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Akuma no mi
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A las tostadoras humanas empezaron a subirles las copas, si es que esas cosas bebían, y empezaron a saltar como locos en cuanto la música cambió. Arribor apenas se enteraba de hacia dónde iba con tanto ruido, tanto movimiento y tantas luces de colores yendo y viniendo. Era todo muy confuso, y estaba bastante seguro de que por eso la gente se drogaba en esos sitios. Arribor, totalmente sobrio y bastante harto de esos molestos pedazos de chatarra, empezaba a estar de los nervios.
Uno de esos trastos, por si fuera poco, se puso a gritarle muy descaradamente. Arribor, que jamás había estado en una discoteca, no tenía muy claro si las peleas entre robots y humanos eran o no algo normal, y ni siquiera sabía por qué los robots tenían la necesidad de bailar, pero no pensaba aguantarlo. Solo toleraba que un objeto inanimado le tocase las narices, y ése era Franklin. Así que, sin dedicarle ni siquiera una mirada al irritante abrelatas, lanzó el puño para arrancarle la cabeza y acabar con su griterío.
Fue entonces cuando apareció Princesa. O eso creía. Apenas lograba distinguir la piel blanca y el cabello de oro entre las luces estroboscópicas y las cabezas androides pasando entre ambos. Le estaba diciendo algo que Arribor ni siquiera alcanzó a oír por culpa de lo alta que estaba la música. Supuso que sería algo poético y elegante, una de esas chorradas que tanto les gustaban a los pijos estirados.
Echó a andar hacia las escaleras que el mismo Arribor quería alcanzar. Con un poco de suerte podría abrirse paso entre la marea de gente metálica sin necesidad de aguantar a más tipejos desagradables. Si tenía que hacer pedazos a todos esos robots iba a echar allí la noche.
Uno de esos trastos, por si fuera poco, se puso a gritarle muy descaradamente. Arribor, que jamás había estado en una discoteca, no tenía muy claro si las peleas entre robots y humanos eran o no algo normal, y ni siquiera sabía por qué los robots tenían la necesidad de bailar, pero no pensaba aguantarlo. Solo toleraba que un objeto inanimado le tocase las narices, y ése era Franklin. Así que, sin dedicarle ni siquiera una mirada al irritante abrelatas, lanzó el puño para arrancarle la cabeza y acabar con su griterío.
Fue entonces cuando apareció Princesa. O eso creía. Apenas lograba distinguir la piel blanca y el cabello de oro entre las luces estroboscópicas y las cabezas androides pasando entre ambos. Le estaba diciendo algo que Arribor ni siquiera alcanzó a oír por culpa de lo alta que estaba la música. Supuso que sería algo poético y elegante, una de esas chorradas que tanto les gustaban a los pijos estirados.
Echó a andar hacia las escaleras que el mismo Arribor quería alcanzar. Con un poco de suerte podría abrirse paso entre la marea de gente metálica sin necesidad de aguantar a más tipejos desagradables. Si tenía que hacer pedazos a todos esos robots iba a echar allí la noche.
Taylor Fitzgerald
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Akuma no mi
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Taylor avanzó hacia delante, dejando atrás a sus compañeros, que aun están a la vista. La autómata llega hasta los esqueletos que transportan una especie de persona y a otra persona, que también porta a un hombre inconsciente. La muchacha arqueó las cejas al ver la situación y con la familiaridad que la trataba el hombre de cabellos negros.
Ella se acercó hasta los cuerpos, examinándolos y viendo los efectos de la inconsciencia en ellos, aunque más que inconsciencia parecían estar con alguna sustancia poco legal encima. Taylor se levantó, para hablar de nuevo con el hombre, el cual no se había presentado. Se quedó delante de él, durante unos segundos y pidió un informe sobre datos de quiénes eran aquellas personas.
Enseguida recibió el expediente de ambas personas, un marine y un agente del cipher pol. La autómata memorizó sus nombres con asiduidad aunque en ningún momento los dijo en voz alta. No le apetecía tener que ponerse a dar explicaciones sobre por qué los sabía, no al menos cuando había tantas vidas en juego.
-Taylor Fitzgerald, agente del gobierno - se presentó - Cuando estaba llegando hacia vosotros pensé que los esqueletos serían una trampa, pero ya veo que no. Interesante.
Aquellos esqueletos causaban una curiosidad extraña en la autómata, le habría gustado llevarse uno para analizarlo, pero debían ser propiedad de alguien y no quedaría bien para su expediente que la vieran viajando con esqueletos de por sí sola. Atendió de nuevo a Bizvan, el cual decía que respirar el humo que provenía de unos baños resultaba peligroso para los humanos.
-¡Chicos! - Exclamó fuertemente mientras se giraba hacia sus compañeros, que aún seguían en la puerta - ¡No vengáis por aquí! ¡El vapor es peligroso!
Tras aquella advertencia volvió a prestar atención al marine, que parecía estar preocupado por su compañero.
-¿Tienes agua? Quizás el agua le espabile un poco, el problema sería encontrarla aquí. Aunque también te recomiendo que vayas a un sitio más seguro, en donde se pueda respirar aire limpio. El vapor de los baños huele por todos lados, si no te alejas puede que te acabe afectando a ti.
Taylor necesitaba una muestra de aquel vapor para analizarlo y ver que componentes eran los que causaba aquella reacción en los humanos. Su captación de olores serviría para guardar una muestra en su interior así que avanzó a paso firme para adentrarse en los baños.
Ella se acercó hasta los cuerpos, examinándolos y viendo los efectos de la inconsciencia en ellos, aunque más que inconsciencia parecían estar con alguna sustancia poco legal encima. Taylor se levantó, para hablar de nuevo con el hombre, el cual no se había presentado. Se quedó delante de él, durante unos segundos y pidió un informe sobre datos de quiénes eran aquellas personas.
Enseguida recibió el expediente de ambas personas, un marine y un agente del cipher pol. La autómata memorizó sus nombres con asiduidad aunque en ningún momento los dijo en voz alta. No le apetecía tener que ponerse a dar explicaciones sobre por qué los sabía, no al menos cuando había tantas vidas en juego.
-Taylor Fitzgerald, agente del gobierno - se presentó - Cuando estaba llegando hacia vosotros pensé que los esqueletos serían una trampa, pero ya veo que no. Interesante.
Aquellos esqueletos causaban una curiosidad extraña en la autómata, le habría gustado llevarse uno para analizarlo, pero debían ser propiedad de alguien y no quedaría bien para su expediente que la vieran viajando con esqueletos de por sí sola. Atendió de nuevo a Bizvan, el cual decía que respirar el humo que provenía de unos baños resultaba peligroso para los humanos.
-¡Chicos! - Exclamó fuertemente mientras se giraba hacia sus compañeros, que aún seguían en la puerta - ¡No vengáis por aquí! ¡El vapor es peligroso!
Tras aquella advertencia volvió a prestar atención al marine, que parecía estar preocupado por su compañero.
-¿Tienes agua? Quizás el agua le espabile un poco, el problema sería encontrarla aquí. Aunque también te recomiendo que vayas a un sitio más seguro, en donde se pueda respirar aire limpio. El vapor de los baños huele por todos lados, si no te alejas puede que te acabe afectando a ti.
Taylor necesitaba una muestra de aquel vapor para analizarlo y ver que componentes eran los que causaba aquella reacción en los humanos. Su captación de olores serviría para guardar una muestra en su interior así que avanzó a paso firme para adentrarse en los baños.
Roland von Klauswitz
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Kodama dudaba si había oído bien. Igual tenía resina en los oídos o un poco de corteza le había taponado los tímpanos... Porque no había oído al árbol de metal proponerle un acertijo, ¿no? El almirante se quedó anonadado, mirando a su interlocutor sin dar crédito a sus palabras. ¿De dónde sacaba la idea de las adivinanzas? ¿Y por qué creía que iba a jugar a eso? ¿De verdad esperaba que se lo creyese? Era absurdo pensar que ese artefacto parlante podría retenerle allí. A no ser que la hubiesen creado con el propósito de combatir. Podía tener cientos de armas ocultas o algo así.
"¿Y por qué iba a dejarme pasar?", se planteó. Era bastante extraño que le permitiese abandonar la sala sin más tan solo por acertar una simple pregunta. Curioso, sin duda.
Casi sin darse cuenta había llevado la mano al pomo de su espada. No lo soltó, pero se dijo que empezar una lucha allí implicaría perder un tiempo muy valioso. Por incomprensible que fuera, si podía avanzar tranquilamente sin necesidad de gastar sus fuerzas en luchas inútiles era su responsabilidad hacerlo. Tendría que intentar resolver el acertijo.
"Veamos, ¿qué es lo que ha dicho? Si con dolor es eterno y con felicidad, fugaz... ¿la corteza de abedul? ¿El picoteo de un pájaro carpintero?" Eso era algo que sentía a menudo en su cuerpo y que, durante los tiempos en que no era más que un árbol común, no podía derrotar. "O tal vez hable de las ardillas voladoras". Sí, eso tendría sentido. El único problema era que no le parecía la clase de respuesta que los humanos escogerían. Y esa cosa estaba construida por humanos, así que debía ser parecido a ellos. No, sería mejor tratar de pensar como ellos.
"No tengo tiempo para pensármelo mucho". Ni siquiera sabía cuánto llevaba allí dentro. Eso era un problema. Tenía prisa, como de costumbre en esas situaciones. El tiempo siempre era un problema. El tiempo, siempre el tiempo.
-¡Oh, el tiempo! -se quejó Kodama en voz alta.
"Y ahora a pensar en la adivinanza".
"¿Y por qué iba a dejarme pasar?", se planteó. Era bastante extraño que le permitiese abandonar la sala sin más tan solo por acertar una simple pregunta. Curioso, sin duda.
Casi sin darse cuenta había llevado la mano al pomo de su espada. No lo soltó, pero se dijo que empezar una lucha allí implicaría perder un tiempo muy valioso. Por incomprensible que fuera, si podía avanzar tranquilamente sin necesidad de gastar sus fuerzas en luchas inútiles era su responsabilidad hacerlo. Tendría que intentar resolver el acertijo.
"Veamos, ¿qué es lo que ha dicho? Si con dolor es eterno y con felicidad, fugaz... ¿la corteza de abedul? ¿El picoteo de un pájaro carpintero?" Eso era algo que sentía a menudo en su cuerpo y que, durante los tiempos en que no era más que un árbol común, no podía derrotar. "O tal vez hable de las ardillas voladoras". Sí, eso tendría sentido. El único problema era que no le parecía la clase de respuesta que los humanos escogerían. Y esa cosa estaba construida por humanos, así que debía ser parecido a ellos. No, sería mejor tratar de pensar como ellos.
"No tengo tiempo para pensármelo mucho". Ni siquiera sabía cuánto llevaba allí dentro. Eso era un problema. Tenía prisa, como de costumbre en esas situaciones. El tiempo siempre era un problema. El tiempo, siempre el tiempo.
-¡Oh, el tiempo! -se quejó Kodama en voz alta.
"Y ahora a pensar en la adivinanza".
- Resumen:
- Responder al acertijo sin querer
Osuka Sumisu
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Akuma no mi
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Cuando la última cara giro, mostro una llave que parecía la adecuada para la puerta que daba a las siguientes escaleras, pero Ed hizo de cerrajero y la abrió de una forma más rápida, y bruta. Miro a Edward mientras sostenía la llave con las dos manos, debido a que era de un tamaño considerado, para recriminarle que al final la prisa no era tan necesaria.
No pudo evitar toser un poco cuando por su nariz paso el polvo que había producido su segundo al mando, pero también noto otra cosa; humedad. Aquella humedad que solía haber los días de lluvia… o niebla. La llave cayo a plomo mientras el mentón de Osu temblaba al ver la figura de Krauser que se vio con más claridad por los vientos de Annie que disiparon el polvo. Osuka ya sabía que por mucha niebla que disipara, habría más, siempre había más.
- No lo hagas, cabeza hueca. Recuerda que se lo que piensas y no es de tus mejores ideas –pronuncio Ishi, pero Osu no reaccionaba y el collar con el espíritu de la akuma notaba como un sentimiento negativo fluía con una furia que nunca había visto al revolucionario-.
Odió como Ed se encerró con aquella cúpula de rayos. La electricidad contra Krauser era peor para el que la usaba. Un soldado de piedra le recubrió con una fina capa de piedra que solo duro lo que tardase en atravesar aquel escudo eléctrico. Con su mano izquierda aparto a Edward, casi empujándolo agresivamente sin mirarlo, solo quería que se callase. Que dejase de razonar con aquella… cosa. Krauser nunca fue una persona, y si había vuelto del mundo de los muertos, menos.
- Se… se supone… Se supone que estabas muerto… ¿Porque…? ¿Porque…? – Su voz estaba sumamente apagada, en la que solo Ed y Krau podían escucharle-.
La piedra que había cubierto todo su cuerpo se centró en su cabeza y brazo derecho. Esta se estremeció como si tuviera vida propia, pero esta vez, como si estuviera sufriendo hasta tornarse de un color rojizo. Una garra afilada se formó y una rostro demoniaco con una melena corta, parecida a la obtenía al adoptar la BloodMoon Demon, pero que se había quedado a mitad de camino. En aquel instante, todo aquel que pudiera notar su presciencia le diría lo mismo; “corre”.
- ¿¡PORQUE NI SIQUIERA PUDISTE QUEDARTE MUERTO?! –rugió, pues gritar no es la palabra más adecuada, mientras se dispuso a asestarle un potente puñetazo en forma de puño de piedra rojo directo a la cara.
No pudo evitar toser un poco cuando por su nariz paso el polvo que había producido su segundo al mando, pero también noto otra cosa; humedad. Aquella humedad que solía haber los días de lluvia… o niebla. La llave cayo a plomo mientras el mentón de Osu temblaba al ver la figura de Krauser que se vio con más claridad por los vientos de Annie que disiparon el polvo. Osuka ya sabía que por mucha niebla que disipara, habría más, siempre había más.
- No lo hagas, cabeza hueca. Recuerda que se lo que piensas y no es de tus mejores ideas –pronuncio Ishi, pero Osu no reaccionaba y el collar con el espíritu de la akuma notaba como un sentimiento negativo fluía con una furia que nunca había visto al revolucionario-.
Odió como Ed se encerró con aquella cúpula de rayos. La electricidad contra Krauser era peor para el que la usaba. Un soldado de piedra le recubrió con una fina capa de piedra que solo duro lo que tardase en atravesar aquel escudo eléctrico. Con su mano izquierda aparto a Edward, casi empujándolo agresivamente sin mirarlo, solo quería que se callase. Que dejase de razonar con aquella… cosa. Krauser nunca fue una persona, y si había vuelto del mundo de los muertos, menos.
- Se… se supone… Se supone que estabas muerto… ¿Porque…? ¿Porque…? – Su voz estaba sumamente apagada, en la que solo Ed y Krau podían escucharle-.
La piedra que había cubierto todo su cuerpo se centró en su cabeza y brazo derecho. Esta se estremeció como si tuviera vida propia, pero esta vez, como si estuviera sufriendo hasta tornarse de un color rojizo. Una garra afilada se formó y una rostro demoniaco con una melena corta, parecida a la obtenía al adoptar la BloodMoon Demon, pero que se había quedado a mitad de camino. En aquel instante, todo aquel que pudiera notar su presciencia le diría lo mismo; “corre”.
- ¿¡PORQUE NI SIQUIERA PUDISTE QUEDARTE MUERTO?! –rugió, pues gritar no es la palabra más adecuada, mientras se dispuso a asestarle un potente puñetazo en forma de puño de piedra rojo directo a la cara.
- Esquemita made in Tenebrex de nuestras posiciones.:
- Cosis:
BLOODSTONE:
El usuario aumenta sus capacidades de fusión con la piedra llegando a niveles “sanguíneos”. Con una pequeña cantidad de su sangre transforma la roca corriente en “Bloodstone”, la cual tiene una dureza muy superior debido al hierro de la sangre. Este material permite hacer una version mejorada de todas las técnicas relacionadas con la akuma.
Maki
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Maki permanecía con los ojos cerrados, concentrado en no ponerse histérico. De vez en cuando los abría para comprobar si la habitación había cambiado de color, pero no era así. Seguía siendo tan rosa como antes. El maldito color podía notarse de mil formas. Olía a rosa, sabía a rosa, el aire tenía tacto a rosa... Maki hasta podía oír como el rosa se reía por lo bajo malévolamente, acechando al otro lado de la perfecta protección de sus párpados cerrados y a la espera de que Maki bajase la guardia.
No tenía ni idea de qué hacía el resto de revolucionarios. Por lo que él sabía, podían estar construyéndose una casa, porque estaban tardando una barbaridad. ¿Es que no podía darse prisa? Él mismo habría abierto la puerta de no ser porque eso le obligaría a abrir los ojos y enfrentarse al rosa.
"¡Venga, deprisa!", les gritó con el pensamiento, mientras que por fuera mantenía la expresión imperturbable que caracterizaba al Oficial Makintosh.
Un enorme estruendo le hizo girarse. Reunió el valor de abrir los ojos cuando notó el polvo en la nariz y la boca. Alguien había hecho un destrozo con la puerta y con tanto polvo no se veía nada. Menos mal. Maki aprovechó para salir de la habitación y alejarse de sus temibles paredes. Y entonces lo vio.
Alto e imponente como un churro relleno, con la cara tapada hasta la nariz y unos ojos que, incluso con la poca visibilidad, parecían clavarse en las tiernas carnes de Maki como dos aguijones en llamas. Todos se habían puesto muy tensos. Él no era una excepción. Estaba convencido de que aquel tipo era el malo, el mismísimo Krauser. Sí, ahora recordaba su rostro. Solo lo vio una vez, pero era difícil de olvidar incluso para él. Siempre que Maki se encontraba con alguien que le daba miedo, como fue el caso, tallaba su cara en una hortaliza para no olvidarla nunca y así poder estar alerta si lo veía. Desde aquella vez en que se encontraron, un nabo amarillo descansaba sobre la estantería de Maki con la cara de Krauser grabada a cuchillo en él.
"Vamos a tener que luchar contra él", supo. Para eso estaban allí, ¿no? Para derrotar al villano y salvar al mundo.
El Oficial Makintosh se adelantó, olvidado ya su miedo anterior. Era el momento de luchar... Vale, él no solía combatir, pero eso daba igual. Tenía que hacerlo.
-¡Ríndete, malvado! -exclamó, y se puso en posición de combate. Iba a atizarle cuando Susu se le adelantó y se dispuso a dar el primer golpe.
Casi mejor.
No tenía ni idea de qué hacía el resto de revolucionarios. Por lo que él sabía, podían estar construyéndose una casa, porque estaban tardando una barbaridad. ¿Es que no podía darse prisa? Él mismo habría abierto la puerta de no ser porque eso le obligaría a abrir los ojos y enfrentarse al rosa.
"¡Venga, deprisa!", les gritó con el pensamiento, mientras que por fuera mantenía la expresión imperturbable que caracterizaba al Oficial Makintosh.
Un enorme estruendo le hizo girarse. Reunió el valor de abrir los ojos cuando notó el polvo en la nariz y la boca. Alguien había hecho un destrozo con la puerta y con tanto polvo no se veía nada. Menos mal. Maki aprovechó para salir de la habitación y alejarse de sus temibles paredes. Y entonces lo vio.
Alto e imponente como un churro relleno, con la cara tapada hasta la nariz y unos ojos que, incluso con la poca visibilidad, parecían clavarse en las tiernas carnes de Maki como dos aguijones en llamas. Todos se habían puesto muy tensos. Él no era una excepción. Estaba convencido de que aquel tipo era el malo, el mismísimo Krauser. Sí, ahora recordaba su rostro. Solo lo vio una vez, pero era difícil de olvidar incluso para él. Siempre que Maki se encontraba con alguien que le daba miedo, como fue el caso, tallaba su cara en una hortaliza para no olvidarla nunca y así poder estar alerta si lo veía. Desde aquella vez en que se encontraron, un nabo amarillo descansaba sobre la estantería de Maki con la cara de Krauser grabada a cuchillo en él.
"Vamos a tener que luchar contra él", supo. Para eso estaban allí, ¿no? Para derrotar al villano y salvar al mundo.
El Oficial Makintosh se adelantó, olvidado ya su miedo anterior. Era el momento de luchar... Vale, él no solía combatir, pero eso daba igual. Tenía que hacerlo.
-¡Ríndete, malvado! -exclamó, y se puso en posición de combate. Iba a atizarle cuando Susu se le adelantó y se dispuso a dar el primer golpe.
Casi mejor.
Deathstroke
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Mientras cantaba, uno de los marines intentó hacer un circulo en la pantalla para poder pasar, sin embargo, no funcionó, pareció que, tras hacerlo, la pantalla se escondió bajo el suelo y una nueva apareció en su lugar volviendo a impedir el paso. Cuando terminé de cantar, la pantalla se abrió y me permitió acceder a la nueva zona con las escaleras que subían al siguiente piso.
Otro de los marines intentó cruzar detrás de mí, lo que sería hacer una pequeña trampa, pero los sistemas de seguridad volvieron a ser sorprendentes y lo echaron hacia atrás. Después se volvió a escuchar a la voz decirles el castigo, que sería el pulsar unas teclas en una superficie al ritmo de la música.
El capitán se encontraba esperando a ver si pasábamos el resto de integrantes del grupo, mientras se encontraba hablando con uno de los marines de rango bajo, este parecía más tranquilo que sus compañeros, “podría tener potencial” pensé cuando les alcancé. En ese momento el capitán se despidió de él. Parecía que se quedaría con sus compañeros rezagados. Luego seguimos avanzando hasta alcanzar a Zuko, el marine que había subido corriendo sin esperar a nadie.
Cuando lo alcanzamos se notaba en el aire un ligero olor a licor, no recordaba haber bebido aquello nunca, pero estaba seguro de que sería una bebida agradable. Siguiendo al marine llegamos a una sala en la que encontramos un hombre encapuchado, lo más posible era que fuese el próximo oponente o reto para avanzar.
Otro de los marines intentó cruzar detrás de mí, lo que sería hacer una pequeña trampa, pero los sistemas de seguridad volvieron a ser sorprendentes y lo echaron hacia atrás. Después se volvió a escuchar a la voz decirles el castigo, que sería el pulsar unas teclas en una superficie al ritmo de la música.
El capitán se encontraba esperando a ver si pasábamos el resto de integrantes del grupo, mientras se encontraba hablando con uno de los marines de rango bajo, este parecía más tranquilo que sus compañeros, “podría tener potencial” pensé cuando les alcancé. En ese momento el capitán se despidió de él. Parecía que se quedaría con sus compañeros rezagados. Luego seguimos avanzando hasta alcanzar a Zuko, el marine que había subido corriendo sin esperar a nadie.
Cuando lo alcanzamos se notaba en el aire un ligero olor a licor, no recordaba haber bebido aquello nunca, pero estaba seguro de que sería una bebida agradable. Siguiendo al marine llegamos a una sala en la que encontramos un hombre encapuchado, lo más posible era que fuese el próximo oponente o reto para avanzar.
Sasaki
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Vaya, la cosa se estaba poniendo realmente interesante mientras bebía chupitos, llevaba ya dos, y ninguno de mis invitados lo quiso aceptar, de desagradecidos está el mundo lleno. El capitán parecía querer seguir avanzando, pero una señal le impidió el paso a pesar de que la cabeza ya había cruzado el umbral.
-Chico no debiste hacer eso – Dije simplemente tras verlo, y bebí otro chupito.
Ahora aquel tipo quería enfrentarse al Almirante Al, y no al joven recluta. Quizás fuese mejor así, sin embargo, aquello no le gustó al capitán y mucho menos que aquel hombre intentase hacer una pelea de chistes sobre madres. Sí sin duda al capitán en aquel día se le estaban hinchando las pelotas a base de bien y en algún momento explotaría.
Bebí un último chupito y recogí las cosas levantándome. Era hora de moverse para intentar que el capitán explotase en el momento preciso y no ahí con aquellos pringados. Al comenzó a dar ordenes a los macarras que seguían en pie, instándoles a que se marchasen o tendrían problemas. Bueno, en caso de que se quisiesen quedar, le pediría al capitán que me dejase divertirme un poco mientras él avanzaba.
No miré donde se encontraba Arthur, pero supuse que seguiría dándose guantazos con el que parecía el líder, le estaba llevando bastante más tiempo del que tenía pensado, sobre todo ahora que había regresado a la normalidad. Por otro lado, me acerqué al recluta para ver si estaba bien o necesitaba algo. Finalmente, en mi mano derecha apareció una empuñadura de una espada y en la izquierda la última espada que había conseguido, por si debía de combatir, iba a ponerme serio.
-Chico no debiste hacer eso – Dije simplemente tras verlo, y bebí otro chupito.
Ahora aquel tipo quería enfrentarse al Almirante Al, y no al joven recluta. Quizás fuese mejor así, sin embargo, aquello no le gustó al capitán y mucho menos que aquel hombre intentase hacer una pelea de chistes sobre madres. Sí sin duda al capitán en aquel día se le estaban hinchando las pelotas a base de bien y en algún momento explotaría.
Bebí un último chupito y recogí las cosas levantándome. Era hora de moverse para intentar que el capitán explotase en el momento preciso y no ahí con aquellos pringados. Al comenzó a dar ordenes a los macarras que seguían en pie, instándoles a que se marchasen o tendrían problemas. Bueno, en caso de que se quisiesen quedar, le pediría al capitán que me dejase divertirme un poco mientras él avanzaba.
No miré donde se encontraba Arthur, pero supuse que seguiría dándose guantazos con el que parecía el líder, le estaba llevando bastante más tiempo del que tenía pensado, sobre todo ahora que había regresado a la normalidad. Por otro lado, me acerqué al recluta para ver si estaba bien o necesitaba algo. Finalmente, en mi mano derecha apareció una empuñadura de una espada y en la izquierda la última espada que había conseguido, por si debía de combatir, iba a ponerme serio.
Liv L Astrid
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Parecía que el revolucionario no hablaría, sin embargo, aún con las manos en el cuello por la perdida de líquido comenzó a hablar, me contaría todo lo que sabía, pero la primera frase que soltó no estuvo relacionada con lo que había prometido, empecé a cargar el golpe de gracia si al final decidía no hablar y sus últimas palabras era una frase propia de un panfleto político para decantar a alguien por él.
Entonces comenzó a hablar, empezó a decirme por donde debía de ir, primero a la izquierda y luego a unas escaleras que me llevarían a algún lado, sin embargo, el hombre murió o más bien la máquina que era dejó de funcionar como si hubiese sufrido un cortocircuito.
-No creo que haya sido algo natural a pesar del corte – me dijo Trece.
-Entonces nos ven y oyen desde algún lugar, por ahora hay que salir de aquí.
-Pues usa el aparato que tenía este tipo – dijo Trece señalando el piano – A pesar de golpearlo sigue igual, quizás necesite de alguna combinación de teclas para que funcione.
Aquello tenía sentido, sin embargo, no tenía ni idea de las notas que se podían tocar y menos aún en un piano con aquella cantidad de teclas. Recogí el instrumento y me dirigí hacia la puerta, donde comencé a tocar las teclas, intentando tocar al principio las notas que había tocado el hombre máquina, luego toqué notas de más agudas a graves y para terminar, al contrario, solo esperaba que funcionase alguna combinación.
Entonces comenzó a hablar, empezó a decirme por donde debía de ir, primero a la izquierda y luego a unas escaleras que me llevarían a algún lado, sin embargo, el hombre murió o más bien la máquina que era dejó de funcionar como si hubiese sufrido un cortocircuito.
-No creo que haya sido algo natural a pesar del corte – me dijo Trece.
-Entonces nos ven y oyen desde algún lugar, por ahora hay que salir de aquí.
-Pues usa el aparato que tenía este tipo – dijo Trece señalando el piano – A pesar de golpearlo sigue igual, quizás necesite de alguna combinación de teclas para que funcione.
Aquello tenía sentido, sin embargo, no tenía ni idea de las notas que se podían tocar y menos aún en un piano con aquella cantidad de teclas. Recogí el instrumento y me dirigí hacia la puerta, donde comencé a tocar las teclas, intentando tocar al principio las notas que había tocado el hombre máquina, luego toqué notas de más agudas a graves y para terminar, al contrario, solo esperaba que funcionase alguna combinación.
Simo Baker
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Y contra todo lo que podría haber esperado, los arbustos vivientes, menos el que el gigante había domesticada comenzaron a agruparse. –Ja-, me reí al verlo. Sí, quizá estaban formando una bestia amenazadora, sin embargo también estaban dejando la puerta de salida a la vista. Era algo poético que un laberinto se convirtiera en un minotauro, pero eran dos elementos que de no estar juntos perdían mucha efectividad. Por muy complicado que un laberinto fuera, con tiempo, siempre se podía superar. Por otro lado un minotauro… digamos que no es de las criaturas más ágiles o inteligentes que uno se puede encontrar. O al menos eso parecía en las historias que había leído, porque la verdad es que nunca había visto uno en persona, y mucho menos hecho de arbustos.
Como ya estaba preparado para hacer tomé altura con el geppou para esquivar el ataque del minotauro, que había lanzado una ola de cables para intentar atraparnos. A decir verdad me preocupaban más los cables esparcidos por el suelo que el minotauro. Por un instante miré las zonas que había afectado para ver si el movimiento del minotauro creaba algún efecto. Ni un pequeño fuego en las zonas con pólvora, ni un chispazo en el charco electrificado… una pena. -No tenemos tiempo para perder con esta cosa. Vamos a intentar atraerla lejos de la puerta y luego nos vamos. Si quiere pelear que sea fuera de esta sala donde no tenga su querido amasijo de cables-, dije al grupo esperando que me hicieran caso. No me gustaba hacer de líder, pero no quería otra situación como la del amasijo de carne. –Recordad que el verdadero enemigo nos espera más adelante, estos son solo secuaces sin importancia-, añadiría esperando que con eso el nudista perdiera las ganas de ir de frente contra el minotauro.
Tras eso agarraría mi gunny bravo, endurecería mi brazo con el tekkai para evitar el retroceso y desde una distancia prudente dispararía directo al pecho de la bestia. La pistola escopeta me parecía la mejor opción para el ataque ya que sumado a su gran potencia ofrecía una mayor dispersión con la que podía reventar a más arbustos. -¡Vamos culo verde por aquí!-, le gritaría al minotauro para que viniera por mí. Le esperaría listo para esquivar con el geppou y el soru cualquier ataque que lanzara, intentando alejarlo de la puerta lo suficiente como para poder marcharnos sin que nos atrapara.
Como ya estaba preparado para hacer tomé altura con el geppou para esquivar el ataque del minotauro, que había lanzado una ola de cables para intentar atraparnos. A decir verdad me preocupaban más los cables esparcidos por el suelo que el minotauro. Por un instante miré las zonas que había afectado para ver si el movimiento del minotauro creaba algún efecto. Ni un pequeño fuego en las zonas con pólvora, ni un chispazo en el charco electrificado… una pena. -No tenemos tiempo para perder con esta cosa. Vamos a intentar atraerla lejos de la puerta y luego nos vamos. Si quiere pelear que sea fuera de esta sala donde no tenga su querido amasijo de cables-, dije al grupo esperando que me hicieran caso. No me gustaba hacer de líder, pero no quería otra situación como la del amasijo de carne. –Recordad que el verdadero enemigo nos espera más adelante, estos son solo secuaces sin importancia-, añadiría esperando que con eso el nudista perdiera las ganas de ir de frente contra el minotauro.
Tras eso agarraría mi gunny bravo, endurecería mi brazo con el tekkai para evitar el retroceso y desde una distancia prudente dispararía directo al pecho de la bestia. La pistola escopeta me parecía la mejor opción para el ataque ya que sumado a su gran potencia ofrecía una mayor dispersión con la que podía reventar a más arbustos. -¡Vamos culo verde por aquí!-, le gritaría al minotauro para que viniera por mí. Le esperaría listo para esquivar con el geppou y el soru cualquier ataque que lanzara, intentando alejarlo de la puerta lo suficiente como para poder marcharnos sin que nos atrapara.
Ryuichi Ichiban
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Akuma no mi
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El gigante miró al frente como los arbustos empezaban a juntarse, formando una enorme criatura que solo podría ser llamada "minotauro". Braud estaba ofendido. ¿En serio? Pedía a grito pelado una criatura mítica con la que intercambiar puñetazos y recibía a cambio un amasijo de plantas mal formadas. Insultante. Denigrante. Cerró el puño con fuerza, viéndose rodeado de un aura rojiza e intensa que se expandía como una onda a su alrededor. Golpeó el suelo con fuerza, con el propósito de detener los cables que iban a por sus pies antes de que lo alcanzaran. Su puño potenciado golpeó el suelo con fuerza, creando grietas a su alrededor por el impacto. Entonces, en el caso de que hubiese conseguido detener los cables, empezaría a correr hacia delante.
—¿Es tu padre, Minos? —le dijo al arbustito que ahora estaba en su hombro—. Si es así dile que yo no peleo con plantas.
Si bien el gigante no era una criatura precisamente veloz, sus piernas eran grandes y abarcaban más distancia, además de que su fuerza en aquel instante se encontraba potenciada, y cada zancada era más bien un salto hacia delante. Cada paso que chocaba con el suelo provocaba un ligero pero notorio temblor, debido a su peso y fuerza. Al llegar, intentaría deslizarse por el suelo, justo entre las piernas del minotaurio de planta, hacia la puerta. Si hubiese sido un minotaurio normal y corriente entonces si que habría saltado e intentado hundirle el pecho a puñetazos. Sin embargo, no valía la pena. No valía nada la pena.
—¿Es tu padre, Minos? —le dijo al arbustito que ahora estaba en su hombro—. Si es así dile que yo no peleo con plantas.
Si bien el gigante no era una criatura precisamente veloz, sus piernas eran grandes y abarcaban más distancia, además de que su fuerza en aquel instante se encontraba potenciada, y cada zancada era más bien un salto hacia delante. Cada paso que chocaba con el suelo provocaba un ligero pero notorio temblor, debido a su peso y fuerza. Al llegar, intentaría deslizarse por el suelo, justo entre las piernas del minotaurio de planta, hacia la puerta. Si hubiese sido un minotaurio normal y corriente entonces si que habría saltado e intentado hundirle el pecho a puñetazos. Sin embargo, no valía la pena. No valía nada la pena.
Galhard
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El recluta, sin saberlo, estaba a punto de cruzar una línea peligrosa, al escuchar como el crío mencionaba una competición de chites no pudo evitar emocionarse y volcar todo el conocimiento que había adquirido en las tabernas de camino al cuartel.
-¿Con que un concurso de chistes? Dudo que puedas superar este "Tu madre es tan puta que si ella fuese un mar y los hombres fuesen peces ella sería el All Blue"-
Atónito pudo ver como el ALmirante arremetía nuevamente contra el macarra, convirtiéndose en polvo de hielo esta vez para no chocar contra la barrera del chico o bien para no matarlo con su golpe, aún así las palabras del recluta también habían sido arrojadas al aire, ajeno a lo que pudiese comportar eso.
-Oh Jack ¿También eres un espadachín? No voy a aburrirme en esta brigada-
-¿Con que un concurso de chistes? Dudo que puedas superar este "Tu madre es tan puta que si ella fuese un mar y los hombres fuesen peces ella sería el All Blue"-
Atónito pudo ver como el ALmirante arremetía nuevamente contra el macarra, convirtiéndose en polvo de hielo esta vez para no chocar contra la barrera del chico o bien para no matarlo con su golpe, aún así las palabras del recluta también habían sido arrojadas al aire, ajeno a lo que pudiese comportar eso.
-Oh Jack ¿También eres un espadachín? No voy a aburrirme en esta brigada-
Ellanora Volkihar
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En cuanto Nora entró en aquella habitación y todo el sonido llegó hasta ella, puso una mueca de dolor y se llevó las manos a los oídos. En aquel instante su fino oído de depredadora nocturna jugaba en su contra y la estaba matando. Le estaba haciendo más daño que todas las personas que habían intentado matarla hasta el momento. Abrió la boca, intentando gritar del dolor en sus oídos, aunque nunca tuvo claro si de verdad llegó a emitir sonido alguno. Sin embargo, seguía sintiendo la presencia de su juguete. Desde aquella noche en Darmstadt, cuando conoció a Adam, había tenido una extraña sensación.
Como si pudiese seguir viendo a todo el mundo a su alrededor aunque no estuviesen en su campo de visión. No que los veía de verdad, por supuesto, pero si tenía la sensación de que se encontraban allí. Podía también sentir pequeños atisbos de sus emociones, aunque siempre había pensado que aquello se atribuía al extendido conocimiento de que "los depredadores pueden oler tu miedo". Después de todo, lo que más solía sentir en sus subordinados cuando hablaban con ella era el miedo. Siguió caminando, manteniéndose cerca de la presencia del rubio, aún soportando ese dolor. Sin embargo, una segunda presencia y un fuerte olor a sangre pareció engullirlo todo, casi apagando aquella que seguía.
«Es ese gilipollas exhibicionista de antes... el que faltaba.»
Continuó, a penas pudiendo oír sus pensamientos, deseando con ganas que llegase el momento en que aquel ruido altísimo dejase de taladrar sus oídos.
Como si pudiese seguir viendo a todo el mundo a su alrededor aunque no estuviesen en su campo de visión. No que los veía de verdad, por supuesto, pero si tenía la sensación de que se encontraban allí. Podía también sentir pequeños atisbos de sus emociones, aunque siempre había pensado que aquello se atribuía al extendido conocimiento de que "los depredadores pueden oler tu miedo". Después de todo, lo que más solía sentir en sus subordinados cuando hablaban con ella era el miedo. Siguió caminando, manteniéndose cerca de la presencia del rubio, aún soportando ese dolor. Sin embargo, una segunda presencia y un fuerte olor a sangre pareció engullirlo todo, casi apagando aquella que seguía.
«Es ese gilipollas exhibicionista de antes... el que faltaba.»
Continuó, a penas pudiendo oír sus pensamientos, deseando con ganas que llegase el momento en que aquel ruido altísimo dejase de taladrar sus oídos.
Mist D. Spanner
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Sus ojos color azul grisáceo se clavaron en el extraño que acababa de entrar. La atención de Spanner a sus palabras se detuvieron a partir de la tercera de estas, cuando se dio cuenta de que de verdad no tenía nada interesante que decir. Se limitó a continuar caminando mirando al frente, como si aquel señor no existiese, llegando al punto que si incluso estuviese en mitad de su camino utilizaría el poder de su fruta del diablo para atravesarlo como si no fuese más que aire. Se puso al lado de Marc y Therax, dándose cuenta de que nada ni nadie les impedía el paso, por tanto no tenían motivo alguno para quedarse a escuchar la perorata de ese señor... O a su perro rata.
—¿Sabes una cosa, Marc? —le dijo al gigante mientras caminaban—. Me da mucha curiosidad tu entusiasmo y energía. A nivel académico, por supuesto. No soy una persona muy emocional, y se podría decir que tú eres mi contrario. Que con ello no quiero decir que seas estúpido, por supuesto. Es decir, si tuviese que llamar estúpido a todo aquel menos inteligente que yo... Creo que no pararía. Pero... No... no suelo decirle esto a nadie, pero tienes algo que no puedo comprender. Tu empatía, tu energía por hacer lo correcto incluso cuando es contraproducente para ti. Nunca me había cruzado con alguien así. Ni siquiera Zane es tan...
Y siguió hablando sin parar, aunque como siempre había empezado a hablar más para si mismo que otra cosa. Solía pasarle, hasta el punto que hablaba solo en su laboratorio cuando está pensando en cosas importantes. Bueno, no exactamente solo. Haru estaba con él. Bueno, no del todo... era complicado.
—¿Sabes una cosa, Marc? —le dijo al gigante mientras caminaban—. Me da mucha curiosidad tu entusiasmo y energía. A nivel académico, por supuesto. No soy una persona muy emocional, y se podría decir que tú eres mi contrario. Que con ello no quiero decir que seas estúpido, por supuesto. Es decir, si tuviese que llamar estúpido a todo aquel menos inteligente que yo... Creo que no pararía. Pero... No... no suelo decirle esto a nadie, pero tienes algo que no puedo comprender. Tu empatía, tu energía por hacer lo correcto incluso cuando es contraproducente para ti. Nunca me había cruzado con alguien así. Ni siquiera Zane es tan...
Y siguió hablando sin parar, aunque como siempre había empezado a hablar más para si mismo que otra cosa. Solía pasarle, hasta el punto que hablaba solo en su laboratorio cuando está pensando en cosas importantes. Bueno, no exactamente solo. Haru estaba con él. Bueno, no del todo... era complicado.
Scarlett F. Jones
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A medida que me iba quitando prendas los demás que se habían quedado atrás llegaron a la sala. Sentía como mis mejillas se volvían rojas por tener que hacer aquello para poder avanzar. Un chico insinuó que no era el momento para tener relaciones sexuales, cosa cierta, pero si existía una forma de poder pasar al siguiente nivel sin tener que llegar a las armas no veía por qué no aprovechar esa oportunidad.
- No es el momento, tienes razón, pero prefiero buscar una forma pacífica que estar gastando energías y munición a lo loco - Dije tapándo mis vergüenzas mirando para hacia otro lado. Es entonces cuando la mujer morena de antes me agarra el brazo para que continuemos. Una voz se alzó y un viejo hombre fue bajando las escaleras con un perro entre sus brazos. Parecía ser un artista en busca de inspiración y quería que me viera envuelta en aquella situación en beneficio de su obra. Se negaba a tener privacidad, pues alegaba que no existía pecado en el arte. Mirándolo bien, no parecía que fuera alguien a quien no se pudiera derrotar. Es decir, podría o bien negarme o bien intentar posponer la obra para después de eliminar a Krauser.
-Disculpe señor, ¿no podríamos acabar esto después de la guerra? Esta gente tiene razón y no podemos perder más tiempo. Le doy mi palabra que después puede hacerme cualquier cuadro o cualquier elemento artístico que prefiera. Pero en este momento en que el mundo se está yendo a pique no es muy propicio. Por favor, entiéndalo - Intenté una vez más la vía diplomática para poder avanzar. Era cierto que me disgustaba la idea de tener que posar desnuda realizando interacciones sexuales con otra mujer pero tenía que tirar de lo que fuera para llegar a un acuerdo.
- No es el momento, tienes razón, pero prefiero buscar una forma pacífica que estar gastando energías y munición a lo loco - Dije tapándo mis vergüenzas mirando para hacia otro lado. Es entonces cuando la mujer morena de antes me agarra el brazo para que continuemos. Una voz se alzó y un viejo hombre fue bajando las escaleras con un perro entre sus brazos. Parecía ser un artista en busca de inspiración y quería que me viera envuelta en aquella situación en beneficio de su obra. Se negaba a tener privacidad, pues alegaba que no existía pecado en el arte. Mirándolo bien, no parecía que fuera alguien a quien no se pudiera derrotar. Es decir, podría o bien negarme o bien intentar posponer la obra para después de eliminar a Krauser.
-Disculpe señor, ¿no podríamos acabar esto después de la guerra? Esta gente tiene razón y no podemos perder más tiempo. Le doy mi palabra que después puede hacerme cualquier cuadro o cualquier elemento artístico que prefiera. Pero en este momento en que el mundo se está yendo a pique no es muy propicio. Por favor, entiéndalo - Intenté una vez más la vía diplomática para poder avanzar. Era cierto que me disgustaba la idea de tener que posar desnuda realizando interacciones sexuales con otra mujer pero tenía que tirar de lo que fuera para llegar a un acuerdo.
- Resumen Sala erótica:
- Estar avergonzada por estar casi en cueros y taparme para que nadie me mire los pechos (?). Intentar convencer al señor para posponer la escena artística hasta después de la guerra.
Kaito Takumi
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Kaito creía que las ocurrentes suposiciones de Lysbeth y White eran también válidas, pero aunque lo fuesen aquello no garantizaba su triunvirato de teorías. Decidió pronunciarse con sus compañeros.
—De hecho esa fue mi primera opción —dijo dirigiéndose a Lysbeth—, y la de White la tercera; la segunda era poner todo treses… Lo que pasa es que prefiero no arriesgarme a que no se permita repetición de dígitos, ni a que el hecho de que un número total de un solo dígito no tenga una suma digital —añadió en referencia a la propuesta de la súcubo por el sumatorio de nueve— por lo que he optado por esta elegante serie de tuplas de dígitos diferentes que dan nueve. Veintisiete en total. En breves veremos si esto resuelve el “acertijo”… Aunque aún queda por resolver el del señor SUPAIDAMAN—terminó devolviéndole el marrón al chico de las mallas.
Dicho esto quedaría muy atento a que la serie de pautas matemáticas se hicieran en el orden que había propuesto, empujando lentamente a todo aquel sujeto hiperpasivo que no hiciese nada como una marioneta de trapo. Y, cómo no, permenecería con una oreja puesta para escuchar cómo se libraba el hombre de la estampa arácnida de la situación en la que estaba atrapado.
—De hecho esa fue mi primera opción —dijo dirigiéndose a Lysbeth—, y la de White la tercera; la segunda era poner todo treses… Lo que pasa es que prefiero no arriesgarme a que no se permita repetición de dígitos, ni a que el hecho de que un número total de un solo dígito no tenga una suma digital —añadió en referencia a la propuesta de la súcubo por el sumatorio de nueve— por lo que he optado por esta elegante serie de tuplas de dígitos diferentes que dan nueve. Veintisiete en total. En breves veremos si esto resuelve el “acertijo”… Aunque aún queda por resolver el del señor SUPAIDAMAN—terminó devolviéndole el marrón al chico de las mallas.
Dicho esto quedaría muy atento a que la serie de pautas matemáticas se hicieran en el orden que había propuesto, empujando lentamente a todo aquel sujeto hiperpasivo que no hiciese nada como una marioneta de trapo. Y, cómo no, permenecería con una oreja puesta para escuchar cómo se libraba el hombre de la estampa arácnida de la situación en la que estaba atrapado.
- Resumen 2º Post Supavengers:
- Simplemente contestar una cosa antes de proseguir como el primer post con la resolución del acertijo. Eso y devolverle la voz cantante a SUPAIDAMAN para ver cómo contesta las preguntas que su aparición y forma de actuar han suscitado (Y que ya han hecho Lys y Will)
Rose D. Alviss
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El gato amarillo mutante parecía irse algo indignado, quizás por los piropos que le soltamos de manera gratuita… aunque la verdad no sé que se esperaba. Mientras avanzábamos a nuestro siguiente destino, el pelirrojo empezó a canturrear, síntoma de nuestra contienda con los abecedarios, yo andaba en una situación similar, tenías las canciones del grupo en la cabeza sonando sin parar, más los típicos pitidos post-concierto.
- Cuando llega la fiesta las chicas se desmadran. Es el alcohol y las drogas acercate ven mi lujuria te desnudaré… - Seguí la canción que empezó a cantar el capitán, no es algo que sea digno de elogio por mi parte, conocer dicha canción, pero la jodida es pegadiza y ha sonado en más de una fiesta que he estado. - ¡Venga, todos juntos! - Intenté que se animarán todos, pero algo me decía que no iba a ser así.
- ¡Yo quiero chuscar, toda la noche… Chusca, chusca, chucando va… chusca, chusca, chuscando heey!
Tras un rato cantando llegamos a nuestro siguiente destino, una sala donde había un gran telón de color morado y lo que parecía, sobretodo por el olor fecal, la salida de un desagüe. Mientras inspeccionábamos todo, me acerqué a dicho agujero para ver, sin tocarlo, no me apetecía llevar ese olor todo lo que quedaba de ¿misión para salvar el mundo? Desprendía un pésimo aroma, así que apenas dure unos segundos mirando. Me alejé y me fijé en que el gañan estaba en el telón, el segundo sitio interesante, por llamarlo de algún modo, de la sala, por lo que me acerqué, para ver que había tras la tela y por si tiene un plan.
- Cuando llega la fiesta las chicas se desmadran. Es el alcohol y las drogas acercate ven mi lujuria te desnudaré… - Seguí la canción que empezó a cantar el capitán, no es algo que sea digno de elogio por mi parte, conocer dicha canción, pero la jodida es pegadiza y ha sonado en más de una fiesta que he estado. - ¡Venga, todos juntos! - Intenté que se animarán todos, pero algo me decía que no iba a ser así.
- ¡Yo quiero chuscar, toda la noche… Chusca, chusca, chucando va… chusca, chusca, chuscando heey!
Tras un rato cantando llegamos a nuestro siguiente destino, una sala donde había un gran telón de color morado y lo que parecía, sobretodo por el olor fecal, la salida de un desagüe. Mientras inspeccionábamos todo, me acerqué a dicho agujero para ver, sin tocarlo, no me apetecía llevar ese olor todo lo que quedaba de ¿misión para salvar el mundo? Desprendía un pésimo aroma, así que apenas dure unos segundos mirando. Me alejé y me fijé en que el gañan estaba en el telón, el segundo sitio interesante, por llamarlo de algún modo, de la sala, por lo que me acerqué, para ver que había tras la tela y por si tiene un plan.
- Resumen:
- Avanzar.
- Seguir la canción de Zane.
- Llegar a la nueva habitación, mirar el desagüe e ir a donde está el capitán.
- Avanzar.
Zack Suky
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Las campanadas, molestas. El pitido que estas dejaron en mis tímpanos, más aún... Y qué decir del cabronazo que se pavoneaba por el micro... pero si hubo alguien que me tocó las pelotas hasta el punto de hacer que casi perdiese el control fue el puto Suipaidaman.
-Otro puto antitabaco - rumié malhumorado mientras observaba como este sobaba a la súcubo. Encima tenía suerte el so bastardo y no lo pisoteaba como había hecho con la morsa... Aunque un poco de sado con ella tampoco estaría mal.
Fuese como fuese, me mordí la lengua y mantuve las manos alejadas de la empuñadura de mi arma para no liarla. Tuve que hacer acopio de todo el autocontrol que poseía para poder hacerlo, pero tras recitar la tabla del ocho tres veces terminé ordenando mis pensamientos. No era buena idea enemistarme con el trajeado cuando estaba claro que el grupo quería usarlo, pero si llegaba el momento en que no lo necesitábamos, y si tenía la oportunidad, le atravesaría el cogote con Lengua Demoníaca y me llevaría su máscara como trofeo... Pero todavía no. Tiempo al tiempo, ya que debíamos seguir avanzando y el disfrazado parecía estar familiarizado con la estructura.
Tras el pequeño paseo llegamos a una sala en la que había que resolver otro acertijo. Este esta vez tenía que ver con las matemáticas, por lo que mi mente de ingeniero rápidamente se puso a trabajar en busca de la solución que nos hiciese pasar a la siguiente sala. Quizás así podría mostrar al grupo que podía ser de ayuda, pero antes de que pudiese manifestar mi idea el pulpo se me adelantó. Tenía mis reservas sobre su teoría, ya que como bien había dicho Lysbeth había más de una posibilidad para resolverlo, pero tras meditarlo un instante me decanté por apoyar a Kaito.
-Yo estoy con él - dije mientras me colocaba la pulsera y la ponía en la posición que Kaito me había dicho.
Como científico sabía que algunas veces darle vueltas a las mismas cosas era ridículo. Era muy fácil encontrar taras en los argumentos de los demás, si uno quería conseguir algo realmente había que experimentar realmente y dejarse de teorizar. Las palabras por sí solas no solucionaban nada, así que como confiaba en que Kaito estaba en lo cierto y como coincidía con su razonamiento lo acompañé para que el escáner nos reconociese.
-Otro puto antitabaco - rumié malhumorado mientras observaba como este sobaba a la súcubo. Encima tenía suerte el so bastardo y no lo pisoteaba como había hecho con la morsa... Aunque un poco de sado con ella tampoco estaría mal.
Fuese como fuese, me mordí la lengua y mantuve las manos alejadas de la empuñadura de mi arma para no liarla. Tuve que hacer acopio de todo el autocontrol que poseía para poder hacerlo, pero tras recitar la tabla del ocho tres veces terminé ordenando mis pensamientos. No era buena idea enemistarme con el trajeado cuando estaba claro que el grupo quería usarlo, pero si llegaba el momento en que no lo necesitábamos, y si tenía la oportunidad, le atravesaría el cogote con Lengua Demoníaca y me llevaría su máscara como trofeo... Pero todavía no. Tiempo al tiempo, ya que debíamos seguir avanzando y el disfrazado parecía estar familiarizado con la estructura.
Tras el pequeño paseo llegamos a una sala en la que había que resolver otro acertijo. Este esta vez tenía que ver con las matemáticas, por lo que mi mente de ingeniero rápidamente se puso a trabajar en busca de la solución que nos hiciese pasar a la siguiente sala. Quizás así podría mostrar al grupo que podía ser de ayuda, pero antes de que pudiese manifestar mi idea el pulpo se me adelantó. Tenía mis reservas sobre su teoría, ya que como bien había dicho Lysbeth había más de una posibilidad para resolverlo, pero tras meditarlo un instante me decanté por apoyar a Kaito.
-Yo estoy con él - dije mientras me colocaba la pulsera y la ponía en la posición que Kaito me había dicho.
Como científico sabía que algunas veces darle vueltas a las mismas cosas era ridículo. Era muy fácil encontrar taras en los argumentos de los demás, si uno quería conseguir algo realmente había que experimentar realmente y dejarse de teorizar. Las palabras por sí solas no solucionaban nada, así que como confiaba en que Kaito estaba en lo cierto y como coincidía con su razonamiento lo acompañé para que el escáner nos reconociese.
- Resumen:
- Apoyar a Kaito y seguir su plan, aunque antes maldecir al jodido Suipaidaman por ser un antihumos.
Tobías Thorn
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Estaba tan cómodo que ni las metralleatas ni la punky consiguieron hacerme ponerme en alerta. En el fondo sabía que estaba mal y que tenía que hacer algo para detener al tipo que hablaba por megafonía y que parecía controlar la aguja... Pero superficialmente todo eso me la sudaba. Tenía a Biz para cuidarme y a los esqueletos para que cumpliesen nuestras órdenes. Todo estaba de puta madre, así que pasé de centrarme en esos malos pensamientos que no me dejaban disfrutar. Además los esqueletos habían sacado al misterioso tipo de la sala del humo morado y por fin podía verlo, aunque antes de hablar con él me dirigí a los esqueletos y la joven que se había presentado como Taylor que se dirigían al interior de la sala.
-Hey, aparte de lo que os ha dicho el Teniente... Buscadme algo de comer. Tengo un haaaambre de perros. Es más, un perro también me vaaaalee - dije a voces para que me escuchasen.
Una vez dadas las órdenes a mis esclavos me giré hacia el tipo del pelo largo, el cual ya me caía bien a pesar de que era la primera vez que lo veía.
- Tiiiiiio, por fin te veo la cara - le digo mientras me acerco más a él, quedándome a unos veinte centímetros de su rostro. - Me moooola tu corte de pelo. Los tiiiiios como nosotros con el pelo laaaargo no solo tenemos eso de largo, ¿verrrrdaad? - dije antes de empezar a reírme como un bobo otra vez mientras me alejaba de él y me dejaba caer otra vez al suelo... Aunque no recordaba en qué momento de la conversación me había vuelto a levantar. - Oye Biz, este sitio me abuuuuuuurrreeeeee. Además esas metralletas cuando han disparado hacen un ruuuiiido de pelotas... Y me molesta.
No entendía muy bien porqué este cambio de humor repentino, pero al recordar el ruido estridente que habían hecho a nuestra llegada comencé a encabronarme... Y una vez más, sin saber cómo, estaba de pie dirigiéndome a las metralletas mientras alzaba mi mano derecha, apuntando hacia el techo, al mismo tiempo que generaba sirope y le daba la forma de un enorme martillo. Una vez tuvo la forma que quería lo endurecí con mi técnica Control y lo lancé con toda la potencia que me permitían mis poderes. Normalmente confiaba en mi extraordinaria puntería y le habría lanzado gotas de sirope a propulsión, pero como me notaba raro opté por algo más grande con lo que esperaba no fallar. Además para aumentar la fuerza del golpe lo había recubierto con toda la fuerza de mi haki armadura, haciendo que mi creación se tornase del característico tono metálico de este.
Una vez realizado mi movimiento, pasase lo que pasase con este, volvería hasta mi nakama y el tipo del pelo largo para volver a hablar con ellos.
-Ya me siento algo mejor. Necesitaba descargar tensiones para volver a relajarme... - dije en tono tranquilo mientras volvía a sentarme al lado de mi nuevo amigo. -Por cierto colega, ¿como te llamas? Y más importante, ¿a qué mierdas viniste aquí?.
-Hey, aparte de lo que os ha dicho el Teniente... Buscadme algo de comer. Tengo un haaaambre de perros. Es más, un perro también me vaaaalee - dije a voces para que me escuchasen.
Una vez dadas las órdenes a mis esclavos me giré hacia el tipo del pelo largo, el cual ya me caía bien a pesar de que era la primera vez que lo veía.
- Tiiiiiio, por fin te veo la cara - le digo mientras me acerco más a él, quedándome a unos veinte centímetros de su rostro. - Me moooola tu corte de pelo. Los tiiiiios como nosotros con el pelo laaaargo no solo tenemos eso de largo, ¿verrrrdaad? - dije antes de empezar a reírme como un bobo otra vez mientras me alejaba de él y me dejaba caer otra vez al suelo... Aunque no recordaba en qué momento de la conversación me había vuelto a levantar. - Oye Biz, este sitio me abuuuuuuurrreeeeee. Además esas metralletas cuando han disparado hacen un ruuuiiido de pelotas... Y me molesta.
No entendía muy bien porqué este cambio de humor repentino, pero al recordar el ruido estridente que habían hecho a nuestra llegada comencé a encabronarme... Y una vez más, sin saber cómo, estaba de pie dirigiéndome a las metralletas mientras alzaba mi mano derecha, apuntando hacia el techo, al mismo tiempo que generaba sirope y le daba la forma de un enorme martillo. Una vez tuvo la forma que quería lo endurecí con mi técnica Control y lo lancé con toda la potencia que me permitían mis poderes. Normalmente confiaba en mi extraordinaria puntería y le habría lanzado gotas de sirope a propulsión, pero como me notaba raro opté por algo más grande con lo que esperaba no fallar. Además para aumentar la fuerza del golpe lo había recubierto con toda la fuerza de mi haki armadura, haciendo que mi creación se tornase del característico tono metálico de este.
Una vez realizado mi movimiento, pasase lo que pasase con este, volvería hasta mi nakama y el tipo del pelo largo para volver a hablar con ellos.
-Ya me siento algo mejor. Necesitaba descargar tensiones para volver a relajarme... - dije en tono tranquilo mientras volvía a sentarme al lado de mi nuevo amigo. -Por cierto colega, ¿como te llamas? Y más importante, ¿a qué mierdas viniste aquí?.
- Resumen. Importante:
- Charlar con todos. Preguntarle al tipo su nombre y que hace en la aguja. Pedirle a los esqueletos y a Taylor que me busquen algo de comer. Rallarme y atacar a una de las torreras con un mazo gigante de sirope endurecido y recubierto con mi haki de armadura. Luego intentar volver como si nada junto a Biz y el tipo del baño.
Hamlet
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Con inmensa habilidad, Deathstroke detuvo mi impacto, casi sin inmutarse en lo más mínimo. Gruñí y liberé mi puño de su agarre. Aquello no había funcionado, y me enfurecía enormemente. La verdad es que no esperaba que el golpe provocase una pelea, y menos que esta lograse considerarse el "espectáculo" que la voz tras la pantalla pedía. No obstante, lo que si había esperado era que aquel pirata le devolviese el golpe sin siquiera pensárselo, devastándolo físicamente, sí, pero dando una razón al comodoro Kasai para desconfiar del cerdo traidor de Dexter Black.
Pero aquello no había sucedido, no. El Ju Senshi se limitó a defenderse con toda la frialdad posible de su ofensiva. Era racional, algo inesperado para tratarse de un delincuente, aunque su título debía ser un indicador de que no era un criminal normal. Eso me hacía despreciarle más.
Sin inmutarse prácticamente por el hecho de que había intentado iniciar una pelea con él instantes atrás, se dirigió a la pantalla y comenzó a cantar, lo que permitió que se abriera el camino para dejarle pasar, dejándome atrás. Siempre, yo siempre debía ser el último. Solo que esta vez mi intento desesperado por lograr que el comodoro Kasai se diera cuenta de la clase de personas con las que trataba me había dejado en ridículo.
Al cruzar la pantalla, observé al cadete insolente mostrando su admiración explícitamente al traidor Dexter Black, y mi repugnancia por ambos individuos aumentó. Señalaría eso en el informe sobre la actitud del cadete ante un consejo de guerra. Que no lo dudase ni por un momento.
Rápidamente, del suelo emergió una suerte de teclado con flechas. Del mismo modo, un micrófono surgió del techo, y una melodía que le resultaba demasiado conocida comenzó a sonar. No. Ni de broma.
-No voy a hacer esto -dijo, con los ojos como platos, ante la repentina situación que se le planeaba.
Por supuesto que conocía aquella canción, claro que lo hacía. Se hizo muy famosa hacía un par de años. No me había interesado mucho en la música moderna, pero aquella canción me había llamado la atención. Los reclutas del cuartel de Johota la ponían únicamente para reírse ella y decir, sin mucha originalidad, que quien escuchase y disfrutase de aquella canción debía de ser alguien con un sentido musical muy de... Rehusé recordar el apelativo.
-Estoy harto de vuestro juego -mascullé, apretando los dientes-. ¿Cómo os atrevéis de reíros de los soldados de la Justicia, de humillarlos sin piedad? Esto no es un juego.
Recordé como cuando obtuve el dinero suficiente, me hice con un den den casette con la canción. Había ido memorizando estrofas, y en el fondo me gustaba la canción. De hecho, a veces la silbaba distraídamente. No obstante, siempre la escuchaba en volumen bajo y completamente a solas. Jamás lo admitiría. Nunca.
Miré al suelo. Si había sido tan valiente como para atacar a un Ju Senshi, debía de serlo para tragarme mi orgullo en una situación como esta y dar el máximo de mí mismo por el bien del mundo y la Justicia. Solo por esa vez. Levanté la mirada y observé la pantalla.
Con mi voz grave, traté de seguir la canción, mientras me coordinaba para lograr apretar las teclas correspondientes con mis pies. Aquello era tremendamente difícil, pero no podía decir que no hubiese hecho algo similar en secreto, lejos de las miradas de los míos, por lo que los primeros treinta segundos de inseguridad y torpeza dieron paso a lograr sacar el resto de la canción casi como si yo mismo hubiera sido el músico.
-COME ON, BARBIE! LET'S GO, BARBIE! -cantaba. Los gemidos que seguían a esta estrofa los traté de hacer de la forma más neutral posible.
Una vez finalizó la canción, traté de recuperar la postura marcial, aunque mirase al suelo y jadeara. Esperaba que eso fuera suficiente para los de arriba.
-Ni una palabra de esto -susurré, aún con mis ojos clavados en el suelo, refiriéndome al cadete.
Pero aquello no había sucedido, no. El Ju Senshi se limitó a defenderse con toda la frialdad posible de su ofensiva. Era racional, algo inesperado para tratarse de un delincuente, aunque su título debía ser un indicador de que no era un criminal normal. Eso me hacía despreciarle más.
Sin inmutarse prácticamente por el hecho de que había intentado iniciar una pelea con él instantes atrás, se dirigió a la pantalla y comenzó a cantar, lo que permitió que se abriera el camino para dejarle pasar, dejándome atrás. Siempre, yo siempre debía ser el último. Solo que esta vez mi intento desesperado por lograr que el comodoro Kasai se diera cuenta de la clase de personas con las que trataba me había dejado en ridículo.
Al cruzar la pantalla, observé al cadete insolente mostrando su admiración explícitamente al traidor Dexter Black, y mi repugnancia por ambos individuos aumentó. Señalaría eso en el informe sobre la actitud del cadete ante un consejo de guerra. Que no lo dudase ni por un momento.
Rápidamente, del suelo emergió una suerte de teclado con flechas. Del mismo modo, un micrófono surgió del techo, y una melodía que le resultaba demasiado conocida comenzó a sonar. No. Ni de broma.
-No voy a hacer esto -dijo, con los ojos como platos, ante la repentina situación que se le planeaba.
Por supuesto que conocía aquella canción, claro que lo hacía. Se hizo muy famosa hacía un par de años. No me había interesado mucho en la música moderna, pero aquella canción me había llamado la atención. Los reclutas del cuartel de Johota la ponían únicamente para reírse ella y decir, sin mucha originalidad, que quien escuchase y disfrutase de aquella canción debía de ser alguien con un sentido musical muy de... Rehusé recordar el apelativo.
-Estoy harto de vuestro juego -mascullé, apretando los dientes-. ¿Cómo os atrevéis de reíros de los soldados de la Justicia, de humillarlos sin piedad? Esto no es un juego.
Recordé como cuando obtuve el dinero suficiente, me hice con un den den casette con la canción. Había ido memorizando estrofas, y en el fondo me gustaba la canción. De hecho, a veces la silbaba distraídamente. No obstante, siempre la escuchaba en volumen bajo y completamente a solas. Jamás lo admitiría. Nunca.
Miré al suelo. Si había sido tan valiente como para atacar a un Ju Senshi, debía de serlo para tragarme mi orgullo en una situación como esta y dar el máximo de mí mismo por el bien del mundo y la Justicia. Solo por esa vez. Levanté la mirada y observé la pantalla.
Con mi voz grave, traté de seguir la canción, mientras me coordinaba para lograr apretar las teclas correspondientes con mis pies. Aquello era tremendamente difícil, pero no podía decir que no hubiese hecho algo similar en secreto, lejos de las miradas de los míos, por lo que los primeros treinta segundos de inseguridad y torpeza dieron paso a lograr sacar el resto de la canción casi como si yo mismo hubiera sido el músico.
-COME ON, BARBIE! LET'S GO, BARBIE! -cantaba. Los gemidos que seguían a esta estrofa los traté de hacer de la forma más neutral posible.
Una vez finalizó la canción, traté de recuperar la postura marcial, aunque mirase al suelo y jadeara. Esperaba que eso fuera suficiente para los de arriba.
-Ni una palabra de esto -susurré, aún con mis ojos clavados en el suelo, refiriéndome al cadete.
Vile Spectre
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Lentamente avanzó aquel curioso grupo: los Arashi, entre los que se incluía, detrás del gato amarillo, hasta que este tomó una bifurcación hacia Dios sabe donde. Kenshin, en cambio, optó por deshacerse de nuestro objeto de bromas e ir por el otro camino. Vile le hubiera dedicado una cómica reverencia al mink si este no hubiera estado de espaldas. Una pena.
Entraron en una nueva estancia, mientras Kenshin entonaba una canción. Canción que sin dudas era un reflejo auténtico de su personalidad. El rubito le siguió, también desenfrenado. Cantar aquello podía ser bastante divertido, por lo que Vile se unió a aquella alegre melodía:
-No te lo pienses, nena, si llega el ocaso (¡HEY!), ven conmigo, hazme caso (¡HEY!). Chusquemos de día, chusquemos de noche, chusca con avaricia, chusca con derroche (¡HEY!).
Al poco tiempo de unirse Vile a aquella demostración de la más pura promiscuidad, llegaron al centro de la habitación. Kenshin decidió investigar lo que hubiera tras el telón, y el rubito se le unió tras demostrar que en el desagüe no había nada de interés, completamente asqueado a pesar de que sus manos arrojasen los mismos fluidos que recorrerían el tubo. En cambio, Vile decidió observar el chorro de agua que salía del techo, mirándolo de cerca, aunque sin acercarse demasiado.
-Aquí podría mutar hasta una tortuga -soltó por lo bajo, al encontrarse solo-. Imagínate si desarrollasen raciocinio y les diese por ir a Wano. Y que les entrenasen allí. No sé ni por qué me surge este pensamiento al encontrarme aquí. ¡Ey! -llamó, señalando al gyojin-. ¿Qué tal si te vienes por aquí? A lo mejor da a un nivel superior.
A continuación, marcharía junto al pelirrojo. Mientras, recargaría su pistola y esperaría que algo saliese de detrás de aquel telón.
Entraron en una nueva estancia, mientras Kenshin entonaba una canción. Canción que sin dudas era un reflejo auténtico de su personalidad. El rubito le siguió, también desenfrenado. Cantar aquello podía ser bastante divertido, por lo que Vile se unió a aquella alegre melodía:
-No te lo pienses, nena, si llega el ocaso (¡HEY!), ven conmigo, hazme caso (¡HEY!). Chusquemos de día, chusquemos de noche, chusca con avaricia, chusca con derroche (¡HEY!).
Al poco tiempo de unirse Vile a aquella demostración de la más pura promiscuidad, llegaron al centro de la habitación. Kenshin decidió investigar lo que hubiera tras el telón, y el rubito se le unió tras demostrar que en el desagüe no había nada de interés, completamente asqueado a pesar de que sus manos arrojasen los mismos fluidos que recorrerían el tubo. En cambio, Vile decidió observar el chorro de agua que salía del techo, mirándolo de cerca, aunque sin acercarse demasiado.
-Aquí podría mutar hasta una tortuga -soltó por lo bajo, al encontrarse solo-. Imagínate si desarrollasen raciocinio y les diese por ir a Wano. Y que les entrenasen allí. No sé ni por qué me surge este pensamiento al encontrarme aquí. ¡Ey! -llamó, señalando al gyojin-. ¿Qué tal si te vienes por aquí? A lo mejor da a un nivel superior.
A continuación, marcharía junto al pelirrojo. Mientras, recargaría su pistola y esperaría que algo saliese de detrás de aquel telón.
- 3 – 10 Bizvan, Taylor, Tobias:
Bizvan, al inspeccionar la chaqueta te das cuenta de que no es de la marina. Tiene mangas largas, más de lo normal, y hebillas en sitios extraños… es una camisa de fuerza. Tus esqueletos obedecen tu orden, pero regresan poco después sin éxito alguno, al tiempo que entra Taylor.
Taylor, consigues la muestra que deseabas, pero no consigues descifrar de qué está hecha. Sabes que es una especie de droga que altera los sentidos, pero tiene varios componentes que desconoces.
El hombre del pelo largo se vuelve a reír al escuchar a Tobías, asintiendo con fuerza, pero parece calmarse un poco cuando él se aparta. Se gira hacia Bizvan y le pregunta con una sonrisa bobalicona en el rostro:
- ¿Cuántos días me han tenido ahí? Ay… ji ji ji, no sé ni en qué año estamos.
Tobias, yerras la torreta por unos centímetros pero no pasa nada, por algún motivo se ha desactivado sola.
- 3-6 Kenzo, Dretch, Eric:
El terremoto se siente en toda la sala, pero curiosamente la pared no cede ni un milímetro. Habrá que darle la enhorabuena al arquitecto. De todas formas tampoco importa, porque unos segundos después la puerta de marras se abre ella solita.
Si la atravesáis, encontraréis otra puerta en el centro de la sala, guardando unas escaleras hacia el piso superior. Al acercaros comienza a sonar una música desquiciante pero pegadiza, como alguien hubiera compuesto música de ascensor mientras estaba drogado. La puerta no tiene picaporte ni ningún mecanismo visible, pero escucháis una voz:
- ¡Buenas tardes y bienvenidos! Para poder pasar, los concursantes deberán mostrarnos sus mejores talentos, algo que valga la pena. ¡Comencemos!
A vuestras espaldas escucháis un topetazo bastante impresionante y si os giráis podréis ver como un enorme martillo de sirope se estrella contra el muro a escasos centímetros de una de las torretas, ya inactiva.
- 3-$31- Zay:
- Algún que otro cocinero te mira raro, como si fuera la primera vez que ve a un ser como tú. En ese momento un hombre gigantesco, o más bien un semigigante de cuatro metros y medio de alto, te mira con los ojos como platos.
—¡Pero que cosita más bonita! —te dice, agachándose un poco para verte mejor—. ¿Tienes hambre? ¿A qué el gatito tiene hambre? —pestañeas, y cuando quieres darte cuenta frente a ti hay un trozo de atún rojo del mar del norte y un cuenco de leche—. Espero que te guste.
Comas o no, te encuentras en una sala bastante grande. Apenas puedes ver nada, pues las encimeras son de tu tamaño, tal vez más altas. Hay dos caminos, uno a tu izquierda junto a la cámara frigorífica, y una a tu derecha. Cual tomar es decisión tuya. Una pena que no tengas mapa. En ambos casos das a pasillos con varias alternativas, así que elije tu destino.
- 2-73-El MOMA del North Blue:
- -Paletos -dice con desdén Warhole mirando hacia Spanner, ignorando completamente a Marc mientras este asciende, y se queda mirando el cuerpo semidesnudo de Scarlett-. ¿Acaso el arte puede esperar? En estos momentos en que la muerte está tan próxima el arte saldrá… Barroco, de forma natural. Memento mori, decían en los tiempos antiguos. Y recordad, horror vacui, llenad cualquier hueco.
No sabéis de dónde el señor este saca un cinematógrafo del año de la polka y empieza a dar vueltas a una manivela, grabando lo que parece ser una película al viejo método manual de los orígenes.
-Algunos me llaman purista… Yo lo llamo elegancia.
- 2-64-La ducha mágica:
- Carmena sigue pidiendo ayuda. Y estáis empapados.
- 3-10-Vistalegre III:
- Cuando Zane toca el telón, este cae al suelo dejándolo debajo. Pesa un buen quintal, pero nada que pueda matar a alguien como Zane… O sí, quién sabe. Ya veremos. Por el momento, cuatro sombras surgen del pasillo que deja visible la cortina caída mientras suena una música oligofrénica digna de niños de siete años con problemas de desarrollo cognitivo, acompañada de cuatro voces de falsete:
-¡Teenage Mutant Loli Turtles! –gritan, a voz de coro, y la tubería explota desbordando litros y litros de agua fecal por toda la estancia.
-¡Me llamo Leonarda! –grita una, la primera en aterrizar, vestida con un precioso vestido azul que no termina de pegar con su piel verde.
-¡Yo soy Raphaela! –se escucha a la segunda, de vestido rojo y expresión de mal humor. Tiene más brazos que un culturista, pero es curiosamente adorable.
-Mis padres me llamaron Donattella, pero vosotros podéis llamarme Donnie –dice la tercera, que se genuflexiona en una leve reverencia que deja ver una calva brillante.
-Y yo soy… ¡Michaella Angelina! La única con verdadero talento y a la que la historia achaca todo el valor artístico de nuestro tiempo, a pesar de que no habría sido posibl…
-¡Cállate pesada! –gritan sus tres “hermanas”.
-Si queréis pasar –empieza Leonarda- Deberéis superar una adivinanza de cada una de nosotras. ¡Y de Splinter! –señala un pequeño hámster en su hombro, que come una pipa mientras dice “chip chop” alegremente-. ¡Yo empiezo! Oro parece, plata no es, si quieres saber qué fruta es espera.
-Ahora voy yo –Raphaella da miedo-. De cien patos metidos en un cajón, ¿cuántas patas y patos son?
-La mía es la más fácil, espero que no os parezca mal –se disculpa Donnie, mirando al suelo mientras se agarra al vestido morado-. Nazco de un logaritmo y presiono en tus oídos, los pascales son amigos en líneas exponenciales. ¿Qué soy?
-Y ahí va la mía: ¿Cuál es la margarita más deliciosa? Pista, no lleva alcohol y se hace en hornos de piedra.
- 4-$30- Nosotros no hacemos eso de la lengua, salvo el polloh amorfo, que él si hace cosas con la lengua:
- Entráis en la sala y escucháis un ronquido, dos ronquidos, tres ronquidos. Un momento… ¿En serio ese hombre está durmiendo la mona? Sí, lo está. Pero cuando llega Dexter y Deathstroke se despierta, y resulta ser un hombre vestido con un pantalón de pana, camisa blanca y que habla raro.
—¡Qué pasa chavalada! —os saluda en voz alta. Desde donde estáis podéis notar que su aliento huele mucho a licor, y que sus mejillas están demasiado sonrojadas—. ¿Queréis darle un poquito a la mandanga? ¿Queréis darle un poquito a la lejía? Porque este licor es un melocotonaso.
Entonces, el hombre pulsa un botón y una canción comienza a sonar en toda la sala.
- 4-06-La bailarina y Erik el malo:
- Durante unos segundos todo se queda en silencio, hasta que la imagen de un hombre alto, moreno y con gafas oscuras surge en la pantalla.
—Dicen que los bailes regionales han muerto. No, los bailes regionales los ha matado gente como tú. Sin contar que cantas peor que un perro atropellado, y hazme caso que he escuchado muchos. Sin embargo, como me obliga la cadena, puedes pasar.
Y dicho eso, la puerta se abre.
Si continuáis llegáis al piso de arriba. Cerca, muy cerca, está vuestro amigo Deathstroke y ésta gente, junto a un hombre borracho y una musiquita que gusta a todo el mundo, o tal vez solo al que la ha puesto. Sin embargo, también hay más caminos que tomar, tened en cuenta que vuestro superior os abandono, abandonarle también es una opción. Si decidís hacer esto último tenéis dos alternativas, la primera es seguir recto, dónde hay un pasillo que lleva a dos caminos. Uno de ellos puede ser interesante, pues hay un grupo de cinco mujeres allí, y la segunda es ir hacia la derecha, donde hay una sala repleta de cuadros de montañas y ríos, la cual da a un pasillo.
- 2-13-Kodama:
- El árbol metálico parpadea un par de veces y con la mirada triste se hace a un lado, estirando una rama hacia la puerta. Su mirada denota tristeza y depresión, el brillo de sus ojos está más apagado que nunca. Casi parece que se va a romper en cualquier momento debido al dolor, pero se mantiene firme en todo momento.
-Puedes irte, es normal que nadie quiera quedarse... pero por favor, si llegas a la cima, no destruyas mi hogar. Esto ha sido una salvación para seres como yo.
La puerta tiene un sensor de movimiento que se abre en cuanto te acercas. Si llegas a pasar por esta, verás a dos personas en la sala y un montón de agujeros en el suelo.
- 2-86-Mido, Simo, Braud:
- Minos niega con la cabeza sin perder la sonrisa. Al ver que la has tratado también decide dar un salto e ir corriendo hacia el minotauro de arbustos. Simo, tu distracción funciona durante un momento hasta que ves al pequeño seto con sus compañeros, conectando sus cables entre sí. De repente, la calma regresa de nuevo a la sala del laberinto y el minotauro de arbustos comienza a deshacerse en setos que forman un pasillo hasta la puerta, con vosotros en el punto de partida. Si llegáis hasta la salida, se aprecia un estrecho pasillo del que proviene una música clásica y un aroma a tarta de fresa. Minos regresa de nuevo a tu hombro, Braud, parece que quiere irse contigo.
- 4-06-La bailarina y Erik el malo:
- Durante unos segundos todo se queda en silencio, hasta que la imagen de un hombre alto, moreno y con gafas oscuras surge en la pantalla.
—Dicen que los bailes regionales han muerto. No, los bailes regionales los ha matado gente como tú. Sin contar que cantas peor que un perro atropellado, y hazme caso que he escuchado muchos. Sin embargo, como me obliga la cadena, puedes pasar.
Y dicho eso, la puerta se abre.
Si continuáis llegáis al piso de arriba. Cerca, muy cerca, está vuestro amigo Deathstroke y ésta gente, junto a un hombre borracho y una musiquita que gusta a todo el mundo, o tal vez solo al que la ha puesto. Sin embargo, también hay más caminos que tomar, tened en cuenta que vuestro superior os abandono, abandonarle también es una opción. Si decidís hacer esto último tenéis dos alternativas, la primera es seguir recto, dónde hay un pasillo que lleva a dos caminos. Uno de ellos puede ser interesante, pues hay un grupo de cinco mujeres allí, y la segunda es ir hacia la derecha, donde hay una sala repleta de cuadros de montañas y ríos, la cual da a un pasillo.
- 03-84-Kiritsu + Bleyd:
- El matón parece sonreír ante tu ataque, Arthur. Parece con ganas de pelear, y sobre todo parece que le caes bien. Se ve obligado a saltar hacia atrás para esquivar la bola de fuego, que por cierto para el resto, tenéis mucho calor de golpe. Sin embargo, antes de poder devolverte el ataque mira a Al y a su interrupción. Parece que va a responderle cuando de golpe le habla su segundo al mando:
—Jefe. Que el rubio nos ha ganao a un "tu madre".
—¿En serio?
—Sí.
—Pues nos piramos.
Se acerca tranquilamente a coger el bate de nuevo y pone el puño para chocar con Arthur. Él y su subordinado despiertan a unos pocos de sus seguidores y los que no pudieron despertar los llevan a cuestas. Al, el segundo al mando te mira antes de continúar señalando a Galhard.
—Oye, a ese súbele el sueldo, porque los tiene bien gordos. — Y se va con su jefe—. Oye, Jefe. ¿Quién coño es Thanos?
—Ni puta.
Parece que podéis continuar.
- 1-36-Liv:
- La primera combinación que pruebas parece funcionar durante un tiempo limitado, después podrás deshacerte del piano metálico. En cuanto abandonas la sala te topas con un pasillo estrecho, en donde se escuchan ruidos y golpes en todas direcciones con cierto eco, pero en tu pasillo está todo en relativa calma. Puedes seguir las instrucciones que te dijo Prenci y, durante el recorrido, te toparás con dos miembros novatos de la aguja, estos irán directamente atacarte con unas ondas de corte, pero podrás derrotarlos mediante acción cerrada.
- 2-61- Revos reunidos Geiper:
- El campo eléctrico de Edward se activa, pero hay algo con lo que no contaba, y es que no es capaz de abarcar el estropicio que ha hecho en la pared con su torpedo, es decir, que hay metros sobrantes.
Krauser, si pudierais verle, está mostrando una media sonrisa bajo su venda, pero eso es algo que jamás sabréis, aunque quizás lo podáis deducir. La niebla envuelve completamente la sala, es espesa, y apenas se ve nada. Osuka golpea a la nada, y entonces algo le golpea en la espalda y lo tira contra el suelo. No se ha hecho daño, pero el golpe ha sido aparatoso. Entonces, un shuriken de energía choca contra el campo eléctrico, el cual estalla, creando una onda expansiva que hace que Tenebrex se estrelle contra el gran Maki. Y de pronto, a una velocidad ingente, aparece frente a Annie con la intención de degollarla de un único ataque con su espada.
Datos extras: La niebla es espesa y apenas se puede ver bien, así que tened cuidado.
- 4-$15- AEG, Katharina y Lance:
- —Se le cayó del bolsillo a aquella señora, ¿o es un señor? —te pregunta con tono inocente—. No comprendo porque va vestido como una mujer si es un hombre. ¿Y por qué el señor Lance tiene unos calzones en la mano? —hace una pausa, mientras te da la tarjeta—. Los humanos sois gente rara.
El grandioso Hulio Capilla no pone impedimento en dejaros marchar, es más, parece que le da igual. Sin embargo, de la nada surge un agujero que se traga al cantante, aunque ninguno es lo suficientemente rápido para hacer impedirlo, aunque tampoco os interesa mucho salvarle. El agujero se cierra, pero vosotros tenéis frente a vosotros la puerta. Como era de esperar la abrís, y la escalera continúa, pero no es una escalera normal, sino que una automática. Una cancioncita de centro comercial llama vuestra atención, aunque el viaje al siguiente piso apenas dura un minuto. Al llegar os topáis con una sala de gran tamaño, que parece algo así como un gran salón de la fama. Hay discos de oro, de platino y de diamante de todo tipo, además de foto de diversos cantantes. Al fondo, hay un telón, que no es de acero. Quizá sería buena idea mirar que hay tras él. Se escucha una cancioncita muy pegadiza, y hay un hilo de sangre que sale por debajo del telón.
- 3-10- Rainbow, Yarmin y Ellanora:
El puñetazo al robot provoca una extraña reacción en cadena. La máquina cae al suelo y tras un segundo de inesperado silencio los robots vuelven a moverse al ritmo de la música… solo que esta vez se están ahostiando de lo lindo. Sus expresiones dan miedo, pero están a lo suyo y llegáis sin problemas a la escalera.
Ellanora, los segundos pasan y sientes como si alguien le estuviera bajando el volumen al mundo. Y… pronto dejas de oír nada que no sean murmullos incomprensibles.
Al subir arriba, os encontráis en una sala bastante amplia. A vuestra derecha hay un pasillo, frente a vosotros hay otro que termina torciendo a la derecha. Ah, y en una esquina veis a tres tipos contra una pared, uno de ellos sentado. Los otros... parecen marines. ¿Y eso son esqueletos? Pero antes de que decidáis hacia donde ir, escucháis (tú no, Ellie), un patapúm patapúm a vuestra espalda. ¡Es uno de los robots! Lleva una maza de metal entre las manos y casi os parece que está emocionado… y desde luego dispuesto a zurraros. Wow.
- 03-$13-Supaivengers:
En la pantallita del escaner aparecen de forma muy rápida y seguida todos los números que habéis colocado. Entonces, se queda durante un rato enseñando el número 27. Aunque no tarda en cambiar a un 9. La puerta se abre.
—¡Que listo eres, señor pulpo! Miembro honorífico de los Supaivengers. ¡Tu nombre de superhéroe podría ser Doctor Pulpo! No, espera, ese está cogido... Mmm... ¡Profesor Calamar!
Parece que evade vuestras preguntas. Os lleva entonces a la próxima sala. Veis una escalera que va hacia abajo, muy seguramente hacia el piso segundo, y al otro lado un montacargas lo suficientemente amplio como para que subais todos.. Sin embargo, cuando os dirigís a este para subir al cuarto piso, oís un suspiro a vuestras espaldas. Si os giráis veréis como Supaidaman cierra la puerta para que no podáis salir. Entonces mira hacia al techo y después a vosotros.
—Mi misión era acabar con vosotros y mi plan era sencillo. Mantenerme pegado y aprender de vuestras habilidades y forma de pensar, para después apuñalaros con dichos conocimientos. ¡Pero nunca esperé enamorarme por el camino! —se arrodilla mirando a Lysbeth para después esconder la cara entre sus brazos en una postura más que dramática—¡Continuad, mis nuevos amigos! ¡Antes de que cambie de idea!
Parece que Lysbeth os ha librado de una dura prueba.
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Uno de los cocineros se acercó al felino. Tenía una altura considerable, era uno de esos semigigantes que hay por el mundo. El Mink se limitó a mirarle mientras ese hombre hacía el estúpido. Que si el gatito tenía hambre, que si no se que... Zay se dio media vuelta y mientras se iba dijo:
- ¿En serio os hacéis llamar cocineros poniendo esa mierda de comida? En fin, realmente este sitio apesta a ver si es destruido por alguien y es borrado de la faz de la tierra. Me largo de esta estúpida cocina.
El felino vio dos bifurcaciones, una a la derecha y otra a la izquierda que estaba al lado de una cámara frigorífica. Sin pensarlo fue por el camino de la derecha para ver que se encontraba. Ya se estaba cansado de este sitio y se quería marchar. Fue andando y andando pro el camino de la derecha. Quería luchar y lo quería hacer ya.
- ¿En serio os hacéis llamar cocineros poniendo esa mierda de comida? En fin, realmente este sitio apesta a ver si es destruido por alguien y es borrado de la faz de la tierra. Me largo de esta estúpida cocina.
El felino vio dos bifurcaciones, una a la derecha y otra a la izquierda que estaba al lado de una cámara frigorífica. Sin pensarlo fue por el camino de la derecha para ver que se encontraba. Ya se estaba cansado de este sitio y se quería marchar. Fue andando y andando pro el camino de la derecha. Quería luchar y lo quería hacer ya.
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Eric, dejando las estrategias elaboradas y los planes ingeniosos a un lado al ver que nada de lo que hacían parecía funcionar contra la puerta, sacó a relucir su mejor arma: su capacidad para crear terremotos. No obstante, tampoco fue capaz de abrir aquella maldita puerta. ¿Qué debían hacer para pasar? Las ideas se les agotaban. Ni la estrategia, ni el trabajo en equipo, ni asumir grandes riesgos que de otro modo jamás correrían ni la fuerza bruta habían dado resultado.
Sin embargo, cuando el espadachín estaba a punto de perder los estribos y abalanzarse sobre la puerta espadas en mano, esta se abrió por sí misma. El brazos largos cruzó su umbral junto a sus dos compañeros para descubrir una nueva sala. En ella sonaba a escaso volumen una música cuanto menos peculiar. Parecía el tipo de canción que la gente suele escuchar en las fiestas, solo que mucho más frenética. Como si alguien le hubiese aumentado la velocidad artificialmente.
Una nueva puerta presidía la estancia, guardando en esta ocasión el acceso a la planta superior. No tenía manillas ni otras irregularidades que permitieran su apertura, pero en cuanto los tres hombres estuvieron cerca una voz habló, anunciando que debían mostrar a la puerta sus habilidades si pretendían pasar:
- ¿¡Pero qué cojones!? - Exclamó el brazos largos. Cuanto más se adentraban en aquella torre más absurdo se volvía el panorama. ¿De verdad el destino del mundo iba a decidirse en un concurso de talentos? Era indignante. Sin embargo, aquello le favorecía, ya que habiéndose criado en un circo ambulante el espadachín poseía toda clase de habilidades para entretener a los demás. Era una pena que no hubiese traído su guitarra, sin duda la puerta sabría apreciar la destreza de sus dedos manejando dicho instrumento. Pero bueno, tenía otros modos de captar su atención y mostrar que era merecedor de continuar avanzando. Además, conocía la forma de infundir coraje y valor, más incluso del que ya poseían a sus compañeros. Así que carraspeó un par de veces para aclararse la garganta y acto seguido, marcando el ritmo con el pie derecho y las palmas, comenzó a cantar:
- Empty spaces, what are we living for? Abandoned places, I guess we know the score. On and on, does anybody know what we are looking for?
El ritmo y la fuerza de la canción aumentaban progresivamente, sumiendo su mente y todo su cuerpo en un frenesí musical que desató todo su poder al llegar al estribillo:
- The show must go ooooon!!. The show must go ooooon!!. Yeeeeah!!. Mmmmm inside my heart is breaking, my make-up may be flaking but my smile still stays on.
Sin embargo, cuando el espadachín estaba a punto de perder los estribos y abalanzarse sobre la puerta espadas en mano, esta se abrió por sí misma. El brazos largos cruzó su umbral junto a sus dos compañeros para descubrir una nueva sala. En ella sonaba a escaso volumen una música cuanto menos peculiar. Parecía el tipo de canción que la gente suele escuchar en las fiestas, solo que mucho más frenética. Como si alguien le hubiese aumentado la velocidad artificialmente.
Una nueva puerta presidía la estancia, guardando en esta ocasión el acceso a la planta superior. No tenía manillas ni otras irregularidades que permitieran su apertura, pero en cuanto los tres hombres estuvieron cerca una voz habló, anunciando que debían mostrar a la puerta sus habilidades si pretendían pasar:
- ¿¡Pero qué cojones!? - Exclamó el brazos largos. Cuanto más se adentraban en aquella torre más absurdo se volvía el panorama. ¿De verdad el destino del mundo iba a decidirse en un concurso de talentos? Era indignante. Sin embargo, aquello le favorecía, ya que habiéndose criado en un circo ambulante el espadachín poseía toda clase de habilidades para entretener a los demás. Era una pena que no hubiese traído su guitarra, sin duda la puerta sabría apreciar la destreza de sus dedos manejando dicho instrumento. Pero bueno, tenía otros modos de captar su atención y mostrar que era merecedor de continuar avanzando. Además, conocía la forma de infundir coraje y valor, más incluso del que ya poseían a sus compañeros. Así que carraspeó un par de veces para aclararse la garganta y acto seguido, marcando el ritmo con el pie derecho y las palmas, comenzó a cantar:
- Empty spaces, what are we living for? Abandoned places, I guess we know the score. On and on, does anybody know what we are looking for?
El ritmo y la fuerza de la canción aumentaban progresivamente, sumiendo su mente y todo su cuerpo en un frenesí musical que desató todo su poder al llegar al estribillo:
- The show must go ooooon!!. The show must go ooooon!!. Yeeeeah!!. Mmmmm inside my heart is breaking, my make-up may be flaking but my smile still stays on.
- Resumen:
- - Relleno y cantar para la puerta usando sus dotes musicales.
- Cosas:
- - Músico: Bardo (Rango 4), Solista (Rango 3), Compositor (Rango 3).
- Obra Maestra --> Show Must Go On: esta canción sería capaz de motivar a cualquiera. Quien la escuche será inasequible al desaliento y no temerá a nada, entrando en un estado de frenesí y continuando el combate pase lo que pase.
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Al parecer Elliot había cogido la tarjeta del suelo después de que a una de las extrañas personas de género fluido que se encontraban ante ellos se le cayese del bolsillo. Pero eso era lo de menos. Lo importante era que habían logrado abrir la puerta y continuar su camino. Como imaginaba, el peculiar y pervertido hombre y sus acompañantes no trataron de impedírselo. No obstante, lo que sí sorprendió a Dakuhebi fue la aparición del inexplicable agujero que se tragó al tipo antes de que nadie pudiese hacer nada por evitarlo. Eso si, aunque hubiese podido el alcalde tampoco le habría ayudado. No era más que un simple hombre, y su objetivo era mucho más importante que una vida normal y corriente.
Tras cruzar la puerta pudo ver cómo la escalera continuaba, con la diferencia de que se movía sola hacia delante. Exasperado por la lentitud de la escalera, y sabiendo que cuanto antes llegasen arriba mejor, el político comenzó a subir escalones al tiempo que avisaba a los demás para que hiciesen lo propio. Poco después arribaron a una enorme sala decorada con multitud de discos que parecían ser meramente conmemorativos de éxitos alcanzados por sus autores. Había oído hablar vagamente de ello, de que existían varias categorías según el número de ejemplares vendidos, pero nunca le había interesado lo suficiente como para preocuparse por memorizarlo.
Lo que llamó la atención del enmascarado fue el gigantesco telón situado al fondo. Avanzando hacia él, poco a poco fue pudiendo escuchar una horrible canción. El agente de incógnito no era precisamente un amante de la música, pero sabía apreciar un buen tema. No obstante, lo que escuchaba proveniente del otro lado del telón era simplemente demencial y fruto, sin lugar a dudas, de un compositor sin talento alguno. Simular una llamada de emergencia para después decir esas cosas... como médico que era le repugnaba. En ese momento se percató de un sutil pero importante detalle. Un pequeño hilo de sangre fluía bajo el telón hacia donde ellos se encontraban. ¿Habría alguien herido allí? ¿La sala contigua había sido el escenario de algún combate que había acabado en derramamiento de sangre? No pudo evitar fijarse en la ironía existente entre la música que sonaba y la situación. Eso si, era el único camino ante ellos, así que no quedaba más remedio que averiguar lo que ocurría allí. Precavido, el alcalde activó su Haki de Observación, buscando detectar las posibles presencias que hubiese tras la cortina y evaluar su nivel de peligrosidad.
Una vez hubiera hecho esto, comunicaría sus descubrimientos al resto de su grupo mediante la conexión telepática que les unía y les indicaría que debían avanzar, siendo él quien abriese el telón y liderase la entrada a la sala contigua.
Tras cruzar la puerta pudo ver cómo la escalera continuaba, con la diferencia de que se movía sola hacia delante. Exasperado por la lentitud de la escalera, y sabiendo que cuanto antes llegasen arriba mejor, el político comenzó a subir escalones al tiempo que avisaba a los demás para que hiciesen lo propio. Poco después arribaron a una enorme sala decorada con multitud de discos que parecían ser meramente conmemorativos de éxitos alcanzados por sus autores. Había oído hablar vagamente de ello, de que existían varias categorías según el número de ejemplares vendidos, pero nunca le había interesado lo suficiente como para preocuparse por memorizarlo.
Lo que llamó la atención del enmascarado fue el gigantesco telón situado al fondo. Avanzando hacia él, poco a poco fue pudiendo escuchar una horrible canción. El agente de incógnito no era precisamente un amante de la música, pero sabía apreciar un buen tema. No obstante, lo que escuchaba proveniente del otro lado del telón era simplemente demencial y fruto, sin lugar a dudas, de un compositor sin talento alguno. Simular una llamada de emergencia para después decir esas cosas... como médico que era le repugnaba. En ese momento se percató de un sutil pero importante detalle. Un pequeño hilo de sangre fluía bajo el telón hacia donde ellos se encontraban. ¿Habría alguien herido allí? ¿La sala contigua había sido el escenario de algún combate que había acabado en derramamiento de sangre? No pudo evitar fijarse en la ironía existente entre la música que sonaba y la situación. Eso si, era el único camino ante ellos, así que no quedaba más remedio que averiguar lo que ocurría allí. Precavido, el alcalde activó su Haki de Observación, buscando detectar las posibles presencias que hubiese tras la cortina y evaluar su nivel de peligrosidad.
Una vez hubiera hecho esto, comunicaría sus descubrimientos al resto de su grupo mediante la conexión telepática que les unía y les indicaría que debían avanzar, siendo él quien abriese el telón y liderase la entrada a la sala contigua.
- Resumen:
- - Relleno.
- Avanzar por su propio pie por las escaleras mecánicas para ir más rápido y decir al resto que hagan lo mismo.
- Sentir odio hacia el compositor de la canción que se escucha y fijarse en el hilo de sangre.
- Activar el Mantra para averiguar cuánta gente hay tras el telón y cuán peligrosos son y comunicárselo mentalmente a los demás.
- Abrir el telón y pasar el primero.
- Cosas:
- - Haki Observación Predilecto con doble sintonía y tier 9 en ambas ramas.
- Vínculos telepáticos 8/10 (Kath, Lance, el NPC de Lance, Elliot, Marles y los tres esbirros de Marles).
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