Capítulo científico - El comienzo de la investigación

Al salir de la casa con la flauta guardada en mi chaqueta escuché un extraño sonido procedente de la parte trasera de la misma. Parecía el sonido de una puerta abriéndose o algo similar por lo que mi curiosidad innata se incrementó, lo cual me hizo preguntarme ¿Qué habrá causado ese sonido? Mis ojos mostraban un brillo de emoción descarado y mi boca esbozaba una ligera sonrisa que demostraba que la idea de investigar algo desconocido me provocaba una gran emoción y bastante diversión.

Ajusté bien mi arma a mi espalda y empecé a caminar para dar la vuelta a la casa en busca del origen del sonido misterioso y lo que vi me sorprendió más de lo que me esperaba, una especie de trampilla parecía estar oculta se encontraba ahora abierta y a la vista. Mi expresión se volvió aún más emocionada mientras miraba por la trampilla para ver unas escaleras de mano bastante largas que parecen llevar a un lugar oscuro. Eso era un tanto malo ya que no disponía de nada que me permitiese ver libremente en la oscuridad pero si tenía dos medios para detectar peligros, uno eran mis gafas con visión calorífica y otra era que recientemente había logrado aprender el Kenbunshoku Haki por lo que podría lidiar con los problemas inesperados con mayor facilidad que antes. Respiré hondo y empecé a bajar por las escaleras con calma ya que no sabía a donde iban a dar las mismas y podría acabar en una trampa si simplemente saltaba a la trampilla.

Mientras bajaba activé las gafas rastreadoras por si acaso veía algo a la vez que activaba mi haki de observación para saber si había alguien oculto que no se podía ver ni siquiera con visión térmica. Tras un buen rato bajando por las escaleras finalmente toqué suelo firme y comencé a caminar por el único camino que veía a ver hacia donde me llevaba.

Su corazón no latía. Su cuerpo estaba completamente inerte ante mi. Indefenso contra la muerte. Ya no se podía hacer nada. Había muerto delante de mi y yo no le ayudé. No me importaba lo mal que lo hubiese pasado por su culpa, al fin y al cabo había sido mi amigo por mucho tiempo y me ayudó cuando lo necesité. No era fuerte, nunca fui fuerte para afrontar una muerte, siempre le tuve miedo y cuanto más miedo le tenía más se acercaba a mi. Dime, estúpida muerte, ¿Quién será el próximo al que te lleves? ¿Queda alguien más? Desaparece de este mundo... Tan solo vienes a traer demonios que devoran almas.

Las lágrimas recorrieron mis mejillas, pasé la mano por ellas y las miré. ¿Cómo podía estar llorando? Eran lágrimas de dolor, sentía pena... Cada vez salían más y más hasta que pasé las manos sobre los ojos y me senté en el suelo. Lloraba como nunca lo había hecho, como cuando perdí a los que quería. Estuve un buen rato así hasta que me digné a volver mirarlo. Kabil se encontraba a su lado, sin separarse de él. Todo terminaba aquí. Me acerqué hasta él y vi lo que hacía, un acto bonito de su parte. Quizás yo debiese hacer algo así.

Tras eso él se separó y fue hacia la barandilla. Yo tan solo me senté al lado del cuerpo de Mido. Miré hacia el pasado cuando le conocí, cuando vino a la banda. Todas las veces que nos picábamos pero aún así éramos buenos amigos. No pude evitar sonreír, también cuando ocurrió la batalla de Loguetown en la que me quejaba siempre por como me había llevado o en Water Seven en donde nos despedimos amargamente. Muchas cosas vividas para olvidarlas todas. En estos momentos he intentado borrar los malos recuerdos y dejar los buenos, pero aún así no le perdonaré nunca.

-Han sido demasiados momentos junto a ti en los que me has ayudado y a la vez hecho daño. Sin embargo no merecías este destino, no todavía. Quiero pensar que todo lo que me ha pasado en este tiempo es una mala pesadilla, solo quiero despertar y darme cuenta de que sigues vivo y en la banda, como los viejos tiempos. Pero siento que no despertaré y que todo lo que ha pasado es verdad. Siempre fuiste aquel idiota impulsivo que al final siempre se le acaba cogiendo cariño...- Tenía ganas de llorar, pero contuve las lágrimas. Me acerqué a él y pasé la mano por sus ojos. - Buena suerte allá donde estés. - Pensé.

Me levanté y de unas cajas de la cubierta saqué un manto blanco. Lo estiré, era bastante amplio y me dirigí hacia su cuerpo. Lo extendí sobre él y lo envolví. Debería entregárselo a su capitán, el shichibukai Dexter Black. Buscaría la manera de contactar con él para entregarle el cuerpo y darle las explicaciones de lo que pasó. Me dirigí junto a Kabil. - Por y para siempre con nosotros. - Repetí tras él. - Tenemos que salir del barco para llegar a tierra firme, pero solo hay una manera. ¿Confías en mi? - Le pregunté. - Espero que te guste volar. - Tras esto extendí unas alas de hielo grandes de mi espalda. Sonreí, miré el cuerpo por última vez y luego al cielo.

Lo había hecho. Aquel tipo estaba muerto... no podría sobrevivir a aquellas letales heridas. Una salvaje sonrisa de triunfo se dibujó en el rostro de Derian. Se relamió, preparándose para abalanzarse sobre su presa y alimentarse de su sangre. Pero entonces Surok comenzó a crecer y a prepararse para un último golpe. "Vaya... así que las ratas arrinconadas saltan al cuello. Al principio me pareció que sería un rival digno, pero ni siquiera me ha obligado a pasar a estado Perfecto." Pero algo cambió. Notó cómo el nivel de poder del pirata se disparaba, mientras su brazo se transformaba en una espada. Las milésimas de segundo que transcurrieron entre que su rival alzaba su espada y lanzaba el golpe se le hicieron eternas. Por un instante, tuvo una imagen mental de él siendo partido a la mitad. Y acto seguido, "lo vio". Pudo saber con total precisión en qué consistiría el golpe de Surok, su velocidad y cuándo lanzaría el golpe. Y supo que podría esquivarlo.

Hubo un terrible estruendo, y el navío fue partido a la mitad. Derian lo miró con algo de pena, elevándose en el aire para no perder el equilibrio. Lástima, podría habérselo quedado tras limpiarlo de ocupantes indeseables... o de meterlos a todos en las bodegas como ganado. Entonces se fijó en que su "premio" se había vuelto humano se nuevo, y caía hacia las aguas que había bajo la fisura que él mismo había creado. Pero no, no moriría tan fácilmente. En el agua se desangraría más rápido y su muerte sería menos dolorosa... pero el vampiro tenía otros planes para él. Descendió volando y lo agarró por el brazo que le quedaba. El hombre colgó inerte de este, soltando únicamente un breve quejido. Volvió a ascender y se posó en una de las mitades del barco, apoyando su comida sobre este. Desde su posición notaba a Amy junto a una presencia increíblemente fuerte, en una de las dependencias inferiores del barco. Frunció el ceño. Podía dejarla ahogarse con quien quisiera que estaba allí... o podía pasarse a ver qué ocurría. En todo caso, eso tras su comida. Miró al moribundo a los ojos, y lentamente trazó una sonrisa psicópata.

- No... aun no vas a morir. Primero vamos a divertirnos un poco.

Envolvió a Vanator en llamas azules y la acercó a las heridas, congelándolas. Su enemigo parecía ya demasiado débil como para resistirse. Debería evitar beberse demasiado rápido su sangre... debía quedarle tan poca que si se pasaba lo mataría en cuestión de segundos. Enseñó los comillos en una mueca demente, y le arrancó la oreja izquierda de un rápido mordisco. Mientras Surok daba un grito de dolor, Derian la escupió y acercó la boca a la herida, bebiendo la sangre que manaba de esta. Eso era por la estocada en su estómago... Tras unos segundos volvió a apartarse, limpiándose los ensangrentados labios con la mano derecha. Entonces notó el barco temblar.

- Lástima, parece que no nos queda mucho tiempo. Bueno, de todos modos tampoco es como si fueses a durarme mucho más - comentó, como quien habla de lo que va a tomar a la merienda.

Sacó su cuchillo de caza de la bota derecha y lo clavó en su estómago, para devolverle la puñalada. Se pararía también a rajarle la espalda como él había hecho, pero no tenía tiempo. Aprovechando mientras siguiera vivo, su cabeza descendió sobre el cuello del pirata y los afilados colmillos rasgaron la carótida de Surok, haciendo que el cálido líquido rojizo manase rápidamente hacia la boca de Derian. Sin embargo, notó al pirata enfriarse rápidamente. Hmm... parecía que sus heridas eran más graves de lo que había pensado inicialmente. Es decir, sí, eran heridas totalmente mortales y posiblemente ningún humano corriente podría sobrevivir a ellas. Pero había calculado que le duraría al menos medio minuto más. Lástima. Bebió varios tragos más y lo soltó. Por un instante estuvo a punto de tirar el cadáver al mar, pero entonces cayó en la cuenta de que siendo un pirata tan fuerte tal vez tuviese recompensa por su cabeza. Se encogió de hombros, y lo recogió. Tras eso alzó el vuelo y se dirigió donde Alex, Amy y la extraña presencia. Al llegar al lugar y ver el espectáculo, tan sólo miró con frialdad a la chica y al ángel. Qué actitud tan propia de presas... ¿compasión? Aquello era sólo una debilidad. Y que un ser tan poderoso se dejase atrapar por tan lamentable adversario... patético. "Al fin y al cabo los seres que se dejan llevar por esa desagradable debilidad que llaman "bien" son presa fácil para alguien inteligente. Son... manipulables." Observó a Alex con el ceño fruncido en una actitud algo inquisitiva y preguntó:

- ¿Por qué lo del cloro? No es que me pueda molestar particularmente, pero no acabo de comprender tus actos.

"Como la mitad de las cosas que hace" pensó, volviéndose hacia el ángel. A aquel lugar no le debía quedar mucho para hundirse. A pesar de que el aspecto de Derian dejaba que desear (ensangrentado de pies a cabeza, con graves heridas en la espalda y el estómago y la armadura destrozada) no parecía particularmente afectado por ello. Seguía moviéndose y hablando sin mostrar el más leve signo de dolor y cansancio. Más aun... las heridas a pesar de ser recientes y abiertas no sangraban.

- Termina de liberarlo y larguémonos de aquí - le dijo a la chica en un tono de voz desapasionado y neutro - Este barco pronto estará en las profundidades del océano.

Tras eso, clavó sus ojos en los del ser alado. No tenía particular interés en retenerlo, a diferencia de Surok. Y su mantra no mentía. Era poderoso. Aquello implicaba que podía ser un gran aliado en aquel lugar.

- Ángel, eres libre. Sin embargo, no te olvides de quienes te han liberado de tu cautiverio. Si yo no hubiese acabado con tu captor y esta chica no hubiese encontrado la llave de tus cadenas, seguirías pudriéndote en esa celda.

No pronunció las palabras en tono de superioridad o amenazante, como cabría esperar de otra persona soltando un discurso semejante. Más bien parecía una simple aseveración. Se limitaba a remarcar un hecho evidente... lo cuál no era otra cosa que un claro aviso: Derian esperaba que hubiese un "quid pro quo". Él mataba a Surok, ahora aquel ser le debía un favor. Y esperaba que se lo devolviese, porque si encontraba alguna otra manera de sacar partido del debilitado ángel era bastante posible que decidiese emplearla. Salió de la estancia levitando, ascendiendo fuera del barco con el cadáver de Surok encima. Notaba a Nemo dentro aun. ¿A qué andaría? En fin, ya saldría. Se acercó hacia el barco del doctor Cooper, y dejó sobre cubierta su premio. Acto seguido sacó de nuevo su cuchillo de caza y cortó las ataduras de su coraza, dejando que la destrozada pieza de metal cayera por su propio peso. Frunció el ceño y llamó a su médico con un grito. Por suerte ambos barcos estaban al lado uno del otro, dado que Amy lo había acercado.

- ¡Alex! Voy a necesitar que me vendes esto. No me apetece ir enseñando las tripas por toda la isla.

Una vez hubiese arreglado su pequeño problema intestinal, se dirigiría hacia la isla. Mientras tanto comenzó a centrarse en su mantra, tratando de captar a todas las presencias que fuese capaz. Notaba ahora claramente que la niebla formaba parte de "alguien". Y ese alguien andaba cerca... espera, ya no. Se había alejado velozmente. De hecho, estaba en movimiento constantemente. Aquel lugar era un auténtico misterio.

Era obvio que a Rose le iba a costar mucho más que a mí la despedida. Ella le había conocido de antes e incluso habían vivido varias aventuras juntos. Sospechaba que, en algún momento, fueron compañeros de una misma tripulación. No dije nada, me mantuve en silencio y así iba a seguir hasta que acabara todo aquello. Aquél viaje de mala muerte les había ocasionado problemas incluso de alcanzar tierra firme. Si desde ya, alguien moría desintegrado por un rayo… ¿Qué pasaría una vez llegados a tierra? Me preparaba para lo peor. Además, salvo el poder que me concebía mi fruta, la cual si quiera controlaba bien y había provocado la muerte de un compañero, y el haki que había logrado desarrollar ¿Qué más podía hacer? Estaba dejando, básicamente, mi vida entre las manos de Rose. Y no quería forzarla a que me protegiera. No quería que acabara como Mido. Cuando de un salto aterricé en la barandilla del barco, ella hizo los honores con su compañero muerto. Murmuró palabras que no escuché y lloró. Simplemente agaché la cabeza y apreté mi puño. – Maldito seas. Pensé. Pasados unos minutos, parecía reincorporarse. Se me acercó y me preguntó si confiaba en ella.

De su espalda se desplegaron unas increíbles alas de hielo. Eran simplemente hermosas. – Vaya, no me esperaba menos de ti, Rose. Sonreí y miré al cielo. El recuerdo de Mido me iba a seguir, sin duda, pero debía de afrontarlo tal y como había afrontado la muerte de mi hermano y mi padre. Su muerte no iba a ser en vano, algún día, cuando estuviera en lo más alto del poder y la fama, vengaría su nombre de la manera más honorable que podría ocurrírseme. Nombrar alguna isla en su nombre o algo así, sin embargo, alejé aquellos pensamientos de mi cabeza. No, aún faltaba bastante para eso y debía concentrarme en lo que se me venía: una isla llena de peligros. Desconocía si Rose tenía haki como el chico de pelo verde. – Es indispensable el control del Kenbushoku haki, Rose. ¿Lo controlas? Estaba sobre su lomo y habíamos alzado el vuelo haría cosa de pocos minutos. La niebla seguía, sin embargo y gracias a mis poderes, la disipaba en todo momento. Podría decirse que tenía un remolino de viento alrededor, para que no fuera un gran problema la niebla. – Eso o seguir volando hasta ver tierra. Esperaba no tardar mucho. ¿Qué nos aguardaba esa isla?