Deathstroke
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Akuma no mi
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El capitán se mantuvo encima del toro a pesar de todos los extraños movimientos que fue haciendo. Tales fueron que en un momento Dexter desapareció en el techo como si se metiese en el agua para luego salir de la misma forma que entró. Aquello hizo que trozos de hormigón saliesen despedidos en todas direcciones. Quizás fuese por el alcohol de la bebida, o tal vez porque acababa de girarme, pero no pude reaccionar a uno de los trozos que se dirigieron hacia mí y me dio de lleno en la cara, que por suerte tenía puesta la máscara del casco.
El trozo de hormigón se rompió con el impacto, el cual también provocó que se me saltase la sangre, aunque durante apenas unos segundos. Un segundo trozo, algo más grande que el anterior se dirigió a mí, sin embargo, reaccioné a tiempo y extendiendo la mano con los dedos como si se tratasen de una garra el hormigón se clavó en esta parándose al instante. Cerré la mano rompiendo el hormigón y el trozo cayó al suelo.
Cuando volví a fijarme, el toro se había detenido y el capitán seguía encima. Nuestro anfitrión le dio la enhorabuena y nos informó de que podíamos pasar al siguiente nivel. Del techo comenzaron a bajar unas escaleras en caracol que trajeron un agradable olor a aire libre.
Tocaba subir al siguiente nivel. Y en mi opinión el último dado que parecía que nos llevaba al exterior. Me acerqué a las escaleras y esperé a que llegase el capitán para subir con él. Una vez arriba el capitán se despidió del resto e intentó ir hacia la aguja. Por mi parte, me elevé usando el aire para volar y me moví en la dirección hacia la que había ido el Yonkou.
El trozo de hormigón se rompió con el impacto, el cual también provocó que se me saltase la sangre, aunque durante apenas unos segundos. Un segundo trozo, algo más grande que el anterior se dirigió a mí, sin embargo, reaccioné a tiempo y extendiendo la mano con los dedos como si se tratasen de una garra el hormigón se clavó en esta parándose al instante. Cerré la mano rompiendo el hormigón y el trozo cayó al suelo.
Cuando volví a fijarme, el toro se había detenido y el capitán seguía encima. Nuestro anfitrión le dio la enhorabuena y nos informó de que podíamos pasar al siguiente nivel. Del techo comenzaron a bajar unas escaleras en caracol que trajeron un agradable olor a aire libre.
Tocaba subir al siguiente nivel. Y en mi opinión el último dado que parecía que nos llevaba al exterior. Me acerqué a las escaleras y esperé a que llegase el capitán para subir con él. Una vez arriba el capitán se despidió del resto e intentó ir hacia la aguja. Por mi parte, me elevé usando el aire para volar y me moví en la dirección hacia la que había ido el Yonkou.
Noximilien
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Akuma no mi
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Fulmino a Zane con la mirada, después miro a Dexter, después a Zane, después a Dexter. Así varias veces. De todos los individuos raros, el poderoso Yonkou y señor de Fiorda era aquel pargela que jugaba a ser un vaquero motorizado.
-¿En serio el larguilucho semidesnudo y embadurnado en grasa es el criminal más buscado del mundo? No llevas suficientes copas como para gastar esas bromas –después cayo que Zane era también era igual de gilipo… imprudente, y con una recompensa anormal-. Joder, que vas en serio.
La vaquilla de acero se cruzó, haciendo un movimiento de aspecto intimidatorio, pues giraba sobre sí mismo e usaba al Yonkou como la punta de un taladro absurdo. El enmascarado salto hacia atrás, pero realmente no lo veía necesario, pues, al igual que con los escombros, le atravesarían por su condición de logia. Aunque nunca se sabía. Se había pimplado de forma rápida su petaca y no estaba muy dispuesto a cuestionarse cosas.
- Creo que voy necesitar eso –le dijo a Zane mientras le quitaba el vaso de alcohol y se lo vaciaba en la petaca. Lo removió y lo olfateo, notando un potente olor. Aquella cantidad no lo mataria ni lo dejaría ciego, pero al menos lo dejarían asimilar-. Si… Me la guardare para cuando aparezcan… No sé, una banda de enanos montados en monociclos a la vez que tocan una gaita lanzallamas, o algo.
Cuando subieron al siguiente piso, donde agradeció como era espaciosa y se podía ver el exterior. Un exterior que se iba a ir a la puta, pero un exterior después de todo.
- Yo siempre disfruto cuando Zane hace una fogata tamaño “tocho”-refuto los intentos de Alviss de incitar a Zane-. Pero no se supone que esta cosa no tiene defensas antiaereas?
-¿En serio el larguilucho semidesnudo y embadurnado en grasa es el criminal más buscado del mundo? No llevas suficientes copas como para gastar esas bromas –después cayo que Zane era también era igual de gilipo… imprudente, y con una recompensa anormal-. Joder, que vas en serio.
La vaquilla de acero se cruzó, haciendo un movimiento de aspecto intimidatorio, pues giraba sobre sí mismo e usaba al Yonkou como la punta de un taladro absurdo. El enmascarado salto hacia atrás, pero realmente no lo veía necesario, pues, al igual que con los escombros, le atravesarían por su condición de logia. Aunque nunca se sabía. Se había pimplado de forma rápida su petaca y no estaba muy dispuesto a cuestionarse cosas.
- Creo que voy necesitar eso –le dijo a Zane mientras le quitaba el vaso de alcohol y se lo vaciaba en la petaca. Lo removió y lo olfateo, notando un potente olor. Aquella cantidad no lo mataria ni lo dejaría ciego, pero al menos lo dejarían asimilar-. Si… Me la guardare para cuando aparezcan… No sé, una banda de enanos montados en monociclos a la vez que tocan una gaita lanzallamas, o algo.
Cuando subieron al siguiente piso, donde agradeció como era espaciosa y se podía ver el exterior. Un exterior que se iba a ir a la puta, pero un exterior después de todo.
- Yo siempre disfruto cuando Zane hace una fogata tamaño “tocho”-refuto los intentos de Alviss de incitar a Zane-. Pero no se supone que esta cosa no tiene defensas antiaereas?
Valar Morghul
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Akuma no mi
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Llevaba pocos segundos dentro de aquel ascensor cuando un extraño picor empezó a aparecer en mi cabeza. Aquello hizo que dejase mi cofre en el suelo y me sentase encima, dejando con ello mis manos libres para poder rascarme la cabeza y tratar de librarme así de ese molesto incordio que parecía haber traído consigo el enorme Osuka, que parecía aun más grande desde mi nueva posición.
Si algo bueno tuvo eso fue que pude darme cuenta de que me había hecho una herida en la cabeza. Por la cantidad de sangre en mi mano derecha, la única manchada, no parecía ser muy grande y, tras una breve exploración, pude notar que así era. El no notar el dolor muchas veces era bastante contraproducente, pero esa herida no tardaría en sanarse y no me daría muchos problemas.
Por otro lado, una extraña voz había aparecido en el ascensor, recitándonos una sencilla adivinanza que fue resuelta rápidamente por Maki, un extraño ser que yo sólo no sabría catalogar en ninguna raza por mucho que lo intentase. Lo curioso de todo aquello es que los demás revolucionarios parecían sorprendidos por el hecho de que aquel ser hubiese contestado al acertijo. Aunque a mí eso no me importaba, ya que había dado la misma respuesta que habría contestado yo.
-Puedes llamarme Valar- contesté con una gran sonrisa al rubio revolucionario que no había escuchado mi anterior presentación y que parecía bastante receloso-. Un placer conocerte, Edward- concluí mientras me levantaba de mi improvisado asiento, estirando mi mano izquierda a modo de saludo y manteniendo una alegre sonrisa en mi rostro en todo momento.
La respuesta al acertijo estaba dada y ahora sólo nos faltaba ver a que sitio nos llevaría aquel ascensor.
Si algo bueno tuvo eso fue que pude darme cuenta de que me había hecho una herida en la cabeza. Por la cantidad de sangre en mi mano derecha, la única manchada, no parecía ser muy grande y, tras una breve exploración, pude notar que así era. El no notar el dolor muchas veces era bastante contraproducente, pero esa herida no tardaría en sanarse y no me daría muchos problemas.
Por otro lado, una extraña voz había aparecido en el ascensor, recitándonos una sencilla adivinanza que fue resuelta rápidamente por Maki, un extraño ser que yo sólo no sabría catalogar en ninguna raza por mucho que lo intentase. Lo curioso de todo aquello es que los demás revolucionarios parecían sorprendidos por el hecho de que aquel ser hubiese contestado al acertijo. Aunque a mí eso no me importaba, ya que había dado la misma respuesta que habría contestado yo.
-Puedes llamarme Valar- contesté con una gran sonrisa al rubio revolucionario que no había escuchado mi anterior presentación y que parecía bastante receloso-. Un placer conocerte, Edward- concluí mientras me levantaba de mi improvisado asiento, estirando mi mano izquierda a modo de saludo y manteniendo una alegre sonrisa en mi rostro en todo momento.
La respuesta al acertijo estaba dada y ahora sólo nos faltaba ver a que sitio nos llevaría aquel ascensor.
Yarmin Prince
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Akuma no mi
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-Si te hubieses ahorrado el calentamiento esto habría ido más rápido- le espeté a Arribor cuando me instó a apurar. Por mi parte miré a ambas chicas, que se habían quedado totalmente pasmadas por alguna razón que no terminaba de entender, pero ni siquiera habían cogido la tarjeta. ¿Tal era el sex appeal de Arribor Neus? En fin, mejor ni hablar de eso, aún no tengo el culo a salvo.
Avancé tras él con la putilla adolescente e hice un gesto a las otras dos de que nos siguiesen, tirando de paso la tarjeta al suelo. Si la recogían podríamos tener un buen rato de diversión hasta que se convirtiesen en lo que algunos soldados habían terminado por apodar, de manera algo vulgar, "sacos de esperma". En realidad la labor desempeñada era similar a la del masaje terapéutico, y el título en el contrato era el de animadoras de tiempo libre... Aunque, realmente, todo el mundo las utilizaba como saco de esperma. Los animadores de tiempo libre, castrados pero con una vigorosa virilidad, no obstante, no tenían un título adecuado. Aunque, siendo honestos, nadie podía llamarlos "cañón de semen". Al fin y al cabo esas balas eran de fogueo.
-Bueno, bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? Si caben los coches.
Eso era justo lo que el enemigo quería, hacernos ver que era la oportunidad perfecta de utilizar esos vehículos cochambrosos que había en la estancia anterior, pero no iba a picar. Podía haber bombas, insectos letales o incluso discos de Carmena o Falafel en su interior. No me la iba a jugar. Con un potente salto traté de impulsarme al máximo de un lado a otro, y continuaría ascendiendo mediante el uso del geppou.
Avancé tras él con la putilla adolescente e hice un gesto a las otras dos de que nos siguiesen, tirando de paso la tarjeta al suelo. Si la recogían podríamos tener un buen rato de diversión hasta que se convirtiesen en lo que algunos soldados habían terminado por apodar, de manera algo vulgar, "sacos de esperma". En realidad la labor desempeñada era similar a la del masaje terapéutico, y el título en el contrato era el de animadoras de tiempo libre... Aunque, realmente, todo el mundo las utilizaba como saco de esperma. Los animadores de tiempo libre, castrados pero con una vigorosa virilidad, no obstante, no tenían un título adecuado. Aunque, siendo honestos, nadie podía llamarlos "cañón de semen". Al fin y al cabo esas balas eran de fogueo.
-Bueno, bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? Si caben los coches.
Eso era justo lo que el enemigo quería, hacernos ver que era la oportunidad perfecta de utilizar esos vehículos cochambrosos que había en la estancia anterior, pero no iba a picar. Podía haber bombas, insectos letales o incluso discos de Carmena o Falafel en su interior. No me la iba a jugar. Con un potente salto traté de impulsarme al máximo de un lado a otro, y continuaría ascendiendo mediante el uso del geppou.
Tobías Thorn
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Otra vez me quedé sumido en una especie de trance en el que todo a mi alrededor sucedía mientras yo no intervenía y simplemente me limitaba a seguir al grupo. Por suerte el estado no se alargó durante mucho rato y mi mente terminó espabilando cuando la pelirrosa con la que nos habíamos cruzado tocó una simple melodía en un pequeño piano. Nada más recuperar el control de mi cuerpo solté un largo suspiro, aunque por suerte quedó eclipsado por la aparición de un tipo bajito que nos abrió paso hacia la siguiente sala.
Nada más entrar eché un vistazo fugaz a toda la estancia, deleitándome durante un segundo en las bellas paredes de cristal, pero pasando de ellas tras realizar una imagen mental y centrar mi atención hacia un tipo con sombrero y frac. En este lugar no sabías quien iba atacarte o volverte loco, por lo que me mantuve callado y atento mientras realizaba su discurso.
Parecía tener unas palabras para todos. Unas más insultantes o agradables que otras, pero sin utilizar en ningún momento un tono amenazante; por lo que acepté la ofrenda que me tendió.
-No pega mucho con mi look... Pero gracias - dije mientras observaba los zapatos con un poco de detenimiento. Tampoco es que fuese un experto en estas cosas, por lo que agradecí que Bizvan se ofreciese a echarle un vistazo. -Claro que sí, toma. Me fio más de ti que de mí compañero - contesté al marine tras tenderle los zapatos.
Tras mis palabras me dirigiría al ascensor y pulsaría el botón para ascender si no lo había hecho nadie.
Nada más entrar eché un vistazo fugaz a toda la estancia, deleitándome durante un segundo en las bellas paredes de cristal, pero pasando de ellas tras realizar una imagen mental y centrar mi atención hacia un tipo con sombrero y frac. En este lugar no sabías quien iba atacarte o volverte loco, por lo que me mantuve callado y atento mientras realizaba su discurso.
Parecía tener unas palabras para todos. Unas más insultantes o agradables que otras, pero sin utilizar en ningún momento un tono amenazante; por lo que acepté la ofrenda que me tendió.
-No pega mucho con mi look... Pero gracias - dije mientras observaba los zapatos con un poco de detenimiento. Tampoco es que fuese un experto en estas cosas, por lo que agradecí que Bizvan se ofreciese a echarle un vistazo. -Claro que sí, toma. Me fio más de ti que de mí compañero - contesté al marine tras tenderle los zapatos.
Tras mis palabras me dirigiría al ascensor y pulsaría el botón para ascender si no lo había hecho nadie.
- Resumen:
- Coger los zapatos y dejárselos a Biz para que los mire. Avanzar hacia el ascensor y proseguir hacia el piso siguiente.
Vile Spectre
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Akuma no mi
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-Sí, me llamo Vile, mucho gusto -respondió a Alviss con una inclinación de cabeza que ocultaba la expresión burlona que no pudo evitar poner en su rostro-. Admito que no había tenido en cuenta a nuestro amadísimo capitán, sobre todo después de lo sucedido hace un par de habitaciones. Pero puedo admitir que he sido algo corto de miras por no tenerlo en cuenta. El resultado podría ser del todo catastrófico y, a decir verdad, no soportaría ver como todo mi dinero se desvanece porque al pelirrojo se le va la pinza.
Por el rostro de Alviss, Vile podía decir que él tampoco tenía un solo berrie encima que apostar, mas aquel teatro le resultaba relajante. Comenzó a pensar en algo llamado "especulación" pero se le pasó cuando observó al Yonkou Dexter Black volar hacia el grupo montado en el bovino mecanizado. Con una esquiva oportuna, evitó ser arrollado por el Emperador, aunque sufrió golpes de los pedazos de hormigón que se desprendieron del lugar donde aterrizó, siendo impactado en el abdomen con fuerza. Aquello dejaría marca. Vile levantó los brazos con precaución antes de devolver la vista a Alviss.
-Sí, amigo Alviss, parece que las cosas se han ido de madre y se nos ha fastidiado la apuesta. No importa, pronto haremos otra, y, como tú dices, con más capital de por medio.
El borracho felicitó al Yonkou por su aguante y le mostró el camino a seguir, mientras Kenshin hablaba con todos los nuevos compañeros que acababan de aparecer en escena. Entre ellos, Vile pudo ver como intentó relajar al dragón humanoide con cara de pocos amigos, lo que resultó en una visión hilarante para el joven de Arabasta.
Junto al resto del grupo, ascendió al nivel superior y contempló la ominosa visión que le regalaba la torre. Un mar, aterrorizado por un titánico intruso que crecía a lo alto, rodeado por una terrible batalla. Vile sonrió, disfrutando del paisaje. Algún día compondría una oda a este momento.
Black, por su parte, saltó al vacío, con lo que el joven pirata pensó que tendría cosas que hacer en el exterior de la torre. Vile aprovechó el momento para acercarse a su pelirrojo favorito y pasarle la mano por el hombro, sonriendo de oreja a oreja.
-¿Y ahora qué, Kenshin? -preguntó a voz en grito- ¿Nos hemos perdido? ¡Si algo he aprendido de esta maldita torre es que no se puede avanzar por donde no hay acertijos o referencias a la cultura pop! ¡Y no veo ninguno!
Por el rostro de Alviss, Vile podía decir que él tampoco tenía un solo berrie encima que apostar, mas aquel teatro le resultaba relajante. Comenzó a pensar en algo llamado "especulación" pero se le pasó cuando observó al Yonkou Dexter Black volar hacia el grupo montado en el bovino mecanizado. Con una esquiva oportuna, evitó ser arrollado por el Emperador, aunque sufrió golpes de los pedazos de hormigón que se desprendieron del lugar donde aterrizó, siendo impactado en el abdomen con fuerza. Aquello dejaría marca. Vile levantó los brazos con precaución antes de devolver la vista a Alviss.
-Sí, amigo Alviss, parece que las cosas se han ido de madre y se nos ha fastidiado la apuesta. No importa, pronto haremos otra, y, como tú dices, con más capital de por medio.
El borracho felicitó al Yonkou por su aguante y le mostró el camino a seguir, mientras Kenshin hablaba con todos los nuevos compañeros que acababan de aparecer en escena. Entre ellos, Vile pudo ver como intentó relajar al dragón humanoide con cara de pocos amigos, lo que resultó en una visión hilarante para el joven de Arabasta.
Junto al resto del grupo, ascendió al nivel superior y contempló la ominosa visión que le regalaba la torre. Un mar, aterrorizado por un titánico intruso que crecía a lo alto, rodeado por una terrible batalla. Vile sonrió, disfrutando del paisaje. Algún día compondría una oda a este momento.
Black, por su parte, saltó al vacío, con lo que el joven pirata pensó que tendría cosas que hacer en el exterior de la torre. Vile aprovechó el momento para acercarse a su pelirrojo favorito y pasarle la mano por el hombro, sonriendo de oreja a oreja.
-¿Y ahora qué, Kenshin? -preguntó a voz en grito- ¿Nos hemos perdido? ¡Si algo he aprendido de esta maldita torre es que no se puede avanzar por donde no hay acertijos o referencias a la cultura pop! ¡Y no veo ninguno!
- Resumen:
- Relleno.
William White
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Nada más tirar de la cortina esta cedió, sin problema alguno, desvelando un espejo. Esto no hizo otra cosa que recordarme a Legado, aquel espejo que me había encontrado en Loguetown hacía tan solo unos meses atrás, justo antes de que me vida se tornará una monta rusa.
Pero al igual que en Legado, había algo que no era normal en ese espejo, lo cual llevó cierto tiempo en darme cuenta de ello y se trataba de reflejo, el cual no era exacto, sino que lo deformaba de forma muy sutil haciendo que fuera simétricamente perfecto, un espejo en el que siempre se vería bello.
Ciertamente si no hubiera estado en una situación tan limite, lo habría robado sin dudarlo, con la ayuda de Ann le habría sido demasiado fácil. Lamentándose, apoyó la mano en el cristal del espejo. Tras eso la tierra se abrió a sus pies dejando una especie de escaleras. En primera instancia se decepcionó puesto que estas descendían por lo que suponían en cierta manera un retroceso, pero nada más lejos de la realidad, ta que conducían a una espacie de pasaje que discurría entre los pisos.
-Cuando se te cierra una puerta, se abre una ventana, decían- dijo parafraseando un dicho popular.
Si no encontraba nada raro en el espejo, continuaría a donde quisiera que le guiará aquella galería, la cual primero descendía, para luego realizar una pequeña subida enfrente a donde debería estar el espejo. A saber que dichosa prueba les aguardaba al otro lado, sentía desde hace bastante tiempo que una espada de Damócles se cernía sobre su cabeza.
Pero al igual que en Legado, había algo que no era normal en ese espejo, lo cual llevó cierto tiempo en darme cuenta de ello y se trataba de reflejo, el cual no era exacto, sino que lo deformaba de forma muy sutil haciendo que fuera simétricamente perfecto, un espejo en el que siempre se vería bello.
Ciertamente si no hubiera estado en una situación tan limite, lo habría robado sin dudarlo, con la ayuda de Ann le habría sido demasiado fácil. Lamentándose, apoyó la mano en el cristal del espejo. Tras eso la tierra se abrió a sus pies dejando una especie de escaleras. En primera instancia se decepcionó puesto que estas descendían por lo que suponían en cierta manera un retroceso, pero nada más lejos de la realidad, ta que conducían a una espacie de pasaje que discurría entre los pisos.
-Cuando se te cierra una puerta, se abre una ventana, decían- dijo parafraseando un dicho popular.
Si no encontraba nada raro en el espejo, continuaría a donde quisiera que le guiará aquella galería, la cual primero descendía, para luego realizar una pequeña subida enfrente a donde debería estar el espejo. A saber que dichosa prueba les aguardaba al otro lado, sentía desde hace bastante tiempo que una espada de Damócles se cernía sobre su cabeza.
Una niebla espesa empieza a extenderse por todas partes. Primero, desde el suelo, como una leve bruma que no tarda en alzarse. Es pesada, y cae como un telón oscuro que cubre toda la aguja. Pum. Un disparo se escucha, y un estallido resuena en todo el jinete. Y otro. Y otro más. Es una andanada incesante, ensordecedora que estremece al más bravío, mientras por todas partes una única presencia lo envuelve todo: Krauser. Sus blancas garras se extienden desde lo más alto de la aguja hasta las más bajas fosas, un abrazo húmedo que hiela el alma.
– ¡Estoy harto! –Su voz resuena en los oídos de todos, pero no como los demás. No. Él no utiliza altavoces, no tiene un micrófono. Él es la niebla, que grita violentamente en vuestros oídos– Todo este juego, todas estas niñerías… Nada tiene sentido. ¡Nada!
Los disparos siguen, como crueles campanadas que tañen por el juicio final. Una, dos, tres, y ruidos sordos se van escuchando por doquier. Las paredes se agrietan, aunque apenas se puede ver nada a más de un palmo. Y otra salva, aire limpio empieza a recorrer los abigarrados pasillos de la aguja. El estallido de los metales, el mar tragando con voracidad, el pitido de tuberías perforadas, todo junto forma una violenta melodía que envuelve el artefacto. La niebla se cuela en vuestros pulmones, apenas dejándoos respirar, ahogándoos en una miseria que parece no tener fin.
–Habéis jugado conmigo… ¡Me habéis utilizado como a una marioneta! –Resuena un eco iracundo por cada pasillo, por cada ápice de niebla, en cada tímpano de los presentes– No voy a jugar más. Se acabó. Matadme si podéis.
La niebla se disipa entonces, tras un tiempo que ni los más avezados podéis aproximar. Poco a poco recuperáis el aliento, poco a poco. Toséis, y la boca tiene una nota metálica en el paladar, un suave matiz a sangre. Sentís el dolor de vuestros pulmones al respirar; algunos toséis agua de un tono rojizo… El tiempo no importa ahora mismo. O tal vez sí.
De la siniestra base en la que os encontrabais queda solo el esqueleto, un amasijo de acero sosteniendo cientos de tuberías, muchas de ellas reventadas. Las fugas hacen difícil ver qué hay más allá de vuestras posiciones, pero apenas sí quedan muros que puedan impediros tomar caminos más imaginativos. Pero hay algo que todavía funciona, algo que os hiela la sangre cuando escucháis su voz:
– ¿Creéis que habéis ganado? –Para algunos resulta extrañamente familiar. Para otros, no– La Marina siempre igual, el Gobierno Mundial siempre igual. –Tose– Los cañones más grandes, las bombas más potentes... Y aun así, la aguja se mantiene en perfectas condiciones. ¿Qué habéis conseguido en este tiempo? –Tose– Yo os lo diré: Nada. ¡No habéis conseguido nada! –Su voz parece ahogarse en un ruido estridente, y tarda unos segundos en recomponerse– Esta noche habéis sido meras cobayas, ratas de laboratorio jugando en un laberinto sin un propósito aparente… ¿Qué tal sienta el sabor del fracaso? Quedan quince minutos para que empiece un concierto espectacular y nadie, nadie, lo podrá nunca olvidar. Habéis jugado a ser héroes… Pero solo durará un día. Hasta siempre.
– ¡Estoy harto! –Su voz resuena en los oídos de todos, pero no como los demás. No. Él no utiliza altavoces, no tiene un micrófono. Él es la niebla, que grita violentamente en vuestros oídos– Todo este juego, todas estas niñerías… Nada tiene sentido. ¡Nada!
Los disparos siguen, como crueles campanadas que tañen por el juicio final. Una, dos, tres, y ruidos sordos se van escuchando por doquier. Las paredes se agrietan, aunque apenas se puede ver nada a más de un palmo. Y otra salva, aire limpio empieza a recorrer los abigarrados pasillos de la aguja. El estallido de los metales, el mar tragando con voracidad, el pitido de tuberías perforadas, todo junto forma una violenta melodía que envuelve el artefacto. La niebla se cuela en vuestros pulmones, apenas dejándoos respirar, ahogándoos en una miseria que parece no tener fin.
–Habéis jugado conmigo… ¡Me habéis utilizado como a una marioneta! –Resuena un eco iracundo por cada pasillo, por cada ápice de niebla, en cada tímpano de los presentes– No voy a jugar más. Se acabó. Matadme si podéis.
La niebla se disipa entonces, tras un tiempo que ni los más avezados podéis aproximar. Poco a poco recuperáis el aliento, poco a poco. Toséis, y la boca tiene una nota metálica en el paladar, un suave matiz a sangre. Sentís el dolor de vuestros pulmones al respirar; algunos toséis agua de un tono rojizo… El tiempo no importa ahora mismo. O tal vez sí.
De la siniestra base en la que os encontrabais queda solo el esqueleto, un amasijo de acero sosteniendo cientos de tuberías, muchas de ellas reventadas. Las fugas hacen difícil ver qué hay más allá de vuestras posiciones, pero apenas sí quedan muros que puedan impediros tomar caminos más imaginativos. Pero hay algo que todavía funciona, algo que os hiela la sangre cuando escucháis su voz:
– ¿Creéis que habéis ganado? –Para algunos resulta extrañamente familiar. Para otros, no– La Marina siempre igual, el Gobierno Mundial siempre igual. –Tose– Los cañones más grandes, las bombas más potentes... Y aun así, la aguja se mantiene en perfectas condiciones. ¿Qué habéis conseguido en este tiempo? –Tose– Yo os lo diré: Nada. ¡No habéis conseguido nada! –Su voz parece ahogarse en un ruido estridente, y tarda unos segundos en recomponerse– Esta noche habéis sido meras cobayas, ratas de laboratorio jugando en un laberinto sin un propósito aparente… ¿Qué tal sienta el sabor del fracaso? Quedan quince minutos para que empiece un concierto espectacular y nadie, nadie, lo podrá nunca olvidar. Habéis jugado a ser héroes… Pero solo durará un día. Hasta siempre.
- Sótano-Los rescatadores en Cangurolandia:
- –Esta tierra nos vio nacer –dice, clavando sus ojos profundos en Ellie–, no podemos abandonarla. Debemos recuperarla, y necesitamos garantías de que nos ayu…
Comienza a toser cuando la niebla se apodera de todo, aunque pronto se detiene para dar paso a un suspiro ahogado que mantiene casi hasta el final. Cuando todo concluye, el ser se mantiene postrado de rodillas, apenas capaz de respirar. Mira fijamente en una dirección, y parece que va a entrar en crisis. Uno de los primeros liberados intenta ayudar, pero sus habilidades médicas no parecen muy desarrolladas. ¿Hay un médico en la sala? En cualquier caso, el ascensor es muy pequeño para tanta gente, ¿cómo vais a hacer?
- 4-98-Kodama:
- Subes en el ascensor sin problemas, durante algunos momentos suena una musiquilla bastante melodiosa, pero al cabo de un rato empieza entrecortarse hasta volverse lo suficientemente turbia como para no querer seguir escuchándola. El ascensor parece detenerse durante unos instantes mientras las luces parpadean, pero enseguida vuelve a ponerse en marcha hasta que llegas a lo más alto. Las puertas se abren y todo está perfectamente iluminado, pero con un extraño silencio. A medida que avanzas las puertas que se encuentran en otras salas se abren automáticamente. No hay pruebas, no hay gritos. No hay nada. Salas vacías excepto un pasillo que se adentra en la oscuridad. El silencio viene a visitarte y con ello, unos ojos se iluminan en las sombras para desparecer fugazmente.
- 3-95-Simo, Mido y Braud:
- Tras aquel intenso momento las luces se apagan. Las muchachas que os rodeaban empiezan a asustarse y os abandonan en cuestión de segundos. Al parecer estáis solos. Solamente las luces de emergencia de la puerta os muestran el camino y una sensación de intranquilidad os invade hasta que abandonáis la sala. En cuanto llegáis a la siguiente sala no hay nada relevante salvo una rampa y parece que veis a una muchacha avanzar rápidamente, pero enseguida la perdéis de vista. Podéis seguir su rastro ya que no tenéis otra manera de avanzar, pero ¡cuidado! Si subís a la vez en las plataformas estas temblarán como si estuvieran a punto de caerse.
- 4-$29-Arashi 2 + Steve:
- La niebla se disipa, la presencia tan poderos que sentís desaparece, y la estancia en la que os encontrabais ahora está hecha añicos. Toda la estructura ha quedado diezmada, como si todos sus muros se hubieran corroído. La cosa pinta mal, muy mal, algo en vuestro interior os lo dice; aunque tampoco hace falta ser una persona muy inteligente para saber eso.
—El nuevo amo le ha dado un queso a Bobby —te dice—. ¡Bobby ahora es un esqueleto libre! —Y se sube al hombro de Marc.
La sala ya no huele a rosas, y al fondo podéis contemplar una escalera que asciende hacia arriba. Sus peldaños parecen intactos, pero quizá sería conveniente ir con cautela. Si subís llegaréis a un lugar con muchos pasillos, la cual lleva por distintos caminos. Allí todo está al aire libre, habiendo muros de tres metros, que es lo que forman los caminos. Marc tú eres alto, quizás podrías mirar, y si lo haces verás que frente al muro en el que te encuentras hay unas escaleras que ascienden.
El resto, entretanto, podéis ver dos sombras distintas que van en direcciones opuestas, concretamente hacia vuestra derecha y a vuestra izquierda. ¿Qué hacéis?
- 5-La coalición Dexter, Zuko, Zane:
- Una vez en el exterior la sensación de libertad no dura mucho, la niebla os rodea y, aunque todavía podéis ver el cielo, os resulta bastante inconveniente a la hora de orientaros.
Zane y Zuko, al principio pueden ver durante un instante la forma de la planta y los muros, si tenéis buena memoria, incluso podríais guiaros, pero en poco tiempo la niebla envuelve todos los pasillos y a las escasas figuras que en estos se encuentran, esperando posiblemente a los intrusos.
Dexter, te acercas a la aguja, pero por culpa de la niebla no distingues nada relevante, es más te da la sensación de que es especialmente densa en al dirección a la te diriges. A los pocos segundos confirmas que no es sólo una sensación, la niebla se arremolina en frente de ti, formando en unos segundos un Krauser gigante de cintura para arriba, el cual mide unos 20 metros. Alza la mano y forma una espada de tamaño proporcional hecha de energía, con la cual descarga un potente tajo hacia Dexter. Zane, Zuko, a vosotros también os va a pillar si no os movéis.
Con todos los que se quedan abajo, incluso con mantra no notáis nada que no sea la presencia de Krauser. Podéis ver una figura delante de vosotros, a unos 10 metros, sólo veis la silueta, es humanoide, de unos 2 metros de altura y parece vestir una túnica o capa, no lo sabéis bien, pero de sus manos comienza a salir una especie de miasma negro que se extiende hacia vosotros.
Alviss, te duele mucho al mover el brazo izquierdo, puede que esas no fueran sólo unas piedrecitas de nada si todos menos el logia han recibido daño, puede que tengas la clavícula rota.
- 4 - $44 Bleyd:
- Tan pronto colocas la probeta con la sangre se abre un hueco bajo tus pies, del que emerge una silla que te recoge suavemente. La puerta se abre y cierra como un relámpago, con el tiempo justo para que pases. De repente, todo se llena de niebla. Para cuando esta se disipa, no sabes dónde estás. La silla se ha parado y a tu alrededor no hay nada más que espacio abierto y pobremente iluminado. A unos metros frente a ti hay lo que parece un gigantesco gorila, de al menos 6 o 7 metros, sentado en el suelo. Tiene los ojos cerrados, ¿estará dormido?
- 5-Al, Arthur, Jack, Galhard, Zay:
- Una silla salida del suelo coge a Bleyd y se lo lleva a través de la puerta, cerrándose antes de que podáis pasar. No es que importe mucho, porque en cuanto Arthur acaba de mear, todo se llena de niebla. Para cuando esta se disipa, la pared ha colapsado y las luces parpadean. Os parece oír un murmullo a lo lejos, delante de vosotros. No, son dos voces diferentes. Hay varias personas ahí, ¿izquierda? ¿derecha? Creéis que ambas. ¿Hacia dónde ir?
- 4-$31- Erik, Kenzo, Rocket:
- Para cuando la niebla se disipa Erik se está asando en su traje de segunda y la cola de Rocket es tres veces más esponjosa, pero por lo demás todo sigue igual.
- 5-Taylor, Dretch, Bizvan y Tobias:
- Salís del ascensor y llegáis al quinto piso. Después de lo ocurrido en la moderación general (Taylor, debido a tu naturaleza robótica tú no toses, y no parece afectarte mucho), podéis ver por fin el quinto piso cuando se disipa la niebla. Las paredes se alzan a una altura de tres metros y, al no haber techo, podéis ver el cielo nocturno. Más que en una sala parece que estáis en un largo y amplio pasillo que va directo al centro de la torre. Todo parece muy calmado, casi demasiado. La fría brisa nocturna os hiela los huesos (si es que tenéis huesos) y parece que a partir de ahora todos esos acertijos y pruebas de críos van a quedarse atrás. Un escalofrío recorre vuestra espalda. Podéis intentar llegar al centro de todo y seguir subiendo o volver atrás y explorar la aguja. Como queráis.
- 3-$14-Liv:
- Subes sin problemas por las plataformas metálicas, aunque en un principio te cuesta debido a las condiciones que están surgiendo a tu alrededor sobre la niebla. Las puertas de repente se abren de golpe y un pasillo recto hacia ti se muestra en silencio y con alguna luz parpadeando. Todo es lúgubre, parece que la sensación de risa que había hace un momento ha desaparecido para dejar paso al miedo. Puedes avanzar sin problema, aunque escuchas un ruido, como si alguien arrastrara algo metálico y pesado por el suelo. Si continúas recto por el pasillo verás que hay una bifurcación, pero ambos laterales están totalmente oscuros. El ruido procede desde la izquierda, quizá deberías actuar con cautela y correr o ir directamente a por ese sonido.
- 5-Revos y CIA:
- Una campanita y una música de victoria suena en el ascensor. Cae confeti y un diminuto laser surge del techo y acaba con los piojos. ¿Una suerte verdad?
El ascensor comienza a ascender a gran velocidad. Va tan rápido que sentís la presión sobre vuestros cuerpos, y en pocos segundos llegáis a arriba. Cuando llegáis podéis ver a un grupo de seres muy diverso: un pelirrojo, un pez, un sujeto de caballera blanca y negra, un hombre de piel casi amarillenta...
Entonces todo se cubre niebla, cuya presencia os he conocida, quizá demasiado, y una voz empieza a sonar. Cuando se disipa la niebla, aparte de que Osuka vuelve a tener pelo, os habéis separado.- 5-Osuka y Valar:
- Habéis caminado hasta un extremo de la aguja, parándoos cerca del muro; y no, no hay caminantes albinos. Si continuáis recto veis una sombra que huye, ¿será de vosotros? ¿Será de algo de lo que deberíais huir también? A saber.
- 5-Annie y Maki:
- Os habéis separado del grupo, Annie, ahora estás con alguien que huele excesivamente a pescado, sí, es Maki. No veis a ninguno de vuestros compañeros, y si camináis llegáis hasta un lugar donde hay una puerta automática. Es distinta a las anteriores, y se abre de sopetón. Entonces, aparece un hombre de tez blanquecina, aunque con culo de negro, así como un bulto en sus pantalones y está rodeado de niños pequeños y bailarines exóticos.
—¡Quiero volver a Alwaysland! —dice uno de los niños—. No me gusta este sitio —repite de nuevo.
Veis cómo al intentar salir tiene que hacerlo de canto, porque de frente no puede por su excesiva masa corporal, y al ver a Annie se acerca.
—Annie, are you ok? So, Annie are you ok. Are you ok, Annie. Annie, are you ok? SO, ANNIE ARE YOU OK! ARE YOU OK, ANNIE! —Canta al mismo tiempo que baila y los niños señalan la herida.
Entretanto, uno de las bailarinas, una gyojin pez espada se acerca a Maki.
—Eres lo más sexy que he visto en años, machiote.
- 5-Tenebrex y Hulia:
- Cuando la niebla se disipa no hay nada, tampoco nadie. Veis muros de tres metros de alto, y dos caminos a elegir. A la izquierda una puerta, situada a unos metros, a la derecha un largo pasillo donde podéis ver dos sombras, que desaparecen. Entonces veis un ratón en el suelo, es electrónico y tras pitar un sonido tan agudo que os ensordece durante dos segundos exactos, comienza a huir.
- AEG, Katharina y Lance:
- 5-AEG:
- Te ves obligado a soltar al guardia, angustiado, y pasados unos minutos algo tira de ti hacia arriba, rompiendo el techo (no con tu cuerpo, sino quien te está llevando) y acabas en el piso superior. Ves nuevamente a un fantasma, que desaparece atravesando un muro que está a tu izquierda. Mide algo así como tres metros aproximadamente, aunque si te fijas hay dos caminos más a tomar, uno a frente a ti y otro hacia atrás. ¿Qué haces?
- 4-$44-Katharina y Lance:
- El alcalde ha desaparecido, y veis un boquete en el techo. ¿Os habrá dejado solos? A saber. Veis que, en el suelo, junto al cuerpo, se encuentra una foto del guardia con su familia y un den den mushi con melena castaña. Si continuáis hasta la siguiente sala, está repleta de charcos procedentes de las tuberias y al fondo hay un ascensor con cinco pulsadores enumerados del uno al cinco. En el caso de que subáis llegaréis a un lugar con varios muros, y techo abierto. Son como muchos pasillos conectados, y hay dos caminos a seguir: hacia la izquierda y hacia la derecha.
- 5-Zackaito Squad:
- Habéis dejado al hombre globo hecho un cristo. Podéis parar, porque ya ha muerto. Zack, tienes un nuevo cuchillo y unos preciosos dados para tu colección, enhorabuena. Subís al quinto piso, sin embargo antes de poder siquiera ver cómo era, llega la niebla...
Cuando la niebla se disipa y os recuperáis, podéis ver por fin donde estáis. Un pasillo muy amplio cuyos muros se alzan a una altura de aproximadamente tres metros. No hay techo, por lo que podéis ver el cielo nocturno. Los pasillos parecen juntarse todos en un mismo centro, y podéis ver unos focos de luz que alumbran el cielo. Todo parece estar muy calmado... demasiado calmado. Podéis seguir buscando la manera de seguir avanzando, tal vez llegar al centro, o podéis volver al piso de abajo y explorar un poco. Como queráis.
- 5-Lysbeth, Ichizake, William:
- Cuando bajáis al extraño túnel os pilla de lleno la niebla de Krauser (moderación general). Mientras eso ocurre ambas salidas del túnel se cierran y este empieza a temblar y podéis notar como parece que se está... moviendo. Cuando la niebla de Krauser desaparece y todo se calma el túnel se abre y podéis ver que ya no estáis donde estabáis antes. Estáis en lo que parece ser un largo y amplio pasillo, con paredes de unos tres metros a cada lado. Si miráis hacia arriba veréis el cielo nocturno, con focos de luz alumbrándolo a lo lejos. El largo pasillo parece retorcerse y podéis ver desde aquí que hay más pisos parecidos a este, similares a anillos que rodean la aguja. Lo mismo si avanzáis por el pasillo podréis encontrar la forma de seguir subiendo.
- 4-08-Ellanora y sus principes:
- Tras la sala subís por la siguiente, dirante el ascenso todo se llena de niebla e incluso con mantra no sois capaces de notar más de una sola presencia, los que seáis familiares con ella, sabréis que se trata de Krauser.
Una vez arriba, os dais cuenta de que la niebla es tan densa que no veis la sala entera. Tenéis en frente una salida que da a un pasillo, aunque no podéis ver la sala a la que da. Si tenéis y miráis el mapa veréis hay otra salida y da a una sala con escalera. Aunque no la veis por la niebla.
Por cierto, escucháis un gran estruendo bajo vosotros, la niebla no os deja verlo del todo, pero juraríais que la rampa por la que subisteis estaba completa y no tenían barras de acero al aire libre. Es como si se hubiera derrumbado algo. Pude que sea buena idea apresurarse.
- Mapas:
El oxígeno que se respiraba en aquel piso de la aguja era el más limpio que había respirado en toda la noche. La isla estaba cubierta por un mar de nubes que impedían ver la cúpula estrellada del cielo nocturno, aunque, si lo hubiera querido, simplemente habría corregido aquello con el poder que le otorgaba el demonio que yacía en su interior. Echó un último vistazo hacia el cielo, intentando ver con claridad la cúspide de aquella instalación, pero las continuas preguntas de sus camaradas le hicieron bajar la mirada.
—No creo que volar sea lo más sensato —respondió a sus camaradas—. Como ha dicho Nox antes de subir he visto unos cañones muy chungos y no me apetecen que jueguen al tiro al pájaro. Ya pasó una vez y me costó unas cuantas plumas.
De pronto, una nube de niebla emergió de la nada. Se expandía por todas partes, envolviendo por completo el cuerpo del pirata. Era una sensación incómoda, como si una corriente de aire le estuviera empujando hacia abajo impidiéndole moverse. No había que ser una persona muy inteligente para darse cuenta de que eso era obra de una única persona, un ser que había recibido el apodo de demonio a saber por qué razón, y con el que había coincidido en el pasado durante la guerra de Síderos. No había hablado con él en ningún momento, pero si había sido testigo de su fuerza. Había sentido su voluntad de aquella forma, y eso era algo que no se olvidaba tan fácilmente.
La voz de Krauser se extendió con fuerza en todo el lugar, clavándose en su mente como un cincel que esculpe la piedra. Analizó cada palabra que recitó, y algo le escamó en su discurso. «¿Cómo una marioneta?», se cuestionó, frunciendo el ceño durante un instante, rellenando sus orificios nasales hasta llegar a lo más profundo de su cuerpo. Ese tiempo se le hizo eterno. Era incapaz de respirar con soltura, y daba arcadas buscando un atisbo de aire que le hiciese volver a la normalidad. Pudo escuchar disparos, sentir como la aguja temblaba hasta sus cimientos. Y tal como apareció… la niebla se esfumó.
Tomó continuas bocanadas de aire, jadeando como un perro de hocico chato durante una calurosa tarde de verano, para luego escupir un esputo de sangre.
—Maldito Krauser —despotricó, mientras intentaba acelerar su proceso de regeneración interno para curar los posibles daños que hubiera podido recibir.
Una voz conocida resonó en todo el lugar, pero esa vez era diferente. «¿Dónde la he escuchado antes?», se preguntó, mientras oía lo que tenía que decir.
—Esto es muy raro, ¿no crees? —le preguntó al marine, observando como el yonkou se alejaba de allí, y una masa de niebla emergía frente a él—. Así que por fin te dejas ver… —musitó, dejando brotar sus alas e impulsándose a una velocidad casi imperceptible para el ojo humano, dejando una pequeña estela de fuego en el camino, mientras su cuerpo se recubría de energía, la cual iba adoptando la forma de un armazón de samurái que le recubría por completo. Desenfundó dos de sus katanas, y haciendo acopio de todas sus fuerzas con la firme intención de bloquear el ataque del demonio de la niebla, intentando romper la energía que estaba generando el lunático revolucionario con su espada—. No te preocupes, voy a quitarte tu papel de héroe —le dijo a Dexter—. Eso no va conmigo. Así que tu haz lo tuyo y destruye la aguja, y yo hago lo mío y me encargo de este con ayuda de Zuko.
El tono de voz era circunspecto, así como su semblante era serio. Esperaba que Dexter confiara en él para encargarse del revolucionario, o sino no podría preguntarle las razones de que su banda estuviera en su lista negra. Una cosa era que estuviera él, pues había sido y era un insensato con mucha facilidad para meterse en líos con quien no debía, pero otra muy distinta que quisiera poner en peligro a sus polluelos.
—No creo que volar sea lo más sensato —respondió a sus camaradas—. Como ha dicho Nox antes de subir he visto unos cañones muy chungos y no me apetecen que jueguen al tiro al pájaro. Ya pasó una vez y me costó unas cuantas plumas.
De pronto, una nube de niebla emergió de la nada. Se expandía por todas partes, envolviendo por completo el cuerpo del pirata. Era una sensación incómoda, como si una corriente de aire le estuviera empujando hacia abajo impidiéndole moverse. No había que ser una persona muy inteligente para darse cuenta de que eso era obra de una única persona, un ser que había recibido el apodo de demonio a saber por qué razón, y con el que había coincidido en el pasado durante la guerra de Síderos. No había hablado con él en ningún momento, pero si había sido testigo de su fuerza. Había sentido su voluntad de aquella forma, y eso era algo que no se olvidaba tan fácilmente.
La voz de Krauser se extendió con fuerza en todo el lugar, clavándose en su mente como un cincel que esculpe la piedra. Analizó cada palabra que recitó, y algo le escamó en su discurso. «¿Cómo una marioneta?», se cuestionó, frunciendo el ceño durante un instante, rellenando sus orificios nasales hasta llegar a lo más profundo de su cuerpo. Ese tiempo se le hizo eterno. Era incapaz de respirar con soltura, y daba arcadas buscando un atisbo de aire que le hiciese volver a la normalidad. Pudo escuchar disparos, sentir como la aguja temblaba hasta sus cimientos. Y tal como apareció… la niebla se esfumó.
Tomó continuas bocanadas de aire, jadeando como un perro de hocico chato durante una calurosa tarde de verano, para luego escupir un esputo de sangre.
—Maldito Krauser —despotricó, mientras intentaba acelerar su proceso de regeneración interno para curar los posibles daños que hubiera podido recibir.
Una voz conocida resonó en todo el lugar, pero esa vez era diferente. «¿Dónde la he escuchado antes?», se preguntó, mientras oía lo que tenía que decir.
—Esto es muy raro, ¿no crees? —le preguntó al marine, observando como el yonkou se alejaba de allí, y una masa de niebla emergía frente a él—. Así que por fin te dejas ver… —musitó, dejando brotar sus alas e impulsándose a una velocidad casi imperceptible para el ojo humano, dejando una pequeña estela de fuego en el camino, mientras su cuerpo se recubría de energía, la cual iba adoptando la forma de un armazón de samurái que le recubría por completo. Desenfundó dos de sus katanas, y haciendo acopio de todas sus fuerzas con la firme intención de bloquear el ataque del demonio de la niebla, intentando romper la energía que estaba generando el lunático revolucionario con su espada—. No te preocupes, voy a quitarte tu papel de héroe —le dijo a Dexter—. Eso no va conmigo. Así que tu haz lo tuyo y destruye la aguja, y yo hago lo mío y me encargo de este con ayuda de Zuko.
El tono de voz era circunspecto, así como su semblante era serio. Esperaba que Dexter confiara en él para encargarse del revolucionario, o sino no podría preguntarle las razones de que su banda estuviera en su lista negra. Una cosa era que estuviera él, pues había sido y era un insensato con mucha facilidad para meterse en líos con quien no debía, pero otra muy distinta que quisiera poner en peligro a sus polluelos.
- Resumen (Dexter y Zuko leed):
- Narrar lo sucedido, interceptar el espadazo de Krauser con su técnica energética, intentando cortar su canalización, y hablarle a Dexter.
- Cosas Bélicas:
- Clase: Actuales (+5 por raza): Reflejos: 12 | | Poder de destrucción: 12 | Agilidad: 8 | Resistencia: 12 | El resto: 3
- Stats pasivos:
- Fuerza/P. Destrucción x7
Velocidad x2
Resistencia x8
Agilidad x1 (+50%)
Reflejos x2
- Técnica usada:
- Dansetsu no Samurai: la energía que emana el espadachín se materializa y adopta un armazón (armadura) de samurái que le recure todo el cuerpo. Ésta tiene todos los componentes de la una armadura clásica, a excepción del casco que es algo así como una máscara. Las propiedades de dicha armadura son equivalentes a las de los materiales de calidad épica, presentando una tenacidad, resistencia y plasticidad increíbles, además, al ser energía, le otorga la capacidad de imbuir sus armas y sus ataques en la misma, así como cortar otras canalizaciones.
Tiempo activa 3:
Tiempo de recarga: 2.
Aki D. Arlia
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Akuma no mi
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Bajamos al túnel, hartos de todo y con ganas de llegar al final. Las salidas se cerraron y de un momento para otro la niebla lo envolvió todo. Se oían disparos, se sentía la humedad, pero no se veía nada. Lys activó su mantra y sacó los cuchillos, colocándose en guardia. Esa presencia... le resultaba familiar, pero el nombre se le escapaba. Perseguir el recuerdo era inútil y pronto la voz la distrajo. Escuchó en silencio, incapaz de hacer nada. Podía sentir esa voz a su alrededor, en sus oídos y también en el ambiente. No era una niebla natural, era alguien. Alguien enfadado.
Los disparos continuaron y se entremezclaron con otro montón de ruidos que a esas alturas no podía distinguir unos de otros. ¿Se estaban moviendo? No podía ver nada a su alrededor y de repente la niebla se metió dentro de ella. Cogió aire y por unos segundos boqueó como un pez, impresionada. Dolía. Ardía. No podía respirar y comenzaba a alterarse. Entonces, la niebla se disipó. Lys cogió aire y respiró hondo varias veces, paladeando la sangre en su boca. Escupió a un lado, molesta y renovada. Miró a su alrededor, ahora que podía. Veía el cielo sobre su cabeza, habían llegado a la cúspide. Una diminuta sonrisa comenzó a instalarse en su rostro, pero la nueva voz la borró de golpe. Esa no la conocía. Estaba segura. Pero al final de todo, cuando la calma regresó, solo una cosa importaba. Se giró hacia sus compañeros de infortunio, seria y decidida:
- Tenemos quince minutos para parar esto antes de que todo se vaya a pique con nosotros por el camino. Y por lo visto, aún hay que seguir subiendo. Esta vez no voy a seguir sus caminos. Si podéis, seguidme. Si no, esperadme.
Tras escuchar sus respuestas, Lys pasó a su forma híbrida y echó a volar, buscando posarse en el piso más alto que encontrara. Luego volvería a bajar y llevaría sujetos primero a Elliot y luego a William. Iría ella sola, pero no pensaba desaprovechar una ventaja numérica. Estaba harta de juegos, era hora de atajar.
Los disparos continuaron y se entremezclaron con otro montón de ruidos que a esas alturas no podía distinguir unos de otros. ¿Se estaban moviendo? No podía ver nada a su alrededor y de repente la niebla se metió dentro de ella. Cogió aire y por unos segundos boqueó como un pez, impresionada. Dolía. Ardía. No podía respirar y comenzaba a alterarse. Entonces, la niebla se disipó. Lys cogió aire y respiró hondo varias veces, paladeando la sangre en su boca. Escupió a un lado, molesta y renovada. Miró a su alrededor, ahora que podía. Veía el cielo sobre su cabeza, habían llegado a la cúspide. Una diminuta sonrisa comenzó a instalarse en su rostro, pero la nueva voz la borró de golpe. Esa no la conocía. Estaba segura. Pero al final de todo, cuando la calma regresó, solo una cosa importaba. Se giró hacia sus compañeros de infortunio, seria y decidida:
- Tenemos quince minutos para parar esto antes de que todo se vaya a pique con nosotros por el camino. Y por lo visto, aún hay que seguir subiendo. Esta vez no voy a seguir sus caminos. Si podéis, seguidme. Si no, esperadme.
Tras escuchar sus respuestas, Lys pasó a su forma híbrida y echó a volar, buscando posarse en el piso más alto que encontrara. Luego volvería a bajar y llevaría sujetos primero a Elliot y luego a William. Iría ella sola, pero no pensaba desaprovechar una ventaja numérica. Estaba harta de juegos, era hora de atajar.
- Resumen: Ichi, Will, leed:
- Lys sale volando hasta donde mas alto llegue y luego vuelve a llevaros a vosotros por el aire, si aceptais.
Luka Rooney
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El gyojin observó cómo ocurría algo a lo que estaba acostumbrado; La gente empezó a volar. Y lo hicieron en diversas tandas. Primero el todopoderoso Dexter, y tras él lo hicieron su capitán y un marine al que había visto con anterioridad, pese a que no recordaba bien el nombre.
Así que sí, le habían dejado solo con Vile y Alviss. Y también había algún compañero de Dexter, aunque no se iba a acercar a preguntar. De repente, una niebla empezó a rodear el lugar, e incluso hizo que, una vez se coló en su interior, el tiburón tosiese repetidas veces, segregando algo de sangre y despidiéndola al suelo.
El gyojin escuchó entonces una voz. Empleó su haki de observación y solo pudo percibir un aura. Curiosamente era una de las más fuertes que había percibido jamás. La voz dejó paso a más disparos y más ruido en general, y tras ello, otra voz. El pirata frunció el ceño, cansado de tanta habladuría, pero escuchó a la segunda voz, bastante más amenazante que la primera, y miró a sus compañeros.
Y entonces, observó a un ser que parecía un humanoide, a unos diez metros, desprender una extraña aura negra que se acercaba hacia ellos.
- Es hora de que veáis de qué es capaz un gyojin.
El tiburón flexionó las rodillas, ladeó ligeramente la cadera y apuntó con su puño al humanoide. Sin embargo, esperó un instante antes de realizar un movimiento. Agudizó los sentidos, rodeó su cuerpo de fluidos, y conectó cada partícula de agua del exterior con sigo mismo. La niebla… La niebla le estaba haciendo un gran favor, y podría tornar la balanza de su lado tan pronto que parecía que algo no iría bien.
Una vez el habitante del mar tenía las partículas de agua de su alrededor controladas, intentó crear una esfera en la que introducir al humanoide. ¿Podría respirar en el agua? Tan solo era una de las tantas preguntas que se hacía. Y tan solo era una de las tantas pruebas que intentaría llevar a cabo.
Así que sí, le habían dejado solo con Vile y Alviss. Y también había algún compañero de Dexter, aunque no se iba a acercar a preguntar. De repente, una niebla empezó a rodear el lugar, e incluso hizo que, una vez se coló en su interior, el tiburón tosiese repetidas veces, segregando algo de sangre y despidiéndola al suelo.
El gyojin escuchó entonces una voz. Empleó su haki de observación y solo pudo percibir un aura. Curiosamente era una de las más fuertes que había percibido jamás. La voz dejó paso a más disparos y más ruido en general, y tras ello, otra voz. El pirata frunció el ceño, cansado de tanta habladuría, pero escuchó a la segunda voz, bastante más amenazante que la primera, y miró a sus compañeros.
Y entonces, observó a un ser que parecía un humanoide, a unos diez metros, desprender una extraña aura negra que se acercaba hacia ellos.
- Es hora de que veáis de qué es capaz un gyojin.
El tiburón flexionó las rodillas, ladeó ligeramente la cadera y apuntó con su puño al humanoide. Sin embargo, esperó un instante antes de realizar un movimiento. Agudizó los sentidos, rodeó su cuerpo de fluidos, y conectó cada partícula de agua del exterior con sigo mismo. La niebla… La niebla le estaba haciendo un gran favor, y podría tornar la balanza de su lado tan pronto que parecía que algo no iría bien.
Una vez el habitante del mar tenía las partículas de agua de su alrededor controladas, intentó crear una esfera en la que introducir al humanoide. ¿Podría respirar en el agua? Tan solo era una de las tantas preguntas que se hacía. Y tan solo era una de las tantas pruebas que intentaría llevar a cabo.
- Resumen:
Toser sangre y ver lo que pasa a su alrededor.
Usar la niebla a su favor y crear desde la distancia una esfera en la que introducir al humanoide.
- Cosas usadas:
- Chinokawaki: La fiereza de Luka se ve incrementada cuando éste ve sangre, ya sea suya o de su rival, logrando así un 500% de fuerza extra durante dos turnos.
- Tiempo de canalización: 0.5 segundo.
- Duración: 2 posts. Post 1/2
- Tiempo de reutilización: Una vez por batalla.
- Bonificadores: Fuerza 11 (9 Clase + 2 Gyojin) | Resistencia 9 | Agilidad 6 | Velocidad 6 | Reflejos 3 | En el resto 2
- Bonificadores pasivos Fuerza x10 - Resistencia x4
- Hakis:
- Haki de observación: Opuesto. Tier 6. (Empatía 6)
- Haki de armadura: Predilecto. Tier 7.- Caracteristicas haki observación:
[/b]- Nivel 5 ->Nivel 5: Haki Extendido: Se alcanza el nivel extendido en el Haki de observación cuando se desarrolla un quinto Tier de Haki. Debe desarrollar obligatoriamente la aptitud con la que tiene sintonía, alcanzando el tercer Tier, el cuarto o incluso el quinto, si no ha entrenado la otra aptitud. Su sintonía mejora:
Sensibilidad: Los usuarios con sintonía en empatía desarrollan una gran capacidad de liderazgo, pudiendo entender cómo piensa la gente que les rodea y aprovechándolo para guiar mínimamente sus actos. - Tier 5 en Empatía: Si se concentra activamente puede detectar a todas las personas en un radio de cincuenta metros, y con relativa concentración (puede atacar y defenderse) detecta a cualquier persona en un radio de diez metros. Puede sentir animales y localizarlos con facilidad, así como empieza a sentir la presencia de las plantas. Puede mantener la concentración hasta quince asaltos.
- Nivel 5 ->Nivel 5: Haki Extendido: Se alcanza el nivel extendido en el Haki de observación cuando se desarrolla un quinto Tier de Haki. Debe desarrollar obligatoriamente la aptitud con la que tiene sintonía, alcanzando el tercer Tier, el cuarto o incluso el quinto, si no ha entrenado la otra aptitud. Su sintonía mejora:
- Caracteristicas haki armadura:
- Nivel 6 ->Haki Desarrollado: Se alcanza el nivel desarrollado en el Haki de armadura cuando se desarrolla un sexto Tier de Haki. Éste puede ser el sexto de la aptitud con la que posee sintonía (si sólo ha subido esa aptitud) o el correspondiente al entrenamiento que haya llevado a cabo hasta el momento. Alcanza el segundo nivel de su modalidad de Haki de armadura.
Sintonía:
Bastión: Los usuarios con sintonía en armadura se caracterizan por su gran envergadura física y su poderío. Mientras permanecen imbuidos en Haki de armadura, sus impactos son el triple de potentes.
Tizona: Los usuarios con sintonía en armamento poseen una habilidad innata para liberar su Haki. Son capaces de utilizarlo de forma casi inconsciente, pudiendo usarlo un tercio de su capacidad (redondeando hacia abajo) sin agotarse en absoluto. - Armadura tier 6:Aprende a utilizar el endurecimiento, pudiendo tornar su Haki de un tono negro metalizado. Se desgastará al cuádruple de velocidad, pero nadie sin endurecimiento podrá hacerle daño físico, necesitando un Haki igual o superior o el triple de fuerza que él resistencia. Aprende a generar una barrera de Haki a tres metros, tan potente como su propia armadura, pero se desgasta al doble de velocidad usando esta habilidad.
- Armamento tier 6: Cuando canaliza su Haki a través de las armas duplica la potencia de sus impactos. Podría desgastar su Haki al triple de velocidad para duplicar este efecto (multiplica la potencia por cuatro).
- Nivel 6 ->Haki Desarrollado: Se alcanza el nivel desarrollado en el Haki de armadura cuando se desarrolla un sexto Tier de Haki. Éste puede ser el sexto de la aptitud con la que posee sintonía (si sólo ha subido esa aptitud) o el correspondiente al entrenamiento que haya llevado a cabo hasta el momento. Alcanza el segundo nivel de su modalidad de Haki de armadura.
- Chinokawaki: La fiereza de Luka se ve incrementada cuando éste ve sangre, ya sea suya o de su rival, logrando así un 500% de fuerza extra durante dos turnos.
- Cosas cargadas:
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
- Carga Espiritu de Poseidón: 3 turnos de 3 max. (Usados 200 de los 1000 litros)
- Parmigiano: de fuerte sabor y tremendamente nutritivo, este queso otorgará a quien lo consuma un x3 activo (acumulable con activas del consumidor) a la Fuerza durante 3 posts.
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
Ellie
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La mink escuchó atentamente lo que aquel ser tenía que decir mientras una espesa niebla les rodeaba. Entonces, éste paró para dejar escuchar una serie de sonidos que no parecían augurar nada bueno. Disparos, cosas rompiéndose, estruendos y de más sonidos rompedores. Y entonces, una voz. La voz del que parecía ser Krauser. La agente, analizando los sonidos, se temió lo peor, que el edificio se derrumbase sin más.
Y entonces la joven dejó caer sus rodillas al suelo a la par que tosía sin parar. Incluso escupió un par de veces sangre. Aquella maldita niebla no parecía ser niebla sin más. Y entonces, una segunda voz apareció. Y esta era más clara e incluso más amenazante.
Cuando terminó, la loba ignoró todo lo que había pasado por un momento para centrarse en lo que tenía enfrente.
- Te daría todas las garantías que pudiese, de verdad, pero el día que parece que el mundo se va a acabar, no valdrán mucho -comentó a la par que tendía la pata, animando a levantarse al jefe de aquellos seres-. Es la segunda vez que necesitamos un médico tras lo de Carmena. ¿Nadie le puede ayudar?
Pero a decir verdad, aquella gente parecía pertenecer a una civilización claramente inferior medicinalmente, o al menos los que se interesaron parecían ser aprendices de médico. En cualquier caso, ahora tenían que liberar una cuestión mucho más importante. Ellie se dirigió hacia Iulio y Giotto e intentó idear un plan.
- Debemos subir, e intentar ayudar a este hombre. Somos mucha gente para entrar por el ascensor… Quizá los más ágiles podamos trepar por los soportes del ascensor, y tras ello que los que estén en peor estado -comentó a la par que señalaba al jefe y a Carmena- vayan en el interior. ¿Qué os parece?
Y entonces la joven dejó caer sus rodillas al suelo a la par que tosía sin parar. Incluso escupió un par de veces sangre. Aquella maldita niebla no parecía ser niebla sin más. Y entonces, una segunda voz apareció. Y esta era más clara e incluso más amenazante.
Cuando terminó, la loba ignoró todo lo que había pasado por un momento para centrarse en lo que tenía enfrente.
- Te daría todas las garantías que pudiese, de verdad, pero el día que parece que el mundo se va a acabar, no valdrán mucho -comentó a la par que tendía la pata, animando a levantarse al jefe de aquellos seres-. Es la segunda vez que necesitamos un médico tras lo de Carmena. ¿Nadie le puede ayudar?
Pero a decir verdad, aquella gente parecía pertenecer a una civilización claramente inferior medicinalmente, o al menos los que se interesaron parecían ser aprendices de médico. En cualquier caso, ahora tenían que liberar una cuestión mucho más importante. Ellie se dirigió hacia Iulio y Giotto e intentó idear un plan.
- Debemos subir, e intentar ayudar a este hombre. Somos mucha gente para entrar por el ascensor… Quizá los más ágiles podamos trepar por los soportes del ascensor, y tras ello que los que estén en peor estado -comentó a la par que señalaba al jefe y a Carmena- vayan en el interior. ¿Qué os parece?
- Resumen:
Intentar ayudar al gran jefe y preguntar si hay más médicos entre esa gente.
Intentar idear un plan con Giotto y Iulio.
Hayden Ashworth
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Se llevó la mano al pecho en cuanto sintió la punzada de dolor. Su otra mano fue directa a taparse la boca, para evitar respirar más niebla. Los pulmones le dolían, viéndose obligado a recurrir a toda su resistencia y fuerza de voluntad posible para seguir adelante. ¿Sería veneno? No podía ser tumbado por una simple niebla, había llegado demasiado lejos. Si fracasaba allí, todo habría terminado. Apretó los dientes para después gritar, dejando escapar un poco de sangre desde su garganta, mientras escuchaba la voz de Krauser retumbando en sus oídos. Las cosas que decía, si bien estaba cabreado, practicamente confirmaban que él no era el responsable de todo aquello. Sin embargo, la segunda voz que habló fue la última prueba que necesitó.
La presencia de Krauser parecía engullirlo, casi literalmente, pues parecía estar por todas partes. Sin embargo, no fue aquello lo que le hizo pensar que el revolucionario había llegado hasta ellos. Una gigantesca figura se alzaba, hecha de niebla acumulada. Era Krauser. Los ojos ambarinos del dragón se clavaron en el ex-almirante. ¿Acaso era imbécil? ¿Si estaba tan en contra de lo que estaban haciendo y de como le estaban utilizando porque cojones iba a atacar al hombre que tenía más probabilidades de acabar con todo ello? ¿Acaso seguía siendo una marioneta involuntaria? Fuera como fuese, era Krauser, el hombre que desertó de la marina. El hombre cuyos métodos de revolución dejaron atrás cientos de muertos y heridos. Aunque no estuviese detrás de todo, no podía dejarlo atrás. El dragón batió las alas para impulsarse hacia arriba y coger algo de altura, esquivando así el espadazo gigante que el demonio de la niebla daba.
Vio como Zane ya hacía su defensa y su ataque, diciéndole a Dexter que se marchara a buscar la manera de desactivar la aguja mientras ellos se encargaban del revolucionario. No esperó un segundo más. Empezó a volar hacia la cara de Krauser. En el aire daba pasos que golpeaban el viento, como el Rokushiki bien le había enseñado. Cada paso que daba en el aire era propulsado con fuego, aumentando la velocidad. Llevó el puño hacia atrás, el cual se vio enseguida no solo de color de negro mate, sino cubierto de una gran llama de fuego que se extendía tras él mientras avanzaba. El fuego salió a propulsión de su codo, y Zuko sintió como el brazo quería salir disparado hacia delante, reteniéndolo atrás. Al llegar a la cabeza del Krauser gigante, gritó. Dirigió su puño con fuerza y velocidad directo a la sien, que no solo sería un golpe, sino también una enorme bola de fuego disparada hacia delante.
La presencia de Krauser parecía engullirlo, casi literalmente, pues parecía estar por todas partes. Sin embargo, no fue aquello lo que le hizo pensar que el revolucionario había llegado hasta ellos. Una gigantesca figura se alzaba, hecha de niebla acumulada. Era Krauser. Los ojos ambarinos del dragón se clavaron en el ex-almirante. ¿Acaso era imbécil? ¿Si estaba tan en contra de lo que estaban haciendo y de como le estaban utilizando porque cojones iba a atacar al hombre que tenía más probabilidades de acabar con todo ello? ¿Acaso seguía siendo una marioneta involuntaria? Fuera como fuese, era Krauser, el hombre que desertó de la marina. El hombre cuyos métodos de revolución dejaron atrás cientos de muertos y heridos. Aunque no estuviese detrás de todo, no podía dejarlo atrás. El dragón batió las alas para impulsarse hacia arriba y coger algo de altura, esquivando así el espadazo gigante que el demonio de la niebla daba.
Vio como Zane ya hacía su defensa y su ataque, diciéndole a Dexter que se marchara a buscar la manera de desactivar la aguja mientras ellos se encargaban del revolucionario. No esperó un segundo más. Empezó a volar hacia la cara de Krauser. En el aire daba pasos que golpeaban el viento, como el Rokushiki bien le había enseñado. Cada paso que daba en el aire era propulsado con fuego, aumentando la velocidad. Llevó el puño hacia atrás, el cual se vio enseguida no solo de color de negro mate, sino cubierto de una gran llama de fuego que se extendía tras él mientras avanzaba. El fuego salió a propulsión de su codo, y Zuko sintió como el brazo quería salir disparado hacia delante, reteniéndolo atrás. Al llegar a la cabeza del Krauser gigante, gritó. Dirigió su puño con fuerza y velocidad directo a la sien, que no solo sería un golpe, sino también una enorme bola de fuego disparada hacia delante.
- Resumen:
- Fliparme muy mucho
- Cosas importantes que saber a la hora de determinar el golpe a Krauser:
- Geppou escribió:Geppou: Esta técnica especial, propia del Rokushiki, permite al usuario caminar por el aire. Durante su uso no puede dejar de caminar, pero con práctica puede llegar a combinar esta técnica con otras.Soru Kenpo: Uma escribió:Soru: Uma Kenpo Genuino
Zuko ha avanzado tanto en el uso del soru que ahora puede alcanzar esa velocidad al mover cualquier extremidad y no solo al correr, volviéndose capaz de dar puñetazos o patadas a veinticinco metros por segundo.Rocket Fire escribió:Fire Bending Class III: Rocket Fire: Zuko aprende a controlar mucho mejor el fuego, pudiendo crear grandes cantidades que anteriormente lo dejarían agotado, así como hacerlas a la potencia suficiente como para propulsarse, lo que le permite dar saltos más altos, deslizarse a gran velocidad a ras de suelo o dar golpes más fuertes propulsando la parte del cuerpo con la que quiere atacar.Clase escribió:Nivel 80: Agilidad 8, Velocidad 5, Fuerza 8, Reflejos 3, Resistencia 4
Pasivo x9 + x5 forma híbrida
Haki armadura tier 8, sobresaliente y predilecto
Eric Zor-El
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Como era de costumbre en el shandiano, cuando alguien estaba hablando de algo que no le interesaba se ausentó en lo más profundo de su psique y se quedó pensando en sus cosas, mientras instintivamente fumaba de su pipa. No fue sino la voz de Kenzo y el mapache que tenía sobre sus hombros que le hicieron volver a la realidad. Y entonces, de la nada, una espesa niebla emergió y lo envolvió por completo. Intentó moverse, pero no pudo.
—Atali o madafaga
Y no dijo nada más. La niebla entró en su cuerpo sin que él pudiera hacer nada. Era una sensación extraña que le impedía respirar con normalidad, pero en su isla natal tampoco necesitaban grandes dosis de oxígeno para sobrevivir. Trató de mantener la calma en todo momento, escuchando el mensaje de aquel que estuviera haciendo aquello y gruñendo cada unos pocos segundos. La sed de sangre se palpaba en el ambiente, y como vino todo cesó.
Sus ropajes de marines estaban empapados, y sobre él estaba el mapache con la cola mojada dándole en la cara.
—Baja un momento —le dijo, para después comenzar a quitarse la ropa. Primero se quitó el poncho, el cual puso delicadamente en el suelo. Tras eso, se quitó la parte de arriba de su indumentaria marine y las botas, colocando estas últimas atadas en su cinturón mediante los cordones—. Así se está mejor, ¿no creen? —Cogió el poncho del suelo y se lo puso—. Es hora de irnos, muchachos. Sube de nuevo, pequeñajo.
Cuando volvió a atender a la situación de la sala en la que se encontraban la sala estaba prácticamente destrozada, y podía contemplar el esqueleto de aquel esperpento metálico. No era capaz de creer como la gente del mar azul prefería renunciar a la vida en la naturaleza, rodeados de plantas y animales por aquello. No había vida, tampoco sentimiento… Era inhumano.
—Kenzo, Rocket ¿por dónde fue el repipi de Alnium? —preguntó—. Seguramente su camino sea el que nos lleve hacia el creador de este monstruo.
Una vez alguno de los dos le dijera el camino puso rumbo hacia allá. Mientras caminaba miraba al mapache continuamente, pues no todos los días se veía a una alimaña armada hasta los dientes. En su tribu solían comerlos, aunque a él le daba mucha pena, pues uno de sus mejores amigos en la infancia era de su raza. Un animalejo muy bonito y obediente, aunque con tendencia a morderle continuamente.
—¿Cómo ha acabado un individuo como tú en un sitio como éste? —le preguntó.
—Atali o madafaga
Y no dijo nada más. La niebla entró en su cuerpo sin que él pudiera hacer nada. Era una sensación extraña que le impedía respirar con normalidad, pero en su isla natal tampoco necesitaban grandes dosis de oxígeno para sobrevivir. Trató de mantener la calma en todo momento, escuchando el mensaje de aquel que estuviera haciendo aquello y gruñendo cada unos pocos segundos. La sed de sangre se palpaba en el ambiente, y como vino todo cesó.
Sus ropajes de marines estaban empapados, y sobre él estaba el mapache con la cola mojada dándole en la cara.
—Baja un momento —le dijo, para después comenzar a quitarse la ropa. Primero se quitó el poncho, el cual puso delicadamente en el suelo. Tras eso, se quitó la parte de arriba de su indumentaria marine y las botas, colocando estas últimas atadas en su cinturón mediante los cordones—. Así se está mejor, ¿no creen? —Cogió el poncho del suelo y se lo puso—. Es hora de irnos, muchachos. Sube de nuevo, pequeñajo.
Cuando volvió a atender a la situación de la sala en la que se encontraban la sala estaba prácticamente destrozada, y podía contemplar el esqueleto de aquel esperpento metálico. No era capaz de creer como la gente del mar azul prefería renunciar a la vida en la naturaleza, rodeados de plantas y animales por aquello. No había vida, tampoco sentimiento… Era inhumano.
—Kenzo, Rocket ¿por dónde fue el repipi de Alnium? —preguntó—. Seguramente su camino sea el que nos lleve hacia el creador de este monstruo.
Una vez alguno de los dos le dijera el camino puso rumbo hacia allá. Mientras caminaba miraba al mapache continuamente, pues no todos los días se veía a una alimaña armada hasta los dientes. En su tribu solían comerlos, aunque a él le daba mucha pena, pues uno de sus mejores amigos en la infancia era de su raza. Un animalejo muy bonito y obediente, aunque con tendencia a morderle continuamente.
—¿Cómo ha acabado un individuo como tú en un sitio como éste? —le preguntó.
- Resumen:
- Narrar + mandar + poder rumbo a donde fue el almirante y seguir ascendiendo.
Kaito Takumi
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Una fina sonrisa se hizo hueco en el rostro de Kaito cuando este vio a su compañero despojar al cadáver de sus pertenencias. Los carroñeros siempre iban en grupo, y a pesar de la intrínseca competencia, agradecía la compañía. Los cardúmenes tenían su utilidad, de eso se había dado cuenta nada más ver la cantidad de peces que el rey del bajo mundo había reunido, y se juró aprovechar aquel recurso del que había rehuido en un futuro próximo. “No tiene siempre porqué salir mal”, pensó para sí recordando experiencias pasadas.
Tras subir las escaleras, el ningyo recibió el mar de bruma con los brazos abiertos. La humedad siempre había sido su aliada, y creyéndose más listo que su enemigo pensó que podría usar aquella niebla en su contra. Pobre desgraciado. Pronto se dio cuenta de su error al sentir la abrumadora presencia de Krauser empapando cara poro de su cuerpo.
—¿Logia o paramecia? —preguntó a su aliado con cierto nerviosismo. No conocía aquel hombre ni de oídas, pero desde luego no parecía tener buenas intenciones.
Por muy inteligente que fuera o se creyese, Kaito desconocía que el haki era capaz de hacer daño a los usuarios de akuma saltándose las imposibilidades de su sustancia corpórea. De haberlo sabido hubiera intentado algo tan oscuro y vil como lógico, pero solo capaz de notar que aquello que le rodeaba era de alguna manera “húmedo”, simplemente intentó zafarse cuanto podía de la niebla usando su control del líquido elemento.
Desgraciadamente, el daño ya estaba hecho, y donde ya había sangre nasal reseca empezó a colarse más de origen pulmonar. Tosiendo para intentar empujar el desagradable ahogo de unos alveolos colapsados, el pelirrojo se inclinó hacia delante escupiendo parte de su vitalidad. Tras el terror de una muerte tan cruel, sonrió. Aquella había sido una demostración realmente instructiva.
—Sería muy gracioso que al final de todo esto no hubiera nada…—dijo buscando la excusa para salir de aquel infernal edificio para vivir otro día más.
Entonces recordó qué pasaría una vez se encendiese la torre.
Antes se ha dicho que al monstruo no le importaba nada qué le pasase aquel mar para él ignoto, pero lo cierto es que era una cuestión de perspectiva. Un mar, tal y como la mayoría de los presentes en aquel terrible evento pensaba en él, eran sus gentes, sus tierras y sus islas, y poco o más bien nada de eso le preocupaba al pelirrojo. Lo que le destrozaba, lo que le hacía hervir la sangre tanto como las aguas del West, era lo que pasaría en el North al encender el segundo Jinete. Lo que ya había pasado en su mar cardinal.
La vida cambiaba demasiado con unos grados más de temperatura en el agua, y el terrible ruido de la apocalíptica arma en uso hacía vibrar cada gota impidiendo descansar a millones de criaturas. Él incluido.
Intentando recobrarse y comprobando si había conseguido llevarse consigo algún litro de la bruma, Kaito prosiguió con un paso firme que no tardó en volverse una ligera carrera. El tiempo apremiaba, y él tenía un mar, uno de verdad, que salvar del cruel destino labrado por los que apenas pensaban en él.
Tras subir las escaleras, el ningyo recibió el mar de bruma con los brazos abiertos. La humedad siempre había sido su aliada, y creyéndose más listo que su enemigo pensó que podría usar aquella niebla en su contra. Pobre desgraciado. Pronto se dio cuenta de su error al sentir la abrumadora presencia de Krauser empapando cara poro de su cuerpo.
—¿Logia o paramecia? —preguntó a su aliado con cierto nerviosismo. No conocía aquel hombre ni de oídas, pero desde luego no parecía tener buenas intenciones.
Por muy inteligente que fuera o se creyese, Kaito desconocía que el haki era capaz de hacer daño a los usuarios de akuma saltándose las imposibilidades de su sustancia corpórea. De haberlo sabido hubiera intentado algo tan oscuro y vil como lógico, pero solo capaz de notar que aquello que le rodeaba era de alguna manera “húmedo”, simplemente intentó zafarse cuanto podía de la niebla usando su control del líquido elemento.
Desgraciadamente, el daño ya estaba hecho, y donde ya había sangre nasal reseca empezó a colarse más de origen pulmonar. Tosiendo para intentar empujar el desagradable ahogo de unos alveolos colapsados, el pelirrojo se inclinó hacia delante escupiendo parte de su vitalidad. Tras el terror de una muerte tan cruel, sonrió. Aquella había sido una demostración realmente instructiva.
—Sería muy gracioso que al final de todo esto no hubiera nada…—dijo buscando la excusa para salir de aquel infernal edificio para vivir otro día más.
Entonces recordó qué pasaría una vez se encendiese la torre.
Antes se ha dicho que al monstruo no le importaba nada qué le pasase aquel mar para él ignoto, pero lo cierto es que era una cuestión de perspectiva. Un mar, tal y como la mayoría de los presentes en aquel terrible evento pensaba en él, eran sus gentes, sus tierras y sus islas, y poco o más bien nada de eso le preocupaba al pelirrojo. Lo que le destrozaba, lo que le hacía hervir la sangre tanto como las aguas del West, era lo que pasaría en el North al encender el segundo Jinete. Lo que ya había pasado en su mar cardinal.
La vida cambiaba demasiado con unos grados más de temperatura en el agua, y el terrible ruido de la apocalíptica arma en uso hacía vibrar cada gota impidiendo descansar a millones de criaturas. Él incluido.
Intentando recobrarse y comprobando si había conseguido llevarse consigo algún litro de la bruma, Kaito prosiguió con un paso firme que no tardó en volverse una ligera carrera. El tiempo apremiaba, y él tenía un mar, uno de verdad, que salvar del cruel destino labrado por los que apenas pensaban en él.
- Resumen:
Relleno + Seguir hacia delante y haber intentado llevarme humedad con el Kárate gyojin de la bruma de Krauser
Dexter Black
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Pudo escalar el muro con facilidad, apenas de un simple salto. Sobre él se alzaban los anillos de un constructo monstruoso, y bajo sus pies hervía el bullicio de cientos de personas luchando por vivir un día más. ¿Y luego qué? Ante él, la gigantesca aguja le hizo sentir pequeño; apenas una hormiga frente a un dios... Todo se decidía a partir de ese momento, todo se decidía cuando las manecillas del reloj marcasen el fin de la cuenta atrás.
Pudo avanzar cómodamente la mitad del camino mientras el artefacto se iba haciendo más y más grande cada vez. Sentía miedo, aunque se trataba de un miedo extraño: Por primera vez desde que salió al mar no tenía miedo a la muerte, o no solo a eso. El mundo colapsaría si ellos fracasaban, y cuando lo sintió acercarse todo se magnificó. Pero ya estaba hecho al demonio de la niebla.
-No te servirá de nada -dijo. La niebla entraba en su cuerpo por boca y nariz, llenando cada hueco de su cuerpo-. No necesito respirar.
Aquello era parcialmente cierto. Podía contener la respiración durante horas, pero no previó que respirase o no la humedad se condensaría en sus pulmones. Sintió una a una cada gota que caía por su tráquea, cada partícula que se licuaba en su interior. Deseaba toser, deseaba con todas sus fuerzas toser; pero no lo hizo. Ardía por dentro y su cuerpo se revolvía interiormente, buscando una convulsión que expulsase todo lo que estaba tragando, pero no cedió ante sus impulsos. Alguien, quien fuese, quería verle arrodillado, y ni Krauser ni Elrik ni nadie verían jamás a Dexter Black hincar la rodilla.
Vomitó al desvanecerse la niebla un líquido más rojo que transparente, una amalgama sanguinolenta que le dejó un regusto a herrumbre en la boca. Hacía mucho tiempo que no sentía tanto dolor, y si bien su cuerpo estaba blindado por fuera el interior no dejaba de ser casi el de un ser humano ordinario. ¿Cómo podía haber llegado a eso? Krauser no estaba detrás, seguía convencido, y estaba seguro de quién era el culpable. Su voz iracunda, su mensaje lanzado a ciegas y una niebla que lo envolvía todo... No eran ellos los objetivos. Si no, lo habría hecho un tiempo atrás, tal vez coincidiendo con alguna prueba letal. Todo estaba orquestado salvo aquello, y la voz tras el Demonio lo confirmaba. Ahora más que nunca era imprescindible seguir adelante y capturar a quien estuviese detrás de todo.
Sus pasos lo llevaban a adentrarse en una niebla espesa, la única que quedaba como testigo de lo que había hecho Krauser, pero no llegó a poner un pie en su interior. Como manejada por un experto escultor formó un perfecto Demonio de la Niebla... De niebla. Habría mascado la dulce ironía si la hubiera por alguna parte, pero en su lugar llevó su mano a la empuñadura de la espada, listo para contraatacar el gigantesco tajo que el revolucionario -o exrevolucionario- estaba descargando sobre él. Pero Kenshin la detuvo en su lugar.
-Nunca dejarás de ser un imprudente -masculló, dejando caer la hoja de vuelta en su vaina-. Ni se os ocurra perder.
Ver a Dexter Black huyendo de un combate era una situación tan extraña que a sí mismo se le erizaba el vello de la nuca. Su cuerpo se resistía a abandonar, pese a que sabía que debía hacerlo, y tenía la sensación de estar actuando como un cobarde. ¿Habría luchado en otras circunstancias? Tal vez, pero no tenía moral para enfrentar a Krauser, y responsable o no iba a morir ese día. Estaba casi seguro de ello, y por eso corrió. Corrió hacia delante, colándose por un lado del coloso y tirando millas hacia el centro de aquella máquina infernal. Tocó, solo por un momento, el zafiro que llevaba al cuello. Estaba seguro de que le iba a salvar la vida allá donde iba.
Su carrera no se detendría hasta llegar al borde de la aguja donde, si no estaba equivocado, se encontraba un vacío. Miraría hacia arriba en busca de un enganche, y luego hacia abajo. Si lo encontraba abajo volaría alrededor del artefacto, mientras que si lo encontraba arriba se lanzaría en una carrera suicida por las escaleras que llevaban al siguiente anillo. Si se daba la dudosa tercera opción solo quedaba llegar hasta la cima y destruir lo que fuese que debía activarla.
Pudo avanzar cómodamente la mitad del camino mientras el artefacto se iba haciendo más y más grande cada vez. Sentía miedo, aunque se trataba de un miedo extraño: Por primera vez desde que salió al mar no tenía miedo a la muerte, o no solo a eso. El mundo colapsaría si ellos fracasaban, y cuando lo sintió acercarse todo se magnificó. Pero ya estaba hecho al demonio de la niebla.
-No te servirá de nada -dijo. La niebla entraba en su cuerpo por boca y nariz, llenando cada hueco de su cuerpo-. No necesito respirar.
Aquello era parcialmente cierto. Podía contener la respiración durante horas, pero no previó que respirase o no la humedad se condensaría en sus pulmones. Sintió una a una cada gota que caía por su tráquea, cada partícula que se licuaba en su interior. Deseaba toser, deseaba con todas sus fuerzas toser; pero no lo hizo. Ardía por dentro y su cuerpo se revolvía interiormente, buscando una convulsión que expulsase todo lo que estaba tragando, pero no cedió ante sus impulsos. Alguien, quien fuese, quería verle arrodillado, y ni Krauser ni Elrik ni nadie verían jamás a Dexter Black hincar la rodilla.
Vomitó al desvanecerse la niebla un líquido más rojo que transparente, una amalgama sanguinolenta que le dejó un regusto a herrumbre en la boca. Hacía mucho tiempo que no sentía tanto dolor, y si bien su cuerpo estaba blindado por fuera el interior no dejaba de ser casi el de un ser humano ordinario. ¿Cómo podía haber llegado a eso? Krauser no estaba detrás, seguía convencido, y estaba seguro de quién era el culpable. Su voz iracunda, su mensaje lanzado a ciegas y una niebla que lo envolvía todo... No eran ellos los objetivos. Si no, lo habría hecho un tiempo atrás, tal vez coincidiendo con alguna prueba letal. Todo estaba orquestado salvo aquello, y la voz tras el Demonio lo confirmaba. Ahora más que nunca era imprescindible seguir adelante y capturar a quien estuviese detrás de todo.
Sus pasos lo llevaban a adentrarse en una niebla espesa, la única que quedaba como testigo de lo que había hecho Krauser, pero no llegó a poner un pie en su interior. Como manejada por un experto escultor formó un perfecto Demonio de la Niebla... De niebla. Habría mascado la dulce ironía si la hubiera por alguna parte, pero en su lugar llevó su mano a la empuñadura de la espada, listo para contraatacar el gigantesco tajo que el revolucionario -o exrevolucionario- estaba descargando sobre él. Pero Kenshin la detuvo en su lugar.
-Nunca dejarás de ser un imprudente -masculló, dejando caer la hoja de vuelta en su vaina-. Ni se os ocurra perder.
Ver a Dexter Black huyendo de un combate era una situación tan extraña que a sí mismo se le erizaba el vello de la nuca. Su cuerpo se resistía a abandonar, pese a que sabía que debía hacerlo, y tenía la sensación de estar actuando como un cobarde. ¿Habría luchado en otras circunstancias? Tal vez, pero no tenía moral para enfrentar a Krauser, y responsable o no iba a morir ese día. Estaba casi seguro de ello, y por eso corrió. Corrió hacia delante, colándose por un lado del coloso y tirando millas hacia el centro de aquella máquina infernal. Tocó, solo por un momento, el zafiro que llevaba al cuello. Estaba seguro de que le iba a salvar la vida allá donde iba.
Su carrera no se detendría hasta llegar al borde de la aguja donde, si no estaba equivocado, se encontraba un vacío. Miraría hacia arriba en busca de un enganche, y luego hacia abajo. Si lo encontraba abajo volaría alrededor del artefacto, mientras que si lo encontraba arriba se lanzaría en una carrera suicida por las escaleras que llevaban al siguiente anillo. Si se daba la dudosa tercera opción solo quedaba llegar hasta la cima y destruir lo que fuese que debía activarla.
- Resumen:
- Huir del combate, buscar el enchufe, subir hasta el enchufe.
Rei Arslan
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Annie respiró aliviada mientras subían en el ascensor y una especie de confeti caía sobre ellos. Miró hacia, arqueando las cejas y jadeando. Se sentía cansada, mucho más que lo normalmente. Liberar su energía hacía tan solo unos momentos le había pasado factura y aunque ya no sentía dolor en su herida, Edward terminó de cerrarla. Esta sonrió al ver el esfuerzo que hizo y le dio una palmada en la espalda, ahora dependía del poder de su fruto del demonio para que cicatrizase bien.
Cuando llegaron hasta arriba una suave brisa meció sus cabellos cenicientos. Aire puro, por fin. La Aguja había sacado lo peor de ella y por fin se sentía liberada de tanta presión, pero aunque solo hubieran llegado a lo alto quedaba mucho por hacer. Sin embargo, el aire puro no duró mucho, una densa niebla comenzó a rodearlo todo de nuevo y, aunque en un principio Annie intentó no toser, no pudo evitarlo.
Las gotas de sangre caían sobre sus manos cuando las ponía delante de la boca. Respirar era complicado y la presencia de Krauser le resultaba más pesada que nunca con aquellas palabras resonando en su cabeza. Tosió varias veces más hasta que finalmente se disipó y pudo volver a la normalidad.
Cuando la densa niebla iba desapareciendo poco a poco le pareció ver el rostro fugaz de Zane con más personas, pero él no estaba ahí. ¿Dónde estaba? Por un momento se temió lo peor, hasta que cuando la niebla se disipó del todo estaban en otra parte. ¿Qué había pasado? Solamente estaba con Maki, esperaba que tanto Osuka, Edward y Julianna estuvieran bien.
Se giró al ver que un extraño hombre se ponía a cantar sobre si estaba bien y se frotó la cabeza. Demasiados niños para su gusto rodeando a alguien así, que resultaba parecer muy pesado y, si no fuera por poco, a Maki le estaban tirando la caña. Annie se cruzó de brazos, mirando la escenita y a la muchacha.
-Tenemos que continuar - sugirió al Gyojin mientras esta empezaba a caminar recto e ignorando al cantante.
Cuando llegaron hasta arriba una suave brisa meció sus cabellos cenicientos. Aire puro, por fin. La Aguja había sacado lo peor de ella y por fin se sentía liberada de tanta presión, pero aunque solo hubieran llegado a lo alto quedaba mucho por hacer. Sin embargo, el aire puro no duró mucho, una densa niebla comenzó a rodearlo todo de nuevo y, aunque en un principio Annie intentó no toser, no pudo evitarlo.
Las gotas de sangre caían sobre sus manos cuando las ponía delante de la boca. Respirar era complicado y la presencia de Krauser le resultaba más pesada que nunca con aquellas palabras resonando en su cabeza. Tosió varias veces más hasta que finalmente se disipó y pudo volver a la normalidad.
Cuando la densa niebla iba desapareciendo poco a poco le pareció ver el rostro fugaz de Zane con más personas, pero él no estaba ahí. ¿Dónde estaba? Por un momento se temió lo peor, hasta que cuando la niebla se disipó del todo estaban en otra parte. ¿Qué había pasado? Solamente estaba con Maki, esperaba que tanto Osuka, Edward y Julianna estuvieran bien.
Se giró al ver que un extraño hombre se ponía a cantar sobre si estaba bien y se frotó la cabeza. Demasiados niños para su gusto rodeando a alguien así, que resultaba parecer muy pesado y, si no fuera por poco, a Maki le estaban tirando la caña. Annie se cruzó de brazos, mirando la escenita y a la muchacha.
-Tenemos que continuar - sugirió al Gyojin mientras esta empezaba a caminar recto e ignorando al cantante.
Nailah
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El hombre que no paraba de pedirle los cien mil berries le había aburrido demasiado, aunque para su bien, una extraña niebla surgió que le hizo perderlo de vista. La densa niebla inundó toda la sala hasta que perdió a sus compañeros de vista durante unos instantes. Intentó avanzar estirando la mano a medida que escuchaba aquella pesada voz, pero enseguida se detuvo. Los pulmones le dolían al respirar hasta que tosió.
Los ataques de tos eran repentinos e incluso se arrodilló en el suelo, apoyando las manos sobre este mientras de su boca emanaban hilillos de sangre. Sus ojos estaban llorosos por cada vez que respiraba hasta que contuvo la respiración durante unos segundos, tiempo en el que comenzó a desaparecer la densa niebla.
Se levantó, jadeando en cuanto la niebla se fue disipando poco y observó el estado de la sala. Ya no era como antes, todo estaba destrozado y Nailah estaba muy confusa. ¿Qué tanto poder tenía la niebla? La pirata, tras aquel incidente no dijo nada y se mantuvo en silencio mientras subía las escaleras que parecían estar en buen estado.
Subió primera, pisando con cuidado y de vez en cuando echando miradas hacia atrás para ver si sus compañeros la seguían. Cuando llegaron arriba, se fijó en los enormes muros que había. Se giró hacia Marc y le señaló las paredes.
-¿Qué hay al otro lado? - Preguntó mientras se giraba y daba un pequeño saltito, como si fuera a llegar de esa manera.
Tras eso, miró al cielo que se expandía ante ellos y respiró aliviada, pero no por mucho tiempo. Unas sombras acechaban y la pirata desenvainó a la reina roja, mirando hacia el horizonte.
-¡Preparaos! - Exclamó mirando a su alrededor.
Los ataques de tos eran repentinos e incluso se arrodilló en el suelo, apoyando las manos sobre este mientras de su boca emanaban hilillos de sangre. Sus ojos estaban llorosos por cada vez que respiraba hasta que contuvo la respiración durante unos segundos, tiempo en el que comenzó a desaparecer la densa niebla.
Se levantó, jadeando en cuanto la niebla se fue disipando poco y observó el estado de la sala. Ya no era como antes, todo estaba destrozado y Nailah estaba muy confusa. ¿Qué tanto poder tenía la niebla? La pirata, tras aquel incidente no dijo nada y se mantuvo en silencio mientras subía las escaleras que parecían estar en buen estado.
Subió primera, pisando con cuidado y de vez en cuando echando miradas hacia atrás para ver si sus compañeros la seguían. Cuando llegaron arriba, se fijó en los enormes muros que había. Se giró hacia Marc y le señaló las paredes.
-¿Qué hay al otro lado? - Preguntó mientras se giraba y daba un pequeño saltito, como si fuera a llegar de esa manera.
Tras eso, miró al cielo que se expandía ante ellos y respiró aliviada, pero no por mucho tiempo. Unas sombras acechaban y la pirata desenvainó a la reina roja, mirando hacia el horizonte.
-¡Preparaos! - Exclamó mirando a su alrededor.
Taylor Fitzgerald
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Taylor se sorprendió al ver que la voz les había permitido avanzar, a cambio unas palabras que a ella no le gustaron nada. ¿Por qué esa voz sabía que era un robot? Catalogarla de hojalata había sido muy cruel. Apretó el puño con fuerza, resistiendo las ganas de hacer callar a aquella cosa pero sería en vano. Sin embargo, su superior parecía no darse cuenta de por qué a ella le llamaba así. Sonrió ante esa ignorancia y avanzó junto a él en el ascensor y los otros dos marines.
Cuando llegan a la cima la pelirrosa es la primera en avanzar, deteniéndose en la entrada a la espera de su compañero. Todo era paz en lo más alto y en la noche más oscura, pero podía ver gracias al fulgor de la luna llena. Estaba contenta de ver hasta donde habían llegado con esfuerzo, tras tantas pruebas incesantes lo habían logrado, pero aún les quedaba mucho para deshacerse de aquella torre.
Cuando iba a continuar una densa niebla envolvió a todo y a todos. Taylor se giró rápidamente, buscando a Dretch, pero para su desgracia todos estaban siendo afectados por esta. Era raro ver a robot nervioso, pero en este caso su nerviosismo fue más allá. No tenía ni idea de como evitar que aquella niebla afectara a sus compañeros y mucho menos disiparla.
Se acercó hasta el agente, asustada y permaneció a su lado hasta que la niebla iría desapareciendo poco a poco. También escuchó las palabras que resonaban a su alrededor. Aquello le dio el impulso de terminar con la amenaza de la aguja de una vez. En cuanto todo regresó a la calma y con un silencio sepulcral, se echó hacia atrás, observando el estado de los marines también. Levantaría sospechas que a ella no le hubiera afectado en absoluto, pero no tenía intención de ocultar que no respiraba. Es más, cualquiera que se diese cuenta si miraba a su pecho, sabría que este no se inflaba y desinflaba debido al ritmo de la respiración.
Taylor caminó de primera, con la intención de ir hacia el centro del pasillo en el que se encontraban. Quería llegar todavía más lejos y, por suerte, se había quedado también con una muestra de la niebla. Poco a poco tenía numerosas sustancias en su poder que le servirían al Gobierno Mundial y seguramente el profesor Fitzgerald le otorgase algún mérito.
-Veamos hasta donde lleva esto... - musitó.
Cuando llegan a la cima la pelirrosa es la primera en avanzar, deteniéndose en la entrada a la espera de su compañero. Todo era paz en lo más alto y en la noche más oscura, pero podía ver gracias al fulgor de la luna llena. Estaba contenta de ver hasta donde habían llegado con esfuerzo, tras tantas pruebas incesantes lo habían logrado, pero aún les quedaba mucho para deshacerse de aquella torre.
Cuando iba a continuar una densa niebla envolvió a todo y a todos. Taylor se giró rápidamente, buscando a Dretch, pero para su desgracia todos estaban siendo afectados por esta. Era raro ver a robot nervioso, pero en este caso su nerviosismo fue más allá. No tenía ni idea de como evitar que aquella niebla afectara a sus compañeros y mucho menos disiparla.
Se acercó hasta el agente, asustada y permaneció a su lado hasta que la niebla iría desapareciendo poco a poco. También escuchó las palabras que resonaban a su alrededor. Aquello le dio el impulso de terminar con la amenaza de la aguja de una vez. En cuanto todo regresó a la calma y con un silencio sepulcral, se echó hacia atrás, observando el estado de los marines también. Levantaría sospechas que a ella no le hubiera afectado en absoluto, pero no tenía intención de ocultar que no respiraba. Es más, cualquiera que se diese cuenta si miraba a su pecho, sabría que este no se inflaba y desinflaba debido al ritmo de la respiración.
Taylor caminó de primera, con la intención de ir hacia el centro del pasillo en el que se encontraban. Quería llegar todavía más lejos y, por suerte, se había quedado también con una muestra de la niebla. Poco a poco tenía numerosas sustancias en su poder que le servirían al Gobierno Mundial y seguramente el profesor Fitzgerald le otorgase algún mérito.
-Veamos hasta donde lleva esto... - musitó.
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Sus instintos animales zumbaban en sus oídos como si de abejas enfurecidas se trataran. "Peligro, peligro" gritaban, de forma ensordecedora para el mapache. Sin embargo, ya era demasiado tarde. La niebla los había engullido y entraba en sus pulmones como una invasiva plaga. La humedad evitaba que el animal pasase a su forma elemental y evitase los daños, sintiendo un horroroso dolor en sus pequeños pulmones. Se llevó la metálica mano al pecho, sintiendo el sabor de su propia sangre en la boca. Todo acabó por fin. Bajó del extraño marine y, intentando disimular que le dolía como mil demonios, agitó el cuerpo entero para secarse como un perro para después volver al hombre del marine que no quería matarlo. Aunque no tenía tan claro que el de los brazos largos fuese tan indulgente. Cuando el marine preguntó por el almirante, el mapache se puso a olfatear el aire, como si de un perro rastreador se tratara. La habitación empezó a oler a café, papel recién impreso, libros nuevos y colonia barata en cuanto el almirante entró, por lo que decidió seguir dicho olor.
—Por allí —dijo señalando el camino por el que el animal creía que había seguido Al.
Siguió allí subido. No era tan alto como estar en Dexter, sin embargo echaba de menos esa sensación. Estaba demasiado acostumbrado a usar el hombro de alguien para transportarse. Durante un instante ni se dio cuenta de que la última pregunta del marine iba dirigida a él.
—¿Eh? Ah, yo. Simplemente sigo a Dexter. Le debo mi vida. Y antes de que intentéis matarme por ser pirata —dijo sin mirar particularmente a nadie pero mirando claramente— tendréis que saber que no soy un fugitivo de la ley porque quiero. Uno de vosotros me convirtió en lo que soy. Simplemente escapé y el único refugio que encontré fue en la piratería.
—Por allí —dijo señalando el camino por el que el animal creía que había seguido Al.
Siguió allí subido. No era tan alto como estar en Dexter, sin embargo echaba de menos esa sensación. Estaba demasiado acostumbrado a usar el hombro de alguien para transportarse. Durante un instante ni se dio cuenta de que la última pregunta del marine iba dirigida a él.
—¿Eh? Ah, yo. Simplemente sigo a Dexter. Le debo mi vida. Y antes de que intentéis matarme por ser pirata —dijo sin mirar particularmente a nadie pero mirando claramente— tendréis que saber que no soy un fugitivo de la ley porque quiero. Uno de vosotros me convirtió en lo que soy. Simplemente escapé y el único refugio que encontré fue en la piratería.
William White
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Comenzamos a atravesar, el túnel, no fue hasta la mitad de este cuando las puertas se cerraron por ambos extremos, se trataba de una trampa como había imaginado. Nada más cerrarse una densa niebla comenzó a extenderse sobre sus pies, estaba tan húmeda que casi parecía como si le hubiera llegado una ola en una playa. Seguida comenzó a escucharse un sinfín de disparos y una serie de estallidos retumbaron por toda la estructura metálica, todo mientras la niebla comenzaba a ascender, sumergiéndonos. Entonces su voz se oyó, un susurró sonoro que maldecía.
La niebla entonces nos comenzó a asfixiar y a colarse por nuestras, narices, bocas y oídos, ahogándonos mientras los disparos mientras se oían de fondo, como campanadas nefastas, mientras se oía el fluir del mar por todas esas tuberías rechinantes y un chirrido que indicaba el peor de los escenarios. Todo mientras impotente notaba como poco a poco me iba quedando sin aire, como mi vida comenzaba a pender de un hilo que se escurría entre mis dedos. Mientras tanto la voz de la niebla, la cual atribuía a Krauser comenzó a lamentarse, lanzando un ultimátum, un último desafío.
Fue entonces cuando la niebla se disipó, liberándonos, yo caí de rodillas al suelo tratando de recuperar el aire. Lentamente comencé a recuperar el aliento, inspirando y expirando, mientras miraba al cielo.
-¿Dónde demonios estamos?- pregunté mientras miraba el cielo desnudo.
La torre no era otra cosa que un amasijo de hierros, los cuales parecían machacados. No era de extrañar, fuera lo que hiciera esa maquina el desgaste y al estrés al que se debía someter la máquina debía ser tremebundo.
Tras eso una voz, una que le resultaba familiar, si no se equivocaba se trataba de la del emperador del bajo mundo. Con fuerza se mordió los labios y rápidamente comprendió, todas aquellas pruebas, era exactamente e igual de ridículos que los mismos juegos a los que les había sometido. Uno de los típicos juegos del poderoso hombre de negocios. Pero la duda que lo atormentaba era hasta que punto estaba metido el gobierno en todo esto, realmente era necesario todo aquello, destrozar un mar le parecía excesivo, incluso para un gobierno autoritario.
-Cualquier plan me sirve mientras sea rápido, aún así toma esto- le dije mientras le extendía un trozo de papel. En la tarjeta solamente ponía un nombre escrito con la tinta de mi peculiar bolígrafo -Funciona como una vibre card, nosotros avanzaremos un poco por el pasillo por si hay algo al final, recógenos si ves algo de interés - se limitó a decir, indicándole que seguiríamos recto hasta el centro, por lo que encontrarles con el papel no le sería muy difícil.
Mientras la mujer alzaba el vuelo, trataría de ver a donde llegaba el pasillo esperando que su compañero lo acompañará hasta el retorno de la mujer.
La niebla entonces nos comenzó a asfixiar y a colarse por nuestras, narices, bocas y oídos, ahogándonos mientras los disparos mientras se oían de fondo, como campanadas nefastas, mientras se oía el fluir del mar por todas esas tuberías rechinantes y un chirrido que indicaba el peor de los escenarios. Todo mientras impotente notaba como poco a poco me iba quedando sin aire, como mi vida comenzaba a pender de un hilo que se escurría entre mis dedos. Mientras tanto la voz de la niebla, la cual atribuía a Krauser comenzó a lamentarse, lanzando un ultimátum, un último desafío.
Fue entonces cuando la niebla se disipó, liberándonos, yo caí de rodillas al suelo tratando de recuperar el aire. Lentamente comencé a recuperar el aliento, inspirando y expirando, mientras miraba al cielo.
-¿Dónde demonios estamos?- pregunté mientras miraba el cielo desnudo.
La torre no era otra cosa que un amasijo de hierros, los cuales parecían machacados. No era de extrañar, fuera lo que hiciera esa maquina el desgaste y al estrés al que se debía someter la máquina debía ser tremebundo.
Tras eso una voz, una que le resultaba familiar, si no se equivocaba se trataba de la del emperador del bajo mundo. Con fuerza se mordió los labios y rápidamente comprendió, todas aquellas pruebas, era exactamente e igual de ridículos que los mismos juegos a los que les había sometido. Uno de los típicos juegos del poderoso hombre de negocios. Pero la duda que lo atormentaba era hasta que punto estaba metido el gobierno en todo esto, realmente era necesario todo aquello, destrozar un mar le parecía excesivo, incluso para un gobierno autoritario.
-Cualquier plan me sirve mientras sea rápido, aún así toma esto- le dije mientras le extendía un trozo de papel. En la tarjeta solamente ponía un nombre escrito con la tinta de mi peculiar bolígrafo -Funciona como una vibre card, nosotros avanzaremos un poco por el pasillo por si hay algo al final, recógenos si ves algo de interés - se limitó a decir, indicándole que seguiríamos recto hasta el centro, por lo que encontrarles con el papel no le sería muy difícil.
Mientras la mujer alzaba el vuelo, trataría de ver a donde llegaba el pasillo esperando que su compañero lo acompañará hasta el retorno de la mujer.
Katharina von Steinhell
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Se cubrió el rostro con los brazos al ver que algo arrastraba al alcalde, rompiendo el techo violentamente y provocando que piedrecillas y escombros de mayor tamaño cayeran. Todo fue tan rápido que, incluso para alguien con los reflejos de Katharina, no hubo nada que hacer. Sin embargo, la bruja no estaba preocupada pues confiaba en que el hombre era lo suficientemente listo para sobrevivir. Sus habilidades eran más que buenas y en muchas ocasiones demostró ser muy capaz, quizás tanto como ella. Más bien debía preocuparse de sí misma. La cosa que arrastró a Kirtash podía seguir al acecho, esperando el momento para volver a atacar.
Al acercarse al cuerpo la pirata pudo ver una fotografía en la que aparecía el guardia junto a su familia, y al lado de esta había un den den mushi personalizado. En un intento de saciar su curiosidad, se aproximó a los objetos y los cogió. Luego de ver detenidamente a los miembros de la foto la dejó caer sin cuidado y, antes de continuar avanzando, se dirigió al muchacho que hace rato la acompañaba. ¿O más bien ella lo acompañaba? Katharina había llegado después al grupo, así que…
—No soy tan elocuente como el hombre que acaba de ser secuestrado por una… cosa, pero sí sé algo —disparó para evitar que su mente continuara divagando—. Debemos preocuparnos de nosotros mismos y seguir adelante. Quiero que lo pienses un segundo, compañero. ¿Qué es lo que hemos encontrado en nuestro “viaje”? —preguntó mientras caminaba sin destino, se giraba y volvía a caminar en otra dirección—. Ni un solo rastro de…, de lo que sea. Sólo nos hemos topado con gente extraña y descarada —dijo al recordar a ese pervertido cuyo nombre ya no recordaba—. ¿Será que vamos por buen camino?
Le preocupaba la posibilidad de que hubiera escogido el camino equivocado, y que cada vez estaba más lejos de su propósito: encontrar los planos. No podía permitir que otro los encontrara. A pesar de que hubo un par de contratiempos, no fue nada que no pudieran superar al sincronizarse gracias a la telepatía de Kirtash. «Es un poder increíblemente útil; uno que debo desarrollar cuanto antes».
Luego de escuchar lo que dijo su compañero —o no—, Katharina retomó la caminata, llegando a una sala repleta de charcos. Al explorar un poco la habitación se percató del complejo sistema de tuberías que, seguramente, debía estar averiado. Solo esperaba que no supusiese problemas para después. Al poco rato llegó a un ascensor que usó para llegar a lo más alto. Mientras subía, Katharina pensó en una cosa: alguien había querido separar al grupo. La cosa que atacó a Kirtash no volvió a aparecer, lo que indicaba algo bastante obvio. Por la misma razón debía andar con cuidado.
Si su compañero seguía estando con ella, se voltearía hacia él y le diría:
—Necesito que estés atento. Si pasa algo, electrocútame.
Lo había estado aplazando todo el viaje, pero ya no podía seguir haciéndolo. Necesitaba saber dónde diablos estaba, y hacia dónde iba. Además, algo le decía que el camino por delante no sería fácil de superar. Se sentó en el suelo, colocando cada pie en el muslo opuesto, y luego cerró los ojos. En un instante, su alma pareció despegarse del cuerpo para entrar en el mundo de los espíritus. Ese lugar tan diferente a la realidad que todos ven podía encontrar las respuestas que había estado buscando en diferentes lados. «¿Hacia dónde voy?». «¿Dónde se encuentran los planos de la Gran Aguja?». «¿Dónde…, están mis compañeros?».
Los espíritus veían todo desde un plano diferente que funcionaba casi como un espejo. Ellos observaban pacientemente y muchas veces sabían más que los vivos. Si Katharina no había utilizado ese recurso antes, fue porque la acción del momento no se lo permitió. Debía relajarse y concentrarse para encontrar las respuestas que buscaba. En ese estado, tan lejos de su cuerpo, era incapaz de protegerse y quedaba completamente vulnerable. Un leve chispazo bastaría para volver del viaje espiritual.
Una vez hubiera encontrado —o quizás no— lo que buscaba, se lo comentaría muy resumidamente a su compañero y escogería el camino que más acercaba a Katharina a su verdadero destino. Quería encontrar los planos cuanto antes, o al menos cerciorarse de que existían. Confiaba en que los Hermanos de la Tormenta detendrían esa broma de mal gusto, pararían a tiempo el inicio del fin del mundo, y luego volverían a hacer lo mismo de siempre.
Al acercarse al cuerpo la pirata pudo ver una fotografía en la que aparecía el guardia junto a su familia, y al lado de esta había un den den mushi personalizado. En un intento de saciar su curiosidad, se aproximó a los objetos y los cogió. Luego de ver detenidamente a los miembros de la foto la dejó caer sin cuidado y, antes de continuar avanzando, se dirigió al muchacho que hace rato la acompañaba. ¿O más bien ella lo acompañaba? Katharina había llegado después al grupo, así que…
—No soy tan elocuente como el hombre que acaba de ser secuestrado por una… cosa, pero sí sé algo —disparó para evitar que su mente continuara divagando—. Debemos preocuparnos de nosotros mismos y seguir adelante. Quiero que lo pienses un segundo, compañero. ¿Qué es lo que hemos encontrado en nuestro “viaje”? —preguntó mientras caminaba sin destino, se giraba y volvía a caminar en otra dirección—. Ni un solo rastro de…, de lo que sea. Sólo nos hemos topado con gente extraña y descarada —dijo al recordar a ese pervertido cuyo nombre ya no recordaba—. ¿Será que vamos por buen camino?
Le preocupaba la posibilidad de que hubiera escogido el camino equivocado, y que cada vez estaba más lejos de su propósito: encontrar los planos. No podía permitir que otro los encontrara. A pesar de que hubo un par de contratiempos, no fue nada que no pudieran superar al sincronizarse gracias a la telepatía de Kirtash. «Es un poder increíblemente útil; uno que debo desarrollar cuanto antes».
Luego de escuchar lo que dijo su compañero —o no—, Katharina retomó la caminata, llegando a una sala repleta de charcos. Al explorar un poco la habitación se percató del complejo sistema de tuberías que, seguramente, debía estar averiado. Solo esperaba que no supusiese problemas para después. Al poco rato llegó a un ascensor que usó para llegar a lo más alto. Mientras subía, Katharina pensó en una cosa: alguien había querido separar al grupo. La cosa que atacó a Kirtash no volvió a aparecer, lo que indicaba algo bastante obvio. Por la misma razón debía andar con cuidado.
Si su compañero seguía estando con ella, se voltearía hacia él y le diría:
—Necesito que estés atento. Si pasa algo, electrocútame.
Lo había estado aplazando todo el viaje, pero ya no podía seguir haciéndolo. Necesitaba saber dónde diablos estaba, y hacia dónde iba. Además, algo le decía que el camino por delante no sería fácil de superar. Se sentó en el suelo, colocando cada pie en el muslo opuesto, y luego cerró los ojos. En un instante, su alma pareció despegarse del cuerpo para entrar en el mundo de los espíritus. Ese lugar tan diferente a la realidad que todos ven podía encontrar las respuestas que había estado buscando en diferentes lados. «¿Hacia dónde voy?». «¿Dónde se encuentran los planos de la Gran Aguja?». «¿Dónde…, están mis compañeros?».
Los espíritus veían todo desde un plano diferente que funcionaba casi como un espejo. Ellos observaban pacientemente y muchas veces sabían más que los vivos. Si Katharina no había utilizado ese recurso antes, fue porque la acción del momento no se lo permitió. Debía relajarse y concentrarse para encontrar las respuestas que buscaba. En ese estado, tan lejos de su cuerpo, era incapaz de protegerse y quedaba completamente vulnerable. Un leve chispazo bastaría para volver del viaje espiritual.
Una vez hubiera encontrado —o quizás no— lo que buscaba, se lo comentaría muy resumidamente a su compañero y escogería el camino que más acercaba a Katharina a su verdadero destino. Quería encontrar los planos cuanto antes, o al menos cerciorarse de que existían. Confiaba en que los Hermanos de la Tormenta detendrían esa broma de mal gusto, pararían a tiempo el inicio del fin del mundo, y luego volverían a hacer lo mismo de siempre.
- Resumen:
- Confiar en que el alcalde es lo suficientemente hábil para sobrevivir por su cuenta.
- Coger la fotografía para inspeccionarla mejor y tomar el den den mushi.
- Cuestionarse qué es lo que han estado haciendo durante el viaje y hacia dónde van realmente.
- Usar el ascensor para llegar a lo más alto y pedir la ayuda de Lance.
- Entrar al mundo de los espíritus para encontrar respuestas.
- Tomar el camino que más la aproxima a su propósito, dependiendo de las respuestas encontradas.
- Confiar en que el alcalde es lo suficientemente hábil para sobrevivir por su cuenta.
- Cosas usadas:
- Nombre de la técnica: Nigromancia avanzada
Naturaleza de la técnica: Mejora de akuma no mi
Descripción de la técnica: Los hechizos de la escuela de nigromancia casi no consumen energía, además puede comunicarse libremente con los muertos para obtener información y otras utilidades. También es capaz de permanecer en el mundo espiritual sin caer en la demencia [escénico].
Tiempo de canalización: Basta con ver a un espíritu, pero tarda 5 segundos en adentrarse al mundo espiritual.
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¿Qué había pasado allí? Uno de los marines se puso a mear, todo se lleno de niebla y una silla se llevó al dueño del pony por el muro, el cual se cerró antes de que pudieran pasar. La voz esa que se oyó era de un tal Krauser, que si estaba hasta los huevos, que no se que... Pamplinas de esas. Mientras estaban allí, el felino oyó un par de mumullos. Izquierda o derecha, esas eran la opciones que tenían ahora para elegir.
- ¿Soy yo solo o vosotros también habéis escuchado dos voces? Tenemos que elegir por donde ir, izquierda o derecha... La verdad a mi me da igual, mientras haya alguien fuerte para combatir me vale.
El mink se estaba aburriendo de estar allí y necesitaba aliviar tensiones y pensar en el futuro. Las palabras de los marines le hicieron reflexionar si estaba haciendo lo correcto yendo en contra de la marina. Tenía muchas dudas y esperaba resolverlas si iba al lado de los marines allí presentes. Quizás la Marina no estaría tan mal después de todo, además parecía un sitio divertido y allí podría intentar hacer muchos amigos, los cuales ahora no tiene. Ahora el felino echaba de menos su tierra, Zou y a Zunisha...
- Zunisha, espero que esteis todos bien por allí. -Murmuró para si mismo, mientras esperaba a que los marines decidieran que hacer...
- ¿Soy yo solo o vosotros también habéis escuchado dos voces? Tenemos que elegir por donde ir, izquierda o derecha... La verdad a mi me da igual, mientras haya alguien fuerte para combatir me vale.
El mink se estaba aburriendo de estar allí y necesitaba aliviar tensiones y pensar en el futuro. Las palabras de los marines le hicieron reflexionar si estaba haciendo lo correcto yendo en contra de la marina. Tenía muchas dudas y esperaba resolverlas si iba al lado de los marines allí presentes. Quizás la Marina no estaría tan mal después de todo, además parecía un sitio divertido y allí podría intentar hacer muchos amigos, los cuales ahora no tiene. Ahora el felino echaba de menos su tierra, Zou y a Zunisha...
- Zunisha, espero que esteis todos bien por allí. -Murmuró para si mismo, mientras esperaba a que los marines decidieran que hacer...
Dretch
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A medida que el ascensor se elevaba hasta el quinto piso el agente podía sentir un hormigueo en el estómago. En aquellos momentos no podía evitar dar gracias de no ser como Shintaro pues, de haber comido algo antes de iniciar la misión aquella tensión podría haberse traducido en nauseas. Casi parecía un completo novato. Después de aventurarse a ciegas en una misión suicidad, apenas se había tomado la molestia de posar su vista sobre la colosal edificación y calculado de cuantos pisos constaba. Pese a sus dudas de última hora, una cosa era segura, no había que ser ningún genio para darse cuenta de aquello. En cuestión de segundos las temperaturas habían comenzado a bajar y la humedad comenzaba a hacerse notar. Cuando la puerta del ascensor se abriese estarían al aire libre.
Finalmente, el ascensor llegó hasta su destino y las puertas se abrieron para ellos, dejando a la vista una neblina mucho más densa y húmeda que lo que el norteño habría podido prever. Inconscientemente se arrebujó la boca y la nariz entre los pliegues morados de su bufanda, pero de poco o nada sirvieron para contener una niebla que distaba bastante de ser natural. Sin apenas darle tiempo de reacción, comenzó a arderle el pecho y una repentina y dolorosa tos se apoderó de él y de tantos como le rodeaban. Como acto reflejo, el agente posó su mirada sobre la iniciada, pero esta se encontraba en perfectas condiciones. Enarcó una ceja y abrió la boca para interrogar a Taylor, pero otro arranque de tos le obligó a desistir.
Cuando el último ataque de tos cesó, se dio un par de golpecitos en el pecho y se retiró discretamente la bufanda de la boca. Una escandalosa mancha roja había surgido en las zonas más afectadas por la virulenta tos y su boca ahora tenía un desagradable sabor metálico. Aunque la sangre podía parecer muy escandalosa, a priori el agente se encontraba bien, al menos lo suficientemente bien como para continuar con la misión.
Mientras que Taylor, que prácticamente había salido indemne de la niebla, comenzaba a rastrear el pasillo por uno de sus extremos, Dretch aprovechó para recuperar el aliento recostándose sobre uno de los muros cercanos. Al hacerlo, inconscientemente guio su vista hacia el techo, pero, para su sorpresa, se topó con el cielo nocturno. No tenía ni idea de cuánto tiempo habían permanecido en el interior de la estructura principal, pero el mero hecho de volver a ver el cielo estrellado de alguna forma lograba aliviar la sensación de confinamiento que había tenido en el interior. Había avanzado cual cobaya de laboratorio por el infame laberinto y llegados a aquel punto necesitaba una prueba de que su queso era real. Que todo aquello había merecido la pena y desmentir que, tal y como había dicho aquella extraña voz, no habían sido engañados.
El agente se despegó enérgicamente de la pared y, valiéndose del propio muro como referencia comenzó a dar lentos y rítmicos pasos en círculos. Tal y como había hecho otras veces, sus pasos comenzarían a elevarlo del suelo y, casi como si estuviese andando por una invisible escalera de caracol, el norteño ascendería hasta encontrarse sobre el muro. Una vez allí, con una mejor noción del entorno que le rodeara, trataría de localizar cualquier atisbo de mentira en las palabras del revolucionario, por insignificante que este pudiera ser. Pues, de no hallar nada que justificase su estancia allí, Krauser tendría razón y lo único que podría hacer sería sacar a los suyos de allí lo antes posible.
Finalmente, el ascensor llegó hasta su destino y las puertas se abrieron para ellos, dejando a la vista una neblina mucho más densa y húmeda que lo que el norteño habría podido prever. Inconscientemente se arrebujó la boca y la nariz entre los pliegues morados de su bufanda, pero de poco o nada sirvieron para contener una niebla que distaba bastante de ser natural. Sin apenas darle tiempo de reacción, comenzó a arderle el pecho y una repentina y dolorosa tos se apoderó de él y de tantos como le rodeaban. Como acto reflejo, el agente posó su mirada sobre la iniciada, pero esta se encontraba en perfectas condiciones. Enarcó una ceja y abrió la boca para interrogar a Taylor, pero otro arranque de tos le obligó a desistir.
Cuando el último ataque de tos cesó, se dio un par de golpecitos en el pecho y se retiró discretamente la bufanda de la boca. Una escandalosa mancha roja había surgido en las zonas más afectadas por la virulenta tos y su boca ahora tenía un desagradable sabor metálico. Aunque la sangre podía parecer muy escandalosa, a priori el agente se encontraba bien, al menos lo suficientemente bien como para continuar con la misión.
Mientras que Taylor, que prácticamente había salido indemne de la niebla, comenzaba a rastrear el pasillo por uno de sus extremos, Dretch aprovechó para recuperar el aliento recostándose sobre uno de los muros cercanos. Al hacerlo, inconscientemente guio su vista hacia el techo, pero, para su sorpresa, se topó con el cielo nocturno. No tenía ni idea de cuánto tiempo habían permanecido en el interior de la estructura principal, pero el mero hecho de volver a ver el cielo estrellado de alguna forma lograba aliviar la sensación de confinamiento que había tenido en el interior. Había avanzado cual cobaya de laboratorio por el infame laberinto y llegados a aquel punto necesitaba una prueba de que su queso era real. Que todo aquello había merecido la pena y desmentir que, tal y como había dicho aquella extraña voz, no habían sido engañados.
El agente se despegó enérgicamente de la pared y, valiéndose del propio muro como referencia comenzó a dar lentos y rítmicos pasos en círculos. Tal y como había hecho otras veces, sus pasos comenzarían a elevarlo del suelo y, casi como si estuviese andando por una invisible escalera de caracol, el norteño ascendería hasta encontrarse sobre el muro. Una vez allí, con una mejor noción del entorno que le rodeara, trataría de localizar cualquier atisbo de mentira en las palabras del revolucionario, por insignificante que este pudiera ser. Pues, de no hallar nada que justificase su estancia allí, Krauser tendría razón y lo único que podría hacer sería sacar a los suyos de allí lo antes posible.
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La niebla inundó toda la planta en la que nos encontrábamos. Junto con su aparición se hizo presente la presencia de Krauser, quien comenzó a hablar sin necesidad de altavoces u otro mecanismo. Había conocido al revolucionario en Síderos, y no me pareció que fuese capaz de hacer algo parecido, sin embargo, allí estaba. Noté como al respirar una bocanada aire a mayores de lo que pretendía entró en mi pecho. Noté los daños que había provocado al no estar preparado y debido a estos escupí sangre.
No podía tomarme confianza por creer que Krauser lucharía limpiamente. Con un simple pensamiento, la armadura hizo unos suaves movimientos y quedé cerrado herméticamente dentro de esta. No entraría más de aquel aire, no hasta que la niebla se disipase.
Casi no podía ver donde se encontraba el capitán o los otros que habían subido con nosotros. Sin embargo, si pude notar como la niebla tomaba forma y formaba un Krauser del tamaño de un gigante y de una de sus manos una espada que parecía de energía.
Escuché al pirata pelirrojo hablar a Dexter para que se marchase a ser el héroe nuevamente mientras deteníamos a Krauser. Coincidí con aquel pirata, y lo primero era evitar que nos matase a todos de un espadazo. El pirata saltó directamente con sus katanas a interceptar el corte del revolucionario, mientras que el marine fue hacia su cara para golpearlo.
Activé el haki de observación y desenfundé a Aeglos. Me alejé de Zane, quedando bastante lejos hacia su derecha, mientras pasaba a mi forma completa. Miré el espadón descendiendo y con toda la velocidad que contaba volé hacia la hoja de energía. La intención era golpearla en el centro para desviarla con un poderoso golpe aprovechando toda la inercia de la velocidad. En el momento de golpear la hoja imbuiría mis piernas en haki de armadura para que el golpe fuese más potente.
-Zane, intenta no recibir ningún ataque, aunque creas poder resistirlo. – le diría al pelirrojo si lograba mi objetivo – Este tío es más poderoso de lo que puede parecer. Encárgate de distraerlo todo lo posible para ganarme algo de tiempo. – continué a la vez que extendía un brazo hacia el gigante de niebla – Voy a intentar que aparezca su cuerpo real, ya sea desvaneciendo esta niebla o dispersándola.
Cuando terminé de hablar me centré en la humedad del aire que nos rodeaba y comencé ha reducir la humedad del aire para que esta desapareciese. No sabía si llegaría a servir de algo pues, aunque con la natural si funcionaba, la proveniente de una fruta del diablo quizás no fuese igual, aun así, puse todos mis esfuerzos para que en un radio bastante grande la niebla desapareciese o por lo menos su densidad se redujese.
No podía tomarme confianza por creer que Krauser lucharía limpiamente. Con un simple pensamiento, la armadura hizo unos suaves movimientos y quedé cerrado herméticamente dentro de esta. No entraría más de aquel aire, no hasta que la niebla se disipase.
Casi no podía ver donde se encontraba el capitán o los otros que habían subido con nosotros. Sin embargo, si pude notar como la niebla tomaba forma y formaba un Krauser del tamaño de un gigante y de una de sus manos una espada que parecía de energía.
Escuché al pirata pelirrojo hablar a Dexter para que se marchase a ser el héroe nuevamente mientras deteníamos a Krauser. Coincidí con aquel pirata, y lo primero era evitar que nos matase a todos de un espadazo. El pirata saltó directamente con sus katanas a interceptar el corte del revolucionario, mientras que el marine fue hacia su cara para golpearlo.
Activé el haki de observación y desenfundé a Aeglos. Me alejé de Zane, quedando bastante lejos hacia su derecha, mientras pasaba a mi forma completa. Miré el espadón descendiendo y con toda la velocidad que contaba volé hacia la hoja de energía. La intención era golpearla en el centro para desviarla con un poderoso golpe aprovechando toda la inercia de la velocidad. En el momento de golpear la hoja imbuiría mis piernas en haki de armadura para que el golpe fuese más potente.
-Zane, intenta no recibir ningún ataque, aunque creas poder resistirlo. – le diría al pelirrojo si lograba mi objetivo – Este tío es más poderoso de lo que puede parecer. Encárgate de distraerlo todo lo posible para ganarme algo de tiempo. – continué a la vez que extendía un brazo hacia el gigante de niebla – Voy a intentar que aparezca su cuerpo real, ya sea desvaneciendo esta niebla o dispersándola.
Cuando terminé de hablar me centré en la humedad del aire que nos rodeaba y comencé ha reducir la humedad del aire para que esta desapareciese. No sabía si llegaría a servir de algo pues, aunque con la natural si funcionaba, la proveniente de una fruta del diablo quizás no fuese igual, aun así, puse todos mis esfuerzos para que en un radio bastante grande la niebla desapareciese o por lo menos su densidad se redujese.
- resumen (Zane lee) + cosas usadas:
- Ver que sucede, intentar desviar la espada de energía, darle instrucciones a Zane, e intentar reducir la niebla.
- cosas usadas:
- -Armadura (en la mascara hay un sistema que con el que puedo predecir la trayectoria de objetos).
- Reflejos (10), Velocidad (10), Agilidad (7), Resistencia (5) y Fuerza (5). Resto de clases Tier 2.
-Desinhibidor muscular (técnica pasiva) (x10 pasivo a velocidad)
-Death sprint (x10 activo a veloidad)
-Akuma forma completa (fuerza, velocidad, resistencia y reflejos son x5, x5, x5 y x5)
-Mejoras pasivas (-x5 a fuerza, x9 a resistencia, x6 a velocidad)
-Habilidad de akuma: puede cambiar la humedad del viento en un 100 (nivel 70 de tabla forma completa)
-H. Observación tier 10.
-H. Armadura tier 10.
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Akuma no mi
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