Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- Abi, Braud y Roland:
- Abi. En efecto, tu estrategia funciona, eres capaz de seguir sus movimientos y acertarle cuando baja la guardia, justo cuando va a atacar. Los disparos le cercenan el brazo y el olor a carne quemada llega a tu nariz. Cae al suelo y rueda por la nieve aguantando un alarido de dolor. Se incorpora y te mira. Guarda un silencio sepulcral, hasta que de pronto escuchas un chasquido proveniente del casco. En ese instante todas las presencias que quedaban desaparecen. Cae al suelo inerte, puedes investigarlo si quieres, entre sus pertenencias hay herramientas de supervivencia y provisiones, equipo de sabotaje, y algunas armas ligeras, todas ellas cubiertas de esa película negra con aspecto grasiento. Hay otra cosa más el del brazo inmovilizado también ha muerto de la misma manera. Si le quitas el casco a alguno verás que una de sus muelas está picada y sale espuma de su boca. Pero bueno, tienes algo de tiempo antes de que cierta conmoción proveniente del campamento aliado llegue a tus oídos.
Roland, tu oponente sonríe con cara bobalicona cuando lanzas un mazazo, casi esperando con ansias cruzar armas. Interpone su arma contra la tuya y el choque hace temblar el suelo y saltar el barro. Lo que no se esperaba era la patada, su estómago es blando y no notas que se parta nada vital, pero por su gesto sorprendido dirías que le has hecho daño.
¡Au! Eso no vale jo… Eres malo. - Dice mientras hace girar su arma sobre su cabeza, esta se calienta al rojo vivo y empiezan a salirle chispas al filo. Cuando termina te lanza un tajo a la pierna con la que pateaste, para dejarte como él.
Mientras tanto Braud. Tu enemigo no se espera que fueras capaz de atacar tras eso, tampoco espera que lanzases esa bola de fuerza, la cual recibe con el pecho. Crees escuchar un par de costillas romperse, pero definitivamente no está muerto, mucho menos fuera de combate. Eso sí, hueles a pelo quemado, por tu cabeza concretamente.
Se incorpora como buenamente puede, su arco está lejos, pero no parece importarle mucho pues no se molesta en ir a por él. Lleva el brazo derecho a la espalda y engancha una cinta llena de pequeñas púas como las que te lanzó. Junta ambos brazos y los mecanismos de estos hacen que se junten, dejando un agujero entre donde deberían estar las palmas, creando una especie de extraño cañón. Hinca una rodilla en el suelo y te apunta antes de abrir fuego, como si de una ametralladora se tratase comienza a escupir púas en tu dirección.
- Hazel, Raion y Kohaku:
- Raion, poco tardas en darte cuenta de que la coordinación y el cálculo de tu adversario son algo a tener en cuenta. Asciendes, y cuando desciendes escuchas dos explosiones, seguidas de dos ondas de choque que afectan a tu trayectoria, aún más si estás en forma elemental, lo que desvía ligeramente tu golpe. Justo cuando podías ver hasta las pecas en el rostro de tu adversario ves que este cierra los ojos, como si se resignara a su destino, pero en ese instante un destello cegador ilumina toda la estancia así como un estruendo ensordecedor.
Te cuesta unos segundos verlo, tu arma está clavada en el suelo y lo primero que enfocas es algo de sangre en esta. No escuchas nada más que un pitido y todavía no logras tener visión periférica, pero tu adversario está contra una de las paredes, sus armas están en el suelo y su mano buena la tiene sobre una herida que ha cortado su ropa desde el hombro hasta por debajo del pecho. Hay mucha sangre, más de la cantidad que se consideraría salvable para una persona de su tamaño.
Kohaku, te lanzas a por los dos primeros, el primero se lleva un corte, mientras que el segundo sólo lo desarmas, habiendo puesto este el arma por delante. Sorprendentemente te da tiempo a lanzarte a por un tercero y lo derribas, pero la onda cortante no llega al cuarto, el oficial se ha interpuesto, desviándola con un hábil movimiento de su arma. Hace un gesto con su cabeza y los que aún pueden moverse comienzan a mover a los heridos, dejando a los muertos. Te lanza una mirada llena de ira y notas una voluntad asesina proveniente de su espada, de pronto te da la impresión de que su silueta se ensombrece y se agranda… hasta que un sonido mecánico se escucha a su espalda.
La cúpula se abre, dejando pasar la luz del sol y la brisa marina. El oficial se da la vuelta al ver a su capitán en el suelo lleno de sangre. Inmediatamente va a sostenerlo y atender su herida, parece que está abierto para un ataque por la espalda.
El capitán tose sangre y parece que intenta decir algo, aunque su voz es tan débil que, Kohaku no lo puede escuchar desde ahí, y Raion sólo escucha un pitido. Aunque puede que si Kohaku se acerca lo suficiente lo escuche.
Mientras tanto bajo cubierta, lejos del drama. Hazel, no notas nada vivo cerca, por lo menos no dentro del barco, así que no crees que nadie te vaya a molestar. El cartel tiene una serie de indicaciones, advertencias más bien. “Asegurarse de evacuar la sala antes de lanzar el submarino” “Comprobar que este haya repostado” “No poner en marcha con la manguera conectada” “Esperar a que la sala se inunde antes de abrir la compuerta”. El caso es que entras al submarino y los controles parecen sencillos, a lo mejor te interesa lo que pasa cuando empezas a apretar botones antes de ponerte a sabotearlo.
Para empezar nada ocurre hasta que pulsas uno que lo pone en marcha, otro cierra la escotilla, dos asientos, un pequeño timón, una palanca a un lado y un pedal. El submarino comienza a avanzar y se escucha la puerta por la que entraste cerrarse. Pero no llega ni hasta la pared, porque sigue teniendo la manguera de combustible conectada. Por cierto, se han abierto una serie pequeños conductos y la sala comienza a inundarse. Puedes seguir intentando romper cosas si quieres, yo no lo recomiendo.
- Bizvan:
- Sales de la sala con la impresión, tras escuchar un par de pequeñas explosiones, que ha sido buena idea. De todas formas el camino ya no está vacío. Notas con el mantra que media docena de personas está dirigiéndose a la sala, ninguna presencia conocida. Los empujas con todas tus fuerzas, arrastrándolos por el pasillo a toda velocidad hasta que llegas a las escaleras, contra las cuales los estampas.
Cuando subes notas algo, vuelves a notar presencias aliadas, pero notas menos que antes, la mitad para ser exactos. Hay más personas que vienen, pero cuando están a punto de tomar tu dirección algo hace que cambien de parecer. Se retiran y tu sigues tu camino hasta que te das cuenta de lo que están haciendo. Cuatro presencias aliadas están en la cubierta, detrás de estas hay quince enemigas formando un semicírculo cubriendo la entrada por la que accediste.
- Freites y Zira:
- Por fin ves la bengala a lo lejos, las tropas comienzan a avanzar, parece que ha sucedido algo que les ha hecho adentrarse en la tierra de nadie sin temor a los cañones enemigos.
Mientras tanto, la mano se engancha en el escudo a la vez que tu oponente termina de enterrar algo en el suelo. A la vez el aire alrededor de los aparatos comienza a moverse más fuerte y unas pequeñas nubes comienzan a salir. Se fija en el cable y cómo empiezas a moverte intentando dar una vuelta a su alrededor. Está bastante claro que intentas atraparlo, o por lo menos eso es lo que él piensa. Aprovechando que ahora está conectado a tí directamente sonríe, gira sobre sí mismo, gira el escudo para que no se haga daño… y tira con todas sus fuerzas, es una fuerza abrumadora, la cual hace honor a sus músculos. Intenta no sólo tirarte de tu montura, sino atraerte para que puedas recibir un buen corte de su machete.
Zira, te pones a perseguirlo, no te ha dirigido la mirada, como si pensase que te has quedado atascada o simplemente has seguido al resto de piratas. Puedes ver cómo sale de la playa y se adentra en la arboleda a paso ligero, incluso a tu velocidad sigue manteniendo la distancia.
Si sigues antes de que te des cuenta el barro pasa a la nieve. Su silueta es fácil de distinguir en contraste con el blanco, pero aun así se mueve de tal forma que no sea fácil seguirle el rastro. De pronto se detiene en un claro entre árboles, parece que va a sacar una pistola de bengalas, pero justo en ese momento cinco personas más que visten como piratas salen de entre los arbustos y se acercan a él. Parece que nadie ha reparado en que estás llegando, todavía estás a una distancia segura ¿Qué haces?
- Claude e Ilje:
- Los soldados siguen vuestras órdenes con extremo cuidado, uniéndose en grupos de tres o cuatro para amordazar a cada prisionero y sacarlo de la jaula en la que lo mantienen preso. Estos no dejan de gritar y gemir mientras se esfuerzan por liberarse de sus ataduras, pero por fortuna vuestros recién adquiridos y temporales subordinados son unos expertos hacedores de nudos.
Montáis el rudimentario dispositivo en el centro de la sala, con las estufas muy cerca entre sí y de los prisioneros. El ambiente en la sala enseguida comienza a caldearse, lo que no tarda en manifestarse en las sudorosas caras de los militares. El equipo de un ejército invernal no está preparado para esa temperatura, por lo que pronto algunos se retiran sus cascos forrados de piel y los guantes que llevan.
En cuanto a los prisioneros, tardan un rato bastante largo en comenzar a sufrir los efectos del calor. Incluso, como sugiere Ilje, tenéis que colocar alguna que otra estufa sobre los que parecen resistir mejor el ambiente. No obstante, con suficiente paciencia comprobaréis que algunos de ellos comienzan a relajarse y respirar agitadamente, como si la temperatura corporal les hubiese subido varios grados.
De buenas a primeras, no son pocos los hongos que comienzan a abandonar a sus huéspedes en busca de un cuerpo más receptivo, el de los pollos. Entretanto, la conejilla de indias empieza a recuperar la consciencia, no sin cierta desorientación.
Además, conseguía atrapar uno de los hongos en el pollo con las patas rotas. En cuanto al chamuscado, el pollo se lo come como si de un grano de maíz se tratase y, según parece, no sufre el menos efecto como consecuencia de ello.
A vuestro alrededor los científicos estallan en vítores y comienzan a abrazarse en señal de victoria. ¡Ni que ellos hubiesen hecho algo! Bueno, os han proporcionado el equipo que necesitabais, ¡pero ya está!
Roland von Klauswitz
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Roland no pudo ni quiso contener la risa. Como siempre que le pegaba a alguien, en ese momento le invadió una sensación de absoluto triunfo y poder. Todo golpe dado al de en frente hacía más y más grande su nombre y su reputación. Y si encima derribaba a un payaso que se creía mejor que él, pues más motivos para burlarse.
-¿Aún te quedan ganas de bronca, nena?
Era de esperar que alguien tan grande necesitase unos cuantos golpes para captar el mensaje y morirse. Él era grande y hacían falta muchos para tumbarle, así que lo entendía. Tendría que emplearse a fondo, usando todos los trucos de su arsenal. Claro que Roland no tenía trucos, solo mala leche. En fin, con eso bastaría.
Como repetirse siempre es bueno, de nuevo se lanzó a por un mazazo. Sin embargo, el pirata contraatacó con el hacha. Hizo que se calentara a base de girarla como un loco. De un momento a otro el filo tenía un brillante y peliagudo brillo rojo y blanco que se clavó a las retinas de Roland. Incluso él comprendió que sería mejor no dejarse dar por aquello. Bajó el mazo, hundiendo el cabezal en tierra, y el filo del hacha resbaló en el mango. El filo al rojo se hundió en el metal y lo hendió hasta la mitad durante su paso hacia la carne de Roland. El hacha corto profundamente a la altura del muslo, provocándole un escalofrío a Roland cuando la notó rozar el hueso. Sangraba tanto como dolía. Iba a necesitar un cojón de dulces para arreglar eso.
El suelo de tierra y nieve empezó a beberse la sangre que chorreaba por su pernera. La gravedad le llamó. Esa pierna no le sustentaría más tiempo. Notó como caía, y supo que eso le dejaría bien jodido. Ese puto pirata... ¿Joder a Mazazo, él? Nadie osaba desafiarle y se iba con todos los huesos sanos. Nadie le derribaba ni le cortaba a no ser que fuese parte de un juego sexual. Él era el puto terror del norte. Ya iba siendo hora de que esos extranjeros soplagaitas se fuesen dando cuenta.
Con el rostro lívido y los dientes tan apretados que le dolían las mandíbulas, Roland no se resistió a la caída. En cambio, se lanzó sobre el pirata para derribarle con todo su peso y caer sobre él. No había cultivado una varonil masa de músculos y tal vez algo de grasa durante más de sesenta años para nada. Aplastaría a su presa y la haría picadillo allí, en el barro, en el sucio cieno donde Roland había medrado desde que tenía memoria. La única duda que tenía era cuántos cabezazos harían falta para matar a ese cabrón.
-¿Aún te quedan ganas de bronca, nena?
Era de esperar que alguien tan grande necesitase unos cuantos golpes para captar el mensaje y morirse. Él era grande y hacían falta muchos para tumbarle, así que lo entendía. Tendría que emplearse a fondo, usando todos los trucos de su arsenal. Claro que Roland no tenía trucos, solo mala leche. En fin, con eso bastaría.
Como repetirse siempre es bueno, de nuevo se lanzó a por un mazazo. Sin embargo, el pirata contraatacó con el hacha. Hizo que se calentara a base de girarla como un loco. De un momento a otro el filo tenía un brillante y peliagudo brillo rojo y blanco que se clavó a las retinas de Roland. Incluso él comprendió que sería mejor no dejarse dar por aquello. Bajó el mazo, hundiendo el cabezal en tierra, y el filo del hacha resbaló en el mango. El filo al rojo se hundió en el metal y lo hendió hasta la mitad durante su paso hacia la carne de Roland. El hacha corto profundamente a la altura del muslo, provocándole un escalofrío a Roland cuando la notó rozar el hueso. Sangraba tanto como dolía. Iba a necesitar un cojón de dulces para arreglar eso.
El suelo de tierra y nieve empezó a beberse la sangre que chorreaba por su pernera. La gravedad le llamó. Esa pierna no le sustentaría más tiempo. Notó como caía, y supo que eso le dejaría bien jodido. Ese puto pirata... ¿Joder a Mazazo, él? Nadie osaba desafiarle y se iba con todos los huesos sanos. Nadie le derribaba ni le cortaba a no ser que fuese parte de un juego sexual. Él era el puto terror del norte. Ya iba siendo hora de que esos extranjeros soplagaitas se fuesen dando cuenta.
Con el rostro lívido y los dientes tan apretados que le dolían las mandíbulas, Roland no se resistió a la caída. En cambio, se lanzó sobre el pirata para derribarle con todo su peso y caer sobre él. No había cultivado una varonil masa de músculos y tal vez algo de grasa durante más de sesenta años para nada. Aplastaría a su presa y la haría picadillo allí, en el barro, en el sucio cieno donde Roland había medrado desde que tenía memoria. La única duda que tenía era cuántos cabezazos harían falta para matar a ese cabrón.
- Resumen:
- Roland se lanza a lo loco sobre el pirata para matarlo a cabezazos.
Kohaku Sato
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«Es peligroso», se dijo el cazador al notar la sed de sangre que emanaba del arma y el interior de su oponente
El pirata había sido capaz de interponerse en su último a ataque a gran velocidad, desviando su onda cortante con un efectivo y ágil movimiento de su espada. Y no fue por suerte, pues la desplazó hacia un costando en el que o había nadie, haciendo que se desvaneciera rápidamente en el horizonte con su avance. Kohaku era consciente de que aún tenía un largo camino que recorrer para considerarse un espadachín superior a la media, pero tener en frente a alguien con la habilidad y fuerza para hacer eso le hacía sentir en su interior algo de emoción. «Tal vez sea un digno oponente», pensó, mostrando algo parecido a una sonrisa en su rostro.
Se aferró con fuerza a las empuñaduras de sus dos armas, notando el suave tacto de la tela que las envolvía cada vez que apretaba y relajaba la mano, esperando que el pirata fuera el que diera el primer paso y atacara. El viento continuaba soplando, y de pronto… se fue. Su oponente se dio media vuelta y lo dejó ahí.
Una especie de cúpula comenzó a abrirse y un destello de sol iluminó los ojos ambarinos de Kohaku. Inmediatamente después, pese a que lo más sensato hubiera sido quedarse allí y ahorrarse una pelea, aprovechó su mejor arma: la velocidad, y trató de alcanzar al pirata por un costado, pues atacar a un espadachín por la espalda era una deshonra.
—¿Dónde crees que vas? —le diría el cazador, con la intención de propinarle un tajo descendente con su zurda, seguida de una estocada con su diestra—. Esto aún no ha terminado, caballerete.
El pirata había sido capaz de interponerse en su último a ataque a gran velocidad, desviando su onda cortante con un efectivo y ágil movimiento de su espada. Y no fue por suerte, pues la desplazó hacia un costando en el que o había nadie, haciendo que se desvaneciera rápidamente en el horizonte con su avance. Kohaku era consciente de que aún tenía un largo camino que recorrer para considerarse un espadachín superior a la media, pero tener en frente a alguien con la habilidad y fuerza para hacer eso le hacía sentir en su interior algo de emoción. «Tal vez sea un digno oponente», pensó, mostrando algo parecido a una sonrisa en su rostro.
Se aferró con fuerza a las empuñaduras de sus dos armas, notando el suave tacto de la tela que las envolvía cada vez que apretaba y relajaba la mano, esperando que el pirata fuera el que diera el primer paso y atacara. El viento continuaba soplando, y de pronto… se fue. Su oponente se dio media vuelta y lo dejó ahí.
Una especie de cúpula comenzó a abrirse y un destello de sol iluminó los ojos ambarinos de Kohaku. Inmediatamente después, pese a que lo más sensato hubiera sido quedarse allí y ahorrarse una pelea, aprovechó su mejor arma: la velocidad, y trató de alcanzar al pirata por un costado, pues atacar a un espadachín por la espalda era una deshonra.
—¿Dónde crees que vas? —le diría el cazador, con la intención de propinarle un tajo descendente con su zurda, seguida de una estocada con su diestra—. Esto aún no ha terminado, caballerete.
- Resumen:
Hacer cosas, como los catalanes
Narrar un poco la situación y tratar de alcanzarlo y atacarle por un lateral.
Illje Landvik
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¿Doctor Von Appetit? ¿Claude sabía de medicina? Se ilusionó por un momento, pensando en que podrían hablar mucho al respecto. Pero no tardaron mucho en pasársele las ganas. En realidad, las conversaciones acerca de la mejor aguja o cómo hacer una incisión limpia podía tenerlas con él sin necesidad de que hubiera medicina de por medio. Al fin y al cabo, era cocinero. Y cualquier otra cosa no eran más que primeros auxilios glorificados. Los medicamentos siempre le habían dado mucha pereza. Pastillas y polvos que sabían francamente asquerosos. Estaba segura de que ni siquiera el doctor Vol Appetit podía hacer que supieran bien.
Lo que no entendía era el súbito cambio de persona al hablar, pero el experimento era de lo más interesante. El soldado perfecto… no es que le apeteciera tener a un montón de hombres-hongo-zombies detrás, pero que había gente a la que podían interesarle era un hecho. De alguna forma habría que aprovechar la planta, al fin y al cabo.
Se echó a reír al escucharle, pero se aseguró de darle un golpecito en la espalda con el mango de Budur.
-De enfermera nada, que una no ha aprendido cirugía para que la rebajen a enfermera.- Dijo, antes de fijarse en los pacientes. Y en el pollo.
Sudores y temblores por todas partes, ¡era un éxito! La primera conejita de indias iba despertando y además de una evidente y comprensible confusión, parecía de una pieza. Dos días dormitando y como nueva. Por desgracia, el pollo de Claude seguía igual, pero Illje seguía pensando que la idea era buena. Quizá solo hacía falta pulirla. De momento, sin embargo, lo importante era que habían ganado.
-¡Los sexys doctores Illje y Claude os han salvado! ¡Ahora rendiros y llevadnos ante vuestros monarcas!
Al fin y al cabo, no podían olvidar el verdadero propósito de su estancia allí: todo el mundo sabía que los reyes, reinas, principesas y demás fauna de alta alcurnia tendían a acaparar los mejores vestidos y ropas de sus reinos. Trágico, pues quedaban apartados de fabulosos cuerpos como los suyos, por no hablar de que seguramente los valorasen muchísimo más. Como tal,era su deber dar con las prendas y buscarles un buen hogar en sus respectivos armarios. Mientras esperaba a que les entrara a los guardias en la cabeza, se giró y le dio un par de palmaditas en la cabeza al pollo que Claude había escogido.
-Es una pena que le hayas roto las piernas, podríamos habérnoslo llevado a ver si el hongo era de efecto retardado. Si te soy sincera, echo un poco de menos al Nepo.
No insinuaba que el pollo pudiera sustituirlo, para nada. ¡Ni siquiera tenía pelo! Pero era algo que sostener y… ¡ay! No pudo resistirse. Agarró un par de cachos de metal y con un par de vendas improvisó unas tablillas para mantenerle las patas rectas. Le enganchó un poco de calmante vía jeringuilla para evitar que le subiera la fiebre y le dolieran demasiado las patitas y lo pescó en brazos.
-Solo un rato.- añadió con una sonrisa.- Por si acaso- por lo del hongo y eso.
Sí. Por el hongo. Definitivamente.
Lo que no entendía era el súbito cambio de persona al hablar, pero el experimento era de lo más interesante. El soldado perfecto… no es que le apeteciera tener a un montón de hombres-hongo-zombies detrás, pero que había gente a la que podían interesarle era un hecho. De alguna forma habría que aprovechar la planta, al fin y al cabo.
Se echó a reír al escucharle, pero se aseguró de darle un golpecito en la espalda con el mango de Budur.
-De enfermera nada, que una no ha aprendido cirugía para que la rebajen a enfermera.- Dijo, antes de fijarse en los pacientes. Y en el pollo.
Sudores y temblores por todas partes, ¡era un éxito! La primera conejita de indias iba despertando y además de una evidente y comprensible confusión, parecía de una pieza. Dos días dormitando y como nueva. Por desgracia, el pollo de Claude seguía igual, pero Illje seguía pensando que la idea era buena. Quizá solo hacía falta pulirla. De momento, sin embargo, lo importante era que habían ganado.
-¡Los sexys doctores Illje y Claude os han salvado! ¡Ahora rendiros y llevadnos ante vuestros monarcas!
Al fin y al cabo, no podían olvidar el verdadero propósito de su estancia allí: todo el mundo sabía que los reyes, reinas, principesas y demás fauna de alta alcurnia tendían a acaparar los mejores vestidos y ropas de sus reinos. Trágico, pues quedaban apartados de fabulosos cuerpos como los suyos, por no hablar de que seguramente los valorasen muchísimo más. Como tal,era su deber dar con las prendas y buscarles un buen hogar en sus respectivos armarios. Mientras esperaba a que les entrara a los guardias en la cabeza, se giró y le dio un par de palmaditas en la cabeza al pollo que Claude había escogido.
-Es una pena que le hayas roto las piernas, podríamos habérnoslo llevado a ver si el hongo era de efecto retardado. Si te soy sincera, echo un poco de menos al Nepo.
No insinuaba que el pollo pudiera sustituirlo, para nada. ¡Ni siquiera tenía pelo! Pero era algo que sostener y… ¡ay! No pudo resistirse. Agarró un par de cachos de metal y con un par de vendas improvisó unas tablillas para mantenerle las patas rectas. Le enganchó un poco de calmante vía jeringuilla para evitar que le subiera la fiebre y le dolieran demasiado las patitas y lo pescó en brazos.
-Solo un rato.- añadió con una sonrisa.- Por si acaso- por lo del hongo y eso.
Sí. Por el hongo. Definitivamente.
- resumen:
- bla bla bla llevadnos con vuestros monarcas, recomponer un poco al pollo y llevármelo por si el hongo es de efecto retardado (?)
Raion
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La onda generada por las explosiones desvió ligeramente al león, pero aún así su velocidad era tal que su enemigo no pudo evitar que llegase hasta él antes de que pudiera reaccionar. Sin embargo, justo cuando se disponía a golpearle, algo estalló. Una luz cegadora invadió toda la estancia, forzando al mink a cerrar los ojos, y un estruendo ensordecedor le privó también de su sentido del oído. Se encontraba llevado aún por la inercia de su movimiento, y su golpe continuó veloz y tremendamente poderoso. Sintió cómo su arma golpeaba algo que, esperaba, fuera su oponente, para acto seguido perder el control de la misma.
Cuando pudo abrir los ojos de nuevo buscó tanto a su arma como a su adversario. Cuando encontró la primera respiró aliviado al ver sangre en su filo. Su enemigo se encontraba apoyado contra la pared de la cúpula. La sangre manaba a borbotones por una profunda herida que iba desde su hombro hasta más abajo de las costillas. Sus armas yacían en el suelo, fuera de su alcance.
Sabiendo que su adversario no sobreviviría a aquellas heridas el león cogió su arma y se dirigió hacia él.
- Has luchado bien. - Le dijo. Y era verdad. Había resultado ser un enemigo que, aunque de forma poco honorable, le había puesto en numerosas dificultades.
En ese momento la cúpula se abrió. Uno de los hombres bajo su mando, que se encontraba luchando contra Kohaku, corrió hacia su capitán al verle fatalmente herido. Pareció que este intentaba decir algo a su subordinado, pero el molesto pitido que aún tenía en los oídos impidió que el mink escuchara sus palabras.
Mientras tanto su compañero trató de interceptar al soldado en su camino hacia su capitán para así continuar con su enfrentamiento. El león se acercaría entonces a su enemigo caído y, deteniéndose a escasos metros de él, le diría:
- Si así lo deseas puedo aliviar tu sufrimiento y proporcionarte una muerte rápida e indolora.
Al cazarrecompensas no le gustaba el sufrimiento innecesario, y pese a que aquel hombre había tratado de matarle no le odiaba. Probablemente solo estuviera cumpliendo con su deber. Lo menos que podía hacer por él era aliviar su agonía.
Cuando pudo abrir los ojos de nuevo buscó tanto a su arma como a su adversario. Cuando encontró la primera respiró aliviado al ver sangre en su filo. Su enemigo se encontraba apoyado contra la pared de la cúpula. La sangre manaba a borbotones por una profunda herida que iba desde su hombro hasta más abajo de las costillas. Sus armas yacían en el suelo, fuera de su alcance.
Sabiendo que su adversario no sobreviviría a aquellas heridas el león cogió su arma y se dirigió hacia él.
- Has luchado bien. - Le dijo. Y era verdad. Había resultado ser un enemigo que, aunque de forma poco honorable, le había puesto en numerosas dificultades.
En ese momento la cúpula se abrió. Uno de los hombres bajo su mando, que se encontraba luchando contra Kohaku, corrió hacia su capitán al verle fatalmente herido. Pareció que este intentaba decir algo a su subordinado, pero el molesto pitido que aún tenía en los oídos impidió que el mink escuchara sus palabras.
Mientras tanto su compañero trató de interceptar al soldado en su camino hacia su capitán para así continuar con su enfrentamiento. El león se acercaría entonces a su enemigo caído y, deteniéndose a escasos metros de él, le diría:
- Si así lo deseas puedo aliviar tu sufrimiento y proporcionarte una muerte rápida e indolora.
Al cazarrecompensas no le gustaba el sufrimiento innecesario, y pese a que aquel hombre había tratado de matarle no le odiaba. Probablemente solo estuviera cumpliendo con su deber. Lo menos que podía hacer por él era aliviar su agonía.
- Resumen:
- Ofrecer a mi enemigo vencido terminar su agonía de forma rápida e indolora.
Freites D. Alpha
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Al fin dieron una señal de vida. Aquella bengala significaba que nuestras tropas estaban avanzando. Y no pude evitar sonreír. – Al parecer, mi trabajo aquí está hecho, buen señor. - Dije mostrándome bastante tranquilo, relajado y sonriente. – Pero… estoy disfrutando tanto de esto y me nutro tanto observándote luchar, que no quiero que se detenga. Ha pasado tanto tiempo desde que he tenido a alguien tan fuerte para pelear. – Hacia mucho tiempo que la sensación del calor había desaparecido de mi cuerpo, pero podía sentir como la sangre recorría mi cuerpo emocionado. Definitivamente la guerra es un lugar maravilloso donde ninguno puede ocultar quien realmente es.
Pero ahora la táctica tenía que ser diferente, mi oponente resulto ser alguien magnifico que pudo resistir mi combate a larga distancia. Con su impresionante y abrumadora fuerza ha deshecho mi intento de querer atraparlo y usar el cable caliente para cortarlo a la mitad. Además, ha enterrado algo en el suelo y justo al mismo tiempo la extraña maquinaria ha comenzado a reaccionar, no creo que sea una coincidencia.
Un cambio rápido de armas fue necesario. Mi mejor espada pedía a gritos luchar contra este hombre. Podía escucharla, así que rápidamente tome la espada y le coloque a Suzaku la Alabarda en una de las alforjas, aproveche ese momento para susurrarle. – Desentierra lo que acaba de enterrar. - Ya que la cosa se podía poner más difícil aun. El tiraría con fuerza, lo lógico era que soltara el enganche para evitar ser jalado. Pero no quería seguir viendo, quería seguir aprendiendo. Cada momento que el realiza los memorizo y analizo.
Pero ahora, yo quería hacer una de mis jugadas arriesgada.
De mi montura no lograras tumbarme, pues yo me dejo llevar tranquilamente. Me concentro y relajo mi cuerpo. Era mejor no oponer resistencia y aprovecharme de la su fuerza para lograr mi objetivo. Apunte directamente a su brazo y con la hoja gélida hice una onda punzante al menor rango posible para causar mucho daño. Su brutal corte contra mi técnica ¿me pregunto quién ganara.
Mientras tanto, mi súper ave esperaba tranquilamente que yo le generara una apertura para desenterrar el misterioso objeto. Esto cada vez se pone más peligroso ¡Que emoción!
Pero ahora la táctica tenía que ser diferente, mi oponente resulto ser alguien magnifico que pudo resistir mi combate a larga distancia. Con su impresionante y abrumadora fuerza ha deshecho mi intento de querer atraparlo y usar el cable caliente para cortarlo a la mitad. Además, ha enterrado algo en el suelo y justo al mismo tiempo la extraña maquinaria ha comenzado a reaccionar, no creo que sea una coincidencia.
Un cambio rápido de armas fue necesario. Mi mejor espada pedía a gritos luchar contra este hombre. Podía escucharla, así que rápidamente tome la espada y le coloque a Suzaku la Alabarda en una de las alforjas, aproveche ese momento para susurrarle. – Desentierra lo que acaba de enterrar. - Ya que la cosa se podía poner más difícil aun. El tiraría con fuerza, lo lógico era que soltara el enganche para evitar ser jalado. Pero no quería seguir viendo, quería seguir aprendiendo. Cada momento que el realiza los memorizo y analizo.
Pero ahora, yo quería hacer una de mis jugadas arriesgada.
De mi montura no lograras tumbarme, pues yo me dejo llevar tranquilamente. Me concentro y relajo mi cuerpo. Era mejor no oponer resistencia y aprovecharme de la su fuerza para lograr mi objetivo. Apunte directamente a su brazo y con la hoja gélida hice una onda punzante al menor rango posible para causar mucho daño. Su brutal corte contra mi técnica ¿me pregunto quién ganara.
Mientras tanto, mi súper ave esperaba tranquilamente que yo le generara una apertura para desenterrar el misterioso objeto. Esto cada vez se pone más peligroso ¡Que emoción!
- Resumen:
- - Utilizar mis reflejos fotográficos para repasar todos sus movimientos con mi mente y deducir que puedo copiar y que no.
- Indicar a Suzaku que desentierre esa cosa a la mínima oportunidad.
- dejarme jalar aprovechando el impulso para asestar mas fuerte mi técnica.
Abigail Mjöllnir
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Huh. Estaba segura de no haberlo matado solo con ese disparo. Sí, le había cercenado el brazo, pero la fuerza del calor del láser debería haber cauterizado la herida y aún así... así, sin más, se murió. Lo mismo con el resto de presencias que quedaban. Un chasquido dentro del casco y fuera, ¿tendrían alguna clase de bomba?
Antes de hacer nada, la cazadora guardó de nuevo sus armas y se arrancó la tela que cubría el brazo derecho, el que había sido atacado por aquella hoja cubierta de sustencia negra. Tras esto, utilizó algo de nieve para limpiarse antes de que se pudiera colar por algún rasguño que tuviera.
—Salid, quitadles los cascos, atad los cuerpos de pies y manos por si acaso, metedlos dentro y cerrad con llave. Ya se encargarán de identificarlos en la Marina —ordenó mientras terminaba de limpiarse el brazo, que devolvió a su forma totalmente humana. Sus habitantes obedecieron y empezaron a salir equipados con cuerdas y sábanas con las que pensaban atar a esos cadáveres después de quitarles el casco, no quería jugársela demasiado. Abi, sin embago, se quedó con el último que la había atacado, inspeccionándolo un poco más.
Al retirar el casco vio una muela en mal estado, espumarajos... alzó la vista y aquel que había inmovilizado al principio había muerto también. Puede que ella misma hubiera matado a algunos, pero esos dos últimos habían sido ejecutados de otra manera.
Chasqueó la lengua y empezó a revisarlo más a fondo. Provisiones, útiles de supervivencia, equipo de saboteo, armas ligeras que dejaron ver esa sustancia negra cuando fue a desenvainarlas. No usaba ese equipo pero podía guardárselo a Hazel o Kohaku.
—Lleváos todo esto dentro y guardadlo en un sitio distinto a los cadáveres. Tened mucho cuidado porque no sé qué hará eso, guardadlas en bolsas y dejadlas en un rincón —pidió. Sus habitantes obedecieron y tratarían de llevar la mayor cantidad de cuerpos posibles al interior de la fortaleza. Como les había pedido, los dejaron atados en un mismo lugar y alejados de todo su armamento por si acaso. También meterían todas esas armas ligeras en bolsas, bien alejadas también por si acaso. Ya se ocuparía de inspeccionarlos en otro momento, cuando tuvieran un rato de tranquilidad.
Y si antes sospechaba de una distracción, la conmoción que escuchó se lo confirmó. Una vez todos sus habitantes estuvieron dentro de la fortaleza, y sin revisar más el lugar de su combate se puso en marcha. Transformó sus piernas en orugas de tanque y arrancó, a toda velocidad, para hacer el camino de vuelta lo más rápido posible. No tardó en sacar su Portador de Luz. Si se habían colado... tendría que hacer alguna que otra demostración de poder para intimidarlos.
Antes de hacer nada, la cazadora guardó de nuevo sus armas y se arrancó la tela que cubría el brazo derecho, el que había sido atacado por aquella hoja cubierta de sustencia negra. Tras esto, utilizó algo de nieve para limpiarse antes de que se pudiera colar por algún rasguño que tuviera.
—Salid, quitadles los cascos, atad los cuerpos de pies y manos por si acaso, metedlos dentro y cerrad con llave. Ya se encargarán de identificarlos en la Marina —ordenó mientras terminaba de limpiarse el brazo, que devolvió a su forma totalmente humana. Sus habitantes obedecieron y empezaron a salir equipados con cuerdas y sábanas con las que pensaban atar a esos cadáveres después de quitarles el casco, no quería jugársela demasiado. Abi, sin embago, se quedó con el último que la había atacado, inspeccionándolo un poco más.
Al retirar el casco vio una muela en mal estado, espumarajos... alzó la vista y aquel que había inmovilizado al principio había muerto también. Puede que ella misma hubiera matado a algunos, pero esos dos últimos habían sido ejecutados de otra manera.
«Me han distraído»
Chasqueó la lengua y empezó a revisarlo más a fondo. Provisiones, útiles de supervivencia, equipo de saboteo, armas ligeras que dejaron ver esa sustancia negra cuando fue a desenvainarlas. No usaba ese equipo pero podía guardárselo a Hazel o Kohaku.
—Lleváos todo esto dentro y guardadlo en un sitio distinto a los cadáveres. Tened mucho cuidado porque no sé qué hará eso, guardadlas en bolsas y dejadlas en un rincón —pidió. Sus habitantes obedecieron y tratarían de llevar la mayor cantidad de cuerpos posibles al interior de la fortaleza. Como les había pedido, los dejaron atados en un mismo lugar y alejados de todo su armamento por si acaso. También meterían todas esas armas ligeras en bolsas, bien alejadas también por si acaso. Ya se ocuparía de inspeccionarlos en otro momento, cuando tuvieran un rato de tranquilidad.
Y si antes sospechaba de una distracción, la conmoción que escuchó se lo confirmó. Una vez todos sus habitantes estuvieron dentro de la fortaleza, y sin revisar más el lugar de su combate se puso en marcha. Transformó sus piernas en orugas de tanque y arrancó, a toda velocidad, para hacer el camino de vuelta lo más rápido posible. No tardó en sacar su Portador de Luz. Si se habían colado... tendría que hacer alguna que otra demostración de poder para intimidarlos.
- resumen:
» Primero que nada se arranca la manga derecha de sus ropas para asegurarse de que esa cosa negra no llega a su piel, además se limpia con nieve por si acaso.
» Inspecciona un poco y usa a sus habitantes para mover todos los cuerpos al interior de su fortaleza, donde los dejan aislados y atados de pies y manos, además de desarmarlos porsiacaso.
» También se llevan dentro todas las armas con sustancia negra que encuentran, con cuidado, buena letra, y guardándolas en bolsas para evitar goteos si los hubiera.
» Se pone en marcha hacia el campamento aliado, donde ha oído la conmoción, mientras empuña el arco.
Bizvan
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Por ahora las cosas se encontraban relativamente bien para el marine. Durante su avance se encontró con unos cuantos enemigos, a quienes empujó tal y como tenía planeado. No prestó demasiada atención a qué tipo de enemigos eran estas personas, en parte porque el tiempo no jugaba a su favor, también era ese pequeño sentimiento de miedo al imaginar que acaba de causar algo de daño a un aliado. Claro que el mantra le indicó que ninguna presencia era conocida, por tanto no debería haber problema, ¿Cierto? Cómo sea, ahora no era momento de divagar en pequeños detalles, cuando saliera de esta habría tiempo de sobra para atormentarse y pensar en todos los errores que cometió antes de dormir.
Al subir por la cubierta, su mantra le indicó la presencia de sus aliados, sin embargo solo fue capaz de identificar a la mitad de ellas, ¿Dónde se encontraban los otros? El corazón del marine comenzó a latir con fuerza ante la posible respuesta, prefería pensar que se encontraban bien, pero la realidad podía ser otra y había un detalle que le causaba dolor y frustración.
- Mierda. -el espadachín utilizó sus colgantes para llamar a sus esqueletos, y una vez estos se materializaron le dió órdenes.- Ayuden a los soldados del reino, maten a todo enemigo con el que se encuentren. -ni debería haber problema, los esqueletos contaban con la suficientemente inteligencia como para diferenciar aliados de enemigos, por ello Bizvan optó por dirigirse directamente hacia donde se encontraban el enemigo.
No estaba seguro de que número real fuese de quince, pero eso no importaba. Sin detenerse a reflexionar si era buena idea o prudente. Bizvan se lanzó directo hacia esos enemigos en específico. Su intención era llegar lo más pronto posible y si hacía falta crear su propio camino utilizando su espada.
Él quería aprovechar el factor sorpresa para acabar con la mayor cantidad de enemigos que le fueran posible en el primer encuentro, por lo cual se preparó para arrojar una onda cortante en cuanto viera a sus objetivos. Aún si solo era capaz de matar a uno, con llamar la atención del resto le era suficiente.
Al subir por la cubierta, su mantra le indicó la presencia de sus aliados, sin embargo solo fue capaz de identificar a la mitad de ellas, ¿Dónde se encontraban los otros? El corazón del marine comenzó a latir con fuerza ante la posible respuesta, prefería pensar que se encontraban bien, pero la realidad podía ser otra y había un detalle que le causaba dolor y frustración.
- Mierda. -el espadachín utilizó sus colgantes para llamar a sus esqueletos, y una vez estos se materializaron le dió órdenes.- Ayuden a los soldados del reino, maten a todo enemigo con el que se encuentren. -ni debería haber problema, los esqueletos contaban con la suficientemente inteligencia como para diferenciar aliados de enemigos, por ello Bizvan optó por dirigirse directamente hacia donde se encontraban el enemigo.
No estaba seguro de que número real fuese de quince, pero eso no importaba. Sin detenerse a reflexionar si era buena idea o prudente. Bizvan se lanzó directo hacia esos enemigos en específico. Su intención era llegar lo más pronto posible y si hacía falta crear su propio camino utilizando su espada.
Él quería aprovechar el factor sorpresa para acabar con la mayor cantidad de enemigos que le fueran posible en el primer encuentro, por lo cual se preparó para arrojar una onda cortante en cuanto viera a sus objetivos. Aún si solo era capaz de matar a uno, con llamar la atención del resto le era suficiente.
- Resumen:
- Invocar a sus esqueletos para que ayuden a los soldados.
Dirigirse hacia las quince presencias y preparar una onda onda cortante para lanzarla en cuanto los viera.
Claude von Appetit
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Akuma no mi
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Mientras Illje tiene un arrebato de orgullo, yo empiezo a trabajar. El doctor von Appetit no puede detenerse en medio del proceso creativo hacia el futuro. Agarro al pollo que ha comido hongo a la grillé y comienzo a experimentar con él. Al principio un test de reflejo visual con un lápiz, a ver si sigue este con mayor precisión que un pollo común. Ahora que lo pienso no tengo ni idea de los reflejos de un pollo común, así que cojo un segundo pollo, este "virgen" y me dispongo a hacer un estudio de corte inductivo sobre las nuevas capacidades de este animal.
El comportamiento incita a pensar que pueda mejorar la fuerza física, así que intento ejercer más peso desde su cuello hacia abajo, rodeándolo, de modo que deba evitar caerse de culo. Lo pruebo en el otro también. Voy anotando los resultados, pero me he metido tanto en mi papel de médico que no soy capaz de entender mi propia letra. Que me devore mi personaje está teniendo consecuencias indudablemente terribles sobre mi caligrafía, así que hago un redoblado esfuerzo para dibujar lenta y meticulosamente cada grafía. No obstante, adivina qué: No vale de nada. A lo mejor es que simplemente lo que estoy apuntando no tiene puñetero sentido. En cualquier caso, no importa; lo relevante son los resultados.
Estoy a punto de incendiar uno de los hongos cuando la conejita llama la atención. ¿De verdad tenemos que ir a ver reyes? ¿A estas horas del día, y con estas pintas? Todavía no me he revolcado en barro ni roto mis zapatos para fingir que soy un buen plebeyo... O como sea que se presenten los plebeyos ante los reyes -cuando no es con una afilada guillotina en la mano y una canción en el corazón, claro-. ¡Y ni siquiera está exigiéndolo adecuadamente!
- ¡Illje, no! -le regaño, rebuscando entre mi morral-. ¡No se hace así!
No es complicado sacar un par de diademas. No sé por qué llevo esto encima, pero después de encontrar un pulpo vivo aquí creo que ya sabemos que debería ordenarlo más a menudo. Pero lo importante, que a mí me parece fundamental, es que tengo mis diademas con antenitas y puedo ponérnoslas antes de comenzar a dar un breve pero potente discurso.
- ¡Saludos, terrícolas! -exclamo, haciendo un par de peinetas que en algún sitio he visto que significan "paz entre los mundos". Es curioso, porque hasta entonces yo solía pensar que servían para mandar al carajo-. ¡Somos Claudicus e Illjenia, habitantes de la octava luna de Júpiter! ¡Estábamos paseando por el barrio intergaláctico cuando hemos visto a bien salvar vuestra vida de seres semi-inteligentes usando lo que en vuestra lengua es "ave-de-corral", aunque nosotros la conocemos como "ser-francamente-alucinante-a-nivel-estético". -Señalo a los pollos. No son los mejores especímenes, pero los que están sanos se ven bastante bien-. Os hemos ayudado por el bien de nuestra conciencia de ente superior y ahora deseamos tener audiencia con vuestros gobernantes, los "seguro-que-no-son-tan-endógamos", para explicarles el riesgo que han corrido. Y puede que para poner nuestra bandera como seres galácticos y superiores que somos. Id avisándolos para que bajen. Gracias.
Guiño un ojo a Illje, y ahora sí que sí, voy a calcinar los hongos. Una vez muertos podremos cocinar.
El comportamiento incita a pensar que pueda mejorar la fuerza física, así que intento ejercer más peso desde su cuello hacia abajo, rodeándolo, de modo que deba evitar caerse de culo. Lo pruebo en el otro también. Voy anotando los resultados, pero me he metido tanto en mi papel de médico que no soy capaz de entender mi propia letra. Que me devore mi personaje está teniendo consecuencias indudablemente terribles sobre mi caligrafía, así que hago un redoblado esfuerzo para dibujar lenta y meticulosamente cada grafía. No obstante, adivina qué: No vale de nada. A lo mejor es que simplemente lo que estoy apuntando no tiene puñetero sentido. En cualquier caso, no importa; lo relevante son los resultados.
Estoy a punto de incendiar uno de los hongos cuando la conejita llama la atención. ¿De verdad tenemos que ir a ver reyes? ¿A estas horas del día, y con estas pintas? Todavía no me he revolcado en barro ni roto mis zapatos para fingir que soy un buen plebeyo... O como sea que se presenten los plebeyos ante los reyes -cuando no es con una afilada guillotina en la mano y una canción en el corazón, claro-. ¡Y ni siquiera está exigiéndolo adecuadamente!
- ¡Illje, no! -le regaño, rebuscando entre mi morral-. ¡No se hace así!
No es complicado sacar un par de diademas. No sé por qué llevo esto encima, pero después de encontrar un pulpo vivo aquí creo que ya sabemos que debería ordenarlo más a menudo. Pero lo importante, que a mí me parece fundamental, es que tengo mis diademas con antenitas y puedo ponérnoslas antes de comenzar a dar un breve pero potente discurso.
- ¡Saludos, terrícolas! -exclamo, haciendo un par de peinetas que en algún sitio he visto que significan "paz entre los mundos". Es curioso, porque hasta entonces yo solía pensar que servían para mandar al carajo-. ¡Somos Claudicus e Illjenia, habitantes de la octava luna de Júpiter! ¡Estábamos paseando por el barrio intergaláctico cuando hemos visto a bien salvar vuestra vida de seres semi-inteligentes usando lo que en vuestra lengua es "ave-de-corral", aunque nosotros la conocemos como "ser-francamente-alucinante-a-nivel-estético". -Señalo a los pollos. No son los mejores especímenes, pero los que están sanos se ven bastante bien-. Os hemos ayudado por el bien de nuestra conciencia de ente superior y ahora deseamos tener audiencia con vuestros gobernantes, los "seguro-que-no-son-tan-endógamos", para explicarles el riesgo que han corrido. Y puede que para poner nuestra bandera como seres galácticos y superiores que somos. Id avisándolos para que bajen. Gracias.
Guiño un ojo a Illje, y ahora sí que sí, voy a calcinar los hongos. Una vez muertos podremos cocinar.
- Resumen:
«Joder… Bien hecho, Hazel. Ya la has liado». Se dijo a sí misma en un momento de pánico cuando el sonido metálico de la puerta le confirmó que estaba atrapada. Vale, había leído las instrucciones. Obviamente. Pero no pensaba que por encender el motor toda la sala de alguna forma estuviera preparada para un suspuesto… ¿Despegue? Inmersión más bien. ¿De verdad por querer ver que hace iba a tener tan mala suerte? «Joder. A ver, calma. No eres gilipollas puedes arreglarlo. Piensa». Se regañó a sí misma, viendo como el agua se empezaba a filtrar dentro de la nave. Si había sido su culpa… Lo mismo podía sacar el submarino del barco y ya. ¿Qué tan difícil podía ser?
—Bueno, no nos precipitemos, pero no me queda tiempo. ¿Qué botón abría la escotilla? El agua no parece ir muy rápido. Vale a ver. Vamos a hacer esto, Hazel. Marcha atrás para que el trasto este vuelva a estar junto al suelo. Soltar la manguera, y cerrar lo del combustible. Lo tienes. Luego vuelves a entrar. —Miró al indicador del carburante. Esperaba tener suficiente suerte como para que el jodido submarino tuviera suficiente combustible. Si no lo hacía no valdría de nada su idea. —Y bueno, si no no lo soltamos. No sé si soy yo la que ha activado esto. Pero si lo he sido y me quedo sin oxígeno será malo. Agh. Joder…
No tenía mucho tiempo para dudas, así que tras mirar el nivel de carburante, haría eso: Marcha atrás sin chocarse, quitar la manguera, cerrar o taponar la entrada de la manguera, si tenía con qué y volver a meterse en el submarino antes de que este se viera cubierto del todo de agua. Cerrar y prepararse para intentar salir. Una vez fuera solo tenía que ir hacia arriba, ¿no? Aunque solo se propulsaría hacia la compuerta cuando estuviera segura de que nadie iba a entrar dentro del navío por la compuerta. Al parecer lo de probar las comunicaciones no iba a funcionar después de todo.
—Cuando salga de estas pienso cortar los huevos a quien diseñó todo este puto entramado y obligarle a comérselos —aseguró para si misma, concentrada en lo que estaba haciendo. Intentando memorizar lo más rápido y mejor que podía los controles mientras dejaba los minutos pasar—. Y al que diseñó el interior de este armatoste, también. Lo único bueno de aquello era que si salía bien, podría ofrecerle el submarino a Abigail, quien le daría mejor uso que ella. O incluso venderlo y sacar tajada con ello para compensar que de momento todo le estuviera saliendo como el culo. Si es que tendría que haber seguido el otro puto camino.
—Bueno, no nos precipitemos, pero no me queda tiempo. ¿Qué botón abría la escotilla? El agua no parece ir muy rápido. Vale a ver. Vamos a hacer esto, Hazel. Marcha atrás para que el trasto este vuelva a estar junto al suelo. Soltar la manguera, y cerrar lo del combustible. Lo tienes. Luego vuelves a entrar. —Miró al indicador del carburante. Esperaba tener suficiente suerte como para que el jodido submarino tuviera suficiente combustible. Si no lo hacía no valdría de nada su idea. —Y bueno, si no no lo soltamos. No sé si soy yo la que ha activado esto. Pero si lo he sido y me quedo sin oxígeno será malo. Agh. Joder…
No tenía mucho tiempo para dudas, así que tras mirar el nivel de carburante, haría eso: Marcha atrás sin chocarse, quitar la manguera, cerrar o taponar la entrada de la manguera, si tenía con qué y volver a meterse en el submarino antes de que este se viera cubierto del todo de agua. Cerrar y prepararse para intentar salir. Una vez fuera solo tenía que ir hacia arriba, ¿no? Aunque solo se propulsaría hacia la compuerta cuando estuviera segura de que nadie iba a entrar dentro del navío por la compuerta. Al parecer lo de probar las comunicaciones no iba a funcionar después de todo.
—Cuando salga de estas pienso cortar los huevos a quien diseñó todo este puto entramado y obligarle a comérselos —aseguró para si misma, concentrada en lo que estaba haciendo. Intentando memorizar lo más rápido y mejor que podía los controles mientras dejaba los minutos pasar—. Y al que diseñó el interior de este armatoste, también. Lo único bueno de aquello era que si salía bien, podría ofrecerle el submarino a Abigail, quien le daría mejor uso que ella. O incluso venderlo y sacar tajada con ello para compensar que de momento todo le estuviera saliendo como el culo. Si es que tendría que haber seguido el otro puto camino.
- resumen:
- • Maldecir para sus adentros porque ella esperaba poder cotillear los mandos del submarino sin provocar que la sala empezara a inundarse.
• Paniquear muy fuertemente y ponerse a pensar sus opciones, optando por salir del submarino un momento, mientras el agua empieza a llenar la sala, después de volver a acercar el culo de este a donde estaba aparcado, quitar la manguera y taponar la entrada de combustible como buenamente pudiera.
• Al acabar, meterse de nuevo en el submarino y prepararse para lo peor, ya fuera salir al mar abierto o que alguien entrara en la sala y el agua se volviera por donde había llegado.
Ryuichi Ichiban
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El Meteoro Impacto dio de lleno en el pequeñajo, mandando su arco lejos de si. El gigante sonrió en celebración, no sin antes darse cuenta de que algo... Olía a quemado. ¿Estaban cocinando cerdo cerca? Podría acercarse a pedir algo de comida una vez acabase con ese tío, seguramente la necesitara para retomar algo de energías. Sin embargo, resultó estar equivocado cuando sintió un... calor. Y cierto dolor. Tenía el pelo en llamas. Chasqueó la lengua.
Ese hijo de perra le estaba haciendo daño a una mole como él, pero no iba a dejar que lo pensase, no señor. Empezó a correr hacia él viendo como empezaba a preparar su ataque. Parecía ser una especie de modificado. Había oído hablar de gente que se metía cosas raras en el cuerpo para poder hacer cosas raras con ellas, pero... Le parecía estúpido. No tenía ningún mérito ganar a alguien solo porque tenías la capacidad de disparar fuego por el culo.
Justo antes de llegar a él, colocó los brazos frente a sí y se tiró al suelo de cabeza, quedando haciendo el pino con los antebrazos y, con suerte, apagando el fuego de su cabeza con el suelo. Sus brazos y cabeza se arrastraron por el suelo hasta él y en su espalda recibió todas las púas. Sintió el dolor punzante entrar en su carne, bastante más severo. Tendría que pedirle ayuda a alguno de sus amigos para que le quitasen las púas después y seguro que le iba a doler más de lo que le está doliendo ahora. Sin embargo, ahora no era el momento de preocuparse por eso.
Estaba haciendo el pino, con la espalda recibiendo todos esos ataques, y moviéndose hacia su enemigo. Simplemente se dejó caer, buscando aplastarle con todo su peso.
Ese hijo de perra le estaba haciendo daño a una mole como él, pero no iba a dejar que lo pensase, no señor. Empezó a correr hacia él viendo como empezaba a preparar su ataque. Parecía ser una especie de modificado. Había oído hablar de gente que se metía cosas raras en el cuerpo para poder hacer cosas raras con ellas, pero... Le parecía estúpido. No tenía ningún mérito ganar a alguien solo porque tenías la capacidad de disparar fuego por el culo.
Justo antes de llegar a él, colocó los brazos frente a sí y se tiró al suelo de cabeza, quedando haciendo el pino con los antebrazos y, con suerte, apagando el fuego de su cabeza con el suelo. Sus brazos y cabeza se arrastraron por el suelo hasta él y en su espalda recibió todas las púas. Sintió el dolor punzante entrar en su carne, bastante más severo. Tendría que pedirle ayuda a alguno de sus amigos para que le quitasen las púas después y seguro que le iba a doler más de lo que le está doliendo ahora. Sin embargo, ahora no era el momento de preocuparse por eso.
Estaba haciendo el pino, con la espalda recibiendo todos esos ataques, y moviéndose hacia su enemigo. Simplemente se dejó caer, buscando aplastarle con todo su peso.
- Resumen:
- Parar las púas con la espalda haciendo el pino (au, duele) e intentar caerme encima del señor
Zira
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La chica logró zafarse del barro, ahora tocaba alcanzar a ese desgraciado, estaba más que molesta, además el hombre parecía no percatarse de ella, eso era mil veces más molesto. –Maldito… no te me vas a escapar. –No lo iba a perder de vista, ya se le había escapado el puto rengo hace dos semanas, no iba a permitir que le vuelva a pasar lo mismo. El tipo se adentro en una arboleda, eso daba igual, era un terreno más ventajoso para Zira, eso sí, tuvo que pegar un salto para esquivar el barro, ni loca caería allí de nuevo.
Todavía estaba lejos el maldito, pero la chica tenía una reserva de energía ilimitada, no se le iba a escapar de ningún modo. ¿Qué? ¿Se detuvo? Más fácil para ella, lo iba a cortar en pedazos, o eso pensaba hacer, pero se detuvo al ver que más piratas salieron de los arbustos. ¿Qué pasaba aquí? Zira optó por reprimirse, no era estúpida, sabe cuando está en desventaja, si esos piratas eran sus aliados la tendría muy difícil. Decidió quedarse oculta detrás de un árbol, puso su oído derecho para escuchar lo que tenían por decir.
Todavía estaba lejos el maldito, pero la chica tenía una reserva de energía ilimitada, no se le iba a escapar de ningún modo. ¿Qué? ¿Se detuvo? Más fácil para ella, lo iba a cortar en pedazos, o eso pensaba hacer, pero se detuvo al ver que más piratas salieron de los arbustos. ¿Qué pasaba aquí? Zira optó por reprimirse, no era estúpida, sabe cuando está en desventaja, si esos piratas eran sus aliados la tendría muy difícil. Decidió quedarse oculta detrás de un árbol, puso su oído derecho para escuchar lo que tenían por decir.
- Resumen:
- -Zira lo siguió por todos lados, y cuando salieron los demás hombres vestidos de piratas, decidió mantenerse oculta y puso su oído bueno para escuchar.
Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- Abi, Braud y Roland:
- Roland, tu embate lo pilla desprevenido, tanto que suelta el arma. Ambos acabáis en el suelo y sí, tienes fuerza para mantenerlo ahí, pero joder, al primer cabezazo ya te cuestionas si ese tío es humano. No es que los cabezazos no le afecten, pero parece que te estás haciendo tanto daño a tí como lo está recibiendo él. Es más, parece que lejos de resistirse él también pone fuerza para chocar su cabeza contra la tuya. Haciendo que esto parezca una lucha entre cabras poco agraciadas y con más sangre.
Entre tanto Braud. Tan loco como suene tu plan, parece que le pillas por sorpresa, caes encima con todo tu peso y le das a probar un poco de su propia medicina. Cuando te levantas no puedes evitar notar que te cuesta hacer algunos movimientos, dado que te has clavado todavía más las púas que tenías. Pero él está en peor forma. Respira, pero está inconsciente, no tiene pinta de que vaya a ningún sitio. Ah, cierto, tendrás menos fuerza con con todo lo que requiera usar los músculos de la espalda (Puñetazos incluidos) hasta que recibas tratamiento.
Abi, no me he olvidado de tí. Notas mucho más movimiento en el campamento cuando te acercas. Al llegar puedes escuchar disparos y ver que los soldados y marines están formando en las trincheras lanzando andanada tras andanada. Al observar el campo de batalla colina abajo puedes verlo. Han superado ya la mitad del camino y se acercan. Dos grandes estatuas que se asemejan a Komainus de la isla de Wano lideran la marcha frente a soldados de arcilla que toman cobertura tras estos. De todas formas notas enseguida que todo esto no es más que carne de cañón, sacrificios prescindibles para evitar que los piratas que marchan detrás salgan heridos. Por lo que ves las estatuas son inmunes a las balas, el fuego de armas pesadas ha abierto algún que otro agujero en su pétrea piel, pero siguen adelante. Si nadie los detiene dentro de poco llegarán al campamento.
- Hazel, Raion y Kohaku:
- Kohaku se lanza a por el oficial por un lado, justo en el momento en el que este está al lado de su capitán. A ver que Kohaku no le dejará atender sus heridas su atención se desvía, frena el corte con un fluido movimiento de su arma, es casi como si la fuerza que pusiste en este se hubiera evaporado al entrar en contacto con su arma. Tras eso… notas como si el tiempo se detuviera en cuanto tus ojos se encuentran con unos que deletrean “muerte”. Es como si el viento y el oleaje hubieran dejado de moverse y sólo os movierais los dos, aunque notas que la estocada que va a dar va más rápido que la tuya. Por un breve instante te da la impresión de que precisamente ese contraataque era la peligrosa jugada que estaba preparando, y la ira por evitar que socorra a su capitán sólo ha empeorado la situación. De todas formas cuando el capitán levanta la mano su ataque se desvía y en vez de dar a matar choca con tu espada, desviando la estocada.
El capitán alza la mano y se señala la cabeza mientras mira a Raion con una débil sonrisa, dando el mensaje de que lo haga rápido. Pero antes de que el mink levante el arma aparece un invitado inesperado. Un perro, de tamaño mediano y pelo rizado camina por cubierta hasta el capitán con una pelota en la boca. Con unos gimoteos tristes la deja al lado y le empuja con el hocico
- ¿Qué demonios Fido?... ¿No ves que me estoy muriendo? - Comenta con una voz débil. - Está bien, una última vez.
El capitán agarra la pelota con la mano buena, y trata de lanzarla, pero no le quedan fuerzas más que para que esta caiga de su mano y ruede lentamente por cubierta. Su brazo cae inerte y sus ojos comienzan a volverse vidriosos.
En ese momento, cuando la pelota rueda hasta tocar el pie de Raion estalla en una pantalla de un denso humo púrpura. En cuestión de segundos (Y me imagino que gracias a la ayuda de Raion) se disipa, pero ya sólo quedan los soldados muertos sobre la cubierta, cerca de una docena. El resto se ha esfumado sin dejar rastro y de ellos no queda ni el olor. Kohaku, si miras detrás de tí, por donde se supone que dio la estocada del oponente, verás que una pared del barco tiene un agujero limpio.
Por otra parte, Hazel. Te cuesta algo de tiempo hacerlo todo, pero no tienes problema en dar marcha atrás, salir para desenganchar la manguera. Por suerte esta tiene un sistema que hace que se tapone cuando no está conectada, así que no te rocía de combustible. Vuelves sin más contratiempo que unos pies mojados y revisas los controles rápidamente.
Por lo que ves son bastante intuitivos, no tendrías problemas en manejar el trasto. Ahora sólo te toca esperar a que la sala se inunde. Cuando el agua llega al techo se empieza a abrir la compuerta. Por suerte para tí no hay nadie esperando salvo una figura… de unos tres o cuatro metros que parece estar revoloteando alrededor de unos peces. Si lo has visto antes parece el pequeño rey marino bebe que tiene Raion. Por lo demás está todo despejado y puedes salir. En cuanto se da cuenta de tu presencia da un par de vueltas a tu alrededor y tras eso se sumerge hasta quedar debajo del barco, en una zona que queda fuera de tu vista, a lo mejor ha encontrado algo, o puede que más peces.
Mientras tanto, entre las olas… literalmente una cáscara de nuez con una servilleta a modo de vela flota más a merced de la corriente que de otra cosa.
- ¡Remad cretinos remad! - Comenta con tono de hormiga una voz familiar que debería sonar con menos vitalidad.
- Capitán Doria, no debería hacer esfuerzos, tiene varias costillas rotas. - Le recuerda el primer oficial Andrei
- Esto no es nada… aunque casi me muero. Menos mal que hice más pequeña la herida y más grande la sangre, sino no hubiera colado, además eso me recuerda. - Mira al perro, el cual mordisquea uno de los remos y lo mueve como si ayudase a remar. - Fido eres un actor pésimo, casi nos descubren.
- ¿Cree que ha sido buena idea retirarse? hemos dejado el barco, perdido varios hombres.
- Es una pena, pero es mejor que seguir las órdenes de Payne. Me ha llegado cierta información y no nos habían contado toda la verdad, lo que sea que buscan no está en Sakura, ni estará. Hubiéramos perdido a todos los hombres de quedarnos a luchar sus guerras, y el barco lo dí por perdido en cuanto instalaron esa cosa. En fin, pon rumbo al punto de extracción, nos encontraremos con el otro submarino y nos largamos de aquí.
Y con una orden los hombres del tamaño de hormigas ponen rumbo lejos del barco que ahora han perdido.
- Bizvan:
- Cuando sales te encuentras con la siguientes escena. Quince piratas enemigos apuntan a la puerta, los soldados aliados están desarmados y de espaldas al enemigo, haciendo de escudo humano. Los esqueletos son rápidos, el hecho de que nadie se lo esperase hace que muchos de ellos les disparen por miedo antes que disparar a los rehenes.
Esto te da el tiempo necesario para salir y (me imagino que para no dañar a ningún aliado) pillar desde un flanco a los enemigos. Entre los esqueletos y tu ataque acabáis con unos siete de ellos sin mucho problema. De los que quedan dos de ellos sueltan las armas y echan a correr, mientras que los otros seis deciden enfrentarse. Se van a lanzar, pero algo los detiene. La nave entera tiembla con un estruendo que viene de sus entrañas. Tras este os invade un silencio sepulcral en el que todo el mundo se empieza a cuestionar si es buena idea perder el tiempo aquí.
- Freites y Zira:
- Freites, te dejas llevar por el tirón y aprovechas la fuerza para acercarte. Has tomado un riesgo y este se ve recompensado con sangre. Una herida aparece en el brazo de tu adversario, su arma ha salido disparada por los aires hacia arriba. El corte es relativamente profundo, lo suficiente como para darle problemas con el brazo del arma, pero no tanto como para que pierda la función de este.
Por fin logras que retroceda unos pasos. Mira al acantilado, no muy lejos de donde estaba la bengala y hace una señal con el brazo a sus hombres, quienes empiezan a replegarse.
- Bien, ha sido un placer pero me temo que tengo que marcharme. - Comenta mientras mira alrededor. - Buen día caballero.
Agarra el escudo y lo eleva por encima de su cabeza, para luego lanzar un potente golpe con este al suelo y saltar sobre su reverso. Si has observado ese escudo sabrás que esas placas explotan, así que te puedes imaginar la potencia que tendrá si estallan todas las que quedan a la vez. La explosión es brutal y el hombre sale despedido sobre su escudo como un cohete, debajo de él ha quedado un enorme y humeante cráter que no tarda en empezar a llenarse de agua. Tu ave por su parte ha desenterrado un grueso disco metálico con un par de asas y una espoleta armada… tiene pinta de ser una mina terrestre. Por cierto, cuando miras a tu alrededor puedes ver que se han formado corrientes de viento casi huracanadas, con unas nubes negras en miniatura las cuales chisporrotean con electricidad. Estas se elevan varios metros por encima de los aparatos que las generan. Ves como el arma de tu oponente cae casi en vertical, pero cuando llega a la altura de las nubes varios rayos salen de las nubes, electrocutando el arma metálica.
Zira, te paras a escuchar lo que ocurre.
- Bien. Veo que todos seguís vivos y habéis mandado la señal. Sólo falta él, aunque conociéndolo seguro que se está divirtiendo. - Comenta al que has seguido mientras todos se empiezan a quitar parte del atuendo pirata para quedar con algo más parecido a un uniforme. - Si habéis visto lo que está ocurriendo será mejor volver al campamento y ayudar, además es mejor no estar en la playa cuando el general de la señal.
- Recuérdame que invite a todos los del equipo que iba por los acantilados a una ronda, gracias a ellos nadie nos ha visto hacer nuestro trabajo. - Comenta otro mientras terminan de organizarse.
El grupo no tarda mucho en ponerse de acuerdo y marchar por el bosque, la arboleda se va volviendo más densa cuesta arriba, si quieres seguir viéndolos tendrás que seguirlos… aunque lo que han dicho levanta muchas alarmas.
- Claude e Ilje:
- Lo cierto es que por un momento el jolgorio se detiene. ¿Cómo que se rindan? ¿Pero no estabais allí para ayudarles como médicos? Sea como sea, y aunque la mayoría desecha en un instante la posibilidad de que seáis enemigos con turbio planes ocultos detrás de una buena acción, los más suspicaces ̶que siempre los hay̶, esbozan una mueca de evidente disgusto. De cualquier modo, no dicen nada por el momento y se miran entre si y al que debe llevar la voz cantante en el escuadrón, batallón o lo que sea.
En cuanto a Claude, lo cierto es que por mi parte esperaba ver más sorpresa y desconcierto en quienes escuchan tu discurso intergaláctico, pero lo cierto es que parecen estar acostumbrándose a… bueno, ti; tú me entiendes. La cuestión es que puede que seas un pirado a sus ojos, pero no dejas de ser el pirado que les ha salvado. Bueno, los dos, pero esta parte de la moderación va para ti. En cuanto al pollo, nada parece indicar que se esté convirtiendo en un superpollo ni nada parecido, como si inutilizar al hongo funcionase tanto para bien como para mal. ¿Quién sabe?
Finalmente os sacan de las catacumbas del castillo y os dirigen hacia dependencias situadas en una posición más alta dentro de la fortaleza. La austeridad sigue siendo el elemento predominante de la fortificación en la que reside la familia real de Sakura, pero aparecen ciertos detalles que hacen del lugar algo más parecido a un castillo como Dios manda. Ya sabéis, algún retrato familiar y alguna que otra lámpara colgante repleta de brillitos.
Finalmente llegáis a un corredor que lleva hasta una gran puerta que sin duda debe ser algo así como el salón del trono. Sin embargo, cuando pensáis que el portón se va a abrir un sonido a vuestra izquierda revela que se espera de vosotros que accedáis a una estancia accesoria. Dentro hay tres muchachos de diferente, debiendo rondas la veintena el mayor de ellos.
̶He sido puesto al tanto de la inestimable ayuda que habéis prestado al reino de Sakura ̶dice, inclinando la cabeza a continuación en ceremonial gesto de reconocimiento̶. Mi nombre es Mortimer, hijo del rey Claus. En estos momentos mi padre y mi hermana no se encuentran en el castillo. Son tiempos algo convulsos y asuntos de vital importancia reclaman su atención, pero yo os atenderé en su lugar. Decidme, ¿qué puedo hacer por vosotros?
Roland von Klauswitz
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Joder, vaya cabeza dura tenía ese hijoputa. Roland no sabía si le estaba haciendo daño o si solo lo despeinaba. Había creído que con un par de cabezazos bien dados le espachurraría el cráneo hasta dejarlo medio muerto, pero nada más lejos. Era como golpear el casco de un barco o el caparazón de una foca rocosa de Ártica.
-¡Muérete, cabrón!
A lo mejor estaba perdiendo tanta sangre que ya no tenía ni fuerzas. La herida de la pierna le dolía a rabiar. Eso añadía más leña a su enfado, pero se temía que también pudiera estar debilitándolo. Mierda, cuantísimo necesitaba un trago. Iba a gastarse la recompensa de ese tipo en pillarse una cogorza como nunca. Claro que para eso tenía que liquidarlo primero.
Empezaba a marearse con tanto golpe. Notaba la sangre manar de un tremendo dolor de cabeza y deslizarse por su cara. Roland tiró un gapo, medio saliva y medio sangre, sin molestarse en apuntar hacia otro lado y trató de enfocar bien la vista. ¿Seguía atizándole? No era mala idea, pero empezaba a estar cansado. Blitz Escupitajos solía decir que tenía más grasa que arterias y por eso se cansaba rápido, pero los enanos no eran de fiar, y menos aún los tartajas. Eso no quería decir que no necesitase un respiro.
Decidido a acabar rápido, Roland desempolvó la Nodriza, la táctica mataempollones más famosa de su repertorio cuando no iba al instituto. Cambió de posición y se dejó caer hacia abajo para aplastar la cara de pirata con sus grandes pectorales de hombre y asfixiarlo. Con los estudiosos repelentes que iba al colegio se quitaba la camiseta y les obligaba a amorrarse a su tetaza, pero no creía que hiciese falta. Si no había nadie para reírse como que perdía gracia la cosa. Se conformaría con cargárselo con su peso y ya luego se reiría él solo.
-¡Muérete, cabrón!
A lo mejor estaba perdiendo tanta sangre que ya no tenía ni fuerzas. La herida de la pierna le dolía a rabiar. Eso añadía más leña a su enfado, pero se temía que también pudiera estar debilitándolo. Mierda, cuantísimo necesitaba un trago. Iba a gastarse la recompensa de ese tipo en pillarse una cogorza como nunca. Claro que para eso tenía que liquidarlo primero.
Empezaba a marearse con tanto golpe. Notaba la sangre manar de un tremendo dolor de cabeza y deslizarse por su cara. Roland tiró un gapo, medio saliva y medio sangre, sin molestarse en apuntar hacia otro lado y trató de enfocar bien la vista. ¿Seguía atizándole? No era mala idea, pero empezaba a estar cansado. Blitz Escupitajos solía decir que tenía más grasa que arterias y por eso se cansaba rápido, pero los enanos no eran de fiar, y menos aún los tartajas. Eso no quería decir que no necesitase un respiro.
Decidido a acabar rápido, Roland desempolvó la Nodriza, la táctica mataempollones más famosa de su repertorio cuando no iba al instituto. Cambió de posición y se dejó caer hacia abajo para aplastar la cara de pirata con sus grandes pectorales de hombre y asfixiarlo. Con los estudiosos repelentes que iba al colegio se quitaba la camiseta y les obligaba a amorrarse a su tetaza, pero no creía que hiciese falta. Si no había nadie para reírse como que perdía gracia la cosa. Se conformaría con cargárselo con su peso y ya luego se reiría él solo.
- Resumen:
- Trucos de abusón Volumen I
Abigail Mjöllnir
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Escuchaba demasiado movimiento conformo se acercaba de vuelta al campamento. Al llegar, utilizó el catalejo para ver bien a qué o quién se estaban enfrentando. ¿Bestias? Las balas comunes no funcionaban y las pesadas, aunque sí lograban perforar, no parecían hacerles ningún daño. Con semejante muro frente a ellos los piratas no tardarían demasiado en llegar. También reconoció el material que se desprendía. Arcilla, como la estalactita que arrancó el ser fúngico de las montañas. La cazadora sonrió, ese hombre estaba por ahí, Charles Álgerie.
—Ya han cruzado la mitad... tendré que ir —murmuró antes de volver a acelerar. Para no caer en las trincheras, Abi deshizo la transformación de sus piernas y avanzó a la carrera normal.
—¡Abrid paso y quedaos detrás de mí, no puedo garantizar la seguridad de quien se quede entre mí y los invasores, de momento limitaos a bombardearlos! —exclamó mientras pasaba sobre las trincheras para que no le dispararan sin querer. Su intención era continuar avanzando hasta poder colocarse a unos sesenta metros, aproximadamente, de aquellas dos bestias orientales que servían de cebo. Su misión era bien sencilla y evidente: barrerlas del mapa para dejar a los piratas al descubierto. Si lo lograba, los soldados de Sakura podrían continuar su trabajo de repeler a los asaltantes.
Se aseguró de que había acoplado el Tempestas al arco que ya había sacado antes. Sin usar ningún proyectil a la vista estiró la cuerda del arco, tensándolo todo lo posible. Respiró hondo, y recordó las lecciones que le dieron en el Cipher Pol. Seguramente cierto agente perdería los papeles si la viera ahora mismo, ¿notaría, donde estuviera, que estaba usando armamento de su agencia? Tras un par de segundos de dejar la cuerda tensa para poder apuntar en condiciones soltó la cuerda.
Como recompensa por su trabajo para el Gobierno Mundial le habían enseñado a utilizar ese disparo para aprovechar su habilidad con el clima y las armas de largo alcance. La cuerda del arco golpeó el aire con una fuerza absurda, disparando así un proyectil de aire de cuatro centímetros de grosor y que se podía ver por la distorsión espacial que producía. Se había posicionado a unos sesenta metros, de forma que el proyectil tardaría menos de un segundo en hacer impacto en el lugar que había marcado como objetivo: el centro de la estatua. Aquel era su Bowgan, un disparo de aire lo bastante fuerte como para atravesar diez centímetros de acero sin problema y dejar un señor agujero. Si la arcilla era frágil esperaba que el disparo pudiera atravesar no solo a la bestia pétrea, si no a quien estuviera detrás.
En cuanto a la otra bestia... Abrió tres ventanas en su pecho y estableció un radio de cúpula de tres metros. Sin embargo, estas ventanas no darían a su capilla, no. Esta vez pertenecían a la estancia donde había dejado preparados los cañones. Así, sus habitantes los moverían para poder apuntar a la segunda bestia pétrea. Cuando estuvieron más o menos seguros disparararon los tres cañones una vez para intentar deshacerse de los komainu.
Si no funcionaba... tendría que pasar al plan B, fuera cual fuera.
—Ya han cruzado la mitad... tendré que ir —murmuró antes de volver a acelerar. Para no caer en las trincheras, Abi deshizo la transformación de sus piernas y avanzó a la carrera normal.
—¡Abrid paso y quedaos detrás de mí, no puedo garantizar la seguridad de quien se quede entre mí y los invasores, de momento limitaos a bombardearlos! —exclamó mientras pasaba sobre las trincheras para que no le dispararan sin querer. Su intención era continuar avanzando hasta poder colocarse a unos sesenta metros, aproximadamente, de aquellas dos bestias orientales que servían de cebo. Su misión era bien sencilla y evidente: barrerlas del mapa para dejar a los piratas al descubierto. Si lo lograba, los soldados de Sakura podrían continuar su trabajo de repeler a los asaltantes.
Se aseguró de que había acoplado el Tempestas al arco que ya había sacado antes. Sin usar ningún proyectil a la vista estiró la cuerda del arco, tensándolo todo lo posible. Respiró hondo, y recordó las lecciones que le dieron en el Cipher Pol. Seguramente cierto agente perdería los papeles si la viera ahora mismo, ¿notaría, donde estuviera, que estaba usando armamento de su agencia? Tras un par de segundos de dejar la cuerda tensa para poder apuntar en condiciones soltó la cuerda.
Como recompensa por su trabajo para el Gobierno Mundial le habían enseñado a utilizar ese disparo para aprovechar su habilidad con el clima y las armas de largo alcance. La cuerda del arco golpeó el aire con una fuerza absurda, disparando así un proyectil de aire de cuatro centímetros de grosor y que se podía ver por la distorsión espacial que producía. Se había posicionado a unos sesenta metros, de forma que el proyectil tardaría menos de un segundo en hacer impacto en el lugar que había marcado como objetivo: el centro de la estatua. Aquel era su Bowgan, un disparo de aire lo bastante fuerte como para atravesar diez centímetros de acero sin problema y dejar un señor agujero. Si la arcilla era frágil esperaba que el disparo pudiera atravesar no solo a la bestia pétrea, si no a quien estuviera detrás.
En cuanto a la otra bestia... Abrió tres ventanas en su pecho y estableció un radio de cúpula de tres metros. Sin embargo, estas ventanas no darían a su capilla, no. Esta vez pertenecían a la estancia donde había dejado preparados los cañones. Así, sus habitantes los moverían para poder apuntar a la segunda bestia pétrea. Cuando estuvieron más o menos seguros disparararon los tres cañones una vez para intentar deshacerse de los komainu.
Si no funcionaba... tendría que pasar al plan B, fuera cual fuera.
- resumen:
Llega, avisa de que va a hacer pupa para que quien tenga que quitarse de en medio se quite, se pone a una distancia más o menos segura y tira cañonazos a un perrete y el bowgan al otro.
Kohaku Sato
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Consiguió alcanzar y atacar al oficial con éxito, sin embargo, no funcionó como lo había imaginado en su mente. El ataque de su espada fue detenido de forma extraña por el pirata, como si de alguna manera absorbiera la energía cinética de su acometida y la redujera a la nada.
«¿Qué diantres?», pensó Kohaku con gesto de incredulidad. Jamás le había pasado algo como eso, ¿qué clase de poder tenía ese hombre?
De pronto, todo pareció detenerse, incluso su propia respiración. El aire que los envolvía había desaparecido, el ruido de la guerra ya no existía y la corriente marina que mecía aquel barco ya no estaba. Sin embargo, por extraño que pudiera parecer, Kohaku era capaz de moverse con soltura, al igual que su oponente, pero el pirata era demasiado rápido y no le daba tiempo a defenderse. ¿Era hora de aceptar a la muerte como una vieja amiga y reunirse con su antiguo grupo de compañeros? Si el destino lo quería así, que así fuera. No obstante, el moribundo capitán del barco elevó la mano y la estocada chocó con su katana, desviando por suerte el ataque hacia su derecha. «Parece que la muerte aún no me quiere con ella», se dijo el cazador.
Todo se envolvió de una espesa niebla morada surgida de a saber dónde, pero que fue disipada por Raion en un abrir y cerrar de ojos, dejando tan solo a los cazadores y los cuerpos de los piratas derrotados sobre la cubierta del barco. Instintivamente, Kohaku se giró para mirar hacia atrás, y vio lo que el ataque del pirata podría haberle hecho a su cuerpo: un agujero limpio y bastante grande. «De la que me he librado», se dijo.
—Si no te importa, Raion… voy a alejarme un poco de tanta sangre —le dijo con cierto aturdimiento, mientras enfundaba sus espadas y apartaba la vista de la sangre— Por cierto, ¿dónde se encuentra Hazel? —le preguntó—. Creo que es hora de volver a la costa —comentó, respirando hondo y sintiendo la brisa del mar, que parecía haber vuelto.
«¿Qué diantres?», pensó Kohaku con gesto de incredulidad. Jamás le había pasado algo como eso, ¿qué clase de poder tenía ese hombre?
De pronto, todo pareció detenerse, incluso su propia respiración. El aire que los envolvía había desaparecido, el ruido de la guerra ya no existía y la corriente marina que mecía aquel barco ya no estaba. Sin embargo, por extraño que pudiera parecer, Kohaku era capaz de moverse con soltura, al igual que su oponente, pero el pirata era demasiado rápido y no le daba tiempo a defenderse. ¿Era hora de aceptar a la muerte como una vieja amiga y reunirse con su antiguo grupo de compañeros? Si el destino lo quería así, que así fuera. No obstante, el moribundo capitán del barco elevó la mano y la estocada chocó con su katana, desviando por suerte el ataque hacia su derecha. «Parece que la muerte aún no me quiere con ella», se dijo el cazador.
Todo se envolvió de una espesa niebla morada surgida de a saber dónde, pero que fue disipada por Raion en un abrir y cerrar de ojos, dejando tan solo a los cazadores y los cuerpos de los piratas derrotados sobre la cubierta del barco. Instintivamente, Kohaku se giró para mirar hacia atrás, y vio lo que el ataque del pirata podría haberle hecho a su cuerpo: un agujero limpio y bastante grande. «De la que me he librado», se dijo.
—Si no te importa, Raion… voy a alejarme un poco de tanta sangre —le dijo con cierto aturdimiento, mientras enfundaba sus espadas y apartaba la vista de la sangre— Por cierto, ¿dónde se encuentra Hazel? —le preguntó—. Creo que es hora de volver a la costa —comentó, respirando hondo y sintiendo la brisa del mar, que parecía haber vuelto.
- Resumen:
- Flipar con el pirata y hablarle a Raion
El pulso todavía le palpitaba en los oídos, pudiendo escuchar su propio latido mientras se dejaba caer sobre el asiento del conductor… Cansada. Aquella situación le había subido la adrenalina por las nubes, y aún no habían terminado. Los minutos se iban haciendo eternos según más y más agua seguía llenando la sala. En más de una ocasión Hazel había hecho por levantarse y asegurarse de que la escotilla estaba bien cerrada para no acabar de verdad con los peces cuando aquella puerta se abriera.
«¿Habrá alguien al otro lado?» Se preguntó a sí misma, aferrando los mandos del submarino. No se pondría en marcha hasta que no estuviera segura de que podía avanzar. Intentó concentrarse otra vez de paso. ¿Notaría algo más fuera? Estaba segura de que más allá no encontraría otra cosa que no fueran peces… Hasta que se percató de que una sinuosa figura se movía por el agua. Por un momento se puso completamente en tensión. ¿Un rey marino? ¿De verdad? Al ver a la criatura le entraron ganas de retroceder, hasta que cayó en su menudo tamaño.
—¿Será el monstruito de Raion? —Se cuestionó, empezando a avanzar a paso prudente. No había tenido… Ocasión de conocerlo. Es decir, al mink le había conocido hacía dos semanas en el castillo de los cojones. No sabía nada más de él más allá de que se trataba de un cazarrecompensas como el resto del grupo, Ayden tampoco le había mencionado, por lo que supuso que su contacto no era otro que la beata. Así que no le había quedado más remedio que confiar en él. En un principio, ni siquiera tendría por qué saber que ese animal estaba domesticado. Ella no hubiera cedido esa información a la inversa, pero el león blanco decidió que era mejor dejar todas las cartas bocarriba. En ese momento, desde luego lo agradecía.
El animal nadó alrededor del submarino, denotando más curiosidad que intenciones agresivas hacia su persona. A lo mejor quería jugar o simplemente quería cerciorarse de si era o no algo comestible. Tras «descartarla» seguramente por el tamaño del vehículo acuático, este pareció fijarse en algo más al fondo, bajo el casco del barco. Y en un primer momento, lo cierto es que iba a descartar la aventura bajo el mar, pero no había hecho nada útil ahí dentro, así que…
—Echar un vistazo no debería matarme… —musitó para si misma, bajando un poco más, virando el armatoste para que las luces de este alumbraran en la dirección hacia la que se había perdido el animal. Esperaba de verdad que no aparecieran otros reyes marinos no tan amistosos mientras apuntaba con su luz al casco del barco. Si no veía nada tras esa aproximación no se acercaría mucho más, sino que ascendería e intentaría ver la situación en el barco. Lo mismo podía darles un grito para que entraran dentro del submarino si habían acabado con el trabajo en su ausencia y regresar a la costa. Si veía algo también tendría que subir de todos modos, para avisarles.
«¿Habrá alguien al otro lado?» Se preguntó a sí misma, aferrando los mandos del submarino. No se pondría en marcha hasta que no estuviera segura de que podía avanzar. Intentó concentrarse otra vez de paso. ¿Notaría algo más fuera? Estaba segura de que más allá no encontraría otra cosa que no fueran peces… Hasta que se percató de que una sinuosa figura se movía por el agua. Por un momento se puso completamente en tensión. ¿Un rey marino? ¿De verdad? Al ver a la criatura le entraron ganas de retroceder, hasta que cayó en su menudo tamaño.
—¿Será el monstruito de Raion? —Se cuestionó, empezando a avanzar a paso prudente. No había tenido… Ocasión de conocerlo. Es decir, al mink le había conocido hacía dos semanas en el castillo de los cojones. No sabía nada más de él más allá de que se trataba de un cazarrecompensas como el resto del grupo, Ayden tampoco le había mencionado, por lo que supuso que su contacto no era otro que la beata. Así que no le había quedado más remedio que confiar en él. En un principio, ni siquiera tendría por qué saber que ese animal estaba domesticado. Ella no hubiera cedido esa información a la inversa, pero el león blanco decidió que era mejor dejar todas las cartas bocarriba. En ese momento, desde luego lo agradecía.
El animal nadó alrededor del submarino, denotando más curiosidad que intenciones agresivas hacia su persona. A lo mejor quería jugar o simplemente quería cerciorarse de si era o no algo comestible. Tras «descartarla» seguramente por el tamaño del vehículo acuático, este pareció fijarse en algo más al fondo, bajo el casco del barco. Y en un primer momento, lo cierto es que iba a descartar la aventura bajo el mar, pero no había hecho nada útil ahí dentro, así que…
—Echar un vistazo no debería matarme… —musitó para si misma, bajando un poco más, virando el armatoste para que las luces de este alumbraran en la dirección hacia la que se había perdido el animal. Esperaba de verdad que no aparecieran otros reyes marinos no tan amistosos mientras apuntaba con su luz al casco del barco. Si no veía nada tras esa aproximación no se acercaría mucho más, sino que ascendería e intentaría ver la situación en el barco. Lo mismo podía darles un grito para que entraran dentro del submarino si habían acabado con el trabajo en su ausencia y regresar a la costa. Si veía algo también tendría que subir de todos modos, para avisarles.
- Resumen:
- • Aventura submarina tras un momento de mucho estrés.
• Decide ir a cotillear en el último momento, descendiendo para iluminar donde se ha metido la mascota de Raion y después subir encuentre o no nada, para avisar a sus compis.
Freites D. Alpha
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Mi táctica dio resultado. Decir que eso lo tenía totalmente planeo seria mentir, simplemente hice una jugada arriesgada en el momento indicado. Me fije en la profundidad del corte y no pude evitar sonreír, aquello no era lo suficientemente profundo para inutilizarle el brazo, pero al menos estaría sin poder usarlo un buen rato. Me hubiera gustado pedirle que se quedara y seguir luchado, pero al parecer había notado lo mismo que yo. Nuestros soldado ya habían comenzado a avanzar y yo tenía también que reagruparme con ellos.
Aunque decirlo era una cosa y hacerlo otra.
La retirada del gigantón resulto ser bastante llamativa. Estoy seguro de haber derribado más de una placa explosiva en de su escudo, pero el cráter fue prueba de que aún le quedaba potencia. También pude darme cuenta que Suzaku había desenterrado lo que a mis ojos parecía ser una mina terrestre. Un momento… ¿No era muy obvia su ubicación? Me refiero a que lo vi enterrarla durante la batalla, obviamente no caería en algo como eso, pero al ver como utilizo su escudo para salir de aquí, no me quiero imaginar su escudo chocando contra eso. Por otro lado, el arma de que había soltado mi oponente callo, las nubes habían varios rayos en su contra al estar cerca de la nubes, generado en mi cierta curiosidad.
-Pues esto es malo. – Dije, mientras retiraba mi brazo mecánico de su lugar. – Ven aquí, Suzaku. – Mi querida compañera vino hacia mí. Guardado en una de la alforjas mi brazo al igual que la hoja gélida y me dedique a analizar un poco la situación. Estoy en el ojo de una tormenta provocada por unos artilugios extraños. De hecho, estos artilugios me llaman mucho la atención, me dan muchas ideas para el futuro.
- ¿Tu qué piensas, Suzaku? – La plumífera trataba de buscar algún lugar por el cual salir de aquí. Pude contar alrededor de unos vente pilares, un gran fastidio. Aunque me fije arma, me daba curiosidad. Camine hacia ella y me coloque justo a su lado. - ¿Acaso tu eres como el resto de mis armas? – Le preguntaba al arma. Acerque mi mano lentamente con la intención do tomar el arma por el mango. Por otro lado, repasaba una y otra vez la situación en mi cabeza para salir de aquí. Incluso usar la mina para ello no suena como mala idea, pero primero quiero cerciorarme que es esta arma y si la puedo utilizar para lo que se viene.
Aunque decirlo era una cosa y hacerlo otra.
La retirada del gigantón resulto ser bastante llamativa. Estoy seguro de haber derribado más de una placa explosiva en de su escudo, pero el cráter fue prueba de que aún le quedaba potencia. También pude darme cuenta que Suzaku había desenterrado lo que a mis ojos parecía ser una mina terrestre. Un momento… ¿No era muy obvia su ubicación? Me refiero a que lo vi enterrarla durante la batalla, obviamente no caería en algo como eso, pero al ver como utilizo su escudo para salir de aquí, no me quiero imaginar su escudo chocando contra eso. Por otro lado, el arma de que había soltado mi oponente callo, las nubes habían varios rayos en su contra al estar cerca de la nubes, generado en mi cierta curiosidad.
-Pues esto es malo. – Dije, mientras retiraba mi brazo mecánico de su lugar. – Ven aquí, Suzaku. – Mi querida compañera vino hacia mí. Guardado en una de la alforjas mi brazo al igual que la hoja gélida y me dedique a analizar un poco la situación. Estoy en el ojo de una tormenta provocada por unos artilugios extraños. De hecho, estos artilugios me llaman mucho la atención, me dan muchas ideas para el futuro.
- ¿Tu qué piensas, Suzaku? – La plumífera trataba de buscar algún lugar por el cual salir de aquí. Pude contar alrededor de unos vente pilares, un gran fastidio. Aunque me fije arma, me daba curiosidad. Camine hacia ella y me coloque justo a su lado. - ¿Acaso tu eres como el resto de mis armas? – Le preguntaba al arma. Acerque mi mano lentamente con la intención do tomar el arma por el mango. Por otro lado, repasaba una y otra vez la situación en mi cabeza para salir de aquí. Incluso usar la mina para ello no suena como mala idea, pero primero quiero cerciorarme que es esta arma y si la puedo utilizar para lo que se viene.
- Resumen:
- - Guardar mi brazo y mis armas en las alforjas.
- Analizar la citacion junto a Suzaku y tratar de buscar alguna alternativa.
- tratar de coger el arma por el mango e investigar su diseño y mecanismos ( Soy herrero después de todo xD)
- Verme muy tentado a usar la mina para salir de aquí.
Claude von Appetit
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Hay un sinnúmero de razones por las que los reyes deberían haber bajado ya a agradecer a sus soberanos intergalácticos que hayan salvado el reino -potencialmente-, empezando por la más obvia: Hemos salvado el reino. Sin embargo, y pese a que voy alternando la mirada entre todos los soldados de la sala, parece que he inspirado en ellos tanto temple y sangre fría durante mi mando que no soy capaz de impresionarlos, o no demasiado. Sin embargo, a pesar de que no hacen bajar a los monarcas a mí, nos guían en un trayecto sombrío y parco en lo que más que castillo parece una modesta fortaleza -al menos, si las modestas fortalezas tuviesen un tamaño estúpidamente colosal para compensar alguna carencia- hacia lo que debería ser la sala del trono. Debería. En realidad no tengo muy claro por qué quiero ver a esta gente si yo venía a corregir su bandera, pero supongo que técnicamente un rey hablando de mí podría hacer que el apellido von Appetit sea bien conocido a lo largo y ancho de este mundo.
O no.
Podrían habernos abierto la puerta grande, la de los héroes. Esa, la buena. La que tengo delante. Está ahí. ¿Por qué no puedo entrar por ahí? Puede que todas mis protestas y preguntas se vean reflejadas en mi expresión perpleja que busca algún rastro de complicidad entre los soldados que nos escoltan, pero no encuentro nada en ellos, solo la orden de acceder a una sala accesoria. Al lado de la puerta grande, esta es una mierda. La patearía para abrirla si no fuera porque esta gente ya ha tenido la decencia de abrírmela; aunque eso no alivia mi enfado. En su lugar, entro ostentosamente pateando el suelo con fuerza. ¡Y sin limpiarme los zapatos! También me deshago el peinado; ahora que por fin puedo distender un poco, voy a darle un ligero respiro. Al menos mientras no tenga que tratar a los culos de los principitos como a este enmoquetado suelo.
Sí, quien me recibe es un príncipe. Y un Morty, además.
- Illje -le digo al oído, notablemente molesto-. Este príncipe es un Morty.
Intento serenarme antes de responder. Al menos ha sido educado y, entendiendo el orden jerárquico que impone la nobleza, se ha inclinado ante mí. Al fin y al cabo, él puede ser un príncipe en esta bola de helado, pero mis títulos nobiliarios superan a los suyos en número y nombre. Además, son intergalácticos e igual de legítimos, por mucho que me haya inventado hace cinco segundos la mayoría de ellos -y hace cinco minutos el resto-.
- Por favor, levántate, muchacho -le insto, haciendo un gesto con la mano-. No es de recibo que un hombre se incline ante su igual. -Técnicamente solo ha inclinado la cabeza, pero todos sabemos la carga simbólica que tiene eso en una persona que está acostumbrada a mirar por encima del hombro a casi todo el mundo-. La razón de nuestra presencia aquí es que... -Miro a Illje- ¡Queremos fama y riquezas a la altura de nuestro poderoso pudiente poder. Pudin. -No tengo muy claro por qué he dicho eso último, pero ya he cogido carrerilla-. Llevamos semanas vagando por los páramos helados de esta tierra, luchando en una guerra sin un bando concreto, solo haciendo lo más correcto. -Como matar rinovacas y golpear a vándalos, por ejemplo-, y es hora de seguir haciéndolo, pero ganando algo a cambio. A cambio de que pongamos nuestras armas al servicio del reino, deseo hacer una petición a tu padre, otra a tu hermana y otra a ti. No será nada que no se pueda pagar, descuida, y seguro que cuando todo esto haya acabado parecerá un coste mínimo. ¡Dime, jovencito, ¿estás dispuesto a pagar por el mejor Espada del mundo y su segunda al mando?! -Le increpo con el dedo-. ¡Si no es así, no me hagas perder más el tiempo, porque tengo cosas que hacer!
Ya está. Definitivamente se me ha ido la pinza. Pero como acepte... Oh sí, ya estoy deseando verle haciendo el baile el pollo.
O no.
Podrían habernos abierto la puerta grande, la de los héroes. Esa, la buena. La que tengo delante. Está ahí. ¿Por qué no puedo entrar por ahí? Puede que todas mis protestas y preguntas se vean reflejadas en mi expresión perpleja que busca algún rastro de complicidad entre los soldados que nos escoltan, pero no encuentro nada en ellos, solo la orden de acceder a una sala accesoria. Al lado de la puerta grande, esta es una mierda. La patearía para abrirla si no fuera porque esta gente ya ha tenido la decencia de abrírmela; aunque eso no alivia mi enfado. En su lugar, entro ostentosamente pateando el suelo con fuerza. ¡Y sin limpiarme los zapatos! También me deshago el peinado; ahora que por fin puedo distender un poco, voy a darle un ligero respiro. Al menos mientras no tenga que tratar a los culos de los principitos como a este enmoquetado suelo.
Sí, quien me recibe es un príncipe. Y un Morty, además.
- Illje -le digo al oído, notablemente molesto-. Este príncipe es un Morty.
Intento serenarme antes de responder. Al menos ha sido educado y, entendiendo el orden jerárquico que impone la nobleza, se ha inclinado ante mí. Al fin y al cabo, él puede ser un príncipe en esta bola de helado, pero mis títulos nobiliarios superan a los suyos en número y nombre. Además, son intergalácticos e igual de legítimos, por mucho que me haya inventado hace cinco segundos la mayoría de ellos -y hace cinco minutos el resto-.
- Por favor, levántate, muchacho -le insto, haciendo un gesto con la mano-. No es de recibo que un hombre se incline ante su igual. -Técnicamente solo ha inclinado la cabeza, pero todos sabemos la carga simbólica que tiene eso en una persona que está acostumbrada a mirar por encima del hombro a casi todo el mundo-. La razón de nuestra presencia aquí es que... -Miro a Illje- ¡Queremos fama y riquezas a la altura de nuestro poderoso pudiente poder. Pudin. -No tengo muy claro por qué he dicho eso último, pero ya he cogido carrerilla-. Llevamos semanas vagando por los páramos helados de esta tierra, luchando en una guerra sin un bando concreto, solo haciendo lo más correcto. -Como matar rinovacas y golpear a vándalos, por ejemplo-, y es hora de seguir haciéndolo, pero ganando algo a cambio. A cambio de que pongamos nuestras armas al servicio del reino, deseo hacer una petición a tu padre, otra a tu hermana y otra a ti. No será nada que no se pueda pagar, descuida, y seguro que cuando todo esto haya acabado parecerá un coste mínimo. ¡Dime, jovencito, ¿estás dispuesto a pagar por el mejor Espada del mundo y su segunda al mando?! -Le increpo con el dedo-. ¡Si no es así, no me hagas perder más el tiempo, porque tengo cosas que hacer!
Ya está. Definitivamente se me ha ido la pinza. Pero como acepte... Oh sí, ya estoy deseando verle haciendo el baile el pollo.
- Resumen:
Raion
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Antes de poder asestar el golpe de gracia al capitán enemigo un perro hizo su aparición, dejando una pelota que llevaba en la boca al lado del moribundo marinero. Este, a regañadientes, accedió a lanzársela una "última vez". Raion observaba todo aquello profundamente extrañado. ¿De dónde había salido ese animal? ¿En serio un moribundo tenía ánimos para lanzarle una pelota a su mascota? Cuando se quiso dar cuenta de que allí había algo raro ya era demasiado tarde.
La pelota, apenas desplazada unos centímetros, comenzó a emitir una densa niebla morada. El mink comenzó a desplazar el aire a su alrededor, con lo que en escasos segundos se había disipado por completo. Para entonces ni el perro ni el capitán se encontraban ya allí. El león apretó los dientes con rabia, consciente de que había sido engañado. y comenzó a otear el horizonte en busca de su derrotado oponente. En su estado no podía haber ido muy lejos.
En ese momento Kohaku se acercó a él y manifestó su deseo de alejarse un poco de tanta sangre, así como de volver a tierra. El mink, no obstante, le dijo:
- Quédate si quieres en una segunda línea hasta que te repongas, no hay ningún problema. Pero no olvides lo que nos ha traído hasta estos barcos. Encontrar lo que sea que esté bloqueando las comunicaciones y destruirlo o inutilizarlo. Probablemente esté en este barco.
Fue entonces cuando divisó un pequeño y rudimentario barco que más bien parecía media cáscara de nuez con una servilleta. Tenía que deberse al poder del capitán enemigo. Fijándose más pudo ver que este iba a bordo junto a su mascota y a varios de sus hombres.
- Ocúpate de encontrar el bloqueador de comunicaciones. - Pidió el león a Kohaku mientras se elevaba en las alturas. No pensaba dejar que escaparan, pues eso supondría no cobrar las recompensas que con toda seguridad aquellos hombres tenían sobre sus cabezas.
El león comenzó a hacer que el viento aumentara su fuerza alrededor de la cáscara de nuez con intención de volcarla. Una embarcación tan rudimentaria no tenía nada que hacer en mitad de una tempestad, ante los fuertes vientos que el mink podía convocar. El capitán enemigo era usuario, por lo que no podía nadar, luego se hundiría sin remedio en el intenso oleaje aunque sus subordinados intentasen salvarle. Y una vez se ahogase Mari podía recoger su cadáver y sacarlo a la superficie para que el león pudiera entregarlo al Gobierno Mundial. Y una vez asegurada su recompensa y sabiendo que podría seguir subsistiendo gracias a su oficio podría centrarse en ayudar a Kohaku a descubrir y destruir el bloqueador de comunicaciones.
La pelota, apenas desplazada unos centímetros, comenzó a emitir una densa niebla morada. El mink comenzó a desplazar el aire a su alrededor, con lo que en escasos segundos se había disipado por completo. Para entonces ni el perro ni el capitán se encontraban ya allí. El león apretó los dientes con rabia, consciente de que había sido engañado. y comenzó a otear el horizonte en busca de su derrotado oponente. En su estado no podía haber ido muy lejos.
En ese momento Kohaku se acercó a él y manifestó su deseo de alejarse un poco de tanta sangre, así como de volver a tierra. El mink, no obstante, le dijo:
- Quédate si quieres en una segunda línea hasta que te repongas, no hay ningún problema. Pero no olvides lo que nos ha traído hasta estos barcos. Encontrar lo que sea que esté bloqueando las comunicaciones y destruirlo o inutilizarlo. Probablemente esté en este barco.
Fue entonces cuando divisó un pequeño y rudimentario barco que más bien parecía media cáscara de nuez con una servilleta. Tenía que deberse al poder del capitán enemigo. Fijándose más pudo ver que este iba a bordo junto a su mascota y a varios de sus hombres.
- Ocúpate de encontrar el bloqueador de comunicaciones. - Pidió el león a Kohaku mientras se elevaba en las alturas. No pensaba dejar que escaparan, pues eso supondría no cobrar las recompensas que con toda seguridad aquellos hombres tenían sobre sus cabezas.
El león comenzó a hacer que el viento aumentara su fuerza alrededor de la cáscara de nuez con intención de volcarla. Una embarcación tan rudimentaria no tenía nada que hacer en mitad de una tempestad, ante los fuertes vientos que el mink podía convocar. El capitán enemigo era usuario, por lo que no podía nadar, luego se hundiría sin remedio en el intenso oleaje aunque sus subordinados intentasen salvarle. Y una vez se ahogase Mari podía recoger su cadáver y sacarlo a la superficie para que el león pudiera entregarlo al Gobierno Mundial. Y una vez asegurada su recompensa y sabiendo que podría seguir subsistiendo gracias a su oficio podría centrarse en ayudar a Kohaku a descubrir y destruir el bloqueador de comunicaciones.
- Resumen:
- Intentar hundir el barquito de cáscara de nuez adornado con velas de papel que se hizo hoy a la mar para lejos llevar gotitas doradas de miel (?).
Ryuichi Ichiban
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—NNNggaaaa... —gruñó el ogro al levantarse.
Le había hecho daño. Encima algunos movimientos de su cuerpo hacían que le doliese aún más. Inspiró aire con satisfacción, regodeándose en ese dolor. Aquella era la sensación de la victoria y no había otra manera. Sin embargo, ahora había que hacer lo de siempre y buscar un médico o... Alguien que pueda quitarle todas esas púas de la espalda. Y el señor... Bueno, el señor por suerte no se quedó adherido a su ancha espalda. Se quedó mirando el cuerpo inconsciente del hombre.
—Luchaste con valor, pequeño hombre máquina de madera. Aunque no me gusta el uso de herramientas, lo has dado todo contra un ogro más grande que tú. Tienes mi respeto, y por ello te dejaré aquí.
Terminó de levantarse. Ni siquiera sabía si aquel tipo tenía recompensa o no, pero no tenía intención de cobrarla si así fuera. Miró a su alrededor, viendo que los combates aún seguían. Gruñó, pues su condición física no era la mejor. Empezó a caminar hacia donde estaba peleando Roland. Parecía que su pelea todavía no había terminado. Tomó aire en sus poderosos pulmones y colocó una mano a cada lado de la boca.
—¡¡EEEHH, GOOOORDOOO!! ¡¡¿¿NECESITAS AYUDA COMO LAS NENAS??!! ¡¡¿¿ES QUE TE HAS OLVIDADO DE LO QUE ES SER UN MACHO??!!
Se rió. Le gustaba provocar a Roland de aquella manera. Su hermano semigigante solía darlo todo cuando le provocaban o... O eso creía. En el caso de que no fuese así, bueno... Era divertido insultarle a veces.
Le había hecho daño. Encima algunos movimientos de su cuerpo hacían que le doliese aún más. Inspiró aire con satisfacción, regodeándose en ese dolor. Aquella era la sensación de la victoria y no había otra manera. Sin embargo, ahora había que hacer lo de siempre y buscar un médico o... Alguien que pueda quitarle todas esas púas de la espalda. Y el señor... Bueno, el señor por suerte no se quedó adherido a su ancha espalda. Se quedó mirando el cuerpo inconsciente del hombre.
—Luchaste con valor, pequeño hombre máquina de madera. Aunque no me gusta el uso de herramientas, lo has dado todo contra un ogro más grande que tú. Tienes mi respeto, y por ello te dejaré aquí.
Terminó de levantarse. Ni siquiera sabía si aquel tipo tenía recompensa o no, pero no tenía intención de cobrarla si así fuera. Miró a su alrededor, viendo que los combates aún seguían. Gruñó, pues su condición física no era la mejor. Empezó a caminar hacia donde estaba peleando Roland. Parecía que su pelea todavía no había terminado. Tomó aire en sus poderosos pulmones y colocó una mano a cada lado de la boca.
—¡¡EEEHH, GOOOORDOOO!! ¡¡¿¿NECESITAS AYUDA COMO LAS NENAS??!! ¡¡¿¿ES QUE TE HAS OLVIDADO DE LO QUE ES SER UN MACHO??!!
Se rió. Le gustaba provocar a Roland de aquella manera. Su hermano semigigante solía darlo todo cuando le provocaban o... O eso creía. En el caso de que no fuese así, bueno... Era divertido insultarle a veces.
- Resumen:
- Llamar gordo mariquita a Roland mientras pelea
Bizvan
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Un ligero sentimiento de orgullo llenó el pecho de Bizvan al ver cómo sus esqueletos habían seguido sus indicaciones de manera perfecta, al parecer los diversos entrenamientos que llevó a cabo con ellos estaban dando frutos, no obstante no era el momento para contemplar a sus lindos esqueletos como si fuera un padre viendo a sus hijos.
El marine aprovechó el conflicto para moverse a una posición adecuada, en la cual le fuese posible atacar sin peligro de dañar a aún aliado.
Tras encontrase en el flanco del enemigo, el espadachín lanzó una onda cortante utilizando a Madre. El ataque tomó por sorpresa a unos pocos enemigos, los cuales dejaron sus armas y se dispusieron a salir corriendo. El resto de los hombres mostró un temple más fuerte y justo antes de lanzarse al ataque, un temblor proviniente del interior de la nave causó que todo el mundo guardara unos segundos de silencio.
Era más que obvio que este barco se encontraba totalmente inservible. Esto no era motivo de orgullo para el moreno, sin embargo era una experiencia que procuraría no olvidar para futuras ocasiones, aunque si tenía que ser honesto, era poco probable que tomara misiones de infiltración o donde la sutiliza fuese una prioridad.
- ¡A menos que alguien desee morir, es mejor abandonar el navío de inmediato! -gritó el marine para que los caballeros del reino lo escucharan e intentaran escapar.
Bizvan comenzó a enfocar su energía, para luego materializar un par de alas de fuego, con las cuales ser capaz de no moverse mucho rápido y ser capaz de ayudar a los soldados a evacuar, aún si tenía que cargar a uno dos de ellos hacia el flotador y regresar por los faltaran. Su fuerza debería ser la suficientemente para lograr esto.
Sus esqueletos desde la cubierta se encargarían de cubrir a los soldados que pudiesen ser atacados mientras trataban de marcharse.
Una vez que viera que no había más aliados en peligro, se alejaría en dirección del flotador.
El marine aprovechó el conflicto para moverse a una posición adecuada, en la cual le fuese posible atacar sin peligro de dañar a aún aliado.
Tras encontrase en el flanco del enemigo, el espadachín lanzó una onda cortante utilizando a Madre. El ataque tomó por sorpresa a unos pocos enemigos, los cuales dejaron sus armas y se dispusieron a salir corriendo. El resto de los hombres mostró un temple más fuerte y justo antes de lanzarse al ataque, un temblor proviniente del interior de la nave causó que todo el mundo guardara unos segundos de silencio.
Era más que obvio que este barco se encontraba totalmente inservible. Esto no era motivo de orgullo para el moreno, sin embargo era una experiencia que procuraría no olvidar para futuras ocasiones, aunque si tenía que ser honesto, era poco probable que tomara misiones de infiltración o donde la sutiliza fuese una prioridad.
- ¡A menos que alguien desee morir, es mejor abandonar el navío de inmediato! -gritó el marine para que los caballeros del reino lo escucharan e intentaran escapar.
Bizvan comenzó a enfocar su energía, para luego materializar un par de alas de fuego, con las cuales ser capaz de no moverse mucho rápido y ser capaz de ayudar a los soldados a evacuar, aún si tenía que cargar a uno dos de ellos hacia el flotador y regresar por los faltaran. Su fuerza debería ser la suficientemente para lograr esto.
Sus esqueletos desde la cubierta se encargarían de cubrir a los soldados que pudiesen ser atacados mientras trataban de marcharse.
Una vez que viera que no había más aliados en peligro, se alejaría en dirección del flotador.
- Resumen:
- Indicar que hay que abandonar la nave.
Usar Lele para ayudar a los soldados a evacuar con mayor velocidad.
Alejarse volando hacia el flotador.- Usado:
- Nombre de la técnica: Lele
Naturaleza de la técnica: Elemental.
Descripción de la técnica: Materialización de un par de alas de fuego en la espalda con las cuales es posible volar a la misma velocidad de un pájaro normal (60 a 90 km/h dependiendo de las condiciones atmosféricas).
Tras el periodo que de vuelo se requiere una doble cantidad de descanso para utilizarlo de nuevo.
1 turno volando = 2 turnos de descanso, 2 turnos de vuelo = 4 turnos de descanso y 3 turnos de vuelo = 6 de descanso. Solo se puede volar un máximo de 3 turnos. Si se excede los 3 turnos las alas desaparecen al instante, sin importar si el usuario esté en tierra o no.
Tiempo de canalización: 2 segundos.
Zira
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Se mantuvo atenta escuchando a ese grupo, si averiguaba algo de ellos no se iría con las manos vacías, aunque tampoco tenía la intención de irse, si lograba matarlos y dejar a uno vivo para que chille mejor. Ahora solo debía concentrarse, no solo en no ser descubierta, sino en saber que traman… el resultado no fue el esperado, ¿Faltaba uno? ¿El capitán estaba por dar la señal? La cosa estaba complicada para Zira y su bando, ¿Qué debía hacer? Si los seguía podía conseguir más información, pero se arriesgaba a no volver y perjudicar a los demás.
Aquel grupo de seis no tardó en retirarse, Zira estaba por seguirlos, pero se detuvo junto a un árbol, si bien su ira seguía latente, no estaba con la mente tan caliente como antes, debía pensarlo mejor, pero no tenía ganas de pensar, ya para entonces los perdió de vista. –¡JODER! –Estaba frustrada, pertenecer a una banda y tener que enfocarse en el bienestar de sus compañeros no era lo suyo, pero estaba obligada a hacerlo, ¿Cómo la vería el capitán si cometiera ese error? No iba a permitírselo. La Zira de hace unos meses se hubiera lanzado de cabeza contra los seis, pero la Zira actual conoce bien sus límites y su fuerza, ser cabeza dura no servía en la guerra.
Guardando sus espadas se preparó para volver, no sin antes desatar varios puñetazos en un árbol, odiaba hacer esto, pero no hay de otra. Comenzó a correr lo más rápido posible hacia el punto de inicio, tenía que llegar cuanto antes y avisarle a Alpha de los siete infiltrados.
Aquel grupo de seis no tardó en retirarse, Zira estaba por seguirlos, pero se detuvo junto a un árbol, si bien su ira seguía latente, no estaba con la mente tan caliente como antes, debía pensarlo mejor, pero no tenía ganas de pensar, ya para entonces los perdió de vista. –¡JODER! –Estaba frustrada, pertenecer a una banda y tener que enfocarse en el bienestar de sus compañeros no era lo suyo, pero estaba obligada a hacerlo, ¿Cómo la vería el capitán si cometiera ese error? No iba a permitírselo. La Zira de hace unos meses se hubiera lanzado de cabeza contra los seis, pero la Zira actual conoce bien sus límites y su fuerza, ser cabeza dura no servía en la guerra.
Guardando sus espadas se preparó para volver, no sin antes desatar varios puñetazos en un árbol, odiaba hacer esto, pero no hay de otra. Comenzó a correr lo más rápido posible hacia el punto de inicio, tenía que llegar cuanto antes y avisarle a Alpha de los siete infiltrados.
- Resumen:
- Zira escucha todo, se debate si seguirlos o no, pero al final decide volver para advertir a los suyos del peligro.
Normas del capítulo:
Un estruendo se escucha por toda la playa, seguido del chirriar del metal del contenedor que hace eco por toda la colina. La puerta del contenedor se abre y la misteriosa persona sale con sangre cayéndole de la mano. Unos segundos después el metal se retuerce hasta que se abre como un extraño huevo. Una masa negra, se retuerce, parece arcilla, pero mucho más oscura y con olor a óxido. La masa va tomando forma poco a poco, expandiéndose hasta cantidades que parecerían imposibles de contener dentro de su anterior contenedor. Cuando termina comienza a tomar forma, cuatro patas musculosas y esbeltas acabadas en pezuñas son las primeras en tocar el suelo y elevar el resto del cuerpo, del tronco sale la cabeza de un buey, o más bien un ñu, con una realista melena y dos poderosos cuernos. El gigantesco animal se eleva sobre el barro y la arena hasta alcanzar unos treinta metros de altura. Si no fuera ya lo suficientemente imponente su figura, unos segundos después pasa algo que deja a los presentes casi sin habla. Su melena se retuerce y se extiende como dos poderosos tentáculos que agarran el barco que tiene detrás, elevando este mientras ignora los gritos de los piratas que quedaban. Con una fuerza titánica parte el barco en dos, desde popa hasta proa, los tentáculos se mueven rápidamente, dándole la vuelta a las dos mitades y partiendo todo lo innecesario como si fueran ramitas, a la vez que se adhieren a la nueva estructura de madera.
Desde la colina se puede ver, tras los soldados, cómo el arma secreta de los piratas hace su aparición. Un gigantesco buey negro, su lomo cubierto por el casco de un barco, con cañones saliendo de este, su cabeza blindada por el mascarón de proa y dos brillantes cuernos negros. Da un paso al frente y la tierra retumba, Si fuera poco el trabajo que tienen las tropas de sakura entre las manos, esto es casi una sentencia de muerte.
Por cierto, todos los que estén pendientes de las comunicaciones o tengan un den den mushi escucharán ciertas interferencias, parece que llega un poco de señal, pero por ahora el 90% es ruido y estática.
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
Un estruendo se escucha por toda la playa, seguido del chirriar del metal del contenedor que hace eco por toda la colina. La puerta del contenedor se abre y la misteriosa persona sale con sangre cayéndole de la mano. Unos segundos después el metal se retuerce hasta que se abre como un extraño huevo. Una masa negra, se retuerce, parece arcilla, pero mucho más oscura y con olor a óxido. La masa va tomando forma poco a poco, expandiéndose hasta cantidades que parecerían imposibles de contener dentro de su anterior contenedor. Cuando termina comienza a tomar forma, cuatro patas musculosas y esbeltas acabadas en pezuñas son las primeras en tocar el suelo y elevar el resto del cuerpo, del tronco sale la cabeza de un buey, o más bien un ñu, con una realista melena y dos poderosos cuernos. El gigantesco animal se eleva sobre el barro y la arena hasta alcanzar unos treinta metros de altura. Si no fuera ya lo suficientemente imponente su figura, unos segundos después pasa algo que deja a los presentes casi sin habla. Su melena se retuerce y se extiende como dos poderosos tentáculos que agarran el barco que tiene detrás, elevando este mientras ignora los gritos de los piratas que quedaban. Con una fuerza titánica parte el barco en dos, desde popa hasta proa, los tentáculos se mueven rápidamente, dándole la vuelta a las dos mitades y partiendo todo lo innecesario como si fueran ramitas, a la vez que se adhieren a la nueva estructura de madera.
Desde la colina se puede ver, tras los soldados, cómo el arma secreta de los piratas hace su aparición. Un gigantesco buey negro, su lomo cubierto por el casco de un barco, con cañones saliendo de este, su cabeza blindada por el mascarón de proa y dos brillantes cuernos negros. Da un paso al frente y la tierra retumba, Si fuera poco el trabajo que tienen las tropas de sakura entre las manos, esto es casi una sentencia de muerte.
Por cierto, todos los que estén pendientes de las comunicaciones o tengan un den den mushi escucharán ciertas interferencias, parece que llega un poco de señal, pero por ahora el 90% es ruido y estática.
- Abi, Braud y Roland:
- Roland… Nunca pensé que eso funcionaría, pero se ve que es resistente, tiene la cabeza dura, pero como todos necesita respirar y no tiene cuerpo para librarse de tí. Se retuerce y patalea durante un tiempo, pero pasado este los gritos amortiguados dejan de escucharse y deja de moverse. Sigue vivo, pero ha perdido el conocimiento. En fin, puedes reunirte con Braud.
Cuando miráis alrededor os dais cuenta de una cosa, en medio del calor de la batalla los piratas han desaparecido. Bueno, más bien se han ido a otro sitio, a la colina por la que habéis bajado en concreto. Están marchando hacia el campamento y tras ellos va un monstruoso Buey negro. Aunque bueno, ahora que lo piensas… hay dos o tres barcos que han quedado sin vigilancia. Roland, Rudolf parece que ya no da tantos problemas, algo ha pasado que te parece ahora más confiable.
Abi, el proyectil de la flecha atraviesa a la primera bestia de lado a lado, dejando un agujero limpio en su pétrea piel y derribando a unos cuantos hombres tras esta. De todas formas parece ignorarte, su interior está hueco y se mueve por razones desconocidas… puede que sea el poder de Charles. La otra en cambio recibe los tres cañonazos, que destruyen medio rostro y parte del lomo. Te mira con unos ojos vacíos y se lanza a por tí, recorriendo la distancia que os separa a gran velocidad. Con un primer zarpazo levanta la tierra de un borde de la trinchera y hace pedazos los sacos, dejádote al descubierto, el segundo va directo a tratar de aplastarte.
- Hazel, Raion y Kohaku:
- Hazel, bajas siguiendo a la bestia y la encuentras bajo el casco del barco. No hacen falta las luces para ver lo que hay ahí. Un mástil metálico de unos diez metros sale del casco apuntando hacia abajo, en el extremo de este hay un par de discos metálicos con un dispositivo acabado en una luz que rota entre ellos. El pequeño rey marino se ha puesto a dar vueltas siguiendo la luz hasta que para, a lo mejor se ha mareado.
Sea lo que sea parece rompible pero te preguntas ¿Cómo lo harás? no parece que el sumergible tenga armas pero… Miras los paneles buscando algo que te ayude (Si no has decidido que la mejor opción es estrellar el submarino contra esa cosa) hasta que tus ojos llegan a un panel que queda a un lado. Según pone en una placa es un brazo mecánico, seguramente sea más un vehículo de mantenimiento que otra cosa. Parece ser que moverlo es relativamente sencillo, pero antes de usarlo tienes que escoger la herramienta, hay tres botones, uno que parece una garra (La que está por defecto) la cual tiene pinta de poder agarrar el mástil sin problemas, una sierra y una que tiene un icono parecido a unos cartuchos de dinamita.
Kohaku, no son muchos cuerpos y las heridas no han provocado hemorragias masivas, así que tampoco te es difícil moverte evitando la sangre. No se escucha ni un alma en el barco y, según te mueves confirmas que eres el único a bordo a parte de Hazel. Todos han escapado así que eres libre de explorar el barco mientras tanto, dado que se respira por fin cierta tranquilidad. Podrías subir al puente de mando, seguir explorando las cubiertas exteriores o meterte en las entrañas del barco.
Raion, milagrosamente ves la cáscara de nuez en medio del mar abierto, milagrosamente lo ves en medio de los restos de los otros barcos falsos y milagrosamente eres capaz de distinguir entre varios cuerpos del tamaño de una hormiga las figuras de los hombres y las caras de estos, con una vista que no está en perfecto estado todavía. La ráfaga de viento sacude las aguas y la cáscara explota con una fuerza que podría haberte matado de estar al lado. Pero con la explosión notas algo raro… la has escuchado poco, te pareció que Kohaku hablaba muy bajo también y si te concentras te siguen pitando los oídos.
• - Creo que ya han descubierto el cebo. - Dice el Capitán Doria al ver la explosión. - La cáscara de la nuez tiene dos mitades. - Se ríe mientras se pierde entre las olas.
(La escena de la anterior moderación era narrativa para los jugadores, un poco de información y pistas desveladas “fuera de cámara” que los personajes no saben. Si existen dudas sobre la moderación o sobre lo que un personaje puede ver o no, por favor, recordad que está el canal de Dudas. Raion, la vista de un mink es buena, pero no tan buena)
- Bizvan:
- La verdad es que tras el temblor y un segundo y un tercero todo el mundo olvida que estaban a punto de matarse hace unos segundos. Se transforma en un sálvese quien pueda con piratas corriendo de un lado a otro o tirándose al mar. Por vuestra parte la mayor complicación es abirse camino, pero ayudando a los más heridos lográis llegar a los transportes que os trajeron.
Una vez estáis los supervivientes zarpáis lejos del barco lo más rápido posible. Desde el mar podéis ver que la sorpresa se ha contagiado a los barcos circundantes, cuyas tripulaciones tratan de lanzar salvavidas a los piratas que caen. En cierto modo el caos os ayuda a que no tomen represalias contra vosotros.
Es entonces cuando ocurre. Una explosión rompe uno de los lados del casco y lanza una gran pieza del motor en llamas sobre la embarcación de al lado, dañándola seriamente y propagando el fuego. Pero la cosa no acaba ahí, una gran bola de fuego se dirige en vuestra dirección desde las tripas del barco en el que antes estábais.
- Freites y Zira:
- Zira, puede que no lo sepas ahora, puede que no lo sepas en un futuro, pero has tomado la decisión correcta. Vuelves sobre tus pasos dejando el bosque helado hasta la playa. No sabes lo que tramaban, pero sabes su número y has visto sus rostros, con una descripción puede que los encargados de cada banda puedan averiguar lo que han hecho.
Llegas hasta donde estaban tus compañeros, hasta donde llevaron a los heridos y te encuentras con algo inesperado. Drukoff está hablando con un hombre pelirrojo alto y fuerte, viste una casaca sobre la cual lleva una coraza con el emblema de la banda de Payne grabado. A la espalda lleva un martillo de guerra y una cicatriz le sube por el cuello hasta el ojo derecho.
• - Ah, usted debe ser la señorita Zira. - Comenta con una voz grave pero educada. - ¿Sabe por casualidad en qué dirección está su capitán?
Freites, pues cuando tocas el arma te llevas un chispazo. Todavía está caliente, aunque no creo que sea algo que te importe. En fin, una vez neutralizada la carga parece que es seguro tocarla. Parece de una mano, aunque el peso te parece que está bastante descompensado, tendrá truco o hará falta acostumbrarse para usarla.
De todas formas me imagino que esta es la menor de tus preocupaciones. Te han atrapado en medio del ojo de una tormenta eléctrica y las nubes alrededor de los aparatos parece que se mueven más rápido. Notas algo en tu cabeza, se te eriza el vello de los brazos y cuando te das cuenta se está empezando a levantar un poco tu larga melena. Parece que hay estática en el ambiente.
- Claude e Ilje:
- El príncipe Mortimer no puede evitar arquear una ceja al escuchar e comienzo de tu discurso, seguramente porque a sus inexpertos ojos le parece cuanto menos surrealista y poco consistente. También puede ser que no le guste el pudin o que no sepa o que es. ¡Seguro que ese niño de papá nunca se ha metido en una cocina! ¡Es más, seguro que ni siquiera sabe romper un huevo sin que la cáscara caiga en el bol!
De cualquier modo, objetivamente habéis resuelto sobre la marcha –aunque no sin cierta dificultad- la crisis que reinaba en palacio y para la que él no hallaba solución alguna. Es por ello que, contra el pronóstico de quien haya visto un poco del vasto mundo en el que intentas hacerte un nombre -¡¿qué digo?! Ya lo tienes, sólo que los demás no se han enterado-, cree a pies juntillas que eres la mejor espada del mundo y que Ilje es, efectivamente, tu segunda al mando. La segunda al mando de alguien así debe ser la rehostia también, ¿no?
Por un momento mira hacia atrás para buscar algún gesto entre sus hermanos, pero estos son aún más jóvenes que él y, por tanto, están más perdidos que el barco del arroz; más incluso que él:
-¿Qué podemos ofrecerle? –dice sin más, continuando con una demostración impecable de modales aristocráticos.
Freites D. Alpha
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Pues vaya que el chispazo que me lleve me tomo por sorpresa. Por razones más que obvias no pude sentir el calor pero, mi mano estaba entumecida. La sensación que generaba en mi era desagradable. Fruncí el ceño un poco y luego de que la energía eléctrica fuera neutralizada, tome el arma y me dispuse a analizarla con cuidado.
- Qué extraño… - El peso no concordaba para nada con el diseño, descompasado totalmente ¿Quizás tenía alguna clase de truco? No podía entenderlo. Claramente vi como esta arma era arrojada y regresaba a su dueño, además de encenderse en llamas.
Quizás me fuera tomado un poco más de tiempo descubrir el uso de este nueva herramienta, pero ya tenía que preocuparme por otra cosa. Observe la tormenta que estaba sobre mí, era enorme y las nubes se movían con mayor velocidad. Me di cuenta que los bellos de mi brazo comenzaron a ponerse de punta y mi melena comenzó a levantarse (Jeje se te escapo que solo tengo un brazo, narrador).
-Suzaku, nos largamos de aquí. – La plumífera nuevamente se acercó a mí. Guarde la nueva arma en la alforja y rápidamente me puse a rebuscar en ella. Saque a Doomhammer al igual que mi súper mega archí recontra arma definitiva, P.A.P.E.L.I.T.O. Mi plan consistía en utilizar mi martillo como para rayos, pero para que funcionara sin que recibiéramos daño alguno la plumífera y yo, tenía que cubrir completamente el mango de mi arma con el singular papel, haciendo la función de aislante.
Y así como lo pensé, lo hice. Monte sobre mi súper ave y le indique que era momento de regresar con los otros. Debíamos saltar aquella barricada y yo, debía mantener elevado y firme el martillo. Estaba seguro que funcionaria, totalmente seguro.
- Qué extraño… - El peso no concordaba para nada con el diseño, descompasado totalmente ¿Quizás tenía alguna clase de truco? No podía entenderlo. Claramente vi como esta arma era arrojada y regresaba a su dueño, además de encenderse en llamas.
Quizás me fuera tomado un poco más de tiempo descubrir el uso de este nueva herramienta, pero ya tenía que preocuparme por otra cosa. Observe la tormenta que estaba sobre mí, era enorme y las nubes se movían con mayor velocidad. Me di cuenta que los bellos de mi brazo comenzaron a ponerse de punta y mi melena comenzó a levantarse (Jeje se te escapo que solo tengo un brazo, narrador).
-Suzaku, nos largamos de aquí. – La plumífera nuevamente se acercó a mí. Guarde la nueva arma en la alforja y rápidamente me puse a rebuscar en ella. Saque a Doomhammer al igual que mi súper mega archí recontra arma definitiva, P.A.P.E.L.I.T.O. Mi plan consistía en utilizar mi martillo como para rayos, pero para que funcionara sin que recibiéramos daño alguno la plumífera y yo, tenía que cubrir completamente el mango de mi arma con el singular papel, haciendo la función de aislante.
Y así como lo pensé, lo hice. Monte sobre mi súper ave y le indique que era momento de regresar con los otros. Debíamos saltar aquella barricada y yo, debía mantener elevado y firme el martillo. Estaba seguro que funcionaria, totalmente seguro.
- Resumen:
- - Guardar el arma nueva
- Cubrir el mago de mi martillo con el papel legendario para usarlo como aislante ya que uso el martillo como para rallos.
- Intentar regresar con el resto.
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