Empieza una nueva Era. La caída de los Emperadores Pirata

Por fin aparecía algo de luz para la chica, un tipo había aparecido, una pequeña sonrisa apareció en su rostro, aunque esta sonrisa era algo sádica. Su plan había funcionado y ahora tenía un conejillo de indias para usar para su propio beneficio. El tipo no era muy guapo y tampoco parecía tener un portentoso físico, parecía un maldito pervertido violador del bosque antiguo. Sin embargo parecía lo suficiente desesperado para ofrecerle a la peli naranja estancia en al barco. Seguramente planeaba subirla y pasar un buen rato dentro, la chica tenía un buen cuerpo y era guapa, pero por muy provocadora que fuera, no era de esas, ese tipo iba a tener muy mala suerte. Su idea era lanzarlo mediante su técnica de canalización y largarse en el barco ella sola, Loguetown era su parada y el hombre iba allí, todo estaba perfecto. La chica comenzó a estirar la mano apuntando al pecho del hombre mientras suspiraba, pero en ese momento se dio cuenta de algo fundamental. No sabía manejar un barco, ahora sí que tenía mala suerte.

Su única opción era soltarle una trola bien gorda a ese tipo para que la llevara gratis y después largarse corriendo o golpearle y dejarle viendo estrellas. Pegó un suspiro mientras le sonreía con dulzura y le hablaba con un tono suave y femenino además de un toque pícaro que ella misma le dio.

- No todos los días me recoge un tipo tan simpático y guapo como tú. En los barcos suelo marearme y me gusta estar sola en la cubierta, pero si me lleva a Loguetown quien sabe. Tengo una casa allí alquilada y hace mucho que no soy traviesa con un hombre… miau…

Dijo mientras paseaba ahora sus dedos por el hombro derecho de aquel hombre. Era fácil jugar de esa forma, o al menos con los que habían picado hasta el momento, pocos eran los que resistían las palabras de la peli naranja y ese tipo parecía el típico desesperado que montaría en su barco incluso a una cabra. Ahora solo faltaba ver la reacción del tipo y si el juego de la chica había funcionado. Todo era mentira, no tenía ninguna casa en Loguetown y mucho menos quería ser traviesa, a no ser que ser traviesa fuera estampar su precioso mandoble de pinchos de acero en el pecho de alguien, las diferencias de traviesa eran muchas para la cazadora.

Precisamente con ese mandoble planeaba cazar a más de algún pirata con recompensa, siempre era bueno el dinero y para alguien tan codiciosa muchísimo más. Los revolucionarios también eran un buen negocio pues también podía negociar con ellos, recibir dinero y luego cazarlos cuando se diesen la vuelta. Además también podía haber criminales de mucho valor, ir a la isla del Alfa y el Omega era toda una mina de oro para un cazador. De todas formas también esperaba encontrar a algún integrante del gremio Ghost Leviatans, a sus oídos llegó que era muy buen gremio y su deseo era unirse cuanto antes, lo difícil sería encontrarlos. Había oído hablar del líder, Takeshi Yamamoto, un Ex Shichibukai muy poderoso. Esperaba poder entrar, estaba dispuesta a hacer cualquier prueba para mostrar que era una chica fuerte y su rango hablaba por ella sola, tras esos pensamientos agitó la cabeza un poco saliendo de ellos y centrándose en el mundo real. Observó al tipo medio calvo para sonreírle de nuevo con una expresión infantil y algo pícara, mientras pasaba la lengua por sus labios relamiéndose exageradamente simplemente para intentar convencer aún más a ese tipo.

- ¡Bueno, partamos cuanto quieras!

La oscuridad lo envolvía todo a su alrededor. Era tan profunda que ni siquiera era capaz de distinguir su propia mano frente a él. La única luz que se vislumbraba era la proveniente del final de aquel camino confuso y aparentemente interminable, aunque no era suficiente para disminuir en absoluto la sensación de ahogo que le provocaba aquella situación. Arribor avanzaba a tientas, intentando evitar las posibles aberturas que pudieran haber en el suelo del barco en ruinas, así como no chocarse contra ninguna viga y eso hacía que el recorrido fuera lento y pesado. Cada dos por tres tenía que detenerse para apartar algún trozo de madera tan grande como él o para asomarse a algún cuarto por si hallaba alguna pista de sus compañeros o de que había provocado el naufragio.

Pero lo peor de todo con diferencia era el ruido. En el silencio sepulcral del interior del barco todos los sonidos se magnificaban enormemente, el más mínimo chasquido le hacía girarse, alerta ante todo. El latido de su corazón se le antojaba como un enorme tambor de guerra, el chapoteo de sus pasos en el agua le recordaban a una catarata inmensa y los constantes crujidos y chasquidos en la madera se le antojaban árboles cayendo.

A cada paso que daba oía como la madera del Red Love Machine se resquebrajaba y se hacía pedazos, como un siniestro reloj que pronosticara la cuenta atrás hasta su hundimiento. La sensación de no tener tiempo agobiaba al pirata, sabía que tenía salir de allí cuanto antes pero no podía dejar pasar una puerta o un pasillo sin examinar, tal vez allí se encontrase alguno de sus nakamas. Sin embargo continuaba en solitario, perdido en un mar de oscuridad y guiándose por la efímera luz de un par de rendijas, una luz que podía desaparecer en cualquier momento, pero aun así valiosa. No estaba seguro de si sería el único atrapado en el interior del barco, aunque de momento no había encontrado a nadie más. Si al salir al exterior no se topaba con ninguno de sus compañeros, no le quedaría más remedio que inspeccionar los alrededores y, de ser necesario, el interior de los restos. Esperaba no tener que hacerlo.

Al cabo de unos minutos que se le hicieron eternos, llegó hasta el final del camino. Había tenido que ascender escaleras desvencijadas, sortear agujeros y lidiar con los restos de la embarcación, todo ello en más completa oscuridad, pero por fin podría salir de allí. En varias ocasiones incluso cayó por un enorme boquete que se había abierto en el suelo y tuvo que amontonar varios muebles para volver a subir. Pero ya no importaba. En el tramo final echó a correr, estaba deseoso de llegar al exterior cuanto antes. Durante unos momentos le pareció ver varias sombras bloqueando la luz, pero no le dio importancia. Cualquier cosa que le esperara fuera era mejor que permanecer allí.

Arribor corrió hacia la libertad. A cada paso la madera del barco se partía cada vez más rápido y cada vez con más violencia, sin embargo todo valía si significaba poder salir. Los últimos segundos se le hicieron interminables, como si cada zancada le llevase un siglo, pero al final llegó. Se topó de bruces con las pequeñas rendijas de luz y, sin pensárselo un segundo, atravesó la madera con un sonoro grito de rabia y alivio.

Al parecer el almirante de la flota se quedó hablando con Karl sobre algo, no sabía de qué hablaban pues no era que le interesara mucho, de todas formas si le hubiese interesado habría tratado de leerles los labios. Ahora estaba a su bola cuando de repente el haki del demonio de la niebla le advirtió de una presencia justo a su lado. El almirante de la flota había aparecido justo a su lado en un abrir y cerrar de ojos, aquello debía tratarse de una broma, ese viejo no podía ser tan rápido a su edad. El asesino se quedó un poco impresionado al no esperárselo “Imposible… no le he visto ni acercarse…”. Pensó unos segundos para si aquel castaño que ahora suspiraba.

Lo siguiente que pasó, fue una charla que dio ese hombre a Minato explicándole que él sería el encargado de llevar a la emperatriz. No era mala idea pues estaba claro que los otros dos que allí estaban (Karl y Krauser) eran demasiado conocidos y fuertes y estaba claro que uno de ellos podía llevarla. Puede que el viejales pensara de esa forma y fuera más listo de lo que parecía. De todas formas continuaba pensando que los discursos del jefazo eran muy aburridos y más malos que pegarle a un revolucionario con una chancla. Tal vez debería contarle aquella información a la Quimera por si no lo había oído, aunque por un momento le invadió la pereza totalmente de forma exagerada y suponía que tal vez ya lo sabía y en caso de que no lo supiera, ya se enteraría.

- Bueno, hora de largarse al barco.

Dijo mientras se dirigía a su barco y pasaba por la tablilla de madera mientras se colocaba en cubierta, nada más llegar al barco se acercó a un pequeño grupo de marines que estaba reunido. El paso del marine era lento y ahora se preguntaba dónde diablos estaban sus hombres, no había visto a su segundo al mando Garland y tampoco a Joseph o Kaishi. Seguramente estarían ocupados en otra posición o quizás ya en la isla protegiendo el perímetro. Lo que esperaba al menos era que estuviesen bien, sabía el “talento” de Joseph para liarla y sabía el peligro que se avecinaba, además los demás miembros también podían correr peligro. Era un hombre que se preocupaba sobre todo por sus compañeros, pero ahora que estaba con aquellos marines empezó a hablarles en un tono calmado dejando todo preparado para no perder el tiempo y tener la situación bajo control.

- Escuchadme bien soldado, vamos a dejar ya todo listo. No sabemos si sufriremos algún ataque o no, tampoco sabemos si en la plaza se puede liar. Pero dejaremos todo claro, si atacan el barco quiero que toméis la posición interior y pegaos a la borda todo lo que podáis, de todo el centro me ocupo yo. En caso de que se lie en la plaza recordad que vuestras vidas son importantes, no vayáis a saco si algún ciudadano da problemas, podrían esconder una navaja o algo así, estad atentos a todo y en cuanto los demás barcos se movilicen, comenzad también a mover este.

Una vez dio aquel pequeño discurso rápido y sencillo se giró quedando en medio de la cubierta observando a su alrededor. Prefería dar discursos cortos dejando ya claras sus intenciones que discursos largos y aburridos como los del almirante de la flota, ahora solo faltaba que los barcos se pudieran en marcha de una vez. Su haki de observación estaba activado pues para las misiones siempre lo solía activar fuese cual fuese la situación.

El supuesto descanso que me iba a tomar, no duró mucho. Me quedé ne bañador y me metí en el agua tranquilamente sin importarme nada esos dos piratas, quienes podían atacar a cualquiera en cualquier momento, por eso no les quité el ojo de encima en ningún momento, cunado fuesen a salir de allí, saldría yo y les seguiría, tenía la intuición que la cosa iba a salir mal y posiblemente no me equivocase. El agua no me cubría casi, mas o menos por la parte del pecho, la temperatura de ésta era templada tirando a fría, pero se estaba bastante bien ahí dentro.

Casi me quedé dormido, cuando pude ver que la pareja salieron del agua y se fueron dirección al pueblo. Esa sensación que me vino a la mente tras verles no se esfumó si no que en ese momento aumentó, sabía perfectamente que no tramaban nada bueno y eso sin conocerlos de nada. Cuando salieron, salí yo también rápidamente, miré a mi alrededor, no pude ver ninguna toalla, se me había olvidado o directamente no me acordaba que no tenía ninguna. Cogí la camiseta y salí detrás de esos dos en bañador.

Se notaba que el suelo estaba caliente ya que el sol pegaba fuerte. Cuando quise llegar al pueblo, pude ver a uno de ellos con un cuerpo sin vida en sus manos, lo sabía, mi tranquilidad iba a durar segundos con esos dos tipo por en medio. Los marines no tardaron en rodear a esta pareja. Quería atacarles rápidamente, peor no me acordaba que no tenía ni mis botas ni nada para atacar, menos mal que el poder de mi akuma siempre estaba conmigo, si no estaría en desventaja.

Los dos piratas habían empezado a reaccionar ante la gran multitud de marines que habían en la zona de los pueblerinos. Mientras los dos estaban atacando, a sus espaldas se creaban unas cuerdas de hierro fuertes que iban hacia los dos piratas a la zona de los brazos y de las piernas, no me apetecía matar a nadie por el momento, solo quería recuperar el tiempo perdido de descanso que quería tener y que no había conseguido por culpa de esos dos piratas. Esas cuerdas las solté de mi mano, controlando estas para atraparles mientras creaba una espada ropera igual a la idéntica, no podía combatir sin ella, me sería difícil.

Dave: Esto acaba aquí, malditos piratas, siempre dando guerra en todo momento.

La situación era un tanto extraña, no era muy cómo estar alrededor de personas adineradas con ropas elegantes e ir el bañador por el medio del pueblo, me daba un poco de vergüenza esa situación , no me podían tomar nadie enserio vestido de esa manera, pero era verdad que se estaba muy bien así. El otro problema es que estaban viendo a un tipo en bañador con la piel de color del hierro, eso a alguno le asustó, saliendo corriendo de allí. Esperaba uqe no me metiese en ningún lío luchando contra esos dos.

Teravan escuchó las palabras del preso atentemente, sus promesas de oro eran inspiradoras, aunque también peligrosas. No se fiaba lo más mínimo de ese tipo, así que decidió pensar en los posibles problemas que podrían surgir al liberarlo. Mas estando inmerso en sus pensamientos, un ruido perturbó su concentración. Se giró para conocer su procedencia, y vio a un hombre que no reconoció. Las celdas estaban cerradas, por lo que no podía ser un fugitivo, y había repasado los carteles de Wanted aquella misma mañana, por lo que tampoco era un criminal. Decidió que no quería interponerse en el camino de aquel personaje, por lo tanto, no le dio más importancia.

Pensó en qué podría hacer con Meneror, y un ruido le dio la idea. Se trataba de los ronquidos de otro de los vigilantes, dormido en un taburete. Se acercó al sujeto y con discreción intentó sustraer su manojo de llaves del enganche de su cinturón. Sin embargo, dio un tirón involuntario, pero por suerte, el marine solo respondió con un ronquido algo más fuerte que el resto. Cogió la llave de la celda de Meneror, y con cuidado, volvió a poner el manojo en su sitio.

Hizo asomar la llave por la rejilla de la puerta de la celda y gritó, indignado. - ¿Acaso te crees que puedes sobornarme con promesas vacías? Jamás traicionaría al Gobierno que me da de comer, sucio delincuente. Ojalá te pudras en esa celda el resto de tus días. - Le entregó una nota con el lugar donde debería de dejar el dinero. A cambio, él llevaría allí sus pertenencias.

- Tienes suerte de que esté de buen humor, imbécil, o por el contrario te haría azotar hoy mismo. - Dijo al lanzar la llave envuelta con la nota para que no hiciese ruido. Acto seguido, se alejó de su puesto, pues lo calculó todo para que una vez dicho eso, su turno acabase de terminar.

No esperaba ni mucho menos, que una simple víctima, fuera el desencadenante de aquello que veníamos buscando. Pretendíamos incendiar uno de los edificios más importantes del pueblo, y de ser necesario montar una masacre con aquellos idiotas, pero por lo visto, sin saberlo, había cumplido nuestra misión nada más llegar. El hombre al que había matado era nada más y nada menos que el alcalde. Su muerte llenó de pánico y de terror las calles de aquel lugar. Los humanos nos apodaron como monstruos y la marina no tardó en llegar, junto a una bronca por parte del tiburón. Esbocé una gran sonrisa de oreja a oreja y miré a mi compañero. -No ha salido como habías planeado, pero mira el lado bueno, he conseguido el resultado esperado rompiendo un solo cuello. Ha salido bien después de todo... ¡Kyahahahahahaha!- Dije yo, riendo a carcajadas poco después, mientras los soldados se acercaban y nos rodeaban.

No obstante, eran cuatro gatos los marines que nos rodeaban. No esperaba que atrayendo un batallón tan pequeño hubiéramos cumplido nuestra parte del trato. Eso sí, algunos llevaban Den Den mushis y era muy probable que pidiesen refuerzos si se veían superados, y eso era fácil de solucionar. Cánabar me advirtió de lo obvio y escogió una de las bandas, así que asentí con la cabeza y me lancé a por mi parte. Un potente gancho de derecha lanzó por los suelos al marine más cercano y aprovechando la fuerza de inercia, golpeé con el reverso del puño al compañero que había a mi derecha, rompiéndole la nariz y quitándolo de en medio. De repente un olor extraño se hizo presente. Era un humano, pero no era ordinario. Su aroma era extraño, aunque no dejaba de ser repugnante. Se acercaba poco a poco, pero no le di demasiada importancia, tenía asuntos que atender. Un cabezazo evitó que uno de los marines me disparara con su rifle y gracias a él, los demás que intentaron lo mismo, no consiguieron alcanzarme, pues puse al marine de escudo humano.

-No tenéis mucho respeto por vuestros aliados eh... Creo que de ahí viene lo de fuego amigo... ¡Kyahahahaha!- Decía yo, burlándome de aquellos pobres reclutas que carecían de posibilidades en un número tan reducido.

Aquel olor se hizo más intenso y sus palabras terminaron de delatarlo. Giré medio cuerpo y noté un retroceso en el brazo que mantenía agarrado al marine, el cual había recibido el impacto de dos cuerdas de un gris metálico que se aferraron a su cuerpo, que al parecer, había hecho bastante más pesado al sujeto, así que lo solté. Miré a aquel tipo y arqueé una ceja. Tenía el mismo tono de piel que aquello que había atacado al marine. Era muy probable que fuera el causante y por lo visto buscaba detenernos. Seguramente supondría una mayor dificultad que aquellos inútiles, pero no pretendía perder demasiado tiempo en peleas innecesarias.

-Vamos a deshacernos de ese bocazas, Cánabar.- Dije yo, aprovechando el rifle del marine caído para derribar a dos más, de un solo golpe con la culata. -Seguro que tú también lo has olido.- Añadí.

Combate creado:

Dave Taylor vs Kaiser & Cánabar

https://www.onepiece-definitiverol.com/t9514-empieza-una-nueva-era-combate-sawn-vs-kaiser-y-canabar#102844

Finalmente llegó a la entrada de la base subterránea. Suspiró aliviado, terminó de beberse la botella y se colocó de nuevo la máscara. Pero su alivio duró poco, pues detectó tres presencias con su mantra. Se puso tenso, se guardó la botella y empuñó el machete. No le habían informado de que hubiese nadie en la base... teóricamente estaba abandonada. ¿Qué debía hacer? De haber enemigo, lo apropiado sería entrar y eliminarlos. Aunque no sabía cómo de poderosos eran y a lo mejor era una emboscada. Por otro lado, era absurdo pensar en que estuviesen tendiendo una emboscada a alguien en una guarida abandonada. ¿Cómo iban a saber que un general de la Revolución iba de camino? Las opciones más lógicas eran que fuesen revolucionarios que se habían desviado para hacer una escala en Kumate, que se tratase de alguna clase de viajeros que habían descubierto el lugar o que fuesen enemigos buscando informes o suministros que los revolucionarios hubiesen podido dejar antes de irse de la base.

- Por lo de pronto no es buena idea quedarse aquí fuera. No detecto a nadie más con el mantra, pero si alguien hiciese acto de presencia me vería al momento.

Se acercó al árbol y abrió la entrada secreta. El interior estaba oscuro como boca de lobo, pero Jack iba preparado. Metió la mano en el interior de su capa y sacó un visor nocturno que colocó por encima de su máscara. Lo activó y entró, cerrando la puerta. Era un poco incómodo, pero mejor que no ver absolutamente nada. El mantra tenía sus limitaciones. Por mucho que pudiese localizar a enemigos y aliados aun sin ver nada, no podía saber cómo era su entorno. Se sentó en el suelo de la entrada, disfrutando del ambiente más fresco del lugar (en contraste con el calor tropical de la selva de fuera). Dejó su bolsa de provisiones en el suelo y sacó una bola de arroz. Se sacó la máscara y se dejó sólo el visor, y se puso a comer, aprovechando para tomarse un pequeño descanso. Una vez acabó el aperitivo, se puso de nuevo la máscara y se preparó para adentrarse en la base, machete en mano. Dejó las provisiones en la entrada; en caso de combate sólo estorbarían. Sin hacer casi ruido, el asesino se adentró en la base. Por si a caso, se llevó la mano al cinto y sacó dos cuchillos con la mano libre. Comenzó a canalizar energía hacia estos y murmuró:

- Ha no Arashi.

De repente ambas armas comenzaron a flotar en el aire y se situaron a cuarenta centímetros de su cabeza. En caso de detectar una amenaza, los lanzaría con su poder hacia el atacante.

La sorpresa del rostro de Kaín hizo que el camarero se asustara aun más, pero el cazador recuperó rápidamente la compostura tras aquella sorpresa. Miró al camarero con seriedad y comenzó a hablar en un tono tan bajo que solo el hombre podía oírlo.

-Escúchame atentamente y haz todo lo que te diga y os sacaré a todos de esta. Buscad alguna excusa, lo que sea, y juntad cualquier tipo de material combustible, inflamable o explosivo que haya en todo el barco en la bodega, lo más a proa posible. Nadie debe enterarse o todo podría irse al traste. Y ahora llévame a ver al timonel, debo hablar con el.

Una macabra idea cobraba cuerpo poco a poco en la mente de Kaín y, si le salía bien, podía sacar un gran beneficio de todo aquello. El cazador era consciente de lo que significaba que Mihasy estuviera allí, con los hombres del Yonkou skypieano o, al menos, creía saberlo. Una alianza. Kaín no sabía si pretendían unirse a la flota de Opprimere, luchar contra ella o simplemente ir a ver la ejecución de Katrina y luego atacar al gobierno, pero no cabía duda de que aquella unión era algo demasiado peligroso como para ignorarlo. Sumido en esos oscuros pensamientos, Kaín esperó la reacción del camarero, deseoso de exponer su idea al timonel.

El estruendo de los cañones resonaba cada vez más cerca de donde se encontraba el barco donde me hallaba encapsulado, a pesar del bullicio que había dentro del barco de vez en cuando se escuchaba el agua al impactar las balas de cañón sobre la superficie del agua, el hecho de que pudiese escucharse este sonido solo podía significar una cosa y no era buena de ningún modo, “los impactos se están realizando muy cerca de este barco es posible que nos …” estaba pensando cuando una gran sacudida en el barco me interrumpió los pensamientos aunque confirmaba mis preocupaciones. Tras un balanceo y la pérdida de equilibrio por el pitido de oídos tras  un impacto en el barco, cuando pude observar lo que había sucedido pude observar muerte por todo el habitáculo tras un impacto que recibió el barco en una escotilla situada muy cerca de mi posición, quedando completamente destruida.

Miré a mi alrededor para ver el estado de los demás pasajeros, pues yo por lo que me observé solo tenía algún rasguño de pequeñas astillas que salieron volando, una gran cantidad de las personas que había allí presentes había muerto de solo el impacto entre ellas pude encontrar al hombre que amablemente me había puesto al corriente de los sucedía, este tenía un gran trozo de madera que le atravesaba el pecho, posiblemente hubiese muerto al instante, me levante de donde me encontraba en busca de alguna persona que aun siguiese con vida, y no tarde en encontrarla ya que con sonoros gritos se quejaban de heridas, rápidamente me dirigí hacia estas personas para intentar darles una atención médica básica con lo que sabía, cubriendo las heridas con trozos de las ropas de la gente muerta y que estuviesen limpios, sólo podía hacer eso ya que no disponía de nada más que me pudiese ayudar, cuando deje atendidos a los que pude subí a la cubierta del barco para buscar alguien que pudiese ayudarlos, yo no sabía que más hacer si me quedaba en el barco posiblemente muriese, así que a hurtadillas comencé a bajar uno de los botes salvavidas, para huir de allí aunque la idea no me terminaba de convencer, estando en un pequeño bote y rodeado de agua no podía ser muy seguro siendo un usuario de fruta, pero a unas millas de distancia se podía ver Loguetown, aunque llegar sería difícil, sin contar que allí es donde ejecutarían a un Yonkou por lo que sería un gran campo de batalla y la muerte estaría casi asegurada.

Deje el bote bajado pero no lo solté ni me subí a él, lo dejé así para utilizarlo en caso de emergencia, pues me iba a quedar un poco en el barco para intentar ayudar en lo que pudiese, pero si lo veía muy feo me largaría a la mínima, además de intentar convencer al capitán del barco de volver a la isla pues como siguiésemos con ese rumbo moriríamos todos los allí presentes.

El Cid vio satisfecho como la mayoría de los civiles abandonaban la calle, pero observó como Babieca recelaba de dos personas, los cuales parecían que esperaban órdenes. Cuando pasaron los 10 minutos su fiel amigo seguía alerta mirando y bufándoles a ambos, el gigante había dejado bien claro que todo aquel que se quedara en la calle iba a ser tratado como un criminal de guerra, pero estos dos seguían esperando, podían ser pasteleros, o peor aun gente de la tripulación de la Yonkou.

Como su superior no le había contradicho su decisión, se dirigió con paso firme hacia ellos, babieca recelaba de las intenciones de los desconocidos.

Chicos os lo advertí, a partir de ahora series tratados como criminales.

Con un movimiento rápido mientras lo decía el Cid desenfundo una de sus enormes cimitarras y como si de un golpe de golf se tratara, lanzo un golpe con la parte roma de la hoja con la intención de mandarlos a volar.  Mientras tanto Babieca había preparado una buena cantidad de saliva la cual escupió hacia las caras de los dos desconocidos, justo unos segundos antes de que la cimitarra cayera sobre ellos.

Kodama escuchó atentamente la respuesta de la joven agente del Cipher Pol. Realmente no se esperaba esa respuesta, era evidente que a aquella joven no le importaban en lo más mínimo las vidas de la gente. Para ella solo eran simples órdenes y no parecía tener inconveniente en que todos los civiles de la isla muriesen. Aquello era algo inconcebible para el marine, algo que no hubiese podido imaginar de los humanos. Sabía que podían ser violentos y crueles pero no esperaba ese tipo de indiferencia hacia la vida o la muerte en los agentes del gobierno.

Cuando la tal Alika terminó de hablar se alejó varios metros de él y se dedicó a observar sus alrededores. Kodama dudó si acercarse de nuevo o no, no quería poner en riesgo la tapadera de la chica pero tampoco podía perderla de vista. Hacerlo significaría poner en riesgo la vida de los civiles que estaban siendo evacuados, irónicamente, por ella misma. Realmente era algo confuso. El hombre-árbol suspiró, no le quedaba más remedio que seguirla a una distancia prudencial para no levantar sospechas, pero lo bastante cerca como para no perderla y para que notara su presencia. No quería que se olvidara de que la estaba vigilando.

Mientras observaba a la chica con una seria mirada en su rostro arbóreo, se dedicaría a vigilar en la medida de lo posible a otros agentes que pudiesen causar problemas. En ese momento se preguntó como demonios podría llevar a cabo semejante tarea él solo, al fin y al cabo se trataba de vigilar a gente que estaba especializada en espionaje y misiones secretas. -"En fin, supongo que tendré que centrarme en esta chica ya que es posiblemente la más peligrosa. Estoy seguro de que el resto de agentes no serán como ella, estoy seguro de que se preocuparan por realizar su cometido sin incidencias." -pensó el marine ingenuamente, sin saber que aquella actitud despiadada era bastante común entre los miembros del Cipher Pol.

El hombre-árbol se ajustó sus espadas, como un gesto que reafirmara sus pensamientos. Se preguntó cuanto tiempo faltaría hasta la ejecución, estaba deseando que aquello terminase de una vez. No es que estuviera a favor de la pena de muerte, y ni mucho menos le agradaba el hecho de convertirlo en un circo, pero sabía que no había nada que él pudiera hacer más que intentar preservar la paz en la medida de lo posible, al fin y al cabo ese era su deber. Rápidamente abandonó sus pensamientos, no podía permitirse el lujo de perderse en reflexiones, tenía trabajo que hacer. Echó un vistazo rápido a su alrededor y se acercó un poco más a la agente para dejarle claro que no pensaba dejarla hacer lo que quisiera. Se preguntó que dirían sus superiores si terminaba atacando a un CP. Aunque poco importaba eso, en caso de que se propasara de nuevo no le quedaría más remedio que intervenir. Después ya se preocuparía por el resto.

Mientras observaba el horizonte, el comodoro subió a cubierta y dio nuevas órdenes. -¡Cambiamos el rumbo, moved el timón, nos vamos de cabeza a la batalla, tenemos que apoyar a nuestros compañeros!- Gritó este. Fue una grata sorpresa para mí ver como mis palabras le habían hecho cambiar de actitud, y finalmente podría hacer lo que mejor se me daba, golpear piratas. El comodoro se acercó a mí y suspiró. -Más te vale que esto no sea un error, Garland. Tan solo tú y yo somos marines con un rango superior al de todos estos reclutas, puede que no seamos de mucha ayuda.- Comentaba este, dudando antes de empezar el combate. -Lo sé, soy consciente de que no son más que reclutas, pero nosotros también lo fuimos, y si no demuestran lo que valen, nunca los dejarán llegarán a nada. Esta es una gran oportunidad para ellos, y por poca ayuda que seamos, menos lo seremos si huimos como cobardes.- Respondí, posando mi mano izquierda sobre su hombro. -Gracias.- Finalicé, apartándome y realizando algunos estiramientos con el martillo para prepararme.

Todos los marines de nuestro barco se movilizaron y cambiaron el rumbo para adentrarnos de lleno en el combate. Poco a poco nos acercábamos y nuestros cañones mandaron las primeras andanadas como aviso y de paso como primer ataque de apoyo. Me quité la chaqueta y la dejé dentro del barco para que no se dañara, y finalmente llegó el momento esperado. Las explosiones se volvieron un peligro constante y poco tardaron en abordar nuestro barco. Tras proferir un grito, empecé a correr en dirección a un grupo de cinco. Mi velocidad no era destacable, pero pero ellos no eran conscientes de lo que les esperaba, eran arrogantes y esperaban ganar con facilidad. Un golpe en horizontal de mi martillo, se llevó por delante a dos de ellos, lanzándolos por la borda.

-¡Vamos soldados, expulsemos a esta plaga de nuestro barco y hagamos justicia por sus delitos!- Exclamé, para intentar subir la moral de mis compañeros y conseguir que lucharan con más ímpetu.

Los tres piratas que había frente a mí, se abalanzaron sobre mí, intentando cortarme en vertical con sus espadas, pero la gran cabeza de mi martillo fue suficiente para detenerlas a la vez y seguidamente di un empujón con esta para desestabilizarlos y aprovechar para derribarlos. A uno de ellos le propiné una patada en la cara y a los siguientes, los aplasté con el martillo, destrozando la madera de la cubierta y dejándolos clavados en ella. Tras esto fui al centro para seguir masacrando piratas, cuando de repente, pude ver a  un hombre bastante famoso. Era nada más ni nada menos que Sharp D. Drake, un supernova bastante reciente. Parecía ser bastante poderoso y derrotaba a los reclutas con suma facilidad, hasta que me vio. Corrió hacia mi y dio un salto, e intentó cortarme con su katana a la vez que me desafiaba. Interpuse mi arma que chocó contra la suya. Su fuerza me impresionó, era mayor la de cualquiera de todos esos piratas. Probablemente aquel fuese un rival digno, y prefería ser yo el que lidiase con él, así que esbocé una sonrisa y di un pequeño salto hacia atrás.

-Luchemos pues. Veamos cuantos rumores son falsos y cuantos son ciertos del supernova Sharp D. Drake.- Mencioné, esperando ser capaz de derrotar a aquel pirata.