Capítulo científico - El comienzo de la investigación

Byakuro soltó un ruido de conformidad. El animal parecía haber aceptado la comida con mucho gusto. Y ante las reacciones de Theo y Yoko, supuso que el bicho les había hecho gracia. Ciertamente parecía un peluche abrazable y mullido. El cazador sintió entonces cómo algo le tiraba del pantalón, parecía que el animal quería más comida. El cazador soltó su bastón y se agachó, para ponerse a la altura del pequeño oso de orejas puntiagudas, y lo agarró por debajo de los hombros, para llevárselo a la espalda. Sintió cómo aquel pequeño animal pesaba más de lo que debería. "¿Tiene plomo en vez de músculos o qué?" se preguntó mientras se lo colgaba de los hombros. A continuación sacó un par de malvaviscos más y se los dio al animalito.

- Bufff... pesa un poco. -el cazador sigue mirando el lugar, pero no parece haber nada de interés allí. Y seguramente, viendo el apetito de ese "bichito", cualquier resto de comida habría desaparecido-. ¿Qué hacemos? ¿Salimos? Parece que el calor está disminuyendo... -propuso a sus compañeros.

Mientras se decidían a algo, el chico siguió observando el lugar, tal vez se le hubiera pasado algo por alto. De no encontrar nada, el chico saldría al exterior para observar un poco mejor la zona. Tal vez deberían adentrarse más en la isla.

Al preguntarle si sabía de algún médico, dijo que tal vez el lo era, que no lo recordaba. Se acercó a mi preparando la pierna para golpearme y empecé a decir:

-¡NONONONONONONO!

Pero no sirvió de nada. Me golpeó en la mano con su pie y, después de un sonoro crack, vi las estrellas. Durante un momento pensé que me había arrancado el brazo. El dolor me recorrió desde el hombro hasta las puntas de los dedos y allí persistió. Aún tenía el brazo extremadamente dolorido, pero no parecía nada grave. Tal vez tarde algo en poder moverme bien del todo... Tras aquello, y después de que mi grito inundara el cielo, se presentó como Lucus. Antes de que pudiera decirle nada, se puso a hacer el pino empezó a moverse a una velocidad alarmante contra un edificio.

-¡¡CUIDADO, TE VAS A...!! -Dije corriendo tras él.

Y así es. Se dio contra el edificio y fue completamente destrozado y quedó hecho mierda. La pared, claro, no él. Por algún motivo, este hombre parecía hecho de acero y nada parecía poder detenerlo. Lucus simplemente se sentó en el suelo y empezó a... ¿Fingir que bebe té? Incluso me ofreció. No le contesté aún y miré la sala. Al fondo de esta había una zona para poder escalar hacía arriba del edificio cuya pared Lucus había destrozado. Me acerqué y miré hacia arriba, pero no pude distinguir nada que me dijese lo que había. Puse la mano derecha en la zona de escalada para intentar subir, pero al intentar mover el brazo izquierdo sentí un fuerte dolor. Me eché hacia atrás, separándome de la pared y decidí... esperar. Me senté junto a Lucus y le seguí el rollo, fingiendo que bebía té.

Um parece que en este desierto hay mas gente aunque parece bastante trastornado o adaptado no sabría decirlo, me encanta su escudo e enorme al igual que mi espada y tiene una combinación de colores que me apasiona, aunque no parece un luchador mas bien parece un alquimista con todos esos frascos y la botella gigante que rezuma humo verde es magnifica tal vez si pudo hacer buenas migas con el la incorpore a mi arsenal si quiere venderme el procedimiento de fabricación.

– Vaya, vaya… Un mocoso en mi desierto. ¿Qué pasaría si te derrito?, justo nada mas decir eso una especie de vomito o charco sale disparado hacia mi. No tengo tiempo para hacer todo así que mi principal preocupación es alejar a Fluffle aparto a mi amigo lo mejor que puedo pero el rápido movimiento hace que la capa que usaba como sombrilla se quede enganchada en el mientras rueda por el suelo, mi pequeño y peludo compañero se medio divierte medio pelea con la capa quedándole al final puesta



Miro a mi interlocutor mientras manejo a Carnifex, "Me llamo Bleyd Bleyd master y ese es mi amigo y compañero Fluffle, y si me derrites simplemente te quedaras sin nadie con quien hablar ni comerciar. He de decir que me gusta mucho tu aspecto, la vestimenta es admirable y la coloración maravillosa, por no hablar que me siento totalmente intrigado por tu equipo, el escudo es una pasada y la botella de gas me impresiona, si quisieras venderme los secretos de su fabricación te los pagaría encantado y generosamente. Aun así pido disculpas si os he molestado de alguna forma al entrar en vuestro desierto, la embarcación en la que venia se quedo sin suministros y estoy buscando algo para llevarle a la tripulación. "

Después del dialogo me doy cuenta que estoy pegado al suelo arenoso, no se si este tipo es peligroso o no pero de seguro que no se defiende tirando la botellita que lleva en la mano, tan solo esperaba que mi oferta generosa de dinero fuera lo bastante apetecible para el como para hacer negocios.

Ese sin duda fue el peor lugar al que e ido y la peor situación en la que e estado. Después de haber exprimido aquel pedazo de cactus salio bastante liquido que ademas de saber tan mal que casi vomito pude hidratar me lo suficiente, gracias a ello ya no tenia nada de sed, pero era extraño, no solo ya no sentía sed si no que ya no sentía prácticamente nada. Hasta incluso el calor se fue después de haber tomado lo que salio del cactus. "Espero no me haberme tomado alguna clase de droga." Pensé cuando de repente un gran temblor que parecía que había movido toda la isla me puso alerta. Vi y escuche que algo se acercaba en la niebla naranja, era pequeño pero cuando mas se acercaba mas grande se hacia y se hizo muy grande. Cuando estaba solo a algunos metros de distancia logre ver que lo que tenia delante de mi era un gran dragón naranja con una llama al final de su cola. ¿Se puede tener mas mala suerte? tal vez pero encontrarme con un dragón no amistoso era algo ya demasiado malo.

-No es mi día de suerte. (Mientras lo decía el dragón ya estaba preparando su ataque)

Solo unos pocos metros bastaron para empezar su ataque lanzándome llamaradas de fuego sin dejarme mas opción que retirarme. Fue entonces cuando note que cosas extrañas pasaban al rededor y que sentía que todo parecía moverse. "Sera aquello que tome antes algún tipo de droga." Aunque así fuese yo sabía que esa cosa gigante era real y si me estuviera equivocando de todas formar no me arriesgaría a ser quemado vivo. Después de que aquel dragón me atacase intente correr lo mas rápido posible para poder escapar.

-No podre vencer a un monstruo gigante que puede lanzar fuego. (Dije en voz alta mientras me oculte detrás de unas rocas gigantes)

Era increíble, ni siquiera podía sentirme cansado como si pudiera correr y correr sin parar. Mientras estaba oculto detrás de las rocas no lograba escuchar nada, no sabía si el dragón se había ido ya o simplemente era mas inteligente que yo y estaba esperando a que saliese pero eso ultimo no podía imaginármelo. Después ya algo enojado por la suerte que me toco agarre una piedra que estaba cerca de mi, tirándola a otras rocas gigantes como en las que estaba oculto, con suerte el gran dragón ira a esa dirección y así podría darme el tiempo suficiente para escapar. "Si tengo algo de suerte el dragón también tendrá problemas visuales por la niebla." En el mismo instante que pensé en la niebla pude notar que esta estaba desapareciendo poco a poco, cosa que era fantástico porque así podría ver mas lejos dándome cierta ventaja para saber a donde voy, pero al mismo tiempo era algo malo pues el dragón también podría ver a la perfección y seria solo cuestión de tiempo el que me encuentre. "Sera mejor que actué rápido." Solo esos pensamientos bastaron para hacerme seguir adelante e intentar escapar del dragón gigante.

-Ojala que no me encuentre, aunque no se si podría ganarle a algo así si las cosas se ponen mal. (Dije en voz baja por si el dragón pudiera escuchar)

En ese momento recordé que después de haber tomado el liquido que tenia el cactus me sentí y me siento un poco extraño como si mi mente volara. "¿No sera el dragón alguna clase de alucinación?." Eso era en lo único que pensaba mientras me mantenía en mi escondite, era lógico pues quien sabe que era lo que contenía el cactus y que es lo que podría lograr hacerme. En ese momento logre escuchar algo detrás de las rocas, me agache e inmediatamente pude notar que mantenerme en pie era mas difícil... ¿O solo era yo?

-No entiendo nada de lo que esta pasando. (Dije en voz baja con algo de rabia)

En ese momento de silencio empece a golpear levemente mi cabeza con ambas manos. "Despierta, es una pesadilla si es una pesadilla." Cada minuto en ese lugar era horrible pero tan solo por eso no me rendiría y moriría así de fácil. Me levante asiendo el menor ruido posible para intentar escuchar algo a mi alrededor, acto seguido intente ver detrás de las rocas inclinándome dejando expuesta solamente mi cabeza para lograr ver si mi supuesto cazador aun se encontraba allí.

El médico arranca los órganos del hombre muerto y los guarda en la última maleta. Tras dejarlas en el laboratorio, sale a cubierta y siente un par de presencias algo más allá, y observa el barco a su lado, y un rayo cayendo sobre éste. Inmediatamente después la tormenta parece detenerse y el aparato eléctrico deja de hacerse notar. Tras el fogonazo de luz, el médico nota algo extraño, una sensación como de movimiento. Y el barco empieza a hundirse. No, espera, el agua del mar está descendiendo de forma alarmante. ¿Qué demonios ocurre? Además, las extrañas presencias que había en la niebla están desapareciendo, y Alex se da cuenta en este momento de que llevaban un rato ahí, como cuando alguien está tan acostumbrado a ver una tarta en la nevera que no se fija en ella, pero si desaparece, echa algo en falta.

- ¡Maldita sea! ¿Quién ha quitado el maldito tapón? -gritó, mientras agarraba a Amy y se elevaba en el aire, cargando con ella, mientras el barco no dejaba de descender junto con el agua.

Y entonces el cazador se fijó en las personas del otro barco: un hombre y una mujer. Y la mujer le quería sonar de algo. Recordó una escena en una piscina, años atrás. Ciertamente se parecía a aquella jovencita. Tenía unos ojos parecidos, un pelo similar y unos pechos... Oh, mierda, esos pechos eran inconfundibles. ¿Por qué el mundo era tan cruel de juntarle con la única mujer a la que había desnudado? Aunque con un poco de suerte, la mujer no lo reconocería, al fin y al cabo, había cambiado mucho desde entonces (sobre todo el pelo, que había pasado de negro a blanco). Mmmm... negro a blanco... el médico sintió un extraño impulso de ponerse a bailar con una marea de zombies en medio de una calle. Joder, tal vez su locura era mayor de lo que pensaba.

Agitando la cabeza para espabilarse, Alex voló al otro barco y miró a la pelirroja, memorizando su aura para no volvérsela a cruzar nunca, nunca, nunca. Además, tenía la idea de ser discreto y no llamar la atención de la chica, por lo que se aterrizó en el barco y la miró con un deje ausente. Antes de que la pelirroja pudiera decir algo, el médico soltó:

- ¿Tetas? ¿Bikini? ¡No sé de que me hablas! -sus ojos estaban desorbitados. Agarró a Amy y siguió volando en dirección a la isla.

"Bueno, creo que he sido bastante discreto..." pensó. Su plan había funcionado.

Curiosamente, la puerta estaba abierta, pero en el interior no había nadie. ¿Habrían huido sus habitantes? Fue lo primero que me vino a la mente, ya que la estancia no parecía deshabitada. Los muebles, sencillos y funcionales aunque de buena facturación, estaban limpios. Sobre la mesa yacía una cesta llena de extraños frutos de formas y colores extraños. Todos entramos, y yo tomé asiento en una silla sin dejar de mirar a mi alrededor. Pero mis acompañantes no parecían compartir mis dudas; se acomodaron y uno de los chicos agarró un plátano con forma de pera. A juzgar por su cara de placer no parecía tener mal sabor.

Yo no quise probarlas, ni reconocía esos alimentos, ni era mi casa. Igual estaban envenenadas, o eran tóxicas, experimentales... normales no parecían. Suspiré. Por lo menos aquí estábamos resguardados del frío. Si las cosas se ponían feas más tarde, al menos tendríamos un refugio al que regresar. Porque no podíamos quedarnos aquí para siempre, en cuanto amainara el tiempo tendríamos que salir de nuevo.

-¿Conocéis algo más de esta isla? Una ciudad, o quizás una montaña de renombre serían puntos interesantes. Mucha gente partió y hasta ahora solo he tropezado con vosotros; es extraño.

Empecé a tener hambre mientras el tiempo pasaba. El hombre que había probado la fruta no se estaba retorciendo de dolor, y también la skypiana hizo amago de coger una... ¿Manzana? Encogiéndome de hombros, alargué la mano hacia lo que parecía una naranja. Tenía círculos dorados y verdes alrededor y me pregunté cómo sabría. Solo había una manera de averiguarlo, así que desenfundé mi katana y comencé a pelarla por la parte superior. Al llegar a la mitad paré y separé los gajos antes de llevarme uno a la boca. Era algo... ácida, pero no sabía mal, de manera que seguí comiendo.

-Ahora que estamos tranquilos, quisiera saber qué os ha traído aquí, si no hay inconveniente.

Al llegar arriba mis ojos empezaron a brillar de la emoción. ¡Cachivaches! Empecé a correr por la sala, curioseando los aparatos y ordenadores. Entonces, empecé a olfatear el aire. Un nauseabundo olor me provocó una arcada y empecé a buscar por la habitación. Una caja de color azul, distinta a todo lo demás en la habitación, estaba llena de frutas. Me acerqué para verlas mejor. Por lo general parecían frutas normales, algunas de ellas estaban podridas de las cuales salía el nauseabundo olor. Sin embargo, cuatro de aquellas frutas me llamaron la atención.

Estaba acostumbrado a ver frutas y nunca las había visto de aquellos colores tan extraños. Una manzana era de color tanto roja como amarilla, otra era roja con círculos verdes y bordes amarillos, otra era verde y amarilla y también había una última manzana que es de color morada. Cogí las cuatro como pude entre mis brazos y me acerqué a Xanxus.

- Toma, coge dos.

Le tendí la fruta verde y amarilla y la roja con círculos verdes. Después, abrí mi mono y metí dentro la fruta morada y la roja y amarilla, para guardarlas. Cerré mi mono y miré a Xanxus.

- ¿Ahora qué?

La sonrisa del pelirrojo se ensanchó al ver que, justo debajo de aquel pequeño baúl, se encontraba una trampilla de madera. "Así que... Por eso dejarlo ahí. Debe de haber cosas mucho más valiosas allí abajo si no les preocupa dejar una akuma no mi en la propia entrada. Tampoco ha sido tan difícil de encontrar." Tomó aire y volvió su mirada hacia atrás, justo en el momento en que tanto Ryan como Nagato y Ryuta entraban en la cochambrosa casa. Ante la pregunta del doctor, Akagami respondió de forma simple.

- Buscábamos una trampilla. Este sitio no puede ser únicamente una casa abandonada en medio del desierto -hizo un gesto despreocupado con la mano- Gato, puedes dejar de buscar. La he encontrado.

Esto último lo dijo señalando hacia su espalda con el pulgar de la mano izquierda. Mientras tanto observó con detenimiento a sus compañeros, los cuales trataban de impedir la deshidratación bebiendo de la mismo botella de la que había bebido él. En cualquier caso parecían encontrarse mejor, tal vez porque la temperatura hubiese disminuido o... También existía la posibilidad de que en aquella casa se estuviera más fresco. No habría sabido decirlo, pero poco importaba; lo único que sabía era que estaban mejor y eso le alegraba pese a no mostrarlo. Iba a hablar de nuevo para dar unas indicaciones justo en el momento en que, ante la sorpresa de todos, el suelo y la casa fueron recorridos por un temblor que hizo tambalearse ligeramente al joven dragón. "¿Qué demonios...?"

- ¿Estáis todos bien? -preguntó mientras le echaba un ojo a todos, asegurándose de que así fuera- ¿Qué mierda ha sido eso? ¿Un terremoto? -la verdad es que no estaba muy seguro de cuál podría haber sido la causa del temblor, conocía tan poco de aquella isla que las posibilidades eran incontables. Tal vez existiera un volcán, lo cual podría explicar en parte la presencia de aquella insufrible niebla naranja, y acabara de entrar en erupción. ¿Quién sabe?- En cualquier caso... Antes de seguir explorando veremos qué hay debajo de esto.

Acto seguido dio media vuelta y se dirigió hasta la trampilla, clavando una rodilla en el suelo para arrodillarse. Agarró el asa con la mano y tiró, pero parecía estar cerrada con llave. "Genial." Sin decir nada echó un rápido vistazo a la sala, pero estaba tan desértica que no parecía que fuese a haber una llave en ningún rincón. Suspiró pesadamente antes de volver su atención a esta. "Supongo que no queda otro remedio. Espero que merezca la pena."

- Esta cosa parece estar cerrada, así que tendré que... "Forzarla un poco." No sé cómo reaccionará la estructura del edificio, así que alejaos.

Y, dicho esto, golpeó con el puño la parte central de la trampilla. Recubriría su mano de escamas para no hacerse ninguna herida y emplearía tan solo la fuerza suficiente como para romper la madera. No quería derrumbar la casa.

Avanzábamos raudos y firmes por los prados de la isla, siempre con una visibilidad limitada al rango que mis naipes podían absorber, lo cual si bien nos daba una visibilidad bastante amplia y no alejaba de las altas temperaturas, aun era insuficiente como para tener una buena visión del panorama total del lugar, así que no quedaba otra opción que avanzar a ciegas hasta encontrar algo... luego de un rato divisamos en la lejanía varados sitios sospechosos, era momento de elegir: una cueva, una caseta o un edificio.. todo era muy sospechoso, pero de inmediato descarté la cueva, podía ser un escondite, o podía ser a simple guarida de algún animal salvaje, la probabilidad de perder el tiempo en esa dirección era suficiente motivo para tacharla de mi lista de posibilidades, luego de entre el edificio y la caseta tuve que inclinarme por el edificio, sin duda la lógica me llevaba a reconocerlo como el mejor sitio para posicionar la clase de cosas que veíamos a investigar, y con solo darle una mirada al rostro de Henry pude apreciar que el tenía la misma inclinación, estaba decidido...

Bueno amigo, iremos al edificio, sinceramente creo que es nuestra mejor opción, así que sígueme de cerca, la temperatura está disminuyendo pero aun queda algo de niebla, deberé seguir absorbiendola para ver mas claramente el camino.

Le explicaba a mi subordinado para luego acallar mis ultimas palabras haciendo rugir el motor de mi motocicleta, y acto seguido salir a toda velocidad con dirección norte, hasta alcanzar el sitio de la edificación.

Gracias a nuestros vehículos motorizados llegamos a la puerta del lugar en pocos momentos, estacioné la moto a un lado de la puerta y la introduje en un naipe, haría lo mismo con el waver que traía Henry cuando este ya se hubiera bajado de él.

En poco tiempo habíamos pasado de la comodidad familiar del nuestro navío a estar aquí parados frente a lo desconocido, rodeados de dudas y con ese sentimiento de inseguridad brotando de cada poro de mi piel, pero teníamos que ser más fuertes, más veloces y sagaces, debíamos pasar de ser la presa asechada a ser los cazadores. Decidido a cumplir ese cometido desenfundó mis armas y me concentré en el entorno para agudizar mis sentidos ante cualquier posible amenaza, e la pantalla de mis revólveres podía ver las municiones que estas estaban cargando, la derecha llevaba balas piritas y la izquierda balas de hielo ("Ice Impacts").

Henry toma la delantera, yo te cuido la espalda, tenemos re registrar el edificio, si el arma o lo que sea está aquí tenemos que apoderarnos de ella cuanto antes y salir de aquí, tenemos que movernos rápido.

En mi tono de voz se percibía la seriedad del asunto. Y es que por sobre cualquier cosa estaba la misión y arrebatar de las manos del enemigo, el destino de todo cuanto hemos luchado proteger.

Unas flores comenzaron a salir de la tierra, justo cuando el hombre al que ayudaba me decía que esa isla no era lugar para aventureros. Le estaba por decir que no era ningún aventurero cuando justo una saltó y me hirió el brazo izquierdo. Debía pelear sólo con mi extremidad menos hábil, por lo que desenvainé a Urumi y comencé a cortar una tras otra a todas las molestias que había en mi camino, con Haki Armadura activado, por supuesto. De acabar correctamente sin ninguna otra herida, me sacaría la banda de mi frente y la ataría a la lastimadura que me había causado la maldita planta.

- En fin - le dije al buen hombre -. Fue sólo un imprevisto. Agradezco tu advertencia pero no soy ningún aventurero. Por cierto, ¿Cómo te llamas? No te he visto en ningún otro lado.

 
 
 

Resumen:

Esmejit sintió su sangre hervir. ¿Qué clase de persona inhumana encerraba así a animales? Cualquiera que hiciera aquel tipo de acto sin duda era mucho más animal que cualquiera de los que estaban encerrados en aquellas prisiones. Y en ese momento, la chica se desmayó, diciendo algo de un sueño.

- A mi también. Esto no me gusta... -el chico se fijó entonces en lo que parecía ser un panel de control, situado al lado de una puerta al final de la sala. Se acercó a investigar y vio tres botones: uno azul, uno naranja y uno verde.

El chico empezó a acercar el dedo a uno de los botones, el naranja, y justo antes de pulsarlo, decidió probar una cosa. Pulsó el azul, y esperó alguna reacción. Tras eso, esperó unos segundos y pulsó el naranja. Al cabo de otro momento, pulsó el verde.

En cualquier caso, si algo raro o peligroso ocurría, se detendría a la hora de pulsar botones. No quería poner en peligro a sus compañeros.

El suelo bajo sus pies empezó a temblar justo cuando la chica acaba de dar un pequeño salto, aterrizando en un solo pie, lo que hizo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo de morros, pero sin hacerse daño alguno. Se le erizó la cola al notar como caía sin motivo. -¡Kyaaaa!- Gritó al caer. -¿Qué cojones esta pasando?- preguntó sentada en el suelo, lugar donde se mantuvo hasta que el suelo dejo de temblar. Al menos ese extraño temblor había sido precedido por una bajada de temperatura, lo que la pelirroja agradeció ya que de no ser así hubiera tenido que empezar a quitarse sopa, y no es que tuviera excesiva ropa encima. La sola idea le causaba una mezcla de vergüenza y miedo por la reacción que Ryuta hubiera tenido. "Menos mal que ya no hace tanto calor." Pensó.

Una vez vio seguro el ponerse en pie, se levantó y quitó el polvo de la ropa antes de acercarse al lugar dónde se encontraba  su capitán, no sin antes observar como se encontraban sus demás compañeros.  -Creo que estamos todos bien.- Dijo al tiempo que se asomaba para  curiosear lo que había encontrado su capitán. Algún día la curiosidad la mataría, pero no iba a dejar que ese día fuese hoy. Quizá si....- No llegó a poder proponer su idea de darle una patada a la trampilla empleando sus botas con diales de aire, pues su capitán ya había decidido abrirla él con un puñetazo. "Supongo que nos sirve igual." Pensó mientras notaba como la casa volvía a temblar ante el golpe dado por Akagami. "Este lugar es más estable de lo que parece."  

Una gran polvareda se levantó por culpa de Aka, haciendo que la chica comenzara a estornudar seguidamente. "¿Por qué no? Y pensar que debería estar acostumbrada después de ir viajando con esta panda.." En verdad, teniendo que aguantar tantos olores y humo en su barco era sorprendente que su olfato siguiera igual de sensible. Ya le pediría a Ryan que se inventara algún remedio que le taponase la nariz al volver.

La chica miró a Akagami a través de la polvareda. ¿Lo habrá conseguido? De ser así debería plantearse si dejar a Sumire esperándoles o pedirle que volviera al barco hasta que mandara a Eagle a pedirle ayuda o algo así.

Una vez trató sus insignificantes heridas, la chica se volvió a poner en pie, mirando a su compañero y al recluta cuyo nombre era bastante peculiar, tal vez más aún que el suyo. -Dudo que tu necesites ayuda con tus heridas, Kuro. ¿Me equivoco?- Preguntó mirando al azabache, el cual ya no llevaba sus lentes lo que hacía que se viera "raro" En su opinión.- A no ser que mis cálculos tuvieran algún error, pero lo veo poco probable. Por cierto...sin gafas no pareces Kuro.- Dijo con tono inocente. No hizo especial caso al recluta a pesar de su gran poder. "No es imprescindible, aunque podría sernos útil por un tiempo. Al igual que él." Pensó mirando hacia el capitán que estaba desembarcando ya, aprovechando que habían llegado a tierra firme, haciéndoles una señal para que bajaran.  

La chica se quitó la chaqueta y la miró con ganas de echar a llorar. Era su favorita y le tenía "cariño". En aquel momento se la podía comparar con una niña pequeña a la que acabaran de romperle su muñeca favorita. -Tal vez deba ir a cambiarme....- Se dijo para si misma, dado el repentino cambio de temperatura y del clima. Había empezado a llover y no hacía tanto frío. "No tengo datos sobre un lugar con tantos cambios climáticos." Pensó mientras dejaba caer la chaqueta en el suelo y creaba una cúpula de corindón a modo de paraguas. No le importaba mojarse, pero quería introducir datos en su mini-ordenador.

-Oye, Kuro, ¿este clima es normal?- Preguntó mientras sacaba una fotografía a una de las ranas y apuntaba un par de cosas. Tras esto guardo a buen recaudo su mini-ordenador y se dispuso a bajar del barco, convirtiéndose en cristales de corindón rojos y azules, los cuales se reunieron de nuevo al tocar el suelo. Así de paso había reparado los daños internos que su cuerpo puedo haber sufrido.

"Esperemos que este viaje valga la pena." Pensó mirando hacia el barco, mientras esperaba a que los que faltaban bajasen también. Y preguntándose si los otros barcos que iban con el suyo habían sido atacados también. "Les habrá dolido morir?" Tenía curiosidad tanto por las ranas como por sus "aliados" fallecidos. Las muertes rápidas no parecían doler, pero no había visto la escena así que, ¿quién sabe si su muerte fue rápida o no?

Bien, bien, por fin hacíamos algo útil, o eso parecía. Aunque ni un gran número barriles de manzanas llegarían para llenarle el estómago al tremendo monstruo. Hmmmm quizás no debiera llamarlo "monstruo", lo cual, si me paraba a pensarlo, sonaba bastante despectivo... El detalle le gustó tanto que se levantó y se puso a caminar. Pretendía darnos algo a cambio. Pero si éramos nosotros los que intentábamos enmendar nuestro error. ¿Qué tendría en mente? Todavía tenía mis dudas sobre que un gigante tuviera algo de valor que nos interesara. De todos modos, pensaba que lo mejor sería seguirle la corriente así que lo seguimos. ¿Alguien querría llevarle la contraria? Demostrado quedaba que contra él podíamos, aunque no valía la pena.

Mirar hacia el techo de la caverna provocaba una ilógica sensación de vértigo, cuando eso debía ser, o yo pensaba que debía ser, al mirar al fondo de un abismo. Impresionante, la que resultaba ser una morada para alguien demasiado grande. Los muebles superaban por mucho la alturas de nuestras cabezas, y lo único adaptado a nuestro pequeño tamaño eran unas armas que empezó a sacar el gigante de quien sabe donde mientras yo seguía mirando al techo, las paredes, el mobiliario... tratando de captar hasta el mínimo detalle. Cuando volví la vista... ¡Mierda! Todos se habían apoderado de lo que les iba mejor y sólo quedaba una horrible katana. La cogí con cuidado, como si el mero roce intoxicara.

-Pero qué es esto... Puaj, demasiado rosita.

Se podría decir que no me pegara nada. En colores blanco y rosa, ¡incluso el filo de color fucsia! y llena de flores, dibujitos de gatos, corazones...

-¿Esto es para niñas de cinco años o cómo? -pregunté, sin saber si lo decía en broma o no, porque ni yo lo tenía muy claro. -Bueno, es lo que hay. -Me la sujeté al cinturón con las otras cuatro. La verdad es que ya tenía suficientes así que esperaba no tener que usarla pronto.

Un trueno retumbó demasiado cerca como para resultar inofensivo. ¿La niebla y el calor de antes trataban de predecir la tormenta de ahora? Peligro, la entrada se derrumba por el inesperado y en apariencia natural ataque.

-¡Joder! ¿En serio? Parece que tenemos el destino en contra... -expresé desanimada. -Supongo que no nos queda más remedio que apartar las piedras o intentar romperlas.

"¿Y ahora qué hago yo para solucionar esto?" Miré mi cinturón, buscando... Cogí mi asombrosa y super bonita katana nueva y al saqué de su vaina. "Bien, tú no serás una gran pérdida." Y le pegué con ella a una piedra.

El azabache arqueó una ceja tras escuchar sus palabras. Si bien era cierto que el puesto de recluta suponía menos complicaciones... ¿Quién querría seguir órdenes durante toda su vida? El simple hecho de imaginarse una vida de "servidumbre" a las órdenes de todos los que fuesen de mayor rango que él hizo que un escalofrío recorriese su espalda. "Antes me enfrentaría a toda la Marina que aceptar ese destino." El joven se presentó como Rek'Sai, un nombre muy poco común. Sin duda lo recordaría para añadirlo a su lista de nombres raros. Debía de proceder de alguna isla lejana, ya que ese arquetipo de escritura no le sonaba de nada.

- Bueno, supongo que es otra forma de verlo -le respondió, justo antes de ver cómo un aura verde brotaba de la mano del recluta y la herida comenzaba a cicatrizar- ¿Cómo has...?

Una sacudida hizo que el barco tambalease ligeramente, produciendo que Kuro estuviera a punto de caer. "¿Pero qué demonios le ocurre a esta isla?" pensaba mientras recuperaba el equilibrio, apoyando a Astartea envainada en cubierta para ayudarse. Ese no fue el único cambio, sino que además la granizada que había minutos antes se había convertido en lluvia, sin contar el hecho de que la marea estaba disminuyendo. Definitivamente aquella isla era un completo misterio para el moreno, el cual miraba al cielo con semblante serio mientras el agua caía sobre él, haciendo que su oscuro cabello descendiese por el peso del agua. No le era desagradable, aunque agradecía que la temperatura estuviese comenzado a aumentar. Aquello podría haber sido mortal. Desvió sus azulados ojos a la pelimorada.

- La verdad es que no había visto nada similar antes. Este lugar es un rompecabezas. Seguro que el doctor tiene algo que ver en esto.

Tras estas palabras terminó con la herida del recluta que, pese a que parecía no necesitar su ayuda, por el momento les sería útil y no les convenía que aquella herida se volviese a abrir. Ajustó algunas vendas y se dispuso a seguir tanto al Capitán como a su compañera, apoyando un pie en la baranda del barco y descendiendo hasta la costa. Comprobó que todo estuviese en su sitio al tiempo que se palpaba para comprobar que no tuviese ninguna herida abierta. Por suerte así era. Tampoco habían salido tan mal del enfrentamiento aunque... Había perdido sus gafas. En parte le había hecho gracia el comentario de la pelimorada que, inocentemente, le había mostrado su sinceridad. "Ciertamente, debo de verme raro sin mis gafas." Suspiró pesadamente. Lo cierto era que no llevarlas le daba un aspecto menos serio. Tal vez más acorde a su edad aunque... Tampoco era como si le importara mucho. Se acercó a la chica y miró serio a su capitán.

- Señor, le seguimos. Tal vez deberíamos tratar de entrar en contacto con los otros navíos o con sus respectivas tripulaciones. Es posible que algunos sigan con vida.

Escuché un fuerte ruido metálico y la voz cansada que Derek ponía cada vez que alguien, en especial su hermana, le resultaba irritante. Vaya, al final ya lo iba conociendo y todo... Esbocé una sonrisa. A pesar de tratarme como un hermano mayor a mí también, lo cual me resultaba incómodo a veces, se le cogía cariño. Me había salvado, así que supuse que lo que sentía se debía a eso. Seguí caminando, sumida en mis pensamientos cuando en realidad debería prestar atención a mi alrededor. Un chasquido de una rama, un siseo muy muy cerca. Y de repente, mirase donde mirase, todo eran insectos de tamaño descomunal, capullos colgando de los árboles, a punto de metamorfosear y quien sabe qué más entre la hierbas y los arbustos. Volví corriendo. Ugh, los bichos. No es que me dieran miedo, sólo... ¿asco? No lo sabía, pero era irracional. Los ruidos de una disputa más entre los hermanos, que siempre estaban a punto de tirarse los trastos a la cabeza, me guiaban atrás. Había algo más... algo que no estaba bien, que desentonaba, que rompía la paz reinante en el bosque y tensaba el ambiente.

Un crepitar sonaba bajito y... "snif, snif"... olor a quemado. ¡Eso era! El bosque ardía, y ahora podía verlo. Me quedé observando las llamas y las formas que tomaban a lo lejos por un momento... Hasta que Der gritó "¡Fuego!" y me sacó del ensueño. ¿Por qué corría? De alguna manera los animales se pegaban a él como si de un imán se tratara para ellos y fueran metal.

-Der, ¡no nos dejes aquí solas! -grité desesperada. -Sucio traidor. ¡Yo también quiero ayudar a los animales de la isla!

Fui hasta un árbol y traté de coger uno de esos capullos que colgaban de las ramas y... puaj.

-Vale, no, mejor no -dije con cara de asco mientras me limpiaba la mano en la falda.

Volví con Rebeka. Tenía formas de luchar contra personas, pero contra un incendio poco podía hacer... Me sentía bastante inútil. El veneno no servía para hacer barreras, en todo caso sería inflamable y lo empeoraría. Traté de sujetar a Rebeka por lo hombros y zarandearla.

-¿Que nos cubramos con qué, a qué se refiere Der? ¿Qué hacemos?

Me puse a caminar de un lado para otro, sin parar, sin ser capaz de pensar, y muy nerviosa.

Tenía la sensación de que pronto mi barca dejaría de ser una barca para estar en el fondo de aquel mar, era una situación algo desesperada ya que estaba con mi chaleco intentando tapar desesperadamente una grieta la cual no dejaba de echar agua.
Para mi sorpresa vi como cada vez el nivel del agua en la barca en vez de subir, bajaba. Lo mas extraño no era aquello sino que también ocurre alrededor mío, por lo menos hasta lo que alcanzaba mi vista, el nivel del mar estaba descendiendo así que mi palo dejaba de ser útil y lo guarde de nuevo en la barca, también quité el chaleco de la grieta ya que solo quedaban gotas y pequeños charquitos de agua en la barca, nada de que preocuparse por el momento.
Me fije en donde había logrado acabar, parecía el final de algo si mi teoría era cierta era un canal de agua, pero entonces…¿Dónde estaba? No estaba en el mar...entonces..¿Donde?.Bueno sin agua con la que volver en mi barca y sin poder reparar la grieta, y sobre todo sin comida, no creo que pudiera volver o sobrevivir hasta poder regresar.
Lo primero era lo primero, tenía que encontrar ayuda, y lo único que había era un bosque detrás del final del canal. Un bosque...digo yo que habrán animales o al menos llegará hasta un lugar poblado ¿no?Bueno aunque tampoco perdía nada ya que si me quedaba aquí tarde o temprano moriría así que mejor marchar a la aventura.
Agarré mi típica mochila, me la colgué, y entré a aquel verdoso bosque.
Al cabo de unos minutos empecé a dudar sobre si había animales o algo ya que por el momento no había logrado encontrar a ningún ser vivo con patas, ya que solo veía plantas, plantas y más plantas, empezaba a cansarme algo de tantas plantas y yo quería comer aunque fuera algo.

Salto, salto, salto ,salto, parecía un niño con aquella actitud pero una cosa era segura, lo estaba disfrutando como eso precisamente, un niño. Dicen que cuando vas envejeciendo vas perdiendo esa naturaleza de niño y en contrapartida maduras y actúas con más cabeza y responsabilidad. Si algo había sacado en claro de aquél suceso que me ocurrió es que yo no podía perder esa faceta infantil, ese descontrol, esas excentricidades..... Si Ryan volviese a ser el tipo que era antes del suceso muchas cosas cambiarían con respecto a su persona, para bien o para mal. El problema en aquél momento no era preguntarse cómo hubieran sido las cosas si..... Sino más bien preguntarse por cuánto tiempo iba a seguir manteniendo una personalidad falsa.

Un temblor sacudió por completo la casa y pareció que también sacudió mis pensamientos pues pude volver a la realidad, la realidad en la que me encontraba en una casa vieja con los pocos compañeros que habían embarcado conmigo sin un destino claro incluso en ese momento pues aquella era una extraña isla y estaban sucediendo extraños sucesos.
Vi a Murasaki caer al suelo de bruces debido a la acción coordinada de su salto y el terremoto que asolaba la isla en aquel momento.

- Pfffff, no pude evitar reírme y dibujar una sonrisa en la cara.

Tras ver que se encontraba bien y que no se había roto el tabique a causa de la caída el capitán utilizó uno de sus más que sutiles métodos para intentar abrir el cofre.
Un estruendo que parecía una réplica sacudió la casa pero no se trataba de eso sino del golpe de Akagami sobre el baúl. Una humareda sacudió la habitación y me cubrí los ojos con una mano y la nariz y la boca con otra.

- Espléndida fuerza la que posee un dragón, cuanto poder, no puedo ni esperar a probar "eso", pensé mientras la polvareda se disipaba.

Segundos más tarde sabríamos si el capitán había conseguido abrir aquella entrada que seguramente nos condujese a un subterráneo.