Simo Baker
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-Parece que vamos a avanzar menos que una colegiala en una convención de brazos largos-, dije sonriendo al ver la puerta cerrada que nos impedía el paso. ¿En algún momento se acabarían los obstáculos? Estaba comenzando a parecer que no íbamos a llegar nunca a ningún lado. “Ojalá y los demás grupos estén avanzando más rápido”, me dije a mi mismo mientras comenzaba a examinar la cerradura. No estaba oxidada ni nada por el estilo, pero se veía que era antigua, sin rastro alguno de la especie de artificios tecnológicos que nos habíamos estado encontrando. Me giré para observar bien la sala, en todas las anteriores aunque había obstáculos también nos habíamos encontrado con que todos tenían una solución, me habría resultado extraño que no hubiera una para este.
-Pelomoco-, llamé la atención a mi compañero con tono entre burlón. Ya que sabía que había escuchado la conversación me apetecía tensar un poco la cuerda para ver si quería decir algo sobre el tema. -¿Crees que podéis tirar la puerta abajo? Tu nivel de haki parece bueno, con eso y los bíceps del grandullón quizá podáis hacer algo-, pregunté mientras me alejaba para acercarme a una de las tuberías que había en la sala. Si no lograban tirarla abajo habría que encontrar algo con lo que abrir la cerradura. Acercando la mano con cuidado de no quemarme si portaban algo calienta las tocaría y golpearía ligeramente con la intención de tantear que portaban y si podían esconder algo útil. No queríamos quedar como tontos de estar la llave oculta en algún lugar cercano; aunque encontrarla no sería mi única opción.
De tener que forzar la cerradura se me ocurrían varias ideas: conseguir un fluido lo suficientemente denso para que se amoldara a la forma requerida y permitiera girar el mecanismo, encontrar alguna forma de congelar agua para verterla en el agujero y que se formara una llave de hielo, conseguir alguna pieza de metal lo suficientemente fino como para ir probando a girar los pestillos manualmente o, por último, pedir amablemente al mercenario que hiciera que su mascota usara sus ramitas y cables para imitar la forma de la llave. Quizá esta última era la más accesible, pero aun así comprobaría primero que todas las demás opciones eran inviables antes de preguntar. No sabía bien cómo funcionaba el arbustobot ni quería depender de algo que se suponía era una trampa asesina, si debíamos recurrir a él sería como última opción.
-Pelomoco-, llamé la atención a mi compañero con tono entre burlón. Ya que sabía que había escuchado la conversación me apetecía tensar un poco la cuerda para ver si quería decir algo sobre el tema. -¿Crees que podéis tirar la puerta abajo? Tu nivel de haki parece bueno, con eso y los bíceps del grandullón quizá podáis hacer algo-, pregunté mientras me alejaba para acercarme a una de las tuberías que había en la sala. Si no lograban tirarla abajo habría que encontrar algo con lo que abrir la cerradura. Acercando la mano con cuidado de no quemarme si portaban algo calienta las tocaría y golpearía ligeramente con la intención de tantear que portaban y si podían esconder algo útil. No queríamos quedar como tontos de estar la llave oculta en algún lugar cercano; aunque encontrarla no sería mi única opción.
De tener que forzar la cerradura se me ocurrían varias ideas: conseguir un fluido lo suficientemente denso para que se amoldara a la forma requerida y permitiera girar el mecanismo, encontrar alguna forma de congelar agua para verterla en el agujero y que se formara una llave de hielo, conseguir alguna pieza de metal lo suficientemente fino como para ir probando a girar los pestillos manualmente o, por último, pedir amablemente al mercenario que hiciera que su mascota usara sus ramitas y cables para imitar la forma de la llave. Quizá esta última era la más accesible, pero aun así comprobaría primero que todas las demás opciones eran inviables antes de preguntar. No sabía bien cómo funcionaba el arbustobot ni quería depender de algo que se suponía era una trampa asesina, si debíamos recurrir a él sería como última opción.
Hamlet
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Akuma no mi
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Escuché la negativa de aquel joven cadete. Por una parte, su lealtad y obediencia ante las órdenes del comodoro resultaban del todo admirables, mas no pude evitar preocuparme sobremanera por el destino que podía entrañar su negación a separarnos. Fruncí el ceño, pero no frené el paso hacia la sala de los cuadros. El tiempo se nos agotaba.
-Muy bien, no me pierdas de vista entonces -respondí escuetamente.
El comodoro Kasai, por su parte, no había respondido al den den mushi. Apreté los dientes, nervioso. No parecía que le hubiera pasado nada, pero tampoco parecía haber recibido el mensaje. Suspiré antes de cerrar la línea. Más palabras de despedida ya no tendrían sentido. No cabían lamentos, no en este momento.
Evité estos lastrantes pensamientos al entrar en la sala y me centré en lo que veía. Cuadros que parecían haber sido extraídos de la incansable mente de un artista enloquecido, repartidos por toda la sala. Ninguno de ellos estaba alineado con el que tenía enfrente.
Y cubriendo la salida, cinco enormes ilustraciones que llegaban de la pared al techo. Aquellas gigantescas pinturas representaban distintos paisajes. En primer lugar, eché un vistazo para intentar fijarme en detalles más técnicos, aunque no pude sacar nada desde esa perspectiva.
Pensé. Si algo había demostrado aquella torre, era que había que seguir las reglas de los juegos que nos iban proponiendo; no obstante, eso no significaba que no pudiera abrir la mente y tratar de hallar una solución sin las pistas que daban los de arriba. Aquella sala, como todas las demás, debía de tener, en definitiva, un truco, una solución demasiado rebuscada que nadie pensaría... A no ser que se supiera desde un principio en lo que no se debía de pensar. Algo hizo clic en mi cabeza y me acerqué más a los cuadros.
-¡Cadete! -llamé a mi acompañante-. Acércate un momento.
El puzzle tenía una solución, por supuesto, aunque uno no lo pensaría nada más ver estos cuadros. De algún modo, yo logré dar con la clave, al menos, la que tenía sentido en mi cabeza.
Los cuadros mostraban una historia, una secuencia de eventos. Me di la vuelta hacia el otro marine. En mi cabeza cabían dos opciones: que hubiera botones tras los finos lienzos, o que existiera algún tipo de sistema de raíles que permitiera mover los cuadros.
-Hay que ordenar estos cuadros -dije al cadete-. Primero va este -señalé al de la selva, pulsando bien el lienzo. Haría lo mismo con el resto-. Luego el volcán. La nube de tormenta y el barco, y finalmente el río.
Si los cuadros no reaccionaban al tocar el lienzo, explicaría:
-Creo que antes existía un vergel, un lugar que tuviera el aspecto de esa selva. En mitad de ese lugar existía un volcán que finalmente acabó por erupcionar, causando la destrucción de aquel lugar. Quienquiera que viviera en esa isla huiría por mar, aunque poco sabía que las cenizas volcánicas formarían un enorme cúmulo de nubes que acabarían por causar una tormenta. Finalmente, los navegantes volverían a ese territorio, aunque hallarían que existía un nuevo río, probablemente causado por los temblores de tierra provocados por el volcán. Aun así, este último también podría ir en tercera posición. Ven, ayúdame a arrastrarlos.
Me coloqué junto a la ilustración de la selva y comencé a empujarla. Esperaba que aquello funcionara. Si lo hacía, me sentiría realmente bien.
-Muy bien, no me pierdas de vista entonces -respondí escuetamente.
El comodoro Kasai, por su parte, no había respondido al den den mushi. Apreté los dientes, nervioso. No parecía que le hubiera pasado nada, pero tampoco parecía haber recibido el mensaje. Suspiré antes de cerrar la línea. Más palabras de despedida ya no tendrían sentido. No cabían lamentos, no en este momento.
Evité estos lastrantes pensamientos al entrar en la sala y me centré en lo que veía. Cuadros que parecían haber sido extraídos de la incansable mente de un artista enloquecido, repartidos por toda la sala. Ninguno de ellos estaba alineado con el que tenía enfrente.
Y cubriendo la salida, cinco enormes ilustraciones que llegaban de la pared al techo. Aquellas gigantescas pinturas representaban distintos paisajes. En primer lugar, eché un vistazo para intentar fijarme en detalles más técnicos, aunque no pude sacar nada desde esa perspectiva.
Pensé. Si algo había demostrado aquella torre, era que había que seguir las reglas de los juegos que nos iban proponiendo; no obstante, eso no significaba que no pudiera abrir la mente y tratar de hallar una solución sin las pistas que daban los de arriba. Aquella sala, como todas las demás, debía de tener, en definitiva, un truco, una solución demasiado rebuscada que nadie pensaría... A no ser que se supiera desde un principio en lo que no se debía de pensar. Algo hizo clic en mi cabeza y me acerqué más a los cuadros.
-¡Cadete! -llamé a mi acompañante-. Acércate un momento.
El puzzle tenía una solución, por supuesto, aunque uno no lo pensaría nada más ver estos cuadros. De algún modo, yo logré dar con la clave, al menos, la que tenía sentido en mi cabeza.
Los cuadros mostraban una historia, una secuencia de eventos. Me di la vuelta hacia el otro marine. En mi cabeza cabían dos opciones: que hubiera botones tras los finos lienzos, o que existiera algún tipo de sistema de raíles que permitiera mover los cuadros.
-Hay que ordenar estos cuadros -dije al cadete-. Primero va este -señalé al de la selva, pulsando bien el lienzo. Haría lo mismo con el resto-. Luego el volcán. La nube de tormenta y el barco, y finalmente el río.
Si los cuadros no reaccionaban al tocar el lienzo, explicaría:
-Creo que antes existía un vergel, un lugar que tuviera el aspecto de esa selva. En mitad de ese lugar existía un volcán que finalmente acabó por erupcionar, causando la destrucción de aquel lugar. Quienquiera que viviera en esa isla huiría por mar, aunque poco sabía que las cenizas volcánicas formarían un enorme cúmulo de nubes que acabarían por causar una tormenta. Finalmente, los navegantes volverían a ese territorio, aunque hallarían que existía un nuevo río, probablemente causado por los temblores de tierra provocados por el volcán. Aun así, este último también podría ir en tercera posición. Ven, ayúdame a arrastrarlos.
Me coloqué junto a la ilustración de la selva y comencé a empujarla. Esperaba que aquello funcionara. Si lo hacía, me sentiría realmente bien.
- Resumen:
- Intentar resolver el acertijo de los cuadros.
Zack Suky
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La alerta y el ansia por avanzar yo el primero no tardaron en pasárseme nada más llegar a la nueva estancia. No sabía si se debía a la desilusión de volvernos a cruzar con una sala tan similar a la... ¿Cuántas salas habíamos cruzado ya? Bueno, las que fuesen. Ya dentro de la monotonía daba igual cual hubiese ido antes o después, pero el caso es que estaba llena de aperitivos que nadie se atrevió a comer estar vez y sobe los que mis acompañantes no tardaron en hacer algún comentario. Lo cierto es que yo tampoco me quería arriesgar a probar ninguno... O al menos no personalmente, así que mientras White daba algunas ideas de como proseguir yo me acerqué a una de las mesas y me guardé un par de tentempiés, que envolví con un par de servilletas, en uno de los bolsillos de mi pantalón, al igual que había hecho en la sala de los amantes del rosa. Era complicado que esta comida tuviese el misml efecto que la anterior, pero ya experimentaría con Franklyn... O con un poco de suerte con Arribor, aunque ese mamonazo tenía un olfato y gusto excepcionales y sería muy difícil engañarle. Quizás si me lo montaba bien podría conseguirlo, pero para eso antes tenía que salir vivo de este enrevesado y asqueroso lugar.
- Sí, yo te acompaño - contesté a Kaito tras guardarme la comida y volver a coger mi arma.
El pulpo no es que me hubiese caído especialmente bien por el inicio que habíamos tenido, pero a pesar de ese desafortunado comienzo se había mostrado más interesado en mí que el resto, además de que había demostrado una inteligencia superior a la hora de resolver los acertijos. Lo más seguro parecía seguir con él, por lo que no dudé en seguirlo a la espera del nuevo enigma.
- Sí, yo te acompaño - contesté a Kaito tras guardarme la comida y volver a coger mi arma.
El pulpo no es que me hubiese caído especialmente bien por el inicio que habíamos tenido, pero a pesar de ese desafortunado comienzo se había mostrado más interesado en mí que el resto, además de que había demostrado una inteligencia superior a la hora de resolver los acertijos. Lo más seguro parecía seguir con él, por lo que no dudé en seguirlo a la espera del nuevo enigma.
- Resumen:
- Seguir a Kaito a la siguiente prueba, pero no sin antes guardarme unas raciones de la comida para experimentar con Franklyn en el futuro como he hecho en la sala rosa.
Valar Morghul
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Akuma no mi
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Las estatuas se desmoronaron en cuanto mis balas impactaron en sus puntos débiles. Aquello me hizo ver que no eran unos rivales a temer debido a su escasa velocidad y a la facilidad a la que se podía acceder a sus debilidades, por lo que nuevos ánimos afloraron en mi y una tenebrosa carcajada emergía de mi garganta mientras me giraba para apuntar con mi pistola al antiguo compañero de Snoop.
-¡Una polla! -mi risa dejó paso a una cara de asombro y admiración que reflejaba perfectamente lo que sentía en esos momentos.
Los dos fumetas habían dejado a un lado las palabras y habían dado paso al lenguaje más antiguo de todos, las hostias. No me bastó nada más que un segundo para ver que esos dos estaban a un nivel completamente diferente y que si quería cumplir mi sueño no era recomendable quedarme en la misma sala que ellos, ya que mi cabeza podría intercambiar su lugar con el de las piedras que saltaban por los aires debido a la fuerza de sus impactos.
Como si mis pensamientos fuesen escuchados por un ser superior, una puerta empezó a abrirse, dándome con ello la oportunidad de dejar atrás a esos dos colgados y continuar mi ascenso por la aguja.
-¡Nos vemos luego, Snoop!- grité a mi pequeño compañero justo antes de abandonar con mi cofre aquella peligrosa sala, habiéndola recorrido previamente con la mayor velocidad que me permitían mis delgadas y fuertes piernas.
Nada más cruzar el arco de la puerta, pude apreciar bien la nueva sala y una nueva puerta al fondo de la misma que me indicaba por donde continuar.
-¿Quien coño fue el zumbado que diseño este sitio? -pregunté en voz alta mientras avanzaba tranquilamente por el suelo de cristal, fijándome bien en las paredes-espejo al mismo tiempo que recargaba mi 9mm con munición triple.
En esos momentos ya no disponía de ningún mapa, por lo que iba prácticamente a ciegas. Pero eso no conseguiría detener mi avance hacia un destino que desconocía, lo que hacía todo eso mucho más entretenido.
-Veamos que me tienes preparado ahora- pensé mientras guardaba mi 9mm y desenfundaba posteriormente a Blackstorm, presionando el botón que estaba situado al lado de la puerta negra con su mango.
Si algo me había enseñado esa aguja, es que cualquier locura era posible. Por lo que me sorprendería mucho más que no pasase nada extraño tras pulsar el botón.
-¡Una polla! -mi risa dejó paso a una cara de asombro y admiración que reflejaba perfectamente lo que sentía en esos momentos.
Los dos fumetas habían dejado a un lado las palabras y habían dado paso al lenguaje más antiguo de todos, las hostias. No me bastó nada más que un segundo para ver que esos dos estaban a un nivel completamente diferente y que si quería cumplir mi sueño no era recomendable quedarme en la misma sala que ellos, ya que mi cabeza podría intercambiar su lugar con el de las piedras que saltaban por los aires debido a la fuerza de sus impactos.
Como si mis pensamientos fuesen escuchados por un ser superior, una puerta empezó a abrirse, dándome con ello la oportunidad de dejar atrás a esos dos colgados y continuar mi ascenso por la aguja.
-¡Nos vemos luego, Snoop!- grité a mi pequeño compañero justo antes de abandonar con mi cofre aquella peligrosa sala, habiéndola recorrido previamente con la mayor velocidad que me permitían mis delgadas y fuertes piernas.
Nada más cruzar el arco de la puerta, pude apreciar bien la nueva sala y una nueva puerta al fondo de la misma que me indicaba por donde continuar.
-¿Quien coño fue el zumbado que diseño este sitio? -pregunté en voz alta mientras avanzaba tranquilamente por el suelo de cristal, fijándome bien en las paredes-espejo al mismo tiempo que recargaba mi 9mm con munición triple.
En esos momentos ya no disponía de ningún mapa, por lo que iba prácticamente a ciegas. Pero eso no conseguiría detener mi avance hacia un destino que desconocía, lo que hacía todo eso mucho más entretenido.
-Veamos que me tienes preparado ahora- pensé mientras guardaba mi 9mm y desenfundaba posteriormente a Blackstorm, presionando el botón que estaba situado al lado de la puerta negra con su mango.
Si algo me había enseñado esa aguja, es que cualquier locura era posible. Por lo que me sorprendería mucho más que no pasase nada extraño tras pulsar el botón.
Un silencio ominoso impregna cada planta del gigantesco complejo. La tensión puede respirarse cuando una leve estática comienza a notarse, y entonces una voz suena por fin tras tanta espera:
-Sí, sí, probando, probando. ¡Qué alegría, qué alboroto, otro perrito piloto! ¡Siempre toca, siempre toca, si no es un pito, es una pelota!
¿Qué acaba de pasar?
-Sí, sí, probando, probando. ¡Qué alegría, qué alboroto, otro perrito piloto! ¡Siempre toca, siempre toca, si no es un pito, es una pelota!
¿Qué acaba de pasar?
- 4-$32-Dos marines y un mapache entran en un museo de arte...:
- Hamlet, algo raro empieza a ocurrir cuando pasas delante del primer cuadro, el del barco. Los cuadros, vistos de cerca no están pintados en un lienzo, sino en una superficie lisa y fría, la cual comienza a abrirse como si se tratase de una compuerta, dejando ver el lateral del casco de madera de un barco, con tres cañones, los cuales abren fuego. Entre que se abrían las compuertas estos han tardado un poco en disparar, por lo que ha sido fácil esquivar los disparos corriendo un poco. De todas formas cuando llegas delante del cuadro del río el suelo comienza a hundirse cosa de un metro y medio, este se abre de forma similar y un torrente de agua comienza a salir en tu dirección con gran fuerza, para poder salir por una rejilla en el lado contrario.
Eric, si le has seguido de cerca estás en su misma situación.
Rocket se queda mirando en un lugar seguro.
- 04-06-Los ganadores de American Idol:
- Os deja pasar a todos, parece que vuestra actuación ha sido espectacular, sobre todo la de Al con su maravilloso violín y Taylor con el mejor truco de magia que el ojo humano ha visto jamás. Sin embargo, cuando pasa Al, el hielo no tarda en cubrir la maquinaria y destrozarse por completo. Ahora nada allí le corta el paso a nadie.
¡Ahora podéis subir al piso 4! Si os dais prisa, podéis llegar a donde están Eric y Kenzo, o podéis ir por otro camino, como queráis.
- 4-$32-La Terremoto de Alcorcón, la arañita Tecla y la gatita presumida:
- Zay, sigues mirando a los marines, que siguen dando vistazos al mapa, entonces ves como entran otros dos marines más, y se ponen a hablar con ellos.
Eric y Kenzo, cuando llegáis veis a un grupo de marines que parecen perdidos, mirando un mapa. También veis a un mink (Zay). Es como un gato amarillo que está mirando fijamente a los marines perdidos, los cuales lo miran, pero después os ven y uno de ellos abre la boca con una sonrisa.
—¡Comandante Zor-el! ¡Sargento Nakajima! ¡Nos habiamos perdido! ¡Menos mal que nos han encontrado!
Uno de ellos se pone a llorar de alegría porque no sabía ya que hacer. Parece que son los marines que mandaste lejos.
—¡Estabamos apunto de recurrir al canibalismo!
Los demás marines se separan de ese dando un paso. Al fondo hay una salida. Sin embargo, está bloqueada por un medidor de fuerza típico de las ferias. Aunque es enorme y está atornillada al suelo. No veis un martillo ni nada con lo que golpearla y suene la campana.
- 4-$11-Los lagartos del toro:
- Bueno, tras una pequeña discusión Dexter logra subirse al toro y este, a pesar de las fuerzas ejercidas sobre él no ha dejado escapar más que un leve chirrido metálico.
En cuanto Dexter posa las nalgas una compuerta se abre en el techo y unos 20 litros de grasa pura caen sobre vosotros, poniéndoos perdidos y lubricando bien la zona, haciendo que Zuko pierda el agarre.
- Hay hijo, me temo que yo no puedo hacer que baje eso, yo solo estoy aquí para asegurarme que nadie pase haciendo trampas.- Dicho esto le sirve un copazo de aguardiente a Deathstroke.
Dexter, después de que la grasa se cuele por todos los recovecos el toro empieza a temblar y mientras dices lo de los cielos te das cuenta de que estás ya a unos 7 metros sobre el suelo. Al toro se le han caído las patas de plástico y han salido una serie de 8 poderosos propulsores. Este comienza a acelerar a toda velocidad y a girar sobre su eje mientras da una vuelta rápida por toda la sala. La fuerza centrífuga en varias direcciones es brutal, y la grasa hace muy difícil mantener el agarre.
- Sótano-Giotto, Ellie y Iulio:
La anciana murmura algo ininteligible cuando le preguntas por su nieto, pero logra ponerse en pie y te sigue todavía dolorida hasta el ascensor. ¡Ya estáis todos! Iulio está poniendo el suelo perdido y a Carmena no parece que le guste. Arruga la nariz, pero no dice nada.
Giotto, pulsas el número tres y el ascensor cierra las puertas. Es lo único normal que hace, porque entonces las luces se apagan y el ascensor despega. O eso os parece. Se mueve arriba, abajo, a un lado, a otro, no sois capaces de saber nada nunca más. Os tambaleáis y caeis unos encima de los otros y justo cuando creéis que vais a morir… se detiene. Las luces vuelven y oís una voz antes de que se abran las puertas:
- Gracias por volar con Air Engines
Salís, pero no sabéis dónde estáis. Oléis a húmedo y las paredes son de roca. La única luz en el lugar es la del ascensor, el resto es oscuridad.
- 4-$11-Son las fabulosas tortugas loli...:
- Las tortugas reaccionan a vuestras respuestas. Donatella parece apunto de decir que no con la cabeza, pero de golpe todas las demás empiezan a decir que sí, que Under Pressure es la única respuesta posible. Parece que intenta protestar, pero las demás no le dejan. Os dejan pasar, subis por las escaleras y cuando subís veis...
A Dexter Black con un sombrero de cowboy subido en un toro mecánico, a un dragón humanoide con cara de mucho cabreo (y de chino), a un señor con armadura y a un borracho. Zane, creo que al borracho lo conoces.
- 3-$77- El feriante y los shurmanos:
- El feriante parece que ha haber causado un gran revuelto, aunque eso no es algo que os sorprenda demasiado. Gracias a Marc camináis bien iluminados hasta llegar a la siguiente sala. Allí os encontráis a cinco jóvenes de unos cuarenta años, pero con cierto atractivo que puede competir con el de Therax, incluso le supera.
—Tell me why ain’t nothin’ but a heartache. Tell me why ain't nothin' but a mistake. Tell me why I never want to hear you say —hacen una pausa—. I want it that waaa….
Y Marc con su gran tamaño tira los altavoces y paran de cantar.
—¿Pero qué demonios habéis hecho? —dice un brazilargo con perilla.
—Tranquilízate K.R —le dice un rubio guaperas vestido con una camiseta que pone “I’ am Nicky”, aunque al ver a Therax se va hacia él—. Solo puede haber un rubio con pelazo aquí y soy yo —tras eso, te empuja como un quinceañero que busca camorra en un guateque de quinceañeros.
Tras eso, el resto de miembros del grupo se va para vosotros. El perilla ataca a Marc intentando darle una patada voladora, la cual está cubierta de una extraña aura blanca que emite un sonido agudo que os ensordece a todos un poco.
Los otros se quedan flipando durante un instante, hasta que otro de ellos, un semigigante con un puño americano de oro con las iniciales B.L, intenta darle una patada a Scarlett y luego golpear a Brynn con el puño.
Los otros dos tienen claro sus objetivos, uno se abalanza sobre Spanner creando una extraña hoja de energía en su mano derecha, lanzando una doble onda cortante que de tres metros de longitud y un grosor de veinte centímetros. Entretanto, el otro de ellos, un sujeto moreno con gafas de sol negras con cristales amarillos se va dirige hacia Nailah.
—Yo a ti te conozco… Tú y un pelirrojo me robasteis en Sabaody hace unos años. ¡Exijo mis cien mil berries, ahora!
Steve, tú ves algo parecido a una rampa automática que parece llevar a un piso superior, pero parece no funcionar, no estaría de más encontrar como se hace.
- 2-14-Kodama:
- Cuando atraviesas la puerta ves una enorme bombilla artificial en lo alto de la sala. Esta es amplia y de grandes dimensiones, con unas paredes metálicas de color grisáceo y un suelo de tierra. Si, como lo ves, tierra llena de vida y en cuanto avanzas un poco, puedes ver hileras de cedros muy bien cuidados, aunque se ve que estos todavía son muy jóvenes debido a su mediano tamaño. La sala se divide en dos partes de tierra, dejando en el centro en donde estás, un estrecho pasillo de piedra que te llevaría hasta la siguiente sala. Hasta que una voz muy grave y tétrica resuena.
-¿Estás dispuesto a sacrificar los tuyos por personas que no harían lo mismo por ti? Si es así, tráeme a tres de ellos despedazados.
- 2-19-Mido, Simo y Braud:
- Simo, cuando toqueteas por las tuberías notas un ligero calor y, si mantienes la mano durante mucho rato sobre una de ellas notas que te irá quemando poco a poco. Sea lo que sea, no hay nada escondido ahí ya que causaría un estropicio.
- 2-61- Revos reunidos Geiper:
- ¡Vaya! Parece ser que algunos no se han podido recuperar del todo de esa extraña fuerza que os ha invadido, pese a que han esquivado. Osuka, tú has conseguido esquivar a costa de parecer un viejo monje con una calva en la coronilla. ¡Estás precioso! Edward, tú has caído de boca contra un soldadito de piedra, rompiéndolo con los dientes y… ¡Vaya! Te has quedado mellado, te falta un incisivo. Annie tu recibes un corte en el muslo derecho de unos cinco centímetros de grosor y una longitud de quince, la sangre sale a borbotones.
Señor Makintosh…, caíste de culo contra un soldadito de piedra y sientes algo raro, ¿placer, dolor? Eso depende de ti, pero rápidamente arremetes contra Krauser, al cual atraviesa y caes al suelo. Si miras al frente ves a un joven, ¿o es una muchacha? No sabría distinguirlo, pero tiene el cabello grisáceo,
Krauser entonces comienza a crear en su mano un poderoso shuriken de gran tamaño, la niebla gira a su alrededor y la fuerza del viento parecer arrastraros hacia él con mucha fuerza. ¿Qué hacéis jóvenes revolucionarios?
- 4-$15- AEG, Katharina y Lance:
- Katharina cuando intentas medir la fuerza de Tiwah sientes algo que te sobrecoge enormemente, no es exactamente fuerza, sino pasión. ¿Pasión por qué te preguntarás? A saber. Sin embargo, del suelo surge un fantasma parece que intenta golpearte. Señor alcalde, en tu caso ocurre algo distinto… cuando intentas hablar con él ni te hace ni caso, es como si no pudiera hablar o algo parecido. De pronto, el espíritu sale de su cuerpo y se dirige hacia ti a gran velocidad. El cuerpo inerte del hombre cae al suelo, y apenas tienes tiempo para reaccionar. Yo que tú intentaba esquivar, aunque parece que quiere entrar dentro de tu cuerpo; recalco, parece.
Lance, por tu parte vuelves a elevarte en el aire y das vueltas, y vueltas, y vueltas… Luego caes al suelo, y te atraviesa un fantasma que hace que te sientas muy animado, quizá demasiado. Y escuchas una risa de niño pequeño.
- 2-61-Valar:
- Pulsas el botón y parece que quiere sonar una musiquilla clásica, pero enseguida se abre la puerta de golpe, dejando pasar una espesa niebla que al cabo de un rato se va disipando. A tu lado pasa velozmente un shuriken que termina por clavarse en la pared. Por poco no te da, si te fijas, parece que están manteniendo una batalla contra el famoso criminal Krauser. En la batalla puedes ver a una muchacha de cabellos cenicientos herida, a una niña, a un extraño gyojin y a dos hombres, todos ellos luchando con fiereza contra el antiguo ex revolucionario.
- 3-7- Yarmin, Ellanora y Arribor:
- El androide cae al suelo tras la intervención de Yarmin, aunque vuelve a levantarse enseguida. Por suerte, la patada de Arribor parece dejarlo K.O en el suelo por fin. Ellanora, ¿Te pitan los oídos?
Avanzáis y pronto dejáis atrás esa sala. Lo que os encontráis a continuación es difícil de describir. No os parece que sigáis dentro de la torre. El lugar parece literalmente un desierto y si no fuera por el techo en lo alto creeríais que lo era. No alcanzáis a ver el final de la sala, os lo tapan lo que parecen un par de edificios bajos semidestruidos y algún que otro todoterreno cuasienterrado en la arena. Sin embargo, hay un caminito que pasa por el medio de todo eso.
De repente, todos oís risas y de uno de los edificios salen dos mujeres armadas. Ambas van fuertemente maquilladas y con pintura de guerra. La rubia lleva un casco militar y una ristra de balas cruzándole el pecho. La morena guantes sin dedos pero con pinchos y dos pistolas a la cintura. Os ven y levantan una botella de whiskey en vuestra dirección:
- ¿Necesitáis ayuda?
- 4-$13-Feliz no-cumpleaños:
La música suena lejana, pero presente. La puerta que va hacia la $45 parece que está cerrada. Lysbeth, notas algo raro en como ha reaccionado el golpe a tu patada. Es más, si te fijas, parece que cada globo tiene dibujos extraños, como si fueran ropa... uno de ellos es una cara, incluso. Aunque no se mueven más que eso, por ahora. Las luces se apagan y la música sube de volumen. Entonces, el suelo se abre y sube una... ¡Una tarta! La tarta es casi tan alta como Lysbeth, y tiene varios pisos. Cada uno de ellos tiene varias velas, aunque... espera, ¿eso es dinamita? La puerta por la que se marchó el escuadrón Kaito de golpe está cerrada, por cierto.
- 4-$15-Kaito Squad:
- Cuando salís de la sala la puerta se cierra tras vosotros. Parece que no se puede volver a abrir. Eso sí, parece que un globo os ha seguido... ¿O tal vez solo se haya movido por el viento y parece que os está siguiendo? Quien sabe, por mucho que lo miráis ahora parece que no se mueve. Llegáis a la sala por fin y parece que veis unas escaleras. ¡Podréis subir! O al menos eso parece, porque hay alguien sentado en ellas. Un hombre bajito y delgado, con el pelo negro y muy largo, juguetea con un cuchillo en sus manos. En el suelo, frente a él, parece que hay un trozo de tela rojo, con un patrón de telaraña y... una araña dibujada.
- Mapas:
Lykanrock94
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En la sala en la que se encontraba el felino, aparte del grupo al cuál estaba observando, entraron otros dos marines más. Parecían ser un Comandante y un Sargento. Cargos importantes de la marina en un mismo sitio. Eran unos cuantos y el Mink estaba solo, pero eso le daba exactamente igual. Los marines rasos eran los que había derrotado antes con Paul. Por cierto, si necesitaba la ayuda del Okama, ¿como le llamaría para que viniera? No le había dejado un Den Den ni nada por el estilo. Tan solo tenía una Vibre Card que vete tu a saber de quien sería.
-¿En todas las salas va a haber una prueba? Dios, como odio este sitio. -Dijo el felino mientras se dirigía a la máquina del fondo de la sala. Tras unos breves instante en silencio, volvió a hablar. -¡Ah! Sois los de antes. -Dijo mirando a los marines a los que había dejado fuera de combate anteriormente.
Seguramente querrían cazar al felino, por lo que este estaría bien atento a los movimientos de los dos de más alto cargo de esa sala. Ya había comprobado que los soldados rasos no eran rivales para el, pero a los otros dos no les tiene tratados. Tenían pinta de ser fuertes.
-¿En todas las salas va a haber una prueba? Dios, como odio este sitio. -Dijo el felino mientras se dirigía a la máquina del fondo de la sala. Tras unos breves instante en silencio, volvió a hablar. -¡Ah! Sois los de antes. -Dijo mirando a los marines a los que había dejado fuera de combate anteriormente.
Seguramente querrían cazar al felino, por lo que este estaría bien atento a los movimientos de los dos de más alto cargo de esa sala. Ya había comprobado que los soldados rasos no eran rivales para el, pero a los otros dos no les tiene tratados. Tenían pinta de ser fuertes.
Luka Rooney
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El gyojin seguía pensando que la incursión en aquella aguja estaba siendo una pérdida de tiempo. ¿Cómo diablos iban a salvar el mundo si sólo había pruebas? ¿Qué clase de psicópata tenía el poder de destruir el mundo y ponía pruebas para que alguien lo detuviese? Realmente era absurdo.
El habitante del mar volvió de sus pensamientos para escuchar las respuestas que daba Spaner, sumada a la corrección de Vile, que por un momento pareció ser más útil de lo que en un principio el pirata pensó. Con una innecesaria intriga, las tortugas abrieron paso, y antes de seguir, el pirata miró a su capitán, para después mirar a las tortugas.
- Pero a ver, ¿entonces se unen o no? Qué manía tiene la gente de dejar las conversaciones a medias…
Lo cierto era que a Luka le parecía una buena idea tener a unas tortugas en la banda, al fin y al cabo, serían lo más parecido que tuviese a su ser en el barco. Sin contar al escuadrón marino, que a veces no sabía ni a qué raza pertenecían.
Cuando continuaron andando. llegaron hasta un lugar que aumentaba aún la montaña de arena de absurdez que formaba la aguja. Dexter montaba en un toro mecánico, y le acompañaban un dragón con extraño rostro, un caballero con armadura y un hombre aparentemente borracho.
Por un lado el tiburón pensó que era buena señal encontrarse a Dexter, si él estaba allí, dudaba que mucha más gente estuviera por encima. Pero por otra… ¿Sería la fuerza de Dexter proporcional a su inteligencia? Algo le decía que no, y ese algo era el toro mecánico y su cara de niño de tres años montándolo.
- Capitán -comentó en tono serio-, después de esto voy a necesitar unas vacaciones.
El habitante del mar volvió de sus pensamientos para escuchar las respuestas que daba Spaner, sumada a la corrección de Vile, que por un momento pareció ser más útil de lo que en un principio el pirata pensó. Con una innecesaria intriga, las tortugas abrieron paso, y antes de seguir, el pirata miró a su capitán, para después mirar a las tortugas.
- Pero a ver, ¿entonces se unen o no? Qué manía tiene la gente de dejar las conversaciones a medias…
Lo cierto era que a Luka le parecía una buena idea tener a unas tortugas en la banda, al fin y al cabo, serían lo más parecido que tuviese a su ser en el barco. Sin contar al escuadrón marino, que a veces no sabía ni a qué raza pertenecían.
Cuando continuaron andando. llegaron hasta un lugar que aumentaba aún la montaña de arena de absurdez que formaba la aguja. Dexter montaba en un toro mecánico, y le acompañaban un dragón con extraño rostro, un caballero con armadura y un hombre aparentemente borracho.
Por un lado el tiburón pensó que era buena señal encontrarse a Dexter, si él estaba allí, dudaba que mucha más gente estuviera por encima. Pero por otra… ¿Sería la fuerza de Dexter proporcional a su inteligencia? Algo le decía que no, y ese algo era el toro mecánico y su cara de niño de tres años montándolo.
- Capitán -comentó en tono serio-, después de esto voy a necesitar unas vacaciones.
- Resumen:
Volver a preguntar si las tortugas se unen.
Avanzar sin mas.
Brynn
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Lamentablemente las cosas no siempre salen como uno espera. Y llevar a un gigante al lado con los pasillos tan estrechos y extraños quizá no es la mejor de las opciones.
El gigantón tiró los altavoces de un grupo de música que parecía estar ensayando, y obviamente, aquello no sentó demasiado bien a los músicos, que pronto se acercaron hasta ellos.
Sin rostro era un tipo de calle. Un hombre al que le gustaba la oscuridad, y calle y oscuridad generalmente iba asociado a peleas de bar, callejeras o reyertas varias. Es gracias a aquello que el pirata se llevó la diestra al arma cuando un rubio empujó a Therax. Aquello solo podía desencadenar en algo; una pelea.
El tipo de la perilla intentó golpear a Marc, produciendo un extraño sonido que hizo temblar la cabeza del espadachín, y tras ello un semigigante realiza una patada sobre un miembro del grupo y tras ello dirige el puño hacia el asesino.
Instintivamente, Brynn desenfundó su katana a gran velocidad, haciendo que ésta adoptase una temperatura elevada, y tras ello, intentó bloquear el ataque del semigigante. Lamentablemente, el pirata no esperaba tanta fuerza, y acaba saliendo despedido un par de metros, chocando contra una pared. No tardó mucho en reincorporarse a la par que ladeaba el cuello. Fijó a su objetivo y lanzó una onda de fuego hacia su posición, esperando acertar y haber causado algún daño en el puño de su rival anteriormente.
El gigantón tiró los altavoces de un grupo de música que parecía estar ensayando, y obviamente, aquello no sentó demasiado bien a los músicos, que pronto se acercaron hasta ellos.
Sin rostro era un tipo de calle. Un hombre al que le gustaba la oscuridad, y calle y oscuridad generalmente iba asociado a peleas de bar, callejeras o reyertas varias. Es gracias a aquello que el pirata se llevó la diestra al arma cuando un rubio empujó a Therax. Aquello solo podía desencadenar en algo; una pelea.
El tipo de la perilla intentó golpear a Marc, produciendo un extraño sonido que hizo temblar la cabeza del espadachín, y tras ello un semigigante realiza una patada sobre un miembro del grupo y tras ello dirige el puño hacia el asesino.
Instintivamente, Brynn desenfundó su katana a gran velocidad, haciendo que ésta adoptase una temperatura elevada, y tras ello, intentó bloquear el ataque del semigigante. Lamentablemente, el pirata no esperaba tanta fuerza, y acaba saliendo despedido un par de metros, chocando contra una pared. No tardó mucho en reincorporarse a la par que ladeaba el cuello. Fijó a su objetivo y lanzó una onda de fuego hacia su posición, esperando acertar y haber causado algún daño en el puño de su rival anteriormente.
- Resumen:
Intentar bloquear al semigigante utilizando su espada a gran temperatura.
Lanzar una onda cortante hacia el gigante.
Ellie
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La joven mink no llegó a escuchar la respuesta de la anciana sobre su nieto, aunque tampoco le dió mucha importancia. Caminó hasta el ascensor y allí esperaron a Iulio, que se unió bastante empapado y no tardó mucho en dejar el suelo lleno de agua, algo que a Carmena pareció no agradarle.
- Dísculpele, señora -comentó fingiendo una sonrisa-, pero no dispone de ropa limpia con la que cambiarse.
Todo iba bien hasta que Giotto pulsó el botón tres. Entonces el ascensor empezó a moverse sin seguir un claro patrón, las luces iban y venían, y los golpes fueron constantes durante todo el trayecto. La agente intentó proteger a Carmena poniéndose delante, y aquello le costó algún que otro golpe en la espalda, piernas y distintos lugares de su cuerpo.
- Aguanta Carmena, yo te protejo -se limitó a decir esforzándose por sujetarse, aunque en más de una ocasión salió despedida contra una de las paredes y le tocó volver a encontrar a Carmena-. ¿Acaso no va a parar nunca?
Y sí, paró. Afortunadamente el ascensor llegó a su destino. Una vez se abrieron las puertas -no sin antes soltar un absurdo mensaje-, la mink pudo ver la oscuridad que había en aquél lugar. Sonrió, pues aquello no era para nada un problema teniendo a Giotto y Iulio entre los suyos, así que le tendió la mano a Carmena y miró a sus compañeros.
- Vaya viajecito, eh, ¿amigos? Lo de amigos va también por tí, Carmena. ¿Estás bien? Igual los golpes te han colocado otra vez los huesos -comentó encogiéndose de hombros-. Bien, Giotto, ¿nos puedes crear una llama para avanzar? O tú, Iulio, ¿puedes crear una luz?
Tras ello, la mink avanzaría en busca de algún ser vivo, una prueba o lo que fuese que les deparase aquella apagada zona.
- Dísculpele, señora -comentó fingiendo una sonrisa-, pero no dispone de ropa limpia con la que cambiarse.
Todo iba bien hasta que Giotto pulsó el botón tres. Entonces el ascensor empezó a moverse sin seguir un claro patrón, las luces iban y venían, y los golpes fueron constantes durante todo el trayecto. La agente intentó proteger a Carmena poniéndose delante, y aquello le costó algún que otro golpe en la espalda, piernas y distintos lugares de su cuerpo.
- Aguanta Carmena, yo te protejo -se limitó a decir esforzándose por sujetarse, aunque en más de una ocasión salió despedida contra una de las paredes y le tocó volver a encontrar a Carmena-. ¿Acaso no va a parar nunca?
Y sí, paró. Afortunadamente el ascensor llegó a su destino. Una vez se abrieron las puertas -no sin antes soltar un absurdo mensaje-, la mink pudo ver la oscuridad que había en aquél lugar. Sonrió, pues aquello no era para nada un problema teniendo a Giotto y Iulio entre los suyos, así que le tendió la mano a Carmena y miró a sus compañeros.
- Vaya viajecito, eh, ¿amigos? Lo de amigos va también por tí, Carmena. ¿Estás bien? Igual los golpes te han colocado otra vez los huesos -comentó encogiéndose de hombros-. Bien, Giotto, ¿nos puedes crear una llama para avanzar? O tú, Iulio, ¿puedes crear una luz?
Tras ello, la mink avanzaría en busca de algún ser vivo, una prueba o lo que fuese que les deparase aquella apagada zona.
- Resumen:
Proponer usar la luz de Iulio o el fuego de Giotto para avanzar y buscar algo significativo por la zona.
Maki
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"Bueno, pues... Vamos a morir", se dijo el Oficial Makintosh. Por primera vez en su historia se encontraba con un rival tan aterradoramente superior a él que no veía modo alguno de vencerle. ¿Cómo se combatía contra alguien al que atravesaban sus golpes? Maki aún podía sentir el frío cosquilleo de la niebla que se enroscó en sus puños cuando falló su ataque. Si lanzarse de cabeza contra aquel villano no funcionaba, ya no sabía qué más hacer. Se le ocurrió que podría pedir consejo al desconocido que había plantado por ahí, pero de repente tuvo uno de esos oportunos flashbacks de los que hablaba todo el mundo.
Tenía quince años. Estaba en la Isla Gyojin, rodeado de las algas, burbujas y formaciones de corales que le habían visto crecer. A través de la ventana podía ver una de las famosas carreras de sirenas, y supuso que su buen amigo Ernie estaría allí. Ernie Sin Pulgares siempre apostaba más de lo que debía y... bueno, le pasaban cosas. El joven Maki se encontraba en el dojo del señor Chang, el vejete que regentaba la tienda de antigüedades modernas. El señor Chang tenía pocos clientes, así que había decidido montar una escuela de kárate gyojin en la parte trasera, donde guardaba las garrafas de agua vacías y la ropa interior que robaba a las vecinas despistadas.
-Recuerda esta lección, Bartholomew -le dijo el señor Chang.
-No me llamo...
-Es la más importante de todas la que te he enseñado hasta ahora, Bartholomew.
-Pero yo no...
-Algún día te será muy útil, sí señor.
El señor Chang era un maestro eficaz, pero tenía una memoria muy mala. Era el único maestro que había aceptado a Maki como su discípulo después de que éste le prendiese fuego sin querer al perro de su antiguo sensei.
-Escúchame, Bartholomew. Algún día tendrás que luchar contra alguien a quien no podrás vencer, a alguien que...
-Señor Chang, mi madre dice que ayer le arrestaron.
-No sabía que era un parque infantil, ¿vale? Y ahora sigamos - El señor Chang recuperó su tono místico y melodramático-. Algún día te encontrarás con alguien a quien no podrás vencer. Verás como tus golpes pasan a través de su cuerpo sin hacerle daño, como si estuviesen hechos de algo distinto al resto de los mortales.
-Wow -Maki escuchaba embelesado, sin tener muy claro que aquel cuento fuese cierto-. ¿Y qué más, maestro?
-Sí, seguro que será un hombre. Se cubrirá la boca con una tela que oculta sus feos dientes, pero dejará al descubierto unos ojos que te helarán la sangre. Seguro que mide... como un metro ochenta y es musculoso, pero sin pasarse. Y seguro que hace algo así como estrellas ninja hechas de luz, sí, y se convertirá en niebla mágica. Sí, seguro. Nos pasa a todos, Bartholomew, pero yo te enseñaré a vencer a esa clase de enemigo.
-Es una lección muy concreta, maestro.
-Escúchame, en ese momento debes...
Maki terminó de reproducir el flashback en su cabeza, recordando la técnica secreta que el señor Chang le enseñó antes de que lo detuvieran por bailar desnudo en una fuente. Sí, aquel era sin duda el momento al que su sensei se refería. La lección extrañamente específica tenía ahora una razón de ser. Era hora de ponerla en práctica.
La niebla empezó a moverse alocadamente, arrastrando a Maki. El gyojin se dio cuenta de que volaba directamente hacia una de esas cosas de luz con aspecto peligroso que empuñaba el villano. Bien.
-¡Augustus en acción! -exclamó.
Maki braceó en la niebla con todas sus fuerzas y se levó unos pocos centímetros, pasando justo por encima de la cosa de luz. Caería enseguida, pero solo tenía que mantenerse en el aire un segundo más. Concentró todas sus fuerzas en su puño derecho, que se vio imbuido de todo el poder que el Oficial Makintosh podía convocar. Lo dirigió al rostro del villano y dejó que estallara su técnica definitiva.
-¡Allá va! ¡El Puño de la Estrella de Mar!
Tenía quince años. Estaba en la Isla Gyojin, rodeado de las algas, burbujas y formaciones de corales que le habían visto crecer. A través de la ventana podía ver una de las famosas carreras de sirenas, y supuso que su buen amigo Ernie estaría allí. Ernie Sin Pulgares siempre apostaba más de lo que debía y... bueno, le pasaban cosas. El joven Maki se encontraba en el dojo del señor Chang, el vejete que regentaba la tienda de antigüedades modernas. El señor Chang tenía pocos clientes, así que había decidido montar una escuela de kárate gyojin en la parte trasera, donde guardaba las garrafas de agua vacías y la ropa interior que robaba a las vecinas despistadas.
-Recuerda esta lección, Bartholomew -le dijo el señor Chang.
-No me llamo...
-Es la más importante de todas la que te he enseñado hasta ahora, Bartholomew.
-Pero yo no...
-Algún día te será muy útil, sí señor.
El señor Chang era un maestro eficaz, pero tenía una memoria muy mala. Era el único maestro que había aceptado a Maki como su discípulo después de que éste le prendiese fuego sin querer al perro de su antiguo sensei.
-Escúchame, Bartholomew. Algún día tendrás que luchar contra alguien a quien no podrás vencer, a alguien que...
-Señor Chang, mi madre dice que ayer le arrestaron.
-No sabía que era un parque infantil, ¿vale? Y ahora sigamos - El señor Chang recuperó su tono místico y melodramático-. Algún día te encontrarás con alguien a quien no podrás vencer. Verás como tus golpes pasan a través de su cuerpo sin hacerle daño, como si estuviesen hechos de algo distinto al resto de los mortales.
-Wow -Maki escuchaba embelesado, sin tener muy claro que aquel cuento fuese cierto-. ¿Y qué más, maestro?
-Sí, seguro que será un hombre. Se cubrirá la boca con una tela que oculta sus feos dientes, pero dejará al descubierto unos ojos que te helarán la sangre. Seguro que mide... como un metro ochenta y es musculoso, pero sin pasarse. Y seguro que hace algo así como estrellas ninja hechas de luz, sí, y se convertirá en niebla mágica. Sí, seguro. Nos pasa a todos, Bartholomew, pero yo te enseñaré a vencer a esa clase de enemigo.
-Es una lección muy concreta, maestro.
-Escúchame, en ese momento debes...
Maki terminó de reproducir el flashback en su cabeza, recordando la técnica secreta que el señor Chang le enseñó antes de que lo detuvieran por bailar desnudo en una fuente. Sí, aquel era sin duda el momento al que su sensei se refería. La lección extrañamente específica tenía ahora una razón de ser. Era hora de ponerla en práctica.
La niebla empezó a moverse alocadamente, arrastrando a Maki. El gyojin se dio cuenta de que volaba directamente hacia una de esas cosas de luz con aspecto peligroso que empuñaba el villano. Bien.
-¡Augustus en acción! -exclamó.
Maki braceó en la niebla con todas sus fuerzas y se levó unos pocos centímetros, pasando justo por encima de la cosa de luz. Caería enseguida, pero solo tenía que mantenerse en el aire un segundo más. Concentró todas sus fuerzas en su puño derecho, que se vio imbuido de todo el poder que el Oficial Makintosh podía convocar. Lo dirigió al rostro del villano y dejó que estallara su técnica definitiva.
-¡Allá va! ¡El Puño de la Estrella de Mar!
- Cosas:
- Haki armadura Tier 2
Quiero aprovechar y ver si Maki puede sacar la siguiente técnica:
Puño de la Estrella de Mar: Maki concentra toda su fuerza y haki en un solo puñetazo, logrando, gracias a sus cosas de gyojin, que toda el agua de la atmósfera a varios metros a la redonda se concentre en su ataque. No solo golpea con una fuerza desmesurada, sino que mueve toda esa agua como un poderoso chorro a presión hacia su rival. Funciona mejor en ambientes húmedos (ejemejemniebla)
Si no la consigo, pues simplemente dará un puñetazo normal con haki.
Erik Carter
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El razonamiento no era malo del todo y, como navegante, Erik encontró cierta lógica en el razonamiento de su superior. Pero cuando se disponían a interactuar con los cuadros, la aguja volvió a atacarlos. Los disparos fueron relativamente sencillos, pero lo del agua fue más sorpresivo.
Erik actuó por puro reflejo, materializando un escudo en su mano para detener el agua mientras, si no se había movido por su cuenta, empujar a su superior para intentar sacarlo de la trayectoria del agua. Lo empujase o no, el agua arrastraría a Erik con violencia contra la rejilla al otro lado de la sala, habiendo conseguido nada con el escudo salvo llevarse el golpe contra la rejilla con la espalda y, si el "río" no se detenía, quedarse allí aprisionado por la corriente hasta que su compañero lo sacase.
Erik actuó por puro reflejo, materializando un escudo en su mano para detener el agua mientras, si no se había movido por su cuenta, empujar a su superior para intentar sacarlo de la trayectoria del agua. Lo empujase o no, el agua arrastraría a Erik con violencia contra la rejilla al otro lado de la sala, habiendo conseguido nada con el escudo salvo llevarse el golpe contra la rejilla con la espalda y, si el "río" no se detenía, quedarse allí aprisionado por la corriente hasta que su compañero lo sacase.
- Resumen:
- Pensar que el plan tiene lógica, esquivar los cañonazos, intentar apartar a Hamlet del agua y tratar de detener el río con mi escudo, fallando miserablemente.
Rei Arslan
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Krauser estaba empezando a tocarle los ovarios. Los ataques de sus compañeros no resultaban útiles y el último que ella había lanzado solo lo había desestabilizado. Chasqueó con la lengua, moviéndose rápidamente mientras regresaba a su posición, pero una extraña fuerza la hizo descender poco a poco. ¿Estaba paralizándose? Se sentía entumecida y trató de controlar el viento durante un momento para que no cayera de golpe, pero en aquel momento, el hecho de que estaba paralizada recibió un fuerte corte en la pierna.
Annie cayó al suelo, logrando deshacerse de la paralización, pero a cambio, su pantalón rasgado mostraba una profunda herida que emanaba sangre a borbotones. La muchacha gritó con rabia, sintiendo el dolor de ver como su carne escocía. Apretó las manos sobre la herida, apretándola y viendo como la sangre comenzaba a tintar sus manos y su ropa.
Se mordió el labio inferior con fuerza, tratando de soportar el dolor y miró a Osuka y Edward, que también habían caído, incluso Maki se había chocado contra uno de los gólems del revolucionario. Estaban perdiendo y Annie no sería capaz de asumir esa derrota. Apartó las manos de su herida y vio que la niebla que había alrededor de Krauser comenzaba a arremolinarse para atraerlos a todos contra su shuriken.
El viento la llevaba con fuerza hasta él, pero Annie, en un intento desesperado desató su ira creando un aura verde que la envolvería por completo. Durante un tiempo corto sería capaz de hacer el doble de daño a Krauser si todo iba bien y, por supuesto, el dolor de su pierna había desaparecido aunque esta siguiera sangrando. No tardaría en regenerarse, pero mientras estuviera abierta sería doloroso.
Se puso en pie, estirando sus manos para poder crear una cúpula que rodearía a Krauser justo en el momento que este lanzara su shuriken, para que pudiera rebotar y atravesar alguna parte de su cuerpo. Con su cúpula, contaba con que la niebla volviera a perder el efecto, sobre todo con la gran potencia del viento que ahora le rodearía. Su misión era impedir que sus compañeros se vieran también arrastrados hacia la cúpula, así que con la otra mano, creó unos ráfagas para impedir que estos se movieran del sitio.
Annie cayó al suelo, logrando deshacerse de la paralización, pero a cambio, su pantalón rasgado mostraba una profunda herida que emanaba sangre a borbotones. La muchacha gritó con rabia, sintiendo el dolor de ver como su carne escocía. Apretó las manos sobre la herida, apretándola y viendo como la sangre comenzaba a tintar sus manos y su ropa.
Se mordió el labio inferior con fuerza, tratando de soportar el dolor y miró a Osuka y Edward, que también habían caído, incluso Maki se había chocado contra uno de los gólems del revolucionario. Estaban perdiendo y Annie no sería capaz de asumir esa derrota. Apartó las manos de su herida y vio que la niebla que había alrededor de Krauser comenzaba a arremolinarse para atraerlos a todos contra su shuriken.
El viento la llevaba con fuerza hasta él, pero Annie, en un intento desesperado desató su ira creando un aura verde que la envolvería por completo. Durante un tiempo corto sería capaz de hacer el doble de daño a Krauser si todo iba bien y, por supuesto, el dolor de su pierna había desaparecido aunque esta siguiera sangrando. No tardaría en regenerarse, pero mientras estuviera abierta sería doloroso.
Se puso en pie, estirando sus manos para poder crear una cúpula que rodearía a Krauser justo en el momento que este lanzara su shuriken, para que pudiera rebotar y atravesar alguna parte de su cuerpo. Con su cúpula, contaba con que la niebla volviera a perder el efecto, sobre todo con la gran potencia del viento que ahora le rodearía. Su misión era impedir que sus compañeros se vieran también arrastrados hacia la cúpula, así que con la otra mano, creó unos ráfagas para impedir que estos se movieran del sitio.
- Cosis:
- PU Voluntad de hierro: La sangre de un dios corre por sus venas. Su voluntad es fuerte, cuando la usuaria esté muy herida puede aguantar el dolor y el cansancio para seguir luchando durante más tiempo, durante dos turnos la potencia de sus ataques estará duplicada, aunque después caerá en un estado de inconsciencia hasta que esté recuperada del todo.
Taylor Fitzgerald
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El truco de Taylor había funcionado a la perfección y se fijó en todos los demás trucos que habían hecho Bizvan, Tobías y los demás marines que acababan de llegar. Se fijó en el almirante, al que vio de refilón cuando habían llegado a la aguja. Sus trucos también habían sido impresionantes, no tantos como los de Taylor, pues lo suyo no tenía mérito al ser un robot, podía separar partes de su cuerpo con facilidad y volver a unirlas. Las puertas se abrieron y dejó atrás a toda la muchedumbre para encontrarse con Dretch.
Estaba solo esta vez, ni Eric ni Kenzo se encontraban junto a él. La autómata miró hacia los lados, para ver si los veía, pero estaba desierto. En el fondo entendía que la misión de detener la Aguja era el principal objetivo y haber gritado aquello había sido una estupidez. No debería haber dicho nada y que los demás subieran sin problema. Ella creía que podía arreglárselas perfectamente. Se puso al lado de su superior y le miró de reojo, esperando a que iniciara la marcha. Sin embargo, como siempre, no pudo evitar quedarse callada, pero esta vez no le recriminó nada.
-Ya sé que te mencioné que fuéramos en pequeños grupos, pero cuando la puerta se cerró delante de mí... deberías haber seguido con Eric y Kenzo, la misión es más importante, y aunque no lo parezca, ahí atrás iba a estar bien acompañada - comentó mirando hacia atrás, intentando restarle importancia a lo sucedido -. Ahora ya da igual, debemos avanzar deprisa, a estas alturas será difícil localizar a nuestros compañeros en el piso superior, seguro que por la fuerza bruta se han ido abriendo paso.
Taylor caminaba deprisa, con la intención de llegar a la siguiente sala y poder subir de una vez. No era su intención reencontrarse con Eric y Kenzo, pero sí que quería seguir investigando los secretos que escondían las misteriosas salas dotadas de una tecnología desconocida para el mundo. La autómata tenía en su mente la imagen del mapa y sabía por qué pasillo ir o que sala coger, pero mientras caminaba dejó que se formara un silencio incómodo, en donde solo se sentían las pisadas de cada uno. Pensó en romper el silencio, pero no merecía la pena. Solo deseaba que acabara todo de una vez para regresar junto a Alex y el profesor Fitzgerald.
Estaba solo esta vez, ni Eric ni Kenzo se encontraban junto a él. La autómata miró hacia los lados, para ver si los veía, pero estaba desierto. En el fondo entendía que la misión de detener la Aguja era el principal objetivo y haber gritado aquello había sido una estupidez. No debería haber dicho nada y que los demás subieran sin problema. Ella creía que podía arreglárselas perfectamente. Se puso al lado de su superior y le miró de reojo, esperando a que iniciara la marcha. Sin embargo, como siempre, no pudo evitar quedarse callada, pero esta vez no le recriminó nada.
-Ya sé que te mencioné que fuéramos en pequeños grupos, pero cuando la puerta se cerró delante de mí... deberías haber seguido con Eric y Kenzo, la misión es más importante, y aunque no lo parezca, ahí atrás iba a estar bien acompañada - comentó mirando hacia atrás, intentando restarle importancia a lo sucedido -. Ahora ya da igual, debemos avanzar deprisa, a estas alturas será difícil localizar a nuestros compañeros en el piso superior, seguro que por la fuerza bruta se han ido abriendo paso.
Taylor caminaba deprisa, con la intención de llegar a la siguiente sala y poder subir de una vez. No era su intención reencontrarse con Eric y Kenzo, pero sí que quería seguir investigando los secretos que escondían las misteriosas salas dotadas de una tecnología desconocida para el mundo. La autómata tenía en su mente la imagen del mapa y sabía por qué pasillo ir o que sala coger, pero mientras caminaba dejó que se formara un silencio incómodo, en donde solo se sentían las pisadas de cada uno. Pensó en romper el silencio, pero no merecía la pena. Solo deseaba que acabara todo de una vez para regresar junto a Alex y el profesor Fitzgerald.
Kaito Takumi
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Por un momento, Kaito se detuvo en el umbral del pequeño pasillo que daba a la siguiente sala. Le pareció extraño no encontrar ningún enigma ni absurda prueba que les separase de su destino, pero sus preocupaciones se fueron tras un rápido razonamiento. “Seguramente la prueba esté al final, justo antes de llegar a la siguiente”, se dijo traicionándose sin saberlo.
Escuchando las extrañas palabras de la absurda y oculta megafonía, el ningyo se aventuró por el pasillo con sus armas en mano y el húmedo icor de la araña sujeto bajo la negra capa. Desgraciadamente para él, y para su acompañante peliazul, parecía que habían caído en una trampa. Cerrada la única salida tan rápidamente como el corte de un carnicero, Kaito frunció el ceño y masculló un “Diablos” medio escupido. La situación no era buena, y al mirar por encima del hombro para ver cómo indudablemente había bajado una compuerta para robarles su escape, vio el globo rojo. No solo debía preocuparse del pequeño melenudo y su cuchillo. Un millar de teóricos futuros pasaron por su cerebro mucho antes de que se decidiera a usar su sentido de las “corrientes del mundo” para delimitar qué terrible situación era en la que se encontraba. Dudaba que aquella “cosa flotante” estuviese viva, pero desde luego parecía lo suficientemente “inteligente” como para haberles seguido silenciosamente desde la sala de la fiesta.
—Zack… Tú sabes pelear, ¿no? —le dijo a su compañero de manera poco halagüeña mientras olfateaba las presencias ajenas.
Quería darle a entender que pese a su postura y las ganas que tenía de pagar mal rato que había pasado no era buen luchador. Que aquello fuese cierto era otra historia, aunque la verdad es que no se consideraba en absoluto un guerrero. No al menos en ese sentido. Y mucho menos en el sentido de poder intentar enfrentar a alguien que había, por lo menos, arrancado un trozo de tela de un hombre capaz de parar un espadazo con dos simples deditos.
Moviéndose lenta y sigilosamente hacia un lado para dejar que el ingeniero tomase una iniciativa más directa, Kaito desvió parte de su atención y su mantra en el globo rojo para intentar desentrañar si estaba vivo. Que aquel objeto sostuviese vida significaría no solo que probablemente fuese debido al poder de una akuma no mi, si no que, por supuesto, podía matarse. El problema era cómo debía hacerlo. Algo tan aparentemente fácil de reventar le alentaba precisamente a no hacerlo. Afortunadamente los bicheros tenían dorso.
Así pues, decidió que debía moverse lentamente hacia un lado mientras dejaba al espadachín captar todo el protagonismo en la escena. Con un poco de suerte el muchacho se movería lo suficientemente rápido como para servirle para demostrar que, si aquel plástico flotante no estaba vivo, rastreaba de alguna manera el movimiento.
Una vez llegase a una de las dos posibles conclusiones, tomaría uno de los posibles caminos. Si el “flujo de todas las cosas” le adjudicaba viva a aquel globo rojo, lo golpearía con la curvatura de su bichero empapada en haki para dañarlo y alejarlo de sí sin arriesgarse a reventarlo. En cambio, si no lo estaba, intentaría alejarse como una tenue marea para que el peliazul se llevase la atención de lo que creía que era una peligrosa vejiga llena de gas venenoso. Indistintamente, y pese a la importancia y reclamo del orbe carmesí, Kaito permanecería atento a los movimientos del bajito señor de las escaleras y, mucho más importante, a los posibles proyectiles que pudiera lanzarle desde allí.
Le parecía demasiado obvio que se trataba de un lanzador de cuchillos, lo que no quitaba que pudiera manejarlos a corta distancia, porque el que solo hubiese un trozo de los ropajes de SUPAIDAMAN, el cual les había abandonado no hace mucho, quería decir que se lo había arrebatado durante su rápida y ágil carrera hacia otra planta o sala.
—Las armas cortas son peligrosas a mucha y muy poca distancia—advirtió a su compañero de manera críptica. Le parecía que faltaba la sazón de un enigma.
Escuchando las extrañas palabras de la absurda y oculta megafonía, el ningyo se aventuró por el pasillo con sus armas en mano y el húmedo icor de la araña sujeto bajo la negra capa. Desgraciadamente para él, y para su acompañante peliazul, parecía que habían caído en una trampa. Cerrada la única salida tan rápidamente como el corte de un carnicero, Kaito frunció el ceño y masculló un “Diablos” medio escupido. La situación no era buena, y al mirar por encima del hombro para ver cómo indudablemente había bajado una compuerta para robarles su escape, vio el globo rojo. No solo debía preocuparse del pequeño melenudo y su cuchillo. Un millar de teóricos futuros pasaron por su cerebro mucho antes de que se decidiera a usar su sentido de las “corrientes del mundo” para delimitar qué terrible situación era en la que se encontraba. Dudaba que aquella “cosa flotante” estuviese viva, pero desde luego parecía lo suficientemente “inteligente” como para haberles seguido silenciosamente desde la sala de la fiesta.
—Zack… Tú sabes pelear, ¿no? —le dijo a su compañero de manera poco halagüeña mientras olfateaba las presencias ajenas.
Quería darle a entender que pese a su postura y las ganas que tenía de pagar mal rato que había pasado no era buen luchador. Que aquello fuese cierto era otra historia, aunque la verdad es que no se consideraba en absoluto un guerrero. No al menos en ese sentido. Y mucho menos en el sentido de poder intentar enfrentar a alguien que había, por lo menos, arrancado un trozo de tela de un hombre capaz de parar un espadazo con dos simples deditos.
Moviéndose lenta y sigilosamente hacia un lado para dejar que el ingeniero tomase una iniciativa más directa, Kaito desvió parte de su atención y su mantra en el globo rojo para intentar desentrañar si estaba vivo. Que aquel objeto sostuviese vida significaría no solo que probablemente fuese debido al poder de una akuma no mi, si no que, por supuesto, podía matarse. El problema era cómo debía hacerlo. Algo tan aparentemente fácil de reventar le alentaba precisamente a no hacerlo. Afortunadamente los bicheros tenían dorso.
Así pues, decidió que debía moverse lentamente hacia un lado mientras dejaba al espadachín captar todo el protagonismo en la escena. Con un poco de suerte el muchacho se movería lo suficientemente rápido como para servirle para demostrar que, si aquel plástico flotante no estaba vivo, rastreaba de alguna manera el movimiento.
Una vez llegase a una de las dos posibles conclusiones, tomaría uno de los posibles caminos. Si el “flujo de todas las cosas” le adjudicaba viva a aquel globo rojo, lo golpearía con la curvatura de su bichero empapada en haki para dañarlo y alejarlo de sí sin arriesgarse a reventarlo. En cambio, si no lo estaba, intentaría alejarse como una tenue marea para que el peliazul se llevase la atención de lo que creía que era una peligrosa vejiga llena de gas venenoso. Indistintamente, y pese a la importancia y reclamo del orbe carmesí, Kaito permanecería atento a los movimientos del bajito señor de las escaleras y, mucho más importante, a los posibles proyectiles que pudiera lanzarle desde allí.
Le parecía demasiado obvio que se trataba de un lanzador de cuchillos, lo que no quitaba que pudiera manejarlos a corta distancia, porque el que solo hubiese un trozo de los ropajes de SUPAIDAMAN, el cual les había abandonado no hace mucho, quería decir que se lo había arrebatado durante su rápida y ágil carrera hacia otra planta o sala.
—Las armas cortas son peligrosas a mucha y muy poca distancia—advirtió a su compañero de manera críptica. Le parecía que faltaba la sazón de un enigma.
- RESUMEN ZACKO lea:
Hablar brevemente.
Activar Mantra (Ya descansado) T.1 -> Ver si hay vida en el globo.(Emp3/Vis1)
Si hay vida en el globo -> Golpe con el reverso (curva no filosa) del bichero de madera con Haki (Armam 1 Armad 0) para dañarlo y alejarlo sin reventarlo.
Si no hay vida -> Moverme sigilosa y lentamente para que, lo que cree un rastreo de movimiento, prioritize a Zack.
Quedarme atento a qué hace el señor "lanzacuchillos" (Conjetura) y advertir a Zack.
AEG93
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Ninguno de los dos hombres que se hallaban frente a ellos respondió sus preguntas. El muerto viviente se mantuvo inmóvil, sin reaccionar lo más mínimo, lo que hizo que el enmascarado se preguntara si realmente era lo que aparentaba ser, ya que todavía no había conocido a ningún no muerto capaz de no obedecer sus órdenes.
Sin embargo, lo que llamó aún más su atención fue la actitud de Tiwah. Parecía... ausente, como si su mente estuviera en otro mundo. Casi podría decirse que su rostro reflejaba la apatía más extrema. Y en ese momento un espíritu surgió de su cuerpo, como si acabase de atravesarlo, y se dirigió hacia Thawne. Este apenas tuvo tiempo de, gracias a la sobrehumana agilidad que el Kami-e le proporcionaba, realizar una grácil y veloz voltereta lateral para apartarse de su trayectoria. Mientras ejecutaba dicho movimiento su mente, que funcionaba a todo trapo tratando de entender lo que ocurría en aquella sala, dio con una respuesta.
- Nostariel... - Pensó para sí mismo. Sí, no había duda, tenía que tratarse del poder de la fruta del diablo que poseía su desaparecida compañera de división. Pero eso solo podía significar una cosa, que sus sospechas se acababan de confirmar. La agente, que como todos los antiguos miembros de Sombras del Deber salvo él había desaparecido casi un año atrás, estaba muerta. No había llegado a coincidir lo suficiente con ella como para cogerle aprecio, al contrario que con Taiga o Hachi, pero conocía su poder. Esos fantasmas tenían propiedades especiales tales como quitar las ganas de vivir de la gente o enardecer su espíritu. Incluso había algunos que explotaban. Se trataba de un poder versátil y peligroso. Por suerte él, gracias a sus habilidades como mentalista, era inmune a influencias externas que pretendiesen afectar a su psique, pero probablemente sus compañeros no tuviesen la misma preparación. Así que decidió advertirles mediante su conexión telepática:
- He visto antes este tipo de fantasmas. Proceden del poder de una akuma no mi muy particular que poseía una antigua compañera de trabajo que sospecho ha fallecido en los últimos meses. No dejéis que os toquen, pues sus efectos pueden ser muy diversos: desde quitaros toda gana de vivir hasta explotar al entrar en contacto con alguien. Lo que no sé es dónde está el usuario. ¿Veis, oís o percibís algo?
Mientras decía esto, el alcalde rastrearía la sala con su aguda visión. Pocas cosas podían escapar al alcance de sus felinos ojos, y menos aún si a estos les sumaba su poderoso Haki de Observación.
- ¡Muéstrate, cobarde! ¿O acaso no tienes lo necesario para enfrentarnos cara a cara? - Exclamó el político, tratando de usar una de las mayores debilidades de la especie humana, el orgullo, en su favor.
Sin embargo, lo que llamó aún más su atención fue la actitud de Tiwah. Parecía... ausente, como si su mente estuviera en otro mundo. Casi podría decirse que su rostro reflejaba la apatía más extrema. Y en ese momento un espíritu surgió de su cuerpo, como si acabase de atravesarlo, y se dirigió hacia Thawne. Este apenas tuvo tiempo de, gracias a la sobrehumana agilidad que el Kami-e le proporcionaba, realizar una grácil y veloz voltereta lateral para apartarse de su trayectoria. Mientras ejecutaba dicho movimiento su mente, que funcionaba a todo trapo tratando de entender lo que ocurría en aquella sala, dio con una respuesta.
- Nostariel... - Pensó para sí mismo. Sí, no había duda, tenía que tratarse del poder de la fruta del diablo que poseía su desaparecida compañera de división. Pero eso solo podía significar una cosa, que sus sospechas se acababan de confirmar. La agente, que como todos los antiguos miembros de Sombras del Deber salvo él había desaparecido casi un año atrás, estaba muerta. No había llegado a coincidir lo suficiente con ella como para cogerle aprecio, al contrario que con Taiga o Hachi, pero conocía su poder. Esos fantasmas tenían propiedades especiales tales como quitar las ganas de vivir de la gente o enardecer su espíritu. Incluso había algunos que explotaban. Se trataba de un poder versátil y peligroso. Por suerte él, gracias a sus habilidades como mentalista, era inmune a influencias externas que pretendiesen afectar a su psique, pero probablemente sus compañeros no tuviesen la misma preparación. Así que decidió advertirles mediante su conexión telepática:
- He visto antes este tipo de fantasmas. Proceden del poder de una akuma no mi muy particular que poseía una antigua compañera de trabajo que sospecho ha fallecido en los últimos meses. No dejéis que os toquen, pues sus efectos pueden ser muy diversos: desde quitaros toda gana de vivir hasta explotar al entrar en contacto con alguien. Lo que no sé es dónde está el usuario. ¿Veis, oís o percibís algo?
Mientras decía esto, el alcalde rastrearía la sala con su aguda visión. Pocas cosas podían escapar al alcance de sus felinos ojos, y menos aún si a estos les sumaba su poderoso Haki de Observación.
- ¡Muéstrate, cobarde! ¿O acaso no tienes lo necesario para enfrentarnos cara a cara? - Exclamó el político, tratando de usar una de las mayores debilidades de la especie humana, el orgullo, en su favor.
- Resumen:
- - Esquivar al fantasma.
- Recordar a Nostariel y darse cuenta de que se trata de su habilidad, asumiendo por lo tanto que está muerta.
- Advertir al resto sobre los fantasmas.
- Rastrear la sala en busca del usuario y tratar de provocarle.
- Cosas:
- - Kami-e (Mejora Mítica): El usuario ha desarrollado de manera extraordinaria el uso del Kamie, llegando al punto que puede volver su cuerpo tan flexible como él quiera y también tan ligero como deseé, llegando a doblarse sobre sí mismo de maneras que desafían las leyes de la naturaleza. A efectos prácticos, utilizando el Kami-e puede evitar hasta cuatro veces el número de golpes que normalmente. Su capacidad de infiltrarse, ocultarse, escabullirse o huir es impresionante, difícilmente alguien le notará pues al ser tan ligero no hace ruido con sus pasos.
- Sentidos Felinos: Al haber consumido una Akuma felina, la vista de Thawne es el doble de aguda que la de un humano normal, y es capaz de ver en la oscuridad con la misma nitidez y precisión que si fuera de día (no en la oscuridad absoluta). Pasivamente, sus pupilas en la oscuridad se tornan afiladas como las de un gato.
- Mantra Magnífico Predilecto (ambas ramas a tier 9; ese nivel de empatía permite detectar cualquier presencia en 300 metros a la redonda, y el nivel de visión predecir sus movimientos con hasta 5 segundos de antelación).
- Oficios Psicólogo y Espía a rango 11.
Marc Kiedis
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El semigigante maldijo su torpeza cuando, sin querer, tiró los altavoces que estaban utilizando los cinco tipos que se encontraban en la sala a la que acababan de llegar. No era ni mucho menos la primera vez que le pasaba algo similar, pues su corpachón en ocasiones le jugaba malas pasadas. Al momento, los cinco músicos detuvieron su canción y, enfurecidos, se dirigieron hacia ellos. En apenas unos segundos cada uno de ellos se había colocado frente a uno de los piratas con intenciones no precisamente amistosas.
El que encaraba al cocinero era un tipo con perilla y dos codos en cada brazo. Su aspecto casi resultaba cómico, aunque en aquel momento no había tiempo para reírse. Marc, con la espada aún envuelta en llamas en la mano, decidió aprovechar el poder de su fuego también de otra manera. Dado que el de la perilla se dirigía hacia él por el aire, lo que imposibilitaba un cambio de dirección sencillo, lanzó con su mano libre queso derretido hacia él. El suficiente para, al menos, rodear por completo la pierna con la que pretendía atacarle y que emitía aquel molesto sonido. Dicho queso, gracias al poder de su fuego, estaría a gran temperatura, lo que podría provocar quemaduras en la extremidad del atacante.
Acto seguido lanzaría una estocada hacia delante, buscando que el poderoso filo de su espadón fuese lo que encontrara el músico en su arriesgado ataque. Kotai-Hi, tan ardiente como siempre, era un arma con la que siempre resultaba complicado lidiar.
El que encaraba al cocinero era un tipo con perilla y dos codos en cada brazo. Su aspecto casi resultaba cómico, aunque en aquel momento no había tiempo para reírse. Marc, con la espada aún envuelta en llamas en la mano, decidió aprovechar el poder de su fuego también de otra manera. Dado que el de la perilla se dirigía hacia él por el aire, lo que imposibilitaba un cambio de dirección sencillo, lanzó con su mano libre queso derretido hacia él. El suficiente para, al menos, rodear por completo la pierna con la que pretendía atacarle y que emitía aquel molesto sonido. Dicho queso, gracias al poder de su fuego, estaría a gran temperatura, lo que podría provocar quemaduras en la extremidad del atacante.
Acto seguido lanzaría una estocada hacia delante, buscando que el poderoso filo de su espadón fuese lo que encontrara el músico en su arriesgado ataque. Kotai-Hi, tan ardiente como siempre, era un arma con la que siempre resultaba complicado lidiar.
- Resumen:
- - Luchar contra el perillas.
- Cosas:
- - Stats: Poder de Destrucción 6, Fuerza 7, Resistencia 5, Pericia 3, Reflejos 3, resto 1.
- Ámbito Fuego (2º asalto): Pasivamente, la hoja del espadón de Marc se ve envuelta en llamas. Activamente, las llamas arden a 200ºC, y queman al contacto. Dura 2 turnos, con otros 2 de recarga.
- Raclette: Usando su queso derretido y su ámbito fuego, puede hacer que su queso fundido se caliente hasta como máximo la temperatura que permita este último, pudiendo quemar al contacto. Puede aplicarlo a cualquier técnica en la que use queso derretido.
- Akuma no mi (Nivel 60): Puede crear hasta cien metros cúbicos de queso (obviamente solo uso una pequeña parte en este post).
- Kotai-Hi: Espadón forjado en las fraguas de Elbaf hace siglos. Es de Calidad Épica. Su hoja mide 2,80 metros de largo, y tiene 30 centímetros de anchura máxima. La parte más cercana a los filos y la punta es plateada, y la parte central de la hoja es de color granate. El pomo mide 1,20 metros, y es también plateado, aunque está cubierto por cuero granate para mejorar el agarre. La guarda es también granate, y está ligeramente curvada hacia la hoja. Viene con una vaina de cuero granate con adornos plateados, ignífuga y con una tira diseñada para colgarla cruzada a la espalda.
Dureza, Tenacidad y Pesadez Épicas.
Esta espada de leyenda necesita, como muchas otras de su clase, establecer un vínculo con su portador, quien debe ser elegido por ella y, al menos, tener algo de sangre de gigante. Esto se debe a que, cuando se forjó, el herrero gigante que la creó vertió un poco de su sangre sobre ella, con la intención de que esta fuese la Protectora de Elbaf. Para dicho portador la espada será mucho más ligera que para los demás, pudiendo blandirla incluso a una mano. Además no le dañará con su poder. Éste consiste en elevar la temperatura de la hoja hasta los 1500º C de forma pasiva, lo que puede hacer gracias a las particularidades de los extraños metales que se usaron para forjarla y de los tratamientos a temperaturas extremas a los que fueron sometidos en las legendarias fraguas de Elbaf. Esto permite que tanto los golpes como las ondas cortantes lanzados con ella tengan esta temperatura y causen graves quemaduras. Por último, esta espada es capaz de, si se clava en cualquier cosa que no esté viva, calentarla hasta temperatura de la hoja en un radio de 5 metros.
William White
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Kaito pareció acceder a mis demandas llevándose consigo a Zack, uno de los hombres de Neus con el que había hecho buenas migas, pero poco igual le daba eso, mientras hiciera lo que se le decía y no provocará demasiados incidentes.
Por mi parte estaba cansado de la monótona torre, prueba tras prueba, cada cual más burda y absurda que la anterior. Mensaje de megafonía carentes de sentido que no hacían otra cosa que burlarse de ellos de forma reiterada, como era posible que aquellos hombres no solo tuvieran los ideas de cambiar el mundo, sino que hubieran construido tales portentos tecnológicos. Cuando entro en la torre pensó que estaría resguardada por imponentes soldados, extremistas que habían sido aupados con las radicales posiciones de Krauser o el diablo que estuviera al frente, no a una serie de pruebas sacadas de la mente del mas turbado de los bufones.
Probablemente de haber sido otra persona ahora mismo se encontraría, zarandeado su espada de un lado para otro descargando su furia, contra las mesas, la comida y los globos que habían dispuesto a su alrededor. Más se contuvo, todo lo que había allí dentro tenía el potencial de ser terriblemente mortal, además, no iba a conseguir nada salvo descargar un poco lo frustrado que se encontraba.
Y no era de extrañar, pocas veces había tardado más de una hora o dos en entrar en una instalación, tomar lo que quería y salir. Era un ladrón, uno bueno, uno que trabajaba por encargo.
Tampoco tuve mucho más tiempo para lamentaciones, tan pronto como Kaito y su acompañante se marcharon y una puerta se cerraba tras él, una tarta salió de una trampilla situada en el suelo, una tarta casi tan alta como él, aunque aquello no hablaba muy bien de su estatura promedio. La tarta tenía varios pisos cada uno de ellos adornados con…
Tan rápido como se dio cuenta, se lanzó de forma desenfrenada por los aires tratando de cortar tantas mechas como podía. Cada toque de batería de la música de fondo se traducía en varias las mechas que cortaba, su filo negro baila y silbaba casi como una prolongación de su brazo, cortando justo por donde discurría la chispa de la mecha, arrastrando ancho del filo la briza de fuego lejos del cartucho, apagándose por lo general de forma rápida y violenta contra la pared o suelo más próximo.
Solo quedaba esperar que sus compañeros hicieran lo propio y poder salir de allí, a ser posible, lo más entero posible.
Una vez solucionado el tema de las mechas, si es que lo solucionaban, trataría de recoger varios de los cartuchos, y pegarlos entre sí con su bungee gum formando dos paquetes explosivos, con sumo cuidado, no era un artificiero, pero si que se había informado de lo delicados que eran la mayoría de las sustancias explosivas para cuando había tenido que asaltar algún cargamento de ese tipo.
-El montacargas ese aún funciona, tengo una idea- preguntaría a sus compañeros mientras barajaba la idea de un butrón, aunque con las habilidades de Lsy seguramente solo necesitarán que el hueco fuera lo suficientemente grande.
Tal vez no sería mala idea detonar las cargas mientras bajaban por el hueco del montacargas y luego subir una vez que la pólvora hubiera hecho su magia.
Por mi parte estaba cansado de la monótona torre, prueba tras prueba, cada cual más burda y absurda que la anterior. Mensaje de megafonía carentes de sentido que no hacían otra cosa que burlarse de ellos de forma reiterada, como era posible que aquellos hombres no solo tuvieran los ideas de cambiar el mundo, sino que hubieran construido tales portentos tecnológicos. Cuando entro en la torre pensó que estaría resguardada por imponentes soldados, extremistas que habían sido aupados con las radicales posiciones de Krauser o el diablo que estuviera al frente, no a una serie de pruebas sacadas de la mente del mas turbado de los bufones.
Probablemente de haber sido otra persona ahora mismo se encontraría, zarandeado su espada de un lado para otro descargando su furia, contra las mesas, la comida y los globos que habían dispuesto a su alrededor. Más se contuvo, todo lo que había allí dentro tenía el potencial de ser terriblemente mortal, además, no iba a conseguir nada salvo descargar un poco lo frustrado que se encontraba.
Y no era de extrañar, pocas veces había tardado más de una hora o dos en entrar en una instalación, tomar lo que quería y salir. Era un ladrón, uno bueno, uno que trabajaba por encargo.
Tampoco tuve mucho más tiempo para lamentaciones, tan pronto como Kaito y su acompañante se marcharon y una puerta se cerraba tras él, una tarta salió de una trampilla situada en el suelo, una tarta casi tan alta como él, aunque aquello no hablaba muy bien de su estatura promedio. La tarta tenía varios pisos cada uno de ellos adornados con…
Tan rápido como se dio cuenta, se lanzó de forma desenfrenada por los aires tratando de cortar tantas mechas como podía. Cada toque de batería de la música de fondo se traducía en varias las mechas que cortaba, su filo negro baila y silbaba casi como una prolongación de su brazo, cortando justo por donde discurría la chispa de la mecha, arrastrando ancho del filo la briza de fuego lejos del cartucho, apagándose por lo general de forma rápida y violenta contra la pared o suelo más próximo.
Solo quedaba esperar que sus compañeros hicieran lo propio y poder salir de allí, a ser posible, lo más entero posible.
Una vez solucionado el tema de las mechas, si es que lo solucionaban, trataría de recoger varios de los cartuchos, y pegarlos entre sí con su bungee gum formando dos paquetes explosivos, con sumo cuidado, no era un artificiero, pero si que se había informado de lo delicados que eran la mayoría de las sustancias explosivas para cuando había tenido que asaltar algún cargamento de ese tipo.
-El montacargas ese aún funciona, tengo una idea- preguntaría a sus compañeros mientras barajaba la idea de un butrón, aunque con las habilidades de Lsy seguramente solo necesitarán que el hueco fuera lo suficientemente grande.
Tal vez no sería mala idea detonar las cargas mientras bajaban por el hueco del montacargas y luego subir una vez que la pólvora hubiera hecho su magia.
- Butrones s.a:
Primero corto mechas, luego pienso.
Cortar las mechas de las velas.
Si no pasa nada, estilo voz de gran hermano poniendo alguna prueba proseguir de la siguiente manera: Formar paquetes explosivos, exponer el plan de volar las puertas con las velas y refugiarnos en el piso inferior mientras el asunto explota.
Kenzo Nakajima
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En la sala a la que Eric y Kenzo llegaron había un grupo de marines que, si al brazos largos no le fallaba la memoria, eran los que el Comandante había ordenado adelantarse anteriormente. Parecían perdidos y enormemente aliviados de ver aparecer a los dos oficiales. No obstante, junto a ellos había otra persona. Alguien a quien el Sargento reconoció inmediatamente. Su obsesión con atrapar o matar a todos los delincuentes que fuera posible le llevaba a revisar los carteles de se busca con frecuencia, y no había muchos miembros de la tribu mink cuya cabeza tuviese un precio. No había duda, se trataba ni más ni menos que de Zay, un pirata catalogado como "altamente peligroso" debido a que había jurado públicamente odio y venganza eternos hacia el Gobierno Mundial y la Marina, y por cuya cabeza se ofrecían treinta millones de berries.
- Eric, no sé si reconocerás a ese gato de allí, pero es un conocido pirata malnacido que juró destruir a la Marina. Voy a encargarme de él. No te preocupes, no necesitaré ayuda con ese cabrón, así que igual podrías ir buscando el modo de seguir avanzando.
Sabía perfectamente que el peliblanco era su superior y no tenía por qué hacer lo que le decía si no le venía en gana, pero eran amigos, y el brazos largos era consciente de que el salvaje confiaba en él. Seguramente se daría cuenta de que la propuesta del espadachín era la más acertada.
Kenzo desenvainó entonces a Kurai Noroi y Bottokatta y, mirando al mink, comenzó a hacer girar sus brazos biarticulados a una velocidad cada vez mayor hasta que se convirtieron apenas en un borrón circular. En ese momento estiró ambos brazos, manteniendo las katanas rectas como si de una prolongación de sus extremidades se tratase, y apuntando al pirata. Una poderosa ráfaga de viento cortante emergió de ellas a gran velocidad, recortando la distancia que separaba al marine del delincuente.
- Ha llegado tu hora, Zay el mink. No escaparás.
- Eric, no sé si reconocerás a ese gato de allí, pero es un conocido pirata malnacido que juró destruir a la Marina. Voy a encargarme de él. No te preocupes, no necesitaré ayuda con ese cabrón, así que igual podrías ir buscando el modo de seguir avanzando.
Sabía perfectamente que el peliblanco era su superior y no tenía por qué hacer lo que le decía si no le venía en gana, pero eran amigos, y el brazos largos era consciente de que el salvaje confiaba en él. Seguramente se daría cuenta de que la propuesta del espadachín era la más acertada.
Kenzo desenvainó entonces a Kurai Noroi y Bottokatta y, mirando al mink, comenzó a hacer girar sus brazos biarticulados a una velocidad cada vez mayor hasta que se convirtieron apenas en un borrón circular. En ese momento estiró ambos brazos, manteniendo las katanas rectas como si de una prolongación de sus extremidades se tratase, y apuntando al pirata. Una poderosa ráfaga de viento cortante emergió de ellas a gran velocidad, recortando la distancia que separaba al marine del delincuente.
- Ha llegado tu hora, Zay el mink. No escaparás.
- Resumen (Zay lee):
- - Atacar a Zay.
- Cosas:
- - Nitoryuu - Ju Taka no Arashi: Kenzo comienza a hacer girar sus brazos a gran velocidad mientras sujeta sus espadas, aprovechando la habilidad de los brazos largos para hacer esto gracias a su doble codo. Una vez alcanza la suficiente velocidad para que sus brazos dejen de ser visibles para el ojo ordinario, aprovecha la inercia de su movimiento para estirar ambos brazos en dirección al enemigo, usando ambas espadas como prolongaciones de los mismos. De la punta de ellas sale una potente ráfaga de viento cortante que avanza en un cono de 60º a 25 m/s. Tiene un alcance de 20 metros.
Tenebrex
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Edward, que había perdido un poco el control y se había abalanzado contra Krauser, recibió un golpe en forma de Osu, que detuvo su ataque e hizo que este casi no tuviera efecto alguno en el demonio de la niebla. Por un momento, algo pareció emanar de él, algo monstruoso que paralizó a Edward hasta tal punto que cayó de boca contra uno de los pétreos soldados del León Carmesí, partiéndose un diente con el impacto.
El golpe hizo que el joven volviera en sí, tras escupir el diente con un poco de sangre y quedarse mirándolo un par de segundos. —Mierda... A ver qué hago yo con esto... —se dijo. Cuando se levantó, analizó la situación tan rápido como pudo. Krauser comenzó a formar su característico shuriken gigante y le daba vueltas, atrayendo a todos los presentes con el viento. Maki pretendía hacer algo, propinarle un golpe aunque fuese muy peligroso, y el joven Edward estaba más que dispuesto a darle su apoyo con algún ataque al exalmirante, pero Annie tenía otros planes. Ella formó una especie de escudo alrededor de Krauser y Maki que bloqueaba las corrientes de aire que nos atraían hacia él, y usó sus poderes para evitar que Osu y yo corriéramos más peligro. Sus esfuerzos eran, literalmente, más que notables, pues de ella salía una especie de aura visible de color verde... y sangre. De su pierna salía sangre, aunque el Tigre Dorado notaba que la chica apenas se resentía, ¿tal vez tenía una resistencia sobrehumana al dolor?
Fuera lo que fuese, esto le dio una idea a Edward. Si no le dolía, no necesitaba anestesia (y era una suerte, porque de necesitarla no la encontraría en ningún lugar cercano... ¿o sí?), por lo que el chico de ojos dorados corrió hacia su compañera y sacó de su interior un botiquín en el que llevaba todo lo necesario para hacer una sutura in situ. —Gracias, Annie, estás dándolo todo aquí ¿eh? Déjame ayudarte a que ese "todo" no implique más de la cuenta. —le decía sonriente, ya preparado para la intervención. Justo entonces, sacando las cosas de su botiquín, encontró los Mutsū-bako, unos parches anestésicos de fácil y rápida aplicación. —Oh... Bueno, aunque tenga más resistencia de lo normal, anestesiada le dolerá menos aún. —murmuró el chico, que había olvidado por completo esta reciente adquisición.
Mientras la Serpiente Esmeralda mantenía sus esfuerzos, el chico puso los parches y empezó a prepararse con guantes, sutura, pinzas y tijeras. Tras un par de minutos, haría el trabajo lo más preciso y rápido que le fuera posible dadas las circustancias. —Si yo me metí en psicología precisamente para evitar estas cosas, hombre... —se lamentaba para sus adentros, mientras con el rabillo del ojo miraba qué estaba pasando con el demonio de la niebla, el oficial Maki y su líder Osu.
El golpe hizo que el joven volviera en sí, tras escupir el diente con un poco de sangre y quedarse mirándolo un par de segundos. —Mierda... A ver qué hago yo con esto... —se dijo. Cuando se levantó, analizó la situación tan rápido como pudo. Krauser comenzó a formar su característico shuriken gigante y le daba vueltas, atrayendo a todos los presentes con el viento. Maki pretendía hacer algo, propinarle un golpe aunque fuese muy peligroso, y el joven Edward estaba más que dispuesto a darle su apoyo con algún ataque al exalmirante, pero Annie tenía otros planes. Ella formó una especie de escudo alrededor de Krauser y Maki que bloqueaba las corrientes de aire que nos atraían hacia él, y usó sus poderes para evitar que Osu y yo corriéramos más peligro. Sus esfuerzos eran, literalmente, más que notables, pues de ella salía una especie de aura visible de color verde... y sangre. De su pierna salía sangre, aunque el Tigre Dorado notaba que la chica apenas se resentía, ¿tal vez tenía una resistencia sobrehumana al dolor?
Fuera lo que fuese, esto le dio una idea a Edward. Si no le dolía, no necesitaba anestesia (y era una suerte, porque de necesitarla no la encontraría en ningún lugar cercano... ¿o sí?), por lo que el chico de ojos dorados corrió hacia su compañera y sacó de su interior un botiquín en el que llevaba todo lo necesario para hacer una sutura in situ. —Gracias, Annie, estás dándolo todo aquí ¿eh? Déjame ayudarte a que ese "todo" no implique más de la cuenta. —le decía sonriente, ya preparado para la intervención. Justo entonces, sacando las cosas de su botiquín, encontró los Mutsū-bako, unos parches anestésicos de fácil y rápida aplicación. —Oh... Bueno, aunque tenga más resistencia de lo normal, anestesiada le dolerá menos aún. —murmuró el chico, que había olvidado por completo esta reciente adquisición.
Mientras la Serpiente Esmeralda mantenía sus esfuerzos, el chico puso los parches y empezó a prepararse con guantes, sutura, pinzas y tijeras. Tras un par de minutos, haría el trabajo lo más preciso y rápido que le fuera posible dadas las circustancias. —Si yo me metí en psicología precisamente para evitar estas cosas, hombre... —se lamentaba para sus adentros, mientras con el rabillo del ojo miraba qué estaba pasando con el demonio de la niebla, el oficial Maki y su líder Osu.
- Cosas:
- Nombre del objeto: Mutsū-bako.
Descripción: Estos parches de 3x3cm contienen un potente anestésico de efecto local que se absorbe por la piel.
Cualidades del material: El material del que están compuestos es un tejido de cierta calidad y estéril, aunque no excepcionalmente resistente.
Cualidades excepcionales: A los 2 minutos de quitar la banda adhesiva y aplicar estos parches la piel comenzará a absorber el anestésico que estos aplican siendo uno de efecto local y 3 de efecto general. El efecto dura un par de horas aproximadamente mientras se mantengan pegados. Es una alternativa más rápida que una inyección o la inhalación de gases.
Cirugía Rango 4: Aprende a coser heridas de forma práctica y rápida, aunque un poco tosca. Si el paciente no está anestesiado seguramente se queje bastante. Es capaz de hacer pequeños procedimientos como recolocar un hueso o sacar una bala de una herida no fatal. Además, decide especializarse en uno de los siguientes campos para aprender operaciones propias del mismo: cirugía general, vascular (y cardiovascular), neurocirugía, otorrinolaringología, cirugía genital (urología y ginecología), torácica o plástica.
Katharina von Steinhell
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Al centrar el mantra en Tiwah, la pelirrosa se sintió…extraña. Un escalofrío recorrió cada músculo de su cuerpo, estremeciéndola. Lo que manaba de ese hombre no era fuerza ni algo que la bruja había sentido antes. No, su espíritu rebosaba de pasión y ella podía sentirlo. Entonces, una gota de sudor helado escurrió por su sien. ¿De dónde había aparecido toda esa pasión? Era una buena pregunta que no respondería de momento, pues un misterioso fantasma había aparecido del suelo con intención de golpearle. Su agilidad sobrehumana y sus agudos reflejos le permitieron reaccionar justo a tiempo. En cuestión de centésimas de segundo hizo el pino y, aprovechando la fuerza de sus brazos, se impulsó hacia atrás, haciendo que el fantasma no alcanzara ni a rozar su cuerpo.
«Eso estuvo cerca», pensó con el ceño fruncido.
Fue en ese momento, justo después de la extraña aparición del fantasma, que escuchó la voz del alcalde. El hombre tenía información valiosa acerca del origen de los espíritus, aunque, en cualquier caso, bien podía ser sólo una teoría. Tanto ella como los enmascarados necesitaban más pruebas para llegar a una conclusión. Sin embargo, sí había algo muy cierto: no podían permitir que esas apariciones les tocaran. Sería complicado no hacerlo puesto que estas aparecían en cualquier lado y el mantra no parecía servir de algo.
Debía haber una forma de salir de esa situación y derrotar al enemigo que, posiblemente, se escondía en las sombras. El desconocido tenía la aparente habilidad de crear fantasmas para alterar el estado anímico de sus víctimas y, además, de controlar los muertos. Si no estuviera luchando con gente a su alrededor, habría destrozado todo lanzando un poderoso y efectivo conjuro. Lamentablemente el panorama era muy diferente a como le hubiera gustado. Luchar contra los toros juguetones le hizo recordar que la imprudencia podía costarles muy, muy caro. No obstante, ¿qué opciones había? Los fantasmas, naturalmente, eran inmunes al frío del otro mundo y Katharina no podía alcanzar a un enemigo que no podía ver.
Posiblemente no hubiera ningún enemigo escondido en las sombras, tras el telón aguardando el momento perfecto para dar el último golpe. No, quizás la paranoia una vez más estaba hablando y sembrando ideas en la cabeza de la bruja. Tenía que enfocarse en lo real. Fue entonces que su mano emitió un brillo violáceo, envolviéndose en una nebulosa circular y giratoria la cual salió disparada a toda velocidad hacia el cadáver. Si esta impactaba, Katharina contaría con un nuevo aliado, uno que estaría obligado a hablar.
—Dime, mi sirviente, ¿qué es lo que sabes de nuestro enemigo? ¿Quién eres y cómo moriste? —le preguntaría sin dejar de estar atenta a cualquier movimiento sospechoso—. Háblame sobre Tiwah y esta torre.
«Eso estuvo cerca», pensó con el ceño fruncido.
Fue en ese momento, justo después de la extraña aparición del fantasma, que escuchó la voz del alcalde. El hombre tenía información valiosa acerca del origen de los espíritus, aunque, en cualquier caso, bien podía ser sólo una teoría. Tanto ella como los enmascarados necesitaban más pruebas para llegar a una conclusión. Sin embargo, sí había algo muy cierto: no podían permitir que esas apariciones les tocaran. Sería complicado no hacerlo puesto que estas aparecían en cualquier lado y el mantra no parecía servir de algo.
Debía haber una forma de salir de esa situación y derrotar al enemigo que, posiblemente, se escondía en las sombras. El desconocido tenía la aparente habilidad de crear fantasmas para alterar el estado anímico de sus víctimas y, además, de controlar los muertos. Si no estuviera luchando con gente a su alrededor, habría destrozado todo lanzando un poderoso y efectivo conjuro. Lamentablemente el panorama era muy diferente a como le hubiera gustado. Luchar contra los toros juguetones le hizo recordar que la imprudencia podía costarles muy, muy caro. No obstante, ¿qué opciones había? Los fantasmas, naturalmente, eran inmunes al frío del otro mundo y Katharina no podía alcanzar a un enemigo que no podía ver.
Posiblemente no hubiera ningún enemigo escondido en las sombras, tras el telón aguardando el momento perfecto para dar el último golpe. No, quizás la paranoia una vez más estaba hablando y sembrando ideas en la cabeza de la bruja. Tenía que enfocarse en lo real. Fue entonces que su mano emitió un brillo violáceo, envolviéndose en una nebulosa circular y giratoria la cual salió disparada a toda velocidad hacia el cadáver. Si esta impactaba, Katharina contaría con un nuevo aliado, uno que estaría obligado a hablar.
—Dime, mi sirviente, ¿qué es lo que sabes de nuestro enemigo? ¿Quién eres y cómo moriste? —le preguntaría sin dejar de estar atenta a cualquier movimiento sospechoso—. Háblame sobre Tiwah y esta torre.
- Resumen:
- Sentirse estremecida al presenciar la pasión de Tiwah.
- Esquivar ágilmente el ataque del fantasma.
- Reflexionar un poco.
- Intentar revivir el cadáver y hacerle unas preguntas.
- Sentirse estremecida al presenciar la pasión de Tiwah.
- Cosas usadas:
- Características: Reflejos 10, Poder de Destrucción 7, Agilidad 9 (x2.5), Puntería 4, Resistencia 5 (x2.5)
Nombre de la técnica: Alzar Cadáver
Naturaleza de la técnica: Espiritual
Descripción de la técnica: Crea una especie de nebulosa circular en su mano de un color violáceo la cual debe lanzarse sobre un cadáver. Inmediatamente después, el cuerpo sin vida se levantará regido únicamente por la voluntad de la bruja, pudiendo luchar y permanecer una vez más en el mundo de los vivos durante tres turnos. El undead poseerá todas las características que tuvo en vida, salvo aquellas obtenidas por una fruta del diablo. Un cadáver solo puede ser afectado una única vez por este hechizo y el alcance de la esfera nebulosa es de 15 metros.
Tiempo de canalización: 1 segundo.
Nombre de la técnica: Nigromancia avanzada
Naturaleza de la técnica: Mejora de akuma no mi
Descripción de la técnica: Los hechizos de la escuela de nigromancia casi no consumen energía, además puede comunicarse libremente con los muertos para obtener información y otras utilidades. También es capaz de permanecer en el mundo espiritual sin caer en la demencia [escénico].
Tiempo de canalización: Basta con ver a un espíritu, pero tarda 5 segundos en adentrarse al mundo espiritual.
Asutoraru kyūshū: El dominio de la nigromancia le permite reunir energías del más allá para cansarse menos. La bruja es capaz de reunir un 35% de energía proveniente del otro mundo para usar sus conjuros, lo que se entiende que es capaz de castear un 35% de hechizos más en un combate.
Bizvan
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Akuma no mi
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Tras acabar con mi truco con el fuego, sentí como alguien tomaba mi arma y al girarme vi a Tobías con la espada. No necesité preguntarme qué pretendía hacer con ella, pues de inmediato despertó a Madre. La loba tenía un sentimiento de protección hacia a aquellos que consideraba sus cachorros, por ello no fue de sorprender que despertara ante la voz de Tobías
No tenía idea de que planeaba hacer el CP, y por más que intenté agudizar el oído no fue capaz de escuchar lo que estaba susurrando.
No pude evitar tragar algo de saliva ver la sonrisa en el rostro de Madre, fuese lo que fuese, la loba parecía contenta de poder ayudar a mi nakama… Fue entonces cuando comenzó, era una canción. No tenía idea de que Madre supiese la letra de esa canción, bueno para ser honesto no tenía idea de que cantar fuese uno de sus gustos, aunque teniendo en cuenta su voz de falsete, puede que fuese una pequeña pista.
Por alguno motivo comencé a sentir un poco de pena, no tenía idea de que podría causarla, pero claramente este sería una de esas cosas que procuraría no mencionar cuanto fuese posible.
* Ahhh, me siento como hijo presenciando una escena bochornosa protagonizada por alguno de sus padres… Tendré que meter esto en el mismo baul donde está mi primer beso…
Tras acabar el dueto de mis conocidos, el resto de los presentes comenzaron a mostrar sus dotes artísticos. De entre todos ellos hubo uno que llamó mi atención, no porque su espectáculo sobresaliera por el de los otros (ese tendría que ser el violín), sino por su rostro. Estaba bastante seguro de que su rostro era parecido al mío, mucho más de lo que me gustaría admitir, pero era probable que solo fuese imaginación mía, que el vapor del baño me estuviese jugando una broma.
Todo indicaba que nos dejarían pasar a todos, aunque tras el avance del antiguo líder de Kimura, la máquina se averió a causa del hielo desprendido por este. No pude evitar mirar con admiración como el hielo se esparcía por la maquinaria. Era raro, por algún motivo sentía como si en algún momento del pasado yo también hubiese sido capaz de hacer algo parecido aunque sin igualar el poder. Era como si una parte de mi tuviera vagos recuerdos de poder ser capaz de crear tres elementos distintos en lugar de dos, pero otra parte de mi estaba segura de que siempre fueron dos… En verdad mi mente estaba hecha un lío a causa de ese vapor, ojalá no sea algo permanente.
Antes de comenzar a avanzar, el sonido de estática se hizo presente con claridad suficiente como para saber que era algo real. Lo siguiente fue una voz que parecía estar tratando de decir alguna frase graciosa, y tras esto no hubo ruido de nuevo.
- Espero no ser el único sin comprender qué fue eso. –susurré mientras miraba hacia diferentes partes del techo.
Madre se acercó para tocar mi hombro y señalar como todos comenzaban a irse . Con la maquinaria obstruida por el hielo, no debería haber prisa por caminar, sin embargo sería mejor comenzar a caminar.
- Bueno chicos hay que moverse, no se olviden de nuestro amigo. Por cierto, ¿Cómo te sientes? Si te percatas de algo extraño dime, tengo algo de conocimiento médico profesional y naturista.-expresé dirigiéndome a nuestro nuevo amigo.- Vamos Tobi hay que tomar esa ruta y ver a dónde nos lleva. –comenté mientras señala uno de los pasillos.- Oye, esto te puede sonar extraño, ¿pero de casualidad te fijaste en el hombre que se parecía a mí? Y otra cosa, ¿Puedes recordar si alguna vez llegué a canalizar hielo? Se que es raro pero siento como si en algún punto de mi vida algo hubiese sido reescrito, o puede que me esté volviendo loco.
No tenía idea de que planeaba hacer el CP, y por más que intenté agudizar el oído no fue capaz de escuchar lo que estaba susurrando.
No pude evitar tragar algo de saliva ver la sonrisa en el rostro de Madre, fuese lo que fuese, la loba parecía contenta de poder ayudar a mi nakama… Fue entonces cuando comenzó, era una canción. No tenía idea de que Madre supiese la letra de esa canción, bueno para ser honesto no tenía idea de que cantar fuese uno de sus gustos, aunque teniendo en cuenta su voz de falsete, puede que fuese una pequeña pista.
Por alguno motivo comencé a sentir un poco de pena, no tenía idea de que podría causarla, pero claramente este sería una de esas cosas que procuraría no mencionar cuanto fuese posible.
* Ahhh, me siento como hijo presenciando una escena bochornosa protagonizada por alguno de sus padres… Tendré que meter esto en el mismo baul donde está mi primer beso…
Tras acabar el dueto de mis conocidos, el resto de los presentes comenzaron a mostrar sus dotes artísticos. De entre todos ellos hubo uno que llamó mi atención, no porque su espectáculo sobresaliera por el de los otros (ese tendría que ser el violín), sino por su rostro. Estaba bastante seguro de que su rostro era parecido al mío, mucho más de lo que me gustaría admitir, pero era probable que solo fuese imaginación mía, que el vapor del baño me estuviese jugando una broma.
Todo indicaba que nos dejarían pasar a todos, aunque tras el avance del antiguo líder de Kimura, la máquina se averió a causa del hielo desprendido por este. No pude evitar mirar con admiración como el hielo se esparcía por la maquinaria. Era raro, por algún motivo sentía como si en algún momento del pasado yo también hubiese sido capaz de hacer algo parecido aunque sin igualar el poder. Era como si una parte de mi tuviera vagos recuerdos de poder ser capaz de crear tres elementos distintos en lugar de dos, pero otra parte de mi estaba segura de que siempre fueron dos… En verdad mi mente estaba hecha un lío a causa de ese vapor, ojalá no sea algo permanente.
Antes de comenzar a avanzar, el sonido de estática se hizo presente con claridad suficiente como para saber que era algo real. Lo siguiente fue una voz que parecía estar tratando de decir alguna frase graciosa, y tras esto no hubo ruido de nuevo.
- Espero no ser el único sin comprender qué fue eso. –susurré mientras miraba hacia diferentes partes del techo.
Madre se acercó para tocar mi hombro y señalar como todos comenzaban a irse . Con la maquinaria obstruida por el hielo, no debería haber prisa por caminar, sin embargo sería mejor comenzar a caminar.
- Bueno chicos hay que moverse, no se olviden de nuestro amigo. Por cierto, ¿Cómo te sientes? Si te percatas de algo extraño dime, tengo algo de conocimiento médico profesional y naturista.-expresé dirigiéndome a nuestro nuevo amigo.- Vamos Tobi hay que tomar esa ruta y ver a dónde nos lleva. –comenté mientras señala uno de los pasillos.- Oye, esto te puede sonar extraño, ¿pero de casualidad te fijaste en el hombre que se parecía a mí? Y otra cosa, ¿Puedes recordar si alguna vez llegué a canalizar hielo? Se que es raro pero siento como si en algún punto de mi vida algo hubiese sido reescrito, o puede que me esté volviendo loco.
- Resumen :
- Pensar que estoy volviendo loco por ver mi rostro en otra persona.
Comentarle al hombre de cabello negro que me diga si siente algo extraño.
Pasar por la puerta y sugerir a Tobi que tomemos la ruta que da a la sala $31
Preguntar a Tobi si vio al hombre con un rostro similar al mío o solo estoy alucinando
Mist D. Spanner
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Spanner colgó el denden mushi, ligeramente molesto. Estaba claro que el pelirrojo no se las podía arreglar sin él, ¿para qué demonios había decidido separarlos? Las habilidades con la espada del capitán superaban con creces las del pelimorado, pero estaba más que claro que el pelirrojo tenía la capacidad intelectual de un ladrillo. Al menos comparado con él. Siguieron avanzando por la sala, que estaba llena de utensilios de grabación, e incluso un sofá. Supuso que sería donde los actores, cámaras y demás descansaban después de un duro día de trabajo. Un grupo de personas estaba allí, cantando y bailando. Superaban la mediana edad, hasta el punto que el espadachín sentía cierta vergüenza ajena al ver a adultos de esa edad haciendo el imbécil.
Fue entonces cuando Marc derribó sin querer los altavoces por los cuales emitían sonidos esas personas. No pareció sentarles para nada bien, pues se encararon enseguida al buenazo del semigigante, e incluso uno de ellos demostró su vanidad al encararse a Therax solo por su aspecto. Spanner estaba absorto, observando como hacían el ridículo, cuando sintió como detrás de él una presencia se abalanzaba. Se giró, para ver a un hombre saltando hacia él con una extraña hoja de energía saliendo de su mano. El samurái lo observó, con ojos de indiferencia y sin emoción en el rostro. El músico movió el brazo como si de una espada se tratara y una onda cortante salió dispuesta a cortar al espadachín.
El pirata la vio venir como si fuese a cámara lenta. Ni siquiera necesitaba del haki para ello, pues los movimientos del tipo eran tan amplios y predecibles que hasta le daban pena. La onda cortante lo atravesó como si de aire se tratara e impactó contra el suelo tras él, creando una ráfaga de aire que movió el kimono del samurái, que seguía observando al atacante como si no hubiese recibido ataque alguno. Con el pulgar de la mano que sujetaba la espada de su cinto, empujó la guarda para desenvainar un par de centímetros la espada mientras colocaba la mano sobre el mango, sin llegar a cogerlo.
De la poca hoja que estaba al aire emanaba un vaho que indicaba la baja temperatura del acero. El pirata dio un paso adelante y, de golpe, desapareció de la vista. Reapareció detrás de su atacante, terminando el paso que había empezado al otro lado. Durante un instante, pareció que la temperatura a su alrededor había disminuido y que el cuerpo del espadachín emanaba llamas moradas.
—Ittoryu Iai... Yokai Aruku.
Y, con el pulgar, volvió a envainar la hoja, guardando el poco acero que mostraba en un "click". Si todo había salido bien, su contrincante habría recibido un congelante corte.
Fue entonces cuando Marc derribó sin querer los altavoces por los cuales emitían sonidos esas personas. No pareció sentarles para nada bien, pues se encararon enseguida al buenazo del semigigante, e incluso uno de ellos demostró su vanidad al encararse a Therax solo por su aspecto. Spanner estaba absorto, observando como hacían el ridículo, cuando sintió como detrás de él una presencia se abalanzaba. Se giró, para ver a un hombre saltando hacia él con una extraña hoja de energía saliendo de su mano. El samurái lo observó, con ojos de indiferencia y sin emoción en el rostro. El músico movió el brazo como si de una espada se tratara y una onda cortante salió dispuesta a cortar al espadachín.
El pirata la vio venir como si fuese a cámara lenta. Ni siquiera necesitaba del haki para ello, pues los movimientos del tipo eran tan amplios y predecibles que hasta le daban pena. La onda cortante lo atravesó como si de aire se tratara e impactó contra el suelo tras él, creando una ráfaga de aire que movió el kimono del samurái, que seguía observando al atacante como si no hubiese recibido ataque alguno. Con el pulgar de la mano que sujetaba la espada de su cinto, empujó la guarda para desenvainar un par de centímetros la espada mientras colocaba la mano sobre el mango, sin llegar a cogerlo.
De la poca hoja que estaba al aire emanaba un vaho que indicaba la baja temperatura del acero. El pirata dio un paso adelante y, de golpe, desapareció de la vista. Reapareció detrás de su atacante, terminando el paso que había empezado al otro lado. Durante un instante, pareció que la temperatura a su alrededor había disminuido y que el cuerpo del espadachín emanaba llamas moradas.
—Ittoryu Iai... Yokai Aruku.
Y, con el pulgar, volvió a envainar la hoja, guardando el poco acero que mostraba en un "click". Si todo había salido bien, su contrincante habría recibido un congelante corte.
- Resumen y cosas:
- Me hago intangible para evitar el ataque del hombre y después efectúo el mío:Técnica escribió:Yokai Aruku [Paso del Fantasma]
Spanner se ve rodeado por un aura morada intensa, similar a unas llamas translúcidas, y camina por el campo de batalla con la mano sujetando el mango de su katana sin desenvainar y atravesando con el poder de su fruta cualquier obstáculo. Durante el paso, Spanner ha ido cortando con su katana a una velocidad tan alta que es imperceptible al ojo humano y los efectos del corte solo se ven vigentes cuando el espadachín termina de envainar su espada tras su caminar. Cuantos más son los objetivos, más fácil son de percibir sus cortes, pero es capaz de cambiar su paso lento a una carrera instantánea de 50 m/s, apareciendo de golpe a la espalda de su enemigo nada más cortar.
Propiedades de la katana
Rocket Raccoon
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El mapache observaba como los marines practicamente ignoraban su presencia. Odiaba eso. Si le seguían ignorando de esa forma lo mismo empezaba a insultarles, y del insulto al disparo hay muy poca distancia. Al menos en la mente del animal. Uno de ellos se puso a mirar los cuadros, provocando que de uno de ellos saliesen balas de cañón. Genial. Encima de que le ignoraban, eran idiotas. El mapache saltó hasta la pared y se agarró a esta utilizando su brazo cyborg, alejándose del suelo y las balas de cañón. Después, al tocar otro cuadro, un torrente de agua salió disparado dispuesto a empujar al pobre soldado. El otro marine decidió apartarlo del camino y ponerse en medio, generando una especie de escudo, que de poco sirvió pues el agua lo empujó de todas maneras.
Eso a Rocket le parecía hilarante. Sin embargo, debía respetar los deseos de su capitán y su tregua con los marines que, según su experiencia, eran todos unos aburridos con un palo metido por el culo. Antes de que el cuerpo del marine chocase contra la rejilla por el agua, extendió su otro brazo convirtiéndolo en arena y expandiendo su tamaño. Intentaría coger el cuerpo del marine y apartarlo del camino del agua para después dejarlo en el suelo, sin delicadeza alguna, mientras se miraba la mano que acababa de usar, que ahora era un pequeño buñuelo de barro.
—Ah, genial, me he mojado. Estaréis contentos.
Agitó la mano, tirando al suelo el barro y regenerando su pata con más arena. Movió los dedos un poco y después bajó de la pared, procurando caer en una zona del suelo sin agua.
—¿Alguna otra brillante idea, genios?
Eso a Rocket le parecía hilarante. Sin embargo, debía respetar los deseos de su capitán y su tregua con los marines que, según su experiencia, eran todos unos aburridos con un palo metido por el culo. Antes de que el cuerpo del marine chocase contra la rejilla por el agua, extendió su otro brazo convirtiéndolo en arena y expandiendo su tamaño. Intentaría coger el cuerpo del marine y apartarlo del camino del agua para después dejarlo en el suelo, sin delicadeza alguna, mientras se miraba la mano que acababa de usar, que ahora era un pequeño buñuelo de barro.
—Ah, genial, me he mojado. Estaréis contentos.
Agitó la mano, tirando al suelo el barro y regenerando su pata con más arena. Movió los dedos un poco y después bajó de la pared, procurando caer en una zona del suelo sin agua.
—¿Alguna otra brillante idea, genios?
- REsumen - Erik y Wyrm:
- Esquivar las balas de cañón y sacar a Erik del agua con mi arenosa mano.
Liv L Astrid
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Parecía ser que el hombre de metal no había mentido en nada de lo que me había dicho en sus últimas palabras. Había llegado a las escaleras, solo quedaba subirlas, sin embargo, en cuanto puse un pie en estas se interpuso una pantalla con una probeta en mi camino y me pidió confirmación de identidad.
Otro dispositivo para poder retrasar a los que intentasen subir. Era comprensible, pero era obvio que si ponía algo que me perteneciese en aquel tubo no me dejaría pasar y me retrasaría mucho más de lo que ya iba. Retrocedí unos pasos para pensar en una opción que fuese viable o la que menos me fuese a perjudicar después.
-La verdad es que eres una maldita bestia – dijo de pronto Trece al lado de unos de los cuerpos de los que acababa de derrotar – lo has dejado inservible.
-Mmm. Quizás no sea tan inservible del todo – le comenté después de que se me ocurrió una idea.
Cogí el cadáver del revolucionario que se encontraba en mejor estado y lo arrastré hasta las escaleras una vez allí llené la probeta de la sangre de aquel tipo. Esperaba que funcionase y no me molestase nada más hasta subir a lo alto.
En ese momento pude escuchar una voz que parecía burlarse de aquella situación, o como si intentase vender algo, un perrito piloto, no sabía que era eso ni me interesaba, pero la respuesta seguro que estaba en lo alto.
Otro dispositivo para poder retrasar a los que intentasen subir. Era comprensible, pero era obvio que si ponía algo que me perteneciese en aquel tubo no me dejaría pasar y me retrasaría mucho más de lo que ya iba. Retrocedí unos pasos para pensar en una opción que fuese viable o la que menos me fuese a perjudicar después.
-La verdad es que eres una maldita bestia – dijo de pronto Trece al lado de unos de los cuerpos de los que acababa de derrotar – lo has dejado inservible.
-Mmm. Quizás no sea tan inservible del todo – le comenté después de que se me ocurrió una idea.
Cogí el cadáver del revolucionario que se encontraba en mejor estado y lo arrastré hasta las escaleras una vez allí llené la probeta de la sangre de aquel tipo. Esperaba que funcionase y no me molestase nada más hasta subir a lo alto.
En ese momento pude escuchar una voz que parecía burlarse de aquella situación, o como si intentase vender algo, un perrito piloto, no sabía que era eso ni me interesaba, pero la respuesta seguro que estaba en lo alto.
Nailah
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Nailah se resignó al ver la respuesta de la muchacha semidesnuda. Negó con la cabeza y se dio la vuelta, dando el caso por perdido. ¿Por qué se preocupaba por una agente del gobierno? A ella le daba igual el mundo, solo quería verlo arder. Ni siquiera debía estar en esa torre, tenía que estar aprovechando lo que quizás fueran sus últimos momentos de vida, tanto para ella como para los que la rodeaban. Durante el trayecto hasta la siguiente sala, Nailah se encargó de explicarle a Spanner lo que había dicho anteriormente, pues este había malentendido todo debido a su inexperiencia.
-No, Spanner, ¿no lo comprendes? Un acto como ese no es perder la dignidad cuando hay respeto de por medio. Si tu quieres follarte a alguien y ese alguien quiere follarte a ti, hazlo. A lo que me refiero es que no siempre tiene que haber amor de por medio, pero en el caso de Scarlet es muy sencillo, solo querían aprovecharse de ella y ella lo hacía por el gobierno. Eso es muy diferente ya que no actúa bajo lo que ella desea.
Tras aquel pequeño discurso le dio una palmada en la espalda y le guiñó el ojo para que espabilara un poco. El pirata no era muy de hablar, pero a veces le contaba cosas interesantes sobre chicos y Nailah quería que perdiera esa forma de ser suya respecto a ellos. La espadachina llegó hasta una sala extraña, llena de numerosos instrumentos y cuando el repartidor usó el micro, este llamó su atención, sonriendo ante aquellas frases.
Sin embargo, la música que había empezado a sonar y con un ritmo que le resultaba agradable dejó de sonar debido al estruendo que Marc había provocado por tirar los altavoces. La paz que habían tenido hasta ahora se había esfumado por completo cuando varios de sus compañeros resultaron ser atacados, excepto ella, que estaba más apartada de lo normal. Un hombre llamó su atención, refiriéndose a ella y a Zane, que le habían robado.
Nailah quería recordar quién era, pero había estafado a mucha gente junto con su capitán cuando trabajaban en la taberna del viejo Vic. Hasta que su rostro vino a su mente. Había ocurrido hace años, durante una tarde tonta y caliente en la que la taberna había sido cerrada para descanso personal. La morena y el pelirrojo se habían escapado hacia la zona rica de Sabaody, sin ninguna intención en especial hasta que vieron un señor que paseaba por la calle principal, con pintas de ser un hombre bastante rico. Ambos jóvenes habían urdido un plan por las risas, sin esperar a que este funcionara, pero el hombre parecía bastante crédulo en cuanto se acercaron a él, mostrando una de las mejores katanas que el capitán pirata poseía. Zane estaba regateando el precio de esta, mientras que Nailah se acercó desde atrás para robar su cartera. En cuanto le dio la señal, su amigo cambió de idea sobre venderla y se marchó corriendo, junto con Nailah, mientras el hombre gritaba cientos de insultos hacia ellos por haberles robado.
Había sido un buen robo, no todos los días conseguía 100.000 berries de manera tan fácil. Nailah se encogió se hombros ante la acusación del hombre que ahora pertenecía a un grupo de música.
-¿Quieres saber qué hicimos con tu dinero? Nos lo gastamos en alcohol y armas, a tu salud. No pienso devolverte un dinero que ya no tengo desde hace años. Fue tu culpa por ser tan confiado y, ahora, si nos permites, tenemos cosas que hacer.
-No, Spanner, ¿no lo comprendes? Un acto como ese no es perder la dignidad cuando hay respeto de por medio. Si tu quieres follarte a alguien y ese alguien quiere follarte a ti, hazlo. A lo que me refiero es que no siempre tiene que haber amor de por medio, pero en el caso de Scarlet es muy sencillo, solo querían aprovecharse de ella y ella lo hacía por el gobierno. Eso es muy diferente ya que no actúa bajo lo que ella desea.
Tras aquel pequeño discurso le dio una palmada en la espalda y le guiñó el ojo para que espabilara un poco. El pirata no era muy de hablar, pero a veces le contaba cosas interesantes sobre chicos y Nailah quería que perdiera esa forma de ser suya respecto a ellos. La espadachina llegó hasta una sala extraña, llena de numerosos instrumentos y cuando el repartidor usó el micro, este llamó su atención, sonriendo ante aquellas frases.
Sin embargo, la música que había empezado a sonar y con un ritmo que le resultaba agradable dejó de sonar debido al estruendo que Marc había provocado por tirar los altavoces. La paz que habían tenido hasta ahora se había esfumado por completo cuando varios de sus compañeros resultaron ser atacados, excepto ella, que estaba más apartada de lo normal. Un hombre llamó su atención, refiriéndose a ella y a Zane, que le habían robado.
Nailah quería recordar quién era, pero había estafado a mucha gente junto con su capitán cuando trabajaban en la taberna del viejo Vic. Hasta que su rostro vino a su mente. Había ocurrido hace años, durante una tarde tonta y caliente en la que la taberna había sido cerrada para descanso personal. La morena y el pelirrojo se habían escapado hacia la zona rica de Sabaody, sin ninguna intención en especial hasta que vieron un señor que paseaba por la calle principal, con pintas de ser un hombre bastante rico. Ambos jóvenes habían urdido un plan por las risas, sin esperar a que este funcionara, pero el hombre parecía bastante crédulo en cuanto se acercaron a él, mostrando una de las mejores katanas que el capitán pirata poseía. Zane estaba regateando el precio de esta, mientras que Nailah se acercó desde atrás para robar su cartera. En cuanto le dio la señal, su amigo cambió de idea sobre venderla y se marchó corriendo, junto con Nailah, mientras el hombre gritaba cientos de insultos hacia ellos por haberles robado.
Había sido un buen robo, no todos los días conseguía 100.000 berries de manera tan fácil. Nailah se encogió se hombros ante la acusación del hombre que ahora pertenecía a un grupo de música.
-¿Quieres saber qué hicimos con tu dinero? Nos lo gastamos en alcohol y armas, a tu salud. No pienso devolverte un dinero que ya no tengo desde hace años. Fue tu culpa por ser tan confiado y, ahora, si nos permites, tenemos cosas que hacer.
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