula batiendo como si de un cocainómano en pleno éxtasis se tratase. Abría y cerraba a toda velocidad como si no hubiera un mañana, comportándose más como una piraña que como un mamífero. El animal con complejo de trituradora se dirigía hacia ellos, aunque no sabía identificar con claridad si su objetivo era el muchacho asalvajado o él mismo. Un movimiento tan tosco y, en cierto modo, gracioso y ridículo era difícil de interpretar.
Lo cierto era que tampoco tenía pensado quedarse quieto para averiguarlo. Lo único que faltaba a esas alturas era ser mordido por un injustificado exceso de confianza. Desenfundó a Wirapuru y a Yuki-onna en un abrir y cerrar de ojos. El impulso comenzó antes incluso de que éstas abandonaran del todo sus vainas, lanzándose hacia la trituradora viviente con intenciones poco o nada amistosas.
Lanzó un corte horizontal a la altura de su mandíbula, buscando frenar sus dientes y, con algo de suerte, separarle en dos como si de una loncha de jamón se tratase. Wirapuru, por el contrario, describió una trayectoria oblicua en dirección a lo que debía ser su pecho, peludo y casi con toda seguridad maloliente. ¿Tanto costaba prestar un poco de atención a la imagen que daba? Hasta el más infame criminal tenía una reputación que mantener, aunque fuese dudosa, y eso implicaba un mínimo cuidado personal.
—¿Se puede saber qué quieres? Tengo un poco de prisa —se quejó, apretando los dientes e intentando que sus heridas fuesen lo más letales posibles. En algún lugar del Jinete habia una sardina que con toda seguridad precisaba cuidados médicos. Y si no los necesitaba todavía, era cuestión de tiempo que se lanzase contra una bala de cañón con la boca abierta o algo por el estilo. Debía irse de allí sin importar cómo.
- Resumen - Los del castor:
- Interponerme en la trayectoria de Justino e intentar cortarle por la mitad, troncharle y todas esas cosas.
- Cosillas:
- Wirapuru: cuarto turno de carga.
Yuki-onna: tercer turno de carga.
Poder de destrucción: Tier 9 // Reflejos: Tier 9 // Agilidad: Tier 6
Bonificadores pasivos: Poder de destrucción x4 // Reflejos x4 // Agilidad x4
Había hecho el tonto. No había un modo más preciso de describir mi último movimiento. Me había lanzado a por el de las baquetas sin tener en cuenta qué hacían los demás y, para cuando me encontraba en la posición desde la que pretendía patearle, Bleyd Master le había apartado de mí con un soberano sopapo.
De vuelta en el suelo, chasqueé la lengua en señal de desagrado. No acostumbraba a realizar movimientos tan inútiles. De hecho, siempre había sido famoso por reducir mis acciones al mínimo —en todos los sentidos—. Podía achacar lo sucedido al estado de aturdimiento al que me había sometido tanto ruido. También a la nula compenetración que tenía con uno de los principales enemigos públicos de la Marina o, simplemente, a que no le había prestado atención.
Tuve que tragar saliva al reparar una vez más en que, de forma velada, había unido fuerzas con un tipo al que se suponía debía capturar en cuanto tuviese la menor sospecha de haberle identificado. «Todo sea por un bien mayor», me dije, mas el de las gafas no me dejó ni un segundo más para pensar.
Exhibía una herida en uno de sus hombros, pero ésta no tardó en desaparecer —o al menos camuflarse— para dar lugar a... ¿qué? No tenía para nada claro qué había hecho con su brazo, pero tenía seguro que no auguraba nada bueno. Efectivamente, sopló en algún lugar de su anatomía y una línea de destrucción comenzó a avanzar hacia mí lenta pero inexorablemente.
Suponía que podía limitarme a encajar el golpe lo mejor posible y, después, recomponer mi cuerpo y seguir dando guerra. Sin embargo, no veía con buenos ojos la idea de confiar mi vida a que aquel sujeto no hubiese hecho nada raro. «Con que quieres destrucción, ¿no?», pensé, adelantando un poco el pie izquierdo y flexionando levemente las rodillas.
Me coloqué de perfil, dejando mi brazo derecho caer hacia atrás y haciéndolo brillar con toda la luminosidad que podía desprender. Una vibración se extendió por el aire que rodeaba mi extremidad los escasos segundos que mantuve la postura. Cuando, un instante después, descargué un puñetazo en dirección al cuerpo de nuestro objetivo, toda distorsión desapareció.
Esperaba que mi ofensiva fuese suficiente para detener en seco la suya. Por otro lado, con algo de suerte sería capaz de quebrar la onda que había producido y podría alcanzar su cuerpo. De hacerlo, estaba seguro que las consecuencias para él no serían nada halagüeñas.
—¡Giotto, Ellie! —gritaría en caso de que mi idea surtiese efecto y lograse, como mínimo, abrir un hueco en la defensa de nuestro adversario.
De vuelta en el suelo, chasqueé la lengua en señal de desagrado. No acostumbraba a realizar movimientos tan inútiles. De hecho, siempre había sido famoso por reducir mis acciones al mínimo —en todos los sentidos—. Podía achacar lo sucedido al estado de aturdimiento al que me había sometido tanto ruido. También a la nula compenetración que tenía con uno de los principales enemigos públicos de la Marina o, simplemente, a que no le había prestado atención.
Tuve que tragar saliva al reparar una vez más en que, de forma velada, había unido fuerzas con un tipo al que se suponía debía capturar en cuanto tuviese la menor sospecha de haberle identificado. «Todo sea por un bien mayor», me dije, mas el de las gafas no me dejó ni un segundo más para pensar.
Exhibía una herida en uno de sus hombros, pero ésta no tardó en desaparecer —o al menos camuflarse— para dar lugar a... ¿qué? No tenía para nada claro qué había hecho con su brazo, pero tenía seguro que no auguraba nada bueno. Efectivamente, sopló en algún lugar de su anatomía y una línea de destrucción comenzó a avanzar hacia mí lenta pero inexorablemente.
Suponía que podía limitarme a encajar el golpe lo mejor posible y, después, recomponer mi cuerpo y seguir dando guerra. Sin embargo, no veía con buenos ojos la idea de confiar mi vida a que aquel sujeto no hubiese hecho nada raro. «Con que quieres destrucción, ¿no?», pensé, adelantando un poco el pie izquierdo y flexionando levemente las rodillas.
Me coloqué de perfil, dejando mi brazo derecho caer hacia atrás y haciéndolo brillar con toda la luminosidad que podía desprender. Una vibración se extendió por el aire que rodeaba mi extremidad los escasos segundos que mantuve la postura. Cuando, un instante después, descargué un puñetazo en dirección al cuerpo de nuestro objetivo, toda distorsión desapareció.
Esperaba que mi ofensiva fuese suficiente para detener en seco la suya. Por otro lado, con algo de suerte sería capaz de quebrar la onda que había producido y podría alcanzar su cuerpo. De hacerlo, estaba seguro que las consecuencias para él no serían nada halagüeñas.
—¡Giotto, Ellie! —gritaría en caso de que mi idea surtiese efecto y lograse, como mínimo, abrir un hueco en la defensa de nuestro adversario.
- Resumen - Ellie, Giotto y Bleyd:
- Intentar detener la onda de Pau John, apuntando hacia él por si mi técnica es más fuerte y puede seguir su camino después de "romper" la honda. Si es que puede romperla, claro.
- Cosillas:
- Shining Bullet: una extremidad de Iulio brilla al completo durante unos instantes, produciendo un láser de alta potencia cuando éste la proyecta en alguna dirección. Su calibre es el doble que la extremidad en cuestión y puede recorrer como máximo la distancia que marca la tabla (influenciable por PUs, técnicas activas, etc). Este láser arrasa con lo que encuentra a su paso, haciéndolo explotar con una potencia base suficiente para derribar cuatro edificios.
Aki D. Arlia
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Tras escuchar la respuesta del sujeto, le dejó ir a arreglar el ascensor mientras volvía a su forma natural. Sin embargo, alzó una ceja al ver que todo lo que hacía era colocar un tornillo. Eso no podía estar bien. Ignoró al técnico y se metió al ascensor seguida del resto, de todos modos. Lo peor que podía pasar era que volvieran al piso de abajo, al fin y al cabo.
Había cuatro botones numerados. Lo lógico era ir lo más alto posible, ya que seguramente ahí estarían si no los responsables, el corazón de la máquina. Nada más explicaba la extraña disposición de la aguja. Fue a pulsar el número cuatro, pero el gyojin se le adelantó. Comenzó a hablar de juegos y deportividad, votando por no saltarse ni una planta para no alterar al creador del lugar. Clavándole una mirada glacial, Lys no se cortó ni un pelo al responder:
- ¿Juegos? Todo un mar está en peligro y tu quieres bailar al son del chalado que ha hecho esto. Es un ascensor, sube y baja. Si podemos usarlo para atajar eso es lo que debemos hacer.
A continuación comentó que el técnico seguramente no conocía su propia identidad de peón. La morena no pudo por más que poner los ojos en blanco.
- Habla un poco más alto, que igual no te ha oído. Trampas... por favor, si jugásemos limpio nunca nada se haría a derechas.
Trataría de pulsar el botón de la cuarta planta sin esperar al resto, si es que nadie se lo impedía.
Había cuatro botones numerados. Lo lógico era ir lo más alto posible, ya que seguramente ahí estarían si no los responsables, el corazón de la máquina. Nada más explicaba la extraña disposición de la aguja. Fue a pulsar el número cuatro, pero el gyojin se le adelantó. Comenzó a hablar de juegos y deportividad, votando por no saltarse ni una planta para no alterar al creador del lugar. Clavándole una mirada glacial, Lys no se cortó ni un pelo al responder:
- ¿Juegos? Todo un mar está en peligro y tu quieres bailar al son del chalado que ha hecho esto. Es un ascensor, sube y baja. Si podemos usarlo para atajar eso es lo que debemos hacer.
A continuación comentó que el técnico seguramente no conocía su propia identidad de peón. La morena no pudo por más que poner los ojos en blanco.
- Habla un poco más alto, que igual no te ha oído. Trampas... por favor, si jugásemos limpio nunca nada se haría a derechas.
Trataría de pulsar el botón de la cuarta planta sin esperar al resto, si es que nadie se lo impedía.
- resumen:
- Volver a su forma normal, ignorar al técnico, contradecir a Kaito y tratar de pulsar el botón de la 4ª planta.
Julianna M. Shelley
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Corría, corría mucho. Vio como algo alejado de ella el gorila trastabillaba debido a los ataques de sus compañeros. Sonrió, pero no fueron suficiente. Un montón de cajas y placas fueron reventadas en el proceso y ahora el brazo que llevaba al extraño ser que tan bien bailaba se arrastraba por el suelo, sin ninguna consideración. Esperaba que estuviera bien, eso debía doler.
Pese a todo, el gorila siguió corriendo y ellos tras él. Habían llegado a la sala por la que habían entrado y ahora se alejaba en otra dirección. Sintió una punzada en el pecho al pensar en perderse para siempre en las entrañas de la torre, pero sacudió la cabeza tratando de alejar esa sombría posibilidad. Tenían que rescatarles, si o si.
Atravesaron la sala y el pasillo siguiente, Jul poco a poco se fue quedando algo rezagada. No estaba acostumbrada a correr tanto y tan rápido y empezaba a sufrir las consecuencias. Se quedaba sin aliento y se sentía algo mareada. En su cabeza, Adahír estaba preocupado. Trataba de tirar de ella, pero la pequeña solo podía recordar la última vez que se había sentido así. Había corrido hasta que había sentido que le ardían los pulmones y los pies, atravesando toda una isla cuesta arriba para salvar la vida de una amiga. El recuerdo de esa hazaña le hizo esbozar una pequeña sonrisa y olvidando deliberadamente que aquella vez había terminado desmayándose, se apoyó en Adahír para reunir todas las fuerzas que le quedaban.
Forzándose a si misma corrió todo lo que pudo y alcanzó al grupo a tiempo de ver una enorme escalera metálica que se perdía hacia un segundo piso. El gorila tenía toda la intención de subir por ella, podía verlo. Jadeando aún por el esfuerzo, se dio cuenta de que si dejaban que subiera un poco y luego le tiraban, le sería complicado levantarse. Quizá entonces podrían aflojar sus manazas y rescatar a los bailarines. Miró a su alrededor en busca del hombre que tenía un lobo y trató de tirarle de la manga para contárselo.
- Dejad... que suba. Si cae... ya no se levantará. Hay que t-tirarlo.
Otra cosa que le preocupaba eran las razones del bicho para ir por ahí. Tenían que subir a lo alto de la aguja, ¿no? Estaba claro que la máquina sabía el camino y les había llevado deliberadamente hasta allí. No quería ni pensar en qué o a quién se encontrarían una vez subieran, pero estaba convencida de que no podía ser nada bueno.
Pese a todo, el gorila siguió corriendo y ellos tras él. Habían llegado a la sala por la que habían entrado y ahora se alejaba en otra dirección. Sintió una punzada en el pecho al pensar en perderse para siempre en las entrañas de la torre, pero sacudió la cabeza tratando de alejar esa sombría posibilidad. Tenían que rescatarles, si o si.
Atravesaron la sala y el pasillo siguiente, Jul poco a poco se fue quedando algo rezagada. No estaba acostumbrada a correr tanto y tan rápido y empezaba a sufrir las consecuencias. Se quedaba sin aliento y se sentía algo mareada. En su cabeza, Adahír estaba preocupado. Trataba de tirar de ella, pero la pequeña solo podía recordar la última vez que se había sentido así. Había corrido hasta que había sentido que le ardían los pulmones y los pies, atravesando toda una isla cuesta arriba para salvar la vida de una amiga. El recuerdo de esa hazaña le hizo esbozar una pequeña sonrisa y olvidando deliberadamente que aquella vez había terminado desmayándose, se apoyó en Adahír para reunir todas las fuerzas que le quedaban.
Forzándose a si misma corrió todo lo que pudo y alcanzó al grupo a tiempo de ver una enorme escalera metálica que se perdía hacia un segundo piso. El gorila tenía toda la intención de subir por ella, podía verlo. Jadeando aún por el esfuerzo, se dio cuenta de que si dejaban que subiera un poco y luego le tiraban, le sería complicado levantarse. Quizá entonces podrían aflojar sus manazas y rescatar a los bailarines. Miró a su alrededor en busca del hombre que tenía un lobo y trató de tirarle de la manga para contárselo.
- Dejad... que suba. Si cae... ya no se levantará. Hay que t-tirarlo.
Otra cosa que le preocupaba eran las razones del bicho para ir por ahí. Tenían que subir a lo alto de la aguja, ¿no? Estaba claro que la máquina sabía el camino y les había llevado deliberadamente hasta allí. No quería ni pensar en qué o a quién se encontrarían una vez subieran, pero estaba convencida de que no podía ser nada bueno.
Dretch
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El popurrí de ataques combinados contra la picassiana masa tentacular parecía estar surgiendo efecto y, durante unos breves instantes, la sonrisa del agente se ensanchó de forma triunfal. Sin embargo, las alegrías apenas duraron apenas unos segundos ya que aquel ser, no solo no había cedido terreno, sino que parecía ignorar todo el daño que estos le hacían. Los resultados golpearon a Dretch tan fuerte como un puñetazo en el estómago. Casi como si de un mal sueño se tratase, aquella cosa se mantenía en guardia, custodiando y bloqueado su itinerario sin importar que o quienes la hiriesen o la gravedad de las mismas heridas. Un grito de frustración resonó por toda la sala. Su cabello, siempre peinado con su característica forma de pincel, comenzaba a desmoronarse por momentos.
Aquella noche no podía decirse que gozara de su mejor don de gentes, pero por algún motivo que desconocía, había esperado que el otro tipo, el que estaba recubierto de pintura cromada, intervendría a su favor en el enfrentamiento. Nada más lejos de la realidad, este se había limitado a observar y a desvincularse convenientemente de la figura de Krauser, pero había permanecido al margen del enfrentamiento. En según qué circunstancias, Dretch podía tolerar la cobardía o la falta de espíritu de lucha, pero había algo en aquel tipo que le hacía sacar lo peor de sí mismo. En aquel lapso de tiempo, se percató de algo, este extraño coloso le había tendido su mano, ofreciéndole un extraño presente. Cuando el agente se acercó en espera de encontrar un arma, lo que se encontró le hizo perder completamente los estribos.
¡Una barrita! ¡Una jodida e inútil barrita energética! Aunque volteó el snack para contemplar su valor nutricional, enseguida de se percató de que se trataba de una tomadura de pelo. Que el bufón cromado le estaba llamando histérico a la cara, a pesar de las circunstancias. El agente se golpeó la palma de la mano con el puño, aplastando el envoltorio de la barrita y arrojándola contra una de las paredes cercanas, rompiendo el silencio estupefacto en el que estaba sumido. Tenía la cara roja y su ojo sano brillante de furia.
- Lamentaras este día – vaticinó, impregnando cada una de sus palabras en un odio tan intenso como venenoso. Aunque, lejos de iniciar un nuevo enfrentamiento, comenzó a encaminarse con paso decidido hasta la masa, nuevamente con sus tijeras y su aguja, dispuesto a coser y abrir el mismo la cremallera que el coloso no se había atrevido a abrir
Aquella noche no podía decirse que gozara de su mejor don de gentes, pero por algún motivo que desconocía, había esperado que el otro tipo, el que estaba recubierto de pintura cromada, intervendría a su favor en el enfrentamiento. Nada más lejos de la realidad, este se había limitado a observar y a desvincularse convenientemente de la figura de Krauser, pero había permanecido al margen del enfrentamiento. En según qué circunstancias, Dretch podía tolerar la cobardía o la falta de espíritu de lucha, pero había algo en aquel tipo que le hacía sacar lo peor de sí mismo. En aquel lapso de tiempo, se percató de algo, este extraño coloso le había tendido su mano, ofreciéndole un extraño presente. Cuando el agente se acercó en espera de encontrar un arma, lo que se encontró le hizo perder completamente los estribos.
¡Una barrita! ¡Una jodida e inútil barrita energética! Aunque volteó el snack para contemplar su valor nutricional, enseguida de se percató de que se trataba de una tomadura de pelo. Que el bufón cromado le estaba llamando histérico a la cara, a pesar de las circunstancias. El agente se golpeó la palma de la mano con el puño, aplastando el envoltorio de la barrita y arrojándola contra una de las paredes cercanas, rompiendo el silencio estupefacto en el que estaba sumido. Tenía la cara roja y su ojo sano brillante de furia.
- Lamentaras este día – vaticinó, impregnando cada una de sus palabras en un odio tan intenso como venenoso. Aunque, lejos de iniciar un nuevo enfrentamiento, comenzó a encaminarse con paso decidido hasta la masa, nuevamente con sus tijeras y su aguja, dispuesto a coser y abrir el mismo la cremallera que el coloso no se había atrevido a abrir
Maki
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Maki contempló con espanto como el suelo se acercaba peligrosamente hacia su bello rostro. El horrendo simio todavía le sujetaba con fuerza, pero eso no impedía que el estómago se le subiese a la garganta y que hasta los higadillos se le revolvieran cuando el estúpido animal púrpura dejó caer el brazo como si de repente se hubiese cansado de levantar su peso. Ahora estaba siendo arrastrado a ras de suelo sin poder cubrirse la cara. Las chispas saltaban de la mano del mono cada vez que rozaba el pavimento de la sala con los submarinos, y a la mente de Maki acudían imágenes de las horribles barbacoas de pescado de las noches de verano en Báltigo. Al igual que haría todo gran héroe de leyenda, el Oficial Makintosh manifestó su indignación de forma concisa:
-¡AHHHHHH! -gritó, interrumpiéndose solo cuando la gran cantidad de trastos que los revolucionarios habían dejado tirados por ahí se estrellaban contra su cara. ¿Por qué había tantas cajas? ¿Y qué necesidad había de dejar los barriles en medio? Y, por el amor de Poseidón, ¿quién había traído un piano?
Maki se desgañitaba exigiendo al mono que le volviese a coger como era debido. Vaya trato se le daba a los artistas... El pez palideció cuando vio las escaleras más adelante. Esos escalones tenían aspecto de estar muy duros y su única esperanza era, ¿cuál? Más ataques que le ponían en peligro solo a él? ¿Aquel tipejo que olía a perro mojado? ¿Una carrera de motos? ¿O una niña humana que parecía atragantarse con sus pulmones? Bien pensado, la cría podía ser un buen recurso.
-¡A la niña! ¡Déjame en paz y cómete a la maldita niña! -sugirió a voces. Pero ya era tarde-. Oh, no. Los escalones...
Cerró los ojo con fuerza y apretó los dientes. No iba a ser agradable.
-¡AHHHHHH! -gritó, interrumpiéndose solo cuando la gran cantidad de trastos que los revolucionarios habían dejado tirados por ahí se estrellaban contra su cara. ¿Por qué había tantas cajas? ¿Y qué necesidad había de dejar los barriles en medio? Y, por el amor de Poseidón, ¿quién había traído un piano?
Maki se desgañitaba exigiendo al mono que le volviese a coger como era debido. Vaya trato se le daba a los artistas... El pez palideció cuando vio las escaleras más adelante. Esos escalones tenían aspecto de estar muy duros y su única esperanza era, ¿cuál? Más ataques que le ponían en peligro solo a él? ¿Aquel tipejo que olía a perro mojado? ¿Una carrera de motos? ¿O una niña humana que parecía atragantarse con sus pulmones? Bien pensado, la cría podía ser un buen recurso.
-¡A la niña! ¡Déjame en paz y cómete a la maldita niña! -sugirió a voces. Pero ya era tarde-. Oh, no. Los escalones...
Cerró los ojo con fuerza y apretó los dientes. No iba a ser agradable.
Ichizake
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Gerald se consideraba un hombre difícil de sorprender. Había vivido y visto tantas cosas que sobresalían de lo que se consideraba ordinario que su concepto de la normalidad era considerablemente laxo. No obstante, Lysbeth consiguió pillarle desprevenido. Antes de que el calor de su aliento se desvaneciese del todo de su oído, fue su propio aliento el que abandonó sus pulmones ante la impresión del repentino cambio de aspecto de la joven.
"Es un demonio", se dijo con el rostro descompuesto por la sorpresa, traicionando al mismo tiempo tanto su habitual escepticismo con respecto a las absurdas supersticiones propias de la fe como la máscara de serenidad que con tanta naturalidad mantenía.
Lo cierto es que estaba bastante seguro de que Lysbeth tenía una habilidad. Ignoraba qué clase de poder sería aquél, pero tampoco quiso planteárselo. Su pensamiento estaba demasiado ocupado tratando de asimilar la tenebrosa belleza que emanaba de la señorita Ardian, cuyo cuerpo parecía ondular y cambiar como el aire sobre una ardiente hoguera para mostrarle la imagen de una mujer que creía olvidada hacía mucho. Su confusión y su deseo fueron en aumento durante lo que durase aquel magnífico y terrible hechizo. Por un momento creyó que caería en sus redes con la misma facilidad con la que el operario de reparaciones se vio embaucado por su voz y su diabólica aura angelical.
Subió al ascensor sin haber entendido del todo lo que acababa de ocurrir. Era nuevo para él el verse intoxicado por poderes ajenos, y la sensación no le resultaba en absoluto desapacible. Eso le preocupaba sobremanera.
-Eso ha sido... peculiar -comentó una vez en la cabina del elevador-. Sois toda una caja de sorpresas.
"Es un demonio", se dijo con el rostro descompuesto por la sorpresa, traicionando al mismo tiempo tanto su habitual escepticismo con respecto a las absurdas supersticiones propias de la fe como la máscara de serenidad que con tanta naturalidad mantenía.
Lo cierto es que estaba bastante seguro de que Lysbeth tenía una habilidad. Ignoraba qué clase de poder sería aquél, pero tampoco quiso planteárselo. Su pensamiento estaba demasiado ocupado tratando de asimilar la tenebrosa belleza que emanaba de la señorita Ardian, cuyo cuerpo parecía ondular y cambiar como el aire sobre una ardiente hoguera para mostrarle la imagen de una mujer que creía olvidada hacía mucho. Su confusión y su deseo fueron en aumento durante lo que durase aquel magnífico y terrible hechizo. Por un momento creyó que caería en sus redes con la misma facilidad con la que el operario de reparaciones se vio embaucado por su voz y su diabólica aura angelical.
Subió al ascensor sin haber entendido del todo lo que acababa de ocurrir. Era nuevo para él el verse intoxicado por poderes ajenos, y la sensación no le resultaba en absoluto desapacible. Eso le preocupaba sobremanera.
-Eso ha sido... peculiar -comentó una vez en la cabina del elevador-. Sois toda una caja de sorpresas.
Katharina von Steinhell
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Las bestias recibieron de lleno las esquirlas de hielo, muriendo en el acto. Y como de esperar no hubo más que un frío vacío en Katharina al presenciar las muertes de los animalitos. Por otra parte, el alcalde no tardó en reconocer los esfuerzos de la bruja para luego regañarle.
—Luego tú y yo tendremos una conversación, Kirtash —se limitó a responder. Ahora no había tiempo que perder en discusiones. Debían ocuparse primero del hombre multifacético quien, por cierto, mencionó algo bastante… interesante.
Luego de ver la técnica ejecutada por el enmascarado, la bruja empezó a sospechar de él. No creía que era un simple «alcalde»; debía haber algo más. Sin embargo, fue el cantante quien disparó sus sospechas, casi acusándole de que era un infiltrado de esos. ¿Solo por ser rápido creía que era un agente del Gobierno Mundial? Quizás no era de los más listos, además, había una variación muy importante en la técnica del alcalde.
Luego de ver la técnica ejecutada por el enmascarado, la bruja empezó a sospechar de él. No creía que era un simple alcalde; debía haber algo más. Sin embargo, no fue ella sino el cantante quien disparó sin cuidado unas fuertes acusaciones, cuestionando si era uno de los infiltrados del Gobierno Mundial. Kirtash no tardó en soltar una sonora carcajada, casi burlándose de las insinuaciones, asegurando que no había nadie lo suficientemente rápido en toda la agencia como para igualarle.
Mediante el peculiar vínculo telepático el hombre nuevamente se las dio de líder, ordenándole a la bruja que se hiciera cargo del gordo. Le parecía una buena idea, aunque hubiera podido encargarse de la mesa de mezclas y el hombre al mismo tiempo. No necesitaba la ayuda de ningún alcalde mandón y egocéntrico. Soltando una evidente mueca de disgusto se limitó a perseguir al cantante que corría apresuradamente, buscando protección. Fue en ese momento en el que la pirata empezó a advertir un sonido peculiar y conocido. «¿Agua cayendo del techo…? ¿Qué diablos?», se preguntó mirando hacia arriba. Ignorando el chorreo dio un paso hacia delante, pero fue en ese entonces que escuchó una explosión. La onda de choque provocada por esta llegó hasta donde se encontraba Katharina, debiendo cruzar los brazos a modo de defensa y echarse hacia atrás para no recibir todo el impacto.
La bruja chasqueó la lengua y miró con el ceño fruncido en dirección a la portezuela, intentando no pensar en el dolor que sentía en los brazos. No solo agua, sino también un extraño moco de lo más desagradable. Sin siquiera pensarlo, Katharina infló el pecho y disparó una ráfaga de viento congelante, haciendo uso de su control sobre el aire y el hielo. Esperaba que bastara para detener la extensión de esa extraña sustancia. «Bruja prevenida, vale por dos», se dijo a sí misma. Empuñando la Hoja de Argoria caminó hacia el hombre y, estando a solo un metro de la portezuela, empleó el arma para cortarla.
—Eres muy escurridizo, ¿verdad? —le comentó con una mirada fría.
Si todo iba viento en popa, es decir, el moco congelado y la puerta destrozada, crearía una prisión de hielo en torno al hombre. Todos necesitaban respuestas y tal vez el DJ las tenía. A Katharina le daba igual si vivía o no puesto que siempre podía convertirle en un esclavo, obligándole a responder. Por otra parte, manteniéndose cautelosa, quedaría pendiente de sus movimientos.
—Luego tú y yo tendremos una conversación, Kirtash —se limitó a responder. Ahora no había tiempo que perder en discusiones. Debían ocuparse primero del hombre multifacético quien, por cierto, mencionó algo bastante… interesante.
Luego de ver la técnica ejecutada por el enmascarado, la bruja empezó a sospechar de él. No creía que era un simple «alcalde»; debía haber algo más. Sin embargo, fue el cantante quien disparó sus sospechas, casi acusándole de que era un infiltrado de esos. ¿Solo por ser rápido creía que era un agente del Gobierno Mundial? Quizás no era de los más listos, además, había una variación muy importante en la técnica del alcalde.
Luego de ver la técnica ejecutada por el enmascarado, la bruja empezó a sospechar de él. No creía que era un simple alcalde; debía haber algo más. Sin embargo, no fue ella sino el cantante quien disparó sin cuidado unas fuertes acusaciones, cuestionando si era uno de los infiltrados del Gobierno Mundial. Kirtash no tardó en soltar una sonora carcajada, casi burlándose de las insinuaciones, asegurando que no había nadie lo suficientemente rápido en toda la agencia como para igualarle.
Mediante el peculiar vínculo telepático el hombre nuevamente se las dio de líder, ordenándole a la bruja que se hiciera cargo del gordo. Le parecía una buena idea, aunque hubiera podido encargarse de la mesa de mezclas y el hombre al mismo tiempo. No necesitaba la ayuda de ningún alcalde mandón y egocéntrico. Soltando una evidente mueca de disgusto se limitó a perseguir al cantante que corría apresuradamente, buscando protección. Fue en ese momento en el que la pirata empezó a advertir un sonido peculiar y conocido. «¿Agua cayendo del techo…? ¿Qué diablos?», se preguntó mirando hacia arriba. Ignorando el chorreo dio un paso hacia delante, pero fue en ese entonces que escuchó una explosión. La onda de choque provocada por esta llegó hasta donde se encontraba Katharina, debiendo cruzar los brazos a modo de defensa y echarse hacia atrás para no recibir todo el impacto.
La bruja chasqueó la lengua y miró con el ceño fruncido en dirección a la portezuela, intentando no pensar en el dolor que sentía en los brazos. No solo agua, sino también un extraño moco de lo más desagradable. Sin siquiera pensarlo, Katharina infló el pecho y disparó una ráfaga de viento congelante, haciendo uso de su control sobre el aire y el hielo. Esperaba que bastara para detener la extensión de esa extraña sustancia. «Bruja prevenida, vale por dos», se dijo a sí misma. Empuñando la Hoja de Argoria caminó hacia el hombre y, estando a solo un metro de la portezuela, empleó el arma para cortarla.
—Eres muy escurridizo, ¿verdad? —le comentó con una mirada fría.
Si todo iba viento en popa, es decir, el moco congelado y la puerta destrozada, crearía una prisión de hielo en torno al hombre. Todos necesitaban respuestas y tal vez el DJ las tenía. A Katharina le daba igual si vivía o no puesto que siempre podía convertirle en un esclavo, obligándole a responder. Por otra parte, manteniéndose cautelosa, quedaría pendiente de sus movimientos.
- Resumen:
- Sospechar de la identidad de Kirtash y posponer la discusión.
- Defenderse de la explosión ocasionada por la acumulación de agua.
- Congelar el moco.
- Destrozar la puerta y crear una prisión de hielo.
- Sospechar de la identidad de Kirtash y posponer la discusión.
- Cosas usadas:
- Características: Reflejos 10, Agilidad 9 (x2.5), Poder de Destrucción 7, Resistencia 5, Puntería 4.
Nombre de la técnica: Evocación Avanzada
Naturaleza de la técnica: Mejora de akuma no mi
Descripción de la técnica: Katharina es capaz de sintonizar su magia para manipular y crear los elementos básicos de la naturaleza: aire, tierra, hielo y fuego. Permite que acceda de forma más libre a la esencia de la magia elemental, aunque en cuanto a utilidad y poder no se asemeja a lo que puede alcanzar un conjuro.
Aire: Evidentemente este no se crea, sino que solo se manipula. Puede generar ráfagas de viento cortante con una velocidad máxima de 120 km/h. Es capaz de usar el viento de manera cortante, adquiriendo una dureza de 8 según la escala de Mohs. La bruja solo puede manipular el viento a una distancia de 30 metros.
Nombre de la técnica: Rengoku no Samui
Naturaleza de la técnica: Mejora de akuma no mi
Descripción de la técnica: El cuerpo de Katharina desprende un aura helada capaz de congelar todo lo que se encuentre a su alrededor, a una distancia máxima de 20 centímetros, así que es normal que se congele por donde pisa. Su cuerpo ha asimilado perfectamente el frío del otro mundo, volviéndose capaz de soportar temperaturas de hasta -70°C. Por otra parte, es capaz de descender esa temperatura hasta los -70°C, lo suficientemente helado como para causar quemaduras de tercer grado. Tan solo el contacto físico que realice Katharina podrá congelar cuerpos (piel, objetos, etc.), profundizando algunos centímetros y extendiéndose rápidamente por cada segundo. A efectos escénicos, únicamente la persona que Katharina desee es capaz de acercarse a ella sin ser congelada
Tiempo de canalización: Es un PU, por lo tanto es permanente.
Arma de calidad épica.
Midorima Shintaro
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Observó el desastre que estaban causando sus compañeros. Pero el extraño ser sacado de alguna pesadilla de un niño, no retrocedía ni un milímetro. ¿Cómo podían vencer a esa cosa? ¿Podía ayudar de alguna forma? Quizás, pero no encontraba esa forma. Suspiró con tranquilidad y escuchó las palabras de Taylor. ¿Sabía su secreto? ¿Qué tanto sabría? ¿Qué le habría contado Dexter? Aunque lo que más le sorprendió fue lo que dijo a continuación. ¿Buena persona? ¿Qué era ser una buena persona? ¿Él lo era? No pudo evitar sonreír y reír suavemente. No era un buen ejemplo de buena persona, pero tampoco buscaba redimir lo que había hecho en su vida. Solo tenía que afrontarlo, no había nada más que importara en ese momento que eso. Se quedó callado unos segundos, se cruzó de brazos y la miró a los ojos.
—¿Buena persona? ¿Qué es eso exactamente? ¿Qué define lo bueno y malo? —dijo, sin esperar alguna respuesta de ella —Dime, Taylor, un pirata que salva una isla de un marine corrupto, ¿es bueno o malo? O bien, un marine que aprovecha su posición y su impunidad para hacer lo que quiera con los que, supuestamente, debe proteger, ¿bueno o malo? —Tomó una ligera pausa. No quería que le respondiera, solo quería que pensara un poco —De hecho, el gobierno que nos maneja a nosotros, que nos dice qué hacer, pero que hace la vista gorda con la trata de personas, ¿se puede considerar bueno?
De reojo miraba al robot, solo por si acaso. No quería sorpresas inesperadas. Por lo que había escuchado, conocía a Krauser, pero no trabajaba para él. Solo se había defendido ya que ellos lo habían atacado, tenía sentido… Era un acto natural el defenderse. ¿Podría sacarle alguna clase de información? Volvió a centrar su mirada en Taylor, todavía quedaba algo más que decirle. Era buena chica, pero la gente con la que trabajaba quizás le había lavado el cerebro o, en su caso al ser un robot, puesto algo que la hiciera pensar que todo era blanco o negro.
—Taylor, no todo es blanco o negro. Tienes que pensar y tomar decisiones por voluntad propia —comentó con un tono bastante calmado y natural —. Créeme cuando te digo que te falta mucho mundo por ver, mucho que aprender y mucho que experimentar. No todo es cómo te lo dijeron las personas con las que trabajan —dijo manteniendo una suave sonrisa —. No estás en deuda conmigo, protegeré a todo el grupo y haré que salgan todos con vida —puntualizó.
Miró a Dretch justo en el momento en que tiraba la barrita que le daba el robot. Le causaba gracia que el búho se estuviera comportando así, después de todo, no se lo imaginaba como alguien que se estresara y perdiera la calma tan rápido. Aunque claro, la situación ponía al límite a cualquiera. Caminó y recogió la barrita, la lanzó hacía Taylor. Sabía que comprendería lo que debía hacer, pero aun así, apuntó con el dedo al pulpo. Por otro lado, se giró y miró al robot.
—Si no trabajas con Krauser y quieres evitar que esta cosa se active —le dijo —. ¿Tienes alguna idea de cómo hacerlo? O mejor aún, ¿de dónde podría estar Krauser? Podemos juntar nuestras fuerzas y todos cumplir nuestros objetivos —comentó. Bucharatti era fuerte, bastante, y si lograba hacer que fuera un aliado más, su poder de batalla aumentaría considerablemente. No tenía idea si podía o no funcionar, pero no perdía nada intentándolo.
—¿Buena persona? ¿Qué es eso exactamente? ¿Qué define lo bueno y malo? —dijo, sin esperar alguna respuesta de ella —Dime, Taylor, un pirata que salva una isla de un marine corrupto, ¿es bueno o malo? O bien, un marine que aprovecha su posición y su impunidad para hacer lo que quiera con los que, supuestamente, debe proteger, ¿bueno o malo? —Tomó una ligera pausa. No quería que le respondiera, solo quería que pensara un poco —De hecho, el gobierno que nos maneja a nosotros, que nos dice qué hacer, pero que hace la vista gorda con la trata de personas, ¿se puede considerar bueno?
De reojo miraba al robot, solo por si acaso. No quería sorpresas inesperadas. Por lo que había escuchado, conocía a Krauser, pero no trabajaba para él. Solo se había defendido ya que ellos lo habían atacado, tenía sentido… Era un acto natural el defenderse. ¿Podría sacarle alguna clase de información? Volvió a centrar su mirada en Taylor, todavía quedaba algo más que decirle. Era buena chica, pero la gente con la que trabajaba quizás le había lavado el cerebro o, en su caso al ser un robot, puesto algo que la hiciera pensar que todo era blanco o negro.
—Taylor, no todo es blanco o negro. Tienes que pensar y tomar decisiones por voluntad propia —comentó con un tono bastante calmado y natural —. Créeme cuando te digo que te falta mucho mundo por ver, mucho que aprender y mucho que experimentar. No todo es cómo te lo dijeron las personas con las que trabajan —dijo manteniendo una suave sonrisa —. No estás en deuda conmigo, protegeré a todo el grupo y haré que salgan todos con vida —puntualizó.
Miró a Dretch justo en el momento en que tiraba la barrita que le daba el robot. Le causaba gracia que el búho se estuviera comportando así, después de todo, no se lo imaginaba como alguien que se estresara y perdiera la calma tan rápido. Aunque claro, la situación ponía al límite a cualquiera. Caminó y recogió la barrita, la lanzó hacía Taylor. Sabía que comprendería lo que debía hacer, pero aun así, apuntó con el dedo al pulpo. Por otro lado, se giró y miró al robot.
—Si no trabajas con Krauser y quieres evitar que esta cosa se active —le dijo —. ¿Tienes alguna idea de cómo hacerlo? O mejor aún, ¿de dónde podría estar Krauser? Podemos juntar nuestras fuerzas y todos cumplir nuestros objetivos —comentó. Bucharatti era fuerte, bastante, y si lograba hacer que fuera un aliado más, su poder de batalla aumentaría considerablemente. No tenía idea si podía o no funcionar, pero no perdía nada intentándolo.
Ryuichi Ichiban
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La estridente risa del gigante llenó la sala. Se lo estaba pasando mejor que nunca. Ni siquiera se había dado cuenta de que su cuerpo desnudo ya estaba manchado de sangre por todas partes. El monstruo cedió a la fuerza de sus pulgares y el ogro separó las manos, desgarrando la carne de aquel ser con esfuerzo. Mientras lo hacía, sangre y vísceras salían volando expulsadas hacia fuera, manchando aún más al gigante, que reía y reía. Dejó de reír, respirando con profundidad debido al esfuerzo. Nadie podría sobrevivir a aquello, al menos que él supiera. Algo decepcionado, pues esperaba algo más de pelea, se dispuso a alejarse cuando...
El agujero que acababa de hacerle al monstruo se convirtió en una boca con afilados colmillos que rugía. Se abría y se cerraba, amenazante con devorar al ogro, en cuyo rostro habitaba de nuevo una amplia sonrisa.
—¡¿Así que quieres devorarme, eh?! —Con fuerza colocó una mano en cada lado de la boca para evitar que esta se cerrara, empleando todas sus fuerzas para mantenerla abierta. Los colmillos se clavaban en su mano y le hacían sangrar, pero le daba igual—. ¡Encontrarás que mi carne es demasiado dura de roer!
Y ciertamente no era lo único duro. Su propósito en aquel instante era hacer fuerza suficiente como para hacer que nunca llegase a cerrar la boca del todo, mantenerlo en el sitio y agrandar el agujero. No estaría satisfecho a menos que lo partiese por la mitad. Y eh ¿quién sabe? Lo mismo uno de sus compañeros temporales podría aprovechar la situación para dirigir un ataque directo a su boca.
El agujero que acababa de hacerle al monstruo se convirtió en una boca con afilados colmillos que rugía. Se abría y se cerraba, amenazante con devorar al ogro, en cuyo rostro habitaba de nuevo una amplia sonrisa.
—¡¿Así que quieres devorarme, eh?! —Con fuerza colocó una mano en cada lado de la boca para evitar que esta se cerrara, empleando todas sus fuerzas para mantenerla abierta. Los colmillos se clavaban en su mano y le hacían sangrar, pero le daba igual—. ¡Encontrarás que mi carne es demasiado dura de roer!
Y ciertamente no era lo único duro. Su propósito en aquel instante era hacer fuerza suficiente como para hacer que nunca llegase a cerrar la boca del todo, mantenerlo en el sitio y agrandar el agujero. No estaría satisfecho a menos que lo partiese por la mitad. Y eh ¿quién sabe? Lo mismo uno de sus compañeros temporales podría aprovechar la situación para dirigir un ataque directo a su boca.
- Resumen - gente del bicho con tentaculos:
- Emocionarme muy mucho e intentar mantener abierta la boca del monstruo para que le ataquen dentro los demás
Ellanora Volkihar
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—Bien hecho, Adam, guapo. ¿Te quedas aquí? Voy a buscar a papá.
El semigigante se apartó con un gruñido de aceptación. La vampiresa cruzó la puerta, oliendo el ambiente, siguiendo el olor a sangre humana que emanaba las personas a las que seguía. En cuanto llegó se quedó congelada. El tal Falafel tenía los pantalones bajados. Cuando quiso darse cuenta, tenía la mano en el mango de su espada y la estaba desenvainando lentamente.
—¡Rubio! —gritó entonces mirando al otro—. No me he presentado todavía. Me llamo Ellanora Volkihar, pero tú puedes llamarme Nora. Voy a decirte una cosa y luego hacerte una petición, pero antes...
Chasqueó un dedo. De golpe entraron por la puerta cinco hombres trajeados que sacaban de sus bolsillos una pistola cada uno. Después de una señal de Ellanora, apuntaron al tal Falafel que mostraba sus asquerosos atributos. Ellanora alzó la mano, como pidiendo que no disparasen todavía.
—Lo primero es que soy una vampiresa y puedo darte la vida eterna. Belleza para siempre en el cuerpo de un príncipe de las tinieblas, y lo único que tendrás que hacer es estar conmigo. Y la petición... —Apuntó al cantante con la punta de su espada—... Dame un solo motivo para no acribillar a balazos y decapitar a este viejo verde.
El semigigante se apartó con un gruñido de aceptación. La vampiresa cruzó la puerta, oliendo el ambiente, siguiendo el olor a sangre humana que emanaba las personas a las que seguía. En cuanto llegó se quedó congelada. El tal Falafel tenía los pantalones bajados. Cuando quiso darse cuenta, tenía la mano en el mango de su espada y la estaba desenvainando lentamente.
—¡Rubio! —gritó entonces mirando al otro—. No me he presentado todavía. Me llamo Ellanora Volkihar, pero tú puedes llamarme Nora. Voy a decirte una cosa y luego hacerte una petición, pero antes...
Chasqueó un dedo. De golpe entraron por la puerta cinco hombres trajeados que sacaban de sus bolsillos una pistola cada uno. Después de una señal de Ellanora, apuntaron al tal Falafel que mostraba sus asquerosos atributos. Ellanora alzó la mano, como pidiendo que no disparasen todavía.
—Lo primero es que soy una vampiresa y puedo darte la vida eterna. Belleza para siempre en el cuerpo de un príncipe de las tinieblas, y lo único que tendrás que hacer es estar conmigo. Y la petición... —Apuntó al cantante con la punta de su espada—... Dame un solo motivo para no acribillar a balazos y decapitar a este viejo verde.
- REsumen:
- Hacerle LA oferta a mi rubio y apuntar a Falafel
Eric Zor-El
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No había contado las ondas de choque que había lanzado, quizás habían sido tres, o tal vez cuatro; incluso podrían haber llegado a las seis. Las había lanzado con toda su fuerza y, aun así, parecía que el pulpo las había obviado a saber por qué razón.
O lou tina favalevale —maldijo el shandiano.
Los impulsos de las ondas de choque le habían mantenido en el aire, pero al terminar cayó junto a sus compañeros. Contempló como su fiel amigo Dretch tiraba algo al suelo, algo que observó mientras pasaba por su lado. Era algo parecido a una barra energética, una de esas porciones de comida que parecía alpiste que tanto le gustaba a la gente del mar azul. Sin más dilación, se alejó del pulpo, contemplando a todos desde la lejanía, y se sentó con las piernas cruzadas.
Metió la mano derecha en el bolsillo de su poncho, sacando tabaco y unas cerillas. Luego, metió la izquierda y sacó su pipa. Agarró con sus dedos índice y corazón tabaco y lo adentró en la cavidad de su pipa, para después encender una cerilla y prenderlo. Dio cuatro pequeñas caladas continuas, ni una más, ni una menos, y respiró hondo. Aquel combate había perdido interés. No era un hombre su oponente. Era un animal extraño y muy feo, sacado de los peores pasajes del famoso apocalípsis del que había oído hablar en alguna parte. ¿Pero dónde? Esa era una buena pregunta, no obstante, no podía estar discurriendo sobre asuntos como ese en aquella circunstancia. Quedarse mirando era una cosa, pero pensar en las mimi'tuka era otra,
—Cuando acabéis me avisáis —les gritó, observando como un espectador.
O lou tina favalevale —maldijo el shandiano.
Los impulsos de las ondas de choque le habían mantenido en el aire, pero al terminar cayó junto a sus compañeros. Contempló como su fiel amigo Dretch tiraba algo al suelo, algo que observó mientras pasaba por su lado. Era algo parecido a una barra energética, una de esas porciones de comida que parecía alpiste que tanto le gustaba a la gente del mar azul. Sin más dilación, se alejó del pulpo, contemplando a todos desde la lejanía, y se sentó con las piernas cruzadas.
Metió la mano derecha en el bolsillo de su poncho, sacando tabaco y unas cerillas. Luego, metió la izquierda y sacó su pipa. Agarró con sus dedos índice y corazón tabaco y lo adentró en la cavidad de su pipa, para después encender una cerilla y prenderlo. Dio cuatro pequeñas caladas continuas, ni una más, ni una menos, y respiró hondo. Aquel combate había perdido interés. No era un hombre su oponente. Era un animal extraño y muy feo, sacado de los peores pasajes del famoso apocalípsis del que había oído hablar en alguna parte. ¿Pero dónde? Esa era una buena pregunta, no obstante, no podía estar discurriendo sobre asuntos como ese en aquella circunstancia. Quedarse mirando era una cosa, pero pensar en las mimi'tuka era otra,
—Cuando acabéis me avisáis —les gritó, observando como un espectador.
William White
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Akuma no mi
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Tras el diabólico show de nuestra peligrosa compañía, el gañan del ascensor se puso rápidamente a trabajar para poner un deleznable tornillo, aquel tipo de personas realmente le sacaba de quicio, la parsimonia y la falta de profesionalidad era algo que no admitía en lo más mínimo. Tal vez de haber sido Elliot habría pasado por el filo de su espada al encargado de mantenimiento, por fortuna para todos, era una persona que controlaba bastante mejor sus instintos.
Mirando el grupo noto que, al igual que él, todos habían quedado ligeramente conmocionados por la mujer cuyas habilidades comenzaban a incomodarle cada vez más, solo esperaba que sus habilidades no fueran suficientes como para doblegar su voluntad, si llegaba tal fatídico encuentro. Si bien había consumido una fruta catalogada como algo raro dentro de lo insolito, no era ni de lejos la primera a la que tenía el dudoso gusto de enfrentar.
-Por el momento parece que no va a ser necesario- dijo mirando amigablemente al punki del pelo azul, mientras comenzaba a dirigirse al ascensor recién reparado, sin detenerse mientras escuchaba como el cada vez más repelente compañero no cerraba la boca.
Tras ponerse enfrente de su compañero trataría de pararle un poco los pies, o bueno, los tentáculos.
-Habláis demasiado- diría con tono tajante y serio a su compañero -No podemos permitirnos que pase otra vez lo del … West Blue- diría con cierta pesadez y melodrama -Debemos hacer todo lo necesario en evitarlo, si aún así lo consideras algo deshonesto, puedes bajar después de dejarnos en la última planta, a fin de cuentas nuestro anfitrión no se va a dignar a decir donde se encuentra ¿Verdad?- diría de forma retórica, ya que no esperaba que el chiflado en constante vigilancia les contestará y dejando claro que no sabían a ciencia cierta donde se podía encontrar el personaje, aunque todo indicará al último piso.
Una vez que entrará Reiner, entraría, sin dejar en ningún momento de vigilar a la extraña pareja. Realmente me preguntaba si no se conocerían de antes, después de todo el pasado del moreno le resultaba del todo desconocido y la tranquilidad con la que parecía llevar su compañía le inquietaba aún más. Mientras esperaba si los que le seguían subían o no al aparato, se apoyaría en una de las paredes del ascensor dando unos suaves toques y revisando el interior de este.
-Seguro que para subir nos pone otra dichosita prueba-pensó para sus adentros tras ver como pulsaban el botón -Eso o nos lleva a donde le de la gana- musitó mientras trataba de analizar las posibles salidas de todo aquello.
Mirando el grupo noto que, al igual que él, todos habían quedado ligeramente conmocionados por la mujer cuyas habilidades comenzaban a incomodarle cada vez más, solo esperaba que sus habilidades no fueran suficientes como para doblegar su voluntad, si llegaba tal fatídico encuentro. Si bien había consumido una fruta catalogada como algo raro dentro de lo insolito, no era ni de lejos la primera a la que tenía el dudoso gusto de enfrentar.
-Por el momento parece que no va a ser necesario- dijo mirando amigablemente al punki del pelo azul, mientras comenzaba a dirigirse al ascensor recién reparado, sin detenerse mientras escuchaba como el cada vez más repelente compañero no cerraba la boca.
Tras ponerse enfrente de su compañero trataría de pararle un poco los pies, o bueno, los tentáculos.
-Habláis demasiado- diría con tono tajante y serio a su compañero -No podemos permitirnos que pase otra vez lo del … West Blue- diría con cierta pesadez y melodrama -Debemos hacer todo lo necesario en evitarlo, si aún así lo consideras algo deshonesto, puedes bajar después de dejarnos en la última planta, a fin de cuentas nuestro anfitrión no se va a dignar a decir donde se encuentra ¿Verdad?- diría de forma retórica, ya que no esperaba que el chiflado en constante vigilancia les contestará y dejando claro que no sabían a ciencia cierta donde se podía encontrar el personaje, aunque todo indicará al último piso.
Una vez que entrará Reiner, entraría, sin dejar en ningún momento de vigilar a la extraña pareja. Realmente me preguntaba si no se conocerían de antes, después de todo el pasado del moreno le resultaba del todo desconocido y la tranquilidad con la que parecía llevar su compañía le inquietaba aún más. Mientras esperaba si los que le seguían subían o no al aparato, se apoyaría en una de las paredes del ascensor dando unos suaves toques y revisando el interior de este.
-Seguro que para subir nos pone otra dichosita prueba-pensó para sus adentros tras ver como pulsaban el botón -Eso o nos lleva a donde le de la gana- musitó mientras trataba de analizar las posibles salidas de todo aquello.
Marc Kiedis
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La contestación del castor pareció sincera. Se le notaba triste por haber perdido su preciada guitarra, y daba la sensación de no querer hacerles daño. Sin embargo, parecía haber algo más fuerte que su voluntad. Algo de lo que Marc entendía mucho, y que posibilitaba que empatizara con aquel pobre ser como tal vez nadie más podría hacerlo. La comida. A juzgar por sus palabras, la abrumadora necesidad de limar sus dientes y el hambre hacían inevitable para él lanzarse a morder todo lo que se pareciese remotamente a comida. Así que, ¿por qué no darle algo que realmente lo fuese? Tal vez así les dejaría pasar.
En ese instante el chico con aspecto salvaje que había entrado junto a Therax intentó pasar al lado del castor. Este, traicionado nuevamente por sus poderosos instintos, fue incapaz de evitar saltar sobre él para morder su lustroso cabello. El grito que emitió mientras se desplazaba por el aire dejaba claro que no era su intención, sino que para su desgracia una fuerza más poderosa que él le movía.
Marc vio cómo el rubio se movía a gran velocidad para intentar atacar al pobre e indefenso castor. Viendo lo que su amigo, que probablemente no se había dado cuenta de lo que realmente ocurría, se disponía a hacer, el semigigante gritó:
- ¡Therax, no le hagas daño! El pobre no lo hace a propósito, solo necesita comer. Deja que le prepare algo y seguramente nos dejará pasar sin necesidad de que nadie salga herido.
Esperaba que sus palabras, apelando al buen corazón del Contramaestre, llegasen a los oídos de este y se limitase a detener al castor pero sin herirlo. En ese momento, el cocinero comenzó a crear una esfera de queso que fue haciéndose cada vez más grande hasta alcanzar un metro de diámetro. Estaba formada por seis capas de distintos quesos, alternando una sólida y una derretida en cada ocasión. La sucesión era: parmiggiano, gouda, grana padano, cheddar, manchego y burrata. En cuanto estuvo lista, se acercó al castor con la láctea esfera por delante. Cuando estuviera lo suficientemente cerca, haría que la improvisada pelota rodase hacia el brazos largos peludo. De esta forma esperaba que se lanzase a por ella y, dado su tamaño y a la dureza de algunos de los quesos empleados combinada con lo pringosos que resultaban otros le fuese difícil devorarla con rapidez, dando tiempo a todo el grupo para avanzar a la siguiente sala. Si tenía efecto trataría de avanzar mientras animaba al resto con una sonrisa:
- ¡Seguidme chicos!
En ese instante el chico con aspecto salvaje que había entrado junto a Therax intentó pasar al lado del castor. Este, traicionado nuevamente por sus poderosos instintos, fue incapaz de evitar saltar sobre él para morder su lustroso cabello. El grito que emitió mientras se desplazaba por el aire dejaba claro que no era su intención, sino que para su desgracia una fuerza más poderosa que él le movía.
Marc vio cómo el rubio se movía a gran velocidad para intentar atacar al pobre e indefenso castor. Viendo lo que su amigo, que probablemente no se había dado cuenta de lo que realmente ocurría, se disponía a hacer, el semigigante gritó:
- ¡Therax, no le hagas daño! El pobre no lo hace a propósito, solo necesita comer. Deja que le prepare algo y seguramente nos dejará pasar sin necesidad de que nadie salga herido.
Esperaba que sus palabras, apelando al buen corazón del Contramaestre, llegasen a los oídos de este y se limitase a detener al castor pero sin herirlo. En ese momento, el cocinero comenzó a crear una esfera de queso que fue haciéndose cada vez más grande hasta alcanzar un metro de diámetro. Estaba formada por seis capas de distintos quesos, alternando una sólida y una derretida en cada ocasión. La sucesión era: parmiggiano, gouda, grana padano, cheddar, manchego y burrata. En cuanto estuvo lista, se acercó al castor con la láctea esfera por delante. Cuando estuviera lo suficientemente cerca, haría que la improvisada pelota rodase hacia el brazos largos peludo. De esta forma esperaba que se lanzase a por ella y, dado su tamaño y a la dureza de algunos de los quesos empleados combinada con lo pringosos que resultaban otros le fuese difícil devorarla con rapidez, dando tiempo a todo el grupo para avanzar a la siguiente sala. Si tenía efecto trataría de avanzar mientras animaba al resto con una sonrisa:
- ¡Seguidme chicos!
- Spolier (Sala del Castor):
- - Darse cuenta de que la comida es más poderosa que Beaver.
- Intentar disuadir a Therax de hacer daño al castor.
- Crear una gran esfera con seis capas de queso de un metro de diámetro y acercarse con ella a Beaver.
- Echarla a rodar hacia él con suavidad.
- Intentar guiar a todos a la siguiente sala.
Liv L Astrid
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Parecía que no tendría suerte ante aquel tipo y no me dejaría pasar. Además, pudo seguir mis movimientos a pesar de la oscuridad y el poco ruido que hacía al desplazarme por el aire. Saque tipo metálico comenzó a tocar su piano nuevamente. Sin embargo, mi visión de Heimdal no previó nada y algo me retuvo y me hizo moverme hacia el hombre.
Mantuve aquella técnica del CP para evitar tocar el suelo, ya que, aunque pudiese verme, yo usan podía sacar algo de ventaja de ella. Mientras se mantenía la atracción hacia él usé el soru a la vez que el geppou que me permitía ir mas rápido aún. Justo cuando empezaba ese movimiento dispuse el hacha en posición de ataque, preparada para cortar por la mitad a aquel hombre de metal.
Mientras realizaba el ataque pude escuchar las palabras del robot. Como me imaginaba no era alguien que controlarse aquella situación, sino que era un subordinado. Pero era lo suficientemente importante como para conocerlos.
-Liv – me llamó mi recuerdo – Si sobrevive a eso, ¿Por qué no le interrogas? Puede que nos de información de todo esto.
Mi recuerdo tenia razón. Aquella era una buena oportunidad para saber que ocurría, Porqué la información con la que nos hacían hecho entrar era muy limitada. Tras mi ataque deje de usar el geppou y volví al suelo iluminando las baldosas en las que me apoyé.
-¿Quién eres y con qué propósito te han enviado aquí? – le dije en un tono brusco al hombre metálico.
Mantuve aquella técnica del CP para evitar tocar el suelo, ya que, aunque pudiese verme, yo usan podía sacar algo de ventaja de ella. Mientras se mantenía la atracción hacia él usé el soru a la vez que el geppou que me permitía ir mas rápido aún. Justo cuando empezaba ese movimiento dispuse el hacha en posición de ataque, preparada para cortar por la mitad a aquel hombre de metal.
Mientras realizaba el ataque pude escuchar las palabras del robot. Como me imaginaba no era alguien que controlarse aquella situación, sino que era un subordinado. Pero era lo suficientemente importante como para conocerlos.
-Liv – me llamó mi recuerdo – Si sobrevive a eso, ¿Por qué no le interrogas? Puede que nos de información de todo esto.
Mi recuerdo tenia razón. Aquella era una buena oportunidad para saber que ocurría, Porqué la información con la que nos hacían hecho entrar era muy limitada. Tras mi ataque deje de usar el geppou y volví al suelo iluminando las baldosas en las que me apoyé.
-¿Quién eres y con qué propósito te han enviado aquí? – le dije en un tono brusco al hombre metálico.
- resumen:
- notar que estoy siendo atraida hacie el hombre de metal, intentar cortarlo por la mitad con el hacha usando un kempo para acercarme a él, luego (si sigue vivo) hablarle.
- KEMPO DEL ROKUSHIKI, BASADO EN EL SORU Y GEPPOU::
- Este kenpo permite a Liv moverse en el aire mientras usa estas dos habilidades a una velocidad base de 30 m/s, sin embargo, ha de estar en el aire para lograrlo dado que la técnica se basa en un menor rozamiento, es decir, si toca el suelo, o cualquier otra superficie la velocidad pasará a ser la normal hasta final de turno.
- hacha:
- Dureza y Tenacidad épicas; calidad Saijo O Wazamono
Características especiales: para su fácil guardado el mango del arma se reduce a la mitad aunque vuelve a crecer cuando se desenvaina. Por último este arma en caso de que Liv se separe de ella con un simple llamado esta volará hasta su mano, arrancándosela de las manos (por mucha fuerza que tenga) a otra persona que la haya cogido (el llamado ha de ser como mínimo en un susurro, no sirve con solo pensarlo) la distancia a la máxima desde la que puede hacer el llamamiento es de 300 metros de Liv siempre que el arma esté en dentro del rango Liv la percibirá (también pueden sentirla otros seguidores de los dioses vikingos aunque no usar sus habilidades), esto es posible dado que el arma reacciona al timbre de la voz de Liv, atrayéndola hasta sí.
Sasaki
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Al terminó de tocar aquel instrumento y pudimos ver como ser le demaba una lágrima por la mejilla a la mujer. Luego ésta comenzó a avanzar hacia la parte posterior del cuadro, desapareciendo de la vista y tras unos segundos de espera el cuadro comenzó a separarse d la pared por uno de los lados, como si se tratase de una puerta. Me levanté y comencé a avanzar hacia el hueco de la pared que había detrás del cuadro.
En la siguiente sala el ambiente cambió radialmente, el suelo era de baldosas rosas y azules colocadas como el tablero de ajedrez, mientras que del techo colgaba una bolsa de espejos. Parecía ser que habíamos llegado a una especie de discoteca. Y al final de la sala se encontraba el encargado de la música, quien se alegro de vernos entrar.
-Lo siento – Le dije en un tono más tranquilo de lo habitual para ser yo – pero nuestro amigo ya bebió demasiado y debemos llevarlo a casa, no tenemos tiempo para más fiesta.
En ese momento comenzó a sonar una especie de música, aunque creo que la calificación más correcta para ella era de ruido. El sonido comenzó a subir hasta el punto que casi ni me escuchaba cuando pensaba. Aquello era malo, podría impedir que nos entendíamos entre nosotros y no nos continuamos. De pronto se me ocurrió algo aprovechando mi habilidad.
-Capitán, ¿Te encargas tu de aquel tipo mientras nosotros distraemos a los golem que están saliendo del suelo? -le dije al almirante a la vez que formaba el mensaje con letras de azúcar por si el capitán no me escuchaba debido a la música.
Tras unos segundos esperando un gesto de confirmación del capitán de la brigada, me lancé al combate contra los golem. En mi avance aproveché para comenzar a crear unas escamas de tiburón se azúcar con los bordes tan afilados como cuchillas, las cuales endurecí todo lo que pude.
Hice medio centenar del tamaño se una mano y las hice girar a gran velocidad a medio un metro a mi alrededor, esperaba que se centran en mí y que al intentar entrar en esa pequeña área sus cuerpos fuesen siendo cortados en lonchas.
En la siguiente sala el ambiente cambió radialmente, el suelo era de baldosas rosas y azules colocadas como el tablero de ajedrez, mientras que del techo colgaba una bolsa de espejos. Parecía ser que habíamos llegado a una especie de discoteca. Y al final de la sala se encontraba el encargado de la música, quien se alegro de vernos entrar.
-Lo siento – Le dije en un tono más tranquilo de lo habitual para ser yo – pero nuestro amigo ya bebió demasiado y debemos llevarlo a casa, no tenemos tiempo para más fiesta.
En ese momento comenzó a sonar una especie de música, aunque creo que la calificación más correcta para ella era de ruido. El sonido comenzó a subir hasta el punto que casi ni me escuchaba cuando pensaba. Aquello era malo, podría impedir que nos entendíamos entre nosotros y no nos continuamos. De pronto se me ocurrió algo aprovechando mi habilidad.
-Capitán, ¿Te encargas tu de aquel tipo mientras nosotros distraemos a los golem que están saliendo del suelo? -le dije al almirante a la vez que formaba el mensaje con letras de azúcar por si el capitán no me escuchaba debido a la música.
Tras unos segundos esperando un gesto de confirmación del capitán de la brigada, me lancé al combate contra los golem. En mi avance aproveché para comenzar a crear unas escamas de tiburón se azúcar con los bordes tan afilados como cuchillas, las cuales endurecí todo lo que pude.
Hice medio centenar del tamaño se una mano y las hice girar a gran velocidad a medio un metro a mi alrededor, esperaba que se centran en mí y que al intentar entrar en esa pequeña área sus cuerpos fuesen siendo cortados en lonchas.
Kenzo Nakajima
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Los tentáculos del monstruoso ser no lograron su objetivo gracias a la actuación de Shintaro y el propio Kenzo. Por otro lado, la gran sorpresa fue que las ondas de choque creadas por Eric no parecieron hacer que aquel bicho se inmutase. El brazos largos estaba firmemente convencido de que aquello debía de ser un error. El poder destructivo de su amigo no tenía casi parangón, y probablemente el daño recibido por el extraño pulpo simplemente todavía no se habría hecho patente, pero no tardaría en resultar evidente a ojos de todos. O al menos eso esperaba el espadachín. El gigante, que peleaba como si fuese lo que más amaba hacer en el mundo, se había abierto hueco entre las deformes carnes del monstruo, dejando un gran hueco hacia el interior del ser. No obstante, pronto unos afilados dientes surgieron en dicha oquedad, amenazando seriamente la vida del cazarrecompensas quien, lejos de amilanarse, trató de mantener dicho orificio abierto para que alguno de los presentes pudiera dañar el interior de la criatura.
- ¡Aguanta un poco más, grandullón! ¡Es todo lo que necesitamos! - Gritó el brazos largos, tratando de animar al valeroso guerrero. Alguien que luchaba con tanto arrojo merecía su más profundo respeto, ya que solo alguien para quien el combate era verdaderamente objeto de disfrute podía valorar la dedicación de otros.
- ¡Tú, el de las armas! ¿Tienes algún explosivo? - Inquirió, acto seguido, mirando a Simo. - Yo te cubro de los tentáculos, tú intenta lanzar algo que reviente dentro del agujero abierto por el gigante. ¿Lo has entendido?
El aire parecía apartarse al paso del brazos largos, que en cuanto el agente comenzase a moverse para buscar el punto óptimo desde el que lanzar su ataque, se desplazaría junto a él para cubrirle con sus diez espadas de cualquier posible ataque de la aberración a la que se enfrentaban.
- ¡Aguanta un poco más, grandullón! ¡Es todo lo que necesitamos! - Gritó el brazos largos, tratando de animar al valeroso guerrero. Alguien que luchaba con tanto arrojo merecía su más profundo respeto, ya que solo alguien para quien el combate era verdaderamente objeto de disfrute podía valorar la dedicación de otros.
- ¡Tú, el de las armas! ¿Tienes algún explosivo? - Inquirió, acto seguido, mirando a Simo. - Yo te cubro de los tentáculos, tú intenta lanzar algo que reviente dentro del agujero abierto por el gigante. ¿Lo has entendido?
El aire parecía apartarse al paso del brazos largos, que en cuanto el agente comenzase a moverse para buscar el punto óptimo desde el que lanzar su ataque, se desplazaría junto a él para cubrirle con sus diez espadas de cualquier posible ataque de la aberración a la que se enfrentaban.
- Resumen (Los del pulpo, sobre todo Simo):
- - Extrañarse mucho de que Eric no haya logrado dañar al pulpo.
- Aplaudir el coraje de Braud y pensar en un plan.
- Decir a Simo que lanze una granada o similar al interior del agujero abierto por Braud.
- Disponerse a cubrir a Simo.
- Cosillas:
- - Stats: Poder de Destrucción 3 (x2'5 Activo por el ámbito) , Reflejos 3 (x2 Pasivo por Forma Híbrida), Agilidad 4 (x3 Pasivo por Forma Híbrida), Supervivencia 2, Velocidad 1.
- Duelista nivel 30: Tiene dedos ágiles y manos inquietas. Puede manejar su arma con mucha facilidad, llegando a golpear zonas de difícil acceso. Sus movimientos calculados e inesperados podrían poner en aprietos a sus oponentes.
- Kaze no Michinori (Ámbito): Se trata del Ámbito Racial de Kenzo. Pasivamente, el brazos largos es capaz de usar el viento para realizar técnicas elementales, dando además la sensación de que el aire se abre a su paso cuando camina (efecto meramente escénico). Activamente, es capaz de usar los movimientos del aire a su favor cuando ataca, lo que se traduce en un aumento del 150% (x2'5) a su Poder de Destrucción durante 2 turnos.
- Dos espadas de Categoría Mítica (Bottokatta y Kurai Noroi, en las manos "humanas"), dos de Categoría Genuina (Amida y Shinigami) y otras seis de Categoría Infrecuente.
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