Nailah
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Nailah vio como las enormes puertas de madera de la fortaleza se abrían una tras otra y luego miró al pelirrojo. Esta esbozó una sonrisa traviesa, al final no tendría que ir con el pirata como si fuese una niña pequeña aunque parecía un poco despistado enseguida se separó de su grupo sin que estos se dieran cuenta y, cuando ya estaba lo suficientemente alejada alzó el brazo y miró a su capitán con una fuerte sonrisa.
-¡Nos vemos al terminar! - Exclamó emocionada.
Tras eso se giró y llamó a Biscuit, el tontatta feliz. Este la siguió a la par y, antes de adentrarse, se fijó en la gran estructura de la puerta. Respiró profundamente y dio un paso hacia delante. En cuanto entró las grandes puertas se cerraron provocando un gran chirrido debido a los engranajes gigantes. Era una habitación amplia con paredes robustas y cada vez que exhalaba su aliento se transformaba en vaho.
Qué frío, pensó mientras se frotaba los brazos para darse un poco de calor así misma. Era normal dado que estaban dentro de una fortaleza, pero aquel lugar daba bastante mal rollo de por sí. ¿Qué secretos escondería? Tenía cierta curiosidad y dentro de aquella no tuvo ningún cuidado observando cualquier detalle hasta que escuchó el mensaje de Viktor. Todo era muy tétrico.
En cuanto se acercó a las puertas leyó los carteles que ponía cada una. Le resultaba interesante. Paseó delante de ellas durante un buen rato, pensando en cual escoger, pero no se decidía. Le preguntó al tontatta, pero este estaba ocupado elaborando sus propias teorías sobre cada salida.
Nailah, en cambio, siguió el típico método contrario. Si una ponía que daba mucho miedo probablemente fuera la que no daba y así con las otras. Sin embargo, esas ideas dieron una vuelta en su cabeza. ¿Y si lo ponían para despistar? A lo mejor estaban puestas correctamente. Qué dilema más grande tenía así que tiró por la primera idea, que todo estaba al revés.
-Nos comemos demasiado la cabeza, Biscuit, será mejor esta - señaló la que más a la izquierda estaba.
La pirata avanzó primero y se detuvo ante la puerta cuya nombre era "da mucho miedo" y movió el manillar para abrirla con cuidado. Al principio esta chirrió, pero después se movió con fluidez.
-¡Nos vemos al terminar! - Exclamó emocionada.
Tras eso se giró y llamó a Biscuit, el tontatta feliz. Este la siguió a la par y, antes de adentrarse, se fijó en la gran estructura de la puerta. Respiró profundamente y dio un paso hacia delante. En cuanto entró las grandes puertas se cerraron provocando un gran chirrido debido a los engranajes gigantes. Era una habitación amplia con paredes robustas y cada vez que exhalaba su aliento se transformaba en vaho.
Qué frío, pensó mientras se frotaba los brazos para darse un poco de calor así misma. Era normal dado que estaban dentro de una fortaleza, pero aquel lugar daba bastante mal rollo de por sí. ¿Qué secretos escondería? Tenía cierta curiosidad y dentro de aquella no tuvo ningún cuidado observando cualquier detalle hasta que escuchó el mensaje de Viktor. Todo era muy tétrico.
En cuanto se acercó a las puertas leyó los carteles que ponía cada una. Le resultaba interesante. Paseó delante de ellas durante un buen rato, pensando en cual escoger, pero no se decidía. Le preguntó al tontatta, pero este estaba ocupado elaborando sus propias teorías sobre cada salida.
Nailah, en cambio, siguió el típico método contrario. Si una ponía que daba mucho miedo probablemente fuera la que no daba y así con las otras. Sin embargo, esas ideas dieron una vuelta en su cabeza. ¿Y si lo ponían para despistar? A lo mejor estaban puestas correctamente. Qué dilema más grande tenía así que tiró por la primera idea, que todo estaba al revés.
-Nos comemos demasiado la cabeza, Biscuit, será mejor esta - señaló la que más a la izquierda estaba.
La pirata avanzó primero y se detuvo ante la puerta cuya nombre era "da mucho miedo" y movió el manillar para abrirla con cuidado. Al principio esta chirrió, pero después se movió con fluidez.
- Resumen:
- -Escaquearse de Zane y compañía.
-Divagar.
-Abrir la puerta que da mucho miedo.
-Al menos aún tenemos tiempo para tomar algo. ¡Vamos, Therax!
Haciéndole una pequeña indicación con la cabeza, señalando al tenderete con vinos de todas partes del mundo, Zane le cogió por el hombro y lo zarandeó amistosamente. No sabía si el rubio tenía ganas de tomar algo antes de la prueba, pero él sí, pues no sabía si al acabar seguirían allí.
-Espero veros en la línea de metas, chavales. Nailah… ten cuidado. Eres más fuerte de lo que crees, pero no te arriesgues, ¿vale? Y tú, pequeñín –miró fijamente al tontatta, que estaba sobre el hombro de su amiga-. Cuídamela.
Dicho aquello, sin soltar a Therax del hombro, se dirigió sin dudarlo al puesto de vinos. Una vez llegó pidió dos vasitos de lágrimas de Elbaf, un vinito dulce de uvas cultivadas en las viñas de la isla de los gigantes y pisadas por sus enormes pies, exprimiendo hasta el último jugo.
-Del tirón, no te lo pienses –le dijo, bebiéndoselo de un trago-. ¡Wow! ¡Cómo echaba de menos esto, joder!
El pelirrojo no dudó en pedir dos rondas más, para justo después irse a la entrada de la gran fortaleza. La puerta tardó unos minutos en abrirse, emitiendo un sonido agudo al abrirse. Fue el primero en entrar, pensando que tendría que enfrentarse a un camino lleno de obstáculos y dificultades, pero lo que vio no era lo que esperaba. Al entrar se topó por un largo pasillo de… ¿cien, doscientos metros de largo? A saber, pero era muy largo.
-Me esperaba otra cosa –dijo, segundos antes de que Viktor les avisara de la verdad de esa fortaleza, haciendo que Zane mostrara una sonrisa-. Esto va a estar más divertido de lo que creía, ¿qué opinas, socio?
Activó su mantra e intentó sentir alguna presencia cercana. Tras eso, continuó en línea recta por aquel monótono pasillo. ¿Qué le esperaba aquel lugar? Solo el titiritero que manejaba su destino lo sabría.
Haciéndole una pequeña indicación con la cabeza, señalando al tenderete con vinos de todas partes del mundo, Zane le cogió por el hombro y lo zarandeó amistosamente. No sabía si el rubio tenía ganas de tomar algo antes de la prueba, pero él sí, pues no sabía si al acabar seguirían allí.
-Espero veros en la línea de metas, chavales. Nailah… ten cuidado. Eres más fuerte de lo que crees, pero no te arriesgues, ¿vale? Y tú, pequeñín –miró fijamente al tontatta, que estaba sobre el hombro de su amiga-. Cuídamela.
Dicho aquello, sin soltar a Therax del hombro, se dirigió sin dudarlo al puesto de vinos. Una vez llegó pidió dos vasitos de lágrimas de Elbaf, un vinito dulce de uvas cultivadas en las viñas de la isla de los gigantes y pisadas por sus enormes pies, exprimiendo hasta el último jugo.
-Del tirón, no te lo pienses –le dijo, bebiéndoselo de un trago-. ¡Wow! ¡Cómo echaba de menos esto, joder!
El pelirrojo no dudó en pedir dos rondas más, para justo después irse a la entrada de la gran fortaleza. La puerta tardó unos minutos en abrirse, emitiendo un sonido agudo al abrirse. Fue el primero en entrar, pensando que tendría que enfrentarse a un camino lleno de obstáculos y dificultades, pero lo que vio no era lo que esperaba. Al entrar se topó por un largo pasillo de… ¿cien, doscientos metros de largo? A saber, pero era muy largo.
-Me esperaba otra cosa –dijo, segundos antes de que Viktor les avisara de la verdad de esa fortaleza, haciendo que Zane mostrara una sonrisa-. Esto va a estar más divertido de lo que creía, ¿qué opinas, socio?
Activó su mantra e intentó sentir alguna presencia cercana. Tras eso, continuó en línea recta por aquel monótono pasillo. ¿Qué le esperaba aquel lugar? Solo el titiritero que manejaba su destino lo sabría.
- Resumen:
- Beber vino con Therax. Entrar a la fortaleza y caminar por el pasivo. Activar el mantra por si siente alguna presencia.
Therax iba a comentar algo, pero el repentino zarandeo de Zane le obligó a mantener cerrada la boca. Por un momento deseó que César estuviera allí para morderle un tobillo -o cualquier parte del cuerpo que tuviera al alcance-. «Ya se está camelando a otra. Ni en esta situación puede parar», se quejó el rubio en su fuero interno al ver cómo se dirigía a Nailah, mas no dijo nada.
En su lugar, se disponía a hablarle al gyojin antes de que se separaran. Pretendía avisarle -y amenazarle, ¿por qué no?- de que ni se le ocurriera volver hecho pedazos. Un "no pienso curarte" más falso que un berri de cartón hubiera salido de su boca de no ser por la intervención del "Descamisetado" que, de nuevo, jaló de él para arrastrarlo hasta uno de los puestos. Que quería vinos, decía.
-Sabes de sobra que no me gusta. Yo soy más de salado que de dulce -protestó el espadachín, pero su capitán parecía no atender a razones-. Además, antes estuve buscando y nadie en todo el puñetero lugar parece tener whiskey.
¿Qué clase de iluso podría pensar que el pelirrojo le escucharía? Therax, desde luego, no. Consciente de que poco o nada influiría lo que dijera, terminó por dejarse llevar al puesto de vinos. El dueño no tardó en ponerles dos vasos de "lágrimas de Elbaf", o así creía haber escuchado que se llamaban. Asió el recipiente de cristal y lo alzó un poco, tratando de no imaginarse los enormes pies de quienes debían haberlo elaborado. Sin embargo, ya era tarde. Casi podía oler el nauseabundo hedor de los pies que habían aplastado las uvas.
«¿Que no me lo piense?», se dijo, haciendo caso al pelirrojo y cerrando los ojos antes de beberse el líquido de un trago. Aquel vino no debía saber mal para aquellos a los que le gustara ese tipo de bebida, pero para el domador era demasiado dulce. Ya esperaba que fuera algo similar, así que se resignó y se tragó las dos rondas más que Zane pidió. Cuanto antes pasase, antes podría quitarse ese sabor de la boca.
Cuando se produjo el aviso de que la prueba estaba a punto de comenzar, no pudo evitar sentirse un poco aliviado. Al fin podría librarse del dichoso vino que tanto parecía gustarle al pelirrojo. Pensando en qué podrían encontrarse en el interior de la gigantesca edificación, caminó junto a su capitán hasta encontrarse frente a la puerta. ¿Sería alguna clase de criatura extraña? ¿Tal vez un oponente formidable? ¿Algún enigma que pusiese a prueba el intelecto de ambos? Todo se vería en breves instantes.
Sin embargo, cuando la puerta se abrió encontró... nada. ¿Qué demonios era aquello? Un simple pasillo. Largo, eso sí, pero simple al fin y al cabo. Asintió ante el comentario de Zane, que parecía esta igual de confuso que él. Entonces, la voz de Viktor tuvo a bien informarles de que podían encontrar sorpresas -por decirlo amablemente- en el camino.
-Eso ya me parece más normal -comentó, siguiendo al pelirrojo e internándose en la construcción. En cuanto puso el primer pie dentro activó su Haki de observación, tratando con ello de identificar alguna presencia en la zona. ¿Habría alguna trampa en el corredor? Sería algo bastante predecible, desde luego, pero podría ser un primer filtro válido con el que desprenderse de los más débiles e incautos. Con esa idea en mente, fue fijándose en las paredes, el techo y el suelo. No sabía si encontraría algo, pero no le convencía la idea de avanzar sin más, sin ningún tipo de precaución.
En su lugar, se disponía a hablarle al gyojin antes de que se separaran. Pretendía avisarle -y amenazarle, ¿por qué no?- de que ni se le ocurriera volver hecho pedazos. Un "no pienso curarte" más falso que un berri de cartón hubiera salido de su boca de no ser por la intervención del "Descamisetado" que, de nuevo, jaló de él para arrastrarlo hasta uno de los puestos. Que quería vinos, decía.
-Sabes de sobra que no me gusta. Yo soy más de salado que de dulce -protestó el espadachín, pero su capitán parecía no atender a razones-. Además, antes estuve buscando y nadie en todo el puñetero lugar parece tener whiskey.
¿Qué clase de iluso podría pensar que el pelirrojo le escucharía? Therax, desde luego, no. Consciente de que poco o nada influiría lo que dijera, terminó por dejarse llevar al puesto de vinos. El dueño no tardó en ponerles dos vasos de "lágrimas de Elbaf", o así creía haber escuchado que se llamaban. Asió el recipiente de cristal y lo alzó un poco, tratando de no imaginarse los enormes pies de quienes debían haberlo elaborado. Sin embargo, ya era tarde. Casi podía oler el nauseabundo hedor de los pies que habían aplastado las uvas.
«¿Que no me lo piense?», se dijo, haciendo caso al pelirrojo y cerrando los ojos antes de beberse el líquido de un trago. Aquel vino no debía saber mal para aquellos a los que le gustara ese tipo de bebida, pero para el domador era demasiado dulce. Ya esperaba que fuera algo similar, así que se resignó y se tragó las dos rondas más que Zane pidió. Cuanto antes pasase, antes podría quitarse ese sabor de la boca.
Cuando se produjo el aviso de que la prueba estaba a punto de comenzar, no pudo evitar sentirse un poco aliviado. Al fin podría librarse del dichoso vino que tanto parecía gustarle al pelirrojo. Pensando en qué podrían encontrarse en el interior de la gigantesca edificación, caminó junto a su capitán hasta encontrarse frente a la puerta. ¿Sería alguna clase de criatura extraña? ¿Tal vez un oponente formidable? ¿Algún enigma que pusiese a prueba el intelecto de ambos? Todo se vería en breves instantes.
Sin embargo, cuando la puerta se abrió encontró... nada. ¿Qué demonios era aquello? Un simple pasillo. Largo, eso sí, pero simple al fin y al cabo. Asintió ante el comentario de Zane, que parecía esta igual de confuso que él. Entonces, la voz de Viktor tuvo a bien informarles de que podían encontrar sorpresas -por decirlo amablemente- en el camino.
-Eso ya me parece más normal -comentó, siguiendo al pelirrojo e internándose en la construcción. En cuanto puso el primer pie dentro activó su Haki de observación, tratando con ello de identificar alguna presencia en la zona. ¿Habría alguna trampa en el corredor? Sería algo bastante predecible, desde luego, pero podría ser un primer filtro válido con el que desprenderse de los más débiles e incautos. Con esa idea en mente, fue fijándose en las paredes, el techo y el suelo. No sabía si encontraría algo, pero no le convencía la idea de avanzar sin más, sin ningún tipo de precaución.
- Resumen:
- Ser arrastrado por Zane para beber, entrar en la fortaleza, activar el Haki de observación y caminar con cuidado y atención a lo que nos rodea.
Dharkel Asrai Nymraif
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No pude evitar mostrarme ligeramente sorprendido ante el comentario de Balagus. ¿Realmente estaba pasando? ¿O se habría olvidado de que no estaba hablando con Syxel? Quizás después de todo se habría cansado de hacerme bulling o habría visto que era un simple mendigo sin malas intenciones. Ante este último pensamiento sonreí maliciosamente.
Tras varios minutos de espera y más conversaciones triviales regadas en alcohol, recibimos el aviso de que el juego estaba a punto de comenzar. Observé detenidamente durante un par de segundos la jarra metálica que aun portaba en las manos hasta que finalmente vertí su contenido en mi gaznate para más tarde guardarla en uno de los bolsillos de las molestas ropas de mi capitán. Quizás fuese plata o tan solo simple hierro. Poco importaba. Con aquel simple gesto ya había rentado el viaje, ganásemos o perdiésemos.
No tardamos en llegar a una de las enormes puertas de acero, guiados por una de las azafatas, la cual no tardó en abrirse. Ésta reveló un amplio pasillo, carente de las florituras y decoraciones que me esperaba de tan tamaña edificación, y cerrándose a nuestras espaldas.
- Supongo que ya no hay vuelta atrás – comenté aún decepcionado -. Desde tu privilegiada posición serás capaz de ver mejor. Además, me he dejado el palo en el barco – concreté mientras me encogía de hombros para no ser yo el que fuese en cabeza.
Balagus se puso en vanguardia y comenzó a avanzar. Le seguí a una distancia prudencial, con cautela. ¿Aquel extraño presentador había mencionado trampas? ¿O había sido mi imaginación? Al final daba igual. No estaba dispuesto a jugármela y con toda probabilidad el semigigante sería más capaz de resistir un posible daño. También tendría que trabajar en un plan de contingencia por si el original se torcía más de lo que debía, que lo haría. Finalmente llegamos a una sala en la que una escalera ascendente estaba asediada por un gran número de puertas.
- Sé que no es tu estilo, pero será mejor no tirar las puertas de una patada. Se supone que la meta estará en el último piso… en la última sala… - comencé a divagar mientras intentaba divisar el final de aquellas escaleras y me atusaba la barba, hasta que me di cuenta de que Syxel carecía de ella -. Pero nuestro objetivo no es llegar a la meta – aclaré.
Tras varios minutos de debates internos y observaciones hacia las malditas puertas por fin tuve una resolución.
- Olvida lo que dije antes. ¿Cuál quieres tirar primero?
Tras varios minutos de espera y más conversaciones triviales regadas en alcohol, recibimos el aviso de que el juego estaba a punto de comenzar. Observé detenidamente durante un par de segundos la jarra metálica que aun portaba en las manos hasta que finalmente vertí su contenido en mi gaznate para más tarde guardarla en uno de los bolsillos de las molestas ropas de mi capitán. Quizás fuese plata o tan solo simple hierro. Poco importaba. Con aquel simple gesto ya había rentado el viaje, ganásemos o perdiésemos.
No tardamos en llegar a una de las enormes puertas de acero, guiados por una de las azafatas, la cual no tardó en abrirse. Ésta reveló un amplio pasillo, carente de las florituras y decoraciones que me esperaba de tan tamaña edificación, y cerrándose a nuestras espaldas.
- Supongo que ya no hay vuelta atrás – comenté aún decepcionado -. Desde tu privilegiada posición serás capaz de ver mejor. Además, me he dejado el palo en el barco – concreté mientras me encogía de hombros para no ser yo el que fuese en cabeza.
Balagus se puso en vanguardia y comenzó a avanzar. Le seguí a una distancia prudencial, con cautela. ¿Aquel extraño presentador había mencionado trampas? ¿O había sido mi imaginación? Al final daba igual. No estaba dispuesto a jugármela y con toda probabilidad el semigigante sería más capaz de resistir un posible daño. También tendría que trabajar en un plan de contingencia por si el original se torcía más de lo que debía, que lo haría. Finalmente llegamos a una sala en la que una escalera ascendente estaba asediada por un gran número de puertas.
- Sé que no es tu estilo, pero será mejor no tirar las puertas de una patada. Se supone que la meta estará en el último piso… en la última sala… - comencé a divagar mientras intentaba divisar el final de aquellas escaleras y me atusaba la barba, hasta que me di cuenta de que Syxel carecía de ella -. Pero nuestro objetivo no es llegar a la meta – aclaré.
Tras varios minutos de debates internos y observaciones hacia las malditas puertas por fin tuve una resolución.
- Olvida lo que dije antes. ¿Cuál quieres tirar primero?
- Resumen:
- Hurtar una jarra (total, estoy con la cara de Syxel, ponme dos (?)), avanzar hasta la sala dejando que Balagus vaya delante, meditar y contradecirme sugiriéndole a Balagus que tire una de las puertas
Syxel
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Aquel improvisado e innecesario festejo no duró demasiado. Tiempo que aproveché para tomar algún que otro trago con mis viejos y nuevos amigos, tratando de distraerme de lo que en realidad tenía en mente. ¿Estaba haciendo lo correcto al participar en todo aquello? Definitivamente no estaba de acuerdo con los métodos, ni tan siquiera podía estar seguro de si lo estaba con el objetivo… Lo que había visto en los últimos días distaba mucho de la idea que durante años había concebido de la hermandad pirata. Quizás todo aquello no fuese más que una farsa, y yo un imbécil más que hacía su papel en aquel teatro. O tal vez solo le estaba dando demasiadas vueltas al asunto.
Fuera cual fuera el caso, esos pensamientos quedaron atrás en cuánto atravesamos el umbral de aquel enorme portón. Las gigantescas piezas de acero se cerraron a nuestras espaldas, oscureciendo aún más la estancia. Por suerte, eso no sería un problema para Ivan ni para mí. Escuché con atención la advertencia de Viktor, aunque no me preocupé demasiado por la misma. Al fin y a al cabo, después de cuanto había visto hasta ahora ya me esperaba encontrar más de una sorpresa en el interior de aquella extraña fortaleza.
Me ajusté el abrigo, casi por instinto al sentir la baja temperatura del lugar, y asentí a las indicaciones de mi compañero. Dadas sus dotes como cazador y las cualidades de las que me había hablado, ya había accedido a dejar que llevase la iniciativa. Después de todo, debíamos rastrear a otros participantes si queríamos hacernos con sus banderas, y mis estrategias habituales… digamos que no encajaban con lo que necesitábamos en ese momento.
- Luka y Marc vieron cómo te alimentabas de la sangre de aquellos hombres en Jaya, puede que se lo comentasen al pelirrojo - comenté, consciente de que la extraña ilustración de la bandera podía preocuparle. Pues durante nuestra charla me había dejado claro que no quería que nadie conociese su verdadera identidad. - No creo que tengas que preocuparte por eso - traté de tranquilizarle.
Con mis agudizados sentidos alerta, y concentrándome en barrer cada rincón a nuestro alrededor con haki de observación, avancé por la amplia estancia atento a cualquier presencia o peligro que pudiese percibir. A diferencia de mi compañero me limité a recorrerla a pie, observando con curiosidad las piezas de carne que colgaban a nuestro alrededor, hasta detenerme justo a los pies de las escaleras que habíamos visto. La puerta que se encontraba al final de esta era, aparentemente, la única salida, por lo que no pensaba perder demasiado tiempo con dudas.
Sin embargo, su propuesta me pareció una excelente idea. Así pues, me concentré durante un instante y del suelo frente a mi surgió la criatura. Poco más que un cadáver andante, ataviado con una túnica raída y portando lo que en su día habría sido una espada corta. No era una visión que impusiese demasiado, pero serviría para su cometido. Y sin necesidad de mediar palabra alguna el esbirro, como muy apropiadamente lo había nombrado el cazador, ascendió por las escaleras hasta llegar a la plataforma. Donde trataría de abrir la puerta para nosotros.
Fuera cual fuera el caso, esos pensamientos quedaron atrás en cuánto atravesamos el umbral de aquel enorme portón. Las gigantescas piezas de acero se cerraron a nuestras espaldas, oscureciendo aún más la estancia. Por suerte, eso no sería un problema para Ivan ni para mí. Escuché con atención la advertencia de Viktor, aunque no me preocupé demasiado por la misma. Al fin y a al cabo, después de cuanto había visto hasta ahora ya me esperaba encontrar más de una sorpresa en el interior de aquella extraña fortaleza.
Me ajusté el abrigo, casi por instinto al sentir la baja temperatura del lugar, y asentí a las indicaciones de mi compañero. Dadas sus dotes como cazador y las cualidades de las que me había hablado, ya había accedido a dejar que llevase la iniciativa. Después de todo, debíamos rastrear a otros participantes si queríamos hacernos con sus banderas, y mis estrategias habituales… digamos que no encajaban con lo que necesitábamos en ese momento.
- Luka y Marc vieron cómo te alimentabas de la sangre de aquellos hombres en Jaya, puede que se lo comentasen al pelirrojo - comenté, consciente de que la extraña ilustración de la bandera podía preocuparle. Pues durante nuestra charla me había dejado claro que no quería que nadie conociese su verdadera identidad. - No creo que tengas que preocuparte por eso - traté de tranquilizarle.
Con mis agudizados sentidos alerta, y concentrándome en barrer cada rincón a nuestro alrededor con haki de observación, avancé por la amplia estancia atento a cualquier presencia o peligro que pudiese percibir. A diferencia de mi compañero me limité a recorrerla a pie, observando con curiosidad las piezas de carne que colgaban a nuestro alrededor, hasta detenerme justo a los pies de las escaleras que habíamos visto. La puerta que se encontraba al final de esta era, aparentemente, la única salida, por lo que no pensaba perder demasiado tiempo con dudas.
Sin embargo, su propuesta me pareció una excelente idea. Así pues, me concentré durante un instante y del suelo frente a mi surgió la criatura. Poco más que un cadáver andante, ataviado con una túnica raída y portando lo que en su día habría sido una espada corta. No era una visión que impusiese demasiado, pero serviría para su cometido. Y sin necesidad de mediar palabra alguna el esbirro, como muy apropiadamente lo había nombrado el cazador, ascendió por las escaleras hasta llegar a la plataforma. Donde trataría de abrir la puerta para nosotros.
- Resumen:
- Recorro la estancia en dirección a las escaleras, con los sentidos agudizados y el haki de observación activo. Luego invoco a un esbirro para que abra la puerta por nosotros, por si acaso hubiese alguna de las trampas mencionadas por Viktor.
Balagus
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La espera, corta pero tediosa, tocó a su fin cuando se nos llamó por grupos y y unas... ¿señoritas? de aspecto sumamente ridículo nos pidieron amablemente que las siguiéramos hasta la puerta. Aunque sólo fuera por acabar de una vez con aquella memez y dejar de ver a tan deplorable intento de mujer, acepté su invitación.
Las grandes puertas, tan anchas y altas como para permitir el paso de seres más grandes incluso que yo, decidieron tomarse su tiempo para abrirse. No pude evitar notar un grosor deliberadamente exagerado en las hojas del portón, posiblemente tan resistentes como para aguantar también el embate de criaturas mucho más fuertes que yo.
Una vez el umbral estuvo despejado, me permití unos movimientos de cuello y hombros, crujiendo y recolocando varias articulaciones y tendones para mi alivio, antes de entrar. Delante de nosotros se extendía un pasillo largo, simple, liso, hasta lo que parecía ser una sala más amplia.
- ¿Ya con miedo, Señor Harapos? -Repliqué, riéndome, a sus proposiciones tras cerrarse las puertas a nuestras espaldas.- Créeme que tendría la misma vista contigo delante, pero siendo un lisiado sí que podrías entorpecer la marcha. -Dejé caer en referencia a su "palo".- Y si te cayeras, quién sabe, tal vez te pisara sin querer y todo...
Inicié la marcha antes de terminar mis palabras, y dejé salir una breve risotada tras mi no tan velada amenaza, ya a mitad del pasillo. Justo entonces, la irritante voz de Viktor resonó por los muros, advirtiendo de la naturaleza de la fortaleza y de posibles trampas ocultas.
De repente, la idea de ir por delante se me hizo mucho, mucho menos sensata.
Quise mencionarle mis preocupados pensamientos al mendigo escondido tras de mí, pero afortunadamente llegamos sin problema a la sala al otro lado del corredor, exhibiendo una quincena de puertas idénticas y unas escaleras de caracol en el centro.
"¿Y para qué tantas malditas puertas?"
Con una breve mirada a la escalera central, descarté rápidamente usarla. ¿Una estructura fácilmente derrumbable tan pronto estuvieramos en su punto más alto, sin posibilidad de escape y altamente vulnerables? No, gracias. Podía dárseme mal el moverme por la civilización, pero si algo había aprendido era a desconfiar de ella.
Mi mejor opción era, entonces, elegir alguna de las puertas y abrirla con mi delicada sutileza natural. Sin embargo, Dharkel expresó su disconformidad con este modo de proceder antes de que yo llegara a articular palabra, sobreentendiendo con acierto mi predisposición.
- Exactamente. -Contesté a su última reflexión, recordando que la meta no era nuestro objetivo final.- Las guaridas de las alimañas nunca está en lo alto, sino en lo profundo. Y dudo que esas escaleritas nos lleven allí.
Entonces, mi compañero permaneció pensativo unos momentos hasta que, al fin, acabó entrando en razón y dándome carta blanca para actuar.
- Me alegra que me digas eso. -Y, sin darle tiempo para reaccionar, intenté alargar el brazo para asirle y evitar que se me escapara.- Y quiero que veas el espectáculo en primera fila, así podrás ver venir cualquier trampa que nos hayan tendido, ¿no? Se te dan bien esas cosas.
Procurando mantener al mendigo cerca de mí y con suficiente firmeza como para que no se escabullera, elegí al azar una puerta y saqué mi hacha especial con la otra mano. Sin miedo y vacilación, alcé el arma y lo descargué con fuerza contra la desdichada que había sido escogida.
Las grandes puertas, tan anchas y altas como para permitir el paso de seres más grandes incluso que yo, decidieron tomarse su tiempo para abrirse. No pude evitar notar un grosor deliberadamente exagerado en las hojas del portón, posiblemente tan resistentes como para aguantar también el embate de criaturas mucho más fuertes que yo.
Una vez el umbral estuvo despejado, me permití unos movimientos de cuello y hombros, crujiendo y recolocando varias articulaciones y tendones para mi alivio, antes de entrar. Delante de nosotros se extendía un pasillo largo, simple, liso, hasta lo que parecía ser una sala más amplia.
- ¿Ya con miedo, Señor Harapos? -Repliqué, riéndome, a sus proposiciones tras cerrarse las puertas a nuestras espaldas.- Créeme que tendría la misma vista contigo delante, pero siendo un lisiado sí que podrías entorpecer la marcha. -Dejé caer en referencia a su "palo".- Y si te cayeras, quién sabe, tal vez te pisara sin querer y todo...
Inicié la marcha antes de terminar mis palabras, y dejé salir una breve risotada tras mi no tan velada amenaza, ya a mitad del pasillo. Justo entonces, la irritante voz de Viktor resonó por los muros, advirtiendo de la naturaleza de la fortaleza y de posibles trampas ocultas.
De repente, la idea de ir por delante se me hizo mucho, mucho menos sensata.
Quise mencionarle mis preocupados pensamientos al mendigo escondido tras de mí, pero afortunadamente llegamos sin problema a la sala al otro lado del corredor, exhibiendo una quincena de puertas idénticas y unas escaleras de caracol en el centro.
"¿Y para qué tantas malditas puertas?"
Con una breve mirada a la escalera central, descarté rápidamente usarla. ¿Una estructura fácilmente derrumbable tan pronto estuvieramos en su punto más alto, sin posibilidad de escape y altamente vulnerables? No, gracias. Podía dárseme mal el moverme por la civilización, pero si algo había aprendido era a desconfiar de ella.
Mi mejor opción era, entonces, elegir alguna de las puertas y abrirla con mi delicada sutileza natural. Sin embargo, Dharkel expresó su disconformidad con este modo de proceder antes de que yo llegara a articular palabra, sobreentendiendo con acierto mi predisposición.
- Exactamente. -Contesté a su última reflexión, recordando que la meta no era nuestro objetivo final.- Las guaridas de las alimañas nunca está en lo alto, sino en lo profundo. Y dudo que esas escaleritas nos lleven allí.
Entonces, mi compañero permaneció pensativo unos momentos hasta que, al fin, acabó entrando en razón y dándome carta blanca para actuar.
- Me alegra que me digas eso. -Y, sin darle tiempo para reaccionar, intenté alargar el brazo para asirle y evitar que se me escapara.- Y quiero que veas el espectáculo en primera fila, así podrás ver venir cualquier trampa que nos hayan tendido, ¿no? Se te dan bien esas cosas.
Procurando mantener al mendigo cerca de mí y con suficiente firmeza como para que no se escabullera, elegí al azar una puerta y saqué mi hacha especial con la otra mano. Sin miedo y vacilación, alcé el arma y lo descargué con fuerza contra la desdichada que había sido escogida.
- Resumen:
- Mostrarme cada vez más irritado por toda la parafernalia, avanzar por el pasillo con
el cobarde deDharkelpegado a mi culoprotegiendo mi retaguardia, pensar en algo para nada estúpido que hacer a continuación, así como en algo parecido a un plan, convertir a mi compañero en mi rehén provisional y descargar un bonito hachazo sobre la décima puerta en sentido horario a contar desde nuestro pasillo.
Rainbow662
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-No, esto no entra -concluyó.
La puerta del edificio, aunque de épicas proporciones, no era lo bastante alta como para que cupiera su bandera. Y es que Arribor había atado la suya a un palo muy, muy, pero que muy largo que había encontrado por ahí. A pesar de ser el más pequeño que pudo encontrar, no había forma de meterlo en el edificio. ¿Por qué todo allí era tan grande? Fue una lástima tener que desatar la bandera y dejar el palo atrás; la bandera no quedaba también donde la había dejado: atada al cuello de Franklin como una capa de superhéroe.
-¿Pero esto no era un castillo? -se preguntó Arribor en voz alta, una vez atravesaron el umbral. La fortaleza parecía más una fábrica de tuberías inútiles y que perdían líquido. Daba la sensación de que iban a jugar en los restos entremezclados de cien industrias que habían chocado entre sí hasta formar ese caótico amasijo de hierros. Una molesta cantidad de caminos sin señalizar conducían hacia el interior del edificio-. ¿Por dónde vamos? -le preguntó a Drake-. Olfatea un poco.
Arribor echó a andar intentado evitar los charquitos de... algo, una especie de líquido de dudosa salubridad que emanaban de algunos tubos. La morsa, que caminaba a saltitos tras él, estuvo a punto de echar un trago, pero Arribor se lo impidió cogiéndola del pescuezo. Ni siquiera el estómago a prueba de bombas de Franklin soportaría esa cosa. Por suerte, el animal estaba entretenido con una manzana de caramelo súper larga, que ya no parecía para nada una manzana, y no dio problemas.
-¿Cómo vamos a encontrar a nadie aquí? ¡¡¡Hola!!! -exclamó. El eco retumbó por doquier, repitiendo su grito con su voz fantasmagórica.
Supuso que el olfato de su compañero lobuno les guiaría hasta algún contrincante, pero no le gustaba esperar. Así que tomó uno de los caminos que iban hacia arriba y confió en que llevase a alguna parte.
- Resumen:
- Atarle la bandera a Franklin a la espalda - Decirle a Drake que olfatee - Tirar por un camino que vaya p´arriba
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Al fin las puertas se habían abierto de una vez y lo que parecía ser una serie de tubos pestosos y llenos de mierda surgieron de las paredes. El lobo chasqueó la lengua mirando el interior y no pudo evitar soltar un suspiro. Se llevó la mano a la boca odiando toda la comida del mundo en ese momento y después de unos momentos se colocó al lado del capitán. Escuchó lo que dijo y asintió con la cabeza. Mejorar su olfato no iba a ser agradable, pero esperaba olisquear humanos o al menos algo que no fuese mierda podrida. Entrecerró los ojos y dio un enorme salto en el aire con la intención de aterrizar en su otra forma.
Cuando sus cuatro patas tocaron el suelo, sus dorados ojos brillaron y miró al frente de forma seria. Su cola se movía de un lado a otro y sus orejas lupinas estaban estiradas. Chasqueó la lengua al sentir el aroma horrible de aquel sitio y después miró a la morsa. Esa cosa tenía reservas de sobra para sobrevivir sin necesidad de alimento. También era una fuente de carne enorme, pero siendo el compañero de Arribor, no le haría nada nunca. Empezó a caminar por el mismo sitio que su colega de guantazos, pero olisqueando todo lo posible para ver si detectaba algún rastro humano. La cosa sería complicada, pues habría muchos olores distintos, pero siendo un buen rastreador se las apañaría para encontrar la forma de dar con los demás participantes. Todavía no sabía si serían encuentros amistosos o habría peleas estúpidas. Podrían estar todos juntos luchando contra marines o payasos del gobierno.
- Por el momento no detecto nada, seguramente más adelante empiece a sentir los olores de las personas cercanas, pero creo que deberemos salir de esta pocilga primero.
El enorme cánido blanco olisqueó todo lo fuerte que pudo, pero el repugnante aroma del metal y de aquel líquido le estaba molestando. Los gritos del hombre sangriento podrían ser peligrosos al delatar la posición, estar con Derian tantos años le enseñó muchísimas cosas. Se mantuvo alerta mientras avanzaba con toda la calma del mundo. Contaba con Arribor para luchar en caso de que fueran varios atacantes peligrosos. Él tan solo esperaba tener una buena pelea ese día con alguien que le hiciera temblar de la emoción. En el rostro del lobo se formó entonces una sonrisa bastante siniestra. Las ganas de luchar le estaban pudiendo, pero por el momento iba a tener que aguantar. Continuó olfateando y avanzando junto a Arribor.
Cuando sus cuatro patas tocaron el suelo, sus dorados ojos brillaron y miró al frente de forma seria. Su cola se movía de un lado a otro y sus orejas lupinas estaban estiradas. Chasqueó la lengua al sentir el aroma horrible de aquel sitio y después miró a la morsa. Esa cosa tenía reservas de sobra para sobrevivir sin necesidad de alimento. También era una fuente de carne enorme, pero siendo el compañero de Arribor, no le haría nada nunca. Empezó a caminar por el mismo sitio que su colega de guantazos, pero olisqueando todo lo posible para ver si detectaba algún rastro humano. La cosa sería complicada, pues habría muchos olores distintos, pero siendo un buen rastreador se las apañaría para encontrar la forma de dar con los demás participantes. Todavía no sabía si serían encuentros amistosos o habría peleas estúpidas. Podrían estar todos juntos luchando contra marines o payasos del gobierno.
- Por el momento no detecto nada, seguramente más adelante empiece a sentir los olores de las personas cercanas, pero creo que deberemos salir de esta pocilga primero.
El enorme cánido blanco olisqueó todo lo fuerte que pudo, pero el repugnante aroma del metal y de aquel líquido le estaba molestando. Los gritos del hombre sangriento podrían ser peligrosos al delatar la posición, estar con Derian tantos años le enseñó muchísimas cosas. Se mantuvo alerta mientras avanzaba con toda la calma del mundo. Contaba con Arribor para luchar en caso de que fueran varios atacantes peligrosos. Él tan solo esperaba tener una buena pelea ese día con alguien que le hiciera temblar de la emoción. En el rostro del lobo se formó entonces una sonrisa bastante siniestra. Las ganas de luchar le estaban pudiendo, pero por el momento iba a tener que aguantar. Continuó olfateando y avanzando junto a Arribor.
- Spoiler:
- Cambiar a forma completa / Olfatear buscando rastros de humanos mientras sigo avanzando con Arribor.
William White
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Unos sudores fríos recorrieron mi frente al ver no solo el vergonzoso logo que había puesto el ladrón, sino el hecho de que había tocado aquella cosa. Para mi desgracia aquello no había pasado desapercibido, como era posible que no me hubiera dado cuenta. Soltando un suspiro de resignación Tan solo esperaba que no lo hubiera usado.
-Serás el portador- le indiqué a mi compañero -Te veo más capaz- finalicé.
Una vez nos dirigimos a la entrada asignada, aún continuaba pensando en el bochorno, por lo menos tan solo mancharía el nombre de Zaphir, aparte de esas bragas. Al parecer fuimos de los primeros en llegar a la misma ya que estuvimos un buen rato esperando, supongo, que a que el resto de participantes se colocarán.
-¿Qué estrategia propones?- pregunté al compañero, ciertamente se suponía que estaba “al mando” de la pareja, pero tampoco quería que este se sintiera ninguneado. No quería verme traicionado a la primera de cambio por aquel tipo, que sin duda sería más problemático que yo, un oportunista que salía al paso como buenamente podía.
Una vez que se abrieron, el interior resulto terriblemente sorpréndete. ¿un desierto? ¿Cómo era posible emular aquello en el interior del mismo? Los medios que disponía Viktor eran cuanto menos sorprendentes, no me extrañaba, después de todo todos los ricos tenían fama de excéntricos.
En definitiva, el desierto parecía ser del tipo cálido, así que antes entrar en la sala guardé tanto mi ropa de abrigo como el jersey que llevaba puestos en el interior de la bolsa de viaje. No así la camisa de lino, la cual me dejé puesta, ya que no quería que la temperatura del lugar quemará mi blanca piel.
Cargándome la bolsa a la espalda, comencé a andar sujetándome el sombrero a atravesar el campo de dunas, trataría de moverme por las crestas que formaban las dunas siempre que me fuera posible, ya que así afrontar el reto sería más fácil y disminuiría el riesgo de caer por la misma. Tras entrar en la sala, las puertas se cerraron y el eco de la voz del hombre resonó por el lugar:
-Para que diablos usarían esto- pensé para mis adentros -Vamos, sigamos adelante- indiqué a mi compañero -Ah, y fíjate por donde pisas- recordé a mi compañero, aunque el consejo también era válido para mí, lo último que quería era acabar en algún tipo de trampa por lo que activé el mantra manteniéndolo activado en lo que restaba de prueba, no quería sorpresas. Ahora solo quedaba llegar a las escaleras.
-Serás el portador- le indiqué a mi compañero -Te veo más capaz- finalicé.
Una vez nos dirigimos a la entrada asignada, aún continuaba pensando en el bochorno, por lo menos tan solo mancharía el nombre de Zaphir, aparte de esas bragas. Al parecer fuimos de los primeros en llegar a la misma ya que estuvimos un buen rato esperando, supongo, que a que el resto de participantes se colocarán.
-¿Qué estrategia propones?- pregunté al compañero, ciertamente se suponía que estaba “al mando” de la pareja, pero tampoco quería que este se sintiera ninguneado. No quería verme traicionado a la primera de cambio por aquel tipo, que sin duda sería más problemático que yo, un oportunista que salía al paso como buenamente podía.
Una vez que se abrieron, el interior resulto terriblemente sorpréndete. ¿un desierto? ¿Cómo era posible emular aquello en el interior del mismo? Los medios que disponía Viktor eran cuanto menos sorprendentes, no me extrañaba, después de todo todos los ricos tenían fama de excéntricos.
En definitiva, el desierto parecía ser del tipo cálido, así que antes entrar en la sala guardé tanto mi ropa de abrigo como el jersey que llevaba puestos en el interior de la bolsa de viaje. No así la camisa de lino, la cual me dejé puesta, ya que no quería que la temperatura del lugar quemará mi blanca piel.
Cargándome la bolsa a la espalda, comencé a andar sujetándome el sombrero a atravesar el campo de dunas, trataría de moverme por las crestas que formaban las dunas siempre que me fuera posible, ya que así afrontar el reto sería más fácil y disminuiría el riesgo de caer por la misma. Tras entrar en la sala, las puertas se cerraron y el eco de la voz del hombre resonó por el lugar:
-Para que diablos usarían esto- pensé para mis adentros -Vamos, sigamos adelante- indiqué a mi compañero -Ah, y fíjate por donde pisas- recordé a mi compañero, aunque el consejo también era válido para mí, lo último que quería era acabar en algún tipo de trampa por lo que activé el mantra manteniéndolo activado en lo que restaba de prueba, no quería sorpresas. Ahora solo quedaba llegar a las escaleras.
- resumen pantsu:
- Pues narró lo de las bragas y entrada, preguntó a mi compañero por algún procedimiento para pasar la prueba. Guardó prendas en la bolsa de viaje que cargó antes de entrar en la sala y trato de subir por las crestas de las dunas(siempre que sea posible), indicándole a mi compañero que me siga y este atento a trampas(estilo arenas movedizas o algo) mientras activo mantra tratando de ver si hay algún tipo de vida
Aki D. Arlia
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La acogida que nos brindaron en Long Ring Long Land fue digna de reyes. Viktor lo tenía todo bien orquestrado. Un comité nos recogió en la playa para llevarnos hasta una planicie. Se oía música y había colores vivos allí a donde miraras. Comida, bebida, juegos; todo un festival improvisado en mitad de las llanuras. Era casi bonito y todo si olvidabas por un momento que estábamos allí para pegarnos - y si surgía matarnos, para qué mentir. - entre nosotros. Pero no era posible olvidarlo, no con el gigantesco intento de coliseo que teníamos a un lado. Aunque más que miedo o nervios, todo lo que podía sentir era emoción y ganas de empezar. Picoteé de aquí y allí sin dejar de ojear a lo lejos el edificio y a Viktor. Cuando al fin nos reunieron para explicarnos de qué iba el tema no pude evitar quedarme algo decepcionada. ¿Atrapa la bandera? No somos niños pequeños. Bufé, pero preferí callarme. Igual que con las espadas, él iba a salirse con la suya solo porque no teníamos una opción más rápida. ¿Para qué protestar?
Giré sobre mi misma buscando a alguien que pudiera servirme de compañero. De repente, algo llamó mi atención. Ese amasijo de plumas naranjas... estaba en la prueba anterior. De hecho, estaba segura de haberle atacado y de que no había salido muy bien parado. Para ser exacta, era un cadáver cuando lo dejé ahí. ¿Cómo había sobrevivido? Intrigada, estuve un rato intentando interrogarle y de paso, pedirle perdón por haberle atacado. Si se las había arreglado para escapar es que no lo merecía. Al menos no en aquel momento. Al principio sus palabras eran ininteligibles, seguramente por todas las puñeteras plumas que persistía en tener a su alrededor. Pero poco a poco logré tranquilizarlo y cuando se quitó la capucha apareció bajo ella un chico rubio y bastante lindo. Por algún motivo me recordaba a un perrito, tenía una expresión adorable. Sonriendo, le tomé de la patita, que digo de la muñeca y me lo llevé hasta el puesto de banderas. Tras trastear ambos un poco con el negro, el blanco y el rojo, conseguimos algo medio decente. Por lo menos estaba a la altura del resto.
Bueno, teníamos 5 horas de tiempo para llegar al último piso robando cuanta tela - a poder ser tela de bandera - pudiéramos en el camino. Había que ponerse en marcha. Volví a tomar al perrito de la muñeca y nos dirigimos a la entrada que nos habían asignado. De repente, alguien dio la señal y nos adentramos en lo desconocido.
Las puertas se abrieron y nos encontramos en una sala bastante amplia, de aspecto robusto. Estaba plagada de pilares aquí y allá. Comenzamos a avanzar, pero la voz de Viktor nos interrumpió por los altavoces. ¿Trampas? Suspiré. Era de esperar. Saqué mis alas y me elevé unos centímetros sobre el suelo; más que volar parecía ir flotando por ahí. No era mucho, pero debería ser suficiente para esquivar aquellas activadas por sensor de movimiento.
A lo lejos, oímos voces. Alguien discutía. Le hice una señal al rubio y poco a poco comenzamos a acercarnos intentando no hacer mucho o ningún ruido. Con suerte, podríamos verlos antes que ellos a nosotros. Si eran conocidos, nos acercaríamos a saludar. Si no... cambiaríamos rumbo y buscaríamos unas escaleras.
Giré sobre mi misma buscando a alguien que pudiera servirme de compañero. De repente, algo llamó mi atención. Ese amasijo de plumas naranjas... estaba en la prueba anterior. De hecho, estaba segura de haberle atacado y de que no había salido muy bien parado. Para ser exacta, era un cadáver cuando lo dejé ahí. ¿Cómo había sobrevivido? Intrigada, estuve un rato intentando interrogarle y de paso, pedirle perdón por haberle atacado. Si se las había arreglado para escapar es que no lo merecía. Al menos no en aquel momento. Al principio sus palabras eran ininteligibles, seguramente por todas las puñeteras plumas que persistía en tener a su alrededor. Pero poco a poco logré tranquilizarlo y cuando se quitó la capucha apareció bajo ella un chico rubio y bastante lindo. Por algún motivo me recordaba a un perrito, tenía una expresión adorable. Sonriendo, le tomé de la patita, que digo de la muñeca y me lo llevé hasta el puesto de banderas. Tras trastear ambos un poco con el negro, el blanco y el rojo, conseguimos algo medio decente. Por lo menos estaba a la altura del resto.
- Bandera::
Bueno, teníamos 5 horas de tiempo para llegar al último piso robando cuanta tela - a poder ser tela de bandera - pudiéramos en el camino. Había que ponerse en marcha. Volví a tomar al perrito de la muñeca y nos dirigimos a la entrada que nos habían asignado. De repente, alguien dio la señal y nos adentramos en lo desconocido.
Las puertas se abrieron y nos encontramos en una sala bastante amplia, de aspecto robusto. Estaba plagada de pilares aquí y allá. Comenzamos a avanzar, pero la voz de Viktor nos interrumpió por los altavoces. ¿Trampas? Suspiré. Era de esperar. Saqué mis alas y me elevé unos centímetros sobre el suelo; más que volar parecía ir flotando por ahí. No era mucho, pero debería ser suficiente para esquivar aquellas activadas por sensor de movimiento.
A lo lejos, oímos voces. Alguien discutía. Le hice una señal al rubio y poco a poco comenzamos a acercarnos intentando no hacer mucho o ningún ruido. Con suerte, podríamos verlos antes que ellos a nosotros. Si eran conocidos, nos acercaríamos a saludar. Si no... cambiaríamos rumbo y buscaríamos unas escaleras.
- Resumen:
- Caminar, volar a unos centímetors del suelo para evitar posibles trampas activadas por sensor de movimiento y acercarnos
las voces. De ser conocidos acercarnos a saludar, de no serlo cambiar dirección para buscar unas escaleras.
Dexter Black
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"Espera... Repasemos". ¿Por qué había tres Syxels? Al mundo le sobraba con uno. No es que le cayese mal, pero la clase de gente que para llamar la atención necesitaba hacerse ver todavía más le escamaba un poco. Y... No, aunque lo parezca, eso no era lo que él hacía. Al contrario que la burda treta de Syxel, él tan sólo preparaba una entrada espectacular, algo suficientemente llamativo como para que todos supieran que estaba ahí. Pero que estaba él, no para que la gente no supiese si era él o una copia hecha en el imaginario mundo mágico de China. China era una región del imaginario épico "Las crónicas de Tierralandia", un país dominado por dragones y reyes, asediado por lo que en la historia llamaban "La horda mongola" y del que provenía el mayor mercado de falsificaciones de toda Tierralandia. Sí, Syxel se había convertido en un falsificador chino.
Tal era su ensimismamiento recordando los más de ciento noventa países de Tierralandia que apenas reparó en la azafata que los estaba guiando, sospechosamente parecida a las demás. De hecho, era igual. Exactamente igual. ¿Hasta qué punto había llegado Elrik para someter a sus empleados a cirugía estética con el único propósito de que no pudiesen distinguirlos? Tal vez en realidad no eran azafatas, sino trabajadoras de "Los chapuzas", ese grupo preparado para hacer cualquier cosa. Tal vez no eran iguales en realidad, tal vez sólo fuesen expertas en maquillaje. En cualquier caso, el interés por las mujeres del lugar se desvanecía mientras pensaba en España, esa tierra mítica basada obviamente en Dresrosa, o Egipto, que debía ser básicamente Arabasta. Tierralandia tenía cientos de tomos, y toda una horda de escritores detrás. Hablaba de un mundo en el que las islas no eran la norma sino la excepción, un mundo donde los continentes no separaban a la gente sino la acercaban. Era un lugar donde el clima no se adaptaba a las islas, y los polos magnéticos estaban claramente definidos en norte y sur. Qué locura de mundo. ¿Cómo podían sobrevivir a lo largo de millones de kilómetros sin mar? ¿Qué pescaban en las zonas de interior? ¿Cómo hacían los piratas, si no existía una corriente central que dividía el mundo? Por un momento agradeció vivir en una civilización gobernada por básicamente una única nación, y no por miles como en Tierralandia. ¿Cómo se entendían los habitantes hablando más de seis mil lenguas? Y encima, la colección había tenido tanto éxito que los idiomas inventados en esa crónica habían empezado a utilizarse: El Japonés, basado en dialectos de la gente de Wano; el Inglés, que nadie sabía de dónde venía pero todos coincidían en que habían plagiado los bombines de algún lugar; el Francés, que había cogido fama porque era un eufemismo de sexo oral... El mundo se estaba yendo a la mierda.
-Rocket, ¿Tú hablas algún idioma Tierralandés?- preguntó mientras las enormes hojas de la puerta ante ellos dejaban paso a una estancia en total oscuridad.
No sabía cómo describir aquella sala. De hecho, en una palabra habría podido decir que estaba oscura, pero no oscura como el alma de Derian o el sobaco de un grillo. No era esa clase de oscuridad que atenazase el alma ni nada por el estilo, ni tampoco le generaba miedo. Tal vez... Curiosidad. Cómo habrían conseguido que la luz no penetrase en la estancia mientras ellos estaban fuera, o por qué alguien habría tenido la brillante idea de ponerles una habitación a oscuras delante. Era la clase de habitación oscura que a uno le hacía pensar en bares de ambiente. No daba miedo, pero sí que invitaba al nerviosismo. Personalmente, si de pronto alguien trataba de abrazarlo por la espalda definitivamente mataría a Elrik. Cuantas veces fuese necesario. Pero lo que realmente le transmitía aquel cuarto oscuro era el ansia por buscar un interruptor, pero temía que su vida, siempre dirigida como una opereta barata, se condujese hacia un amargo final si tocaba la pared. Porque era ese tipo de oscuridad densa, como la de un cuarto que lleva mucho tiempo cerrado y se abre por primera vez. Casi podía notar sus pulmones encharcarse con ese líquido aroma a cerrado, pero en realidad no tenía claro que oliese así; bien podía ser producto de la oscuridad. Recordaba, pensando en ella, la llamada Era Oscura de Tierralandia, una época en la que se tiraban mujeres con escoba por barrancos. Tal vez por barrer mal. Menos mal que el mundo había avanzado mucho y ya no eran como aquella crónica supuestamente basada en hechos reales los describía. Pero esa habitación... Esa habitación...
-A la mierda.
Su cuerpo de pronto fue rodeado por brillante electricidad estática. Incluso los pelos de Rocket, que iba sobre él, se erizaron por completo. Parecía una especie de oveja, o un pomerania. Bueno, salvo por su brazo robótico, que lo hacía parecer un Pomerania Ciborg. Pero no importaba, porque Pomponcito y él ahora eran capaces de atravesar la negra espesura de aquella cortina de oscuridad. Que estaba oscura. Muy oscura. No tanto como el sobaco de un grillo. Pero casi.
Tal era su ensimismamiento recordando los más de ciento noventa países de Tierralandia que apenas reparó en la azafata que los estaba guiando, sospechosamente parecida a las demás. De hecho, era igual. Exactamente igual. ¿Hasta qué punto había llegado Elrik para someter a sus empleados a cirugía estética con el único propósito de que no pudiesen distinguirlos? Tal vez en realidad no eran azafatas, sino trabajadoras de "Los chapuzas", ese grupo preparado para hacer cualquier cosa. Tal vez no eran iguales en realidad, tal vez sólo fuesen expertas en maquillaje. En cualquier caso, el interés por las mujeres del lugar se desvanecía mientras pensaba en España, esa tierra mítica basada obviamente en Dresrosa, o Egipto, que debía ser básicamente Arabasta. Tierralandia tenía cientos de tomos, y toda una horda de escritores detrás. Hablaba de un mundo en el que las islas no eran la norma sino la excepción, un mundo donde los continentes no separaban a la gente sino la acercaban. Era un lugar donde el clima no se adaptaba a las islas, y los polos magnéticos estaban claramente definidos en norte y sur. Qué locura de mundo. ¿Cómo podían sobrevivir a lo largo de millones de kilómetros sin mar? ¿Qué pescaban en las zonas de interior? ¿Cómo hacían los piratas, si no existía una corriente central que dividía el mundo? Por un momento agradeció vivir en una civilización gobernada por básicamente una única nación, y no por miles como en Tierralandia. ¿Cómo se entendían los habitantes hablando más de seis mil lenguas? Y encima, la colección había tenido tanto éxito que los idiomas inventados en esa crónica habían empezado a utilizarse: El Japonés, basado en dialectos de la gente de Wano; el Inglés, que nadie sabía de dónde venía pero todos coincidían en que habían plagiado los bombines de algún lugar; el Francés, que había cogido fama porque era un eufemismo de sexo oral... El mundo se estaba yendo a la mierda.
-Rocket, ¿Tú hablas algún idioma Tierralandés?- preguntó mientras las enormes hojas de la puerta ante ellos dejaban paso a una estancia en total oscuridad.
No sabía cómo describir aquella sala. De hecho, en una palabra habría podido decir que estaba oscura, pero no oscura como el alma de Derian o el sobaco de un grillo. No era esa clase de oscuridad que atenazase el alma ni nada por el estilo, ni tampoco le generaba miedo. Tal vez... Curiosidad. Cómo habrían conseguido que la luz no penetrase en la estancia mientras ellos estaban fuera, o por qué alguien habría tenido la brillante idea de ponerles una habitación a oscuras delante. Era la clase de habitación oscura que a uno le hacía pensar en bares de ambiente. No daba miedo, pero sí que invitaba al nerviosismo. Personalmente, si de pronto alguien trataba de abrazarlo por la espalda definitivamente mataría a Elrik. Cuantas veces fuese necesario. Pero lo que realmente le transmitía aquel cuarto oscuro era el ansia por buscar un interruptor, pero temía que su vida, siempre dirigida como una opereta barata, se condujese hacia un amargo final si tocaba la pared. Porque era ese tipo de oscuridad densa, como la de un cuarto que lleva mucho tiempo cerrado y se abre por primera vez. Casi podía notar sus pulmones encharcarse con ese líquido aroma a cerrado, pero en realidad no tenía claro que oliese así; bien podía ser producto de la oscuridad. Recordaba, pensando en ella, la llamada Era Oscura de Tierralandia, una época en la que se tiraban mujeres con escoba por barrancos. Tal vez por barrer mal. Menos mal que el mundo había avanzado mucho y ya no eran como aquella crónica supuestamente basada en hechos reales los describía. Pero esa habitación... Esa habitación...
-A la mierda.
Su cuerpo de pronto fue rodeado por brillante electricidad estática. Incluso los pelos de Rocket, que iba sobre él, se erizaron por completo. Parecía una especie de oveja, o un pomerania. Bueno, salvo por su brazo robótico, que lo hacía parecer un Pomerania Ciborg. Pero no importaba, porque Pomponcito y él ahora eran capaces de atravesar la negra espesura de aquella cortina de oscuridad. Que estaba oscura. Muy oscura. No tanto como el sobaco de un grillo. Pero casi.
- Resumen:
"Encender la luz".
Rocket Raccoon
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Por fin empezaba la puñetera prueba. El mapache ni siquiera había estado atento a lo hablado y simplemente observaba su arma, tal vez pensando en que mejoras ponerle. Dexter también parecía estar pensando en sus cosas. Rocket se fijó entonces en la mujer que los estaba guiando. Si bien el mapache no era muy bueno encontrando diferencias entre dos seres humanos, sabía que aquella mujer era demasiado parecida a las demás guías. Idénticas, prácticamente. Entonces, el capitán rompió el silencio con una extraña pregunta.
—¿Tierralandés? -preguntó sin tener ni idea de lo que hablaba el yonkou-. Puedo hablar con los animales. Aunque el lagarto de Basil tiene un dialecto muy… primitivo. Y Sven nunca me dice nada interesante. ¿Te sirve eso?
Y la oscuridad se cernió sobre ellos. Ni siquiera los nocturnos ojos de Rocket eran capaces de discernir lo que se ocultaba entre las sombras, pues no había un solo ápice de luz. Fue entonces cuando Dexter se rodeó de un campo de electricidad estática, no solo alumbrando la estancia, sino haciendo que el pelo del mapache se erizase de golpe.
—Te voy a matar -bromeó el animal mientras miraba a su alrededor.
—¿Tierralandés? -preguntó sin tener ni idea de lo que hablaba el yonkou-. Puedo hablar con los animales. Aunque el lagarto de Basil tiene un dialecto muy… primitivo. Y Sven nunca me dice nada interesante. ¿Te sirve eso?
Y la oscuridad se cernió sobre ellos. Ni siquiera los nocturnos ojos de Rocket eran capaces de discernir lo que se ocultaba entre las sombras, pues no había un solo ápice de luz. Fue entonces cuando Dexter se rodeó de un campo de electricidad estática, no solo alumbrando la estancia, sino haciendo que el pelo del mapache se erizase de golpe.
—Te voy a matar -bromeó el animal mientras miraba a su alrededor.
- resumen:
- Hablar con Dex
- Equipo Morsa Sangrienta:
- Avanzáis por en intrincado laberinto de pasarelas entre las numerosas tuberías. Drake, rastreas con tu olfato, encontrando un par de charcos que mejor no oler por si acaso y, a pesar de la multitud de olores que captas, logras dar con una corriente de aire más o menos fresco. Al seguirla dais a parar a una sala mucho más amplia, es circular y en ella vierten varias de las tuberías sus productos en un foso que no tiene muy buen aspecto. De la misteriosa mezcla sobresale una plataforma circular de hormigón de unos 10 metros de diámetro. De pronto caen de arriba un par de personas, una viste ropas blancas y un paño del mismo tono en la cabeza, la cual cae de bruces en el suelo, la otra viste ropas orientales negras, con adornos rojos, su pelo es liso y tiene un discreto cuerno en la frente, a parte de portar un tetsubo. Este último cae sobre su compañero con bastante "gracia" o más bien mala leche, pisando en su espalda.
Ambos comienzan a discutir de forma bastante enérgica y no parecen haberse dado cuenta de vuestra presencia.
PD: Para acceder a la plataforma hay una serie de tuberías lo suficientemente juntas por las que se puede caminar.
- Equipo LoH PolLoH:
- Bueno pues... camináis por el pasillo. Vuestro mantra no nota nada. Al principio vais con cuidado por las trampas, pero tras varios minutos de caminata si que salga nada dais por sentado que no hay... o no.
Con trampas o no el caso es que todavía no veis que os acerquéis al final del pasillo por mucho que halláis caminado. ¿De verdad este edificio es tan grande?
- Equipo The Naig:
- Invocáis al esbirro para que abra la puerta, por ahora todo bien, sin sobresaltos. Este aparece y camina sobre la pasarela metálica que de a la puerta "Clonk clonk clonk" suenan sus pasos los cuales hacen eco por la sala. Miráis al techo y veis varias estalactitas (muchas más grandes que vosotros) temblar. Llega a la puerta y un par de ellas un poco más pequeñas se precipitan al suelo cayendo a un par de metros de vosotros. "Ñieeeee..." comienza a girar el pomo haciendo un chirrido metálico bastante estridente, haciendo que algunas más grandes caigan mucho más cerca. ¿Queréis que continúe?
- Equipo Chis-Fish:
- Al ver las plataformas os dais cuenta de que se trasladan de una forma bastante ordenada siguiendo un patrón simple. Una mente algo avispada se daría cuenta de que escogieron ese sistema en vez de una pasarela para que el movimiento de algunos componentes no se viese interrumpido. Si sois un poco ágiles podríais pasar sin problemas. Si pasáis a mitad del recorrido os encontraréis con un grupo de cuatro gigantescos engranajes. Parecen importantes, aunque ¿Será buena idea tocarlos sin saber a para qué sirven?
- Equipo OUYEA!:
- Con vuestros cojones morenos escogéis la puerta que da mucho miedo. La abrís con todo vuestro valor
y decisión dispuestos a enfrentaros a todo lo que tengáis delante. Al otro lado podéis ver a un hombre sentado en la taza del váter,
estaba con el periódico, pero obviamente le habéis interrumpido. El tío viste una camiseta de tirantes blanca bastante ceñida a sus músculos, unos pantalones (Bajados) negros y tiene una nodachi apoyada en una de las paredes.
-¿Pero que coj...? Intenta decir, pero de pronto el suelo bajo vosotros se abre para dar lugar a una caída libre.
Caéis en un escenario bastante extraño. Parece salido de la fantasía de una niña. un paisaje verde con el cielo azul y nubes con forma de unicornio. Un río de arcoiris lo atraviesa y hay árboles de caramelos. Tan curioso es el lugar que ni siquiera os hacéis daño con la caída de lo blandito que es el suelo
- Equipo Hachaflauta:
- Balagus da un hachazo al la puerta. Tras ver cómo cede deduces que hubiera bastado con abrirla como una persona normal. La hoja sale volando hasta caer en una duna de arena. ¿Arena? sip, arena. Es un desierto en el interior de un edificio. Al lado de la puerta destrozada ves a William y a un tío con pintas cuanto menos extrañas, vestido con un sujetador y un tanga,
y con la cara tapada con unas medias.
- Equipo Nostafags:
- Avanzáis por el pantano, el mantra no os advierte de vida inteligente en la sala, pero si os dais cuenta de una cosa, las hojas de las plantas no bajan de cierta altura por encima del agua, dejando un espacio de un par de metros. Y hay un extraño miasma que sale en burbujas de debajo del agua pantanosa, el cual... huele a pedo. Tras caminar un rato podéis ver una plataforma metálica que sale lo justo del agua para dar a una puerta. Oh Baia una salida... o no.
- El Team Rocket:
- Dexter hace la luz para encontraros con... una sala llena de... bueno... culos. Los Culos lo recubren todo,
desde el suelo, pasando por las paredes hasta el techo. Algunos son grandes, otros más pequeños. Los hay de todas clases y de todos tipo. No sabéis muy bien si son artificiales o a alguien se le ha ocurrido la idea de coleccionarlos en esa sala. Hay una puerta pero hay que subir por una escalinata de nalgas hasta un par de nalgas enormes y abrir lo que parece una puerta hecha con un culo.
- Equipo Willi-Pantsu:
- Os acercáis a la puerta cuando, de pronto esta sale volando. La hoja acaba clavada en la arena a escasos centímetros de ti. Del hueco sale Balagus y su mascota. Bueno, vosotros decidís lo que haréis.
- Equipo Sucubastard:
- Os acercáis a las voces y podéis ver desde una distancia segura quienes son. Son dos hombres, uno es alto, apuesto y rubio, con orejas puntiagudas y ojos almendrados, viste una armadura de cuero y porta un arco y unas espadas curvas.
El otro es bastante más bajito pero muy robusto, de rasgos más toscos y con una poblada barba, viste una armadura metálica con un casco y porta un hacha de guerra a parte de otras más pequeñas. Parecen estar discutiendo sobre la cuenta de algo o sobre si noseque contaba como uno. No parece que reparen en vosotros. Así que si decidís buscar una salida no tardareis en encontrarla, unas escaleras metálicas suben a una plataforma que da a una puerta.
Luka Rooney
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Tras las palabras de Marc, acepté de buena manera inspeccionar algo más el terreno antes de tomar una decisión firme. Me parecía una idea bastante inteligente y, en ese momento, me dí cuenta que Marc complementaba bastante bien mis impulsos con su tranquilidad y forma de ser. Al fin y al cabo, parar aquellos engranajes podía ocasionar cualquier tipo de problema. Desde que nos cayese algo, a que no pudiésemos seguir avanzando, pasando por un sin fín de posibilidades que ni siquiera era capaz de imaginar.
Conforme íbamos andando descubría un tipo de engranaje nuevo. Además, la cercanía que tenían los propios engranajes con el camino por el que debíamos pasar cada vez era más notoria, creando cierta ansiedad en mí.
- Creo que jamás había visto tantos engranajes juntos -comenté sin dejar de ojearlos-. No sabía que fueran tan diferentes unos de otros, pero es que a la vez hacen la misma función. Esto es increíble, creo que ya me voy contento y acabamos de empezar la aventura.
Finalmente, tras un breve recorrido, llegamos a unas pasarelas que parecían ser el punto de inflexión de nuestras andanzas por allí.
- Su movimiento parece bastante básico, ¿no? -comenté a Marc por si se me estaba pasando algo- Voy yo primero, deséame suerte.
Con mucho cuidado fui avanzando poco a poco, con paso firme. La sensación de aventura era tan fuerte que por un momento pensé si estaba haciendo lo correcto. Sería una manera de morir muy patética. De hecho, no merecería ni siquiera ser recordado por tan desgraciada desdicha. Con un par de impulsos más logré terminar mi andanza entre aquellas plataformas, mirando hacia el lado contrario, donde se encontraba mi nuevo amigo.
- ¡Ánimo Marc, te toca a tí!
La verdad es que el gigante era todo un aventurero, y estaba seguro que conseguiría su fin, llegando hasta mí incluso en menos tiempo que yo.
”Puede que no seamos los más fieros, veloces o fuertes de la competición. Puede que ni sepan nuestros nombres. Pero hay algo que nosotros tenemos y ellos no, y es la ilusión. Ilusión por avanzar, por pasarlo bien y por plantarle cara a quien se nos ponga delante. Lo más seguro es que no ganemos, pero con hacer algo digno nos conformaremos” Pensé sin quitar de vista a Marc, cuyo espíritu y mentalidad me estaban empezando a poseer.
Indagué durante unos segundos el sitio al que acababa de llegar, percatándome de unos gigantescos engranajes que parecían ser los centrales de toda la actividad de la zona dada sus dimensiones.
Si Marc llegaba con vida, cosa que creía que cumpliría sin muchos problemas, le mostraría los mecanismos que había visto. No iban a gran velocidad, y quizá estuviese bien pararlos momentáneamente para ver qué ocurría, pero cualquier acción se la consultaría al pirata, que seguro que tenía alguna idea bajo la manga.
- Si te parece, podemos pararlos temporalmente de alguna manera, quizá si los dos intentamos frenar uno a la fuerza nos valga, así veremos qué es lo que hace, si es que hace algo. Si no, podemos pararlos definitivamente de alguna forma y jugárnosla, total, de perdidos al río -sonreí a Marc para después mirar de nuevo los engranajes- o puede que antes podamos ver hacia dónde se dirigen, aunque, sinceramente, no veo nada que los enlace con otra cosa. ¿Serán tan importantes como parecen?
Entonces empecé a dar vueltas alrededor de ellos con la intención de observar cómo trabajaban y si tenían unión con cualquier otra sección de engranajes. En mi mente estaba bastante claro que, de no decir lo contrario Marc, los pararíamos sin dudarlo. Quedaba en su decisión si lo hacíamos de manera permanente o temporal. Aquello le daría aún más emoción a nuestro apasionante viaje que se había iniciado en una taberna con insulsa comida y mucho pirata.
Conforme íbamos andando descubría un tipo de engranaje nuevo. Además, la cercanía que tenían los propios engranajes con el camino por el que debíamos pasar cada vez era más notoria, creando cierta ansiedad en mí.
- Creo que jamás había visto tantos engranajes juntos -comenté sin dejar de ojearlos-. No sabía que fueran tan diferentes unos de otros, pero es que a la vez hacen la misma función. Esto es increíble, creo que ya me voy contento y acabamos de empezar la aventura.
Finalmente, tras un breve recorrido, llegamos a unas pasarelas que parecían ser el punto de inflexión de nuestras andanzas por allí.
- Su movimiento parece bastante básico, ¿no? -comenté a Marc por si se me estaba pasando algo- Voy yo primero, deséame suerte.
Con mucho cuidado fui avanzando poco a poco, con paso firme. La sensación de aventura era tan fuerte que por un momento pensé si estaba haciendo lo correcto. Sería una manera de morir muy patética. De hecho, no merecería ni siquiera ser recordado por tan desgraciada desdicha. Con un par de impulsos más logré terminar mi andanza entre aquellas plataformas, mirando hacia el lado contrario, donde se encontraba mi nuevo amigo.
- ¡Ánimo Marc, te toca a tí!
La verdad es que el gigante era todo un aventurero, y estaba seguro que conseguiría su fin, llegando hasta mí incluso en menos tiempo que yo.
”Puede que no seamos los más fieros, veloces o fuertes de la competición. Puede que ni sepan nuestros nombres. Pero hay algo que nosotros tenemos y ellos no, y es la ilusión. Ilusión por avanzar, por pasarlo bien y por plantarle cara a quien se nos ponga delante. Lo más seguro es que no ganemos, pero con hacer algo digno nos conformaremos” Pensé sin quitar de vista a Marc, cuyo espíritu y mentalidad me estaban empezando a poseer.
Indagué durante unos segundos el sitio al que acababa de llegar, percatándome de unos gigantescos engranajes que parecían ser los centrales de toda la actividad de la zona dada sus dimensiones.
Si Marc llegaba con vida, cosa que creía que cumpliría sin muchos problemas, le mostraría los mecanismos que había visto. No iban a gran velocidad, y quizá estuviese bien pararlos momentáneamente para ver qué ocurría, pero cualquier acción se la consultaría al pirata, que seguro que tenía alguna idea bajo la manga.
- Si te parece, podemos pararlos temporalmente de alguna manera, quizá si los dos intentamos frenar uno a la fuerza nos valga, así veremos qué es lo que hace, si es que hace algo. Si no, podemos pararlos definitivamente de alguna forma y jugárnosla, total, de perdidos al río -sonreí a Marc para después mirar de nuevo los engranajes- o puede que antes podamos ver hacia dónde se dirigen, aunque, sinceramente, no veo nada que los enlace con otra cosa. ¿Serán tan importantes como parecen?
Entonces empecé a dar vueltas alrededor de ellos con la intención de observar cómo trabajaban y si tenían unión con cualquier otra sección de engranajes. En mi mente estaba bastante claro que, de no decir lo contrario Marc, los pararíamos sin dudarlo. Quedaba en su decisión si lo hacíamos de manera permanente o temporal. Aquello le daría aún más emoción a nuestro apasionante viaje que se había iniciado en una taberna con insulsa comida y mucho pirata.
Marc Kiedis
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Una vez el semigigante y el gyojin hubieron analizado el movimiento de las plataformas, se dieron cuenta de que era un patrón realmente sencillo, que parecía destinado simplemente a evitar los múltiples engranajes que había en aquel lugar. Luka decidió adelantarse, y Marc pudo ver como su compañero llegaba hasta el final de dichas plataformas con bastante facilidad. Acto seguido, fue él quien cruzó. Su falta de agilidad hizo que le resultara más complicado de lo que esperaba, y tuvo que andarse con bastante cuidado para no desequilibrarse. Incluso estuvo cerca de caerse en un par de ocasiones. Sin embargo, finalmente llegó hasta donde Luka esperaba.
La verdad era que el gyojin le caía bien, era un tipo simpático y, al parecer, compartía con él su deseo de vivir aventuras y su ilusión por ver mundo. Y aquello siempre era de agradecer. Desde luego, si todos los hombres-pez eran como aquel, no entendía por qué existía esa animadversión hacia ellos. Pobrecillos, si eran buena gente. Tal vez la gente tenía envidia de sus branquias. No podía ser por su fuerza, pues los gigantes eran más fuertes y nadie les odiaba tanto, así que tenían que ser las branquias. Cuando acabaran aquella extraña competición preguntaría sobre ello a su compañero.
Una vez los dos se encontraron frente a cuatro gigantescos engranajes, los más grandes que parecía haber en toda la sala, Luka sugirió intentar pararlos. A Marc le parecía buena idea, la verdad. Seguro que aquel mecanismo estaba ligado a las defensas de ese lugar, o a una puerta más adelante. Algo le decía que, si lograban frenarlos, se quitarían un obstáculo del camino. Pero antes, el grandullón tuvo una idea:
- Me parece bien intentar frenarlos, pero primero quiero contarte una idea que he tenido. Se trata de que no nos roben la bandera, y de robar todas las que podamos, ¿no? Pues bien, he pensado que tú puedes llevar la nuestra oculta en tu mochila, y yo fabricaré una réplica de queso que me colgaré a la espalda a modo de capa. De ese modo, podríamos llevar a error a quien intente quitárnosla. ¿Qué te parece?
Al gyojin pareció gustarle la ocurrencia del grandullón, y se guardó la bandera real en la mochila mientras Marc creaba en torno a su cuello una fina lámina de queso de color negro del mismo tamaño, y con el mismo dibujo que la original. Para darle un toque más de realismo, dicha lámina caería ondulante por la parte superior de su espalda.
Una vez hubo creado la falsa bandera, el semigigante dijo a su compañero:
- De acuerdo, voy a probar a echar queso fundido en el espacio entre los dos engranajes más grandes para intentar atascarlos.
Si no lo consigo, podríamos tirar cada uno de uno de ellos, o probar a golpearlos. Seguro que si logramos detenerlos el camino será más sencillo.
Tras decir esto, comenzaría a crear pegajoso queso fundido con la intención de atascar los engranajes y detener su giro. Si no surtía efecto, buscarían otro modo de intentarlo.
La verdad era que el gyojin le caía bien, era un tipo simpático y, al parecer, compartía con él su deseo de vivir aventuras y su ilusión por ver mundo. Y aquello siempre era de agradecer. Desde luego, si todos los hombres-pez eran como aquel, no entendía por qué existía esa animadversión hacia ellos. Pobrecillos, si eran buena gente. Tal vez la gente tenía envidia de sus branquias. No podía ser por su fuerza, pues los gigantes eran más fuertes y nadie les odiaba tanto, así que tenían que ser las branquias. Cuando acabaran aquella extraña competición preguntaría sobre ello a su compañero.
Una vez los dos se encontraron frente a cuatro gigantescos engranajes, los más grandes que parecía haber en toda la sala, Luka sugirió intentar pararlos. A Marc le parecía buena idea, la verdad. Seguro que aquel mecanismo estaba ligado a las defensas de ese lugar, o a una puerta más adelante. Algo le decía que, si lograban frenarlos, se quitarían un obstáculo del camino. Pero antes, el grandullón tuvo una idea:
- Me parece bien intentar frenarlos, pero primero quiero contarte una idea que he tenido. Se trata de que no nos roben la bandera, y de robar todas las que podamos, ¿no? Pues bien, he pensado que tú puedes llevar la nuestra oculta en tu mochila, y yo fabricaré una réplica de queso que me colgaré a la espalda a modo de capa. De ese modo, podríamos llevar a error a quien intente quitárnosla. ¿Qué te parece?
Al gyojin pareció gustarle la ocurrencia del grandullón, y se guardó la bandera real en la mochila mientras Marc creaba en torno a su cuello una fina lámina de queso de color negro del mismo tamaño, y con el mismo dibujo que la original. Para darle un toque más de realismo, dicha lámina caería ondulante por la parte superior de su espalda.
Una vez hubo creado la falsa bandera, el semigigante dijo a su compañero:
- De acuerdo, voy a probar a echar queso fundido en el espacio entre los dos engranajes más grandes para intentar atascarlos.
Si no lo consigo, podríamos tirar cada uno de uno de ellos, o probar a golpearlos. Seguro que si logramos detenerlos el camino será más sencillo.
Tras decir esto, comenzaría a crear pegajoso queso fundido con la intención de atascar los engranajes y detener su giro. Si no surtía efecto, buscarían otro modo de intentarlo.
- Resumen:
- - Observar como Luka cruza las plataformas y, no sin ciertos problemas, seguirle.
- Crear una "bandera de queso" a mi espalda a modo de pañuelo de fiestas de pueblo mientras Luka guarda la de verdad en su mochila (el user de Luka está de acuerdo con esto).
- Echar queso fundido entre los dos engranajes más grandes para intentar atascarlos y que paren.
Deathstroke
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Una vez enfrente de las puertas, estas se abrieron para dejarnos paso a la prueba que había preparado Viktor. en vistazo rápido pude ver que era una sala inmensa con una pasarela metálica que la atravesaba. Comencé a avanzar hacia el interior y a la vez que lo hice me guardé la bandera uno de los bolsillos de la túnica, mientras avanzaba pude notar que el suelo parecía no tener fin, lo que significaba una buena caída.
Sin embargo, aquello no era lo peor, por lo menos por mi parte, por toda la habitación había cintas transportadoras que llevaban algo que parecían bombas colgadas en unos ganchos, pasando estas cerca de la pasarela que debíamos de seguir.
-Ten cuidado Barba, este juego tiene pinta de ser peligroso, lo más importante es no tocar nada. – le dije mientras avanzaba. – Legim, tranquilo que seguro que aquí no pasa nada. En caso de que cayeses iría a por ti – le dije acariciándole la cabeza. – también va por ti Barbazul.
No conocía mucho de mi compañero, se había unido hacía poco tiempo, era una buena manera de conocerlo mejor, por lo menos sus habilidades.
Sin embargo, aquello no era lo peor, por lo menos por mi parte, por toda la habitación había cintas transportadoras que llevaban algo que parecían bombas colgadas en unos ganchos, pasando estas cerca de la pasarela que debíamos de seguir.
-Ten cuidado Barba, este juego tiene pinta de ser peligroso, lo más importante es no tocar nada. – le dije mientras avanzaba. – Legim, tranquilo que seguro que aquí no pasa nada. En caso de que cayeses iría a por ti – le dije acariciándole la cabeza. – también va por ti Barbazul.
No conocía mucho de mi compañero, se había unido hacía poco tiempo, era una buena manera de conocerlo mejor, por lo menos sus habilidades.
William White
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El compañero no pareció tener plan en mente, ¿Tanto le costaba comunicarse conmigo? Es decir, si quería trazar una estrategia con el compañero al menos debería saber cómo iba reaccionar ante una situación.
-En fin, como veo que no eres muy dado a hablar actuaremos de la siguiente manera, e evadiremos cualquier combate directo y solamente trataremos de atacar a aquellos grupos que no demuestren ser fuertes, o aquellos grupos contra los que tengamos alguna oportunidad y les hallamos pillado por sorpresa ¿Queda claro? - informé a mi compañero.
Habían transcurrido unos minutos cuando lentamente nos fuimos aproximando a la puerta metálica. Finalmente, un fragmento de la puerta metálica salió disparada hacía mi dirección ¿Una bomba? ¿Qué diablos había sido eso? Cuando quise darme cuenta figura atravesó la puerta, ¿un gigante? No, no era tan grande, tal vez un semigigante o uno de esos humanos grandes tan poco habituales. Detrás de él parecía haber otra persona, ¿Cómo era posible que mi haki no me hubiera avisado de una presencia al otro lado del muro? Daba igual, por lo que centrando mi mantra sobre los dos individuos intenté reconocer su peligrosidad, ya que no me sonaban de los carteles. Fuera como fuera tenían pinta problemática, pero el hecho más preocupante era lo pronto que habíamos sido interceptados tan rápido.
-Así que las salas de los distintos concursantes están interconectados, bueno eso era esperable, pero no esperaba que estuviéramos tan, tan cerca unos de otros- pensé para mis adentros.
Tratando de no precipitarme no me puse en una postura de guardia después de todo no quería parecer hostil. Así que levantando el sombrero levemente a modo de saludo, me dirigía ellos manteniendo una buena distancia, unos veinte metros al menos.
-Buenos días caballeros, me temó que han tomado una dirección equivocada, venimos de allí- dije señalando a mi espalda -Así que me temo que esta no es la dirección de la torre, se supone que debería estar en esa dirección- dije señalando a sus espaldas.
- ¿Dónde están mis modales? Soy Arduin, aventurero para servirle- me presenté, haciendo una pequeña reverencia sin perder de vista a los dos hombres -Si no me equivoco ninguno sois capitán de embarcación- proseguí, ya que creía tener controladas a la gran mayoría de tripulaciones candidatas - ¿Qué les parecería hacer equipo? Si lo piensas Viktor no mencionó en ningún momento que los grupos serían de dos personas ¿No? De las banderas que consigamos las impares serán para vosotros y las pares para nosotros, es decir la primera sería para vosotros- mencioné a los recién llegados.
Esperaría una respuesta de los hombres, en caso de que no contestarán simplemente pasaría de largo, tratando pasar a una distancia prudencial de ellos. En caso de que se negarán o tomarán una actitud hostil simplemente me pondría en guardia a la espera. Y finalmente si aceptaban la proposición trataría de acercar posturas y escuchar lo que tuvieran que decir.
-En fin, como veo que no eres muy dado a hablar actuaremos de la siguiente manera, e evadiremos cualquier combate directo y solamente trataremos de atacar a aquellos grupos que no demuestren ser fuertes, o aquellos grupos contra los que tengamos alguna oportunidad y les hallamos pillado por sorpresa ¿Queda claro? - informé a mi compañero.
Habían transcurrido unos minutos cuando lentamente nos fuimos aproximando a la puerta metálica. Finalmente, un fragmento de la puerta metálica salió disparada hacía mi dirección ¿Una bomba? ¿Qué diablos había sido eso? Cuando quise darme cuenta figura atravesó la puerta, ¿un gigante? No, no era tan grande, tal vez un semigigante o uno de esos humanos grandes tan poco habituales. Detrás de él parecía haber otra persona, ¿Cómo era posible que mi haki no me hubiera avisado de una presencia al otro lado del muro? Daba igual, por lo que centrando mi mantra sobre los dos individuos intenté reconocer su peligrosidad, ya que no me sonaban de los carteles. Fuera como fuera tenían pinta problemática, pero el hecho más preocupante era lo pronto que habíamos sido interceptados tan rápido.
-Así que las salas de los distintos concursantes están interconectados, bueno eso era esperable, pero no esperaba que estuviéramos tan, tan cerca unos de otros- pensé para mis adentros.
Tratando de no precipitarme no me puse en una postura de guardia después de todo no quería parecer hostil. Así que levantando el sombrero levemente a modo de saludo, me dirigía ellos manteniendo una buena distancia, unos veinte metros al menos.
-Buenos días caballeros, me temó que han tomado una dirección equivocada, venimos de allí- dije señalando a mi espalda -Así que me temo que esta no es la dirección de la torre, se supone que debería estar en esa dirección- dije señalando a sus espaldas.
- ¿Dónde están mis modales? Soy Arduin, aventurero para servirle- me presenté, haciendo una pequeña reverencia sin perder de vista a los dos hombres -Si no me equivoco ninguno sois capitán de embarcación- proseguí, ya que creía tener controladas a la gran mayoría de tripulaciones candidatas - ¿Qué les parecería hacer equipo? Si lo piensas Viktor no mencionó en ningún momento que los grupos serían de dos personas ¿No? De las banderas que consigamos las impares serán para vosotros y las pares para nosotros, es decir la primera sería para vosotros- mencioné a los recién llegados.
Esperaría una respuesta de los hombres, en caso de que no contestarán simplemente pasaría de largo, tratando pasar a una distancia prudencial de ellos. En caso de que se negarán o tomarán una actitud hostil simplemente me pondría en guardia a la espera. Y finalmente si aceptaban la proposición trataría de acercar posturas y escuchar lo que tuvieran que decir.
- resumen pantsu:
- narro, defino estrategia con mi tan "hablador" compañero. Posteriormente activó haki al ver a los dos hombres para averiguar sus intenciones y su "nivel", tras ello hablo con los hombres proponiendo hacer equipo, ya que Viktor no definió de cuantas personas podía ser los grupos,
en caso de estar limitado les indicó que la primera bandera que obtengamos será para ellos y la segunda para nosotros.
Nailah
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La puerta se abrió como si nada y, poco a poco, vio como el interior estaba iluminado. Dio un paso hacia adelante sin esperarse nada y en cuanto vio lo que había en su interior abrió los ojos como platos. Biscuit, en su hombro, hizo lo mismo. Las tres personas en aquella pequeña sala exclamaron lo mismo a la vez. ¿Era... un baño? ¡Claro que lo era! Había un hombre sentado en el retrete leyendo un periódico como si nada. ¿Pero qué hacía un baño ocupado cuando la fortaleza estaba siendo ocupada?
Antes de que Nailah pudiera decir algo el suelo cedió y cayó al vacío. Cerró los ojos con fuerza y en cuestión de segundos aterrizó sobre algo blandito, incluso rebotó con la caída. Biscuit cayó a su lado e hizo lo mismo.
-¿Estás bien, pequeño? - Inquirió recogiéndolo y poniéndolo de nuevo en su hombro.
El tontatta estaba perfectamente. La caída no había sido peligrosa, pero tardaron un rato en descender. Menudo subidón de adrenalina. Nailah miró hacia el cielo, tratando de buscar la entrada por la que habían caído, pero pareció no ver nada. ¿Dónde se suponía que estaban? ¿Y cómo era posible tener algo así dentro de una fortaleza?
-Es como las historias que me imaginaba de pequeña - comentó a Biscuit.
Todo era muy bonito y acogedor a la vista. Los prados verdes y el cielo azul, parecía un lugar perfecto para una princesa de cuenta, un lugar para que no corriese ningún peligro. Las nubes parecían algodón de azúcar con forma de unicornio. La pirata se movió un poco y vio un río arcoiris y árboles de caramelo cerca.
Dio unas vueltas sobre si misma para ver mejor la zona, pero parecía que no había ningún lugar claro hacia donde ir así que caminó hasta el río de arcoiris. En su rostro se dibujó una sonrisa inconsciente y la pirata parecía no prestar atención a la situación en la que se encontraban. ¿Qué peligros podría esconder un lugar así? Pensó. ¿Quizás las brujas malvadas de los cuentos?
Antes de que Nailah pudiera decir algo el suelo cedió y cayó al vacío. Cerró los ojos con fuerza y en cuestión de segundos aterrizó sobre algo blandito, incluso rebotó con la caída. Biscuit cayó a su lado e hizo lo mismo.
-¿Estás bien, pequeño? - Inquirió recogiéndolo y poniéndolo de nuevo en su hombro.
El tontatta estaba perfectamente. La caída no había sido peligrosa, pero tardaron un rato en descender. Menudo subidón de adrenalina. Nailah miró hacia el cielo, tratando de buscar la entrada por la que habían caído, pero pareció no ver nada. ¿Dónde se suponía que estaban? ¿Y cómo era posible tener algo así dentro de una fortaleza?
-Es como las historias que me imaginaba de pequeña - comentó a Biscuit.
Todo era muy bonito y acogedor a la vista. Los prados verdes y el cielo azul, parecía un lugar perfecto para una princesa de cuenta, un lugar para que no corriese ningún peligro. Las nubes parecían algodón de azúcar con forma de unicornio. La pirata se movió un poco y vio un río arcoiris y árboles de caramelo cerca.
Dio unas vueltas sobre si misma para ver mejor la zona, pero parecía que no había ningún lugar claro hacia donde ir así que caminó hasta el río de arcoiris. En su rostro se dibujó una sonrisa inconsciente y la pirata parecía no prestar atención a la situación en la que se encontraban. ¿Qué peligros podría esconder un lugar así? Pensó. ¿Quizás las brujas malvadas de los cuentos?
- resumen:
- -Decir lo mismo que el tío del retrete junto a Biscuit.
-Caerse y rebotar en la hierba.
-Subir al tontatta al hombro y caminar hacia el río de arcoiris.
Ivan Markov
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Ivan suspiró y desenvainó su katana, cansado de todo aquello. Estaba deseando salir de aquella puta sala helada, pero el esbirro de Syxel era simplemente demasiado lento. Y para colmo parecía que en cualquier momento fuesen a caérseles todas las estalactitas encima... no se le ocurrían muchas cosas que hacer salvo cafradas arriesgadas. Y en aquel momento estaba demasiado molesto por el frío como para no hacer el cafre. Respiró hondo ignorando la sensación punzante en sus pulmones y se centró en el acero, recubriéndolo con su voluntad. Acto seguido miró hacia el techo y se puso en guardia con la katana. Definitivamente estaba como una cabra, pero de peores situaciones había salido.
- Que termine de abrir. Si caen, nos encargamos de las más cercanas y salimos por patas.
El plan era sencillo, se centraría en esquivar las que pudiera, destrozar las que no a base de ondas cortantes y tratar de evitar que alguna bloquease la salida o aplastase al esbirro. En cuanto la puerta estuviera abierta la cruzaría a toda velocidad. No le cabía duda de que eventualmente las espinas de hielo eventualmente se desprenderían, convicción reforzada por el hecho de que algunas ya lo hubieran hecho.
- Abre la puerta - le dijo al no muerto.
Se puso en tensión centrando todos sus sentidos en el techo. Atento a los sonidos del hielo crujiendo y quebrándose, esperaba ser lo bastante rápido como para reaccionar a tiempo, confiando en que si hubiese algún otro peligro Syxel le cubriría.
- Que termine de abrir. Si caen, nos encargamos de las más cercanas y salimos por patas.
El plan era sencillo, se centraría en esquivar las que pudiera, destrozar las que no a base de ondas cortantes y tratar de evitar que alguna bloquease la salida o aplastase al esbirro. En cuanto la puerta estuviera abierta la cruzaría a toda velocidad. No le cabía duda de que eventualmente las espinas de hielo eventualmente se desprenderían, convicción reforzada por el hecho de que algunas ya lo hubieran hecho.
- Abre la puerta - le dijo al no muerto.
Se puso en tensión centrando todos sus sentidos en el techo. Atento a los sonidos del hielo crujiendo y quebrándose, esperaba ser lo bastante rápido como para reaccionar a tiempo, confiando en que si hubiese algún otro peligro Syxel le cubriría.
- resumen:
- Me preparo para cortar los carámbanos cuando caigan mientras espero a que el no muerto abra la puerta. En cuanto esté abierta la cruzaré a toda prisa.
Zane se quejaba cada vez que podía, suspirando y emitiendo algo parecido a un quejido. ¿Cuánto tiempo llevaban caminando? ¿Cinco, diez minutos? Era exasperante estar ahí andando. ¿Tan grande era aquel lugar? Algo raro pasaba. El camino parecía no terminar y el pirata estaba cada vez más impaciente. ¿Cuánto tardaría en encontrar a alguien con otra bandera para poder arrebatársela? Volvió a suspirar, pero esta vez más profundamente, exhalando más aire, y se paró en seco.
-Me he cansado de andar –le dijo a Therax, desviando su mirada hacia el techo. No parecía muy alto, ¿cinco, seis metros tal vez? No sabría calcularlo con exactitud, pero si no encontraba una final del camino de frente lo haría por otro medio, y conociéndole no sería nada sutil-. Yo que tu desplegaba tus alas, socio
Tras avisar a su compañero de juergas, hizo brotar sus alas y alzó el vuelo, distanciándose un metro del suelo de aquel largo pasillo. Luego, desenfundó una de sus katanas y, acto seguido, las recubrió de energía espiritual. «Musondo» dijo para sus adentros, para justo después comenzar a lanzar una cadena de ondas espirituales que hacia el techo, intentando abrir una brecha en él, o en su defecto comprobar la resistencia del mismo. Él sabía todo lo que era capaz de cortar mediante su espada, por lo que, seguramente, si no le hiciera ningún rasguño sería un material tan duro que requeriría de otro tipo de técnica, no solo de su canalización espiritual. No obstante, tras hacer eso, miraría el suelo que había a sus pies. Quizás estuvieran sobre un suelo de esos que se deslizaban cuando se ponían a caminar; a saber.
-Me he cansado de andar –le dijo a Therax, desviando su mirada hacia el techo. No parecía muy alto, ¿cinco, seis metros tal vez? No sabría calcularlo con exactitud, pero si no encontraba una final del camino de frente lo haría por otro medio, y conociéndole no sería nada sutil-. Yo que tu desplegaba tus alas, socio
Tras avisar a su compañero de juergas, hizo brotar sus alas y alzó el vuelo, distanciándose un metro del suelo de aquel largo pasillo. Luego, desenfundó una de sus katanas y, acto seguido, las recubrió de energía espiritual. «Musondo» dijo para sus adentros, para justo después comenzar a lanzar una cadena de ondas espirituales que hacia el techo, intentando abrir una brecha en él, o en su defecto comprobar la resistencia del mismo. Él sabía todo lo que era capaz de cortar mediante su espada, por lo que, seguramente, si no le hiciera ningún rasguño sería un material tan duro que requeriría de otro tipo de técnica, no solo de su canalización espiritual. No obstante, tras hacer eso, miraría el suelo que había a sus pies. Quizás estuvieran sobre un suelo de esos que se deslizaban cuando se ponían a caminar; a saber.
- Resumen:
- Cansarme de andar + pararme en seco y decirle a Therax que va a lanzar alguna onda cortante al techo + levantarme en el aire con mis alas cosa de 1 metro y lanzar algunas ondas cortantes[previamente a eso usaría el musondo (técnica espiritual que refuerzan mis ataques) + ver que ocurre.]
Maze
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El olor se iba haciendo cada vez más desagradable mientras avanzaban por lo que parecía un invernadero abandonado. Del fango, de vez en cuando emanaban burbujas que al explotar dejaban escapar miasma de un hedor insoportable. Y eso que no estaba utilizando los sentidos olfativos de Kouga, sino los suyos como humana. De lo contrario probablemente se hubiera desmayado hacía tiempo. Pero, aunque quizás no sea algo sorprendente, aquello no era lo único que molestaba a la chica.
Mientras caminaban, aparte de asegurarse de no caer en la ciénaga que había bajo sus pies, la pelinaranja se había molestado en observar aquello que les rodeaba, llegando a algunas conclusiones mediante sus conocimientos sobre la naturaleza. Si aquello era un invernadero lo más lógico era que hubiera animales... Aunque quizás para recrear el micro hábitat en el que estaban habían incluido insectos... "Esperemos que ninguno portador de enfermedades". Pensó la chica. Tenía cierta resistencia, pero no podía saber si se daba el caso con su compañero. Solo por si acaso, decidió continuar el recorrido con su haki de armadura activado y comentárselo a Aka también: -Puede que haya insectos aunque no veamos grandes monstruos, no me sorprendería que alguno venenoso.- Diría antes de continuar con sus cavilaciones. El gas que salía de la ciénaga también podía ser algo más que olor a descomposición, pero poco más podían protegerse de ello... Además... Las hojas de las plantas solo se podían observar a partir de cierta altura... Bastante altura de hecho. Imaginaba que por la capacidad de obtener luz... -Las plantas a las que no les da la luz suele evolucionar y volverse...- Se detuvo en seco. -¿Crees que sean tan bizarros como para poner en este lugar plantas carnívoras gigantes?- Esperaba que la respuesta fuese negativa, pero era una esperanza vaga, casi nula.
Akane suspiró. De momento al ver la salida. Bien. Aquello quizás hubiera sido fácil. Demasiado de hecho. A la felina algo no le cuadraba. Era imposible que el único peligro de aquel lugar fuese el mal olor. Tal vez porque con los años se había vuelto algo más paranoica de lo normal. De no ser porque había sido convertida en esclava, en experimento y casi haberse congelado las últimas veces que se confió se hubiera echado la bronca a sí misma por su actitud, pero no era el caso.
Con su haki de armadura aún activo y retocando sus audífonos para poder escuchar cualquier cosa que hiciese el más leve sonido por la sala, detuvo a Akagami con un brazo, mientras con el índice de la otra le hacía un gesto para que no hiciera ruido ni hablase, situándolo frente a sus labios. Después, tomó una de sus dagas, imbuyendola con haki y, sin decir nada, la lanzó con fuerza hacía la plataforma que daba a la salida. Esperaba que la presión que hiciese fuese suficiente para comprobar si algo se lanzaría a por ellos en caso de avanzar. Independientemente de ello, esperaría unos segundos para volver a regular sus audífonos y preguntaría a su compañero que creía mejor: ¿Seguir adelante o mirar a ver que había sobre sus cabezas?
Mientras caminaban, aparte de asegurarse de no caer en la ciénaga que había bajo sus pies, la pelinaranja se había molestado en observar aquello que les rodeaba, llegando a algunas conclusiones mediante sus conocimientos sobre la naturaleza. Si aquello era un invernadero lo más lógico era que hubiera animales... Aunque quizás para recrear el micro hábitat en el que estaban habían incluido insectos... "Esperemos que ninguno portador de enfermedades". Pensó la chica. Tenía cierta resistencia, pero no podía saber si se daba el caso con su compañero. Solo por si acaso, decidió continuar el recorrido con su haki de armadura activado y comentárselo a Aka también: -Puede que haya insectos aunque no veamos grandes monstruos, no me sorprendería que alguno venenoso.- Diría antes de continuar con sus cavilaciones. El gas que salía de la ciénaga también podía ser algo más que olor a descomposición, pero poco más podían protegerse de ello... Además... Las hojas de las plantas solo se podían observar a partir de cierta altura... Bastante altura de hecho. Imaginaba que por la capacidad de obtener luz... -Las plantas a las que no les da la luz suele evolucionar y volverse...- Se detuvo en seco. -¿Crees que sean tan bizarros como para poner en este lugar plantas carnívoras gigantes?- Esperaba que la respuesta fuese negativa, pero era una esperanza vaga, casi nula.
Akane suspiró. De momento al ver la salida. Bien. Aquello quizás hubiera sido fácil. Demasiado de hecho. A la felina algo no le cuadraba. Era imposible que el único peligro de aquel lugar fuese el mal olor. Tal vez porque con los años se había vuelto algo más paranoica de lo normal. De no ser porque había sido convertida en esclava, en experimento y casi haberse congelado las últimas veces que se confió se hubiera echado la bronca a sí misma por su actitud, pero no era el caso.
Con su haki de armadura aún activo y retocando sus audífonos para poder escuchar cualquier cosa que hiciese el más leve sonido por la sala, detuvo a Akagami con un brazo, mientras con el índice de la otra le hacía un gesto para que no hiciera ruido ni hablase, situándolo frente a sus labios. Después, tomó una de sus dagas, imbuyendola con haki y, sin decir nada, la lanzó con fuerza hacía la plataforma que daba a la salida. Esperaba que la presión que hiciese fuese suficiente para comprobar si algo se lanzaría a por ellos en caso de avanzar. Independientemente de ello, esperaría unos segundos para volver a regular sus audífonos y preguntaría a su compañero que creía mejor: ¿Seguir adelante o mirar a ver que había sobre sus cabezas?
- Spoiler:
- Quejas sobre el mal olor y paranoias varias sobre posibles peligros como insectos venenosos o plantas carnívoras gigantes. Llegar a la supuesta salida, comprobar cuan seguro es pasar o no por ahí, pedir opinión a Aka sobre si cruzar la salida o no.
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El dragón avanzaba a paso lento pero seguro por el empantanado lugar. Su compañera, empleando aquellos extraños poderes que había logrado desarrollar tras todos esos años, había generado una plataforma y una especie de "techo móvil" para evitar entrar en contacto con el escenario. Quizá no fuera necesario, aunque desde luego sería mucho menos asqueroso y arriesgado. De este modo, cuando la pelirroja le ofreció subirse a la superficie de hilos, no encontró ningún motivo de peso para negarse. Refunfuñó por lo bajo, desviando la mirada, antes de montarse. Sus botas se encontraban manchadas por la asquerosa sustancia que cubría la superficie del enorme jardín botánico, aunque mejor ellas que sus propios pies.
El mantra no detectaba voz alguna, así que no parecía que fuera a haber ningún enemigo vivo de momento. Al menos, no uno con una voluntad lo suficientemente fuerte como para ser detectada. No sabía si alegrarse o temerse lo peor.
─ Es posible -susurró ante la afirmación de Mura-. Aunque no creo que encontremos mucha vida entre tanta podredumbre. Respecto a las plantas... Sea lo que sea, hay un motivo de peso para que no se encuentren más abajo, y sin duda alguna tiene que ver con el lodo -concluyó, observando los alrededores, pensativo.
El mal olor era ciertamente insoportable aunque, si se convertía en todo el peligro que debían afrontar en aquella sala, no pensaba quejarse. Lamentablemente, la experiencia le había enseñado que las cosas no solían ser tan sencillas y agradables, así que lo mejor sería mantenerse alerta... Por si las moscas.
Tras caminar durante un buen rato, finalmente dieron con lo que parecía ser la salida del podrido jardín. Estaba ahí, sin protección aparente, diciéndoles a gritos que la cruzasen y se librasen de una vez de la peste que afloraba en aquel lugar. «Demasiado fácil», se dijo a sí mismo mientras observaba la plataforma. Quizá pisarla fuera suficiente como para activar los sistemas de seguridad que había mencionado Viktor. No tenía muy claro qué tipo de mecanismos serían, pero estaba seguro de que, fuera lo que fuera, tendría dos objetivos: atrapar o eliminar. Teniendo en cuenta que, probablemente, aquellas instalaciones fueran secretas... Lo más útil sería la segunda opción. ¿Serían lo suficientemente peligrosas como para ponerle en peligro a él? «Si pudiéramos lanzar algo...» pensaba mientras se acariciaba el mentón, poco antes de que su compañera actuase y lanzara una de sus dagas directa a la plataforma tras detenerle. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro entonces. A veces tenía la sensación de que era capaz de leerle la mente.
Aguardaría al resultado de aquello antes de proceder. Si no ocurría nada, se adelantaría y sería el primero en poner un pie en aquella plataforma e intentar cruzar la puerta. Si, por el contrario, activaban algo... Bueno, se encargaría de responder como buenamente pudiera. Quizá pudiera elevarse en el aire para ver algo desde arriba, pero dudaba que fuera algo tan complicado. No todo el mundo tenía la capacidad de alzarse tanto en el aire.
El mantra no detectaba voz alguna, así que no parecía que fuera a haber ningún enemigo vivo de momento. Al menos, no uno con una voluntad lo suficientemente fuerte como para ser detectada. No sabía si alegrarse o temerse lo peor.
─ Es posible -susurró ante la afirmación de Mura-. Aunque no creo que encontremos mucha vida entre tanta podredumbre. Respecto a las plantas... Sea lo que sea, hay un motivo de peso para que no se encuentren más abajo, y sin duda alguna tiene que ver con el lodo -concluyó, observando los alrededores, pensativo.
El mal olor era ciertamente insoportable aunque, si se convertía en todo el peligro que debían afrontar en aquella sala, no pensaba quejarse. Lamentablemente, la experiencia le había enseñado que las cosas no solían ser tan sencillas y agradables, así que lo mejor sería mantenerse alerta... Por si las moscas.
Tras caminar durante un buen rato, finalmente dieron con lo que parecía ser la salida del podrido jardín. Estaba ahí, sin protección aparente, diciéndoles a gritos que la cruzasen y se librasen de una vez de la peste que afloraba en aquel lugar. «Demasiado fácil», se dijo a sí mismo mientras observaba la plataforma. Quizá pisarla fuera suficiente como para activar los sistemas de seguridad que había mencionado Viktor. No tenía muy claro qué tipo de mecanismos serían, pero estaba seguro de que, fuera lo que fuera, tendría dos objetivos: atrapar o eliminar. Teniendo en cuenta que, probablemente, aquellas instalaciones fueran secretas... Lo más útil sería la segunda opción. ¿Serían lo suficientemente peligrosas como para ponerle en peligro a él? «Si pudiéramos lanzar algo...» pensaba mientras se acariciaba el mentón, poco antes de que su compañera actuase y lanzara una de sus dagas directa a la plataforma tras detenerle. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro entonces. A veces tenía la sensación de que era capaz de leerle la mente.
Aguardaría al resultado de aquello antes de proceder. Si no ocurría nada, se adelantaría y sería el primero en poner un pie en aquella plataforma e intentar cruzar la puerta. Si, por el contrario, activaban algo... Bueno, se encargaría de responder como buenamente pudiera. Quizá pudiera elevarse en el aire para ver algo desde arriba, pero dudaba que fuera algo tan complicado. No todo el mundo tenía la capacidad de alzarse tanto en el aire.
- Resumen:
- Subirse a la plataforma de hilos de Mura y continuar el camino, divagando sobre el por qué de que las plantas no bajen más. Una vez frente a la entrada, aguardar el resultado de la comprobación de Mura. Si no ocurriera nada, se adelantaría e intentaría cruzar la puerta el primero.
Dharkel Asrai Nymraif
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- Lo empezaba a echar de menos – dije irónicamente mientras me intentaba zafar inútilmente del agarre del semigigante. Tan solo esperaba que nada explotase.
La puerta, como estaba previsto, cedió ante la brutal embestida de mi compañero, dejando ver un desierto arenoso. ¿Por qué coño había tanta arena dentro del edificio? Mi mente no pudo evitar divagar durante unos segundos, vagando desde los recuerdos de las dunas de Arabasta, hasta incluso llegarme a cuestionar si aquella sala no se trataría de la letrina de algún felino de gran tamaño. No podía descartar nada.
- Bueno, ¿qué te parece si lo intentamos con otra? – Comenté cuando Balagus me liberó -. O no tentamos a la suerte y seguimos por aquí.
Tras cruzar el marco de donde antes había una puerta, nos encontramos con lo que supuse que sería otro grupo de “jugadores”. Manteniendo la serenidad y la mente fría di un paso al frente, dejando a Balagus a mi espalda y pensando en cómo actuaría Syxel ante tal circunstancia. ¿Haría algún comentario sobre el tipo excéntrico? No, probablemente les dejase a ellos hablar primero. Ver lo que tenían que decir y quizás juguetear con ellos un rato. No obstante, me llevé las manos a la espalda y señalé el hueco por el que habíamos entrado. Esperaba que el semigigante captase la jugada. Estaba bien hacerse pasar por mi capitán, pero no por ello tenía que caer en sus errores. Carecía de su fuerza y destreza para el combate. Para mi suerte, aquellas no eran mis armas principales.
Ante la presentación de un tal Arduin decidí imitarle y hacer una reverencia. La educación era un bien escaso y sentía que debía retribuirla. Sin embargo, esta idea desapareció de mi mente a medida que el sujeto fue exponiendo su caso. A mí personalmente no me ofendía la idea de ser ninguneado, de hecho, disfrutaba de las ventajas que aquello conllevaba, mas el ego de un capitán era absurdo y toda ofensa a él debía ser castigada. O eso creía que pensaba Syxel. Nunca habíamos discutido sobre tal asunto.
- ¿No sabes quién soy yo? ¡Yo soy el infame Silver D. Syxel, terror del North Blue y capitán del Pandora! – Dije intentando imitar su voz mostrándome molesto y seguro a la par que avanzaba un par de pasos hacia ellos.
Su intento de diálogo denotaba sensatez, prudencia y debilidad. Conocía varios casos previos de intentar evadir un conflicto potencial mediante la palabrería, como eran el de Jish o el mío propio. Solo esperaba no equivocarme y que el peculiar personaje en ropa interior no fuese un Balagus en potencia.
- Habiendo aclarado este pequeño malentendido debes saber que no tengo intención de combatir, no ahora. Debemos reservar fuerzas para lo que está por venir. He de decir que tu propuesta, a pesar de ser descabellada, me gusta. De hecho, estoy de acuerdo en una colaboración de beneficios mutuos. Siempre y cuando nos cedáis amablemente vuestra bandera. Al fin y al cabo, sería la primera de nuestra asociación - puntualicé mientras continuaba avanzando lentamente hacia ellos sin dar señales de hostilidad.
La puerta, como estaba previsto, cedió ante la brutal embestida de mi compañero, dejando ver un desierto arenoso. ¿Por qué coño había tanta arena dentro del edificio? Mi mente no pudo evitar divagar durante unos segundos, vagando desde los recuerdos de las dunas de Arabasta, hasta incluso llegarme a cuestionar si aquella sala no se trataría de la letrina de algún felino de gran tamaño. No podía descartar nada.
- Bueno, ¿qué te parece si lo intentamos con otra? – Comenté cuando Balagus me liberó -. O no tentamos a la suerte y seguimos por aquí.
Tras cruzar el marco de donde antes había una puerta, nos encontramos con lo que supuse que sería otro grupo de “jugadores”. Manteniendo la serenidad y la mente fría di un paso al frente, dejando a Balagus a mi espalda y pensando en cómo actuaría Syxel ante tal circunstancia. ¿Haría algún comentario sobre el tipo excéntrico? No, probablemente les dejase a ellos hablar primero. Ver lo que tenían que decir y quizás juguetear con ellos un rato. No obstante, me llevé las manos a la espalda y señalé el hueco por el que habíamos entrado. Esperaba que el semigigante captase la jugada. Estaba bien hacerse pasar por mi capitán, pero no por ello tenía que caer en sus errores. Carecía de su fuerza y destreza para el combate. Para mi suerte, aquellas no eran mis armas principales.
Ante la presentación de un tal Arduin decidí imitarle y hacer una reverencia. La educación era un bien escaso y sentía que debía retribuirla. Sin embargo, esta idea desapareció de mi mente a medida que el sujeto fue exponiendo su caso. A mí personalmente no me ofendía la idea de ser ninguneado, de hecho, disfrutaba de las ventajas que aquello conllevaba, mas el ego de un capitán era absurdo y toda ofensa a él debía ser castigada. O eso creía que pensaba Syxel. Nunca habíamos discutido sobre tal asunto.
- ¿No sabes quién soy yo? ¡Yo soy el infame Silver D. Syxel, terror del North Blue y capitán del Pandora! – Dije intentando imitar su voz mostrándome molesto y seguro a la par que avanzaba un par de pasos hacia ellos.
Su intento de diálogo denotaba sensatez, prudencia y debilidad. Conocía varios casos previos de intentar evadir un conflicto potencial mediante la palabrería, como eran el de Jish o el mío propio. Solo esperaba no equivocarme y que el peculiar personaje en ropa interior no fuese un Balagus en potencia.
- Habiendo aclarado este pequeño malentendido debes saber que no tengo intención de combatir, no ahora. Debemos reservar fuerzas para lo que está por venir. He de decir que tu propuesta, a pesar de ser descabellada, me gusta. De hecho, estoy de acuerdo en una colaboración de beneficios mutuos. Siempre y cuando nos cedáis amablemente vuestra bandera. Al fin y al cabo, sería la primera de nuestra asociación - puntualicé mientras continuaba avanzando lentamente hacia ellos sin dar señales de hostilidad.
- Resumen:
- -blablabla como de costumbre.
-Hacerle señas a Balagus.
-Aceptar la propuesta siempre y cuando nos cedan su bandera.
Los resoplidos de Zane no hacían más que acentuar el hastío que sentía el rubio. ¿Hacia dónde iba aquel maldito pasillo? Parecía interminable, como si a cada paso que diesen el suelo bajo sus pies se desplazase en sentido contrario. Ya había dejado de contar los minutos que llevaban caminando, así como los pasos. En su lugar, estimaba el tiempo transcurrido mediante los bufidos de su cada vez más impaciente capitán. Sabía que era cuestión de tiempo que saltase con algún disparate con el que poner fin a la marcha interminable que estaban llevando a cabo.
Fuera como fuere, algo raro debía estar sucediendo allí. ¿Qué sentido tenía meterlos a todos en una construcción para que se peleasen por las banderas y que, en última instancia, se viesen obligados a desplazarse tanto para encontrarse con alguien? No, allí ocurría algo extraño... o al menosésa era su impresión.
-Ya somos dos -respondió al comentario de su capitán, encogiéndose de hombros unos instantes después. Éste se detuvo, pero el rubio continuó caminando unos metros en busca de algo que le indicase que el final del corredor se encontraba más cerca o... bueno, lo que fuera, pero algo-. ¿Las alas para qué?
Giró sobre sí mismo justo para ver cómo el pelirrojo hacía brotar un par de alas de su espalda y se elevaba un poco en dirección al techo. No había que ser demasiado inteligente para saber qué iba a hacer y, de hecho, cualquiera que le conociera un poco podría intuir que más tarde o más temprano haría algo como aquello.
La idea no terminaba de convencer al domador. ¿Y si el material del que estaba hecho el techo del pasillo era capaz de reflejar la energía? Jamás había oído hablar de algo con esas características, pero lo cierto era que se esperaba cualquier cosa del retorcido anfitrión que les hacía pelear casi como súbditos. Torció el gesto y esbozó una mueca de asco cuando la comparación se le vino a la mente.
Acto seguido, siguiendo el consejo de su capitán, hizo que un par de alas azuladas apareciesen en su espalda y su cuerpo entero se cubrió de una energía del mismo color. No obstante, no le agradaba la idea de quedarse quieto sin más, esperando. Se impulsó hacia el corredor que se extendía ante ellos. Recorrería una distancia de unos veinte o treinta metros y, encontrase o no algo interesante, volvería para reunirse con el pelirrojo.
Fuera como fuere, algo raro debía estar sucediendo allí. ¿Qué sentido tenía meterlos a todos en una construcción para que se peleasen por las banderas y que, en última instancia, se viesen obligados a desplazarse tanto para encontrarse con alguien? No, allí ocurría algo extraño... o al menosésa era su impresión.
-Ya somos dos -respondió al comentario de su capitán, encogiéndose de hombros unos instantes después. Éste se detuvo, pero el rubio continuó caminando unos metros en busca de algo que le indicase que el final del corredor se encontraba más cerca o... bueno, lo que fuera, pero algo-. ¿Las alas para qué?
Giró sobre sí mismo justo para ver cómo el pelirrojo hacía brotar un par de alas de su espalda y se elevaba un poco en dirección al techo. No había que ser demasiado inteligente para saber qué iba a hacer y, de hecho, cualquiera que le conociera un poco podría intuir que más tarde o más temprano haría algo como aquello.
La idea no terminaba de convencer al domador. ¿Y si el material del que estaba hecho el techo del pasillo era capaz de reflejar la energía? Jamás había oído hablar de algo con esas características, pero lo cierto era que se esperaba cualquier cosa del retorcido anfitrión que les hacía pelear casi como súbditos. Torció el gesto y esbozó una mueca de asco cuando la comparación se le vino a la mente.
Acto seguido, siguiendo el consejo de su capitán, hizo que un par de alas azuladas apareciesen en su espalda y su cuerpo entero se cubrió de una energía del mismo color. No obstante, no le agradaba la idea de quedarse quieto sin más, esperando. Se impulsó hacia el corredor que se extendía ante ellos. Recorrería una distancia de unos veinte o treinta metros y, encontrase o no algo interesante, volvería para reunirse con el pelirrojo.
- Resumen:
- Ver cómo Zane trata de romper el techo y, mientras tanto, avanzar un poco por el pasillo para ver si nos espera algo diferente y volver.
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El portón cedió sin oponer casi resistencia, yendo a volar lejos al otro lado de la sala. Me permití amagar una sonrisa satisfecha durante unos segundos, que borré tan pronto como vi que al otro lado del umbral se extendía una superficie arenosa y ondulada con pintas de estar bien calentita.
"¿Desde cuándo crecen desiertos dentro de los castillos? ¿Es que se les ha ocurrido alguna nueva majadería a los arquitectos estos años?"
Interrumpí mis extrañados pensamientos cuando el mendigo disfrazado decidió hacer gala de su habilidad para exponer lo obvio: o continuabamos por el camino recién abierto, o probábamos con otra puerta.
Aflojé la fuerza de mi brazo para dejarle salir y poder pasar yo por la puerta, pues esta no era ni de lejos tan grande como para caber ambos, y empecé a llevar mi enorme envergadura de una estancia a otra apretándome y encogiénome, pensando en la mordaz réplica que le daría a mi compañero en cuanto pudiera. Sin embargo, otros concursantes hicieron acto de presencia de inmediato, y Dharkel no tardó en seguirme y adelantarse para hacerse cargo de la situación.
"¿Dirección correcta? Voy a tardar yo poco en enseñarte la dirección correcta." Pensé, airado, tras oír la primera declaración del desconocido. Inmediatamente recordé que en aquella reunión había gente bastante poderosa, pero me tranquilicé al no reconocer su cara entre las de los piratas de alto nivel presentes en Jaya. Además, todo estaría bien mientras no dijera nada en alto.
De inmediato, no obstante, pareció reconsiderar sus opciones y decidió presentarse con toda formalidad, diplomacia y asquerosa educación, lo que, junto a su postura corporal, me hicieron pensar que, o bien era alguien tan poderoso que le daba todo igual, o bien quería pasar lo más inofensivo que le fuera posible. La situación me preocupaba y me daba risa a partes iguales, a decir verdad.
Desde mi posición, me di cuenta de que Dharkel me hacía una serie de señas hacia la puerta. ¿Quería que me fuera? ¿O que la bloqueara? Desde luego, lo primero no lo iba a hacer ni de coña, a pesar de llevar yo la bandera a buen recaudo, así que decidí dar un par de pasos hacia atrás y vigilar la situación mientras servía de muro ante posibles entradas o salidas por ahí.
Decidí empezar a emplear mi haki observador sobre ambos sujetos, con el hacha presta en la mano por si me tocaba lanzarla rápidamente. Dediqué una rápida mirada al segundo sujeto, un tipo extravagante y completamente absurdo cuya vestimenta daba demasiada información.
Inmediatamente, y con la intención de no castigar más mis ojos con tan deplorable espectáculo, regresé mi atención a la conversación cercana: por lo que poco que aún hoy me fiaba de Dharkel, no descartaba que pudiera venderme en aquel castillo. Afortunadamente, pareció meterse bastante bien en su papel de Silver, y , tras un despliegue inicial de ira al no haber sido reconocido como tal, apreció la oferta de negociación de los recién llegados, siempre y cuando ellos nos dieran su bandera al ser la primera obtenida.
"Muy inteligente. Aunque con una buena paliza conseguiríamos un resultado parecido y más rápido."
Con un oído puesto en la negociación y otro en la habitación detrás de mí, alerta por si venía alguien de allí, estudié la sala desértica con la vista tratando de encontrar algo más que arena o paredes.
"¿Desde cuándo crecen desiertos dentro de los castillos? ¿Es que se les ha ocurrido alguna nueva majadería a los arquitectos estos años?"
Interrumpí mis extrañados pensamientos cuando el mendigo disfrazado decidió hacer gala de su habilidad para exponer lo obvio: o continuabamos por el camino recién abierto, o probábamos con otra puerta.
Aflojé la fuerza de mi brazo para dejarle salir y poder pasar yo por la puerta, pues esta no era ni de lejos tan grande como para caber ambos, y empecé a llevar mi enorme envergadura de una estancia a otra apretándome y encogiénome, pensando en la mordaz réplica que le daría a mi compañero en cuanto pudiera. Sin embargo, otros concursantes hicieron acto de presencia de inmediato, y Dharkel no tardó en seguirme y adelantarse para hacerse cargo de la situación.
"¿Dirección correcta? Voy a tardar yo poco en enseñarte la dirección correcta." Pensé, airado, tras oír la primera declaración del desconocido. Inmediatamente recordé que en aquella reunión había gente bastante poderosa, pero me tranquilicé al no reconocer su cara entre las de los piratas de alto nivel presentes en Jaya. Además, todo estaría bien mientras no dijera nada en alto.
De inmediato, no obstante, pareció reconsiderar sus opciones y decidió presentarse con toda formalidad, diplomacia y asquerosa educación, lo que, junto a su postura corporal, me hicieron pensar que, o bien era alguien tan poderoso que le daba todo igual, o bien quería pasar lo más inofensivo que le fuera posible. La situación me preocupaba y me daba risa a partes iguales, a decir verdad.
Desde mi posición, me di cuenta de que Dharkel me hacía una serie de señas hacia la puerta. ¿Quería que me fuera? ¿O que la bloqueara? Desde luego, lo primero no lo iba a hacer ni de coña, a pesar de llevar yo la bandera a buen recaudo, así que decidí dar un par de pasos hacia atrás y vigilar la situación mientras servía de muro ante posibles entradas o salidas por ahí.
Decidí empezar a emplear mi haki observador sobre ambos sujetos, con el hacha presta en la mano por si me tocaba lanzarla rápidamente. Dediqué una rápida mirada al segundo sujeto, un tipo extravagante y completamente absurdo cuya vestimenta daba demasiada información.
Inmediatamente, y con la intención de no castigar más mis ojos con tan deplorable espectáculo, regresé mi atención a la conversación cercana: por lo que poco que aún hoy me fiaba de Dharkel, no descartaba que pudiera venderme en aquel castillo. Afortunadamente, pareció meterse bastante bien en su papel de Silver, y , tras un despliegue inicial de ira al no haber sido reconocido como tal, apreció la oferta de negociación de los recién llegados, siempre y cuando ellos nos dieran su bandera al ser la primera obtenida.
"Muy inteligente. Aunque con una buena paliza conseguiríamos un resultado parecido y más rápido."
Con un oído puesto en la negociación y otro en la habitación detrás de mí, alerta por si venía alguien de allí, estudié la sala desértica con la vista tratando de encontrar algo más que arena o paredes.
- Resumen:
- - Expresar mi aprecio, aunque sea mentalmente, hacia mi compañero, y avanzar con alguna estrechez a la siguiente sala.
- Atender al encuentro con el hacha preparada y bloquear la puerta como se me indica.
- Repasar con haki observador a los nuevos y mantenerme alerta ante posibles intrusiones y estudiar el pequeño desierto con la mirada.
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- [Reunión Pirata] El código de los hermanos: Parlamento
- [Diario Evento] La misteriosa reunión pirata
- De Byron el mejor pirata y el puto amo de todos los tiempos en este foro, el mas guapo y el mas cuadrado ademas de chetao para Legim, un no se que cualquiera
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