Marc Kiedis
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Una a una, el semigigante fue saltando de plataforma en plataforma con más bien poca elegancia y, de hecho, estando a punto de caerse en más de una ocasión. Su enorme y pesado cuerpo no estaba hecho para andar haciendo el mono por ahí, y la tensión se podía palpar en el ambiente. Un solo paso en falso y ni todo el queso del mundo podría frenar su caída. Afortunadamente, logró llegar al final junto a su compañero. El gyojin, dándose cuenta del nivel de adrenalina que Marc había tenido que liberar para llegar hasta allí, hizo un extraño chiste que logró sacarle una sonrisa, aunque más por el hecho de que ayudaba a quitar hierro al asunto que por su gracia.
- Sí, menos mal que hemos llegado. Esto ha sido más tenso que el bautizo de Charmander - contestó el grandullón. Pero, un momento ¿Quién era Charmander? ¿Y qué coño era un bautizo? No tenía la menor idea de qué significaba aquella expresión, pero algún sentido debía tener. Un cliente habitual del Baratie solía decir eso muy a menudo, y a Marc siempre le había hecho gracia. El bueno de Ish Ketchup siempre había sido uno de los clientes favoritos del semigigante, y le encantaba oír sus absurdos cuentos sobre criaturas raras que cambiaban de forma y dormían dentro de una especie de pelotas de baseball. Sabía que no eran reales, pero resultaban sumamente entretenidos.
Pero bueno, no era momento de perderse en los recuerdos. Ante ellos tenían ahora una puerta metálica. Luka sugirió buscar el modo de abrirla para poder continuar el camino, algo con lo que el grandullón se mostró de acuerdo.
- Me parece muy bien, compañero. Estoy de acuerdo con que es mejor intentar primero abrirla con suavidad. Ya hemos podido ver antes que ir a lo bruto no siempre funciona. Aunque, si no podemos abrirla sin romper nada, yo podría prender mi espada en llamas y tratar de derretir o al menos reblandecer el metal para cortarlo más fácilmente. ¿Qué te parece?
Una vez dicho esto, esperaría a que Luka terminase de buscar alguna forma no violenta de abrir la puerta. Si no la había, haría lo que acababa de decir. Desenvainaría mi espadón, haría que comenzase a arder e intentaría derretir la puerta. Si podía cortarla en el primer momento lo haría, y si no, una vez viese que se hubiese reblandecido, la golpearía para tratar de abrir un hueco en ella.
- Sí, menos mal que hemos llegado. Esto ha sido más tenso que el bautizo de Charmander - contestó el grandullón. Pero, un momento ¿Quién era Charmander? ¿Y qué coño era un bautizo? No tenía la menor idea de qué significaba aquella expresión, pero algún sentido debía tener. Un cliente habitual del Baratie solía decir eso muy a menudo, y a Marc siempre le había hecho gracia. El bueno de Ish Ketchup siempre había sido uno de los clientes favoritos del semigigante, y le encantaba oír sus absurdos cuentos sobre criaturas raras que cambiaban de forma y dormían dentro de una especie de pelotas de baseball. Sabía que no eran reales, pero resultaban sumamente entretenidos.
Pero bueno, no era momento de perderse en los recuerdos. Ante ellos tenían ahora una puerta metálica. Luka sugirió buscar el modo de abrirla para poder continuar el camino, algo con lo que el grandullón se mostró de acuerdo.
- Me parece muy bien, compañero. Estoy de acuerdo con que es mejor intentar primero abrirla con suavidad. Ya hemos podido ver antes que ir a lo bruto no siempre funciona. Aunque, si no podemos abrirla sin romper nada, yo podría prender mi espada en llamas y tratar de derretir o al menos reblandecer el metal para cortarlo más fácilmente. ¿Qué te parece?
Una vez dicho esto, esperaría a que Luka terminase de buscar alguna forma no violenta de abrir la puerta. Si no la había, haría lo que acababa de decir. Desenvainaría mi espadón, haría que comenzase a arder e intentaría derretir la puerta. Si podía cortarla en el primer momento lo haría, y si no, una vez viese que se hubiese reblandecido, la golpearía para tratar de abrir un hueco en ella.
- Resumen:
- - Pasarlas putas para atravesar las plataformas, pero conseguirlo.
- Perderme en recuerdos y desvaríos varios.
- Mostrarme de acuerdo con Luka y esperar a que buscara una manera tranquila de abrir la puerta.
- Si no la hay, hacer que mi espadón arda e intentar pasar a lo bestia.
Tras oír a Zane, Therax decidió esperar a que éste terminase con lo que fuera que estuviera tratando con el tripulante de Syxel. Por lo que decía el pelirrojo, el espadachín intuyó que el grandullón se mostraba tan innecesariamente malhumorado y seco como las pocas ocasiones en las que lo había visto antes.
Intentando dejar eso de lado, se volvió a centrar por un momento en la puerta y lo que les deparar el atravesarla. Era capaz de identificar dos presencias, sí, pero poco más. No sabía si serían hostiles o no, si correspondían a alguien familiar o si se encontrarían con quien fuese en cuanto cruzasen el umbral de la misma. Probablemente, en cualquier otra ocasión se lo habría pensado mucho antes de tomar alguna decisión. Habría valorado ventajas y desventajas, así como posibles alternativas e incluso qué o quién les esperaría tras ella.
No obstante, aquello era absurdo en el contexto en el que se encontraban. Un tipo que se había mostrado capaz de convocar a una enorme cantidad de piratas y de hacer que bailaran al son que él marcaba los había metido allí. Les había dejado claro que podrían encontrar de todo en el edificio, así que seguramente no habría ni un sólo camino libre de obstáculos. «Además, en caso de que lo hubiera seguro que no lo encontraría», se dijo el rubio, maldiciendo su suerte. Por otro lado, necesitaban encontrar a otros participantes para poder conseguir más banderas. Ese hecho ya constituía en cierto modo un obstáculo -o varios- antes de llegar al punto de encuentro.
Entonces, sin ningún motivo aparente, el capitán comenzó a reírse. ¿Qué demonios era tan gracioso? Todo quedó claro en cuanto contempló a un sujeto con una indumentaria de lo más inquietante -por decirlo suavemente-. El estrambótico individuo agitaba orgulloso un palo, del cual colgaban... ¿qué era eso? Al ver el trofeo del hombre, Therax se llevó rápidamente la mano al lugar que debería ocupar su ropa interior.
-¿Pero qué co...? -musitó al darse cuenta de que sus calzoncillos formaban parte del botín del desconocido. No pudo evitar sonrojarse, y por un momento se sintió tentado de ir a recuperarlos, mas cuando Zane se situó junto a él le quedó claro cuáles eran las propiedades en aquel momento. No obstante, continuaba preguntándose cómo lo había hecho el tipo para moverse a semejante velocidad y quitarle su ropa íntima sin que se diera cuenta-. Sí, la abrimos -respondió a la pregunta de su capitán. Mientras el pelirrojo la habría, dio un paso atrás y tanteó por un momento la empuñadura de sus espadas.
Intentando dejar eso de lado, se volvió a centrar por un momento en la puerta y lo que les deparar el atravesarla. Era capaz de identificar dos presencias, sí, pero poco más. No sabía si serían hostiles o no, si correspondían a alguien familiar o si se encontrarían con quien fuese en cuanto cruzasen el umbral de la misma. Probablemente, en cualquier otra ocasión se lo habría pensado mucho antes de tomar alguna decisión. Habría valorado ventajas y desventajas, así como posibles alternativas e incluso qué o quién les esperaría tras ella.
No obstante, aquello era absurdo en el contexto en el que se encontraban. Un tipo que se había mostrado capaz de convocar a una enorme cantidad de piratas y de hacer que bailaran al son que él marcaba los había metido allí. Les había dejado claro que podrían encontrar de todo en el edificio, así que seguramente no habría ni un sólo camino libre de obstáculos. «Además, en caso de que lo hubiera seguro que no lo encontraría», se dijo el rubio, maldiciendo su suerte. Por otro lado, necesitaban encontrar a otros participantes para poder conseguir más banderas. Ese hecho ya constituía en cierto modo un obstáculo -o varios- antes de llegar al punto de encuentro.
Entonces, sin ningún motivo aparente, el capitán comenzó a reírse. ¿Qué demonios era tan gracioso? Todo quedó claro en cuanto contempló a un sujeto con una indumentaria de lo más inquietante -por decirlo suavemente-. El estrambótico individuo agitaba orgulloso un palo, del cual colgaban... ¿qué era eso? Al ver el trofeo del hombre, Therax se llevó rápidamente la mano al lugar que debería ocupar su ropa interior.
-¿Pero qué co...? -musitó al darse cuenta de que sus calzoncillos formaban parte del botín del desconocido. No pudo evitar sonrojarse, y por un momento se sintió tentado de ir a recuperarlos, mas cuando Zane se situó junto a él le quedó claro cuáles eran las propiedades en aquel momento. No obstante, continuaba preguntándose cómo lo había hecho el tipo para moverse a semejante velocidad y quitarle su ropa íntima sin que se diera cuenta-. Sí, la abrimos -respondió a la pregunta de su capitán. Mientras el pelirrojo la habría, dio un paso atrás y tanteó por un momento la empuñadura de sus espadas.
- Resumen:
- Preguntarme cómo me han quitado los calzoncillos y prepararme para seguir a Zane cuando abra la puerta.
Rainbow662
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"Éste va a ser complicado", pensó Arribor al ver como su arma hendía el aire con un silbido agudo. El tipejo del cuerno sabía lo que se hacía, de eso no cabía duda, e incluso se las había arreglado para no mancharse de porquería. Para ello había usado un trozo de cemento como escudo, al igual que el propio Arribor utilizó la sangre que formaba su espada para recubrir sus brazos y bloquear el golpe que se le venía encima. Su defensa se hizo añicos ante la fuerza de Negro como si no fuese más que un vidrio. El dolor de sus brazos evidenciaba lo fuerte que era.
Se habría echado a reír, pero un grupo de bolas brillantes se estrellaron en su abdomen. Arribor no sabía qué clase de poderes tendría Negro, pero se resistió a dejar que se alejara demasiado. Hundió los pies en el hormigón y resistió el empuje de los ataques como mejor pudo.
La sangre comenzó a circular a mayor velocidad por sus venas. Se convirtió en fuego en sus venas, bramando al compás de un tambor de guerra. Extendió las manos para agarrar el arma de Negro, o al menos su brazo, para que no se apartase, y saltó un metro por encima de su cabeza.
-Voy a hacerme un collar con ese cuerno tuyo -amenazó con una sonrisa torcida.
En cuanto cayó, lanzó un cabezazo con todas sus fuerzas con la intención de partir en dos cuerno, cráneo y cerebro. Su frente estaba ennegrecida con haki e incluso formó su propio cuerno con sangre, corto y resistente. El golpe iba con potencia suficiente como para que el propio aire implosionase en forma de onda de choque lo bastante fuerte como para hacer añicos el maldito hormigón.
Y aun así, viendo el rival de Drake seguro que le tocaba pagar las cervezas.
- Resumen:
- Cabezazo a lo Zidane
Usado --> Breaker Soul: Usando esta técnica puede lanzar ataques extremadamente rápidos y fuertes que rompen la barrera del sonido. Al romper la barrera del sonido se forma una onda expansiva y otra onda aún más fuerte al impactar contra algo, lo que amplifica su poder destructivo.
Deathstroke
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Las personas que estaban delante de nosotros se llevaron la mano a la empuñadura de una espada en cuanto saqué mi arma. “Están tensos, eso está bien, saben que no pueden bajar la guardia” pensé al ver aquel movimiento. Uno de los gemelos dio un paso al frente y comenzó a hablar mientras le salía un fuego negro de todo el cuerpo, aceptaba ser alguien posiblemente más débil que nosotros, y que prefería gastar aquel tiempo en buscar otras banderas que perder el tiempo combatiendo. Dio otro paso hacia nosotros.
-Joven, da un paso más y estarás en peligro. – le dije cuando lo hizo, quizás pareciese que la amenaza era por miedo a que se acercase, pero no era así.
Las llamas comenzaron a reunirse en su pecho, en ese momento activé el haki de observación y la centré en ambos individuos, además de en mi compañero por si sufría algún tipo de ataque. EL joven siguió intentando convencernos de que les dejásemos a ellos y fuésemos a por otras banderas, para luego enfrentarnos más adelante. Detrás del joven, el que parecía su hermano gemelo hizo lo mismo de las llamas, aunque este con llamas blancas; sin embargo, hizo un comentario que me sorprendió. Mientras el que se había adelantado hablaba como si ellos fuesen dos distintos y tuviesen cada uno una bandera, este segundo hablaba como si tan solo uno fuese el verdadero y el otro una copia.
-El Jin y el Jang, un símbolo de equilibrio, y generalmente representado por los colores blanco y negro, al igual que vuestro fuego; ¿haréis alguna técnica conjunta o similar? – les prengunté soltando un pequeño suspiro – por cierto, tu – continué señalando con la mano que tenía libre al que generaba fuego blanco – ¿posees el haki de observación?, porque si es así, me pregunto que te ha hecho pensar, por qué creerías que me confundiría si hablabas como si solo fueseis uno. – le dije bajando la pistola y guardándola de nuevo. – Si tan solo usas el haki para el combate no puedes estar desperdiciándolo más. ¿Queréis un consejo de un veterano? Dejad las banderas en el suelo y marchaos antes de que os maten, con ese nivel puedo asegurar que no estáis preparados todavía.
Esperaba que ambos me hiciesen caso, no tenía ganas de combatir con jóvenes promesas de la piratería, aunque si decidían combatir, estaba preparado, mi mantra me avisaría de ataques que nos hiciesen y había un par de cosas que quería probar y que nunca había tenido la oportunidad; quizás fuese el momento.
-Joven, da un paso más y estarás en peligro. – le dije cuando lo hizo, quizás pareciese que la amenaza era por miedo a que se acercase, pero no era así.
Las llamas comenzaron a reunirse en su pecho, en ese momento activé el haki de observación y la centré en ambos individuos, además de en mi compañero por si sufría algún tipo de ataque. EL joven siguió intentando convencernos de que les dejásemos a ellos y fuésemos a por otras banderas, para luego enfrentarnos más adelante. Detrás del joven, el que parecía su hermano gemelo hizo lo mismo de las llamas, aunque este con llamas blancas; sin embargo, hizo un comentario que me sorprendió. Mientras el que se había adelantado hablaba como si ellos fuesen dos distintos y tuviesen cada uno una bandera, este segundo hablaba como si tan solo uno fuese el verdadero y el otro una copia.
-El Jin y el Jang, un símbolo de equilibrio, y generalmente representado por los colores blanco y negro, al igual que vuestro fuego; ¿haréis alguna técnica conjunta o similar? – les prengunté soltando un pequeño suspiro – por cierto, tu – continué señalando con la mano que tenía libre al que generaba fuego blanco – ¿posees el haki de observación?, porque si es así, me pregunto que te ha hecho pensar, por qué creerías que me confundiría si hablabas como si solo fueseis uno. – le dije bajando la pistola y guardándola de nuevo. – Si tan solo usas el haki para el combate no puedes estar desperdiciándolo más. ¿Queréis un consejo de un veterano? Dejad las banderas en el suelo y marchaos antes de que os maten, con ese nivel puedo asegurar que no estáis preparados todavía.
Esperaba que ambos me hiciesen caso, no tenía ganas de combatir con jóvenes promesas de la piratería, aunque si decidían combatir, estaba preparado, mi mantra me avisaría de ataques que nos hiciesen y había un par de cosas que quería probar y que nunca había tenido la oportunidad; quizás fuese el momento.
- resumen:
- seguir con la negociación y aconsejar a Sixel e Ivan que se retiren dejando las banderas en el suelo.
Activo haki de observación (perfecto) y uso la técnica del nivel perfecto sobre Barbazul.
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Su respiración era calmada, así como su ritmo cardíaco. Para la gran mayoría de las personas, la situación habría supuesto toda una inyección de adrenalina en su cuerpo, pese a que el dragón hubiera mantenido la calma. Sus movimientos, su forma de actual, su razonamiento. No dejarse llevar por las emociones era un punto fundamental a la hora de conservar la cabeza sobre los hombros, y esto era algo que aprendió incluso antes de echarse al mar, muchos años atrás. La experiencia de sus vivencias le había otorgado, en cierto sentido, aquella pizca de sabiduría. Al menos podría congratularse de haber sabido actuar acertadamente.
Su mirada ambarina recorrió el cuerpo de su compañera, buscando cualquier tipo de daño que pudiera haber sufrido en el proceso. Aparte de encontrarse mucho más pálida de lo habitual, no parecía que hubiera sufrido herida alguna. Sin embargo, el nerviosismo era palpable en su reacción, y es que se había separado de él rápidamente, con los pómulos rosados, destacando más de lo normal a causa del tono níveo de su piel. Berthil alzó una ceja al escuchar su respuesta y ver sus gestos. «No. No estás bien» pensó, sin dejar de mirarla. Un cálido suspiro emergió de su garganta mientras buscaba las palabras adecuadas para tranquilizar a la chica. No podrían haber predicho un resultado como ese, si bien se mantuvieron alerta con el gas, un despiste no dejaba de ser algo completamente humano. No la culpaba, pues él mismo habría incinerado el lugar tan solo para asegurarse de que ninguna de esas plantas les pusiera en peligro. No había nada que reprochar.
─ Deja de disculparte, gato -le instó con severidad, caminando hasta ponerse a su lado-. Estamos bien, quédate con eso. ¿Qué clase de demonio pide disculpas? -Cuestionó, mirándola de lado con una leve sonrisa-. Será mejor que sigamos avanzando. ¿Qué se supone que es este sitio? ¿Los cimientos?
Invirtió entonces algo de tiempo en analizar la sala en la que se encontraban. Mucho más grande que el jardín botánico, aparentemente, lo que podía conllevar que hubiera muchos más peligros. Pese a ello, en un principio no parecía haber nada que pudiera hacer peligrar su vida. Infinidad de columnas se extendían hacia un lado y hacia el otro, sosteniendo el peso de la enorme estructura. ¿Cuántas plantas poseería realmente el complejo?
Absorto en aquellos pensamientos, el eco de una discusión llegó hasta ellos en la lejanía. Inmediatamente, Berthil trató de localizar sus presencias al tiempo que agudizaba sus sentidos. Contaba con un muy buen oído, después de todo, así que no debería suponer ningún problema dar con los responsables.
─ Vayamos a ver quiénes son. Va siendo hora de recolectar unas cuantas banderas, ¿no crees? -Preguntó con una sonrisa maliciosa, antes de echar a caminar en la dirección desde la que proviniesen las voces.
Su mirada ambarina recorrió el cuerpo de su compañera, buscando cualquier tipo de daño que pudiera haber sufrido en el proceso. Aparte de encontrarse mucho más pálida de lo habitual, no parecía que hubiera sufrido herida alguna. Sin embargo, el nerviosismo era palpable en su reacción, y es que se había separado de él rápidamente, con los pómulos rosados, destacando más de lo normal a causa del tono níveo de su piel. Berthil alzó una ceja al escuchar su respuesta y ver sus gestos. «No. No estás bien» pensó, sin dejar de mirarla. Un cálido suspiro emergió de su garganta mientras buscaba las palabras adecuadas para tranquilizar a la chica. No podrían haber predicho un resultado como ese, si bien se mantuvieron alerta con el gas, un despiste no dejaba de ser algo completamente humano. No la culpaba, pues él mismo habría incinerado el lugar tan solo para asegurarse de que ninguna de esas plantas les pusiera en peligro. No había nada que reprochar.
─ Deja de disculparte, gato -le instó con severidad, caminando hasta ponerse a su lado-. Estamos bien, quédate con eso. ¿Qué clase de demonio pide disculpas? -Cuestionó, mirándola de lado con una leve sonrisa-. Será mejor que sigamos avanzando. ¿Qué se supone que es este sitio? ¿Los cimientos?
Invirtió entonces algo de tiempo en analizar la sala en la que se encontraban. Mucho más grande que el jardín botánico, aparentemente, lo que podía conllevar que hubiera muchos más peligros. Pese a ello, en un principio no parecía haber nada que pudiera hacer peligrar su vida. Infinidad de columnas se extendían hacia un lado y hacia el otro, sosteniendo el peso de la enorme estructura. ¿Cuántas plantas poseería realmente el complejo?
Absorto en aquellos pensamientos, el eco de una discusión llegó hasta ellos en la lejanía. Inmediatamente, Berthil trató de localizar sus presencias al tiempo que agudizaba sus sentidos. Contaba con un muy buen oído, después de todo, así que no debería suponer ningún problema dar con los responsables.
─ Vayamos a ver quiénes son. Va siendo hora de recolectar unas cuantas banderas, ¿no crees? -Preguntó con una sonrisa maliciosa, antes de echar a caminar en la dirección desde la que proviniesen las voces.
- Resumen:
- Restarle importancia a lo sucedido en la sala anterior. Rellenuto y proponer el ir a ver a quiénes pertenecen aquellas voces, caminando en la dirección de la que provengan.
William White
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El hombre se detuvó en seco, algo extraño viendo lo grandilocuente que había sido en un principio, vaya, puede que no sea tan confiado como parece o acaso es que no tienen tantas capacidades como las que presumió en un primer instante. El hombre finalmente continuó hablando y de un rápido movimiento se puso delante mía extendiendo su mano hacia mí, ¿Cómo era posible? En lo que se refería a mantra y percepción era dos de mis puntos fuertes, pero aquel hombre literalmente hjabía desparecido de mi campo perceptivo. A lo largo de mi vida había conocido hombres rápidos, capaces de recorrer casi medio centenarde metros en décimas de segundo, pero lo de aquel tipo había sido diferente. Había dejado de percibirle. No tardé en deducir una respuesta lógica a aquello, tal como solía decir Abdull: “Cuando no hay lógica alguna en un suceso, la solución más evidente es que sea obra de una fruta del diablo”.
Tratando de no dudar u mostrar asombro, me incorporé lentamente y acepté la mano, después de todo llevaba guantes. Unavez sellado la alianza volvía separarme un poco del hombre, simulando un espacio vital de un par de metros, después de todo me había mostrado que la distancia para él no era un problema. Mientras veía como el enmascarado se movía haciendo unas extravagantes piruetas hacía mis nuevos aliados noté algo extraño, mejor dicho deje de notar algo. Mis calzoncillos habían sido arrebatados. La respuesta no tardó en llegar cuando vi a mi compañero agitar una especie de bandera improvisada hecha a base de calzoncillos ¿Qué diablos era aquello? ¿Cuándo? ¿Cómo? Es más aquello podía resultar una ofensa, más si aquellos eran las prendas interiores de mis aliados.
-Es su forma de cerrar los tratos- musité con tono bajo tratando de quitarle hierro al asunto -Deberíamos movernos, el tiempo se nos hecha encima- mencioné al compañero mientras caminaba hacia la salida del desierto, después de todo el calor comenzaba a hacer mella.
Tratando de no dudar u mostrar asombro, me incorporé lentamente y acepté la mano, después de todo llevaba guantes. Unavez sellado la alianza volvía separarme un poco del hombre, simulando un espacio vital de un par de metros, después de todo me había mostrado que la distancia para él no era un problema. Mientras veía como el enmascarado se movía haciendo unas extravagantes piruetas hacía mis nuevos aliados noté algo extraño, mejor dicho deje de notar algo. Mis calzoncillos habían sido arrebatados. La respuesta no tardó en llegar cuando vi a mi compañero agitar una especie de bandera improvisada hecha a base de calzoncillos ¿Qué diablos era aquello? ¿Cuándo? ¿Cómo? Es más aquello podía resultar una ofensa, más si aquellos eran las prendas interiores de mis aliados.
-Es su forma de cerrar los tratos- musité con tono bajo tratando de quitarle hierro al asunto -Deberíamos movernos, el tiempo se nos hecha encima- mencioné al compañero mientras caminaba hacia la salida del desierto, después de todo el calor comenzaba a hacer mella.
- resumen:
- Sellar acuerdo e ir para salida
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Ante su negativa a mi contrapropuesta no pude evitar sentir cierta decepción, ni que esta quedase patente en la expresión de mi rostro. Y no por su respuesta en sí, pues obviamente era la que esperaba. Sino por el hecho de que tener que enfrentarme a un Ju Senshi por un absurdo y simple juego como aquel, sería un duro golpe para mi orgullo.
Observé con detenimiento como volvía a enfundar su arma, y escuché de nuevo su advertencia. Su compañero aún no había dicho nada, ni hecho movimiento alguno, lo cual me intrigaba y, dada la situación, me generaba aún más desconfianza. Por mi parte, continué centrado en ellos con mis sentidos al máximo, manteniendo el haki del observador activo por si se cansaban de esperar y decidían tomar la iniciativa. Alertado también de cualquier cosa que pudiese cambiar a nuestro alrededor, pues no podía olvidar el hecho de que no estábamos solos en ese lugar. Y así, los segundos transcurrían, haciéndosenos eternos. A pesar del calor que las llamas desprendían, me sentía como si la sangre se me hubiese helado allí mismo. Y una gota de sudor descendió por mi sien, fruto sin duda de la tensión a la que me encontraba sometido.
Debía tomar una decisión, y debía hacerlo ya. Entregar las banderas no era una opción, no para mí, y huir del lugar aún menos. Me prometí a mí mismo que no retrocedería jamás, y esa no iba a ser la primera ocasión. Por lo que si debía elegir entre esas alternativas o el combate, realmente no había elección posible. Y teniendo eso claro, ¿debía ser yo el primero en atacar? La situación era propicia, contaba con los medios y la oportunidad. Pero a pesar de ello, algo me impedía dar el paso. Y no era miedo precisamente, sino el hecho de tenerle frente a mí, tan tranquilo y a la espera. ¿Estaría tratando de entretenernos? Yo tenía a mis camaradas reuniendo banderas, y si el resto de su tripulación estaba en la isla cabía la posibilidad de que estuviesen haciendo lo mismo.
Demasiadas dudas, demasiadas posibilidades, y muy pocas que jugasen a mi favor. Fuera cual fuera el caso, no tenía sentido seguir dándole vueltas. Si su objetivo era hacernos perder tiempo, nosotros podíamos devolverles la jugada. Pero si por el contrario era cualquier otro, supongo que solo estábamos retrasando lo inevitable.
- Agradezco el consejo, amigo - le respondí con sinceridad. - Pero mucho me temo que no puedo hacer eso.
Aun con la mano descansando sobre la empuñadura de la espada, pero continuando con esta envainada, me mantuve allí de pie. Observándole con curiosidad, y sobre todo cautela, tratando de mantener la posición sin flaquear y el orgullo intacto. Y con la llameante esfera de energía acumulada aún frente a mi pecho, esperando una nueva respuesta por su parte o, en el peor de los casos, que diese comienzo un enfrentamiento que cada vez se me antojaba más inevitable.
Observé con detenimiento como volvía a enfundar su arma, y escuché de nuevo su advertencia. Su compañero aún no había dicho nada, ni hecho movimiento alguno, lo cual me intrigaba y, dada la situación, me generaba aún más desconfianza. Por mi parte, continué centrado en ellos con mis sentidos al máximo, manteniendo el haki del observador activo por si se cansaban de esperar y decidían tomar la iniciativa. Alertado también de cualquier cosa que pudiese cambiar a nuestro alrededor, pues no podía olvidar el hecho de que no estábamos solos en ese lugar. Y así, los segundos transcurrían, haciéndosenos eternos. A pesar del calor que las llamas desprendían, me sentía como si la sangre se me hubiese helado allí mismo. Y una gota de sudor descendió por mi sien, fruto sin duda de la tensión a la que me encontraba sometido.
Debía tomar una decisión, y debía hacerlo ya. Entregar las banderas no era una opción, no para mí, y huir del lugar aún menos. Me prometí a mí mismo que no retrocedería jamás, y esa no iba a ser la primera ocasión. Por lo que si debía elegir entre esas alternativas o el combate, realmente no había elección posible. Y teniendo eso claro, ¿debía ser yo el primero en atacar? La situación era propicia, contaba con los medios y la oportunidad. Pero a pesar de ello, algo me impedía dar el paso. Y no era miedo precisamente, sino el hecho de tenerle frente a mí, tan tranquilo y a la espera. ¿Estaría tratando de entretenernos? Yo tenía a mis camaradas reuniendo banderas, y si el resto de su tripulación estaba en la isla cabía la posibilidad de que estuviesen haciendo lo mismo.
Demasiadas dudas, demasiadas posibilidades, y muy pocas que jugasen a mi favor. Fuera cual fuera el caso, no tenía sentido seguir dándole vueltas. Si su objetivo era hacernos perder tiempo, nosotros podíamos devolverles la jugada. Pero si por el contrario era cualquier otro, supongo que solo estábamos retrasando lo inevitable.
- Agradezco el consejo, amigo - le respondí con sinceridad. - Pero mucho me temo que no puedo hacer eso.
Aun con la mano descansando sobre la empuñadura de la espada, pero continuando con esta envainada, me mantuve allí de pie. Observándole con curiosidad, y sobre todo cautela, tratando de mantener la posición sin flaquear y el orgullo intacto. Y con la llameante esfera de energía acumulada aún frente a mi pecho, esperando una nueva respuesta por su parte o, en el peor de los casos, que diese comienzo un enfrentamiento que cada vez se me antojaba más inevitable.
Dharkel Asrai Nymraif
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El diseño de aquella bandera que parecía sacado de un anuncio de lencería no me sorprendió. No después de lo que había visto previamente. La cogí haciendo un gesto de agradecimiento con la cabeza y procedí a guardarla en mi “intimidad” cuando me di cuenta de que mis harapientos y roídos calzones habían desaparecido. ¿Me habría olvidado de ponérmelos esta mañana? No, no me había olvidado. Se hallaban en otra improvisada bandera de ropa interior que el exhibicionista había confeccionado. Me encogí de hombros olvidando por un momento el papel que tenía que interpretar y usé el estandarte recién adquirido para sustituirlos. Si era el precio que tenía que pagar por aquella alianza, que así fuese.
Siguiendo el ejemplo de Arduin me encaminé hacia la puerta que custodiaba mi compañero. Parecía más irritado que de costumbre. Sabía que el arte de la palabrería y los entresijos de una negociación que no tuviese una pura y brutal violencia de por medio podían sacar lo peor de él, pues había sufrido su furia de primera mano. No obstante, tan solo le había visto así cuando alguien se pasaba de listo e intentaba acceder a la despensa. ¿Sería por el uso de mi habilidad?
- Puedo explicarlo – le dije en voz baja una vez llegué hasta él. Entonces, a través de la abertura pude observar al capitán de la tripulación aliada y a uno de sus secuaces. Después de todo, ¿me habría salvado de ser cazado? Quizás la tensión de Balagus era consecuencia de tener que lidiar con aquellos piratas. Tenía que intentar actuar como si no hubiese pasado nada -. Tenemos nuevos aliados. Y si la información que previamente nos proporcionaron es cierta, tendremos que probar suerte por otro camino.
Una vez el semigigante desbloqueó la entrada me interné en la sala de las puertas. ¿Acaso todas las demás estancias llevarían a esta? Me detuve a observar detenidamente y en silencio la habitación durante unos instantes, fijando la mirada en las escaleras. Si mis sospechas eran ciertas antes o después nos encontraríamos con otros participantes, y probablemente menos amistosos que el dúo de las dunas. Durante un segundo de vacilación estuve tentado de advertir a los piratas de mi recelo a continuar abriendo puertas. Pero aquello solamente jugaría en contra de mis intereses. Si finalmente tenía razón podríamos ganar un valioso tiempo, y quién sabía, quizás incluso pudiésemos rapiñar algo de valor por el camino.
Tras esperar a que el pelirrojo y su compañero desapareciesen por la puerta, le di un leve codazo a Balagus que probablemente ni si quiera notó, para seguidamente comenzar a subir por las escaleras. Era mucho más ligero que él, por lo que para mi desgracia esta vez me tocaba a mí ir en vanguardia, comprobando paso a paso y lentamente que era seguro avanzar. Dudé si hacer uso del haki de observación para vigilar a Arduin y al enmascarado, pero descarté la idea al cerciorarme de que el cazador me cubría la espalda.
Siguiendo el ejemplo de Arduin me encaminé hacia la puerta que custodiaba mi compañero. Parecía más irritado que de costumbre. Sabía que el arte de la palabrería y los entresijos de una negociación que no tuviese una pura y brutal violencia de por medio podían sacar lo peor de él, pues había sufrido su furia de primera mano. No obstante, tan solo le había visto así cuando alguien se pasaba de listo e intentaba acceder a la despensa. ¿Sería por el uso de mi habilidad?
- Puedo explicarlo – le dije en voz baja una vez llegué hasta él. Entonces, a través de la abertura pude observar al capitán de la tripulación aliada y a uno de sus secuaces. Después de todo, ¿me habría salvado de ser cazado? Quizás la tensión de Balagus era consecuencia de tener que lidiar con aquellos piratas. Tenía que intentar actuar como si no hubiese pasado nada -. Tenemos nuevos aliados. Y si la información que previamente nos proporcionaron es cierta, tendremos que probar suerte por otro camino.
Una vez el semigigante desbloqueó la entrada me interné en la sala de las puertas. ¿Acaso todas las demás estancias llevarían a esta? Me detuve a observar detenidamente y en silencio la habitación durante unos instantes, fijando la mirada en las escaleras. Si mis sospechas eran ciertas antes o después nos encontraríamos con otros participantes, y probablemente menos amistosos que el dúo de las dunas. Durante un segundo de vacilación estuve tentado de advertir a los piratas de mi recelo a continuar abriendo puertas. Pero aquello solamente jugaría en contra de mis intereses. Si finalmente tenía razón podríamos ganar un valioso tiempo, y quién sabía, quizás incluso pudiésemos rapiñar algo de valor por el camino.
Tras esperar a que el pelirrojo y su compañero desapareciesen por la puerta, le di un leve codazo a Balagus que probablemente ni si quiera notó, para seguidamente comenzar a subir por las escaleras. Era mucho más ligero que él, por lo que para mi desgracia esta vez me tocaba a mí ir en vanguardia, comprobando paso a paso y lentamente que era seguro avanzar. Dudé si hacer uso del haki de observación para vigilar a Arduin y al enmascarado, pero descarté la idea al cerciorarme de que el cazador me cubría la espalda.
- Resumen:
- - Uso la bandera a modo de ropa interior.
- Volver a la sala de la escalera y las puertas.
- Esperar a que Zane y Therax se vayan.
- Cuando Zane y Therax se han ido, subo por las escaleras con cuidado.
Balagus
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Pensé en explicarle brevemente a Zane las razones de mi comportamiento tras escuchar su réplica, siempre enmarcada en su acostumbrado tono sarcástico y jovial, pero rápidamente deseché la idea al caer en que alguien como él nunca entendería mis motivaciones y modo de vida.
El pelirrojo intercambió unas palabras con quien, supuse, sería su compañero, de las que pude deducir que todavía tenía algo por hacer. Fruncí el ceño, dispuesto a mandarle de nuevo a paseo, cuando una figura humanoide se escabulló desde su retaguardia. No tardé mucho en reconocerlo como el sujeto de la indumentaria indecorosa de antes, mas el extraño trofeo que llevaba consigo no me dejó apartar mis atónitos ojos de él, por más que quisiera.
- Pero qué demonios...
Con un pequeño cambio de peso en mis piernas comprobé que, efectivamente, el primitivo calzón de piel y cuero que usaba por debajo del taparrabos tribal había desaparecido por arte de magia. Sorprendido, enojado y cauto al mismo tiempo, posé mi mano libre sobre mi manhojo de boleadoras, pero me detuve al pensar en la utilidad de aquella acción y en las conversaciones que seguía manteniendo el mendigo con el otro desconocido.
"De todas formas, igual esto me ayuda a olvidarme de toda esta civilización de pacotilla y recordar más mi orígenes. Si tan sólo no los expusiera por ahí así..."
Bufé suavemente, intentando convencerme de que aquella era la mejor manera de proceder. Detrás de mí, pues me había dado la vuelta para seguir con la mirada al depravado de la ropa interior, Zane se rió sonoramente a pesar, o quizás a causa, de haber visto expuestas también sus propias vergüenzas. Pensé en detenerle y pedirle unos momentos cuando, para mi alivio, la negociación pareció haber acabado entre Dharkel y el otro.
Al parecer, aquel robo absurdo era una muestra de celebración por el nuevo acuerdo, de manera que nosotros habíamos ganado una bandera y perdido nuestra ropa interior, a juzgar por los seis elementos colgados del palo. Pacientemente, esperé a que mi compañero regresara con nuestros dos "aliados" improvisados siguiéndole, y regresé a la sala principal a nuestra espalda.
En silencio, esperamos hasta que el pelirrojo y su acompañante, Therax, se hubieron marchado por otra puerta. Estuve tentado por momentos de ofrecerle al mendigo el seguir a aquellos dos, pues probablemente con ellos estaríamos más seguros que con éstos, pero me contuve al imaginarme lo asquerosamente tediosa que resultaría semejante travesía.
Además, Dharkel parecía tener su propio plan. Con un codazo, que no habría notado casi de no haberle estado mirando ni manteniento mi mantra activo, me indicó que le siguiera, aparentemente en dirección a la escalera.
Aquella iniciativa me disgustaba más incluso que el seguir a Zane, pero, con un rápido repaso mental a los dos encuentros que habíamos tenido hasta ahora, pude empezar a entender las razones de mi acompañante. A disgusto y dejando escapar un gruñido, empecé a subir los escalones de... ¿Siete en siete? ¿Cinco en cinco? No me paré a contar. Sólo sabía que tenía que ir haciendo parones periódicamente para dejar subir al mendigo, llevando siempre cuidado de no dar un mal paso y forzando a detenerse a nuestros invitados tras de mí.
El pelirrojo intercambió unas palabras con quien, supuse, sería su compañero, de las que pude deducir que todavía tenía algo por hacer. Fruncí el ceño, dispuesto a mandarle de nuevo a paseo, cuando una figura humanoide se escabulló desde su retaguardia. No tardé mucho en reconocerlo como el sujeto de la indumentaria indecorosa de antes, mas el extraño trofeo que llevaba consigo no me dejó apartar mis atónitos ojos de él, por más que quisiera.
- Pero qué demonios...
Con un pequeño cambio de peso en mis piernas comprobé que, efectivamente, el primitivo calzón de piel y cuero que usaba por debajo del taparrabos tribal había desaparecido por arte de magia. Sorprendido, enojado y cauto al mismo tiempo, posé mi mano libre sobre mi manhojo de boleadoras, pero me detuve al pensar en la utilidad de aquella acción y en las conversaciones que seguía manteniendo el mendigo con el otro desconocido.
"De todas formas, igual esto me ayuda a olvidarme de toda esta civilización de pacotilla y recordar más mi orígenes. Si tan sólo no los expusiera por ahí así..."
Bufé suavemente, intentando convencerme de que aquella era la mejor manera de proceder. Detrás de mí, pues me había dado la vuelta para seguir con la mirada al depravado de la ropa interior, Zane se rió sonoramente a pesar, o quizás a causa, de haber visto expuestas también sus propias vergüenzas. Pensé en detenerle y pedirle unos momentos cuando, para mi alivio, la negociación pareció haber acabado entre Dharkel y el otro.
Al parecer, aquel robo absurdo era una muestra de celebración por el nuevo acuerdo, de manera que nosotros habíamos ganado una bandera y perdido nuestra ropa interior, a juzgar por los seis elementos colgados del palo. Pacientemente, esperé a que mi compañero regresara con nuestros dos "aliados" improvisados siguiéndole, y regresé a la sala principal a nuestra espalda.
En silencio, esperamos hasta que el pelirrojo y su acompañante, Therax, se hubieron marchado por otra puerta. Estuve tentado por momentos de ofrecerle al mendigo el seguir a aquellos dos, pues probablemente con ellos estaríamos más seguros que con éstos, pero me contuve al imaginarme lo asquerosamente tediosa que resultaría semejante travesía.
Además, Dharkel parecía tener su propio plan. Con un codazo, que no habría notado casi de no haberle estado mirando ni manteniento mi mantra activo, me indicó que le siguiera, aparentemente en dirección a la escalera.
Aquella iniciativa me disgustaba más incluso que el seguir a Zane, pero, con un rápido repaso mental a los dos encuentros que habíamos tenido hasta ahora, pude empezar a entender las razones de mi acompañante. A disgusto y dejando escapar un gruñido, empecé a subir los escalones de... ¿Siete en siete? ¿Cinco en cinco? No me paré a contar. Sólo sabía que tenía que ir haciendo parones periódicamente para dejar subir al mendigo, llevando siempre cuidado de no dar un mal paso y forzando a detenerse a nuestros invitados tras de mí.
- Resumen:
- Pensar en lo
cabrónpoco agraciado en espíritu que es Zane, en si debería inmovilizar o no al exhibicionista de los pantsus, esperar a que Dharkel vuelva con el trato cerrado y seguirle por las escaleras con cautela.
- Equipo Pollo en su tinta y the naig:
- Continuáis con las negociaciones y no parece pasar gran cosa en la sala.
- Equipo lagartigato:
- Una vez en la nueva sala os decidís por mirar a ver de quienes son esas voces. En un principio un oído agudo es de ayuda, pero en una sala tan amplia el eco hace las cosas algo complicadas. De todas formas os acercáis al origen de las voces.
Son dos hombres, los cuales discuten bastante enérgicamente sobre si noseque contaba como uno o no. Uno de ellos es alto, rubio,
bastante apuesto con orejas puntiagudas y ojos almendrados. viste una túnica con algunas placas de cuero endurecido, un par de espadas curvas y un arco de madera artesanal que tiene bastante buena pinta. El otro es notoriamente más bajito, embutido en una armadura de metal, tiene los rasgos faciales más marcados y una respetable y masculina barba; porta consigo un hacha de guerra de dos hojas así como otras más pequeñas a la cintura. Por ahora parece que no se han percatado de vuestra presencia.
- Equipo morsa sangrienta:
- Shiroyasha escucha tu propuesta, tras pensar un poco.
- ¿En serio no quieres que luchemos? Soy fuerte aunque no lo parezca. - Dice remangándose mostrando un brazo más bien normalucho.
- Pero eh, es una opción con la que no tengo que esforzarme. - Tras decir eso, se sienta, saca unos pistachos y empieza a picotear a la vez que te ofrece.
Arribor mientras tanto logra agarrar el arma de su oponente, tampoco parece querer evitarlo. Notas el lugar donde han impactado las bolas de fuego, la sangre no es lo único que arde, esas quemaduras duelen mucho, más de lo que debería. Aunque puede que no te importe mucho dada la adrenalina del combate. Lanzas el cabezazo, para tu sorpresa, y, lejos de intentar librarse, él responde afianzando su posición en el suelo, tensando los músculos y recubriendo también su cabeza con haki.
El choque es brutal, haciendo que la sala entera tiemble, y sacudiendo la piscina de loquesea. Habéis hundido el suelo a unos tres metros a vuestro alrededor. Su cabeza está extremadamente dura. Le has hecho daño, sangra por una brecha en la frente, pero está lejos de estar fuera de combate. O eso te dice su mirada, su piel azulada, los colmillos y el metro extra de altura que ha ganado. Como respuesta a tu ataque, trata de agarrarte aprovechando tu agarre y estamparte contra el suelo con todas sus fuerzas.
- Equipo Ouyea:
- Seguís el río y Biscuit escucha tu propuesta.
- No creo que queráis a alguien como yo en la banda. - Menciona mientras se pone la mano en el rostro y adopta una bizarra pose.
Soy un lobo solitario que baga por los mares buscando venganza. - Comenta mientras cambia a otra pose más rara, dirías que sus facciones se acentúan más con cada pose. - Mi historia es larga y mi pasado oscuro, pero sobretodo larga y, en ocasiones dramáticamente espectacular. ¿Quieres escucharla?
Mientras habláis llegáis a una pared pintada como un paisaje para confundirse con el horizonte. En esta entra una gran tubería por la que sigue discurriendo el río. La iluminación es escasa y no tiene, ni de lejos, una pinta tan acogedora como el jardín que tenéis atrás,
pero oye, es una salida.
- El grupo de los negociaderos:
- Una vez hechas las negociaciones pertinentes y sellado el trato salís de la sala desértica. Las escaleras tienen un recorrido bastante largo, hasta llegar al piso de arriba. Calculáis unos 20 metros de altura más o menos. Arriba encontráis una sala parecida a la que hay abajo, solo que bastante más pequeña. La sala se compone de una plataforma circular en el centro, cuatro puentes que salen de esta, recorriendo el vacío que da al piso de abajo. Al otro extremo de los puentes hay cuatro portones distintos, cada uno marcado con un elemento. Fuego, Agua, Viento y Tierra.
- Equipo Chis-Fish:
- Llegáis a la puerta sin muchos problemas, tras un breve vistazo (porque tampoco contáis con mucho tiempo)
podéis llegar a la conclusión de que la mejor manera de abrirla es girando el pomo como con cualquier otra puerta. Mira, pues se ha abierto y todo.
Llegáis al otro lado para ver como se desploma todo en la sala que habéis dejado, incluida la plataforma. Ahora os encontráis en lo que parece ser un prado primaveral. un par de colinas con matojos y algún que otro árbol, un arrollo que discurre en medio, pajaritos y mariposas. Casi parece imposible que esto esté en este edificio, aunque mirando al techo os dais cuenta de que es más una especie de terraza cubierta al ver los marcos de los vidrios, también se pueden ver paredes rodeando la zona. Luka, notas con tu mantra una presencia, es la de un hombre que se encuentra echando una siesta a la sombra de un árbol no muy lejos de vosotros. No parece portar armas ni tampoco parece haberlo despertado el jaleo que habéis armado.
- Equipo loh polloh:
- Después de la escenita memorable decidís adentraros por la puerta misteriosa. Nada más abrirla os abruma y sobrecoge la visión de Dexter Black y su leal Mapache de pie en medio de una sala de culos. Literalmente, el techo, las paredes, el suelo,
incluso el lado de la puerta que da adentro son culos. Algunos grandes otros pequeños, no tenéis ni idea de si son reales o falsos,
pero esta imagen no tiene precio.
Dexter Black
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La estancia era de entre un tono rosa palo y blanco níveo en su mayor parte, con vetas oscuras y extraños lunares de un color marrón... Y agujeros. Muchos agujeros. Parecía una entrega de cine para adultos del estilo Superculo Amoroso 7 o Ellas dan la Talla 12, con tantos culos que resultaban prácticamente incontables y el doble de nalgas. Habría dicho que resultaban desagradables, pero por lo menos no eran gotelé, aunque observar la inmensidad del lugar le había llevado demasiado tiempo. Paredes culo, techo culo y escaleras culo, todo para dar a una puerta culo. Que acababa de abrirse.
Seguramente viesen su silueta desvanecerse en el aire poco después de que ya estuviese a su espalda, con el mapache bien sujeto para que no anduviera por la tierra del porno gay amateur durante más tiempo. Estaba al otro lado de la sala, lejos de la puerta culo y respirando aire que, aunque seguramente estuviese igual de cargado, a él le olía mucho mejor.
-Si yo hiciese una cámara de gas, tendría esa pinta- comentó al mapache, sentándose sobre el suelo para estar algo más cerca de su cara-. Podríamos haber muerto ahí.
Tras ello, como quien no quiere la cosa, elevó la mirada hacia el equipo de "Loh Polloh", que conformaban la pareja dadora de libertad, abridora de puertas culo y, seguramente, ambos usuarios de una Zoan de ave. Al fin y al cabo, era eso o que el rubito era un "pollopera", un "pavo" o un "gallina". Zane estaba confirmado que era un... ¿Suzaku? ¿Fénix? ¿Simurgh? Tantos pollos de fuego empezaban a hacérsele difíciles de memorizar... ¡Suzaku! ¡Era un Suzaku! ¿Podría usar sus poderes sólo mirando hacia el sur? Suponía que no, aunque sería muy divertido comprobarlo.
-Oye, ¿Tú no eres el pájaro que anida en mesas ajenas?
Lo recordaba. También era el que recibía palizas de Akagami, aunque probablemente ese punto sería ofensivo y hasta vergonzoso. Berthil era su contramaestre, y aunque seguramente ya contase con que no podría ganar seguramente no esperase una derrota tan humillantemente rápida... ¿O sí? Tal vez sólo deseaba tomarle medida, saber si estaba a la altura del capitán de los Blue Rose... ¿Pretendía desbancarlo? Bueno, uno más no haría daño.
-Mi nombre es Dexter, encantado- una ilusión de mesa surgió delante de él, y la tabla era sostenida por una marea de viento sólida. Tendió la mano al pájaro. Al de fuego. El otro igual no era un pájaro, pero apostaba a que sí. Un alimoche o una abutarda, o una paloma. Quién sabe-. ¿Os apetece tomar algo?
Esperaba que no, sólo llevaba encima tres petacas y sería incómodo dejar a uno sin beber. Pero había que ser cordial, al menos mientras el mapache se aseguraba de robar las banderas. ¿Habría entendido la idea?
Seguramente viesen su silueta desvanecerse en el aire poco después de que ya estuviese a su espalda, con el mapache bien sujeto para que no anduviera por la tierra del porno gay amateur durante más tiempo. Estaba al otro lado de la sala, lejos de la puerta culo y respirando aire que, aunque seguramente estuviese igual de cargado, a él le olía mucho mejor.
-Si yo hiciese una cámara de gas, tendría esa pinta- comentó al mapache, sentándose sobre el suelo para estar algo más cerca de su cara-. Podríamos haber muerto ahí.
Tras ello, como quien no quiere la cosa, elevó la mirada hacia el equipo de "Loh Polloh", que conformaban la pareja dadora de libertad, abridora de puertas culo y, seguramente, ambos usuarios de una Zoan de ave. Al fin y al cabo, era eso o que el rubito era un "pollopera", un "pavo" o un "gallina". Zane estaba confirmado que era un... ¿Suzaku? ¿Fénix? ¿Simurgh? Tantos pollos de fuego empezaban a hacérsele difíciles de memorizar... ¡Suzaku! ¡Era un Suzaku! ¿Podría usar sus poderes sólo mirando hacia el sur? Suponía que no, aunque sería muy divertido comprobarlo.
-Oye, ¿Tú no eres el pájaro que anida en mesas ajenas?
Lo recordaba. También era el que recibía palizas de Akagami, aunque probablemente ese punto sería ofensivo y hasta vergonzoso. Berthil era su contramaestre, y aunque seguramente ya contase con que no podría ganar seguramente no esperase una derrota tan humillantemente rápida... ¿O sí? Tal vez sólo deseaba tomarle medida, saber si estaba a la altura del capitán de los Blue Rose... ¿Pretendía desbancarlo? Bueno, uno más no haría daño.
-Mi nombre es Dexter, encantado- una ilusión de mesa surgió delante de él, y la tabla era sostenida por una marea de viento sólida. Tendió la mano al pájaro. Al de fuego. El otro igual no era un pájaro, pero apostaba a que sí. Un alimoche o una abutarda, o una paloma. Quién sabe-. ¿Os apetece tomar algo?
Esperaba que no, sólo llevaba encima tres petacas y sería incómodo dejar a uno sin beber. Pero había que ser cordial, al menos mientras el mapache se aseguraba de robar las banderas. ¿Habría entendido la idea?
Luka Rooney
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Al parecer, tras tanto observar bisagras, pensar maneras de abrirla y haber indagado por cada rincón de la puerta, a Marc se le ocurrió la brillante idea de girar el pomo de la puerta y… voilà, ésta se abrió, dejando a nuestra vista una extraña situación.
Justo al pasar por la puerta un estruendo fue dando paso a la destrucción total de las plataformas que habíamos cruzado. Crucé una mirada con Marc, consciente de cuál hubiera sido nuestro destino de habernos quedado allí. Sin embargo, y afortunadamente, ahora estábamos inmersos de nuevo en un extravagante escenario, cuanto menos.
- ¿Qué demonios será esto, Marc?
Y es que, el escenario actual no era ni más ni menos que una zona primaveral. Un par de colinas, un arroyo enfrente nuestra, algunos árboles, y una fauna compuesta de pajarillos y mariposas. ¿Cómo habían sido capaces de recrear un escenario tan particular cuidando tanto los detalles?
Caminé hasta el arroyo para oler el agua, si nada me parecía raro, me lavaría la cara y quizá hasta bebería. Tras tanta acción, no vendría nada mal reponer las fuerzas.
Entonces percibí algo gracias a mi mantra. Era una extraña sensación. Un ser se encontraba parado a escasos metros de nosotros y parecía no hacer ningún movimiento.
-Marc, sígueme, he percibido algo -dije susurrando para que lo que fuera aquello no nos oyese.
Tras dar unos pasos, observamos al tipo, que no sólo estaba quieto, sino que se estaba dando una envidiable cabezada. Al observar más de cerca su cuerpo y cerciorarme que no portaba ningún tipo de arma, mire a Marc y me acerqué a él.
-Creo que sería buena idea despertarle. Quizá pueda ayudarnos, o sepa qué es esto. Aunque… es curioso que no haya despertado con todo el estruendo de las plataformas. ¿Qué crees que deberíamos hacer? Yo creo que podía ser interesante despertarle.
Sin duda, hasta ahora las decisiones conjuntas con Marc no habían ido excesivamente mal, ojalá que la siguiente que fuésemos a tomar fuera por el camino correcto.
Justo al pasar por la puerta un estruendo fue dando paso a la destrucción total de las plataformas que habíamos cruzado. Crucé una mirada con Marc, consciente de cuál hubiera sido nuestro destino de habernos quedado allí. Sin embargo, y afortunadamente, ahora estábamos inmersos de nuevo en un extravagante escenario, cuanto menos.
- ¿Qué demonios será esto, Marc?
Y es que, el escenario actual no era ni más ni menos que una zona primaveral. Un par de colinas, un arroyo enfrente nuestra, algunos árboles, y una fauna compuesta de pajarillos y mariposas. ¿Cómo habían sido capaces de recrear un escenario tan particular cuidando tanto los detalles?
Caminé hasta el arroyo para oler el agua, si nada me parecía raro, me lavaría la cara y quizá hasta bebería. Tras tanta acción, no vendría nada mal reponer las fuerzas.
Entonces percibí algo gracias a mi mantra. Era una extraña sensación. Un ser se encontraba parado a escasos metros de nosotros y parecía no hacer ningún movimiento.
-Marc, sígueme, he percibido algo -dije susurrando para que lo que fuera aquello no nos oyese.
Tras dar unos pasos, observamos al tipo, que no sólo estaba quieto, sino que se estaba dando una envidiable cabezada. Al observar más de cerca su cuerpo y cerciorarme que no portaba ningún tipo de arma, mire a Marc y me acerqué a él.
-Creo que sería buena idea despertarle. Quizá pueda ayudarnos, o sepa qué es esto. Aunque… es curioso que no haya despertado con todo el estruendo de las plataformas. ¿Qué crees que deberíamos hacer? Yo creo que podía ser interesante despertarle.
Sin duda, hasta ahora las decisiones conjuntas con Marc no habían ido excesivamente mal, ojalá que la siguiente que fuésemos a tomar fuera por el camino correcto.
- Resumen:
Observar el nuevo escenario, caminar hasta el río y beber (si no huele raro ¬¬) y finalmente preguntarle a Marc si deberíamos despertar al tipo que duerme. Yo opino que si, sois todos testigos.
Marc Kiedis
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Finalmente resultó que aquella puerta, por muy segura que pareciese, no tenía mayor complicación que la mayoría de ellas, y para abrirla bastaba simplemente con girar el pomo. Por lo tanto, eso fue lo que Marc y Luka hicieron. Y menos mal, pues justo cuando tuvieron los dos pies más allá del umbral, toda la estancia anterior se vino abajo cual edificio de Calatrava.
Consciente de que había estado a apenas décimas de segundo de caer a un precipicio insondable y, casi con total seguridad, morir, el semigigante respiró aliviado. Además, la zona en la que ahora se encontraban era infinitamente más agradable que la anterior. Un idílico escenario campestre con su arroyo, sus colinas y su vegetación. De no ser porque no estaba hecho de queso, le habría recordado mucho al Cheesevana, el paraíso interior que todo usuario de la Chizu Chizu no mi tenía en su interior, y en el que vivía la personificación de dicha fruta, el extraño Cheesus.
Sin embargo, no podía olvidar que realmente estaban en un edificio pensado para ponerles a prueba, así que cuando su compañero gyojin le preguntó, el grandullón no pudo sino aconsejar cautela:
- No tengo ni idea, pero si algo tengo claro es que, por muy bonito que parezca todo, no podemos confiarnos. Seguro que este lugar no es mucho menos peligroso que el anterior. Tengo ganas de ver cómo prosigue nuestra aventura, y qué nuevos desafíos nos esperan, amigo. ¿Tú no?
Entonces, el hombre-pez pareció sentir algo, y advirtió al grandullón de que no estaban solos en aquel aparentemente tranquilo lugar. Y así era, pues poco después avistaron a un hombre que parecía dormir plácidamente a la sombra de un árbol. Luka sugirió despertarle para ver si podía ayudarles o darles alguna pista. Ante esta propuesta, nuestro enorme amigo respondió:
- Pues no se, la verdad. Si yo estuviera durmiendo tan tranquilo no me haría mucha gracia que un gyojin y un semigigante armados me despertaran bruscamente. Pero tienes razón en que puede que tenga información o que nos ayude. Así que propongo esto: sigamos tu idea y despertémosle, pero hagámoslo con delicadeza. Yo le ofreceré un trozo de queso a modo de desayuno por si acaso se levanta de mal humor, y así será más fácil que no se enfade. ¿Qué te parece?
Una vez su compañero se mostrase de acuerdo, ambos procederían a despertar suavemente al bello durmiente y, acto seguido, Marc le ofrecería un delicioso tentempié de queso para calmar sus ánimos.
Consciente de que había estado a apenas décimas de segundo de caer a un precipicio insondable y, casi con total seguridad, morir, el semigigante respiró aliviado. Además, la zona en la que ahora se encontraban era infinitamente más agradable que la anterior. Un idílico escenario campestre con su arroyo, sus colinas y su vegetación. De no ser porque no estaba hecho de queso, le habría recordado mucho al Cheesevana, el paraíso interior que todo usuario de la Chizu Chizu no mi tenía en su interior, y en el que vivía la personificación de dicha fruta, el extraño Cheesus.
Sin embargo, no podía olvidar que realmente estaban en un edificio pensado para ponerles a prueba, así que cuando su compañero gyojin le preguntó, el grandullón no pudo sino aconsejar cautela:
- No tengo ni idea, pero si algo tengo claro es que, por muy bonito que parezca todo, no podemos confiarnos. Seguro que este lugar no es mucho menos peligroso que el anterior. Tengo ganas de ver cómo prosigue nuestra aventura, y qué nuevos desafíos nos esperan, amigo. ¿Tú no?
Entonces, el hombre-pez pareció sentir algo, y advirtió al grandullón de que no estaban solos en aquel aparentemente tranquilo lugar. Y así era, pues poco después avistaron a un hombre que parecía dormir plácidamente a la sombra de un árbol. Luka sugirió despertarle para ver si podía ayudarles o darles alguna pista. Ante esta propuesta, nuestro enorme amigo respondió:
- Pues no se, la verdad. Si yo estuviera durmiendo tan tranquilo no me haría mucha gracia que un gyojin y un semigigante armados me despertaran bruscamente. Pero tienes razón en que puede que tenga información o que nos ayude. Así que propongo esto: sigamos tu idea y despertémosle, pero hagámoslo con delicadeza. Yo le ofreceré un trozo de queso a modo de desayuno por si acaso se levanta de mal humor, y así será más fácil que no se enfade. ¿Qué te parece?
Una vez su compañero se mostrase de acuerdo, ambos procederían a despertar suavemente al bello durmiente y, acto seguido, Marc le ofrecería un delicioso tentempié de queso para calmar sus ánimos.
Rainbow662
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"Oh, genial, también se transforma". ¿Qué clase de bestia sería? Tenía la piel de un feísimo e insano color azul, aunque hacía juego con los horrendos colmillos que le habían crecido. Si dejaba caer un melón sobre uno de esos dientes seguro que quedaba clavado. Más o menos como pasaba con los de Fraklin, solo que mucho más peligrosos. También le daba la sensación de que era más grande, aunque quizás fueran imaginaciones suyas. Tampoco es que fuese muy importante su tamaño.
Arribor vio la sangre que manaba de su herida. Le había hecho daño, que ya era algo. Si sangraba es que podía morir; si podía morir, él podría matarlo.
Eso se dijo mientras terminaba estampado contra el hormigón agrietado, el cual terminó hecho pedazos. Para el cuerpo entrenado de Arribor, algo como eso no resultaba demasiado duro, aunque reconocía que le había hecho daño. O quizás fuese lo de antes. ¿Por qué seguía quemándole tanto la zona donde habían impactado esas llamaradas? Normalmente se olvidaba de heridas como esas enseguida. Ya lo averiguaría luego.
-Ya veremos si eres tan fuerte cuando te parta en dos, demonio.
Aún en el suelo empezó a acumular sangre, y mientras se levantaba la fue moldeando. Creó con ella una decena de espadas serradas que disparó contra aquella cosa/lo-que-diablos-fuese azulada. Con un brutal grito de guerra, manipuló cada espada para que cortase y rasgase, para que golpeara y desgarrara con fuerza una y otra y otra vez. Todas al mismo tiempo, imbuidas de su más poderoso haki. Ahora se vería si Negro era tan fuerte como se creía. No pensaba detenerse hasta que sus trozos se esparcieran por todo el vertedero.
Tras accionar el pomo de la puerta, lentamente fue abriéndose por sí misma hasta que mostró los grandes secretos que atesoraba desde los anales del tiempo. Y ya que se habla de anos, la sala era un lugar decorado desde sus paredes hasta el techo con culos de diversos tamaños y razas. Los había grandes y pequeños. Celulíticos y respingones. El paraíso para un fetichista del anal. Sin embargo, aquello pasó a segundo plano cuando se topó de frente con el mismísimo Dexter Black y su peluda mascota de prótesis metálica. «Vamos, no me jodas…» dijo para sus adentros al ver al yonkou y luego crucificar a Therax con la mirada. De todas las puertas que había, que eran unas cuentas, tenía que escoger la que aguardaba al pez gordo de la isla.
Desconfiado, apretó las nalgas, pues era el lugar donde tenía enganchada su bandera. Había sido difícil ocultarla ahí, sobre todo porque tenía que atarla entre su pierna y su glúteo. Sin embargo, era el lugar más seguro, pues ningún hombre de bien osaría meter la mano ahí, o eso esperaba. Caminó altivo y relajado hasta adentrarse varios metros en aquella estancia. No sabía porque, peor había un culo que le excitaba más de lo normal. Redondito y en su sitio, como a le gustaban al pirata. De estos que te entraban ganas de azotarlo y morderlo con tan solo poner su vista en él. Y de repente, una voz imponente le sacó de sus pensamientos lascivos.
-Mesas, tejados, árboles… Todo depende de la época del año –bromeó, teniéndole la mano saludándole. Fue un apretón firme y determinante. Sí, no cabía duda, tenía a un tío duro frente a él, aunque su mascota era fea de cojones-. Yo soy Zane D. Kenshin, pero puedes llamarme Zane.
Clavó su mirada en su mascota, pues estaba armada con varias pistolas tan grandes como él.
-¿Y tú eres…? –le preguntó al bicho-. Y bueno, si tú invitas a la copa no te digo que no.
Y de pronto, el yonkou creó de la nada una mesa con varias sillas. Era muy parecida a la del local de Mock Town, aunque se notaba que no era de buena madera. Cuando Dexter selo indicó se sentó, pues era de mala educación sentarse a una mesa sin el permiso del anfitrión. Estaba muy incómodo, pues tener en la raja del culo una parte de la bandera no era agradable.
-Hay algo que quiero preguntarte desde Jaya. Según tenía entendido esta reunión era para elegir al sustituto del capitán Legam Legim como emperador del mar del nuevo mundo, además de discutir qué hacer con sus territorios, o eso es lo que me dijeron cuando recibí la invitación. ¿Qué te trae a ti a este lugar? Según cuentan las historias eres el yonkou más fuerte. ¿Acaso quieres Momoiro? Porqué esa isla será para mí.
No sabía si había hecho bien en decirle eso a Dexter, pero él nunca había tenido pelos en la lengua y no iba a tenerlos ahora solo porque estuviera frente a una de las personas más poderosas del mundo.
Desconfiado, apretó las nalgas, pues era el lugar donde tenía enganchada su bandera. Había sido difícil ocultarla ahí, sobre todo porque tenía que atarla entre su pierna y su glúteo. Sin embargo, era el lugar más seguro, pues ningún hombre de bien osaría meter la mano ahí, o eso esperaba. Caminó altivo y relajado hasta adentrarse varios metros en aquella estancia. No sabía porque, peor había un culo que le excitaba más de lo normal. Redondito y en su sitio, como a le gustaban al pirata. De estos que te entraban ganas de azotarlo y morderlo con tan solo poner su vista en él. Y de repente, una voz imponente le sacó de sus pensamientos lascivos.
-Mesas, tejados, árboles… Todo depende de la época del año –bromeó, teniéndole la mano saludándole. Fue un apretón firme y determinante. Sí, no cabía duda, tenía a un tío duro frente a él, aunque su mascota era fea de cojones-. Yo soy Zane D. Kenshin, pero puedes llamarme Zane.
Clavó su mirada en su mascota, pues estaba armada con varias pistolas tan grandes como él.
-¿Y tú eres…? –le preguntó al bicho-. Y bueno, si tú invitas a la copa no te digo que no.
Y de pronto, el yonkou creó de la nada una mesa con varias sillas. Era muy parecida a la del local de Mock Town, aunque se notaba que no era de buena madera. Cuando Dexter selo indicó se sentó, pues era de mala educación sentarse a una mesa sin el permiso del anfitrión. Estaba muy incómodo, pues tener en la raja del culo una parte de la bandera no era agradable.
-Hay algo que quiero preguntarte desde Jaya. Según tenía entendido esta reunión era para elegir al sustituto del capitán Legam Legim como emperador del mar del nuevo mundo, además de discutir qué hacer con sus territorios, o eso es lo que me dijeron cuando recibí la invitación. ¿Qué te trae a ti a este lugar? Según cuentan las historias eres el yonkou más fuerte. ¿Acaso quieres Momoiro? Porqué esa isla será para mí.
No sabía si había hecho bien en decirle eso a Dexter, pero él nunca había tenido pelos en la lengua y no iba a tenerlos ahora solo porque estuviera frente a una de las personas más poderosas del mundo.
«Ups», pensó Therax en cuanto la puerta terminó de abrirse y vio el panorama que aparecía ante él. Las presencias difusas que había percibido anteriormente correspondían ni más ni menos que a Dexter Black y su mascota. No pudo evitarlo: tragó saliva. El subordinado de aquel hombre le había tratado como poco menos que un niño pequeño en "La Gorgona Roja", exhibiendo una presencia que podría aplastar la del rubio y la de varios como él. ¿Qué podía esperar del pirata que se encontraba frente a él? Bastante más, seguro. No en vano era considerado un auténtico monstruo.
Zane debía estar pensando algo similar a él. No obstante, con toda seguridad un impulso asesino se estaría imponiendo a cualquier valoración objetiva, pues podía notar cómo el pelirrojo lo partía en mil pedazos con la mirada. «Mira que había puertas ahí atrás», se quejó el espadachín en su fuero interno, mas de nuevo optó por no poner voz a sus pensamientos. Bastante mal tino había tenido ya.
En su lugar, decidió seguir al antiguo supernova hasta la posición del yonkou. Mientras caminaba, se vio obligado a fijarse en la ingente cantidad de culos que se sucedían a su paso, llamando poderosamente su atención uno en particular. Se encontraba en el techo, justo sobre la posición que ocupaba el... ¿tejón? cuando habían entrado. «¿Qué demonios es ese bicho?», se preguntó, pero enseguida volvió a centrarse en el esquelético trasero cuyo ano apuntaba hacia el suelo.
Sí, ano. La ausencia casi total de grasa en las nalgas hacía que, dando un aspecto de lo más desagradable, el orificio anal fuese apreciable para cualquiera con una vista medio decente. Era asqueroso, sí, y comprometido para cualquiera con un mínimo de buen gusto, pero no más que la situación en la que se encontraban inmersos.
Habían alcanzado la posición del famoso pirata que, de algún modo que el rubio no conocía, había hecho aparecer una mesa en la estancia. Sus modales eran buenos o, mejor dicho, selectivos, ya que había decidido ignorar la presencia de Therax y centrarse en el pelirrojo. Tal ver fuera comprensible. A fin de cuentas era él quien mandaba y quien tomaría las decisiones en caso de ser necesario. «Pero me da coraje», refunfuñó en su fuero interno.
No obstante, sí que decidió sentarse junto a Zane en una de las sillas. Si iba a ser ignorado, al menos estaría cómodo mientras tanto.
Zane debía estar pensando algo similar a él. No obstante, con toda seguridad un impulso asesino se estaría imponiendo a cualquier valoración objetiva, pues podía notar cómo el pelirrojo lo partía en mil pedazos con la mirada. «Mira que había puertas ahí atrás», se quejó el espadachín en su fuero interno, mas de nuevo optó por no poner voz a sus pensamientos. Bastante mal tino había tenido ya.
En su lugar, decidió seguir al antiguo supernova hasta la posición del yonkou. Mientras caminaba, se vio obligado a fijarse en la ingente cantidad de culos que se sucedían a su paso, llamando poderosamente su atención uno en particular. Se encontraba en el techo, justo sobre la posición que ocupaba el... ¿tejón? cuando habían entrado. «¿Qué demonios es ese bicho?», se preguntó, pero enseguida volvió a centrarse en el esquelético trasero cuyo ano apuntaba hacia el suelo.
Sí, ano. La ausencia casi total de grasa en las nalgas hacía que, dando un aspecto de lo más desagradable, el orificio anal fuese apreciable para cualquiera con una vista medio decente. Era asqueroso, sí, y comprometido para cualquiera con un mínimo de buen gusto, pero no más que la situación en la que se encontraban inmersos.
Habían alcanzado la posición del famoso pirata que, de algún modo que el rubio no conocía, había hecho aparecer una mesa en la estancia. Sus modales eran buenos o, mejor dicho, selectivos, ya que había decidido ignorar la presencia de Therax y centrarse en el pelirrojo. Tal ver fuera comprensible. A fin de cuentas era él quien mandaba y quien tomaría las decisiones en caso de ser necesario. «Pero me da coraje», refunfuñó en su fuero interno.
No obstante, sí que decidió sentarse junto a Zane en una de las sillas. Si iba a ser ignorado, al menos estaría cómodo mientras tanto.
- Resumen:
- Hacer la del hombre florero y sentarme a esperar a que terminen de hablar.
Nailah
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Akuma no mi
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Nailah giró la cabeza para escuchar todo lo que tenía que decir Biscuit. Aquel pequeño hombre le resultaba interesante por la manera de expresarse, pero a la vez parecía muy misterioso. Sin embargo, no le importaba que él tuviera un pasado oscuro como decía. Al fin y al cabo, todos tenían momentos misteriosos en la vida y siempre iban a ser juzgados por unos y por otros, por lo que le daba bastante igual lo que la gente pensara de ella.
-¡Vamos! ¡Cuéntame! - le pidió esbozando una sonrisa - Seguro que es muy interesante. ¿Qué te ha pasado para buscar venganza?
La curiosidad de la pirata era muy grande; sin embargo estaba segura de que el tontatta encajaría perfectamente en la banda y su capitán se sentiría orgulloso de ella al ver que había conseguido reclutarlo. También sería mucho mejor para ella, porque tendría a alguien en quien confiar y con quien pasar el rato. Sentía que aun no tenía la suficiente confianza con los de Jigoku no Kaizoku, como si no encajara en ella.
Suspiró pesadamente y caminó hasta que llegaron a una... ¿eso era una pared? Porque parecía estar pintada cutremente solo para destacar o a lo mejor querían hacer que se confundiera con el paisaje, pero no lo lograron lo suficiente. Nailah miró de arriba abajo y se fijó en la tubería. No tenía muy buena pinta, pero lo bueno de aquel paisaje tenía que terminar de un momento a otro.
-Habrá que entrar - comentó encogiéndose de hombros.
No esperó la reacción del tontatta, pero se acercó y luego se adentró. En verdad le hubiera gustado investigar más en aquel extraño lugar, a lo mejor contenía algo de importancia, pero debían llegar a la meta. ¿Cómo les estaría yendo a los demás? ¿Se encontrarían también en lugares apartados como ella?
-¡Vamos! ¡Cuéntame! - le pidió esbozando una sonrisa - Seguro que es muy interesante. ¿Qué te ha pasado para buscar venganza?
La curiosidad de la pirata era muy grande; sin embargo estaba segura de que el tontatta encajaría perfectamente en la banda y su capitán se sentiría orgulloso de ella al ver que había conseguido reclutarlo. También sería mucho mejor para ella, porque tendría a alguien en quien confiar y con quien pasar el rato. Sentía que aun no tenía la suficiente confianza con los de Jigoku no Kaizoku, como si no encajara en ella.
Suspiró pesadamente y caminó hasta que llegaron a una... ¿eso era una pared? Porque parecía estar pintada cutremente solo para destacar o a lo mejor querían hacer que se confundiera con el paisaje, pero no lo lograron lo suficiente. Nailah miró de arriba abajo y se fijó en la tubería. No tenía muy buena pinta, pero lo bueno de aquel paisaje tenía que terminar de un momento a otro.
-Habrá que entrar - comentó encogiéndose de hombros.
No esperó la reacción del tontatta, pero se acercó y luego se adentró. En verdad le hubiera gustado investigar más en aquel extraño lugar, a lo mejor contenía algo de importancia, pero debían llegar a la meta. ¿Cómo les estaría yendo a los demás? ¿Se encontrarían también en lugares apartados como ella?
- resumen:
- -charlar con Biscuit.
-Adentrarse en la tubería.
Deathstroke
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Todo parecía seguir el mismo curso y el joven negociador que se encontraba delante de mí no daba su brazo a torcer, aunque más que eso, a pesar de que aceptó mi consejo se reusó a llevarlo a cabo.
-Tienes una buena determinación, chico, pero eso te resta sensatez, has de saber cuando no puedes contra alguien y por con ello saber retirarte a tiempo. Es cierto que un Yonkou ha de ser fuerte y ser temido, pero también ha de tener cabeza y ser consecuente con las cosas. Si entre los cuatro emperadores no hay guerra constante y están en una continua tregua es porque si hay algún tipo de conflicto cada bando tendría una gran perdida para cada uno. Con esto te quiero decir, que, en este caso, sabemos todos cual es el bando que tiene más posibilidades de tener una menor perdida.
Quería acompañar mis palabras de una pequeña muestra de lo que aquello podía significar para los gemelos. Flexioné ligeramente las piernas y avancé todo lo rápido que pude hasta ambos chicos, quedando estos en una radio a mí menor a cinco metros y justo cuando paré activé el mecanismo de mi pierna derecha y terminando mi sprint golpeé el suelo con toda la fuerza que pude. Al hacerlo la gravedad en un radio de cinco metros, aumentándola hasta seis veces (6G). Una vez hecho esto, fui hacia el gemelo con el fuego negro en el pecho, cubrí mi puño de haki de armadura y le intenté dar un golpe donde había acumulado el fuego aprovechando mi ámbito para que el otro joven no se acercase, incluso para empujarlo más allá de donde estaba.
-Tienes una buena determinación, chico, pero eso te resta sensatez, has de saber cuando no puedes contra alguien y por con ello saber retirarte a tiempo. Es cierto que un Yonkou ha de ser fuerte y ser temido, pero también ha de tener cabeza y ser consecuente con las cosas. Si entre los cuatro emperadores no hay guerra constante y están en una continua tregua es porque si hay algún tipo de conflicto cada bando tendría una gran perdida para cada uno. Con esto te quiero decir, que, en este caso, sabemos todos cual es el bando que tiene más posibilidades de tener una menor perdida.
Quería acompañar mis palabras de una pequeña muestra de lo que aquello podía significar para los gemelos. Flexioné ligeramente las piernas y avancé todo lo rápido que pude hasta ambos chicos, quedando estos en una radio a mí menor a cinco metros y justo cuando paré activé el mecanismo de mi pierna derecha y terminando mi sprint golpeé el suelo con toda la fuerza que pude. Al hacerlo la gravedad en un radio de cinco metros, aumentándola hasta seis veces (6G). Una vez hecho esto, fui hacia el gemelo con el fuego negro en el pecho, cubrí mi puño de haki de armadura y le intenté dar un golpe donde había acumulado el fuego aprovechando mi ámbito para que el otro joven no se acercase, incluso para empujarlo más allá de donde estaba.
- resumen:
- Comenzar con las negociaciones agresivas.
-Uso una parte de mi armadura para aumentar la gravedad (si miráis en mi ficha en el spoiler de nueva armadura, id a partes y a piernas ahí está lo que uso, concretamente el último nivel de la tabla).
-Uso el ámbito humano (está en el segundo post de la ficha).
-Haki de armadura superior (1).
Balagus
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Culminando un ascenso demasiado lento para mi gusto, encontramos con que la escalera daba a una epecie de plataforma de la que partían cuatro puentes a cuatro puertas, cada una marcada con un símbolo que, aparentemente, pretendía significar un elemento natural.
Tendiéndoles una mano a nuestros nuevos "aliados", si es que no habían decidido aún tomar su propio camino por libre, les instaría a no quedarse rezagados complementando mi gesto con mi rostro severo e inflexible. En cuanto lo hubiese hecho, miré a mi compañero, esperando que dictara sentencia sobre el camino a tomar.
- Supongo que ahora tendremos que colaborar. -Comenté al nuevo, en caso de que nos hubiera seguido y dejando caer por mi tono de voz que no me agradaba en absoluto la idea.- ¿Puedo saber qué diablos es lo que le ha dado a tu compañero?
De buena gana me hubiera gustado adelantarme a Dharkel en su eterno proceso mental y lanzarme a abrir una puerta, pero había recordado mientras subía que teníamos invitados, y que ellos debían seguir creyendo en la fachada de mi artero colega como capitán. Y eso, por supuesto, exigía no menospreciarle de manera reiterada.
Antes de que pudiera conocer la respuesta a mi pregunta, parcial o completamente, el mendigo disfrazado me miró y, sin decir una palabra ni mover los brazos, señaló a uno de los umbrales con los ojos.
Fruncí el ceño y entrecerré los párpados, tornando mi propia mirada en un rayo de odio y rencor acumulados. El maldito se había dado cuenta también de la situación, y vaya si iba a aprovecharla al máximo mientras pudiera.
Si hubiera sido Syxel el que venía conmigo, habría podido leer sin en mis ojos centelleantes el pensamiento "Ya puedes ser bueno jugando al escondite cuando volvamos al barco, ya..." sin dificultad, mas no era el caso, por suerte o por desgracia.
El puente frente a la puerta cuyo símbolo, supuestamente, representaba a la tierra, parecía recio y seguro, pero tras ver un desierto en una sala interior ya no me fiaba de nada. Con un cálculo rápido de distancias me cercioné de que podía llegar de un salto al umbral, tomé un poco de carrerilla y, en una maniobra que pareció sorprender a todos los presentes, me catapulté por los aires usando el borde de la plataforma para impactar, y abrir, el umbral elegido.
Tendiéndoles una mano a nuestros nuevos "aliados", si es que no habían decidido aún tomar su propio camino por libre, les instaría a no quedarse rezagados complementando mi gesto con mi rostro severo e inflexible. En cuanto lo hubiese hecho, miré a mi compañero, esperando que dictara sentencia sobre el camino a tomar.
- Supongo que ahora tendremos que colaborar. -Comenté al nuevo, en caso de que nos hubiera seguido y dejando caer por mi tono de voz que no me agradaba en absoluto la idea.- ¿Puedo saber qué diablos es lo que le ha dado a tu compañero?
De buena gana me hubiera gustado adelantarme a Dharkel en su eterno proceso mental y lanzarme a abrir una puerta, pero había recordado mientras subía que teníamos invitados, y que ellos debían seguir creyendo en la fachada de mi artero colega como capitán. Y eso, por supuesto, exigía no menospreciarle de manera reiterada.
Antes de que pudiera conocer la respuesta a mi pregunta, parcial o completamente, el mendigo disfrazado me miró y, sin decir una palabra ni mover los brazos, señaló a uno de los umbrales con los ojos.
Fruncí el ceño y entrecerré los párpados, tornando mi propia mirada en un rayo de odio y rencor acumulados. El maldito se había dado cuenta también de la situación, y vaya si iba a aprovecharla al máximo mientras pudiera.
Si hubiera sido Syxel el que venía conmigo, habría podido leer sin en mis ojos centelleantes el pensamiento "Ya puedes ser bueno jugando al escondite cuando volvamos al barco, ya..." sin dificultad, mas no era el caso, por suerte o por desgracia.
El puente frente a la puerta cuyo símbolo, supuestamente, representaba a la tierra, parecía recio y seguro, pero tras ver un desierto en una sala interior ya no me fiaba de nada. Con un cálculo rápido de distancias me cercioné de que podía llegar de un salto al umbral, tomé un poco de carrerilla y, en una maniobra que pareció sorprender a todos los presentes, me catapulté por los aires usando el borde de la plataforma para impactar, y abrir, el umbral elegido.
- Resumen:
- - Terminar de subir, cercionándome de que nuestros nuevos compañeros suben también.
- Intentar entablar algo de conversación "trivial" en caso de que nuestra alianza siga aún en pie y atender a la decisión de Dharkel.
- Odiar mucho, mucho al mendigo y saltar contra la puerta de la tierra, buscando romperla con el impacto y no pisar el propio puente.
barbazul
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Me quería mantener un poco al margen del as negociaciones, a fin de cuentas, era nuevo y mi acompañante uno de los más allegados a Dexter Black. Todo parecía ir funcionando a medias, ya que los gemelos que teníamos delante parecieran algo intimidados aún tenían agallas para plantar cara. Los dos parecían ser idénticos, ya me había encontrado con hermanos así en el pasado, pero estos tenían algo que los hacía diferentes, eran como la luz y la oscuridad, la noche y el día. Incluso poseían técnicas similares, pero de colores opuestos, cosa que llamó poderosamente mi atención, aunque por poco tiempo.
Deathstoke se lanzó a por nuestros adversarios a una velocidad endiablada, con el poco espacio existente sería un estorbo a su lado, y más sabiendo que era luchador y yo espadachín. Con eso en mente desenfundé las katanas y mantuve a la espera con mi haki de observación centrado en los dos muchachos. Estaría bien ver pelear a mi compañero, y más aún, conocer cómo se desenvolvía en el mismo y las decisiones que iba tomando en el transcurso de la escaramuza. Todo ello me diría mucho acerca de él, su disciplina y su forma de ser.
Aunque me quedara atrás ello no iba a significar que no estuviera preparado para la acción. Si alguno trataba de flanquear al pirata me acercaría desde mi posición para atacarlo, además de poder lanzarles un aluvión de ondas cortantes y balas de tinta endurecida. Básicamente le haría la cobertura al ciborg, permitiéndole así pelear más libremente.
Deathstoke se lanzó a por nuestros adversarios a una velocidad endiablada, con el poco espacio existente sería un estorbo a su lado, y más sabiendo que era luchador y yo espadachín. Con eso en mente desenfundé las katanas y mantuve a la espera con mi haki de observación centrado en los dos muchachos. Estaría bien ver pelear a mi compañero, y más aún, conocer cómo se desenvolvía en el mismo y las decisiones que iba tomando en el transcurso de la escaramuza. Todo ello me diría mucho acerca de él, su disciplina y su forma de ser.
Aunque me quedara atrás ello no iba a significar que no estuviera preparado para la acción. Si alguno trataba de flanquear al pirata me acercaría desde mi posición para atacarlo, además de poder lanzarles un aluvión de ondas cortantes y balas de tinta endurecida. Básicamente le haría la cobertura al ciborg, permitiéndole así pelear más libremente.
- Resumen:
- Mantenerme a la espera preparado por si he de acercarme a ayudar a Death en el combate, pensando que el sitio es demasiado pequeño como para pelear los dos con soltura y sin molestarnos.
- Equipo Pollo en su tinta y the naig:
- Death aumenta la gravedad,
quedando dentro de la zona afectada una cinta transportadora con una bomba colgando. De pronto el peso de esta hace que su sujección ceda y comience a caer hacia la plataforma. Si nadie la detiene puede que se líe parda.
- Equipo morsa sangrienta:
- Hozuki se defiende de tu ataque blandiendo su arma con una agilidad y una facilidad pasmosa, desviando tus espadas y moviéndose para evitar cortes fatales. Alguna de ellas sale disparada a la piscina de lo-que-sea, al hundirse la vuelves a intentar sacar pero la espada comienza a deshacerse a gran velocidad. De todas formas varios cortes llegan a su cuerpo, produciéndole uno e el hombro derecho,
otro en el costado, otros dos en la pierna izquierda y uno en la mejilla.
De todas formas mantiene el tipo de forma ejemplar ante tu ataque a la vez que llamas azules comienzan a surgir del suelo a su alrededor. estas se arremolinan formando en pocos segundos un torbellino de llamas azules que lo rodea. Las espadas que tocan el torbellino comienzan a arder y notas como esa sangre hierve hasta consumirse en cuestión de segundos.
- Equipo Ouyea:
- Continuáis por la alcantarilla, el olor sin duda alguna es de alcantarilla, lejos ha quedado la tierra de la alegría y los sueños.
-Mi historia comienza hace 15 años en la lejana tierra de Green Bit.
Comienza a narrar Biscuit casi antes de que dijeras que querías escuchar su historia. - Yo era uno de los hijos de uno de los clanes mas poderosos e influyentes de la isla. Acababa de salir del teatro con mis padres y de camino a casa decidimos tomar un atajo por uno de los callejones. De pronto un grupo de ninjas salió de las sombras y mataron a mis padres ante mis ojos y los de mi hermana. Corrimos para escondernos en un lugar seguro y llegamos a la mansión donde nos atendió nuestro mayordomo. Durante años me entrené e investigué para averiguar quien estaba detrás de esos asesinatos. Cuando lo descubrí no podía dar crédito a mis ojos, había sido mi propio hermano la mente maestra detrás de todo. Pero era demasiado tarde, secuestró a mi hermana pequeña y a mí me dejó a la deriva en un bote en el mar. Desde entonces trato de volver a la isla con la fuerza suficiente para desenmascararlo y quitarle el control sobre esta.
Continúa contándote la historia durante un rato, es una historia con piratas,
ninjas, amor, traición, robots, pero sobre todo ninjas, muchos ninjas.
- El grupo de los negociaderos:
- Un sonoro "CLOOOOONCK"
resuena por toda la sala, el grueso metal de la puerta todavía vibra por el golpe que le ha propinado Balagus, el cual ahora está en el suelo. Tu golpe ha penas ha marcado la puerta y has notado todo el impacto de este en tus piernas.
- Equipo Chis-Fish:
- Luka, no pareces detectar nada raro en el agua, de hecho hay peces nadando en ella.
El hombre se incorpora al oler el queso. Todavía con los ojos cerrados olfatea al ambiente hasta dar con el tentempié. En ese momento come parte del queso de unos rápidos mordiscos antes de volver a recostarse.
Pasan unos segundos de incómodo silencio. Hasta que, de pronto, os dais cuenta de que... el hombre ha desaparecido, la sala ahora parece no ser una sala sino un prado infinito. En el cielo hay tres lunas cada una con una cara distinta. En vez de pájaros volando hay ballenas aladas. A lo lejos podéis ver animales que parecen mezclas entre ellos o mezclados con objetos como relojes o sillas. Las plantas se mecen al son de la brisa de forma antinatural y el río ahora cae en una cascada hacia el cielo.
Que raro es todo esto.
- Equipo loh polloh:
- Tomáis algo en la cafetería más pintoresca del mundo.
Syxel
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Akuma no mi
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Habló de nuevo, y continué escuchando con atención, manteniéndome alerta. Y si bien no podía negar la lógica de sus palabras, tampoco podía seguir su consejo y rendirme sin tan siquiera intentarlo. Así puedes, finalmente quedó patente que tan solo quedaba una opción. Confiando en que Ivan estuviese preparado y de acuerdo con la estrategia planteada, debía decidir si debía o no atacar en primer lugar. Aunque fue Deathstroke quien tomó la decisión por mí.
El súbito aumento de la presión que pude sentir, acompañado de la acometida de mi oponente, dieron comienzo al enfrentamiento. Así pues, sobreponiéndome a la sorpresa de la inhumana velocidad de la que había hecho gala, me limité a llevar a cabo el movimiento que había estado preparando desde un principio, aún con la esperanza de que no fuese necesario. Liberando la energía concentrada en la esfera de llamas, esta se expandió al instante, generando una gigantesca explosión a nuestro alrededor.
Al mismo tiempo, crucé ambos antebrazos frente a mi pecho, buscando protegerme del ataque del Ju Senshi. Y dejando que mi voluntad fluyese a través de estos para fortalecerlos al tiempo que flexionaba ligeramente las piernas, afianzando mi posición para evitar ser lanzado hacia atrás.
Todo ocurrió en apenas unos segundos, había sido algo frenético y ni siquiera tuve tiempo para comprobar si mi compañero había logrado alejarse lo suficiente. Pero aún más caótico sería lo que estaba por venir, pues si todo iba según lo previsto, la explosión que acababa de causar haría que los explosivos a nuestro alrededor hiciesen lo propio, desencadenando así un auténtico infierno. Además, cabía la posibilidad de que la plataforma bajo nuestros pies colapsase, por lo que ocurriese lo que ocurriese, al momento de liberar las llamas pasaría a forma completa y buscaría elevarme varios metros.
El súbito aumento de la presión que pude sentir, acompañado de la acometida de mi oponente, dieron comienzo al enfrentamiento. Así pues, sobreponiéndome a la sorpresa de la inhumana velocidad de la que había hecho gala, me limité a llevar a cabo el movimiento que había estado preparando desde un principio, aún con la esperanza de que no fuese necesario. Liberando la energía concentrada en la esfera de llamas, esta se expandió al instante, generando una gigantesca explosión a nuestro alrededor.
Al mismo tiempo, crucé ambos antebrazos frente a mi pecho, buscando protegerme del ataque del Ju Senshi. Y dejando que mi voluntad fluyese a través de estos para fortalecerlos al tiempo que flexionaba ligeramente las piernas, afianzando mi posición para evitar ser lanzado hacia atrás.
Todo ocurrió en apenas unos segundos, había sido algo frenético y ni siquiera tuve tiempo para comprobar si mi compañero había logrado alejarse lo suficiente. Pero aún más caótico sería lo que estaba por venir, pues si todo iba según lo previsto, la explosión que acababa de causar haría que los explosivos a nuestro alrededor hiciesen lo propio, desencadenando así un auténtico infierno. Además, cabía la posibilidad de que la plataforma bajo nuestros pies colapsase, por lo que ocurriese lo que ocurriese, al momento de liberar las llamas pasaría a forma completa y buscaría elevarme varios metros.
- Resumen:
- Reacciono a la acometida de Deathstroke liberando el fuego y la energía que he estado acumulando en forma de una explosión (con un diámetro de unos 112 metros). La brevedad del post y que no lo continúe se debe principalmente a que este movimiento plantea una serie de incógnitas: ¿la explosión interfiere con el lanzamiento del golpe?, ¿el viento que genera es disipa el fuego total o parcialmente?, ¿hay fiesta de explosiones en cadena?, ¿la plataforma se va al carajo y nos toca volar? Lo sabremos en
el próximo episodiola próxima moderación.- Explosión de llamas:
- Concentrando energía y fuego oscuro en un punto determinado, el usuario puede liberarla de golpe, generando así una explosión de llamas. El radio de esta será el nivel del usuario en metros, con este como centro.
Rainbow662
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No había previsto lo del fuego. Es decir, sabía que aquel extraño tipejo era capaz de crear llamas, y que éstas no eran precisamente normales, pero no imaginaba que despacharía su ataque como si nada. Sí, había salido herido, pero su sangre, por mucho haki que tuviera, se había volatilizado. ¿A qué temperatura ardía? Qué molesto.
"¿Cómo mato a este tío?", se preguntó. No podía permitir que ese fuego le tocase; no tenía ningunas ganas de tener que buscarse un brazo nuevo. Y aun así, iba a tener que arriesgarse. Si no podía utilizar su sangre como arma, no le quedaba más remedio que usar los puños. Con el cariño que les tenía... Meterlos en esas llamas sería más o menos lo mismo que meterlo en esa cosa negra asquerosa. También era capaz de...
Una macabra idea surgió en la mente de Arribor. Juntó los puños y golpeó la daña plataforma. Iba a hacerla pedazos y hacer que aquel malnacido se ahogase en basura corrosiva. Por su parte, extendió una base de sangre sobre la que mantenerse a flote y agarró a Franklin con otra para guardárselo en el abrigo.
Antes de preguntarse si sería buena idea, ya estaba abalanzándose sobre Negro. No permitiría que algo tan simple como la posibilidad de quemarse un poco la impidiera partirle el cráneo a esa cosa. Saltó con fuerza suficiente como para atravesar su muro de fuego cual proyectil, haciendo ondear el aire de un golpe para abrir un hueco entre las llamas. Cargó su mano con Haki y se propuso estrellarla con todas sus fuerzas en el feo rostro del hombre cornudo. Un punzón de sangre manaría de su mano en ese momento y mandaría a Negro de cabeza al vertedero tóxico con un agujero nuevo por el que respirar. Aunque, por si acaso, se apartaría rápidamente.
- Resumen:
- Romper la plataforma de hormigón, a ver si el malo se cae a la baba negra - Guardarse a la morsa - Saltar hacia él, onda de choque para abrirse un huequecito entre el fuego, base de sangre sobre la que volar, etc. - Golpearle en la cara con la mano abierta y en ese momento extender desde la palma una aguja de sangre con la que hacerle un bonito agujero nuevo - Apartarse por si acaso para no salir chamuscado
William White
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El taimado “capitán” comenzó a adelantarse hasta salir de la sala desértica, no sin antes hacer una especie de gesto amistoso al semigigante. ¿Qué estarían tramando?
Siguiendo a nuestros nuevos compañeros de viaje abandonamos el desierto y nos introducimos en una especie de sala circular con un gran número de puertas, en total había unas quince puertas, dieciséis si contaba la entrada por la que habíamos pasado. Así que dieciséis, igual que el número de espadas contando tanto plateadas como la dorada. En la sala además había una escalera de caracol, que ascendía a un piso superior.
-¿Por qué no se les ocurrió subir hacia arriba, no se supone que deben llegar a la torre?- pensé sobre mis compañeros.
Tras deducir que cada una de las puertas pertenecía a una pareja de posibles participantes me fijé cuidadosamente en las puertas que estaban abiertas o tenían indicios de haber sido abiertas. Así me haría una idea de los grupos que habían atravesado la primera sala. También tenía que restar a aquellos grupos que se habían formado con dos personas con espadas de plata, que no eran pocos aunque tampoco podía descartar que Viktor hubiera rellenado esos huecos con personas a su entender. Fuera como fuera, después de hacer aquella hipótesis me propuse alcanzar al grupo del capitán, el semigigante y mi espeluznamente rápido compañero. La verdad es que era bastante triste que no me hubiera dado un nombre con el que dirigirme a él durante el viaje, de hecho solo me había hecho gestos ¿Sería mudo?
Fuera como fuera el semigigante comenzó a tratar de entablar una conversación digamos amigable, aunque el tono denotaba que estaba siendo forzado, tal vez a aliarse con un grupo tan bizarro como el que componía un noble y un okama, tal vez a las ordenes de su capitán o tal vez ambas.
-No pareces contento con la idea de hacer una alianza por lo que veo, la verdad es que no le veo el punto malo, habéis ganado una bandera- respondí con tono jovial -Respecto a tu pregunta ¿Por qué no se lo preguntas a el directamente?- afirmé sonriendo, pero siendo educado tratando de no ofender el ego del aliado, después de todo los gigantes solían tener una gran concepción del honor y lo tradicional -Por cierto, ¿Cómo puedo referirme a ti?- pregunté al semigigante para obtener alguna forma de referirme a él.
Finalmente llegamos al piso de arriba, una sala circular algo más pequeña que la primera, bueno puede que después de todo la torre tenga una estructura a modo de filtros, reduciendo cada vez más las opciones y obligando más a los enfrentamientos entre los grupos. -Muy hábil, Viktor- pensé para mis adentros.
Al llegar arriba el primero de los hombres hizo un gesto al bruto para que abriera la puerta ¿Acaso esta gente no nos va a tener en cuenta para tomar las decisiones? Aunque dada la trivialidad del asunto poco importaba una prueba que otra, después de todo aquellos símbolos alquímicos tampoco decían mucho sobre que podía haber al otro lado. Aunque lo más impresiónate aún estaba por llegar, ya que antes de que me diera tiempo a replicar algo, el semigigante saltó propinado un brutal golpe a la puerta, la cual tan solo se mello un poco en la superficie, por el contrario el pirata parecía bastante dolido.
-Uh, ¿Se encuentra bien?- pregunté a la bestia -Bueno, intentaré abrirla yo- dije quitándome los guantes y dándoselos al coleccionista de ropa interior -Cubrirme bien- dije al grupo, aunque principalmente se refería al compañero, no quería recibir ningún ataque por la espalda, ya que aunque no ganarán nada con ello si algo caracterizaba a los piratas eran sus cambios de parecer lo caprichosas que eran sus acciones.
Sin pararme demasiado con el compañeros, me dispuse a acercarme a la puerta cruzando el puente, asegurándome en los primeros pasos que este era seguro, aunque aquello en verdad no era lo que más me temía. Una vez que llegará a la puerta me dispondría a abrirla de forma normal, ya bien por el pomo o el agarré que tuviera, con cuidado de que el hecho de que la abriera no me tirara por el delicado puente, después de todo si algo me caracterizaba era el hecho de ser mi meticuloso con todo lo que hacía. En caso de que la puerta no se abriera intentaría forzar la misma, sacando una ganzúa usando sobre ella “Los secretos del bandido: Arte de la ganzúa” tratando de forzarla.
Siguiendo a nuestros nuevos compañeros de viaje abandonamos el desierto y nos introducimos en una especie de sala circular con un gran número de puertas, en total había unas quince puertas, dieciséis si contaba la entrada por la que habíamos pasado. Así que dieciséis, igual que el número de espadas contando tanto plateadas como la dorada. En la sala además había una escalera de caracol, que ascendía a un piso superior.
-¿Por qué no se les ocurrió subir hacia arriba, no se supone que deben llegar a la torre?- pensé sobre mis compañeros.
Tras deducir que cada una de las puertas pertenecía a una pareja de posibles participantes me fijé cuidadosamente en las puertas que estaban abiertas o tenían indicios de haber sido abiertas. Así me haría una idea de los grupos que habían atravesado la primera sala. También tenía que restar a aquellos grupos que se habían formado con dos personas con espadas de plata, que no eran pocos aunque tampoco podía descartar que Viktor hubiera rellenado esos huecos con personas a su entender. Fuera como fuera, después de hacer aquella hipótesis me propuse alcanzar al grupo del capitán, el semigigante y mi espeluznamente rápido compañero. La verdad es que era bastante triste que no me hubiera dado un nombre con el que dirigirme a él durante el viaje, de hecho solo me había hecho gestos ¿Sería mudo?
Fuera como fuera el semigigante comenzó a tratar de entablar una conversación digamos amigable, aunque el tono denotaba que estaba siendo forzado, tal vez a aliarse con un grupo tan bizarro como el que componía un noble y un okama, tal vez a las ordenes de su capitán o tal vez ambas.
-No pareces contento con la idea de hacer una alianza por lo que veo, la verdad es que no le veo el punto malo, habéis ganado una bandera- respondí con tono jovial -Respecto a tu pregunta ¿Por qué no se lo preguntas a el directamente?- afirmé sonriendo, pero siendo educado tratando de no ofender el ego del aliado, después de todo los gigantes solían tener una gran concepción del honor y lo tradicional -Por cierto, ¿Cómo puedo referirme a ti?- pregunté al semigigante para obtener alguna forma de referirme a él.
Finalmente llegamos al piso de arriba, una sala circular algo más pequeña que la primera, bueno puede que después de todo la torre tenga una estructura a modo de filtros, reduciendo cada vez más las opciones y obligando más a los enfrentamientos entre los grupos. -Muy hábil, Viktor- pensé para mis adentros.
Al llegar arriba el primero de los hombres hizo un gesto al bruto para que abriera la puerta ¿Acaso esta gente no nos va a tener en cuenta para tomar las decisiones? Aunque dada la trivialidad del asunto poco importaba una prueba que otra, después de todo aquellos símbolos alquímicos tampoco decían mucho sobre que podía haber al otro lado. Aunque lo más impresiónate aún estaba por llegar, ya que antes de que me diera tiempo a replicar algo, el semigigante saltó propinado un brutal golpe a la puerta, la cual tan solo se mello un poco en la superficie, por el contrario el pirata parecía bastante dolido.
-Uh, ¿Se encuentra bien?- pregunté a la bestia -Bueno, intentaré abrirla yo- dije quitándome los guantes y dándoselos al coleccionista de ropa interior -Cubrirme bien- dije al grupo, aunque principalmente se refería al compañero, no quería recibir ningún ataque por la espalda, ya que aunque no ganarán nada con ello si algo caracterizaba a los piratas eran sus cambios de parecer lo caprichosas que eran sus acciones.
Sin pararme demasiado con el compañeros, me dispuse a acercarme a la puerta cruzando el puente, asegurándome en los primeros pasos que este era seguro, aunque aquello en verdad no era lo que más me temía. Una vez que llegará a la puerta me dispondría a abrirla de forma normal, ya bien por el pomo o el agarré que tuviera, con cuidado de que el hecho de que la abriera no me tirara por el delicado puente, después de todo si algo me caracterizaba era el hecho de ser mi meticuloso con todo lo que hacía. En caso de que la puerta no se abriera intentaría forzar la misma, sacando una ganzúa usando sobre ella “Los secretos del bandido: Arte de la ganzúa” tratando de forzarla.
- resumen:
- -Tratar de obtener información de la sala circular, ver puertas abiertas y esas cosas
-Subir escaleras y responder las preguntas de Balagus
-Narrar lo acontecido
-Acercarme y tratar abrir la puerta seccionada de una forma normal, si falla tratar de forzarla usando esta técnica: "Arte de gunzua":Conocimiento de ganzúa avanzados, White es capaz de abrir con facilidad mecanismos poco complejos como cerrojos, esposas u ventanas sin complejos sistemas de seguridad.
Marc Kiedis
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El misterioso hombre se levantó de su sueño, aparentemente atraído por el olor del queso creado por el semigigante. Fue guiándose por su olfato, sin abrir siquiera los ojos, hasta llegar a éste. En ese momento, dio un par de rápidos mordiscos y volvió a tumbarse sin mediar palabra.
Marc y Luka se miraban extrañados, ya que ninguno de los dos entendía qué pasaba con aquel tipo tan raro. Sin embargo, para cuando volvieron a dirigir sus miradas hacia él, había desaparecido. Inexplicablemente, el bello durmiente se había esfumado sin dejar el menor rastro. Y no era lo único que había cambiado repentinamente, sino que el paisaje no era el mismo que hacía apenas unos segundos. La hierba llegaba hasta donde alcanzaba la vista, y el arroyo ahora "caía" incesantemente hacia el cielo, formando una cascada invertida. En el cielo brillaban tres lunas, que aunque pareciera increíble tenían cara. Lo de los tres astros recordó a Marc a una historia que le contó una vez un cliente del Restaurante, sobre un mundo con tres soles y tres lunas, dragones y unas serpientes aladas malvadas.
- ¿Cómo se llamaba aquella tierra imaginaria? ¿Irún? No, no era eso. Mierda, lo tengo en la punta de la lengua, pero no me sale. Qué rabia. - pensó para sí el semigigante.
A lo que íbamos, aquel lugar había cambiado hasta burlar todas las leyes de la naturaleza. Y de todas las cosas raras que ahora había frente a ellos, lo más bizarro eran con diferencia los animales. La mayoría de ellos parecían mezclas completamente surrealistas de animales normales, e incluso los había que eran parte animal y parte mueble. Aquello no tenía ni pies ni cabeza, aunque bueno, era probable que alguno de esos engendros tampoco los tuviera.
Uno de los que más gracia hizo al grandullón fueron las criaturas que surcaban aquellos cielos. Se trataba de unos inmensos seres con aspecto de ballenas, pero con unas enormes alas. Debían ser los bichos voladores más grandes del mundo, compitiendo incluso con los dragones. Al menos, desde luego tenían que ser los más pesados. A Marc se le acumulaban las preguntas en la cabeza, y decidió compartir sus pensamientos con su compañero.
- Oye Luka, ¿dónde crees que estamos? ¿Nos habremos movido sin darnos cuenta o simplemente ha cambiado nuestro entorno?
¿Todo esto que vemos será real, o tan solo una ilusión? ¿Y, a qué crees que sabrán esas ballenas voladoras? Tienen buena pinta, la verdad, no me importaría cocinar una cuando todo esto acabe. Por cierto, sería buena idea explorar todo esto, ¿no crees?
Una vez el gyojin contestara a sus preguntas, si le parecía bien seguirían avanzando y explorando aquel nuevo y fantástico mundo que acababa de aparecer ante ellos.
Marc y Luka se miraban extrañados, ya que ninguno de los dos entendía qué pasaba con aquel tipo tan raro. Sin embargo, para cuando volvieron a dirigir sus miradas hacia él, había desaparecido. Inexplicablemente, el bello durmiente se había esfumado sin dejar el menor rastro. Y no era lo único que había cambiado repentinamente, sino que el paisaje no era el mismo que hacía apenas unos segundos. La hierba llegaba hasta donde alcanzaba la vista, y el arroyo ahora "caía" incesantemente hacia el cielo, formando una cascada invertida. En el cielo brillaban tres lunas, que aunque pareciera increíble tenían cara. Lo de los tres astros recordó a Marc a una historia que le contó una vez un cliente del Restaurante, sobre un mundo con tres soles y tres lunas, dragones y unas serpientes aladas malvadas.
- ¿Cómo se llamaba aquella tierra imaginaria? ¿Irún? No, no era eso. Mierda, lo tengo en la punta de la lengua, pero no me sale. Qué rabia. - pensó para sí el semigigante.
A lo que íbamos, aquel lugar había cambiado hasta burlar todas las leyes de la naturaleza. Y de todas las cosas raras que ahora había frente a ellos, lo más bizarro eran con diferencia los animales. La mayoría de ellos parecían mezclas completamente surrealistas de animales normales, e incluso los había que eran parte animal y parte mueble. Aquello no tenía ni pies ni cabeza, aunque bueno, era probable que alguno de esos engendros tampoco los tuviera.
Uno de los que más gracia hizo al grandullón fueron las criaturas que surcaban aquellos cielos. Se trataba de unos inmensos seres con aspecto de ballenas, pero con unas enormes alas. Debían ser los bichos voladores más grandes del mundo, compitiendo incluso con los dragones. Al menos, desde luego tenían que ser los más pesados. A Marc se le acumulaban las preguntas en la cabeza, y decidió compartir sus pensamientos con su compañero.
- Oye Luka, ¿dónde crees que estamos? ¿Nos habremos movido sin darnos cuenta o simplemente ha cambiado nuestro entorno?
¿Todo esto que vemos será real, o tan solo una ilusión? ¿Y, a qué crees que sabrán esas ballenas voladoras? Tienen buena pinta, la verdad, no me importaría cocinar una cuando todo esto acabe. Por cierto, sería buena idea explorar todo esto, ¿no crees?
Una vez el gyojin contestara a sus preguntas, si le parecía bien seguirían avanzando y explorando aquel nuevo y fantástico mundo que acababa de aparecer ante ellos.
- Resumen:
- - Narrar lo ocurrido.
- Asombrarse ante el bizarro paisaje nuevo y desvariar un poco.
- Preguntar cosas a Luka y proponerle explorar la zona.
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