Zira
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La chica ya se encontraba más tranquila con sus aliados fuera, era la mejor opción en su cabeza, aunque nota la sonrisa en su enemigo, ¿No intentará detenerlos? ¿Cuál era su objetivo? Eso Zira no lo sabía por el momento, lo único que tenía en mente era que debía cortar a ese desgraciado en mil pedazos. Se lanzó al ataque con fuerza, si lo podía matar al primer golpe mejor, pero obviamente no fue así, un enemigo de esa magnitud no caería tan fácil. En cuanto lanzó los cortes y la chaqueta cayó al suelo, se quedó atontada un rato, la había engañado, se quedó mirando los palos y la prenda unos segundos para luego levantar la mirada hacia el tipo. –Así que eres de esos… y yo esperaba un guerrero. Cht, me había emocionado. –Se le veía algo molesta, o más bien decepcionada. –En parte me facilita las cosas, no necesito fuerza para matarte, solo velocidad, te partirás al primer golpe. –Daba por hecho la muchacha, el tipo aparentaba ser un luchador estratégico más que un guerrero que lucha de frente, ese tipo de oponentes son un dolor de culo para Zira.
Se quedó escuchando las palabras del hombre con una expresión desentendida, guardó sus katanas y tomó en sus manos el dragón arcoíris. –Sí que eres imbécil, ¿Crees que mi capitán no tenía previsto esto? Idiota. –Sostenía la espada enfundada en su zurda. –Big Brother Kaizokudan, guardate ese nombre en la cabeza antes de morir. –Se le notaba determinada, su expresión ya no tenía una sonrisa incluida, solo molestia, quería matarlo de una vez y seguir con la misión.
–Me da igual que plan uses… –Fue entonces que con su diestra sacó un kunai en el momento en que él lanzó el espejo, arrojando aquella filosa arma hacia aquel objeto que estaba sobre sus cabezas. –Te voy a matar de todos modos. –Y sin decir ni una palabra más, se lanzó al ataque a gran velocidad, le daba igual que truco sacara de la manga, partiría al medio todo lo que se cruce, lo iba a matar aquí y ahora. Desenvainando su espada apuntó al tren superior de su enemigo, lanzando cuatro cortes rápidos y precisos.
Se quedó escuchando las palabras del hombre con una expresión desentendida, guardó sus katanas y tomó en sus manos el dragón arcoíris. –Sí que eres imbécil, ¿Crees que mi capitán no tenía previsto esto? Idiota. –Sostenía la espada enfundada en su zurda. –Big Brother Kaizokudan, guardate ese nombre en la cabeza antes de morir. –Se le notaba determinada, su expresión ya no tenía una sonrisa incluida, solo molestia, quería matarlo de una vez y seguir con la misión.
–Me da igual que plan uses… –Fue entonces que con su diestra sacó un kunai en el momento en que él lanzó el espejo, arrojando aquella filosa arma hacia aquel objeto que estaba sobre sus cabezas. –Te voy a matar de todos modos. –Y sin decir ni una palabra más, se lanzó al ataque a gran velocidad, le daba igual que truco sacara de la manga, partiría al medio todo lo que se cruce, lo iba a matar aquí y ahora. Desenvainando su espada apuntó al tren superior de su enemigo, lanzando cuatro cortes rápidos y precisos.
EL PODER DE UN NOMBRE
- Técnica y arma usadas:
- El dragón arcoíris:
Descripción: Es una hermosa katana que sin lugar a duda fue manufacturada por algún maestro de la herrería. Lo que más resalta en ella es su empuñadura, que tiene incrustadas unas gemas. Cada una representando el color de un arcoíris.
Propiedades: Dureza, Tenacidad y liviandad genuinas.
Nombre de la técnica: El poder de un nombre
Categoría: Genuina
Naturaleza: Física
Descripción: El maestro os enseña cómo sacar rápidamente la espada de su vaina y moverla en el aire con cuatro movimientos precisos, creando cuatro cortes en la forma de vuestra inicial y devolviendo la espada a su funda en un increíble tiempo de 2 segundos. Tiene 1 post de recarga.
- Resumen:
- -Pasa de la emoción a la decepción cuando ve el estilo de pelea de su rival.
-Responde a sus palabras con despreocupación, a fin de cuentas su capitán ya había previsto una situación así antes de que salieran del barco.
-Guarda sus espadas y saca el dragón arcoíris.
-Luego de unas palabras, lanza un kunai al espejo que el tipo lanzó al aire.
-Arremete contra él con una de sus técnicas más rápidas y precisas.
Omega
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Los de infiltración eran una panda de llorones. Si tan fácil era hacer aquel trabajo, ¿por qué no los echaban a todos y ponían a los de neutralización a colarse en los sitios? Eran más fuertes y una vez dentro podían meterle una paliza a alguien y sacarle la información que necesitasen. Sí, sonaba a plan sólido... o igual no tanto. Se quitó aquellos pensamientos felices de la cabeza, obligándose a recordar que las cosas no solían ser tan fáciles nunca. Tenía que procurar mantener los pies en la tierra y la cabeza fría si no quería acabar siendo como el puto Oppenheimer... o si quería mantener la cabeza sobre los hombros.
En el barco no parecía haber demasiada gente, tal vez la justa para mover el barco de ser necesario. Y era grande... si movía bien sus cartas, podía pillar al capitán cuando no hubiese demasiada gente cerca para socorrerle si gritaba. Al menos, no a tiempo. Entró en el camarote con él y se acomodó en el asiento que le indicó.
- Joder, bonita chalupa te has agenciado. Cómo se nota los que tenéis pasta. ¿Pediste que te lo hiciesen a medida?
Empezaba a dolerle la lengua por el peso de su falsedad. Qué asqueroso era mentir tan descaradamente y hacerse pasar por alguien que no se era. Definitivamente hacía gente tan rastrera como los de infiltración para aquellas tareas. Sería mejor acabar con aquella tarea cuanto antes. Empleando su "sexto sentido" rastreó las presencias cercanas para esperar al momento en que hubiese menos gente en los alrededores.
- Me llamo Jeremiah. Al parecer hay novedades sobre la familia real. Con las nuevas medidas de seguridad no va a ser fácil colar "sustitutos", pero han dicho que se está en posición para pasar al siguiente paso.
Esperó a escuchar su respuesta, si la daba, mientras por debajo de la mesa echaba mano disimuladamente a su Enforcer y la apuntaba contra el capitán, con el modo aturdidor activado. Entonces, llegando a la conclusión por el número de presencias que era el mejor momento que iba a sacar, pulsó el gatillo, disparando una descarga eléctrica con su arma.
En el barco no parecía haber demasiada gente, tal vez la justa para mover el barco de ser necesario. Y era grande... si movía bien sus cartas, podía pillar al capitán cuando no hubiese demasiada gente cerca para socorrerle si gritaba. Al menos, no a tiempo. Entró en el camarote con él y se acomodó en el asiento que le indicó.
- Joder, bonita chalupa te has agenciado. Cómo se nota los que tenéis pasta. ¿Pediste que te lo hiciesen a medida?
Empezaba a dolerle la lengua por el peso de su falsedad. Qué asqueroso era mentir tan descaradamente y hacerse pasar por alguien que no se era. Definitivamente hacía gente tan rastrera como los de infiltración para aquellas tareas. Sería mejor acabar con aquella tarea cuanto antes. Empleando su "sexto sentido" rastreó las presencias cercanas para esperar al momento en que hubiese menos gente en los alrededores.
- Me llamo Jeremiah. Al parecer hay novedades sobre la familia real. Con las nuevas medidas de seguridad no va a ser fácil colar "sustitutos", pero han dicho que se está en posición para pasar al siguiente paso.
Esperó a escuchar su respuesta, si la daba, mientras por debajo de la mesa echaba mano disimuladamente a su Enforcer y la apuntaba contra el capitán, con el modo aturdidor activado. Entonces, llegando a la conclusión por el número de presencias que era el mejor momento que iba a sacar, pulsó el gatillo, disparando una descarga eléctrica con su arma.
- resumen:
- Le sigo el juego al tipo este, le hablo y, vigilando con el haki de observación, espero al momento en que haya menos gente en los alrededores para dispararle por debajo de la mesa con el modo aturdidor de la Enforcer (es similar a un taser, con la diferencia de que no usa un cable, sino que dispara una corriente eléctrica continuada durante un par de segundos con rango de dos metros).
...y si cuela cuela.
Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- Abi, Braud y Roland:
- Abi, la nube detiene a los dos que tienes delante, y los disparos que realizan tus habitantes abaten a los dos que tienes a la espalda. Ya sólo quedan tres presencias, una de ellas está inmovilizada y las otras dos están al otro lado del muro.
Pero ocurre algo que no esperas lo ves unos instantes antes de que suceda, pero eso no lo convierte en algo menos impresionante. El muro se parte por la mitad ante el corte de uno de los que venían de frente, habiendo previsto que el otro fracasaría en el intento. Cuando las dos mitades caen al suelo lo ves frente a tí más amenazador que antes. Ahora que tu mantra se fija con más detalle puedes notar algo, un eco, su presencia se transmite por el hombre que habías inutilizado, mientras que la de este hace lo mismo por la suya. Han usado ese truco para esconder al miembro más fuerte hasta ese momento. Empuña su arma y al recubrimiento negro se le une un aura rojiza. Escuchas una respiración, justo antes de ver cómo su silueta se emborrona un momento. Escuchas dos disparos a la espalda, y ves que tus habitantes han disparado a la silueta de el enemigo que ha quedado a tu espalda. Ahora lo entiendes, está dejando imágenes residuales. Gracias a tu mantra puedes localizarlo, está justo encima tuyo, cayendo en picado con la intención de clavar su arma a un lado de tu cuello.
Roland y Braud. Cuando roland lanza su mazazo pilla casi desprevenido al grandullón, quien no se esperaba que pudieras alcanzarle. De todas formas, en vez de evitar del todo el golpe dirige su hacha hasta interponerla en la trayectoria del golpe. Una explosión enorme os envuelve, dirías que lo has vaporizado, pero una sonrisa tontorrona entre el humo te indica lo contrario. Tiene varias quemaduras en el brazo y alguna herida en la cabeza, pero por lo que dijo su hermano, tiene pinta de ser muy dura.
- Jeje. Que fuerte eres ¿También has entrenado cavando trincheras? - Ahora que te fijas su arma está clavada en el suelo, justo donde la tuya podría haber llegado a impactar. La agarra y con fuerza la levanta, lanzando una onda cortante y partiendo la tierra en tu dirección.
Braud, tu enemigo esquiva grácilmente el golpe, pero levantas un montón de piedras y tierra, algunas de ellas acaban golpeando su rostro, dejando alguna herida. De todas formas salta y dirige una ágil patada a tu mentón como contraataque, alejándose rápidamente y poniendo unos diez metros entre vosotros. Mientras tanto otras dos flechas emergen de su brazo, dispara ambas apuntando a tu pecho.
- Hazel, Raion y Kohaku:
- Raion, escapa de su cara la expresión de “¿De verdad piensas que soy tan estúpido?” cuando ve que el tornado que has hecho para desviar las balas. En efecto estas son desviadas y rebotan en las paredes de nuevo, tres de ellas toman un rumbo en su dirección y cuando están a punto de darle… “Tic, Tic, Tic”. Si puedes ver algo entre la vorágine, te darás cuenta de que lo que han caído al suelo no son balas, sino algo más del tamaño de granos de arena, los cuales han chocado contra él de manera inofensiva. Tres siguen rebotando en las paredes y pueden llegar a darte si el tornado deja de protegerte.
- Bien, es el momento. - Dice en voz baja, casi no la escuchas entre los rebotes y un chirrido metálico a tu espalda, más o menos por donde acabaron los primeros disparos.
Cuando miras, puedes ver que no hay dos balas, sino algo más parecido a dos bolas de cañón, del tamaño de un puño, las cuales giran contra el metal hasta calentarse al rojo vivo, y aun así puedes notar un color negro antinatural en estas. Llega un punto en el que su rotación las lanza hacia arriba, cuando llegan al techo chocan contra este y rebotando hacia abajo, estallando en medio del aire y liberando una lluvia de esquirlas metálicas. A su vez, ves que tu oponente no ha perdido el tiempo y esta vez su brazo entero se ha vuelto negro mientras sostiene la pistola de forma más firme que antes sin quitarte el ojo de encima. Aprieta el gatillo y una detonación más grande de lo normal se escucha, lanzando un proyectil a una velocidad notablemente superior en tu dirección.
Hazel, pues parece que es una pelota normal, un perro amistoso normal con piel cálida y suave y ojos marrones. Parece que tu atención hace que se calle, seguramente con todo el mundo arriba se sentiría solo. Definitivamente no tiene madera de perro guardián al ver que no te hace nada y sigue la pelota dentro de uno de los camarotes. Cierras la puerta y sigues tu camino, escuchando cómo gime triste y araña la puerta. Eres un monstruo.
Pero volvamos a lo que nos interesa. Bajas las escaleras y hay una cubierta parecida, aunque es sensiblemente más oscura, estando menos iluminada, además las tuberías, conductos y cables parece que se hacen más numerosos. Por la falta de puertas dirías que este es un nivel más funcional, además de escuchar de fondo el sonido de maquinaria en marcha. De todas formas entre lo que ves parece haber una serie de tuberías calientes más numerosas, así como otra amarilla separada que no sabes lo que tiene. Con acercar la mano a una y ver válvulas de presión a un lado te puedes hacer una idea de lo que llevan, pero la amarilla no tiene ningún indicador. Lo que está claro llegado a cierto punto del pasillo es que este se divide, entre derecha e izquierda, la amarilla va a la derecha y la caliente a la izquierda.
Mientras tanto en el camarote donde está el perro. Este para de rascar la puerta con la pelota en la mano y da un par de vueltas, olisquea el aire un momento y se gira debajo de una de las camas. Tras hacer algo debajo de esta empuja con las patas la rendija de un conducto de ventilación que había debajo de esta y se arrastra por las entrañas del barco.
Kohaku, tu estrategia funciona, sin mucho esfuerzo te libras de los dos primeros, aunque los otros dos han estado más cerca de darte de lo que te gustaría, de todas formas añades otros dos a la cuenta. Cuatro han caído, pero mientras tanto los tiradores que quedan han tenido tiempo de apuntar, y esta vez no van a apuntar a cualquier sitio, evitarán en la medida de lo posible dar en la armadura, dos disparos apuntan a la cabeza, mientras que otros dos van a buscar desarmarte, apuntando a las manos. El resto de los que quedan mantienen posiciones cubriendo a tiradores y oficial, tal y como estaban haciendo.
Pero hay algo más, parece que el oficial, tras dar la orden de abrir fuego ha sacado un den den mushi y está hablando por este, aunque no escuchas lo que dice. ¿No se supone que las comunicaciones no sirven con esas condenadas antenas?
- Bizvan:
- Los botones y las palancas son paras casuals, piensas mientras blandes tu espada contra motores inocentes que no han hecho nada y que puede que tengan familia.
Tu espada se hunde en el cilindro del primero y empieza a cortar el metal, a pesar de que lo corta como si fuera mantequilla notas algunos lugares que ofrecen más resistencia que otros, puede que sea porque hay partes que son metal puro. Pero no terminas de cortar el primero cuando ocurren varias cosas. La primera, del corte sale un chorro de combustible en llamas a presión en tu dirección. Por otra parte sale vapor hirviendo y lo que parece lubricante por otra parte, creando un cóctel de sustancias calientes que no deberían juntarse. A parte de eso notas que el motor empieza a temblar violentamente y la iluminación de la sala pasa a una luz roja seguida de una sonora alarma que se extiende por todo el navío.
- Omega:
- Te escucha atentamente, hasta que dices lo de la familia real, en ese momento su expresión cambia.
- Joder si que ha estado Argos fuera de onda, se supone que dejamos ese plan hace semanas. - Comenta sin que parezca, por su voz, que se ha dado cuenta del juguete debajo de la mesa.
Notas el momento en el que varias presencias se alejan, si todos están trabajando no crees que haya un momento en el que encuentres menos que ahora. Y entonces un chispazo ilumina la estancia durante unos instantes. El sillón se echa hacia atrás y el hombre acaba tumbado con humo saliendo por debajo de la mesa. Unos segundos de tenso silencio pasan mientras te aseguras de que nadie se ha percatado, nadie se acerca, hasta que…
- ¡Jajaja!- Escuchas la voz del hombre. - Pensaba que eras uno de esos inútiles de infiltración. Todo este tiempo siguiéndote el juego pensando cuando saldría un compañero del que me estuvieras distrayendo. Cuando resulta que sólo es un jovenzuelo ambicioso. Y yo que pensaba que estabas detrás de la persona que controlaba a los infiltrados de arcilla.
El vendaje de su brazo está chamuscado y empieza a caer, revelando lo que hay debajo. De entre las vendas sale un brazo protésico hecho de madera de acabado exquisito con tallas de nudos celtas. Por debajo de la madera se pueden ver una serie de contrapciones y mecanismos más propias de la relojería de precisión. El brazo acaba en cinco dedos metálicos con garras de cerámica blanca. Tras incorporarse notas que su aura ha cambiado, pasando a la propia de un capitán. Las presencias se han detenido y tras dar un par de golpes en el suelo con el pie notas que empiezan a acercarse. Todavía no ha atacado ni parece que tenga intenciones de hacerlo… ¿Qué harás?
- Freites y Zira:
- Freites, ves como cada uno de los soldados clava algo en el suelo, como una especie de lanza, esta se extiende unos tres metros hacia arriba, aunque de momento no parece que se sepa lo que hacen. La mitad de ellos dejan que el artilugio siga preparándose y sacan varias armas, entre riles y espadas para defender esa posición.
Mientras tanto lanzas la onda punzante a la vez que se acerca. Se da cuenta de lo que intentas y mueve ligeramente de posición el escudo. Una potente explosión sale del escudo al encontrar la onda y el calor, la onda de choque y varias esquirlas cerámicas salen en tu dirección. Cuando el humo se disipa faltan otras dos placas. El hombre extiende la mano en tu dirección, pero no pasa nada… no hasta que escuchas algo a tu espalda. El arma que ha lanzado está volviendo a toda velocidad, y tú estás en medio.
Mientras tanto Zira. Mientras te lanzas diriges parte de tu atención al espejo y lanzas el kunai. Ambos objetos caen al suelo, el espejo se rompe, parece un espejo normal y corriente. Parece que su fortaleza es la agilidad, pues los tres primeros golpes los esquiva siguiendo el movimiento del arma con una fluidez pasmosa. Pero el último conecta, seccionándole la mano. Salta y se aparta, agarrándose la manga de la sudadera con expresión de dolor.
- Mi mano… mi mano… mi mano… Sigue aquí. - Saca la mano de la manga y la mueve para que veas que es verdadera. - Espera capitán ¿Te refieres a ese retaco? - Lanza una carcajada al aire. - Me han hablado de él. Pero no usarías ese nombre con tanto orgullo si supieras lo que hizo. Es… Nah ¿Para qué te lo voy a contar? No espero que alguien de esa panda de descerebrados lo entienda. - Se encoge de hombros. - No sabéis distinguir una mano verdadera de una falsa.
Notas como algo te toca en la pierna, es la mano falsa, la cual ha empezado a trepar por esta como si fuera una gran araña.
- Cilje:
- Claude, como te comenté, los infectados devoran la comida que acabas de preparar con voracidad. Y tal como te dije, en un primer momento no sucede nada. No obstante, tras unos quince minutos puedes ver cómo muchos de ellos llevan sus manos a su barriga y se doblan sobre sí mismos en clara posición antiálgica.
Y entonces llega la primera. Una larga flatulencia resuena en todo el lugar, siendo acompañada poco después por un olor que nada tiene que envidiarle a un cuerpo en descomposición. Si obligaseis a alguno de los presos a darse la vuelta para mostraros su trasero descubriríais en seguida lo que está pasando. Sea como sea, una diarrea incoercible se apodera de ellos y, tras un buen rato sin dejar de expulsar… eso, observas cómo algunos de ellos caen inconscientes, seguramente deshidratados. Si fuesen personas normales y no potenciales asesinos en masa lo indicado sería rehidratarles para que no se queden ahí para siempre, pero vosotros sabréis. Lo cierto es que lo científicos locales están cuanto menos descolocados con vuestra actitud y de forma involuntaria han puesto en vuestras manos todo lo referente a la investigación.
En cuanto a tus pruebas, puedes comprobar que, efectivamente, el trozo de hongo quemado no muestra ni un atisbo de vida en su interior. De hecho, es clavadito a una seta olvidada en el fuego demasiado tiempo. Sobre los químicos, el bicho los absorbe sin mayores problemas. Tras empaparse de vinagre sus movimientos se reducen durante unos pocos minutos, pero después recupera su vitalidad habitual.
En cuanto a Ilje, he estado revisando las guías de oficio y creo que incluso llevando al máximo las capacidades de ingeniera que podría desarrollar en estos momentos de su aventura, improvisar con un soplete y lo que tiene a mano un nanobot capaz de viajar por el torrente sanguíneo e identificar a un agente biológico concreto, así como sacarlo de la sangre, se le queda algo lejos incluso abriendo bastante la mano. Es por ello que, lamentándolo mucho, su creación es inoculada en los afectados por el hongo sin observar los efectos que le hubiese gustado ver. Por el contrario, tras unas horas las zonas de inoculación se vuelven de un intenso color rojo. Si les colocaseis un termómetro a los afectados comprobaríais que tienen muchísima fiebre. Y, sorprendentemente, en medio del cuadro grave que están experimentando la lucidez parece asomar durante un breve instante en forma de pánico e incomprensión en sus ojos.
De nuevo con Claude, el de los mofletes sonrosados mira a sus superiores buscando algún gesto que le indique qué hacer. No tardan en decirle que te haga caso con un encogimiento de hombros. Veintitrés minutos después, ni uno más ni uno menos, llega con una bolsa de cuero. De ella va sacando uno a uno los elementos que le has solicitado, colocándolos sobre la mesa en la que te encuentras en el mismo orden en el que los fuiste enumerando. Otra cosa quizás no, pero se ve que el muchacho tiene buena memoria.
Kohaku Sato
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El cazador frunció el entrecejo con cierto enfado, pues los dos últimos piratas por poco alcanzan a tocar carne con sus bayonetas. Habían estado demasiado cerca de herirle, y no podía permitirse el lujo de salir herido contra unos simples soldados rasos como aquellos, aún más cuando su supuesto cabecilla aún continuaba sin daño alguno frente a sus narices.
Sin darle apenas tiempo a tomar algo de aire, volvieron a atacarle. Los tiradores restantes volvieron a dispararle. Ya había visto como lo habían hecho hacía poco tiempo, así que Kohaku pudo deducir por la postura que había puesto que dos de ellos estaba apuntando a la parte alta de su cuerpo, mientras que los otros dos buscaban herirle a media altura. El espadachín estaba erguido, así que se agachó flexionando su tronco hacia adelante, consiguiendo que uno de los proyectiles pasara de largo, mientras que el otro rozaba su cabeza, creándole una calva al lado de la coronilla, así como una herida superficial muy fea. Mientras que, para los otros disparos, realizó dos movimientos circulares con sus armas, tratando de desviar las balas. Una de ella fue bloqueada con el canto de su zurda, chocando contra el suelo, mientras que la otra le golpeó la superficie posterior del antebrazo, levantando su piel y parte de su carne.
—Hijos de satán —maldijo en voz alta, tras un grito de dolor.
De no ser por la adrenalina del momento, seguramente habría soltado el arma sobre el suelo de dolor de forma inconsciente. Sin embargo, eso no iba a pasar. Clavó la mirada sobre los tiradores y se impulsó hacia ellos, cruzando los brazos llevando las hojas de sus katanas a su espalda, para cuando hubiera reducido la distancia con sus atacantes en un par de metros, trazar una doble línea horizontal frente a ellos. Su idea era proyectar las hojas de sus aceros, creando una onda cortante que abarcara lo suficiente como para acabar con los tiradores restantes y, de esa forma, poder concentrarse en el oficial.
De conseguirlo, clavaría la mirada en él, observando como en sus manos tenía un den den mushi. «¿No estaban cortadas las comunicaciones?», se preguntó.
—¡Eh, tú! —alzaría la voz, señalando al hombre—. Respóndeme a un par de preguntas, ¿cómo es que tú si puedes comunicarte? ¿Y si eres un pirata cuanto vale tú cabeza?
Sin darle apenas tiempo a tomar algo de aire, volvieron a atacarle. Los tiradores restantes volvieron a dispararle. Ya había visto como lo habían hecho hacía poco tiempo, así que Kohaku pudo deducir por la postura que había puesto que dos de ellos estaba apuntando a la parte alta de su cuerpo, mientras que los otros dos buscaban herirle a media altura. El espadachín estaba erguido, así que se agachó flexionando su tronco hacia adelante, consiguiendo que uno de los proyectiles pasara de largo, mientras que el otro rozaba su cabeza, creándole una calva al lado de la coronilla, así como una herida superficial muy fea. Mientras que, para los otros disparos, realizó dos movimientos circulares con sus armas, tratando de desviar las balas. Una de ella fue bloqueada con el canto de su zurda, chocando contra el suelo, mientras que la otra le golpeó la superficie posterior del antebrazo, levantando su piel y parte de su carne.
—Hijos de satán —maldijo en voz alta, tras un grito de dolor.
De no ser por la adrenalina del momento, seguramente habría soltado el arma sobre el suelo de dolor de forma inconsciente. Sin embargo, eso no iba a pasar. Clavó la mirada sobre los tiradores y se impulsó hacia ellos, cruzando los brazos llevando las hojas de sus katanas a su espalda, para cuando hubiera reducido la distancia con sus atacantes en un par de metros, trazar una doble línea horizontal frente a ellos. Su idea era proyectar las hojas de sus aceros, creando una onda cortante que abarcara lo suficiente como para acabar con los tiradores restantes y, de esa forma, poder concentrarse en el oficial.
De conseguirlo, clavaría la mirada en él, observando como en sus manos tenía un den den mushi. «¿No estaban cortadas las comunicaciones?», se preguntó.
—¡Eh, tú! —alzaría la voz, señalando al hombre—. Respóndeme a un par de preguntas, ¿cómo es que tú si puedes comunicarte? ¿Y si eres un pirata cuanto vale tú cabeza?
- Resumen:
- Esquivar y recibir + atacar + dirigirse al oficial
Freites D. Alpha
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Durante todo el combate, me habría mostrado sonriente y calmado. De hecho siempre he sido así, no existe nada mejor que llevar una vida tranquila sin buscar preocuparme por los problemas. Ahora que lo recuerdo, todos mis hermanos y hermanas han afirmado que siempre se sintieron atraídos por mí por mi “carisma”. Bueno, no se si podamos llamar carisma a esto de ser de naturaleza tranquila y calmada. Pero al menos todos me han seguido por ello. Me pregunto, si esto también colaría con este sujeto que tengo en frente. No me he mostrado ser una persona que pretendo faltarle al respeto. Él tiene un trabajo y yo tengo el mío, ambos estamos dando lo mejor para cumplirlo. – Eres un grandioso oponente. – no pude evitar decir aquello, antes que mi ataque chocara con su escudo.
El impacto había logrado llegar a dar, pero no en el lugar que había apuntado. El choque resulto en una explosión. Pude sentir como los fragmentos de su escudo se clavaban en mi cuerpo y la onda había logrado hacerme retroceder un poco. No les mentiré, mi cabeza se había aturdido un poco, incluso me tomo unos segundos reaccionar. Sacudí con fuerza mi cabeza. Luego, me di cuenta que me encontraba dentro de una nube de humo.
Aproveche ese momento para sacar mis cuernos, este sujeto realmente estaba resultado muy divertido, mi corazón latía a mil y podría sentir la tensión y emoción de una gran batalla. También saque las agujas tres de las agujas senbón que había forjado con anterioridad y las oculte en mi manga. Al disiparse el humo, yo lo observaba directamente en los ojos, sonriendo.
<<Dos placas menos.>> A mi alrededor mis enemigos se encontraban preparando algo. La situación empeoraba. Mi oponente extendió su brazo sobre mí y no ocurría nada, al menos eso creía, voltee rápidamente y me fije que su arma venia hacia a toda velocidad. Di un salto alto con la intención de esquivar. Me mantuve en el aire elevado unos dos metros del suelo gracias a la combustión que genere en mis pies. Apunte a la mano de mi oponente y las arroje con fuerza las agujas. Si mi táctica había dado resultado, daría un profundo respiro y me prepararía para lanzar una fuerte llamarada .
Y estas estarían a calor a tope.
El impacto había logrado llegar a dar, pero no en el lugar que había apuntado. El choque resulto en una explosión. Pude sentir como los fragmentos de su escudo se clavaban en mi cuerpo y la onda había logrado hacerme retroceder un poco. No les mentiré, mi cabeza se había aturdido un poco, incluso me tomo unos segundos reaccionar. Sacudí con fuerza mi cabeza. Luego, me di cuenta que me encontraba dentro de una nube de humo.
Aproveche ese momento para sacar mis cuernos, este sujeto realmente estaba resultado muy divertido, mi corazón latía a mil y podría sentir la tensión y emoción de una gran batalla. También saque las agujas tres de las agujas senbón que había forjado con anterioridad y las oculte en mi manga. Al disiparse el humo, yo lo observaba directamente en los ojos, sonriendo.
<<Dos placas menos.>> A mi alrededor mis enemigos se encontraban preparando algo. La situación empeoraba. Mi oponente extendió su brazo sobre mí y no ocurría nada, al menos eso creía, voltee rápidamente y me fije que su arma venia hacia a toda velocidad. Di un salto alto con la intención de esquivar. Me mantuve en el aire elevado unos dos metros del suelo gracias a la combustión que genere en mis pies. Apunte a la mano de mi oponente y las arroje con fuerza las agujas. Si mi táctica había dado resultado, daría un profundo respiro y me prepararía para lanzar una fuerte llamarada .
Y estas estarían a calor a tope.
- Resumen:
- Utilizar mi habilidad: de carisma natural.
- Asumir daños.
- intentar esquivar la espada.
- Arrojar tres agujas senbon contra la mano de mi oponente.
- Usar Lanzallamas. (mejora de akuma nivel 20)
Abigail Mjöllnir
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Lo que presenció fue toda una novedad para la beata, su escudo climático había sido atravesado por un arma. Por otra parte pudo oir como los dos atacantes de sus flancos caían al suelo, abatidos por los disparos de su gente. No quería exponer a su familia a más peligro del necesario, tenía que cerrar su fortaleza y enfrentarse a los otros tres ella sola.
«Vale, solo quedan estos tres. ¿Quiénes son?» pensó, y es que aquella gente no había vacilado lo más mínimo a pesar de haberse presentado como una de las defensas de Sakura, entendía que no le creyeran una vez, pero había dado más advertencias y... un momento. Siguiendo sus órdenes previas, sus habitantes dispararon de nuevo antes de poder cerrar la fortaleza, ¿habían visto algo más?
Bien su mantra se había vuelto loco o bien se la habían jugado. Cuando alzó el rostro pudo ver lo que ya había "previsto". Aquel hombre pretendía acabar con ella directamente cno una hoja negra y una especie de aura rojiza. Ya se había librado del polímero y ahora intentaba matarla, ¿habían disparado a ese hombre? ¿cómo de rápido tenía que ser?
Reaccionó todo lo rápido que pudo. Cerró todo lo que había abierto en sus brazos y trató de moverse hacia atrás al tiempo que giraba su cuerpo para que la hoja no alcanzara su cuello sino su hombro y brazo izquierdos. Además de la armadura de haki, que intentó hacer lo más resistente posible incluso si eso forzaba los límites de su alma, Abigail transformaría por completo ese brazo en una fortaleza de hormigón, esperando que fuera suficiente. Cuando la hoja empezó a cortar pudo escuchar el rasgar de su propia ropa seguido del choque con el hormigón fortalecido y, de recibir daños grandes, soltaría un alarido de dolor.
No tuvo tiempo para ponerse a mirar si eso había funcionado o no, tenía que neutralizarlo a la orden de ya. Se movió más hacia atrás todo lo posible para crear una distancia de seguridad y volvió a extender la mano derecha, la que no sostenía ninguna granada. Volvió a abrir la ventana a su habitante del revólver de los seis caminos y éste, viendo la peligrosidad de esa gente, disparó la bala explosiva contra el hombre que acababa de caer.
Mientras atacaba usando a sus habitantes decidió lanzar finalmente la granada que le quedaba en la mano derecha hacia el grupo de uniformados. Le habría gustado más neutralizarlos para interrogarlos pero... no podía fiarse de esa hoja tan extraña, ya se la había jugado demasiado. Intentaría buscar algo de información entre sus restos después, si es que su ataque explosivo funcionaba.
Ahora, con las dos manos libres, pudo agarrar finalmente su rifle. Si habían sobrevivido no tardarían mucho más en caer.
«Vale, solo quedan estos tres. ¿Quiénes son?» pensó, y es que aquella gente no había vacilado lo más mínimo a pesar de haberse presentado como una de las defensas de Sakura, entendía que no le creyeran una vez, pero había dado más advertencias y... un momento. Siguiendo sus órdenes previas, sus habitantes dispararon de nuevo antes de poder cerrar la fortaleza, ¿habían visto algo más?
Bien su mantra se había vuelto loco o bien se la habían jugado. Cuando alzó el rostro pudo ver lo que ya había "previsto". Aquel hombre pretendía acabar con ella directamente cno una hoja negra y una especie de aura rojiza. Ya se había librado del polímero y ahora intentaba matarla, ¿habían disparado a ese hombre? ¿cómo de rápido tenía que ser?
Reaccionó todo lo rápido que pudo. Cerró todo lo que había abierto en sus brazos y trató de moverse hacia atrás al tiempo que giraba su cuerpo para que la hoja no alcanzara su cuello sino su hombro y brazo izquierdos. Además de la armadura de haki, que intentó hacer lo más resistente posible incluso si eso forzaba los límites de su alma, Abigail transformaría por completo ese brazo en una fortaleza de hormigón, esperando que fuera suficiente. Cuando la hoja empezó a cortar pudo escuchar el rasgar de su propia ropa seguido del choque con el hormigón fortalecido y, de recibir daños grandes, soltaría un alarido de dolor.
No tuvo tiempo para ponerse a mirar si eso había funcionado o no, tenía que neutralizarlo a la orden de ya. Se movió más hacia atrás todo lo posible para crear una distancia de seguridad y volvió a extender la mano derecha, la que no sostenía ninguna granada. Volvió a abrir la ventana a su habitante del revólver de los seis caminos y éste, viendo la peligrosidad de esa gente, disparó la bala explosiva contra el hombre que acababa de caer.
Mientras atacaba usando a sus habitantes decidió lanzar finalmente la granada que le quedaba en la mano derecha hacia el grupo de uniformados. Le habría gustado más neutralizarlos para interrogarlos pero... no podía fiarse de esa hoja tan extraña, ya se la había jugado demasiado. Intentaría buscar algo de información entre sus restos después, si es que su ataque explosivo funcionaba.
Ahora, con las dos manos libres, pudo agarrar finalmente su rifle. Si habían sobrevivido no tardarían mucho más en caer.
- resumen:
» Tiene que cerrar su fortaleza y moverse, así que su tiempo de reacción es menor y solo le da tiempo a reposicionar su cuerpo.
» Recibe el ataque después de recubrirse con haki (intenta hacer que sea lo más resistente posible) y de transformar todo su brazo en una fortaleza de hormigón (Akuma 70, Mejora 60), esperando que esa combinación junto a la alta resistencia natural de su propio cuerpo sea suficiente para frenar la mayor parte del daño.
» Una vez recibido el ataque se aleja más para crear distancia y usa de nuevo al habitante con el Revólver de los Seis Caminos, esta vez usando la bala explosiva contra el que ha caído del cielo.
» Además del ataque de su habitante, ella misma lanza la granada que le queda para intentar volar a los tres que faltan.
» Agarra el rifle y se prepara para continuar.
Bizvan
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La espada del joven comenzó cortando con facilidad el mecanismo, y conforme la hoja fue avanzando está comenzó a encontrar resistencia, seguramente causado por el cambio de aleación en alguna de las partes del motor. En cualquier otro caso esto no hubiese representado un mayor problema y con sólo aplicar un poco más fuerza se podría haber solucionado, sin embargo se presentó un pequeño gran detalle que el moreno no tomó en cuenta. Este tipo de maquinaría no suele moverse por sí sola, requiere de cierta ayuda que le permita mantener sus diferentes componentes en constante movimiento y sin que estas presenten resistencia.
De ser posible, el marine podría jurar que escuchó el sonido de una palmada golpeándose la frente, seguido de la voz de Kimura diciendo “Bien hecho” en tono sarcástico.
Un chorro de un líquido en llamas emergió de entre el mecanicos a causa del corte de la espada. De igual forma vapor caliente fue disparado al perderse la presión por culpa del marine. Esto le hizo dejar de utilizar Koshoku y solo mantener el endurecimiento en sus brazos y arma.
Por un instante pensó en utilizar su armadura, pero era más que seguro que está no se desplegaría a tiempo para ponerlo del daño, sin mencionar que al tratarse de líquido caliente y vapor, no había mucho que su armadura en específico fuese capaz de hacer al respecto.
La mejor opción que cruzó por la mente de Bizvan fue activar sus botas VoTo1 para utilizar el impulso de los diales en un intento por esquivar los peligros que se avecinaba. Tendría que tener mucha suerte para salir ileso, pero su intención era evitar la mayor cantidad de daño posible, por lo cual cubriría su rostro con sus brazos en un intento por evitar que algo dañara sus ojos.
Si todo salía bien o relativamente bien sería hora de comenzar a retirarse.
De ser posible, el marine podría jurar que escuchó el sonido de una palmada golpeándose la frente, seguido de la voz de Kimura diciendo “Bien hecho” en tono sarcástico.
Un chorro de un líquido en llamas emergió de entre el mecanicos a causa del corte de la espada. De igual forma vapor caliente fue disparado al perderse la presión por culpa del marine. Esto le hizo dejar de utilizar Koshoku y solo mantener el endurecimiento en sus brazos y arma.
Por un instante pensó en utilizar su armadura, pero era más que seguro que está no se desplegaría a tiempo para ponerlo del daño, sin mencionar que al tratarse de líquido caliente y vapor, no había mucho que su armadura en específico fuese capaz de hacer al respecto.
La mejor opción que cruzó por la mente de Bizvan fue activar sus botas VoTo1 para utilizar el impulso de los diales en un intento por esquivar los peligros que se avecinaba. Tendría que tener mucha suerte para salir ileso, pero su intención era evitar la mayor cantidad de daño posible, por lo cual cubriría su rostro con sus brazos en un intento por evitar que algo dañara sus ojos.
Si todo salía bien o relativamente bien sería hora de comenzar a retirarse.
- Resumen:
- Activar los diales de sus botas en un intento por evitar el daño.
Utilizar sus brazos recubiertos en endurecimiento para tratar de cubrir sus ojos.- Usado:
- Cuarto turno utilizando mantra.
Segundo turno utilizando armadura.
Claude von Appetit
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Vale, repasemos lo que se sabe hasta ahora: El calor mata al hongo. Bueno, lógico, el fuego purifica y el hongo es indudablemente malvado, pero centrémonos por un momento en eso. Como mínimo servirá para olvidar el olor a diarrea explosiva que empieza a apoderarse de esta estancia.
- ¡Pero vamos a ver! -grito a uno de los cagones-. ¡¿No puedes vomitar ni un poquito?! ¡Apestas!
En fin, como decía... El fuego tiene la curiosa habilidad de matar cosas. Mata al hongo, sí, pero también me mataría a mí y soy, como mínimo, una forma de vida mucho más compleja. No obstante, si ya hemos asumido que el bicho puede detectar el calor podemos intentar hacer nuestras propias preguntas: ¿Es autoconsciente? ¿Sabe que está vivo, al menos? Parece que se mueve por instintos, ¿pero tendrá instinto de autoconservación? En el caso de que lo tengan la reciente fiebre que el experimento de Illje está provocando puede habernos dado la solución; es un golpe de suerte con el que no contábamos, pero sin duda el que nos hacía falta.
Reexamino los datos que he recopilado: El vinagre parece que lo entumece durante un rato, no le afecta la sal, se infiltra en la sangre y detecta el calor. No he probado su sabor, pero es que la idea de meterme en la boca un hongo controlamentes por muy pasado que esté no termina de hacerme gracia, aunque hablando de eso parece que anula el reflejo faríngeo, o la sensibilidad del cuerpo al exceso de sal. No así a la diarrea, como estamos pudiendo comprobar. Menos mal que han traído los ambientadores, aunque echo de menos algún espray desodorante que anule el olor, porque el aroma a azucenas y flores del campo se está convirtiendo en pasto de vacas. Y seguro que ya sabes por qué un pasto de vacas huele tan mal.
- Illje, creo que tengo una idea -le digo, acercándome a su oído-. Si el bicho detecta el calor y con el calor el cuerpo recupera algo de consciencia... ¿Por qué no los calentamos a todos?
Es una idea muy arriesgada, pero tenemos poco tiempo. Tenemos que sacar el hongo de sus cuerpos, cambiarles la sangre por una mejor y limpiarles el culo. Bueno, eso mejor que lo hagan los soldados, pero de momento centrémonos en los pasos de nuestro plan.
- Tú tienes que encargarte de la cencia, ¿vale? -solicito mientras me muevo de un lado a otro, colocando y recolocando todo lo que nos han ido trayendo-. Encadenamos a las víctimas a esta silla, la cual va a calentarse mucho con estas dos estufas. Tenemos que asegurarnos de que no se deshidraten, como le está pasando a la gente con diarrea, o podríamos cargárnoslos. -Chasqueo los dedos, para que todo el mundo vaya escuchando mi idea-. Si todas las personas tienen un moco como este dentro, si ve que está en riesgo de muerte huirá. Así que hay que poner algo fresco y vivo a lo que pueda engancharse, pero que al mismo tiempo no nos importe perder. Necesitamos o una veintena de pollos o a la familia real. Es broma. -Nunca mataría sin razón tantos pollos-. El caso es que gracias a las investigaciones de Illje y a nuestros "voluntarios"... -levanto las manos y empiezo a aplaudir, un aplauso para ellos, por favor. ¿Por dónde iba? Ah, sí. Gracias a ella sabemos que hay una especie de carrera de matar células dentro de su sangre, así que necesitamos sacársela y meterle nueva. O en términos monárquicos, reequilibrar humores. Illje, ¿puedes construir una máquina que rescate lo que quede de sangre sana? Como el señor bola que está matando al sujeto dos, pero fuera del cuerpo. Para no matarlo, y eso.
Tras eso, me subo a la mesa de trabajo. Estos hombres ahora están a mis órdenes; hasta que la batalla contra esta terrible enfermedad finalice, tomo el mando.
- ¡Soldados! ¡Necesitamos algo que enfríe, animales a los que poder sacrificar y todos los materiales que os pida la sirena! ¡Traed a cuanto enfermero podáis y tantas bolsas de sangre o lo que sea que hagáis los monárquicos para introducir sangre en cuerpos! ¡Y si no es suficiente, daremos nuestra propia sangre por nuestros compañeros! -Espero un "sí, señor" generalizado, y si no se cumple miro mal a todos. Salvo a mofletes sonrosados. Es tan tierno... No podría enfadarme con él. Pero sí meterle una bofetada-. ¡Pues no se hable más! ¡Soldados, a luchar!
- ¡Pero vamos a ver! -grito a uno de los cagones-. ¡¿No puedes vomitar ni un poquito?! ¡Apestas!
En fin, como decía... El fuego tiene la curiosa habilidad de matar cosas. Mata al hongo, sí, pero también me mataría a mí y soy, como mínimo, una forma de vida mucho más compleja. No obstante, si ya hemos asumido que el bicho puede detectar el calor podemos intentar hacer nuestras propias preguntas: ¿Es autoconsciente? ¿Sabe que está vivo, al menos? Parece que se mueve por instintos, ¿pero tendrá instinto de autoconservación? En el caso de que lo tengan la reciente fiebre que el experimento de Illje está provocando puede habernos dado la solución; es un golpe de suerte con el que no contábamos, pero sin duda el que nos hacía falta.
Reexamino los datos que he recopilado: El vinagre parece que lo entumece durante un rato, no le afecta la sal, se infiltra en la sangre y detecta el calor. No he probado su sabor, pero es que la idea de meterme en la boca un hongo controlamentes por muy pasado que esté no termina de hacerme gracia, aunque hablando de eso parece que anula el reflejo faríngeo, o la sensibilidad del cuerpo al exceso de sal. No así a la diarrea, como estamos pudiendo comprobar. Menos mal que han traído los ambientadores, aunque echo de menos algún espray desodorante que anule el olor, porque el aroma a azucenas y flores del campo se está convirtiendo en pasto de vacas. Y seguro que ya sabes por qué un pasto de vacas huele tan mal.
- Illje, creo que tengo una idea -le digo, acercándome a su oído-. Si el bicho detecta el calor y con el calor el cuerpo recupera algo de consciencia... ¿Por qué no los calentamos a todos?
Es una idea muy arriesgada, pero tenemos poco tiempo. Tenemos que sacar el hongo de sus cuerpos, cambiarles la sangre por una mejor y limpiarles el culo. Bueno, eso mejor que lo hagan los soldados, pero de momento centrémonos en los pasos de nuestro plan.
- Tú tienes que encargarte de la cencia, ¿vale? -solicito mientras me muevo de un lado a otro, colocando y recolocando todo lo que nos han ido trayendo-. Encadenamos a las víctimas a esta silla, la cual va a calentarse mucho con estas dos estufas. Tenemos que asegurarnos de que no se deshidraten, como le está pasando a la gente con diarrea, o podríamos cargárnoslos. -Chasqueo los dedos, para que todo el mundo vaya escuchando mi idea-. Si todas las personas tienen un moco como este dentro, si ve que está en riesgo de muerte huirá. Así que hay que poner algo fresco y vivo a lo que pueda engancharse, pero que al mismo tiempo no nos importe perder. Necesitamos o una veintena de pollos o a la familia real. Es broma. -Nunca mataría sin razón tantos pollos-. El caso es que gracias a las investigaciones de Illje y a nuestros "voluntarios"... -levanto las manos y empiezo a aplaudir, un aplauso para ellos, por favor. ¿Por dónde iba? Ah, sí. Gracias a ella sabemos que hay una especie de carrera de matar células dentro de su sangre, así que necesitamos sacársela y meterle nueva. O en términos monárquicos, reequilibrar humores. Illje, ¿puedes construir una máquina que rescate lo que quede de sangre sana? Como el señor bola que está matando al sujeto dos, pero fuera del cuerpo. Para no matarlo, y eso.
Tras eso, me subo a la mesa de trabajo. Estos hombres ahora están a mis órdenes; hasta que la batalla contra esta terrible enfermedad finalice, tomo el mando.
- ¡Soldados! ¡Necesitamos algo que enfríe, animales a los que poder sacrificar y todos los materiales que os pida la sirena! ¡Traed a cuanto enfermero podáis y tantas bolsas de sangre o lo que sea que hagáis los monárquicos para introducir sangre en cuerpos! ¡Y si no es suficiente, daremos nuestra propia sangre por nuestros compañeros! -Espero un "sí, señor" generalizado, y si no se cumple miro mal a todos. Salvo a mofletes sonrosados. Es tan tierno... No podría enfadarme con él. Pero sí meterle una bofetada-. ¡Pues no se hable más! ¡Soldados, a luchar!
- Resumen:
- Fliparse.
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Tres de las balas cayeron al suelo convertidas en algo del tamaño de granos de arena cuando chocaron contra el torbellino que el león había generado. Parecía claro que aquel tipo tenía la capacidad de influir sobre el tamaño o la fuerza de las cosas, aunque las características exactas de sus habilidades aún le eran desconocidas.
No pareció especialmente sorprendido ni preocupado por su estrategia. Dos proyectiles a su espalda habían aumentado de tamaño, balanceando el hecho de que otros tres hubieran encogido previamente. Cubiertos de un color negro poco natural que parecía tener su origen en la voluntad de su enemigo, ascendieron hasta rebotar en el techo de la cúpula. En su frenético descenso se rompieron en multitud de esquirlas, haciendo mucho más difícil para el león esquivarlas. Sin embargo ya no le importaba. Había llegado a un punto en que el frenesí del combate se había apoderado de él. La primera sangre hacía tiempo que había sido derramada, y el mink se dejó llevar por sus instintos más básicos. Se sentía absolutamente vivo, más fuerte, más veloz y más letal.
Cubriendo todo su cuerpo en su voluntad para protegerlo de daños demasiado severos se lanzó contra su enemigo tan rápido como fue capaz. La voz de su interior le había advertido del disparo que iba a ejecutar este, por lo que su trayectoria no fue recta sino curva, dando un pequeño rodeo que le apartó del proyectil dirigido hacia él. Múltiples esquirlas se clavaron en distintos puntos de su cuerpo, pero no le importó. Su voluntad impedía que causaran daños irreparables, y en aquellos momentos el dolor ya apenas podía frenarle lo más mínimo. La adrenalina de la batalla había hecho ya su efecto, alcanzando un punto de no retorno.
Lanzó dos poderosísimos tajos con su arma, tan veloces que casi parecieron uno solo. No eran especialmente precisos, pero llevaban toda la potencia que el desatado felino fue capaz de imprimirles. La danza con la muerte había dado comienzo.
No pareció especialmente sorprendido ni preocupado por su estrategia. Dos proyectiles a su espalda habían aumentado de tamaño, balanceando el hecho de que otros tres hubieran encogido previamente. Cubiertos de un color negro poco natural que parecía tener su origen en la voluntad de su enemigo, ascendieron hasta rebotar en el techo de la cúpula. En su frenético descenso se rompieron en multitud de esquirlas, haciendo mucho más difícil para el león esquivarlas. Sin embargo ya no le importaba. Había llegado a un punto en que el frenesí del combate se había apoderado de él. La primera sangre hacía tiempo que había sido derramada, y el mink se dejó llevar por sus instintos más básicos. Se sentía absolutamente vivo, más fuerte, más veloz y más letal.
Cubriendo todo su cuerpo en su voluntad para protegerlo de daños demasiado severos se lanzó contra su enemigo tan rápido como fue capaz. La voz de su interior le había advertido del disparo que iba a ejecutar este, por lo que su trayectoria no fue recta sino curva, dando un pequeño rodeo que le apartó del proyectil dirigido hacia él. Múltiples esquirlas se clavaron en distintos puntos de su cuerpo, pero no le importó. Su voluntad impedía que causaran daños irreparables, y en aquellos momentos el dolor ya apenas podía frenarle lo más mínimo. La adrenalina de la batalla había hecho ya su efecto, alcanzando un punto de no retorno.
Lanzó dos poderosísimos tajos con su arma, tan veloces que casi parecieron uno solo. No eran especialmente precisos, pero llevaban toda la potencia que el desatado felino fue capaz de imprimirles. La danza con la muerte había dado comienzo.
- Resumen:
- - Cubrirse de Haki para protegerse lo posible de los ataques de su enemigo y dejarse llevar por el frenesí de la batalla, combatiendo por puro instinto y desatando todo su poder.
Ryuichi Ichiban
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La roca y la tierra se levantó ante su golpe tras agrietarse. Su presa contraatacó con una patada a su mentón, que el gigante encajó casi sin darse cuenta. No hizo más que acentuar su sonrisa. Aunque aquello todavía no había alcanzado sus niveles de satisfacción. Aquella criatura no parecía ser especialmente fuerte, aunque si ágil y rápida, como una escurridiza comadreja. El gigante sentía respeto por ese tipo de luchadores. Aquellos que apreciaban la velocidad por encima de la fuerza seguían siendo merecedores de un sitio en el salón del hidromiel de Krom.
Pero aquella persona de brazos de madera no parecía habérselo ganado todavía. Las flechas al rojo vivo eran utensilios, no estaba utilizando su propio esfuerzo físico. No era más que ayuda externa y una trampa para superar a tus enemigos. No había orgullo ni valor en sus actos. Puso su brazo a modo de guardia en cuanto vio venir las flechas, recibiendo estas en su antebrazo. Hizo una mueca de dolor, tensando los músculos del cuello, pero se mantuvo impasible, aguantando la quemazón de los proyectiles. Era una bestia, un ogro imparable, y su enemigo debía verlo como tal.
Rugió en su dirección para mantener esa imagen. Un par de flechas no iban a detener al increíble Braudbrüthgael, pisador de piratas y rompedor de huesos. Dirigió con fuerza su brazo, el de las flechas, directo a su rostro con la intención de cerrar su mano alrededor de su cabeza. De conseguirlo, con su otra mano lo cogería de las piernas y lo levantaría por encima de la cabeza, para después moverlo con fuerza hacia abajo y hacer que su espalda chocase con su rodilla.
Pero aquella persona de brazos de madera no parecía habérselo ganado todavía. Las flechas al rojo vivo eran utensilios, no estaba utilizando su propio esfuerzo físico. No era más que ayuda externa y una trampa para superar a tus enemigos. No había orgullo ni valor en sus actos. Puso su brazo a modo de guardia en cuanto vio venir las flechas, recibiendo estas en su antebrazo. Hizo una mueca de dolor, tensando los músculos del cuello, pero se mantuvo impasible, aguantando la quemazón de los proyectiles. Era una bestia, un ogro imparable, y su enemigo debía verlo como tal.
Rugió en su dirección para mantener esa imagen. Un par de flechas no iban a detener al increíble Braudbrüthgael, pisador de piratas y rompedor de huesos. Dirigió con fuerza su brazo, el de las flechas, directo a su rostro con la intención de cerrar su mano alrededor de su cabeza. De conseguirlo, con su otra mano lo cogería de las piernas y lo levantaría por encima de la cabeza, para después moverlo con fuerza hacia abajo y hacer que su espalda chocase con su rodilla.
- Resumen:
- Parar las flechas e intentar hacerle un Bane, ahora que todavía me dura la potenciación
Illje Landvik
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Frunció el ceño. Algo había salido mal, y no lo decía por el olor putrefacto que empezaba a extenderse por toda la habitación. No, a diferencia de su problema eso tenía bastante claro qué lo estaba causando y no tenía ningún interés en mirar en esa dirección. Poco después oyó varios sonoros golpes sordos y entendió sin necesidad de mirar que los sujetos habían caído rendidos. Habría que hacer algo al respecto.
De momento, sin embargo, necesitaba entender por qué su creación no estaba funcionando. La zona de inoculación estaba roja y claramente el pobre bicho no sabía qué tenía que buscar, por lo que lo único que estaba haciendo era obstruir la zona y hacer que el cuerpo que le había acogido entrase en pánico. Ah, sin duda eso explicaba la fiebre.
Lo que no explicaba era la comprensión en los ojos de la pobre víctima.
No sabía bien qué hacer, así que fue rodando a donde se encontraba Claude. Seguro que él era capaz de darle el golpe de inspiración que necesitaba. Y, efectivamente, nada más llegar, vio de reojo el cachito de hongo requetequemao.
-¡Claro! ¡Hay que calentarlos!
Por lo visto él había pensado en lo mismo. Tenía sentido. Si a un cachito pequeñito no le sentaba bien una llama, a uno microscópico un par de grados de diferencia deberían dejarle hecho polvo. Por eso había vuelto en sí la mujer al sufrir la fiebre.
Escuchó con energía todo lo que Claude le decía. Era justo lo que tenían que hacer. Provocarles fiebre para que el hongo muriera, reemplazar la sangre contaminada por una limpia y deshacerse del desastre que todavía apestaba la habitación. No había quién pudiera pensar así.
Se dirigió a todo rodar hacia los médicos. En realidad, el equipamiento que necesitaban era muy sencillo, así que lo pidió sin tardanza. Necesitarían varias bolsas de suero; no podían contar con que los pacientes fueran a beber por voluntad propia y así se asegurarían de que no perdieran sales. Luego, una máquina para extraer sangre. Si ellos no la tenían, trataría de montar una ella misma. No era muy complicado, agujas y presión para extraerla de forma controlada. Y bolsas para almacenarla, claro.
-Creo que esa es toda la lista de la compra.- Finalizó. Al fin y al cabo, una vez hubieran extraído la sangre que necesitaban, todo lo que tenían que hacer era colocarles un gotero con la sangre limpia y mandarles a dormir. Pero antes de eso, tenía que hacer una última cosa.
Se dirigió a la pobre llena de fiebre y le extrajo una nueva muestra de sangre para mirarla bajo el microscopio. Si tenía razón y el hongo estaba muerto, o al menos adormecido, llegaría con extraer la sangre contaminada, pues no lucharía para quedarse. Por otro lado, si todavía daba coletazos, tendrían que utilizar la idea de Claude y conectar un pollo a cada persona. Prefería evitarlo, desde luego, pero si tenía que colocar el otro extremo del extractor de sangre en el pollo… lo haría. Desde luego era una buena tentación, ¿a quién no le gustaban los nuggets? Seguro que la sangre de pollo era el equivalente para el hongo.
Una vez dio las instrucciones pertinentes, se dirigió de nuevo a la mujer e hizo un par de cortes precisos para quitar su pobre robotito. No había podido hacer lo que le había pedido, pero le había ayudado mucho a avanzar. Lo limpió bien y se lo metió en el bolsillo tras cerrarle la herida a la muchacha. La fiebre todavía le duraría un rato, aunque removida la amenaza no tardaría en bajar a un nivel menos… mortal. Así que sería la primera a la que empezarían a extraer sangre. Luego, cuando los guardias fueran limpiando a los desafortunados deshidratados, podrían seguir con ellos. Una vez comprobasen que funcionaba, claro.
Cruzó los dedos. Esta era la buena. Tenía que serlo.
De momento, sin embargo, necesitaba entender por qué su creación no estaba funcionando. La zona de inoculación estaba roja y claramente el pobre bicho no sabía qué tenía que buscar, por lo que lo único que estaba haciendo era obstruir la zona y hacer que el cuerpo que le había acogido entrase en pánico. Ah, sin duda eso explicaba la fiebre.
Lo que no explicaba era la comprensión en los ojos de la pobre víctima.
No sabía bien qué hacer, así que fue rodando a donde se encontraba Claude. Seguro que él era capaz de darle el golpe de inspiración que necesitaba. Y, efectivamente, nada más llegar, vio de reojo el cachito de hongo requetequemao.
-¡Claro! ¡Hay que calentarlos!
Por lo visto él había pensado en lo mismo. Tenía sentido. Si a un cachito pequeñito no le sentaba bien una llama, a uno microscópico un par de grados de diferencia deberían dejarle hecho polvo. Por eso había vuelto en sí la mujer al sufrir la fiebre.
Escuchó con energía todo lo que Claude le decía. Era justo lo que tenían que hacer. Provocarles fiebre para que el hongo muriera, reemplazar la sangre contaminada por una limpia y deshacerse del desastre que todavía apestaba la habitación. No había quién pudiera pensar así.
Se dirigió a todo rodar hacia los médicos. En realidad, el equipamiento que necesitaban era muy sencillo, así que lo pidió sin tardanza. Necesitarían varias bolsas de suero; no podían contar con que los pacientes fueran a beber por voluntad propia y así se asegurarían de que no perdieran sales. Luego, una máquina para extraer sangre. Si ellos no la tenían, trataría de montar una ella misma. No era muy complicado, agujas y presión para extraerla de forma controlada. Y bolsas para almacenarla, claro.
-Creo que esa es toda la lista de la compra.- Finalizó. Al fin y al cabo, una vez hubieran extraído la sangre que necesitaban, todo lo que tenían que hacer era colocarles un gotero con la sangre limpia y mandarles a dormir. Pero antes de eso, tenía que hacer una última cosa.
Se dirigió a la pobre llena de fiebre y le extrajo una nueva muestra de sangre para mirarla bajo el microscopio. Si tenía razón y el hongo estaba muerto, o al menos adormecido, llegaría con extraer la sangre contaminada, pues no lucharía para quedarse. Por otro lado, si todavía daba coletazos, tendrían que utilizar la idea de Claude y conectar un pollo a cada persona. Prefería evitarlo, desde luego, pero si tenía que colocar el otro extremo del extractor de sangre en el pollo… lo haría. Desde luego era una buena tentación, ¿a quién no le gustaban los nuggets? Seguro que la sangre de pollo era el equivalente para el hongo.
Una vez dio las instrucciones pertinentes, se dirigió de nuevo a la mujer e hizo un par de cortes precisos para quitar su pobre robotito. No había podido hacer lo que le había pedido, pero le había ayudado mucho a avanzar. Lo limpió bien y se lo metió en el bolsillo tras cerrarle la herida a la muchacha. La fiebre todavía le duraría un rato, aunque removida la amenaza no tardaría en bajar a un nivel menos… mortal. Así que sería la primera a la que empezarían a extraer sangre. Luego, cuando los guardias fueran limpiando a los desafortunados deshidratados, podrían seguir con ellos. Una vez comprobasen que funcionaba, claro.
Cruzó los dedos. Esta era la buena. Tenía que serlo.
- resumen:
- Cencia. Parte dos. El plan es simple (poco): el calor no le gusta a los hongos. Calentar a la gente. Sacar sangre mala. Meter sangre buena. Usar sangre de pollo de baiteo de ser necesario. Fácil y para toda la familia. Also meter suero a esta gente para que no mueran por exceso de caca :(
Aquello acababa de ser… ¿Una suerte? No sabría como describirlo. Pero lo cierto era que se esperaba cualquier cosa menos un perro normal. ¿Quién la culparía? Tras tantas cosas que se habían sucedido las últimas semanas no le quedaba más remedio que desconfiar… Y casi se sentía culpable por haberle dejado encerrado en aquella habitación. Casi. Si al final se veían envueltos en una pelea el animal acabaría en un fuego cruzado y acabaría probablemente muerto, así que… «Si veo que se va a quedar solo podría llevarmelo con nosotros», se dijo a sí misma, echando un último vistazo antes de descender las escaleras. Los gimoteos no harían que le liberase.
Sus pasos repiquetearon sobre las escaleras en descenso, intentando de nuevo tener el mismo cuidado que la otra vez. Sus ojos escrutaban en la penumbra el camino a seguir, aún alerta por si volvía a notar algo, en especial atenta a cada sonido ajeno a sí misma que pudiera escuchar. De momento, lo único que parecía destacarse por encima de sus pasos era el sonido de la maquinaria. ¿Estaría ahí la sala de maquinas? Lo mismo si era capaz de detener el funcionamiento de todo el barco o de averriarlo sería suficiente para cumplir su parte del trabajo. Esperaba que su billete de escape: Raion y Kohaku, estuvieran haciendo bien su parte del trabajo. Ojalá fuera ella quien se estuviera pegando en vez de tener que romperse los sesos buscando la mejor respuesta para esa contienda.
Su mano recorrió las paredes según se iba adentrando más, rozando por encima de una serie de tuberías y claveados. Por un momento se planteó que podría probar a disparar a las cañerías y cortar los cables con su espada, pero tuvo que descartar la idea. Si eran cables de tensión electrica lo mismo se llevaba más que un calambrazo al cortarlo mientras la energía estaba activa. Lo mejor sería llegar a la fuente de la que surgían y provocar un apagón antes de causar los desperfectos… ¿No se hundiría el barco de hacer eso? Esperemos que no. De todos modos, ahora se mostraban frente a ella dos caminos, uno lo seguía solo la tubería caliente, mientras que el otro daba paso a aquella tubería amarilla cuyo uso no había podido deducir. Pero si estaba marcada debía ser importante.
Con esa idea en mente, se asomó primero al lado izquiero para intentar vislumbrar lo que había al final del pasillo. Hizo lo mismo con el de la derecha, el del tubo amarillo Y, tras asegurarse de que no se perdería —aparentemente— nada, se encamino al lado derecho, no siendo consciente de lo que podría o no haber supuesto el dejar vivo a aquel, en apariencia, inofensivo cánido.
Sus pasos repiquetearon sobre las escaleras en descenso, intentando de nuevo tener el mismo cuidado que la otra vez. Sus ojos escrutaban en la penumbra el camino a seguir, aún alerta por si volvía a notar algo, en especial atenta a cada sonido ajeno a sí misma que pudiera escuchar. De momento, lo único que parecía destacarse por encima de sus pasos era el sonido de la maquinaria. ¿Estaría ahí la sala de maquinas? Lo mismo si era capaz de detener el funcionamiento de todo el barco o de averriarlo sería suficiente para cumplir su parte del trabajo. Esperaba que su billete de escape: Raion y Kohaku, estuvieran haciendo bien su parte del trabajo. Ojalá fuera ella quien se estuviera pegando en vez de tener que romperse los sesos buscando la mejor respuesta para esa contienda.
Su mano recorrió las paredes según se iba adentrando más, rozando por encima de una serie de tuberías y claveados. Por un momento se planteó que podría probar a disparar a las cañerías y cortar los cables con su espada, pero tuvo que descartar la idea. Si eran cables de tensión electrica lo mismo se llevaba más que un calambrazo al cortarlo mientras la energía estaba activa. Lo mejor sería llegar a la fuente de la que surgían y provocar un apagón antes de causar los desperfectos… ¿No se hundiría el barco de hacer eso? Esperemos que no. De todos modos, ahora se mostraban frente a ella dos caminos, uno lo seguía solo la tubería caliente, mientras que el otro daba paso a aquella tubería amarilla cuyo uso no había podido deducir. Pero si estaba marcada debía ser importante.
Con esa idea en mente, se asomó primero al lado izquiero para intentar vislumbrar lo que había al final del pasillo. Hizo lo mismo con el de la derecha, el del tubo amarillo Y, tras asegurarse de que no se perdería —aparentemente— nada, se encamino al lado derecho, no siendo consciente de lo que podría o no haber supuesto el dejar vivo a aquel, en apariencia, inofensivo cánido.
- resumen:
- Estar atenta a sus al rededores, avanzar tras sentirse un poco culpable de haber abandonado al perrito y,
en el cruce, escoger el lado de la derecha (tubería amarilla) tras asomarse por ambos pasillo a ver si vislumbraba algo.
Zira
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Los ataques eran rápidos y precisos, pero el desgraciado los esquivaba bien, era bueno, al parecer tenía más que simples trucos de feria, pero al menos le acertó en la mano, el tonto gritaba del dolor… Oh no otra vez. –¡Ya deja de jugar! –Le gritó molesta, no le gustaba cuando la jodían a ella, era estresante, solo quería matarlo de una vez para terminar con esa pelea absurda. Ese desgraciado solo era mierda de animal en el zapato, aquella que te deja limpiándote el pie en el pasto durante un buen rato.
Fue entonces que el estúpido abrió la boca, diciendo unas palabras desafortunadas, a fin de cuentas Zira estaba enojada, e insultar al hombre que le gusta solo iba a empeorarlo más. Su mirada pasó a una más oscura, en sus ojos se podía ver la sed de sangre. –Te voy a cortar la verga y te la voy a hacer tragar, hijo de puta. –Fue entonces que notó a la mano escalando en su pierna, empleó su espada para atravesarla y luego lanzarse hacia su rival sin enfocarse mucho en la mascota de los locos Adams.
Sacó otra vez una de sus katanas tras enganchar la vaina del dragón arcoíris en su espalda, atacó con ambas espadas sin parar, cada golpe iba directo a matar, apuntaba al cuello, cabeza, estómago, pecho, lugares letales.
Fue entonces que el estúpido abrió la boca, diciendo unas palabras desafortunadas, a fin de cuentas Zira estaba enojada, e insultar al hombre que le gusta solo iba a empeorarlo más. Su mirada pasó a una más oscura, en sus ojos se podía ver la sed de sangre. –Te voy a cortar la verga y te la voy a hacer tragar, hijo de puta. –Fue entonces que notó a la mano escalando en su pierna, empleó su espada para atravesarla y luego lanzarse hacia su rival sin enfocarse mucho en la mascota de los locos Adams.
Sacó otra vez una de sus katanas tras enganchar la vaina del dragón arcoíris en su espalda, atacó con ambas espadas sin parar, cada golpe iba directo a matar, apuntaba al cuello, cabeza, estómago, pecho, lugares letales.
- Técnica usada:
- Nombre de la técnica: Ataque del chita
Categoría: Genuina
Naturaleza: Física
Descripción: Zira hace uso de su velocidad para atacar rápidamente con ambas espadas, es un ataque de frente, lanza cortes a diestra y siniestra sin parar hasta que el enemigo muera.
- Resumen:
- -Demostró su enojo gritándole al enemigo.
-Lo amenazó mientras la mano escalaba por su pierna, atacó a la misma con su espada.
-Atacó con todo al hombre.
Normas del capítulo:
Una ráfaga de viento repentina azota la costa, como un aullido lejano que augura un cambio de ritmo. La costa helada está siendo escenario de una encarnizada batalla por varios bandos, ya sea en la colina por la que intentan acceder los piratas o en las zonas colindantes. Mientras tanto mar adentro varias escaramuzas están dando lugar para tratar de romper el cerco que los asaltantes han establecido, mientras este siga en pie los piratas no estarán luchando conta el tiempo, pero si cae la isla podría convertirse en una gran trampa mortal.
Por otro lado en la playa Algerie sale del segundo de los contenedores con una sonrisa en la cara, le ha tomado algo de tiempo, pero está orgulloso de su trabajo y ya puede ponerlo en marcha. Chasquea los dedos y dos de las puertas de los contenedores se abren de par en par, de uno sale un regimiento de más de cien soldados. Todos ellos parecen estar hechos de arcilla, uno sólo no es una amenaza, pero a lo mejor alguno de los que los conozca sabrá que en gran número pueden ser un problema. Del segundo contenedor salen dos grandes figuras, perros-león o komainus del folclore de Wano. Las figuras guardianas con piel de arcilla se colocan al frente de las tropas con aire intimidante a la vez que profieren un amenazador rugido. Con las tropas en formación las bestias comienzan a avanzar, siendo estas el escudo que protege a los soldados del fuego que liberan desde la colina. Al ver que por fin cuentan con carne de cañón que reciban disparos por ellos la moral de los piratas sube y estos comienzan a prepararse para una escaramuza que, promete ser la definitiva.
- Bien, hora de hacer los preparativos para el último acto. - Dice mientras abre las puertas del último contenedor, el cual presenta una gran masa de arcilla negra dentro. Cierra las puertas para poder trabajar en paz mientras sus anteriores creaciones preparan el terreno para la que promete ser su obra maestra.
Una sombra sale de detrás del segundo contenedor, evitando las miradas de los piratas que ahora están enfocadas en los refuerzos inesperados. Las conspiraciones y los ases ocultos están siendo usados por ambos bandos en esta guerra sin cuartel.
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
Una ráfaga de viento repentina azota la costa, como un aullido lejano que augura un cambio de ritmo. La costa helada está siendo escenario de una encarnizada batalla por varios bandos, ya sea en la colina por la que intentan acceder los piratas o en las zonas colindantes. Mientras tanto mar adentro varias escaramuzas están dando lugar para tratar de romper el cerco que los asaltantes han establecido, mientras este siga en pie los piratas no estarán luchando conta el tiempo, pero si cae la isla podría convertirse en una gran trampa mortal.
Por otro lado en la playa Algerie sale del segundo de los contenedores con una sonrisa en la cara, le ha tomado algo de tiempo, pero está orgulloso de su trabajo y ya puede ponerlo en marcha. Chasquea los dedos y dos de las puertas de los contenedores se abren de par en par, de uno sale un regimiento de más de cien soldados. Todos ellos parecen estar hechos de arcilla, uno sólo no es una amenaza, pero a lo mejor alguno de los que los conozca sabrá que en gran número pueden ser un problema. Del segundo contenedor salen dos grandes figuras, perros-león o komainus del folclore de Wano. Las figuras guardianas con piel de arcilla se colocan al frente de las tropas con aire intimidante a la vez que profieren un amenazador rugido. Con las tropas en formación las bestias comienzan a avanzar, siendo estas el escudo que protege a los soldados del fuego que liberan desde la colina. Al ver que por fin cuentan con carne de cañón que reciban disparos por ellos la moral de los piratas sube y estos comienzan a prepararse para una escaramuza que, promete ser la definitiva.
- Bien, hora de hacer los preparativos para el último acto. - Dice mientras abre las puertas del último contenedor, el cual presenta una gran masa de arcilla negra dentro. Cierra las puertas para poder trabajar en paz mientras sus anteriores creaciones preparan el terreno para la que promete ser su obra maestra.
Una sombra sale de detrás del segundo contenedor, evitando las miradas de los piratas que ahora están enfocadas en los refuerzos inesperados. Las conspiraciones y los ases ocultos están siendo usados por ambos bandos en esta guerra sin cuartel.
- Abi, Braud y Roland:
- Abi, la hoja rasga el hormigón, arañando la superficie mientras saltan chispas. Notas dolor, pero al estar apuntando a un punto blando po parecía preparado para encontrarse tanta resistencia. Lo que sí notas en su arma es algo distinto. El filo que ha entrado en contacto contigo y con tu ropa ya no es negro, parecía que estaba recubierto con alguna sustancia.
La granada vuela a por los dos rezagados, encargándose el que quedó detrás del muro y del que estaba atrapado, dejando solo al que, ahora ya no hay duda, es el más fuerte. Este se mueve de nuevo con la misma técnica de antes, la bala pasa por la imagen residual que ha dejado, estallando a su espalda. Pero esta vez sabes la dirección en la que se mueve, más que nada porque está levantando la nieve en polvo de vuestro alrededor y formando una cortina blanca que cubre sus movimientos. Notas su presencia, pero es rápido y sin una imagen clara su aproximación será una incógnita hasta que decida lanzarse. Con movimientos casi hipnóticos estás a punto de perder la noción de su posición hasta que algo cambia, esta vez se acerca por la derecha, debajo de la nieve a toda velocidad, buscando apuñalar por un punto vulnerable.
Roland, misma moderación.
Braud. Notas como tu oponente chasquea la lengua al ver que no logra hacerte el daño suficiente, o desgastarte tanto como le gustaría, pero no pierde la compostura. Tratas de agarrarlo, pero su agilidad para evitar que lo dejes más lisiado de lo que está. Salta hacia atrás y aterriza con una mano en el suelo, con la cual se impulsa para dar otro salto, tomando distancia de nuevo. Saca otra flecha, pero esta tiene una bola en vez de estar en llamas. La roza contra el suelo encendiendo una pequeña mecha, la lanza encima de tu cabeza y esta estalla como un fuego artificial, lanzando una andanada de ascuas ardiendo.
- Hazel, Raion y Kohaku:
- Raion, las esquirlas caen sobre tu cuerpo antes de que te lances, notas una gran cantidad de heridas punzantes sobre tu lomo, pero la buena noticia es que los fragmentos se hacen pequeños al instante, así que no tendrás que sacarlos luego. Parece que su haki seguía en estos después de haber estallado. Esquivas el disparo y, por la forma tan violenta que ha tenido de mover el aire te da la impresión de que eso te hubiera hecho un gran agujero en el pecho.
Te lanzas a por él, envuelto en el calor de la batalla. El brazo bueno que tiene se envuelve en su haki y desvía el primer tajo con la culata de su arma, en términos de fuerza dirías que tú ganas, pero su defensa no se queda atrás, moviéndose este a favor del golpe. El segundo tajo conecta con su pecho, pero en ese instante ves como algo dentro de su ropa se hace grande. Se mueve a un lado de forma ágil, poniendo unos metros de distancia entre vosotros, de debajo de su chaqueta cae una plancha metálica con el tajo de tu arma marcado, aunque jurarías que el impacto por sí solo le ha hecho daño, esto simplemente ha evitado una herida fatal.
- Je, no quería verme obligado a usar esto pero… - Carga dos balas nuevas y apunta, si tienes buena vista parecen más balas de cañón que de pistola, solo que en miniatura.
Con la misma destreza de antes te apunta y dispara una tras otra, dejando algo de márgen entre estas. Estas no esperarán a chocar contra algo, sino que estallarán al acercarse a algo, liberando una bola de llamas. Tiene pinta de que fue eso lo que usó para detener tus ondas cortantes. Al mismo tiempo, se lleva la mano maltrecha a un bolsillo, y lanza algo a tu derecha.
Hazel. Sólo con asomarte no ves nada del otro mundo, simplemente el pasillo no se ramifica, sino que cada uno tuerce a un lado diferente. Decides ir por la derecha, por donde está el conducto amarillo. Lo sigues por un pasillo que serpentea por las entrañas del barco hasta que empiezas a escuchar el sonido del agua y olor a aceite y salitre.
El pasillo termina en una sala grande, cuando encuentras el interruptor y enciendes la luz puedes ver un pequeño embarcadero interno, con dos piscinas separadas por un dique en el medio. Una de ellas sólo tiene agua, pero la otra tiene un pequeño submarino con la escotilla abierta. La tubería amarilla repta por el dique hasta un dispensador con una válvula conectada al submarino y un pequeño letrero al lado. Si te fijas una de las paredes no es una pared, sino una gran compuerta.
Kohaku. Lanzas las ondas cortantes y estas, no se encargan de los tiradores, sino de los soldados que los estaban escudando. Son hábiles, pero las heridas que reciben los dejan fuera de combate, ahora los tiradores están sin protección, y para los hombres que quedan no parece que el oficial tenga otro as en la manga preparado. Mira la situación con ojo crítico y baraja sus opciones.
- ¿De verdad esperas que te facilite esa información tan fácilmente? - Comenta con tono serio. - No hemos llegado hasta donde estamos ni diciendo secretos en alto ni presumiendo de recompensa.
Mientras dice eso desenvaina su sable, sabiendo que no le dejarás apertura para que comunique nada, guarda el den den mushi de nuevo. Se pone en guardia cubriendo su flanco con el sable, te suena que es un estilo de esgrima militar, aunque no sabrías decir de dónde.
- Ven. Veamos lo que sabe hacer un sabueso de caza. - Te lanza un desafío sin moverse del sitio.
- Bizvan:
- Reaccionas rápido, evitas que los fluidos candentes te dañen directamente. pero ocurre algo que no te gusta ni un pelo. El combustible en llamas se junta con el lubricante, prendiéndolo, mientras que el vapor a presión sólo ayuda a que se extienda más rápido. Te proteges de la bola de fuego que hay a continuación, pero lamento decirte que tus brazos han acabado depilados y te falta una ceja. Bueno, hay alguna que otra quemadura menor, pero mirando a tu alrededor piensas que esa debe de ser la menor de tus preocupaciones.
Los tanques y los motores comienzan a temblar violentamente, mientras la sirena suena por todo el barco. Varios pequeños chorros en llamas empiezan a salir de tuberías que se abren y de otras salen tuercas y remaches disparados por la presión del vapor. No es buena idea quedarse. Ahora sí, estoy seguro de que alguien va a venir a ver lo que pasa.
- Omega:
- Misma moderación que la anterior
- Freites y Zira:
- Freites, el arma de tu oponente llega a su mano, al igual que las agujas, las cuales se clavan en su carne. Pueden notar una mueca de dolor, aunque es bastante resistente y el reflejo no logra que suelte el arma de nuevo.
Las llamas viajan hasta él y este interpone el escudo de nuevo. Cuando las llamas lo tocan, de nuevo una explosión surge de este, habiendo destruido otra placa. Parece que no importa mucho la temperatura si las explosiones no dan tiempo a que esta le afecte. A los lados ha quedado un rastro de tierra calcinada y humeante, pero tu enemigo sigue de una pieza. Este se clava en el suelo y parece que comienza a preparar algo tras el escudo.
Mientras tanto los soldados terminan de preparar sus artilugios. Estos terminan de extenderse como una especie de antenas metálicas con varias ramas que se elevan hasta los tres metros. Escuchas como un zumbido sale de estas y notas que el aire se empieza a mover a su alrededor.
Zira, cuando te lanzas y dices eso su sonrisa con cambia. Con la misma irritante expresión retrocede corte tras corte esquivando o desviando con algún que otro truco bajo la manga. Bien sea otra mano falsa, una tira de pañuelos con los que se atasca una de las espadas o simplemente unos reflejos y destreza remarcables. De pronto cuando parece que por fin se ha quedado sin trucos y lo vas a alcanzar los pies fallan al avanzar, quedándote corta. Cuando miras abajo puedes ver que te ha atraído a una zona donde tus pies se han hundido en el barro hasta los gemelos.
- Si es que… Parece increíble que cayeras en una provocación tan obvia. - Su rostro ha cambiado a uno mucho más severo, su sonrisa ha desaparecido y sus ojos ahora fríos e inmisericordes. - Si quieres matar a alguien no debes perderlo de vista en ningún momento ni dejarte llevar por sus distracciones, eres el público perfecto para un ilusionista. - Comenta mientras saca una pistola y te apunta a la cabeza. Aprieta el gatillo y… Bang!, es lo que se lee en la banderita que sale del cañón. - Aunque por suerte para tí, yo no soy muy fan de matar a mi público.
Se da la vuelta como si hubiera visto algo en la lejanía. Comienza a marcharse, podrías tratar de seguirle, pero va en dirección contraria al revuelo que hay en la playa, donde las tropas parece que ya avanzan. Eso sí, te costará unos segundos valiosos salir del barro.
- Ilje y Claude:
- ¿Calor? Could work. Vamos a verlo. En primer lugar, la idea de Claude de actuar ellos mismos como parte de la solución de ser necesario no atrae demasiado a los soldados, y podéis verlo en sus rostros. Tal vez sea por eso que corren prestos para cumplir con todos y cada uno de vuestros deseos. En primer lugar llegan portando grandes estufas, así como cubos repletos de hielo y nieve. Por suerte en Sakura no faltan cosas que enfríen. Posteriormente llegan con jaulas repletas de aves de corral que enseguida montan un gran alboroto, como si presintiesen lo que está por suceder.
En cuanto a Ilje, lo cierto es que bastante más sencillo desarrollar el dispositivo que tienes en mente. Haciendo uso de los elementos de los que ya dispones y algún otro que te ves obligada a pedir terminas por concebir un artefacto cúbico de un metro, el cual sin duda podrá hacer lo que te propones.
Vayamos ahora con la mujer que va a actuar como conejillo de indias, la única que tiene fiebre por el momento. Visiblemente aturdida y con intensa diarrea, es llevada hasta una silla, donde la atan en previsión de que vuestra idea pueda salir mal. Uno de los soldados saca un pollo de una de las jaulas y lo coloca justo frente a la mujer. Durante los primeros segundos no sucede nada, pero un goteo verdoso no tarda en comenzar a manar de la nariz de la mujer.
Cuando os queréis dar cuenta, como el ser vivo del que se trata, la cosa se abalanza sobre el pollo, que la recibe con la boca abierta. Convulsiona durante unos intensos diez segundos para, acto seguido, ser poseído por la locura. Se revuelve contra la mano del que lo sujeta, lanzándose hacia sus ojos y perforándolos de sendos picotazos. Quien lo ha sacado lo suelta por puro instinto, aullando de dolor. El animal arremete entonces contra uno de los médicos.
En cuanto a la sangre, lo cierto es que no tengo muy claro de dónde la han sacado, pero tenéis suficiente como para transfundir a todos los presentes. El goteo de Ilje comienza a pasar a la mujer, que ha caído inconsciente después de ser liberada del hongo. ¡Bien, funciona! Sólo queda concretar cómo vais a provocarles la fiebre a los demás, ¿no?
Roland von Klauswitz
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El hecho de que el pirata todavía tuviese algo por encima del cuello resultaba un poco desconcertante. Por una parte casi era un alivio, porque quería decir que ese tipo se cobraría caro y aún se podía comparar su cara con los carteles de recompensa. Por otra, a Roland no le hacía ni pizca de gracia ver que su querido mazo no era capaz de acabar de un golpe con aquello que aplastaba. Incluso con el hacha en medio Roland esperaba ver cachos de carne volar por ahí.
-¿Esto funciona bien? -se preguntó. A lo mejor tenía algo suelto o había colocado la bomba al revés. No sería la primera vez, aunque esas cosas solían pasarle después de esnifar caucho quemado.
Fue a sacar otro explosivo cuando el pirata contraatacó. Hizo una especie de cosa rara con su arma y le lanzó... algo. No tenía vocabulario suficiente como para expresarlo. Como una raja de color que iba a por él, la típica mierda inexplicable de los extranjeros. En Ártica uno nunca encontraría ese tipo de cosas incomprensibles.
Como aquello tenía pinta de peligroso, Roland reaccionó como hacía siempre que se topaba con algo molesto o que quería hacerle daño: le sacudió. Golpeó con el mazo en un swing que no sirvió de mucho. La raja voladora acabó cortándole, dejándole el hombro izquierdo como un arado. Un surco de sangre que no dejaba de vomitar rojo le iba desde el omóplato hasta la tetilla, pillando también algo del brazo. Era un corte feo que escocía como los bichos que le pegó su última lumi, pero eso no lo echaría para atrás. Roland von Klauswitz tenía sobrada experiencia en rajas sangrantes como aquella.
Sin molestarse en colocar otra bomba en el mazo, se abalanzó sobre el pirata. No había mucho espacio en aquel agujero, por lo que recurrió a la vieja y fiable táctica de repetir exactamente lo que había hecho antes, pegar un martillazo de arriba abajo, solo que añadiéndole un patadón directo al pecho con el que hacer estallar un pulmón o dos. Nunca se había caracterizado por ser demasiado imaginativo, aunque al menos había llegado a viejo sin necesitarlo.
-¿Esto funciona bien? -se preguntó. A lo mejor tenía algo suelto o había colocado la bomba al revés. No sería la primera vez, aunque esas cosas solían pasarle después de esnifar caucho quemado.
Fue a sacar otro explosivo cuando el pirata contraatacó. Hizo una especie de cosa rara con su arma y le lanzó... algo. No tenía vocabulario suficiente como para expresarlo. Como una raja de color que iba a por él, la típica mierda inexplicable de los extranjeros. En Ártica uno nunca encontraría ese tipo de cosas incomprensibles.
Como aquello tenía pinta de peligroso, Roland reaccionó como hacía siempre que se topaba con algo molesto o que quería hacerle daño: le sacudió. Golpeó con el mazo en un swing que no sirvió de mucho. La raja voladora acabó cortándole, dejándole el hombro izquierdo como un arado. Un surco de sangre que no dejaba de vomitar rojo le iba desde el omóplato hasta la tetilla, pillando también algo del brazo. Era un corte feo que escocía como los bichos que le pegó su última lumi, pero eso no lo echaría para atrás. Roland von Klauswitz tenía sobrada experiencia en rajas sangrantes como aquella.
Sin molestarse en colocar otra bomba en el mazo, se abalanzó sobre el pirata. No había mucho espacio en aquel agujero, por lo que recurrió a la vieja y fiable táctica de repetir exactamente lo que había hecho antes, pegar un martillazo de arriba abajo, solo que añadiéndole un patadón directo al pecho con el que hacer estallar un pulmón o dos. Nunca se había caracterizado por ser demasiado imaginativo, aunque al menos había llegado a viejo sin necesitarlo.
- Resumen:
- Chiste verde, martillazo y patadón al pesho.
Illje Landvik
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Tenía que reconocer que habían tenido suerte. Puede que los guardias de Sakura no fueran estilosos, pero por lo menos se movían como si llevaran en llamas el trasero. Mejor para los enfermos por hongo, de todas formas. En seguida aparecieron las cosas esenciales para llevar a cabo su plan: estufas, nieve, hielo y pollos. Perfecto.
Ataron a la mujer con fiebre y colocaron el pollo delante. En seguida, el moco trató de huir por la nariz de la mujer para pasar al pollo. Este debió de confundirlo con un gusano o algo parecido, porque no parpadeó ni siquiera a la hora de zampárselo. Lógicamente acabó tratando de acabar con los guardias, pero desde luego era más fácil deshacerse de un pollo que de una mujer. O eso pensaba. Los guardias no parecían pensar lo mismo.
El bicho, moviéndose rápido como el demonio, le picoteó los ojos a uno de los guardias antes de volverse contra uno de los médicos. La conejita, viendo la situación, agarró a su espada Kamar y trató de atravesarlo de un golpe certero, sin darle al médico. O no demasiado, al menos. Si estaba en el camino y terminaba recibiendo un arañazo se aseguraría de cuidárselo después. Era un precio pequeñito a pagar.
-Colocad los pollos en jaulas con barrotes.- pidió simplemente. El moco podría meterse entre los mismos, pero el animal no podría salir tan facilmente. No le molestaba matar a uno, pero tampoco tenía ganas de andar repitiendo el numerito por cada víctima. Tenían más cosas importantes que hacer y bastante tiempo estaban perdiendo ya por unos champiñones. Más valía que los vestidos fueran de muy buena calidad.
De todas formas, alguien tenía que curarlos. Por suerte, ya estaban cerca y solo quedaba sistematizar el resto para crear una suerte de minicentro de eliminación de residuos. Todos en sillas y las estufas alrededor, lo más pegaditas posible. En el regazo de hacer falta. Y enfrente, hilera de pollos enjaulados rodeados de nieve y hielo. En cuanto el moco saliera, se les enchufaba el gotero y la sangre nueva. Tedioso, pero funcional.
Dio las instrucciones necesarias y una vez todo estuvo en marcha, rodó hasta donde estaba Claude.
-Es una pena que se vaya a derrochar tanta comida. Imagino que una vez tienen los champiñones dentro no es buena idea comerlos, ¿no?
Con la cantidad de pollos que había… y lo buenas que estaban las alitas… suspiró, decepcionada. Era una verdadera tragedia.
Ataron a la mujer con fiebre y colocaron el pollo delante. En seguida, el moco trató de huir por la nariz de la mujer para pasar al pollo. Este debió de confundirlo con un gusano o algo parecido, porque no parpadeó ni siquiera a la hora de zampárselo. Lógicamente acabó tratando de acabar con los guardias, pero desde luego era más fácil deshacerse de un pollo que de una mujer. O eso pensaba. Los guardias no parecían pensar lo mismo.
El bicho, moviéndose rápido como el demonio, le picoteó los ojos a uno de los guardias antes de volverse contra uno de los médicos. La conejita, viendo la situación, agarró a su espada Kamar y trató de atravesarlo de un golpe certero, sin darle al médico. O no demasiado, al menos. Si estaba en el camino y terminaba recibiendo un arañazo se aseguraría de cuidárselo después. Era un precio pequeñito a pagar.
-Colocad los pollos en jaulas con barrotes.- pidió simplemente. El moco podría meterse entre los mismos, pero el animal no podría salir tan facilmente. No le molestaba matar a uno, pero tampoco tenía ganas de andar repitiendo el numerito por cada víctima. Tenían más cosas importantes que hacer y bastante tiempo estaban perdiendo ya por unos champiñones. Más valía que los vestidos fueran de muy buena calidad.
De todas formas, alguien tenía que curarlos. Por suerte, ya estaban cerca y solo quedaba sistematizar el resto para crear una suerte de minicentro de eliminación de residuos. Todos en sillas y las estufas alrededor, lo más pegaditas posible. En el regazo de hacer falta. Y enfrente, hilera de pollos enjaulados rodeados de nieve y hielo. En cuanto el moco saliera, se les enchufaba el gotero y la sangre nueva. Tedioso, pero funcional.
Dio las instrucciones necesarias y una vez todo estuvo en marcha, rodó hasta donde estaba Claude.
-Es una pena que se vaya a derrochar tanta comida. Imagino que una vez tienen los champiñones dentro no es buena idea comerlos, ¿no?
Con la cantidad de pollos que había… y lo buenas que estaban las alitas… suspiró, decepcionada. Era una verdadera tragedia.
- resumen:
- Gente en silla con estufas pegadas para que les aumente la temperatura. Enfrente, los pollos con hielo y nieve para parecer jugositos al hongo. A posteriori, gotero y sangre. La organización es poderosa en la coneja
Kohaku Sato
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Una ráfaga de viento agitó el navío en el que Kohaku se encontraba, al mismo tiempo que el cuerpo de los enemigos que había enfrentado caían al suelo. Hasta ese momento no se había percatado de la encarnizada lucha que estaba sucediendo en alta mar. Dos bandos que luchaban por lo que creían correcto, pero ¿cuál de ellos se llevaría la victoria? Francamente, al cazador le daba igual, siempre y cuando le pagaran.
Inclinó la cabeza hacia la derecha hasta que se escuchó un leve crujido, que le hizo sentir extrañamente bien, y clavó la mirada sobre el oficial, que no parecía estar dispuesto a decirle la razón concreta de porqué ellos si podían comunicarse.
—Que así sea —comentó, flexionándose las rodillas e impulsándose hacia los tiradores, tratando de acabar con los cuatro restantes.
Su plan era simple, al menos en teoría, abalanzarse sobre dos de ellos, concretamente los que estaban en medio, girando y trazando por inercia varios cortes horizontales a media altura. Tras eso, se impulsaría al de derecha izquierda, que es el que estaba más lejos del oficial y lo lanzaría por los aires con sus armas. Finalmente, miraría al cuarto, el que se encontraba más cerca del oficial, y lanzaría una onda cortante con la intención de acabar con los dos.
Kohaku era consciente que, seguramente, aquello no serviría para acabar con el oficial, pero le iba a servir como toma de contacto para ver a que diantres se enfrentaba. Después de eso, se pondría en guardia neutra, adelantando su pierna izquierda y superponiendo una espada a la otra.
Inclinó la cabeza hacia la derecha hasta que se escuchó un leve crujido, que le hizo sentir extrañamente bien, y clavó la mirada sobre el oficial, que no parecía estar dispuesto a decirle la razón concreta de porqué ellos si podían comunicarse.
—Que así sea —comentó, flexionándose las rodillas e impulsándose hacia los tiradores, tratando de acabar con los cuatro restantes.
Su plan era simple, al menos en teoría, abalanzarse sobre dos de ellos, concretamente los que estaban en medio, girando y trazando por inercia varios cortes horizontales a media altura. Tras eso, se impulsaría al de derecha izquierda, que es el que estaba más lejos del oficial y lo lanzaría por los aires con sus armas. Finalmente, miraría al cuarto, el que se encontraba más cerca del oficial, y lanzaría una onda cortante con la intención de acabar con los dos.
Kohaku era consciente que, seguramente, aquello no serviría para acabar con el oficial, pero le iba a servir como toma de contacto para ver a que diantres se enfrentaba. Después de eso, se pondría en guardia neutra, adelantando su pierna izquierda y superponiendo una espada a la otra.
- Resumen:
- Acabar con los tiradores porque no se fía de ellos, atacando así al oficial de manera secundaria, y esperar a que él le ataque
Abigail Mjöllnir
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Al ver aquel filo perder su aspecto negro decidió mantener la transformación de su brazo, no sabía si es que aquellos soldados no tenían haki o si realmente no conocían la extensión de su poder. Ahora sí tenía que darse prisa, no tenía conocimientos médicos y si conseguían envenenarla iba a estar muy difícil recuperarse sin ayuda. Al acabar se arrancaría la tela del brazo para poder ver qué había pasado exactamente, pero antes... antes tenía que ponerle fin al combate.
Por ello, se concentró y se bajó la capucha del hábito, activando así su Aqua Focus. Sus ojos empezarían a emitir un brillo turquesa y su propia precisión se incrementaría. Ahora le costaría menos trabajo seguir el movimiento de aquel hombre.
Su agresor estaba repitiendo el mismo movimiento, pero esta vez la beata contaba con varias cosas. La primera, que ya le había visto hacer eso y ya sabía que no estaba desapareciendo sin más. La segunda era la cortina de nieve y su movimiento, que delataba al uniformado. La tercera era que ahora estaba solo y, por tanto, podía entrar toda su atención, su mantra y su armamento en solo una persona. La cuarta era su propia visión, ahora mismo mejorada, y especializada en el movimiento cinético como si fuera un búho.
No habían hablado desde que pusieron sus ojos en ella, eso le bastó para saber que iba a ser muy difícil sacarles información. Entre eso y el peligro que suponía la sustancia negra, Abi optó por tomar medidas tan drásticas como con el resto de uniformados.
Siguió con la mirada su movimiento, sin tener un blanco seguro por culpa de la nieve. Empuñó el rifle con ambas manos, activando los dos diales láser. Aunque mantuvo sus brazos cerrados porque necesitaba usarlos para apuntar y disparar, su torso seguía con ventanas abiertas que ocultaban a los habitantes con mayor potencia de fuego.
Decidió desactivar tanto su mantra como su armadura para no depender en exceso del Haki y prestó atención con sus propios sentidos. Se movió en cuanto escuchó la nieve romperse. Giró el cuerpo hacia el atacante y dio un salto hacia atrás para crear distancia. Apuntó con el rifle de diales Assiah y disparó un único láser, apuntando al brazo que sostenía la espada, que llevaba la fuerza de dos diales del mismo tipo. Una de sus habitantes disparó también a Más Allá para asegurarse de que recibía al menos un disparo y para evitar destruir demasiado -si se trataba de un veneno confiaba en que llevara un antídoto encima-, decidió no usar ni el lanzallamas ni la balista.
Por ello, se concentró y se bajó la capucha del hábito, activando así su Aqua Focus. Sus ojos empezarían a emitir un brillo turquesa y su propia precisión se incrementaría. Ahora le costaría menos trabajo seguir el movimiento de aquel hombre.
Su agresor estaba repitiendo el mismo movimiento, pero esta vez la beata contaba con varias cosas. La primera, que ya le había visto hacer eso y ya sabía que no estaba desapareciendo sin más. La segunda era la cortina de nieve y su movimiento, que delataba al uniformado. La tercera era que ahora estaba solo y, por tanto, podía entrar toda su atención, su mantra y su armamento en solo una persona. La cuarta era su propia visión, ahora mismo mejorada, y especializada en el movimiento cinético como si fuera un búho.
No habían hablado desde que pusieron sus ojos en ella, eso le bastó para saber que iba a ser muy difícil sacarles información. Entre eso y el peligro que suponía la sustancia negra, Abi optó por tomar medidas tan drásticas como con el resto de uniformados.
Siguió con la mirada su movimiento, sin tener un blanco seguro por culpa de la nieve. Empuñó el rifle con ambas manos, activando los dos diales láser. Aunque mantuvo sus brazos cerrados porque necesitaba usarlos para apuntar y disparar, su torso seguía con ventanas abiertas que ocultaban a los habitantes con mayor potencia de fuego.
Decidió desactivar tanto su mantra como su armadura para no depender en exceso del Haki y prestó atención con sus propios sentidos. Se movió en cuanto escuchó la nieve romperse. Giró el cuerpo hacia el atacante y dio un salto hacia atrás para crear distancia. Apuntó con el rifle de diales Assiah y disparó un único láser, apuntando al brazo que sostenía la espada, que llevaba la fuerza de dos diales del mismo tipo. Una de sus habitantes disparó también a Más Allá para asegurarse de que recibía al menos un disparo y para evitar destruir demasiado -si se trataba de un veneno confiaba en que llevara un antídoto encima-, decidió no usar ni el lanzallamas ni la balista.
- resumen:
» Usa Aqua Focus para aumentar su precisión.
» Para detectar su posición se basa en una mezcla de sus propios sentidos (Ojo de búho), la nieve y un poco de Táctica (repite la técnica de movimiento).
» Cuando escucha romperse la nieve por última vez se gira, se echa para atrás y dispara con Assiah (2x dial láser) al brazo de la espada y con Más Allá -ningún punto en concreto- desde el interior de la fortaleza.
Bizvan
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Al parecer el marine aún le queda un poco de suerte y salió con unas cuantas quemaduras menores, y un poco menos de vello en algunas partes de su cuerpo, pero era el mejor escenario que se pudo obtener.
Bizvan se dió un segundo para dejar escapar un pequeño suspiro de alivio, sin embargo el sonido causado por los tanques y motores le indicó que era demasiado pronto para relajarse.
A ojos del espadachín, el sabotaje estaba realizando, quizás no era el mejor trabajo de todos, pero sin duda alguna se había cumplido con el objetivo, y ahora lo mejor que podía hacer era marcharse antes de que ese lugar comenzar a arder a causa de los líquidos y demás fluidos que provenían de las máquinas dañadas.
* ¿Cuántos enemigos vendrán a este sitio? *Bizvan no considero ese pequeño factor, y ahora que recordaba, el camino que tomó era estrechó, por lo que sería complicado pelear en ese lugar. Sin mencionar los posibles ataques con armas a distancia.
Tomando en cuenta esos puntos, el moreno nuevamente se concentró para utilizar con eficiencia su mantra. Su idea consistía en regresar sobre sus pasos lo más rápido que se pudiera permitir, y en el instante que notará enemigos en las cercanías, activaría su armadura para poder continuar avanzando y recibir la menor cantidad de daño. Si por alguna razón el camino se veía bloquedo por únicamente enemigos, activaría los impulsores de su armadura para abrirse paso a la fuerza. No obstante si notaba la presencia de aliados entre los enemigos, se vería obligado a descartar el uso de los impulsores y pasaría al ataque utilizando su espada.
Bizvan se dió un segundo para dejar escapar un pequeño suspiro de alivio, sin embargo el sonido causado por los tanques y motores le indicó que era demasiado pronto para relajarse.
A ojos del espadachín, el sabotaje estaba realizando, quizás no era el mejor trabajo de todos, pero sin duda alguna se había cumplido con el objetivo, y ahora lo mejor que podía hacer era marcharse antes de que ese lugar comenzar a arder a causa de los líquidos y demás fluidos que provenían de las máquinas dañadas.
* ¿Cuántos enemigos vendrán a este sitio? *Bizvan no considero ese pequeño factor, y ahora que recordaba, el camino que tomó era estrechó, por lo que sería complicado pelear en ese lugar. Sin mencionar los posibles ataques con armas a distancia.
Tomando en cuenta esos puntos, el moreno nuevamente se concentró para utilizar con eficiencia su mantra. Su idea consistía en regresar sobre sus pasos lo más rápido que se pudiera permitir, y en el instante que notará enemigos en las cercanías, activaría su armadura para poder continuar avanzando y recibir la menor cantidad de daño. Si por alguna razón el camino se veía bloquedo por únicamente enemigos, activaría los impulsores de su armadura para abrirse paso a la fuerza. No obstante si notaba la presencia de aliados entre los enemigos, se vería obligado a descartar el uso de los impulsores y pasaría al ataque utilizando su espada.
- Resumen:
- Utilizar su mantra para buscar enemigos mientras se retira.
Utilizar su armadura si encuentra enemigos, y dependiendo de la situación decidir si utilizar los impulsores de su armadura o su espada.- Usado:
- Quinto turno utilizando Mantra
Freites D. Alpha
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Impresionante, mis combinaciones sigues sin dar mucho resultado. Igualmente, se supone que solo estoy impidiendo que este grupo impida la llegada de los refuerzos. Y se suponía que Lara ya debería haberme avisado de algún avance utilizando su bengala, ¿acaso algo habria salido mal?
Suspirar era lo único que podría hacer. Mi mente podía pensar en un sinfín de posibilidades y escenarios, pero no solucionaba nada.
Por un lado, tenemos este perímetro el cual ya está armado con unos artilugios extraño. El zumbido llegaba hasta mis odios y podía ver claramente una corriente de viento alrededor, debía actuar rápido.
Me deje caer. Suzaku me estaba esperando abajo. Ante mi se encontraba el grandote preparando algo detrás del escudó. Extendió mi brazo mecánico y apunte con el directamente al borde del escudó en el lado izquierdo. Dispare mi mano sujeta al cable, con la intención de sujetar el escudó con fuerza. Si lo lograba, un par de toques con los talones a los costados de la plumifera serían suficientes para que comenzará a correr alrededor de mi oponente. Mi objetivo era amarrar a mi oponente con tres de los cinco metros de cable. De tener éxito, subiría la temperatura del brazo mecánico hasta el tope. Sujetandome fuertemente con los pies en Suzaku mientras ella corría para apretar más el cable.
Ambos pretendíamos picar a nuestro oponente en dos. Quizás es un poco grotesco para lo que estoy acostumbrado y honestamente me gustaría poder disfrutar más de esta batalla, pero me preocupa mucho lo que pueda estar ocurriendo con mis hermanos. Se muy bien que mantener incomunicada a la isla es parte del plan, pero es algo que le está comenzando a generar ansiedad.
Suspirar era lo único que podría hacer. Mi mente podía pensar en un sinfín de posibilidades y escenarios, pero no solucionaba nada.
Por un lado, tenemos este perímetro el cual ya está armado con unos artilugios extraño. El zumbido llegaba hasta mis odios y podía ver claramente una corriente de viento alrededor, debía actuar rápido.
Me deje caer. Suzaku me estaba esperando abajo. Ante mi se encontraba el grandote preparando algo detrás del escudó. Extendió mi brazo mecánico y apunte con el directamente al borde del escudó en el lado izquierdo. Dispare mi mano sujeta al cable, con la intención de sujetar el escudó con fuerza. Si lo lograba, un par de toques con los talones a los costados de la plumifera serían suficientes para que comenzará a correr alrededor de mi oponente. Mi objetivo era amarrar a mi oponente con tres de los cinco metros de cable. De tener éxito, subiría la temperatura del brazo mecánico hasta el tope. Sujetandome fuertemente con los pies en Suzaku mientras ella corría para apretar más el cable.
Ambos pretendíamos picar a nuestro oponente en dos. Quizás es un poco grotesco para lo que estoy acostumbrado y honestamente me gustaría poder disfrutar más de esta batalla, pero me preocupa mucho lo que pueda estar ocurriendo con mis hermanos. Se muy bien que mantener incomunicada a la isla es parte del plan, pero es algo que le está comenzando a generar ansiedad.
- Resúmen:
- - desactivar mis llamas para caer sobre Suzaku.
- Utilizarán la habilidad de mi brazo para intentar amarrar a mi oponente.
- Subir la temperatura del brazo mecánico hasta el tope para que la presión del cable más el calor nos permita tratar de hacer mecha al grandote.
Claude von Appetit
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¿Ha funcionado? Ha funcionado. ¡Ha funcionado! Parece que sé de medicina, aunque, por otro lado, cualquiera sabe más de medicina que los soldados de un reino. Si aún tienen reyes, ¿cómo van a tener buenos médicos? Aunque tal vez podría tratar de estudiar un poco, o... No, paso. Pero podría hacerme tarjetas de visita que pongan "Doctor von Appetit", y que se acompañen de una frase rimbombante como "Y que le aproveche" o "la comida es la mejor medicina". Aun así, si bien illje está contenta con encerrar a los pollos e ir matándolos, y quiero dar un paso más en esta loca aventura. Y para ello, lo primero es bajarme de la mesa. No es que me avergüence llevar vestido, pero los militares tienden a estar faltos de sexo y tampoco quiero que me vean los huevos por debajo de la falda. Aunque, a juzgar por la cara de ese tío, ese barco ya zarpó. Al menos parece que le gusta lo que ve.
- El doctor von Appetit no está de acuerdo con eso -respondo. No sé por qué he decidido hablar de mí mismo en tercera persona, pero ha sonado tan elevado intelectualmente que sigo-. El doctor opina que podríamos utilizar los hongos como una suerte de estimulante. Quiero decir... El ser induce a un cierto estado de frenesí, lo cual tratado de la forma adecuada puede conseguir que determinadas cualidades de la gente se "liberen", creando así al soldado perfecto.
Hablando de soldados, Illje está intentando liberar al hongo de nuevo, así que cojo una caja y me preparo para atrapar al bicho en ella una vez salga del animal, o al animal si es capaz de esquivar los espadazos de la coneja. Porque eso es lo que hace un médico de verdad: perseguir pollos para evitar que infecten con su sida espacial a los soldados, que son al final la última línea de defensa entre nosotros y los dinosaurios mutantes robot. Que por cierto, a juzgar por lo que pasó hace dos semanas con los albinos... No lo están haciendo precisamente de puta madre, que digamos.
La idea de Illje es buena, pero creo que podemos ajustar más el concepto. Pongo una caja en medio del hielo, y sobre ella un pollo. El segundo "voluntario" ya está siendo movido y encadenado a la silla. La mujer tenía fiebre, pero no puede ser muy difícil producir calor en el cuerpo de alguien con cagalera. Acerco todo lo que puedo tantos calefactores como sea necesario, y mantengo al pollo sentado en la caja. ¿Cómo? Pues le he roto las piernas, claro. ¿Cruel? Mucho. Pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Y vamos, que es un puto pollo al que iba a condenar a la agonía de ser comido desde dentro, tampoco es que esto sea una tortura mucho mayor. ¿Me has escuchado, mamá? ¡No es tanta tortura!
El caso es que necesito el hongo, y me mantengo a la espera para cuando el bicho se meta dentro del animal para cerrar la tercera caja. Y una vez todos estén, le doy a un pollo -espero que nos quede alguno vivo- un cachito del hongo que he chamuscado. A ver si se vuelve súper fuerte, o algo.
- ¡Nada temáis, porque el doctor Appetit y su sexy enfermera Illje la sirena os salvarán! -exclamo.
Ya es oficial. Me ha devorado mi personaje, y solo tiene siete minutos.
- El doctor von Appetit no está de acuerdo con eso -respondo. No sé por qué he decidido hablar de mí mismo en tercera persona, pero ha sonado tan elevado intelectualmente que sigo-. El doctor opina que podríamos utilizar los hongos como una suerte de estimulante. Quiero decir... El ser induce a un cierto estado de frenesí, lo cual tratado de la forma adecuada puede conseguir que determinadas cualidades de la gente se "liberen", creando así al soldado perfecto.
Hablando de soldados, Illje está intentando liberar al hongo de nuevo, así que cojo una caja y me preparo para atrapar al bicho en ella una vez salga del animal, o al animal si es capaz de esquivar los espadazos de la coneja. Porque eso es lo que hace un médico de verdad: perseguir pollos para evitar que infecten con su sida espacial a los soldados, que son al final la última línea de defensa entre nosotros y los dinosaurios mutantes robot. Que por cierto, a juzgar por lo que pasó hace dos semanas con los albinos... No lo están haciendo precisamente de puta madre, que digamos.
La idea de Illje es buena, pero creo que podemos ajustar más el concepto. Pongo una caja en medio del hielo, y sobre ella un pollo. El segundo "voluntario" ya está siendo movido y encadenado a la silla. La mujer tenía fiebre, pero no puede ser muy difícil producir calor en el cuerpo de alguien con cagalera. Acerco todo lo que puedo tantos calefactores como sea necesario, y mantengo al pollo sentado en la caja. ¿Cómo? Pues le he roto las piernas, claro. ¿Cruel? Mucho. Pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Y vamos, que es un puto pollo al que iba a condenar a la agonía de ser comido desde dentro, tampoco es que esto sea una tortura mucho mayor. ¿Me has escuchado, mamá? ¡No es tanta tortura!
El caso es que necesito el hongo, y me mantengo a la espera para cuando el bicho se meta dentro del animal para cerrar la tercera caja. Y una vez todos estén, le doy a un pollo -espero que nos quede alguno vivo- un cachito del hongo que he chamuscado. A ver si se vuelve súper fuerte, o algo.
- ¡Nada temáis, porque el doctor Appetit y su sexy enfermera Illje la sirena os salvarán! -exclamo.
Ya es oficial. Me ha devorado mi personaje, y solo tiene siete minutos.
- Resumen:
- Torturar animales en pos de la ciencia.
Ryuichi Ichiban
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Su presa consiguió librarse y el gigante apretó los dientes con rabia. Lo vio saltar como un conejo, haciendo gala de su velocidad y agilidad, lujos con los cuales el ogro no contaba. Dejó escapar un gruñido a modo de protesta, pero se mantuvo. Empezó a caminar hacia delante, acercándose a su enemigo con cierto aire amenazador. Sus ojos se centraban en el arco del pequeñajo. Si conseguía romperlo de algún modo se quedaría sin armas con las cuales atacarle de lejos y en la cercanía el ogro tenía la ventaja. Vio como sacaba una flecha, pero aquella no estaba ardiendo.
Tenía una especie de peso en la punta. Vio como disparó, apuntando al aire en una trayectoría que pasaría por encima de la cabeza del gigante.
—¡JAJA! ¡Has fallad...!
La flecha explotó. Rápidamente se cubrió la cabeza con el brazo, para minimizar los daños, pero ya era tarde. Sus oídos pitaban y su vista había sido afectada. Gruñó. ¿Quería atacar de lejos? Le iba a enseñar a atacar de lejos. Sin moverse del sitio, llevó ambas manos hacia atrás. Una bola de energía empezó a brillar en cada palma. Las apretó con furia, casi como si tuvieran forma física. Golpeó el suelo con un pie, agrietándolo.
—¡Meteoro Impacto!
Con un rugido, lanzó ambas bolas hacia su enemigo, una detrás de otra, con gran fuerza para dar más velocidad al lanzamiento. Pretendía golpearle a él, pero si con la fuerza del impacto podía además romper lo que suponía era un frágil arco de madera, sería una situación mucho más favorable.
Tenía una especie de peso en la punta. Vio como disparó, apuntando al aire en una trayectoría que pasaría por encima de la cabeza del gigante.
—¡JAJA! ¡Has fallad...!
La flecha explotó. Rápidamente se cubrió la cabeza con el brazo, para minimizar los daños, pero ya era tarde. Sus oídos pitaban y su vista había sido afectada. Gruñó. ¿Quería atacar de lejos? Le iba a enseñar a atacar de lejos. Sin moverse del sitio, llevó ambas manos hacia atrás. Una bola de energía empezó a brillar en cada palma. Las apretó con furia, casi como si tuvieran forma física. Golpeó el suelo con un pie, agrietándolo.
—¡Meteoro Impacto!
Con un rugido, lanzó ambas bolas hacia su enemigo, una detrás de otra, con gran fuerza para dar más velocidad al lanzamiento. Pretendía golpearle a él, pero si con la fuerza del impacto podía además romper lo que suponía era un frágil arco de madera, sería una situación mucho más favorable.
- Resumen:
- La boomboom hace pupa pupa, así que le tiro dos Meteoros Impactos, que son basicamente... puñetazos a distancia, a rango 8 (?)
Nombre de la técnica: Meteoro Impacto
Categoría: Especial
Naturaleza: Canalización Espiritual
Descripción: Braud puede crear en su mano una bola de energía y brillante del tamaño de su palma. Después puede lanzar esta bola como si de una pelota se tratase y esta, al impactar con cualquier cosa, impactará con la fuerza del usuario (es decir, que será como si diese un puñetazo).
Lo primero que hizo la chica al encender la luz y llegar al angar fue, como empezaba a ser costumbre ya, quejarse. «Mierda», masculló para sus adentros. A ver, no estaba mal… Sin vigilancia, el lugar era una enorme sala con dos piscinas frente a ella. Y decimos dos como se podría decir una partida a la mitad que parecía prolongarse hasta una de las paredes. Una vacía y la otra con un vehículo en su interior. Un submarino. Siendo sinceros, no. Hazel no había visto un subarino en su puta vida hasta el momento, pero no hay que ser muy listo para sumar dos y dos y darse cuenta de que era un vehículo que debía poder navegar por debajo del agua como lo había hecho el barco… Y ahí fue donde frunció el ceño, más. El olor del aceite también le resultaba desagradable.
—La verdad es que en estos mometnos se echa en falta a la monja y sus habilidades de ingeniera —musitó en tono bajo, aún manteniendose con la guardia en alto. No había escuchado ninguna voz en el camino hasta aquella sala, así que imaginaba que estaba sola, pero nunca estaba de más vigilar… Ya no solo por quien pudiera cruzarse, sino por lo que pudiera aparecer «porque no iban a tener dos huecos para un solo submarino, ¿a qué no, Hazel?» masculló en su fuero interno—. No. tiene que haber un segundo que no estaba ahí —afirmó para si misma. La pregunta era cómo era posible que mandaran a alguien a investigar sin tener forma de contactarles.
Se le ocurría que ellos tendrían otra forma de comunicarse… O que algo andaba terriblemente mal. ¿Habían probado siquiera sus DDM tras recibir la noticia de que las comunicaciones estaban cortadas? No se acordaba. Claro que podrían ser otras mil cosas que su cabeza pasara por alto, pues de tecnología sabía lo justo y necesario para vivir de manera sencilla. Lo descubriría cuando entrase dentro del submarino. Porque sí, iba a somarse a echar un vistazo tras deambular por el lugar, descubrir el misterio sobre esa manguella o cañería amarilla y leer el cartelito.
Una vez dentro, había cuatro cosas que quería hacer en orden: Revisar que no hubiera nadie, obviamente, concentrandose en su propia presencia y en lo que le rodeaba —como había aprendido hasta el momento—, escudriñar en el interior por si veía algo que llamase su atención. ¿Vendría con un manual de instrucciones para principiantes? Eso podría serle útil. Probar a encenderlo sin pretender moverse, solo para observar los controles o lo que tuviera dentro… Apretando botoncitos hasta que consiguiera algo o hasta que se cansase… Y probar las comunicaciones una vez diera con ellas si lo hacía, intentando llamar al número de DDM de Abigail, y comparando el resultado entre llamar con su propio caracolofono o con el otro. Hechas las tres primeras cosas, la cuarta sería averiar el cableado sin romperlo: Desenchufar cables, apagar interruptores… O hasta cortar alguna que otra cosa, pero que se pudiera suplir con hacer un puente.
Si conseguía hacer todo esto… O si no encontraba nada útil, simplemente dejaría un destrozo dentro del submarino y se iría siguiendo sus pasos de vuelta hasta la separación de caminos, siguiendo esta vez el pasillo de la izquierda.
—La verdad es que en estos mometnos se echa en falta a la monja y sus habilidades de ingeniera —musitó en tono bajo, aún manteniendose con la guardia en alto. No había escuchado ninguna voz en el camino hasta aquella sala, así que imaginaba que estaba sola, pero nunca estaba de más vigilar… Ya no solo por quien pudiera cruzarse, sino por lo que pudiera aparecer «porque no iban a tener dos huecos para un solo submarino, ¿a qué no, Hazel?» masculló en su fuero interno—. No. tiene que haber un segundo que no estaba ahí —afirmó para si misma. La pregunta era cómo era posible que mandaran a alguien a investigar sin tener forma de contactarles.
Se le ocurría que ellos tendrían otra forma de comunicarse… O que algo andaba terriblemente mal. ¿Habían probado siquiera sus DDM tras recibir la noticia de que las comunicaciones estaban cortadas? No se acordaba. Claro que podrían ser otras mil cosas que su cabeza pasara por alto, pues de tecnología sabía lo justo y necesario para vivir de manera sencilla. Lo descubriría cuando entrase dentro del submarino. Porque sí, iba a somarse a echar un vistazo tras deambular por el lugar, descubrir el misterio sobre esa manguella o cañería amarilla y leer el cartelito.
Una vez dentro, había cuatro cosas que quería hacer en orden: Revisar que no hubiera nadie, obviamente, concentrandose en su propia presencia y en lo que le rodeaba —como había aprendido hasta el momento—, escudriñar en el interior por si veía algo que llamase su atención. ¿Vendría con un manual de instrucciones para principiantes? Eso podría serle útil. Probar a encenderlo sin pretender moverse, solo para observar los controles o lo que tuviera dentro… Apretando botoncitos hasta que consiguiera algo o hasta que se cansase… Y probar las comunicaciones una vez diera con ellas si lo hacía, intentando llamar al número de DDM de Abigail, y comparando el resultado entre llamar con su propio caracolofono o con el otro. Hechas las tres primeras cosas, la cuarta sería averiar el cableado sin romperlo: Desenchufar cables, apagar interruptores… O hasta cortar alguna que otra cosa, pero que se pudiera suplir con hacer un puente.
Si conseguía hacer todo esto… O si no encontraba nada útil, simplemente dejaría un destrozo dentro del submarino y se iría siguiendo sus pasos de vuelta hasta la separación de caminos, siguiendo esta vez el pasillo de la izquierda.
- resumen:
- • Maldecir porque no es la sala de control del barco.
• Echar un vistazo, considerando raro que solo haya un submarino habiendo dos huecos y cuestionarse si de verdad mandarían un vehículo subacuático sin poder mantener la comunicación.
• Revisar el tubo amarillo, el cartel y los alrededores antes de plantearse entrar dentro del submarino a hacer cosas.
• Hacer cosas como intentar poner el submarino en marcha y usar sus comunicaciones. Si puede llamar con ellas, probar con su DDM también.
• Lo consiga o no, intentar amañar sin estropear del todo el cableado del vehículo y volver sobre sus pasos para ir al otro pasillo.
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Cuando las esquirlas se clavaron en su piel el león apenas sintió dolor. O mejor dicho, tal era su grado de liberación al encontrarse en mitad de un combate que incluso podría decirse que lo disfrutó. Era una forma de vivir la batalla aún con mayor intensidad.
El tipo reaccionó con rapidez y desvió el primer tajo con la culata de su arma, pero no fue lo suficientemente veloz para evitar el segundo. Sin embargo de repente una plancha de metal brotó una placa metálica que detuvo en parte su ataque. Cuando cayó al suelo llevaba el filo de su arma profundamente marcado, por lo que con toda probabilidad había evitado que su enemigo sufriera una herida mortal. Eso sí, daba la sensación de que no había logrado frenar todo el poder que el mink había puesto en ese golpe.
Rápidamente su adversario se alejó unos metros e introdujo lo que parecían dos balas de cañón en miniatura en su pistola. Disparó dos veces, y el mink, intuyendo casi por instinto que aquellos proyectiles no eran normales, pasó durante un instante a forma elemental, elevándose bruscamente hasta llegar casi al techo de la cúpula.
Y tan rápido como había ascendido volvió a bajar, pero esta vez siguiendo una trayectoria oblicua en dirección a su enemigo. Moviéndose a tanta velocidad como fue capaz embistió a su rival, dándose cuenta del sutil movimiento que realizó con su mano lesionada. No sabía qué era lo que había lanzado hacia un lado, pero en aquellos momentos no le importó. Estaba poseído por el frenesí de la batalla, dejándose llevar por sus instintos y disfrutando de un combate sin cuartel.
El filo de su arma refulgía con el brillo de su voluntad cuando trazó un potente arco descendente con toda su fuerza en el momento de aterrizar sobre su oponente. Entre la sobrehumana velocidad a la que se había dirigido hacia él, que ningún ojo humano corriente podría seguir, y la propia fuerza física del mink, aumentada aún más por sus ansias de lucha, aquel ataque llevaba una potencia tal que muy pocas personas en el mundo podrían resistirlo. Y basándose en lo que había visto hasta aquel momento de ese hombre, si le alcanzaba no parecía que él fuera a ser una de esas personas.
El tipo reaccionó con rapidez y desvió el primer tajo con la culata de su arma, pero no fue lo suficientemente veloz para evitar el segundo. Sin embargo de repente una plancha de metal brotó una placa metálica que detuvo en parte su ataque. Cuando cayó al suelo llevaba el filo de su arma profundamente marcado, por lo que con toda probabilidad había evitado que su enemigo sufriera una herida mortal. Eso sí, daba la sensación de que no había logrado frenar todo el poder que el mink había puesto en ese golpe.
Rápidamente su adversario se alejó unos metros e introdujo lo que parecían dos balas de cañón en miniatura en su pistola. Disparó dos veces, y el mink, intuyendo casi por instinto que aquellos proyectiles no eran normales, pasó durante un instante a forma elemental, elevándose bruscamente hasta llegar casi al techo de la cúpula.
Y tan rápido como había ascendido volvió a bajar, pero esta vez siguiendo una trayectoria oblicua en dirección a su enemigo. Moviéndose a tanta velocidad como fue capaz embistió a su rival, dándose cuenta del sutil movimiento que realizó con su mano lesionada. No sabía qué era lo que había lanzado hacia un lado, pero en aquellos momentos no le importó. Estaba poseído por el frenesí de la batalla, dejándose llevar por sus instintos y disfrutando de un combate sin cuartel.
El filo de su arma refulgía con el brillo de su voluntad cuando trazó un potente arco descendente con toda su fuerza en el momento de aterrizar sobre su oponente. Entre la sobrehumana velocidad a la que se había dirigido hacia él, que ningún ojo humano corriente podría seguir, y la propia fuerza física del mink, aumentada aún más por sus ansias de lucha, aquel ataque llevaba una potencia tal que muy pocas personas en el mundo podrían resistirlo. Y basándose en lo que había visto hasta aquel momento de ese hombre, si le alcanzaba no parecía que él fuera a ser una de esas personas.
- Resumen:
- Evitar las balas de fuego y dejarse caer a toda velocidad sobre su enemigo para atacar con toda su fuerza.
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La sed de sangre del tigre fue liberada, buscaba acabar con él de una vez por todas, cortes a diestra y siniestra se le dirigían con furia, cada uno de esos ataques era mortal. Pero él… ÉL DESGRACIADO SEGUÍA CON SUS TRUCOS, no paraba de jugar, ¿Era una especie de mago? Esos objetos que usaba para defenderse parecían dignos de uno, sus trucos eran efectivos, ningún golpe conectó, ¿Cómo mierda hacía? –¡HIJO DE PUTA! –De verdad estaba furiosa, comenzó a gruñir y gritar con cada golpe que lanzaba, pero el malnacido los esquivaba sin parar.
Fue entonces que llegó a detenerse, sí, al fín lo alcanzaría, pero entonces algo ocurrió, sus piernas no se movían, apenas se había dado cuenta, sus piernas se hundieron en una especie de barro extraño, es como si estuviera en un pantano. Miraba con aún más odio a su rival, le rechinaban los dientes mientras este hablaba, fue entonces que apartó la cara del susto cuando la pistola fue disparada. Al darse cuenta de que no le pasó nada y veía ese cartelito en la pistola, la histeria apareció. –MALDITO HIJO DE PUTA, TE VOY A MATAR, ME VOY A COGER TU PUTO CADÁVER, TE VOY A HACER SUFRIR LA PUTA QUE TE PARIÓ –Parecía que se le iban a salir las cuerdas vocales por como gritaba, intentó zafarse del barro, pero esto solo hizo que se cayera terminando por quedar hundida hasta la cintura.
Logró levantarse con algo de dificultad, por suerte no perdió las espadas, se aseguró de aferrarse bien a ellas, ya estaba saliendo, pero para entonces el tipo ya estaba lejos. Aún así no podía permitir que se escapara, lo iba a matar sí o sí. Salió corriendo en su dirección, da igual para donde vaya, ella lo iba a perseguir. –¡VEN A PELEAR BASURA! –De verdad estaba furiosa.
Fue entonces que llegó a detenerse, sí, al fín lo alcanzaría, pero entonces algo ocurrió, sus piernas no se movían, apenas se había dado cuenta, sus piernas se hundieron en una especie de barro extraño, es como si estuviera en un pantano. Miraba con aún más odio a su rival, le rechinaban los dientes mientras este hablaba, fue entonces que apartó la cara del susto cuando la pistola fue disparada. Al darse cuenta de que no le pasó nada y veía ese cartelito en la pistola, la histeria apareció. –MALDITO HIJO DE PUTA, TE VOY A MATAR, ME VOY A COGER TU PUTO CADÁVER, TE VOY A HACER SUFRIR LA PUTA QUE TE PARIÓ –Parecía que se le iban a salir las cuerdas vocales por como gritaba, intentó zafarse del barro, pero esto solo hizo que se cayera terminando por quedar hundida hasta la cintura.
Logró levantarse con algo de dificultad, por suerte no perdió las espadas, se aseguró de aferrarse bien a ellas, ya estaba saliendo, pero para entonces el tipo ya estaba lejos. Aún así no podía permitir que se escapara, lo iba a matar sí o sí. Salió corriendo en su dirección, da igual para donde vaya, ella lo iba a perseguir. –¡VEN A PELEAR BASURA! –De verdad estaba furiosa.
- Resumen:
- -Con toda la ira encima atacó con todo, pero fue inútil, no lograba darle.
-Lo insultó con toda la furia cuando estaba en el barro.
-Cayó aún más en el barro al intentar salir.
-Tardó en salir, pero le daba igual para donde se dirija o lo lejos que esté, salió a correrlo mientras le exigía que volviera para pelear.
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