El silencio se prolongó durante unos incómodos segundos que, pese a haber resultado insignificantes en cualquier otra situación, en aquel contexto se me antojaron como eternos y preciosos. El estado del comodoro era lamentable, y decir lamentable era ser generoso. El cuerpo de Krauser yacía junto a él, aún peor si cabía. Otro sujeto, por el contrario, mantenía la compostura junto a ambos.
No era sospechoso de conocer de memoria los rostros y las recompensas de todos los piratas. Probablemente, ni siquiera reconociese a la perfección a los delincuentes más influyentes o reconocidos de los Blues —mis descuidos en ese sentido ya me había costado más de un correctivo—. Sin embargo, había que ser analfabeto o sencillamente ciego para no haber contemplado nunca aquella imagen sobre papel amarillento —con una obscena cantidad de ceros debajo, por supuesto—.
¿Quién era yo para cuestionar qué hacía el comodoro Kasai junto a Deathstroke, la mano derecha y segundo al mando del Emperador del Mar Dexter Black? Sabía que mi superior anteponía la justicia y el bien común a todo lo demás —o casi todo, porque hasta el más recto de los hombres tiene un punto débil capaz de hacer temblar sus más profundas convicciones—. Era consciente de que, si ambos estaban allí, uno junto al otro, y ninguno parecía tener intención de atacar al otro, algún buen motivo debía haber. No sería yo quien lo cuestionase, así que me dispuse a ayudar al oficial. Si ni siquiera era capaz de hablar, era evidente que necesitaba asistencia de inmediato. Cuál fue mi sorpresa al comprobar que ya la había recibido.
No obstante, cualquier atisbo de sorpresa quedó completamente eclipsado por... ¿qué demonios era aquello? Algo así como una enorme y fluctuante pelusa blanca acababa de salir de una de las heridas del desertor. Tuve que contener una arcada, dando dos pequeños pasos hacia atrás de forma casi inconsciente. Aquel repugnante... 'algo' blanquecino comenzó a moverse por la zona cual insecto asustadizo y, cuando quise darme cuenta, había abandonado cualquier contacto con el suelo y se dirigía a toda velocidad hacia mi rostro.
—¿¡Pero qué coño!? —exclamé, interponiendo mis manos en la trayectoria y haciéndolas brillar. Varios láseres nacieron de las mismas, buscando en su recorrido abatir y, a ser posible, reducir a su mínima expresión a... ¿¡qué demonios era aquello, si se podía saber!?
No era sospechoso de conocer de memoria los rostros y las recompensas de todos los piratas. Probablemente, ni siquiera reconociese a la perfección a los delincuentes más influyentes o reconocidos de los Blues —mis descuidos en ese sentido ya me había costado más de un correctivo—. Sin embargo, había que ser analfabeto o sencillamente ciego para no haber contemplado nunca aquella imagen sobre papel amarillento —con una obscena cantidad de ceros debajo, por supuesto—.
¿Quién era yo para cuestionar qué hacía el comodoro Kasai junto a Deathstroke, la mano derecha y segundo al mando del Emperador del Mar Dexter Black? Sabía que mi superior anteponía la justicia y el bien común a todo lo demás —o casi todo, porque hasta el más recto de los hombres tiene un punto débil capaz de hacer temblar sus más profundas convicciones—. Era consciente de que, si ambos estaban allí, uno junto al otro, y ninguno parecía tener intención de atacar al otro, algún buen motivo debía haber. No sería yo quien lo cuestionase, así que me dispuse a ayudar al oficial. Si ni siquiera era capaz de hablar, era evidente que necesitaba asistencia de inmediato. Cuál fue mi sorpresa al comprobar que ya la había recibido.
No obstante, cualquier atisbo de sorpresa quedó completamente eclipsado por... ¿qué demonios era aquello? Algo así como una enorme y fluctuante pelusa blanca acababa de salir de una de las heridas del desertor. Tuve que contener una arcada, dando dos pequeños pasos hacia atrás de forma casi inconsciente. Aquel repugnante... 'algo' blanquecino comenzó a moverse por la zona cual insecto asustadizo y, cuando quise darme cuenta, había abandonado cualquier contacto con el suelo y se dirigía a toda velocidad hacia mi rostro.
—¿¡Pero qué coño!? —exclamé, interponiendo mis manos en la trayectoria y haciéndolas brillar. Varios láseres nacieron de las mismas, buscando en su recorrido abatir y, a ser posible, reducir a su mínima expresión a... ¿¡qué demonios era aquello, si se podía saber!?
Brynn
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El pirata emitió un sonoro graznido tras observar cómo el disparo de Scarlett acababa con su rival. Para llegar hasta el, Brynn tuvo que hacerse paso, esquivando y cortando aquello que se cruzaba por su camino. Afortunadamente, todo había salido tal y como habían planeado, y al dejar vía libre a la agente, ésta hizo su parte del plan sin fallo alguno.
-No ha estado nada mal. Ahora llega la decisión importante -comentó justo antes de empezar a toser sonoramente-. Voy a subir, ¿me acompañas?
Scarlett tenía dos opciones, seguir al pirata o ir por su camino. Aunque la primera seguía siendo un tanto extraña, probablemente fuese la manera más rápida de llegar hasta arriba. De cualquier manera, el espadachín esperaría a obtener respuesta y actuaría en consecuencia.
La tos invadió de nuevo a sin rostro, que empezó a preguntarse qué le pasaba. ¿Acaso aquel hombre había invocado algún tipo de gas tóxico? Incluso un pequeño río de lágrimas manó por sus ojos, cayendo lentamente por su piel. El asesino siguió tosiendo, intentando encontrar una lógica a aquello.
Una vez Scarlett diese una respuesta, el pirata iría hasta el epicentro de lo que parecía el desenlace de aquella historia. O eso decían las presencias que el pirata era capaz de rastrear. La fuerza de estas eran tan intensas que debían ser aquellos conocidos como las personalidades más fuertes de los siete mares.
Durante el camino, el pirata cogería el den den mushi que uno de los súbditos de Viktor le había entregado, y marcaría consciente del mensaje que debía transmitir. Intentaría no toser mucho, aunque era algo que realmente no podía controlar.
-Es complicado guardar secretos ahora mismo - le diría a Scarlett si es que seguía con él-. Pero antes de que esto se ponga feo… Tengo que gastar esta bala.
Si alguien descolgaba, Brynn sería claro.
-Aquí Brynn, sin rostro. Quedé en llamarte para fijar precios sobre la mercancía que probaste… Pero he pensado que quizá tengo algo mejor que proponerte. Quiero formar parte de tu organización. A cambio, tendrás a un reconocido asesino en las sombras, alguien a quien encargarle los trabajos sucios sin que se queje. Y alguien que, con una gran recompensa, aportará su granito a que tu organización sea más temida aún. ¿Qué me dices? Por cierto, no cerraré la comunicación, estoy a punto de llegar al centro de todo esto, quizá te interese saber quién está arriba. Después de todo, tendrás que hacer tu movimiento pronto, ¿verdad?
La tos había entorpecido la conversación, sin embargo, el asesino esperaba que Viktor o su clon aceptase su propuesta. Y con las últimas palabras sólo esperaba ver una pequeña muestra del gran poder que el rey del bajo mundo tenía.
-No ha estado nada mal. Ahora llega la decisión importante -comentó justo antes de empezar a toser sonoramente-. Voy a subir, ¿me acompañas?
Scarlett tenía dos opciones, seguir al pirata o ir por su camino. Aunque la primera seguía siendo un tanto extraña, probablemente fuese la manera más rápida de llegar hasta arriba. De cualquier manera, el espadachín esperaría a obtener respuesta y actuaría en consecuencia.
La tos invadió de nuevo a sin rostro, que empezó a preguntarse qué le pasaba. ¿Acaso aquel hombre había invocado algún tipo de gas tóxico? Incluso un pequeño río de lágrimas manó por sus ojos, cayendo lentamente por su piel. El asesino siguió tosiendo, intentando encontrar una lógica a aquello.
Una vez Scarlett diese una respuesta, el pirata iría hasta el epicentro de lo que parecía el desenlace de aquella historia. O eso decían las presencias que el pirata era capaz de rastrear. La fuerza de estas eran tan intensas que debían ser aquellos conocidos como las personalidades más fuertes de los siete mares.
Durante el camino, el pirata cogería el den den mushi que uno de los súbditos de Viktor le había entregado, y marcaría consciente del mensaje que debía transmitir. Intentaría no toser mucho, aunque era algo que realmente no podía controlar.
-Es complicado guardar secretos ahora mismo - le diría a Scarlett si es que seguía con él-. Pero antes de que esto se ponga feo… Tengo que gastar esta bala.
Si alguien descolgaba, Brynn sería claro.
-Aquí Brynn, sin rostro. Quedé en llamarte para fijar precios sobre la mercancía que probaste… Pero he pensado que quizá tengo algo mejor que proponerte. Quiero formar parte de tu organización. A cambio, tendrás a un reconocido asesino en las sombras, alguien a quien encargarle los trabajos sucios sin que se queje. Y alguien que, con una gran recompensa, aportará su granito a que tu organización sea más temida aún. ¿Qué me dices? Por cierto, no cerraré la comunicación, estoy a punto de llegar al centro de todo esto, quizá te interese saber quién está arriba. Después de todo, tendrás que hacer tu movimiento pronto, ¿verdad?
La tos había entorpecido la conversación, sin embargo, el asesino esperaba que Viktor o su clon aceptase su propuesta. Y con las últimas palabras sólo esperaba ver una pequeña muestra del gran poder que el rey del bajo mundo tenía.
- Resumen:
Preguntar a Scarlett si quiere acompañarle.
Subir a la parte superior volando.
Llamar a Viktor (o a alguno de sus clones) con el den de mushi que le entregó para proponerle algo.
Rei Arslan
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Annie vio su rostro y no pudo evitar mostrar una mueca de asco. Big Popa, uno de los raperos conocidos en la revolución. Nunca había tenido contacto con él antes, pero si lo había visto y lo había escuchado. Le resultaba lamentable que las propias personas de la revolución estuvieran dentro del artefacto y a favor de este.
Apretó su puño con fuerza, aguantando la rabia que sintió durante unos momentos. Estaba enfadada, harta de que intentaran pararla, harta de que estuvieran avanzando más que ella y no iba a permitirlo. Con su último ataque había logrado deshacerse del rapero de una vez por todas.
La muchacha de cabellos cenicientos colocó su arco en la espalda y miró hacia arriba. La gente que iba detrás de ella se estaba adelantando. Convocó a los vientos y estos la ayudaron a subir más rápidamente. Sintió la presión del frío viento rozar su cara hasta que se detuvo. Annie miró en todas direcciones. Las estructuras funcionales de la aguja estaban a la vista. ¿Cómo tenían eso así? La revolucionaria no comprendía mucho de tecnología, pero sabía qué debían ser puntos importantes del artefacto.
Antes de ir con todo a por la estructuras miró a su alrededor. Explosiones y llamaradas barrían todo y por si fuera poco, una voz dulce sonaba por todo el lugar aunque esta duró poco. Pero el causante de todo había aparecido por fin. Brownie. Todo este tiempo había sido él, ¿por qué? Osuka y ella habían estado a su lado al principio de la guerra, por qué montar toda esta parafernalia.
Fijó su mirada de nuevo en las torres de control, con todas no podría, pero estaba claro que con una o dos si. Si había gente en ellas, confiaba en que pudieran escapar a tiempo o protegerse, porque Annie no tenía nada claro sobre como acabarían las estructuras. Su cuerpo creció, dando paso a ser una serpiente emplumada de gran tamaño y que captaría la atención lo suficiente.
Impulsó su vuelo con las alas, acompañada de los vientos. Las ráfagas que generaba eran cada vez más fuertes, hasta que de sus alas comenzaron a emanar esferas de viento comprimido que irían a las bases. Con su fuerza, intentaría tirar lo alto de la torre con su propio cuerpo mientras que confiaba en que la base se dañara. Salió disparada y, de nuevo, se daría la vuelta para intentar destruirlas. De sus alas no paraban de emanar dichas esferas mientras que las ráfagas harían su trabajo de llevarse todo volando.
Apretó su puño con fuerza, aguantando la rabia que sintió durante unos momentos. Estaba enfadada, harta de que intentaran pararla, harta de que estuvieran avanzando más que ella y no iba a permitirlo. Con su último ataque había logrado deshacerse del rapero de una vez por todas.
La muchacha de cabellos cenicientos colocó su arco en la espalda y miró hacia arriba. La gente que iba detrás de ella se estaba adelantando. Convocó a los vientos y estos la ayudaron a subir más rápidamente. Sintió la presión del frío viento rozar su cara hasta que se detuvo. Annie miró en todas direcciones. Las estructuras funcionales de la aguja estaban a la vista. ¿Cómo tenían eso así? La revolucionaria no comprendía mucho de tecnología, pero sabía qué debían ser puntos importantes del artefacto.
Antes de ir con todo a por la estructuras miró a su alrededor. Explosiones y llamaradas barrían todo y por si fuera poco, una voz dulce sonaba por todo el lugar aunque esta duró poco. Pero el causante de todo había aparecido por fin. Brownie. Todo este tiempo había sido él, ¿por qué? Osuka y ella habían estado a su lado al principio de la guerra, por qué montar toda esta parafernalia.
Fijó su mirada de nuevo en las torres de control, con todas no podría, pero estaba claro que con una o dos si. Si había gente en ellas, confiaba en que pudieran escapar a tiempo o protegerse, porque Annie no tenía nada claro sobre como acabarían las estructuras. Su cuerpo creció, dando paso a ser una serpiente emplumada de gran tamaño y que captaría la atención lo suficiente.
Impulsó su vuelo con las alas, acompañada de los vientos. Las ráfagas que generaba eran cada vez más fuertes, hasta que de sus alas comenzaron a emanar esferas de viento comprimido que irían a las bases. Con su fuerza, intentaría tirar lo alto de la torre con su propio cuerpo mientras que confiaba en que la base se dañara. Salió disparada y, de nuevo, se daría la vuelta para intentar destruirlas. De sus alas no paraban de emanar dichas esferas mientras que las ráfagas harían su trabajo de llevarse todo volando.
Nailah
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Nailah subió sin problemas por el raíl del ascensor y, cuando llegó a la cima, se puso de pie y se asomó al borde para ver que haría el repartidor. Sentía las manos incómodas de hacer tanta fuerza para poder subir por dicho cable, pero en nada se le pasaría. El muchacho lanzó el paquete y la pirata lo cogió al vuelo sin problema. Lo sostuvo hasta que el chico alcanzó la cima y, en cuanto este le cogió el paquete, escuchó algo romperse.
Se asomó de nuevo, fijándose en el raíl suelto y como el ascensor descendía. Se habían librado de una muerte segura. Se giró, suspirando aliviada y miró todo lo que había a su alrededor. Guerra y muerte. Zane y los demás no estaban lejos, podía incluso verlos. La verdad es que tenía ganas de regresar junto a ellos, pero no podía abandonar al repartidor.
Este se había sentado en el suelo mientras las llamas devoraban todo a su paso. Nailah se frotó la cabeza, pensando qué hacer hasta que este dijo el nombre del sujeto al que pertenecía el paquete. ¿Ginny Hendrix? No le sonaba de nada ese nombre, aunque estaba segura de que alguna vez lo había escuchado, pero su mente fallaba para recordar esas cosas.
-Eh, si hemos llegado hasta aquí no es momento de rendirse - dijo, intentando animarlo - siempre... podemos seguir en busca de Ginny, si la mentira nos ha funcionado hay que seguir aprovechándola.
Tras eso, miró a su alrededor, si se quedaban mucho más tiempo allí serían pasto de las llamas y no es que a Nailah le tuviera especial gracia al fuego. Zane y los demás tendrían que esperar, pues permanecería con el repartidor hasta que este entregara su paquete y cumpliera su trabajo.
Se asomó de nuevo, fijándose en el raíl suelto y como el ascensor descendía. Se habían librado de una muerte segura. Se giró, suspirando aliviada y miró todo lo que había a su alrededor. Guerra y muerte. Zane y los demás no estaban lejos, podía incluso verlos. La verdad es que tenía ganas de regresar junto a ellos, pero no podía abandonar al repartidor.
Este se había sentado en el suelo mientras las llamas devoraban todo a su paso. Nailah se frotó la cabeza, pensando qué hacer hasta que este dijo el nombre del sujeto al que pertenecía el paquete. ¿Ginny Hendrix? No le sonaba de nada ese nombre, aunque estaba segura de que alguna vez lo había escuchado, pero su mente fallaba para recordar esas cosas.
-Eh, si hemos llegado hasta aquí no es momento de rendirse - dijo, intentando animarlo - siempre... podemos seguir en busca de Ginny, si la mentira nos ha funcionado hay que seguir aprovechándola.
Tras eso, miró a su alrededor, si se quedaban mucho más tiempo allí serían pasto de las llamas y no es que a Nailah le tuviera especial gracia al fuego. Zane y los demás tendrían que esperar, pues permanecería con el repartidor hasta que este entregara su paquete y cumpliera su trabajo.
Taylor Fitzgerald
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La situación era tensa entre los miembros de la agencia. Taylor estaba molesta ante la actitud de su superior, aunque por suerte contaba con el apoyo de Giotto. Este no había montado ningún tipo de escándalo por su secreto y apreciaba ese gesto, no como Dretch, que no hacía más que mostrarse como la víctima.
Taylor apretó el puño con fuerza, dando unos pasos hacia delante y deteniéndose al instante al escuchar las palabras de su superior. Ella en ningún momento había decidido tratarlo como un idiota, incluso se había jugado la vida en numerosos momentos para que tanto él como sus compañeros estuvieran a salvo y lo único que recibía era desprecio y desdén.
Aquella situación sobrepasó a la autómata, por si fuera poco el rubio revolucionario estaba junto a ellos, apresado. La muchacha lo miró de arriba abajo con asco. No podía creer que Dretch estuviera haciendo tratos con el criminal. Hablaba de traición en todo momento y él era el principal traidor.
-Deja de lamentarte - ordenó Taylor - No sé ni como te hicieron líder con esa actitud, lo único que haces es quejarte y no solucionar nada. Si sigues así, serás líder de la nada, porque nadie aguanta a alguien que solo se lamenta y victimiza.
No dijo nada más, pues su atención fue captada por Giotto siendo atravesado. Aquel poder parecía increíble, lo que no entendía era por qué no se deshacían del prisionero de una vez. Hasta que por fin se reveló todo. La traición había sido realizada por parte de Dretch y Giotto no había dudado en arremeter contra él. Taylor no quería que sus dos compañeros iniciasen una pelea cuando estaban delante del revolucionario, pero tampoco se dignó a pararlos. Sin embargo, sacó su pistola. Sabía que contra Giotto no haría efecto, pero sí contra Dretch.
-¡Alejaos! ¡Ahora! - Exclamó apuntando hacia su superior - Eres un traidor y los traidores no tienen lugar aquí.
Taylor apretó el puño con fuerza, dando unos pasos hacia delante y deteniéndose al instante al escuchar las palabras de su superior. Ella en ningún momento había decidido tratarlo como un idiota, incluso se había jugado la vida en numerosos momentos para que tanto él como sus compañeros estuvieran a salvo y lo único que recibía era desprecio y desdén.
Aquella situación sobrepasó a la autómata, por si fuera poco el rubio revolucionario estaba junto a ellos, apresado. La muchacha lo miró de arriba abajo con asco. No podía creer que Dretch estuviera haciendo tratos con el criminal. Hablaba de traición en todo momento y él era el principal traidor.
-Deja de lamentarte - ordenó Taylor - No sé ni como te hicieron líder con esa actitud, lo único que haces es quejarte y no solucionar nada. Si sigues así, serás líder de la nada, porque nadie aguanta a alguien que solo se lamenta y victimiza.
No dijo nada más, pues su atención fue captada por Giotto siendo atravesado. Aquel poder parecía increíble, lo que no entendía era por qué no se deshacían del prisionero de una vez. Hasta que por fin se reveló todo. La traición había sido realizada por parte de Dretch y Giotto no había dudado en arremeter contra él. Taylor no quería que sus dos compañeros iniciasen una pelea cuando estaban delante del revolucionario, pero tampoco se dignó a pararlos. Sin embargo, sacó su pistola. Sabía que contra Giotto no haría efecto, pero sí contra Dretch.
-¡Alejaos! ¡Ahora! - Exclamó apuntando hacia su superior - Eres un traidor y los traidores no tienen lugar aquí.
Eric Zor-El
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Eric miró a su oponente tirado en el suelo mientras articulaba unas palabras que solo entendía él. Echó la vista hacia el frente y todo era caótico. La gente combatía sin ton ni son, derramando sangre sobre el metálico suelo de aquel endemoniado lugar. ¿Cuán grandes podían ser las diferencias ideológicas entre tantos nobles guerreros del mar azul para que surgiera una contienda tras otra continuamente? Era algo que se cuestionaba el shandiano, que comenzó a caminar en línea recta.
Se topó con una escalinata que ascendía a los pisos superiores y no dudó en poner un pie sobre ellos y subir. Ascendía y ascendía, dejando de lado la carnicería que estaba sucediendo en el quinto piso. Allí estaba todo más calmado y podía escuchar sus propios pensamientos, aunque no es que fueran muy importantes. La escalera le llevó a una sala circular muy diminuta y todo comenzó a temblar. Luego una extraña canción y el hombre que les llevaba hablando desde que entraron a ese lugar.
—K’olongi origi palus —dijo en voz alta, arrugando su entrecejo.
Se acercó hacia una extraña maquinaria que había al otro lado de la sala. Eran muy parecidas a las maquinas que Zuko no le dejaba tocar en el barco. Botones de muchos colores y tamaños, alguna palanca y ninguna señal de que significaban. ¿Qué debía hacer? Lo más sensato hubiera sido estarse quieto, darse media vuelta y encontrar otro camino hasta la cima. Sin embargo, Eric no era conocido por su sensatez y comenzó a tocar un botón tras otro, girando manivelas y accionando palancas.
Mientras estaba jugando como un infante observó que había un muro desnudo frente a él y no dudó en acercarse a él y observarlo con detalle, golpeándolo con ligera fuerza por si podía romperlo y ver que había al otro lado.
Se topó con una escalinata que ascendía a los pisos superiores y no dudó en poner un pie sobre ellos y subir. Ascendía y ascendía, dejando de lado la carnicería que estaba sucediendo en el quinto piso. Allí estaba todo más calmado y podía escuchar sus propios pensamientos, aunque no es que fueran muy importantes. La escalera le llevó a una sala circular muy diminuta y todo comenzó a temblar. Luego una extraña canción y el hombre que les llevaba hablando desde que entraron a ese lugar.
—K’olongi origi palus —dijo en voz alta, arrugando su entrecejo.
Se acercó hacia una extraña maquinaria que había al otro lado de la sala. Eran muy parecidas a las maquinas que Zuko no le dejaba tocar en el barco. Botones de muchos colores y tamaños, alguna palanca y ninguna señal de que significaban. ¿Qué debía hacer? Lo más sensato hubiera sido estarse quieto, darse media vuelta y encontrar otro camino hasta la cima. Sin embargo, Eric no era conocido por su sensatez y comenzó a tocar un botón tras otro, girando manivelas y accionando palancas.
Mientras estaba jugando como un infante observó que había un muro desnudo frente a él y no dudó en acercarse a él y observarlo con detalle, golpeándolo con ligera fuerza por si podía romperlo y ver que había al otro lado.
Rylanor
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Avanzó cuidadosamente entre los pasillos. Podía notar frente a él una fuerte reunión de presencias fuertes... era hora de tomar medidas - Iron Kai, camuflaje - susurró, y obedeciendo sus órdenes la armadura empezó a adoptar los colores de su ambiente, volviéndose poco más que una distorsión en el aire. Asomó tras una esquina para ver el escenario y la aglomeración en torno a él. Y la figura en este, aunque aparentase ser una chiquilla, no pudo engañar al Ojo del Alma. "Joder, menuda tranca que se gasta" pensó, conteniendo un silbido de admiración.
Pronto más gente comenzó a llegar. Primero, vestido para la ocasión (si es que había una forma correcta para el concierto del fin del mundo), apareció David Brownie dirigiéndose a la niña-Dexter. Kai apretó el puño, con su vista clavada en él. El causante de todo aquello, que tantas vidas estaba poniendo en peligro por sus podridas ambiciones. Algo rugió dentro de él, como un volcán dormido a punto de despertar. Sin embargo contuvo por el momento su rabia, mientras esperaba a ver cómo se desenvolvía la situación. Zane el descamisetado hizo acto de presencia con un séquito pequeño pero de aspecto peligroso. De hecho estaba seguro de que le sonaban de los carteles de se busca. Parecía que el pelirrojo estaba dispuesto a comenzar ya la fiesta.
- Guapete y fogoso... lástima que sea pirata - murmuró socarronamente para sí.
Él no iba a ser menos. Flexionó las piernas y tensó todos los músculos, mientras centraba la energía de su espíritu en su mano derecha, empleando su Voluntad. Murmuró una orden a Iron Kai para que en el momento en que lanzase su ataque pasase a modo combate cercano, para poder realizar su técnica. En ese modo la armadura no cubriría totalmente sus brazos, dejando las manos libres, pero como consecuencia el camuflaje se volvería inútil... a menos que alguien creyera que esas manos levitando en el aire eran seres independientes y no había un cuerpo entre ellas. Aprovechando el ataque de Zane, y sintiendo la poderosa vibración del Haoshoku de este, liberó toda la tensión de sus piernas en un Asalto hacia Brownie, saliendo disparado como un proyectil con la mano derecha por delante a modo de lanza, hábilmente apuntada al pecho del revolucionario. La armadura cambió de modo escasos metros antes del impacto, desvelando una mano del color rojo incandescente de su haki imbuida en relámpagos rojos.
- ¡Red Sword: Armamento!
Pronto más gente comenzó a llegar. Primero, vestido para la ocasión (si es que había una forma correcta para el concierto del fin del mundo), apareció David Brownie dirigiéndose a la niña-Dexter. Kai apretó el puño, con su vista clavada en él. El causante de todo aquello, que tantas vidas estaba poniendo en peligro por sus podridas ambiciones. Algo rugió dentro de él, como un volcán dormido a punto de despertar. Sin embargo contuvo por el momento su rabia, mientras esperaba a ver cómo se desenvolvía la situación. Zane el descamisetado hizo acto de presencia con un séquito pequeño pero de aspecto peligroso. De hecho estaba seguro de que le sonaban de los carteles de se busca. Parecía que el pelirrojo estaba dispuesto a comenzar ya la fiesta.
- Guapete y fogoso... lástima que sea pirata - murmuró socarronamente para sí.
Él no iba a ser menos. Flexionó las piernas y tensó todos los músculos, mientras centraba la energía de su espíritu en su mano derecha, empleando su Voluntad. Murmuró una orden a Iron Kai para que en el momento en que lanzase su ataque pasase a modo combate cercano, para poder realizar su técnica. En ese modo la armadura no cubriría totalmente sus brazos, dejando las manos libres, pero como consecuencia el camuflaje se volvería inútil... a menos que alguien creyera que esas manos levitando en el aire eran seres independientes y no había un cuerpo entre ellas. Aprovechando el ataque de Zane, y sintiendo la poderosa vibración del Haoshoku de este, liberó toda la tensión de sus piernas en un Asalto hacia Brownie, saliendo disparado como un proyectil con la mano derecha por delante a modo de lanza, hábilmente apuntada al pecho del revolucionario. La armadura cambió de modo escasos metros antes del impacto, desvelando una mano del color rojo incandescente de su haki imbuida en relámpagos rojos.
- ¡Red Sword: Armamento!
- resumen:
- Stalkeo a los presentes con la armadura en modo camuflaje, y en el momento en que Zane ataca, me lanzo tras la onda de este a atacar a
muffinBrownie.
- técnicas:
- Nombre de la técnica: Tercer Camino del Sokudan: Asalto
Naturaleza de la técnica: Física
Descripción de la técnica: El Tercer Camino consiste en una técnica que propulsa al luchador en una dirección.Se trata de un movimiento a una velocidad muy elevada (60 m/s). Este movimiento sólo puede realizarse en línea recta. Mientras se mueve usando Asalto, Kai deja una imagen residual distorsionada por un instante, debido a lo rápido que se mueve.
Tiempo de canalización: Instantánea.
Busoushoku Haki nivel 9 (predilecto): endurecimiento.
Busou: Red Punch: [Modalidad nivel 3] Es capaz de potenciar la faceta ofensiva de su haki, aumentando el incremento de poder de este un +300%, al coste de desgastarse a un ritmo mayor (gasta una ronda de uso de haki más de lo normal). Mientras lo hace, la parte de su cuerpo potenciada adopta un color rojo incandescente y emite calor constante (300º) y vapor.
Nombre de la técnica: Red Sword
Naturaleza de la técnica: Espiritual
Descripción de la técnica: La mano de Kai empieza a emitir un aura en forma de rayos rojos Mientras está recubierta por este aura, es como una espada en miniatura con un poder de corte brutal, capaz de cortar objetos de hasta dureza siete en la escala Mohs y atravesar objetos de gran grosor. Sin embargo, emplear la Red Sword va trazando continuamente pequeños cortes en torno a toda la mano, con lo que hiere al usuario. El tópico es "monje guerrero."
Tiempo de canalización: Instantánea.
Maki
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"Enemigo liquidado. Perfecto. Ahora, a otra cosa". Maki se puso en pie tras derrotar al temible Número Tres, consciente de que igual había hecho un uso excesivo de la fuerza. Alguien tan poderoso como él tenía la obligación de cortarse un poco para no causar daños innecesarios. "Un gran poder", decía el manual, "conlleva una gran... Pase a la página 23". El manual de Maki no tenía página 23, así que no tenía ni idea de cómo acababa la frase, pero se lo podía imaginar.
Moverse por el Edificio del Mal estaba costándole cada vez más. No dejaba de dar botes, de caerse a cachos y de inclinarse como si le pagasen por ello. Maki tenía que hacer un gran esfuerzo para no salir rodando cada vez que giraba en un pasillo, y eso sin contar con la de pedruscos y agujeros que tenía que evitar. Aquello era como atravesar un campo de obstáculos, solo que sin tarta ni medallitas al final. En vez de eso, al final, estaban los revolucionarios.
Susu y Ruedas estaban al pie de una escaleras que, por suerte, parecían estar enteras. Maki saludó con un oficialoso y serio "Ey" y juntos recorrieron heroicamente las escaleras hasta llegar a otro ascensor. ¿Le darían otra fiesta sorpresa si se subía? Iba a preguntar, pero cerró la boca cuando a Susu le dio el brote de ira. La voz mágica que salía del techo no debía de haberle hecho mucha gracia, aunque Maki no tenía ni idea de a quién pertenecía.
-¿Ése es el villano? -preguntó-. Vamos a por él.
Moverse por el Edificio del Mal estaba costándole cada vez más. No dejaba de dar botes, de caerse a cachos y de inclinarse como si le pagasen por ello. Maki tenía que hacer un gran esfuerzo para no salir rodando cada vez que giraba en un pasillo, y eso sin contar con la de pedruscos y agujeros que tenía que evitar. Aquello era como atravesar un campo de obstáculos, solo que sin tarta ni medallitas al final. En vez de eso, al final, estaban los revolucionarios.
Susu y Ruedas estaban al pie de una escaleras que, por suerte, parecían estar enteras. Maki saludó con un oficialoso y serio "Ey" y juntos recorrieron heroicamente las escaleras hasta llegar a otro ascensor. ¿Le darían otra fiesta sorpresa si se subía? Iba a preguntar, pero cerró la boca cuando a Susu le dio el brote de ira. La voz mágica que salía del techo no debía de haberle hecho mucha gracia, aunque Maki no tenía ni idea de a quién pertenecía.
-¿Ése es el villano? -preguntó-. Vamos a por él.
Gareth Silverwing
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El pilar de hielo continuó ascendiendo por la torre, ahora en pésimas condiciones, anillo tras anillo, piso tras piso, las batallas que habíamos librado no eran más que una gota en el mar de la guerra, puede que hubiésemos quitado de en medio a un par de contrincantes fuertes, pero todavía quedaban más.
Abajo, a unos metros de mi, la chica de las garras se aferraba al hielo para evitar una caída que, seguramente, sería mortal. Mientras me preparaba para efectuar el procedimiento adecuado en caso de que hiciéramos "eso", permanecía en guardia por si acababa subiendo y seguía con ganas de luchar. Tuve ganas de clavar mi arma en el hielo y hacer palanca para dejar que cayese el trozo en el que estaba ella. Pero creo que a Al no le hubiera hecho mucha gracia la idea de que usase su propio hielo para matar a una mujer. Es más, no me convencía la idea de intentar romper el hielo del almirante, gastando fuerzas, para que luego este lo recompusiese para salvarla... todo por la vaga promesa de un polvo rápido.
Suspiré y me mantuve atento a los acontecimientos. Al llegar pude ver el interesante escenario que tenía delante. El sitio estaba bien construido, a pesar de que parte de ello pareciese hecho con prisas. Una serie de edificios funcionales coronaban la estructura, con amplios espacios, seguramente pensados para alojar a una cantidad mucho mayor de personas.
Hablando de personas ahí había alguien, tenía toda la pinta de chico de los cafés, es más casi lo tenía escrito en la cara. Parecía tener prisa, con unos papeles que tenían pinta de importantes. Bueno, somos mucho y no soy precisamente la cara amigable del grupo, además no quería quitar el ojo de la chica de las garras. Alguien se encargaría de ese joven.
Abajo, a unos metros de mi, la chica de las garras se aferraba al hielo para evitar una caída que, seguramente, sería mortal. Mientras me preparaba para efectuar el procedimiento adecuado en caso de que hiciéramos "eso", permanecía en guardia por si acababa subiendo y seguía con ganas de luchar. Tuve ganas de clavar mi arma en el hielo y hacer palanca para dejar que cayese el trozo en el que estaba ella. Pero creo que a Al no le hubiera hecho mucha gracia la idea de que usase su propio hielo para matar a una mujer. Es más, no me convencía la idea de intentar romper el hielo del almirante, gastando fuerzas, para que luego este lo recompusiese para salvarla... todo por la vaga promesa de un polvo rápido.
Suspiré y me mantuve atento a los acontecimientos. Al llegar pude ver el interesante escenario que tenía delante. El sitio estaba bien construido, a pesar de que parte de ello pareciese hecho con prisas. Una serie de edificios funcionales coronaban la estructura, con amplios espacios, seguramente pensados para alojar a una cantidad mucho mayor de personas.
Hablando de personas ahí había alguien, tenía toda la pinta de chico de los cafés, es más casi lo tenía escrito en la cara. Parecía tener prisa, con unos papeles que tenían pinta de importantes. Bueno, somos mucho y no soy precisamente la cara amigable del grupo, además no quería quitar el ojo de la chica de las garras. Alguien se encargaría de ese joven.
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Dretch
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Quien le habría dicho a él que a estas alturas de su vida tendría que ejercer de villano. Pero allí estaba, enfrentándose a Leblanc y a Fitzgerald por la atención de un rubito con demasiadas ambiciones. Por fortuna para todos, los agentes se percataron enseguida de la traición del norteño y no dudaron en arremeter contra él. Giotto fue el primero en reaccionar y, avanzando casi a la velocidad del rayo, trató de propinarle un fortuito puñetazo en su rostro. Dretch en aquellos momentos no disponía de la extraña capacidad para analizar los movimientos de sus rivales, pero si sabía perfectamente que los había provocado. Casi por instinto, su cuerpo se endureció para tratar de protegerse del envite de La Llama del Norte. Sin embargo, al hacerlo, no se percató de las segundas intenciones de Leblanc. Una pequeña llamarada surgió de su extremidad, pero en lugar de quemarlo, esta apenas sirvió para cegarlo y provocar un intenso olorcillo a cabello quemado. El plan iba según lo planeado, pensó el agente. Aquello parecía hasta creíble, tan solo bastaba darle un colofón final a aquel enfrentamiento para que su nuevo jefe se sintiese fuera de peligro y comenzase a hablar de más.
Por su parte, Taylor no había intervenido en el combate. Tan solo se había limitado a apuntarle con su modesta arma de fuego y a llamarle traidor. Dretch se limitó a levantar las manos en señal de rendición y a alejarse discretamente de leblanc para, en un abrir y cerrar de ojos, recortaría la distancia que le separaba de la pelirrosa mediante su soru. Una vez se encontrase frente a ella, abriría por fin la boca.
- La cosa es que no sé qué o quién eres, ni tan siquiera sé si solo eres un cyborg, un robot o una persona bastante muy rara. Lo de Giotto se arregla con una cerveza, pero tú y yo tenemos mucho de qué hablar cuanto todo esto acabe – susurró en voz baja, mientras sostenía con su brazo biónico el cañón de su arma – No me tengas esto en cuenta, es por el bien del espectáculo y, además, a todo el mundo le gustan las explosiones – Argumentó instantes antes de realizar un complejo kata de Rokushiki no Kaidan mediante la cual desarmaría a la iniciada y la arrojaría sobre Leblanc, forzándolo a no usar su akuma. Finalmente, con la pistola con munición explosiva de la pelirrosa en mano, arrojaría una lluvia de plomo y fuego sobre los que otra hora fueran sus subordinados.
Evidentemente, más allá de lo espectacular del movimiento, aquello no les haría mucho más que algún rasguño, pero eso su nuevo jefe no tenía por qué saberlo.
- Bueno, ahora volvamos por donde lo habíamos dejado – suspiró, mientras arrojaba el arma al suelo - ¿Qué es lo que tengo que saber de toda esta mierda que os traéis entre manos?
Por su parte, Taylor no había intervenido en el combate. Tan solo se había limitado a apuntarle con su modesta arma de fuego y a llamarle traidor. Dretch se limitó a levantar las manos en señal de rendición y a alejarse discretamente de leblanc para, en un abrir y cerrar de ojos, recortaría la distancia que le separaba de la pelirrosa mediante su soru. Una vez se encontrase frente a ella, abriría por fin la boca.
- La cosa es que no sé qué o quién eres, ni tan siquiera sé si solo eres un cyborg, un robot o una persona bastante muy rara. Lo de Giotto se arregla con una cerveza, pero tú y yo tenemos mucho de qué hablar cuanto todo esto acabe – susurró en voz baja, mientras sostenía con su brazo biónico el cañón de su arma – No me tengas esto en cuenta, es por el bien del espectáculo y, además, a todo el mundo le gustan las explosiones – Argumentó instantes antes de realizar un complejo kata de Rokushiki no Kaidan mediante la cual desarmaría a la iniciada y la arrojaría sobre Leblanc, forzándolo a no usar su akuma. Finalmente, con la pistola con munición explosiva de la pelirrosa en mano, arrojaría una lluvia de plomo y fuego sobre los que otra hora fueran sus subordinados.
Evidentemente, más allá de lo espectacular del movimiento, aquello no les haría mucho más que algún rasguño, pero eso su nuevo jefe no tenía por qué saberlo.
- Bueno, ahora volvamos por donde lo habíamos dejado – suspiró, mientras arrojaba el arma al suelo - ¿Qué es lo que tengo que saber de toda esta mierda que os traéis entre manos?
Dexter Black
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Akuma no mi
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Estaba a punto de anunciarlo. Hasta había apuntado lo que estaba pendiente de decir en una hoja en un tiempo muerto, en medio de una de esas interminables canciones con más gallos que acordes. Se humedeció los labios con la lengua por un instante, casi saboreando el momento. Había tres posibles culpables de todo aquello, y estaba seguro de que solo uno de ellos estaba detrás: Tantos músicos de segunda fila afiliados a la Revolución, tantas pruebas estúpidas, la tecnología sideriana y Krauser...
- Os...
Había empezado a hablar cuando otra voz surgió tras él (ella) y un escalofrío le recorrió la espalda. Zane D. Kenshin había llegado, y estaba tratando de ligar con Alice. Contuvo un suspiro enojado, ignorando que estaba ligando con su chica. Primero porque su chica estaba muerta, y segundo porque él era su chica en aquel momento. Ciertamente, había sido un poco irrespetuoso tomar aquella apariencia, pero no se le había ocurrido una mejor.
- Después de esto quizás necesite un buen polvo -respondió Dexter, guiñándole un ojo con cierta picardía pero evitando sonreír. Si lo hacía parecería Dark D. Rose-. Pero creo que no soy tu tipo. Así que si no cambias de idea antes de que termine esto...
Una voz interrumpió el cortejo. Las luces alumbraron su cara, y el impertérrito rostro de David Brownie emergió entre ambos. ¿Era él? Es decir, era factible, pero no esperaba que realmente tuviese algo que ver. No obstante debía evitar que eso se supiese.
-Sí... Desde el principio... Supe que eras tú. Supongo que ya no necesito esto.
Y con una risa desenfadada rompió en mil pedazos la hoja, aunque el nombre de Osuka Sumisu todavía era completamente legible. ¿Al final el plan era malo hasta para que el chico piedra lo eligiese? Dexter (Alice, más bien) no daba crédito. Sin embargo no era momento de dejarse llevar por la sorpresa. Con una presteza, y también una imprudencia, legendaria Zane D. Kenshin se lanzó contra el cantante al tiempo que dos manos cargaban desde el aire contra él. ¿Estaba de pronto en un cuadro surrealista? ¿Por qué dos manos mágicas surgían de la nada? En fin, no era problema suyo. Destruir la aguja sí.
-¡Ánimo muchachos! -canturreó alegremente antes de intentar arrancar de cuajo el micrófono y partir el cable, impidiendo que nadie pudiese usarlo.
De conseguir aquello empezaría a tirar hacia arriba con el cable hasta que se rompiese o hasta levantar algo. ¿El qué? No lo sabía, pero esperaba que un puerto conector, tipo una toma jack gigantesca o un cable de corriente... Alguna cosa de ese estilo. O, si tal, romper un trocito de la aguja. Si no, también se conformaba con tener una ruta hacia el interior del aparato para destrozarlo desde dentro. Más correctamente sería incapacitar los potencialmente chorrocientos mil imanes que habría allí dentro, desmagnetizándolos mediante el uso de su electricidad.
Si no lograba romper el cable, no obstante, flexionaría las rodillas lenta y grácilmente, como una señorita, y saltaría hasta una vez más ponerse en altura de vuelo suborbital. Desde ahí podía volver apoyándose en la fuerza gravitacional, y gracias a su control del viento acelerar sin apenas control hasta caer al suelo. Activaría su Haki de armadura, totalmente concentrado, y su cuerpo iría mutando poco a poco hasta ser el de un enorme y glorioso... ¡Un momento! ¿En qué estaba pensando? No podía hacer eso, había muchísima gente allá abajo que moriría sin culpa. Si no lograba arrancar el cable su ropa ilusoria cambiaría a un conjunto de animadora, y empezaría a hacer un show de cheerleader espectacular. Ya si entre aquellas dos bestias no daban con Brownie debería trabajar él.
- Os...
Había empezado a hablar cuando otra voz surgió tras él (ella) y un escalofrío le recorrió la espalda. Zane D. Kenshin había llegado, y estaba tratando de ligar con Alice. Contuvo un suspiro enojado, ignorando que estaba ligando con su chica. Primero porque su chica estaba muerta, y segundo porque él era su chica en aquel momento. Ciertamente, había sido un poco irrespetuoso tomar aquella apariencia, pero no se le había ocurrido una mejor.
- Después de esto quizás necesite un buen polvo -respondió Dexter, guiñándole un ojo con cierta picardía pero evitando sonreír. Si lo hacía parecería Dark D. Rose-. Pero creo que no soy tu tipo. Así que si no cambias de idea antes de que termine esto...
Una voz interrumpió el cortejo. Las luces alumbraron su cara, y el impertérrito rostro de David Brownie emergió entre ambos. ¿Era él? Es decir, era factible, pero no esperaba que realmente tuviese algo que ver. No obstante debía evitar que eso se supiese.
-Sí... Desde el principio... Supe que eras tú. Supongo que ya no necesito esto.
Y con una risa desenfadada rompió en mil pedazos la hoja, aunque el nombre de Osuka Sumisu todavía era completamente legible. ¿Al final el plan era malo hasta para que el chico piedra lo eligiese? Dexter (Alice, más bien) no daba crédito. Sin embargo no era momento de dejarse llevar por la sorpresa. Con una presteza, y también una imprudencia, legendaria Zane D. Kenshin se lanzó contra el cantante al tiempo que dos manos cargaban desde el aire contra él. ¿Estaba de pronto en un cuadro surrealista? ¿Por qué dos manos mágicas surgían de la nada? En fin, no era problema suyo. Destruir la aguja sí.
-¡Ánimo muchachos! -canturreó alegremente antes de intentar arrancar de cuajo el micrófono y partir el cable, impidiendo que nadie pudiese usarlo.
De conseguir aquello empezaría a tirar hacia arriba con el cable hasta que se rompiese o hasta levantar algo. ¿El qué? No lo sabía, pero esperaba que un puerto conector, tipo una toma jack gigantesca o un cable de corriente... Alguna cosa de ese estilo. O, si tal, romper un trocito de la aguja. Si no, también se conformaba con tener una ruta hacia el interior del aparato para destrozarlo desde dentro. Más correctamente sería incapacitar los potencialmente chorrocientos mil imanes que habría allí dentro, desmagnetizándolos mediante el uso de su electricidad.
Si no lograba romper el cable, no obstante, flexionaría las rodillas lenta y grácilmente, como una señorita, y saltaría hasta una vez más ponerse en altura de vuelo suborbital. Desde ahí podía volver apoyándose en la fuerza gravitacional, y gracias a su control del viento acelerar sin apenas control hasta caer al suelo. Activaría su Haki de armadura, totalmente concentrado, y su cuerpo iría mutando poco a poco hasta ser el de un enorme y glorioso... ¡Un momento! ¿En qué estaba pensando? No podía hacer eso, había muchísima gente allá abajo que moriría sin culpa. Si no lograba arrancar el cable su ropa ilusoria cambiaría a un conjunto de animadora, y empezaría a hacer un show de cheerleader espectacular. Ya si entre aquellas dos bestias no daban con Brownie debería trabajar él.
Los segundos se hicieron eternos mientras intentaba cazar a todos sus compañeros, pero al parecer logró elevarlos uno a uno e, incluso, aquella chica que acababa de intentar asesinarlo estaba allí, uñas clavadas en el hielo. Una vez todos los pilares se habían juntado separó uno para dejar a la mujer a salvo en el anillo inmediatamente inferior al más alto, aunque a saber si se daba por aludida y bajaba.
- Nuestra relación es imposible, muñeca. Arthur no lo aprobaría.
Siguieron ascendiendo hasta lo más alto, y una vez allí pasó... Bueno, pasaron cosas. Encima de Zay el pony rosa de Bleyd Master parecía haber desarrollado un apego hacia el mink, o eso o pretendía montarlo para procrear. O tenía fines meramente lúdicos, quién sabe, en cualquier caso...
- La luna está ahí, compañero -le dijo, señalando con el dedo. Aunque había leído mucho sobre hombres lobo Zay era un gato, ¿qué peligro podía representar?-. Por cierto Arthur, ¿necesitas que te cosa el escroto?
Aquel agujero sangrante en sus pantalones solo podía ser dos cosas, y dudaba mucho que el pequeño pelirrojo guardase una remesa de gazpacho en su entrepierna. Además, el gazpacho no olería así: Llevaba tomate, y todo el mundo sabía que el tomate olía a tomate. Y si el gazpacho era bueno, también a ajo y aceite de oliva. Pero si alguien llevaba gazpacho en los pantalones dudaba que fuese artesanal.
Al tenía una gran maestría para coser, o al menos para coser cuerpos, por lo que gracias a su conocimiento de anatomía y a un curso al que se había matriculado de cirugía genital (aunque nunca había asistido) podía salvar la funcionalidad de su escroto e incluso, si tenía el testículo agujereado, ayudar a su recuperación. Siempre llevaba un par de pomadas de regeneración celular encima...
-Pero yo te coso, los huevos te los untas tú solito.
Replanteó su idea. No podía cerrarle la bolsa y esperar que luego se echase pomada en su interior, así que evitando pensar en Arthur de esa forma lo tomaría como una consulta de pediatría, arreglando el desaguisado que por algún motivo se había formado en la entrepierna del contraalmirante Silverwing.
-Recuerda masajearte la zona un par de veces al día, echarle mucha crema hidratante y no masturbarte en al menos tres semanas. Y si lo haces, al menos agárrate la bolsa mientras tanto. Para evitar que se mueva, vaya.
Tanta era la necesidad de salvar la virilidad de Arthur que ignoró por completo al chavalín con pinta de regidor. Sin embargo, sabía que todos los regidores de concierto (o casi todos) se llamaban Bob.
-¡Hey Bob! ¿Puedes venir un momento? ¡Tengo dudas sobre mi pase de la una!
¿Y si colaba?
- Nuestra relación es imposible, muñeca. Arthur no lo aprobaría.
Siguieron ascendiendo hasta lo más alto, y una vez allí pasó... Bueno, pasaron cosas. Encima de Zay el pony rosa de Bleyd Master parecía haber desarrollado un apego hacia el mink, o eso o pretendía montarlo para procrear. O tenía fines meramente lúdicos, quién sabe, en cualquier caso...
- La luna está ahí, compañero -le dijo, señalando con el dedo. Aunque había leído mucho sobre hombres lobo Zay era un gato, ¿qué peligro podía representar?-. Por cierto Arthur, ¿necesitas que te cosa el escroto?
Aquel agujero sangrante en sus pantalones solo podía ser dos cosas, y dudaba mucho que el pequeño pelirrojo guardase una remesa de gazpacho en su entrepierna. Además, el gazpacho no olería así: Llevaba tomate, y todo el mundo sabía que el tomate olía a tomate. Y si el gazpacho era bueno, también a ajo y aceite de oliva. Pero si alguien llevaba gazpacho en los pantalones dudaba que fuese artesanal.
Al tenía una gran maestría para coser, o al menos para coser cuerpos, por lo que gracias a su conocimiento de anatomía y a un curso al que se había matriculado de cirugía genital (aunque nunca había asistido) podía salvar la funcionalidad de su escroto e incluso, si tenía el testículo agujereado, ayudar a su recuperación. Siempre llevaba un par de pomadas de regeneración celular encima...
-Pero yo te coso, los huevos te los untas tú solito.
Replanteó su idea. No podía cerrarle la bolsa y esperar que luego se echase pomada en su interior, así que evitando pensar en Arthur de esa forma lo tomaría como una consulta de pediatría, arreglando el desaguisado que por algún motivo se había formado en la entrepierna del contraalmirante Silverwing.
-Recuerda masajearte la zona un par de veces al día, echarle mucha crema hidratante y no masturbarte en al menos tres semanas. Y si lo haces, al menos agárrate la bolsa mientras tanto. Para evitar que se mueva, vaya.
Tanta era la necesidad de salvar la virilidad de Arthur que ignoró por completo al chavalín con pinta de regidor. Sin embargo, sabía que todos los regidores de concierto (o casi todos) se llamaban Bob.
-¡Hey Bob! ¿Puedes venir un momento? ¡Tengo dudas sobre mi pase de la una!
¿Y si colaba?
Deathstroke
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Tras una pequeña revisión una vez dejé al marine y al revolucionario, pude descubrir que Krauser n ose iba a ir a ningún lado, estaba casi en coma, con una gran parte del cuerpo quemado. Si no le atendía pronto entraría en shock y de ahí a una muerte inevitable que no podría detener.
Centré mi curación en Krauser justo cuando su pulso comenzó a elevase la cura cerraría los vasos que aún eran sangrantes, además de que comenzaría la regeneración de la piel para evitar una mayor pérdida de calor.
-Tranquilo capitán. Está al borde del coma, en este punto ya estoy sanando poco a poco las heridas y quemaduras que tienes, para que se vuelva una amenaza va a tardar un tiempo. – le respondí a Dexter mientras seguía usando la sanación gracias a mi akuma.
“Debería desarrollar alguna cosa para casos así” pensé mientras de la túnica que llevaba por encima de la armadura sacaba unas cuantas agujas curvas e hilo para comenzar a coser las heridas de Krauser.
-Marine, ¿tu cómo estás?, ¿necesitas algo? – le pregunté a Zuko si seguía ahí al lado.
Centré mi curación en Krauser justo cuando su pulso comenzó a elevase la cura cerraría los vasos que aún eran sangrantes, además de que comenzaría la regeneración de la piel para evitar una mayor pérdida de calor.
-Tranquilo capitán. Está al borde del coma, en este punto ya estoy sanando poco a poco las heridas y quemaduras que tienes, para que se vuelva una amenaza va a tardar un tiempo. – le respondí a Dexter mientras seguía usando la sanación gracias a mi akuma.
“Debería desarrollar alguna cosa para casos así” pensé mientras de la túnica que llevaba por encima de la armadura sacaba unas cuantas agujas curvas e hilo para comenzar a coser las heridas de Krauser.
-Marine, ¿tu cómo estás?, ¿necesitas algo? – le pregunté a Zuko si seguía ahí al lado.
Simo Baker
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Escuché las palabras del misterioso enemigo entre tos por el polvo que me rodeaba y no me dejaba respirar correctamente. –¡Di adiós hijo de puta!-, exclamé mientras me giraba para encañonarlo con mi pistola escopeta. No llegué a disparar, los muros que había comenzado a formar unos instantes habían crecido lo suficiente para no dejarme línea con él. En apenas un instante la oscuridad me había rodeado. “Al menos ya no hay una tormenta de polvo azotándome”, me consolé.
Me acerqué a uno de los muros para examinarlo con el tacto. Me manché la mano, pero me di cuenta que, a pesar de ser una buena jugada, no le iba a ser suficiente para librarse de mí. Al fin y al cabo, ¿qué podía hacer algo de polvo contra balas antitanque? Retrocedí unos pasos en la oscuridad de mi cárcel y apunté la Gunny Bravo endureciendo mi brazo con el tekkai. Disparé varias veces seguidas antes de lanzarme a atravesar el muro a base de golpes del shingan de puño que había estado probando. Si no lograba abrirme paso de esta forma, intentaría a probarla de nuevo mojando el muro primero con uno de mis diales para que fuera más quebradizo.
En cuanto lograra abrir un hueco lo suficientemente grande saldría con mi soru antes de que se cerrara al ceder la estructura. Entonces, me pondría en guardia y ojearía el terreno para encontrar y enfrentar al pedazo de mierda que me había atrapado. El gigante y el de las cremalleras podían valerse por sí mismos, era hora de dejar de tener que aguantarlos y seguir la misión por mi cuenta.
Me acerqué a uno de los muros para examinarlo con el tacto. Me manché la mano, pero me di cuenta que, a pesar de ser una buena jugada, no le iba a ser suficiente para librarse de mí. Al fin y al cabo, ¿qué podía hacer algo de polvo contra balas antitanque? Retrocedí unos pasos en la oscuridad de mi cárcel y apunté la Gunny Bravo endureciendo mi brazo con el tekkai. Disparé varias veces seguidas antes de lanzarme a atravesar el muro a base de golpes del shingan de puño que había estado probando. Si no lograba abrirme paso de esta forma, intentaría a probarla de nuevo mojando el muro primero con uno de mis diales para que fuera más quebradizo.
En cuanto lograra abrir un hueco lo suficientemente grande saldría con mi soru antes de que se cerrara al ceder la estructura. Entonces, me pondría en guardia y ojearía el terreno para encontrar y enfrentar al pedazo de mierda que me había atrapado. El gigante y el de las cremalleras podían valerse por sí mismos, era hora de dejar de tener que aguantarlos y seguir la misión por mi cuenta.
Marc Kiedis
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Al fin parte de los Arashi volvían a estar juntos. Zane, Luka y Therax estaban bien, lo que alivió enormemente al grandullón. No obstante, aún estaba preocupado por Nailah, Spanner y los demás. Eran una familia, y todos ellos debían sobrevivir a aquel infierno para seguir viviendo aventuras como habían hecho hasta ese día.
La situación ante ellos era realmente curiosa. Por un lado una mujer joven que no parecía especialmente poderosa había tomado el centro del escenario y gritado al micrófono una frase sin sentido alguno. ¿Quién era aquella chica y qué hacía allí, en el lugar más inalcanzable de la Gran Aguja? Pero antes de poder averiguarlo un hombre apareció entre las sombras, afirmando ser el culpable de todo lo que estaba aconteciendo. No era otro que David Brownie, uno de los grandes líderes de la Revolución. Marc se quedó de piedra. Conocía a algunos miembros de la Armada Revolucionaria, había trabajado con ellos en más de una ocasión, e incluso algunos de ellos se contaban entre los más cercanos amigos de los Arashi, sobre todo Annie. La amada de Therax se había ganado la simpatía de gran parte de la banda con su amabilidad y su carisma, y al semigigante le entristecía profundamente saber que su superior había jugado con ella y con todos los demás, poniendo sus vidas y las de millones de inocentes en peligro. Era algo intolerable.
El gentil corazón de Marc bullía ahora de rabia, desbordado por las circunstancias. En su inmensa bondad no podía creer que existiese alguien tan ruin y malvado como para actuar así. No podía ser. Las lágrimas resbalaban saladas por sus mejillas mientras observaba cómo su capitán y el contramaestre atacaban a aquel malnacido. Tenía que ayudarles. Juntos, los cuatro miembros de los Arashi allí presentes mostrarían a ese hombre lo que era la lealtad, la hermandad entre personas que confían las unas en las otras y que se apoyan siempre que sea necesario.
Así, después de que Therax se lanzase a por su enemigo el cocinero hizo lo propio. Cargando con todas sus fuerzas, dominado por la ira más feroz que jamás había experimentado, lanzó una estocada en la que pondría toda su alma. Con un veloz giro de muñeca que acompañaba el movimiento, su espadón casi parecería una tuneladora abriéndose camino en la roca. No era muy consciente de lo que estaba haciendo, pues la rabia apenas le permitía pensar y las lágrimas le impedían ver con claridad, pero sabía que algo tenía que hacer para ayudar a sus amigos a derrotar a aquel inmundo ser. Tal era su fervor en aquel momento que incluso la posibilidad de morir quedaba por completo en un segundo plano.
La situación ante ellos era realmente curiosa. Por un lado una mujer joven que no parecía especialmente poderosa había tomado el centro del escenario y gritado al micrófono una frase sin sentido alguno. ¿Quién era aquella chica y qué hacía allí, en el lugar más inalcanzable de la Gran Aguja? Pero antes de poder averiguarlo un hombre apareció entre las sombras, afirmando ser el culpable de todo lo que estaba aconteciendo. No era otro que David Brownie, uno de los grandes líderes de la Revolución. Marc se quedó de piedra. Conocía a algunos miembros de la Armada Revolucionaria, había trabajado con ellos en más de una ocasión, e incluso algunos de ellos se contaban entre los más cercanos amigos de los Arashi, sobre todo Annie. La amada de Therax se había ganado la simpatía de gran parte de la banda con su amabilidad y su carisma, y al semigigante le entristecía profundamente saber que su superior había jugado con ella y con todos los demás, poniendo sus vidas y las de millones de inocentes en peligro. Era algo intolerable.
El gentil corazón de Marc bullía ahora de rabia, desbordado por las circunstancias. En su inmensa bondad no podía creer que existiese alguien tan ruin y malvado como para actuar así. No podía ser. Las lágrimas resbalaban saladas por sus mejillas mientras observaba cómo su capitán y el contramaestre atacaban a aquel malnacido. Tenía que ayudarles. Juntos, los cuatro miembros de los Arashi allí presentes mostrarían a ese hombre lo que era la lealtad, la hermandad entre personas que confían las unas en las otras y que se apoyan siempre que sea necesario.
Así, después de que Therax se lanzase a por su enemigo el cocinero hizo lo propio. Cargando con todas sus fuerzas, dominado por la ira más feroz que jamás había experimentado, lanzó una estocada en la que pondría toda su alma. Con un veloz giro de muñeca que acompañaba el movimiento, su espadón casi parecería una tuneladora abriéndose camino en la roca. No era muy consciente de lo que estaba haciendo, pues la rabia apenas le permitía pensar y las lágrimas le impedían ver con claridad, pero sabía que algo tenía que hacer para ayudar a sus amigos a derrotar a aquel inmundo ser. Tal era su fervor en aquel momento que incluso la posibilidad de morir quedaba por completo en un segundo plano.
- Resumen:
- - Trauma intenso al pensar en cómo Brownie ha jugado con todos quienes confiaban en él.
- Ira/Tristeza/Decisión irracional que le llevan a atacar a Brownie olvidando toda precaución.
- Cosilla:
- Intento de sacar esto (Técnica Épica):
Nombre de la técnica: Monterrey Jack
Naturaleza de la técnica: Física.
Descripción de la técnica: Marc se lanza con todas sus fuerzas contra su adversario y descarga sobre él una feroz estocada que se acompaña de un rápido giro de muñeca, de forma que su arma avance girando. El poder de penetración de este ataque es tan grande que podría atravesar un muro blindado tipo búnker, y al impactar genera una onda de choque que se expande hacia delante en 180º hasta un máximo de cinco metros de radio, siendo capaz en ese área de destruir un muro de hormigón armado con facilidad.
Tiempo de canalización: al ser física no tiene realmente tiempo de canalización, solo el tiempo que Marc tarde en alcanzar a su oponente.
Kenzo Nakajima
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Su desesperada técnica tuvo éxito y, con gran alegría, el brazos largos vio cómo su enemigo era alcanzado por un golpe mortal. Aún tuvo tiempo de pronunciar unas infames palabras sobre la supuesta podredumbre de la marina ante de fallecer, pero el espadachín no pudo prestarle menos atención. Exhausto tras el gran esfuerzo que el combate le había supuesto, dedicó unos segundos a recuperar el resuello antes de continuar.
Cuando volvió a respirar de forma normal echó un vistazo a los alrededores. Piratas, marines y toda clase de personas luchaban por doquier en lo poco que quedaba ya de la otrora majestuosa Gran Aguja. Y a los lejos, una estructura vertical destacaba por encima de todo lo demás. Probablemente ese sería el lugar al que debía ir.
En el momento en el que el marine comenzó a correr en la dirección elegida una voz de mujer resonó en toda la torre, entonando unos versos incomprensibles. La frase emitida no tenía el menor sentido, y la voz de la cantante tampoco había sido idónea. Estaba claro que no se trataba de ninguna profesional. Y entonces alguien tomó el relevo, una voz masculina que afirmó ser el responsable de todo aquello. ¿A quién pertenecería? El marine no fue capaz de reconocer el timbre aquella voz, pero al darse cuenta de que el verdadero enemigo había sido revelado su ímpetu se redobló. Casi sin querer, su velocidad de carrera aumentó y, sin pararse apenas a pensar, acabó con cuantos enemigos trataron de ponerse en su camino. Rápidos tajos de sus espadas acababan con ellos, incapaces de oponer resistencia suficiente.
La hora de la verdad había llegado, y los defensores de la justicia y los inocentes debían jugar su papel y salvar el mundo de los delirios de los más peligrosos delincuentes de los mares una vez más. No pensaba permitir que nadie más sufriese por culpa de quien fuese el responsable de todo aquello. Iba a terminar con todo.
Cuando volvió a respirar de forma normal echó un vistazo a los alrededores. Piratas, marines y toda clase de personas luchaban por doquier en lo poco que quedaba ya de la otrora majestuosa Gran Aguja. Y a los lejos, una estructura vertical destacaba por encima de todo lo demás. Probablemente ese sería el lugar al que debía ir.
En el momento en el que el marine comenzó a correr en la dirección elegida una voz de mujer resonó en toda la torre, entonando unos versos incomprensibles. La frase emitida no tenía el menor sentido, y la voz de la cantante tampoco había sido idónea. Estaba claro que no se trataba de ninguna profesional. Y entonces alguien tomó el relevo, una voz masculina que afirmó ser el responsable de todo aquello. ¿A quién pertenecería? El marine no fue capaz de reconocer el timbre aquella voz, pero al darse cuenta de que el verdadero enemigo había sido revelado su ímpetu se redobló. Casi sin querer, su velocidad de carrera aumentó y, sin pararse apenas a pensar, acabó con cuantos enemigos trataron de ponerse en su camino. Rápidos tajos de sus espadas acababan con ellos, incapaces de oponer resistencia suficiente.
La hora de la verdad había llegado, y los defensores de la justicia y los inocentes debían jugar su papel y salvar el mundo de los delirios de los más peligrosos delincuentes de los mares una vez más. No pensaba permitir que nadie más sufriese por culpa de quien fuese el responsable de todo aquello. Iba a terminar con todo.
- Resumen:
- - Recuperar el resuello, mirar alrededor y escuchar lo dicho por el micro.
- Correr hacia la estructura vertical despedazando con sus espadas a todos los enemigos morralla que se le pongan en el camino.
Un juego de luces destaca por toda la parte superior de la aguja, mientras un estruendo ensordecedor se extiende a través de los altavoces. Es como el rechinar de uñas sobre pizarra, un sonido horrible que haría a cualquiera llevarse las manos a los oídos... Insoportable, indescriptible, aberrante... Y tras eso de la aguja llega un sonido explosivo, terrible y suntuoso, que se extiende haciendo temblar toda la aguja mientras el caos se apodera de cada rincón.
- El escenario de David Brownie:
- Prácticamente sin dar tiempo a que la chica conteste a la pregunta de Brownie aparece la banda de Zane y unas manos fantasma que no dudan ni un instante en descargar una potente ofensiva sobre el cantante, todo esto mientras la joven anima a uno de los bandos.
El artista mueve un brazo de forma casi teatral, en lo que parece un barrido delante de su vista y, de pronto, las armas se detienen, la energía se disipa y las panos quedan paralizadas en el aire. Aquellos que hayan hecho contacto no han notado un parón brusco, más bien es como si la fuerza que llevaban hubiera desaparecido de golpe.
Unos leves reflejos lineales aparecen en el aire. Parecen hilos, de un grosor casi imposible, los cuales sólo podéis diferencial por su reflejo con la luz. Estos están vibrando en el aire, formando una nota diferente cada uno, en resonancia con la fuerza que han recibido. Al segundo se calman y, los más sensibles notáis algo en el suelo, una leve vibración. La Aguja se sacude con un estruendo que parece la misma nota ampliada mil veces.
Dexter. Arrancas el micrófono sin problemas, es ligero y no está anclado a nada. Lo curioso es el cable, tras ofrecer un poco de resistencia se rompe, pero lo que ves dentro de la goma es lo preocupante. En vez de un conductor eléctrico ves un manojo de hilos blancos, si sigues el resto verás que el cable, más que conectarse a una toma, se funde con el escenario.
El suelo bajo cada uno, menos Dexter, Comienza a vibrar, dando un aspecto parecido al de las ondas de un estanque.
- Quería evitarlo, pero supongo que mientras empezamos podemos entretener al público con un espectáculo digno de los antiguos circos... donde las bestias bailan y luchan.
Tras decir eso, una potente onda sonora emerge de debajo de los pies de cada uno, dirigida hacia arriba y comunicando una enorme potencia, diríais que la suficiente como para hacer papilla los huesos de alguien desprevenido.
Zane. Ves el reflejo de unos hilos que te rodean, tras eso se cierran sobre tí rápidamente amenazando con partirte por la mitad.
- De todos los peones que he perdido, el que me has quitado ha sido el más importante, Capitán de los Arashi. No me gusta mostrar mi descontento en público, y menos en un festival, pero contigo haré una maravillosa excepción.
- The Ginny Hendrix experience:
- Entre el alboroto una música anticuada comienza a sonar. Se trata de una canción que os suena, pero resulta mediocre y falta de vida. A vuestro alrededor las llamas se ciernes sobre vosotros y las balas parecen estar a punto de alcanzaros, aunque por el momento no estáis en peligro inminente… Salvo por el fuego, los escombros que caen, la guerra en sí y los constantes bombardeos de la Marina a muchos metros por debajo de vuestros pies.
- Pensarlo da un poco de vértigo, ¿no? -Una voz dulce e intensa suena a vuestro lado. Se trata de una mujer extraordinariamente alta de cabello rizado y negro, morena como la pulpa del ébano. Cómo ha llegado hasta vosotros no lo sabéis, pero ahí está, con una guitarra hecha polvo y un cigarro con olor extraño en la boca- ¿Eso es para mí? La pedí hace al menos una década… O algo así.
Ahora que os fijáis, parece estar bastante en la droga, pero pilota con la guitarra.
- Anda, dame a mi niña, que hace años que deseo volver a tenerla entre mis manos.
Una vez firme en el justificante… ¿Vais a seguirla?
Nota: pregunten por más si deciden subir.
- Kodama :
- El chico sigue moviéndose rápidamente entre tus ramas, parece que quiere escapar lo más rápido posible y aunque no te diga nada más. Su comportamiento te revela que aun oculta algo importante. Si subes hacia arriba volando, llegarás hasta una zona cubierta por escombros y fuego. Algunas zonas están cubiertas de llamas e incluso puedes ver a gente ardiendo, pero quién sabe si serán inocentes o no. Si continúas recto por el infierno metálico, un grupo de personas muy armadas te rodearán. Portan katanas y escopetas y te apuntan. Si miras hacia arriba, ves que estás cubierto por una estructura metálica que se balancea y parece que va a romperse de algún momento a otro.
- Fugitivos:
- Arthur, por suerte para ti parece que tu escroto sobrevivirá, al menos de momento. En cuanto al chico de los cascos, se para en seco al oír a Al y le mira desde lejos con confusión en la mirada. Empieza a miraros alternativamente a vosotros y a la libreta que lleva consigo, pasando páginas a toda velocidad y claramente angustiado, hasta que echa a correr hacia vosotros. Sin cortarse un pelo, coge a Al de la camiseta y le mira en los ojos con furia –o más bien estrés- asesina.
- Tú no tienes un pase a la una. No hay pases a la una. ¡NO HAY PASES A LA UNA! No me intentes engañar. ¿Tienes idea de lo jodido que es llevar la cuenta de todo esto? ¿Te parece normal? ¿Quieres jugar con mis sentimientos? ¿Te parece bonito?
El pobre hombre parece al borde de un ataque de nervios. En su emoción deja caer la libreta. Tiene un montón de cosas interesantes escritas, pero también muy, muy mala letra. Peor que la de un médico, me atrevería a decir.
Ah, Zay… empiezas a sentirte un poco raro. Notas un montón de energía recorriendo tu cuerpo, y la luna parece hoy más bonita que de costumbre.- Zay:
- Estás bajo los efectos del Su-Long. Tienes un x10 a todo, pero también estás completamente descontrolado. Por favor, rolea acorde.
- Hamlet:
- Los espadachines parecen avergonzados de ser descubiertos en el acto, y un poquito asustados de ti. A uno se le cae la espada, que tintinea dramáticamente en el silencio que sigue a tu pregunta. Se miran entre ellos antes de contestarte.
- No estamos seguros de cómo subir. Estamos debajo de los escenarios, pero nos prohíben fisgonear por ahí arriba.
- Hay una trampilla… pero tiene un candado.
No te cuesta mucho convencerles de que te lleven a la trampilla. Uno intenta llevarse la espada, pero desiste al mirarte. Tras otra vuelta por el pasillo enano, señalan un cuadrado bastante grande en el techo. Tiene un candado de una especie de metal verde en uno de los lados.
- Eric Zor-El:
- Al golpear el muro oyes un sonido de rasgado y el muro se parte en dos ante ti, como si fuera de papel. Espera, era de papel. ¿Eso ha estado así todo el tiempo? Bueno, detalles. Sigues caminando y poco a poco te metes en una serie de pasillos de los que no recuerdas como salir. Van a dar a una sala muy alargada y mal iluminada, con lo que parecen un montón de calderas a los lados. Si llegas al fondo, verás que hay una zona que carece de techo. En lugar de ello, hay una especie de túnel vertical plagado de cachos de tuberías que se pierde hacia lo más alto.
- kenzo:
- La estructura vertical resulta ser una escalera que se pierde en las alturas. Subes y subes, pronto te rodean paredes y la oscuridad. Cuando llegas a lo que parece el final de la escalera todo está completamente negro a tu alrededor. Tanteando las paredes deduces que estás en una especie de pasillo estrecho. Algo delante y a la izquierda de ti escuchas lo que parece ser la voz de una mujer:
- No por favor… no haga eso, jefe. Y-ya casi es hora de irnos, déjeme marchar.
- Bleyd:
- Cuando abres la puerta el hombre está en el suelo, con las manos en los oídos. No parece que haya disfrutado tu remix y desde con los ojos cerrados no atiende mucho a lo que le dices. Ves unos cascos alrededor de su cuello; debe ser otro técnico de sonido. Cuando por fin se ubica y te hace caso trastabilla hacia atrás, claramente acojonado. Señala tembloroso una de las bifurcaciones del pasillo.
Si sigues por ahí, tras dar un par de vueltas oirás el ruido. Siguiendo el sonido, irás a dar a una puertecita en lo alto de las gradas de piedra. Enhorabuena, has llegado a tiempo para el espectáculo.
- Brynn y Scarlett:
- Brynn, por alguna razón no recibes respuesta alguna, por no escuchar no escuchas ni el tono de marcaje ¿Es que acaso no habrá cobertura en esa zona? Por cierto, ves como al den den le salen un montón de tentáculos, colmillos y bocas, todo esto mientras empieza a chillar con la voz de miles de almas en un tono agudo casi imposible.
La realidad a tu alrededor parece retorcida mientras lo que antes era tu aparato a de comunicación de aferra a tu mano y clava sus colmillos.
Scarlett, puedes presenciar en primera fila como Brynn habla con una roca y le hace un resumen de su currículum. Todo muy normal, de no ser por el hecho de que se está derritiendo, fundiéndose como si se tratase de mantequilla sobre una plancha. No notas calor, pero notas como tus piernas ceden a la vez que tu también empiezas a sufrir el mismo destino.
- Iulio, Zuko y Deathstroke:
- Los láseres atraviesan la maraña de hilos quemando y soltando algunos jirones, los cuales caen al suelo inertes, aun así no los detienes y se enreda en los brazos de Iulio, eso sí, más pequeño que antes.
De todas formas tiene una fueza descomunal para su tamaño, notas como te constriñe la carne hasta el punto que el dolor se vuelve insoportable. De él emergen unos apéndices que tratan de buscar con el tacto, en concreto orificios o heridas, parece.
Por lo demás Krauser, a pesar de su lamentable estado se estabiliza, si la situación no escala podrá vivir. Aunque Death, notas algo, tiene una lesión medular grave a la altura de la tercera lumbar y no es precisamente reciente, no sabes si la medicina que conoces podrá curarlo, pero en caso contrario dudas que el revolucionario pueda volver a caminar.
- Simo Baker:
- Maki, Tenebrex y Osuka:
- Pulsáis el botón del ascensor y ante la actitud impaciente de Osuka, que no duda en abrir la puerta del ascensor con sus propias manos, aparece un habitáculo frente a él. Al subir empieza a sonar una melodía:
Le dais al botón y ascendéis hasta la última planta. Allí hay una serie de edificaciones, torres de control que están destruyéndose y un escenario en mitad de todo aquello. Allí hay gente, mucha gente, demasiada gente, quizás sería buena idea ir para otro lado. Uno de las torres control tiene una luz parpadeante y una bala sale de la ventana y roza el hombro de Osuka. Si os fijáis bien hay un francotirador, y la bala se ha desviado de su blanco por una corriente de aire que procede de una torre no muy lejos de allí. ¿Qué hacéis? De ir a la torre donde está el francotirador hay una puerta sin guardias ni nada y una escalinata que sube a los pisos superiores (un total de 4). Aunque también tiene una especie de escalera de caracol que envuelve la torre y lleva directamente a la parte de arriba, donde está el francotirador.
- Annie:
- Vuelas alrededor de una gran torre de control rodeada de pequeñas estructuras parecidas a barracones. El viento empieza a levantar todos y cada una de los pequeños edificios, elevando consigo metal, piedra y a algunos revolucionarios que salen volando y caen al vacío. Escuchas gritos de dolor, lamentos y algún insulto. Sin embargo, la torre de control sigue en pie, solo se ha despegado de ella las ventanas y la puerta. Desde allí te disparan una bala de cañón de color negra como la turba, la cual va hacia a ti a gran velocidad.
- Julianna:
- Un chorro de sangre comienza a salir del cuello de la pobre niña rata, que cae al suelo muertecita. Todo a tu alrededor es caótico, pero estás frente a un ascensor y unas escaleras que descienden. Si subes por la primera acabarás en el penúltimo anillo, donde hay un grupo de gente muerta alrededor de un cofre de madera. En el caso de bajar por la escalera llegarás a una zona falsa entre el tercer y el cuarto piso. Es un sitio pequeño, donde una persona de altura normal no entraría, pero parece hecho para ti. Hay algunas puertas que dan a distintas salas. La primera es una habitación con pequeñas estanterías y multitud de libros. La segunda es un baño con un extraño espejo, del cual sale vaho desde atrás. Y la tercera está cerrada.
- AEG:
- Los revolucionarios caen al suelo inconscientes y los que aguantan de pie son juzgados por tu dedo del mal, y cuando uno de ellos perfora a uno de los revolucionarios la torre de tres plantas cambia de apariencia y es más grande. Ves que es una torre de control de seis plantas. Al parecer al perforarle has eliminado un sistema holográfico digital muy moderno. Entras a la torre y no es gran cosa. Subes y no encuentras nada, hay planos de distintas islas del grand line, de los distintos reyes de cada isla del mundo, del gobierno e independiente, y los carteles de piratas y criminales más peligrosos del mundo: Dexter Black, Zane D. Kenshin, Arribor Neus, Deathstroke, Osuka Sumisu, Edward Newgate, Therax Palatiard, Luka Rooney, Augustos Makintosh, Krauser, entre otros.
Allí sientes una presencia, está en el último piso. De ir hacia ese piso verás a un hombre rodeado de máquinas, pantallas con cámaras y un botón verde. Al parecer no se ha dado cuenta de que estás, pero parece que hace algo interesante.
- Katharina:
- Tu oponente no aparece y eres incapaz de sentir su presencia. Si te fijas esta todo rodeado de agentes, piratas, criminales, marines y revolucionarios combatiendo sin parar. Ves a gente cayendo del cielo, así como trozos de piedra y vigas. ¡Ah! Una está cayendo sobre ti, quizás deberías esquivarla.
De hacerlo te das cuenta que hay gente que sube, gente que sigue en la misma plata y otros que parecen que están bajando a investigar. Tú verás lo que haces.
- Kaito:
- Encuentras un botón en el mango. Al presionarlo un chorro de agua a presión sale disparado, mojandolo todo. Parece que el gyojin ejercía cierto control con el agua y no solo la soltaba. El bailarín se detiene. Sus zombis siguen totalmente sincronizados con sus movimientos.
—¡Ow! —se queja el bailarín —¡Yeehee! ¡Deberías bailar conmigo, chico pulpo! ¡Dame bien fuerte con tus tentaculitos, por favor!
El bailarín vuelve a agarrarse la entrepierna y tirar fuerte hacia arriba. Después da una vuelta sobre si mismo y después una patada al aire.
—Ay—dice —. Ese paso de baile no era mio. Me he equivocado.
- El circo que se ha montado Dretch él solito:
- El hombre os mira, asustado, como montáis vuestro espectáculo. Parece que le va a dar un soponcio y cada movimiento que hacéis se sobresalta de manera bastante exagerada.
—¡Es un altavoz! —grita rompiendo a llorar—. ¡Funciona con música! Cuando se activen todas las agujas, entonces Mary Geoise caerá y todos esos tiranos pomposos morirán. ¡Sí! ¡Morirá más gente! ¡¿Pero y qué?! ¡Es un sacrificio que estoy dispuesto a tomar!
Parece que intenta hacerse el digno con sus palabras pero sus lloros le pueden.
—¡No me matéis, por favor!
- William e Ichizake:
- El tajo da de lleno en el torturador y cae muerto al suelo. El torturado agacha la cabeza en señal de alivio, aunque parece preocupado todavía por vuestra presencia. Cuando William le quita la mordaza escupe al suelo lo que parece ser gasolina manchada de sangre.
—Yo era... de ellos... La aguja es... es... Un altavoz. Funciona con música y... y... cuando estén todas activadas, Mary Geoise caerá y con ella los gobernantes del mundo... Cuando me enteré de que las... bajas inocentes se contarían entre los miles... me negué... Ese hombre dijo que ese era mi castigo... Desatadme, por favor.
Podéis ver que hay varias vigas facilmente escalables para volver a subir.
- Arribor:
- Deambulas por el campo de batalla que se ha convertido la quinta planta. Luz, fuego y destrucción forman un coro que entona la sinfonía de la guerra a tu alrededor. A lo lejos escuchas los ecos de la guerra, parece ser que las tropas principales de varios bandos han llegado a esa altura. Y jurarías que ves luchar a gente colgada de la estructura con una especie de bestias.
En tu paseo puedes contemplar que gran parte de la estructura ha sido destruida, falta un anillo entero y otros dos están dañados, de las gigantescas torres que los sostenían, así como la plataforma superior que queda sobre las cabezas de todos a cientos de metros, una se ha partido, dos siguen intactas y otra... la misma delante de la que estás, parece bastante dañada. Aunque por lo que ves el elevador que hay en la base sigue recibiendo corriente, pero sabe dios si llegará a algún sitio. De todas formas esa torre parece en un estado muy comprometido.
La onda cortante avanzaba peligrosamente hacia el demente revolucionario, cuando un estridente e insoportable sonido le hizo cerrar los ojos y encogerse de hombros durante un breve instante. Era un ruido que le erizó los bellos de los brazos y que logró que un escalofrío le recorriera todo el cuerpo al mismo tiempo. Al abrirlos, agitó su cabeza de izquierda a derecha mientras emitía un leve quejido de desazón. “¿Quién coño habrá sido el inútil que ha hecho eso?”, se dijo para sus adentros, mientras observaba como Brownie hacía un ademán con su brazo, trazando una línea vertical que detuvo todos y cada uno de los ataques que le habían hecho. Su banda y las extrañas manos que se podía vislumbrar sobre el músico. “¿Qué coño hacían unas manos ahí?” Aunque de todas las cosas que había visto esa noche era la menos extraña.
Cansado de la espada de Krauser miró a Marc y silbó para llamar su atención, pues estaba a pocos metros de él.
—¡Marc! —exlamó—. Guárdamela.
Agitando una de sus alas se acercó a él y le entregó la espada, para luego elevarse en al aire unos metros más. El tamaño del semigigante era idóneo para ese espadón, después de todo se la había quedado como trofeo y no pensaba usarla muy a menudo, quizá fundirla y convertirla en un juego de espadas o un ajedrez de metal de buena calidad, o dejarla como decoración en la sala de navegación. Todas buenas ideas.
De pronto, unas extrañas líneas comenzaron a emerger en todo el lugar. Era muy parecidos a los que manejaban a Krauser en el piso inferior, aunque con un volumen muy superior, casi como cuerdas, las cuales emitían una especie de melodía. Toda la aguja comienza a moverse, como si un terremoto estuviera sacudiendo las entrañas de aquella isla. Casi por acto reflejo, Zane comenzó volar, alejando sus pies del suelo todo lo posible para no perder estabilidad. Aquellas notas sonaban con más intensidad formando un estruendo.
El revolucionario habló, y el pirata desenfundo dos de sus katanas con la intención de volver a atacarlo, pero una onda emergió bajo sus pies. Emitía un fuerte sonido mientras avanza, así que el pelirrojo, cuyos brazos se tornaron de color negro casi al instante, lanzó una doble onda para tratar contrarrestarla, al mismo tiempo que agitaba sus alas para alejarse del alcance de la suya y alejarse de las del resto de sus compañeros.
Entonces una gran cantidad de sinuosos hilos comenzaron a cernirse sobre el pelirrojo, rodeándolo y aproximándose a él con fuerza. Rápidamente, concentrando su haki de armadura comenzó a girar sobre sí mismo, intentando crear una barrera de haki de trescientos sesenta grados a un metro de él para evitar el ataque de Brownie, aunque no pudo evitar que le rozara el costado y le hiciera una herida. Aquello solo lo había hecho una vez y sabía qué hacía que el tiempo que podía tener su armadura activa fuera inferior, no obstante, era un precio a pagar por su supervivencia.
—¡Chicos, ¿Estáis bien?! —preguntó a su banda, clavando una malhumorada mirada sobre el revolucionario, para luego deshacerse de haori y quedarse con el torso descubierto, aumentando la musculatura de sus brazos casi de forma simultánea—. Que esos hilos no os toquen, ¿entendido? Si os coge podrá manejaros como marionetas. Lo hizo con Krauser y puede hacerlo con cualquiera de nosotros—. La envergadura del pelirrojo comenzó a aumentar de tamaño hasta alcanzar los tres metros y diez centímetros. Su cuerpo se recubrió de plumas, sus ojos se rasgaron como los de un ave rapaz y en su cara nació un pico. Sus manos eran poderosas garras y la temperatura de todo lo que le rodeaba aumentó hasta parecer una calurosa noche de verano en una isla desértica—. Antes has dicho que ibas a convertir esto en un escenario donde las bestias luchaban, ¿verdad? Pues has elegido a la pareja de baile perfecta y no has tenido ni que invitarla a una copa primero.
Envuelto en llamas, el suzaku batió sus alas y se abalanzó contra el revolucionando, haciendo un giro de trescientos sesenta grados sobre sí mismo agitando sus espadas, por si intentaba envolverlo de nuevo con sus hilos. Una vez estuviera cerca, aprovecharía el impulso del giro para tratar trazar un doble corte horizontal, los cuales dieran o no en su objetivo, desatarían dos sendas ondas cortantes cargadas con su propia voluntad. Tras eso, inmediatamente después comenzaría a propinarle una estocada candente tras otra con la firme intención de castigarle todo su cuerpo, aunque eso implicara dejarlo como un colador con hedor a chamusquina.
Cansado de la espada de Krauser miró a Marc y silbó para llamar su atención, pues estaba a pocos metros de él.
—¡Marc! —exlamó—. Guárdamela.
Agitando una de sus alas se acercó a él y le entregó la espada, para luego elevarse en al aire unos metros más. El tamaño del semigigante era idóneo para ese espadón, después de todo se la había quedado como trofeo y no pensaba usarla muy a menudo, quizá fundirla y convertirla en un juego de espadas o un ajedrez de metal de buena calidad, o dejarla como decoración en la sala de navegación. Todas buenas ideas.
De pronto, unas extrañas líneas comenzaron a emerger en todo el lugar. Era muy parecidos a los que manejaban a Krauser en el piso inferior, aunque con un volumen muy superior, casi como cuerdas, las cuales emitían una especie de melodía. Toda la aguja comienza a moverse, como si un terremoto estuviera sacudiendo las entrañas de aquella isla. Casi por acto reflejo, Zane comenzó volar, alejando sus pies del suelo todo lo posible para no perder estabilidad. Aquellas notas sonaban con más intensidad formando un estruendo.
El revolucionario habló, y el pirata desenfundo dos de sus katanas con la intención de volver a atacarlo, pero una onda emergió bajo sus pies. Emitía un fuerte sonido mientras avanza, así que el pelirrojo, cuyos brazos se tornaron de color negro casi al instante, lanzó una doble onda para tratar contrarrestarla, al mismo tiempo que agitaba sus alas para alejarse del alcance de la suya y alejarse de las del resto de sus compañeros.
Entonces una gran cantidad de sinuosos hilos comenzaron a cernirse sobre el pelirrojo, rodeándolo y aproximándose a él con fuerza. Rápidamente, concentrando su haki de armadura comenzó a girar sobre sí mismo, intentando crear una barrera de haki de trescientos sesenta grados a un metro de él para evitar el ataque de Brownie, aunque no pudo evitar que le rozara el costado y le hiciera una herida. Aquello solo lo había hecho una vez y sabía qué hacía que el tiempo que podía tener su armadura activa fuera inferior, no obstante, era un precio a pagar por su supervivencia.
—¡Chicos, ¿Estáis bien?! —preguntó a su banda, clavando una malhumorada mirada sobre el revolucionario, para luego deshacerse de haori y quedarse con el torso descubierto, aumentando la musculatura de sus brazos casi de forma simultánea—. Que esos hilos no os toquen, ¿entendido? Si os coge podrá manejaros como marionetas. Lo hizo con Krauser y puede hacerlo con cualquiera de nosotros—. La envergadura del pelirrojo comenzó a aumentar de tamaño hasta alcanzar los tres metros y diez centímetros. Su cuerpo se recubrió de plumas, sus ojos se rasgaron como los de un ave rapaz y en su cara nació un pico. Sus manos eran poderosas garras y la temperatura de todo lo que le rodeaba aumentó hasta parecer una calurosa noche de verano en una isla desértica—. Antes has dicho que ibas a convertir esto en un escenario donde las bestias luchaban, ¿verdad? Pues has elegido a la pareja de baile perfecta y no has tenido ni que invitarla a una copa primero.
Envuelto en llamas, el suzaku batió sus alas y se abalanzó contra el revolucionando, haciendo un giro de trescientos sesenta grados sobre sí mismo agitando sus espadas, por si intentaba envolverlo de nuevo con sus hilos. Una vez estuviera cerca, aprovecharía el impulso del giro para tratar trazar un doble corte horizontal, los cuales dieran o no en su objetivo, desatarían dos sendas ondas cortantes cargadas con su propia voluntad. Tras eso, inmediatamente después comenzaría a propinarle una estocada candente tras otra con la firme intención de castigarle todo su cuerpo, aunque eso implicara dejarlo como un colador con hedor a chamusquina.
- Cosas bélicas:
- Ámbito usado:
- Nombre de la técnica: No Zane, no party
Naturaleza de la técnica: Física
Descripción de la técnica: Cada vez que Zane se desprende de la parte superior de sus ropajes, además de aumentar su propio atractivo, aumenta la musculatura de sus brazos consiguiendo una mejora del 150%(x2.5) de poder de destrucción durante dos post.
Tiempo de canalización: 0.5 Segundos
Clase: Actuales (+5 por raza): Reflejos: 12 | | Poder de destrucción: 12 | Agilidad: 8 | Resistencia: 12 | El resto: 3- Maestría en Ondas cortantes:
- Nivel 15: Aprende a lanzar ondas cortantes, que se propagan a veinte metros por segundo unos veinte metros. Apenas tienen un par de metros de longitud.
Nivel 30: Sus ondas cortantes alcanzan los treinta metros por segundo, y se disipan a treinta metros.
Nivel 45: Ha llegado a tal potencia que su onda es “sólida”. Podría confrontar espadas lanzando ondas cortantes.
Nivel 60: Puede encadenar varias ondas cortantes a cincuenta metros por segundo, a una distancia de hasta setenta metros.
Nivel 75: Sus ondas cortantes se propagan a ochenta metros por segundo, y su extensión es de unos diez metros.
Nivel 90: Sus ondas cortantes son tan potentes que una sola haría colapsar edificios de tamaño medio.
Nivel 105: Las ondas cortantes que lanza llegan a los veinte metros de longitud, y recorrerían los cien metros antes de disiparse en medio segundo.
Nivel 120: Sus ondas cortantes mellan los materiales más duros, y cortan todo lo demás. Estas ondas son tan veloces como balas.
- Stats (Pasivos + Raciales forma híbrida * ámbito No Zane, No party):
- Fuerza/P. Destrucción x17,5
Velocidad x6
Resistencia x8
Agilidad x3
Reflejos x6
- Hakis:
- Haki del rey, modalidad: Destrucción tier 6.
- Tier 6: Su presencia se vuelve aterradora (sustituye temible por este epíteto), y podría centrarse en una pieza de metal para partirla en un asalto completo (los objetos más grandes requerirían más tiempo). Fijar el Haki de observación en él dejaría paralizado de miedo durante un asalto a cualquier usuario sin un Haki sobresaliente.
Armadura (predilecto): Tier 11 (1 de 35 turnos)- Armadura: Tier 11: Es capaz de mantener el Haki de manera continuada hasta treinta y cinco asaltos. Durante ellos, puede generar una armadura transparente con brillo metálico alrededor de su cuerpo, que resiste los golpes siempre y cuando el atacante no posea cinco veces más fuerza que el usuario resistencia o lo iguale en Haki.
- Armamento: Tier 11: Si concentrase su Haki en una sola arma podría golpear con cuatro veces más potencia. En sus manos un arma normal podría superar a una mítica.
- Tier 6: Su presencia se vuelve aterradora (sustituye temible por este epíteto), y podría centrarse en una pieza de metal para partirla en un asalto completo (los objetos más grandes requerirían más tiempo). Fijar el Haki de observación en él dejaría paralizado de miedo durante un asalto a cualquier usuario sin un Haki sobresaliente.
- P.U Pasivo Akuma:
- Afinidad Completa :Después de asimilar todo lo posible los conocimientos y el poder proporcionado por el suzaku, Zane es capaz de tener las mismas habilidades tanto en forma híbrida como en completa, de tal forma que apenas hay diferencias entre una u otra en cuestión de poder, no de stats.
Lykanrock94
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El felino clavó su mirada en la luna llena. Al hacerlo, notó una gran cantidad de energía recorrer todo su cuerpo. Era la primera vez en toda su vida que sentía toda aquella inmensa energía en todo su cuerpo. Sus ojos se volvieron completamente blancos, su envergadura aumentó considerablemente al igual que su musculatura. Su pelaje se volvió blanco, le creció una larga melena. Varias partes de su cuerpo lucía un color dorado, rodillas, abdomen, pecho y ambos brazos, pero lo que predominaba realmente era el blanco. No se había visto una criatura así nunca. Ahora Zay, había conseguido lo que quería, despertar su poder latente.
Al haberse transformado por completo soltó un rugido de guerra. Estaba completamente descontrolado y no era consciente de lo que hacía. No podía distinguir entre aliados y enemigos y atacaría a todo ser vivo que se encontraría a su paso. Al estar descontrolado, actuaba como un animal, por lo tanto solo rugía. No articulaba palabra alguna.
De su cuerpo emanaba una gran cantidad de electricidad y tras soltar el Rugido de Guerra, divisó a la gente que estaba por allí. Los que eran su actuales compañeros, a los cuales no distinguía. Se abalanzó sobre ellos con una velocidad endemoniada. No tenía un objetivo fijo, atacaba a todos sin ton ni son. Era una máquina de destrucción incontrolable...
Al haberse transformado por completo soltó un rugido de guerra. Estaba completamente descontrolado y no era consciente de lo que hacía. No podía distinguir entre aliados y enemigos y atacaría a todo ser vivo que se encontraría a su paso. Al estar descontrolado, actuaba como un animal, por lo tanto solo rugía. No articulaba palabra alguna.
De su cuerpo emanaba una gran cantidad de electricidad y tras soltar el Rugido de Guerra, divisó a la gente que estaba por allí. Los que eran su actuales compañeros, a los cuales no distinguía. Se abalanzó sobre ellos con una velocidad endemoniada. No tenía un objetivo fijo, atacaba a todos sin ton ni son. Era una máquina de destrucción incontrolable...
- Resumen:
- Obtener el Sulong, perder completamente la noción y atacar a todos su compañeros.
- Forma Sulong:
Luka Rooney
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Sus compañeros ya habían empezado la ofensiva. Y lo cierto era que pocas veces lo hacían antes que él. Se limitó a observar cuánto poder tenía aquel hombre, y tras la onda de Zane y los intentos por golpear de Marc y Therax, Luka observó una parte del poder de aquél al que se enfrentaban, pues paró cada golpe que se dirigía hacia él de manera sencilla. Incluso unas fantasmagóricas manos que a saber de dónde habían salido. Un insoportable sonido se metió en la cabeza del habitante del mar, obligándole a dar un paso y mirar hacia abajo. Entonces se le ocurrió algo. Algo que, como siempre, podía ser considerado una temeridad.
Masticó y se tragó el queso que Marc le había dado, y estaba tan bueno como cualquier otro que le hubiese dado. Mientras tanto, concentró agua alrededor de todo su cuerpo, consiguiendo así aumentar su tamaño mientras agrandaba sus músculos. El gyojin ahora medía cuatro metros, y con ello ganaba un extra de fuerza que probablemente le haría falta, tanto a él como a sus aliados, para combatir a aquella bestia llamada Bowie. Cualquier esfuerzo era poco.
Entonces, Bownie se centró en su capitán, como era de esperar, y aquello le dió tiempo a Luka para actuar. Volvió a concentrar agua alrededor de su cuerpo, ésta vez en sus costados, y de ahí nacieron cuatro brazos acuáticos, dos por cada lateral.
Sin embargo, cuando comenzó a correr hacia su rival, el pirata noto cómo la superficie que estaba pisando se tambaleaba, algo que por poco le hace caer al suelo. Sonrió, observando cómo su capitán se las ingeniaba para salir de aquella trampa que su rival le había tendido, y, concentrando haki en sus puños, apareció ágilmente en el costado derecho de Bowie, al cual intentó golpear duramente con los puños en cuatro ocasiones.
- Los titanes caen como las paredes, capitán -comentaría una vez Zane se hubiera unido a la fiesta.
Confiaba en que el suzaku entendiese aquello que le quería decir.
Masticó y se tragó el queso que Marc le había dado, y estaba tan bueno como cualquier otro que le hubiese dado. Mientras tanto, concentró agua alrededor de todo su cuerpo, consiguiendo así aumentar su tamaño mientras agrandaba sus músculos. El gyojin ahora medía cuatro metros, y con ello ganaba un extra de fuerza que probablemente le haría falta, tanto a él como a sus aliados, para combatir a aquella bestia llamada Bowie. Cualquier esfuerzo era poco.
Entonces, Bownie se centró en su capitán, como era de esperar, y aquello le dió tiempo a Luka para actuar. Volvió a concentrar agua alrededor de su cuerpo, ésta vez en sus costados, y de ahí nacieron cuatro brazos acuáticos, dos por cada lateral.
Sin embargo, cuando comenzó a correr hacia su rival, el pirata noto cómo la superficie que estaba pisando se tambaleaba, algo que por poco le hace caer al suelo. Sonrió, observando cómo su capitán se las ingeniaba para salir de aquella trampa que su rival le había tendido, y, concentrando haki en sus puños, apareció ágilmente en el costado derecho de Bowie, al cual intentó golpear duramente con los puños en cuatro ocasiones.
- Los titanes caen como las paredes, capitán -comentaría una vez Zane se hubiera unido a la fiesta.
Confiaba en que el suzaku entendiese aquello que le quería decir.
- Cosas usadas:
- Bonificadores: Fuerza 11 (9 Clase + 2 Gyojin) | Resistencia 9 | Agilidad 6 | Velocidad 6 | Reflejos 3 | En el resto 2
- Bonificadores pasivos Fuerza x10 - Resistencia x4
- Bonificadores activados por técnicas u objetos: Fuerza: x8 (x5 técnica + x3 queso)
- [b]Seichō-ki: Luka desplaza las partículas de agua alrededor de su cuerpo, agrandando sus músculos y aumentando su tamaño (Pasa de medir 2.75 metros a 4 metros). El aumento de tamaño de los músculos en el tiburón provoca un aumento en el siguiente atributo: Fuerza x5
- Tiempo de canalización: 1 segundo.
- Duración: 2 posts. (½)
- Tiempo de reutilización: 3 posts.
- Gegenees: Luka utiliza su Fōmu no sakusei-sha, para crear cuatro brazos que salen del costado, quedando de manera paralela a los suyos y con unas dimensiones similares. Puede controlarlos a voluntad y, al igual que en la técnica previamente mencionada, cualquier usuario con tres tiers de fuerza más que Luka podrá romperlos sin problemas.
- Tiempo de canalización: 2 segundos.
- Duración: 3 posts o hasta que se rompan.
- Tiempo de reutilización: 2 posts.
- Binshō-sei: Realizando un ágil movimiento de pies Luka puede moverse a velocidades extremadamente altas, siendo casi imperceptible para el ojo humano. La técnica puede emplearse durante un periodo de dos post y únicamente se puede usar una vez por combate. Luka gracias a esta técnica es capaz de llegar a los 17m/s.
- Tiempo de canalización: 1 segundo.
- Duración: 2 posts.
- Tiempo de reutilización: 3 posts.
- Bonificadores: Fuerza 11 (9 Clase + 2 Gyojin) | Resistencia 9 | Agilidad 6 | Velocidad 6 | Reflejos 3 | En el resto 2
- Cosas cargadas:
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
- Carga Espiritu de Poseidón: 3 turnos de 3 max. (Usados 200 + 200 + 100 de los 1000 litros)
- Parmigiano: de fuerte sabor y tremendamente nutritivo, este queso otorgará a quien lo consuma un x3 activo (acumulable con activas del consumidor) a la Fuerza durante 3 posts.
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
Kaito Takumi
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Adiós al sigilo. El mecanismo del mango de lo que había sido la espada del gyojin destrozó todo rastro de disimulo de aquella escena. Kaito se lo tenía bien merecido por ponerse a probar cacharrejos, pero lo cierto es que no se detuvo ni se dejó hundir por aquel fallo en su plan. Tenía demasiadas cosas en las que pensar, cosas interesantes y tan complejas como la hidrodinámica.
—Qué… curioso. —Ladeó la cabeza y miró al bailarín con unos ojos que distaban mucho de ser humanos. O quizás, a pesar de la pupila horizontal y el brillo anaranjado, lo eran demasiado.
Sosteniendo su nueva arma a presión, el ningyo dejó que continuase desparramando violentamente su contenido sin ton ni son. No tenía fuerzas ni ganas como para oponerse al arma, que parecía aún reticente a adaptarse al nuevo amo, y dejando el saco con sus pertenencias a un lado para tener su brazo libre, continuó observando las macabras figuras que tenía enfrente mientras todo se llenaba de agua. Finalmente se quitó el bichero de la boca para hablar dejando entenderse.
—¿Son marionetas, verdad? Porque esos cuerpos putrefactos no pueden sostener vida propia. Bueno, pueden sostener colonias de bacterias, hongos y parásitos… pero no tienen electricidad propia. No tienen alma, aunque sí tienen el duende de tu danza…—chasqueó la lengua, como marcando el ritmo del baile y la conversación—. ¿Por qué no…?
El chillido recorrió cada rincón de la torre haciendo vibrar cada molécula de agua. Era un quejido de huesos, un tenedor arrastrado sobre un plato y el vil chirrido de las bisagras del infierno. Luego vino otro más grave, aunque no peor.
Entrecerrando los ojos tras apretar los dientes por el ruido, el pelirrojo supo que todo combate solo significaría perder más tiempo. Pero estaba bastante claro que aquel extraño masoquista no iba a dejarle huir. ¿No?
—¿Sabes por dónde puede salirse de aquí? Porque entre tantas explosiones, vibraciones y… bueno, mierdas varias, se me quitan las ganas de salvar al North…—suspiró, exasperado—. ¿Qué interés tenéis en subir el nivel del mar? Porque eso hasta al propio mar le viene mal. Bastante mal, la verdad.
¿No había dicho antes que no era de los que hablaba con sus enemigos? ¿Y entonces…? Pues era la única manera que tenía de ganar algo de tiempo hasta que el terreno le fuera propicio. Una vez todo estuviese bastante mojado y hubiese charcos hasta su enemigo podría aprovechar estos para ganar con sus ninjutsus gyojin. Los iba a necesitar si tenía que enfrentarse a un danzarín masoquista y su ejército de pútridos siervos.
Y aparte quería respuestas. Las ansiaba.
—Qué… curioso. —Ladeó la cabeza y miró al bailarín con unos ojos que distaban mucho de ser humanos. O quizás, a pesar de la pupila horizontal y el brillo anaranjado, lo eran demasiado.
Sosteniendo su nueva arma a presión, el ningyo dejó que continuase desparramando violentamente su contenido sin ton ni son. No tenía fuerzas ni ganas como para oponerse al arma, que parecía aún reticente a adaptarse al nuevo amo, y dejando el saco con sus pertenencias a un lado para tener su brazo libre, continuó observando las macabras figuras que tenía enfrente mientras todo se llenaba de agua. Finalmente se quitó el bichero de la boca para hablar dejando entenderse.
—¿Son marionetas, verdad? Porque esos cuerpos putrefactos no pueden sostener vida propia. Bueno, pueden sostener colonias de bacterias, hongos y parásitos… pero no tienen electricidad propia. No tienen alma, aunque sí tienen el duende de tu danza…—chasqueó la lengua, como marcando el ritmo del baile y la conversación—. ¿Por qué no…?
El chillido recorrió cada rincón de la torre haciendo vibrar cada molécula de agua. Era un quejido de huesos, un tenedor arrastrado sobre un plato y el vil chirrido de las bisagras del infierno. Luego vino otro más grave, aunque no peor.
Entrecerrando los ojos tras apretar los dientes por el ruido, el pelirrojo supo que todo combate solo significaría perder más tiempo. Pero estaba bastante claro que aquel extraño masoquista no iba a dejarle huir. ¿No?
—¿Sabes por dónde puede salirse de aquí? Porque entre tantas explosiones, vibraciones y… bueno, mierdas varias, se me quitan las ganas de salvar al North…—suspiró, exasperado—. ¿Qué interés tenéis en subir el nivel del mar? Porque eso hasta al propio mar le viene mal. Bastante mal, la verdad.
¿No había dicho antes que no era de los que hablaba con sus enemigos? ¿Y entonces…? Pues era la única manera que tenía de ganar algo de tiempo hasta que el terreno le fuera propicio. Una vez todo estuviese bastante mojado y hubiese charcos hasta su enemigo podría aprovechar estos para ganar con sus ninjutsus gyojin. Los iba a necesitar si tenía que enfrentarse a un danzarín masoquista y su ejército de pútridos siervos.
Y aparte quería respuestas. Las ansiaba.
- Cosas:
- Usado el Ámbito de Reflejos, que ya ha pasado el tiempo desde el otro combate. Supongo que entramos en combate ahora, o quizás no. Primero de los dos turnos en los que puedo usarlo.
Deathstroke
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Parecía que mis esfuerzos por fin estaban dando sus frutos y Krauser comenzaba a estabilizarse. Sin embargo, mientras cosía las heridas abiertas, encontré una herida que llevaba ahí más tiempo del que llevábamos aquel día en el lugar. Alguien le había hecho aquella herida con anterioridad.
-Capitán, tengo delante una herida de Krauser que tiene ya bastante tiempo. de alguna forma le han roto la espalda de forma que no pudiese volver a andar, sin embargo, cuando lo encontramos si lo hacía, parecía que lo controlasen o algo – informé al capitán mentalmente mientras revisaba la herida.
En ese momento me di cuenta de que de ahí había salido una cosa de hilos blancos en lo que al principio no me había percatado. Solo tenía que sumar uno y uno, la repuesta era sencilla. Con aquella cosa podía moverse, pero si esta se había marchado de su cuerpo era porque necesitaba de algún organismo vivo para controlarlo. De un vistazo rápido busqué aquella cosa para corregir mi error.
Lo vi rápidamente, estaba agarrado al brazo de otro marine que tenía que llevar allí poco tiempo. “Mierda” pensé mientras me levantaba y cogía una de las dagas que llevaba en la túnica mientras iba hacia el marine.
-Lo siento, pero es necesario – dije cuando llegué hasta él.
De un rápido movimiento, realicé un corte que amputó el brazo del marine. Antes de que el brazo cayese lo agarré por la bola de hilos blancos para evitar que volviese a escapar si se soltaba del brazo que era lo que imaginaba que haría. Sin embargo, para que le resultase más tentado, con un pensamiento retiré la armadura que cubría el brazo con el que no la sujetaba.
Si los hilos soltaban el brazo, lo cogería antes de que se cayese al suelo con el brazo tenía libre y hacía de carnada. Y alejando la bola de hilos lo colocaría de nuevo en su sitio para comenzar a sanarlo y que aquel chico no lo perdiese.
-Creo que esta cosa necesita de un huésped, por eso lo he hecho – le diría al joven mientras lo curaba – si tienes alguna clase de contenedor dámelo, lo meteré para que no cause más problemas.
-Capitán, tengo delante una herida de Krauser que tiene ya bastante tiempo. de alguna forma le han roto la espalda de forma que no pudiese volver a andar, sin embargo, cuando lo encontramos si lo hacía, parecía que lo controlasen o algo – informé al capitán mentalmente mientras revisaba la herida.
En ese momento me di cuenta de que de ahí había salido una cosa de hilos blancos en lo que al principio no me había percatado. Solo tenía que sumar uno y uno, la repuesta era sencilla. Con aquella cosa podía moverse, pero si esta se había marchado de su cuerpo era porque necesitaba de algún organismo vivo para controlarlo. De un vistazo rápido busqué aquella cosa para corregir mi error.
Lo vi rápidamente, estaba agarrado al brazo de otro marine que tenía que llevar allí poco tiempo. “Mierda” pensé mientras me levantaba y cogía una de las dagas que llevaba en la túnica mientras iba hacia el marine.
-Lo siento, pero es necesario – dije cuando llegué hasta él.
De un rápido movimiento, realicé un corte que amputó el brazo del marine. Antes de que el brazo cayese lo agarré por la bola de hilos blancos para evitar que volviese a escapar si se soltaba del brazo que era lo que imaginaba que haría. Sin embargo, para que le resultase más tentado, con un pensamiento retiré la armadura que cubría el brazo con el que no la sujetaba.
Si los hilos soltaban el brazo, lo cogería antes de que se cayese al suelo con el brazo tenía libre y hacía de carnada. Y alejando la bola de hilos lo colocaría de nuevo en su sitio para comenzar a sanarlo y que aquel chico no lo perdiese.
-Creo que esta cosa necesita de un huésped, por eso lo he hecho – le diría al joven mientras lo curaba – si tienes alguna clase de contenedor dámelo, lo meteré para que no cause más problemas.
- resumen (Dexter y Iulio leed):
- Ver la herida de la columna de Krau, comentarselo a Dexter, cortarle el brazo al pobre Iulio (tengo su permiso, lo siento Iulio), si los hilos se separan del brazo cogerlo y volver a ponérselo.
Katharina von Steinhell
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El dolor disminuyó cuando la ola sanadora bañó todo el cuerpo de Katharina, restaurando la piel congelada y el hombro dañado. Lamentablemente, el lóbulo perdido no pudo ser recuperado. Se necesitaría un par de hechizos más y todo volvería a la normalidad. De igual manera el conjuro no afectaba la ropa, por lo que la bruja tenía un aspecto de lo más penoso. El estupendo kimono que alguna vez vistió ahora lucía maltrecho, mientras que las calzas negras rasgadas por todos lados. Sin embargo, lo que más le preocupaba era el funcionamiento de su arma. En el peor de los casos, tendría que buscar a un experto y hallar la solución de alguna u otra forma.
Todo a su alrededor era un caos: murallas destrozadas, hombres combatiendo los unos contra los otros, y muchísimas cosas cayendo del cielo. Si Katharina no actuaba con rapidez, la enorme viga terminaría aplastándola. Correría lo más deprisa hacia un lugar despejado, mirando de vez en cuando hacia arriba para tener en cuenta no solo la viga, sino también las personas y lo que fuese que pudiese caer sobre ella.
Le costaba trabajo creer que todo se hubiera transformado en un verdadero infierno. ¿En qué momento se cruzaron todos los bandos? Como sea, debía actuar. Si bien los planos eran importantes, reunirse con sus compañeros lo era más. Katharina era cautelosa y precisa, jamás dejaba nada al azar, pero ¿no había suficientes pruebas para pensar que, si alguna vez existieron, los planos ya no estarían? Mirase por donde mirase había caos. Entre el fuego, las explosiones y los escombros, los putos planos tenían que estar destruidos. Por otra parte, si uno de sus compañeros estaba herido, Katharina podría ayudar. No quería pensarlo, pero sabía que, en el peor de los casos, se vería obligada a usar ese hechizo, rompiendo uno de los más importantes juramentos hechos.
Lo primero de su larga lista de cosas por hacer sería encontrar un DDM y comunicarse con su capitán. Necesitaba saber su estado y su ubicación; quizás estaba con el resto de los chicos. Luego, llamaría a Therax. No le apetecía hablar con Spanner pues, en todo lo que había viajado con los Arashi, apenas había cruzado una palabra. El siguiente paso, y quizás el más importante, sería tomar una decisión. Dependiendo del estado de cualquiera de los dos, emprendería rumbo. Si el contramaestre estaba más cerca, intentaría reunirse con él. Por otra parte, si Zane se encontraba próximo y en problemas, acudiría a su ubicación.
Bien estaba la posibilidad de que ninguno de los dos contestase. En ese caso lo suyo sería investigar el segundo piso. Había gente que estaba subiendo; quizás había algo interesante. No quería admitirlo, pero sentía que necesitaba algo más de acción en su aventura. Si bien la pelea con Denis había sido complicada, no tuvo el desenlace que hubiese deseado. No, quería acabar con él —o ella— de una forma más… directa. Necesitaba saber que fue superior. ¿Quién imaginaría que Katharina von Steinhell estuviese deseando otra pelea? Quería volver a sentir ese calor en sus venas, la adrenalina corriendo por su cuerpo y el corazón latiéndole aceleradamente. Dios, realmente quería terminar lo que había empezado. En cualquier caso, si no conseguía comunicarse con ninguno de los dos, subiría.
Todo a su alrededor era un caos: murallas destrozadas, hombres combatiendo los unos contra los otros, y muchísimas cosas cayendo del cielo. Si Katharina no actuaba con rapidez, la enorme viga terminaría aplastándola. Correría lo más deprisa hacia un lugar despejado, mirando de vez en cuando hacia arriba para tener en cuenta no solo la viga, sino también las personas y lo que fuese que pudiese caer sobre ella.
Le costaba trabajo creer que todo se hubiera transformado en un verdadero infierno. ¿En qué momento se cruzaron todos los bandos? Como sea, debía actuar. Si bien los planos eran importantes, reunirse con sus compañeros lo era más. Katharina era cautelosa y precisa, jamás dejaba nada al azar, pero ¿no había suficientes pruebas para pensar que, si alguna vez existieron, los planos ya no estarían? Mirase por donde mirase había caos. Entre el fuego, las explosiones y los escombros, los putos planos tenían que estar destruidos. Por otra parte, si uno de sus compañeros estaba herido, Katharina podría ayudar. No quería pensarlo, pero sabía que, en el peor de los casos, se vería obligada a usar ese hechizo, rompiendo uno de los más importantes juramentos hechos.
Lo primero de su larga lista de cosas por hacer sería encontrar un DDM y comunicarse con su capitán. Necesitaba saber su estado y su ubicación; quizás estaba con el resto de los chicos. Luego, llamaría a Therax. No le apetecía hablar con Spanner pues, en todo lo que había viajado con los Arashi, apenas había cruzado una palabra. El siguiente paso, y quizás el más importante, sería tomar una decisión. Dependiendo del estado de cualquiera de los dos, emprendería rumbo. Si el contramaestre estaba más cerca, intentaría reunirse con él. Por otra parte, si Zane se encontraba próximo y en problemas, acudiría a su ubicación.
Bien estaba la posibilidad de que ninguno de los dos contestase. En ese caso lo suyo sería investigar el segundo piso. Había gente que estaba subiendo; quizás había algo interesante. No quería admitirlo, pero sentía que necesitaba algo más de acción en su aventura. Si bien la pelea con Denis había sido complicada, no tuvo el desenlace que hubiese deseado. No, quería acabar con él —o ella— de una forma más… directa. Necesitaba saber que fue superior. ¿Quién imaginaría que Katharina von Steinhell estuviese deseando otra pelea? Quería volver a sentir ese calor en sus venas, la adrenalina corriendo por su cuerpo y el corazón latiéndole aceleradamente. Dios, realmente quería terminar lo que había empezado. En cualquier caso, si no conseguía comunicarse con ninguno de los dos, subiría.
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