AEG93
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Cuando eliminó a uno de los guardias la apariencia de la torre que había ante él cambió, revelando su verdadero aspecto. Al parecer además de los revolucionarios un sistema tecnológico puntero protegía el edificio, confirmando las sospechas de Kirtash sobre su importancia.
Una vez dentro, no obstante, no encontró cosas especialmente interesantes. Como excepción se encontraban allí planos de innumerables islas, tanto afiliadas al Gobierno Mundial como independientes de este, así como los carteles de Se Busca de multitud de criminales, entre los que el político pudo ver varias caras conocidas. La hipótesis de que se trataba de una torre de vigilancia ganaba fuerza.
Antes de continuar ascendiendo, buscó los planos de dos lugares concretos que, de encontrar, se guardaría. El primero era el de Water Seven. No quería que aquellos dementes tuviesen acceso a los secretos de su isla, y además siempre existía la pequeña posibilidad de que hubiesen descubierto algún lugar oculto en ella que le hubiese pasado desapercibido. El otro sería el de Marie Geois, hogar de los tenryuubitos y sede central del Gobierno Mundial.
En el último piso había un hombre. Parecía la única persona dentro de aquel extraño edificio, y se hallaba rodeado de multitud de máquinas cuyo funcionamiento desconocía y pantallas que parecían mostrar imágenes de cámaras. Además había un objeto que llamó poderosamente su atención: un botón de color verde y tamaño nada despreciable que asomaba, brillante, no muy lejos de la posición del vigilante. Tal vez su función no fuese únicamente mirar las pantallas, si no también en determinado momento pulsar dicho botón o evitar que otros lo hiciesen.
El alcalde se movió tan veloz como pudo hasta la posición del hombre, buscando aproximarse por su espalda mientras estaba absorto en su tarea. Las garras de Kairoseki brotarían de su muñeca izquierda mientras apuntaba con ella a su cuello y le inmovilizaba los brazos con el brazo derecho. Apoyando la punta de sus zarpas artificiales sobre la piel de su cuello, sin llegar a herirle, preguntaría en voz baja pero firma y amenazadora:
- ¿Quién eres y qué haces aquí? ¿Qué cometido te ha asignado tu amo y por qué es importante? ¿Conoces la ubicación de los planos de la Gran Aguja? Y por último, ¿qué ocurriría si se pulsa el botón verde?
Tendería su conexión mental entre ambos en un intento de ver sus pensamientos y averiguar la verdad en caso de que le mintiera y escucharía lo que tuviese que decir. Si su explicación sobre la función del botón verde era satisfactoria y podía sacar algún provecho de ella, lo pulsaría sin dudar.
Una vez dentro, no obstante, no encontró cosas especialmente interesantes. Como excepción se encontraban allí planos de innumerables islas, tanto afiliadas al Gobierno Mundial como independientes de este, así como los carteles de Se Busca de multitud de criminales, entre los que el político pudo ver varias caras conocidas. La hipótesis de que se trataba de una torre de vigilancia ganaba fuerza.
Antes de continuar ascendiendo, buscó los planos de dos lugares concretos que, de encontrar, se guardaría. El primero era el de Water Seven. No quería que aquellos dementes tuviesen acceso a los secretos de su isla, y además siempre existía la pequeña posibilidad de que hubiesen descubierto algún lugar oculto en ella que le hubiese pasado desapercibido. El otro sería el de Marie Geois, hogar de los tenryuubitos y sede central del Gobierno Mundial.
En el último piso había un hombre. Parecía la única persona dentro de aquel extraño edificio, y se hallaba rodeado de multitud de máquinas cuyo funcionamiento desconocía y pantallas que parecían mostrar imágenes de cámaras. Además había un objeto que llamó poderosamente su atención: un botón de color verde y tamaño nada despreciable que asomaba, brillante, no muy lejos de la posición del vigilante. Tal vez su función no fuese únicamente mirar las pantallas, si no también en determinado momento pulsar dicho botón o evitar que otros lo hiciesen.
El alcalde se movió tan veloz como pudo hasta la posición del hombre, buscando aproximarse por su espalda mientras estaba absorto en su tarea. Las garras de Kairoseki brotarían de su muñeca izquierda mientras apuntaba con ella a su cuello y le inmovilizaba los brazos con el brazo derecho. Apoyando la punta de sus zarpas artificiales sobre la piel de su cuello, sin llegar a herirle, preguntaría en voz baja pero firma y amenazadora:
- ¿Quién eres y qué haces aquí? ¿Qué cometido te ha asignado tu amo y por qué es importante? ¿Conoces la ubicación de los planos de la Gran Aguja? Y por último, ¿qué ocurriría si se pulsa el botón verde?
Tendería su conexión mental entre ambos en un intento de ver sus pensamientos y averiguar la verdad en caso de que le mintiera y escucharía lo que tuviese que decir. Si su explicación sobre la función del botón verde era satisfactoria y podía sacar algún provecho de ella, lo pulsaría sin dudar.
- Resumen:
- - Buscar entre los planos los de Water Seven y Marie Geois si están allí y guardárselos.
- Intentar sorprender y amenazar al operario, pidiendo respuestas a varias preguntas y tratando de leer su mente para asegurarse de que no le miente.
- Si la última de ellas, referente a la función del botón verde, le hacía pensar que pulsarlo beneficiaría a sus intereses, lo pulsaría.
Giotto Leblanc
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El tiempo apremiaba y el nuevo amigo de Dretch no soltaba prenda alguna en su intento de sonsacarle información. La paciencia de Giotto estaba llegando a su límite y en su mano nació una bola de fuego con la intención de sacarle información a su manera. Y de pronto, de la nada, un estridente y agudo sonido pareció invadir todos y cada uno de los rincones de la aguja. Fue un ruido chirriante que se había clavado en el interior de su cabeza, haciendo que cada uno de los bellos que poblaban su cuerpo se erizaran y que su espalda se torciera levemente por un escalofrío.
Cuando reaccionó de nuevo, el hombre estaba hiperventilando y desde el suelo reculaba temeroso hacia ninguna parte. Fue entonces cuando comenzó a hablar sobre el plan que estaban llevando a cabo los revolucionarios, y la oscuridad que yacía en el corazón del agente del gobierno comenzó a emerger de la peor manera. Inspiró y expiró intentando calmarse, pero no funcionaba, ya era tarde.
Sus ojos ambarinos comenzaron a tornarse más oscuros a medida que caminaba lentamente hacia aquel asustadizo hombrecillo, que únicamente pedía clemencia por su vida.
—¿Quién ha osado mancillar el noble arte la música para intentar destruir el mundo? ¿¡Para matar a gente inocente!?
Algo extraño le estaba sucediendo a Giotto, que no hacía otra cosa que clavar una mirada colérica sobre el revolucionario, mientras en su mano emergía una llama que emitía un gran poder calorífico. Estaba fuera de sí. Ya había tenido algún que otro brote de ira como el que estaba teniendo en el pasado, pero aquella estúpida guerra estaba acabando con el sano juicio que solía tener. Primero Dretch le había mentido, metiendo a un traidor en sus filas. Luego había renegado de la joven Fitzgerald por ser más máquina que mujer. Y finalmente que usaran aquello que más amaba en el mundo para destruirlo, para matar a personas inocentes. En ese momento algo que había estado durmiendo en lo más profundo de su ser parecía haber despertado. Se sentía poderoso y fuera de sí al mismo tiempo, y no tuvo un atisbo de duda al desplazarse rápidamente hacia el temeroso revolucionario y golpearle con su puño envuelto en llamas, intentando recrear un shigan con el puño, al mismo tiempo que lanzaba una fuerte llamarada que no solo acabara con su vida, sino con cualquier atisbo físico de su existencia.
—La música debe usarse para el bien de la humanidad, no para destruirla —comentó en voz alta, mientras usaba su Geppou para subir al último piso de aquella maldita edificación y encontrar al causante de todo aquello.
Cuando reaccionó de nuevo, el hombre estaba hiperventilando y desde el suelo reculaba temeroso hacia ninguna parte. Fue entonces cuando comenzó a hablar sobre el plan que estaban llevando a cabo los revolucionarios, y la oscuridad que yacía en el corazón del agente del gobierno comenzó a emerger de la peor manera. Inspiró y expiró intentando calmarse, pero no funcionaba, ya era tarde.
Sus ojos ambarinos comenzaron a tornarse más oscuros a medida que caminaba lentamente hacia aquel asustadizo hombrecillo, que únicamente pedía clemencia por su vida.
—¿Quién ha osado mancillar el noble arte la música para intentar destruir el mundo? ¿¡Para matar a gente inocente!?
Algo extraño le estaba sucediendo a Giotto, que no hacía otra cosa que clavar una mirada colérica sobre el revolucionario, mientras en su mano emergía una llama que emitía un gran poder calorífico. Estaba fuera de sí. Ya había tenido algún que otro brote de ira como el que estaba teniendo en el pasado, pero aquella estúpida guerra estaba acabando con el sano juicio que solía tener. Primero Dretch le había mentido, metiendo a un traidor en sus filas. Luego había renegado de la joven Fitzgerald por ser más máquina que mujer. Y finalmente que usaran aquello que más amaba en el mundo para destruirlo, para matar a personas inocentes. En ese momento algo que había estado durmiendo en lo más profundo de su ser parecía haber despertado. Se sentía poderoso y fuera de sí al mismo tiempo, y no tuvo un atisbo de duda al desplazarse rápidamente hacia el temeroso revolucionario y golpearle con su puño envuelto en llamas, intentando recrear un shigan con el puño, al mismo tiempo que lanzaba una fuerte llamarada que no solo acabara con su vida, sino con cualquier atisbo físico de su existencia.
—La música debe usarse para el bien de la humanidad, no para destruirla —comentó en voz alta, mientras usaba su Geppou para subir al último piso de aquella maldita edificación y encontrar al causante de todo aquello.
- Para el moderador:
- Como en la petición del evento me intención era sacarme una técnica definitiva, propongo la siguiente, previa corrección por los moderadores de fichas:
- Técnica:
- Mano del diavolo: El usuario comienza a concentrar fuego en una de sus manos, creando una llama que la envuelve por completo. Después de cargar el tiempo suficiente, cierra el puño y crea un shigan con una variable muy notoria, que usa el puño entero en lugar de alguno de sus dedos, aumentando así la fuerza del golpe en un 500%, aunque conservando la velocidad uno normal, mientras que lanza una fuerte llamarada que abarca un espacio en línea recta de tres metros cuadrados.
Como entrenamiento previo tengo que el resto de mis kenpos del rokushiki consisten en eso, en mezclar rokushiki y la mera mera no mi, teniendo ya un kenpo del shigan que mezcla ambos como precedente, el cual el staff podrá ver en mi ficha.
Además, también aprovecharé para seguir dándole la vuelta a su psicología, algo que ha ido mostrando durante casi todo el evento.
Scarlett F. Jones
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Por fin habíamos acabado con la amenaza que aquel ser representaba. El sabio del bosque cayó al suelo, inerte, ya no podría acabar con más vidas convertiendo a la gente en sus títeres. Con el enemigo fuera de combate, pude observar como la aguja se estaba yendo al garete por las luchas que estaban aconteciendo por todo el lugar. La batalla final estaba dando comienzo, o eso creía. La mayor parte de la gente estaba intentando alcanzar el último piso de la aguja ya que era el que parecía más estable. De mi pensamiento me sacaron las palabras del pirata, me dio palabras de aliento por la pelea y me preguntó si quería subir con él a donde estaba ocurriendo el meollo.
-Tú tampoco lo has hecho mal para ser un criminal - Contesté tosiendo - Parece que ese maldito ha logrado afectar a nuestros pulmones con esas esporas raras - Dando mi respuesta afirmativa, los dos nos dirigimos al último piso de la aguja. Sentía mucha curiosidad por saber quién era en verdad la mente maestra detrás de todo.
Brynn sacó una... ¿roca? Parecía que iba a contactar con alguien importante para que se uniera a la fiesta. Escuché como le formulaba una oferta a alquien que imaginé sería del bajo mundo o algo del estilo, lo ignoraba completamente. Sin embargo, aquello resultaba ser información útil que me podría servir cuando acabara la guerra así como la alianza. Suponiendo que la roca tuviese algún transmisor o algo, claro. Después de todo, somos agente del gobierno y pirata. Brynn también estaba tosiendo demasiado, ¿tendríamos nuestro sistema respiratorio en peligro? No pude hacer otra cosa sino toser fuertemente. Parecía que me faltaba el aire cada vez que lo hacía. Pero entonces la roca comenzó a derretirse como mantequilla. ¡¿Que diablos estaba pasando?!
Pero la cosa no terminaba ahí, pues un sonido espantoso penetraba a través de los oídos haciendo que mi cabeza estuviese a punto de estallar. Me llevé las manos a los oídos, gritando de dolor. La tos tampoco ayudaba en ese momento. Y encima la aguja comenzaba a temblar violentamente. El tiempo se estaba acabando. Cuando el ruido cesó, pude ver como mis piernas comenzaban a derretirse siguiendo con mi cuerpo. La desesperación hizo mella en mí. ¿Que estaba pasando?
-¡Me estoy derritiendo! - Gritaba con miedo. ¿Aquello era una alucinación por las esporas o estaba suciendo realmente? No conocía la respuesta pero me estaba dando un ataque de pánico.
-Tú tampoco lo has hecho mal para ser un criminal - Contesté tosiendo - Parece que ese maldito ha logrado afectar a nuestros pulmones con esas esporas raras - Dando mi respuesta afirmativa, los dos nos dirigimos al último piso de la aguja. Sentía mucha curiosidad por saber quién era en verdad la mente maestra detrás de todo.
Brynn sacó una... ¿roca? Parecía que iba a contactar con alguien importante para que se uniera a la fiesta. Escuché como le formulaba una oferta a alquien que imaginé sería del bajo mundo o algo del estilo, lo ignoraba completamente. Sin embargo, aquello resultaba ser información útil que me podría servir cuando acabara la guerra así como la alianza. Suponiendo que la roca tuviese algún transmisor o algo, claro. Después de todo, somos agente del gobierno y pirata. Brynn también estaba tosiendo demasiado, ¿tendríamos nuestro sistema respiratorio en peligro? No pude hacer otra cosa sino toser fuertemente. Parecía que me faltaba el aire cada vez que lo hacía. Pero entonces la roca comenzó a derretirse como mantequilla. ¡¿Que diablos estaba pasando?!
Pero la cosa no terminaba ahí, pues un sonido espantoso penetraba a través de los oídos haciendo que mi cabeza estuviese a punto de estallar. Me llevé las manos a los oídos, gritando de dolor. La tos tampoco ayudaba en ese momento. Y encima la aguja comenzaba a temblar violentamente. El tiempo se estaba acabando. Cuando el ruido cesó, pude ver como mis piernas comenzaban a derretirse siguiendo con mi cuerpo. La desesperación hizo mella en mí. ¿Que estaba pasando?
-¡Me estoy derritiendo! - Gritaba con miedo. ¿Aquello era una alucinación por las esporas o estaba suciendo realmente? No conocía la respuesta pero me estaba dando un ataque de pánico.
- Resumen:
- Acceder a ir con Brynn, reacionar al ruido de la torre y flipar mucho con las pastis
- Ey, tranquilo -dijo Al, apenas sin inmutarse, cuando Bob le agarró el cuello de la camisa. Tenía bastante mérito, ya que no podía obviar el hecho de medir más de dos metros-. Puede que sea una confusión y mi bolo sea antes. Al fin y al cabo, mi agente me contactó desde el West Blue y ya sabes, el cambio de hora y demás...
Se agachó para recoger la libreta y tomó una página al azar, comenzando a pasarla a la misma velocidad que el regidor. No podía entender nada, más por la pésima caligrafía que por lo rápido de las hojas volar, pero había patrones en cada letra que cualquier persona, dado el contenido simbólico del ideograma, compartía: Las vocales, particularmente "a" y "o" eran dos letras muy fáciles de distinguir y oh, sorpresa, Al Naion constaba de ambas. Rebuscó entre las hojas hasta encontrar algo que simulase el garabato de su nombre pues, independientemente de la hora, si podía colarle que debía tocar, los llevaría al escenario. Si es que había tal cosa. Aunque siendo un arma de destrucción masiva con leitmotif musical lo lógico era pensar que sí.
- Mira, en cualquier caso, yo no quiero tocar en un sitio en el que no se me aprecia, pero tenemos un contrato firmado. -Extendió la mano hacia Arthur, que seguramente tendría a mano algún contrato similar para las actuaciones benéficas y, si no, potencialmente lo sacaría de la nada como hacía siempre- Y mi caché consta de ocho cifras. Eso sin contar el desplazamiento y las dietas que, te garantizo, te harían pensar que este juguetito -señaló a su alrededor, refiriéndose a la aguja- es barato. Porque sabes quién soy, ¿verdad? Sabes que soy la estrella invitada y he firmado ya para los dos conciertos restantes, pero tengo una cláusula de rescisión unilateral en la que toda la responsabilidad fiscal recae sobre tus jefes. Y seguro que tus jefes te responsabilizan a ti.
Había acompañado cada palabra de airados aspavientos en una preformance de diva que, aunque lo que estuviese diciendo fuese una estupidez, hacía creíble la historia. Además, a pesar de que Al fuese un gran actor en ese momento no estaba actuando en absoluto: Al Naion era una divaza.
- Y de todos modos, ¿sabes qué? Que no... Un momento, ¡¿Qué coño?!
El puto gato. ¡El puto gato! Se estaba transformando en... ¿Un gato más blanco? En fin, daba igual porque al parecer aquello se debía justamente a la luna. ¿Por qué no podía ser un poco más supersticioso en un mundo donde la fruta no solo aportaba vitaminas y azúcares de alta calidad sino también dotaba de inigualables poderes cósmicos?
- Y de hidrofobia -señaló en voz alta. Seguramente Jack entendiese el chiste, dado que era el único que tenía un modo de pensar similar al suyo... Si no fuese por Chema, aunque llevaba muerto un tiempo. En cualquier caso no tenía tiempo para pensar porque el gato licántropo... ¿Gatántropo? ¿Licángato? ¿Gatocán? Estaba descontrolándose y no quería ser él su siguiente víctima-. ¡Tened cuidado, si os muerde os convertirá en uno de los suyos! ¡Sacad la plata! ¡Las balas, los cuchillos, la vajilla si es necesario! ¿Sabéis qué? A la mierda.
Llevaba una única cosa de plata en todo el cuerpo, y jamás habría imaginado que su brigada lo descubriría de esa forma. Metió rápidamente la mano en sus pantalones y hurgó en su entrepierna hasta que pudo sacar un Príncipe Alberto hecho completamente de plata. Esperaba sinceramente que no preguntasen por qué, aunque la respuesta estaba clara... Condiciones que ponían las lesbianas: "Yo te doy primero", "Si me dejas hacerte un piercing", "Solo si pagas"... A veces se daba más de una y... En cualquier caso, eso no importa. Con toda la fuerza que pudo reunir lanzó su piercing genital a la cara de Zay, con la esperanza de que la plata lo matase al contacto. Si no lo lograba solo podría huir.
Se agachó para recoger la libreta y tomó una página al azar, comenzando a pasarla a la misma velocidad que el regidor. No podía entender nada, más por la pésima caligrafía que por lo rápido de las hojas volar, pero había patrones en cada letra que cualquier persona, dado el contenido simbólico del ideograma, compartía: Las vocales, particularmente "a" y "o" eran dos letras muy fáciles de distinguir y oh, sorpresa, Al Naion constaba de ambas. Rebuscó entre las hojas hasta encontrar algo que simulase el garabato de su nombre pues, independientemente de la hora, si podía colarle que debía tocar, los llevaría al escenario. Si es que había tal cosa. Aunque siendo un arma de destrucción masiva con leitmotif musical lo lógico era pensar que sí.
- Mira, en cualquier caso, yo no quiero tocar en un sitio en el que no se me aprecia, pero tenemos un contrato firmado. -Extendió la mano hacia Arthur, que seguramente tendría a mano algún contrato similar para las actuaciones benéficas y, si no, potencialmente lo sacaría de la nada como hacía siempre- Y mi caché consta de ocho cifras. Eso sin contar el desplazamiento y las dietas que, te garantizo, te harían pensar que este juguetito -señaló a su alrededor, refiriéndose a la aguja- es barato. Porque sabes quién soy, ¿verdad? Sabes que soy la estrella invitada y he firmado ya para los dos conciertos restantes, pero tengo una cláusula de rescisión unilateral en la que toda la responsabilidad fiscal recae sobre tus jefes. Y seguro que tus jefes te responsabilizan a ti.
Había acompañado cada palabra de airados aspavientos en una preformance de diva que, aunque lo que estuviese diciendo fuese una estupidez, hacía creíble la historia. Además, a pesar de que Al fuese un gran actor en ese momento no estaba actuando en absoluto: Al Naion era una divaza.
- Y de todos modos, ¿sabes qué? Que no... Un momento, ¡¿Qué coño?!
El puto gato. ¡El puto gato! Se estaba transformando en... ¿Un gato más blanco? En fin, daba igual porque al parecer aquello se debía justamente a la luna. ¿Por qué no podía ser un poco más supersticioso en un mundo donde la fruta no solo aportaba vitaminas y azúcares de alta calidad sino también dotaba de inigualables poderes cósmicos?
- Y de hidrofobia -señaló en voz alta. Seguramente Jack entendiese el chiste, dado que era el único que tenía un modo de pensar similar al suyo... Si no fuese por Chema, aunque llevaba muerto un tiempo. En cualquier caso no tenía tiempo para pensar porque el gato licántropo... ¿Gatántropo? ¿Licángato? ¿Gatocán? Estaba descontrolándose y no quería ser él su siguiente víctima-. ¡Tened cuidado, si os muerde os convertirá en uno de los suyos! ¡Sacad la plata! ¡Las balas, los cuchillos, la vajilla si es necesario! ¿Sabéis qué? A la mierda.
Llevaba una única cosa de plata en todo el cuerpo, y jamás habría imaginado que su brigada lo descubriría de esa forma. Metió rápidamente la mano en sus pantalones y hurgó en su entrepierna hasta que pudo sacar un Príncipe Alberto hecho completamente de plata. Esperaba sinceramente que no preguntasen por qué, aunque la respuesta estaba clara... Condiciones que ponían las lesbianas: "Yo te doy primero", "Si me dejas hacerte un piercing", "Solo si pagas"... A veces se daba más de una y... En cualquier caso, eso no importa. Con toda la fuerza que pudo reunir lanzó su piercing genital a la cara de Zay, con la esperanza de que la plata lo matase al contacto. Si no lo lograba solo podría huir.
- Resumen:
- Utilizar mi técnica definitiva devastadora anti-hombreslobo para acabar con Zay.
Gareth Silverwing
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Akuma no mi
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¿De verdad me los estaba pidiendo ahora? En serio, no creía que fueran necesarios, pero menos mal que siempre lo llevo encima como recurso.
Del bolsillo izquierdo de la nalga del pantalón saqué lo que, a primera vista era una libreta de pequeñas dimensiones, pero gran grosor ¿Cómo no se marcaba en el pantalón? Secreto profesional. La mitad estaban medio quemadas y la otra mitad manchadas de sangre seca... y reciente a partes iguales. Pase páginas, si mal no recordaba estaba por la M de Música, justo en el medio, así que seguramente no estuviera en tan la estado.
- Ah. Si, aquí lo tengo, permiso estándar de actuación artística relacionada con el ámbito musical. Contrato vinculante con el o los propietarios del establecimiento que establece la obligación y el deber de proporcionar un escenario así como un horario establecido previamente, así como la notificación con tiempo de cualquier cambio o imprevisto. Por otro lado la parte contratada está obligada a ofrecer sus servicios sin importar las inclemencias de la situación a no ser que exista una plaga de ardillas con rabia o ausencia de licores. Sólo tienes que firm... - Pude ver una escena que no debe ser descrita, una actuación que no debe ser recordada por generaciones futuras, así como un piso más en el sótano de la degeneración de Al. Inspiré profundo y mantuve la compostura mientras desplegaba la pequeña página doblada en un documento de tamaño normal y lo separaba de la libreta tirando de la línea perforada. - Vale, puedo hacer esto. Como representante oficial del artista tengo autoridad de firmar cualquier contrato a su sombre sólo necesito una... - Palpé mis bolsillos, mi pluma no estaba. Traté de mantener la calma, controlé mi compostura y contuve mis ganas de estrangular al gato. Un hilillo de sangre descendió por mi rostro al morderme la lengua para no soltar un improperio profano.
Sólo quedaba una opción. Me llevé la mano a la boca en un rápido movimiento casi invisible para un ojo poco entrenado, mucho más uno al borde del ataque de ansiedad, y mordí la carne hasta hacer una pequeña herida. Con impecable caligrafía firmé el contrato con mi firma usando mi propia sangre, lo agité suavemente para que coagulase como si se secase la tinta y se lo tendí al encargado para que lo revisase.
- Espero que todo esté en or... ¡¿Pero queréis estaros quietos, hostias?!
Del bolsillo izquierdo de la nalga del pantalón saqué lo que, a primera vista era una libreta de pequeñas dimensiones, pero gran grosor ¿Cómo no se marcaba en el pantalón? Secreto profesional. La mitad estaban medio quemadas y la otra mitad manchadas de sangre seca... y reciente a partes iguales. Pase páginas, si mal no recordaba estaba por la M de Música, justo en el medio, así que seguramente no estuviera en tan la estado.
- Ah. Si, aquí lo tengo, permiso estándar de actuación artística relacionada con el ámbito musical. Contrato vinculante con el o los propietarios del establecimiento que establece la obligación y el deber de proporcionar un escenario así como un horario establecido previamente, así como la notificación con tiempo de cualquier cambio o imprevisto. Por otro lado la parte contratada está obligada a ofrecer sus servicios sin importar las inclemencias de la situación a no ser que exista una plaga de ardillas con rabia o ausencia de licores. Sólo tienes que firm... - Pude ver una escena que no debe ser descrita, una actuación que no debe ser recordada por generaciones futuras, así como un piso más en el sótano de la degeneración de Al. Inspiré profundo y mantuve la compostura mientras desplegaba la pequeña página doblada en un documento de tamaño normal y lo separaba de la libreta tirando de la línea perforada. - Vale, puedo hacer esto. Como representante oficial del artista tengo autoridad de firmar cualquier contrato a su sombre sólo necesito una... - Palpé mis bolsillos, mi pluma no estaba. Traté de mantener la calma, controlé mi compostura y contuve mis ganas de estrangular al gato. Un hilillo de sangre descendió por mi rostro al morderme la lengua para no soltar un improperio profano.
Sólo quedaba una opción. Me llevé la mano a la boca en un rápido movimiento casi invisible para un ojo poco entrenado, mucho más uno al borde del ataque de ansiedad, y mordí la carne hasta hacer una pequeña herida. Con impecable caligrafía firmé el contrato con mi firma usando mi propia sangre, lo agité suavemente para que coagulase como si se secase la tinta y se lo tendí al encargado para que lo revisase.
- Espero que todo esté en or... ¡¿Pero queréis estaros quietos, hostias?!
Aki D. Arlia
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Akuma no mi
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Su puño se desinfló, su ira desapareció y el cuerpo cayó inerte al suelo, su ropa todavía ardiendo. Supaidaman se acercó, lamentando su destino. Tras pensarlo un momento, Lys se le acercó.
- Así que sigues vivo.
Le miraba cautelosa, tratando de decidir qué hacer exactamente. Se mordió el labio por un momento, repasando las opciones. Tampoco tenía mucho tiempo. Quería llevárselo con ella. Era una petición egoísta y aún si él aceptaba, jamás estaría segura de si era una decisión honesta. Aunque eso no le importaba, por supuesto. Sería un buen juguete y si había dos personas en el barco además de ella podrían turnarse para navegar, lo que le aseguraría no tener que acercarse nunca al timón. La jovencita podía enseñarle si el no sabía. Además, sabía defenderse... y eso nunca estaba de más.
Volvió al presente al oír la explosión. Giró la cabeza y vio las luces en lo alto. No tenían tiempo. La aguja estaba haciéndose pedazos, pero nada garantizaba que el dispositivo que amenazaba el mar se hubiera detenido. Al fin y al cabo, no debía olvidar que el edificio no era más que la carcasa. Tenían que llegar allí arriba y prestar toda la ayuda que fuese necesaria. Se giró hacia Supaidaman, tendiéndole la mano y mirándole con intensidad.
- Si quieres acompañarme hasta el último acto de esta locura, me aseguraré de darte un hogar y una causa cuando caiga el telón.
Si aceptaba, le cogería para ir más rápido y echaría a volar hacia lo más alto de la aguja. Si decía que no, partiría en solitario. Al fin y al cabo, no tenía tiempo que perder.
- Así que sigues vivo.
Le miraba cautelosa, tratando de decidir qué hacer exactamente. Se mordió el labio por un momento, repasando las opciones. Tampoco tenía mucho tiempo. Quería llevárselo con ella. Era una petición egoísta y aún si él aceptaba, jamás estaría segura de si era una decisión honesta. Aunque eso no le importaba, por supuesto. Sería un buen juguete y si había dos personas en el barco además de ella podrían turnarse para navegar, lo que le aseguraría no tener que acercarse nunca al timón. La jovencita podía enseñarle si el no sabía. Además, sabía defenderse... y eso nunca estaba de más.
Volvió al presente al oír la explosión. Giró la cabeza y vio las luces en lo alto. No tenían tiempo. La aguja estaba haciéndose pedazos, pero nada garantizaba que el dispositivo que amenazaba el mar se hubiera detenido. Al fin y al cabo, no debía olvidar que el edificio no era más que la carcasa. Tenían que llegar allí arriba y prestar toda la ayuda que fuese necesaria. Se giró hacia Supaidaman, tendiéndole la mano y mirándole con intensidad.
- Si quieres acompañarme hasta el último acto de esta locura, me aseguraré de darte un hogar y una causa cuando caiga el telón.
Si aceptaba, le cogería para ir más rápido y echaría a volar hacia lo más alto de la aguja. Si decía que no, partiría en solitario. Al fin y al cabo, no tenía tiempo que perder.
Maki
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Maki tarareó para sus adentros la agradable melodía del hilo musical del ascensor. Movía la cabeza a un lado y a otro, imitando con ella un bailoteo de lo más cuqui. No obstante, permanecía en silencio. Si algo tenía claro era que no debía establecer contacto visual con sus compañeros revolucionarios. Un sitio como aquél invitaba a quedarse mirando los botones en silencio hasta llegar al último piso. ¡Y así lo haría, diantre! ¡Aunque tuvieran que bajar y volver a subir quince veces al final aprenderían a respetar el silencio del ascensor!
Pero lo peor ocurrió. Con tanta tensión y tanto trajín para arriba y para abajo, al gyojin se le escapó un gas furtivo. No permitió que se le notase, no hizo el más mínimo gesto. Respetó unos segundos de tensa espera y después señaló a Ruedas sin apartar la vista de los botones.
-Ha sido él -le acusó con total verosimilitud.
"Bien hecho, Augustus", se felicitó. Cero sospechas.
Las puertas mecánicas se abrieron en cuanto llegaron por fin al sitio al que iba esa cosa. Bien pensado, Maki no tenía ni idea de cuál era ese sitio. Era todo muy... caótico. Su mente no era capaz de procesar todo aquel lío, así que hizo como si no existiera y arreglado. El problema era que si existían todas esas cosas peligrosas, y una bala perdida, seguramente disparada sin mala intención, pasó rozando al bueno de Susu. Cuando la bala ya se hubo estrellado contra la pared de detrás, Maki se abalanzó sobre Susu para derribarlo con un grito dramático.
-¡NOOOOOOOO!
"Genial, Augustus. Ha salido mejor que en los ensayos".
Pero lo peor ocurrió. Con tanta tensión y tanto trajín para arriba y para abajo, al gyojin se le escapó un gas furtivo. No permitió que se le notase, no hizo el más mínimo gesto. Respetó unos segundos de tensa espera y después señaló a Ruedas sin apartar la vista de los botones.
-Ha sido él -le acusó con total verosimilitud.
"Bien hecho, Augustus", se felicitó. Cero sospechas.
Las puertas mecánicas se abrieron en cuanto llegaron por fin al sitio al que iba esa cosa. Bien pensado, Maki no tenía ni idea de cuál era ese sitio. Era todo muy... caótico. Su mente no era capaz de procesar todo aquel lío, así que hizo como si no existiera y arreglado. El problema era que si existían todas esas cosas peligrosas, y una bala perdida, seguramente disparada sin mala intención, pasó rozando al bueno de Susu. Cuando la bala ya se hubo estrellado contra la pared de detrás, Maki se abalanzó sobre Susu para derribarlo con un grito dramático.
-¡NOOOOOOOO!
"Genial, Augustus. Ha salido mejor que en los ensayos".
Ichizake
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Destruir la ciudad ancestral de los Nobles Mundiales era una de esas cosas que a la chusma le gustaba repetir cuando se enardecía. ¿Cuantísimos piratas, revolucionarios, criminales o charlatanes pretenciosos habrían fantaseado con hundir bajo la solas la Tierra Santa? Gerald, por supuesto, estaba hecho de otra pasta. Destruir era fácil; cualquier mono con un mazo podía destruir algo, pero se requería cierta dosis de astucia, destreza y ambición para ir un poco más allá. Y es que destruir algo pudiendo controlarlo era lo que solían hacer los necios.
Claro que, después de la revelación del funcionamiento de la torre, no podía sorprenderse realmente.
"Con música, claro. Muy lógico". El músico que había dentro de Gerald se sentía seriamente ofendido por un uso tan banal, destructivo y caprichoso de su arte. ¿Acaso se dedicaba él a hacer mofa y escarnio de las pasiones ajenas? Era insultante el mero hecho de ser consciente de haber estado deambulando y luchando toda la noche dentro de un altavoz de tamaño titánico. Y peor aún era que seguía sin explicarse quién había construido un arma así ni cómo.
Con el firme objetivo de no volver a caerse por un agujero del suelo, empezó a trepar por las vigas con la misma elegancia con la que lo haría un simio. Estaba tan cansado que poco le importaba ya la imagen. Más o menos como el pobre desgraciado al que pensaban quemar vivo. Por lo que a él respectaba podía marcharse, beberse el resto de la gasolina o quedarse allí atado hasta el fin de los días.
-Sigamos, señor White. No quiero que el concierto empiece con nosotros aquí dentro.
Claro que, después de la revelación del funcionamiento de la torre, no podía sorprenderse realmente.
"Con música, claro. Muy lógico". El músico que había dentro de Gerald se sentía seriamente ofendido por un uso tan banal, destructivo y caprichoso de su arte. ¿Acaso se dedicaba él a hacer mofa y escarnio de las pasiones ajenas? Era insultante el mero hecho de ser consciente de haber estado deambulando y luchando toda la noche dentro de un altavoz de tamaño titánico. Y peor aún era que seguía sin explicarse quién había construido un arma así ni cómo.
Con el firme objetivo de no volver a caerse por un agujero del suelo, empezó a trepar por las vigas con la misma elegancia con la que lo haría un simio. Estaba tan cansado que poco le importaba ya la imagen. Más o menos como el pobre desgraciado al que pensaban quemar vivo. Por lo que a él respectaba podía marcharse, beberse el resto de la gasolina o quedarse allí atado hasta el fin de los días.
-Sigamos, señor White. No quiero que el concierto empiece con nosotros aquí dentro.
Osuka Sumisu
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Las puertas del ascensor se abrieron ante la impaciencia del oficial de piedra. Estaba incluso más cabreado con Brownie de lo que había estado con Krauser. Aquella ira no venía con el toque de tristeza que había mostrado con el demonio de la niebla. Aquello era odio; no solo culparían a toda la Armada Revolucionaria de aquello, también había usado a su antiguo superior de aquella manera, y sobre todo, ese malnacido había tenido la osadía de destruir el mar que juro proteger, nada menos que el maldito mar natal de Osuka. Nunca podrá quitarse de la cabeza las incertidumbres de si Kabushi se recuperia de aquella desgracia. La imagen mental creaba una escena distopica si se acompañaba con la molesta música del ascensor.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que se dio cuenta de que alguien había disparado hasta que no escucho el ruido sordo de un fusil de largo alcance. Noto como algo le echó para atrás para luego ver como su hombro estaba sangrando. Por suerte fue superficial, de no ser por los factores de trayectoria de la bala, posiblemente estaría muerto. Para cuando recobro los sentidos, Maki le tenía entre sus brazos, como si la escena más dramática hubiese tenido lugar
- Genial, un tirador – espeto Ishi-. Como si no hubiésemos tenido suficientes porculeros por hoy. Por no hablar que el cabeza sushi este ha apestado el ascensor.
- Desperdicio su oportunidad- respondió mientras se libró de los blanditos brazos del gyojin y empezaba a absorber la piedra de sus alrededores-. Las balas le servirán de poco ahora…
La piedra adquirió un color rojizo y formo un golem de forma bestial, de imponentes cuernos y melenas. A su mismo tiempo este adopto un manto negro, que le dio un aspecto brillante y más intimidante todavía.
- ¡Todos detrás de mí! –exhalo con una voz más grabe. Como si fuese a vociferar un rugido cada vez que abría la boca-. ¡Os cubriré del fuego enemigo! Edward, encárgate del tirador cuando nos acerquemos. No podemos dejar a hostiles sueltos. Yo seguiré buscando a Brownie. Voy a hacer que ese desgraciado page.
Y como un rinoceronte furioso, empezó a correr hacia las escaleras, tratando de bloquear todos disparos. Actuando como un tanque, que ofrecía cobertura a la infantería del fuego enemigo.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que se dio cuenta de que alguien había disparado hasta que no escucho el ruido sordo de un fusil de largo alcance. Noto como algo le echó para atrás para luego ver como su hombro estaba sangrando. Por suerte fue superficial, de no ser por los factores de trayectoria de la bala, posiblemente estaría muerto. Para cuando recobro los sentidos, Maki le tenía entre sus brazos, como si la escena más dramática hubiese tenido lugar
- Genial, un tirador – espeto Ishi-. Como si no hubiésemos tenido suficientes porculeros por hoy. Por no hablar que el cabeza sushi este ha apestado el ascensor.
- Desperdicio su oportunidad- respondió mientras se libró de los blanditos brazos del gyojin y empezaba a absorber la piedra de sus alrededores-. Las balas le servirán de poco ahora…
La piedra adquirió un color rojizo y formo un golem de forma bestial, de imponentes cuernos y melenas. A su mismo tiempo este adopto un manto negro, que le dio un aspecto brillante y más intimidante todavía.
- ¡Todos detrás de mí! –exhalo con una voz más grabe. Como si fuese a vociferar un rugido cada vez que abría la boca-. ¡Os cubriré del fuego enemigo! Edward, encárgate del tirador cuando nos acerquemos. No podemos dejar a hostiles sueltos. Yo seguiré buscando a Brownie. Voy a hacer que ese desgraciado page.
Y como un rinoceronte furioso, empezó a correr hacia las escaleras, tratando de bloquear todos disparos. Actuando como un tanque, que ofrecía cobertura a la infantería del fuego enemigo.
- Resumen:
Bloquear tiros y ir al piso superior mientras tenebrex reduce al tirador(?)
- Cosis:
Haki ArmaduraSobresaliente
BLOODMOON DEMON :
Con la Bloodstone, puede crear una forma golem de tamaño reducido [5 metros/ 6 posts] a la versión corriente pero más ágil (Debido a que la piedra actúa como parcialmente como un músculo real por su parte orgánica). Como desventaja, al estar hecho en parte organico, es más débil a ataques elementales. Si mantiene esta forma durante más post de los posibles, estará descontrolado, en esta misma forma, durante otros cinco posts, tras los cuales se agotara físicamente y no podrá usar el poder de la fruta durante un tiempo.
Tenebrex
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Edward sonrió levemente. Él quería creer en la inocencia de Krauser, incluso aunque esta fuera parcial, por lo que la mención a un cerebro detrás de este infierno le generó cierto alivio.
Por otra parte, Osuka estaba totalmente fuera de sí, parecía tener algo personal con ese David Brownie, ¿o era solo por ser el comandante de su mar natal? Edward no sabía mucho de él, pero la verdad es que por algunos detalles de su vida personal no parecía una persona adecuada para un puesto de tal responsabilidad... Y eso le generaba cierta inseguridad en las altas esferas de la armada.
Edward era un firme defensor de la revolución, pero hay cosas que odia más que los enemigos de la misma, entre ellas, a los traidores. Personas en las que el pueblo deposita su confianza que la traicionan por ambición o cualquier otra razón egoísta, que además echan por tierra la reputación de la organización. Por si fuera poco, en este caso los daños y las pérdidas habían sido ya demasiado.
Dentro del ascensor, Maki protagonizó una ridícula escena (como de costumbre) y Edward, mientras se alejaba del mal olor, negaba con la cabeza por la vergüenza de que alguien así fuera su superior. Cuando el gyojin lo acusó, se sobresaltó. —Pero ¿qué dices? Está claro que has sido... Agh, déjalo. —respondió, callándose al detenerse el ascensor.
Un segundo después, una bala rozó al León Carmesí, lo cual alertó al grupo. Edward sacó el Mushikabe, con la intención de ponérselo a su líder y protegerlo, pero al ver cómo este se transformaba, se quedó a la espera de instrucciones. Siguió el plan de Osu y, en cuanto se separara de este, se protegería a sí mismo, colocándose el artefacto sobre el guantelete, en su antebrazo derecho. Esto le protegería por si el tirador disparaba, aunque habiendo acortado tanto las distancias, era probable que usar un fusil no fuera la mejor opción. De todas formas, y por si acaso, él no solo lo activó, sino que no bajaría la guardia y trataría de esquivar los disparos, sin confiar del todo en el Mushikabe.
—Cuenta con ello. —dijo Ed, saliendo disparado hacia la escalera tan rápido como pudo y cargando electricidad, era muy probable que el francotirador presentara pelea. Activó su Haki de observación para poder tener controlada la posición de su objetivo, así como evaluar sus capacidades.
Por otra parte, Osuka estaba totalmente fuera de sí, parecía tener algo personal con ese David Brownie, ¿o era solo por ser el comandante de su mar natal? Edward no sabía mucho de él, pero la verdad es que por algunos detalles de su vida personal no parecía una persona adecuada para un puesto de tal responsabilidad... Y eso le generaba cierta inseguridad en las altas esferas de la armada.
Edward era un firme defensor de la revolución, pero hay cosas que odia más que los enemigos de la misma, entre ellas, a los traidores. Personas en las que el pueblo deposita su confianza que la traicionan por ambición o cualquier otra razón egoísta, que además echan por tierra la reputación de la organización. Por si fuera poco, en este caso los daños y las pérdidas habían sido ya demasiado.
Dentro del ascensor, Maki protagonizó una ridícula escena (como de costumbre) y Edward, mientras se alejaba del mal olor, negaba con la cabeza por la vergüenza de que alguien así fuera su superior. Cuando el gyojin lo acusó, se sobresaltó. —Pero ¿qué dices? Está claro que has sido... Agh, déjalo. —respondió, callándose al detenerse el ascensor.
Un segundo después, una bala rozó al León Carmesí, lo cual alertó al grupo. Edward sacó el Mushikabe, con la intención de ponérselo a su líder y protegerlo, pero al ver cómo este se transformaba, se quedó a la espera de instrucciones. Siguió el plan de Osu y, en cuanto se separara de este, se protegería a sí mismo, colocándose el artefacto sobre el guantelete, en su antebrazo derecho. Esto le protegería por si el tirador disparaba, aunque habiendo acortado tanto las distancias, era probable que usar un fusil no fuera la mejor opción. De todas formas, y por si acaso, él no solo lo activó, sino que no bajaría la guardia y trataría de esquivar los disparos, sin confiar del todo en el Mushikabe.
—Cuenta con ello. —dijo Ed, saliendo disparado hacia la escalera tan rápido como pudo y cargando electricidad, era muy probable que el francotirador presentara pelea. Activó su Haki de observación para poder tener controlada la posición de su objetivo, así como evaluar sus capacidades.
- Resumen:
- Hago lo que ha dicho Osu, es decir, me escondo tras él mientras carga como un toro y salgo a por el tirador usando las escaleras de caracol.
- Cosas usadas:
- Nombre del objeto: Mushikabe
Descripción: Se trata de un escarabajo de hojalata de color azul metálico de 30 cm de longitud. Bajo el caparazón en vez de patas tiene una serie de imanes para adherirse a cualquier superficie metálica. Para despegarlo sólo hay que pulsar sus dos ojos a la vez.
Cualidades del material: Dureza, tenacidad y atermia Genuinas.
Cualidades excepcionales: Una vez por rol se puede pegar este escarabajo a una superficie metálica para iniciar su efecto. Nada más pegarlo se generará un campo magnético alrededor de la superficie que alterará la trayectoria de cualquier proyectil metálico de calibre pequeño o mediano disparado por medios convencionales. El efecto dura de forma indefinida hasta que el escarabajo sea despegado, la superficie destruida, o cualquiera de ellos sean afectados por un campo magnético externo.
Haki de Observación Precilecto Rango 6 Ambas ramas
PD: lo de "cargar electricidad" es más bien algo escénico. Se corresponde a que, de ser necesario, en el siguiente post usará esta técnica:
Nombre de la técnica: Kaminari no yari
Naturaleza de la técnica: Elemental
Descripción de la técnica: Edward concentra electricidad durante su defensa (puede esquivar y moverse con normalidad, si recibe un ataque es interrumpido). Si logra no ser alcanzado, puede crear hasta tres lanzas de rayos que pueden ser lanzadas a velocidades de hasta 12 metros por segundo, con 50 metros de alcance máximo tras los cuales se deshacen.
Tiempo de canalización: Tres segundos (ocupando todo el tiempo de la defensa)
Julianna M. Shelley
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Estaban lo bastante cerca la una de la otra como para que el hedor de su sangre le golpeara en la nariz. El chorro le manchó el vestido, pero fue capaz de sujetar el cuerpo de la niña rata con la mano que no sujetaba el arma. La colocó cuidadosamente en el suelo, algo atontada y todavía en guardia. Oía toda clase de ruidos a su alrededor y no era capaz de identificar ninguno como algo amistoso. Sus dedos se cerraban en torno al metal como si fueran parte de la espada. Intentó aflojarlos, pero no fue capaz. Adahír acudió a su lado y el caos a su alrededor pareció calmarse un poco. Le pasó el brazo por los hombros y se acurrucó junto a ella, en un vano intento de darle calor.
Las alucinaciones de la pequeña eran igual de frías que siempre.
- Ha sido tu primera vez, ¿verdad, pequeña?
Jul asintió con la cabeza, despacio. No lloraba. Tenía fruncido el ceño en una mueca a medio camino entre frustración y disgusto, como si tratara de encontrar la solución de un puzle muy complicado.
- No pasa nada. Mira sus manos. Ella no estaría en esta aguja si no estuviera preparada para morir.
- Yo estoy aquí y todavía no es mi hora.
-Jul... los dos sabemos que tú no eres la más cuerda en esta habitación.
La pequeña esbozó una sonrisa torcida antes de respirar hondo un par de veces. Más calmada, le cerró los ojos a la niña rata. Era todo lo que haría por ella. Se levantó y agarró su bolsito; tenía que vendarse el brazo antes de seguir su camino. Tenía dos opciones, un ascensor y unas escaleras. Se echó alcohol en el brazo y cerró los ojos un momento, apretando los dientes para aguantar el escozor. El edificio estaba dañado, podía ver los estragos por todas partes. Seguramente a esas horas las escaleras eran más seguras que cualquier mecanismo. Se vendó el brazo pulcramente mientras caminaba, tirando de la tela con los dientes y la mano libre para asegurar bien el vendaje.
Todavía espada en mano, examinó el lugar. Era estrecho y bajo, pero ella cabía bien. No había muchas personas que pudieran entrar por ahí, así que quizás fuera capaz de encontrar algo de utilidad. Al fin y al cabo, semejaba el escondite perfecto. Había varias puertas, pero no oía nada extraño. Con cuidado, entró a la primera sala. Sus ojos se abrieron como platos al ver las estanterías llenas de libros. Dio una vuelta rápida por el lugar, consciente de que no tenía mucho tiempo. Si veía algún tomo interesante se lo llevaría bajo el brazo.
Si era capaz de salir sin problemas, entraría a la segunda sala. Se miraría al espejo y curiosearía detrás, tratando de averiguar de dónde venía el vaho.
Las alucinaciones de la pequeña eran igual de frías que siempre.
- Ha sido tu primera vez, ¿verdad, pequeña?
Jul asintió con la cabeza, despacio. No lloraba. Tenía fruncido el ceño en una mueca a medio camino entre frustración y disgusto, como si tratara de encontrar la solución de un puzle muy complicado.
- No pasa nada. Mira sus manos. Ella no estaría en esta aguja si no estuviera preparada para morir.
- Yo estoy aquí y todavía no es mi hora.
-Jul... los dos sabemos que tú no eres la más cuerda en esta habitación.
La pequeña esbozó una sonrisa torcida antes de respirar hondo un par de veces. Más calmada, le cerró los ojos a la niña rata. Era todo lo que haría por ella. Se levantó y agarró su bolsito; tenía que vendarse el brazo antes de seguir su camino. Tenía dos opciones, un ascensor y unas escaleras. Se echó alcohol en el brazo y cerró los ojos un momento, apretando los dientes para aguantar el escozor. El edificio estaba dañado, podía ver los estragos por todas partes. Seguramente a esas horas las escaleras eran más seguras que cualquier mecanismo. Se vendó el brazo pulcramente mientras caminaba, tirando de la tela con los dientes y la mano libre para asegurar bien el vendaje.
Todavía espada en mano, examinó el lugar. Era estrecho y bajo, pero ella cabía bien. No había muchas personas que pudieran entrar por ahí, así que quizás fuera capaz de encontrar algo de utilidad. Al fin y al cabo, semejaba el escondite perfecto. Había varias puertas, pero no oía nada extraño. Con cuidado, entró a la primera sala. Sus ojos se abrieron como platos al ver las estanterías llenas de libros. Dio una vuelta rápida por el lugar, consciente de que no tenía mucho tiempo. Si veía algún tomo interesante se lo llevaría bajo el brazo.
Si era capaz de salir sin problemas, entraría a la segunda sala. Se miraría al espejo y curiosearía detrás, tratando de averiguar de dónde venía el vaho.
Galhard
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La ascensión hacía los pisos superiores de la aguja mediante el pilar de hielo había sido otra experiencia que Galhard tendría el gusto de poder narrar en la taberna a los amigos que hiciese en distintas islas, la pelea contra el creepy aunque inconclusa podía contarse como una victoria y el felino otrora malherido sacaba pecho de una situación que casi le había dejado los sesos esparcidos como decoración del día de las brujas en ese oscuro pasillo. Tras varios minutos que parecían haber sido eternos Zay y Galhard se encontraba bajo la luz de la luna, con fuerza el recluta se sujetaba con fuerza a su espada clavada en el hielo mientras el pilar seguía subiendo. "Ah, este aire sienta de maravilla... Estaba asqueado de el ambiente cargado de esa aguja" Los pensamientos del marine se vieron rápidamente truncados por la extraña metamorfosis de su peludo compañero de batalla, al cual parecía que el golpe del martillo en la cabeza le había dejado mella en el carácter.
-¿Que clase de aberración es esta?- Dijo el marine en voz audible no pudiendo restringir más su desagrado por los Mink mientras contemplaba la extraña forma que Zay había adquirido -¿No se supone que querías redimirte? ¿O es que pelear contra el barbudo y recibir ese golpe en la cabeza ha sido demasiado para ti?-
La situación había puesto en jaque la ya agotada mente del recluta que con las venas de la frente infladas veía como Zay arremetía contra sus compañeros marines, en estos momentos las palabras de Kenzo resonaban en su mente con más fuerza que las pronunciadas por Al Naion. "Quizás hay gente que no puedes arriesgar a dar segundas oportunidades, quizás habría sido mejor haber dejado que el Creepy mermase más la resistencia de Zay en vez de haber intervenido" Todas esas cuestiones carcomían la cabeza de Galhard, el cual, aunque en su limite sabía que como marine tendría que cargar con esas responsabilidades. Sabía que debía hacerse cargo de ello a toda costa, pues de otra forma perderían el escaso tiempo del que tenían para poner fin a los planes del criminal que deseaba aniquilar el North Blue.
La diferencia de poderes entre él y Zay pese a la horripilante cantidad de daño que había sufrido el pirata era abisal, un enfrentamiento tanto directo como indirecto resultarían en una derrota para él. Cuando estaba dispuesto a cargar contra Zay, en un impulso kamikaze, para hacerle caer junto a él de la aguja y ganar tiempo para sus compañeros la voz alarmada de su superior le hizo torcer la vista hacia el mismo. ¿Plata? la expresión de desagrado de Galhard era notoria ante tal petición, no sabía mucho sobre el mundo pero si bien su desagrado por los minks le hacía saber que algo de plata no pararía ese frenesí asesino que mostraba el pirata y mucho menos lo dañaría. La situación no habría ido a más si el almirante no hubiese arrojado lo que para el recluta no era más que un extraño pendiente de planta hacía Zay, pero a juzgar por la cara de los presentes Galhard perdió un atisbo más de inocencia en ese momento, cambiando su cara de desagrado por una de absoluta repulsión.
-Empiezo a... Cuestionar y lamentar... Mis decisiones en la vida.- Con el estomago algo revuelto por la visión de todas las escenas Galhard hizo su mayor esfuerzo por tal de incorporarse correctamente sobre el pilar de hielo, contempló a los demás marines y personas que se encontraban en el lugar y arrancó del hielo su viejo sable. Debía ingeniárselas para llegar hacía Arthur y Jack, las figuras más "cuerdas" que podía ver en aquellos momentos y tratar de trazar un plan para frenar a Zay u optar por una más que estúpida e infructuosa idea de cargar contra la fiera o al menos contra la plataforma de hielo que tenía como soporte con tal de hacerle descender, meditada su decisión, saltó desde su pilar de hielo hacia donde Arthur, Al y Jack se encontraban y Zay se dirigía, llegado el momento ya decidiría.
-¿Que clase de aberración es esta?- Dijo el marine en voz audible no pudiendo restringir más su desagrado por los Mink mientras contemplaba la extraña forma que Zay había adquirido -¿No se supone que querías redimirte? ¿O es que pelear contra el barbudo y recibir ese golpe en la cabeza ha sido demasiado para ti?-
La situación había puesto en jaque la ya agotada mente del recluta que con las venas de la frente infladas veía como Zay arremetía contra sus compañeros marines, en estos momentos las palabras de Kenzo resonaban en su mente con más fuerza que las pronunciadas por Al Naion. "Quizás hay gente que no puedes arriesgar a dar segundas oportunidades, quizás habría sido mejor haber dejado que el Creepy mermase más la resistencia de Zay en vez de haber intervenido" Todas esas cuestiones carcomían la cabeza de Galhard, el cual, aunque en su limite sabía que como marine tendría que cargar con esas responsabilidades. Sabía que debía hacerse cargo de ello a toda costa, pues de otra forma perderían el escaso tiempo del que tenían para poner fin a los planes del criminal que deseaba aniquilar el North Blue.
La diferencia de poderes entre él y Zay pese a la horripilante cantidad de daño que había sufrido el pirata era abisal, un enfrentamiento tanto directo como indirecto resultarían en una derrota para él. Cuando estaba dispuesto a cargar contra Zay, en un impulso kamikaze, para hacerle caer junto a él de la aguja y ganar tiempo para sus compañeros la voz alarmada de su superior le hizo torcer la vista hacia el mismo. ¿Plata? la expresión de desagrado de Galhard era notoria ante tal petición, no sabía mucho sobre el mundo pero si bien su desagrado por los minks le hacía saber que algo de plata no pararía ese frenesí asesino que mostraba el pirata y mucho menos lo dañaría. La situación no habría ido a más si el almirante no hubiese arrojado lo que para el recluta no era más que un extraño pendiente de planta hacía Zay, pero a juzgar por la cara de los presentes Galhard perdió un atisbo más de inocencia en ese momento, cambiando su cara de desagrado por una de absoluta repulsión.
-Empiezo a... Cuestionar y lamentar... Mis decisiones en la vida.- Con el estomago algo revuelto por la visión de todas las escenas Galhard hizo su mayor esfuerzo por tal de incorporarse correctamente sobre el pilar de hielo, contempló a los demás marines y personas que se encontraban en el lugar y arrancó del hielo su viejo sable. Debía ingeniárselas para llegar hacía Arthur y Jack, las figuras más "cuerdas" que podía ver en aquellos momentos y tratar de trazar un plan para frenar a Zay u optar por una más que estúpida e infructuosa idea de cargar contra la fiera o al menos contra la plataforma de hielo que tenía como soporte con tal de hacerle descender, meditada su decisión, saltó desde su pilar de hielo hacia donde Arthur, Al y Jack se encontraban y Zay se dirigía, llegado el momento ya decidiría.
Rei Arslan
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Quizá destruir las torres no era la mejor opción. Lo había hecho en un ataque de ira, impulsada por sus emociones tras haberse enfrentado al rapero. ¿Pero qué podía hacer ella? Nada. Solo confiar en sus habilidades y a veces estas fallaban, como era en el caso de arrasar con todo. Las ventanas y puertas habían salido volando, igual que cientos de objetos más rotos que se desperdigaban por el aire y algún que otro revolucionario. Seguramente alguien se llevara un buen golpe por su culpa, pero no sentía pena por ellos. Si estaban allí, estaban para enfrentarse a todo, aunque fuera a puertas volando.
Annie sintió la vibración el viento viniendo desde una de las ventanas. Una bola de cañon negra como el carbón venía dirigida hacia ella. En su cola formó un escudo de viento y se colocó en posición de golpearla con la máxima fuerza posible en la misma dirección.
Si lo conseguía, la revolucionaria volaría lo más rápido que pudiera hasta llegar a la ventana y transformarse en el proceso para entrar en el interior como una persona normal. No sabía que encontraría allí, o si quizás era simplemente un punto de defensa. Lo único que le importaba era dejarlo destruido. También tenía curiosidad por si había algún secreto que desvelar o si poseían el típico botón rojo de apagar cosas. Puede que Annie no se llevase muy bien con la tecnología, pero se hacía una idea de como funcionaban las cosas.
Annie sintió la vibración el viento viniendo desde una de las ventanas. Una bola de cañon negra como el carbón venía dirigida hacia ella. En su cola formó un escudo de viento y se colocó en posición de golpearla con la máxima fuerza posible en la misma dirección.
Si lo conseguía, la revolucionaria volaría lo más rápido que pudiera hasta llegar a la ventana y transformarse en el proceso para entrar en el interior como una persona normal. No sabía que encontraría allí, o si quizás era simplemente un punto de defensa. Lo único que le importaba era dejarlo destruido. También tenía curiosidad por si había algún secreto que desvelar o si poseían el típico botón rojo de apagar cosas. Puede que Annie no se llevase muy bien con la tecnología, pero se hacía una idea de como funcionaban las cosas.
Taylor Fitzgerald
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Taylor apuntó en todo momento a Dretch. Nunca había tenido esa sensación de incomodidad en una guerra. Quizá, el hecho de haber pasado por algunas cosas en relación con lo que era le hizo crear un vínculo respecto a algunas personas, pero ¿era su superior una de ellas? Ahora sabía que no. Nunca lo sería. El agente parecía rendirse y miró al revolucionario, el cual estaba cada vez más asustado. En ningún momento dejó de apuntar, hasta que su compañero sin cejas se puso delante de ella.
La agente se relajó al ver como se acercaba y quizás se confió demasiado. Dretch estaba frente a ella y sus palabras la dejaban en blanco. Quería responderle y gritarle por todo lo que había pasado, para que entendiera que no solo era una máquina programada, pero no lo entendería. Taylor sabía que en el mundo habría muchas personas con una mente tan cerrada que jamás sentirían empatía por alguien como ella y, aunque le doliera, su superior era una de ellas.
No dijo nada. Bajó la cabeza y guardó silencio. En cuestión de segundos, el agente le arrebató el arma con un movimiento y la empujó. Taylor podía haber visto venir eso, pero algo se lo impidió, algo que escapaba de su conocimiento.
La muchacha cayó de espaldas sobre Giotto, quien amortiguó la caída y cuando vio a Dretch apuntarles con su propia arma, se temió lo peor. Él no dudaría en dispararles y así fue. Taylor conocía la munición que había dentro de su arma, era explosiva. A ella no le afectaría mucho, quizás alguna abolladura y desgarros de la piel y, conociendo el poder de Giotto, tampoco le afectaría. Parecía que empezaba a entenderlo todo.
Las balas explosionaron contra ellos. Solo fue una pequeña ráfaga, pero la suficiente como para que su traje se rompiera y sintiera su cuerpo sobrecalentarse. Como era visto, no sintió dolor alguno, pero sus ropas estaban bastante rotas y dejaban a la vista hombros metálicos y algunas zonas de la pierna derecha igual. Taylor no se movió del suelo, permaneció allí hasta que el agente hubiera terminado.
La agente se relajó al ver como se acercaba y quizás se confió demasiado. Dretch estaba frente a ella y sus palabras la dejaban en blanco. Quería responderle y gritarle por todo lo que había pasado, para que entendiera que no solo era una máquina programada, pero no lo entendería. Taylor sabía que en el mundo habría muchas personas con una mente tan cerrada que jamás sentirían empatía por alguien como ella y, aunque le doliera, su superior era una de ellas.
No dijo nada. Bajó la cabeza y guardó silencio. En cuestión de segundos, el agente le arrebató el arma con un movimiento y la empujó. Taylor podía haber visto venir eso, pero algo se lo impidió, algo que escapaba de su conocimiento.
La muchacha cayó de espaldas sobre Giotto, quien amortiguó la caída y cuando vio a Dretch apuntarles con su propia arma, se temió lo peor. Él no dudaría en dispararles y así fue. Taylor conocía la munición que había dentro de su arma, era explosiva. A ella no le afectaría mucho, quizás alguna abolladura y desgarros de la piel y, conociendo el poder de Giotto, tampoco le afectaría. Parecía que empezaba a entenderlo todo.
Las balas explosionaron contra ellos. Solo fue una pequeña ráfaga, pero la suficiente como para que su traje se rompiera y sintiera su cuerpo sobrecalentarse. Como era visto, no sintió dolor alguno, pero sus ropas estaban bastante rotas y dejaban a la vista hombros metálicos y algunas zonas de la pierna derecha igual. Taylor no se movió del suelo, permaneció allí hasta que el agente hubiera terminado.
Nailah
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Nailah observó todo a su alrededor, no sabía qué hacer para que el repartidor se levantara y cada vez estaban más en peligro. Las llamas emanaban de todas partes y el suelo vibraba bajo sus pies. Quería abandonar la Aguja cuanto antes, pero por algún motivo nadie conseguía destruirla ni apagarla.
Cuando el chico mencionó a Ginny Hendrix, una mujer de ébano apareció ante ellos. Nailah miró sus ojos y vio que la mujer estaba bastante en la droga. Sobre todo lo demostraba a la hora de hablar. ¿Era ella? Una música empezó a sonar, la pirata sabía que la conocía de algo, pero no es que fuera una buena canción, era bastante mediocre. Dio una vuelta sobre sí misma, tratando de ver de donde venía y se volvió a fijar en la receptora del paquete.
Poseía una guitarra vieja y un cigarro que no parecía terminarse nunca. Nailah miró de reojo al repartidor al ver que esta le pedía el paquete. Podría enfrentarse a ella ahora y así nunca activar la aguja, pero estaba en desventaja. No conocía nada sobre la mujer y podía ser quizás una de las mejores criminales del mundo, aunque su apariencia y estado indicasen lo contrario. Si algo le habían enseñado las calles de Arabasta es que no debía subestimar nunca a nadie.
En caso de que su compañero accediera a darle el paquete, Nailah daría un paso al frente.
-Espera, iremos contigo - dijo en voz alta.
Nailah avanzó detrás de ella con la intención de llegar hasta arriba. Quizá se estuvieran metiendo en la boca del lobo, pero estaba segura que entre los dos podrían arreglárselas para salir después de allí.
Cuando el chico mencionó a Ginny Hendrix, una mujer de ébano apareció ante ellos. Nailah miró sus ojos y vio que la mujer estaba bastante en la droga. Sobre todo lo demostraba a la hora de hablar. ¿Era ella? Una música empezó a sonar, la pirata sabía que la conocía de algo, pero no es que fuera una buena canción, era bastante mediocre. Dio una vuelta sobre sí misma, tratando de ver de donde venía y se volvió a fijar en la receptora del paquete.
Poseía una guitarra vieja y un cigarro que no parecía terminarse nunca. Nailah miró de reojo al repartidor al ver que esta le pedía el paquete. Podría enfrentarse a ella ahora y así nunca activar la aguja, pero estaba en desventaja. No conocía nada sobre la mujer y podía ser quizás una de las mejores criminales del mundo, aunque su apariencia y estado indicasen lo contrario. Si algo le habían enseñado las calles de Arabasta es que no debía subestimar nunca a nadie.
En caso de que su compañero accediera a darle el paquete, Nailah daría un paso al frente.
-Espera, iremos contigo - dijo en voz alta.
Nailah avanzó detrás de ella con la intención de llegar hasta arriba. Quizá se estuvieran metiendo en la boca del lobo, pero estaba segura que entre los dos podrían arreglárselas para salir después de allí.
Sasaki
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Akuma no mi
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Subirme en una nube de algodón para viajar había sido una idea terrible, me estaba perdiendo de dónde o qué estábamos haciendo, aunque el objetivo fin aún lo recordaba. Por suerte habíamos salido al exterior de la aguja y el aire de la noche se sentía freso y ligero tras unas cuantas horas encerrado en aquel lugar.
Cuando me incorporé en mi nube de azúcar y caramelo, que formaba una especie de cojín de agua, pude ver como el gato que quería que entrase a la brigada ya no tenía su color de antes, es más, tenía más pelo.
-Dan-cho, me niego a limpiar el pelo que suelte en la base si entra – le dije al almirante señalando a Zay mientras este seguía discutiendo con alguien.
En ese momento el capitán se giró y vio lo mismo que yo, soltando una palabra, hidrofobia, que hizo que un escalofrío recorriese todo mi cuerpo, aunque luego solté una risita. Luego el capitán comenzó a dar órdenes para comenzásemos a preparar la plata para a tacar al gato agresivo que teníamos al lado.
-Dan-cho, no soy un experto, pero algo me dice que no funcionará, no es un perro, es un gato, ¿no debería usarse otra cosa? De todos modos, nunca solemos llevar nada de plata, craso error por mi parte. – Informé a Al mientras veía que se metía la mano en el pantalón.
Mi cara pasó a tener una expresión ligera de asco y asombro por lo que estaba viendo. Sin embargo, lo peor fue cuando pasé a tener una cara de completo dolor. Ese fue el momento en el que Al se había arrancado algo y lo lanzó contra el Mink. Debía de ser una jugada maestra por parte del capitán de brigada, si no, no creía que fuese a hacer aquello y menos de esa forma. La sorpresa fue grande, si escondía eso ahí, ¿qué podría esconder en otras partes también ocultas de su cuerpo?
Cuando me incorporé en mi nube de azúcar y caramelo, que formaba una especie de cojín de agua, pude ver como el gato que quería que entrase a la brigada ya no tenía su color de antes, es más, tenía más pelo.
-Dan-cho, me niego a limpiar el pelo que suelte en la base si entra – le dije al almirante señalando a Zay mientras este seguía discutiendo con alguien.
En ese momento el capitán se giró y vio lo mismo que yo, soltando una palabra, hidrofobia, que hizo que un escalofrío recorriese todo mi cuerpo, aunque luego solté una risita. Luego el capitán comenzó a dar órdenes para comenzásemos a preparar la plata para a tacar al gato agresivo que teníamos al lado.
-Dan-cho, no soy un experto, pero algo me dice que no funcionará, no es un perro, es un gato, ¿no debería usarse otra cosa? De todos modos, nunca solemos llevar nada de plata, craso error por mi parte. – Informé a Al mientras veía que se metía la mano en el pantalón.
Mi cara pasó a tener una expresión ligera de asco y asombro por lo que estaba viendo. Sin embargo, lo peor fue cuando pasé a tener una cara de completo dolor. Ese fue el momento en el que Al se había arrancado algo y lo lanzó contra el Mink. Debía de ser una jugada maestra por parte del capitán de brigada, si no, no creía que fuese a hacer aquello y menos de esa forma. La sorpresa fue grande, si escondía eso ahí, ¿qué podría esconder en otras partes también ocultas de su cuerpo?
- resumen:
- Ver la escenita de Zay y escuchar a Al (lo que se resume en las siguientes imagenes)
- cuando se mente la mano en los pantalones:
- cuando se arranca el Principe Alberto:
- tras saltar al ataque con el Príncipe Alberto:
William White
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El pobre diablo de escupió una mezcla de gasolina y sangre, nada más quitarle la mordaza, tras lo cual aún con el miedo en el cuerpo, comenzó a cantar explicando el funcionamiento del armatoste. Al parecer iba a ser un altavoz enorme, su funcionamiento interno le resultaba algo extraño por no decir bizarro, pero a estas alturas lo único que le importaba es que esa cosa podía funcionar y de hacerlo sería fatal. El hombre menciona así mismo como estaba en contra al saber las bajas colaterales que aquel proyecto.
Estaba cansado de todos, revolucionarios y gubernamentales, todos siempre tratando de imponer sus intereses vanagloriándose con las palabras justicia y libertad. Todo aquello era una mierda, daba igual que aquellos hombres acabarán con Mary Geoise y los dragones que la regían. Poco o nada importaba con cortar la cabeza a la serpiente, una vez que no estuvieran muchos otros se alzarían reclamando el vacío de poder, como si de una hidra se tratará el problema no dejaría de aumentar.
-¿Y cuál era tu rol en todo esto?- preguntaría mientras buscaba algo de utilidad en el cadáver del primero.
Volviendo a la realidad, procedería a cachear al hombre buscando algún tipo de mapa, plano o algo que le indicará como continuar por la estructura, zona de control o donde estaba los científicos que tanto tiempo llevando buscando y despojándolo de cualquier tipo de arma.
-Te voy a dar una oportunidad de enmendar tus errores- dijo mientras sacaba una daga y le mostraba el filo -Si me tratas de engañar, te mataré, si me intentas herir, te mataré, si no haces lo que te diga, no hace falta que te diga lo que haré- amenacé mientras lo desataba, poco importaba que estuviera o no de acuerdo.
Tras eso asintí a la afirmación de Elliot, el cual comenzó a escalar por el derrumbe, por lo que situándome detrás del sujeto le indiqué que siguiera a mi compañero, siguiéndolo yo desde su espalda, por si se le ocurría hacer algún tipo de tontería. Tras escalar y volver a la zona superior, volvería a preguntar al rehen.
-¿Sabes parar a este armatoste o sabes de alguien dispuesto a detenerlo? De ser así dime quién y guíame- diría inquisitivo -Y más importante, que vía de escape teníais contemplada los tuyos en caso de emergencia- proseguiría, de poco le serviría un investigador si no podía escapar de allí con vida.
Estaba cansado de todos, revolucionarios y gubernamentales, todos siempre tratando de imponer sus intereses vanagloriándose con las palabras justicia y libertad. Todo aquello era una mierda, daba igual que aquellos hombres acabarán con Mary Geoise y los dragones que la regían. Poco o nada importaba con cortar la cabeza a la serpiente, una vez que no estuvieran muchos otros se alzarían reclamando el vacío de poder, como si de una hidra se tratará el problema no dejaría de aumentar.
-¿Y cuál era tu rol en todo esto?- preguntaría mientras buscaba algo de utilidad en el cadáver del primero.
Volviendo a la realidad, procedería a cachear al hombre buscando algún tipo de mapa, plano o algo que le indicará como continuar por la estructura, zona de control o donde estaba los científicos que tanto tiempo llevando buscando y despojándolo de cualquier tipo de arma.
-Te voy a dar una oportunidad de enmendar tus errores- dijo mientras sacaba una daga y le mostraba el filo -Si me tratas de engañar, te mataré, si me intentas herir, te mataré, si no haces lo que te diga, no hace falta que te diga lo que haré- amenacé mientras lo desataba, poco importaba que estuviera o no de acuerdo.
Tras eso asintí a la afirmación de Elliot, el cual comenzó a escalar por el derrumbe, por lo que situándome detrás del sujeto le indiqué que siguiera a mi compañero, siguiéndolo yo desde su espalda, por si se le ocurría hacer algún tipo de tontería. Tras escalar y volver a la zona superior, volvería a preguntar al rehen.
-¿Sabes parar a este armatoste o sabes de alguien dispuesto a detenerlo? De ser así dime quién y guíame- diría inquisitivo -Y más importante, que vía de escape teníais contemplada los tuyos en caso de emergencia- proseguiría, de poco le serviría un investigador si no podía escapar de allí con vida.
Dexter Black
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Aquella noche estaba resultando si no fatídica completamente estúpida. Sus oídos sangraron cuando el estrépito llegó por los altavoces, y aunque se cerraron rápidamente no podía obviar que alguien acababa de reventarle los tímpanos. Que, por otro lado, aquello parecía ser solo el aperitivo pues el energúmeno de Bleyd Master había sido lo suficientemente estúpido u osado como para proclamarse líder de la Revolución. Casi tendría sentido de no ser porque el mercenario había sido siempre un personajillo caracterizado por un comportamiento errático y excesivamente dramático, tendente a buscar la fama y el reconocimiento: Lo había hecho ya tantas veces desde que había oído hablar de él que había perdido la cuenta. De todos modos tenía problemas más importantes que atender.
David Brownie lo estaba ignorando. Aquello era insultante, pero podía significar un par de cosas: No lo había reconocido, lo cual era a todas luces una buena noticia, o simplemente lo estaba despreciando. Si se trataba de la segunda opción caía en un acto propio de la villanía, una sensación de falsa seguridad que orbitaba peligrosamente a su alrededor, una sombra de derrota que podía caer sobre él en cualquier momento. Además, por un rato de levantar rítmicamente las piernas y agitar los pompones para el pelirrojo no iba a pasar nada, ¿no?
- ¡Ánimo Arashi! -gritó con voz de colegiala como única respuesta a las palabras de Deathstroke, que analizó fríamente. No obstante, sus ojos relampaguearon con furia cuando procesó lo que le había dicho su segundo al mando.
¿Espalda rota? ¿Imposible caminar? ¿Herida vieja? Los ojos se volvieron de reptil casi sin pretenderlo, y clavó sus pupilas en el músico que ponía en jaque a la banda del pelirrojo. Krauser había sido para él, casi desde el inicio de sus aventuras, un compañero constante y casi un maestro, más que un amigo. El Demonio de la Niebla, el Gran Espada como se había hecho llamar tiempo atrás, era casi un hermano para él y sabía que algo malo debía haber sucedido para participar en esa aberración. Ahora ya tenía una idea aproximada viendo las técnicas de Brownie y las heridas de su amigo. Estaba furioso.
Hacía años, cuando Alice fue asesinada por aquel agente del Cipher Pol, Dexter había sucumbido a un impulso destructor tan devastador que toda una isla desértica en medio del Paraíso había terminado por ser una gran extensión de cristal pulido. La ira de un dragón era algo que pocas veces quien la despertaba seguía vivo para contarlo, y Brownie había llegado en un tiempo casi récord a convertirse en su objetivo número uno. Pensó en milésimas de segundo setenta formas de acabar con su vida, pero muy pocas no eran también potencialmente letales para todos los presentes, así que se decantó por una con menor probabilidad de éxito pero igualmente terrorífica: Iba a fundirle los sesos.
- Apartaos todos de él -ordenó. Su mente ya no estaba centrada en retener el poder de su presencia, y el suelo comenzó a quebrarse bajo sus pies-. Es mío.
Su voz no había sonado demasiado alta, pero seguramente se acabase de convertir en el centro de atención. Esa dulce chiquilla con una mirada de odio tan profundo... Esa ropa que poco a poco iba volviendo a parecer la del emperador del mar y esa altura que estaba poco a poco recuperando aún sin que su verdadero ser emergiese. Poco a poco, sus piernas se flexionaban, y aunque podría haber corrido a una velocidad de vértigo, prefirió impulsarse con todas sus fuerzas contra el cantante. En un parpadeo debía llegar y ser ya él mismo, sin camisa y con un chaquetón que quedaba ya atrás, cayendo al suelo.
Cuando lo tuvo delante simplemente preparó los puños y los pies, listo para el ataque, y comenzó a dar un combo de golpes que estaba convencido Brownie podría parar sin problemas. Sin embargo había sacado por fin el colgante del bolsillo y estaba ya en su cuello. No escuchaba nada, pero todo estaba a punto de cambiar; en medio del castigo al que intentaba someterlo giró el zafiro a su segunda posición, y su aparato fonador fue por unos instantes el de su forma completa. Llegó el rugido.
¿Por qué un rugido? ¿Por qué un simple rugido era el arma secreta del dragón en aquel momento? Si aquello fallaba probaría una cosa más, pero si bien su gañido era tan potente como para ensordecer a una víctima cercana, bajo los efectos de aquel colgante todo era más potente. No sabía cuánto, pero esperaba que lo suficiente como para traspasar sus oídos y dejarlo, como mínimo, fuera de combate.
David Brownie lo estaba ignorando. Aquello era insultante, pero podía significar un par de cosas: No lo había reconocido, lo cual era a todas luces una buena noticia, o simplemente lo estaba despreciando. Si se trataba de la segunda opción caía en un acto propio de la villanía, una sensación de falsa seguridad que orbitaba peligrosamente a su alrededor, una sombra de derrota que podía caer sobre él en cualquier momento. Además, por un rato de levantar rítmicamente las piernas y agitar los pompones para el pelirrojo no iba a pasar nada, ¿no?
- ¡Ánimo Arashi! -gritó con voz de colegiala como única respuesta a las palabras de Deathstroke, que analizó fríamente. No obstante, sus ojos relampaguearon con furia cuando procesó lo que le había dicho su segundo al mando.
¿Espalda rota? ¿Imposible caminar? ¿Herida vieja? Los ojos se volvieron de reptil casi sin pretenderlo, y clavó sus pupilas en el músico que ponía en jaque a la banda del pelirrojo. Krauser había sido para él, casi desde el inicio de sus aventuras, un compañero constante y casi un maestro, más que un amigo. El Demonio de la Niebla, el Gran Espada como se había hecho llamar tiempo atrás, era casi un hermano para él y sabía que algo malo debía haber sucedido para participar en esa aberración. Ahora ya tenía una idea aproximada viendo las técnicas de Brownie y las heridas de su amigo. Estaba furioso.
Hacía años, cuando Alice fue asesinada por aquel agente del Cipher Pol, Dexter había sucumbido a un impulso destructor tan devastador que toda una isla desértica en medio del Paraíso había terminado por ser una gran extensión de cristal pulido. La ira de un dragón era algo que pocas veces quien la despertaba seguía vivo para contarlo, y Brownie había llegado en un tiempo casi récord a convertirse en su objetivo número uno. Pensó en milésimas de segundo setenta formas de acabar con su vida, pero muy pocas no eran también potencialmente letales para todos los presentes, así que se decantó por una con menor probabilidad de éxito pero igualmente terrorífica: Iba a fundirle los sesos.
- Apartaos todos de él -ordenó. Su mente ya no estaba centrada en retener el poder de su presencia, y el suelo comenzó a quebrarse bajo sus pies-. Es mío.
Su voz no había sonado demasiado alta, pero seguramente se acabase de convertir en el centro de atención. Esa dulce chiquilla con una mirada de odio tan profundo... Esa ropa que poco a poco iba volviendo a parecer la del emperador del mar y esa altura que estaba poco a poco recuperando aún sin que su verdadero ser emergiese. Poco a poco, sus piernas se flexionaban, y aunque podría haber corrido a una velocidad de vértigo, prefirió impulsarse con todas sus fuerzas contra el cantante. En un parpadeo debía llegar y ser ya él mismo, sin camisa y con un chaquetón que quedaba ya atrás, cayendo al suelo.
Cuando lo tuvo delante simplemente preparó los puños y los pies, listo para el ataque, y comenzó a dar un combo de golpes que estaba convencido Brownie podría parar sin problemas. Sin embargo había sacado por fin el colgante del bolsillo y estaba ya en su cuello. No escuchaba nada, pero todo estaba a punto de cambiar; en medio del castigo al que intentaba someterlo giró el zafiro a su segunda posición, y su aparato fonador fue por unos instantes el de su forma completa. Llegó el rugido.
¿Por qué un rugido? ¿Por qué un simple rugido era el arma secreta del dragón en aquel momento? Si aquello fallaba probaría una cosa más, pero si bien su gañido era tan potente como para ensordecer a una víctima cercana, bajo los efectos de aquel colgante todo era más potente. No sabía cuánto, pero esperaba que lo suficiente como para traspasar sus oídos y dejarlo, como mínimo, fuera de combate.
- Cosas:
- Nivel 90: Puede generar vientos huracanados que destruyan edificios de tamaño medio. Su rugido es tan potente que una persona normal a menos de diez metros saldría despedida hasta esa distancia y ensordece completamente a alguien que esté a menos de dos metros.
- Objeto de lotería:
- Nombre del objeto: V.O.Z. (Vibrante Ornamento de Zafiro)
Descripción: Un colgante dorado con una cadena muy fina y un círculo de tres centímetros con un zafiro incrustado.
Cualidades del material: Tenacidad, dureza, resistencia a la corrosión y atermia legendarias.
Cualidades excepcionales: El círculo absorbe constantemente energía solar y un mecanismo tras el zafiro hace que, cuando este se gira 180º, esta energía se use para que, a través de toda la cadena, se transmita una vibración imperceptible. Funciona mientras haya luz, o hasta 24 horas después (tiempo de autonomía). Esta vibración aparentemente inútil (y nada molesta para el usuario) genera unas potentes ondas sónicas mucho más allá de las capacidades perceptivas humanas que anula cualquier sonido en un rango de dos metros de radio con centro en el portador. El sonido simplemente no puede pasar a través de ese área, haciendo al usuario virtualmente sordo pero también imperceptible en cuanto a sonidos se refiere. También se puede mantener pulsado el zafiro para que el objeto invierta sus ondas hacia el interior, de manera que en vez de neutralizar el sonido, lo potencie. Esto se traduce en que otorga al usuario una potentísima voz (y algo más grave) que puede oírse a cientos de metros.
Nota: el efecto de las ondas de sonido en animales que lo puedan oír no está comprobado, por lo que es algo impredecible, aunque lo más probable es que genere hostilidad.
Steve
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Akuma no mi
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Algo extraño paso cuando dije para quien iba el paquete, pues la supuesta destinataria apareció por arte de magia en donde estábamos. Cuando me di la vuelta, vi a la mujer, alta y de tez morena, con un afro bastante envidiable. No parecía importarle mucho lo que pasaba alrededor, aunque parecía ir bastante intoxicada de algo, y seguía tocando una canción que en otra circunstancia podría ser olvidable. La verdad es que tenía un montón de preguntas, pero lo que me interesaba ahora mismo era salir de la estructura poco estable, así que cuando me dijo que le diera la guitarra, o más bien el paquete que la contenía, le hice firmar el recibo.
Al hacerlo Nailah dijo que iríamos con ella, y como era lo que pensaba hacer, no dije nada más y solo me quede anonadado al ver que tocaba una canción con la guitarra y aparecía un castillo de la nada, el cual usaríamos para subir, supongo.
Justo al acercarme al método de salida, vi como la aguja retumbaba de vete tu a saber que explosión en esta ocasión y me vi que si nos quedábamos en el edificio habríamos acabado cayendo con este en alguna de las explosiones futuras. Así que nos encontrábamos a salvo, por ahora.
Al hacerlo Nailah dijo que iríamos con ella, y como era lo que pensaba hacer, no dije nada más y solo me quede anonadado al ver que tocaba una canción con la guitarra y aparecía un castillo de la nada, el cual usaríamos para subir, supongo.
Justo al acercarme al método de salida, vi como la aguja retumbaba de vete tu a saber que explosión en esta ocasión y me vi que si nos quedábamos en el edificio habríamos acabado cayendo con este en alguna de las explosiones futuras. Así que nos encontrábamos a salvo, por ahora.
Hayden Ashworth
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Akuma no mi
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Todo a su alrededor estaba borroso y el dragón estaba ligeramente confuso. Sintió como un poco de sus fuerzas volvían a él, aunque no llegaba a recuperarse del todo. La herida de su ojo izquierdo latía, llamando su atención, rogándole que alguien la curara. Había sido movido, seguramente por el segundo al mando de los Blue Rose, hacia una nueva posición donde podría vigilar bien el cuerpo inconsciente de Krauser, sin molestias. Al rato de escuchar palabras distantes, la presencia de uno de los suyos llegó hasta él. El Supervisor Iulio, de la rama científica de la Marina, y uno de los valiosos miembros de su brigada.
—Iulio... —dijo, recuperando cierta nitidez en su percepción de sus alrededores—... Mi ojo... ¿Lo he perdido?
Todo lo siguiente ocurrió demasiado rápido como para que el dañado dragón pudiese reaccionar a tiempo. Una maraña de hilos blancos salió del cuerpo inconsciente del revolucionario y saltó directo hacia su subordinado, que intentó contrarrestarlo con uno de sus ataques de luz. El dragón movió la mano al ver como los hilos se adherían al brazo del marine. El pirata atacó y cercenó el brazo del supervisor de un limpio corte.
—¡¡No!!
Antes de que pudiese hacerle nada, el pirata ya estaba arrancando la maraña de hilos del brazo y volviendo a unir este a su legítimo dueño. El dragón gruñó, mirando con odio al pirata. El marine era usuario de logia y podría haberse librado de aquella cosa... Espera... ¿Podría? Krauser también era logia y no... no pudo. En cuanto el pirata pidió un recipiente en el que poder guardar aquella cosa, el dragón llevó la mano hacia delante y chasqueó los dedos. Una llama se encendería de golpe justo donde estaban los hilos, con el propósito de reducirlos a cenizas. Chasqueó los dedos otra vez, y otra, y una vez más, buscando no dejar ni rastro de aquella cosa. Respiraba con profundidad, todavía con el brazo extendido y los dedos recién chasqueados. Bajó el brazo y echó la cabeza hacia atrás, justo cuando un potente rugido llenaba el aire.
—D... ¿Dexter?
El dragón se intentó levantar, apoyando una mano en el muro. Sintió el dolor de sus costillas al intentar levantarse y apunto estuvo de volver a caerse, pero se mantuvo de pie. Miró hacia arriba, sintiendo como la presencia del yonkou se hacía cada vez más notoria y poderosa. El marine casi sentía todo su peso encima, a pesar de aquella distancia. Durante un instante se planteó transformarse y alzar el vuelo. Odiaba estar allí, no hacer nada... Apretó los dientes en un gruñido y, con rabia, golpeó el muro con el puño cerrado, agrietándolo. Estaba recuperado gracias a Zane y a Deathstroke, pero dudaba tener fuerzas suficientes para unirse a la batalla. Tan solo sería un estorbo para Dexter.
—Como pierdas... —dijo en voz alta aunque sabía que no le escuchaba—... No te lo perdonaré jamás.
—Iulio... —dijo, recuperando cierta nitidez en su percepción de sus alrededores—... Mi ojo... ¿Lo he perdido?
Todo lo siguiente ocurrió demasiado rápido como para que el dañado dragón pudiese reaccionar a tiempo. Una maraña de hilos blancos salió del cuerpo inconsciente del revolucionario y saltó directo hacia su subordinado, que intentó contrarrestarlo con uno de sus ataques de luz. El dragón movió la mano al ver como los hilos se adherían al brazo del marine. El pirata atacó y cercenó el brazo del supervisor de un limpio corte.
—¡¡No!!
Antes de que pudiese hacerle nada, el pirata ya estaba arrancando la maraña de hilos del brazo y volviendo a unir este a su legítimo dueño. El dragón gruñó, mirando con odio al pirata. El marine era usuario de logia y podría haberse librado de aquella cosa... Espera... ¿Podría? Krauser también era logia y no... no pudo. En cuanto el pirata pidió un recipiente en el que poder guardar aquella cosa, el dragón llevó la mano hacia delante y chasqueó los dedos. Una llama se encendería de golpe justo donde estaban los hilos, con el propósito de reducirlos a cenizas. Chasqueó los dedos otra vez, y otra, y una vez más, buscando no dejar ni rastro de aquella cosa. Respiraba con profundidad, todavía con el brazo extendido y los dedos recién chasqueados. Bajó el brazo y echó la cabeza hacia atrás, justo cuando un potente rugido llenaba el aire.
—D... ¿Dexter?
El dragón se intentó levantar, apoyando una mano en el muro. Sintió el dolor de sus costillas al intentar levantarse y apunto estuvo de volver a caerse, pero se mantuvo de pie. Miró hacia arriba, sintiendo como la presencia del yonkou se hacía cada vez más notoria y poderosa. El marine casi sentía todo su peso encima, a pesar de aquella distancia. Durante un instante se planteó transformarse y alzar el vuelo. Odiaba estar allí, no hacer nada... Apretó los dientes en un gruñido y, con rabia, golpeó el muro con el puño cerrado, agrietándolo. Estaba recuperado gracias a Zane y a Deathstroke, pero dudaba tener fuerzas suficientes para unirse a la batalla. Tan solo sería un estorbo para Dexter.
—Como pierdas... —dijo en voz alta aunque sabía que no le escuchaba—... No te lo perdonaré jamás.
Hamlet
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Aquello resultaba... Decepcionante. Aunque me alegraba, ciertamente, de que no tuviera que ser más "persuasivo" con aquellos personajillos. No obstante, su incompetencia me resultaba, siendo franco, irritante. El estridente sonido que se había apoderado de la torre no mejoró la situación.
-Vamos a ver -dije, mientras me frotaba los ojos con una mano-. Si hay un candado, tiene que haber una llave, ¿no?
Miraría a ambos sujetos de forma acusatoria y repetería, con alzando el volumen de mi voz:
-¿NO?
Esperaba que me respondieran que los poseedores de la llave estaban en lo alto del escenario. En cualquier caso, no me iba a quedar esperando a que se cayera la torre para poder llegar a lo más alto de la misma.
-¡Id a buscar algo que sirva para abrir esto, joder! ¡Me da igual si es una llave de repuesto o un bote de sosa cáustica, pero tengo que atravesar esta trampilla! ¡Corred!
En cuanto aquellos energúmenos se marchasen, sacaría de su funda el pequeño cuchillo que portaba conmigo. Usando el pomo, que recubrí con Haki, empecé a golpear con fuerza el candado. Un golpe con la potencia suficiente podría accionar el mecanismo, o dañar el candado lo suficiente como para poder arrancarlo con facilidad de la trampilla.
Notaba el techo encima de mí temblando, como si estuviera por derrumbarse. Tenía que darme prisa, o aquello acabaría resultando en una muerte de lo más grotesca. Probando soluciones alternativas, también golpeé la trampilla y el techo, por si resultaban ser más frágiles que el propio candado (algo que dudaba).
Recé porque llegasen pronto los mequetrefes con una solución. No podía perder más el tiempo.
-Vamos a ver -dije, mientras me frotaba los ojos con una mano-. Si hay un candado, tiene que haber una llave, ¿no?
Miraría a ambos sujetos de forma acusatoria y repetería, con alzando el volumen de mi voz:
-¿NO?
Esperaba que me respondieran que los poseedores de la llave estaban en lo alto del escenario. En cualquier caso, no me iba a quedar esperando a que se cayera la torre para poder llegar a lo más alto de la misma.
-¡Id a buscar algo que sirva para abrir esto, joder! ¡Me da igual si es una llave de repuesto o un bote de sosa cáustica, pero tengo que atravesar esta trampilla! ¡Corred!
En cuanto aquellos energúmenos se marchasen, sacaría de su funda el pequeño cuchillo que portaba conmigo. Usando el pomo, que recubrí con Haki, empecé a golpear con fuerza el candado. Un golpe con la potencia suficiente podría accionar el mecanismo, o dañar el candado lo suficiente como para poder arrancarlo con facilidad de la trampilla.
Notaba el techo encima de mí temblando, como si estuviera por derrumbarse. Tenía que darme prisa, o aquello acabaría resultando en una muerte de lo más grotesca. Probando soluciones alternativas, también golpeé la trampilla y el techo, por si resultaban ser más frágiles que el propio candado (algo que dudaba).
Recé porque llegasen pronto los mequetrefes con una solución. No podía perder más el tiempo.
- Resumen:
- Mandar a los espadachines a por algo que pudiera abrir el candado mientras trato de destruirlo.
Roland von Klauswitz
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Cada metro de lo que quedaba de la ruinosa torre estaba cubierto de escombros, llamas o escombros en llamas. Tal y como se había temido desde el principio, aquellos e había desmadrado. De ser un edificio había pasado a transformarse en un campo de batalla tan desagradable y caótico como cualquier otro en el que hubiese estado. Cada muerte y grito era una reminiscencia a las grandes guerras del pasado. Solo quedaba, al igual que todas aquellas veces, poner fin a todo con una demoledora explosión y marcharse dejando allí una tonelada de cadáveres.
"Este trabajo empieza a hacerse cuesta arriba".
-Ya ves lo que hay, chico. ¿Estás seguro de que no te ha venido nada más a la cabeza? -Kodama acercó su rostro al del joven capturado que no dejaba de retorcerse. Adoptó su expresión más glacial y su tono de voz más autoritario y amenazante-. Dime cómo se apaga esto, no tendrás más oportunidades.
No se fijó en la gente armada hasta que no le hubieron rodeado. En realidad sería más exacto decir que no les prestó atención. Con tantas armas y tanta gente empuñándolas era difícil centrar la atención en unos o en otros, incluso en los que le amenazaban a él mismo. De todos modos, dentro de su burbuja era prácticamente intocable. Podía recubrirla de haki en un instante o marcharse volando de allí en cuanto le placiera. Se giró hacia el grupo armado y les dirigió unas palabras suaves como la caricia de la brisa en las hojas:
-Bajad las armas.
Junto con su voz se proyectaba su Ambición.
Luego pasó a otra cosa. Lo más importante era recabar información.
Abrió el botiquín. Un buen médico siempre iba preparado para todo, y él se preparaba aun más. Apartó con cuidado los instrumentos. Rollos de venda, bisturís, desinfectante, gasas, las ampollas con el Hipervisionador, la pócima del hombre-seta... Hasta que sus rugosos dedos chocaron con un tintineo contra el fino cristal del vial que contenía el suero de la verdad.
-Contestarás a mis preguntas, muchacho -dijo. No era una pregunta. Llenó una jeringuilla con el suero para administrársela a su prisionero.
"Este trabajo empieza a hacerse cuesta arriba".
-Ya ves lo que hay, chico. ¿Estás seguro de que no te ha venido nada más a la cabeza? -Kodama acercó su rostro al del joven capturado que no dejaba de retorcerse. Adoptó su expresión más glacial y su tono de voz más autoritario y amenazante-. Dime cómo se apaga esto, no tendrás más oportunidades.
No se fijó en la gente armada hasta que no le hubieron rodeado. En realidad sería más exacto decir que no les prestó atención. Con tantas armas y tanta gente empuñándolas era difícil centrar la atención en unos o en otros, incluso en los que le amenazaban a él mismo. De todos modos, dentro de su burbuja era prácticamente intocable. Podía recubrirla de haki en un instante o marcharse volando de allí en cuanto le placiera. Se giró hacia el grupo armado y les dirigió unas palabras suaves como la caricia de la brisa en las hojas:
-Bajad las armas.
Junto con su voz se proyectaba su Ambición.
Luego pasó a otra cosa. Lo más importante era recabar información.
Abrió el botiquín. Un buen médico siempre iba preparado para todo, y él se preparaba aun más. Apartó con cuidado los instrumentos. Rollos de venda, bisturís, desinfectante, gasas, las ampollas con el Hipervisionador, la pócima del hombre-seta... Hasta que sus rugosos dedos chocaron con un tintineo contra el fino cristal del vial que contenía el suero de la verdad.
-Contestarás a mis preguntas, muchacho -dijo. No era una pregunta. Llenó una jeringuilla con el suero para administrársela a su prisionero.
- Usado:
- Suero de la verdad: Una inyección con esta fórmula hace que cualquiera se vuelva incapaz de mentir. O más concretamente, incapaz de no decir la verdad, pues provoca una verborrea incontrolada. Dura unos quince o veinte minutos. Efectos secundarios: dolores de cabeza, visión borrosa, erecciones involuntarias y pérdida de equilibrio.
Modalidad de Haki del Rey --> Espíritu natural: Lejos de usar su Ambición para transmitir miedo o intimidación, la peculiar naturaleza de Kodama le permite emitir un aura de confianza y serenidad.
Nivel I: Cualquier animal -a no ser que su domador le ordene lo contrario- se verá instintivamente atraído hacia Kodama, mostrándose amigable con él e incluso ayudándole en cierta medida. De desearlo, puede transmitir esto mismo a las personas, por lo que cualquiera con 20 o más niveles por debajo de Kodama se verá naturalmente inclinado a llevarse bien con él -excepto que su personalidad sea radicalmente opuesta a esto-.
Marc Kiedis
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La facilidad con la que Brownie frenó todos y cada uno de los ataques dirigidos hacia él fue casi insultante. Pero lo más sorprendente era que para ello había usado lo que parecían hilos que, casi imperceptiblemente, vibraban y emitían cada uno un sonido diferente. Sin tener muy claro por qué, en la cabeza del semigigante apareció la imagen de una guitarra. ¿Sería aquel su poder? ¿Podía actuar como una guitarra muy poderosa? La idea era casi divertida, de no ser porque Marc y sus amigos se estaban jugando la vida en ese preciso momento.
Entonces el suelo comenzó a reverberar bajo sus pies, temblando hasta tal punto que el grandullón casi pierde el equilibrio. Dicha vibración no hacía presagiar nada bueno, y más teniendo en cuenta lo que habían visto sobre las habilidades de su enemigo. Temiendo que algo viniera del suelo, el cocinero hizo que una gruesa capa de queso sólido emergiera bajo sus pies, haciéndole ligeramente más alto y, más importante, interponiendo una resistente barrera entre posibles ataques y él.
Después los acontecimientos se sucedieron tan velozmente que el semigigante casi no fue capaz de discernir cuál ocurrió antes. Un hombre gritó a los cuatro vientos que era el líder de la Revolución y destituyó a Brownie de su cargo. Deathstroke, el famoso Ju Senshi, hizo acto de presencia y dijo algo a la chiquilla que estaba junto a ellos y esta, repentinamente, se convirtió en el Yonkou Dexter Black y se abalanzó sobre el enemigo con un rugido tan feroz que los oídos de Marc comenzaron a pitar. Para colmo un extraño vapor se adueñó de la zona. Tenía un regusto extraño, embriagador. Escasos momentos después el grandullón comenzó a sentir una ligera torpeza, similar a la que experimentaba cuando se tomaba un par de copas con sus nakamas. Él aguantaba muy bien el alcohol gracias a su descomunal tamaño, pero eso no quería decir que fuese inmune a sus efectos.
- ¿Qué está sucediendo? No entiendo nada... - Preguntó el cocinero a sus amigos. Todo sucedía demasiado deprisa y Marc estaba empezando a perderse.
Entonces el suelo comenzó a reverberar bajo sus pies, temblando hasta tal punto que el grandullón casi pierde el equilibrio. Dicha vibración no hacía presagiar nada bueno, y más teniendo en cuenta lo que habían visto sobre las habilidades de su enemigo. Temiendo que algo viniera del suelo, el cocinero hizo que una gruesa capa de queso sólido emergiera bajo sus pies, haciéndole ligeramente más alto y, más importante, interponiendo una resistente barrera entre posibles ataques y él.
Después los acontecimientos se sucedieron tan velozmente que el semigigante casi no fue capaz de discernir cuál ocurrió antes. Un hombre gritó a los cuatro vientos que era el líder de la Revolución y destituyó a Brownie de su cargo. Deathstroke, el famoso Ju Senshi, hizo acto de presencia y dijo algo a la chiquilla que estaba junto a ellos y esta, repentinamente, se convirtió en el Yonkou Dexter Black y se abalanzó sobre el enemigo con un rugido tan feroz que los oídos de Marc comenzaron a pitar. Para colmo un extraño vapor se adueñó de la zona. Tenía un regusto extraño, embriagador. Escasos momentos después el grandullón comenzó a sentir una ligera torpeza, similar a la que experimentaba cuando se tomaba un par de copas con sus nakamas. Él aguantaba muy bien el alcohol gracias a su descomunal tamaño, pero eso no quería decir que fuese inmune a sus efectos.
- ¿Qué está sucediendo? No entiendo nada... - Preguntó el cocinero a sus amigos. Todo sucedía demasiado deprisa y Marc estaba empezando a perderse.
- Resumen:
- - Protegerse del ataque de Brownie y perderse un poco ante todo lo que está ocurriendo.
Kenzo Nakajima
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La estructura que ascendía hasta los confines del edificio era una escalera. El marine, buscando llegar a la planta superior, se adentró en ella y comenzó a subir. El ascenso fue largo y tedioso, daba la sensación de que no iba a terminar nunca, y para colmo a cada paso que daba menos era capaz de ver. La oscuridad iba adueñándose de todo escalón a escalón, implacable.
Cuando los escalones terminaron, el brazos largos no podía ver nada a su alrededor. Tocó con cuidado las paredes, dándose cuenta de que se encontraba en lo que debía de ser un estrecho corredor. Continuó su avance, extremando precauciones y con Kurai Noroi y Bottokatta desenvainadas por si alguien intentaba sorprenderle. Y poco después, un poco más hacia delante y hacia la izquierda, pudo escuchar lo que parecía la voz de una mujer suplicando a alguien que le dejase marchar. ¿Se trataría de algún delincuente que intentaba aprovecharse de alguien indefenso? No tenía forma de saberlo desde allí, pero como marine debía averiguarlo.
Avanzó hasta que, palpando, pudo descubrir un pasadizo hacia su izquierda y habló con voz potente:
- ¿Quién está ahí? Como servidor de la justicia y del Gobierno Mundial exijo saber qué ocurre y el por qué de las súplicas que he escuchado.
El brazos largos se preparó para una posible confrontación, poniéndose en guardia mientras aguardaba la respuesta.
Cuando los escalones terminaron, el brazos largos no podía ver nada a su alrededor. Tocó con cuidado las paredes, dándose cuenta de que se encontraba en lo que debía de ser un estrecho corredor. Continuó su avance, extremando precauciones y con Kurai Noroi y Bottokatta desenvainadas por si alguien intentaba sorprenderle. Y poco después, un poco más hacia delante y hacia la izquierda, pudo escuchar lo que parecía la voz de una mujer suplicando a alguien que le dejase marchar. ¿Se trataría de algún delincuente que intentaba aprovecharse de alguien indefenso? No tenía forma de saberlo desde allí, pero como marine debía averiguarlo.
Avanzó hasta que, palpando, pudo descubrir un pasadizo hacia su izquierda y habló con voz potente:
- ¿Quién está ahí? Como servidor de la justicia y del Gobierno Mundial exijo saber qué ocurre y el por qué de las súplicas que he escuchado.
El brazos largos se preparó para una posible confrontación, poniéndose en guardia mientras aguardaba la respuesta.
- Resumen:
- Subir la escalera e intentar averiguar si se está cometiendo (o se iba a cometer) algún delito.
Rylanor
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¿Hilos? Retrocedió un paso, apartándose de los que le habían frenado el paso. Miro a su alrededor con desconfianza. Habían caído de lleno en la trampa; ya debían estar totalmente rodeados por ellos. Mientras el hombre hablaba, observó los que podía distinguir, fijándose en sus vibraciones y los sonidos que emitían. Por algún motivo no podía evitar pensar que había visto algo así en el pasado en más ocasiones. Era casi como... ¿un instrumento de cuerda? ¿Pretendía usar aquellos hilos para generar música, para pelear con vibraciones o para qué? ¿Acaso era alguna especie de araña guitarrista? El suelo comenzó a temblar bajo él, mientras el discursito del tal Bizcocho continuaba. Kai desactivó el camuflaje y retiró la máscara, con una mirada seria.
- Si usas la vibración, ha elegido al enemigo incorrecto.
Su puño descendió al tiempo que la onda sónica se intensificaba. La extremidad del marine parecía varias superpuestas, y emitía un sonido bastante menos armónico y musical que el otro. Ambas vibraciones chocaron, opuestas, enfrentando sus fuerzas. Kai notó una intensa presión en su brazo, seguida de una oleada de dolor. No calculó bien el alcance de la onda enemiga, que sacudió sus piernas y pese a su resistencia y que llegaba ya debilitada, notó varias punzadas de dolor en los gemelos y músculos peroneos. Gruñó y alzó la vista, con el desafío escrito en su rostro. Zane ya se le había adelantado, preparando un nuevo ataque frontal, con su grupo dispuesto a apoyarlo. Por una vez y pese a su impulsividad, el Vicealmirante se mantuvo a la espera. No creía que la fuerza bruta fuese a funcionar con un rival como aquel. En lugar de eso... trató de buscar de nuevo los hilos y ver su recorrido.
- ¡Iron Kai, linterna!
Una linterna se activó en su casco y comenzó a girar tratando de revelar los hilos y su recorrido. Si estaban unidos de alguna manera a Brownie... tal vez pudiera hacer algo al respecto. Respiró hondo adoptando una pose de transición, mientras la vibración volvía recorrer sus manos. Entonces lanzó una serie de rápidos golpes a varios de los hilos cuidadosamente escogidos, transmitiendo a través de ellos la vibración del ataque. Si no lograba su objetivo, esperaba al menos entorpecer al tipo ese y contrarrestar las vibraciones que generaba - Tú ya has muerto, Arañita Brownie - dijo, en una pose de héroe. Entonces una presencia sofocante y terrible lo envolvió, obligándole imperiosamente a prestarle atención. El mismo suelo se quebraba ante el peso de aquella Voz. Por primera vez en mucho tiempo, Kai sintió miedo al ver la ira en los ojos del Yonkou, ahora revelado en su auténtica forma, y procedió a retirarse a un lado para dejarle espacio libre.
- Así que has decidido revelarte, Dexter.
- Si usas la vibración, ha elegido al enemigo incorrecto.
Su puño descendió al tiempo que la onda sónica se intensificaba. La extremidad del marine parecía varias superpuestas, y emitía un sonido bastante menos armónico y musical que el otro. Ambas vibraciones chocaron, opuestas, enfrentando sus fuerzas. Kai notó una intensa presión en su brazo, seguida de una oleada de dolor. No calculó bien el alcance de la onda enemiga, que sacudió sus piernas y pese a su resistencia y que llegaba ya debilitada, notó varias punzadas de dolor en los gemelos y músculos peroneos. Gruñó y alzó la vista, con el desafío escrito en su rostro. Zane ya se le había adelantado, preparando un nuevo ataque frontal, con su grupo dispuesto a apoyarlo. Por una vez y pese a su impulsividad, el Vicealmirante se mantuvo a la espera. No creía que la fuerza bruta fuese a funcionar con un rival como aquel. En lugar de eso... trató de buscar de nuevo los hilos y ver su recorrido.
- ¡Iron Kai, linterna!
Una linterna se activó en su casco y comenzó a girar tratando de revelar los hilos y su recorrido. Si estaban unidos de alguna manera a Brownie... tal vez pudiera hacer algo al respecto. Respiró hondo adoptando una pose de transición, mientras la vibración volvía recorrer sus manos. Entonces lanzó una serie de rápidos golpes a varios de los hilos cuidadosamente escogidos, transmitiendo a través de ellos la vibración del ataque. Si no lograba su objetivo, esperaba al menos entorpecer al tipo ese y contrarrestar las vibraciones que generaba - Tú ya has muerto, Arañita Brownie - dijo, en una pose de héroe. Entonces una presencia sofocante y terrible lo envolvió, obligándole imperiosamente a prestarle atención. El mismo suelo se quebraba ante el peso de aquella Voz. Por primera vez en mucho tiempo, Kai sintió miedo al ver la ira en los ojos del Yonkou, ahora revelado en su auténtica forma, y procedió a retirarse a un lado para dejarle espacio libre.
- Así que has decidido revelarte, Dexter.
- resumen:
- Contrarrestar (al menos parcialmente) el ataque de Brownie contra mí y luego trato de atacarle con vibración a través de sus hilos. Dado que Dexter da miedete, me aparto para que ataque.
- pose de héroe:
- técnicas:
- Nombre de la técnica: Omae wa mou shindeiru
Naturaleza de la técnica: Física
Descripción de la técnica: Este ámbito aprovecha el componente pasivo de generar vibraciones de los otros cinco. Con un toque o un puñetazo, Kai genera una onda vibratoria en el cuerpo causando daños internos. Cuando use la técnica diciendo "tú ya estás muerto" quedará increíblemente bien y carismático, aunque no haya logrado nada.
Tiempo de canalización: Instantáneo.
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