Gareth Silverwing
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Para nuestra sorpresa mi mirada funcionó y la mujer des cuadro se despertó por fin para marcharse al horizonte, o eso o fue la música de Al. Sea lo que sea por fin podíamos acceder a la siguiente sala. Aunque personalmente me encontraba con otro problema un poco más serio.
Para cuando quise darme cuenta el cuadro se estaba abriendo como si fuera una puerta y yo, encaramado al marco como estaba me encontraba en todo el medio. Poco a poco mis brazos y piernas iban dándose más de sí hasta llegar a poner a prueba los límites de mi elasticidad mucho más de lo que me gustaría comprobar y que comprobasen. Al final acabé cediendo y cayendo de bruces sobre un suelo que parecía el de una sala de baile. Al fondo y, tras una mesa con botones y cachibaches raros una persona de peinado más extraño nos recibe como si esperase nuestra llegada.
Tras eso una estridente música, o más bien debería de decir ruido inundó la sala a un volumen que sobrepasaba con creces lo desagradable. Tenía que esforzarme para levantarme, no estaba en la mejor situación para perder el equilibrio y, para poner peor las cosas, las notas se me clavaban como cuchillos en la cabeza, aumentando aún más mis migrañas. La cosa llegó hasta tal punto que ni siquiera podía mirar al frente con naturalidad.
Puse una mano en mi frente para darme la sensación de más estabilidad y con otra evitaba chocarme contra nada mientras avanzaba lentamente para acercarme a esa persona y preguntarle si podía bajar el volumen.
En medio del trayecto noté algo, era plano y duro, de un tacto parecido al material del suelo. Levanté mi cabeza para ver una especie de constructo formado a partir del material del suelo. No levanté mucho la mirada, dado que las luces tampoco ayudaban a calmar mi creciente dolor de cabeza, así que traté de vocalizar lo suficientemente alto para que esa persona o cosa me escuchase.
- Perdona ¿Podrías decirle a ese amable señorito si puede bajar un poco el volúmen? No puedo escuchar ni mis pensamientos. - Pregunté a uno de los gólems gritando mientras me apoyaba con un brazo en él para evitar volver a perder el equilibrio.
Había algo en esta música, en este dolor de cabeza que me estaba enfadando, que hacía que mi sangre se pusiera a hervir y que deseara ponerle fin a mi manera si no acababa pronto. Sorprendentemente el pensamiento de acabar con esto por la fuerza había pasado por mi cabeza con bastante lucidez.
Para cuando quise darme cuenta el cuadro se estaba abriendo como si fuera una puerta y yo, encaramado al marco como estaba me encontraba en todo el medio. Poco a poco mis brazos y piernas iban dándose más de sí hasta llegar a poner a prueba los límites de mi elasticidad mucho más de lo que me gustaría comprobar y que comprobasen. Al final acabé cediendo y cayendo de bruces sobre un suelo que parecía el de una sala de baile. Al fondo y, tras una mesa con botones y cachibaches raros una persona de peinado más extraño nos recibe como si esperase nuestra llegada.
Tras eso una estridente música, o más bien debería de decir ruido inundó la sala a un volumen que sobrepasaba con creces lo desagradable. Tenía que esforzarme para levantarme, no estaba en la mejor situación para perder el equilibrio y, para poner peor las cosas, las notas se me clavaban como cuchillos en la cabeza, aumentando aún más mis migrañas. La cosa llegó hasta tal punto que ni siquiera podía mirar al frente con naturalidad.
Puse una mano en mi frente para darme la sensación de más estabilidad y con otra evitaba chocarme contra nada mientras avanzaba lentamente para acercarme a esa persona y preguntarle si podía bajar el volumen.
En medio del trayecto noté algo, era plano y duro, de un tacto parecido al material del suelo. Levanté mi cabeza para ver una especie de constructo formado a partir del material del suelo. No levanté mucho la mirada, dado que las luces tampoco ayudaban a calmar mi creciente dolor de cabeza, así que traté de vocalizar lo suficientemente alto para que esa persona o cosa me escuchase.
- Perdona ¿Podrías decirle a ese amable señorito si puede bajar un poco el volúmen? No puedo escuchar ni mis pensamientos. - Pregunté a uno de los gólems gritando mientras me apoyaba con un brazo en él para evitar volver a perder el equilibrio.
Había algo en esta música, en este dolor de cabeza que me estaba enfadando, que hacía que mi sangre se pusiera a hervir y que deseara ponerle fin a mi manera si no acababa pronto. Sorprendentemente el pensamiento de acabar con esto por la fuerza había pasado por mi cabeza con bastante lucidez.
- Resumen:
- Pedirle amablemente a uno de los golems que le diga al encargado que baje el volumen.
Bizvan
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La puerta comenzó a abrirse de manera lenta, parecía que el joven, había dado en el blanco.
- Bien hecho Erik. -expresé con una pequeña sonrisa, la cual desapareció de inmediato al escuchar a la pequeña dar su respuesta.
Era decepcionante que no fuese algo positivo, pero por otro lado salió una palabra interesante, “Jefazos”. Era muy poco para asegurar que ella trabajaba para alguien de aquí. Bien podría solo una forma de expresarse, por tanto sería contraproducente darle demasiada importancia a ese detalle.
- Oh, que mal, de todas maneras gracias. -no parecía buena idea seguir preguntando, considerando su carácter podría hacerla enojar o en el mejor de los casos solo me contestaría “ya te dije que yo no sé…
Hamlet me llamó, indicando que la joven que lo acompañaba se había desmayado. De inmediato me desplacé hacia su posición pensando que alguna criatura podría haber estado acechando en el agua fangosa, pero en cuanto estuve cerca de ambos, la marine parecía estar comenzando a reaccionar a las ligeras palmadas de Wyrm.
Parecía estar algo aturdida, pero no presentaba signos aparentes de peligro.
La ligera molestia en mi cabeza aún se hacía presente, por lo que llegué a una pequeña suposición de lo que había ocurrido.
- Ella estará bien, pero te recomendaría estar pendiente, es probable que sufra otro desmayo más adelante.
No había mucho que se pudiera hacer ante ese tipo de poder y de manifestarse con mayor intensidad, quizás solo uno de los presentes podría mantenerse en pie… Mi mirada se desvió a mis esqueletos.* El mantra no detecta a algo sin vida y parece que ese tipo de poder tampoco afecta a algo sin alma. *si tuviese un conocido con ese extraño poder podría ponerlo a prueba como era debido, por ahora solo podía mantenerlo como una excepción a causa de la baja intensidad de poder.
* Que complicado es esto.
Con la puerta abierta solo quedaba avanzar entre más lodo, un poco de esfuerzo, pero nada que no fuese imposible de superar.
La siguiente sala era bastante amplia con plataformas y lo que parecía ser una Ciaran muerta, aunque sin los lunares en su piel.
* ¿Será esta una de las pruebas que ella mencionó? *si era así, ese sitio debía contar con un presupuesto bastante elevado y no solo eso, en alguna parte debería haber documentación valiosa para algunos.
La voz del comodoro mencionando el nombre del dragón, me hizo levantar la mirada en un intento por ver lo que él, aunque sin resultados.
* ¿Atacar al dragón? Bueno es verdad que es un pirata, sin embargo Kimura nunca lo consideró un enemigo… Bueno, no tendré problemas en hacerlo si hay un motivo, aunque eso no quiere decir que sea capaz de confrontarlo y salir victorioso.
- A la orden. -expresé con seriedad ante la indicación.
El comodoro mencionó algo sobre ser lento al subir a pie, posteriormente comenzó a crecer en tamaño, obligandome a alejarme un poco para evitar problemas. Una vez terminado de convertirse, colocó una de sus alas de tal forma que fuese más sencillo subir a su lomo.
- ¿Montar un dragón? -la seriedad de hace un minutos se esfumó como si solo hubiese sido una ilusión. En mi rostro había una extraña sonrisa producto de la emoción de poder experimentar algo nuevo.
Sin pensarlo dos veces me aproxime hacia el gran reptil (mientras frotaba mis pies en el suelo en un intento por limpiar un poco las suelas) y tal era mi emoción que utilicé de manera inconsciente mi técnica “Tres pasos” que imitaba la habilidad de mi nakama y me permitía patear el aire para desplazarse.
- Disculpe señor. -comenté al pisar su lomo, considerando la suciedad en mis botas, era lo mínimo que podía hacer. Acto seguido me acomodé de tal forma que me fuese posible sostenerme y no caer al despegar.- ¿Qué esperan ustedes? Suban rapido. -en mi rostro había una amplia sonrisa.
- Bien hecho Erik. -expresé con una pequeña sonrisa, la cual desapareció de inmediato al escuchar a la pequeña dar su respuesta.
Era decepcionante que no fuese algo positivo, pero por otro lado salió una palabra interesante, “Jefazos”. Era muy poco para asegurar que ella trabajaba para alguien de aquí. Bien podría solo una forma de expresarse, por tanto sería contraproducente darle demasiada importancia a ese detalle.
- Oh, que mal, de todas maneras gracias. -no parecía buena idea seguir preguntando, considerando su carácter podría hacerla enojar o en el mejor de los casos solo me contestaría “ya te dije que yo no sé…
Hamlet me llamó, indicando que la joven que lo acompañaba se había desmayado. De inmediato me desplacé hacia su posición pensando que alguna criatura podría haber estado acechando en el agua fangosa, pero en cuanto estuve cerca de ambos, la marine parecía estar comenzando a reaccionar a las ligeras palmadas de Wyrm.
Parecía estar algo aturdida, pero no presentaba signos aparentes de peligro.
La ligera molestia en mi cabeza aún se hacía presente, por lo que llegué a una pequeña suposición de lo que había ocurrido.
- Ella estará bien, pero te recomendaría estar pendiente, es probable que sufra otro desmayo más adelante.
No había mucho que se pudiera hacer ante ese tipo de poder y de manifestarse con mayor intensidad, quizás solo uno de los presentes podría mantenerse en pie… Mi mirada se desvió a mis esqueletos.* El mantra no detecta a algo sin vida y parece que ese tipo de poder tampoco afecta a algo sin alma. *si tuviese un conocido con ese extraño poder podría ponerlo a prueba como era debido, por ahora solo podía mantenerlo como una excepción a causa de la baja intensidad de poder.
* Que complicado es esto.
Con la puerta abierta solo quedaba avanzar entre más lodo, un poco de esfuerzo, pero nada que no fuese imposible de superar.
La siguiente sala era bastante amplia con plataformas y lo que parecía ser una Ciaran muerta, aunque sin los lunares en su piel.
* ¿Será esta una de las pruebas que ella mencionó? *si era así, ese sitio debía contar con un presupuesto bastante elevado y no solo eso, en alguna parte debería haber documentación valiosa para algunos.
La voz del comodoro mencionando el nombre del dragón, me hizo levantar la mirada en un intento por ver lo que él, aunque sin resultados.
* ¿Atacar al dragón? Bueno es verdad que es un pirata, sin embargo Kimura nunca lo consideró un enemigo… Bueno, no tendré problemas en hacerlo si hay un motivo, aunque eso no quiere decir que sea capaz de confrontarlo y salir victorioso.
- A la orden. -expresé con seriedad ante la indicación.
El comodoro mencionó algo sobre ser lento al subir a pie, posteriormente comenzó a crecer en tamaño, obligandome a alejarme un poco para evitar problemas. Una vez terminado de convertirse, colocó una de sus alas de tal forma que fuese más sencillo subir a su lomo.
- ¿Montar un dragón? -la seriedad de hace un minutos se esfumó como si solo hubiese sido una ilusión. En mi rostro había una extraña sonrisa producto de la emoción de poder experimentar algo nuevo.
Sin pensarlo dos veces me aproxime hacia el gran reptil (mientras frotaba mis pies en el suelo en un intento por limpiar un poco las suelas) y tal era mi emoción que utilicé de manera inconsciente mi técnica “Tres pasos” que imitaba la habilidad de mi nakama y me permitía patear el aire para desplazarse.
- Disculpe señor. -comenté al pisar su lomo, considerando la suciedad en mis botas, era lo mínimo que podía hacer. Acto seguido me acomodé de tal forma que me fuese posible sostenerme y no caer al despegar.- ¿Qué esperan ustedes? Suban rapido. -en mi rostro había una amplia sonrisa.
- Resumen :
- -Agrader a la tontatta.
-Ver a la joven y comentarle a Wyrm que la vigile.
-Subir al lomo de Zuko utilizando mi imitación barata de las técnicas del CP.
-Decirle al resto que suban de una vez
Kaito Takumi
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Una vez más en su larga y socialmente torpe vida, Kaito había hablado demasiado. Cruzándose de brazos ante los reproches de su “patrón”, el ningyo se apartó de los botones del ascensor dejando que otros decidieran la planta. Seguía, sin embargo, pensando que su idea era la correcta, y lamentaba que no hubiera otra forma de actuar para dar a conocer sus ideas que hablando.
Evaluando las alternativas que le quedaban en aquel día que se había vuelto bastante menos maravilloso al poder ser su último, el chico pulpo no terminó de decidirse a abandonar el grupo. Aunque lo que más contribuyó a aquella decisión era que aún no le habían respondido sobre dónde estaba y qué había pasado con aquella extraña morsa…
Repasando en silencio el horizonte de sucesos, el sireno dedujo que no tenía muchas opciones de terminar aquella jornada entero. Si iba solo, era bastante probable que encontrara algo o alguien que presentara más dificultades que un simple acertijo. Y si continuaba con el grupo que le había abandonado, cuyo miembro que más conocía le echaba en cara sus "errores" y a cuya única fémina había "acosado" momentáneamente... Bueno, si todo terminaba también podrían darle fin a él para quitárselo de enmedio y quedarse con su "parte"; si es que llegaba a tenr alguna. Por las dudas frente al animal y la promesa de una muerte más distanciada en el futuro, Kaito continuó con ellos.
Aunque eso no quitaba que buscase la mínima oportunidad para cambiar su destino, ya fuese marchándose de allí sin importarle la condena del mar o bien intentando cambiar la perspectiva de sus compañeros hacia él. Obviamente, lo primero, e incluso que él acabase con la maldita torre, le parecía bastante más probable.
Evaluando las alternativas que le quedaban en aquel día que se había vuelto bastante menos maravilloso al poder ser su último, el chico pulpo no terminó de decidirse a abandonar el grupo. Aunque lo que más contribuyó a aquella decisión era que aún no le habían respondido sobre dónde estaba y qué había pasado con aquella extraña morsa…
Repasando en silencio el horizonte de sucesos, el sireno dedujo que no tenía muchas opciones de terminar aquella jornada entero. Si iba solo, era bastante probable que encontrara algo o alguien que presentara más dificultades que un simple acertijo. Y si continuaba con el grupo que le había abandonado, cuyo miembro que más conocía le echaba en cara sus "errores" y a cuya única fémina había "acosado" momentáneamente... Bueno, si todo terminaba también podrían darle fin a él para quitárselo de enmedio y quedarse con su "parte"; si es que llegaba a tenr alguna. Por las dudas frente al animal y la promesa de una muerte más distanciada en el futuro, Kaito continuó con ellos.
Aunque eso no quitaba que buscase la mínima oportunidad para cambiar su destino, ya fuese marchándose de allí sin importarle la condena del mar o bien intentando cambiar la perspectiva de sus compañeros hacia él. Obviamente, lo primero, e incluso que él acabase con la maldita torre, le parecía bastante más probable.
- Resumen "Inciso" 2:
Además del anterior post, pues distanciarme de los botones y que decidan otros.
Ir con todos a la 4º planta supongo por Lysbeth, a la que no paramos.
Luka Rooney
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El tiburón no podía contener su ira. Todo iba de mal en peor, y sentía que les estaban vacilando constantemente. ¿Qué final del mundo tiene puzzles y mierdas como aquellas? Y para cabrear más al gyojin, cuando le piden que use la fuerza, da con una pantalla que ni se inmuta ante uno de sus golpes. ¿De qué coño estaba hecha? ¿De diamante? Para más inri, terminan pasando de sala porque al nuevo se le ocurre tararear y silbar una maldita canción.
- Estoy hasta los huevos de este sitio, Zane, esto no puede seguir así, nos han engañado del todo, estoy segurísimo.
Apretando el puño con rabia, Luka siguió a los suyos, observando cómo Zane parecía haber vuelto a la normalidad a juzgar por la forma que tenía de dirigirse a ellos. Y más cuando encontraron a los “AB/CD”, que por lo visto eran unos virtuosos músicos.
Zane empezó a actuar como un verdadero grupi, le surgió un brillo en los ojos y empezó a decir cosas propias de su capitán. Quería cantar, y no dudó en quitarle el micro al cantante, no sin antes darle la petaca al habitante del mar.
Luka suspiró, a sabiendas de que se podían estar metiendo en otro lío, y tras ello, dió un par de tragos y le pasó la petaca a Alviss.
- Déjale algo al nuevo, anda, que viendo el panorama, lo va a necesitar.
Cuando el gyojin se acercó a su capitán, éste le pasó el micro, dejándole por un momento en blanco. Su cabreo natural sumado a todo lo que estaba pasando le hizo apretarlo con fuerza y lanzárselo a Alviss.
- Que le den a todo, Zane -comentó acercándose a los AB/CD-. Oye, tenemos que avanzar en esta mierda de sitio, y no nos vale la puerta por la que hemos entrado. ¿Sabéis qué puto puzzle tenemos que pasar?
- Estoy hasta los huevos de este sitio, Zane, esto no puede seguir así, nos han engañado del todo, estoy segurísimo.
Apretando el puño con rabia, Luka siguió a los suyos, observando cómo Zane parecía haber vuelto a la normalidad a juzgar por la forma que tenía de dirigirse a ellos. Y más cuando encontraron a los “AB/CD”, que por lo visto eran unos virtuosos músicos.
Zane empezó a actuar como un verdadero grupi, le surgió un brillo en los ojos y empezó a decir cosas propias de su capitán. Quería cantar, y no dudó en quitarle el micro al cantante, no sin antes darle la petaca al habitante del mar.
Luka suspiró, a sabiendas de que se podían estar metiendo en otro lío, y tras ello, dió un par de tragos y le pasó la petaca a Alviss.
- Déjale algo al nuevo, anda, que viendo el panorama, lo va a necesitar.
Cuando el gyojin se acercó a su capitán, éste le pasó el micro, dejándole por un momento en blanco. Su cabreo natural sumado a todo lo que estaba pasando le hizo apretarlo con fuerza y lanzárselo a Alviss.
- Que le den a todo, Zane -comentó acercándose a los AB/CD-. Oye, tenemos que avanzar en esta mierda de sitio, y no nos vale la puerta por la que hemos entrado. ¿Sabéis qué puto puzzle tenemos que pasar?
- Resumen:
Preguntar a los AB/CD si saben como salir de esa sala.
Ellie
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Ellie observó a sus amigos mientras recomponía la postura. La pelea con aquél músico le estaba costando llevar su cuerpo al límite, y como tal, se notaba bastante más cansada de lo que solía acostumbrar. Entonces, cuando ojeó de nuevo a su enemigo, que seguía intentando excusarse por cada cosa que hacía, observó su hombro derecho, al cual su magma había alcanzado. Sonrió, aunque pronto su gesto se torció, al ver lo que el rival tramaba.
El sonido que salió de aquella extraña cosa que el músico había hecho provocó una onda que avanzaba lentamente hacia ellos, señalizando su paso por el suelo e intimidando a la mink. Iulio fue el primero en reaccionar, lanzando su luz en la dirección a la onda de choque.
La loba esperó, paciente, a que Giotto hiciese algo, ella no sabía qué hacer. No podía atacar a distancia, o al menos no efectivamente, y quedarse a verlas venir no era una idea. Aunque… Y si…
Ellie junto sus palmas, creando una esfera de magma de unos treinta centímetros de diámetro. Ágilmente la lanzo en la dirección del músico, y tras ello corrió hasta la posición de Iulio por un lateral, intentando no cegarse por la luz.
La bola seguramente no impactaría en su rival, pero el calor que manaba de ella puede que le afectase. Además, al chocar con el suelo el magma se repartiría por el suelo y, probablemente, afectase a su rival.
- Confiamos en tí, Iulio -finalizaría, preparándose para usar tekkai si el plan del marine no funcionaba.
El sonido que salió de aquella extraña cosa que el músico había hecho provocó una onda que avanzaba lentamente hacia ellos, señalizando su paso por el suelo e intimidando a la mink. Iulio fue el primero en reaccionar, lanzando su luz en la dirección a la onda de choque.
La loba esperó, paciente, a que Giotto hiciese algo, ella no sabía qué hacer. No podía atacar a distancia, o al menos no efectivamente, y quedarse a verlas venir no era una idea. Aunque… Y si…
Ellie junto sus palmas, creando una esfera de magma de unos treinta centímetros de diámetro. Ágilmente la lanzo en la dirección del músico, y tras ello corrió hasta la posición de Iulio por un lateral, intentando no cegarse por la luz.
La bola seguramente no impactaría en su rival, pero el calor que manaba de ella puede que le afectase. Además, al chocar con el suelo el magma se repartiría por el suelo y, probablemente, afectase a su rival.
- Confiamos en tí, Iulio -finalizaría, preparándose para usar tekkai si el plan del marine no funcionaba.
- Resumen:
- Lanzar una bola de magma hacia el músico. Al tocar el suelo, se expandirá por el suelo.
- Acercarse a Iulio y prepararse para usar tekkai si su técnica sale mal.
- Lanzar una bola de magma hacia el músico. Al tocar el suelo, se expandirá por el suelo.
- Cosas:
- Akuma:
Nivel 20: Su control se eleva hasta ser capaz de controlar cien litros de magma, alcanzando éste una temperatura de seiscientos grados centígrados.
Scarlett F. Jones
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Aunque más de uno de los presentes tenía la intención de pasar a la siguiente sala, parecía que el maldito hombre roedor no nos dejaba pasar. Después de echarnos una llorada de que no es capaz de controlarse a la hora de ver comida y de que le habían roto la guitarra, volvió a lanzarse contra un hombre que podía controlar su cabello. Realmente aquel ser era muy pesado. Uno de los piratas parece que también se cansó de tantas distracciones y se puso en la trayectoria del castor para intentar proporcionarle una herida letal para que se estuviera quieto. Pero Mark le pidió que no lo hiciera. Pues él era demasiado bueno y quería hacerle algo de comer para poder pasar de una vez a la siguiente zona sin más distracciones molestas. Al parecer era también un usuario de fruta del diablo, pues creó de la nada una gran bola de queso la cual lanzó hacia delante con la intención de que el castor estuviera ocupado comiendo para que pudiéramos pasar. Por una parte me parecía inteligente, pero por otra parte pensaba que tener tanta compasión por el enemigo puede llegarle a costarle la vida en las batallas futuras.
En caso de que Justin no cayera en la distracción, le intentaría pegarle un tiro. Ya nos había quitado demasiado tiempo como para seguir perdiéndolo con alguien así. Cada minuto contaba, pues el mundo seguía en peligro. Estaba dispuesta a seguir al grupo de piratas, por el momento al menos. Además, estaba comenzando a mostrar interés por las frutas del diablo. Parecían ser bastante útiles y con muchas posibilidades.
En caso de que Justin no cayera en la distracción, le intentaría pegarle un tiro. Ya nos había quitado demasiado tiempo como para seguir perdiéndolo con alguien así. Cada minuto contaba, pues el mundo seguía en peligro. Estaba dispuesta a seguir al grupo de piratas, por el momento al menos. Además, estaba comenzando a mostrar interés por las frutas del diablo. Parecían ser bastante útiles y con muchas posibilidades.
- Resumen Sala del Castor:
- Bla, bla, bla, intentar pegarle un tiro al castor como siga de pesado y seguir a Mark en caso de que todo salga a pedir de boca
Taylor Fitzgerald
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El hombre de las cremalleras se llamaba Bucharatti y Taylor no pudo evitar reír por lo bajo cuando este le ofreció a su compañero una barrita para que se relajara. La autómata creía en lo que decía el hombre, si bien era cierto él en ningún momento había decidido atacarlos y tampoco tenía motivos. Sus intereses parecían sinceros así que Taylor le agradeció la confianza y el hecho de que le contara su propósito.
Tras eso, se acercó junto a Dretch, el cual seguía bastante tenso. Le miró de reojo y esbozó una sonrisa al ver como su puntiagudo mechón se deshacía por momentos. Tal vez necesitara ánimos sobre que todo iba a salir bien o quizás necesitaba un momento para calmarse, aunque la situación en la que se encontraban no era la más adecuada, pero a pesar de que el agente la había tratado un poco mal al principio ella estaba allí para ayudar a todos los agentes que lo necesitaran.
-Tienes que calmarte. No puedes ir hablándole así a cada persona que veamos o saldremos perdiendo. Tienes que mantenerte firme, hay mucha gente siguiéndote, ¿qué pensarán si te ven actuar de esta manera? - Tomó una pausa, con el semblante serio - Deberíamos dividirnos en grupos en cuanto abandonemos esta sala, tu y yo, ¿qué te parece? Creo que te vendría bien tomarte un descanso de toda esta panda hasta que lleguemos a lo alto, ellos pueden valerse por sí mismos.
Tras eso, vio como lanzaba la barrita de fobra y Shintaro la recogía al instante. Las palabras del agente regresaron a su mente. Había tenido una charla con sus superiores sobre qué era capaz de controlarse, pero por alguna razón aquella gente la instaba a rebelarse. Taylor se llevó la mano a la cabeza y cerró los ojos durante un instante. Cuando todo aquello terminase tendría una buena charla con el profesor Fitzgerald y sobre cómo se sentía.
Cogió la barrita al vuelo y la miró, para después mirar al ser deforme que estaba ante ellos. Tenía una especie de boca así que Taylor apretó la barrita y se acercó un par de metros a gran velocidad.
-¡Mantened la boca de esa cosa abierta! - Exclamó para todos.
Si lo conseguían, tiraría la barrita con suficiente fuerza para introducirla dentro del bicho.
Tras eso, se acercó junto a Dretch, el cual seguía bastante tenso. Le miró de reojo y esbozó una sonrisa al ver como su puntiagudo mechón se deshacía por momentos. Tal vez necesitara ánimos sobre que todo iba a salir bien o quizás necesitaba un momento para calmarse, aunque la situación en la que se encontraban no era la más adecuada, pero a pesar de que el agente la había tratado un poco mal al principio ella estaba allí para ayudar a todos los agentes que lo necesitaran.
-Tienes que calmarte. No puedes ir hablándole así a cada persona que veamos o saldremos perdiendo. Tienes que mantenerte firme, hay mucha gente siguiéndote, ¿qué pensarán si te ven actuar de esta manera? - Tomó una pausa, con el semblante serio - Deberíamos dividirnos en grupos en cuanto abandonemos esta sala, tu y yo, ¿qué te parece? Creo que te vendría bien tomarte un descanso de toda esta panda hasta que lleguemos a lo alto, ellos pueden valerse por sí mismos.
Tras eso, vio como lanzaba la barrita de fobra y Shintaro la recogía al instante. Las palabras del agente regresaron a su mente. Había tenido una charla con sus superiores sobre qué era capaz de controlarse, pero por alguna razón aquella gente la instaba a rebelarse. Taylor se llevó la mano a la cabeza y cerró los ojos durante un instante. Cuando todo aquello terminase tendría una buena charla con el profesor Fitzgerald y sobre cómo se sentía.
Cogió la barrita al vuelo y la miró, para después mirar al ser deforme que estaba ante ellos. Tenía una especie de boca así que Taylor apretó la barrita y se acercó un par de metros a gran velocidad.
-¡Mantened la boca de esa cosa abierta! - Exclamó para todos.
Si lo conseguían, tiraría la barrita con suficiente fuerza para introducirla dentro del bicho.
Simo Baker
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La cosa empezaba a mejorar pues, a pesar de que no habíamos acabado con la bestia, habíamos avanzado bastante. Por muy amenazante que fuera ese amasijo de carne lo habíamos dejado sin visión, se acabó lo de lanzarnos pinchos asesinos. Solo quedaba una cosa para tomar completamente la delantera, sacar a nuestro amigo el traga pirañas del interior de la bestia. No parecía que quisiera ayuda, pues tras ver como se generaba una boca al principio del agujero que el mismo había hecho con su fuerza bruta no se amedrentó, se puso a reír. “Un sujeto curioso”, pensé.
Además, el tema del coloso metálico parecía estar controlado. Dretch y Taylor habían hablado con él y parecía no estar del lado de Krauser, pero aun así… Aún era pronto para fiarse plenamente, aunque le hubiera dado al agente al mando una barrita energética como signo de paz. –Si de verdad no estás con Krauser, antes que nada podrías echarnos una mano con esto-, añadí a las palabras que le dirigió Shintaro. –¿Ves ese gigante de ahí? El que están a punto de comerse. Resulta que es amigo nuestro, si lo sacaras con una de tus cremalleras nos harías un gran favor-, le indiqué. Si me hacía caso habríamos acabado con el mayor problema que teníamos entre manos.
En ese mismo momento el brazoslargos se me acercó preguntándome por explosivos. Sí, tenía, y la verdad es que llevaba ya un buen rato queriendo usarlos, pero… Primero el maldito Dexter Black y ahora la posibilidad de explotar a nuestro amigo el gigante junto con la bestia. –Vamos a ello-, dije sacando mi última granada y comenzando a correr con mi soru. “Hemos venido a jugar”, me dije mentalmente pensando en lo altas que eran las posibilidades de que el plan saliera mal para nuestro grandullón. Al fin y al cabo su vida iba a depender de que el coloso lo sacase con una cremallera. O no, aún había algo más que podíamos hacer. –Buerganor, intenta sacar al gigante de ahí y cerrar la boca antes de que explote-, pedí al agente al pasar a su lado mostrándole la granada.
Retiré la anilla una vez estuve suficientemente cerca, de modo que el tiempo de detonación fuera suficiente para dar tiempo al equipo a actuar. Entonces me detuve un segundo para calcular la trayectoria de la granada. No iba a dejar que un movimiento raro del gigante, la bestia o incluso la barrita de fobra que había lanzado Seis la desviaran. Finalmente la lancé con todas mis fuerzas a lo más profundo de la bestia, donde al explotar, en caso de salir todo mal, los efectos sobre el gigante serían los mínimos posibles.
Además, el tema del coloso metálico parecía estar controlado. Dretch y Taylor habían hablado con él y parecía no estar del lado de Krauser, pero aun así… Aún era pronto para fiarse plenamente, aunque le hubiera dado al agente al mando una barrita energética como signo de paz. –Si de verdad no estás con Krauser, antes que nada podrías echarnos una mano con esto-, añadí a las palabras que le dirigió Shintaro. –¿Ves ese gigante de ahí? El que están a punto de comerse. Resulta que es amigo nuestro, si lo sacaras con una de tus cremalleras nos harías un gran favor-, le indiqué. Si me hacía caso habríamos acabado con el mayor problema que teníamos entre manos.
En ese mismo momento el brazoslargos se me acercó preguntándome por explosivos. Sí, tenía, y la verdad es que llevaba ya un buen rato queriendo usarlos, pero… Primero el maldito Dexter Black y ahora la posibilidad de explotar a nuestro amigo el gigante junto con la bestia. –Vamos a ello-, dije sacando mi última granada y comenzando a correr con mi soru. “Hemos venido a jugar”, me dije mentalmente pensando en lo altas que eran las posibilidades de que el plan saliera mal para nuestro grandullón. Al fin y al cabo su vida iba a depender de que el coloso lo sacase con una cremallera. O no, aún había algo más que podíamos hacer. –Buerganor, intenta sacar al gigante de ahí y cerrar la boca antes de que explote-, pedí al agente al pasar a su lado mostrándole la granada.
Retiré la anilla una vez estuve suficientemente cerca, de modo que el tiempo de detonación fuera suficiente para dar tiempo al equipo a actuar. Entonces me detuve un segundo para calcular la trayectoria de la granada. No iba a dejar que un movimiento raro del gigante, la bestia o incluso la barrita de fobra que había lanzado Seis la desviaran. Finalmente la lancé con todas mis fuerzas a lo más profundo de la bestia, donde al explotar, en caso de salir todo mal, los efectos sobre el gigante serían los mínimos posibles.
Giotto Leblanc
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—Maldito cenutrio —maldijo el agente, observando la incompetencia y grosería del criminal al inmiscuirse en el combate que estaban llevando a cabo. ¿No se había marchado con su pony? ¿Qué demonios hacía aquí de nuevo? ¿Y dónde estaba el pony? La mente de Giotto se puso a pensar en todo aquello, tras ver como su ataque había fallado.
En ese momento, con todos los contadores a cero, comenzó de nuevo la recarga de sus guanti di fiamma, haciendo que en la esfera del dorso emergiera un nuevo y reluciente contador. Tras eso, pudo ver como su contrincante convertía su extremidad derecha en un cilindro con el que realizó una nueva onda. Rápidamente, dando un golpecito tras otro con sus pies en el aire, se elevó hasta el techo. Desde allí intento aprenderse la panorámica de la estancia (si el moderador quiere, puede hacerme una descripción), y observó de nuevo el árbol y la tumba que había bajo los pies de ella. Que hubiera un árbol era algo extraño, sobre todo porque estaba en el interior de un edificio.
«Y si…»
Giotto se consideraba una persona respetuosa con la gente, y no le gustaba tocar aquello que era sagrado. Sin embargo, sabía que enrabietar a una persona podía llevarle por dos caminos. El primero era que atacara llevado por la ira, y fuera más predecible. Y el segundo, el que menos le gustaba al rubio, era que usara su mosqueo para mejorarse a sí mismo.
Unió sus manos y fue creando una gran concentración de fuego, que no dudó en soltar sobre el árbol para quemarlo por completo, intentando acabar con ese santuario de interior.
En ese momento, con todos los contadores a cero, comenzó de nuevo la recarga de sus guanti di fiamma, haciendo que en la esfera del dorso emergiera un nuevo y reluciente contador. Tras eso, pudo ver como su contrincante convertía su extremidad derecha en un cilindro con el que realizó una nueva onda. Rápidamente, dando un golpecito tras otro con sus pies en el aire, se elevó hasta el techo. Desde allí intento aprenderse la panorámica de la estancia (si el moderador quiere, puede hacerme una descripción), y observó de nuevo el árbol y la tumba que había bajo los pies de ella. Que hubiera un árbol era algo extraño, sobre todo porque estaba en el interior de un edificio.
«Y si…»
Giotto se consideraba una persona respetuosa con la gente, y no le gustaba tocar aquello que era sagrado. Sin embargo, sabía que enrabietar a una persona podía llevarle por dos caminos. El primero era que atacara llevado por la ira, y fuera más predecible. Y el segundo, el que menos le gustaba al rubio, era que usara su mosqueo para mejorarse a sí mismo.
Unió sus manos y fue creando una gran concentración de fuego, que no dudó en soltar sobre el árbol para quemarlo por completo, intentando acabar con ese santuario de interior.
Erik Carter
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Un simple "Gracias, señor" fue toda la respuesta de Erik al cumplido del comodoro, no porque no lo agradeciera, sino porque necesitaba salir de aquel fango antes de que su traje se mojase o todo el día sería un infierno.
La siguiente sala trajo consigo un cúmulo de circunstancias que hicieron que Erik no solo sonriese, sino que una llama se encendiera en su interior. El cadaver de un Rex, no hay problema. ¿El legendario Dexter Black? Genial. ¿Subirse a un maldito dragón y cargar contra él? Estúpido. Absurdo. Sublime. Este tipo de acción era lo que había llevado a Erik a salir de su isla, no siendo consciente en ningún momento de que probablemente aquel monstruo podría licuarle el cerebro con una simple mirada desdeñosa. De cualquier forma, la transformación en dragón del comodoro borró todo lo demás por unos instantes y, aunque carecía de habilidades especiales para ello, su ansia infantil hizo que subiera solo un instante después que Bizvan. Sin pensarlo, se sentó tras él, le dedicó una sonrisa cálida que reflejaba no solo agradecimiento por sus palabras de antes, sino una completa carencia de sentido común y un exceso de sentido de la aventura, o ataraxia, como lo llamarían otros. En cualquier caso, Erik no olvidaba una mínima dosis de modales, así que tras intentar sin éxito contener su expresión de alegría y éxtasis, agradeció al comodoro internamente.
-Con permiso, señor. -Dijo con respeto mientras se agarraba con firmeza, y con todo el cuidado que su estado de ánimo le permitía, que era más bien poco.
La siguiente sala trajo consigo un cúmulo de circunstancias que hicieron que Erik no solo sonriese, sino que una llama se encendiera en su interior. El cadaver de un Rex, no hay problema. ¿El legendario Dexter Black? Genial. ¿Subirse a un maldito dragón y cargar contra él? Estúpido. Absurdo. Sublime. Este tipo de acción era lo que había llevado a Erik a salir de su isla, no siendo consciente en ningún momento de que probablemente aquel monstruo podría licuarle el cerebro con una simple mirada desdeñosa. De cualquier forma, la transformación en dragón del comodoro borró todo lo demás por unos instantes y, aunque carecía de habilidades especiales para ello, su ansia infantil hizo que subiera solo un instante después que Bizvan. Sin pensarlo, se sentó tras él, le dedicó una sonrisa cálida que reflejaba no solo agradecimiento por sus palabras de antes, sino una completa carencia de sentido común y un exceso de sentido de la aventura, o ataraxia, como lo llamarían otros. En cualquier caso, Erik no olvidaba una mínima dosis de modales, así que tras intentar sin éxito contener su expresión de alegría y éxtasis, agradeció al comodoro internamente.
-Con permiso, señor. -Dijo con respeto mientras se agarraba con firmeza, y con todo el cuidado que su estado de ánimo le permitía, que era más bien poco.
Tenebrex
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Notablemente molesto, Edward siguió corriendo tras el metálico enemigo que aún tenía cautivos a Maki y a Annie. Pensaba que su ataque sería más eficaz, aunque tampoco estaba del todo frustrado. Había debilitado la estructura y tenía un plan. —¡Osu! ¡Voy a intentar otra cosa! —gritó mientras levantaba el pulgar hacia su líder.
Para emitir un campo energético como ese, el recubrimiento o capa exterior del robot no podía ser débil a la electricidad, pues cualquier fallo o descarga producida por accidente sería una potencial amenaza, pero el interior debía ser conductor sin duda alguna. Si estaba en lo cierto, una descarga dentro del robot podría tener grandes efectos sobre el mismo y, sin embargo, esta no saldría al exterior, por lo que sus compañeros revolucionarios no corrían peligro de ser electrocutados.
Su mano izquierda empezó a cubrirse hasta la muñeca de su dorado Haki de Armadura y de las uñas surgieron una especie de garras eléctricas. Acelerando tanto como podía con tal de alcanzar de nuevo a su objetivo, dio un gran salto y trató de incrustar su mano en la zona que había quedado descubierta tras levantar algunas placas con el golpe anterior. Si lo conseguía, se quedaría colgando en el brazo del robot, situación que aprovecharía para electrificar su Kagayaku en. Cuando esta se activara, con sus rápidas revoluciones y su dureza, trataría de usarla como si de una sierra se tratarra y cortar el brazo por la parte del codo, que debía ser más vulnerable para permitir la flexibilidad y el movimiento de la articulación. —Esperemos que esto funcione... —se decía mientras acercaba el artefacto a la zona que pretendía cortar.
Para emitir un campo energético como ese, el recubrimiento o capa exterior del robot no podía ser débil a la electricidad, pues cualquier fallo o descarga producida por accidente sería una potencial amenaza, pero el interior debía ser conductor sin duda alguna. Si estaba en lo cierto, una descarga dentro del robot podría tener grandes efectos sobre el mismo y, sin embargo, esta no saldría al exterior, por lo que sus compañeros revolucionarios no corrían peligro de ser electrocutados.
Su mano izquierda empezó a cubrirse hasta la muñeca de su dorado Haki de Armadura y de las uñas surgieron una especie de garras eléctricas. Acelerando tanto como podía con tal de alcanzar de nuevo a su objetivo, dio un gran salto y trató de incrustar su mano en la zona que había quedado descubierta tras levantar algunas placas con el golpe anterior. Si lo conseguía, se quedaría colgando en el brazo del robot, situación que aprovecharía para electrificar su Kagayaku en. Cuando esta se activara, con sus rápidas revoluciones y su dureza, trataría de usarla como si de una sierra se tratarra y cortar el brazo por la parte del codo, que debía ser más vulnerable para permitir la flexibilidad y el movimiento de la articulación. —Esperemos que esto funcione... —se decía mientras acercaba el artefacto a la zona que pretendía cortar.
- Resumen:
- Intento colgarme del brazo incrustando mi mano con Haki y uso un objeto con la intención de cortar parte del mismo (es en el que está Annie). Como sigo al robot, supongo que me dirigo a la sala 32.
- Cosas (se me olvidó la otra vez, sorry):
- Uso endurecimiento por segundo asalto consecutivo, que al cuadruplicar el gasto suponen 8 turnos (de 20).
La técnica que uso en la mano izquierda:
Nombre de la técnica: Centellas
Naturaleza de la técnica: Elemental
Descripción de la técnica: Edward carga electricidad en sus dedos, que escénicamente parecen tener garras doradas. Estas se desprenden al quedarse clavadas en el enemigo y se desvanecen al instante, tras producir una descarga. La técnica se basa en el conocimiento anatómico del usuario, que busca los nervios para, mediante descargas, limitar el movimiento de su enemigo. Está compuesta por diez golpes (uno por cada dedo), aunque no es necesario aplicarlos todos para que surta efecto (aunque estos se verán reducidos cuantos menos se acierten).
Tiempo de canalización: Un segundo.
Lo de los nervios y la limitación de movimiento no aplican, aunque al ser un robot debe haber daños, aunque distintos.
El ámbito de electricidad que uso para activar un objeto (no lo uso a plena potencia, porque para qué iba a hacerlo):
De manera pasiva, Edward es casi invulnerable a los ataques eléctricos (Resiste 2/3 del daño).
De manera activa, puede crear descargas o corrientes de alta intensidad (a este nivel ya puede usarlo para aumentar la temperatura de las cosas o incluso quemarlas o fundirlas, dependiendo del material. 1.500 Cº y 10.000 amperios.), teniendo dos post de recarga. Su control ha mejorado a tal nivel que, cuando alcanza a su enemigo, Edward puede hacer que la electricidad contrarreste los impulsos nerviosos de su enemigo, haciendo que este se quede inmóvil durante un asalto. Para hacerlo, debe hacer un gesto con sus manos (abrirlas y cerrarlas de golpe) tras el impacto, y la recarga se duplica (4 posts).
Y, finalmente, el objeto:
Nombre del objeto: Kagayaku en (Calidad mítica)
Descripción: Una pulsera elástica de color azul eléctrico.
Cualidades del material: Elasticidad, dureza y tenacidad.
Cualidades excepcionales: En contacto con la electricidad, aumenta su radio (sin caerse, se queda alrededor de la muñeca del usuario) y se convierte en un aro de energía que gira y brilla. En esa forma, puede usarse para bloquear golpes, cortar si mantiene el contacto (por eso de que gira), etc. Esa forma se mantiene durante los posts en los que reciba descargas (normalmente, uno solo). 1500 revoluciones por minuto y dureza 9.
Funciones: Ofensivas y defensivas
Zack Suky
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Mis palabras y ofrecimiento cayeron una vez más en saco roto. La chica bestia había engatusado al garrulo como quien engaña a un Maki con una limonada, consiguiendo que este nos arreglase el ascensor en apenas un instante. Bueno, si es que se le podía llamar arreglo a lo que había hecho.
-Eso parece, aunque yo tampoco me fiaría mucho - contesté entre dientes a William mientras lo seguía al interior del aparato.
En lo primero en que me fijé fue en los botones que marcaban los supuestos pisos. No me fiaba para nada de lo que ponía en aquel panel, ya que si daba por hecho que cada paso que dábamos conllevaba resolver algún tipo de prueba, por absurda que fuera, había que suponer que el aparato también escondía alguna. Por lo que no entré en la discusión que se formó por ver quien pulsaba un botón primero. Al fin y al cabo los números tampoco tenían por qué significar nada. Quienquiera que lo haya construido podría haberlo configurado para que funcionase como él quisiera, a lo mejor hasta no funcionaban y el control era completamente remoto y solo estaba puesto para reírse de nosotros, pero como tampoco me sentía con voz ni voto para que mi opinión valiese de algo dentro del grupo opté por callarme sobre el tema y me centré en contestar al pelirrojo con problemas de incontinencia.
-Será mejor que no hablemos muy alto de ella. Tiene la mala costumbre de aparecer cuand... - y sin previo aviso, antes de que pudiese acabar la frase, algo se removió en el bolsillo de mi pantalón como un vaticinio de lo que iba a suceder.
El dial salió despedido de mi bolsillo y antes de tocar el suelo o de que pudiese cogerlo se había vuelto a transformar en animal. Puto bicho. Normalmente estaba acostumbrado a sus abruptas apariciones, pero esta vez el muy estúpido se quedó como hipnotizado con los botones del ascensor y se lanzó a por ellos con la intención de toquetearlos todos con sus asquerosas aletas. A mí ya no me daba tiempo de detenerlo, por lo que no sabía que podía pasar si se pulsaban todos, pero no por ello se iba a librar de la regañina pertinente.
-¡Estate quieto estúpido bicho! - espeté llamándole la atención, aunque de forma inútil porque ya habría toqueteado todo si alguien no lo había parado. -Vuelve a la concha Franklyn, no me hagas repetírtelo - proseguí usando un tono autoritario mientras la morsa buscaba cobijo tras la mujer súcubo. Lo que me hacía falta. -Sal de ahí y deja de olerla... No seas guarro - dije tras comprobar que olfateaba a la mujer con evidente ansia. Estaba indomable el muy cabrón. -Sino te importa, no lo mates - empecé a decirle a la chica con un tono más agradable. -No es solo porque no quiera perderme ese gusto... Sino que tendría que aguantar luego a su dueño si le pasa algo y es muy pesado.
-Eso parece, aunque yo tampoco me fiaría mucho - contesté entre dientes a William mientras lo seguía al interior del aparato.
En lo primero en que me fijé fue en los botones que marcaban los supuestos pisos. No me fiaba para nada de lo que ponía en aquel panel, ya que si daba por hecho que cada paso que dábamos conllevaba resolver algún tipo de prueba, por absurda que fuera, había que suponer que el aparato también escondía alguna. Por lo que no entré en la discusión que se formó por ver quien pulsaba un botón primero. Al fin y al cabo los números tampoco tenían por qué significar nada. Quienquiera que lo haya construido podría haberlo configurado para que funcionase como él quisiera, a lo mejor hasta no funcionaban y el control era completamente remoto y solo estaba puesto para reírse de nosotros, pero como tampoco me sentía con voz ni voto para que mi opinión valiese de algo dentro del grupo opté por callarme sobre el tema y me centré en contestar al pelirrojo con problemas de incontinencia.
-Será mejor que no hablemos muy alto de ella. Tiene la mala costumbre de aparecer cuand... - y sin previo aviso, antes de que pudiese acabar la frase, algo se removió en el bolsillo de mi pantalón como un vaticinio de lo que iba a suceder.
El dial salió despedido de mi bolsillo y antes de tocar el suelo o de que pudiese cogerlo se había vuelto a transformar en animal. Puto bicho. Normalmente estaba acostumbrado a sus abruptas apariciones, pero esta vez el muy estúpido se quedó como hipnotizado con los botones del ascensor y se lanzó a por ellos con la intención de toquetearlos todos con sus asquerosas aletas. A mí ya no me daba tiempo de detenerlo, por lo que no sabía que podía pasar si se pulsaban todos, pero no por ello se iba a librar de la regañina pertinente.
-¡Estate quieto estúpido bicho! - espeté llamándole la atención, aunque de forma inútil porque ya habría toqueteado todo si alguien no lo había parado. -Vuelve a la concha Franklyn, no me hagas repetírtelo - proseguí usando un tono autoritario mientras la morsa buscaba cobijo tras la mujer súcubo. Lo que me hacía falta. -Sal de ahí y deja de olerla... No seas guarro - dije tras comprobar que olfateaba a la mujer con evidente ansia. Estaba indomable el muy cabrón. -Sino te importa, no lo mates - empecé a decirle a la chica con un tono más agradable. -No es solo porque no quiera perderme ese gusto... Sino que tendría que aguantar luego a su dueño si le pasa algo y es muy pesado.
- Importante. Los del ascensor, leed:
-Pensar que es una tontería discutir sobre que botón pulsar porque quien lo haya construido puede haberlo configurado como él quiera.
-Contestar a Kaito sobre la morsa, que hace su aparición estelar en el ascensor e intenta pulsar todos los botones si nadie se lo impide. Mientras lo regaño se esconde tras Lys, a la que no duda en olfatear como un salido.
Roland von Klauswitz
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Vaya lío se estaba montando allí. El pulpo desbocado montaba casi tanto escándalo como el que armaban los muchachos del Gobierno que atacaban salvajemente al extraño hombre-braguetas. Todo aquello iba adquiriendo tintes cada vez más macabros, sobre todo por ese extraño proceso de regeneración por el que el ser tentacular usaba los trozos de carne de su propio cuerpo como armas y... ¿De qué estaba hecha esa cosa?
En cualquier caso, parecía que los mamíferos se las apañaban bien. Se había planteado intervenir varias veces, pero al ver que ninguno de ellos parecía estar a punto de morir, lo consideró innecesario. ¿Por qué iba a interferir? Esa lucha les vendría bien como entrenamiento. Además, a Kodama no le apetecía nada. Por ese motivo se quedó contemplando cómo se desarrollaba el furioso y confuso combate. La habilidad del extraño hombre de hojalata era de lo más curiosa, y el Roble se estaba preguntando si tendría algún uso aplicable a la jardinería. Sería muy útil tener una cremallera en sus plantas carnívoras. Así podría abrirlas en caso de que se comiesen a algún recluta. Otra vez.
Llegó un punto en que se cansó de su pasiva y poco concienzuda supervisión. Las reservas que acudieron a su mente cuando el Yonko se alejó de él ya no existían; podía dejar a esos polluelos por su cuenta, sobre todo después de que uno de los dos enemigos se revelase como un inofensivo amante de los cereales con forma fálica. Aunque, como médico, cuestionaba la idoneidad de las barritas hechas con trozos de periódico y envueltas en un plástico chillón. En fin, humanos...
Se alejó de la zona de combate tranquilamente, casi como si estuviese en su casa. Se había permitido relajarse, y eso era un problema porque ahora le costaría volver a concentrarse. Todo era por culpa de esa música tan horrenda que ponían de vez en cuando. Le obligaba a ocultar sus oídos y así se dispersaban sus pensamientos. Su especie no estaba hecha para eso de prestar atención constantemente. Por suerte aún recordaba lo que tenía que hacer. Buscaría un camino hacia la parte superior de la torre. ¿Por qué hacia arriba? Porque a los humanos les gustaba poner los despachos de los superiores en rango cuanto más alto, mejor. Era de esperar que el responsable de todo aquello se encontrara en la cúspide del edificio.
Y allá que se fue, recordando el largo vistazo que había echado al mapa de Black y caminando al azar ignorándolo totalmente. Cruzaría la primera puerta que viese y a ver qué se encontraba. Era solo cuestión de tiempo dar con unas escaleras que subieran.
En cualquier caso, parecía que los mamíferos se las apañaban bien. Se había planteado intervenir varias veces, pero al ver que ninguno de ellos parecía estar a punto de morir, lo consideró innecesario. ¿Por qué iba a interferir? Esa lucha les vendría bien como entrenamiento. Además, a Kodama no le apetecía nada. Por ese motivo se quedó contemplando cómo se desarrollaba el furioso y confuso combate. La habilidad del extraño hombre de hojalata era de lo más curiosa, y el Roble se estaba preguntando si tendría algún uso aplicable a la jardinería. Sería muy útil tener una cremallera en sus plantas carnívoras. Así podría abrirlas en caso de que se comiesen a algún recluta. Otra vez.
Llegó un punto en que se cansó de su pasiva y poco concienzuda supervisión. Las reservas que acudieron a su mente cuando el Yonko se alejó de él ya no existían; podía dejar a esos polluelos por su cuenta, sobre todo después de que uno de los dos enemigos se revelase como un inofensivo amante de los cereales con forma fálica. Aunque, como médico, cuestionaba la idoneidad de las barritas hechas con trozos de periódico y envueltas en un plástico chillón. En fin, humanos...
Se alejó de la zona de combate tranquilamente, casi como si estuviese en su casa. Se había permitido relajarse, y eso era un problema porque ahora le costaría volver a concentrarse. Todo era por culpa de esa música tan horrenda que ponían de vez en cuando. Le obligaba a ocultar sus oídos y así se dispersaban sus pensamientos. Su especie no estaba hecha para eso de prestar atención constantemente. Por suerte aún recordaba lo que tenía que hacer. Buscaría un camino hacia la parte superior de la torre. ¿Por qué hacia arriba? Porque a los humanos les gustaba poner los despachos de los superiores en rango cuanto más alto, mejor. Era de esperar que el responsable de todo aquello se encontrara en la cúspide del edificio.
Y allá que se fue, recordando el largo vistazo que había echado al mapa de Black y caminando al azar ignorándolo totalmente. Cruzaría la primera puerta que viese y a ver qué se encontraba. Era solo cuestión de tiempo dar con unas escaleras que subieran.
- Resumen:
- Pirarse y dejar a los chavales con el marrón del pulpo - La idea es ir a la sala 11 y, si se puede, atravesarla para ir a la 13.
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No golpeó la puerta. Ni siquiera la empujó. Y no lo hizo porque, a pesar de desearlo, odiaría encontrarse con que no servía de nada. No pensaba permitir que un estúpido edificio le dejase en evidencia por tercera vez. Aunque le estaba cogiendo un asco a ese sitio... Mientras él trasteaba por ahí buscando algún botón secreto o una de esas chorradas que tanto gustaban a los villanos locos, un imbécil tamaño familiar tuvo la osadía de abrirla de un empujón para para pasar al otro lado con su amiga la orejuda.
No había luz en la sala adyacente, tan solo una penumbra apenas iluminada a través de la puerta abierta. Tirada en el suelo, más bien. Arribor se sintió un poco satisfecho al pisotearla, aunque no demasiado. La horrenda visión del abuelo semidesnudo le hizo olvidar todo lo demás, y su mente se vio ocupada por una turbia sombra de repulsión.
-Pero, ¿qué coño haces, Princesa? -"¿Me ha cambiado por este viejo?", pensó con odio incandescente-. No sabía que te iban tan maduritos. Y tú, abuelo, deja...
La aparición de unos hombres armados le interrumpió. ¿Qué querían esos? ¿Es que no veían que allí estaban ocupados? Cayó en la cuenta poco más tarde de que trabajaban para esa tipa con orejas picudas y cara de duende. Otra que se metía donde nadie la llamaba. Esa torre estaba llena de plastas... Al menos era graciosa. Arribor no pudo evitar echarse a reír cuando oyó su ridícula proposición.
-Jajajaja, lo que faltaba, otra petarda muerdecuellos. Con esos dientecitos no le sorberías la sangre ni al esqueleto de mono éste -señaló al viejo sin pantalones-. ¿Tú eres una vampira? Pareces más uno de esos murciélagos que sorben el jugo de las ciruelas. Seguro que por eso tu piel es del color del papel meado -Por alguna razón sentía una repentina aversión hacia esa mocosa.-.Y encima te las das de inmortal. Yo conocí a un vampiro de verdad, y te aseguro que su vida no fue muy eterna, que digamos.
Cuántos recuerdos le traían los chupasangre. Derian Markov había sido su... No tenía muy claro qué habían sido. Enemigos ocasionales y dudosos aliados, tal vez, pero eso no importaba. Aquel hombre sí que imponía. Era la clase de persona que uno esperaría que bebiese sangre como algo natural, mucho más impresionante que la panda de vampiros de pacotilla que lo habían ido siguiendo.
-Bueno, Princesa, déjate de rollos y empieza a mover el culo. ¿Sabes hacia dónde tenemos que ir? Intenta no tirarle los tejos a todos los bichos raros que hay por aquí, ¿vale?
"O tendré que matarlos" , añadió para sí.
No había luz en la sala adyacente, tan solo una penumbra apenas iluminada a través de la puerta abierta. Tirada en el suelo, más bien. Arribor se sintió un poco satisfecho al pisotearla, aunque no demasiado. La horrenda visión del abuelo semidesnudo le hizo olvidar todo lo demás, y su mente se vio ocupada por una turbia sombra de repulsión.
-Pero, ¿qué coño haces, Princesa? -"¿Me ha cambiado por este viejo?", pensó con odio incandescente-. No sabía que te iban tan maduritos. Y tú, abuelo, deja...
La aparición de unos hombres armados le interrumpió. ¿Qué querían esos? ¿Es que no veían que allí estaban ocupados? Cayó en la cuenta poco más tarde de que trabajaban para esa tipa con orejas picudas y cara de duende. Otra que se metía donde nadie la llamaba. Esa torre estaba llena de plastas... Al menos era graciosa. Arribor no pudo evitar echarse a reír cuando oyó su ridícula proposición.
-Jajajaja, lo que faltaba, otra petarda muerdecuellos. Con esos dientecitos no le sorberías la sangre ni al esqueleto de mono éste -señaló al viejo sin pantalones-. ¿Tú eres una vampira? Pareces más uno de esos murciélagos que sorben el jugo de las ciruelas. Seguro que por eso tu piel es del color del papel meado -Por alguna razón sentía una repentina aversión hacia esa mocosa.-.Y encima te las das de inmortal. Yo conocí a un vampiro de verdad, y te aseguro que su vida no fue muy eterna, que digamos.
Cuántos recuerdos le traían los chupasangre. Derian Markov había sido su... No tenía muy claro qué habían sido. Enemigos ocasionales y dudosos aliados, tal vez, pero eso no importaba. Aquel hombre sí que imponía. Era la clase de persona que uno esperaría que bebiese sangre como algo natural, mucho más impresionante que la panda de vampiros de pacotilla que lo habían ido siguiendo.
-Bueno, Princesa, déjate de rollos y empieza a mover el culo. ¿Sabes hacia dónde tenemos que ir? Intenta no tirarle los tejos a todos los bichos raros que hay por aquí, ¿vale?
"O tendré que matarlos" , añadió para sí.
- Resumen:
- Yarmin es mío, lagarta
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Mi ataque había tenido un gran efecto en aquel ser, el corte fue profundo y lo dejó con bastantes daños. Sin embargo, pude ver como comenzó a regenerarse. “Sin núcleo central, alta capacidad regenerativa, tiene pinta de ser un extraño experimento, ojalá tuviese tiempo para investigarla un poco más” pensé mientras avanzaba hacia el lugar por el que se había ido el capitán y el resto de integrantes de la banda.
Pudiese ser que estuviésemos en tregua con el Gobierno por el momento, pero aquel oponente solo nos iba a hacer perder tiempo, mucho tiempo, y no disponíamos de mucho. Cuando entré en la siguiente sala pude ver como el capitán desaparecía hacia la siguiente.
Habían dejado en la sala el cuerpo mutilado de una criatura, bueno, el cuerpo no estaba completo, pero era un cadáver de lo que parecía un dinosaurio sin duda alguna, había visto bastantes en mis viajes.
No me entretuve y subí por unas escaleras que llevaban hasta el siguiente piso. En ella no vi gran cosa, unos railes metálicos, unas escaleras anchas que seguían subiendo y un par de puertas que imaginé que daban a otras salas.
-Ya estoy aquí capitán – dije en cuanto llegué al nivel – ¿deberíamos subir? ¿o damos más vueltas?
En mi opinión, la respuesta era seguir subiendo, aunque quizás no fuese tan sencillo, aquellas escaleras tenían unas compuertas que impedían el paso y se deberían de abrir de alguna forma. Saqué nuevamente el libro y comencé a leer en lo que Dexter decidía que hacer.
Pudiese ser que estuviésemos en tregua con el Gobierno por el momento, pero aquel oponente solo nos iba a hacer perder tiempo, mucho tiempo, y no disponíamos de mucho. Cuando entré en la siguiente sala pude ver como el capitán desaparecía hacia la siguiente.
Habían dejado en la sala el cuerpo mutilado de una criatura, bueno, el cuerpo no estaba completo, pero era un cadáver de lo que parecía un dinosaurio sin duda alguna, había visto bastantes en mis viajes.
No me entretuve y subí por unas escaleras que llevaban hasta el siguiente piso. En ella no vi gran cosa, unos railes metálicos, unas escaleras anchas que seguían subiendo y un par de puertas que imaginé que daban a otras salas.
-Ya estoy aquí capitán – dije en cuanto llegué al nivel – ¿deberíamos subir? ¿o damos más vueltas?
En mi opinión, la respuesta era seguir subiendo, aunque quizás no fuese tan sencillo, aquellas escaleras tenían unas compuertas que impedían el paso y se deberían de abrir de alguna forma. Saqué nuevamente el libro y comencé a leer en lo que Dexter decidía que hacer.
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El espadachín siguió al grupo que perseguía a la bestia mecánica tratando de mantener el ritmo junto a los demás. Todos parecían tener una meta común: Salvar a los dos prisioneros. Habían superado con éxito la extraña habitación transparente cuando el gorila empezó a actuar de manera mas agresiva tras recibir los ataques de los que sin duda alguna eran unos poderosos miembros del ejército.
Sonrió sin darse cuenta. Se encontraba en una situación peligrosa junto a hombres y mujeres que no había visto antes aparte de Maki y ninguno parecía defraudar la fama del ejército: poder. El muchacho saltó evitando ser golpeado por los restos de madera que hace unos segundos era una caja. El gorila arrastraba uno de sus brazos y éste lo destrozaba todo a su paso. El material del que estaba compuesto era duro... muy duro.
—¡Quizás podamos aprovechar la situación! —dijo en voz alta pero sin que llegue a ser un grito. Sus palabras quedaron apagadas por las acciones de uno de los miembros que tenía un aura dorada y empezó a ¿cortarle el brazo? Sus ojos se agrandaron de golpe al ver por primera vez una habilidad así.
De repente se escuchó un ruido melodioso y alzó la vista casi al instante para ver un piano ser partido en varios trozos en parte por el brazo del simio pero a la vez por la cara de Maki. El muchacho de pelo negro saltó con la elegancia de un gato para volver a impulsarse en los trozos que todavía seguían en el aire del piano y así evitar chocarse contra ellos. El golpe de las cuerdas rotas rebotaba en la sala que había justo saliendo del pasillo de la habitación transparente. Estaban atravesando la sala de los submarinos y debido a los ataques y la resistencia que ofrecía el centro de atención las placas de metal se doblaban y los bordes se elevaban como el papel arrugado.
Consiguieron seguir al simio por un largo pasillo hasta llegar a una sala que se llegaba por medio de unas escaleras mecánicas. Sky se alegró un montón ya que al subirse se agachó casi al instante y se apoyó en sus rodillas recuperando el aliento. El sudor le caía por la cara. Llevaban bastantes minutos corriendo a pleno pulmón y el muchacho observaba los movimientos e intentos de los demás por eliberar a los prisioneros. Él analizó la situación y actualmente no había manera de que su poder sirviera para romper un brazo tan poderoso y resistente. Quizás habría algo más que pudiera hacer. Estaba atento y pendiente de la situación.
Sp
Sonrió sin darse cuenta. Se encontraba en una situación peligrosa junto a hombres y mujeres que no había visto antes aparte de Maki y ninguno parecía defraudar la fama del ejército: poder. El muchacho saltó evitando ser golpeado por los restos de madera que hace unos segundos era una caja. El gorila arrastraba uno de sus brazos y éste lo destrozaba todo a su paso. El material del que estaba compuesto era duro... muy duro.
—¡Quizás podamos aprovechar la situación! —dijo en voz alta pero sin que llegue a ser un grito. Sus palabras quedaron apagadas por las acciones de uno de los miembros que tenía un aura dorada y empezó a ¿cortarle el brazo? Sus ojos se agrandaron de golpe al ver por primera vez una habilidad así.
De repente se escuchó un ruido melodioso y alzó la vista casi al instante para ver un piano ser partido en varios trozos en parte por el brazo del simio pero a la vez por la cara de Maki. El muchacho de pelo negro saltó con la elegancia de un gato para volver a impulsarse en los trozos que todavía seguían en el aire del piano y así evitar chocarse contra ellos. El golpe de las cuerdas rotas rebotaba en la sala que había justo saliendo del pasillo de la habitación transparente. Estaban atravesando la sala de los submarinos y debido a los ataques y la resistencia que ofrecía el centro de atención las placas de metal se doblaban y los bordes se elevaban como el papel arrugado.
Consiguieron seguir al simio por un largo pasillo hasta llegar a una sala que se llegaba por medio de unas escaleras mecánicas. Sky se alegró un montón ya que al subirse se agachó casi al instante y se apoyó en sus rodillas recuperando el aliento. El sudor le caía por la cara. Llevaban bastantes minutos corriendo a pleno pulmón y el muchacho observaba los movimientos e intentos de los demás por eliberar a los prisioneros. Él analizó la situación y actualmente no había manera de que su poder sirviera para romper un brazo tan poderoso y resistente. Quizás habría algo más que pudiera hacer. Estaba atento y pendiente de la situación.
Sp
- Resumen:
Seguir al grupo hasta la habitación 32 y subir por las escaleras. Analizar la situación y darse cuenta de que está con gente muy poderosa y tratar de descubrir algún punto donde pueda ayudar.
Osuka Sumisu
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El golpe combinado de los dos revolucionarios mellaron el brazo del gorila, pues le hicieron el suficiente daño como para que el brazo cayese como un peso muerto y lo empezara a arrastrar por el suelo. Aunque claro, Maki seguía atrapado en el y ademas ahora se estaba comiendo todas las cosas desperdigadas por ahí. Cajas, barriles... e incluso un piano! Quienes en sus cabales había traído un piano?
El simio entró en la sala treinta y dos, que eran unas grandes escaleras para el siguiente piso. Por un momento pensó en seguir al gorila, pues a lo mejor le conducían hasta la cima, pero no podía arriesgar a Maki, y sobre todo, a Annie. La niña dio una buena idea, si lograban tirarle por las escaleras, conseguirían hacerle un buen daño, pero primero era ayudar a sus compañeros.
- ¡Yo también voy a probar una cosa! –Le respondió a su segundo al mando, mientras intentaba seguir el ritmo. Correr tras aquel simio mientras gritaba no era lo mejor del mundo-. ¡No va a ser lo más delicado del mundo!
De su cinturón, saco un guante de malla y metal, que iba recubierto de una cadena con aspecto de poder contener cualquier cosa, y se lo puso en la mano derecha.
- “Tenía ganas de probar este nuevo juguetito” – pensó mientras de un silbido llamo a todos sus soldados de piedra, que le seguían detrás de él.
De un fuerte movimiento de muñeca, lanzo la cadena del guante como si fuera un látigo y se extendió hasta llegar al brazo arrastrado y dañado donde estaba cautivo Maki. La cadena dio un par de giros alrededor de esta y se quedó enganchada, a su vez que los seres de piedra se unían a su dueño formando un coloso de piedra que era del mismo tamaño del gorila. Una vez formado, recubrió tanto las cadenas como los propios brazos del golem con haki y freno en seco, con la esperanza de que con los daños ya hechos y la inercia del tirón, consiguiera arrancarle el brazo del todo.
El simio entró en la sala treinta y dos, que eran unas grandes escaleras para el siguiente piso. Por un momento pensó en seguir al gorila, pues a lo mejor le conducían hasta la cima, pero no podía arriesgar a Maki, y sobre todo, a Annie. La niña dio una buena idea, si lograban tirarle por las escaleras, conseguirían hacerle un buen daño, pero primero era ayudar a sus compañeros.
- ¡Yo también voy a probar una cosa! –Le respondió a su segundo al mando, mientras intentaba seguir el ritmo. Correr tras aquel simio mientras gritaba no era lo mejor del mundo-. ¡No va a ser lo más delicado del mundo!
De su cinturón, saco un guante de malla y metal, que iba recubierto de una cadena con aspecto de poder contener cualquier cosa, y se lo puso en la mano derecha.
- “Tenía ganas de probar este nuevo juguetito” – pensó mientras de un silbido llamo a todos sus soldados de piedra, que le seguían detrás de él.
De un fuerte movimiento de muñeca, lanzo la cadena del guante como si fuera un látigo y se extendió hasta llegar al brazo arrastrado y dañado donde estaba cautivo Maki. La cadena dio un par de giros alrededor de esta y se quedó enganchada, a su vez que los seres de piedra se unían a su dueño formando un coloso de piedra que era del mismo tamaño del gorila. Una vez formado, recubrió tanto las cadenas como los propios brazos del golem con haki y freno en seco, con la esperanza de que con los daños ya hechos y la inercia del tirón, consiguiera arrancarle el brazo del todo.
- Resumen:
- Me convierto en golem, ato una cadena al brazo del gorila (El de Maki, en el otro esta Tenebrex) y freno en seco para que con la inercia arranque de cuajo ese brazo ya medio pocho
- Cosis:
Haki Armadura
Nombre del objeto: Eien no Kusari (Cadena Perpetua)[Mitico]
Descripción: Un guantelete izquierdo.
Cualidades del material: Dureza y Tenacidad[Mitica] Elasticidad y Resistencia a la corrosión(Cadena)[Mitica]
Cualidades excepcionales: Guante de cota de malla con carcasa de titanio. Alrededor de este guante hay una cadena muy resistente, capaz de alargase o acortarse a gran velocidad (hasta unos 25 metros). Esta actua como una segunda extremidad, pudiendo cambiar levemente la trayectoria del lanzamiento. En caso de romperse dicha cadena, esta se iría regenerando con el tiempo.
Tobías Thorn
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Me alegré al comprobar que la puerta se abría tras una breve pausa que había rellenado el pequeño susto de Wyrm y la insulsa contestación de la tontatta. Desde luego aquel hilarante ser escondía más de lo que aparentaba, quizás incluso la chica que acompañaba al peliblanco también, pero no me gustaba nada sentir el abrazo constrictor del fango en las piernas y me apresuré a salir de este nada más que tuve oportunidad.
-Vaya ascazo - pensé mientras me sacudía el lodo de las piernas ya en la siguiente sala.
Allí me quedé envelesado durante unos instantes viendo la disposición de la sala. No me costaría mucho avanzar por aquellos enormes escalones con mis habilidades. Podría subir con el Geppou o creando estructuras de sirope para que todos pudiesen subir sin esfuerzo, pero entonces el Comodoro se adelantó y nos apremió a que le hiciesemos hueco como que no atacásemos. Como no quería verme en medio de ninguna técnica rara ni nada por el estilo le hice caso, cosa que agradecí cuando comenzó a transformarse de forma increíble hasta adoptar la forma de un temible dragón de color cobrizo con tonos dorados.
Solo había visto a un zoan mitológico en forma completa, por lo que no pude evitar deleitarme con cada magnífico detalle del animal. Cientos de preguntas cruzaron mi mente en un instante y sentí la imperante necesidad de acribillar al marine sobre muchos aspectos. Siempre había querido tener un dragón como compañero de batalla y cada nimio detalle que pidiese averiguar sobre ellos podrían ayudarme a granjearme el favor de uno salvaje algún día, pero como el ambiente no estaba para una charla normal y corriente me mordí la lengua y me apresuré a acomodarme en la grupa del dragón de tal forma que no me hiciese daño. Desde luego iba a ser una sensación más emocionante que volar con Azkar, por lo que entendía a la perfección la exultante sonrisa de Bizvan.
-Vaya ascazo - pensé mientras me sacudía el lodo de las piernas ya en la siguiente sala.
Allí me quedé envelesado durante unos instantes viendo la disposición de la sala. No me costaría mucho avanzar por aquellos enormes escalones con mis habilidades. Podría subir con el Geppou o creando estructuras de sirope para que todos pudiesen subir sin esfuerzo, pero entonces el Comodoro se adelantó y nos apremió a que le hiciesemos hueco como que no atacásemos. Como no quería verme en medio de ninguna técnica rara ni nada por el estilo le hice caso, cosa que agradecí cuando comenzó a transformarse de forma increíble hasta adoptar la forma de un temible dragón de color cobrizo con tonos dorados.
Solo había visto a un zoan mitológico en forma completa, por lo que no pude evitar deleitarme con cada magnífico detalle del animal. Cientos de preguntas cruzaron mi mente en un instante y sentí la imperante necesidad de acribillar al marine sobre muchos aspectos. Siempre había querido tener un dragón como compañero de batalla y cada nimio detalle que pidiese averiguar sobre ellos podrían ayudarme a granjearme el favor de uno salvaje algún día, pero como el ambiente no estaba para una charla normal y corriente me mordí la lengua y me apresuré a acomodarme en la grupa del dragón de tal forma que no me hiciese daño. Desde luego iba a ser una sensación más emocionante que volar con Azkar, por lo que entendía a la perfección la exultante sonrisa de Bizvan.
- Resumen:
- Limpiarme el fango como puedo y montarme encima de Zuko.
Ignoró las gilipolleces de Arthur. El pequeño estaba tan borracho que no se había ni dado cuenta de que la puerta comenzaba a moverse y, por ende, terminó cayendo de plano sobre el suelo, un suelo de colores azul y rojo tan desagradables como la visión que tenía en frente: Un DJ. Cualquier persona que en lugar de un instrumento de verdad o, haciendo pequeñas concesiones, un theremin, no podía ser llamada músico. En ocasiones había algunos -pocos- artistas que lograban crear piezas conceptuales con útiles de andar por casa, pero coger un par de discos y un sampler para hacer mixes y mash-ups era una vergüenza, cuando no una terrible e imperdonable sinvergonzonería. Y encima, controlaba una especie de criaturas aberrantes similares a los cascanueces pero obviamente hechas con tecnología. Al no era un inculto, pero siempre había sospechado que la brujería se escondía tras la electrónica, y el satánico Barrabás que tenían delante era la demostración más flamante de ello.
-Está bien -respondió. Apenas había comprendido lo que Jack decía, pero las palabras "Tú" y "tipo" eran suficientes para comprender que la estrategia que proponía Jack era digna de Arthur. Ir de cabeza.
En un movimiento acelerado Al desenfundó el violín, y un primer acorde que se proyectó con la furia de mil soles inundó la estancia. Se extendía rebotando entre las paredes y por los autómatas, se reflejaba en techos y suelos y llegaba hasta los oídos de Al mientras, a sus pies, el suelo comenzó a helarse rápidamente. "Sonido de pisadas", dijo para sí mientras la marcha iniciaba y el galope de las valkirias avanzaba tras él, entrando desde el pasillo hacia el interior. ¿Su objetivo? Nada fuera de lo ordinario: Destrozar, en una carga perniciosa, todos los "instrumentos" que ese inútil tocaba para, por lo que sabían, controlar a los robots. Luego la detención sería fácil.
-Está bien -respondió. Apenas había comprendido lo que Jack decía, pero las palabras "Tú" y "tipo" eran suficientes para comprender que la estrategia que proponía Jack era digna de Arthur. Ir de cabeza.
En un movimiento acelerado Al desenfundó el violín, y un primer acorde que se proyectó con la furia de mil soles inundó la estancia. Se extendía rebotando entre las paredes y por los autómatas, se reflejaba en techos y suelos y llegaba hasta los oídos de Al mientras, a sus pies, el suelo comenzó a helarse rápidamente. "Sonido de pisadas", dijo para sí mientras la marcha iniciaba y el galope de las valkirias avanzaba tras él, entrando desde el pasillo hacia el interior. ¿Su objetivo? Nada fuera de lo ordinario: Destrozar, en una carga perniciosa, todos los "instrumentos" que ese inútil tocaba para, por lo que sabían, controlar a los robots. Luego la detención sería fácil.
Lance Kashan
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Antes de que fuera realmente consciente de lo que había pasado, el toro se estaba tambaleando y unas gotas de su sangre se derramaron en el suelo. Si me fijaba lo más mínimo en el animal, una serie de carámbanos de un tamaño considerable estaban clavados, así que no iba a ser muy difícil descubrir la causa del problema que lo atormentaba. Supongo que, como en todas las situaciones que se habían dado hasta el momento, mi ayuda, aunque escasa y poco poderosa, no iba a hacer falta en ninguno de los sentidos. Y eso era realmente problemático, porque si bien era mucho más cómodo el estar quieto, mirando con tranquilidad cómo Katharina y Kirtash se encargaban de todos los problemas y estos desvanecían con la mayor de las facilidades, no era para nada satisfactorio sentir que me estaban paseando por el lugar. Nunca había sido orgulloso ni cabezota, y esta no iba a ser la primera vez, pero dentro de mí se estaba retorciendo una disconformidad con el trato que estaban teniendo, como el que lleva a su hijo o su mascota de viaje y le hace todo. Pero quizás no era el mayor de mis problemas en estos precisos instantes, para ser objetivo.
Con un suspiro y un chasquido para concentrarme mejor, desvanecí la pared eléctrica y comencé a andar con tranquilidad hacia mis compañeros, que al parecer también se habían ocupado del señor gordo mientras yo estaba a lo mío. Para rematar la faena, este último había comenzado a hablar en un idioma que, aunque parecía igual al que hablábamos el resto, se diferenciaba en otras tantas. Me costaba siquiera entender las palabras de lo juntadas y mal pronunciadas que estaban, a decir verdad, y si era algo importante, ya se encargaría el resto de repetirlo o dar las tan recurrentes órdenes. Sin hacer tampoco excesivo caso a la frase dicha por Kirtash, puesto que si hubiera sido algo significativo lo hubiera transmitido a través de la red mental, me acerqué a él.
De golpe, mi túnica se movió hacia delante, azotada por un viento que había surgido de la nada. Me percaté entonces de que Kirtash había desaparecido por completo y que, en ese mismo instante, como si se hubiera teletransportado, apareció golpeando ferozmente la mesa de mezclas que había estado utilizado el hombre fondón. Entonces, explicó sus acciones. Estando como estaba, y habiendo demostrado tan poca inteligencia, era entonces más que lógico asumir que él no era poderoso per se, lo eran sus herramientas. Y, en esos precisos momentos, la única que estaba a simple vista era la que había manipulado un minuto atrás. ¿Pero cómo coño podía saber que él iba a hacer eso…? Me asustaba en cierta parte que tuviera esa capacidad. No era extraño que, si podía comunicarse de forma telepática, pudiera leer la mente a la gente, pero eso también significaba que yo era susceptible a ese poder. Y quizás no generaba la mayor de las confianzas tener un jefe que te pueda leer la mente.
De todas formas, arranqué esos pensamientos de mi cabeza y seguí el plan al pie de la letra: si no la rompía, ya me encargaría yo de forzar su rotura a través de los poderes de mi fruta. Kirtash no tenía que haberse roto mucho la cabeza para descubrirlo, ya que había demostrado en varias ocasiones la electricidad que era capaz de generar, pero sí me gustaba que la aplicase por una vez en sus planes. Quizás más ansioso que otra cosa por comenzar a tener cierta utilidad, me transformé en mi yo intangible y utilicé esa movilidad para acercarme a la mesa de DJ lo más rápido posible. Con prisas, busqué cualquier cosa que destacase sobre ella y en un vistazo no me llegué a dar cuenta de nada destacable, al menos no para una mesa como aquella. Suspirando pero decidido, coloqué la mano izquierda en uno de las partes metálicas que tenía cerca y la derecha sobre esta, en una postura algo parecida a la de una RCP. Lo importante ahora era no dar una descarga continua y mediocre, sino concentrarla toda para fundir los cables internos, de tal forma que fueran totalmente incapaces de transmitir cualquier otra señal por mucho que nuestro enemigo quisiera. Respirando profundamente y aguantando el aire dentro de mis pulmones de forma inconsciente, lancé una descarga repentina y potente, que se debería introducir por los filamentos de la máquina y comenzar a deformarlos por su temperatura, llegando hasta algún punto en el que simplemente, ya fuera por fino o por el paso recurrente de mi poder, el propio cable se derritiera. Así, solté un par más, tratando de asegurarme de que aquella cosa dejase de funcionar de una vez por todas.
Con un suspiro y un chasquido para concentrarme mejor, desvanecí la pared eléctrica y comencé a andar con tranquilidad hacia mis compañeros, que al parecer también se habían ocupado del señor gordo mientras yo estaba a lo mío. Para rematar la faena, este último había comenzado a hablar en un idioma que, aunque parecía igual al que hablábamos el resto, se diferenciaba en otras tantas. Me costaba siquiera entender las palabras de lo juntadas y mal pronunciadas que estaban, a decir verdad, y si era algo importante, ya se encargaría el resto de repetirlo o dar las tan recurrentes órdenes. Sin hacer tampoco excesivo caso a la frase dicha por Kirtash, puesto que si hubiera sido algo significativo lo hubiera transmitido a través de la red mental, me acerqué a él.
De golpe, mi túnica se movió hacia delante, azotada por un viento que había surgido de la nada. Me percaté entonces de que Kirtash había desaparecido por completo y que, en ese mismo instante, como si se hubiera teletransportado, apareció golpeando ferozmente la mesa de mezclas que había estado utilizado el hombre fondón. Entonces, explicó sus acciones. Estando como estaba, y habiendo demostrado tan poca inteligencia, era entonces más que lógico asumir que él no era poderoso per se, lo eran sus herramientas. Y, en esos precisos momentos, la única que estaba a simple vista era la que había manipulado un minuto atrás. ¿Pero cómo coño podía saber que él iba a hacer eso…? Me asustaba en cierta parte que tuviera esa capacidad. No era extraño que, si podía comunicarse de forma telepática, pudiera leer la mente a la gente, pero eso también significaba que yo era susceptible a ese poder. Y quizás no generaba la mayor de las confianzas tener un jefe que te pueda leer la mente.
De todas formas, arranqué esos pensamientos de mi cabeza y seguí el plan al pie de la letra: si no la rompía, ya me encargaría yo de forzar su rotura a través de los poderes de mi fruta. Kirtash no tenía que haberse roto mucho la cabeza para descubrirlo, ya que había demostrado en varias ocasiones la electricidad que era capaz de generar, pero sí me gustaba que la aplicase por una vez en sus planes. Quizás más ansioso que otra cosa por comenzar a tener cierta utilidad, me transformé en mi yo intangible y utilicé esa movilidad para acercarme a la mesa de DJ lo más rápido posible. Con prisas, busqué cualquier cosa que destacase sobre ella y en un vistazo no me llegué a dar cuenta de nada destacable, al menos no para una mesa como aquella. Suspirando pero decidido, coloqué la mano izquierda en uno de las partes metálicas que tenía cerca y la derecha sobre esta, en una postura algo parecida a la de una RCP. Lo importante ahora era no dar una descarga continua y mediocre, sino concentrarla toda para fundir los cables internos, de tal forma que fueran totalmente incapaces de transmitir cualquier otra señal por mucho que nuestro enemigo quisiera. Respirando profundamente y aguantando el aire dentro de mis pulmones de forma inconsciente, lancé una descarga repentina y potente, que se debería introducir por los filamentos de la máquina y comenzar a deformarlos por su temperatura, llegando hasta algún punto en el que simplemente, ya fuera por fino o por el paso recurrente de mi poder, el propio cable se derritiera. Así, solté un par más, tratando de asegurarme de que aquella cosa dejase de funcionar de una vez por todas.
- Resumen [AEG & Kath]:
- -Hacer caso.
-Sentirme muy defraudado.
-Sentirme como un perrito abandonao.
-Hacer caso.
-Tratar de derretir los cables de la máquina y evitar que pase lo inevitable.
- Cosas usadas:
- Nivel 20 de fruta
Puede generar áreas de radio pequeño (menos de medio metro) en las que el simple contacto hace entumecer la parte afectada. Puede moverse tan rápido como el soru en su forma etérea. Sus descargas pueden alcanzar una energía de 7500 julios. El rango máximo por defecto de sus habilidades será de 20 metros.
Dexter Black
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Las escaleras ante ellos estaban, por lo que parecía, selladas. Estaba seguro de que quienquiera que lo hubiese construido estaba al tanto de la simplicidad de aquellas pruebas, pero lo único que quería era retrasarlos lo máximo posible. Por el momento lo que sabían se resumía a que las agujas debían ser activadas manual e individualmente y que, además, necesitaban tiempo. ¿Cómo si no se explicaba eso? Si sumaban a aquello los ensayos de la gente a través de altavoces y plataformas, el mensaje apocalíptico de hacía unos minutos... Y Alfredo Mercurio... Intentaban fingir que era una trampa, pero sólo ganaban tiempo para que el verdadero villano llegase junto a sus lugartenientes y activase la señal que destruiría a todos. ¿Pero quién poseía esa voz? ¿Tal vez Murasaki? ¿El Almirante Koneko? No había muchos cantantes melódicos que pudiesen entonar una cantata apta para esos fines, y aunque se le ocurría uno, estaba deseando que no fuese él. Porque tendría que matarlo.
-Vamos a subir -contestó-. Cuando construyes un arma devastadora como esta solo le añades lo imprescindible: Armas para protegerla, plataformas para francotiradores, una fuente de energía y seguramente un sinfín de cámaras de refrigeración y resonancia. Estamos en una de resonancia, por cierto. -El tamaño de la sala, los metales rígidos en el interior, e incluso el "guardián" tenía partes metálicas. Sus compañeros, ambos ingenieros, estaba seguro de que podrían comprenderlo- El malo maloso no va a estar dentro mientras cante, sería un suicidio, y además hay una extraña plataforma en la parte superior, una especie de absceso. Ahí es donde debemos llegar para encontrar al responsable. Y luego encontrar la fuente de alimentación.
Tras eso soltó el torso de dinosaurio que casi había olvidado llevaba encima y lo dejó caer al vacío, recogiendo a Rocket por el cuello antes de que se fuese con él y empezó a subir las escaleras.
-Vamos a subir -contestó-. Cuando construyes un arma devastadora como esta solo le añades lo imprescindible: Armas para protegerla, plataformas para francotiradores, una fuente de energía y seguramente un sinfín de cámaras de refrigeración y resonancia. Estamos en una de resonancia, por cierto. -El tamaño de la sala, los metales rígidos en el interior, e incluso el "guardián" tenía partes metálicas. Sus compañeros, ambos ingenieros, estaba seguro de que podrían comprenderlo- El malo maloso no va a estar dentro mientras cante, sería un suicidio, y además hay una extraña plataforma en la parte superior, una especie de absceso. Ahí es donde debemos llegar para encontrar al responsable. Y luego encontrar la fuente de alimentación.
Tras eso soltó el torso de dinosaurio que casi había olvidado llevaba encima y lo dejó caer al vacío, recogiendo a Rocket por el cuello antes de que se fuese con él y empezó a subir las escaleras.
Valar Morghul
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Los 5 minutos habían pasado y la cerradura no parecía tener la intención de ceder ni un milímetro. Estaba claro que si quería descubrir lo que había en ese cofre tendría que encontrar a alguien que fuese realmente bueno con las cerraduras, ya que no quería intentar destrozar el cofre por si dañaba lo que se encontraba en su interior.
Con esto en mente, me levante de la taza y tire de la cadena. Quizá no pudiese abrir el cofre en ese momento, pero había conseguido llamar mi atención y no pensaba deshacerme de él.
-Todo tuyo- dije al soldado que estaba esperando para entrar en el servicio, pasando al lado suya mientras me dirigía a los lavabos para lavarme las manos y mantener con ello la farsa de que había utilizado el baño.
El ambiente de aquel vestuario se notaba cargado, y no por el tener a decenas de soldados en su interior. Muchos soldados tenían ganas de iniciar su actuación y las conversaciones que mandaban a la mierda el "concierto" y se preguntaban si toda esa basura era necesaria se reproducían en cualquier rincón del vestuario.
-¿Sabéis cuanto falta para que acabe esta mierda? Tengo ganas de empezar a moverme- pregunté a dos soldados que estaban terminando de cambiarse y se encontraban criticando el espectáculo que había preparado nuestro anfitrión.
Ambos soldados parecían haberse curtido en decenas de batallas, por lo que veía normal que estuviesen hartos de esperar y quisiesen empezar la acción de una vez por todas. Por otro lado, este acercamiento podría ser un buen inicio para sacarles más detalles sobre los planes de ataque que tenían y así poder aprovecharme de ello en un futuro cercano.
Con esto en mente, me levante de la taza y tire de la cadena. Quizá no pudiese abrir el cofre en ese momento, pero había conseguido llamar mi atención y no pensaba deshacerme de él.
-Todo tuyo- dije al soldado que estaba esperando para entrar en el servicio, pasando al lado suya mientras me dirigía a los lavabos para lavarme las manos y mantener con ello la farsa de que había utilizado el baño.
El ambiente de aquel vestuario se notaba cargado, y no por el tener a decenas de soldados en su interior. Muchos soldados tenían ganas de iniciar su actuación y las conversaciones que mandaban a la mierda el "concierto" y se preguntaban si toda esa basura era necesaria se reproducían en cualquier rincón del vestuario.
-¿Sabéis cuanto falta para que acabe esta mierda? Tengo ganas de empezar a moverme- pregunté a dos soldados que estaban terminando de cambiarse y se encontraban criticando el espectáculo que había preparado nuestro anfitrión.
Ambos soldados parecían haberse curtido en decenas de batallas, por lo que veía normal que estuviesen hartos de esperar y quisiesen empezar la acción de una vez por todas. Por otro lado, este acercamiento podría ser un buen inicio para sacarles más detalles sobre los planes de ataque que tenían y así poder aprovecharme de ello en un futuro cercano.
Yarmin Prince
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Bien, ya estaba la fiesta montada: Ellanora no era solo una putilla, sino una putilla peligrosa con el poder del mismísimo Derian Markov, un rey caído en desgracia cuando, según las leyendas, Byakuro Kyoia se había levantado una última vez de entre los muertos para vengar el mar que el monarca había destruido. Por otro lado, Arribor había llegado, y el mono los seguía dando tumbos. Y además, Arribor sentía algo por mí. Mi Haki de observación detectaba esa lujuria desbordante sin necesidad siquiera de enfocarlo, aunque ello podría también significar que Ellanora estaba con las bragas pegadas por mí. De hecho, todos tenían el culo apretado pensando en darme lo mío. Y lo de mi prima. Pero bueno.
-En primer lugar... Falafel, agarra a ese mono en brazos y acúnalo. -No tenía claro que estuviera bajo mi control. Ahora solo necesitaba aclarar el resto-. Tú. Yo ya soy inmortal, o al menos teóricamente. Vendí mil almas inocentes a una especie de demonio para ello. -algo de amargor me invadió al recordar el precio que había pagado- ¿Qué es eso de estar contigo? Hace un momento decías que ni siquiera te gusto. Y tú, Arribor, este Falafel es ¡mi mapa! No es mi ligue, solo le he zorreado para que me lleve a salvar el puñetero mundo. Y luego lo mataré. -Giré la cara hacia el anciano- Solo si te portas mal, cielo. Y ahora, si no os importa, ¡Vamos a subir! Que me estoy hartando ya de caminar por una trampa mortal.
Y me fui escaleras arriba.
-En primer lugar... Falafel, agarra a ese mono en brazos y acúnalo. -No tenía claro que estuviera bajo mi control. Ahora solo necesitaba aclarar el resto-. Tú. Yo ya soy inmortal, o al menos teóricamente. Vendí mil almas inocentes a una especie de demonio para ello. -algo de amargor me invadió al recordar el precio que había pagado- ¿Qué es eso de estar contigo? Hace un momento decías que ni siquiera te gusto. Y tú, Arribor, este Falafel es ¡mi mapa! No es mi ligue, solo le he zorreado para que me lleve a salvar el puñetero mundo. Y luego lo mataré. -Giré la cara hacia el anciano- Solo si te portas mal, cielo. Y ahora, si no os importa, ¡Vamos a subir! Que me estoy hartando ya de caminar por una trampa mortal.
Y me fui escaleras arriba.
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Por fortuna, la chica parecía haber recobrado el sentido después de un par de toques, y la ayuda de Bizvan no fue necesaria. Aun así, me dio un par de sabios consejos para evitar la recaída. Sonreí calmado. Fue entonces cuando reparé en la voluptuosa delantera de aquella recluta. La pobre chica, balbuceando como quien habla en sueños, no parecía haber reparado en el hecho de que su uniforme había sufrido algunos daños. Y mientras más se acercaba su torso y más se agitaba con su respiración acelerada, más me daba cuenta de que quizás las mujeres no eran lo mío. Aunque por mi bien evitaría consultarlo en voz alta...
-Vamos, hay que seguir -dije, apartando la mirada y tendiéndole la mano.
Tiraría sin demasiada fuerza de ella, solo la suficiente para sacarla del espeso fango que amenazaba con tragarse nuestras piernas. Tras lograrlo, usaría mi -no siendo demasiado modesto- fuerza superior para cargarla a la espalda, puesto que me esperaba que volviese a caer desmayada.
La nueva habitación que se presentaba ante nosotros tenía la aterradora osamenta de una bestia dispuesta en el centro de la sala, y sobre esta volaba un ser que en aquel instante me causó un terror inusitado, mas también una rabia incontrolable.
Aquel tipo era Dexter Black, el Emperador del Mar. Traidor a la Justicia. Maestro del engaño. El causante de los más graves estragos en Gray Rock. Apreté los puños y la mandíbula. Daba igual que aquel hombre estuviera allí para deshacerse de la misma amenaza que la Marina. Quizás el ensordecedor tronar que provenía de las entrañas de la torre estaba aumentando mi rabia, pero sabía que no podía pensar con claridad en aquel momento.
Volviendo la vista hacia mis compañeros, reparé en que el comodoro Kasai había sido sustituido por una forma reptiliana de enormes alas. ¿Él también? ¿Cuánto poder tendría en su haber?
El resto de mis compañeros se había subido a su espalda, mientras Bizvan nos instaba a los rezagados a darnos prisa. Corrí hasta su espalda y procuré treparla sin causarle mucho daño, con la cautela necesaria para no soltar a la chica. De no ser por ella, aunque no tuviera esperanzas, habría saltado contra Black. Por si acaso, mantendría la guardia alta.
-Vamos, hay que seguir -dije, apartando la mirada y tendiéndole la mano.
Tiraría sin demasiada fuerza de ella, solo la suficiente para sacarla del espeso fango que amenazaba con tragarse nuestras piernas. Tras lograrlo, usaría mi -no siendo demasiado modesto- fuerza superior para cargarla a la espalda, puesto que me esperaba que volviese a caer desmayada.
La nueva habitación que se presentaba ante nosotros tenía la aterradora osamenta de una bestia dispuesta en el centro de la sala, y sobre esta volaba un ser que en aquel instante me causó un terror inusitado, mas también una rabia incontrolable.
Aquel tipo era Dexter Black, el Emperador del Mar. Traidor a la Justicia. Maestro del engaño. El causante de los más graves estragos en Gray Rock. Apreté los puños y la mandíbula. Daba igual que aquel hombre estuviera allí para deshacerse de la misma amenaza que la Marina. Quizás el ensordecedor tronar que provenía de las entrañas de la torre estaba aumentando mi rabia, pero sabía que no podía pensar con claridad en aquel momento.
Volviendo la vista hacia mis compañeros, reparé en que el comodoro Kasai había sido sustituido por una forma reptiliana de enormes alas. ¿Él también? ¿Cuánto poder tendría en su haber?
El resto de mis compañeros se había subido a su espalda, mientras Bizvan nos instaba a los rezagados a darnos prisa. Corrí hasta su espalda y procuré treparla sin causarle mucho daño, con la cautela necesaria para no soltar a la chica. De no ser por ella, aunque no tuviera esperanzas, habría saltado contra Black. Por si acaso, mantendría la guardia alta.
- Resumen:
- Rescatar a la chica, darse cuenta de ciertas cosas y subirse a Zuko.
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